El Bebé de Stern y El Psicoanálisis

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El bebé de Stern y el Psicoanálisis

* Pilar Revuelta Blanco.


Miembro del Centro Psicoanalítico de Madrid
pilarevuelta@telefonica.net

Introducción

Este artículo parte de la polémica entre A. Green y D. Stern[1] sobre lo que es y no es


psicoanálisis y sobre la relevancia o irrelevancia que para el mismo tiene la observación
de bebés. Desarrolla lo que considera una aportación de D. Stern al psicoanálisis
Freudiano y al trabajo clínico.

En 1918, justo después de la primera guerra mundial, Freud da una conferencia en el


congreso de Budapest titulada “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica”. Este
artículo esta impregnado del optimismo de volver a retomar el trabajo después de la
interrupción obligada debida a la guerra, pero también contiene la preocupación por la
necesidad de introducir modificaciones en la técnica para poder abordar las dificultades
que surgían en los análisis y el reto que suponía la aparición de las neurosis traumáticas
de guerra que volvían a traer el peso y la importancia de la realidad al escenario
psicoanalítico. Freud se muestra partidario de las innovaciones y ve la necesidad de
“mezclar quizás el oro puro del análisis al cobre de la sugestión directa”[2]

A pesar de los aires innovadores y optimistas que recorren este artículo,- que sirvió
como empuje a las modificaciones de la técnica clásica iniciadas por Ferenczi
(empezando con la técnica activa)-, para 1924 con la presentación del articulo de
Ferenczi y Rank “Perspectivas en psicoanálisis” comienzan las primeras discrepancias
acerca de lo que es y no es psicoanálisis. La presentación del trabajo obtuvo duras
críticas de la mayoría de los integrantes del comité. Freud advierte a Ferenczi en una
carta que las nuevas vías propuestas podrían conducir fuera del análisis o también dejar
la puerta abierta a “polizontes”[3]

Desde entonces, la polémica en torno a que es y no es el psicoanálisis o como escribe


Green, “¿De que se trata”?[4] no ha cesado, alternándose los psicoanalistas innovadores
y los guardianes del preciado metal.

En “Clinical and observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversy”,


Green con brío, determinación y, porque no decirlo algo de arrogancia, defiende con
capa y espada lo que considera la esencia del psicoanálisis, amenazada según el, por los
múltiples desarrollos de la teorías psicoanalíticas y especialmente por la corriente
«experimental». Plantea que el psicoanálisis nada tiene que ver con la valorada
“ciencia” que funciona como sinónimo de verdad, ni por supuesto con la observación
directa de conductas (que es lo que hace Stern cuando observa y mide las conductas de
los bebés), y ni siquiera con una teoría general de la mente. El psicoanálisis responde a
un “estado psicoanalítico de la mente”, que tiene como objetivo únicamente el
inconsciente: el intento de «captar la naturaleza de los procesos psicológicos y los
mecanismos de los cuales no tenemos conocimiento consciente y no están disponibles a
la introspección». Un ejemplo paradigmático para Green es el sueño y/o el niño.
Nos dice:

“El modelo del sueño es de cardinal importancia porque solo conocemos a posteriori lo
que ha sido importante al día previo de la sesión y que escapo a nuestra atención,(…).
Es exactamente lo mismo con la infancia, uno solo sabe que ha sido realmente
importante desde el punto de vista del inconsciente en el análisis de la transferencia
(….).” [5]

Green plantea aquí la función après-coup como elemento básico en el trabajo analítico.
La distancia genera profundidad y esta a su vez inconsciente.

Obviamente el bebé de Stern, ese visto y observado en el aquí y ahora no tiene


profundidad alguna. Como recuerda Winnicott:

“Profundo nos significa temprano, porque el infante debe alcanzar un cierto grado de
madurez para poder ir volviéndose gradualmente mas profundo”[6]

Y si no hay profundidad no hay psicoanálisis.

