Fernández - Justino - El Retablo de Los Reyes
Fernández - Justino - El Retablo de Los Reyes
Fernández - Justino - El Retablo de Los Reyes
,
ESTETICA
DEL ARTE MEXICANO .,..:.
COATLICUE
EL RETABLO DE LOS REYES
EL HOMBRE
mental hace perder fuerza a los contrastes de sus elementos, lo aplana un poco, y
no hay que olvidar que las obras barrocas viven ante todo de los fuertes contrastes
de luz y sombra. Mas, ya sea que se le contemple con un efecto de iluminación 0
con otro, el Retablo de los Reyes impresiona el ánimo por sus proporciones y por
su espléndida y dramática belleza barroca.
La Capilla de los Reyes en la Catedral Metropolitana se erigió en el ábside
mismo, que es de planta poligonal; al fondo se instaló el altar, aislado, y tras él,
envolviendo y cubriendo los muros, el retablo. Su autor, Jerónimo Balbás, o
de Bc1lbás, lo proyectó y su construcción duro 7 afios, de 1718 a 1725. Ahora
bien, Balbás adelantó el retablo entero ( véase la planta) despegándolo del muro
del fondo para dejar allí un espacio donde alojar las escaleras tras del retablo;
esto hizo que no coincidiera exactamente su planta con las formas arquitectónicas
del ábside. Las dos primeras grandes pilastras del retablo, a uno y otro lado, no
coinciden, como parece que debería de ser, con las pilastras que sobresalen de los
muros mismos, pues aquéllas quedan más adelante que éstas. Tal desajuste tiene
una consecuencia y es que el retablo en lo alto invade en parte los vanos de las
ventanas rectangulares y los marcos de los óculos a uno y otro lado. En realidad
el desajuste no tiene mucha importancia para el efecto total, pero revela que al
retablista barroco le importó un bledo el marco general de severa arquitectura
clásica en que colocó su retablo. Además, como el retablo no cubría en su totalidad
los muros laterales, se instalaron allí otros retablos de menor importancia, planos,
de escaso relieve, tallados, dorados y con pinturas que completan la decoración y
contribuyen al efecto total de gruta de oro, sin restarle interés al Retablo de los
Reyes mismo.
El Retablo de los Reyes abarca de muro a muro, lateralmente, y tiene 13.75
metros de ancho, 7.50 metros de fondo, y del piso del presbiterio hasta la bóve-
da unos 25 metros de altura. Ya su planta revela su movido barroquismo, pues su-
giere un perfil coruscante que se desarrolla a lo largo de tres grandes líneas maes-
tras, que recuerdan las poligonales del ábside mismo. En realidad tal planta tiene
un orden perfecto y en parte basado, estructuralmente, en conceptos arquitect6-
nicos clásicos. Balbás colocó dos pilastras laterales paralelas a los muros y otras
dos en los ángulos al fondo del retablo, pero éstas, esviajadas, sobre ejes diago-
nales, y sus bases son ligeramente cóncavas en la cara principal. Asf, las cuatro
grandes pilastras suavizan, por su colocación, el poliangulismo y sugieren el medio
circulo. En ambos lados y entre pilastra y pilastra resaltan otras menores que
forman sendos retablos secundarios. El espacio al fondo aparece muy sencillo en
planta, pero en alzado forma un tercer retablo de mayor complicación que los late-
rales y en .él se alojan dos grandes pinturas. Asf, la planta misma está concebida
para lograr el efecto de nicho monumental en alzado y a: pesar de su extremo barro-
quismo permite darse cuenta. de la concepción general, que consiste ~_: tres paños
verticales, con sus correspondientes retablos flanqueados por antas o pilastras, frente
a las cuales se levantan sendas columnas estípites, que marcan y disimulan a la
vez el poUgono, y un casquete que unifica todo en lo alto y que · afecta la forma
esferoidal, es decir, el casquete es de un ..cuarto de naranja". Vista ast, la estruc-
tura fundamental resulta de cierta sencillez, mas, cuando se desarrolla con plenitud
de formas, con los retablos intercolúmneos secundarios, con las esculturas y pintu-
ras en sus respectivos marcos y demás elementos, es cuando la complicación se
agiganta y resulta casi indescriptible.
