La Cultura Del Agua
La Cultura Del Agua
La Cultura Del Agua
DE ANDALUCÍA
LECCIÓN INAUGURAL DEL AULA DE LA EXPERIENCIA BiografÍa
DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
BiografÍa
colección
SEVILLA 2015
Colección: Textos Institucionales
Núm.: 52
Comité editorial:
Antonio Caballos Rufino (Director de la
Editorial Universidad de Sevilla)
Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector)
Manuel Espejo y Lerdo de Tejada
Juan José Iglesias Rodríguez
Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros
Isabel López Calderón
Juan Montero Delgado
Lourdes Munduate Jaca
Jaime Navarro Casas
Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado
Adoración Rueda Rueda
Rosario Villegas Sánchez
ISBNe: 978-84-472-1669-7
Edición digital: Dosgraphic, s. l. < www.dosgraphic.es >
A los técnicos e investigadores que velan por una mejor tutela y
transmisión del Patrimonio Histórico de Andalucía.
Índice
Excmo. Sr. Rector Magnífico,
Excmas. e Ilmas. autoridades civiles y universitarias,
Profesorado, personal de Administración y Servicios,
Estudiantes del Aula de la Experiencia,
Señoras y señores:
Portada
1. INTRODUCCIÓN
E
n nuestro entorno sociocultural, de una forma más o me-
nos consciente y desde luego rutinaria, cada día abrimos
un grifo y entonces, con el agua que nos surte, realizamos Índice
nuestro aseo personal, apaciguamos nuestra sed, cocinamos, lim-
piamos enseres, regamos nuestras plantas… También de vez en
cuando tenemos que protegernos de la lluvia, cruzar un cauce
fluvial, navegar, nadar, nos dejamos hipnotizar por un surtidor,
una cascada de agua, el rompiente de las olas, o simplemente nos
distrae admirar los reflejos que se producen en una calmada lámi-
na de agua… Llevamos a cabo tantas actividades aparentemente
intrascendentes en las que interviene el agua, que a menudo se
nos olvida el camino recorrido por las personas en su estrecha
relación con la misma. Andadura que marca profundamente
nuestro decurso histórico y nuestro modelo cultural heredado.
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Sendero que, en definitiva, cualifica nuestro rico patrimonio his-
tórico y cultural, entendido como un componente inseparable de
nuestra condición contemporánea y de nuestra proyección hacia
un futuro que todos deseamos sea el mejor de los posibles.
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2. AGUA, CULTURA, ARQUITECTURA
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Del recorrido de ese relevante camino va a versar por tanto esta
lección, surgida por invitación e inspiración temática de la pro-
fesora doctora Rosa María Ávila, que dirige con especial empeño
y acierto el Aula de la Experiencia de esta Universidad y a quien
agradezco la oportunidad de traer algunas gotas de mis preocu-
paciones patrimoniales a este acto académico. En suma, indicaré
que me he centrado en la aportación que el agua ha supuesto para
la definición de la imagen patrimonial de Andalucía. Una imagen
que se ha plasmado en gran medida mediante la obra arquitec-
tónica, que es el terreno en el que insistiré. Esa interacción entre
agua y una arquitectura de las necesidades y la mediación –entre
agua y personas– presidirá en mayor medida el conjunto de re-
flexiones que vamos a hilvanar, en cierta medida compartida con
algunos de mis compañeros del Grupo de Investigación HUM- Portada
700, con los que realicé en su día una investigación colateral,
financiada por el Centro de Estudios Andaluces.
Manzanares Japón, et alii: Las Miradas del Agua. Sevilla: Empresa Municipal
de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa), 2004.
Desde la Arquitectura, debemos citar al profesor Francisco Granero Salado:
Agua y territorio. Arquitectura y paisaje. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secre-
tariado de Publicaciones-IUCC, 2003 y Agua y ciudad. Análisis de estrategias
y procesos de planificación. Quince a diecinueve. Sevilla: Universidad de Sevilla,
Secretariado de Publicaciones-IUCC, 2002.
