La Virgen Cabeza, Cabezón-Ficha Crespo

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Ana María Crespo


Prof. Juan Pablo Castro
Laboratorio de escritura narrativa
17 de octubre de 2022
Ficha de lectura
La Virgen Cabeza es una novela que arranca in media res, donde el lector deberá
olfatear las huellas de un suceso que ya ha desencadenado su poder devastador. Hecha a
partir de un lenguaje vibrante y fluido que a ratos puede tener una veta más racional,
Gabriela Cabezón construye a dos voces una historia de gran potencia sensorial, edifica
con palabras un universo líquido, a veces pétreo o anegado que como toda construcción
lleva en su núcleo el germen de su propio derrumbe.
Depende de quien cuente su versión de la historia. Qüity sumerge al lector en las
profundidades del dolor y aunque se resiste a conectar con los rituales de fe del resto de
personajes —rituales que dentro de la lógica cristiana tienen más de profanos que nada—
entiende la potencia del vínculo entre todos. Por otro lado, está Cleopatra, la travesti santa
de El poso, quien “[...] organiza una villa gracias a su comunicación con la madre
celestial” (Cabezón 2009, 23). Este es un personaje poco convencional, cuya lengua
abraza la fiesta y la lascivia. Cleo es la piedra angular de esa comunidad, donde la cumbia,
las putas y la droga se mezclan con estos rituales de adoración de la escultura de una
virgen amorfa que promete perdonar todas las culpas. En otros términos, es una “médium
de la virgen”, pues la deidad le habla y hasta le sugiere el plan de sembrar carpas en la
villa para transformarla en un sitio próspero.
A pesar de la presencia de Cleopatra y los milagros que se le atribuyen, no se
puede esquivar la realidad que vive la gente de El Poso. Este es un lugar marcado por los
conflictos de narcos, la violencia contra las mujeres, la prostitución, la miseria, las
inundaciones y las calles llenas de mierda o cadáveres, pues en El Poso las armas y la
muerte no son novedad. Qüity encuentra siempre una forma de dar cuenta de esta realidad
con un toque de humor, por eso describe a este barrio como “[...] el reino de la eterna
juventud: nadie se muere de viejo sino de enfermedades curables o tiros innecesarios”
(40).
Quizá por eso no sorprende la forma como Qüity dice que se convertirá en una
villera más. Se ingresa a la Villa mediante un acto que permita rebasar la frontera de lo
que está permitido por la ley. Qüity le dará un tiro de gracia a una mujer en llamas para
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aplacar su sufrimiento y sin haberlo planeado, acabará lo que la bestia —ese ex policía,
testaferro del jefe de Juárez— inició.
Lo que Qüity no calculaba al introducirse en la villa era que luego de la tragedia
vendría el enamoramiento entre ella y Cleopatra y que de estos afectos nacería Cleopatrita
María. La niña será la hija de una madre queer, vidente y católica y de una periodista que
no cree en esos cuentos del cielo y el infierno. Esto lo sabemos porque la historia arranca
con Qüity embarazada y lamentando la muerte de Kevin, el niño que acogió como su
propio hijo y que fue una más de las víctimas de la matanza que perpetraron en la villa.
Luego de la masacre, de la cual Cleo logró sobrevivir, ambas viajan a Miami. Lo que
ocurre en esta nueva vida lo describe Cleo: “[...] estoy en la tele por la virgen y por los
muertos y por vos que escribiste casi todas las letras de la ópera cumbia que me lanzó al
firmamento de la fama mundial” (18). El talento en la escritura de Qüity y los dones
sobrenaturales de Cleo hacen que su vida de exiliadas sea la de unas señoras burguesas.
Esta novela combina el humor con la desolación, el sexo con lo divino, y está
impregnada de imágenes que permiten habitar el territorio de la pérdida. En particular,
fisura con ingenio el modelo hegemónico de familia desde una poética de lo queer.

Citas
Tenía doce años, todavía se llamaba Carlos Guillermo y su padre casi la había
matado a trompadas «por puto del orto», según le explicó al periodista de Crónica,
que tituló: «Barbarie homofóbica. Casi mata a su hijo mayor porque el nene quiere
ser como Susana». Fueron a entrevistarla al hospital, la diva se conmovió cuando
supo cuánto la adoraba el nene, lo invitó a su programa y ahí Carlos Guillermo
decididamente se transformó en Kleo, todavía en muletas [...]. (Cabezón 2009, 24-
25)

En este fragmento, narrado desde la voz de Qüity, se percibe su faceta periodística,


sobre todo a nivel estructural. El formato de reportaje combina la descripción con citas que
permiten escuchar las voces que alimentan esta historia sobre el nacimiento de Cleo, la travesti.
El lenguaje es sencillo en el sentido de que no está adornado con epítetos ni descripciones que
contaminen lo narrado, pues se busca la objetividad. De ahí que las frases que tienen un
carácter más coloquial corresponden a citas, cuya fuente de origen es referenciada.
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[...]amada mía, nunca te sacó conmigo adentro si no más que rojiza te habría visto
colorada como un fiero ardiendo, conchuda que sos. [...] Ay, perdón, me está
sonando el celular, lo estoy apagando, cómo suena esta porquería, parece una
alarma, ya está, te sigo dictando, Qüity, desgrávame bien, mira que después voy a
leer lo que pusistes[...]. (Cabezón 2009, 60)

La voz de Cleopatra encarna el desenfado completo y da cuenta de un registro coloquial


donde el sexo y la vulgaridad se anudan con los mensajes religiosos. Este fragmento que
seleccioné hace evidente la forma cómo, desde la oralidad, se construye la voz del
personaje. Es más, se corresponde con el juego que Cleo misma propone en sus
capítulos al decir que está dictándole a Qüity una versión de esta historia que ella no
sabe narrar con claridad. Por otro lado, la vitalidad de lo oral le otorga la licencia de
usar la forma verbal “pusistes” que, en otro contexto, se consideraría como un error.

Obras citadas
Cabezón, Gabriela. 2009. La virgen cabeza. Buenos Aires: Eterna Cadencia.

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