La Cultura Del Agua

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EDUARDO MOSQUERA ADELL

Catedrático de Historia de la Arquitectura


Universidad de Sevilla

LA CULTURA DEL AGUA


EN LA IMAGEN PATRIMONIAL Índice

DE ANDALUCÍA
LECCIÓN INAUGURAL DEL AULA DE LA EXPERIENCIA BiografÍa
DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Curso Académico 2011-2012


colección

EDITORIAL UNIVERSIDAD DE SEVILLA


AULA DE LA EXPERIENCIA

LA CULTURA DEL AGUA EN LA IMAGEN


PATRIMONIAL DE ANDALUCÍA
Portada

Eduardo Mosquera Adell


Catedrático de Historia de la Arquitectura Índice
Universidad de Sevilla

BiografÍa

colección

SEVILLA 2015
Colección: Textos Institucionales
Núm.: 52

Comité editorial:
Antonio Caballos Rufino (Director de la
Editorial Universidad de Sevilla)
Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector)
Manuel Espejo y Lerdo de Tejada
Juan José Iglesias Rodríguez
Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros
Isabel López Calderón
Juan Montero Delgado
Lourdes Munduate Jaca
Jaime Navarro Casas
Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado
Adoración Rueda Rueda
Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este li-


bro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento
electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación mag-
nética o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación, sin permiso escrito de la Editorial Universidad
de Sevilla.

Edición digital de la primera edición impresa de 2011

© EDITORIAL UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2015


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Tfnos.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443
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© EDUARDO MOSQUERA ADELL 2015

ISBNe: 978-84-472-1669-7
Edición digital: Dosgraphic, s. l. < www.dosgraphic.es >
A los técnicos e investigadores que velan por una mejor tutela y
transmisión del Patrimonio Histórico de Andalucía.

Al alumnado del Aula de la Experiencia, que con su entusiasmo


y su dedicación inunda esta Universidad cada nuevo curso.

A mis compañeros del Grupo de Investigación HUM-700, con Portada


los que también comparto la gratificante vivencia de enseñar en el
Aula de la Experiencia.

Índice
Excmo. Sr. Rector Magnífico,
Excmas. e Ilmas. autoridades civiles y universitarias,
Profesorado, personal de Administración y Servicios,
Estudiantes del Aula de la Experiencia,
Señoras y señores:

Portada
1. INTRODUCCIÓN

E
n nuestro entorno sociocultural, de una forma más o me-
nos consciente y desde luego rutinaria, cada día abrimos
un grifo y entonces, con el agua que nos surte, realizamos Índice
nuestro aseo personal, apaciguamos nuestra sed, cocinamos, lim-
piamos enseres, regamos nuestras plantas… También de vez en
cuando tenemos que protegernos de la lluvia, cruzar un cauce
fluvial, navegar, nadar, nos dejamos hipnotizar por un surtidor,
una cascada de agua, el rompiente de las olas, o simplemente nos
distrae admirar los reflejos que se producen en una calmada lámi-
na de agua… Llevamos a cabo tantas actividades aparentemente
intrascendentes en las que interviene el agua, que a menudo se
nos olvida el camino recorrido por las personas en su estrecha
relación con la misma. Andadura que marca profundamente
nuestro decurso histórico y nuestro modelo cultural heredado.

• 9 •
Sendero que, en definitiva, cualifica nuestro rico patrimonio his-
tórico y cultural, entendido como un componente inseparable de
nuestra condición contemporánea y de nuestra proyección hacia
un futuro que todos deseamos sea el mejor de los posibles.

En su artículo 68, el Estatuto de la Universidad de Sevilla


incluye entre sus objetivos la promoción cultural, y lo hace en
primer lugar, mediante algo que debe subrayarse ahora: “la con-
servación del patrimonio histórico”. Esa declarada cuestión de res-
ponsabilidad sobre el tema de fondo que tratamos considero que
nos debe estimular especialmente a los miembros de la comuni-
dad universitaria que, de partida, tenemos entre nuestros deberes
el de respetar y conservar el patrimonio universitario, incluido
naturalmente el histórico. Portada

Hablar de esta cuestión en la Universidad de Sevilla nos evoca


de inmediato a su sede rectoral, que goza de una especial vincula-
ción con el agua. Desde luego que hermosas fuentes presiden sus
patios, expresión de la jerarquía espacial de tan vasto complejo. Índice
Pero también el edificio, erigido como Real Fábrica de Tabacos,
por razones de seguridad y de entidad física, se rodeó de un foso,
de más imperfecta memoria para la mayoría ciudadana, aunque
determinante de su relación con el entorno más inmediato.

• 10 •
2. AGUA, CULTURA, ARQUITECTURA

Debe subrayarse ahora que Andalucía ha vivido un empuje


notorio de los estudios geográficos, etnológicos y arqueológicos,
también artísticos, de ingeniería y arquitectónicos que han dibuja-
do su memoria, su legado, con un mayor rigor científico e impulso
innovador y pasión creadora. Lo que ha permitido abordar, con la
mayor eficacia que permite el conocimiento, la acción de las polí-
ticas culturales que han concluido en una mejor tutela de nuestro
Patrimonio Histórico. Estas líneas son un pequeño homenaje a tan-
tos técnicos e investigadores, muchos de ellos de esta Universidad
Hispalense, sin cuyo esfuerzo no podríamos tener estas visiones, de
los que espero seguir aprendiendo mucho de su saber universitario
y de su compromiso con la problemática del agua. Portada

Los profesores de esta Universidad, desde distintas trincheras


(investigadores, tecnólogos, gestores, actores civiles…) han tra-
bajado sobre el agua, como reflejo de la pluralidad de la propia
Universidad y de la sociedad a la que sirve1. Índice

1. Entre los profesores de la Universidad de Sevilla que han investigado más


y mejor sobre la cuestión del agua es necesario acudir a la figura de Leandro del
Moral Ituarte. Sus trabajos, producidos desde la Geografía, son numerosos. Por
ejemplo: La Obra Hidráulica en la Cuenca Baja del Guadalquivir (Siglos XVIII-
XX). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1991. El Guadalquivir y la Transformación
Urbana de Sevilla (Siglos XVIII-XX). Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 1993. La
Gestión del Agua en Andalucía. Mairena del Aljarafe: Mergablum, 2005. “Uso,
Gestión y Valores Patrimoniales del Agua”. Territorio, paisaje y sostenibilidad. Un
mundo cambiante. Barcelona: Serbal, 2010, pp. 179-192.
También un trabajo colectivo: Pedro Antón Cantero Martín, Leandro del
Moral Ituarte, Juan Manuel Suárez Japón, Pilar Paneque Salgado, José Luis

• 11 •
Del recorrido de ese relevante camino va a versar por tanto esta
lección, surgida por invitación e inspiración temática de la pro-
fesora doctora Rosa María Ávila, que dirige con especial empeño
y acierto el Aula de la Experiencia de esta Universidad y a quien
agradezco la oportunidad de traer algunas gotas de mis preocu-
paciones patrimoniales a este acto académico. En suma, indicaré
que me he centrado en la aportación que el agua ha supuesto para
la definición de la imagen patrimonial de Andalucía. Una imagen
que se ha plasmado en gran medida mediante la obra arquitec-
tónica, que es el terreno en el que insistiré. Esa interacción entre
agua y una arquitectura de las necesidades y la mediación –entre
agua y personas– presidirá en mayor medida el conjunto de re-
flexiones que vamos a hilvanar, en cierta medida compartida con
algunos de mis compañeros del Grupo de Investigación HUM- Portada
700, con los que realicé en su día una investigación colateral,
financiada por el Centro de Estudios Andaluces.

En una época de cambio climático, de creciente preocupación


por un más adecuado empleo de los recursos naturales, puede ser Índice
especialmente conveniente acercarse a aquellos ejemplos de los
que podemos aprender, resulta esclarecedor aproximarse a aquellas
situaciones que cuidaron, dignificaron e hicieron particularmente
válida la relación entre las personas y el agua en esta nuestra tierra.

Manzanares Japón, et alii: Las Miradas del Agua. Sevilla: Empresa Municipal
de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa), 2004.
Desde la Arquitectura, debemos citar al profesor Francisco Granero Salado:
Agua y territorio. Arquitectura y paisaje. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secre-
tariado de Publicaciones-IUCC, 2003 y Agua y ciudad. Análisis de estrategias
y procesos de planificación. Quince a diecinueve. Sevilla: Universidad de Sevilla,
Secretariado de Publicaciones-IUCC, 2002.

