La Excavacion de Las Tumbas Reales de Si
La Excavacion de Las Tumbas Reales de Si
La Excavacion de Las Tumbas Reales de Si
El Proyecto Arqueológico Sipán fue iniciado en abril del año 1987 como un trabajo de rescate
arqueológico frente al inminente saqueo y destrucción de este monumento perteneciente a la
Cultura Moche o Mochica, un reino que floreció en la Costa Norte del Perú entre los siglos I a VII,
más de 10 siglos antes que los conocidos Incas anexaran esta región a su vasto Imperio.
El resultado inmediato de esta intervención fue la recuperación de la lla ada Tu a del “eño de
“ipá , el fa uloso e tie o de u Go e a te Mochica estimado hoy como uno de los grandes
descubrimientos arqueológicos del siglo XX que hizo conocido en el mundo el nombre de Sipán.
Los trabajos iniciales pasaron a convertirse en uno de los proyectos arqueológicos nacionales de
mayor continuidad cuyos resultados e impacto han marcado un hito importante en los aspectos
académicos, culturales, sociales y turísticos. Entre 1987 y 2000 se investigaron las características
arquitectónicas del Santuario y su proceso constructivo, lográndose recuperar un total de 13
tumbas de diferentes épocas y jerarquías que han brindado un significativo aporte al conocimiento
de la Cultura Mochica, su desarrollo tecnológico, pensamiento religioso, estructura social, técnicas
constructivas y sistema de vida.
Estos entierros de la nobleza Mochica, estaban dispuestos en una plataforma funeraria reservada
para la élite, ubicada delante de dos colosales estructuras piramidales truncas que conforman el
Santuario de Sipán, sin duda uno de los más importantes centros religiosos y de poder en su
tiempo.
LAS EXCAVACIONES
Después de una dramática intervención inicial para expulsar a los saqueadores, con pocos recursos
y mucho entusiasmo, nuestro equipo logró iniciar los trabajos de campo. Después de retirar
1
Artículo publicado en: Sipán: El Tesoro de las Tumbas Reales. Antonio Aimi, Walter Alva y Emilia Perassi (eds.): pp.
114-137. Fondo Italo Peruano, Giunti Arte Mostre Musei s.r.l. Prato. Italia. 2008.
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
Después de algunos hallazgos preliminares entre los que puede mencionarse un impresionante
cetro de cobre que escapó a la ambición de los profanadores, iniciamos la excavación del nivel
central y superior de la plataforma. Debajo de los escombros y algunas modestas tumbas
intrusivas de pueblos posteriores a los Moche, encontramos los bloques arquitectónicos intactos
entre ellos se dibujó una pequeña sección llena de tierra con vigas de madera desintegradas por el
tiempo. Se trataba de un pequeño cuarto de 1.30 x 2.80 metros, donde los sedimentos de arena y
tierra, penetrando por el techo habían llenado el espacio originalmente vacío, 1137 piezas de
cerámica conteniendo indicios de alimentos, 4 coronas de cobre, restos de sacrificios de llamas y
el esqueleto de un hombre formaban parte de este repositorio de ofrendas, dispuesto
probablemente para honrar a las divinidades o algún personaje de alto rango, cuya tumba en ese
momento sólo presuponíamos.
Limpiando la sección Este de la plataforma, volvió a dibujarse en el suelo otro relleno cuadrangular
delimitado por adobes cortados que comenzamos a retirar con mucha paciencia y expectativa,
hasta toparnos con el esqueleto muy deteriorado de un hombre joven, portando un escudo de
cobre sobre el antebrazo y restos de un casco metálico en el cráneo, la típica y sobria
indumentaria de un soldado Moche, cuyos pies amputados simbolizaban la obligación de
permanecer pa a sie p e e su puesto de vigía. Este gua diá de tu a fue el i di io defi itivo
que nos encontrábamos excavando una cámara intacta. Poco después, los bordes cortados de
adobe nos llevaron a definir un recinto cuadrado de 5 metros por lado. Cincuenta centímetros
más abajo del guerrero aparecieron nuevas señales, 17 maderos paralelos desintegrados por el
tiempo, que originalmente integraron el techo de una cámara sellada y rellenada progresivamente
por los sedimentos. Al centro, nuestras brochas y espátulas, expusieron unos sorprendentes haces
o cintas de cobre oxidado, formando nudos como si fueran simples ataduras de cuero.
