El Bebé de Stern y El Psicoanálisis
El Bebé de Stern y El Psicoanálisis
El Bebé de Stern y El Psicoanálisis
Introducción
A pesar de los aires innovadores y optimistas que recorren este artículo,- que sirvió
como empuje a las modificaciones de la técnica clásica iniciadas por Ferenczi
(empezando con la técnica activa)-, para 1924 con la presentación del articulo de
Ferenczi y Rank “Perspectivas en psicoanálisis” comienzan las primeras discrepancias
acerca de lo que es y no es psicoanálisis. La presentación del trabajo obtuvo duras
críticas de la mayoría de los integrantes del comité. Freud advierte a Ferenczi en una
carta que las nuevas vías propuestas podrían conducir fuera del análisis o también dejar
la puerta abierta a “polizontes”[3]
“El modelo del sueño es de cardinal importancia porque solo conocemos a posteriori lo
que ha sido importante al día previo de la sesión y que escapo a nuestra atención,(…).
Es exactamente lo mismo con la infancia, uno solo sabe que ha sido realmente
importante desde el punto de vista del inconsciente en el análisis de la transferencia
(….).” [5]
Green plantea aquí la función après-coup como elemento básico en el trabajo analítico.
La distancia genera profundidad y esta a su vez inconsciente.
“Profundo nos significa temprano, porque el infante debe alcanzar un cierto grado de
madurez para poder ir volviéndose gradualmente mas profundo”[6]
Pero Green no se queda en esta observación, por otro lado bastante obvia para todos, -
incluido Stern-, sino que va lejos cuando afirma que el trabajo de Stern con bebés es
irrelevante e incluso perjudicial para su salud.
Recientemente leía una introducción de Gustavo Martin Garzo a una edición cuidada y
meticulosa de los cuentos de Grimm (que no Green) y en ella hacia referencia a la
importancia del oro en los cuentos. Permitirme que, aunque ni sea psicoanálisis ni este
sacado del setting psicoanalítico (como exige Green), os transcriba un párrafo ya que
me parece expresa bien lo que quiero trasmitir
“Es claro el simbolismo del oro. Representa lo que ya esta completo, el ser en su
esplendor y su acabamiento. Los hombres de otros tiempos creían que los metales
maduraban en el interior de la tierra, y poco a poco se transformaban en oro. Los
alquimistas, mediante la magia, trataban de acelerar ese proceso, y conseguir en apenas
unos días lo que la naturaleza habría necesitado siglos enteros de secretas
transformaciones. Es pues un símbolo de eternidad pero también de cumplimiento. Pero
si el proceso esta cumplido la vida no puede seguir. En los cuentos los tesoros se
mezclan con los objetos reales. El oro es devuelto a la mezcla, a la impureza de los días.
(….) Además oro y sueño están íntimamente relacionados,(….)eso es, una muchacha
dormida es una princesa de oro (refiriéndose a Blancanieves). Una princesa condenada a
permanecer eternamente igual a si misma a nos ser que medie un gesto liberador, que es
siempre (….) un gesto absurdo o, cuando menos, inesperado [7]( un príncipe que
casualmente pasaba por allí y decide el muy descarado darla un beso)……..”.
Propongo considerar el trabajo de Stern como un gesto absurdo e inesperado que
irrumpe en el oro del psicoanálisis embadurnándolo y quitándole parte de su brillantez,
desbancando al sueño de su trono, pero dándole también elementos nuevos que
permiten asegurar que en psicoanálisis no está todo dicho, que se adapta a los tiempos
que vive y que, como en los cuentos, los tesoros tienen que mezclarse con los objetos
reales. Con Stern, el oro es devuelto a la mezcla, a la impureza de los días, o si en 1818
el cobre era la sugestión directa ahora el cobre puede que sea la observación directa.
Cuando uno lee, por ejemplo, “El mundo interpersonal del bebe” de Stern, desde luego
reconoce que lo que están “observando sus ojos” no es psicoanálisis. Propongo, sin
embargo, que puede ser valioso para un “estado psicoanalítico de la mente”.
De la prolij
a obra de Stern a cerca de los bebés me centraré ahora en lo que él considera los inicios
en la construcción de la subjetividad porque aporta una perspectiva diferente a la del
psicoanálisis clásico. Hay muchos otros aspectos que podrían abordarse. Sirva un botón
de muestra.
La inactividad alerta
Aunque como dice Green el bebé, como tal, es irrelevante para el psicoanálisis, lo que si
ha sido relevante a lo largo de su historia, y lo sigue siendo, es el pensar sobre él y
generar teorías sobre su funcionamiento psíquico, las “teorías de la mente”.
