La Virgen Cabeza, Cabezón-Ficha Crespo
La Virgen Cabeza, Cabezón-Ficha Crespo
La Virgen Cabeza, Cabezón-Ficha Crespo
aplacar su sufrimiento y sin haberlo planeado, acabará lo que la bestia —ese ex policía,
testaferro del jefe de Juárez— inició.
Lo que Qüity no calculaba al introducirse en la villa era que luego de la tragedia
vendría el enamoramiento entre ella y Cleopatra y que de estos afectos nacería Cleopatrita
María. La niña será la hija de una madre queer, vidente y católica y de una periodista que
no cree en esos cuentos del cielo y el infierno. Esto lo sabemos porque la historia arranca
con Qüity embarazada y lamentando la muerte de Kevin, el niño que acogió como su
propio hijo y que fue una más de las víctimas de la matanza que perpetraron en la villa.
Luego de la masacre, de la cual Cleo logró sobrevivir, ambas viajan a Miami. Lo que
ocurre en esta nueva vida lo describe Cleo: “[...] estoy en la tele por la virgen y por los
muertos y por vos que escribiste casi todas las letras de la ópera cumbia que me lanzó al
firmamento de la fama mundial” (18). El talento en la escritura de Qüity y los dones
sobrenaturales de Cleo hacen que su vida de exiliadas sea la de unas señoras burguesas.
Esta novela combina el humor con la desolación, el sexo con lo divino, y está
impregnada de imágenes que permiten habitar el territorio de la pérdida. En particular,
fisura con ingenio el modelo hegemónico de familia desde una poética de lo queer.
Citas
Tenía doce años, todavía se llamaba Carlos Guillermo y su padre casi la había
matado a trompadas «por puto del orto», según le explicó al periodista de Crónica,
que tituló: «Barbarie homofóbica. Casi mata a su hijo mayor porque el nene quiere
ser como Susana». Fueron a entrevistarla al hospital, la diva se conmovió cuando
supo cuánto la adoraba el nene, lo invitó a su programa y ahí Carlos Guillermo
decididamente se transformó en Kleo, todavía en muletas [...]. (Cabezón 2009, 24-
25)
[...]amada mía, nunca te sacó conmigo adentro si no más que rojiza te habría visto
colorada como un fiero ardiendo, conchuda que sos. [...] Ay, perdón, me está
sonando el celular, lo estoy apagando, cómo suena esta porquería, parece una
alarma, ya está, te sigo dictando, Qüity, desgrávame bien, mira que después voy a
leer lo que pusistes[...]. (Cabezón 2009, 60)
Obras citadas
Cabezón, Gabriela. 2009. La virgen cabeza. Buenos Aires: Eterna Cadencia.