Sucesivamente desempolvamos 8 de estos ribetes metálicos que delimitaban un espacio de 2.20
por 1.25 metros. Fue en ese momento cuando comprendimos que nos encontrábamos frente al
primer sarcófago de madera conocido en la arqueología americana. Registrar el contenido de este
ataúd significó un trabajo un verdadero trabajo de cirugía, pues sus componentes se encontraban
en capas comprimidas por las masas de sedimentos y el desplome final de los rellenos que
cubrieron la cámara. Bajo la tensa atmósfera que reinaba en el ambiente quedamos todos
estupefactos cuando apareció el perfecto y enérgico rostro de un personaje en miniatura, de oro y
vestido con una túnica de turquesa, los soplos de aire retiraron el polvo de esta pequeña escultura
que representaba a un guerrero Moche con una corona semilunar sobre la cabeza y un adorno
movible en la nariz. Minúsculas cabezas de búho colgaban del cuello sujetas por hilos de oro y
sonajeros de su cinturón. El derroche de realismo llegaba a mostrar los tensos músculos de las
piernas, el brazo derecho sujetaba una maza de combate y del antebrazo izquierdo habíase apenas
desprendido el diminuto escudo. Esta delicada efigie humana correspondía a la parte central de
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
una orejera discoidal bordeada por pequeñas esferas de oro. A los lados de nuestro personaje se
encontraban dos guerreros de perfil trabajados en milimétricos mosaicos de turquesas y oro. A
partir de este hallazgo, todos los restos cobraron un orden sorprendente y la pequeña efigie
resultó un premonitorio anuncio, pues en las semanas posteriores fuimos constatando que
realmente parecía representar al mismo personaje sepultado en el sarcófago, como parecen
probarlo los ornamentos, tocados y los esqueletos de 2 guerreros que lo flanqueaban.
Con cada milímetro avanzado exponíamos sorprendentes tocados o emblemas reales. La total
limpieza de la primera capa dejó a la vista dos pares de orejeras de oro y turquesa colocadas a
ambos lados del cráneo. Tres lanzas agudas y discos de cobre descansaban en la parte central
donde volvió a relucir un lingote de oro sólido. Los pies del Señor se encontraban calzados por
sandalias de plata. Alrededor del fardo funerario originalmente envuelto en mantos de algodón
e a ados de fi as pla as de o e do ado , se e o t a a u has o has de spo dylus
traídas desde el Golfo de Guayaquil (más de mil kilómetros al norte de Sipán) y muy apreciadas en
los ritos del antiguo Perú. Progresivamente se fueron develando otros tocados y vestimentas,
como estandartes cuadrados de tela con figuras humanas en cobre laminado representando a un
personaje con los brazos y puños en alto que volvió a aparecer al centro de un hermoso relieve
do ado so e u a lá i a e fo a de V a anera de brazos extendidos con las palmas abiertas.
Cubriendo los huesos de la cara estaban un par de ojos de oro, una nariz y un protector del mismo
metal para el mentón que debió cubrir hasta las mejillas como una especie de yelmo. Dos livianas
narigueras de oro se encontraban cerca del rostro y un plato o casquete del mismo metal contenía
los fragmentos del cráneo, un tercer par de orejeras en oro y turquesas representaban a un
venado en actitud de correr.
Miles de pequeñas cuentas cilíndricas de concha roja, blanca y anaranjada, formaron un total de
10 pectorales dispuestos sucesivamente sobre el pecho, las piernas o debajo del esqueleto. Varios
tocados desintegrados formaban una especie de abanicos de plumas con mango de cobre y
cientos de cuentas de turquesas de apenas 2 mm. integraban los elegantes brazaletes del Señor.
Luego, sobre el pecho fueron apareciendo 2 filas de 20 frutos metálicos de maní.