• 12 •
Y la relación no es en absoluto coyuntural. Viene de muy lejos
y quedó consagrada en el tratado más antiguo que un profesional
de la arquitectura escribió. En el siglo I a. C. vio la luz el De
Architectura del romano Vitruvio. Compuesto por diez libros, el
octavo se destina a la hidráulica. Y este viejo legado y referente
por antonomasia, para la cultura renacentista y para todos los
arquitectos posteriores, no debe esquivarse.

Portada

Índice

• 13 •
3. EL AGUA COMO PRESENCIA

La trascendencia del agua es un lugar común y motivo de


reflexión desde siempre. Para el pensamiento de numerosas civi-
lizaciones fue crucial en la explicación del mundo material. Así,
entre los cuatro elementos básicos de la naturaleza, según los pre-
socráticos, el agua acompañaba a la tierra, el aire y el fuego.

El agua es un elemento vital y constitutivo de nuestro mundo


material. Por lo tanto, en su imagen de conjunto resulta inelu-
dible su presencia. Es decir, la percepción de su realidad física
en alguna de las formas posibles. Encontraremos numerosas
manifestaciones de la naturaleza y del mundo artificial donde el
agua es algo manifiesto, visible, buscado y encontrado, por ser tan Portada
necesaria, porque es inevitable o es imprescindible.

En cuanto hecho físico, su abundancia o escasez, su accesibili-


dad o esquivo disfrute han determinado además de las diferencias
geográficas y bióticas de nuestro medio, los modos de vida de los Índice
diferentes grupos humanos y su adaptabilidad a las condiciones
ambientales. Centrándonos en Andalucía, una característica que
la particulariza es la multiplicidad y diversidad de sus paisajes,
acrecentada con la variabilidad estacional. Entre otros factores
que lo explican se encuentran las enormes diferencias del régimen
pluvial que experimenta, con ciclos lluviosos y de sequía muy
variados. Es bien sabido que la máxima precipitación anual en
la Península Ibérica se produce regularmente en el entorno de la
localidad gaditana de Grazalema (el extremo histórico peninsular
y español lo alcanzó con 4.346 mm en 1963), acompañada de la
muy cercana Cortes de la Frontera, en tierras serranas de Málaga.

• 15 •
Y que a su vez, el mínimo pluviométrico peninsular se produce
también en suelo andaluz, normalmente en el desierto almeriense
de Tabernas. El Cabo de Gata con 65 mm en 1988 y, todavía
más seco, Aguadulce con 51 mm en 1966, representan los extre-
mos históricos peninsulares, ambos almerienses, todo ello según
estadísticas que maneja la Agencia Estatal de Meteorología, el
antiguo Instituto Nacional de Meteorología.

Este acusado contraste es un punto de partida para una rica y


plural respuesta humana a la cuestión del agua en Andalucía. A
menudo contradictoria, pero siempre sugerente, ante todo es un
fiel reflejo del viejo fondo cultural que hemos heredado. No hay
que olvidar que la entidad territorial más relevante de Andalucía
está directamente relacionada con el agua, con el cauce de un río: Portada
el valle del Guadalquivir. Desde que abandona la frondosa sierra
de Cazorla hasta que esquiva las arenas de la Punta del Malandar,
este curso definió lo que los romanos, que sabían mucho de agua,
llamaron la Baetica, es decir, la tierra del flumen Baetis.
Índice
Como hecho funcional y factor imprescindible para el des-
envolvimiento de la vida humana, en Andalucía existe histórica-
mente una conciencia de que la presencia del agua se produce en
cuanto que recurso limitado, olvidado en ocasiones por el con-
sumismo y la avaricia acaparadora, tan arraigados en los tiempos
modernos. Aprendamos o repasemos esa sabia conciencia del uso
del agua como un bien escaso haciéndolo a través de nuestro pa-
trimonio, nutrido de buenos ejemplos de la arquitectura, propios
de esa vinculación estrecha entre agua e imagen patrimonial de
Andalucía.

• 16 •
El cuidado del agua, la estima, el disfrute anhelado y querido
de tan preciado elemento deja sus trazas de muy diferentes mane-
ras en nuestras tierras, en los reconocibles paisajes abiertos de las
marismas, de nuestras vegas, en paisajes encajonados de nuestras
sierras, si nos situamos dentro de la gran escala.

Pero también el agua se presenta en paisajes cerrados, aun más


marcados por la mano del hombre, que se han resuelto como par-
ques y jardines incluso en recónditos interiores, domésticos y claus-
trales, alusivos al concepto de hortus conclusus o jardín cerrado. La
evocación de una naturaleza más amable que le fue dada al género
humano, anidó en la pervivencia del concepto de paraíso que, por
ejemplo, en el Génesis se enriquecía con cuatro ríos, reelaborándo-
se constantemente en la idea genealógica de jardín y con el empleo Portada
del agua. Por lo tanto, desde que se produce la cultura conviven
el agua libre y el agua del hombre, que es el agua que podríamos
decir antrópica. Las formas de vida y la significación que adquiere
en ellas el agua, en cuanto imagen cultural pensada y decantada a
lo largo del tiempo se expresan en los aspectos materiales e intangi- Índice
bles de nuestro patrimonio. Dada la proverbial riqueza de nuestros
bienes culturales intentaremos abordar la cuestión de una forma
global y lo más omnicomprensiva posible.

• 17 •
4. EL MODELADO NATURAL DEL SOPORTE
TERRITORIAL ANDALUZ

La actividad del agua ha modelado el paisaje histórico,


por tanto visible por el hombre: las aguas de escorrentía y la
erosión o los depósitos en su incansable labor han producido
acantilados, hoces, gargantas, barrancos, cárcavas, meandros
y demás formaciones. Algunas de nuestras ciudades históricas
más reputadas se han visto marcadas en su imagen por el trabajo
fluvial como Granada, Ronda, Setenil de las Bodegas, Arcos de
la Frontera, pero también Sevilla. Si las aguas de escorrentía
han formado las cárcavas que delimitan el extremo del conjunto
histórico de Sanlúcar la Mayor, en cambio no se debe olvidar
que el Arenal de Sevilla es el resultado de depósitos aluviales Portada
relativamente recientes de un importante curso fluvial. Es decir,
que las acciones del agua confieren una especial personalidad a
numerosos conjuntos históricos.

El mar no puede faltar a esta misión y basta señalar el caso del Índice
solar de nuestra más veterana ciudad, la antiquísima Cádiz, pues
está marcado por la combinación de diversas acciones de las aguas
marinas y los aportes eólicos, otorgándole una característica base
para su configuración urbana.

Pero el agua no se encuentra solamente en forma líquida so-


bre la superficie terrestre. También actúa por filtración y goteo
insistente, conformando grutas como las de Aracena, Nerja, etc.
algunas aprovechadas por lejanos antepasados. Lagunas y lucios
fueron determinantes para la presencia humana desde tiempos

• 19 •
remotos y así lo prueban algunas manifestaciones de pinturas
rupestres como las del Tajo de las Figuras, asociadas a la fauna del
entorno lacustre de La Janda.

El modelado de meandros y depósitos aluviales, caso del men-


cionado valle del Guadalquivir, de su tributario el Genil, o tantas
otras vegas, tiene su reflejo en la estructuración de numerosas
actividades cotidianas. Esas geometrías naturales, modificadas
en ocasiones por el hombre, tienen en cambio otra versión en
las caprichosas formas que en las marismas adopta el agua, con-
formadas por caños y esteros, propios de estuarios como el del
Guadiana y la isla Canela, de la bahía de Cádiz, de las marismas
del Guadalquivir, etc., cuyos hilillos, a vista de pájaro, nos re-
cuerdan a las geometrías fractales. Topónimos como el estero de Portada
Domingo Rubio, el caño de Sancti Petri o el caño Madre de las
Marismas del Rocío están asociados a realidades patrimoniales
muy concretas y relevantes.

Índice

• 20 •
5. EL MODELADO HUMANO: CAPTACIÓN,
CONDUCCIÓN, ALMACENAMIENTO Y
DISTRIBUCIÓN

Las personas han modelado artificialmente el medio ambiente


mediante muy diversos dispositivos de antropización. Su manejo
del agua ha requerido un conjunto muy complejo de operacio-
nes que tienen, de partida, una base infraestructural destinada a
garantizar –desde el arranque de la civilización antigua– la radica-
ción y continuidad de la residencia y la producción, con base en
determinados enclaves de asentamiento. El agua, como cualquier
fluido, se adapta a la forma del recipiente que la contiene. Los se-
res humanos se han aproximado al agua y han huido de ella. Han
movido el agua y la han almacenado, finalmente se han deshecho Portada
de ella de mejor o peor manera, anticipando el ciclo del agua, que
ahora comentaremos.