Pero Green no se queda en esta observación, por otro lado bastante obvia para todos, -
incluido Stern-, sino que va lejos cuando afirma que el trabajo de Stern con bebés es
irrelevante e incluso perjudicial para su salud.

Otro asunto de importancia es el de la práctica clínica. Con el tipo de paciente


borderline, del que se habla tanto, la búsqueda de profundidad topa con no pocas
dificultades. El “oro” del psicoanálisis es fundamental……..pero, ¿que podemos hacer
con la tierra, metales, detritus, etc que encontramos en el camino cuando realizamos la
excavación en busca del oro?, o ¿Que pasa cuando el terreno es tan difícil que las
herramientas clásicas no responden? ¿O cuando por mucho que uno busque no
encuentre ni una pequeña pepita del preciado metal? Y ¿Acaso el oro es tan valioso?

Recientemente leía una introducción de Gustavo Martin Garzo a una edición cuidada y
meticulosa de los cuentos de Grimm (que no Green) y en ella hacia referencia a la
importancia del oro en los cuentos. Permitirme que, aunque ni sea psicoanálisis ni este
sacado del setting psicoanalítico (como exige Green), os transcriba un párrafo ya que
me parece expresa bien lo que quiero trasmitir

“Es claro el simbolismo del oro. Representa lo que ya esta completo, el ser en su
esplendor y su acabamiento. Los hombres de otros tiempos creían que los metales
maduraban en el interior de la tierra, y poco a poco se transformaban en oro. Los
alquimistas, mediante la magia, trataban de acelerar ese proceso, y conseguir en apenas
unos días lo que la naturaleza habría necesitado siglos enteros de secretas
transformaciones. Es pues un símbolo de eternidad pero también de cumplimiento. Pero
si el proceso esta cumplido la vida no puede seguir. En los cuentos los tesoros se
mezclan con los objetos reales. El oro es devuelto a la mezcla, a la impureza de los días.
(….) Además oro y sueño están íntimamente relacionados,(….)eso es, una muchacha
dormida es una princesa de oro (refiriéndose a Blancanieves). Una princesa condenada a
permanecer eternamente igual a si misma a nos ser que medie un gesto liberador, que es
siempre (….) un gesto absurdo o, cuando menos, inesperado [7]( un príncipe que
casualmente pasaba por allí y decide el muy descarado darla un beso)……..”.
Propongo considerar el trabajo de Stern como un gesto absurdo e inesperado que
irrumpe en el oro del psicoanálisis embadurnándolo y quitándole parte de su brillantez,
desbancando al sueño de su trono, pero dándole también elementos nuevos que
permiten asegurar que en psicoanálisis no está todo dicho, que se adapta a los tiempos
que vive y que, como en los cuentos, los tesoros tienen que mezclarse con los objetos
reales. Con Stern, el oro es devuelto a la mezcla, a la impureza de los días, o si en 1818
el cobre era la sugestión directa ahora el cobre puede que sea la observación directa.

Cuando uno lee, por ejemplo, “El mundo interpersonal del bebe” de Stern, desde luego
reconoce que lo que están “observando sus ojos” no es psicoanálisis. Propongo, sin
embargo, que puede ser valioso para un “estado psicoanalítico de la mente”.

De la prolij
a obra de Stern a cerca de los bebés me centraré ahora en lo que él considera los inicios
en la construcción de la subjetividad porque aporta una perspectiva diferente a la del
psicoanálisis clásico. Hay muchos otros aspectos que podrían abordarse. Sirva un botón
de muestra.

La inactividad alerta, la percepción amodal y los afectos de la vitalidad

La inactividad alerta

Aunque como dice Green el bebé, como tal, es irrelevante para el psicoanálisis, lo que si
ha sido relevante a lo largo de su historia, y lo sigue siendo, es el pensar sobre él y
generar teorías sobre su funcionamiento psíquico, las “teorías de la mente”.

