Los Derechos de Crédito y Obligaciones 1

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Los derechos de crédito y obligaciones

1. Importancia del derecho de obligaciones y crédito


Al iniciar el presente trabajo habremos de formular una afirmación que de sí resulta más
que suficiente para destacar el enorme interés práctico que reviste el estudio de esta
materia: Todas las relaciones pecuniarias que existen entre los hombres. son relaciones de
obligación. Todos los días, en todo momento, los hombres crean obligaciones. Los actos
mas comunes y ordinarios del diario vivir, como la compra de víveres o el transporte de
pasajeros constituyen contratos que a su vez son actos de donde nacen obligaciones por ello
el hombre crea así a su alrededor una suerte de múltiples obligaciones que le permiten
subsistir y desenvolverse en el medio ambiente. Toda persona está necesariamente
comprendida en esa red económica del derecho de obligaciones y aún cuando se limitara a
mendigar ya irrumpe en el campo de este derecho bajo la forma de donación. Por ello es
que, con acertado criterio, el eminente tratadista Ascoli, ha podido decir, en ajustada
síntesis, que el derecho de las Obligaciones, «el derecho del cotidiano comercio de la vida»,
tomando al vocablo comercio en su sentido de intercambio de servicios y valores. Por otro
lado, también se ve obligado, pese y aún contra su voluntad, por un sin número de otras
obligaciones, tales, las que nacen de la responsabilidad civil, deber de indemnizar en
determinadas circunstancias el daño ocasionado a otras personas, que hoy en dia por el
avance tecnológico adquiere mayor trascendencia por la multiplicación actual de los
accidentes. En suma se puede decir, sin incurrir en exageración que el concepto Otros
autores han calificado a la obligación como la geometria acreedor tenia bastante parecido
con el derecho de propiedad, del espacio jurídico y otros como la expresión "Económica del
como un vinculo estrictamente personal que acordaba al acreedor En el primitivo Derecho
Romano la obligación era considerado poderes efectivos sobre la persona del deudor. de
«Obligación» constituye la armazón y el sustrato del der y hasta de un modo más general,
de todas las ciencias sociales.

2. DISTINTAS ACEPCIONES DE LA OBLIGACIÓN

La materia cuyo estudio iniciamos, ha sido denominada con diferentes expresiones: derecho
de las Obligaciones, derechos creditorios y derechos personales, cada una de las cuales ha
merecido la correspondiente crítica, así se tiene por ejemplo que para algunos autor es, la
designación de derechos crediticios, tiene el inconveniente de circunscribirse al lado activo
de la figura jurídica considerada; otros señalan, que la nomenclatura derechos personales
se presta a confusión con los derechos inherentes a la persona. Sin embargo, es usado la
primera de las expresiones enunciadas, porque en criterio de una gran mayoría de autores
del Dereche Civil, es la que ofrece la ventaja de abarcar con más precisión el fenómeno
jurídico a que la misma se refiere.

3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Nociones Generales sólo que no se ejercía sobre una cosa, sino sobre la persona del deudor,
el cual más que sujeto pasivo de la relación jurídica era conceptuado objeto de ella. Por
eso, cuando el deudor no cumplía la prestación debida, era pasible del procedimiento de la
manus injectio, por la cual el acreedor era autorizado por el pretor para poner la mano sobre
aquél con el fin de hacer efectiva su prenda, la «pignoris capio ». Convertido el deudor en
cosa del acreedor, podía ser privado de su libertad para hacer trabajar en su favor y aún
venderlo del otro lado del Tiber. Aún este esquema, persistió en la ley de las XII Tablas
que permitieron cuando varios acreedores ejerciesen simultáneamente sus derechos, que se
distribuyeran el cuerpo del deudor, in partis secanto ». Como no podía perdurar este rigor
tan inhumano, el año 428 de la fundación de Roma, aparece la Ley Paetelia Papiria, que
impidió se esclavizara al deudor, por lo que Tito Livio, la llama «aurora de una libertad
para los plebeyos nueva». Desde entonces el acreedor sólo pudo requerir del deudor la
prestación de servicios para imputarlos al pago de la deuda. Por tanto, el derecho del
acreedor se traducía en una agresión patrimonial: eran los bienes del deudor y no su cuerpo,
lo que respaldaba el pago de la deuda. En el derecho moderno, la evolución ha quedado
enteramente completada. La Obligación ha dejado de ser como lo era en su origen un
vinculo personalísimo para pasar a ser, preeminentemente, un valor económico. Lo que el
derecho ampara y protege no es la sujeción de la persona del deudor respecto del acreedor,
sino la intangibilidad y efectividad del valor patrimonial que la obligación representa.

4. DEFINICION

someimiento de sujeción de restricción de la libertad t tmisma medida en que estamos


obligados, tenemos disminuida Tuestra libertad, Este no resultante ser, sin embargo, el
significado de la obligación en el Derecho Civil, dondé se lo usa con un sentide técnico más
estricto. La mayor parte de los autores emplean para definir una obligación. la fórmula de
las Institutas de Justiniano: «La obligación, es un vinculo jurídico que nos constriñe a pagar
algo al otro, según el derecho civil» Según los hermanos Mazeaud, la definición de las
Institutas, es aún valida. Otros autores sin embargo, han creido necesario modificarla e
introducirle algunos agregados, sea sustituyendo la expresión vinculo jurídico por otras más
significativas, tales como necesidad jurídica, relación jurídica, facultad de compeler o
situación jurídica. Existe una gran variedad de definiciones en las cuales se encuentran
siempre como elementos constantes primero: «La relación jurídica entre acreedor y
deudor»; segundo, el objeto de esa relación Juridica que puede ser un dar, hacer o no hacer.
Finalmente en las definiciones sobre Obligación encontramos la tendencia llamada
"patrimoniala, que considera que el objeto debe ser siempre valorizable en dinero,
contrariamente existen otros autores entre los que se puede citar a Rodolfo Ihering que
consideran que no es de la esencia de la prestación o de la abstención el hecho