Desde nuestro punto de vista, en apoyo a este discurso se dan


tres fórmulas de apropiación y uso del agua. La primera, es la de Índice
imitar a la naturaleza, tomando la idea de agua fluyente y cons-
truyendo un recorrido para la misma. Sería como una enmienda
artificial que se concibe para disfrutar del agua amiga, que reporta
frescor, sonido y reflejos, consumiéndose escasamente. Tendría
otra cara, la de protegerse de la amenaza del agua mediante ca-
nalizaciones y defensas, con soluciones en forma de muros de
contención, espolones, malecones, espigones, etc.

La segunda fórmula, que es una reelaboración de la anterior, es


aquella donde se produce un aprovechamiento o transformación

• 21 •
de las cualidades del agua. Constituye lo que hoy día conocemos
como ciclo del agua y está asociada a la primacía de la idea de
consumo o gasto, que termina de definir el concepto del ciclo
del agua.

El agua procede en ambos casos de una captación, manantial o


fuente, es decir, es el agua manante de las entrañas de la tierra; o es
la desviación controlada de un cauce para tomar parte de su cau-
dal. Otra procedencia es la del agua de origen pluvial, recogida de
las precipitaciones por diversas técnicas, como el viejo impluvium
que aprovecha las cubiertas de los edificios, para almacenarla en
los aljibes y otros depósitos.

En ocasiones nuestra protagonista requiere de medios me- Portada


cánicos para su obtención, especialmente el agua freática o de
acuíferos más profundos, que mediante la construcción de po-
zos y con la ayuda de cubos, canjilones, norias, bombas y demás
artilugios se eleva hasta la cota deseada. Más modernamente
tenemos la captación de agua de mar y que a partir de las desa- Índice
ladoras entra en el ciclo.

Un ciclo que consta de captación, diversas operaciones de con-


ducción, almacenamiento y distribución, de distintas opciones
de consumo, de desecho y, en ocasiones, se llega a la depuración y
reciclado del agua consumida, oscilando por tanto en su grado de
sostenibilidad. Los procesos naturales, como los ciclos de sequías
y del cambio climático, más el agotamiento por una generación
de considerables mantos acuíferos, nos avisan de que nuestra re-
lación con el agua será siempre problemática.

• 22 •
La tercera fórmula es la presencia y modelado del agua como
vía de comunicación, con un grado muy diverso de antropización.
Partiendo de orillas y playas naturales llegamos hasta el caso de
precisar de imponentes construcciones artificiales que incluyen
los canales navegables.

Esto ha generado multitud de conocimientos técnicos, de ar-


quitecturas, de creaciones artísticas. Podemos decir que el agua y
la imagen que proyecta discurre con fluidez, nunca mejor dicho,
de lo utilitario a lo excelso, de lo funcional a lo conceptual, de lo
cotidiano y modesto a lo extraordinario y esplendoroso.

Por otra parte, debe recordarse que nuestro Patrimonio His-


tórico está constituido por ciudades y lugares, pero también por Portada
actividades. Son elementos singulares los monumentos, por ejem-
plo. Pero no solamente esos tan frecuentes como iglesias, conven-
tos y monasterios o palacios. O, por ejemplo, los resultados de las
actividades arqueológicas. También lo son las obras de ingeniería.
Desde 1985 la legislación patrimonial incluye en el Patrimonio Índice
Histórico a lo técnico y lo científico. El interés por lo etnológico es
creciente. Andalucía concede una especial relevancia a los bienes
de interés etnológico desde la Ley 1/1991 de Patrimonio Históri-
co de Andalucía, donde ya se incluyeron novedosas figuras como
el lugar de interés etnológico y la actividad de interés etnológico.
Nos interesa señalar esta cuestión, pues ahí está por ejemplo la de-
claración sobre la carpintería de ribera como actividad de interés
etnológico, que tiene que ver son los saberes técnicos vinculados
al agua, con la construcción naval tradicional, no solo la de base
industrial que proporciona también bienes culturales. Mientras

• 23 •
que la vigente Ley 14/2007 de 26 de noviembre de Patrimonio
Histórico de Andalucía consagra un título al Patrimonio Arqueo-
lógico y otros al Etnológico y al Industrial, sucesivamente, como
patrimonios especiales, que aquí citamos por su especial vincula-
ción con la cultura del agua2.

Portada

Índice

2. Para una comprensión de los bienes culturales establecidos legalmente


en Andalucía puede consultarse el estudio crítico de Guillermo López Reche
en La Ley 14/2007 de 26 de noviembre de Patrimonio Histórico de Andalucía.
Primera aproximación. Sevilla: Consejería de Cultura, 2008.

• 24 •
6. DESARROLLO TÉCNICO Y USO DEL AGUA

Conviene recordar el tema de la conquista del agua, de los


mencionados saberes del agua, del desarrollo histórico y cultural
de la tecnología del agua, de saber usar y vivir el agua. Citemos por
ejemplo a Ángel Ganivet y su particular visión de las tradiciones
granadinas en torno al uso del agua en su ciudad natal, ante los
nuevos vientos de la técnica. En Granada la bella escribió: “Alguien
me dirá: «Puesto que es usted tan respetuoso con todo lo viejo que de-
fiende, por ser vieja hasta la ignorancia, ¿será también defensor de las
alcantarillas, de los cauchiles y de los cañeros? La cuestión nada tiene
que ver con la estética, pues se reduce a tener agua buena o mala.» A
esto contestaré yo que sí; que defiendo todo eso, y que defiendo también
el agua mala, no con la idea de matar a mis queridos conciudadanos, Portada
sino para que no puedan beberla, y se vean obligados a dar mayor
impulso y vuelos más altos a una de sus genialidades más típicas. El
asunto es estético en grado superlativo”.

Desde la Antigüedad nuestras ciudades han definido esplén- Índice


didas relaciones con el agua. Muy estudiado es el caso de las ro-
manas. Las ciudades precisaron de grandes obras, de acueductos
e importantes elementos complementarios. Un prototipo es el
caso de Baelo Claudia, que se dotó de hasta tres acueductos. El
acueducto norte o del Realillo conectaba con una cisterna, qui-
zá de época de Augusto. Muy interesante es el más largo, el de
Punta Paloma. Posterior es el tercero, un acueducto procedente
del Molino de Sierra de la Plata. El acueducto de Punta Paloma
es el que aporta una imagen más visible en su tramo final, en el
entorno de la muralla de levante de esta antigua ciudad, salvando
el arroyo Chorrera.

• 25 •
Portada

Figura 1. Acueducto de Punta Paloma, perteneciente a la antigua Baelo Claudia.


Las arquerías salvan el arroyo del Chorrera poco antes de alcanzar la muralla
de la ciudad romana. (Fotografía del autor) Índice
Por ejemplo, el más antiguo municipio romano erigido por
la metrópoli fuera de la península de la bota fue la cercana Co-
lonia Aelia Augusta Italica. Su interesante urbanismo y su posi-
ción portuaria requirieron de una infraestructura especialmente
sofisticada, acrecentada por el hecho de su ampliación en época
adrianea. Tanto la vetus urbs como la urbs nova disfrutaron de
sus propias termas. Conocemos dos, más las pequeñas privadas
que hubiere. Un elemento compartido es el castellum aquae que
se encuentra en un punto elevado, dominando la ciudad como
llegada al terminal del acueducto. El crecimiento de la ciudad

• 26 •
obligó a modificar el acueducto, cuyo trazado inicial se acompa-
ñó de un segundo ramal, que arrancaría de la finca de Peñalosa,
en la provincia de Huelva.

Este esfuerzo se explica por el alto nivel de urbanidad de la


cultura desarrollada en la Andalucía de la Antigüedad. Una ex-
perta prospección de manantiales y localización de captaciones,
unida a una sabia lectura morfológica del territorio facilitaba
–con una lógica muy clara– el aprovisionamiento estable de agua
para las poblaciones de importancia en la Baetica. Para lo cual se
acompañaba de las obras necesarias, algunas de cuidado diseño
en el despiece de sus fábricas, a menudo obra de cantería, entre
otros detalles, y cuyo sobrio impacto paisajístico aún perdura no
sin potencia para nuestro asombro y orgullo. Portada

Si se analiza la topografía de Itálica y su trazado reconocido


en la urbs nova o cualquier hipótesis de acompañamiento para
las áreas no excavadas, se deducirá que la red hídrica de la ciudad
está relacionada con la venida del acueducto, el aprovechamiento Índice
topográfico de las escorrentías y la correcta ubicación de todas las
arquitecturas del agua, entre las que hay que incluir al mismísimo
anfiteatro. Se nos permitirá deducir así la racional implantación
urbanística alternada con líneas de abastecimiento y posibles
redes de alcantarillado. Sin olvidar que en el momento en que
se reduce el perímetro urbano, con la decadencia imperial, si se
revisa la estructura de las redes hídricas y sus piezas singulares se
deduce que seguirá siendo perfectamente válida y operativa.