En psicoanálisis clásico el origen del funcionamiento psíquico recae sobre dos


experiencias tempranas: la experiencia de satisfacción y la de frustración. Es
básicamente el contraste entre ambas lo que pone el aparato psíquico del bebé en
funcionamiento.

Esto se sustenta en la idea freudiana de que el bebe se rige por el principio de inercia
según el cual el ideal de la psique es una cantidad igual a cero. Si es así, todo lo que
altere eso obligará a un acto defensivo. Es la defensa frente a la frustración generada por
la pérdida del principio del placer la que da el pistoletazo de salida al desarrollo
psíquico pues provocará las primeras formas de actividad mental en forma de
alucinación. El bebé alucina el pecho que no tiene o la madre que no está.

Dos datos de la observación han servido de metáfora para apoyar este contraste entre el
principio del placer y el principio de realidad: el momento del amamantamiento como
expresión máxima del principio de placer y el momento del llanto interpretado como la
expresión de la frustración y el impacto de la realidad.

Stern a través de su particular mirada propone un tercer momento de inspiración sobre


el que metaforizar: el bebé en “inactividad alerta”

Según él, es necesario darse cuenta de que los recién nacidos no están siempre en estado
de sueño o hambre, comiendo, agitándose, llorando o en plena actividad. A partir del
nacimiento mismo, los infantes pasan regularmente por estados que él denomina
“inactividad alerta”. En ellos se encuentran físicamente quietos y alertas y en apariencia
observan los acontecimientos externos. Este estado de inactividad alerta puede durar
varios minutos, a veces mas, y se reitera con regularidad y frecuencia en el estado de
vigilia.

Stern utiliza el estado de inactividad alerta como ventana para preguntarse y hacer
inferencias sobre las características del mundo subjetivo del bebé desde el nacimiento
hasta la adquisición del lenguaje.

La percepción amodal y los afectos de la vitalidad son dos primerísimos procesos que
Stern encuentra en el bebé desde el mismo momento del nacimiento y a los que luego se
irán sumando otros muchos. Coinciden cronológicamente con el yo inicial de Freud, la
posición esquizo- paranoide de Klein o el autismo normal de Margaret Malher.

La percepecion amodal

La percepción amodal es la capacidad de traducir la información recibida de una


modalidad sensorial a otra. De tal forma que lo percibido, por ejemplo a través del tacto,
es transferido al sentido de la vista y reconocido la primera vez que se ve. O lo que es lo
mismo, cuando siente una forma tocando un objeto, sabe como es ese objeto aunque no
lo haya visto nunca antes. Esta capacidad esta en el bebe de forma innata desde el
nacimiento y le permite una rápida integración de los sucesos.

Afectos de la vitalidad

Cuando Stern se refiere a los afectos de la vitalidad no está hablando de los afectos
categoría tipo amor, odio, rabia, envidia, alegría etc, sino de una dimensión excitativa o
energética en sentido similar al psicoanálisis freudiano. Pero a este afecto de la vitalidad
-excitativo o energético- le añade algo a su punto de vista fundamental que es la
dimensión de dinámica o pauta. Términos dinámicos como agitación, desvanecimiento
progresivo, fugaz, explosivo, crescendo, decrescendo, estallido, dilatado etc son formas
excitativas que tienen un tiempo, un inicio y un fin.

