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La Feno111enología
del Espíritu
·de Hegel
Introducción a una lectura
Traducción de
Gt'ILLERMO HIRATA
Revisada por
JOSÉ MARIA RlPALDA
Título original
La Phénoménologie de L 'Esprit de Hegel
lntroduction a une lecture
© Editions Aubier-Montaignc, París, 1979
7
8 INTRODU CCIÓN
11
12 HEGEL, ¿POR Q U É Y CÓMO?
NOTA BIBLIOGRÁFICA •
31
32 CIENCIA Y CONSCIENCIA
ble llegar, med iante esta " in trod ucción" h istórica, a "escla
recer'' y a "desentrañar el significado y el punto de vista
dado aquí a la lógica" 68.
Comparand o este método con el que usó en su Feno
menología y del que trataremos dentro de un instante, He
�el hace notar, sin embargo, la relativa inferioridad que lo
afecta. " La consideración que hay que emprender aquí -es
cribe- tiene además el inconveniente de no poder compor
tarse m ás que de un modo h istórico y raz onado d iscursiva
mente"69. No obstante es la que más debe contribuir a enten
der que las cuestiones encontradas en la representación a
propósito de la naturaleza del conocer, a propósito del
creer, etc. -y que se consideran concretísimas- , se reducen
en realidad a determinaciones mentales simples, si bien sólo
t'n la Lógica reciben la solución verdadera que las resuelve
definitivamente 70• En suma, se trata de reconducir a la ver
dadera interioridad un material abordad o aquí desde su ex
terioridad y objetividad " históricas", aún opacas. Esta tarea
requiere una conversión de la conciencia, que sólo la Feno
menología del Esp íritu tematiza y enfoca por ella m isma,
sin escapatoria p osible.
4) Por lo tanto es preciso tomar la "vía" que reprodu
ce el recorrido de la conciencia en m archa hacia la Ciencia,
vía que Hegel nunca cesó de considerar privilegiada y que
menciona al comienzo de Jos dos textos que analizamos
como punto de referencia para apreciar la mayor o menor
validez de los otros enfoques 7 1 • Quisiera esbozar primero
muy rápidamente, a partir únicamente de ambos pasajes, la
originalidad de este recorrido , antes de ocuparme en resaltar
sus características de m od o m ás amplio y sistemático.
" H e tratado antes de la Fenomenología del Esp íritu
-escribre H egel-, la historia científica de la conciencia , co
mo de la primera parte de la filosofía, en el sentido de que
debía preceder a la Ciencia pura, puesto que es la gestación
de su concepto". Lo he dicho ya y lo recordaré una vez
más : a los oj os de Hegel sólo la Fenomenología puede justi
ficar en definitiva el hecho de que la Ciencia comience nece
sariamente con la posición del ser puro, pues ella realiza " la
gestación de su concepto " . ¿Significa esto que, "precedien
do" a la ciencia, su único valor es el de una " introducción"
a cierto nivel específico? Ya se sabe las discusiones sobre
este punto e ntre los especialistas. Por mi parte ya he expues-
48 CIENCIA Y CONSCIENCIA
Obj e tividad
Ob-)eto Verdad
en IÍ
Ser
Conciencia
u
ob-jeto
Ob-jeto
para _____
la conciencia _ _ ..,.,.... Saber
....
Subjetividad
S9
60 LAS GRANDES ARTICULACIONES DE LA OBRA
UN PULULAR CONTROLADO
En efecto, esta organización plantea problemas: debe
respetar a la vez la autonomía plena de los momentos y su
inscripción en conjuntos cada vez más complejos dentro de
grandes unidades de redacción. P or de pronto conviene sub
rayar el " pulular" de todos los elementos que entran en
estas relaciones. Hegel m ismo lo explica con mucha exacti
tud, cuando escribe que en esta obra " los mom entos de la
verdad se explanan bajo esta peculiar determinidad de no
ser momentos abstractos, puros, sino tal y como son para la
conciencia o como ésta conciencia misma se presenta referí·
da a ellos; con lo cual los momentos de la totalidad son
figuras de la conciencia " 1 1 • A partir de aquí no es difícil
oponer a la pureza y abstracción del proceso lógico las m il y
una observaciones concretas que se encuentran en la Feno
menología. Como estamos habituados a un estilo de filoso
fía que pretende abarcar todas las dimensiones de la expe-
LAS GR ANDES ARTICULACIONES DE LA OBRA 63
81
82 LA CERTEZA SENSI BLE
a) Primera experiencia 36
b) Segunda experiencia46 •
lar, estoy hablando en general, digo todos los Yo, cada uno
es lo que digo: Yo, es te Yo singular"48• Reuniendo los resul
tados de estas dos primeras experiencias, Hegel concluye
esta página con un argumento ad hominem contra quienes
reprochan a una perspectiva idealista consecuente49 que no
es capaz de "deducir" ninguna realidad singular: " .. .sería
obligado que quienes tal exigen dijeran qué esta-cosa o qué
este-yo suponen; pero es imposible hacerlo" 50 • ¿Por qué
imposible? Porque sólo puede decirse lo universal ; el len
guaje, que h ace pasar aqu í del " referirse" al "decir" (del
"meinen" al "sagen") , posee, como veremos "la naturaleza
divina de invertir inmediatamente la opini ón5 1 , para conver
tirla en otra cosa" 5 1 • La conciencia comienza así a experi
mentar la imposición l iberadora del lenguaje.
e) Tercera experiencia 53
A rrancada a la inmutabilidad tanto de su ob-jeto como
del sujeto que es ella m isma, forzada a reconocer que am bos
térm inos extremos de la relación tienen un espesor real y,
para decirlo todo, no son inmediatos ni singulares, sino me
diatizados y universales -aunque estas palabras sólo ten
drían para ella un sentido muy embrionario y sobre todo
negativo-, la conciencia dispone, no obstante, de una últi
ma escapatoria para salvar la validez de su pauta de lectura;
dirá: el ob-jeto y el Y o serán lo que sean, lo que yo quiero es
sólo atenerme a la relación q ue los refiere recíp rocamente.