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Y la relación no es en absoluto coyuntural. Viene de muy lejos
y quedó consagrada en el tratado más antiguo que un profesional
de la arquitectura escribió. En el siglo I a. C. vio la luz el De
Architectura del romano Vitruvio. Compuesto por diez libros, el
octavo se destina a la hidráulica. Y este viejo legado y referente
por antonomasia, para la cultura renacentista y para todos los
arquitectos posteriores, no debe esquivarse.
Portada
Índice
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3. EL AGUA COMO PRESENCIA
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Y que a su vez, el mínimo pluviométrico peninsular se produce
también en suelo andaluz, normalmente en el desierto almeriense
de Tabernas. El Cabo de Gata con 65 mm en 1988 y, todavía
más seco, Aguadulce con 51 mm en 1966, representan los extre-
mos históricos peninsulares, ambos almerienses, todo ello según
estadísticas que maneja la Agencia Estatal de Meteorología, el
antiguo Instituto Nacional de Meteorología.
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El cuidado del agua, la estima, el disfrute anhelado y querido
de tan preciado elemento deja sus trazas de muy diferentes mane-
ras en nuestras tierras, en los reconocibles paisajes abiertos de las
marismas, de nuestras vegas, en paisajes encajonados de nuestras
sierras, si nos situamos dentro de la gran escala.
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4. EL MODELADO NATURAL DEL SOPORTE
TERRITORIAL ANDALUZ
El mar no puede faltar a esta misión y basta señalar el caso del Índice
solar de nuestra más veterana ciudad, la antiquísima Cádiz, pues
está marcado por la combinación de diversas acciones de las aguas
marinas y los aportes eólicos, otorgándole una característica base
para su configuración urbana.
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remotos y así lo prueban algunas manifestaciones de pinturas
rupestres como las del Tajo de las Figuras, asociadas a la fauna del
entorno lacustre de La Janda.
Índice
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5. EL MODELADO HUMANO: CAPTACIÓN,
CONDUCCIÓN, ALMACENAMIENTO Y
DISTRIBUCIÓN
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de las cualidades del agua. Constituye lo que hoy día conocemos
como ciclo del agua y está asociada a la primacía de la idea de
consumo o gasto, que termina de definir el concepto del ciclo
del agua.
• 22 •
La tercera fórmula es la presencia y modelado del agua como
vía de comunicación, con un grado muy diverso de antropización.
Partiendo de orillas y playas naturales llegamos hasta el caso de
precisar de imponentes construcciones artificiales que incluyen
los canales navegables.
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que la vigente Ley 14/2007 de 26 de noviembre de Patrimonio
Histórico de Andalucía consagra un título al Patrimonio Arqueo-
lógico y otros al Etnológico y al Industrial, sucesivamente, como
patrimonios especiales, que aquí citamos por su especial vincula-
ción con la cultura del agua2.
Portada
Índice
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6. DESARROLLO TÉCNICO Y USO DEL AGUA
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Portada
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obligó a modificar el acueducto, cuyo trazado inicial se acompa-
ñó de un segundo ramal, que arrancaría de la finca de Peñalosa,
en la provincia de Huelva.
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Portada
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para facilitar el paso de vaguadas profundas con la elevación por
sifones, como la Torre del Predicatorio en Ronda3.
3. Las actas, por ejemplo, de los Congresos de las Obras Públicas Romanas
donde se reitera una sección dedicada a las Aquae son una fuente de interés.
Son muy numerosos los estudios sobre la cultura hidráulica romana en Anda-
lucía y particularmente sobre los acueductos. Recordaremos a Genaro Chic: La
navegación por el Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla en época romana. Écija:
Gráficas Sol, 1990. Alicia Canto: “Aquae italicenses. El acueducto romano de Portada
Italica”. Madrider Mitteilungen (Heidelberg), 20, 1979, pp. 282-337. También
los trabajos de Antonio Caballos que consideran la cuestión. Por referirnos
a Itálica: A. Caballos Rufino, J. Marín Fatuarte y J.M. Rodríguez Hidalgo:
Itálica arqueológica. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de
Sevilla, 2006. Sobre Baelo Claudia, con una perspectiva patrimonial integral,
la Guía del paisaje cultural de la Ensenada de Bolonia, Cádiz. Avance. Sevilla:
Índice
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico - Consejería de Cultura, 2004.