• 27 •
Portada

Figura 2. Aproximación a la red hídrica de Itálica. (Plano del Grupo de


Investigación HUM-700, realizado por el autor con María Teresa Pérez Cano y
Javier Robustillo Yagüe)
Índice
Roma nos dejó esa potente idea de la necesidad de implantar
una sólida infraestructura, a menudo convertida en monumenta-
les obras de arquitectura e ingeniería, de las que los citados acue-
ductos son su cara más visible, con sus canalizaciones o specus
sobre arquerías y muros (arcuatio y substructio), como el de Itálica
según los tramos a considerar, o los dispuestos en mina, alguno
con piezas machihembradas (cuniculi), caso del acueducto del
Tempul a la antigua Gades, del que se conservan algunos frag-
mentos (plaza de Asdrúbal en Cádiz, por ejemplo). Pero también
diseñaron otras arquitecturas de apoyo a la conducción del agua,

• 28 •
para facilitar el paso de vaguadas profundas con la elevación por
sifones, como la Torre del Predicatorio en Ronda3.

Los acueductos andalusíes fueron especialmente importantes


en época califal, como es el caso cordobés, heredando y actua-
lizando la infraestructura que Roma había proyectado sobre la
capital bética, la Colonia Patricia Corduba, y luego redefinida con
la fundación de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra4. Pero

3. Las actas, por ejemplo, de los Congresos de las Obras Públicas Romanas
donde se reitera una sección dedicada a las Aquae son una fuente de interés.
Son muy numerosos los estudios sobre la cultura hidráulica romana en Anda-
lucía y particularmente sobre los acueductos. Recordaremos a Genaro Chic: La
navegación por el Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla en época romana. Écija:
Gráficas Sol, 1990. Alicia Canto: “Aquae italicenses. El acueducto romano de Portada
Italica”. Madrider Mitteilungen (Heidelberg), 20, 1979, pp. 282-337. También
los trabajos de Antonio Caballos que consideran la cuestión. Por referirnos
a Itálica: A. Caballos Rufino, J. Marín Fatuarte y J.M. Rodríguez Hidalgo:
Itálica arqueológica. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de
Sevilla, 2006. Sobre Baelo Claudia, con una perspectiva patrimonial integral,
la Guía del paisaje cultural de la Ensenada de Bolonia, Cádiz. Avance. Sevilla:
Índice
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico - Consejería de Cultura, 2004.
Los estudios desde la ingeniería tienen a Carlos Fernández Casado como un
cualificado autor: Acueductos romanos en España. Madrid: Colegio de Ingenie-
ros de Caminos Canales y Puertos, 2008. Desde la arquitectura puede acudirse
a la interesante síntesis del cuaderno de Alfonso Jiménez Martín: Arquitectura
del territorio de Hispania. Madrid: Información y Revistas, 1992.
4. Asimismo pueden consultarse los trabajos del profesor Ángel Ventura
Villanueva sobre los acueductos cordobeses. El Abastecimiento de Agua a la
Córdoba Romana I. El Acueducto de Valdepuentes y El Abastecimiento de Agua a
la Córdoba Romana II. Acueductos, ciclo de distribución y urbanismo. Córdoba:
Universidad de Córdoba, 1993 y 1996. También: M. Moreno et alii: “Nuevos
datos sobre el abastecimiento de agua a la Córdoba romana e islámica”. Arte y
Arqueología, 4, 1996, pp. 13-23.

• 29 •
también los almohades rescataron viejas fórmulas adecuándolas a
su tecnología. Por ejemplo, el uso del ladrillo y las formas carac-
terísticas de las arquerías que los remataban. Devolvieron al uso
las fuentes cercanas a Alcalá de Guadaíra y erigieron los últimos
tramos de los caños de Carmona, antes de llegar a la muralla his-
palense. Luego, el agua proseguía entubada por la misma (véase
el callejón del Agua) hasta llegar al Alcázar.

Siguieron realizándose acueductos en la Edad Moderna con tec-


nologías diversas. Aunque en general eran conducciones entubadas
y con lumbreras, respiraderos y descansos, por tramos y quiebros.
Recordemos otro caso sevillano en ese sentido, el de Fuente del
Arzobispo. Culmina brillantemente este ciclo de acueductos tradi-
cionales el acueducto de San Telmo (1784), de José Martín de Al- Portada
dehuela, bien de interés cultural de inspiración neoclásica, trufado
de hermosas arquerías e interesantes pozos de registro y ventilación.
Desde el Molino del Inca suministró agua a la capital malagueña. La
fuerza motriz de sus aguas posibilitó asimismo que se acompañara
de diversos molinos para apoyo de industrias bien diversas5. Índice

5. Bien de Interés Cultural según Decreto 64/2009, de 17 de marzo, por el


que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como
Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico, el complejo hidráuli-
co del Acueducto de San Telmo en Málaga. Publicado en el BOJA Nº 68, el 8 de
abril de 2009. Existe un trabajo editado y prologado por la catedrática de Historia
del Arte Rosario Camacho: el de Ramón Vicente y Monzón titulado Relación de
la obra del Acueducto de San Telmo, que vio la luz en Madrid en la imprenta de
Andrés de Sotos en 1786. La edición reciente de la profesora se hizo en Málaga
por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en 1994. Con anterioridad se
publicó de Pedro José Davó Díaz: El acueducto de San Telmo. Málaga: Servicio de
Publicaciones de la Diputación Provincial de Málaga, 1986.

• 30 •
Los acueductos constituyeron poco a poco redes complejas,
con elementos que aseguraban la distribución y el almacena-
miento, como cajas de agua o alcubillas, registros y cauchiles,
hasta llegar a las correspondientes albercas y arcas distribuidoras
o las fuentes. Interesantes por su arquitectura son las arcas del
agua, algunas muy sofisticadas, con balsas y mesas. Por ejemplo,
las que encontramos en Málaga, Puerto Real o en Baeza, todas
del siglo XVIII. En Écija hay una magnífica, más antigua, el
Arca Real del Agua, vinculable a Hernán Ruiz II, el arquitecto
que remató magistralmente la Giralda.

Mientras que determinadas canalizaciones no aluden al apro-


vechamiento, sino a otro tipo de obras de defensa frente al agua,
planteadas para regularla y que comentaremos más adelante, el Portada
concepto de canalización también trae el de foso. Este tiene un
carácter defensivo, de separación, pero en sentido castrense. Pen-
semos en las formaciones que aun quedan en las Puertas de Tierra
de Cádiz, por ejemplo.
Índice
Si hablamos de conducciones, no debemos olvidar los desvíos
o el ocultamiento de cursos de agua en forma de abovedamientos.
Algunos se practicaron para posibilitar reformas urbanas, supri-
miendo barreras fluviales o reconduciéndolas a determinados
fines. Como es el caso del arroyo del Tagarete, por hablar de una
obra del XVIII que posibilitó rodear con un foso a la antigua Fá-
brica de Tabacos, o realizar frente al Real Alcázar el trazado de la
actual calle San Fernando. Más temprano es el abovedamiento del
granadino río Darro, que sirvió para, entre otras cosas, ordenar la
renacentista Plaza Nueva de Granada desde 1515, donde cabrían
la Real Chancillería y la iglesia de Santa Ana. En la localidad

• 31 •
cordobesa de Priego, tan propicia para el barroco, la calle Río nos
explica su origen por entubarse un cauce, etc., etc. Los ejemplos
se agolpan en nuestras ciudades históricas.

Una tecnología similar, en otra escala y definiendo redes,


como ya se ha indicado en el caso italicense, es el de las cloacas y
alcantarillas. Desde época romana tenemos relevantes vestigios.
Como las cloacas de Medina Sidonia, la antigua Assido, que de-
ben ser del siglo I, y fueron localizadas en 1965, constituyendo
un atractivo urbano oculto pero visitable. El tema de las aguas
residuales nos recuerda los viejos sistemas de letrinas colectivas y
pozos negros, pero también de las redes de alcantarillados que se
introdujeron y de edificaciones concebidas para su manejo. Por
ejemplo, el Husillo del Barranco y el Husillo Real de San Juan, o Portada
el Husillo del Taco, que vertían las aguas negras y pluviales de Se-
villa al Guadalquivir más arriba del puente de Triana. En 1903 se
hallaba fusionado el sistema, de forma que las conducciones del
Barranco y del este de la ciudad desaguaban en el Husillo Real6.
Índice
Retomando la cuestión del acopio de reservas de agua, ha-
blaríamos de almacenamiento de aguas de captación. Entre los
primeros casos de carácter histórico están los aljibes, que cap-
taban las aguas pluviales, y son tanto de escala doméstica como
propios de otros tipos arquitectónicos y ámbitos urbanos. Fue-
ron muy frecuentes en el ámbito defensivo, por razones lógicas.