Si se contempla en elevación el retablo, oculta siempre algunos de sus elemen-
tos, por su forma semicircular, y hay que ponerse en movimiento para ver todas
sus partes. De frente las pilastras laterales sobre los muros, reforzadas por contra-
pilastras, suben hasta rematar en capiteles de orden compuesto, y sobre éstos s_e
eleva una porción de entablamento, con su comisa. De ahi arranca la arqui-
vuelta, que llega hasta la bóveda del ábside y cuyos extremos laterales, entre la
347
EL RETABLO DE LOS REYES
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IL JBTABLO DE LOS REYES
con enjutas, con medallones. Ficil-
arquivue)ta, los muros y la bóveda, se cubren
pites, frente a las correspondientes
mente vis!bles son las cuatr~ grandes columnas estf
retablos laterales secundarios entre
antas o pilastras y de su misma altura; pero los
paftos en que se encuentran están
eJJas quedan semiocultos, no obstante que los
mna, estfpites de menor tamafto
sesgados. Estos retablos se componen de dos colu descansan sobre ornamentadas
que
que )as cuatro grandes de que se ha hablado, entado perf il- que simula un
o -de accid
ménsulas; al centro queda un rectángul Luis en el de la izquierda; San
nicho .en que se aloja una escultura de santo (San najes; a sus pies unos angelillos
Femando en el de la derecha), bajo garbosos corti iglesia; en la parte alta de las
la
sostienen un escudo con la tiara y las naves de
curv o y roto enrosca sus puntas en volu-
columnas, sobre sus comisas, un frontón
les nevando frutas entre los brazos
tas; sobre esas formas curvas se asientan ánge ro. Aún, sobre de éste, hay un
y al centro hay un gran remate en forma de frute arriba un escudo con monogra-
más
cuadro de marco curvilfneo con una pintura y compone en s( un retablo particular
ma. El gran pafio central al fondo de) retab lo
para que sirva de fondo a la mesa
y es de sencilJa ornamentación en su parte baja
ios se aloja una gran pintura al
del altar; al nivel de los retablos laterales secundar
a en molduras y con un espléndido
óleo (con la Adoración de los reyes), enmarcad cortinajes; sobre la anterior pin-
y
remate con comisas de movido perfil, angelillos ( con la Asunción de la Virgen)
tura se encuentra otro gran lienzo pinta do al óleo
comisas de las grandes columnas
que desde ese nivel se eleva más arriba de las remate, con quebradas comisas,
estípites, interrumpiendo el entablamento, y cuyoA los lados de la pintura central
angelillos y cortinajes, invade parte del casquete. columnas estípites, que rematan
n
(con la Adoración de los reyes) se encuentra los. que montan ángeles llevando
en fragmentos de front ones curvos y rotos sobre
los laterales secundarios y están al
frutas; son en todo semejantes a los de los ·retab lo al pafio del fondo. Sobre de
mismo nivel, de manera que completan este retab Asunción de la Virgen) hay unas
él y a ambos lados de la pintura mayor (con la son parte de las comisas con que
pilastras y ·sobre de ellas unas fuertes volutas, queese nivel y sobre el casquete se
rematan las grandes columnas estípites. Desde retablo inferior parece continuarse
levanta el gran remate sobre la pintura. Así, el ás, las dos grandes columnas estí-
hasta llegar· a este remate superior y como, adem cal a lo largo de sus dos cuerpos,
pites esviajadas flanquean tal composición verti y así se acentúa el sentido de ver-
la ilusión de un gran retablo central es completa
ticalidad y de riqueza de elementos.
tación se organiza en tres gajos,
El casquete cubre todo el nicho y su ornamenes columnas estípites, y en cada
· cuyas intersecciones siguen los ejes de las grand el Padre Eter no).
uno de los gajos se aloja un medallón (al centro
la estructura, o composición, del
He intentado hasta aquí dar alguna idea de no es suficiente. Resulta indis-
retablo, es decir, de su parte arquitectónica, pero
nen e integran en el todo las
pensable considerar ahora la forma en que se dispo a las bases de las pilastras sobre
esculturas. De frente, en los extremos y adosadasse encuentran repisas con tacones,
los muros, o sea en las caras laterales de éstas, arita, a la izquierda, y Santa Edita
que sostienen escult1,1ras de santas (Santa Marg naturales. Otras dos más por lado,
a la derecha) de proporciones mayores que las entran en los ejes de las colum-
de esas esculturas y en iguales condiciones, se encu Elena y Santa Isabel de Hungría a
nas estípites de los retablos secundarios (Santa
la. iz.quierda; Santa Isabel de Portugal y Sant a Cunegunda . a la derecha). Son, pues,
basamento general del retablo:
seis esculturas en total, tres por lado, al nivel del les y una a cada lado de las
d?s por lado bajo los retablos secundarios latera o al total del retablo. Ahora bien,
P~t ras pegadas a los muros que hacen de marc ites y frente a estas mismas, sobre
al ~1~1 de~ arranque de ~s grandes columnas estíp se encuentran cuatro escultu-
repQaS salientes sostenidas por elaboradas ménsulas, Enrique a la izquierda; San Eduar-
ras m4s, dos por lado (San Hermenegildo y San nivel más alto y al centro de los
do Y San Casimiro a la derecha). Todavía en un
350 DTiTICA DEL AllTE MEXICAMO
retablos secundarios, que les sirven de marco, se levantan dos esculturas (San Luía
a la izquierda; San Femando, a la derecha), una por lado, en sus correapondien~
especies de nichos, sobre repisas salientes con ménsulas y ba¡·o cortinajes· es~n
flanqueadas por las columnas estfpites menores que sostienen e complicad~ rema.
te. Son doce en total las esculturas de santos, que a la vez son reyes, que a distiJl-
tos niveles completan la ornamentación y el sentido simbólico del retablo. Mas
aún faltan por considerar: los angelillos menores que aquí y am cumplen su misión
funcional y decorativa; los fogcles que rematan los retablos secundarios llevando
frutas; los que intervienen en los remates de las grandes pinturas centrales y sobre
todo, los cuatro que sobre las monumentales columnas estípites se apoyan er:
rema-
tes curvos y llevan en sus manos atributos de la Virgen, como pequeftas maquetas
de templos, una fuente y un pozo. Todos los ángeles del retablo, chicos y grandes
son airosos en sus movimientos, sensuales y con vistosas vestiduras, cuando ~
tienen. La escultura, ya sea de bulto redondo, como los santos reyes y la mayoria
de los ángeles, o bien la ornamental de roleos, conchas, frutas, hojarascas, molduras
y cortinajes, así como la de los relieves de los medallones principales y secunda-
rios, toda es de talla excelente, movida y frondosa; cuando se aplana, como en el
casquete, es que obedece a una intención, a un efecto especial, y lo mismo sucede
cuando se abulta exageradamente, como en las ménsulas y remates, algunos de
bulto redondo. La escultura es casi todo en el retablo, la arquitectura parece con-
cebida sólo para sostenerla. Las columnas estípites mismas, de elegantísimas pro-
porciones, son en sí obras de escultura, si bien de forma y función arquitectónicas.
