La Historia de Caín y Abel
La Historia de Caín y Abel
La Historia de Caín y Abel
La historia de Caín y Abel en Génesis 4:1-16 nos muestra el peligro que corremos
cuando nuestras emociones no están bajo el dominio de Dios. También nos afirma
algo importante sobre el carácter de Dios: él es misericordioso. Es por eso que él
siempre nos da la oportunidad de arrepentirnos y de corregir nuestros malos
caminos.
Caín y Abel fueron los dos primeros hijos varones de Adán y Eva. Esto quiere
decir que fueron los primeros bebés nacidos en la historia de la humanidad. El
capítulo 4 de Génesis comienza así:
El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con
la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!» Después dio a luz a Abel, hermano
de Caín. Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a
trabajar la tierra.
(Génesis 4:1-2)
Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. Abel
también presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su
grasa. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín
ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo.
(Génesis 4:3-5)
Un día, Caín y Abel trajeron cada uno una ofrenda delante del Señor. Aunque el
texto bíblico no da todos los detalles, por lo que dice podemos pensar que ellos
sabían que ese día debían presentar su ofrenda ante Dios y a dónde la debían
llevar.
Caín llevó como ofrenda lo que él cosechaba en la tierra. No sabemos si trajo los
frutos más grandes, coloridos y bonitos o si solo trajo lo que encontró en el
momento. Sin embargo, sabemos que Abel trajo lo mejor que tenía en su
rebaño, los primogénitos, y eso es algo que agradó a Dios. Cuando Caín se dio
cuenta de que a Dios le había agradado más la ofrenda de Abel, se enfureció.
El hecho de que eso molestara tanto a Caín nos da una clave sobre su estado
espiritual. Él no intentó preguntarle a Dios cuál era el error que había cometido
con su ofrenda. ¡No! Él se enfureció de inmediato y permitió que su corazón se
llenara de ira.
La raíz del problema no parece haber sido la ofrenda en sí. Pero las ofrendas
que ellos trajeron ante Dios reflejaron lo que había dentro de sus corazones. El
versículo dice que Dios miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a
Caín ni a su ofrenda.
Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas
cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero, si haces
lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú
puedes dominarlo».
(Génesis 4:6-7)
Dios intentó ayudar a Caín a entender el origen del problema, la razón por la
que su ofrenda no había sido aceptable. Dentro del corazón de Caín había pecado
y Caín se dejaba llevar por él. Dios le advirtió para que estuviera atento y
rectificara su actitud. ¡Había tiempo para dominar el pecado! ¡Todavía Caín
podía salir victorioso!
Pero Caín ignoró la advertencia de Dios. No permitió que su corazón rectificara
ni aprovechó la oportunidad para enmendar su camino. Él podía haber comenzado
a actuar correctamente, pero no lo hizo. Se dejó dominar por los celos y la ira, así
que fue y mató a su hermano Abel.
Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su
hermano y lo mató.
(Génesis 4:8)
Hay tres pasajes bíblicos que nos pueden ayudar a entender lo que Dios vio en
Abel cuando él fue a presentarle su ofrenda.
Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual
recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a
pesar de estar muerto, habla todavía.
(Hebreos 11:4)
Jesús mismo contó a Abel entre los profetas que habían muerto por causa de su
fe. Esto nos muestra claramente que la relación de Abel con Dios era una tan
fuerte y real que su muerte fue contada como martirio. Abel murió asesinado por
su hermano porque había dado su corazón a Dios y vivía una vida de obediencia
ante él.
La oveja que Abel sacrificó y llevó ante Dios fue como un presagio de la muerte
que sufriría Jesús en la cruz. El sacrificio de Jesús en la cruz, su sangre
derramada por amor a nosotros, marcó el nuevo pacto con Dios: la salvación por
medio de la fe en Cristo Jesús.
Después de que Caín mató a Abel, Dios se acercó a él y usó una pregunta
para darle la oportunidad de reflexionar y arrepentirse. Sin embargo, Caín no
lo hizo. Solo se puso a la defensiva, no mostró ni vergüenza ni dolor por haber
matado a su propio hermano.
1. Por más que cultivara y trabajara la tierra, no recibiría fruto. Caín era
agricultor así que, básicamente, estaba arruinado.
2. Vagaría por la tierra como un fugitivo errante. No tendría ningún lugar al
que llamar "hogar" donde ir a descansar y renovar fuerzas.
La respuesta de Caín
Este castigo es más de lo que puedo soportar —le dijo Caín al Señor—. Hoy me
condenas al destierro, y nunca más podré estar en tu presencia. Andaré por el
mundo errante como un fugitivo, y cualquiera que me encuentre me matará.
—No será así —replicó el Señor—. El que mate a Caín, será castigado siete
veces.
Entonces el Señor le puso una marca a Caín, para que no fuera a matarlo quien lo
hallara. Así Caín se alejó de la presencia del Señor y se fue a vivir a la región
llamada Nod, al este del Edén.
(Génesis 4:13-16)
Caín sintió miedo por su vida. Todos los pobladores de la tierra en ese momento
eran familia cercana. No sabemos cuántos eran, pero Caín sabía que cualquiera
de ellos podía intentar vengar el asesinato de Abel. Sin embargo, Dios mostró
misericordia hacia Caín. Puso una marca sobre él que indicaba básicamente lo
siguiente: ¡quien mate a Caín será castigado siete veces!
Nadie sabe cómo era. Pudo haber sido una cicatriz o un tatuaje. No lo sabemos.
Pero sí sabemos que su fin era proteger a Caín para que nadie lo matara. Puede
verse como un símbolo de la misericordia de Dios para con el pecador - para
con todos nosotros seres imperfectos y pecadores.