6. Sobre las reformas de los husillos sevillanos se publicaron diversos trabajos


contemporáneos en Revista de Obras Públicas. El profesor José Manuel Suárez
Garmendia también se ha ocupado de la cuestión en su artículo: “El patín de las
Damas: Un lugar olvidado”. Laboratorio de Arte, I, 1988, pp. 199-213.

• 32 •
Interesante es la estructura concebida para cubrir el aljibe del
castillo de Jimena de la Frontera, que tanto recuerda a los sevi-
llanos Caños de Carmona. A veces se realizaron arquitecturas
de otro cuño destinadas a garantizar el aprovisionamiento de
agua de una ciudad. Corachas y torres albarranas servían para
aproximarse a cauces de agua, pero en ocasiones eran construc-
ciones más disimuladas y ocultas, como la mina de la Casa del
Rey Moro en Ronda, que desciende hasta el Guadalevín en el
mismísimo Tajo rondeño. Una obra andalusí, básicamente de
excavación en la roca, sumada a la construcción de espacios
arquitectónicos en forma de salas.

Para contener el preciado líquido de forma estable se realiza-


ban desde albercas hasta balsas, para luego llegar a las modernas Portada
presas y embalses, con un más que centenario predecesor. Las
acequias como la de Aynadamar en Granada7 son toda una co-
lumna vertebral del territorio que cruzan. La tradición andalusí
refuerza su papel que aún conserva: basta recordar las albercas y
albercones de la Alpujarra. En tierras sedientas, más moderna- Índice
mente se acudió a obras de otras proporciones, como el pantano
de Isabel II o de Níjar (1850). Aun más modernos, construidos
por la empresa Mengemor, se encuentran el Salto de El Carpio
o el embalse del Jándula, por citar, lógicamente, elementos que
gozan de reconocimiento patrimonial.

El agua se atesora en estado líquido, pero el Patrimonio


Histórico andaluz también tiene en cuenta el estado sólido del

7. Véase de Manuel López López: “Infraestructuras del agua: la acequia de


Aynadamar”. PH, 74, mayo 2010, pp. 28-39.

• 33 •
agua. La nieve, antaño, debidamente prensada se convertía en
hielo, conservándose más tiempo, empleándose tanto para la
pesca y otros alimentos o bebidas, como para usos medicinales,
hasta que bien avanzado el siglo XIX se fabricó hielo industrial.
Sabido es que los monarcas nazaríes gustaban de preparados
fríos gracias al empleo de la nieve, que casi todo el año conse-
guían de los ventisqueros de Sierra Nevada. Con una temporada
más corta, desde la Sierra de las Nieves de Ronda se comerciaba
también con la nieve. Preparada en pozos construidos in situ,
llegaba a localidades mediterráneas como la propia Málaga, e
incluso a Sevilla. A finales del siglo XVI la bebida fría y los be-
neficios del hielo incluso se habían teorizado en nuestra tierra y
vinieron ciclos climáticos en su apoyo. En años propicios, desde
la Sierra Norte se producían notables cantidades de hielo para la Portada
capital hispalense merced a pozos ubicados en las proximidades
de Constantina y otras poblaciones. Procedentes de la Sierra
de Grazalema, los arrieros bajaban en mulas a Cádiz el líquido
helado que se guardaba en los pozos de la nieve, situados en
algunas de las bóvedas de la muralla de San Carlos, un Bien de Índice
Interés Cultural edificado en el siglo XVIII.

• 34 •
7. DEFENSA Y CONTROL

Dentro de este patrimonio construido del que hablamos,


conviene recordar lo comentado respecto al agua y la necesidad
de controlar su impulso. En Andalucía, y muy particularmente
en Sevilla, la memoria de las inundaciones suma multitud de
pérdidas y de recuerdos, de signos presentes y de realizaciones de
ingeniería y arquitectónicas. Las obras de contención en forma
de presas reguladoras, muros y canalizaciones evitaron la pro-
longación de riadas en el valle del Guadalquivir o en las ramblas
mediterráneas. Esta riqueza se muestra con la diversidad de ríos
y cauces domesticados, que se relacionan con nuestras ciudades
y paisajes patrimoniales, como veremos. El propio Guadalquivir,
que poco más allá de su cabecera ya va siendo sometido a vigi- Portada
lancia y control, a su paso por Córdoba se observa reciamente
encauzado. Recordemos obras del primer tercio del siglo XX, en
que hasta la mismísima Alcalá del Río se alcanzó la regulación
del río grande, con una presa realizada por el ingeniero Carlos
Mendoza junto con el arquitecto Casto Fernández-Shaw, autores Índice
de obras de este tipo destacadas e integrantes de nuestro Patri-
monio Histórico como las ya citadas de los saltos de El Carpio
o, en las tierras altas de Andujar, el del Jándula. Y que ese afán
regulador sin embargo hace que en Sevilla se ajuste el cauce de
avenidas al máximo en los muros realizados en la corta de La
Cartuja, entre hitos paisajísticos y patrimoniales como Sevilla y
su conjunto histórico o San Juan de Aznalfarache y la cornisa del
Aljarafe, ambos vinculados perceptivamente, desde tantas vistas
dibujadas desde el siglo XVI para acá, y hoy tan amenazados en
su fulcro fluvial por la coyuntura egoísta y mal gestionada de
nuestro paisaje histórico y cultural.

• 35 •
Lejos están las viejas defensas que en la Barqueta –en el sitio
de la Almenilla– protegían la ciudad, para que el Guadalquivir no
recuperara su querencia a entrar por la actual Alameda, un lugar
donde la memoria del agua, entonces malsana, se reemplazó en
época de Felipe II por fuentes y plantaciones arbóreas. Que le
dieron nombre como el primer gran paseo público moderno.

Otra diversidad andaluza se encuentra en el agua como ame-


naza, cuando se presenta en forma de temporales, grandes ma-
reas o en maremotos de los que el Golfo de Cádiz es un espacio
proclive. Algún maremoto quedó especialmente testimoniado
documentalmente, como el de 1755, recordado por los estragos
que produjo en la costa gaditana, lo que el historiador decimo-
nónico Adolfo de Castro recogió con precisión, a partir de textos Portada
coetáneos a la catástrofe. De ahí que defensas marítimas, maleco-
nes, etc., constituyan una parte relevante de nuestro Patrimonio.
Como el Muro del Vendaval, en Cádiz, que con el Campo del
Sur y las catedrales nueva y vieja, acuña un perfil de Cádiz bien
característico. Índice

Diques y malecones, muelles, dársenas, puertos, embarcade-


ros, espigones, nos hablan del contacto con las aguas fluviales
y marítimas. Por ello varaderos, careneros y astilleros (con sus
diques, dársenas, esclusas…), explican una condición natural y a
la vez artificial de contacto de la tierra con las aguas, establecida
históricamente para desarrollar la navegación.

• 36 •
8. EL AGUA, VEHÍCULO DE COMUNICACIÓN
Y BARRERA FÍSICA

Nuestro patrimonio del agua se configura con elementos vin-


culados a conjuntos históricos y también a elementos arqueoló-
gicos con el rasgo de defensa frente a las aguas, pero también de
otros usos y connotaciones afirmadas desde antiguo. Nos ponen
estos bienes culturales, por ejemplo, en relación con la cuestión
del agua como vía de comunicación. Niebla y el río Tinto, Celti
en Peñaflor, o Almodóvar, ambos en el Guadalquivir, nos hablan
de antiguas obras ciclópeas relacionadas con la navegación fluvial,
de interés arqueológico.

Andalucía no posee un sistema de canales navegables con esclu- Portada


sas, como Castilla o Aragón, aunque se llegó a plantear en época
ilustrada la conexión de las principales cuencas fluviales peninsula-
res, alcanzándose hasta el Guadalquivir. Pero sin embargo, nuestra
cultura tiene en gran medida su origen en el carácter navegable de
sus ríos atlánticos. El Guadalquivir, el Guadalete, el Tinto y el Odiel, Índice
el Guadiana, subrayan con su pasado y su presente que la cultura
de Andalucía necesitó de los estuarios, de esos espacios de transición
entre el mar y los ríos, de esas puertas al interior de nuestro territo-
rio, y que su abundante presencia facilitó su temprano dinamismo
social y cultural, aun en el extremo occidental europeo8.

La riqueza portuaria del Guadalquivir así lo muestra desde


antiguo, en las orillas del lacus Ligustinus, y cauce arriba. Pero

8. Incluso el modesto Barbate fue en un buen trecho navegable y así lo


recuerda el enclave de La Barca de Vejer.