Los estudios desde la ingeniería tienen a Carlos Fernández Casado como un
cualificado autor: Acueductos romanos en España. Madrid: Colegio de Ingenie-
ros de Caminos Canales y Puertos, 2008. Desde la arquitectura puede acudirse
a la interesante síntesis del cuaderno de Alfonso Jiménez Martín: Arquitectura
del territorio de Hispania. Madrid: Información y Revistas, 1992.
4. Asimismo pueden consultarse los trabajos del profesor Ángel Ventura
Villanueva sobre los acueductos cordobeses. El Abastecimiento de Agua a la
Córdoba Romana I. El Acueducto de Valdepuentes y El Abastecimiento de Agua a
la Córdoba Romana II. Acueductos, ciclo de distribución y urbanismo. Córdoba:
Universidad de Córdoba, 1993 y 1996. También: M. Moreno et alii: “Nuevos
datos sobre el abastecimiento de agua a la Córdoba romana e islámica”. Arte y
Arqueología, 4, 1996, pp. 13-23.
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también los almohades rescataron viejas fórmulas adecuándolas a
su tecnología. Por ejemplo, el uso del ladrillo y las formas carac-
terísticas de las arquerías que los remataban. Devolvieron al uso
las fuentes cercanas a Alcalá de Guadaíra y erigieron los últimos
tramos de los caños de Carmona, antes de llegar a la muralla his-
palense. Luego, el agua proseguía entubada por la misma (véase
el callejón del Agua) hasta llegar al Alcázar.
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Los acueductos constituyeron poco a poco redes complejas,
con elementos que aseguraban la distribución y el almacena-
miento, como cajas de agua o alcubillas, registros y cauchiles,
hasta llegar a las correspondientes albercas y arcas distribuidoras
o las fuentes. Interesantes por su arquitectura son las arcas del
agua, algunas muy sofisticadas, con balsas y mesas. Por ejemplo,
las que encontramos en Málaga, Puerto Real o en Baeza, todas
del siglo XVIII. En Écija hay una magnífica, más antigua, el
Arca Real del Agua, vinculable a Hernán Ruiz II, el arquitecto
que remató magistralmente la Giralda.
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cordobesa de Priego, tan propicia para el barroco, la calle Río nos
explica su origen por entubarse un cauce, etc., etc. Los ejemplos
se agolpan en nuestras ciudades históricas.
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Interesante es la estructura concebida para cubrir el aljibe del
castillo de Jimena de la Frontera, que tanto recuerda a los sevi-
llanos Caños de Carmona. A veces se realizaron arquitecturas
de otro cuño destinadas a garantizar el aprovisionamiento de
agua de una ciudad. Corachas y torres albarranas servían para
aproximarse a cauces de agua, pero en ocasiones eran construc-
ciones más disimuladas y ocultas, como la mina de la Casa del
Rey Moro en Ronda, que desciende hasta el Guadalevín en el
mismísimo Tajo rondeño. Una obra andalusí, básicamente de
excavación en la roca, sumada a la construcción de espacios
arquitectónicos en forma de salas.
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agua. La nieve, antaño, debidamente prensada se convertía en
hielo, conservándose más tiempo, empleándose tanto para la
pesca y otros alimentos o bebidas, como para usos medicinales,
hasta que bien avanzado el siglo XIX se fabricó hielo industrial.
Sabido es que los monarcas nazaríes gustaban de preparados
fríos gracias al empleo de la nieve, que casi todo el año conse-
guían de los ventisqueros de Sierra Nevada. Con una temporada
más corta, desde la Sierra de las Nieves de Ronda se comerciaba
también con la nieve. Preparada en pozos construidos in situ,
llegaba a localidades mediterráneas como la propia Málaga, e
incluso a Sevilla. A finales del siglo XVI la bebida fría y los be-
neficios del hielo incluso se habían teorizado en nuestra tierra y
vinieron ciclos climáticos en su apoyo. En años propicios, desde
la Sierra Norte se producían notables cantidades de hielo para la Portada
capital hispalense merced a pozos ubicados en las proximidades
de Constantina y otras poblaciones. Procedentes de la Sierra
de Grazalema, los arrieros bajaban en mulas a Cádiz el líquido
helado que se guardaba en los pozos de la nieve, situados en
algunas de las bóvedas de la muralla de San Carlos, un Bien de Índice
Interés Cultural edificado en el siglo XVIII.
