Fernández - Justino - El Retablo de Los Reyes

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JUSTINO FERNÁNDEZ

,
ESTETICA
DEL ARTE MEXICANO .,..:.
COATLICUE
EL RETABLO DE LOS REYES
EL HOMBRE

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MtXIco


México 1990
Primera edición: 1972
Segunda edición: 1990

DR © 1990, Universidad Nacional Autónoma de México


Circuito Dr. Mario de la Cueva. Zona Cultural
04000, México, D.F.
Impreso y hecho en México
ISBN 968-36-0845-0
ISSN 0Í85-1748 , 1
EL RETABLO DE LOS REYES

E:n la introducc~ón que ap~rece al frente de la prim,era parte de esta investigación,


1
?tu¡;tdo: ~oatlicue. Estética del arte indigena antiguo, puse en duda que las
mterpreta~ones sobre el arte de nuestro pasado indígena fueran tan certeras en sb
comprens16~ como pueden serlo las relativas al arte de la Nueva Espafia. Las razo-
nes son obvias. El pa~a?~ indígena, que sin duda llevamos en la conciencia es, por
razón. na~ral, más d1f1cd de comprender en su último sentido, si bien recientes
aproXlDlaaones •11 nos han acercado más a la cultura náhuatl. El pasado de la
Nu~ Espafia, ~ cambio, es cristiano, y por lo tanto actualidad, vida espiritual
propia Y l~gua1e y costumbres. Sin,, embargo, sería forzar mucho la idea decir
que no es vida ~asada y, por muy propia que sea, algo remota. Tiene el misterio
de toda época h1Stórica, que es tanto como decir: el misterio del hombre, en un
tiempo y circunstancias. .
Juzgo innecesario insistir en las premisas que me guían en este estudio, pues
han quedado expresadas en la parte anterior mencionada arriba, por lo tanto,
debo ahora entrar en la consideración de una obra del periodo que vengo tratando,
como muestra del tipo de estudios que me parece que son necesarios para lograr
interpretaciones que justifiquen de algún modo nuestros gustos y maneras de
sentir, comprender e imaginar el arte de la Nueva Espafia.
Quien haya seguido el curso de las ideas estéticas, en el proceso crítico desarrolla-
do anteriormente, a través de unos setenta escritores, mexicanos y extranjeros, estará
de acuerdo en que lo que ha venido a ser puesto en mayor relieve es el arte barroco
y muy especialmente el ultrabarroco del siglo xvm. Cierto que se ha despertado
un interés por el arte del siglo XVI y que sobre él se han hecho estudios de primer
orden y se han dado opiniones de interés histórico, artístico y estético; de hecho
una obrá como la de Kubler sobre la arquitectura del siglo XVI no tiene paralelo,
pues no se ha producido nada semejante, por ejemplo, sobre la arquitectura del
siglo xvm. Sin embargo, el cúmulo de opiniones estéticas de carácter ya sea admi-
rativo estimativo o valorativo sobre el arte ultrabarroco hace patente el interés
conti~uo que ha suscitado dentro y fuera del país, siendo como es, en efecto,
un formidable jirón del arte barroco universal, con caracteres y matices propios.
Por otra parte, y forzando un poco los términos, todo el arte . de. la_ ~u~va España
es, de hecho, banoco, y puestos a tomar t~n sólo una época .s1~1f1cativa, parece
má conveniente considerar la del apogeo fmal y no otra del m1c10 o de la parte
dia
=os or ue en aquélla han de haber quedado resumidos en expresión sintética
1Es :ntidos que puedan ~aber tenido etapas ante~iores. T~les consi~eraciones
me han llevado a fii_ar la atención en una obra de 1~ pnmera mitad del siglo xvm:
El Retdblo ü lo, Reyes, en la Cated~al Me~ropobtana. .
So consciente de aue no fal~ará iu1en opme que podrf~ yo haber se~ecc1onad~
\ de carácter t•má~ mexicano , para lo cual seda tal vez nccesano recumr
O
unal
a a una ra de lo ue recientemente hemos . dado. en llamar ..
el ..barroco iipular", y
cie!mente las 6ay magnificas y aun s1 s~ quiere más ongmales en e pano~ama
del ultrabarroco universal, como San _Francisco A~tepec, San~a ~ad~ Tonantzmtla
la f midable portada del Santuano de Tepalcmgo. También ms1ste en presen-
~ or la mente otra obra: la capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe, y,
ne
6
ft, 0
tendrfa un lugar preferente, quid, el Sagrario Metropolitano. No
~tan~m he preferido el retablo monumental del Altar de los Reyes por varios
0 • ' razones siendo la primera de ellas que dicha obra magnifica fue el
motivos y ,
342 ESTÉTICA DEL Al.TE MEXICANO

punto de partida para todas las fo~ s deriv


adas que h~bian ~e producirse después
de ella. Es verdad que tiene en México !1n
antecedente inmediato en los retablos de
la sacristía del Convento de la Asunaón
,. en
día desaparecidos), pero ni eran de la calid -:C:oluca ( consagra~a en 1729, hoy
de los Reyes de la Catedral de México, ni ad ni de las proporaones del Retablo
tuvi
cual se centró la atención desde que fue term eron la resonancia que éste, en el
continuado basta nuestros días. Es en sí inado en 1737 y el interés por él ha
una obra grandiosa y original, sabia
acabada y llena de fantasía. Tampoco le
resta nada de todo esto su antecedent~
sevillano desaparecido, el retablo semej~nte
que
levantó en el ábside del Sagrario de la Cate su mismo autor, Jerónimo Balbás
Nueva Espafia, y que terminó en 1709. Por dral de Sevilla, antes de pasar a h
la descripción que dejó Ceán Bermúdez
sabemos que tenian semejanzas los dos
retablos, pero también pueden colegirse
las diferencias. El retablo del sagrario sevillano
de nuevas formas que se produjeron a fue cumbre en su momento e inicio
granel más adelante; su elemento más
distintivo fue la columna estípite mon
Corbacho: 491 ume ntal , Al respecto dice Sancho

Hoy hay que considerar a Jerónimo Balb


ás como el introductor de este soporte
arquitectura sevillana de madera, pues en la
si no fuere suficiente el ejemplo del
aludido, destruido a principios del pasa retablo
do siglo, tenemos el de la sillería que
en 1714 para una iglesia de Marchena proyectó
(Sevilla), cuyos soportes son de esta clase
.
Apenas si tuvo el retablo del sagrario sevi
astillas en 1824, según Ceán Bermúdez, llano un siglo de vida, pues fue hecho
vícti
que tanto en Espafia como en México prod ma de la furia iconoclasta-neoclásica
por no decir barbaridad. Conviene tener ujo más de un incalificable atropello,
presente la descripción de Ceán Bermú-
dez, a su vez hija de un critico que no
género de obras, dice así: 401 tuvo simpatía ni comprensión para este
.

Ger6nimo Balbás, vecino de Cádiz fue


su
de 1709. Costó 1.227,390 reales: gran suma inventor, y se acabó el día 6 de diciembre
atiende a la mult itud de carros de madera para aquellos tiempos, pero muy corta si
que comprende, el prolixo trabajo de los se
les, y al inmenso número de panes de oro, oficia-
que se habrán extendido sobre su abultada
hojarasca. La novedad de su disposició
n y ornato, su magnitud extraordinaria,
muchas estatuas que contiene, todas mayo y las
res
Duq ue Cornejo, que era entonces el escu que el natural y trabajadas por D. Pedro
ltor más acreditado de Sevilla, admiraron
ciudad y hasta los poetas se ocuparon en
elogiarle con versos muy parecidos al retab
la
Estas circunstancias y la de estar colocado lo.
en el primer templo de la metrópoli, diero
motivo a que los demás profesores le adop n
tasen por modelo para sus obras, y a que
poco tiempo las iglesias de Sevilla se viese CD
n llenas de los despropósitos de Balbás..
Llega el retablo hasta el arco toral y ocup
a todo el fondo del presbiterio, que cons
de 80 pies de alto, 40 de ancho y 30 de ta
hueco todo revestido de pino. Rodea este
so recinto un zócalo de jaspe, que tiene inmcn•
de alto una vara y media: sobre B se.
un basamento de madera con pedestale levanta
s resaltados. Encima de ellos se elevan
grandes estípites, o lo que son, haciendo cuatro
de columnas, y sobre el basamento ~
llenas de 6ngeles en actividades de trave
sear. Sigue lo que quiere ser comisa, rota
terrumpida por mil partes, con entradas e m·
y salidas torturosas; y remata con un
que cubre todo el presbiterio. Sobre la c:ascar6o
exten
el tabe rúcu lo de dos cuerpos con infinitas dida mesa-altar, que esti aislada, descansa
columnas, que no pertenecen a n ~ orden
de arquitectura. Detr b hay un arco grande,
ventana al frente: encima de este arco que da comunicación al trasagrano con
estt otro con dos columnas a los lados, una
centro la estatua de San Clemente, titula Y CD el
r
de nubes, vestida de pontifical y sostenida de esta capilla, arrodillada sobre un trono
por 4ngeles mancebos. Mú arn'ba hay
nicho, que rompe la comisa principal, y otro
en ~1 la estatua colosal de nuestra Seftora
Concepción sobre trono de 6ngeles. de la
Entr e los dos intercolumnios laterales se
desabren dos puertas adornadas con ~
y otros ornatos extraftos, que dan comu
nicación a la Sacristía y a otra pica que
al frente, y sobre ellas dos nichos con las
estatuas de San Juan Bautista y de San
Juan
343
EL RETABLO DE LOS llEYES
bispo de
escudos de armas del sefior Arias Arzo presbi-
Evangelista, que tienen por remate los esta obra. A la entr ;da del
limosnas para
la diócesis, que dicen contribuyó con _los Jados del altar se presentan unas ocho o más
terio, a 1a de ~as puer tas laterales y a sobre basa-
as: otras cuatro, también en repisas,
estatuas alegóricas, colocadas sobre repis na, y otras
San Pablo, Santa Justa y Santa Rufi
mento, que r~re~entan a San ~edro, los santos arzobispos de esta iglesia, colocadas
de
cuatro más, asimismo sobr~ repisas, e maciw.
era que ninguna de ellas descansa sobr s en las
delante de los cuatro estíp ites: de man torre
la cornisa en actitudes violentas con
Restan otras de mancebos encima de s atributos de la Virgen.
manos, castillos, pozos, ciudades y otro com-
con una explicación que yo · mismo no
Siguen después . . . ¿pero a dónde voy retablo? Baste decir, que no siendo suficiente
io
prendo, aunque estoy a la vista del prop que Balbás extendiese Jas aJas de su furibunda
cio el inmenso de este pres biterio para estatua del
espa
ramó sobre él una espantosa y colosal
fantasía, montó el arco toral, y enca del anillo de la
ángeles, que 11ega hasta cerca
Padre eterno, con acompañamiento de da por su naturaleza, no le ayudase tanto como
media naranja. Y como la escultura, pesa elevación, implo,ó auxilio de la pintura, que
lla
él necesitaba para explayarse por aque más nubes y más resplandores con que pudo
a, le pres tó más ánge les,
como más liger
llenar aquel vacío.
ario
clásico, al destruir el retablo del sagr
La furia del nuevo "bu en gusto", el neopor milagro, el Retablo de los Reyes, no
sevillano en España, respetó en México, cipios
tant e que las. opin ione s esta ban a la par con las de Ceá n Bermúdez a prin más
obs antes, ni ciertamente de unas décadas
del siglo x1x, pero no media centuria continuación las opiniones sobre el Retablo
a
tarde en adelante. Veamos agrupadas
ecen disemin adas en otra parte de este estudio.
de los Reyes que apar terminado en 1737, aparece en la Gac
eta
Cua ndo el Retablo de los Reyes fue " ... se-dedicó el suntuoso retablo, comen-
:
de Castorena y Ursúa una nota que dice... esta obra celebrísima que, sin duda de
zado en 1718, cuya vistosa corp ulen cia vista
de América ... motiva cuidados a la
controversia, es la más lucida y costosa en las primeras décadas del siglo XIX ya
,
y silencios a la admiración ..." Peroy digna del desprecio del día" y no es "má s
sólo se ve como de "he chu ra anti gua Lizardi,
guo y bien indecente" (Fe mán dez de
que un acopio de leña dorada a lo anti cuarto del siglo, y aun antes, comienza la
181 3). Sin embargo, en el último bello,
Retablo de los Reyes tiene "algo de
revalorización del arte barroco y el r tallado y dorado maravillosamente" y es
algo que eleva el espíritu ante ese altaoria y el sentimiento de lo bello producen
"un a regia obra donde el ~rte, la hist se ha desplegado todo el lujo, todo el ideal
de
sus efectos ... grandeza y arte ... don A fines del siglo es una de las "primorosas
de Churriguera ... " (Gibbon, 187 4). su
3), y al iniciarse el siglo xx empieza
joyas del arte religioso" ( Revilla, 189 así, es: "obra realmente bella ... resplan-
n,
·verdadera e ininterrumpida estimació ueresco" (Baxter, 1901); "las dos grandes
plo del chu rrig
deciente ... soberbio ejem entoso
los Rey ~s y el Cor o" ( ~a riscal, 1915); "el port scos"
maravillas . . . el altar de e el prototipo de retablos churrig uere
altar de los Reyes . . . puede considerars las . obras maestra~ _del Ultra-barroco ...
de
( Romero de Terreros, 1918); "un a su v10lenta y formidable concepción sus
. Su
fantástica gruta de oro ... Balb ás ... de
trastes de claroscuro, la dign idad
majestuosa grandeza, sus enérgicos con uce una sensación que supera al interés
prod
santos, la magnificencia del conjunto los
(Dr . Atl, 1924); "se han condensado
de otras decoraciones Ultra-barrocas" sco" (Toussaint, 1924); "prodigiosa gruta
suefios funambulescos del churriguere es y
tas" (Gil~et, 1929); "Altar de los Rey
de oro, nido de abejas, feria de volu s, México encontró el verdadero sentido
Sagrario ... a partir de estas dos obra es- ,
Bar roco y lo acog ió con tal en~ usia smo ... Allí. -en el ~]~ar de los Rey form a
del la nueva pilastra cshp1te, que en
por primera vez, contempló México M~za, 19 SO); "Balbás concibió con gran-
la
grandiosa sostiene el retablo ... " ( De eg obvia su novedad en la Nueva España ... "
diosidad la Cap illa de los Rey es ... y una
erar la importancia de este retablo ...
(Angulo, 1950); "Es imposible exag el centro del gusto mexicano que difícil-
en
influencia que dio tan precisamente
344 ESTÉTICA DEL ilTE ME]gCANo