Esto se sustenta en la idea freudiana de que el bebe se rige por el principio de inercia
según el cual el ideal de la psique es una cantidad igual a cero. Si es así, todo lo que
altere eso obligará a un acto defensivo. Es la defensa frente a la frustración generada por
la pérdida del principio del placer la que da el pistoletazo de salida al desarrollo
psíquico pues provocará las primeras formas de actividad mental en forma de
alucinación. El bebé alucina el pecho que no tiene o la madre que no está.
Dos datos de la observación han servido de metáfora para apoyar este contraste entre el
principio del placer y el principio de realidad: el momento del amamantamiento como
expresión máxima del principio de placer y el momento del llanto interpretado como la
expresión de la frustración y el impacto de la realidad.
Según él, es necesario darse cuenta de que los recién nacidos no están siempre en estado
de sueño o hambre, comiendo, agitándose, llorando o en plena actividad. A partir del
nacimiento mismo, los infantes pasan regularmente por estados que él denomina
“inactividad alerta”. En ellos se encuentran físicamente quietos y alertas y en apariencia
observan los acontecimientos externos. Este estado de inactividad alerta puede durar
varios minutos, a veces mas, y se reitera con regularidad y frecuencia en el estado de
vigilia.
Stern utiliza el estado de inactividad alerta como ventana para preguntarse y hacer
inferencias sobre las características del mundo subjetivo del bebé desde el nacimiento
hasta la adquisición del lenguaje.
La percepción amodal y los afectos de la vitalidad son dos primerísimos procesos que
Stern encuentra en el bebé desde el mismo momento del nacimiento y a los que luego se
irán sumando otros muchos. Coinciden cronológicamente con el yo inicial de Freud, la
posición esquizo- paranoide de Klein o el autismo normal de Margaret Malher.
La percepecion amodal
Afectos de la vitalidad
Cuando Stern se refiere a los afectos de la vitalidad no está hablando de los afectos
categoría tipo amor, odio, rabia, envidia, alegría etc, sino de una dimensión excitativa o
energética en sentido similar al psicoanálisis freudiano. Pero a este afecto de la vitalidad
-excitativo o energético- le añade algo a su punto de vista fundamental que es la
dimensión de dinámica o pauta. Términos dinámicos como agitación, desvanecimiento
progresivo, fugaz, explosivo, crescendo, decrescendo, estallido, dilatado etc son formas
excitativas que tienen un tiempo, un inicio y un fin.
“Los afectos de la vitalidad aparecen tanto en presencia como en ausencia de los afectos
categoría. Por ejemplo, un “ataque” de cólera o alegría, un torrente percibido de luz, una
secuencia acelerada de pensamientos, una ola de sentimientos evocados por la música y
una toma de narcóticos, pueden sentirse igualmente como irrupciones. Todos comparten
una envoltura análoga de descargas nerviosas, aunque en partes diferentes del sistema
nervioso. La cualidad sentida en cualquiera de estos cambios similares es lo que yo
denomino el afecto de la vitalidad de una irrupción”[8]
Stern utiliza la música y la danza abstracta como metáfora para entender la experiencia
subjetiva del bebé en forma de afectos de la vitalidad en su interacción con el objeto. La
forma que se da a los acontecimientos presentes es impuesta por la mente según va
ocurriendo, igual que una línea melódica es comprendida según se va escuchando y es
sentida como una unidad.
“La danza le revela al espectador múltiples afectos de la vitalidad y sus variaciones, sin
recurrir a una trama ni a señales categorías que sirvan como indicios (……).Como la
danza para el adulto, el mundo social experimentado por el infante es primariamente un
mundo de afectos de la vitalidad, antes de ser un mundo de actos formales” [9]
Por ejemplo para tratar de calmar al bebé el progenitor puede decir “bueno …
bueno..bueno….” poniendo mas énfasis y dando mas amplitud a la primera parte de la
palabra y arrastrándola luego hacia la sílaba final. Como alternativa puede acariciar en
silencio la cabeza o la espalda del bebé, en una secuencia análoga a la de “bueno,
bueno”; haciendo mas presión al principio de la caricia y aligerándola al final. Si la
duración de la caricia perfilada y las pausas entre caricias tiene la misma duración
absoluta y relativa que las pautas de vocalización y pausa, el infante experimentará
perfiles de activación similares sea cual fuera la técnica tranquilizadora que se ponga en
práctica.
Las dos tranquilizaciones se sentirán igual (mas allá de sus especificidades sensoriales)
y de ellas resultará la misma experiencia de afecto de la vitalidad.
Si esto es así el bebé se encontrará a menudo en situaciones en las cuales puede vincular
una variedad de experiencias sensoriales diversas que tiene perfiles de activación
similares, esto es, que pueden experimentarse como correspondientes entre si y por lo
tanto como creadoras de organización.