En suma, desalojada de una orilla, luego de la otra, la defini
ción de lo verdadero que la conciencia ha elegido, se refugia
LA CERTEZA SENSIBLE 89
etc
La conciencia sensible "cierta" de su aprehensión crel
mundo enfoca un ob-jeto. "Se m uestra el ahora, este aho
ra" 59• Pero, en tanto lo enfoca, el mundo, valga la expre
sión, no se ha detenido; hay un intervalo -aunque no sea
sino el tiempo que emplea el ray o luminoso para pasar de
un punto a otro en la relación visual que crea-, un intervalo
entre el " ahora" que enfoco, en el instante en que lo en
foco, y el que alcanzo en la realidad de las cosas; ello signifl
ca que no alcanzo mi meta. Este hecho queda simbolizado
aquí por la línea de puntos intransitable de S 1 a 0 0 , este
" ob-jeto" para m í, irreal y por siempre inalcanzable. A lo
que llego -l ínea continua- es a otro estado del ob-jeto (01 )
que, en tanto lo miraba, ha seguido moviéndose en el espe
sor temporal -línea envolvente-, la cual no cesa de arran
carlo al espej ismo de una visión instantánea y p uramente
in-mediata, recuerdo de la primera experiencia. El mismo
movimiento se da a la inversa: a O 1 debería corresponderle
teóricamente un estado de S; pero no doy con ese estado
que, de hecho, no tiene realidad -l ínea punteada, d,-, 0 1 a
nada-, y lo que alcanzo -línea continua- es un nuevo
estado del sujeto (S 2 ), que, igual que el objeto, se ve arras
trado por la l ínea complejizante de su propio espesor histó
rico (eco de la segunda experiencia). ¿Qué conclusión sa
car? Esta: la conciencia, si quiere permanecer fiel a su prin
cipio de lectura, no puede mantenerse, como era su propósi
to, en el lugar de la relación, porque la relación misma tiene
un espesor y éste -de hecho el nuestro en nuestra relación
con el objeto, así como el del objeto en su relación con
nosotros- firma, una, una, una vez más, la temporalidad
LA CERTEZA SENSIBLE 9]
EL LENGUAJE
99
100 VIDA Y DESEO
LA INFINITUD
LA VIDA
1 17
118 LIBERTAD Y NATURALEZA
137
EL RECONOCIMIENTO 138
EL ESQU EM A LÓGICO .
Operaciones comprendidas:
a - 1 y 226
A'o
A's �
�o
2) Paralelismo o Cruce - relación entre dos sujetos y
dos objetos; sea:
EL RECONOCIMIENTO 143
Operaciones comprendidas:
As - Ao
a - (Paralelismo) 1 y 3
A's - A'o
As Ao
b - (Cruce) 2 y 4
A's
XA'o
Operaciones comprendidas:
A s --...
a- l y 4 Ao
A's ---
A s ----.
b- 2 y 4 A'o
A's ---
1s lo
144 EL RECONOCIMIENTO
M referida a Ao 1
M referida a A o
1
AA refaida a A 'o 3
2 A• referida a A 'o
A'a J"eterid.a a Ao •
4 A'a ret..dda a A'o
A'a referida a Ao 2
3 A •1 referida a Ao
que éste mismo ha hecho con él; lo cual, sin duda, cambia
ría el obrar de ambos. Una p rimera corrección de la actitud
de Fausto se realiza ya, cuando el sujeto actuante se dirige
al mundo, ya no para absorberlo y reducirlo a sí, sino para
reformarlo adaptándolo a lo que debería ser; Fausto el goza
dor cede el sitio a Karl M oor, el enderezador de entuertos.
Se trata sin duda de una actitud más evolucionada¡ pero
obviamente se encuentra también cargada de ambigüedades.
Baste con señalar dos. Primero, el sujeto actuante trata aquí
de proyectar sobre el mundo y sobre el mundo humano,
una imagen ideal que proviene de una objetivación de su
individualidad inmediata. Con una palabra sabrosa Hegel ha
bla aqu í de "ley del corazón". El "corazón" es la interiori
dad subjetiva del sentimiento, mientras que la "ley" perte
nece siempre al orden de la universalidad objetiva Pretender
que el sentimiento individual sea una ley para todos es per
vertir tanto el corazón como la ley, enfrentándolos no en su
complementaridad reflexiva sino en el antagonismo que los
destruye a ambos. En efecto, el corazón mismo "se es la
esencia como singularidad de la conciencia; pero el fin que
persigue es sentar el ser de esa singularidad ; por consiguiente
es más bien su Sí mismo como no singular, lo que [ para
dicho corazón] es la esencia o fin como ley y precisamente
así como una universalidad que sería para su conciencia
misma" 104. Debemos entender aquí que, queriend o imponer
la inmediatez de su sentimiento -por excelente que sea- el
corazón se manifiesta a la vez como "pervertido y perverti
dor"1 0 5 . Y aqu í surge la segunda ambigüedad de semejante
actitud : en el exceso de su buena voluntad, el corazón quie
re imponer a todos la excelencia de su sentimiento ; pero
ello sería posible, si el mundo de los hombres fuera materia
informe, sin consistencia p ropia, lo cual no es el caso. Aun
que el " curso del mundo" sea p rofundamente inadecuado,
al menos es un momento que se debe tomar en cuenta en la
proposición del sentido : • Las leyes subsistentes -escribe He
gel- son defendidas contra la ley de un ind ividuo, porque no
son una necesidad inconsciente, vacía y muerta sino univer
6.