Es difícil, si no es que imposible marcar el límite entre escultura y arquitectura
en un retablo como el de los Reyes.
La pintura queda también integrada con la arquitectura y la escultura, cum-
pliendo así el principio barroco de la integración de las artes en la unidad de las
obras. En el Retablo de los Reyes dos grandes lienzos de pintura al óleo forman
su parte central y dan el sentido más profundo de su concepción por entero. El
primero, de 4.62 metros de altura por 2.30 metros de a·ncho, en un nivel accesi-
ble fácilmente a la mirada, queda a la altura de los retablos secundarios laterales;
su marco se compone, por los lados, de columnas estípites que rematan en frag-
mentos de frontones curvos y rotos sobre los que montan ángeles llevando frutas;
la parte central superior es espléndida, con molduras quebradas y curvas, conchas,
hojarasca, cortinajes y cuatro angelillos llenos de gracia y movimiento, que llevan
palmas en sus manos. Sobre el remate sobresalen cuatro cornucopias dispuestas
para que sus velas iluminen la pintura superior y que son las únicas luces artificia-
les que incluyó el autor del retablo. Tal marco rodea la pintura_que tiene por tema:
La adoración de los reyes; se forma de un rectángulo alargado y sus partes supe-
rior e inferior se interrumpen para dar lugar a semicírculos, y por todo ese barroco
perfil corre una moldura. El lienzo ya de por sí de tonos oscuros y, además, oscu-
recido por el tiempo, produce el efecto de una gran ventana que permite ver entre
sombras v luces una escena movida v dramática. El oro del retablo parece abrirse
para dejar ver el portento. Pero no es el único punto en que tal sucede, pues arriba
del lienzo considerado hay otro de mayores proporciones, 6.3 5 metros de alto ~r
2. 30 metros de ancho, cuya forma rectangular alargada se remata con un semi-
cfrculo. Contiene otro portento : Lct Asunción de la Virgen Mctria, que se ve a tia·
vés de otra especie de mágica ventana colosal. En realidad todo .el retablo parece
servirle de marco, por lo que sólo se acentuó el remate sobre el benzo, que mvade
el casquete hasta abajo del medallón con el relieve policromado del Pddre Eterno,
pero, además, esa reminiscencia. se confirma Ji>ºr el efecto de los gajos del casquete
que en la parte central y continuando l~s eies verticales se unen en un punto y
desde una
parecen recorda~ el arco apuntado . gótico. Este efecto se percibe sino
e no sólo el retablo entero
distancia conveniente para que la mirada abarqu su verda-
parte del piso de la nave; entonces, todas las líneas estruct urales cobran
te. Mas el reta-
dero sentido y ~e unen en el ~unto centra~ J?lás el_evado ~el casque princi pios-,
blo tiene también en su arq~utectura remm1 scencia s - . s1 no es que
bien romana
clásicas. Desde luego la arqmvolta que lo remata es bien elocuente, ctónico;
ademá s, los elemen tos arquite
bien románica y clásica su estructura. Pero, ras, no
entabl ament os, comisa s y moldu
tales como bases, columnas, capiteles, son fun-
ntados en formas caprich osas,
obstante estar libremente utilizados y fragme ta,
tiene un orden estruct ural clasicis
damentalmente elementos clásicos; el retablo ta con
sostén y todo ese orden se comple
la fantasía opera con libertad sobre ese
el medio casquete que remeda, en fin, una bóveda clásica. Otra
reminiscencia más
e en los medall ones. Ahora bien: reminis-
es la plateresca, o renacentista, patent es lo que
clasicis tas puesta s en libre juego
cencias de todas clases y las inequívocas ación
rroca, porque no hay en ella la moder
produce esta obra típicamente ultraba to a las
te las liberta des de éstas respec
que caracteriza las obras barrocas, no obstan muy cla-
del arte barroc o típico, éste a veces
formas clásicas, sino que va más allá gura en
princip ios clásico s de hecho los transfi
sicista., y si bien conserva ciertos os ultra- .
que a falta de mejor nombr e le llamam
algo distinto, en un arte nuevo,
barroco.