La forma que tiene Stern de acercarse al bebé propone diferencias con el bebé
psicoanalítico clásico. Propondré dos
Esto es, al menos, una perspectiva diferente de la usada por el psicoanálisis clásico, que
ha dado supremacía a la desorganización por sobre la creación. Si el psicoanálisis nos
presenta un bebé ajeno al mundo y pendiente solo del principio del placer, Stern nos
presenta al bebé percibiendo el mundo exterior y con capacidad de crear sentido del
mundo y de si mismo.
Estos autores plantean, además, la percepción del terapeuta como una herramienta
importante para trabajar con pacientes borderline en los cuales la profundidad es difícil
de alcanzar a través de la palabra. Sugieren al analista un “trabajo de figurabilidad
producto de una regresión formal de su pensamiento en sesión”[12] como el único
medio de acceso a ese mas allá de la huella mnémica que es la memoria sin recuerdo y
que aparecerá en forma de percepción alucinatoria.[13]
Propongo tomar este tercer foco de la inactividad alerta como metáfora del proceso de
creación que tiene lugar en el individuo como fruto, no de la frustración, sino de su
percepción (en sentido amodal).
Para Winnicott y para Stern la fusión es un trabajo a conseguir algo que hay que lograr
y no algo dado.
Ahora bien, es importante decir que la posibilidad de este sentido de si, de poder
relacionarse con la realidad etc. pasa por la condición necesaria de ser regulado por el
otro. Leer a Stern actualiza mas si cabe a Winnicott, avalando el giro radical que en
algunas ocasiones imprime a la teoría Freudiana y Kleiniana. No hay bebe sin madre,
aunque con ella, es poseedor de una singularidad, de un yo creador del mundo y de si
mismo.
Comentarios finales
La polémica A. Green- D. Stern trae de nuevo a la arena el tema de que hacer con la
realidad en psicoanálisis. Stern recoge una masa crítica de observaciones muy refinadas
y minuciosas que proporcionan una gran base material, pero probablemente esto vería
limitado su alcance si esa fineza de observación no se viera acompañada de un trabajo
interpretativo con su correspondiente après-coup. Como dice Rodulfo, quizás, hay una
disociación excesiva en psicoanálisis entre la observación sin interpretación y la
interpretación sin observación y no es raro encontrarse con un exceso de interpretación
sin suficiente base de observación o, con interpretaciones construidas sobre otras
interpretaciones previas sin una observación fina del material del que se dispone con un
determinado paciente.
El trabajo de Stern es, también, un acercamiento al mundo sin lenguaje. Stern plantea
que el lenguaje es una culminación en el desarrollo del sujeto pero tiene su contrapartida
porque provoca una escisión en la subjetividad: se crea una diferencia entre lo que va a
poder ser relatado y aquello que nunca va a poder ser puesto en palabras. Esto es lo que
él llama “mundo implícito” que se constituye a tra
vés de los afectos de la vitalidad y que sigue ejerciendo su influencia en la vida adulta.
Y ese mundo implícito forma parte importante del trabajo psicoanalítico, de la relación
paciente-terapeuta y de la transferencia. Mundo implícito que el terapeuta percibe y, que
en momentos, le servirá para construir interpretaciones. Stern considera que este mundo
implícito es de vital importancia en la generación del cambio terapéutico.
Considero que los estudios de Stern ponen en cuestión algunas ideas psicoanalíticas
sobre el bebé, el niño y su evolución. Ciertas fotos de algunos bebés psicoanalíticos,
como el Kleiniano, el Freudiano, o el autista de M. Malher, van a quedar como fotos
históricas por resultar demasiado poco plausibles para otros modos de acercamiento a la
realidad. El psicoanálisis tiene que poder interaccionar con otras disciplinas sin temor a
disolverse.
Creo que la ventana a la percepción que abre Stern ayuda al pensamiento psicoanalítico.
La percepción es parte fundamental de nuestro aparato psíquico y los psicoanalistas la
necesitamos para no convertir nuestras teorías en delirios.
[4] A Green. “De que se trata?” Rev. de Psicoanálisis. LIX, 2, 2002, pgn 411-430
[7] Cuentos de Grima. . Introducción. Gustavo Martín Garzo. Editorial Anaya. 1998
[13] Psicoanalistas como Watillon o Jhoan Norman que trabajan con bebes apuntan
sobre la importancia de trabajar con la percepción para la construcción de las
interpretaciones.
[14] Notas sin publicar de unas conferencias que dio en Buenos Aires en el año 2002
[15] Ellos creen que este nuevo planteamiento dota al psicoanálisis de mejores
herramientas para estudiar ciertas nociones y conceptos limites, así como para conducir
los análisis borderline, una de cuyas dificultades es la indistinción entre lo que les
propio y lo que viene del objeto.[15]