• 37 •
también hasta la mismísima Jerez fue un antiguo puerto. Plinio
llama a Huelva la Onuba Aestuaria. Y tenemos referentes arqueo-
lógicos de esa necesidad vital del cauce como entrada de riqueza,
o de peligro. Por este flanco se produjo el asalto normando a la
Sevilla andalusí, a Ishbiliya. Si del mar entraban hacia aguas arriba
las novedades, la corriente aguas abajo ayudaba al transporte fácil
de troncos y tablas que llegaban de los pinares de la Sierra del
Segura, en tierras jiennenses, al dieciochesco Real Almacén de
Maderas, próximo al puente de Triana, que era de barcas cuan-
do se hizo el edificio. De todos los ríos el Guadalquivir es el río
navegable por antonomasia, gracias a sus cualidades. Que fue per-
diendo en parte, motivando quebrantos, estudios y obras que lo
desfiguraron en parte, pero aun mantiene su privilegiado porte.
Ya el cordobés Hernán Pérez de Oliva escribió en 1524 su Ra- Portada
zonamiento sobre la navegación por el Guadalquivir, cuestión a la
que volvieron en época de Felipe II hasta ingenieros flamencos. El
deseo de recuperar la navegabilidad hasta Córdoba nunca alcanzó
meta. Incluso Sevilla se hizo destino difícil, lo que hizo plantearse
en los años cincuenta del pasado siglo la construcción del canal Índice
Sevilla-Bonanza, como una moderna vía de comunicación, que
apenas arrancó hacia la Punta del Verde. Antes, el impulso del
canal de Alfonso XIII en el primer tercio del siglo XX y la esclusa,
recientemente sustituida por otra mayor, permitieron potenciar
el puerto hacia el sur, pero la vía hasta el mar continúa siendo el
Guadalquivir.

Los ríos y los caños no solo sirven para comunicarse, en mayor


grado aparecen como barrera a salvar. Puentes, alcantarillas y va-
dos son algunos de los artificios constructivos que se emplean para

• 38 •
superarlos. Proyectos no construidos como un puente de piedra
en el siglo XVII que sustituiría al puente de barcas de Triana tardó
en encontrar el relevo del actual puente también llamado, aunque
escasamente pronunciado, de Isabel II. La cuestión de los puentes
es especialmente extensa y goza de amplio reconocimiento patri-
monial. Son numerosos los puentes que gozan de la declaración
monumental, por lo que aludir a ellos, ante la catarata de estudios
existente prolongaría esta lección más de lo razonable. Recordar
en un extremo un histórico puente sobre aguas saladas, como es
el Puente Suazo entre San Fernando y Puerto Real, o un puente
con el tablero formando una única pendiente, bastante acusada
por cierto, como el del Obispo, en Baeza. Son puentes que cons-
tituyen auténticas marcas territoriales, papel que incluso tuvo el
romano de Córdoba (romano, con todas sus modificaciones pos- Portada
teriores). Como quizá de tiempos romanos sea el vado conocido
como Pasada del Zuar, interesante estructura que permitía cruzar
cómodamente el río Odiel en tiempos de estiaje. El puente del
Alamillo, del ingeniero y arquitecto Santiago Calatrava emble-
matiza el triunfo de otros conceptos, bien recientes, por irnos al Índice
otro extremo temporal del hilo que manejamos.

• 39 •
9. LA FORMA DEL AGUA Y LA DIMENSIÓN
DE LO PRIVADO. LA VIEJA URBANIDAD

El agua, que bien sabemos usuarios y técnicos que dificulta


el estado de conservación de los edificios, pues obliga a imper-
meabilizar, a diseñar cubiertas, estudiar las pendientes, cuidar los
detalles constructivos, los encuentros y su estanqueidad, o las ca-
zoletas, goterones, vierteaguas… es un desafío técnico constante
para muchos que la tienen como un enemigo declarado.

Existe un sinnúmero de pequeños detalles arquitectónicos rela-


cionados con el agua. Gárgolas, bajantes, cornisas, ladrillos gotera,
goterones… Algunos han llegado a personalizar determinadas ar-
quitecturas. Además, las cubiertas de los edificios se resuelven con Portada
las tejas, canalones, en cubiertas con faldones en pendiente sobre
caballetes, o cubiertas planas (recordar los terrados cubiertos con
la launa de las Alpujarras) hasta llegar a las cubiertas modernas,
incluidas las invertidas. Son cuestiones que definen decisivamente
el aspecto de nuestros edificios, de nuestros complejos urbanos… Índice
de nuestros conjuntos históricos y demás bienes culturales.

La casa se explica modernamente con el agua cuando decimos que


tiene sectores húmedos, normalmente cocinas y cuartos de baño, que
los arquitectos con mejor o peor fortuna manejan y traen al común
de los moradores. Como en patios y jardines, en plazas y parques se
zonifica la presencia del agua, diseñándose para su enriquecimiento.

Y es que para otros el agua es un preciado material de construcción.


Su empleo nos da la oportunidad de disponer de plácidas láminas
de agua, de cascadas restallantes, de chorros rumorosos, de disfrutar

• 41 •
del espectáculo visual de reflejos, de sonidos. Es el agua capturada,
domesticada, productora de efectos… Ya autores antiguos compren-
dieron las posibilidades de la hidráulica en ese sentido: Arquímedes,
Ctesibio, Vitruvio, Herón de Alejandría, Frontino, inauguraron una
trayectoria que de forma más o menos empírica perpetuaron los jar-
dineros islámicos y los fonteniers de la Edad Moderna.

En Andalucía, desde las placenteras fuentes andalusíes con su


taza baja, que vierten en albercas y estanques, encontramos una
expresión magistral propia de interiores palaciegos, pero también
llevada a casas más modestas. Numerosas descripciones nos han
llegado, como la del jardín cordobés de al-Zayyali, que nos dejara
al-Maqqari, el escritor argelino del siglo XVI cantor de las exce-
lencias andalusíes: “Este jardín es uno de los más maravillosos, bellos Portada
y perfectos. Su patio es de mármol blanco puro; le recorre un arroyo
que parece una culebra serpenteante y hay una alberca en la que
desembocan las aguas que corren. El techo de su pabellón, sus paredes
y muros están decorados con oro y lapislázuli”9. El paradigma de la
presencia del agua probablemente es el patio de los Arrayanes de Índice
la Alhambra10, pero también en Sevilla en los jardines almohades

9. Citado por María Jesús Rubiera, en La arquitectura en la literatura ára-


be. Datos para una estética del placer. Madrid: Editora Nacional, 1981, p. 82.
10. Un acercamiento a los cambios experimentados por este espacio ha sido
realizada por Carlos Sánchez Gómez: “Imagen fotográfica y transformación de
un espacio monumental: el Patio de los Arrayanes de La Alhambra”. Papeles del
Partal, 3, noviembre 2006, pp. 9-48. De aspecto más general, está el trabajo de
Christiane M. Kugel,: “Agua y Arquitectura. Naturaleza y vida en tiempos naza-
ríes” en Jesús Bermúdez López et alii: Arte islámico en Granada. Propuesta para un
museo en la Alhambra. Granada: Patronato de la Alhambra, 1995, pp. 107-115.
Los notables trabajos de Antonio Malpica o el de Manuel Vigil-Escalera: El Jardín

• 42 •
Portada
Figura 3. El predominio del agua en la definición del marco arquitectónico del Patio
de los Arrayanes, en la Alhambra. Fotografía de Jean Laurent realizada en 1871.
(Colección particular del autor)

(Casa de la Contratación) o mudéjares (Patio de las Doncellas, en


el Real Alcázar). Los espacios domésticos posteriores prefirieron Índice
una fuente más elevada, con chorro en altura, que tiene preceden-
tes en los surtidores con esculturas de animales andalusíes.

Pronto, fuentes murales con grutescos, o ninfeos y grutas, se ex-


pandieron por la influencia italiana: el italianizante Pedro Machuca

musulmán de la antigua Casa de Contratación de Sevilla. Vol. 1, Intervención arqui-


tectónica. Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General
de Arquitectura y Vivienda, 1999. También los clásicos trabajos de Basilio Pavón
Maldonado como: Tratado de arquitectura hispanomusulmana 1, Agua: (aljibes,
puentes, qanats, acueductos, jardines, desagües de ciudades y fortalezas, ruedas hi-
dráulicas, baños, corachas). Madrid: CSIC, 1990.