ment e p~ede ser .n:imada extrafta . . • Allí_ vie~ sus


del estípite) e h1aeron de él un lenguaJe naao nal .posib ilidad~ ( del ultrabarroco,
. . La capilla ha venido a ser
una gruta de oro inconmensurable, que brilla radiante .•.
Todo esti en movimiento
en vuelo ... t~o es color y ricas palabras y misti~ismo"
puede ser conS1derado como el verdadero creador de (W~lder, 1950); "Balbá;
este estilo estípite' y de este
tipo de retablos . . . Después de 1730, las ideas del Altar
a dominar la moda en los retablos . . . La ejecución de los Reyes comienzan
de este retablo es de una
alta calidad . . • abrió el camino para todo un nuevo
111exicanos después de 1740; nada har, en México que repertorio en los retablos
barroca tardía y a su escala colosal ... ' (Baird, 1951 ). se equipare a su bravura
Así, el Retablo de los Reyes ha surgido en la historia
corpulento, admirable, obra celebrísima, la más lucid como: suntuoso vistoso
a y costosa ( en su' género)
de América; por un mom ento ( 1813) fue obra antig
acopio de lefia, indecente; pero nunca más volverá a ser ua, digna de desprecio
considerado así, en adelant~
se vuelven a descubrir sus valores y desde entonces (
1874) hasta hoy se ha visto
como obra: bella, regia, grandiosa, lujosa, síntesis de
arte, de la historia y la
belleza, maravilla, resplandeciente, portentosa, fantis
tica, majestuosa, magnífica·
gruta de oro, nido de abejas, feria de volutas, violenta
y formidable, novedosa en k
Nueva Espafia, sin igual en México, con bravura barro
ca,
obra que eleva el espíritu y de sentido místico. Vario de escala colosal; como
como: soberbio ejemplo, prototipo y condensación de s han visto el retablo
hasta que alguien habló de él como de una de las obras sueño s ... churriguerescos,
maestras del ultrabarroco.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver Churriguera en
Churriguera? El asunto está relacionado por una parte todo esto?, y ¿cuál de los
con
de considerar toda obra en que aparece el soporte estípi la ya tradicional manera
como churrigueresca; el término tuvo buen éxito, prime te y la decoración profusa
ro
desde Gibbon, Revilla y Baxter. Por otra parte la discu en España, y en México
y el churriguerismo en España, sobre si fue José Benit
sión sobre los Churriguera
o el primero en introducir el
estípite en baldaquinos y retablos o no, todavía no esti
ha dicho recientemente: 498 "Por una divertida ironía declara. Kubler, por ejemplo,
uno de los menos aventurados arquitectos españoles ha la Historia, el nombre de
tad y extravagancia barrocas." De la Maza, por su devenido sinónimo de liber-
parte, tiene razón cuando
dice :"" "Tan to ignoró México la obra de Churriguer
a, como Churriguera ignoró
a México", pero no cuando quiere deshacerse del térmi
fundada en más o en menos, para denominar las obras no que tiene ya tradición,
Churriguera usó por primera vez en el barroco españ que ti~men estípites. Si
ol al estípite en el proyecto
del catafalco de María Luisa de Orleans, en 1689, y en
blo de San Esteban de Salamanca, en 1693, quédese el tabernáculo de su reta-
el
significar una modalidad importante del ultrabarroco, ya término tradicional para
gueresco, el rococó y muchas otras fo~a s, como las popul que en éste cabe el churri-
ha hecho tema especial del soporte estípite, al que ha llamaares mexicanas. Villegas
del barroco y su estudio histórico de tal elemento arqui do El gran signo fomud
cuenta. aoo 'En todo caso me atengo en parte a la tectónico debe tenerse en
Reyes es "churrigueresco", si se quiere, pero en plan tradic ión; el Retablo de los
más general es claramente:
ultrabarroco. La discusión sobre quién usó primero el estípi
te no cabe aqu(, _en
donde partimos de un hecho: que el Retabl_o de los
primero que ningu~a ~tra obra d~ su magmtud con ~tip1 Rey~ se levantó e~ Méxif
la influencia que e1erció en multitud de obras postenores tes y que es mdudab e
.
Muchos han considerado el barroco, el churrigueresco,
la verdadera ~res ión mexicana en el arte, es decir, crioll
o el ultrabarroco, co~o
a o
ne tentid o htstóricamente hablando, es decir, limitá mestiza. Si.bien esto tir0
ndolo a su tiempo, no
tiene si se generaliza a toda la historia de México.
de las grandes expresiones del arte que hoy podemos Que el ul~ba rroco es u:
luces verdadero, y como aquf se trata de fijar la aten~ mexicano, es ª todto
llama r
culminante y significativo, a mi parecer, del desarrollo artístión en aquel momeo
co de la Nueva Espafta,
345
ES
EL ItETABLO DE LOS REY
Pero tengo,
los Reyes como obra cimera.
esta r.u.ón tom o el Ret abl o de
~~ un motivo: el recuerdo. arme a la Catedral; oíamos mis oros . . . las
a en el Altar
a mi ma dre llev
ª Cua ~do niñ o solí
~n tom o las enormes columnas
. los
del Perdón y me gustaba mir ar do . . . y rodeando el coro y el altar mayor se
~1e
capillas oscuras que me dab an no comprendía,
mar avi_ lla: el Alt ar de, los Reyes, que ara y así re7.á-
topaba uno con aquella ma dre me decia que me arro
dill
ro que me enc ant aba ver. M1 a abi erta , tan tas cos as, aquel mu ndo
~jos_ y la boc
km os, pero yo seguía co!1 los el camino de la
vista. La Catedral quedaba en
de maravilla que se ofrecia a m1 una s veces entraba
rer o a la de La Per pet ua) y alg
escuela ( de la calle del 5 de Feb acio sas. En cierta
es, o cam ina r por las naves esp
sólo para ver el Altar de los Rey o", dur ant e los disturbios de la Revolución,
cal
ocasión había "bo la" en el "zó do, desde niño,
mu che dum ~res siempre me_ han at~ rro ri~ de hambres y
y a mí el desord~n y l~s de1aron aquellos anos de v10 lenc ia,
es una cicatriz ps1cológ1ca que me ocasión se me ocurrió protegerme den tro de la
dificultades. Pues bien, en aquella en que cerraban las puertas. Allí me quedé,
nto
Catedral y ent ré en el mo me es. Se oía n disparos y ruidos en el exterio
r y
al Alt ar de los Rey
inmóvil frente ech ar? º a la calle,
a rezar. Salí ya tarde, cua ndo me olvidado.
ent on ~ me hin qué y me puse ca lo he
pero aquel mo me nto nun
cuando había pasado "la bol a", rpo lac ión autobiográfica; hoy puedo dec correr
ir: esta
Se me per don ará , esp ero , esta inte pensé, al
de los motivos por los cuales
"experiencia vital", origen de uno averiguar el misterio del Altar de los Reyes.
que
el tiempo, que algÍln día tenía ta ahora, muchos años después,
que tengo la
dec ir que no es sino has
Inútil es
rzas.
oportunidad de ensayar mis fue
Reyes no es otra
La primera impresión que se
tiene frente al Retablo de los esplendor y que
su
monumental, que maravilla por
que la de contemplar una obra Peq ueñ o y sin imp orta ncia se siente uno
artística.
atrae a un mu ndo de fantasía el retablo tallado y
de la capilla en que se instaló tacan dos lienzos
ante las colosales proporciones des
tuas de santos y del que se
dorado, del que sobresalen esta po. El cálido ton o del oro, los colores,
los
ure cido s por el tiem erior
de pintura, osc ien to de comisas y figuras en la par te supmero
y som bra , el mo vim
contrastes de luz o, empiezan a intrigar al contem
plador. Pri
y el gran casquete que unifica tod ia la intromisión de la mirada, aquí y allí,
inic
se quiere ver todo, después se escultura a una guirnalda de flor . Qu iere
es y frutas,
col um nas estí pite s, de una
entre las te inferior
las imágenes sagradas de la par n, imposible de
de abajo a la bóveda y de ésta a y en esa ten sió
al mismo tiempo
uno abarcar el todo y las partes vemente al encanto, sin más,
que em ana del
ina por ced er sua
pro longar , se term su umbral y se
nic ho de oro y es que par a entonces ha traspasado uno ado, admirado,
gran ant
maravillosa, en otro mu ndo , enc a continuación
encu~ntra ya dentro de la gruta endiosa do. El ent usi asm o vie ne
extasiado y, por fin, emocionado, a contemplar la obra desde nue a obra de
vos ángulos,
en mo vim ien to par
Y lo pone a uno com o tod
un lado y de otro. Además,
de ~ás lejos, de más cerca, de cto s dep enden de la luz y éstos son distbien,
intos
de esc ultu ra sus efe
arq~itectura o Ja mañana, a mediodía o por laoriente o por e)
tarde; o
segun que se la contemple por ya sea por el
luz es más intensa
por _la noche. De día, como la y hacen resaltar los diferentes
elementos. Una
pome!1t e,. los con tras tes son fue rtes ho al atardecer r
siste en contemplar el gran nic unas con otras
experiencia llena de interés con e
las formas empiecen a fundirs
espe~ar que la luz se mitigue y su amarillento
s artificiales vienen a prestar
b"JI° pe~umbra .. Entonces las luceorp
n Y e gran mcho mismo se
inc ora al resto de la arq uite ctu ra
as
y comienza
fantásticas.
adi vin an más que se ven , form
cav ern a en que se esplendor a
Po iª~ ~r una templado el retablo en todo su
cual u. mh, hoy dfa pue de ser con
iluminación artificial permite que
relu zca cual ascua
chis quier t ora, p~es la nueva esa iluminación si bien lo con vie rte en joya mono-
porro eante; sm embargo,
346 ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO

mental hace perder fuerza a los contrastes de sus elementos, lo aplana un poco, y
no hay que olvidar que las obras barrocas viven ante todo de los fuertes contrastes
de luz y sombra. Mas, ya sea que se le contemple con un efecto de iluminación 0
con otro, el Retablo de los Reyes impresiona el ánimo por sus proporciones y por
su espléndida y dramática belleza barroca.
La Capilla de los Reyes en la Catedral Metropolitana se erigió en el ábside
mismo, que es de planta poligonal; al fondo se instaló el altar, aislado, y tras él,
envolviendo y cubriendo los muros, el retablo. Su autor, Jerónimo Balbás, o
de Bc1lbás, lo proyectó y su construcción duro 7 afios, de 1718 a 1725. Ahora
bien, Balbás adelantó el retablo entero ( véase la planta) despegándolo del muro
del fondo para dejar allí un espacio donde alojar las escaleras tras del retablo;
esto hizo que no coincidiera exactamente su planta con las formas arquitectónicas
del ábside. Las dos primeras grandes pilastras del retablo, a uno y otro lado, no
coinciden, como parece que debería de ser, con las pilastras que sobresalen de los
muros mismos, pues aquéllas quedan más adelante que éstas. Tal desajuste tiene
una consecuencia y es que el retablo en lo alto invade en parte los vanos de las
ventanas rectangulares y los marcos de los óculos a uno y otro lado. En realidad
el desajuste no tiene mucha importancia para el efecto total, pero revela que al
retablista barroco le importó un bledo el marco general de severa arquitectura
clásica en que colocó su retablo. Además, como el retablo no cubría en su totalidad
los muros laterales, se instalaron allí otros retablos de menor importancia, planos,
de escaso relieve, tallados, dorados y con pinturas que completan la decoración y
contribuyen al efecto total de gruta de oro, sin restarle interés al Retablo de los
Reyes mismo.
El Retablo de los Reyes abarca de muro a muro, lateralmente, y tiene 13.75
metros de ancho, 7.50 metros de fondo, y del piso del presbiterio hasta la bóve-
da unos 25 metros de altura. Ya su planta revela su movido barroquismo, pues su-
giere un perfil coruscante que se desarrolla a lo largo de tres grandes líneas maes-
tras, que recuerdan las poligonales del ábside mismo. En realidad tal planta tiene
un orden perfecto y en parte basado, estructuralmente, en conceptos arquitect6-
nicos clásicos. Balbás colocó dos pilastras laterales paralelas a los muros y otras
dos en los ángulos al fondo del retablo, pero éstas, esviajadas, sobre ejes diago-
nales, y sus bases son ligeramente cóncavas en la cara principal. Asf, las cuatro
grandes pilastras suavizan, por su colocación, el poliangulismo y sugieren el medio
circulo. En ambos lados y entre pilastra y pilastra resaltan otras menores que
forman sendos retablos secundarios. El espacio al fondo aparece muy sencillo en
planta, pero en alzado forma un tercer retablo de mayor complicación que los late-
rales y en .él se alojan dos grandes pinturas. Asf, la planta misma está concebida
para lograr el efecto de nicho monumental en alzado y a: pesar de su extremo barro-
quismo permite darse cuenta. de la concepción general, que consiste ~_: tres paños
verticales, con sus correspondientes retablos flanqueados por antas o pilastras, frente
a las cuales se levantan sendas columnas estípites, que marcan y disimulan a la
vez el poUgono, y un casquete que unifica todo en lo alto y que · afecta la forma
esferoidal, es decir, el casquete es de un ..cuarto de naranja". Vista ast, la estruc-
tura fundamental resulta de cierta sencillez, mas, cuando se desarrolla con plenitud
de formas, con los retablos intercolúmneos secundarios, con las esculturas y pintu-
ras en sus respectivos marcos y demás elementos, es cuando la complicación se
agiganta y resulta casi indescriptible.
Si se contempla en elevación el retablo, oculta siempre algunos de sus elemen-
tos, por su forma semicircular, y hay que ponerse en movimiento para ver todas
sus partes. De frente las pilastras laterales sobre los muros, reforzadas por contra-
pilastras, suben hasta rematar en capiteles de orden compuesto, y sobre éstos s_e
eleva una porción de entablamento, con su comisa. De ahi arranca la arqui-
vuelta, que llega hasta la bóveda del ábside y cuyos extremos laterales, entre la
347
EL RETABLO DE LOS REYES

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319
IL JBTABLO DE LOS REYES
con enjutas, con medallones. Ficil-
arquivue)ta, los muros y la bóveda, se cubren
pites, frente a las correspondientes
mente vis!bles son las cuatr~ grandes columnas estf
retablos laterales secundarios entre
antas o pilastras y de su misma altura; pero los
paftos en que se encuentran están
eJJas quedan semiocultos, no obstante que los
mna, estfpites de menor tamafto
sesgados. Estos retablos se componen de dos colu descansan sobre ornamentadas
que
que )as cuatro grandes de que se ha hablado, entado perf il- que simula un
o -de accid
ménsulas; al centro queda un rectángul Luis en el de la izquierda; San
nicho .en que se aloja una escultura de santo (San najes; a sus pies unos angelillos
Femando en el de la derecha), bajo garbosos corti iglesia; en la parte alta de las
la
sostienen un escudo con la tiara y las naves de
curv o y roto enrosca sus puntas en volu-
columnas, sobre sus comisas, un frontón
les nevando frutas entre los brazos
tas; sobre esas formas curvas se asientan ánge ro. Aún, sobre de éste, hay un
y al centro hay un gran remate en forma de frute arriba un escudo con monogra-
más
cuadro de marco curvilfneo con una pintura y compone en s( un retablo particular
ma. El gran pafio central al fondo de) retab lo
para que sirva de fondo a la mesa
y es de sencilJa ornamentación en su parte baja
ios se aloja una gran pintura al
del altar; al nivel de los retablos laterales secundar
a en molduras y con un espléndido
óleo (con la Adoración de los reyes), enmarcad cortinajes; sobre la anterior pin-
y
remate con comisas de movido perfil, angelillos ( con la Asunción de la Virgen)
tura se encuentra otro gran lienzo pinta do al óleo
comisas de las grandes columnas
que desde ese nivel se eleva más arriba de las remate, con quebradas comisas,
estípites, interrumpiendo el entablamento, y cuyoA los lados de la pintura central
angelillos y cortinajes, invade parte del casquete. columnas estípites, que rematan
n
(con la Adoración de los reyes) se encuentra los. que montan ángeles llevando
en fragmentos de front ones curvos y rotos sobre
los laterales secundarios y están al
frutas; son en todo semejantes a los de los ·retab lo al pafio del fondo. Sobre de
mismo nivel, de manera que completan este retab Asunción de la Virgen) hay unas
él y a ambos lados de la pintura mayor (con la son parte de las comisas con que
pilastras y ·sobre de ellas unas fuertes volutas, queese nivel y sobre el casquete se
rematan las grandes columnas estípites. Desde retablo inferior parece continuarse
levanta el gran remate sobre la pintura. Así, el ás, las dos grandes columnas estí-
hasta llegar· a este remate superior y como, adem cal a lo largo de sus dos cuerpos,
pites esviajadas flanquean tal composición verti y así se acentúa el sentido de ver-
la ilusión de un gran retablo central es completa
ticalidad y de riqueza de elementos.
tación se organiza en tres gajos,
El casquete cubre todo el nicho y su ornamenes columnas estípites, y en cada
· cuyas intersecciones siguen los ejes de las grand el Padre Eter no).
uno de los gajos se aloja un medallón (al centro
la estructura, o composición, del
He intentado hasta aquí dar alguna idea de no es suficiente. Resulta indis-
retablo, es decir, de su parte arquitectónica, pero
nen e integran en el todo las
pensable considerar ahora la forma en que se dispo a las bases de las pilastras sobre
esculturas. De frente, en los extremos y adosadasse encuentran repisas con tacones,
los muros, o sea en las caras laterales de éstas, arita, a la izquierda, y Santa Edita
que sostienen escult1,1ras de santas (Santa Marg naturales. Otras dos más por lado,
a la derecha) de proporciones mayores que las entran en los ejes de las colum-
de esas esculturas y en iguales condiciones, se encu Elena y Santa Isabel de Hungría a
nas estípites de los retablos secundarios (Santa
la. iz.quierda; Santa Isabel de Portugal y Sant a Cunegunda . a la derecha). Son, pues,
basamento general del retablo:
seis esculturas en total, tres por lado, al nivel del les y una a cada lado de las
d?s por lado bajo los retablos secundarios latera o al total del retablo. Ahora bien,
P~t ras pegadas a los muros que hacen de marc ites y frente a estas mismas, sobre
al ~1~1 de~ arranque de ~s grandes columnas estíp se encuentran cuatro escultu-
repQaS salientes sostenidas por elaboradas ménsulas, Enrique a la izquierda; San Eduar-
ras m4s, dos por lado (San Hermenegildo y San nivel más alto y al centro de los
do Y San Casimiro a la derecha). Todavía en un
350 DTiTICA DEL AllTE MEXICAMO