5. Nociones Generales

Un interés jurídico sin importar que dicho interés trasunte una estimación pecuniaria
obligatoria. Prescindiendo de este aspecto que es objeto de polémica, podriamos decir que
es tan grande la cantidad de definiciones, que puede afirmar como principio que hay casi
una por autor, las que difieren entre si en más de las veces, por un pequeño cambio en las
palabras con mantenimniento del contenido conceptual, por lo que el análisis de cada una
de ellas solo nos permitirá penetrar en detalles sutiles, razón por la cual nos obliga a pasar
revista a las más importantes: Pothier Robert Joseph nos dice: «La Obligación. Es un lazo
de derecho que nos restringe a dar a otro alguna cosa, o bien, a hacer o no hacer tal o cual
cosa ». Aubry y Rúa la definen como: «la necesidad jurídica por cuya virtud una persona
se halla constreñida con relación a otra, a dar, a hacer o no hacer alguna cosa.») Los
Hermanos Mazeaud dicen: ... «Es un vínculo de derecho entre personas, en virtud del cual
una, el acreedor, tiene derecho a una prestación valorable en dinero efectuada por el otro,
que está obligado, a ellan. De Ruggiero indica: «... es la relación jurídica en virtud del cual
una persona (deudor) debe una prestación prestación a otra (acreedor) que tiene la facultad
de exigirla, constriñendo a la primera a satisfacerla»)
6. ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN

Los elementos de las obligaciones han sido objeto de gran análisis, pero no siempre hubo
acuerdo acerca del número de ellos. Pueden apreciar elementos intrínsecos, que integran
las obligaciones y extrínsecos, tales como las fuentes, sanciones efectos, etc., que no la
integran y que por su propia modalidad ameritan ser analizados de manera dispersa a lo
largo del presente trabajo. a) Sujetos: Ya se ha dicho que hay un sujeto activo y sujeto
pasivo, los que pueden a su vez ser singulares o plurales. El sujeto tiene como sustrato el
ser humano, el cual se halla investido por el ordenamiento jurídico con el carácter de
persona, sea individual o colectiva.

7. Nociones generales

Los requisitos que deben reunir los sujetos son: Tener capacidad. Ser distintos, Ser
determinados o determinables. La persona que integra la relación obligacional además de
tener plena capacidad, debe ser determinada o determinable. Lo ideal es que se conozca
anticipadamente cual es la persona del acreedor y cuál del deudor, deben ser
necesariamente personas distintas entre si (nadie puede ser acreedor ni deudor de sí mismo,
cuando tal situación ocurre la obligación se extingue por confusión). Pero resulta que
muchas veces, el ordenamiento jurídico admite una indeterminación con una
determinabilidad. El límite está constituido por el momento de pago, es decir, por el
cumplimiento de la obligación, si acaso una obligación carecería de sujeto activo o pasivo
en el momento de pago, el ordenamiento jurídico privaría de validez a la obligación. Por lo
que la necesidad de la determinación del sujeto, se hace patente a tiempo de hacer efectiva
una obligación y no a tiempo de su nacimiento. Los casos en que es admisible la
indeterminación del sujeto son varios. Algunos se hallan constituidos por la declaración
unilateral de voluntad como fuente de las obligaciones v.g ... Quienes se obligan a mantener
la oferta de venta de una cosa determinada y precio definido por un mes y la incertidumbre
de quién o quiénes son los acreedores. En este caso la obligación nace con la declaración
de voluntad de no hacer, es decir de no retirar la oferta y la aparición del sujeto activo se
hace palpable en el momento que una «Disjunto», cuando se dice que se pagara a Pedro o
Juan, o bien cuando se duda acerca de quién será el heredero, o persona acepta y se
constituye de ese modo el acuerdo de también participa de esta categoría, los títulos al
portador, Otro caso está constituido por las obligaciones de sujeto E. Alberto Luna Yañez
voluntades o consentimiento. cuando media ausencia o presunción de fallecimiento. Fuera
de los presos mencionados que son los más comunes se da también la indeterminación de
sujetos en relación a las personas por nacer, quienes pueden recibir bienes -por donación o
por herencia; en estos supuestos, el legado o la donación quedó condicionados al
nacimiento con vida del nasciturus ". En cuanto al sujeto pasivo, la doctrina se inclina en
asegurar que este siempre debe ser determinado, porque toda obligación debe ser a cargo de
alguien y este alguien lógicamente debe ser definido por el derecho. Sin embargo existen
casos en donde la determinación del sujeto pasivo implica una cuestión posterior al
nacimiento de la deuda, Vg, Un testador constituye un cargo del heredero un legado
determinado que podría consistir la obligación de pagar una suma de dinero, pero acontece
que el heredero repudia la herencia pero a pesar de ello subsiste el legado entre tanto no
venga un nuevo heredero a reemplazar al anterior, tenemos entonces una obligación en la
que el deudor no esta determinado y esta indeterminación subsistirá hasta tanto algún
heredero legítimo acepte o en su caso se presenten actos de repudio sucesivos hasta llegar
al Estado, quién ya no Art. 1008-1II Código Civ il.- Los hijos que aún no están concebidos
todavia, de una determinada persona que vive al morir el lestador, pueden ser instituidos
sucesores.

podria repudiar, tránsito hasta el cual se presenta en efecto una verdadera indeterminación
del sujeto pasivo. Un otro caso pudiera constituir aquellas obligaciones que nacen por
hecho ilícito, cuando por ejemplo, diferentes personas realizan un hecho ilicito, existe
desde luego un deber de reparar el daño a la victima pero puede ocurrir que tanto por
cuestiones de hecho como problemas jurídicos, no se sepa quién o quiénes fueron los
causantes del daño y en consecuencia, los responsables del resarcimiento. Finalmente, un
otro caso de indeterminación de sujeto activo o pasivo es el referido a las Obligaciones
Propter Rem o ambulatorias que tienen por característica de constituirse en función de
cierta relación de señorio o dominio que tiene una persona indeterminada sobre una cosa
determinada V, gr. , deuda de medianería, deuda por expensas comunes de un edificio
constituido en propiedad horizontal, cargas reales, etc. En definitiva, el sujeto activo o
pasivo pasivo puede ser determinado o simplemente determinables en la obligación; pero
siempre deberá determinarse en el momento en que se exija el derecho o se cumpla el deber
jurídico porque ello implica necesariamente la existencia de un pretensor y unos obligados
perfectamente determinados. b) Objeto: El objeto de la obligación es aquello que el deudor
debe satisfacer a favor del acreedor. Es la prestación debida que puede consistir en la
entrega de una cosa, en un hecho que habrá de ejecutar el deudor o en una abstención de
algo que el deudor pudo realizar libremente realizar de no mediar la obligación que le exige
un comportamiento negativo.