Sorprendentemente los 10 del costado derecho eran de oro y la otra mitad de plata. Este primer
indicio de una simbólica dualidad o bipartición resultó una importante constante entre los objetos
rituales del entierro, así, un lingote de oro reposaba sobre la mano izquierda, la derecha sujetaba
también el más importante símbolo de su poder y jerarquía terrena: una especie de cetro y
cuchillo coronado por una vistosa cabeza de oro en forma de pirámide invertida con relieves,
donde un hombre ricamente ataviado tomaba por el cabello a un prisionero y dirigía con la otra
mano la punta de un mazo guerrero hacia el rostro. Esta dramática representación se refiere a la
captura, suplicio y sacrificio de prisioneros por los guerreros Moche. En la mano izquierda había
también un cuchillo de plata con la misma representación en escultura miniaturista.
Dieciséis discos convexos de oro descansaban directamente sobre el pecho donde una vez habían
resplandecido como soles en miniatura. A la altura de la garganta encontramos también un collar
de 71 esferas de oro en degradé y sobre el pecho un cuchillo de oro a la derecha y otro de plata a
la izquierda. Representando la dualidad y el equilibrio que volvían a estar presentes simbolizando
acaso el naciente y el poniente, el día y la noche, lo puro y lo impuro, la vida y la muerte, el sol y la
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
luna, lo positivo y lo negativo, todo lo que siendo opuesto resulta también complementario.
Notablemente el Señor yacía también son esta sugerente orientación como si el eje de su cuerpo
equilibrara las fuerzas representadas. Los huesos del Señor se encontraban casi desintegrados y
en astillas; fue una difícil tarea recuperarlos mediante cuidadosas y dosificadas aplicaciones de
resina acrílica que los endurecieron, permitiendo retirar la osamenta completa como un fósil
petrificado. Las miles de cuentas de los pectorales se adhirieron también en papetas de algodón
con resina. Debajo del cuerpo apareció en todo su esplendor la gran diadema semilunar de oro,
una hoja de 62 centímetros de ancho y 42 de altura que sólo aparecía en la iconografía Moche
portada por los personajes de la más alta investidura que acaparan honores y ofrendas. Debajo de
un desintegrado camastro de madera fueron depositadas 2 sonajeras semicirculares de oro
finamente repujadas con la representación de una de las más importantes deidades de los Moche:
El Ai-Apae o el de apitado , u se so e atu al po ta do e sus a os u u hillo y u a
cabeza humana.
Apenas unos centímetros al Norte estaba otro de los más deslumbrantes ornamentos metálicos
del Señor: Un protector coxal de oro de 45 centímetros de altura y 790 gramos de peso. Este
objeto en forma de semilunar (una especie de faldellín o taparrabo metálico), remataba también
en la figura de la misma e impresionante deidad. Otro protector igual de cobre se encontraba
también cerca. Muchos adornos más en cobre, cobre dorado y plumas fueron finalmente
retirados debajo del esqueleto del Señor quien debió morir entre los 45 y 55 años.
Excavando alrededor de los cuatro costados del ataúd vacío, volvía la ordenada disposición
simbólica, a la cabeza y a los pies del sarcófago descubrimos los restos de 2 mujeres jóvenes que
aún no habían cumplido los 20 años cuando murieron, probablemente fueron las esposas del
Señor: Una de ellas llevaba una corona de cobre y apuntaba con su cabeza al Oeste y la otra
estaba en posición exactamente opuesta. Cabeza con cabeza a estas mujeres y flanqueando al
Señor se encontraban los esqueletos de 2 hombres que miraban hacia arriba. Un escudo, tocados
de cobre y un mazo de guerra señalaban a uno de ellos como un guerrero. El otro de la izquierda,
estaba en posición invertida con un pectoral de conchas, colgajos metálicos y junto a sus piernas el
esqueleto de un perro, ¿acaso el valioso sabueso del Señor en sus cacerías rituales?. Una tercera
mujer subyacía a la primera de la cabecera y un niño de 10 años se encontró originalmente
sentado en la esquina Sur Oeste. Finalmente 2 llamas fueron los primeros sacrificios colocados en
el recinto.
Por los tres lados se encontraron un total de 5 nichos u hornacinas con 212 vasijas de cerámica y
ofrendas de comidas. Mayormente se trata de vasijas escultóricas representando prisioneros o
personajes sentados y algunos guerreros en una ordenada disposición que sugiere toda una
escenografía ritual como simbólicos acompañantes transferidos a la arcilla.
Terminado de excavar sistemáticamente este singular hallazgo quedaba claro que en el orden,
disposición y contenido se encontraba inestimable información histórica para reconstruir al pueblo
Moche, su organización, relaciones culturales, creencias religiosas y desarrollo tecnológico.