retablos secundarios, que les sirven de marco, se levantan dos esculturas (San Luía
a la izquierda; San Femando, a la derecha), una por lado, en sus correapondien~
especies de nichos, sobre repisas salientes con ménsulas y ba¡·o cortinajes· es~n
flanqueadas por las columnas estfpites menores que sostienen e complicad~ rema.
te. Son doce en total las esculturas de santos, que a la vez son reyes, que a distiJl-
tos niveles completan la ornamentación y el sentido simbólico del retablo. Mas
aún faltan por considerar: los angelillos menores que aquí y am cumplen su misión
funcional y decorativa; los fogcles que rematan los retablos secundarios llevando
frutas; los que intervienen en los remates de las grandes pinturas centrales y sobre
todo, los cuatro que sobre las monumentales columnas estípites se apoyan er:
rema-
tes curvos y llevan en sus manos atributos de la Virgen, como pequeftas maquetas
de templos, una fuente y un pozo. Todos los ángeles del retablo, chicos y grandes
son airosos en sus movimientos, sensuales y con vistosas vestiduras, cuando ~
tienen. La escultura, ya sea de bulto redondo, como los santos reyes y la mayoria
de los ángeles, o bien la ornamental de roleos, conchas, frutas, hojarascas, molduras
y cortinajes, así como la de los relieves de los medallones principales y secunda-
rios, toda es de talla excelente, movida y frondosa; cuando se aplana, como en el
casquete, es que obedece a una intención, a un efecto especial, y lo mismo sucede
cuando se abulta exageradamente, como en las ménsulas y remates, algunos de
bulto redondo. La escultura es casi todo en el retablo, la arquitectura parece con-
cebida sólo para sostenerla. Las columnas estípites mismas, de elegantísimas pro-
porciones, son en sí obras de escultura, si bien de forma y función arquitectónicas.
Es difícil, si no es que imposible marcar el límite entre escultura y arquitectura
en un retablo como el de los Reyes.
La pintura queda también integrada con la arquitectura y la escultura, cum-
pliendo así el principio barroco de la integración de las artes en la unidad de las
obras. En el Retablo de los Reyes dos grandes lienzos de pintura al óleo forman
su parte central y dan el sentido más profundo de su concepción por entero. El
primero, de 4.62 metros de altura por 2.30 metros de a·ncho, en un nivel accesi-
ble fácilmente a la mirada, queda a la altura de los retablos secundarios laterales;
su marco se compone, por los lados, de columnas estípites que rematan en frag-
mentos de frontones curvos y rotos sobre los que montan ángeles llevando frutas;
la parte central superior es espléndida, con molduras quebradas y curvas, conchas,
hojarasca, cortinajes y cuatro angelillos llenos de gracia y movimiento, que llevan
palmas en sus manos. Sobre el remate sobresalen cuatro cornucopias dispuestas
para que sus velas iluminen la pintura superior y que son las únicas luces artificia-
les que incluyó el autor del retablo. Tal marco rodea la pintura_que tiene por tema:
La adoración de los reyes; se forma de un rectángulo alargado y sus partes supe-
rior e inferior se interrumpen para dar lugar a semicírculos, y por todo ese barroco
perfil corre una moldura. El lienzo ya de por sí de tonos oscuros y, además, oscu-
recido por el tiempo, produce el efecto de una gran ventana que permite ver entre
sombras v luces una escena movida v dramática. El oro del retablo parece abrirse
para dejar ver el portento. Pero no es el único punto en que tal sucede, pues arriba
del lienzo considerado hay otro de mayores proporciones, 6.3 5 metros de alto ~r
2. 30 metros de ancho, cuya forma rectangular alargada se remata con un semi-
cfrculo. Contiene otro portento : Lct Asunción de la Virgen Mctria, que se ve a tia·
vés de otra especie de mágica ventana colosal. En realidad todo .el retablo parece
servirle de marco, por lo que sólo se acentuó el remate sobre el benzo, que mvade
el casquete hasta abajo del medallón con el relieve policromado del Pddre Eterno,

La excelente arquitectura del retablo concebido por Jerónimo Balbás no s6~ es


monumental y grandiosa sino rica, espléndida y elegantísima en s_us propora~n":'
generales y de detalle. Tiene una ·reminiscencia gótica por el sentido de yerti~-
dad y elevación a que obligaban las proporciones del ábside y que Balbás mt;i~o-
nalmente subrayó con las cuatro grandes columnas estípites y otras secun anas;
EL RETABLO DE LOS REYES 351

pero, además, esa reminiscencia. se confirma Ji>ºr el efecto de los gajos del casquete
que en la parte central y continuando l~s eies verticales se unen en un punto y
desde una
parecen recorda~ el arco apuntado . gótico. Este efecto se percibe sino
e no sólo el retablo entero
distancia conveniente para que la mirada abarqu su verda-
parte del piso de la nave; entonces, todas las líneas estruct urales cobran
te. Mas el reta-
dero sentido y ~e unen en el ~unto centra~ J?lás el_evado ~el casque princi pios-,
blo tiene también en su arq~utectura remm1 scencia s - . s1 no es que
bien romana
clásicas. Desde luego la arqmvolta que lo remata es bien elocuente, ctónico;
ademá s, los elemen tos arquite
bien románica y clásica su estructura. Pero, ras, no
entabl ament os, comisa s y moldu
tales como bases, columnas, capiteles, son fun-
ntados en formas caprich osas,
obstante estar libremente utilizados y fragme ta,
tiene un orden estruct ural clasicis
damentalmente elementos clásicos; el retablo ta con
sostén y todo ese orden se comple
la fantasía opera con libertad sobre ese
el medio casquete que remeda, en fin, una bóveda clásica. Otra
reminiscencia más
e en los medall ones. Ahora bien: reminis-
es la plateresca, o renacentista, patent es lo que
clasicis tas puesta s en libre juego
cencias de todas clases y las inequívocas ación
rroca, porque no hay en ella la moder
produce esta obra típicamente ultraba to a las
te las liberta des de éstas respec
que caracteriza las obras barrocas, no obstan muy cla-
del arte barroc o típico, éste a veces
formas clásicas, sino que va más allá gura en
princip ios clásico s de hecho los transfi
sicista., y si bien conserva ciertos os ultra- .
que a falta de mejor nombr e le llamam
algo distinto, en un arte nuevo,
barroco.
r del racio-
Por su pretendida irracionalidad, o a lo menos pqr su afán de escapa lo que le
nalismo, el arte ultrabarroco no marca límites entre las artes, porque ctónicas
arquite
interesa es la unidad de ellas y el efecto total; así, usa las formas ejemplo, los
como escultura; la escultura con sentido pictóri co -consi dérese por
queda fundid a entre
nichos con santos de los retablos secundarios--; y la pintura fuertes con-
la arquitectura y la escultura, a la :cual en cierto modo imita con sus
de que está hecho un retablo
trastes de claroscuro. Por otra · parte los materiales les; todo el
como el de los Reyes transfiguran sus calidades y cualidades esencia
imient o de hoja de oro sobre
basamento del retablo imita el mármol; todo el recubr mía de vesti-
las formas de madera simula que éstas son de oro macizo ; la policro
telas y brocad os; las pintura s por su parte,
mentas de santos y de ángeles remedan escena s terrena -
además de su vigoroso y escultó rico clarosc uro crean la ilusión de
de los nichos
les, divinas y celestiales; las esculturas (San Luis y San Femando) composi-
centrales de los retablo s secund arios, con sus marcos y cortina jes forman
to, transp orta al
ciones pictóricas, más que escultóricas; y el retablo, en conjun alude al pasado
espectador a un mundo distinto del cotidiano, a otra realida d que
al convertir
de la historia religiosa, espiritual, que es gozable en el presente y que ahí su tensión
el gozo en meditación hace que el futuro inexora ble se revele y de
remeda r, crear la ilusión de realidades
y dramaticidad. Ahora bien: imitar, simular, s de· la rea-
· lejanas en el tiempo, transportar a otros mundo s, aludir a otros sentido
son. todas. funcio_ ne~ ~el _arte, a que e! ultra-
lidad y hacer que la verdad_ se revele_, Su esencia , por
barroco dio máxima expresión artístic a, simból ica Y' s1gmf1 cabva.
estable en la
así decirlo, consiste en la transfiguración de la realidad para hacer
obra la verdad; pero ¿de qué verdad se trata? y la del
En general, la escultura barroca que forma cuerpo con la arquitectura, mente sino
Retablo de los Reyes en particular, no debe ser considerada aislada
ras del Retabl o de los Reyes
inserta en el conjunto a que pertenece. Las escultu ón clásica
son adecuadas a su función 11mb6lica y decorativa; en ellas la tradici y vuelos
naturalista está presente, si bien por sus actitud es, garbo, movim ientos
inferior del
de sus pafios son bien barrocas. Las de las santas reinas de la parte las que se
retablo están tratadas con mayor cuidado y belleza , pues, ademá s, son
les dan un
ven más de cerca; los tonos de sus carnes y la riqueza de sus atavíos movimiento·
singular encanto, nunca exento de dramat ismo en sus actitud es, ni de ,
352 ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO

sus rostros revelan el viejo idea~ de la. bell ~ clásica


matronal. Los santos reyes
del nivel superior siguen los mism~s lineamientos, pero
sus formas son un poco
más toscas, qum por tratarse d~ 1má~enes de va!ones,
pero, so~re todo, porque
tienen que ser vistos a mayor distancia. Elega ntisi~ as
son las figu~s de los dos
santos reyes en los nichos de los retablos secundanos,
a más ~lto mvel que todos
los anteriores; los cuerpos son ~largados y los mant os
de arm1fi? que los envuel-
ven por la espalda dejan descubiertos los cuerpos y caen
en movidos y armoniosos
pliegues. En todas estas esculturas, de proporciones mayo
res que las naturales, hay
una marcada intención de naturalidad en las actitudes,
en los movimientos y en
la policromfa. Tal intención persiste en las esculturas
de los ángeles que vuelan
llevando esto o aquello, que se posan sobre las comis
as, que miran desde lo alto
o bien en los querubines que asoman sus cabezas entre
frutas y follajes; todos están
en actitudes "naturales", pero en realidad sujetos a
la violencia barroca, con las
piernas al aire, los cuerpos retorcidos, las vestiduras
ondeantes y las alas desple-
gadas, para darles la mayor libertad y aerosidad. Los reliev
es pequefios con bwtos
de santos varones bajo las ménsulas de las columnas
menores, tres por lado, son
planos y tienen marcos de follaje. Otras cabezas de santo
s barbados asoman sobre-
saliendo de los medallones en los fustes de las columnas
estípites menores; son de
un solo tipo y en sí dramáticos, pero •su función en el
conjunto es casi decorativa.
Aún hay que considerar los relieves en los medallones
de las enjutas y en los gajos
del casquete; el principal, al centro, es el del Padre Etern
o, sosteniendo en la mano
izquierda el globo terráqueo sobre el que se levanta la cruz,
y tiene la derecha levan-
tada como si i,niciara una bendición; es una noble image
n barbada cuyo manto
flota en tomo a su cuerpo. Las imágenes de los otros
medallones, con libros entre
las manos, tienen severos rostros barbados. Por último
hay que toma r nota de que
la decoración foliada del casquete, de escaso relieve para
lograr un efecto distinto
del de las formas del retablo y como repujada en
metal, recuerda semejantes
decoraciones en bronce que Crescenzi introdujo en la
cripta del panteón de El
Escorial en 1a primera mitad del siglo xvu, que establ
ecieron, según Kubler, aoi
un nuevo estilo en Espafia y que sin duda influyeron
en muchas obras posterio-
res. La escultura es para el ultrabarroco de retablos su
mayor .medio expresivo; con
ella puede lograr efectos de la más grande fantasía.
La pintura, sin embargo, viene en auxilio de las otras artes
zos introducidos en los retablos con sus propias escenas hermanas y los lien-
son algo así como nuevos
efectos de ilusión dentro de la ilusión total creada por
el retablo entero. Así sucede
en el de los Reyes, en el cual los ,dos grandes lienzos sobre
el eje central y· al fondo
tienen suma importancia en la composición, de manera
que parece como si todo el
retablo estuviera concebido para sostenerlos y enmarcarlo
s ricamente. Ambos fue-
ron pintados por Juan Rodríguez Juárez (nacido y muer
to en México, 1675-1728),
quien fue uno de los dos hijos pintores (Nicolás y Juan)
mayor talento. Sin duda es el último gran pintor de de José Juárez y el de
la escuela novohispana del
siglo XVII y aunque no alcanza la alta calidad de las obras
tiene dignidad; habfa recibido la influencia de Murillo de su padre, su pintura
y conod a todos los recursos
de la pintura barroca. Los lienzos con la Vida de la Virge
blos laterales de la Capilla de los Reyes son también de n que ostentan los reta-
su mano. Pero, sus obras
mayores son los dos lienzos del Retablo de los Reyes, que
empezó a pintar en 1718,
afto en que se inició la construcción del retablo, y que termi
muerte, en 1728.1102 nó el mismo afto de su
~l primer gran lienzo al óleo que tiene por tema La
adoro
ma¡es~oso. Su composición obed_ece a los principios barroc ci6n de lo, reyes es
gran. diagonal cruza la parte media del cuadro y por ella os de la ~intura. Una
l~ Vugen Maria con el Nifto, éste de pie, y el rey viejo se rigen las imágenes de
ción y scfiala con sus manos un cofre abierto y lleno que se inclina con venera-
de
soldados; otra diagon~~ .correspondiente a la anterior, pero joyas que sostienen dos
na las formas: del mihtar con casco alado, de pie, a la izquie en sentido inverso ~~d~
rda, que parece dirigir
EL UTAB LO DE LOS REYES 353
de "los o tros dos reyes
la maniobra de los dos soldados que. sostienen el cofre·,
nales colocan en
con turbantes y d e elementos secundanos. Esas dos diago
cabez a del rey viejo que se inclina ante s:1 ~~~
0 sea, en el centi:o del ~uadro, la ce el lucero guiador. Otro
Jesús. ~obre el e1e ~ertical y central, en lo alto, apare ·
ei·e vertical en la sección dde oro del cuadro pasa por el hombro del soldado en pnme r
. llí d" l de los ángulos inferio del res
témuno y a se cruzan os iagona es ~ás, que parten
una, el brazo derecho
cuadro donde ést~ se prolo~ga en se~icuculo, y que rigen:
rda; otra, pasa por el hom-
del soldad? en pnme r térrnmo y las ~-iguras a la izquie
rda del rey viejo y rige
bro d_el mismo S?~dado, co_mo ya se di10, por la mano izquie
n otras líneas secundarias.
dos _figuras de mnos, o pa1es, a la. de!echa. En fin, existe
distribuyen sobre Jas figo.
Lo importa~te es que las luces pnncipales del cuadro se
barroco, pues de manera di-
ras e_n las diagonales y esto es lo 9ue produce el efecto
la Virgen María, el Niño Je.
n~mica se suc~~en sobre ~a gran diagonal más aparente:
s que guarda el cofre. Es
sus, el rey vie10 en actitu d de adoración y los tesoro
e la luz cae sobre su hercú-
importante la fi~ura del soldad? en primer término, porqu
las imágenes principales del
leo torso y, sabiamente, se de1a un espacio entre él y
d. El resto: figuras y ele-
tema, al centro, pero en un segundo plano de profundida
las ruinas arquitectónicas y
mentos, como el negro con una bandeja sobre su cabeza,
al fondo , todo, es accesorio
el techo de madera del portal, las banderas que tremolan las figuras es amplio,
diseño de
para crear un ambie nte en tomo al tema central. El con cuidado y
des garbos as; vistas
noble y todas están bien plantadas y en actitu mas hay que com-
desea r en el detall e,
más de cerca su acabado deja mucho que cia, de pintur a esceno-
prender que se trata de pintura para ser vista a gran distan
todo son las formas totali-
gráfica, digamos, y~ por lo tanto, lo que importa sobre
si se las ve desde lejos. La
zadas que producen el efecto para que fueron creadas Jesús se encuentra en
Virgen María tiene una belleza ideal italianizante; el Niño ido por la Virgen,
a, sosten
original y barroca postura: de pie y a medias de espald ta su brazo derecho
tl y levan
vuelve su cabeza para mirar al rey que se inclina ante una noble cabeza
este rey viejo tiene
sobre la cabeza del rey, como si lo bendijera; que dejan al descu-
ros sobre las vestid uras,
y su rico manto cae desde los homb rda es mag-
pie a la izquie
bierto sus significativas manos. La figura del militar de ?cia singul ar. Tras é~
nífica y su alado casco y su manto roj? le da~ una arroga dosamente y, a mi
y cmda
asoma un personaje cuya cabeza está pmtada vigorosa
autorr etrato del pinto~, pues recuer da el que se con_oce y que cons~r-
juicio, es un
Artes. También los dos paJes
van las galerías del Instituto Nacional de Bellas verdadera vida, ternura
niños a la derecha del cuadro parecen retrato s, pues tienen
lienzo y muest!'3 la calidad
y naturalidad; es, quizá, el mejor trozo de pintura en el
cuanto al colondo, es poco
del artista cuando tenía modelos vivos frente a él. En
( repertorio que más tarde
variado· se entona en lo general, en rojos, azules y grises
siglo ~vm,. como Cabrera),
sería ta'n del gust~ de los pintores típi~os de nuestro discre ción, pues lo que
un tono de
pero sin estridencias, todo está mantemdo en s oscuros. Asi, el
destac a sobre los fondo
hace vivir las formas es la luz, que las
ce _el sentido barroco del
efecto es movido y de fuertes contraste~, lo que produ
considera su verdadera fun-
cuadro, que es, en conjunto, una espléndida obra, s1 se
ción dentro del retablo. mayor del retablo que
De Jo dicho anteriormente mucho es válido para el lienzo pintura de cierto
én es una_
representa La Asunción de la Y_irgen María; tambi marav illa para la compo-
da se presta a
carácter escenográfico. Su proporción alarga horizo ntal en la sección
por una línea virtua l
sición y el tema, pues está dividido
les que presencian el por-
de oro del cuadro, bajo de la cual se alojan los apósto
por ángeles a las regiones
tento mientras en la parte superior la Virgen es llevada
otros. El pintor Rodríguez
celestiales. Toda la concepción recuerda a Morillo y a
de los reyes y La Asunción
Juárez tuvo muy en cuent~ la relación entre 1..A ctdorCICión
retabl o, pues los tonos y colo-
de ld Virge n, y la colocaCJÓn de ambos cuadros en el
te, la parte superior sobre las
res de los mismos son sombríos hasta, prácticamen
3S4 ESTÉTI CA DEL .un MEXJCANo

cabezas y manos taanta da~ de los apóstoles, para dejar en t~nos y


colores claros
y luminosos la parte supenor en la que ~e destaca sobre el e}e c«:°tra
blanca, inmaculada, la imagen de la Virg~n. En el grupo mfenor l, triunfante,
de figuras 1a
Magdalena, en primer término, cae. ~e rodillas y l~nta el ~ostro,
brazos y las manos a~ .cielo; U;n vie10 apóstol de pie, erguido,_ tambiéla mirada, los
los brazos y manos y dinge la muada ~ lo alto. en acbt?d de éxtasis; otras n levanta
segundo y tercer término tienen la misma actitud o bien, por el contra figuras en
nan sobre el sepulcro para cerciorarse de que en efe~o el cuerpo mismorio, se incli-
gen no está alU, sino que ha sido transpo~tado milagrosamente_ al de la Vir-
parte superior del cuadro los ángeles que sostienen y elevan a la Vugen cielo. En la
tienen posi-
ciones de barrocos escorzos y entre nubes flotan cuerpos, alas y pafios
airosamente
y todo se toma aún más claro y ligero en tomo a la cabeza de la Virgen
la cual otros angelillos llevan una corona y una palma. Es una escena , cerca de
gloriosa .y
despojada ya de las trabas terrenales.
Aún -hay dos pinturas más, que no parecen del mismo artista y que
pueden ver por su elevada posición en el retablo, al nivel del entabl casi no se
ament
ral y a ambos lados, sobre los ejes centrales ·de los que hemos llamad o gene-
secundarios. Como las comisas, los frontones rotos y curvos y los o retablos
ellos se adelantan en el espacio, impiden ver cómodamente aquellas ángeles sobre
en sus barrocos marcos están sobre los paños laterales. La imagen de pintura s, que
de Avila se encuentra a la derecha~ sobre el retablo destinado a Smita Teresa
San Fernando,
rey de Castilla y de León, y es una excelente pintura llena de dramático
misticismo,
está pintada en tonos oscuros, pero la luz se distribuye sobre el Espírit
forma de blanca paloma, y sobre el rostro y los albos pafios de la u Santo, en
tiene un libro y una pluma para escribir los dictados divinos. Arriba santa, que sos-
tura está un escudo con el monograma de Maria. Del lado izquierdo, de esta pin-
blo destinado a San Luis, rey de Francia, la pintura correspondiente sobre el reta-
contiene la
imagen de Smi fos4 con el Nitio Jesús; aunque bien ejecutada es menos
de tonos más claros y sin dramatismo. Arriba de ella se encuentra otro interesante,
el monograma de Jesús. escudo con
Los artistas que pintaban obras para retablos se encontraban con
posibilidades de lucirse, según los principios del arte de su tiempo. muy limitadas
tenian que concebir sus formas y ejecutar sus pinturas de manera quePor una parte
desde grandes distancias; por otra parte, no podían hacer gigantescas fueran vistas
rompieran la armonía del conjunto; además, con frecuencia se les figuras que
pedian
en que intervinieran muchas figuras y, así, las grandes masas y las luces escenas
y sombras
eran sus recursos principales, si bien tenían que sacrificar el acabad
llado. Se convertían en escenógrafos y tenían que abusar de la teatrali o fino y deta-
dad, que
convenía a los efectos y al espíritu barroco. Juan Rodríguez Juárez
cometido en el Retablo de los Reyes con sabiduría de gran artista y cumpli ó su
Sus composiciones, sus formas, colorido y entonaciones son adecuadas, con dignida d.
son las nece-
sarias para completar el retablo y sus últimas significaciones; mas
ficaciones se trata? ¿de qu6 signi•