r del racio-
Por su pretendida irracionalidad, o a lo menos pqr su afán de escapa lo que le
nalismo, el arte ultrabarroco no marca límites entre las artes, porque ctónicas
arquite
interesa es la unidad de ellas y el efecto total; así, usa las formas ejemplo, los
como escultura; la escultura con sentido pictóri co -consi dérese por
queda fundid a entre
nichos con santos de los retablos secundarios--; y la pintura fuertes con-
la arquitectura y la escultura, a la :cual en cierto modo imita con sus
de que está hecho un retablo
trastes de claroscuro. Por otra · parte los materiales les; todo el
como el de los Reyes transfiguran sus calidades y cualidades esencia
imient o de hoja de oro sobre
basamento del retablo imita el mármol; todo el recubr mía de vesti-
las formas de madera simula que éstas son de oro macizo ; la policro
telas y brocad os; las pintura s por su parte,
mentas de santos y de ángeles remedan escena s terrena -
además de su vigoroso y escultó rico clarosc uro crean la ilusión de
de los nichos
les, divinas y celestiales; las esculturas (San Luis y San Femando) composi-
centrales de los retablo s secund arios, con sus marcos y cortina jes forman
to, transp orta al
ciones pictóricas, más que escultóricas; y el retablo, en conjun alude al pasado
espectador a un mundo distinto del cotidiano, a otra realida d que
al convertir
de la historia religiosa, espiritual, que es gozable en el presente y que ahí su tensión
el gozo en meditación hace que el futuro inexora ble se revele y de
remeda r, crear la ilusión de realidades
y dramaticidad. Ahora bien: imitar, simular, s de· la rea-
· lejanas en el tiempo, transportar a otros mundo s, aludir a otros sentido
son. todas. funcio_ ne~ ~el _arte, a que e! ultra-
lidad y hacer que la verdad_ se revele_, Su esencia , por
barroco dio máxima expresión artístic a, simból ica Y' s1gmf1 cabva.
estable en la
así decirlo, consiste en la transfiguración de la realidad para hacer
obra la verdad; pero ¿de qué verdad se trata? y la del
En general, la escultura barroca que forma cuerpo con la arquitectura, mente sino
Retablo de los Reyes en particular, no debe ser considerada aislada
ras del Retabl o de los Reyes
inserta en el conjunto a que pertenece. Las escultu ón clásica
son adecuadas a su función 11mb6lica y decorativa; en ellas la tradici y vuelos
naturalista está presente, si bien por sus actitud es, garbo, movim ientos
inferior del
de sus pafios son bien barrocas. Las de las santas reinas de la parte las que se
retablo están tratadas con mayor cuidado y belleza , pues, ademá s, son
les dan un
ven más de cerca; los tonos de sus carnes y la riqueza de sus atavíos movimiento·
singular encanto, nunca exento de dramat ismo en sus actitud es, ni de ,
352 ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO
madre, dofia Blanca de Castilla, hasta su mayoría de edad en 1236. Casó con Mar-
garita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza, con dispensa de Roma
el parentesco. Dofta Blanca babia establecido la inquisición en el sur de Francia ~
122~, y la confió a _los dominicos. ~uis dio sabias leyes; se esforzó en arreglar 'cfis.
cardias; fue muy piadoso y compasivo con los pobres; fundó hospitales· adquirió
de los venecianos la corona de espinas de Jesucristo, que junto con otra; reliquias
gua~dó en la santa capilla que hizo construir en su propio ~alacio en. Parls. Viajó
a Tierra Santa y estuvo en las Cruzadas. De regreso a Francia favoreaó a Roberto
Sorbón, que fundó en París la Facultad de Teologfa, llamada La Sorbona. Regresó
con los cruzados a Africa y murió en 1270; fue enterrado en San Dionisio de
Parls y canonizado en 1297. Fue primo hermano de San Femando.
En el lado derecho del Retablo de los Reyes y al nivel del basamento en el
orden correspondiente que guardan las imágenes ya consideradas, se en~entran
bajo el retablo lateral secundario: Se1nta Isabel de Portugal, llamada en vi~
"la santa reina" y también "la reina pacificadora". Nació en Barcelona, s~n
algunos, pero probablemente en Zaragoza, en 1274. Fue bija de Pedro 111 de
Aragón y de Constanza de Sicilia. Le dieron una esmerada educación; era
virtuosa
y bella. Casó a los doce aiios con Dionisia, rey de Portugal. Cuidó de los bastardos
de su marido com·o su propia madre. El reinado de Dionisia le debe a ella todas
sus obras sociales, artísticas, de política y otras. Se distinguió por su amor a Dios
y a los pobres. Peregrinó a Compostela; perteneció a la Tercera Orden de San
Francisco; vivió con las monjas clarisas de Coimbra, cuyo monasterio fundó; fue
pacificadora en disputas entre reyes enemigos y en las guerras y viajó para ello
aun a costa de su salud. Murió en 1336. Junto a Santa Isabel de Portugal se
encuentra Santa Cu.negundd, emperatriz, bija del primer conde de Luxemburgo
y casada con San Enrique, duque de Baviera y sucesor de Otón 111, con quien
vivió en castidad por voto expreso. Fue proclamada emperatriz en 1002. Cuando
en 1O14 fue a Roma con su esposo para recibir la diadema imperial se sospechó
de su fidelidad conyugal y se le impusieron zapatos con suelas hechas ascuas,
como prueba de Dios, y no recibió daflo alguno. Su esposo murió en 1032 y
ella se retiró al Convento del Confugio, cerca de Cassel, que había fundado; ali
vivió qaince atios trabajando para sustentarse y murió en 1040. Fue enterrada
junto a su marido en Bamberg y canonizada en 1200. En el mismo nivel en que se
encuentran las dos imágenes anteriores, pero frente a la nave y adosada a la pilastra
lateral derecha, se ve a Se1nta Edita, princesa, bija de Edgar, rey d~ Inglaterra.