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7. DEFENSA Y CONTROL
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Lejos están las viejas defensas que en la Barqueta –en el sitio
de la Almenilla– protegían la ciudad, para que el Guadalquivir no
recuperara su querencia a entrar por la actual Alameda, un lugar
donde la memoria del agua, entonces malsana, se reemplazó en
época de Felipe II por fuentes y plantaciones arbóreas. Que le
dieron nombre como el primer gran paseo público moderno.
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8. EL AGUA, VEHÍCULO DE COMUNICACIÓN
Y BARRERA FÍSICA
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también hasta la mismísima Jerez fue un antiguo puerto. Plinio
llama a Huelva la Onuba Aestuaria. Y tenemos referentes arqueo-
lógicos de esa necesidad vital del cauce como entrada de riqueza,
o de peligro. Por este flanco se produjo el asalto normando a la
Sevilla andalusí, a Ishbiliya. Si del mar entraban hacia aguas arriba
las novedades, la corriente aguas abajo ayudaba al transporte fácil
de troncos y tablas que llegaban de los pinares de la Sierra del
Segura, en tierras jiennenses, al dieciochesco Real Almacén de
Maderas, próximo al puente de Triana, que era de barcas cuan-
do se hizo el edificio. De todos los ríos el Guadalquivir es el río
navegable por antonomasia, gracias a sus cualidades. Que fue per-
diendo en parte, motivando quebrantos, estudios y obras que lo
desfiguraron en parte, pero aun mantiene su privilegiado porte.
Ya el cordobés Hernán Pérez de Oliva escribió en 1524 su Ra- Portada
zonamiento sobre la navegación por el Guadalquivir, cuestión a la
que volvieron en época de Felipe II hasta ingenieros flamencos. El
deseo de recuperar la navegabilidad hasta Córdoba nunca alcanzó
meta. Incluso Sevilla se hizo destino difícil, lo que hizo plantearse
en los años cincuenta del pasado siglo la construcción del canal Índice
Sevilla-Bonanza, como una moderna vía de comunicación, que
apenas arrancó hacia la Punta del Verde. Antes, el impulso del
canal de Alfonso XIII en el primer tercio del siglo XX y la esclusa,
recientemente sustituida por otra mayor, permitieron potenciar
el puerto hacia el sur, pero la vía hasta el mar continúa siendo el
Guadalquivir.
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superarlos. Proyectos no construidos como un puente de piedra
en el siglo XVII que sustituiría al puente de barcas de Triana tardó
en encontrar el relevo del actual puente también llamado, aunque
escasamente pronunciado, de Isabel II. La cuestión de los puentes
es especialmente extensa y goza de amplio reconocimiento patri-
monial. Son numerosos los puentes que gozan de la declaración
monumental, por lo que aludir a ellos, ante la catarata de estudios
existente prolongaría esta lección más de lo razonable. Recordar
en un extremo un histórico puente sobre aguas saladas, como es
el Puente Suazo entre San Fernando y Puerto Real, o un puente
con el tablero formando una única pendiente, bastante acusada
por cierto, como el del Obispo, en Baeza. Son puentes que cons-
tituyen auténticas marcas territoriales, papel que incluso tuvo el
romano de Córdoba (romano, con todas sus modificaciones pos- Portada
teriores). Como quizá de tiempos romanos sea el vado conocido
como Pasada del Zuar, interesante estructura que permitía cruzar
cómodamente el río Odiel en tiempos de estiaje. El puente del
Alamillo, del ingeniero y arquitecto Santiago Calatrava emble-
matiza el triunfo de otros conceptos, bien recientes, por irnos al Índice
otro extremo temporal del hilo que manejamos.
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9. LA FORMA DEL AGUA Y LA DIMENSIÓN
DE LO PRIVADO. LA VIEJA URBANIDAD
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del espectáculo visual de reflejos, de sonidos. Es el agua capturada,
domesticada, productora de efectos… Ya autores antiguos compren-
dieron las posibilidades de la hidráulica en ese sentido: Arquímedes,
Ctesibio, Vitruvio, Herón de Alejandría, Frontino, inauguraron una
trayectoria que de forma más o menos empírica perpetuaron los jar-
dineros islámicos y los fonteniers de la Edad Moderna.