La tumba de este gran Señor podría conducirnos fielmente a su época. Este gobernante estaría a la
altura de cualquier soberano del viejo mundo, materiales exóticos obtenidos por intercambio
desde miles de kilómetros estaban para honrarlo, como la turquesa traída de Argentina o del Sur
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
del Perú, lapislázuli de Chile, conchas del Ecuador, oro de la vertiente oriental andina o cinabrio de
las altas montañas.
Terminado el registro de esta suntuosa tumba no quedaba duda de habernos encontrado por fin
con el entierro de un gobernante mochica. El arte de esta cultura esencialmente figurativa y
religiosa nos ha dejado un bagaje de imágenes, temas o escenas clásicas y recurrentes donde
figuran y actúan hombres o seres sobrenaturales. Una de las escenas más completas y
representativas muestra un sacrificio ritual donde un personaje ricamente ataviado recibe
ofrendas, honores y deferencias a su alta investidura. Antes de descubrir esta tumba los
arqueólogos y estudiosos del Arte Mochica, pensábamos que estas escenas se referían a temas
míticos. Examinando comparativamente los variados ornamentos o emblemas de rango y de
mando recientemente descubiertos, constatamos que correspondían exactamente a los
representados con el personaje de toda escena importante, su existencia real quedaba así
comprobada y con ella se abría una importante clave para ordenar y reconstruir la sociedad
mochica.
VIEJO SEÑOR
Después surgieron en la tierra restos desintegrados de madera que sellaban pequeños recintos de
adobe donde descubrimos centenares de vasijas de cerámica, huesos de llamas y pequeñas
representaciones de ornamentos metálicos en cobre, todos ellos cuidadosamente dispuestos en
un orden simbólico.
Definir y registrar estos restos de ofrendas aprisionados en una matriz de tierra endurecida por el
tiempo, requiere de paciencia y cuidado, todo elemento o huella debe ser meticulosamente
dibujado y fotografiado, conforme se avanza en el retiro de sedimentos y escombros.
Continuando nuestra excavación, decidimos bajar en una sección para explorar la arquitectura.
Durante este proceso, a casi 5 metros de profundidad de la superficie actual, encontramos el piso
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
abultado nivel del pecho reposaban tres juegos de piezas de cobre dorado y plata, en pectorales
que imitaban recortes de concha, cabezas de serpientes y 8 impresionantes volutas dirigidas hacia
la derecha e izquierda, representando los tentáculos de un mítico pulpo. Conforme íbamos
retirando estos adornos metálicos surgían piezas de tocados, la efigie de un guerrero, dos pinzas
depilatorias de plata y otro propulsor de dardos en madera tallada. Otra compleja y enigmática
figura, armada mediante piezas de cobre dorado, es un hombre con cuerpo de cangrejo, la
divinidad del mar que aparece en la iconografía enfrentándose al dios Ai-Apaec. Una segunda
máscara de plata, ligeramente más pequeña, carecía también de su ojo izquierdo de turquesa. Al
costado del fardo encontramos una cabeza metálica de zorro que originalmente fue parte de un
tocado de combate.
En el orden de la excavación, una nueva imagen de cobre dorado correspondía a un personaje con
los brazos levantados y los puños cerrados, enmarcado en un cuadro y semejante a los
estandartes del primer señor descubierto. Luego aparecía otra figura similar en una versión
rodeada por un marco circular.
Retirando estas piezas, sorpresivamente descubrimos la más espectacular de todas las imágenes:
La representación de un impresionante dios, mezcla de felino y hombre, armado con filudas garras
en manos y pies; su rostro de feroz aspecto se complementaba con dientes fabricados de recortes
de concha. Lleva en la frente el relieve de una serpiente bicéfala con cabezas de pez, otra con
cabezas de ave y sobrepuesta a la cabeza una compleja diadema figurada como un animal
mitológico, mezcla de serpiente erizada y felino de dos cabezas con las lenguas afuera, que en las
ideas religiosas del antiguo Perú se vincula al arco iris o la gran serpiente celestial sobre el
firmamento. Después de su restauración, podemos conocer su original e impactante belleza.