“Los afectos de la vitalidad aparecen tanto en presencia como en ausencia de los afectos
categoría. Por ejemplo, un “ataque” de cólera o alegría, un torrente percibido de luz, una
secuencia acelerada de pensamientos, una ola de sentimientos evocados por la música y
una toma de narcóticos, pueden sentirse igualmente como irrupciones. Todos comparten
una envoltura análoga de descargas nerviosas, aunque en partes diferentes del sistema
nervioso. La cualidad sentida en cualquiera de estos cambios similares es lo que yo
denomino el afecto de la vitalidad de una irrupción”[8]

Stern utiliza la música y la danza abstracta como metáfora para entender la experiencia
subjetiva del bebé en forma de afectos de la vitalidad en su interacción con el objeto. La
forma que se da a los acontecimientos presentes es impuesta por la mente según va
ocurriendo, igual que una línea melódica es comprendida según se va escuchando y es
sentida como una unidad.
“La danza le revela al espectador múltiples afectos de la vitalidad y sus variaciones, sin
recurrir a una trama ni a señales categorías que sirvan como indicios (……).Como la
danza para el adulto, el mundo social experimentado por el infante es primariamente un
mundo de afectos de la vitalidad, antes de ser un mundo de actos formales” [9]

Por ejemplo para tratar de calmar al bebé el progenitor puede decir “bueno …
bueno..bueno….” poniendo mas énfasis y dando mas amplitud a la primera parte de la
palabra y arrastrándola luego hacia la sílaba final. Como alternativa puede acariciar en
silencio la cabeza o la espalda del bebé, en una secuencia análoga a la de “bueno,
bueno”; haciendo mas presión al principio de la caricia y aligerándola al final. Si la
duración de la caricia perfilada y las pausas entre caricias tiene la misma duración
absoluta y relativa que las pautas de vocalización y pausa, el infante experimentará
perfiles de activación similares sea cual fuera la técnica tranquilizadora que se ponga en
práctica.

Las dos tranquilizaciones se sentirán igual (mas allá de sus especificidades sensoriales)
y de ellas resultará la misma experiencia de afecto de la vitalidad.

Si esto es así el bebé se encontrará a menudo en situaciones en las cuales puede vincular
una variedad de experiencias sensoriales diversas que tiene perfiles de activación
similares, esto es, que pueden experimentarse como correspondientes entre si y por lo
tanto como creadoras de organización.

La forma que tiene Stern de acercarse al bebé propone diferencias con el bebé
psicoanalítico clásico. Propondré dos

1 Creación por frustración. Creación por percepción

El hecho de que los afectos de la vitalidad tengan un comienzo y u


n final, los provee de estructura suficiente para que pueda experimentarse el proceso de
organización desde el inicio. Por tanto en el mismo momento en que esta ocurriendo la
acción hay sentido, capacidad de organización y experiencia de aprendizaje, es decir,
que el bebé experimenta el proceso de la organización tanto como el resultado que
emerge. Es un creador de sentido allí donde solo había desorganización

Esto es, al menos, una perspectiva diferente de la usada por el psicoanálisis clásico, que
ha dado supremacía a la desorganización por sobre la creación. Si el psicoanálisis nos
presenta un bebé ajeno al mundo y pendiente solo del principio del placer, Stern nos
presenta al bebé percibiendo el mundo exterior y con capacidad de crear sentido del
mundo y de si mismo.

Por supuesto que para el proceso de creación es fundamental, lo negativo,[10] pero


Stern propone atender también a la creación procedente de la percepción, la creación
más allá de la roca de la castración. Hugo Bleichmar dice que el psicoanálisis se ha
centrado tanto en la idea de la castración, de nuestra condición de sujetos castrados, que
ha perdido la perspectiva de que también somos seres con potencialidades.
Trasladado esto a la sesión analítica podemos pensar en la relación transferencial del
aquí y el ahora como creadora de sentido. Cesar y Sara Botella proponen dos tipos de
interpretación en psicoanálisis; la interpretación clásica en la que el analista desvela un
contenido latente y la interpretación creadora en donde “una serie de datos heterogéneos
convergen en una coherencia a nivel superior, con creación de un nuevo sentido que
reordena y transforma el psiquismo” y lo comparan “con el descubrimiento del mundo
por parte del niño interpretándolo en función de los medios que le son propios(…).[11]

Estos autores plantean, además, la percepción del terapeuta como una herramienta
importante para trabajar con pacientes borderline en los cuales la profundidad es difícil
de alcanzar a través de la palabra. Sugieren al analista un “trabajo de figurabilidad
producto de una regresión formal de su pensamiento en sesión”[12] como el único
medio de acceso a ese mas allá de la huella mnémica que es la memoria sin recuerdo y
que aparecerá en forma de percepción alucinatoria.[13]

Propongo tomar este tercer foco de la inactividad alerta como metáfora del proceso de
creación que tiene lugar en el individuo como fruto, no de la frustración, sino de su
percepción (en sentido amodal).