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Portada
Figura 3. El predominio del agua en la definición del marco arquitectónico del Patio
de los Arrayanes, en la Alhambra. Fotografía de Jean Laurent realizada en 1871.
(Colección particular del autor)
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Portada
Índice
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y Niccolo da Corte en la Alhambra (pilar de Carlos V), Vermondo
Resta en el Real Alcázar o Benvenuto Tortello en los jardines de los
Duques de Alcalá (Casa de Pilatos, castillo palacio de Bornos…),
Francisco del Castillo en tierra cordobesas y jiennenses, fueron
patrocinadores de dichos conceptos. Incluso el agua no solo fue
sinónimo de soporte de la vegetación, de frescor, higiene, imagen
y sonido. También fue un recurso lúdico, como los burladores con
que se sorprendía en el Alcázar sevillano a las visitas, que eran sor-
presiva y literalmente duchadas por sus anfitriones11.
Acerquémonos a algunos:
• 45 •
rótula entre la visión de la catedral, las casas consistoriales y el
seminario. Con su frontón de remate y la serliana que le da su
ritmo, le robó protagonismo a la vieja fuente de los Leones, que
próxima al arco de Villalar reivindicaba el pasado antiguo de Bae-
za al incorporar material arqueológico zoomórfico y una figura
femenina, procedentes del entorno, para definir un programa
clasicista temprano12.
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Portada
Figura 5. Fuente de Santa María en Baeza.
(Fotografía del autor)
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Portada
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Figura 7. Fragmento de vista
de Sevilla realizada por Joris
Hoefnagel para el libro de Braun,
Hogenberg y Van den Neuwel Portada
Civitates Orbis Terrarum. En el
volumen IV, editado en 1588 por
primera vez, la ciudad aparece
delimitada por la muralla y por
tres cauces: el Guadalquivir y el
Tagarete, más próximos a ella. Índice
El Tamarguillo queda más al
sureste, a la derecha. Los Caños
de Carmona llegan serpenteantes
a la muralla. En una ciudad
casi rodeada por el agua, el
hombre tuvo que construir una
importante arquitectura del agua
para abastecerse.
(Colección particular del autor)
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Portada
Índice
Figura 8. Antigua iglesia de Santa Cecilia y Fuente de los Nueve Caños en Ronda.
(Fotografía del autor)
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La cultura barroca exhibió su cuidado potencial artístico en
espectaculares fuentes ornamentales y monumentales (la Fuente
del Rey de Priego es su gran conclusión ya a principios del XIX,
cercana a su vecina manierista la Fuente de la Salud), anticipando
con un código formal bien diverso el interés ilustrado por el orna-
to urbano, que se fortalece como una preocupación de las autori-
dades por una ciudad embellecida y en beneficio del ciudadano.
Ese camino pasa por un largo trayecto de vinculación del agua
con la simbolización del poder, de las riquezas, de las creencias14.
Fue un escalonamiento que talla desde la cultura clásica antigua,
a la islámica y la cristiana, nuestra imagen patrimonial desde sus
raíces. La arqueológica es la faz obviamente inicial de muchas de
esas experiencias, como hemos visto en Baeza, como se da en otras
ciudades. Pero es de los logros en este terreno de la Ilustración, Portada
de la modernidad, de donde se nutren nuestros criterios urbanos
de uso y de simbolización del agua, de aglutinamiento de valores
(erudición, riqueza, higiene y salud, incluidas…).
Índice
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10. LOS RITOS Y EL AGUA: DE LO PRIVADO
A LO PÚBLICO
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Tenemos también la sencillez mudéjar, pero a veces elocuente
como en la Fontanilla de Palos de la Frontera, prólogo de la pri-
mera expedición colombina, que asume abiertamente la imagen
y la tipología religiosa del templete humilladero. Mas la vincula-
ción religiosa con el agua se hace patente en pilas y aguamaniles,
en las iglesias, particularmente en las sacristías, y sobre todo en las
fuentes, piletas y lavabos de los claustros conventuales, cerrados
desde el Medievo hasta la Exclaustración.