la obligación o determinable cuando sea factible su El objeto debe ser determinado a


tiempo de constituirse E. Alberto Luna Yañez individualización ulterior Vgr., daño
resarcible cuya cuantia quedará definida por una sentencia que fije la indemnización
Asimismo, debe ser posible jurídica y materialmente en el momento de formarse la
obligación. «No se debe sing aquello que se puede, en derecho deber lo imposible es un
absurdo». Según Betti, ya que de lo contrario, estaríamos frente a una obligación
inexistente. Finalmente, el objeto debe ser de significación patrimonial, vale decir,
susceptible de apreciación pecuniaria. Si no fuera estimable en dinero, el acreedor no
tendrá la obligación en su patrimonio y experimentaría daño patrimonial alguno por causa
de su inejecución. Vínculo o Relación Jurídica: Que permite la coherente actuación de los
elementos ya descritos de las obligaciones y de sus consecuencias jurídicas. Otorga a esa
relación la expresión de coercibilidad como elemento esencial del derecho positivo y que
hace a la diferencia con las obligaciones morales o de trato social. c) Este elemento
permite que el acreedor demande ante el deudor el cumplimiento de la prestación debida y
para el caso de incumplimiento promueva el dispositivo coactivo del Estado para la
satisfacción de su crédito, característica que hace una diferencia con las obligaciones
naturales y morales.

8. Antecedentes
Las obligaciones o derechos personales era un vínculo de carácter jurídico – vinculum
iuris- establecido entre dos personas: el deudor y el acreedor, para forzar, hacer o no hacer
algo a favor de otro; existiendo a la vez en el vínculo un valor pecuniario. Era una sujeción
de carácter voluntario. Encuentran su origen en las normas jurídicas romanas que las pre-
establecían como: los delitos y los contratos, la primigenia clasificación Gayana: después se
hizo extensivo a las varias figuras de causa por el Emperador Justiniano.

8.1. La Lex Poetelia Papiria

En la evolución del nexum, ese vínculo existente entre el deudor y el acreedor a partir del
momento que nacía la obligatio, tuvo una primera fase que coincide con la etapa de
formación de Roma y de las instituciones jurídicas. Era la época más primitiva, en que el
derecho se fue construyendo en base al fas o elemento religioso. El fas determinaba el
cumplimiento de las formas o solemnidades y cuando el deudor insolvente confesaba su
situación o era condenado en un proceso judicial, se aplicaba la manus iniectio sobre él. Era
una forma que tenía el acreedor de garantizarse la obtención de lo debido. Hubo una época
que, como consecuencia de los préstamos dinerarios eran desmedidos los préstamos
dinerarios a ellos se sumaban los intereses usureros, que existían a pesar de estar prohibida
la usura.

Los deudores no podían hacer frente a las devoluciones de los préstamos y por ese motivo
eran ejecutados con las restricciones a la libertad ambulatoria por parte de los acreedores.
La situación fue intolerante hasta que los nexii deciden rebelarse, ese fue el origen de la
sanción de la Lex Poetelia Papiria en el año 326 a. C. aproximadamente. Se decidió a partir
de ésta lex que las ejecuciones no fueran sobre la libertad de los endeudados sino sobre su
patrimonio. Clases de obligaciones

8.2. División según el objeto

Según el vínculo: Eran vistas desde el punto de vista de la mayor o menor eficacia del
vínculo. Podían ser:

1. Obligaciones del derecho civil y del derecho de gentes: Las primeras son las que
derivan de los contratos del derecho quiritario como el nexum. Mientras que los
segundos, se llevaba a cabo entre ciudadanos romanos, eran formales y estaban
protegidos por el derecho civil. Provienen del iusgentium como la compra-venta,
locación, comodato, depósito, por mencionar algunas, la mayoría pertenecían a ésta
última. No era necesario en éste último caso el uso de las formalidades, servían para
llevarlas a cabo con, los extranjeros por eso se facilitó su uso.
2. Obligaciones civiles y honorarias: La primeras son las que provienen de las leyes
en general, pueden ser de los senadoconsultos y constituciones imperiales por
ejemplo. Las segundas provienen de la norma jurídica dictada por el pretor, en el
ejercicio del iusedicendi. Están protegidas por una acción. Eran perpetuas. Las
segundas, son creaciones del Pretor cuando dictaba normas con el fn de suplir,
corregir o llenar vacío del derecho en los casos que se les requiriera. También había
normas de otros magistrados como el edil o el prefecto del Pretorio. Prescribían al
año, era el plazo de vigencia del edicto. Igualmente las distinciones siguieron
existiendo aún en vigencia del Edicto Perpetuo de Salvio Juliano. La diferencia
desapareció con la sanción de una constitución del Teodosio II y Honorio, al
disponer la prescripción treintañal para toda clase de obligaciones. Sin embargo el
Pretor la aplicó en los casos que no estaba contemplado en la ley por ejemplo
cuando se hizo extensiva a la responsabilidad del armador del buque por aquellas
obligaciones contraídas por el capitán cuando se las había a encargado e éste por
negocios entre ambos. (acción exercitoria).
3. Obligaciones de derecho estricto y de buena fe: Las primeras tenían su origen en
el derecho quiritario, caracterizado por el rigor formal de la etapa primitiva del
derecho, frente a la pronunciación de las palabras solemnes ante el magistrado éstas
debían cumplirse al pie de la letra como si fuera la ley misma. Derivaban de los
contratos unilaterales como el nexum, la stipulatio o el contrato litteris, mientras que
los bonaefdei procedían de los sinalagmáticos, ya sean perfectos o imperfectos.
Estaban protegidas por las acciones strictiiuris, cuando se establecía el monto de la
pena en la condemantio, cuando quedaban probados los hechos aducidos por el
actor no podía hacer modifcaciones a ese monto, esa condemnatio debía se aplicaba
estrictamente. En la acción stricti iuris, lo único que el iudex debía tener en cuenta
es si había una deuda y cuál era su monto. El acto del que derivaba solo obligaba a
una de las partes. La acción bonaefdei derivaba de un contrato sinalagmático se
tenían en cuenta por parte del juez diversas situaciones, por ejemplo el derecho que
invoca el, depositario a que se le restituyan los gastos realizados. De esta manera
aplicándose la buena fe y la equidad el juez analizaba éstas situaciones que surgían
del contrato. No se podía invocar dolo o violencia además de otros vicios del
consentimiento porque solo se trataba de determinar la existencia del crédito y su
monto. En las obligaciones de buena fe, sí podían invocarse cuando el obligado
oponía excepciones. En caso de haber mora los efectos de ésta alcanzaban a las
obligaciones de buena fe, en cambio si eran de derecho estricto aún en mora no
había obligación de pagar los intereses o devolver los frutos de la cosa adeudada.
Las de derecho estricto no podían compensarse, las de buena fe: sí.
4. Obligaciones naturales: Tiene dos aspectos, por un lado aparecen para
contraponerlas a las civiles. Por otro lado, se refere a aquellas obligaciones que no
están dotadas de una actio, por ejemplo las obligaciones que emergen de los actos
negociales celebrados de los esclavos que carecen de capacidad jurídica. El vínculo
jurídico es fuerte a diferencia de lo que ocurre en las obligaciones civiles. El
cumplimiento depende del deudor, pero una vez realizado no había acción de
repetición, ni siquiera podía invocar la condictio indebiti, cuando pagó por error
creyéndose civilmente obligado al pago. Podía ser objeto de compensación y de
novación. Podía ser garantizada con una hipoteca.