Nació en 962; tomó el velo al entrar en la orden de San Benito, rehusó la dirección
de varios monasterios y la corona del reinado, a la muerte de su hermano San
Eduardo, asesinado por su madrastra en 978. Erigió una iglesia en honor de
San Dionisia, donde fue enterrada al morir en 984. Se hizo célebre por sus muchos
milagros.
En el nivel superior, a la altura de las grandes columnas estípites están: San
Edwrdo, mártir y rey de Inglaterra, Eduardo 11 (hermano de Santa Edita). Nació
en 962 (7) y sucedió a su padre en el trono en 97~. Tres afios ims tard~ !ue
asesinado por orden de su madrastra. Junto a esta imagen se ve a San Ca,imiro,
príncipe de Polonia y gran duque de Lituania, hijo del rey de Polonia., Casimiro IV
y de Isabel de Austria. Nació en 1458 y murió en 1484. Fue educado por Juan
Dlugloss, llamado Longinos y por el toscano Buonaccorsi, llamado Calimaco. A los
trece aftos un partido de Hungría le ofreció la corona de su pueblo, que aceptó
y se fue a pelear contra los turcos. Su padre Jo persiguió, fue destronado y huyó a
Polonia; fue adverso a su causa el Papa Sixto IV, p~ro cuando su hermano fue
elegido rey de Bohemia, entr6 como heredero de Polonia. Se montuvo soltero,
fue justo, casto, piadoso y tuvo gran simpatfa. Fue enterrado en la Catedral _de
Vilna y canonizado en 1522. Es patrón de Polonia y Lituania y venerado en Bélgica
y N6poles como protector de la pureza en los afectos. Su imagen se representa
EL RETABLO DE LOS U:YES )57
con un lirio y una corona a sus pies, que indica que renunció a luchar por la
corona de Hungría, cuando el Papa apoyó al rey Matías.
El retablo lateral derecho culmiJia con la im~gen de San Femando, rey de Cas-
tilla y de León, que está en su centro y que viene a completar la simetría frente
al de San Luis. Fue en vida ~emando 111, hijo de Alfons~ IX de León de su y
se~da espos_a Berenguela, hiJa de Alfonso VIII d~ Ca.~tilla. Na<:ió en 1199 y
murió en Sevilla en 1252. Casó en 1219 con Beatriz, h11a de Fehpe de Suabia
más tarde emperador de Alemania; puso la primera piedra de la Catedral de Burgos;
hizo una campaña contra los moriscos. Por pacto quedaron unidos los reinos de
Castilla y de León. Viudo de Beatriz, casó en 1237 con Juana de Ponthieu, pariente
próxima de San Luis, rey de Francia, del cual él era primo hermano por parte
de su madre. En 1241 enfermó y encargó la conquista de Murcia a su hijo, pero se
recuperó y siguió peleando contra los moros. Fue canonizado en 1671. En 1729
sus restos fue~on trasladados de la Capilla Real de Sevilla a la Catedral.
Todos los santos y santas considerados, más los Reyes Magos: Gaspar, Melchor
y Baltasar, que aparecen en el cuadro de La adoración, constituyen, pues, los sím-
bolos d~ la postración de los grandes de la tierra ante el Niño Jesús, si bien, más
específicamente se trata de algunos de los grandes reyes, reinas, príncipes y prin-
cesas que de diversos modos ofrecieron sus vidas a Dios. '
Ahora bien, en el nivel del basamento del retablo, o sea, en la serie de seis santas,
la del lado extremo derecho: Santa Margarita, fue modelo de madres cristianas, en
cambio la del lado extremo izquierdo: Santa Edita, ofreció su vida a Dios en el
claustro. Las cuatro santas, dos por lado, en la ~e interior del retablo: Santa
Elena, Santa Isabel de Hungría, Santa Isabel de l>ortugal y Santa Cunegunda
fueron todas casadas, si bien la última bajo voto expreso de castidad, y excepcjo.
nales por sus virtudes y sus obras. No parece que el retablista o el escultor se
propusieron caracterizarlas con símbolos, pues salvo el caso de Santa Elena que
sostiene con el brazo derecho la cruz, las demás sólo tienen un libro abic:1 to
en la mano, o ningún accesorio que las distinga. Las actitudes de todas son
"naturalistas", pero con cierta afectación de movimientos; los paños de sus vestidos
flotan como agitados por el viento y, así, están en posiciones de marcada inten-
ción artfstrca.
De los cuatro santos, dos por lado, en el nivel del arranque de las columnas
estípites: San Hermenegildo, San Eduardo y San Casimiro, fueron solteros y
castos, y si bien San Enrique fue casado hizo pacto de castidad con su esposa.
Los dos santos mayores, San Luis y San Femando fueron excepcionales por sus
virtudes y sus obras; el primero por sus leyes y fundaciones; el segundo por sus cam-
patias contra los moros. .