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el agua llega a su clímax en las ordenaciones jardineras de Fores-
tier (Parque de María Luisa en Sevilla, Hacienda de Guzmán,
jardín del Rey Moro en Ronda…). Tiene su culminación en la
jardinería que acompaña a la arquitectura de Aníbal González,
llena de estanques, incluso de una ría en la Plaza de España,
inserta dentro de ese especial Bien de Interés Cultural que es el
Parque de María Luisa, por acudir a una referencia regionalista
en la mente de todos15.
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Pero insistamos en la clave patrimonial. Las restauraciones
del sistema hídrico de las huertas y jardines de La Cartuja de
Sevilla, a cargo de Francisco Torres, revelaron un entendimiento
de cómo se recupera la imagen patrimonial del agua como infra-
estructura, pasando por el Memorial del Agua de José Ramón
Sierra en el claustrum maius del propio establecimiento covitano,
una metáfora arquitectónica llevada a un ejercicio de instalación
contemporánea con materiales arqueológicos dispersos. Ambas
obras fueron realizadas en 1992, dieron nuevo aire a nuestro
Patrimonio Histórico, dentro de la necesaria vinculación con el
agua y el río, que tematizó buena parte de la Expo’92.
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subálveas, tienen también precedentes antiguos, aunque después
de la Ilustración es cuando proliferan y sus arquitecturas se des-
pliegan en el XIX y XX. De la antigua natatio llegamos a la mo-
derna piscina de competición, extendida desde el primer tercio
del siglo XX. Mientras que los balnearios de costa y fluviales,
serpentearon nuestras orillas marítimas y de interior, multipli-
cándose en la primera mitad del siglo XX. La ría de Huelva, las
playas de ciudades como Málaga, Cádiz… fueron febril campo
de experimentación arquitectónica, gracias a la arquitectura que
mediaba entre nosotros y el agua, convirtiéndose en su enseña:
estaciones balnearias, ciudades de vacaciones... Agua, ocio y de-
porte: balnearios, piscinas (sin peces, a pesar de su etimología),
hasta los parques temáticos y parques acuáticos, expresión banal
de la cultura, del Patrimonio (Isla Mágica y la Sevilla puerto de Portada
Indias) que mercantiliza el agua para el ocio consumista, se han
convertido en omnipresentes, y a los que oponemos las creacio-
nes de valor patrimonial que también tenemos.
Índice
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11. AGUA Y PRODUCCIÓN. ENTRE LO ETNOGRÁFICO
Y LA INGENIERÍA
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Los poblados de colonización del siglo XX son una moderna
experiencia de interés en este sentido. Que incluyen positivos
factores de modernización y notables realizaciones arquitectó-
nicas, alguna reconocida patrimonialmente como el poblado
de Esquivel, frente a episodios de la memoria histórica como
la construcción con presos políticos del Canal del Bajo Gua-
dalquivir17. Debe recordarse en el plano técnico que en las
zonas regables andaluzas existen diversas tipologías de presas,
generando en ocasiones modelos mixtos, que participan de dos
o más opciones. En la zona regable la presa de derivación se
emplea para elevar el agua hasta la cota del canal de riego. Se
da también el embalse para el aprovechamiento hidroeléctrico,
el embalse para abastecimiento o aprovechamiento industrial,
el embalse regulador, y, según se ha indicado, se encontrarán Portada
embalses mixtos. Otros elementos de su rica cultura material
son los acueductos, canales, estaciones elevadoras, sifones, de-
pósitos, etc. Si bien hay canales especialmente relevantes –en
la organización territorial del escenario rural de la coloniza-
ción– que trascienden del ámbito de una sola zona, como el Índice
caso del canal del Bajo Guadalquivir, en una zona regable debe
considerarse especialmente el canal principal, junto a los cana-
les secundarios. Además, se incluyen las acequias principales.
También los desagües, al menos los principales. Los cultivos
y producción en general son consecuencia de la estructura del
riego y determinan fuertemente el color y la textura de las res-
pectivas unidades de paisaje.