Obligaciones según la naturaleza de la prestación:

1. Dare: Es la entrega material de la cosa, siempre y cuando exista un título jurídico


que lo avale. Por ejemplo: cuando el comprador recibe del vendedor la cosa por la
cual pagó un precio cierto en dinero, la transferencia de la cosa implica a la vez la
transmisión del derecho de propiedad. Otro caso sería el del heredero respecto del
acervo recibido del de cuius.
2. Praestare: La entrega material de la cosa no implica transferencia del dominio,
pero sí de otro derecho real, por ejemplo la possessio en el caso del locador de la
cosa respecto del locatario, mientras dure el contrato.
3. Facere: El objeto de la obligatio puede consistir en un hacer, en una acción o
conducta de carácter positivo. Por ejemplo: el cuadro que se le encomienda realizar
al artista plástico, respecto del cual recibirá una remuneración, siendo un caso claro
de locación de obra. De ésta se desprende la obligación non facere, que, por el
contrario exige una abstención de quién tiene la obligación de omitir la realización
de ciertas conductas; por ejemplo: por imposición de la Ley de las XII Tablas
respecto de aquél que no puede levantar un muro que exceda una cierta altura, ya
que puede perjudicar las luces o vistas del vecino.

9. Fuentes y obligaciones

Gaius estableció como fuentes de las obligaciones, los contratos y los delitos, luego con el
paso del tiempo fueron apareciendo otras fguras que, sin ser contratos o delitos, generaban
obligaciones para quienes las llevaban a cabo, aparecieron así las varias fguras de causa,
como los quasi ex contractu y los quasi ex delicta, conceptos ampliados por el Emperador
Justiniano.

9.1. Los delitos

También llamados malefcia, eran conducta por las cuales se perjudicaba a un tercero, se les
hacía un mal, un daño que según las transformaciones que devenían en la sociedad romana
se iban modifcando y adaptando a las nuevas posibilidades que aparecían.

Los hechos lícitos, tienen en contraposición los hechos ilícitos y dentro de ésta categoría
aparecen los delitos.

Las fguras delictivas más antiguas las encontramos en la Ley de las XII Tablas, pero
también las Leges Regiae hacían referencia a antiguas prohibiciones.

9.2. El furtum

Ésta fgura delictiva encuentra su origen en la Ley de las XII tablas, siendo por lo tanto muy
antigua.
En la defnición aparece el elemento objetivo requerido para el delito: el desapoderamiento
ilegítimo, mientras que la comisión del mismo debe estar complementado necesariamente
por el elemento subjetivo: la intención – animus furandi- de desapoderar o consumar el
hecho típico (el desapoderamiento); puede haber o no ventaja de carácter económica –
animus lucrandi- .

9.3. Las penas

El Estado ya tenía aquí una clara intervención en la regulación de las penas acorde a las
fguras delictivas establecidas taxativamente, por ejemplo 25 ases al que había cortado un
árbol, al usurero el doble de lo perjudicado a un tercero, al depositario que no devolvía lo
dado en depósito, al vendedor que había vendido con engaño de las características del suelo
vendido, por mencionar algunos casos. Aparece así el principio de equivalencia, la pena a
acorde con la gravedad o no del delito. A diferencia de lo que ocurría con el Talión en que
el castigo dependía del rencor o la liviandad de la víctima

A partir de la Ley de las XII Tablas, la sanción penal deja de ser colectiva para ser ejercida
solamente por el ofendido o sus herederos en los casos que correspondiera. El sistema del
Talión permitía una especie de conciliación o acuerdo amigable. Antes de que los clanes
fueran a la guerra, el jefe de familia entregaba al miembro de su grupo que había cometido
la infracción, si había que pagar una multa lo hacía o entregaba al sujeto en abandono
noxal.

9.4. La rapina

Fue la sustracción violenta cometida por una banda de hombres, con el paso del tiempo se
admitió que fuera cometido por un solo hombre, habiendo violencia con o sin armas,
emerge de las disposiciones de la Ley de las XII Tablas.

9.5. El Damnum iniura datum

Era una fgura delictiva contemplada en la Lex Aquilia, un plebiscito que se presume fue
dictado durante la tercera secesión de la plebe, antes del siglo VIII, también suele
ubicársela en el siglo III a. C. A través de ella se buscaba castigar el daño causado
ilegítimamente o sin derecho, por medio de una damnatio contra el delincuente por la pena
establecida.