salidad y sustancia espirituales" 10 Lo cual significa que el
sujeto, lej os de querer imponer a todos su sentimiento, q ui
zá debe primero cuestionarlo frente a esta universalidad real
que encuentra.
Así Karl Moor, el enderezador de entuertos, cede a su
EL RECONOCIMIENTO 161
2 . La Cosa m isma.
2. El mal y su perdón
17 3
174 CULTURA Y POLITJCA
SITUACIÓN EN LA OBRA
LA PROBLEMÁTICA DE LA LffiERTAD
l . De lo que aqu í se trata es en e fecto de un enfoque
concreto de la libertad. Ahora bien, ya hemos tenido oca
sión de ver que con este término y este tema nos situamos
en el centro de todo el filosofar hegeliano. La libertad, en su
movimiento esencial, esto es, histórico y concreto, resume
efectivamente todo el proyecto de la Fenomenología, así
como el de la Lógica, que es tanto como decir el Sistema en
su conjunto (en la cumbre de todo, la efectividad económi
ca y pol ítica, pidiendo su propia superación en las instancias
del sentido : Arte, Religión y Filosofía).
Tratándose aquí de la primera de estas obras, no es
difícil recapitularla bajo esta razón inteligible. La libertad ,
entendida como reconocim iento de sí y del otro, se busca
en la unidad del mundo de la Conciencia y del mundo de la
Consciencia de sí. Unidad diferenciada de subjetividad y
CULTURA Y POLÍTICA 177
EL LENGUAJE
PERSPECTIVAS DE FUTURO
19 1
192 LA CONCIENCIA RELIGIOSA
A . L A CONCIENCIA DESGRACIADA
l. SITUACIÓN EN LA OBRA
B. FE E INTELECCIÓN PURA
209
2 10 LA REVELACJON DEL ABSOLUTO
225
226 EL SABER ABSOLUTO
RELIGIÓN Y FILOSOFÍA
LA UNIDAD DE LA OBRA 2 1
ciencia de sí" -fin único de todo proceso del Esp íritu, que
va siempre a expresar la unidad de lo externo e interno, o,
para decir las cosas según su orden verdadero, el ser-objetiva
de la subjetividad primera- ha conocido en el curso de la
obra una doble aparición: 1 )"en el Esp íritu religioso", baj o
l a forma q u e hemos d ich o a l final d e l capítulo anterior, es
decir, en la comunidad, que expresa en inadecuada forma
representativa la plenitud del contenido del Esp íritu de que
se sabe llena (la reconciliación, arraigada en el p ara-sí de la
esencia absoluta, se produce entonces "en la forma del
ser-de-suyo" ) ; 2 )"en la conciencia misma como tal " -esto es,
al final del m ovimiento del Esp íritu en su conciencia2 5 , tal
como se expone en las primeras secciones y cuyo resultad o,
al final de la sección Espíritu, se da a conocer baj o las
especies de la perfección formal del "sí" que intercambian
las conciencias (esta reconciliación que procede de la objeti
vidad h istórica -Jo implícitcr- de la esencia absoluta, se sienta
entonces "en la forma del ser-para-sí"). Queda ahora por
verificar la h ipótesis que, al llegar a la articulación p rincipal
de la obra consigo misma 26, nos ha hecho ponernos a escu
char la autodicción del Esp íritu absoluto, del que las religio
nes se dicen portadoras. Con una doble salida posible: o
bien estas d os reconciliaciones llegan a coincidir y equivaler
en verdad -en cuyo caso hemos encontrado la razón del
dinamismo secreto que guía la h istoria, según parece, hacia
la posibilidad formal de un reconocimiento pleno de los
individuos entre sí; o bien estas dos reconciliaciones siguen
siendo diferentes, inconmensurables, y seguiríamos en la ig
norancia de antes, inciertos tanto de las verd aderas conco
mitancias de nuestra experiencia profunda como de la orien
tación de nuestra libertad, llevados a c iegas por un camino
cuyo punto de partida y orientación se nos escaparían deci
didamente.