17. Leandro del Moral Ituarte: El Canal de los Presos (1940-1962): Tra-
bajos Forzados: de la Represión Política a la explotación económica. Barcelona:
Crítica, 2004.
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Otras redes hídricas que debemos mencionar son las que
conducen a las denominadas aguadas, o tomas de agua para el
abastecimiento de las embarcaciones, caso de Cádiz en el istmo
de Puerta Tierra, que secuencia con sus topónimos de las aguadas
tanto su vieja estructura defensiva como el crecimiento de la ciu-
dad a extramuros.
18. Las Grúas, Las Presas o Las Norias de El Carpio es un Monumento de-
clarado Bien de Interés Cultural el 29-I-2002. Puede acudirse a: Julián Hurtado
de Molina Delgado: “Las “grúas” de El Carpio: un moderno ingenio hidráulico
fluvial en el siglo XVI”. Arte, Arqueología e Historia, 13, 2006, pp. 216-221.
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mentado presas, balsas, piletas… Hagamos el tránsito entre el
agua, entendida como fuente de energía paleotécnica y también
como moderna energía renovable. Molinos, aceñas, azudes, re-
presas, embalses, saltos de agua y centrales eléctricas son parte de
su riqueza tipológica.
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Portada
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Portada
Índice
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Portada
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cuyos efectos conocemos en parte. El impacto medioambiental y
paisajístico y su repercusión en la ordenación territorial ha gene-
rado diversos estudios al respecto.
Portada
Índice
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12. ALGUNAS CONCLUSIONES
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En las campiñas agrícolas, en los cotos, dentro de los espacios
despoblados, la imagen de pozos y abrevaderos tachona escenarios
abiertos, con un mayor protagonismo en el paisaje que sus equi-
valentes en las dehesas altas. El agua en el litoral ha propiciado el
aprovechamiento de las salinas y la geometrización de los esteros,
como un espacio de marisma antropizado, girando alrededor de
las casas salineras. Precisamente gozan de protección unas estruc-
turas constructivas en aguas marinas inspiradas en elementos na-
turales. Nos referimos a los corrales de pesca de Chipiona, Rota, y
Sanlúcar de Barrameda. Su contraimagen es el aprovechamiento
de antiguas salinas o modificaciones de áreas marismeñas en be-
neficio de la moderna acuicultura, con piscifactorías y centros de
recursos marinos de moderna arquitectura, como el PEMARES.
Tradicional es asimismo la arquitectura del agua en las comarcas Portada
mineras, con artilugios elevadores, presas, y las ya citadas y temi-
das balsas. Y de base sustancialmente modernas las arquitecturas
del agua urbana que disfrutamos, donde tratamiento de aguas,
depuración y emblemáticas sedes corporativas concilian la ima-
gen industrial con la presencia institucional. Índice
Sevilla: Consejería de Cultura, 2005. También: J.A. Muñoz Muñoz: “Cultura del
agua. Aprovechamiento hidráulico integral en un entorno tradicional de extrema
aridez. Campos de Níjar (Almeria)”. Narria, 89-90-91-92, Universidad Autóno-
ma de Madrid, 2001, pp. 12-21. Del mismo autor: Cultura y paisajes del agua.
Almería: Diputación de Almería, 2009. Un trabajo previo es el de P. Molina; F.
Checa; J.A. Muñoz Muñoz: “La cultura tradicional del agua. Tecnología hidráu-
lica y simbolismo en los Campos de Níjar”. Demófilo, 27, 1998, pp. 167-198.
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13. DE LA PRESENCIA A LA AUSENCIA
EN EL TERRITORIO…
Portada
Índice
Figura 12. Lumbrera para aireación del acueducto de Villaluenga del Rosario.