9.6. Iniuria

Antes de la Lex Aebutia (Siglo I a. C. que extinguió el sistema de las Legis actionis y
apareció el procedimiento de las fórmulas), el pretor peregrino utilizaba la acción
estimatoria en los delitos de injurias traducidos en violencia física de acuerdo a lo
establecido por la Lex de las XII Tablas. La multa era solicitada solamente por el ofendido,
lo que hace que el ejercicio de la acción fuera de carácter personalísimo. Si bien el
demandado hacía una estimación de la multa en proporción al daño causado, luego el iudex
hacía una tasación, excepto la injuria atrox, que era más grave, el monto era estimado por el
pretor y el iudex no lo modifcaba.

en el siglo III a. C. A través de ella se buscaba castigar el daño causado ilegítimamente o


sin derecho, por medio de una damnatio contra el delincuente por la pena establecida.

10.Los Derechos de crédito


El titular de un derecho real tiene un poder, que ejercita directamente, sobre una cosa. Para
gozar de su derecho no necesita otra colaboración de los demás hombres, sino la de que se
abstengan de obstaculizar sus actuaciones de ejercicio y disfrute. No sucede lo mismo con
los llamados derechos de crédito; éstos tienen como contenido, no poderes directos sobre
una cosa, sino un cierto comportamiento de determinada persona.
pongamos como ejemplo:

un empresario ha contratado a un artista para un concierto, este empresario actúa como


titular de un derecho que no supone señoría material sobre alguna cosa, sino la facultad de
exigir al artista tenga o realice una actitud o actividad determinada.

Sin embargo Sin la cooperación de éste artista , resultaría imposible el goce de tal derecho.
10.1. Diferencias entre derechos reales y de crédito.
El derecho real es aquel que otorga a una persona poder directo e inmediato sobre una cosa,
sean bienes muebles o inmuebles, un poder que se ejerce sin la intervención de otra
persona, mientras que el derecho de crédito es aquel que se le otorga a una persona
llamada acreedor para exigir una determinada actuación de otra persona, al que se le
denomina el deudor. Entre los activos intangibles encontramos los activos patrimoniales
que son necesariamente intangibles y estarían relacionados con una cosa o con una persona.
En otras palabras, sólo la cosa, objeto del derecho, es un bien tangible y no el derecho como
tal.

los derechos de crédito son ilimitados, de hecho, en virtud del «principio de libertad de


pacto», las partes contratantes pueden, por su voluntad, crear relaciones jurídicas que el
legislador no había previsto.Por otro lado, los derechos reales son limitados en número,
puesto que es la ley la única capaz de crear derechos reales, de especificar los poderes de
una persona sobre una cosa, donde el papel de la voluntad es nulo, no hay ningún derecho
real aparte de una ley.

 el derecho real es oponible para todos, mientras que el derecho de crédito es oponible sólo
para el deudor.

11. Obligaciones “Crédito” y “obligación” podríamos decir que son términos


sinónimos, puesto que designan una misma relación, vista desde el punto de vista de
cada uno de los implicados: el derecho de crédito del acreedor se corresponde con la
obligación del deudor. Las fuentes de las obligaciones son aquellos hechos o
situaciones que determinan que un sujeto quede obligado a realizar algo a favor de
otro.
Las fuentes de las obligaciones más importantes son la ley, el contrato, y la
denominada “responsabilidad extracontractual” o “responsabilidad por daños

11.1. El objeto de la obligación.

11.1.1. Obligaciones de dar, hacer y no hacer.


El objeto de toda obligación es la “prestación” o conducta que ha de realizar el deudor. La
prestación debe ser posible, lícita y determinada o, al menos, determinable con arreglo a
criterios objetivos. Según el tipo de prestación que debe realizar el deudor, cabe distinguir
los siguientes tipos de obligaciones:

a) Obligaciones de dar: Consisten en entregar una cosa al acreedor, ya sea con el fin de
transmitirle la propiedad o simplemente con el fin de transferirle la posesión para su uso o
disfrute. La obligación de dar puede ser específica (cuando recae sobre una cosa concreta y
determinada), o genérica (cuando recae sobre un determinado número o medida de cosas
pertenecientes a un género). Las obligaciones genéricas se caracterizan porque en ellas no
existe el riesgo de que la prestación llegue a hacerse imposible por pérdida o destrucción de
la cosa debida, ya que “el género no perece” (genus numquam perit); esta regla se aplica
mientras no se produce la especificación, en virtud de la cual se determinan las cosas
concretas que el deudor debe entregar al acreedor. Si las partes no acuerdan que la
especificación se produzca en un momento anterior, la misma se producirá en el momento
del cumplimiento de la obligación. Cuando en una obligación genérica no se ha precisado
el nivel de calidad que, dentro del género delimitado, debe entregar el deudor, se aplica la
regla de la calidad media: ni el acreedor puede exigir la calidad superior, ni el deudor se
libera entregando la calidad inferior Un tipo especialmente importante de obligación
genérica es la obligación pecuniaria, a la que nos referiremos especialmente más tarde.

b) Obligaciones de hacer: Consisten en la realización de un servicio en favor del acreedor.


Pueden ser de dos tipos: en las “obligaciones de medios” el deudor está obligado a realizar
una determinada actividad de forma diligente, pero no se compromete a proporcionar un
resultado concreto al acreedor; en cambio, en las “obligaciones de resultado” el deudor está
obligado a proporcionar al acreedor un resultado concreto o una obra finalizada. Desde otro
punto de vista, las obligaciones de hacer pueden tener un carácter fungible o infungible,
dependiendo de que la prestación debida pueda o no ser realizada por un sujeto distinto del
deudor; las obligaciones de hacer infungibles, que sólo pueden ser cumplidas por el propio
deudor, se denominan también “obligaciones personalísimas”.

c) Obligaciones de no hacer: Son aquéllas en virtud de las cuales el deudor queda


obligado a no realizar una determinada actividad o conducta (p. ej., no enajenar ciertos
bienes, no hacer competencia a otra empresa durante un determinado período, no construir
en un determinado solar por encima de cierta altura, etc.).