2- El si – mismo emergente. El no si- mismo

Stern propone que el momento de encuentro con su capacidad de aprendizaje da al bebé


desde el comienzo un sentido de si mismo, el si mismo emergente. Esto imprime
algunas diferencias con el bebé psicoanalítico que por tradición parte, no del si mismo,
sino, del no mismo, del no ser, en el sentido de que predominan en el estados como el
de fragmentación, desintegración, indiferenciación, fusión etc

Ricardo Rodulfo[14] apunta diferencias interesantes. Me centrare en algunas.

A-Singularidad Frente al bebé Lacaniano pasivo -por su condición de sujeto sujetado –


Stern nos presenta un bebé que posee una singularidad. Singularidad no como una
posesión que domine y regule pero si en el sentido de que es ese bebé.

Es un bebé mas activo, busca al objeto y adquiere un rápido sentimiento de dominio


fruto de la capacidad de aprendizaje y organización.

B-Incapacidad para relacionarse con la realidad. Coexiste la idea en psicoanálisis de


que el bebé no es capaz de tratar con la realidad y funciona, en términos clásicos, bajo el
principio de placer. Cuando si tiene una relación con la realidad, es para defenderse de
ella. Incluso la construye expulsando todo lo que le genera rechazo como el yo del
placer purificado de Freud. En vez de suponer un bebé que se tiene que defender porque
carece de yo, de defensas, de procesos etc, un bebe fuera de la realidad, puramente
autoerótico y en estado autista, Stern propone pensar en un bebé que esta
extremadamente conectado a la realidad, conectado por supuesto con sus propios
recursos

C-Estado de fusión. Otra característica del bebé psicoanalítico es su estado de


indiscriminación con el medio: él y el otro son lo mismo, es un estado de fusión que
debe diferenciarse y separase paulatinamente. Según este principio todos los procesos
de desarrollo del bebé son entendidos como procesos de diferenciación, separación e
individuación. El ideal es un sujeto separado y el otro va a jugar siempre como amenaza
de fusión.Stern propone un giro: pensar el movimiento evolutivo como formas cada vez
mas intensas y complejas de estar con el otro y no en términos de separación y
diferenciación. En las investigaciones de Stern se ve como el bebé jamás confunde una
parte de su cuerpo con una parte del cuerpo del otro.

Para Winnicott y para Stern la fusión es un trabajo a conseguir algo que hay que lograr
y no algo dado.

Ahora bien, es importante decir que la posibilidad de este sentido de si, de poder
relacionarse con la realidad etc. pasa por la condición necesaria de ser regulado por el
otro. Leer a Stern actualiza mas si cabe a Winnicott, avalando el giro radical que en
algunas ocasiones imprime a la teoría Freudiana y Kleiniana. No hay bebe sin madre,
aunque con ella, es poseedor de una singularidad, de un yo creador del mundo y de si
mismo.

Comentarios finales

La polémica A. Green- D. Stern trae de nuevo a la arena el tema de que hacer con la
realidad en psicoanálisis. Stern recoge una masa crítica de observaciones muy refinadas
y minuciosas que proporcionan una gran base material, pero probablemente esto vería
limitado su alcance si esa fineza de observación no se viera acompañada de un trabajo
interpretativo con su correspondiente après-coup. Como dice Rodulfo, quizás, hay una
disociación excesiva en psicoanálisis entre la observación sin interpretación y la
interpretación sin observación y no es raro encontrarse con un exceso de interpretación
sin suficiente base de observación o, con interpretaciones construidas sobre otras
interpretaciones previas sin una observación fina del material del que se dispone con un
determinado paciente.