(Fotografía del autor)
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Portada
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Podrá verificarse que repasar los bienes culturales dedicados
al agua es una labor ímproba. Esta urgente aproximación nos
habla de su diseminación en las poblaciones andaluzas, en su
litoral, en las áreas de interior, en la alta montaña. Nos habla
de que tienen presencia en todas y cada una de las figuras pa-
trimoniales de protección: monumentos, jardines históricos,
conjuntos históricos, sitios históricos y, en Andalucía de las zo-
nas patrimoniales, de los lugares de interés etnológico y los de
interés industrial. De que llena no casualmente un importante
espacio de los patrimonios especiales (arqueológico, etnológico
e industrial), del patrimonio mueble, del patrimonio intangible
(actividades de interés etnológico…). Hablando de nuestras
instituciones del Patrimonio Histórico, el agua se encuentra
en nuestros archivos colmando el patrimonio documental, en Portada
nuestras bibliotecas con el patrimonio bibliográfico y se ha mu-
sealizado en numerosos museos y centros de interpretación, en
emergentes conjuntos y parques culturales22.
• 71 •
“Las ciudades andaluzas han ido generando a lo largo de su his-
toria infraestructuras hidráulicas que se han convertido en parte de
ellas mismas. Las capitales litorales, Almería (que ha transformado su
rambla en paseo peatonal), Cádiz y Málaga, han creado una fachada
marítima en la que se ubican numerosas playas, puertos, dársenas,
pantalanes y puentes, mientras que la ciudad de Huelva, de similares
condiciones, ha optado por localizar en esta franja litoral su polo in-
dustrial (muelles, dársenas, astilleros, balsas y salinas). Las ciudades de
interior, Córdoba, Granada y Sevilla, apuestan por el aprovechamiento
fluvial generando molinos, puentes, torres, diques y esclusas, frente a la
ciudad de Jaén que carece de cauce propio en su ámbito.
Índice
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14. … Y LAS PREGUNTAS FINALES
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Portada
• 74 •
Entonces cabe recordar que la ciudad histórica de Córdoba, en
su imagen, está estrechamente vinculada con el cauce del Gudal-
quivir. Con obras antiguas y medievales de arquitectura del agua:
su viejo puente, molinos y azudes, noria, baños, acueductos, im-
portantes fuentes, magníficos interiores domésticos donde el patio
requiere del agua. Incluso la pieza maestra de la mezquita-catedral
alberga un notable sistema hídrico en su Patio de los Naranjos, y
además en su exterior tiene adosada una hermosa caja del agua del
siglo XVIII. El caso de Granada con la Alhambra, el Generalife y
Albayzín declarados Patrimonio de la Humanidad tiene mucho
que ver con lo ya comentado. Y no debemos reiterar el aparato
arquitectónico que acompaña a un despliegue hidráulico que en la
Alhambra y el Generalife concilia las tradiciones andalusíes de raíz
islámica, la clasicista moderna, la intemporal de base etnológica Portada
de la Acequia Real y del sector conocido como Los Albercones,
con las ordenaciones contemporáneas desde la jardinería de Prie-
to-Moreno al caso de los aparcamientos25. Sin olvidar en dicha
declaración de la UNESCO el particular urbanismo albaicinero y
el papel del agua en sus cármenes. Sevilla, con la catedral (fuentes y Índice
otros elementos hídricos en el patio de los Naranjos, y la imagen de
la Giralda como referente de los navegantes por el Guadalquivir,
como signo en el territorio de los elementos básicos), se suma tam-
bién con el Alcázar que es otro paradigma de arquitectura del agua
en tantos espacios (Patio de las Doncellas, baños de Doña María de
Padilla, Galería del Grutesco y jardines manieristas…) y el Archi-
vo de Indias, que con su patrimonio documental es memoria del
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agua (no solo de la navegación transoceánica). Nuestro recorrido
termina con Úbeda y Baeza enriquecidas en su día con fuentes y
otros dispositivos del agua renacentistas y posteriores, plenos de
simbología e historia. Se configuran en su conjunto como un resu-
men de los tiempos, de las técnicas, de los valores y sentido que el
agua, a través de su tratamiento arquitectónico ha significado para
la constitución de nuestra imagen patrimonial.
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Índice
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y amplia, que desborda la de nuestras áreas culturales próximas,
con las que indudablemente compartimos factores comunes,
pero siempre parcialmente. Basta haber repasado lo visto. Pues la
riqueza de la imagen patrimonial de Andalucía es propia de un
mosaico, que en este texto hemos intentado aproximar, una tarea
apenas esbozada pues excede a cualquier capacidad, es labor de
toda una comunidad.
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Índice
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ÍNDICE
1. Introducción ............................................................... 9