• 43 •
Portada

Índice

Figura 4. La recuperada presencia del agua en su formulación original, en el Patio de


las Doncellas del Real Alcázar de Sevilla. Estado tras la intervención arqueológica del
profesor Miguel Ángel Tabales que localizó el primitivo jardín mudéjar y la posterior
intervención arquitectónica de Antonio Almagro. (Fotografía del autor)

• 44 •
y Niccolo da Corte en la Alhambra (pilar de Carlos V), Vermondo
Resta en el Real Alcázar o Benvenuto Tortello en los jardines de los
Duques de Alcalá (Casa de Pilatos, castillo palacio de Bornos…),
Francisco del Castillo en tierra cordobesas y jiennenses, fueron
patrocinadores de dichos conceptos. Incluso el agua no solo fue
sinónimo de soporte de la vegetación, de frescor, higiene, imagen
y sonido. También fue un recurso lúdico, como los burladores con
que se sorprendía en el Alcázar sevillano a las visitas, que eran sor-
presiva y literalmente duchadas por sus anfitriones11.

El agua cualificó nuestra urbanidad. La convivencia de un es-


pacio público, edificios relevantes y fuentes de notable impronta
arquitectónica marcan un sentido del lugar en la ciudad, pleno de
jerarquía. La constitución de realidades patrimoniales más com- Portada
plejas, un topos según la terminología de Mario Manieri Elia, nos
habla del hecho de que distintos bienes culturales desarrollan in-
terrelaciones y protagonismos destacados en una ciudad, gracias
a la cualificación de un espacio urbano concreto. Y esto otorga
especial calidad a algunos de nuestros bienes culturales que son Índice
considerados conjuntos históricos.

Acerquémonos a algunos:

La fuente de Santa María, obra de 1564 de Ginés Martínez


de Aranda, se ubicó exenta en la plaza homónima, convertida en
el espacio de representación de esta ciudad, sirviendo de áulica

11. Vicente Lleó ha estudiado la figura de Tortello y su papel en los jardi-


nes ducales. Ana Marín Fidalgo estudió los jardines manieristas del Alcázar en
sus monografías sobre este edificio y en la revista Cuadernos de la Alhambra.

• 45 •
rótula entre la visión de la catedral, las casas consistoriales y el
seminario. Con su frontón de remate y la serliana que le da su
ritmo, le robó protagonismo a la vieja fuente de los Leones, que
próxima al arco de Villalar reivindicaba el pasado antiguo de Bae-
za al incorporar material arqueológico zoomórfico y una figura
femenina, procedentes del entorno, para definir un programa
clasicista temprano12.

En la cercana Úbeda, es la antigua plaza del Mercado la prota-


gonista. Y como el vacío es plurifuncional y vitalista, entonces la
fuente, también de dignísima estirpe renacentista, es sin embargo
un elemento mural, una estructura adosada a la cabecera de una
iglesia medieval, la parroquia de San Pablo, rectora de esa colla-
ción a intramuros. Y hasta no hace muchas décadas, la fuente Portada
era un centro clave de aprovisionamiento de agua, un lugar de
encuentro, como muestran añejas imágenes.

Si la llegada del agua requería una infraestructura poderosa en


esos espacios ahora propios de una ciudad abierta a lo italiani- Índice
zante, no se desdeñaba tampoco la herencia medieval. De hecho,
la iconografía de Sevilla (Brambilla, Hoefnagel…) abunda en
representar de forma reiterada esa vía acuífera que son los Caños
de Carmona, eludiendo los cauces de los arroyos, alcanzando la
ciudad del río grande, afirmando su cotidiana aportación vitali-
zante. Lo almohade y lo americanista convivieron a cuenta del
agua cuando Sevilla fue especialmente capitalina.

12. Interesante estudio al respecto el de José Policarpo Cruz Cabrera: Las


fuentes de Baeza. Granada: Universidad de Granada, 1996.

• 46 •
Portada
Figura 5. Fuente de Santa María en Baeza.
(Fotografía del autor)

Y lo gótico y lo clásico conviven en los nuevos paisajes, en


los nuevos espacios de una ciudad nazarí como Ronda. La vieja Índice
parroquia de Santa Cecilia, templo de la posconquista, matriz de
un nuevo arrabal, rima con la dieciochesca fuente de los Nueve
Caños, para constituir una encrucijada cívica, donde lo religioso
y lo civil se hibridan. La atracción del agua es el motor, máxime
cuando esa ciudad depara lecciones magistrales sobre su sabio y
espectacular uso, según observaremos más adelante.

En esa dicotomía heredada de disfrute selectivo del agua en lo


íntimo y manejo emblemático del líquido elemento en lo público
y comunitario, surge –por ejemplo– Federico García Lorca, para
explicárnoslo de otra forma, aludiendo a su ciudad:

• 47 •
Portada

Figura 6. Fuente renacentista adosada a la iglesia gótica de San Pablo en Úbeda.


(Fototeca de la Universidad de Sevilla) Índice
“No hay juego de agua en Granada. Eso se queda para Versalles,
donde el agua es un espectáculo, donde es abundante como el mar,
orgullosa arquitectura mecánica, y no tiene el sentido del canto. El
agua de Granada sirve para apagar la sed. Es agua viva que se une
al que la bebe o al que la oye, o al que desea morir en ella. Sufre una
pasión de surtidores para quedar yacente y definitiva en el estanque.
Juan Ramón Jiménez lo ha dicho: Se ha dormido el agua y sueña
que la desenlagrimaban…”13

13. Extraído de Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre, 1933.

• 48 •
Figura 7. Fragmento de vista
de Sevilla realizada por Joris
Hoefnagel para el libro de Braun,
Hogenberg y Van den Neuwel Portada
Civitates Orbis Terrarum. En el
volumen IV, editado en 1588 por
primera vez, la ciudad aparece
delimitada por la muralla y por
tres cauces: el Guadalquivir y el
Tagarete, más próximos a ella. Índice
El Tamarguillo queda más al
sureste, a la derecha. Los Caños
de Carmona llegan serpenteantes
a la muralla. En una ciudad
casi rodeada por el agua, el
hombre tuvo que construir una
importante arquitectura del agua
para abastecerse.
(Colección particular del autor)

• 49 •
Portada

Índice

Figura 8. Antigua iglesia de Santa Cecilia y Fuente de los Nueve Caños en Ronda.
(Fotografía del autor)

• 50 •
La cultura barroca exhibió su cuidado potencial artístico en
espectaculares fuentes ornamentales y monumentales (la Fuente
del Rey de Priego es su gran conclusión ya a principios del XIX,
cercana a su vecina manierista la Fuente de la Salud), anticipando
con un código formal bien diverso el interés ilustrado por el orna-
to urbano, que se fortalece como una preocupación de las autori-
dades por una ciudad embellecida y en beneficio del ciudadano.
Ese camino pasa por un largo trayecto de vinculación del agua
con la simbolización del poder, de las riquezas, de las creencias14.
Fue un escalonamiento que talla desde la cultura clásica antigua,
a la islámica y la cristiana, nuestra imagen patrimonial desde sus
raíces. La arqueológica es la faz obviamente inicial de muchas de
esas experiencias, como hemos visto en Baeza, como se da en otras
ciudades. Pero es de los logros en este terreno de la Ilustración, Portada
de la modernidad, de donde se nutren nuestros criterios urbanos
de uso y de simbolización del agua, de aglutinamiento de valores
(erudición, riqueza, higiene y salud, incluidas…).

Índice

14. El célebre estudio de Antonio Bonet Correa Andalucía Barroca.


Arquitectura y urbanismo. Barcelona: Polígrafa, 1978, puso de manifiesto el
potencial del barroco andaluz en nuestra temática. Véase asimismo AA.VV.:
Congreso Internacional Andalucía Barroca: Actas. Tomo I. Arte, Arquitectura y
Urbanismo. Sevilla: Consejería de Cultura, 2009. Concretando en el caso de
Priego: Manuel Peláez del Rosal, Santiago Sebastián López, René Taylor: La
fuente del Rey de Priego de Córdoba: (historia, arte e iconografía), 1986.

• 51 •
10. LOS RITOS Y EL AGUA: DE LO PRIVADO
A LO PÚBLICO

El sentido del agua como elemento ritual es una cuestión pre-


valente, como hemos visto que lo era su presencia en lo íntimo
y privado, en lo doméstico (casas, palacios), en el jardín… pero
también la encontramos en los espacios representativos: claustros,
patios de honor. Incluso en ciertos enclaves del territorio. Basta
recordar el sentido que tiene el Vado del Quema dentro de los
ritos rocieros.

Ya los baptisterios paleocristianos marcaban el papel iniciático


de entrar por el agua y el valor de ese ritual se percibe en los
estratos arqueológicos de los palimpsestos urbanos, como en el Portada
sevillano Patio de Banderas.