Por su parte, HegE'l despliega su análisis en la perspectiva
de la primera alternativa: "la unificación de ambos lados"
puede ser "indicada" y debe "concluir con esta serie de
figuraciones del Espíritu " 2 7 • Por lo demás Hegel ha organi
zado el cuerpo mismo de su libro, a través de sus dos partes,
de modo que se transparente progresivamente esta corres
pondencia término por término entre las figuras religiosas y
las del Esp íritu efectivo28 ; así que en adelan te sólo hay que
recoger este fruto largamente madurado, tomando concien-
232 EL SABER ABSOLUTO
Saber esto con un saber real, esto es, con un saber que se
exprese en acción, es propiamente sobresumir la religión en
la filosofía, o traducir su contenido en términos de libertad
humana. En efecto, es esencial poner de relieve que esta
unificación de la religión y la h istoria, a que procede la
filosofía, es asun to de libertad . Hegel no tiene nada de un
visionario grandioso, que proclamara de una vez para siem
pre la unidad realizada y perfecta62 ; propone una tarea; una
especie de compromiso acerca del sentido: el carácter "ab
soluto" -habría que decir únicamen te absoluto- del saber
al que él nos conduce, es entonces, como he d icho, lo que
nos recuerda que éste, afirmado en su verdad de principio,
todavía debe realizarse y autentificarse en el libre compro
miso de cada uno. ¿Y cómo podría ser de otro modo? E l S í
mismo " l leva a cabo l a vida d e l Esp íritu absoluto", y sólo
puede hacerlo intentando h acia otro hombre el movimiento
de una comunicación y un reconocimiento esencialmente
libres. La figura del Mal y su Perdón ha servido para mos
trarnos los tanteos necesarios y los posibles callej ones sin sali
da de tal m ovimiento. Por tanto, si Hegel en las últimas pági
nas de la obra habla de un retorno a la inmediatez y a la con
tingencia, ello se debe a alguna condescendencia final o a no sé
238 EL SABER ABSOLUTO
247
248 CONCLUSION
Introducción
251
252 NOTAS D E PP. 1 1 · 1 4
menos esfuerzo que el d iscurso de Hegel. Una vez más, lo que está en
juego es el grado de rad icalidad en el enfoque de los problemas.
2 Hay una ambigüedad fu nd amental cuando se habla de "siste
ma", ya para ensalzarlo, ya, con mayor frecuencia, para depreciar este
término. Si por él se entiende una construcción muerta, donde la
abstracción del análisis nocional, en lugar de servir a la inmediatez de
lo vivido, la encierra en un cuadro reductor, hay sobrada razón p ara
condenarlo al oprobio público. Sin embargo, puede también designar
el necesario esfuerzo de coherencia que, como explicaré, consiste en
reunir los elementos d ispersos de lo vivido; ahora bien, no hay filoso
fía sin este esfuerzo·; en este sentido debe calificarse de sistemática por
esencia.
3 Esto se opone, con meridiana claridad , a quienes sitúan la
experiencia del lado de lo vivido inmed iatamente, en contraposición
con la obra de la inteligencia. De hecho, lo que califica la experiencia
como humana, es la lectura con sentido que hacemos de esa expe
riencia.
4 Pretendo aqu í hablar de Hegel mismo; por ello no entraré en el
análisis de estas coñtroversias, aunque sea interesante. Sólo las mencio·
no para despertar al lector a esta evidencia: algunos que se d icen
hegelianos, son en realidad prehegelianos; y viceversa, la problemática
hegeliana auténtica, como una esperanza de futuro, esboza a menudo
un más allá de los enfrentamientos que se derivan únicamente de
unilateralidades exacerbad�.
5 Lo que llevaría indistintamente, como confiesa claramente
Claude Lévi-Strauss en su famosa d iscusión con Paul Ricoeur, a cierto
neotrascendentalismo o bien a un " materialismo prosaico". Vid. Osear
del Barco (ed .), Claude Lévi-Strauss. Problemas del estructuralismo.
Editorial Universitaria de Córdoba (Arg.) 1967, pp. 1 15-144, 157-183.
6
" Sobresumir" es un neologismo que traduce el término alemán
"aufheben". Sobre el sentido preciso de este término y la justificación
de la transliteración aq u í propuesta, véase Hegel, Ciencia de la Lógica,
T. 1, L. II: "La Doctrina de la Esencia" ( traducción, presentación y
notas de la versión francesa de P.J . Labarriere y Gwendollne Jarczyk),
Aubier-Montaigne, col. Bibliotheque philosophique, París 1976, pp.
XXVII-XXVIII.
1La experiencia o el Discurso del Otro.
8 Logique de la Ph ilosophie. Vrin, 28 ed., 1967, p. 5 1.
9 Problemes kantiens. V rin 1963, p. 102. Véase Hegel, Science
de la logique, " La Doctrine de I'Essence" (trad. cit., p. 58, nota 94).
10 U>
cual no significa, una vez más, que sea necesario hacer
nuestras al pie de la letra las soluciones que Hegel propuso para su
tiempo; pero creo que nuestros problemas siguen siendo inmanentes a
su problemática. Es verdad que Emmanuel Lévinas tiene razón en
NOTAS DE PP. 1 �1 8 253
cia de un mundo libre en relación con él; esto sitúa a Hegel en las
antípodas de un idealismo únicamente "subjetivo".
25 Ph. 20/5 (15, tercer párr./1). Véase también Ph. 24/7 ss. (19,
2° párr.).
26 Menciono sobre este punto un estudio fundamental de Gwen
doline Jarczyk, de próxima aparición: Systeme et Liberté dans la
Logique de Hegel, que explica excelentemente esta estructura reflexi
va de lo real expresada en la doble igualdad sustancia/concepto y
necesidad/libertad.
NOTAS DE PP. 38-42 259
27 Esto es, en el saber puro que, al final de la Fenomenología,
desarrolla el "elemento" de la ciencia.
28 "Seines Gestaltens".
29 Es un error del texto de Hoffmeister hablar de la diferencia
superada de la consciencia; el original lleva sin duda la negación, que
he trasladado a la trad ucción.