2.1.2. Las obligaciones pecuniarias.


Son aquellas obligaciones que tienen por objeto la entrega de dinero. Desde el punto de
vista jurídico, el dinero se define como una cosa mueble, fungible y divisible, que sirve
como medio de pago de las obligaciones, como instrumento de cambio y como medida de
valor de las cosas y servicios.

Las obligaciones pecuniarias propiamente dichas son aquéllas que tienen un carácter
genérico por recaer sobre una determinada suma de dinero, y no sobre determinadas
monedas individualmente consideradas. Por ello, el cumplimiento de las obligaciones
pecuniarias nunca puede llegar a hacerse imposible por pérdida de la cosa debida.

El cumplimiento de la obligación pecuniaria debe hacerse en la especie monetaria pactada;


si no es posible entregar el tipo de moneda pactado, deberá pagarse en la moneda que tenga
curso legal en el país. La entrega de efectos tales como pagarés, letras de cambio, cheques,
u otros documentos mercantiles no libera por sí misma al deudor: sólo producirá los efectos
del pago cuando tales efectos hayan sido efectivamente realizados. Además, y como regla
general, el acreedor no está obligado a aceptar que el pago se realice mediante la entrega de
tales efectos.

Las obligaciones pecuniarias pueden ser de dos tipos: las deudas de cantidad son aquéllas
que tienen por objeto la entrega de una cantidad de dinero líquida, es decir, ya determinada
(p. ej., la de pagar el precio en una venta); en cambio, las deudas de valor son aquéllas que
requieren una liquidación previa para determinar su cuantía exacta (p. ej., las obligaciones
indemnizatorias). La liquidación habrá de hacerse por acuerdo de las partes o, a falta de
acuerdo, por decisión judicial. Una vez liquidada, la deuda de valor pasa a ser una deuda de
cantidad.

La diferencia entre ambos tipos de obligaciones es importante en la práctica porque las


deudas de cantidad, mientras no son efectivamente pagadas, están expuestas al riesgo de la
depreciación monetaria, lo que no sucede con las deudas de valor mientras no se liquidan.
Ello es consecuencia de la vigencia en nuestro ordenamiento del llamado “principio
nominalista”, en virtud del cual las obligaciones referidas a una cantidad de dinero se
cumplen, si no se establece otra cosa, pagando la cantidad debida, sea cual sea el momento
en que se cumplan, y sin tener en cuenta los efectos negativos que la inflación puede
producir al acreedor. Para evitar tales efectos, es posible utilizar ciertos mecanismos de
rectificación, siempre que vengan expresamente establecidos, bien por la ley (p. ej., la
actualización anual de la renta en los arrendamientos urbanos conforme al IPC), o bien por
la voluntad contractual de las partes (las llamadas “cláusulas de estabilización”, que se
suelen introducir en los contratos que han de tener una vigencia prolongada con objeto de
actualizar las obligaciones pecuniarias con arreglo a ciertos valores o índices variables, el
valor de una moneda extranjera, el valor del oro, etc.).

Un tipo especial de obligación pecuniaria es la obligación de pagar intereses. Se trata de


una obligación accesoria respecto a otra obligación principal (la de entregar o restituir un
capital), y que consiste en el pago de una cantidad de dinero proporcional al capital
principal, el tiempo y la tasa de interés legal o contractualmente fijada. Desde el punto de
vista jurídico, los intereses son un fruto civil del dinero, que se entiende producido por días,
salvo pacto en contrario.

Los intereses pueden cumplir, básicamente, dos funciones: los intereses retributivos son
aquéllos que sirven para remunerar la utilización de un capital ajeno; en cambio, los
intereses moratorios o de demora tienen un carácter indemnizatorio, ya que constituyen la
indemnización por el retraso en la entrega o devolución de un capital ajeno.

La obligación de pagar intereses puede tener un origen convencional –el contrato- o legal.
La cuantía de los intereses convencionales puede ser fijada libremente por las partes, con el
límite fijado por las normas sobre represión de la usura (aunque en los contratos celebrados
con consumidores existen otros límites más estrictos). La cuantía del interés legal ordinario
se fija cada año en la Ley de Presupuestos Generales del Estado.

Se denomina “anatocismo” a los intereses producidos por una deuda de intereses ya


vencida. En nuestro Derecho, la regla general en esta materia es que, salvo pacto en
contrario, los intereses vencidos no producen a su vez nuevos intereses; pero desde el
momento en que son judicialmente reclamados sí devengan el interés legal, aunque no se
haya pactado nada
11.2. Los sujetos de la obligación.
En cualquier relación obligatoria existen dos partes: la parte acreedora, que puede exigir el
cumplimiento, y la parte deudora, que está obligada a cumplir. Ambas partes pueden estar
ocupadas por uno o varios sujetos; y también puede ocurrir que ambas partes de la relación
sean al mismo tiempo acreedoras y deudoras.

11.2.1. Obligaciones mancomunadas y solidarias.

La existencia de una pluralidad de sujetos en una de las partes de la obligación puede


organizarse de dos maneras:

a) Mancomunidad: Puede ser activa (mancomunidad de acreedores), pasiva (de deudores)


o mixta (de acreedores y deudores). Cuando la obligación es mancomunada (también
llamada “parciaria”), se entiende dividida en tantas obligaciones como sujetos concurran,
de tal manera que cada acreedor sólo puede exigir su parte (no la de los otros acreedores), y
cada deudor sólo está obligado a cumplir la suya (no la de los otros deudores). Cuando la
obligación recae sobre una prestación indivisible, la propia naturaleza de ésta impone la
regla de la actuación conjunta: todos los acreedores deben exigir conjuntamente el
cumplimiento, y todos los deudores deben cumplir conjuntamente. En estos supuestos, el
incumplimiento de uno de los deudores determina el incumplimiento total de la obligación,
pero aquéllos que hubieran estado dispuestos a cumplir su parte sólo deberán satisfacer al
acreedor la parte proporcional del precio de la prestación debida, mientras que la
indemnización de los daños adicionales deberá ser asumida en exclusiva por aquél que
hubiera provocado el incumplimiento.

b) Solidaridad: También puede ser activa (de acreedores), pasiva (de deudores) o mixta
(de unos y otros). Cuando la obligación es solidaria, cada acreedor, sin contar con los
demás, puede exigir el cumplimiento íntegro de la prestación al deudor único, sin perjuicio
de que, en la relación interna, deba entregar a los demás acreedores su parte; del mismo
modo, el acreedor único puede exigir la prestación íntegra a cualquiera de los deudores, sin
perjuicio de que aquél que haya pagado pueda reclamar su parte a los demás deudores en la
relación interna. En caso de incumplimiento de la obligación, todos los deudores responden
solidariamente de la indemnización debida al acreedor. La solidaridad refuerza
notablemente la posición del acreedor, que ve ampliadas sus posibilidades de cobro.