En la actualidad abundan las propuestas psicoanalíticas en donde la realidad toma sin


ambages un papel importante. César y Sara Botella, por ejemplo, proponen que el
psicoanálisis se sostenga sobre una gráfica de dos ejes: el eje vertical con tendencia
intrapsíquica y el horizontal dando prioridad al papel de la realidad y del objeto[15].

El trabajo de Stern es, también, un acercamiento al mundo sin lenguaje. Stern plantea
que el lenguaje es una culminación en el desarrollo del sujeto pero tiene su contrapartida
porque provoca una escisión en la subjetividad: se crea una diferencia entre lo que va a
poder ser relatado y aquello que nunca va a poder ser puesto en palabras. Esto es lo que
él llama “mundo implícito” que se constituye a tra
vés de los afectos de la vitalidad y que sigue ejerciendo su influencia en la vida adulta.

Y ese mundo implícito forma parte importante del trabajo psicoanalítico, de la relación
paciente-terapeuta y de la transferencia. Mundo implícito que el terapeuta percibe y, que
en momentos, le servirá para construir interpretaciones. Stern considera que este mundo
implícito es de vital importancia en la generación del cambio terapéutico.
Considero que los estudios de Stern ponen en cuestión algunas ideas psicoanalíticas
sobre el bebé, el niño y su evolución. Ciertas fotos de algunos bebés psicoanalíticos,
como el Kleiniano, el Freudiano, o el autista de M. Malher, van a quedar como fotos
históricas por resultar demasiado poco plausibles para otros modos de acercamiento a la
realidad. El psicoanálisis tiene que poder interaccionar con otras disciplinas sin temor a
disolverse.

Creo que la ventana a la percepción que abre Stern ayuda al pensamiento psicoanalítico.
La percepción es parte fundamental de nuestro aparato psíquico y los psicoanalistas la
necesitamos para no convertir nuestras teorías en delirios.

[1] En “Clinical and observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversy”.


A. Green y D. Stern. Karmac Books, London, 2000.

[2] S. Freud. “Nuevos Caminos de la terapia psicoanalítica. Editorial Amorrortu.


Volumen 17

[3] Carta de Freud a Ferenczi. 4-II-1924.

[4] A Green. “De que se trata?” Rev. de Psicoanálisis. LIX, 2, 2002, pgn 411-430

[5] En “Clinical and observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversy”.


A. Green y D. Stern. Karmac Books, London, 2000.
[6] D. Winnicot. “Sobre la contribución al psicoanálisis de la observación directa del
niño” (1957). Paidós.

[7] Cuentos de Grima. . Introducción. Gustavo Martín Garzo. Editorial Anaya. 1998

[8] D. Stern. “El mundo interpersonal del bebe”. Paidos. 1991

[9] D. Stern. “El mundo interpersonal del bebe”. Paidos. 1991

[10] En el sentido que lo plantea Green o César y Sara Botella

[11] C y S Botella, “La figurabilidad psíquica”. (2001). Amorrortu

[12] C. y S Botella, “Mas allá de la representación”.( 1984).

[13] Psicoanalistas como Watillon o Jhoan Norman que trabajan con bebes apuntan
sobre la importancia de trabajar con la percepción para la construcción de las
interpretaciones.

[14] Notas sin publicar de unas conferencias que dio en Buenos Aires en el año 2002

[15] Ellos creen que este nuevo planteamiento dota al psicoanálisis de mejores
herramientas para estudiar ciertas nociones y conceptos limites, así como para conducir
los análisis borderline, una de cuyas dificultades es la indistinción entre lo que les
propio y lo que viene del objeto.[15]

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