30 Ph. 561/37 (4 71, 2° /1) .
68 Ene. , § 25.
69 Dos expresiones que en la terminología habitual de Hegel son
claramente despectivas. Las "verdades históricas" (habría que decir
"solamente" históricas) se refieren, según él, "al ser determinado sin
gular, al contenido visto desde el ángulo de su contingencia y arbitra·
riedad , determinaciones del mismo [contenido] que no son necesarias"
Ph. 35/5 (28 , tercer párr./ 3). Por lo que respecta al "razonamiento"
(Riisonnement, Riisonnieren), éste no tiene nada que ver con la autén
tica "racionalidad" (Vemün{tigkeit), pues sólo es abstracción, falsa
"libertad frente al contenido y vanidad a su respecto", Ph. 48/25 (39,
2° párr./ 15). Sobre ambos términos, véase también Lógica, lnt&oduc·
ción, pp. 10 (y nota 8 de la trad ucción francesa), 18 (Logik 23 s., 32;
Lógica 4 1 , 4 8) .
99 Ph. , 27/38 (22, 2° párr./ 12). Hay que releer a este propósito
1939, p. 485.
6 Añadiré más adelante un argumento textual decisivo: todos los
"paralelos" (o citas internas) que señalan la relación entre la sección
Razón y la sección Espíritu, manifiestan el vínculo estrecho de ambas
-el cumplim iento de la primera en la segundw-. No hay, pues, aquí
manera de introducir una censura mayor, como lo hacia todavía Jean
Hyppolite en la Advertencia que encabezaba su traducción (1, V-VI),
antes de matizar mucho esta posición categórica en su Génesis y Es
tructura de la Fenomenología del Espíritu.
7 Otto Poggeler ha sido seguramente el primero en llamar la
atención sobre esta lectura más precisa del texto en cuestión. Cf. Die
Deutung der PhiinomenolOI(ie des Geistes, en: Hegei-Studien 1, ps.
282-283 (Traducción francesa: Qu'est-ce que la Phénoménologie de
/'Esprit, en: Archives de Philosophie, abril-junio 1968, pp. 221-222).
8Cf. pp. 67 ss.
9Ph. 140/28 (113/5).
264 NOTAS DE PP. 62·69
mos abandonar para llegar a ese punto, cf. las líneas precedentes en el
texto citado.
57 Ph. , 124/ 13 ( 100, 2°/7).
58 Ph. , 125/20 ( 10 1 , 2° / 1).
59 Hegel afirma, en efecto, que la cuestión de una " transición",
cualquiera que sea, a la �_>luralidad de las diferencias no se plantea, por
cuanto desde siempre y como una estructura de lo real éstas están
"ya" ("schon") presentes y afirmadas en su unidad, Ph. 126/5, 8, 11,
25 (101, 2°/23, /26, /28, 102/ 11). Respecto de esta in temporalidad
esencial del acto lógico, cf. mi artículo citado supra, p. 28.
NOTAS DE PP. 77·81 267
34Ph. 80{31 ( también Roces traduce así: 69, 2 ° {1. N . del T.).
35 Ph. 80{28 (64{8).
36 Ph. 80/31 (64, 2° /1).
37 Ya ha tenido lugar la "escisión" esencial, cf. supra, p. 266
nota 59.
38 _Ni d ía, ni noche: ahora; ni árbol ni casa: aquí.
3? Ph. 82{2 (65/1 1).
40 Ph. 81/33 (1 84/8).
64 Ph. 1 39/ 13 ( 1 1 1, 5°/ 1). Cf. también Ph. 1 39/21 (1 12/7 s.).
cia, sino que guardan entre sí la libertad neutra de las cosas". Ph.
145/8 ( 1 17 / 1).
33 "Esa externalización del ser determinado, al consumarse, es
decir en la muerte, es ella misma una (extemalización] con ser, no
retoma a la conciencia"; "ésta no le sobrevive [ ni] es de suyo y para
sí, sino pasa solamente al contrario sin reconciliación", Ph. 361/39
(299, 2° /3).
34 Ph. 334/1 (275, 2°/ 1).
14 "Es ist ausser sich gekommen" , Ph. 14 1/2 1 (1 13, 3°/1). Véa·
se también Ph. 142/40 (114, 5°/7).
1 5 E s importante entender que la correspondencia evidente entre
estos dos textos -actualización de los esquemas lógicos de la con cien·
cia y de la consciencia de sí respectivamente- no tiende a reemplazar
ni anular las reglas que he llamado "provisionales, sino, como acabo de
decirlo, a darles su "nueva denominación", que viene a reconocerlos
en su verdad primero sólo impl ícita. La consciencia de sí no sería
consciencia de sí, si dejase de ser conciencia; y el sujeto contrario no
sería sujeto, si no fuese precisame n te contrario, es decir objeto.
16
Ph. 14 1/20 . 142/32 (1 1 3, 3°/1 · 114, 4°/1 ). Cabe añadir los
dos párrafos siguientes, el primero de los cuales vuelve a exp licitar lo
que ha precedido desde el punto de vista del "para-nosotros" , mien
tras el segundo introduce d irectamente a la experiencia que la cons·
ciencia de sí va a emprender sobre sus bases.
1 7 Cf. supra, p. 54.
18 Párrafo que comienza en Ph. 14 1/20 (113, 3° / 1).
1 9 Párrafo que com ienza en Ph. 14 1/26 ( 114/ 1).