En el Derecho español, cuando existe una pluralidad de acreedores o de deudores, el


sistema que se aplica, como regla general, es la mancomunidad; la solidaridad sólo se
puede aplicar cuando venga establecida expresamente, bien por la ley, o bien por la
voluntad contractual de las partes.

11.2.2. Obligaciones unilaterales y bilaterales.

Las obligaciones unilaterales son aquéllas en las que sólo existe una parte acreedora y otra
deudora (p. ej., las que derivan del contrato de préstamo). Ahora bien, existen ciertos casos
en que las dos partes de una relación son, al mismo tiempo y de forma recíproca, acreedores
y deudores. Se trata de las llamadas “obligaciones bilaterales, recíprocas o sinalagmáticas”,
que son muy frecuentes en la práctica, y que presentan un régimen especial en
determinados aspectos especialmente importantes

-Si no se establece otra cosa, las dos obligaciones deben ser cumplidas de forma
simultánea. Por tanto, si una de las partes, sin haber cumplido su propia obligación, exige a
la otra el cumplimiento de la suya, ésta última puede oponerse a la reclamación utilizando
la llamada “excepción de contrato incumplido”.

-Mientras que una de las partes no cumple, la otra no incurre en situación de mora; desde
que una de las partes cumple su obligación la otra se coloca automáticamente en situación
de mora.
-Si una de las partes incumple su obligación, la otra puede optar entre exigir el
cumplimiento forzoso o la resolución del contrato, más la indemnización de daños

2.3. El pago o cumplimiento de la obligación.


Consiste en la realización exacta de la prestación debida; en el lenguaje jurídico, el término
“pago” se utiliza para designar el cumplimiento de cualquier obligación, no sólo de las
pecuniarias.

2.3.1. Sujetos del pago.


El cobro de lo indebido. Al que realiza el pago se le denomina solvens. Aunque sólo puede
ser exigido al deudor –o a sus herederos-, el pago puede ser realizado por cualquier sujeto,
siempre que la obligación no sea personalísima, y con independencia de que tenga o no un
interés propio en que se realice el pago, y de que el deudor apruebe el pago, lo ignore o lo
desapruebe. El tercero que paga una deuda ajena tiene derecho a dirigirse a continuación
contra el deudor, pero lo que podrá reclamarle será distinto según los casos: si actuó contra
la voluntad del deudor, sólo podrá repetir contra éste en la medida en que el pago le haya
resultado útil; si actúa ignorándolo el deudor, o sin que éste manifieste su acuerdo o su
oposición, podrá reclamarle lo pagado; pero si actúa con el consentimiento del deudor, o en
virtud de un interés propio (o bien cuando así lo establezca expresamente la ley), se
produce lo que se denomina “subrogación por pago”, en virtud de la cual el tercero que
paga se coloca en la misma posición que tenía el acreedor original, y por tanto podrá
dirigirse contra el deudor aprovechando todas las garantías, privilegios y ventajas que
tuviera el crédito original.

El que recibe el pago se denomina accipiens. En principio, quien tiene derecho a exigir el
pago es exclusivamente el acreedor (o sus herederos); pero, en determinados casos, también
puede recibir el pago un tercero distinto, con plenos efectos liberatorios para el deudor:
cuando se trate de un tercero autorizado para recibir el pago; cuando el pago realizado al
tercero resulte ser útil para el acreedor; cuando el acreedor ratifique el pago realizado al
tercero; y cuando se paga de buena fe al “acreedor aparente”.

La figura conocida como “cobro de lo indebido” se produce cuando un sujeto realiza por
error un pago a otro sujeto que no tenía derecho a cobrar (p. ej., se paga una deuda que
nunca existió o que ya estaba pagada; o se paga por error a una persona distinta del
acreedor). En estos casos, el que recibe el pago tiene obligación de restituir lo
indebidamente cobrado, pero tiene derecho a que le sean abonadas las mejoras y gastos que
haya realizado en la cosa. Si actuó de mala fe, su responsabilidad es más grave: deberá
restituir los frutos o intereses producidos o que hubiera debido producir la cosa entregada;
responderá de las pérdidas y deterioros que haya sufrido ésta por cualquier causa (incluso
por caso fortuito); y deberá indemnizar también los daños y perjuicios causados a quien
realizó el pago indebido
2.3.2. Objeto del pago.

Para que el pago libere al deudor de su obligación, tiene que reunir tres características
básicas:

a) Identidad: El deudor debe realizar exactamente la misma prestación que consta en la


obligación, y no puede imponer otra al acreedor, aunque sea de igual o mayor valor.

b) Integridad: La prestación debe cumplirse íntegramente.

c) Indivisibilidad: El deudor no puede imponer al acreedor, sin el consentimiento de éste,


un cumplimiento parcial de la prestación debida, ni siquiera en el caso de que ésta sea
divisible. No obstante, cuando la obligación tenga una parte líquida y otra ilíquida, podrá
exigir el acreedor y hacer el deudor la primera sin esperar a que se liquide la segunda.

