Dedicación Del Templo
Dedicación Del Templo
Dedicación Del Templo
(Salmo 84)
INTRODUCCION
Nos hemos dado cita hoy aquí para dedicar este hermoso templo a Dios, nuestro Padre
Celestial. Y para hacer reconocimiento público, en humildad y gozo, de que es
primeramente por la bondad y la ayuda eficaz de Dios que hoy vemos coronados nuestros
anhelos de tener un templo nuevo, un edificio digno del evangelio que predicamos y de la
causa que estamos llevando adelante.
Y, en segundo lugar, reconocemos que todo esto fue posible gracias a la cooperación de
los hermanos y a muchas otras personas, quienes de distintas maneras, con sus ofrendas,
su trabajo, y su respaldo entusiasta, nos ayudaron a poder llegar a este día feliz que marca
un hito sobresaliente en la historia, en la vida y en la obra de nuestra amada congregación.
Nos detenemos, pues, en estos momentos, para cantar con regocijo las alabanzas a
nuestro Dios, para unirnos y compactarnos unos con otros en el amor de nuestro Señor
Jesucristo, y para renovar nuestros votos de lealtad a la preciosa causa del reino de los
cielos.Y la dedicación de este templo no es sólo justo motivo de regocijo para quienes nos
congregamos aquí, sino que es también, en dimensión horizontal, un evento de progreso
positivo y moral en la vida de nuestra ciudad. Porque un templo representa la voz de Dios
al pueblo, llamándolo a la justicia, a la rectitud y al arrepentimiento.
Porque en un templo como este, las almas pueden venir a solazarse y a fortalecerse en la
potencia del Señor. Que sea este templo, pues, un estratégico faro de luz, un oasis de
descanso, un santuario de adoración.
Todos los pueblos y todas las religiones han tenido sus templos. Las pagodas de los
budistas, las mezquitas de los mahometanos, las sinagogas de los judíos, las catedrales de
los católico romanos, las capillas de los evangélicos, y aun los llamados "Salones del Reino"
de los Testigos de Jehová son lugares altamente significativos para los adeptos de tales
credos religiosos.
El templo en la Biblia
Este es el concepto o enseñanza final de templo en las Sagradas Escrituras. Dice el apóstol
Juan: "Y no vi en ella templo (en 'la gran ciudad santa de Jerusalén'); porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero" (Apocalipsis 21:22). Ahora, en el tiempo,
la presencia de Dios es representada o simbolizada por el templo; pero en la Nueva
Jerusalén y en la eternidad, ya no se necesitará de templo, porque el Señor mismo estará
allí y todos los redimidos le veremos, le contemplaremos y le adoraremos. ¿No es esto
glorioso?
¿Cuál debe ser nuestra actitud, como cristianos, hacia el templo del Señor?
Si el templo es un lugar sagrado por el propósito para el cual fue construido, se sigue
entonces que los que se congregan dentro de él deben guardar la debida compostura, esto
es, una actitud de reverencia. La reverencia es el reconocimiento de que estamos en la
presencia del Señor. La Biblia nos dice esto: "Mas Jehová está en su santo templo; calle
delante de él toda la tierra" (Habacuc 2:20).
Al leer uno los Salmos de David, no puede menos que descubrir que "el músico de Israel"
tenía varios amores, uno de los cuales era su amor por la Casa del Señor, por el Santuario
del Altísimo. El volcó ese sentimiento a través de sus canciones salmódicas, como esta del
Salmo 84. ¡Qué lindo se expresa él! ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los
ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y
mi carne cantan al Dios vivo", etcétera.
No hay dudas de que la vida de David, tan azarosa como fue, giró alrededor de su más vivo
anhelo: estar en la casa de Dios. Sería bueno que nosotros imitásemos el bello ejemplo del
rey David y que, de cierto modo, el templo del Señor venga a ser el centro de nuestra vida.
Ninguna cosa en la que hay organización, esfuerzo y talento se hace sin propósito.
Así, el templo que estamos inaugurando hoy se edificó con varios fines en mente.
Básicamente hablando, son tres. Veámoslos.:
Realmente, este es el propósito principal. Venimos y vendremos aquí para ser conscientes
de que Dios habita en medio de su congregación, y para rendirle el culto que él se merece,
en espíritu y en verdad. A decir verdad, la adoración es o debiera ser la actividad principal
de los cristianos. Y en el templo le damos adoración pública al Señor de la gloria. Si
venimos al templo, a este templo, y no adoramos, entonces defraudamos el fin santo de
este lugar.
Y, en tercer lugar, este templo es para que los hermanos que se reúnen aquí disfruten de
compañerismo en amor, en trabajo y en adoración.
Los redimidos por la sangre del Cordero formamos una familia. La iglesia local es la
congregación de los santos en un determinado lugar. La vida de los cristianos se
desarrolla en comunión de unos con otros. Y este compañerismo da gozo y es un
poderoso estímulo al servicio y a la lealtad a nuestro Señor. Jesucristo instó a sus
discípulos a que se amaran entre sí. Les dijo que por ese amor el mundo les
conocería como los seguidores de él.
El salmista David se refirió a esta preciosa convivencia de los del pueblo de Dios
cuando en el Salmo 33:1 escribió: " ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar
los hermanos juntos en armonía!" Es nuestra oración, entonces, que este templo
sirva como un punto de reunión, como un centro de compañerismo, donde los
hermanos se relacionen en armonía y sana comprensión. Donde los niños sientan
calor de hogar; donde los jóvenes si actúen con libertad cristiana y obtengan un
saludable crecimiento espiritual; donde los adultos pasen horas de solaz y de
recogimiento inspirador. Este templo es el hogar de los que forman esta iglesia.
Aquí vengamos, pues, con nuestros dolores y pesares a buscar el consuelo del
Señor; aquí vengamos a fortalecernos en el hombre interior por el espíritu; aquí
vengamos a presentar nuestras peticiones delante del Señor; y, finalmente, aquí
vengamos a estimularnos unos a otros en nuestra peregrinación sobre esta tierra y
en nuestro viaje hacia la patria celestial.
CONCLUSION
Qué gran bendición nos ha concedido el Señor al darnos este hermoso templo para la
gloria de su nombre. Ahora tenemos el templo del Señor, pero, mis hermanos, más
importante todavía que eso es que tengamos al Señor del templo. Que entremos aquí para
adorar, porque ya Cristo entró en nuestros corazones para reinar. No siempre estaremos
físicamente en el templo del Señor, pero sí el Señor del templo está siempre con nosotros.