20 Párrafo que comienza en Ph. 142/ 3 (1 14/7).
21 Esta y las siguientes citas están tomadas del párrafo que co·
m ienza en Ph. 142/ 11 (114, 3°/1).
22 Declaración que, así como aquella con la que se abren los
textos comentados aquí -"para la consciencia de sí hay otra cons
ciencia de sí"-, parece contradecir lo que he anticipado sobre la
unidad de la conciencia que se emprende aquí en la dialéctica. Dentro
de poco lo explicaré, mostrando que esta dualidad corresponde a un
artificio de escritura que permi te, a través de una verdadera parábola,
objetivar en una escena exterior los dos polos constitutivos de toda
consciencia de sí.
33 Párrafo que comienza en Ph. 142/29 ( 114, 4 °/ 1).
34 Diciendo que se trata de cuatro elementos " au tónomos", no
Obie\o
'='
'='
pua ia\
condmcia
/
/
/
Abft /
33 Op. cit. , pp. 149, 150, 179. Conviene no olvidar que el título
de esta subsección no tiene tampoco ambigüedad : "Autonomía y de·
pendencia de la consciencia de sí; dom inación y servidumbre" (subra
yo yo, pues de lo que se trata es la unidad dual de lo singular como
singular).
34 Tal será, en efecto, el título exacto de esta figura: der Kampf
porque el Sí mismo tiene que pene trar y digerir toda esta riqueza de
su sustancia" (Ph. 563/33: 472, 4° /7). Y era preciso que l a h um anidad
como cue1po conociera las experiencias decisivas de los tiempos mo
dernos para acceder a la posibilidad de una consciencia colectiva que
captara las realidades del Espíritu.
82 Ph. 4 7 1 / 19 (391, 2°/13). El Espíritu, por tanto, es aqu í la
proceso; pero la solución del debate entablado muestra a las ciar� que
no ha podido sacar de ella m isma la substancia de este actuar, si no es
de la universalidad que reside en ella; ahora tiene fundamento para
acoger como suya d icha universalidad en el "perdón" que el otro le
concede.
147 Ph. 4 72/36 (392/26).
dos partes del presente cap ítulo; su conjunción, como se ve, constitui
rá el contenido de la revelación del absoluto.
SS
Ph. 534/2 ( 444, 2°/ 1 1 ).
56 La "conciencia desgraciada", es presentada unas pagmas an
tes como antítesis y complemento de la "conciencia feliz", que señaló
al final de la Religión del arte (figura de la Comedia) la compene tra
ción ya perfecta entre la conciencia y su mundo. Cabe decir en este
sentido que la conciencia desgraciad a es una conciencia que camina
hacia su " felicidad"; ésta se impone en cuanto consigue superar su
oposición con la conciencia creyente (movimiento de recíproca sobre
sunción entre la certeza y la sustancia); tal reconciliación, que cu lmina
en la conciencia de la comunidad (religión manifiesta) estaba ya presu
puesta en la conciencia feliz de la comedia.
5 7 Cf. supra, pp. 188-189.
58 De hecho la fe de qut> se trata construye la objetividad de su
mundo suprasensible sobre las ruinas de una h istoria que finge despre
ciar y tener en nada; pero a Hegel no le es difícil mostrar que esta
apariencia deja intacto un conservadurismo social, rt>presentante de
una petrificación totalmente "positiva" de las estructuras relacionales
que obran en la h istoria.
59 Esta reine Eii'Sicht, según Hegel, es la e fectividad histórica
de lo prometido en la razón; y es que la intelección pura "no sólo es la
certeza que tiene la razón conscien te de sí de ser toda verdad, sino que
sabe que Jo es" Ph. 382 / 1 3 ( 316, 3° /7). Para hablar de ello, utilizando
la misma traducción de Hyppol ite [y Roces (J.M . R. ) j : la " intelección",
que por su etimología d ice en efe cto algo de esta Ein-sich l, vista que
penetra las cosas hasta su interior. Recientemente el P. Dubarle ha
propuesto traducir este término por "lucidez"; sugestión muy intere
sante, aunque impondría una palabra que da cuenta de una cualidad,
mientras que Einsich t designa una acción ( Dominique Dubarle, De la
Foi au Savoir selon la Phénoménologie de !'Esprit en: Revue des
Sciences Philosophiques et Théologiques, 1975, p. 27).
60Ph. 377/19 (31 2/23).
6 1 Ph. 377/22 (312/26).Desde la última subsección de la Cons
ciencia de sí sabemos que el "pensamiento" es la identidad manifesta
da de interior y exterior, la libertad de la expresión de lo interior
como exterior. Aquí es donde se articula la diferencia entre concepto
y representación.
62 Ph. 3 7 7/25 (312/28). Cf. Ph. 350/22 (289, 2° / 1 1 ).
63 No olvido que esta última conciencia, esencialmente negati
va y aniqu iladora, no es capaz, estrictamen te h ablando, de "estable
cer" nada; pero va a i ntentarlo, simplemente p ara ejercer su derecho
NOTAS DE PP. 204-205 303
mas divisiones que jalonaron el primer asalto (cf. supra, nota 77):
( 1 ) sobre el nexo con la esencia absoluta: Ph. 402/ 31 ( 334,
1o / 1 ) ;
NOTAS DE PP. 206·21 2 305
12
La e fe ctiv id ad del Espíritu.
1 3 El Espíritu.