. Por ahora tenemos que pasar a otro plano, el de la concepción ideológ


tica, del Retablo de los Reyes. Las grandes esculturas de santos que ica, temá·
ron reyes, príncipes o emperadores, están alU formando una corte a a la vez .fue-
que cobra su sentido de reverente homenaje en el cuadro central de la Divini~ ad
de l.os reye,. Pero, veamos de cuáles santos se trata. aoa Si fijamos la lA adordCl ón_
nivel del basamento del retablo encontramos tres santas a cada lado, atención en el
Sant:i Margarita, reina de Escocia; Santa Elena, emperatriz; Santa Isabelellas son:
gría; Santa Isabel de Portugal; Santa Cuncgunda emperatriz; Santa .de H~-
cesa. En un nivel superior se encuentran cuatro sa~tos dos de cada lado; Edita, pnn-
menegildo, emperador; San Enrique, príncipe; San Ed~ardo, rev de Inglate Her- San
Casimiro, rey de Polonia. Por último, en los retablos laterales· secund rra; San
arios están a
EL a.ETABLO DE LOS UYES
3;;
San Femando, rey de Cas-
la izquierda, San Luis, rey de Francia~ y a la derecha,al centro y las santas y san-
tilla y de León. Hast a aquí La adoración de lo, reye, al
tituye un tema homogéneo
tos reyes que la acompaftan, por así decirlo, cons
aclarar que el ábside con' sus
que debe el retablo su. ~o~b~e y su fama. Conviene o bien, por el Altar de los
la,
retablos se conoce casi mdis tmta ment e po~ la capil
dimi ento. Es tradición espaflola llamar capi-
Reyes, lo que se presta a un m~l enten
las catedrales; en las góticas, por
lla mayor a 1~ que se encuentra frente ~1 coro de
pero, no se trata de una capilla
eje~plo, la girola queda atrá~ de 1~ capilla mayor;
casos el altar mayor, indepen-
destinada a los reyes. Tam bién existen en algunos
ía en la Catedral de México la
diente d~ la capilla tras él y que afecta, como suced
el Altar Mayor aislado fren-
forma que llamaron: ciprés. En nuestra Catedral hay
te al coro, y tras de aquél, en el ábside, el
Altar de los Reyes ~ro no porque
reyes que están' allí en adoración
esté des~ ~ª?º a los reyes de Espafia, sin~ por los Jesús y en su homenaje.
de la Dmm dad, ~res amen _te, en adoración del Niño
s reyes en un orden horizontal,
Hemos hecho el mven tano de las santas y santo
después del otro pero en sen-
ahora debemos fijar la atención primero de un lado,
frent e a la nave: pegada a la
ti?o ve~cal. En el lado izquierdo encontramos de Margarita, reina de Escocia,
pilastra Junto al muro y al nivel de su base, a Santa
des~ d1en te de los reyes de Inglaterra, nacida en
Hungría en 1046 y muerta CD
III. Fue modelo de madres cristianas
EsCOCia en 1093. Casó en 1070 con Malcolm reliquias, CD mayor partCr
y consuelo de sus súbditos. Canonizada en 1251 , sus
Reforma y enviadas a F·elipe II,
fueron recogidas por los católicos en tiempos de la
El Escorial. En el mismo nivel
quien dispuso que se conservaran en una capilla de , están: Santa Elena, empe-
que la anterior, pero bajo el retablo lateral secundario de los césares de fines del
ratriz, de origen oscuro; casó con Constancio Cloro, uno 306, fue elegido Constantino,
siglo m, quien la repudió; a la muerte de éste, en dio el título de Augusta. No
le
hijo suyo y de Elena, el cual la llamó a la corte y antes que su hijo, que se con-
es seguro que Elena haya abrazado el cristianism o
alén, donde mandó construir
virtió en 311. En todo caso, en 325 fue Elena a Jerus ndo e<;>n las monjas. Se supone
varios templos y se dedicó a obras de caridad, vivie expiró el Nazareno y por eso
e
que encontró la Cruz en que fue clavado y dond nta afios, en 328. Su culto fue
se la representa con ella. Murió en Roma de oche Elena está Santa ISdbel d.
muy posterior, pues data del siglo 1x. Junto a Santaa los trece afi?s. con L~ de
Hungrúz, nacida en 1207 y mu~rta en 1231. Casó ra 01:d ~ y reab1ó del mismo
Turingia y se ocupó en obras p1as; entró a la óTerce como reliquia. A la muerte de su
San Francisco un manto de su uso, que guard del palacio con sus tres hijos por
marido en una cruzada, en 1227, fue arrojada o s~stento. Restablecida a
igand
su cu~d o. Vivió por tres afi_o~ en una ch?za . mend canomzada en 1235.
sus derechos su principal actiVIdad fue canta tiva. Fue
~n las gr~ndes co l~
En el mismo lado izquierdo, al nivel en que arran do, mártir y prlnape de
estípites y adosadas a ellas, se encu ent~ n: ~ Herm ene~
am~n.o, pero más adelante se
los visigodos. Nació en 564 y pasó su infancia comoLeoVIgddo, fue degollado por
convirtió al catolicismo. En guerra con su padre la conversión de Recarcdo y los
orden de éste en Tarragona, en 586. Se le atribuye
ial, por ~rdCD de Felipe 11,
visigodos de Espafta. Su cabeza se guardó. en El _Escor y Plascenaa. Con su nombre
a
y otras reliquias suyas se conservan en Avda, Sevill VII para recompensar la cons-
ndo
se fundó una orden militar, instituida por Fema esbi St1n Enrique. Existen varios
tancia en las armas. .Al lado de San Hermenegildo de San Esteban, rey de Hun-
santos del mismo nombre, pero aquf se trata del hijo , desde su j~ventu~ ofreció
gría, Enrique, también llam~do Emérico. Nací~ en lo1007 casó, pero Ennq ue hizo trato
su virginidad a Dios sin decirlo a su padre, quien piadoso; murió en 1032 y fue
con su esposa de vivir como hermanos. Fue muy
os. .
cano=iizado en 1084, haciéncfose dleb re por sus milap con 1~ imagen de~ Lui,,
La composición del ret~blo lateral_ izqui erdo culm ina
o ba¡o la regencia de 111
rey de Francia, o sea Luis IX. Nació en 121S y estuv
356 ESTÉTICA DEL Ali.TE MEXICANO

madre, dofia Blanca de Castilla, hasta su mayoría de edad en 1236. Casó con Mar-
garita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza, con dispensa de Roma
el parentesco. Dofta Blanca babia establecido la inquisición en el sur de Francia ~
122~, y la confió a _los dominicos. ~uis dio sabias leyes; se esforzó en arreglar 'cfis.
cardias; fue muy piadoso y compasivo con los pobres; fundó hospitales· adquirió
de los venecianos la corona de espinas de Jesucristo, que junto con otra; reliquias
gua~dó en la santa capilla que hizo construir en su propio ~alacio en. Parls. Viajó
a Tierra Santa y estuvo en las Cruzadas. De regreso a Francia favoreaó a Roberto
Sorbón, que fundó en París la Facultad de Teologfa, llamada La Sorbona. Regresó
con los cruzados a Africa y murió en 1270; fue enterrado en San Dionisio de
Parls y canonizado en 1297. Fue primo hermano de San Femando.
En el lado derecho del Retablo de los Reyes y al nivel del basamento en el
orden correspondiente que guardan las imágenes ya consideradas, se en~entran
bajo el retablo lateral secundario: Se1nta Isabel de Portugal, llamada en vi~
"la santa reina" y también "la reina pacificadora". Nació en Barcelona, s~n
algunos, pero probablemente en Zaragoza, en 1274. Fue bija de Pedro 111 de
Aragón y de Constanza de Sicilia. Le dieron una esmerada educación; era
virtuosa
y bella. Casó a los doce aiios con Dionisia, rey de Portugal. Cuidó de los bastardos
de su marido com·o su propia madre. El reinado de Dionisia le debe a ella todas
sus obras sociales, artísticas, de política y otras. Se distinguió por su amor a Dios
y a los pobres. Peregrinó a Compostela; perteneció a la Tercera Orden de San
Francisco; vivió con las monjas clarisas de Coimbra, cuyo monasterio fundó; fue
pacificadora en disputas entre reyes enemigos y en las guerras y viajó para ello
aun a costa de su salud. Murió en 1336. Junto a Santa Isabel de Portugal se
encuentra Santa Cu.negundd, emperatriz, bija del primer conde de Luxemburgo
y casada con San Enrique, duque de Baviera y sucesor de Otón 111, con quien
vivió en castidad por voto expreso. Fue proclamada emperatriz en 1002. Cuando
en 1O14 fue a Roma con su esposo para recibir la diadema imperial se sospechó
de su fidelidad conyugal y se le impusieron zapatos con suelas hechas ascuas,
como prueba de Dios, y no recibió daflo alguno. Su esposo murió en 1032 y
ella se retiró al Convento del Confugio, cerca de Cassel, que había fundado; ali
vivió qaince atios trabajando para sustentarse y murió en 1040. Fue enterrada
junto a su marido en Bamberg y canonizada en 1200. En el mismo nivel en que se
encuentran las dos imágenes anteriores, pero frente a la nave y adosada a la pilastra
lateral derecha, se ve a Se1nta Edita, princesa, bija de Edgar, rey d~ Inglaterra.
Nació en 962; tomó el velo al entrar en la orden de San Benito, rehusó la dirección
de varios monasterios y la corona del reinado, a la muerte de su hermano San
Eduardo, asesinado por su madrastra en 978. Erigió una iglesia en honor de
San Dionisia, donde fue enterrada al morir en 984. Se hizo célebre por sus muchos
milagros.
En el nivel superior, a la altura de las grandes columnas estípites están: San
Edwrdo, mártir y rey de Inglaterra, Eduardo 11 (hermano de Santa Edita). Nació
en 962 (7) y sucedió a su padre en el trono en 97~. Tres afios ims tard~ !ue
asesinado por orden de su madrastra. Junto a esta imagen se ve a San Ca,imiro,
príncipe de Polonia y gran duque de Lituania, hijo del rey de Polonia., Casimiro IV
y de Isabel de Austria. Nació en 1458 y murió en 1484. Fue educado por Juan
Dlugloss, llamado Longinos y por el toscano Buonaccorsi, llamado Calimaco. A los
trece aftos un partido de Hungría le ofreció la corona de su pueblo, que aceptó
y se fue a pelear contra los turcos. Su padre Jo persiguió, fue destronado y huyó a
Polonia; fue adverso a su causa el Papa Sixto IV, p~ro cuando su hermano fue
elegido rey de Bohemia, entr6 como heredero de Polonia. Se montuvo soltero,
fue justo, casto, piadoso y tuvo gran simpatfa. Fue enterrado en la Catedral _de
Vilna y canonizado en 1522. Es patrón de Polonia y Lituania y venerado en Bélgica
y N6poles como protector de la pureza en los afectos. Su imagen se representa
EL RETABLO DE LOS U:YES )57