Estas figuras metálicas desconocidas hasta hoy en el arte Mochica, miden un promedio de 50 a 60
centímetros de altura y están formadas por varias partes de cobre repujado y dorado dando la
impresión de medias esculturas de un solo frente. Originalmente estaban sujetas a tejidos de
algodón a manera de estandartes, íconos o más propiamente imágenes de culto para las
ceremonias religiosas.
Junto a estos se encontraron también otros tres collares formados por cabezas humanas de plata
de diverso tamaño, uno llevaba feroces colmillos felínicos y los otros dos juegos, de rostros más
realistas, simbolizan en conjunto una posible transfiguración mítica.
Al continuar nuestra cuidadosa pero a su vez excitante tarea de limpiar los ornamentos que
eposa a so e el pe ho eal del Viejo “eño de “ipá , los pi eles y pi zas eti a o pe ueñas
piezas de concha, que cubrían parcialmente uno de los más espectaculares hallazgos de esta
tumba, poco a poco desde los pies hasta la cabeza fue surgiendo la pequeña escultura miniaturista
de un jefe guerrero, exquisitamente trabajada en oro y plata. Quedamos absortos y maravillados
cuando esta pieza expuso toda su dimensión, medía apenas 119 mm. de altura total, pero cada
detalle había sido trabajado con laboriosa prolijidad. La imagen del jefe guerrero apareció
solemne, portando sus armas, porra en la mano derecha y escudo en la mano izquierda, una
túnica de pequeñas placas de turquesa le cubría el cuerpo, y llevaba sobre la cabeza una
impresionante corona figurada como un búho de oro con las alas sobre-dimensionadas y abiertas,
pequeños círculos colgantes completan la decoración y otros imitan las plumas del ave.
Los ojos hechos de turquesa tienen brillantes pupilas de piedra negra perfectamente engastadas y
en la parte inferior del rostro se encuentra una nariguera movible a manera de mostacho, debajo
puede verse la boca del enérgico personaje.
Considerando la creatividad y delicadeza con que fue confeccionado este adorno nasal, no cabe la
menor duda que se trata de una verdadera obra maestra de los orfebres Mochicas que bien podría
ocupar el rango de una de las joyas más hermosas y finas del Continente Americano.
Por razones de espacio y con el aparente fin de distribuir ordenadamente todos los ornamentos
usados en vida por el señor, a la altura de las piernas se colocaron hasta 4 hermosos pectorales
admirablemente trabajados en recortes de concha que formaban círculos perfectos. Uno
correspondía a agudos triángulos de caracol blanco con una esfera en la punta, otro terminaba en
cabezas de pez-gato, un tercero combinaba dos colores (blanco y morado) para formar volutas
que simbolizan el agua. Finalmente el más elaborado y fastuoso estaba formado por 71 piezas de
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
caracol con armónicas incrustaciones de concha roja, formando las imágenes en aparente
movimiento del pez-gato vinculado al culto de la fertilidad.
Después de la limpieza inicial de los objetos más importantes que se encontraban sobre el
esqueleto, regresamos estos a sus posiciones originales para un registro fotográfico adicional, el
espectáculo no podía ser más impresionante: un total de 54 piezas de oro integraban el contexto,
junto con algunas decenas de otros ornamentos de plata y cobre-dorado. Sobre los huesos de la
mano derecha reposaba el cetro-cuchillo de oro rematado en una cápsula de aguda sonoridad al
movimiento. Para completar la dualidad había también otro cuchillo de plata y lingotes sólidos de
ambos metales distribuidos simbólicamente en las manos y en la boca. Rodeando el antebrazo
encontramos cientos de pequeñas cuentas cilíndricas de oro, turquesa, lapislázuli y concha.
Apenas medían 2 mm. de diámetro cada una y constituían vistosos brazaletes que luego de su
paciente restauración mostraban en su armoniosa combinación la representación del pez-gato.
Sólo en la esquina inferior del fardo se encontraron los pocos restos desintegrados de bellos
textiles de algodón que habían sobrevivido a las sales y humedad del suelo. Un total de 8 piezas
fueron identificadas después de varias semanas de eliminar cuidadosamente con el uso de una
pequeña aspiradora la tierra acumulada entre estos frágiles restos, algunos de los cuales cubrían
un par de sandalias metálicas.