1 4 Ph. ,1 75/29 (30 7/2).
15 En la re l ig ión .
1 6 Ph 4 7 5 / 36 ( 39 7/8).
1 7 Plz. ·176/2 (397/ 13).
18
L a figura del Esp íritu.
1 9 Ph. 476/5 ( 397 ,1 16).
10
Se trata por su p ue s to de la roncie n cia de/ Esp íritu.
21
Ph_ 4 76í8 ( 397/ 18).
ll
Aq u í tengn q u e cantar la p al i n od ia res(X!cto a u na observa
ción de m i libro S tructures el Alouvemen t dialectiq ue dans la Phéno
ménulogie de /'Esprit de Hegel (p . 174). H ab ía in tentado all í justificar
la trad ucción de "offenbarc Religion" por la lexis francesa "religion
manifestée" (religión m anifestada). Hoy me p arece ev idente que h ay
que atenerse al sentido d i recto y obvio: " rel i gió n mani fiesta". El asun
to t ie ne tal vez m ás im po rta nc i a de lo q ue parece: el par ti cipio pasado
privilegiaba más de lo razonab le el movimi�:>nto de una revelación libre,
mien tras q ue la �:>xpresión hegeliana co n � id era esencialmente un estado
term inal : el de una religión (cualqu iera sea 8U orig r n . " m an ifestada" o
no) que se encuentra por fin libre de sus primeras oscuridades, clara,
abierta a todos, manifiesta.
13 Ph.. 1 6 l í9 y 350/ 19 ( 1 30, 2" / 1 3 y 289, 2"/8).
24 Sin duda por esto la concil.>ncia desgraciada, al comienzo del
desarrollo dedicado a la Religión manifiesta, apareee h as ta cierto pun
to l"l'cap itu l and o tod as las formas anteriores del espíritu religioso. Vol
veremos a encon trar este punto pronto, e n e l apartado 3.
25 La justeza de este movimiento de conjunto de las dos prime
ras subsecciones podría quedar confirmado re co rd a nd o los parale los
estructurales que relacionan 1 ) la " Religión natural", por una parte
con la Conciencia, por otra con cada uno de los primeros tiempos de
las se cciones an te riores -esto es, con los puntos en que el l'�sp íritu
cognoscente se aparece a él mismo bajo las especies de u na cosa o de
una exterioridad objetivr; y 2) l a " Re l igión del arte", primero con la
Consciencia de sí y , segundo, con todos los segundos tiempos de eada
una de las secciones anteriol"l's -esto es, con los pasajes en que el
Espíritu aparece como un Yo, es decir, como in terioridad subjetivr.
En esta l í nea la "Religión manifiesta" , que responde a la razón y al
Esp íritu al m ismo tiempo que a los terceros momentos de cada una de
las secciones precedentes, d irá la unidad en prot.-eso de todo lo interior
y todo lo exterior. Cf. S tructures et Mouvemen t dialectique . . . , pp.
158- 161 (sobre todo 158-159 ).
NOTAS DE PP. 21 1>-21 8 307
48 Ph. 527/7 (438, 2° / 13). Es obvio que aqu í hay que poner el
acento sobre "seiend" ["que es" ] : la necesidad pertenece al orden de
la inmediatez del ser, de esa '' inmed iatez" que Hegel acaba de llamar
muy brutalmente "objeto vacío de la conciencia sensible", Ph. 527/3
(4 38, 20/10) .
49 Ph. 527/10 (438, 2 °/ 15).
so Ph. 527/12 (438, 2 ° / 17).
SI As í lo muestra de modo excelente el estudio de Gwendoline
Jarczyk sobre Systeme el L iberté dans la Logique de Hegel, cf. supra,
p. 258, nota 26.
s2 Ph. 527/20 (438, 3° / 1). Los tres verbos aqu í subrayados
por Hegel son los utilizados por san Juan en su primera Ep ístola ( 1 , 1)
para expresar la realid ad concreta de la encarnación. Se me h a repro
chado decir q ue Hegel considera aqu í la figura de Cristo, cuando su
nombre no se pronuncia; no resisto a la tentación de reproducir aquí,
pese a su longitud, el texto de u n exegeta que, a propósito de un
procedimiento de escritura de la Biblia totalmente análogo, da u na
explicación que en mi opinión puede aplicarse de maravilla al texto de
Hegel:
"El relato de las acciones de la Sabiduría desde el comienzo
hasta el Exodo, en el cap ítulo 10, sigue el orden de los personajes de
la historia: Adán, Caín , Noé, las Naciones y Babel, A brah am, Lot y su
mujer, Jacob y Esaú, Labán, José, todo Israel en Egip to, Moisés. Pero
no figura ninguno de estos nombres; corresponde al lector ad ivinarlos
tras "el padre del mundo", "el pecador colérico", "el justo sobre u n
madero s i n valor'', "las Naciones unánimes en s u perversidad" y otras
expresiones generalizad oras. Se trata de un procedimiento de valor
expresivo, que alinea definiciones de un tipo bastante cercano a las de
nuestros crucigramas, hechas para dar cierto trabajo al lector. Este
ejercicio pertenece al arte sapiencial de leer un enigma; el salmo 78
llama con este nombre globalmente a todos los hechos del pasado,
porque invita a descubrir lo que oculta la exposición de su escenario:
¡ no hay ninguna sabiduría en conocerlos, si no se interpretan! Aqu í
e l efecto estilístico corresponde a este efecto de búsqueda y obliga al
lector. Pero interpretar es extender PI hecho más allá de sus actores del
momento; hay que hacer un esfuerzo por descifrar estas definiciones
en que se pretende borrar toda particularidad . Tal efecto se ve reforza
do por abreviaciones que reducen o suprimen los intervalos: " A causa
de él (Caín) la tierra fue sumergida" ( 1 0,4). Equivale a om itir las
numerosas generaciones que separan a Caín del diluvio, pero también
a interpretarlas como otras tantas propagaciones de la violencia que
llega finalmente al colmo, y sobre todo es acercarse a uno mismo.