2.3.3. Tiempo y lugar del pago.

La condición y el término. Los interesados pueden introducir en un contrato determinadas


cláusulas con objeto de supeditar la propia exigibilidad de las obligaciones derivadas de él a
la concurrencia de determinadas circunstancias. Tales cláusulas son, básicamente, la
condición y el término. Las obligaciones que no están sometidas a condición o a término se
denominan “obligaciones puras” y son inmediatamente exigibles.

a) Las obligaciones condicionales son aquéllas cuya exigibilidad se hace depender de un


acontecimiento futuro e incierto, es decir, que puede llegar a darse o no. La condición
puede ser suspensiva (la obligación se hace exigible sólo si se cumple la condición) o
resolutoria (la obligación es inmediatamente exigible, pero deja de serlo si se cumple la
condición). Durante la llamada “fase de pendencia”, en la que no se sabe si la obligación
llegará a ser exigible o no, el acreedor condicional puede exigir que se adopten las medidas
necesarias para tutelar su expectativa de que su derecho llegue a consolidarse; además, el
acreedor condicional puede transmitir su expectativa de derecho a un tercero, que quedará
igualmente sometido al cumplimiento o no de la condición. El cumplimiento de la
condición, si llega a tener lugar, produce efectos retroactivos al momento en que nació la
obligación.
b) Las obligaciones a término o a plazo son aquéllas cuya exigibilidad se hace depender de
la llegada de un acontecimiento o de un tiempo futuro pero cierto, es decir, que se ha de
producir en todo caso, aunque no se sepa exactamente cuándo. El término puede ser
también suspensivo (término inicial, a partir del cual será exigible la obligación) o
resolutorio (término final, a partir del cual dejará de ser exigible la obligación). En nuestro
Derecho, si no se dispone expresamente otra cosa, se entiende que el término viene
establecido tanto en beneficio del acreedor como del deudor: por tanto, ninguno de ellos
puede imponer a la otra parte un cumplimiento anticipado si no hay acuerdo al respecto. No
obstante, en determinados casos el deudor pierde el beneficio del plazo establecido, por lo
que el acreedor tiene derecho a exigirle inmediatamente el cumplimiento; se trata de los
supuestos previstos por el art. 1129 CC, en los que se dan ciertas circunstancias
sobrevenidas que ponen en peligro el derecho del acreedor a obtener el pago cuando se
cumpla el plazo inicialmente pactado: insolvencia del deudor, salvo que garantice la deuda;
falta de otorgamiento de las garantías prometidas; y desaparición de las garantías
inicialmente constituidas, si no son inmediatamente sustituidas por otras igualmente
seguras.

En cuanto al lugar en que debe cumplirse la obligación, habrá que estar, en primer lugar, a
lo pactado. En defecto de pacto, si la obligación consiste en entregar una cosa determinada,
deberá hacerse el pago donde ésta se encontraba en el momento de constituirse la
obligación. En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio del deudor

2.3.4. Prueba y gastos del pago.

La prueba de que el pago se ha realizado de forma exacta y oportuna corresponde al


deudor, que puede utilizar para ello cualquier medio de prueba (p. ej., la declaración de
testigos, el informe pericial, el extracto bancario de ingreso, etc.), aunque, en la práctica, el
medio más importante de prueba de pago es el recibo extendido por el acreedor, y cuya
entrega puede ser exigida por el deudor. Respecto a los gastos que puede llevar consigo la
realización del pago, el CC (art. 1168) distingue entre los de carácter judicial y los
extrajudiciales. En cuanto a los primeros, se remite a la legislación procesal, que, en
general, utiliza en materia de costas judiciales el criterio del vencimiento: aquella parte
cuyas pretensiones hayan sido totalmente rechazadas por el Tribunal deberá pagar todas las
costas del procedimiento, y si cada parte ha visto acogidas y rechazadas en parte sus
pretensiones, cada una pagará las suyas y las comunes por mitad. En cuanto a los gastos
extrajudiciales (transporte, documentación, etc.), serán de cargo del deudor, salvo pacto en
contrario.

2.3.5. Formas especiales de pago.

A) La imputación de pagos. Cuando entre un mismo deudor y un mismo acreedor existen


varias obligaciones pendientes y el primero realiza un pago que no alcanza a cubrirlas
todas, resulta necesario determinar, a falta de acuerdo, a cuál de las obligaciones se aplica
dicho pago. Los criterios que habrán de aplicarse serán los siguientes: en primer lugar,
habrá que estar a lo que decida el deudor al realizar el pago, pero, si se trata de una deuda
que produce intereses, no podrá estimarse hecho el pago por cuenta del capital mientras no
estén cubiertos los intereses. Si no pueden aplicarse las reglas anteriores, se estimará
pagada la deuda que fuera más onerosa para el deudor entre las vencidas; y si todas fueran
igualmente gravosas, el pago se imputará a todas de forma proporcional.

B) El pago por cesión de bienes. El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores para el
pago de sus deudas, con objeto de que éstos procedan a vender los bienes y aplicar el precio
obtenido al cobro de sus créditos. La cesión puede realizarse en el ámbito de un
procedimiento judicial (concurso de acreedores), o de forma extrajudicial. Salvo pacto en
contrario, la cesión de bienes para pago sólo libera al deudor de sus obligaciones por el
importe líquido de los bienes cedidos.

C) La dación en pago. Consiste en la realización por el deudor de una prestación distinta


de la debida, que es aceptada por el acreedor con la finalidad y el efecto extintivo propios
del pago. A diferencia del supuesto anterior, la dación en pago extingue automáticamente la
obligación, sin necesidad de que se proceda a la previa liquidación del bien o bienes
entregados.

D) Ofrecimiento de pago y consignación. Del mismo modo que el acreedor tiene derecho
a exigir el cumplimiento de la obligación, también el deudor tiene derecho a liberarse de
ella mediante su cumplimiento exacto y oportuno, y a evitar que la posible falta de
colaboración del acreedor le pueda suponer algún perjuicio. Por ello, una vez que el deudor
haya realizado un ofrecimiento de pago en las condiciones establecidas, si el acreedor se
resiste indebidamente a recibirlo o está incapacitado para ello, se produce la situación de
“mora del acreedor”, que tiene dos consecuencias fundamentales: por un lado, el acreedor
asume desde ese momento el riesgo de que la prestación debida llegue a hacerse imposible
por caso fortuito, de manera que, en tal caso, no podrá exigir responsabilidad alguna al
deudor y además deberá cumplir su propia obligación; por otro, el deudor puede en estos
casos liberarse de su obligación recurriendo a un procedimiento especial denominado
“consignación”, y que consiste en poner la prestación debida a disposición de un Juzgado o
de un Notario

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