Retirados todos los ornamentos teníamos ante nosotros la osamenta bastante bien conservada de
un hombre que murió entre 45 a 55 años de edad, con una estatura de de 1.59 metros. Debajo
del cuerpo sólo se encontraron estandartes metálicos con las imágenes simbólicamente vueltas
hacia abajo y restos aislados de los fragmentos textiles que envolvían el fardo.
El piso de la tumba está totalmente teñido de cinabrio (óxido de mercurio), un polvo de color rojo
intenso empleado en las ceremonias religiosas de la época.
Explorando con cuidado los alrededores de la cámara, ligeramente hacia el sur se localizó el
esqueleto de una mujer joven (16 a 18 años) en posición decúbito ventral con el cuerpo
ligeramente apoyado sobre el brazo derecho y la cabeza hacia el Oeste. Recostada junto a ella se
encontraba el esqueleto de una llama con el cuello dramáticamente volteado, quizás por el efecto
del corte para su sacrificio. Las escenas de ritos funerarios plasmados por los Moche en sus
recipientes de cerámica muestran seres mitológicos que conducen llamas al sacrificio.
Entre los ornamentos que se repetían y llamaron nuestra atención, están los estandartes
metálicos representando al personaje central con los brazos en alto y rodeado de placas con
relieves de pequeños frutos parecidos al higo Europeo. Este fruto conocido entre estudiosos del
a te Mo he o o Ullu hu , se le ela io a o te as de la gue a y ituales de sa ifi ios. Mu ho
se ha especulado sobre la identificación y tamaño de este fruto mítico, sorprendentemente
nuestras representaciones contenían detrás del metal, los frutos reales, hoy extinguido que
despejarán las incógnitas de su uso y especial significado entre los Moche.
Efe tua do u eve ala e o pa ativo, ueda a asta te la o ue este ás a tiguo Viejo
Señor de “ipá , po la si ila i ueza y a a te ísti as de sus sí olos de a do, te ía el is o
rango del primer Señor descubierto. Una notoria variedad y mayor cantidad de imágenes
religiosas frente a un menor despliegue de ofrendas, ausencia de sarcófago, pocas vasijas, y una
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
sola mujer acompañante, hablarían de cambios asociados a la religión y quizás a una progresiva
consolidación del poder. Este personaje concentraría el manejo del poder político y religioso que
después se separó con las funciones del sacerdote.
La tu a del Viejo “eño de “ipá se e ue t a la a e te aso iada al primer nivel y las tumbas
del Sacerdote y el primer señor descubierto, se vincularían a la última etapa.
OTRAS TUMBAS
Las investigaciones arqueológicas de Sipán, mantenidas entre los años 1987-2000 permitieron
registrar un total de 13 tumbas de diversas épocas y jerarquías evidenciadas por su ubicación
espacial (cronológico-arquitectónica) y por su contenido. Es decir que la plataforma funeraria no
sólo sirvió de sepultura al magnífico entierro de un soberano, sino a una serie de personajes que
formaban parte de la élite de su tiempo, algunos de los cuales todavía esperan ser develados para
explicarnos su compleja historia como es el caso de la tumba 14, recientemente descubierta.
Cada tumba contiene el cuerpo y los atuendos, ornamentos y bienes usados en vida. En base a
cada contexto, hoy podemos conocer la compleja estructura social y política del Mundo Mochica,
en cuya cúspide se encontraba el Señor seguido del Sacerdote, los jefes militares en un tercer nivel
y luego guerreros o asistentes religiosos, hasta hoy podemos hablar de 3 tumbas de señores (1, 3 y
la tumba saqueada), la tumba de un Sacerdote (2), tres tumbas de jefes militares (8, 9, 11), la
tumba de un guerrero (5), dos tumbas de dignatarios (4 y 6), cuatro tumbas de la realeza (7, 10,
12, 13) y la tumba de un Oficiante o Sacerdote guerrero (14). (Ver distribución en el esquema de
las fases constructivas).
En las tumbas de Sipán se encuentra por primera vez la sorprendente correlación entre el discurso
iconográfico y los bienes de rango y mando usados en vida como signos de investidura y poder.