Debemos tomar nota de que las santas y santos representados en el retablo son
de distintos siglos, que abarcan desde el 1v hasta el xv, y de varios países y proce-
dencias, lo que acusa un sentido de catolicidad, o universalidad, si bien hay en
todo un acento espaftol, directo o indirecto. San Femando y San Hermenegildo
son santos espaftoles importantes que tuvieron relación con las armas y _con la
conversión de infieles; sus reliquias se guardan en Espafta. Las de San Femando
fueron trasladadas a la Catedral de Sevilla en 1729, justamente cuando se construía
nuestro retablo. El otro santo mayor, San Luis, era hijo de dofia Blanca de Castilla
y_ primo hermano de San Femando;. asf, la viej~ _d~puta entre ~rancia y Espafta
VICDC a tener en el retablo una especie de reconc1hac1l>n por medio de la santidad,
en que no caben disputas. Por otra parte las reliquias de Santa Margarita se con.
servaron en El Esconal, por orden de Felipe II y, en igualdad, el mismo monarca
ordenó que alli se guardara la cabeza de San Hermcncgildo.
Asi, pues, la selección de santas y santos y su colocación en el retablo obedece
a un cierto orden, en el que quedan incluidos reyes, emperadores y prlncipes;
madres, monjas y vírgenes; solteros y castos; hombres de armas al servicio de la .
causa religiosa; mártires y beatos y, en fin, una variedad de modos de ser muy
ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO
358
amplia que tiene un solo sentido: la ofrenda de la vida a Dios y la postración,
en el retablo, ante el Mesías prometido, ante el Redentor que creó un mundo nuevo.
Contado así todo lo anterior, brevemente, tan sólo con los datos y circunstancias
indispensables, pierde el profundo dramatismo en que se desenvolvió cada una de
aquellas santas vidas y el sentido trágicq del final de algunas; pero, es justamente
esto y aquello lo que está latente tras las imágenes que se nos representan aquí
más bien con su pompa terrenal, para que tenga sentido el vasallaje que los grandes
en poder y en espíritu tributan a la "Divina Creatura". Y esto queda bien mani-
fiesto en el cuadro central de La adoración. de los reyes, que es como la clave del
tema por entero, que si bien es el principal, no es el único; con él abarcamos el
retablo solamente hasta su parte media.
Otro tema, asimismo de importancia, es el de la iglesia triunfante; comienza
en el nivel de las bases de las columnas estípites, en aquellos medallones, tres poi
lado, que contienen pequeños relieves con bustos de santos, padres de la iglesia;
sigue con los escudos, con la tiara y las llaves a los pies de San Luis y San
Fernando; culmina en el casquete con los cuatro medallones, dos a los lados del
Padre Eterno y dos en las enjutas, que representan otros tantos santos padres de la
iglesia. Además, podemos incluir en el tema los monogramas de Jesús y de María,
que en sendos escudos rematan los retablos laterales secundarios e invaden parte
del casquete, si bien tiene relación con los temas centrales del retablo: el Niño
Jesús y la Virgen María. También se relacionan con el tema: la imagen de San
José con el Niño en los brazos,· en el cuadro sobre el retablo de San Femando;
San José no podía faltar, pues completa la Sagrada Familia, ni Santa Teresa de
Avila, la gran santa española, que ocupa su puesto en la línea en que se encuentra
el grc1n santo español San Fernando, con lo cual se reafirma el acento de españolismo
que matiza los temas universales del retablo. Todo lo considerado está, pues, allí
con el sentido de: A la mayor gloria de la igl.esia triunfante .
Hay todavía un tema de capital importancia que conceptualmente se encuentra
entre la tierra y el cielo y que añade un nuevo sentido al retablo; tal tema se
concentra en la gran pintura de la parte central superior que representa La Asun-
ción de la Virgen María. En primer lugar la Catedral Metropolitana se erigió bajo
la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y por lo tanto es su patrona;
no es de extrañar, pue;s, que tal tema ocupe la parte importante que le fue desti-
nada en el Retablo de los Reyes. Otras imágenes de la Asunción tenía y tiene
la Catedral Metropolitana. Se sabe que en 1610 el platero Luis de Vargas ejecutó
una escultura en oro y esmalte, de una vara y media de alto, con la imagen de
la Asunción, que era la joya principal del templo · y que fue fundida en 1847
por el Cabildo de la Catedral. Go. En la sacristía de ésta se encuentra una gran
pintu1a con La Asunción , obra de Juan Correa, ejecutada entre 1689 y 1691.
El facistol del coro, trabajado en Filipinas, está coronado con la imagen de La
Asunción y ésta aparece también en la reja del coro, fundida en China. Por último,
por el inventario de 1704 se sabe que de los cuatro frontales de plata que tenla
el ciprés, en el principal estaba la imagen de la Asunción con serafines. Hoy día,
dentro de las naves mismas de la iglesia Catedral, sólo la gran pintura de la Asun-
ción del Retablo de los Reyes es la que domina y ha quedado por patrona y, por su
colocación, viene a tener un significativo lugar en su propio templo .
. El culto mariano, tan extendido en Espafta desde los primeros siglos del cristia-
º!smo, no ha levantado muchos templos ni erigido muchas imágenes a la Asun-
c1ón_000 en aquel pafs. Se ve!1era en Elche (Alicante), Granadella (Urida), Gua-
dala1ara, Romanones, Valencia y Zaragoza. En la Nueva Espafta el culto mariano
se presenta desde el primer momento de la Conquista con el estandarte que acom-
pafió a Cortés, con la imagen de la Purfsima Concepción, y aquel culto alcanza
todo_su esplendor con _la i!Dagen de Nuestra Sefiora de Guadalupe, hoy d{a tan
enraizado en nuestra h1stona, tan extendido y tan importante.