Otro caso: "Cuando las Naciones hab ían sido confundidas (Babel:
confusión), ella (la Sabiduría) d istinguió al justo (Abraham )" ( 10,5).
Una omisión del mismo tipo muestra que Abraham es u n nuevo Noé y
NOTAS DE PP. 2 1 9-221 309
sis realizados antes, cuando se trató de determinar las grandes articu la
ciones de la obra, cap. III, pp. 67 ss.
24 Ph. 553/5 (464, 2°).
25 Ph. 4 76/14 (397, 2° /1); 549/ 1 1 (461, 1°/7); etc. He justifi
cado ampliamente en su lugar esta interpretación de las verdaderas
estructuras de la obra; sólo ella permite d ar cuenta tanto de la Intro
ducción a la sección Rel igión como de las afirmaciones clarísimas de
esta primera parte del saber absoluto.
26 Cf. final del cap. VII, pp. 17 1-172.
27 Este término " figuraciones" ("Gestaltungen") designa. re
cordémoslo, lo que llamo comú nmente "secciones".
NOTAS DE PP. 231·234 313
que no he hecho más que rozar, Hegel afirmaba ya en una fórmula que
aclara ésta: el tiempo "es el puro S í mismo extemo, intuido, no
cap tado por el Sí mismo, el concepto meramente intuido; al captarse
a sí mismo, el concepto sobresume su forma de tiempo, concibe la
intuición y es intuición concebida y concipiente" (Ph. 558/ 15:
468/24).
81 Ph. 5 59 / 1 5 (469/16). ).
81 Verso de Schiller al final del texto. He aqu í el comentario
que hace Rosenkranz en su llegel's Leben, p. 2 1 1 : " Del calvario de la
muerte, de la enajenación más externa el Esp íritu vuelve de nuevo a sí
en un rejuvenecimiento e temo, y de la plenitud de ese reino espiritual
espuma para él; no, por cierto, su infinitud inmediata, que está des
provista de fundamento, sino aquélla en que goza de sí como Espíritu
verdadero haciendo y su friendo".
8 3 Cf. el pasaje del Prefacio que comento supra, pp. 244-245.
8 4 Ph. 563/31 (11 3 1 1/30).
8 5 " Der Sache nach".
8 6 Ph. 27/38 (22, 2° / 12).
81Ph. 27/34 (22, 2° /8). cr. Ph. 1 1 /28 (8, 2° ¡ 22); 1 4 / 1 1
( 1 1/4); 30/7-8 (24/8).
8 8 Ph. 27/35 (22/9).
89 "Dies Vorhandene" esta realidad inmediatamente presente.
=
Notas de la Conclusión
8 Logill 1 x 30 (Lógica 65 ).
INDICE GENERAL 319
Introducción . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
I . Hegel, ¿por qué y cómo? . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 11
Hegel. ¿por qué? , 1 1 ; ¿Por qué l a Fenomenología del
Espíritu? , 18; ¿Cómo la Fenomenología del Espíri-
tu? , 23; Nota bibliográfica, 26.
I I . Cie ncia y c on sciencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 31
El filosofar hegeliano: la Ciencia, 3 4 ; La aporía del pun-
to de partida, 40; Las cuatro vías de acceso a la Cien-
cia, 4 3 ; Características más precisas de la Fenomenología
del Espíritu, 49.
III. Las grandes articulaciones de la obra . . . . . . . .. . . . . . . .... 59
Un pulular controlado, 62; El Saber absoluto, piedra an-
gular del todo, 67; La Religión o el Espíritu en su cons
ciencia de sí, 69; Las cuatro primeras secciones o el Espí-
ritu en su conciencia, 72; Retomo al Saber absoluto:
relación entre el Espíritu en su conciencia y el Espíritu
en su consciencia de sí, 78.
IV. La certeza sensible. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
¿Cómo iniciar este camino? , 8 1 ; El recorrido concreto:
la experiencia de la concil'ncia, 85; Significado de esta
figura, 92; Recurrencia de esta figura en el resto de la
obra, 95; El lenguaje , 97.
V . Vida y deseo. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
La i nfi n itud, 100; De la infinitud a la consciencia de
sí, 1 03; La Vida, 108; Vida y Deseo: duplicación de la
consciencia de sí, 1 1 1 .
VI. Libertad y Naturaleza. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Problemática de la sl'cción Espíritu, 1 1 9; E l mundo grie-
go y su disolución, 1 2 1 ; El fracaso de la Revolución fran-
cesa, 1 30.
VII. El reconocim it'nlo . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
A . Elaboración del movimiento: E l esquema lógico, 1 39;
Un callejón sin sal id a : La lucha a muerte, U5; Ha cia una
salida: dominación y servidumbre, 147; R. El contenido
del cortcepto: Necesidad de Sf'guir elaborando este te-
320 INDICE GENERAL