con un lirio y una corona a sus pies, que indica que renunció a luchar por la
corona de Hungría, cuando el Papa apoyó al rey Matías.
El retablo lateral derecho culmiJia con la im~gen de San Femando, rey de Cas-
tilla y de León, que está en su centro y que viene a completar la simetría frente
al de San Luis. Fue en vida ~emando 111, hijo de Alfons~ IX de León de su y
se~da espos_a Berenguela, hiJa de Alfonso VIII d~ Ca.~tilla. Na<:ió en 1199 y
murió en Sevilla en 1252. Casó en 1219 con Beatriz, h11a de Fehpe de Suabia
más tarde emperador de Alemania; puso la primera piedra de la Catedral de Burgos;
hizo una campaña contra los moriscos. Por pacto quedaron unidos los reinos de
Castilla y de León. Viudo de Beatriz, casó en 1237 con Juana de Ponthieu, pariente
próxima de San Luis, rey de Francia, del cual él era primo hermano por parte
de su madre. En 1241 enfermó y encargó la conquista de Murcia a su hijo, pero se
recuperó y siguió peleando contra los moros. Fue canonizado en 1671. En 1729
sus restos fue~on trasladados de la Capilla Real de Sevilla a la Catedral.
Todos los santos y santas considerados, más los Reyes Magos: Gaspar, Melchor
y Baltasar, que aparecen en el cuadro de La adoración, constituyen, pues, los sím-
bolos d~ la postración de los grandes de la tierra ante el Niño Jesús, si bien, más
específicamente se trata de algunos de los grandes reyes, reinas, príncipes y prin-
cesas que de diversos modos ofrecieron sus vidas a Dios. '
Ahora bien, en el nivel del basamento del retablo, o sea, en la serie de seis santas,
la del lado extremo derecho: Santa Margarita, fue modelo de madres cristianas, en
cambio la del lado extremo izquierdo: Santa Edita, ofreció su vida a Dios en el
claustro. Las cuatro santas, dos por lado, en la ~e interior del retablo: Santa
Elena, Santa Isabel de Hungría, Santa Isabel de l>ortugal y Santa Cunegunda
fueron todas casadas, si bien la última bajo voto expreso de castidad, y excepcjo.
nales por sus virtudes y sus obras. No parece que el retablista o el escultor se
propusieron caracterizarlas con símbolos, pues salvo el caso de Santa Elena que
sostiene con el brazo derecho la cruz, las demás sólo tienen un libro abic:1 to
en la mano, o ningún accesorio que las distinga. Las actitudes de todas son
"naturalistas", pero con cierta afectación de movimientos; los paños de sus vestidos
flotan como agitados por el viento y, así, están en posiciones de marcada inten-
ción artfstrca.
De los cuatro santos, dos por lado, en el nivel del arranque de las columnas
estípites: San Hermenegildo, San Eduardo y San Casimiro, fueron solteros y
castos, y si bien San Enrique fue casado hizo pacto de castidad con su esposa.
Los dos santos mayores, San Luis y San Femando fueron excepcionales por sus
virtudes y sus obras; el primero por sus leyes y fundaciones; el segundo por sus cam-
patias contra los moros. .
Debemos tomar nota de que las santas y santos representados en el retablo son
de distintos siglos, que abarcan desde el 1v hasta el xv, y de varios países y proce-
dencias, lo que acusa un sentido de catolicidad, o universalidad, si bien hay en
todo un acento espaftol, directo o indirecto. San Femando y San Hermenegildo
son santos espaftoles importantes que tuvieron relación con las armas y _con la
conversión de infieles; sus reliquias se guardan en Espafta. Las de San Femando
fueron trasladadas a la Catedral de Sevilla en 1729, justamente cuando se construía
nuestro retablo. El otro santo mayor, San Luis, era hijo de dofia Blanca de Castilla
y_ primo hermano de San Femando;. asf, la viej~ _d~puta entre ~rancia y Espafta
VICDC a tener en el retablo una especie de reconc1hac1l>n por medio de la santidad,
en que no caben disputas. Por otra parte las reliquias de Santa Margarita se con.
servaron en El Esconal, por orden de Felipe II y, en igualdad, el mismo monarca
ordenó que alli se guardara la cabeza de San Hermcncgildo.
Asi, pues, la selección de santas y santos y su colocación en el retablo obedece
a un cierto orden, en el que quedan incluidos reyes, emperadores y prlncipes;
madres, monjas y vírgenes; solteros y castos; hombres de armas al servicio de la .
causa religiosa; mártires y beatos y, en fin, una variedad de modos de ser muy
ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO
358
amplia que tiene un solo sentido: la ofrenda de la vida a Dios y la postración,
en el retablo, ante el Mesías prometido, ante el Redentor que creó un mundo nuevo.
Contado así todo lo anterior, brevemente, tan sólo con los datos y circunstancias
indispensables, pierde el profundo dramatismo en que se desenvolvió cada una de
aquellas santas vidas y el sentido trágicq del final de algunas; pero, es justamente
esto y aquello lo que está latente tras las imágenes que se nos representan aquí
más bien con su pompa terrenal, para que tenga sentido el vasallaje que los grandes
en poder y en espíritu tributan a la "Divina Creatura". Y esto queda bien mani-
fiesto en el cuadro central de La adoración. de los reyes, que es como la clave del
tema por entero, que si bien es el principal, no es el único; con él abarcamos el
retablo solamente hasta su parte media.
Otro tema, asimismo de importancia, es el de la iglesia triunfante; comienza
en el nivel de las bases de las columnas estípites, en aquellos medallones, tres poi
lado, que contienen pequeños relieves con bustos de santos, padres de la iglesia;
sigue con los escudos, con la tiara y las llaves a los pies de San Luis y San
Fernando; culmina en el casquete con los cuatro medallones, dos a los lados del
Padre Eterno y dos en las enjutas, que representan otros tantos santos padres de la
iglesia. Además, podemos incluir en el tema los monogramas de Jesús y de María,
que en sendos escudos rematan los retablos laterales secundarios e invaden parte
del casquete, si bien tiene relación con los temas centrales del retablo: el Niño
Jesús y la Virgen María. También se relacionan con el tema: la imagen de San
José con el Niño en los brazos,· en el cuadro sobre el retablo de San Femando;
San José no podía faltar, pues completa la Sagrada Familia, ni Santa Teresa de
Avila, la gran santa española, que ocupa su puesto en la línea en que se encuentra
el grc1n santo español San Fernando, con lo cual se reafirma el acento de españolismo
que matiza los temas universales del retablo. Todo lo considerado está, pues, allí
con el sentido de: A la mayor gloria de la igl.esia triunfante .
Hay todavía un tema de capital importancia que conceptualmente se encuentra
entre la tierra y el cielo y que añade un nuevo sentido al retablo; tal tema se
concentra en la gran pintura de la parte central superior que representa La Asun-
ción de la Virgen María. En primer lugar la Catedral Metropolitana se erigió bajo
la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y por lo tanto es su patrona;
no es de extrañar, pue;s, que tal tema ocupe la parte importante que le fue desti-
nada en el Retablo de los Reyes. Otras imágenes de la Asunción tenía y tiene
la Catedral Metropolitana. Se sabe que en 1610 el platero Luis de Vargas ejecutó
una escultura en oro y esmalte, de una vara y media de alto, con la imagen de
la Asunción, que era la joya principal del templo · y que fue fundida en 1847
por el Cabildo de la Catedral. Go. En la sacristía de ésta se encuentra una gran
pintu1a con La Asunción , obra de Juan Correa, ejecutada entre 1689 y 1691.
El facistol del coro, trabajado en Filipinas, está coronado con la imagen de La
Asunción y ésta aparece también en la reja del coro, fundida en China. Por último,
por el inventario de 1704 se sabe que de los cuatro frontales de plata que tenla
el ciprés, en el principal estaba la imagen de la Asunción con serafines. Hoy día,
dentro de las naves mismas de la iglesia Catedral, sólo la gran pintura de la Asun-
ción del Retablo de los Reyes es la que domina y ha quedado por patrona y, por su
colocación, viene a tener un significativo lugar en su propio templo .
. El culto mariano, tan extendido en Espafta desde los primeros siglos del cristia-
º!smo, no ha levantado muchos templos ni erigido muchas imágenes a la Asun-
c1ón_000 en aquel pafs. Se ve!1era en Elche (Alicante), Granadella (Urida), Gua-
dala1ara, Romanones, Valencia y Zaragoza. En la Nueva Espafta el culto mariano
se presenta desde el primer momento de la Conquista con el estandarte que acom-
pafió a Cortés, con la imagen de la Purfsima Concepción, y aquel culto alcanza
todo_su esplendor con _la i!Dagen de Nuestra Sefiora de Guadalupe, hoy d{a tan
enraizado en nuestra h1stona, tan extendido y tan importante.
EL aETABLO DB LOS UYES 359
, como
En la Nueva Espa~ la ~unci ó~ fue el tema de obras de arte de calidad XVII.
pmtad a _por Alonso L6pez de Herrera (siglo
la tabla de grandes d1men~1ones la Asun-
Actualmente en las colecciones del Institu to Nacional de Bellas Artes).
Pedro García
ción del ~ltar de los Reyes de la C~tedral de Puebla, pintada por
del Palacio de
Ferrer (s1g!o XVIII); la de Rafael Ximeno y ~lanes en la capilla
ra. En general
Minería _( siglo x~m), ~ tantas otras, ya en pmtura, ya en escultu
México , en lo cual
la Asunción. ha ~ido ob1eto de culto acentuado y continuo en
olitana .
quizá haya mflwdo que sea la pa_trona de la Cated~al Metrop
se rela.
En el Retablo de los Reyes el lienzo de La ¾unción de la Virg,n María
reyes, y vicever sa,
ciona concept~al y artísti~_mente, con el de La adoración de los to
ta con el porten
pues, el nac1~mento del ~mo Jesu~, Mesías ~rometido, se comple de
do dogma
de La Asunción de la Virgen Maríd, que recientemente ha sido declara
l y la
fe; a~emás, el lienzo_ mismo de la Asunción representa la parte terrena adorac ión
celestial en que la Virgen María va a ser asumida. Ahora bien, tanto La
dentro del retablo ,
como la sección inferior del cuadro de La Asunción, quedan aún
María transpo rtada por ángeles
bajo las comisas superiores, mientras que la V.irgen
celestial,
se encuentra ya dentro de la zona del casquete, es decir en la región que
l!:temo . Por otra parte, los ángeles
puesto que allí aparece la imagen del Podre .
llevan símbol os de atribut os de la Virgen
rematan las cuatro columnas estípites se
que conside rar es el suprate rrenal, que
El último tema del retablo que hay
r y completa
forma con el casquete mismo que cierra el retablo por la parte superio
celeste y de la
el nicho monumental, que viene a ser como simbolo de la bóveda
con la imagen
región celestial, por eso se encuentra en él, centralmente, el medallón
padres de la iglesia.
del Padre Eterno y a sus lados medallones con imágenes de
les, por ángeles y queru-
Además todo el retablo está invadido por figuras celestia column as,
por los fustes de las
bines. Éstos asoman aquí y allí; aquéllos trepan o y
en símbolo s sagrado s de martiri
montan sobre remates, comisas y roleos, sostien en en vilo
de compensación, pero tambié n de vida y abunda ncia, por fin, sostien
corona. En
a la Virgen María, rodeándola y son portadores de la palma y la
y la tierra,
realidad son los ángeles del retablo el simbolo de enlace entre el cielo y están
invade n todo
entre Dios y su iglesia, entre ésta y sus santos; ellos lo s puros
presentes en todo sin distinciones terrenales ni celestia les; son los espíritu
entero. En cuanto a las frutas que en
que crean el ambiente celestial en el retablo quiero citar
son llevada s en ·brazos por los ángeles ,
racimos forman remates o
una acertada opinión de Francisco de la Maza, dice asi: GOt
y fresco
... Esto de las frutas en el barroco es, como en el gótico, no s6lo un bello quede en la
adorno, sino una ofrenda y un recuerd~ de los benefici os de Dios .. Quien .se
ón de natu-
superficialidad de aeer que es d~raa ón pura f ~~
no v~ en mtegraa la
un consaen te y auténtic o sentido religioso , no oompre nderi el
raleza y la arquitectura
Barroco.
Maria
La adoración de los reyes, la iglesia triunfante, la Asunción de la Virgen en su
son los cuatro temas que ~ompo nen el r~tablo
y el mundo supraterrenaJ,
ados unos
sentido ieligioso y en su orden conceptual y están íntimamente ielacion
con otros. totalidad, planta
La estructura del Retablo de los Reyes está concebida en su
y alzado, pata crear un espacio real y simból ico donde se aloje un mundo de
santidad, que iinde homen aje al Redent or, y un mundo celestia l y divino, que
univers o ICligioso-
todo lo trasciende desde las alturas; ambos mundos componen el de nicho
católico, que incluye el "más acá" y el "m4s allá" cristian os. La forma
la mhim a profun didad y elevaci ón a
monumental que tiene el retablo iesume de entrant es
que el arte ultrabarroco puede aspirar y lleva a su limite el sentido
todas las formas
y salientes; de juegos de luces y sombras; dentro de él caben ido. El
artísticas y los sfmbolos fundamentales del universo cristianamente conceb de vientre
nicho tiene la significación, a mi parecer, de r~cipie nte, de contine nte,
360 ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO

materno y de fecunda matriz, como es ~a _ilgksia; en _ella cabe todo, de ella todo
se produce y se reproduce en el orden cnstiano y católico. Por eso dentro del nicho
hay vida y, por lo tanto, goce, drama y t~agedia. Goce _sensual por el arte, percibido
por la vista; goce espiritual por el espectaculo de las vidas ofrendadas a Dios y por
el cielo pr_ometido, all~ patente; ~~ama p_or las sombras e~ contraste c?n luces, que
indican sentidos negativos y positivos, drama por las pruebas que tuvieron en vida
los santos y santas que allí ri~den tribut~ al Redentor, drama p~r todo lo que ~stá
alli sugerido y latente; tragedia por el fmal ~e muchas santas vidas y po~ el final
en la tierra, en el Gólgota, del Redentor. Cierto que en el retablo, creación de la
religiosidad, de la mentalidad y del .arte ultrabarroco del siglo xvm, se prefirió pre-
sentar a la matriz universal sin acentos de horror, pero una vez entrados en ella,
por la vía del goce sensual del arte, qued~ uno preso. de la hist~r~a que en~ierra
y hace surgir el dolor, el drama y la trage~ia, lo negativo y 1? _posi_tivo, esta vida y
la otra y, en resumidas cuentas, el sentido de nuestra deficiencia y de nuestra
finitud. Pero no es la única posibilidad, también hay la de la vida eterna en el
goce celestial o en las penas infernales; la primera está presente en el retablo;
la segunda es implícita. Todo lo anterior constituye la verdad que ha quedado
estable en -la obra de arte, en el Retablo de los Reyes.
Debemos preguntar ¿por qué usaron el oro para crear el ambiente celestial?,
¿por qué no mt::jor µn color o unos colores sugt;rentes de las regiones supraterre-
nales? La cuestión tiene varios aspectos. que deben ser considerados. En primer
lugar el oro ha sido -y es- el símbolo de un valor supremo, para los hombres
de la cultura occidental, no extraña pues, que para dar expresión a la vida suprema el
arte empleara tal símbolo. Por otra parte, el oro crea una atmósfera abstracta, real,
en cierto sentido, mas fuera de la realidad cotidiana; significa algo precioso de la
tierra, un beneficio de Dios, que se ofrenda al Creador en nuevas y elaboradas
formas de arte. Pero, además, hay razones históricas. Desde las tiempos del imperio
bizantino, y aun antes, el Oriente contribuyó con una expresión como el arte del
mosaico en que el oro y los_ colores dan sentido al "más allá" imaginado; el oro
y los colores entraron al arte cristiano desde entonces, como medios expresivos
insubstituibles; ellos dan riqueza y calor a los templos y transforman o transfiguran
este mundo en otro lleno de fantasía. Otra razón histórica es que los hombres
del siglo xvm gustaron -es decir: crearon - el arte ultrabarroco porque dio expre-
sión a sus más íntimos anhelos de exuberancia, de boato, de lujo, de esplendidez;
el oro_vino a colmar tales gustos y deseos. En nuestro caso, la Nueva España
estaba floreciente en la época en que se construyó el Retablo de los Reyes y las
minas se ponían en competencia para arrojar frutos abundantes, los codiciados
metales; no debe extratiar, pues, que al levantar un templo, o un retablo, se
recurriera al símbolo supremo: el oro. Además, hay una última razón de tipo
artístico y estético y es que el oro hace un contraste excelente, enriquece y con-
centra la atención en determinados puntos, a voluntad, en los severos interiores
de los templos; junto a la piedra gris es de un efecto extraordinario e insuperable.
La piedad del siglo xvm no podía ofrecer a Dios otra cosa que tu,·iera la dignidad
que tiene el oro.
El arte ultrabarroco, teatral por excelencia, expresa la l>asión, el movimiento, y
acentúa la verdad en el retablo por medio de otros medios expresivos y de otras
significaciones. Uno de sus más poderosos recursos es crear la ilusión. Crea la
ilusión del espacio terrenal y del celestial en el nicho o matriz; la de varios retablos
en uno; la de que se ve todo, cuando sólo se ve una parte a la vez, lo que le da
misterio; la de movimiento, de elevación y de esfericidad; la de permitir presenciar
port~ntos, de éste y del otro mundo; la de naturalidad y sensualidad; la de inte-
gración de las artes hermanas y de las formas artísticas de la historia, por eso las
reminiscencias de todo tipo.
Mas para crear ilusiones sensuales, sobre todo a través de la vista, y espirituales,
a través de la meditación y de la imaginación, recurre el arte a las transforma-
EL RETABLO DE LOS REYES 361

ciones.: el mármo.l, el oro y las formas objetivas son transubstanciaciones de otras


mateuas; la arquitectura es escultur~, ésta es pintura, y ésta, a su vez, se funde
con la una y la. ot~a. Así, por medio ~e la transfiguración, de la metáfora, de la
alegoría y de 1~ ilusión ~e crea una realidad maravillosa, imaginada, pero en la cual
todo su atractivo mat~ual no es ~o ~~e ~os parece ser por un momento, si bien
nos conduce. a un cum~lo_ d~ significaciones que a la postre se re4ucen a las
verdades ra~ic~les del cnsbam s~o y a~t~. todo, a la trágica verdad y condición
de nuestra fmitud y a la dramática posibilidad de nuestra salvación.
En el Retablo de los Reyes nada es estático, por el contrario, todo se encuentra
en movimiento. Las líneas verticales, subrayadas por los estípites y 'los retablos
intercolúmneos producen una tensión hacia las alturas; el arco que completa por el
frente la estructura lanza sus fuerzas hacia abajo, hasta hundirse en la tierra;
el casquete, por su forma esferoidal sugiere un movimiento envolvente que se
acentúa con la planta misma semicircular del retablo. Ya dentro del gran nicho
las imágenes. de santos y personas divinas se mueven con naturalidad y los ángeles,
angelillos y querubines vuelan y revolotean, posándose aquí y allí; las columnas
y otros elementos arquitectónicos se erizan, por así decirlo, y adquieren vibraciones y
refulgencias; las comisas se quiebran, se ondulan; las molduras suben, bajan y se
retuercen. Por fin, la Virgen María en ascenso entra en las esferas celestiales,
que se abren para recibirla. Todo es vida y movimiento dentro del esplendente
nicho, pero no se puede pasar por alto que es vida conseguida por el dolor y el
sacrificio; es un gozoso espectáculo el que se presenta a la vista, pero con un ancla
en la tierra, con un pasado doloroso, que insinúa al espectador una posibilidad en el
futuro. Además, hay que considerar que el retablo por entero sirve de fondo y
rodea la mesa del altar, allí donde tiene lugar la misa, donde se renueva constante-
mente el sacrificio del Redentor, donde se comulga con su cuerpo, el pan y el
vino, con su carne y con su sangre. ·
La estética del arte ultrabarroco tiene por medios expresivos la transfiguración,
la metáfora y la ilusión, y es, a fondo, cuando se trata del arte religioso, la estética
del drama espiritual de esta vida en relación con la otra. La belleza del Retablo de
los Reyes, no obstante lo admirados que quedamos momentáneamente frente a su
oropel es de aquella índole. Bello, alucinante, sensual y misterioso es el efecto
eI'
que retablo crea; bello es el espectáculo de la grandeza y de la santidad postradas
ante el Sefior; bello es vislumbrar por medio de las formas sensibles de un gran
arte un cielo que mueve a meditar en la allendidad de esta vida. Pero el arte
mismo al crear la belleza barroca, en verdad convulsiva en el retablo, nos desilusiona
de lo que este mundo del "'más acá" puede ser, al propio tiempo que nos crea la
ilusión de otro mundo "'más allá", y nos lo presenta como la verdadera y última
realidad. y por todo lo anteriormente dicho, la belleza del Retablo de los Reyes
es dramática en sus formas artísticas y en sus significaciones más profundas, pues no
obstante su evidente esplendor y su sentido de beatitud, en ella está latente
el drama de la posible redención individual. La posible redención cristiana pone en
tensión al hombre entre dos polos vitales y entre esta vida y la otra, en el centro
de las cuales está la realidad de nuestra finitud, de nuestra muerte propia, indi-
vidual e intransferible.

Recapitulemos: fuimos atraídos por la belleza de la obra de arte y una vez


interesados en ella, se nos reveló su verdad mediata y su verdad final. Ahora
bien, hay que considerar que .se trata de un retablo en un templo católico, es más:
del Retablo de los Reyes en la Catedral de México, que es una gran obra de arte
con significación en nuestra historia del arte y en la polf tica y social, mas es también
una obra de significación en la historia del arte barroco y en la cultura universal.
El creyente se acerca a ella en un cierto estado anímico y mental y asf la obra
cumple la verdadera función para la que fue creada; es, sin duda, la actitud más
adecuada para captar sintética e intuitivamente, por medio del arte, pero sin ·
362 ESTÉTICA DEL ARTE MEXICANO

reflexionar sobre él, la verdad que expresa y que ~ontiene el. retablo. El crítico,
el historiador, el estcta -creyentes o no- se aproximan a la obra y hacen de ella
un objeto de consid~_ración te?rica y llegai:i, por ,va!ias vías, ~u_e incluyen la sensi-
bilidad y la imaginación, a estimar la crea_ció_n, art!stica, a percibir su belleza formal,
histórici y espiritual, a comprender las sigmficaciones y la verdac1. expresada en el
retablo, y a imaginar lo imaginado por su creador. Pero todos, frente a tal obra
de arte y adentrándose en ella, sentirán -como dijo Toussaint de la Catedral-
la confianza, la que inspira como arte y belleza verdaderos y como un mundo de
vida espirit1,1al superior. También, me parece, que todos convendrán -como sintió
Toussaint en la sacristía de la Catedra)_;. en que se trata del cielo asequible en
este mundo, o sea: el arte como cielo tangible y el cielo prometido como hecho
p:itente por la belleza barroca, real, pero movediza !' .. t.érea; luminosa, pero sombría;
beata, pero dramática; gozable, pero trágica.

NOTAS

1 El estandarte de Cortés se conserva en 1s Idem, nota 6, p. 63.


el Museo Nacional de Historia de Chapul- 14 Idem, nota 6, p. 64.
tepec. Tiene por el reverso las armas de Cas- 15 Idem, nota 6, p. 69.
tilla y de León, si bien no están visibles por- 18 Idem, nota 6, p. 73.
ene el damasco original ,está sobrepuesto en 1, Idrm, nota 6, p. 74.
ótro más moderno. 18 Jdem, nota 6, p. 78.
2 La carta parece que fue escrita en 1514. 19 Idem, nota 6, p. 83.
Reproducida en Artist on Art. Goldwater 20 Idem, nota 6 p. 88.
and Treves. Pantheon Books ( New York, 21 Idem, nota 6, p. 89.
194 5). Traduzco libremente. 22 Idem, nota 6, p. 96.
8 Gómez Moreno, Manuel. Los águiltJS del 23 Jdem, nota 6, p. 97.
renacinúento español. Madrid, 1941. Consejo 24 Idem, nota 6, p. 128.
Superior de Investigaciones Científicas. Ins- 25 Cervantes de Salazar, Francisco. Túmu-
tituto Diego Velázqucz. lo imperial de ld gran ciudad de México
"Sánchez Pérez, José Augusto. El culto (1559). En México, por Antonio de Espino-
mariano en España. Madrid, 194 3. Consejo sa, 1560. He utilizado la Edición "Alcancía"
Superior de Investigaciones Científicas. Ins- (facsimilar), México, 19 39. Publícanlo Jus-
tituto Antonio de Nebrija. tino Fernández y Edmundo O'Gorman, pre•
5 Moreno, Juan José. Fragmentos de ld cedido de un prólogo por Federico Gómez
vida y virtudes del V. Illmo y Rmo. S. Dr. de Orozco. ·
D. Vasco de Quiroga. México, 1766, cap. 28 Idem, nota 2 5, p. l.
XI, p. 63. 2'1 ldem, nota 2 5, p. 2.
León, Nicolás. El Illmo. Señor Don Vasco 28 Idem, nota 25, p. 3.
de Quiroga. Primer obispo de Michoacán. 211 Idem, nota 25, p. 8.
México, 1903, p. 26. 80 ldem, nota 25, p. 13.
8 Cervantes de Salazar, Francisco. México 81 Arias de Villalobos, Bachiller. México
en 15 54. Tres diálogos latinos. México, 15 54. en 1623 (debe ser 1603). Documentos inédi•
Primera edición de Juan Pablos. Segunda edi- tos o muy raros para la historia de Méx!co,
ción, México, 1875. Traducidos por don publicados por Gennro García, t. xn. México,
Joaquln Carda Jcazbalceta. He utilizado por 1907.
cuestión prktíca la edición de la Biblioteca 82 Idem, nota 31, p. 147 (Túmulo de Fe-
del Estudiante Universitario, vol. 3. México, lipe 111).
1939. Notas preliminares de Julio Jiméncz 83 Jdem, nota 31, pp. 153 y 154. Can-
Rueda. Edic. de la Universidad Nacional ción J,
Autónoma de México. 84 ldem, · nota 31, p. 181. Obediencia.
'1 Idem, nota 6, pp. 51 y 52. Soneto.
8 Idem, nota 6, p. 54. 811 Idem, nota 31, p. 183. Mercurio.
9 ldem, nota 6, p. 55. 88 Jdem, nota 31, pp. 199 a 279.
10 Idem, nota 6, p. 56. 8'1 Balbuena Bernardo de. GrandeUJ me•
11 Idem, nota 6, p. 59. xicana ( 1' ed.,• 1604). He utilizado la edición
u Idem, nota 6, p. 62. de la Biblioteca del Estudiante Universitario.

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