EL aETABLO DB LOS UYES 359
, como
En la Nueva Espa~ la ~unci ó~ fue el tema de obras de arte de calidad XVII.
pmtad a _por Alonso L6pez de Herrera (siglo
la tabla de grandes d1men~1ones la Asun-
Actualmente en las colecciones del Institu to Nacional de Bellas Artes).
Pedro García
ción del ~ltar de los Reyes de la C~tedral de Puebla, pintada por
del Palacio de
Ferrer (s1g!o XVIII); la de Rafael Ximeno y ~lanes en la capilla
ra. En general
Minería _( siglo x~m), ~ tantas otras, ya en pmtura, ya en escultu
México , en lo cual
la Asunción. ha ~ido ob1eto de culto acentuado y continuo en
olitana .
quizá haya mflwdo que sea la pa_trona de la Cated~al Metrop
se rela.
En el Retablo de los Reyes el lienzo de La ¾unción de la Virg,n María
reyes, y vicever sa,
ciona concept~al y artísti~_mente, con el de La adoración de los to
ta con el porten
pues, el nac1~mento del ~mo Jesu~, Mesías ~rometido, se comple de
do dogma
de La Asunción de la Virgen Maríd, que recientemente ha sido declara
l y la
fe; a~emás, el lienzo_ mismo de la Asunción representa la parte terrena adorac ión
celestial en que la Virgen María va a ser asumida. Ahora bien, tanto La
dentro del retablo ,
como la sección inferior del cuadro de La Asunción, quedan aún
María transpo rtada por ángeles
bajo las comisas superiores, mientras que la V.irgen
celestial,
se encuentra ya dentro de la zona del casquete, es decir en la región que
l!:temo . Por otra parte, los ángeles
puesto que allí aparece la imagen del Podre .
llevan símbol os de atribut os de la Virgen
rematan las cuatro columnas estípites se
que conside rar es el suprate rrenal, que
El último tema del retablo que hay
r y completa
forma con el casquete mismo que cierra el retablo por la parte superio
celeste y de la
el nicho monumental, que viene a ser como simbolo de la bóveda
con la imagen
región celestial, por eso se encuentra en él, centralmente, el medallón
padres de la iglesia.
del Padre Eterno y a sus lados medallones con imágenes de
les, por ángeles y queru-
Además todo el retablo está invadido por figuras celestia column as,
por los fustes de las
bines. Éstos asoman aquí y allí; aquéllos trepan o y
en símbolo s sagrado s de martiri
montan sobre remates, comisas y roleos, sostien en en vilo
de compensación, pero tambié n de vida y abunda ncia, por fin, sostien
corona. En
a la Virgen María, rodeándola y son portadores de la palma y la
y la tierra,
realidad son los ángeles del retablo el simbolo de enlace entre el cielo y están
invade n todo
entre Dios y su iglesia, entre ésta y sus santos; ellos lo s puros
presentes en todo sin distinciones terrenales ni celestia les; son los espíritu
entero. En cuanto a las frutas que en
que crean el ambiente celestial en el retablo quiero citar
son llevada s en ·brazos por los ángeles ,
racimos forman remates o
una acertada opinión de Francisco de la Maza, dice asi: GOt
y fresco
... Esto de las frutas en el barroco es, como en el gótico, no s6lo un bello quede en la
adorno, sino una ofrenda y un recuerd~ de los benefici os de Dios .. Quien .se
ón de natu-
superficialidad de aeer que es d~raa ón pura f ~~
no v~ en mtegraa la
un consaen te y auténtic o sentido religioso , no oompre nderi el
raleza y la arquitectura
Barroco.
Maria
La adoración de los reyes, la iglesia triunfante, la Asunción de la Virgen en su
son los cuatro temas que ~ompo nen el r~tablo
y el mundo supraterrenaJ,
ados unos
sentido ieligioso y en su orden conceptual y están íntimamente ielacion
con otros. totalidad, planta
La estructura del Retablo de los Reyes está concebida en su
y alzado, pata crear un espacio real y simból ico donde se aloje un mundo de
santidad, que iinde homen aje al Redent or, y un mundo celestia l y divino, que
univers o ICligioso-
todo lo trasciende desde las alturas; ambos mundos componen el de nicho
católico, que incluye el "más acá" y el "m4s allá" cristian os. La forma
la mhim a profun didad y elevaci ón a
monumental que tiene el retablo iesume de entrant es
que el arte ultrabarroco puede aspirar y lleva a su limite el sentido
todas las formas
y salientes; de juegos de luces y sombras; dentro de él caben ido. El
artísticas y los sfmbolos fundamentales del universo cristianamente conceb de vientre
nicho tiene la significación, a mi parecer, de r~cipie nte, de contine nte,
360 ESTÉTICA DEL AllTE MEXICANO
materno y de fecunda matriz, como es ~a _ilgksia; en _ella cabe todo, de ella todo
se produce y se reproduce en el orden cnstiano y católico. Por eso dentro del nicho
hay vida y, por lo tanto, goce, drama y t~agedia. Goce _sensual por el arte, percibido
por la vista; goce espiritual por el espectaculo de las vidas ofrendadas a Dios y por
el cielo pr_ometido, all~ patente; ~~ama p_or las sombras e~ contraste c?n luces, que
indican sentidos negativos y positivos, drama por las pruebas que tuvieron en vida
los santos y santas que allí ri~den tribut~ al Redentor, drama p~r todo lo que ~stá
alli sugerido y latente; tragedia por el fmal ~e muchas santas vidas y po~ el final
en la tierra, en el Gólgota, del Redentor. Cierto que en el retablo, creación de la
religiosidad, de la mentalidad y del .arte ultrabarroco del siglo xvm, se prefirió pre-
sentar a la matriz universal sin acentos de horror, pero una vez entrados en ella,
por la vía del goce sensual del arte, qued~ uno preso. de la hist~r~a que en~ierra
y hace surgir el dolor, el drama y la trage~ia, lo negativo y 1? _posi_tivo, esta vida y
la otra y, en resumidas cuentas, el sentido de nuestra deficiencia y de nuestra
finitud. Pero no es la única posibilidad, también hay la de la vida eterna en el
goce celestial o en las penas infernales; la primera está presente en el retablo;
la segunda es implícita. Todo lo anterior constituye la verdad que ha quedado
estable en -la obra de arte, en el Retablo de los Reyes.