El contenido de la tumba del llamado Señor de Sipán demuestra su autoridad absoluta. Sus
ornamentos, emblemas y atuendos permitieron comprobar definitivamente la existencia real de
estos personajes que regían la sociedad de su tiempo, organizada en base a Señoríos a manera de
estados independientes para cada uno de los valles que compartían usos, tecnología, religión, arte
y costumbres comunes en el territorio de la cultura Mochica.
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
Los materiales encontrados en las tumbas reflejan también una amplia red de relaciones de
intercambio con productos exóticos que podían provenir desde los apartados territorios actuales
de las montañas andinas del Perú, ríos amazónicos, Ecuador, Bolivia y Chile para los casos del oro,
conchas de spondylus y piedras semipreciosas. De otro lado las técnicas metalúrgicas como el
dorado del cobre demuestran un sofisticado nivel de desarrollo. Los trabajos orfebres son
verdaderos compendios de arte y tecnología.
El verdadero tesoro de las Tumbas Reales de Sipán es la extraordinaria información histórica sobre
un pueblo que supo vencer el desierto para crear una alta cultura.
BIBLIOGRAFÍA
Alva, Walter
Discovering the New World's Richest Unlooted Tomb. National Geographic Society, 174 (4): pp.
510-555. Washington, D.C.
Descubrimiento e investigación, Q&W Editores S.A.C., Lima.
Antze, Gustavo.
1965 Trabajos en Metal en el Norte del Perú, Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Departamento de Publicaciones, Lima
Bennett, Wendell C.
Archaeology of the North Coast of Peru, Anthropological Papers. The American Museum of
Natural History, XXXVII, Part I.: pp.1-154. New York
Benson, Elizabeth P.
The Mochica a Culture of Peru, Thames and Hudson (ed) London
Calancha, Antonio de la
Crónica Moralizadora de la Orden de San Agustín en el Perú, con Sucesos Ejemplares en esta
Monarquía, La Caballería, Barcelona
PROYECTO ESPECIAL NAYLAMP LAMBAYEQUE - UNIDAD EJECUTORA 111
Disselhotf, Hans-Dietrich
Metallschumch aus der Loma Negra, Vicus (Nord-Perú) Antike Welt Jargang (2), pp. 43-53
Zurich
Evans, Clifford
Finding the Tomb of the Warrior-god, National Geographic, 91 (4): pp. 453-482. Washington,
D.C.
Jonnes, Julie
Mochica Works of art in Metal: A review. Dumbarton Oaks Conference on Pre-Columbian
Metallurgy of South America. (E. P. Benson, de.) : pp. 53-104. Washington D.C.
Kutscher, Gerdt.
Nordperuanische gefaf malereien des Moche-Stilss en:. Verlag C.H. Beck (ed.) Germany:
Materialien zur Allegemeinen und Vergleicheden Archaologie. (18), Munchen. Bonn
Style in technology-Some early thoughts. Material Cultura, Styles, Organization and Dynamics
of Technology, (H. Lechtman and R. Meorill, eds.) West Publishing. Co., St Paul
Muelle, Jorge C.
Muestras de Arte Antiguo del Perú, Publicaciones del Museo Nacional, Lima
Chalchalcha (Un análisis de los dibujos Muchik). Lima: Revista del Museo Nacional, 5 (1):pp.
65-88.
Onuki, Yoshio.
Recientes resultados de las excavaciones en Kuntur Wasi, Cajamarca: Informe Preliminar,
Gaceta Arqueológica Andina (INDEA), 5 (20): pp. 59-66, Lima:
Ruppert, Hans
Geochemische unter Suchungen an Turkis und sodalith ans Lagerstatten und
Prekolumbieschen Kulturem del Kordilleran, Berliner Beitragen Zur Archaometrie (8), pp.101-
210
Shaffer, A.L.
A Monster-Heads complex of mythical creatures in the Loma Negra Metalwork, Paper
presented at the 21 st annual meating of the Institut of Andean Studies, Berkeley
Shimada, Izumi.
Socioeconomic Organization at Moche V Pampa Grande, Perú. Prelude to a major
transformation to come. Michigan, Ann Arbor
Aspectos tecnológicos y productivos de la metalúrgia de Sicán, costa norte del Perú, Gaceta
Arqueológica Andina (INDEA), Año IV (13), pp. 15-2, Lima
Uhle, Max
Die Ruinen von Moche. Journal de la Societé des Américanistes, n.s., Tomo X, pp. 95-117. París