Debemos preguntar ¿por qué usaron el oro para crear el ambiente celestial?,
¿por qué no mt::jor µn color o unos colores sugt;rentes de las regiones supraterre-
nales? La cuestión tiene varios aspectos. que deben ser considerados. En primer
lugar el oro ha sido -y es- el símbolo de un valor supremo, para los hombres
de la cultura occidental, no extraña pues, que para dar expresión a la vida suprema el
arte empleara tal símbolo. Por otra parte, el oro crea una atmósfera abstracta, real,
en cierto sentido, mas fuera de la realidad cotidiana; significa algo precioso de la
tierra, un beneficio de Dios, que se ofrenda al Creador en nuevas y elaboradas
formas de arte. Pero, además, hay razones históricas. Desde las tiempos del imperio
bizantino, y aun antes, el Oriente contribuyó con una expresión como el arte del
mosaico en que el oro y los_ colores dan sentido al "más allá" imaginado; el oro
y los colores entraron al arte cristiano desde entonces, como medios expresivos
insubstituibles; ellos dan riqueza y calor a los templos y transforman o transfiguran
este mundo en otro lleno de fantasía. Otra razón histórica es que los hombres
del siglo xvm gustaron -es decir: crearon - el arte ultrabarroco porque dio expre-
sión a sus más íntimos anhelos de exuberancia, de boato, de lujo, de esplendidez;
el oro_vino a colmar tales gustos y deseos. En nuestro caso, la Nueva España
estaba floreciente en la época en que se construyó el Retablo de los Reyes y las
minas se ponían en competencia para arrojar frutos abundantes, los codiciados
metales; no debe extratiar, pues, que al levantar un templo, o un retablo, se
recurriera al símbolo supremo: el oro. Además, hay una última razón de tipo
artístico y estético y es que el oro hace un contraste excelente, enriquece y con-
centra la atención en determinados puntos, a voluntad, en los severos interiores
de los templos; junto a la piedra gris es de un efecto extraordinario e insuperable.
La piedad del siglo xvm no podía ofrecer a Dios otra cosa que tu,·iera la dignidad
que tiene el oro.
El arte ultrabarroco, teatral por excelencia, expresa la l>asión, el movimiento, y
acentúa la verdad en el retablo por medio de otros medios expresivos y de otras
significaciones. Uno de sus más poderosos recursos es crear la ilusión. Crea la
ilusión del espacio terrenal y del celestial en el nicho o matriz; la de varios retablos
en uno; la de que se ve todo, cuando sólo se ve una parte a la vez, lo que le da
misterio; la de movimiento, de elevación y de esfericidad; la de permitir presenciar
port~ntos, de éste y del otro mundo; la de naturalidad y sensualidad; la de inte-
gración de las artes hermanas y de las formas artísticas de la historia, por eso las
reminiscencias de todo tipo.
Mas para crear ilusiones sensuales, sobre todo a través de la vista, y espirituales,
a través de la meditación y de la imaginación, recurre el arte a las transforma-
EL RETABLO DE LOS REYES 361
reflexionar sobre él, la verdad que expresa y que ~ontiene el. retablo. El crítico,
el historiador, el estcta -creyentes o no- se aproximan a la obra y hacen de ella
un objeto de consid~_ración te?rica y llegai:i, por ,va!ias vías, ~u_e incluyen la sensi-
bilidad y la imaginación, a estimar la crea_ció_n, art!stica, a percibir su belleza formal,
histórici y espiritual, a comprender las sigmficaciones y la verdac1. expresada en el
retablo, y a imaginar lo imaginado por su creador. Pero todos, frente a tal obra
de arte y adentrándose en ella, sentirán -como dijo Toussaint de la Catedral-
la confianza, la que inspira como arte y belleza verdaderos y como un mundo de
vida espirit1,1al superior. También, me parece, que todos convendrán -como sintió
Toussaint en la sacristía de la Catedra)_;. en que se trata del cielo asequible en
este mundo, o sea: el arte como cielo tangible y el cielo prometido como hecho
p:itente por la belleza barroca, real, pero movediza !' .. t.érea; luminosa, pero sombría;
beata, pero dramática; gozable, pero trágica.
NOTAS