El posterior refinado uso andalusí del agua procede del origen


en el desierto arábigo del Islam y de su trasfondo religioso. Surge
la idea de purificación: la middha (letrina cercana a la mezquita), Índice
o el sahn (patio de abluciones) son esas tipologías arquitectóni-
cas algunas aún presentes, otras conocidas arqueológicamente y
documentadas. Mientras que en Madinat al-Zahra, Córdoba, la
Alhambra, en los palacios y casas de las medinas, en las almunias
campestres el agua es protagonista y llega a grandes cimas arqui-
tectónicas. Aquí el concepto subyacente es el del jardín como
imagen del paraíso. Estanques, albercas, piletas y pilares compi-
ten, hasta llegar a la escala de la sevillana Buhayra.

• 53 •
Tenemos también la sencillez mudéjar, pero a veces elocuente
como en la Fontanilla de Palos de la Frontera, prólogo de la pri-
mera expedición colombina, que asume abiertamente la imagen
y la tipología religiosa del templete humilladero. Mas la vincula-
ción religiosa con el agua se hace patente en pilas y aguamaniles,
en las iglesias, particularmente en las sacristías, y sobre todo en las
fuentes, piletas y lavabos de los claustros conventuales, cerrados
desde el Medievo hasta la Exclaustración.

Al mismo tiempo, la imagen del agua se asocia a la dimensión


de lo compartido y de lo regulado. Aparece el aúlico sentido re-
nacentista que cambia los valores y desarrolla otra percepción es-
pacial del agua: De la fuente baja islámica pasamos a la taza sobre
fuste o balaustre, para llegar al pilar mural cargado de emblemas Portada
al modo antiguo (Jaén, Granada, Sevilla). Las fuentes son un fes-
tejante registro manierista y barroco: Baeza y Úbeda, Priego, los
jardines del Alcázar sevillano, los jardines del Retiro de Churriana
al final del barroco… Con estas “cultas” fuentes públicas monu-
mentales, exentas o murales, de victoriosa codificación conviven Índice
pilas o pilares, hasta los humildes abrevaderos y lavaderos: el agua
se muestra, pues, cargada de ideología arquitectónica.

El rigor productivo racionalizador del periodo ilustrado per-


vive en Cádiz, en la Isla, en tantas realizaciones de fuentes y
obras públicas relacionadas con el agua. La posterior ostentación
burguesa tiene su punto álgido en las grandes fuentes urbanas
del XIX y XX, en el interés por lo ornamental exento, cuando
poco a poco el agua se infiltra como moderna infraestructura, se
hace menos evidente, pero llega a la población. Es el tiempo de
los escultores y de los ingenieros. Ese gesto cívico de reivindicar

• 54 •
el agua llega a su clímax en las ordenaciones jardineras de Fores-
tier (Parque de María Luisa en Sevilla, Hacienda de Guzmán,
jardín del Rey Moro en Ronda…). Tiene su culminación en la
jardinería que acompaña a la arquitectura de Aníbal González,
llena de estanques, incluso de una ría en la Plaza de España,
inserta dentro de ese especial Bien de Interés Cultural que es el
Parque de María Luisa, por acudir a una referencia regionalista
en la mente de todos15.

Tiempos peores llegaron más tarde, de desinterés patrimonial.


Produjeron la desecación de la laguna de La Janda, duras altera-
ciones de paisajes hídricos y el empobrecimiento de conjuntos
históricos. El baile de fuentes de edificios que desaparecían, reco-
locadas para sobrevivir (llevadas a otros lugares como el Alcázar, Portada
Casa de los Pinelo, etc.) fueron todo un síntoma de la decadencia
cultural experimentada años atrás.

La escena arquitectónica y urbana reciente ha recuperado el


agua frente al concepto de la plaza dura, como en la ordenación Índice
del Mamelón, un espacio jerezano proyectado por el arquitecto
Ignacio de la Peña. Pero también se maneja conceptualmente de
otro modo en la intimidad, que recupera los valores del agua do-
méstica. Es el acierto de Alberto Campo en el estanque del patio
de la Casa Gaspar, en Zahora, reminiscente de la casa mediterrá-
nea, de raíz grecorromana e islámica.

15. Los trabajos de Alberto Villar Movellán sobre la arquitectura regiona-


lista y Manuel Trillo de Leyva sobre la Sevilla de la Exposición Iberoamericana
son un marco general de consulta.

• 55 •
Pero insistamos en la clave patrimonial. Las restauraciones
del sistema hídrico de las huertas y jardines de La Cartuja de
Sevilla, a cargo de Francisco Torres, revelaron un entendimiento
de cómo se recupera la imagen patrimonial del agua como infra-
estructura, pasando por el Memorial del Agua de José Ramón
Sierra en el claustrum maius del propio establecimiento covitano,
una metáfora arquitectónica llevada a un ejercicio de instalación
contemporánea con materiales arqueológicos dispersos. Ambas
obras fueron realizadas en 1992, dieron nuevo aire a nuestro
Patrimonio Histórico, dentro de la necesaria vinculación con el
agua y el río, que tematizó buena parte de la Expo’92.

La fecunda labor con el agua del laureado arquitecto Guiller-


mo Vázquez Consuegra, que arrancó con el temprano jardín para Portada
D. Zacarías en Olivares, nos conduce al reciente jardín de San
Telmo (2010), dentro de la recuperación del antiguo colegio y
palacio, y que debe resaltarse para entender como la arquitectura
actual asume la relevancia del agua en la imagen de nuestro Patri-
monio Histórico. Índice

El baño y el culto del cuerpo son capítulos que no se deben


olvidar. Tienen su origen más desarrollado en las termas (Hispalis,
Corduba, Italica, Baelo…) y balneae de Roma. Recordemos su
modelo de tres temperaturas, heredado en el andalusí hammam,
que lo mantuvo (presente en Granada con El Bañuelo, o los
diferentes baños alhambreños, los sevillanos baños de la Reina
Mora, los baños árabes de Ronda, de Gibraltar…). Los balnea-
rios termales (Alhama de Granada, Alhama de Almería, Fuente
Amarga en Chiclana, Carratraca, Lanjarón…), nutridos de aguas

• 56 •
subálveas, tienen también precedentes antiguos, aunque después
de la Ilustración es cuando proliferan y sus arquitecturas se des-
pliegan en el XIX y XX. De la antigua natatio llegamos a la mo-
derna piscina de competición, extendida desde el primer tercio
del siglo XX. Mientras que los balnearios de costa y fluviales,
serpentearon nuestras orillas marítimas y de interior, multipli-
cándose en la primera mitad del siglo XX. La ría de Huelva, las
playas de ciudades como Málaga, Cádiz… fueron febril campo
de experimentación arquitectónica, gracias a la arquitectura que
mediaba entre nosotros y el agua, convirtiéndose en su enseña:
estaciones balnearias, ciudades de vacaciones... Agua, ocio y de-
porte: balnearios, piscinas (sin peces, a pesar de su etimología),
hasta los parques temáticos y parques acuáticos, expresión banal
de la cultura, del Patrimonio (Isla Mágica y la Sevilla puerto de Portada
Indias) que mercantiliza el agua para el ocio consumista, se han
convertido en omnipresentes, y a los que oponemos las creacio-
nes de valor patrimonial que también tenemos.

Índice

• 57 •
11. AGUA Y PRODUCCIÓN. ENTRE LO ETNOGRÁFICO
Y LA INGENIERÍA

El cuidado del agua para el riego se basa en necesidades di-


versas de la agricultura, del medio rural, y de su presencia en
la ciudad. Las canalizaciones destinadas al mundo agrario y los
jardines muestran elementos muy variados, como acequias, atar-
jeas (palabra con múltiples posibilidades dentro de la arquitectu-
ra del agua), conteniendo compuertas, albercas y albercones de
riego, entre otros elementos. Las albercas están presentes en las
almunias andalusíes, como lo estuvieron en las villae romanas,
alternándose con otros elementos de arquitectura del agua, más
asociados al disfrute (ninfeos y pilas, por ejemplo). El cuidado de
los cultivos más intensivos, con una base histórica y una relevan- Portada
cia en el lugar, ha motivado que huertas regables como la Huerta
Noble de La Redondela o la Huerta de Pegalajar sean Lugares
declarados de Interés Etnológico16.

16. José Antonio González Alcantud, profesor de la Universidad de Gra-


Índice
nada, ha sido un activo estudioso del agua desde la Antropología, con nume-
rosas muestras. Con otros autores es responsable, por ejemplo, de: El agua:
mitos, ritos y realidades: Coloquio Internacional. Barcelona: Anthropos,1995.
Conviene consultar una visión articulada desde la Antropología de la cues-
tión de la arquitectura tradicional y su vinculación con el agua. Por ejemplo
los trabajos de Juan Agudo Torrico: “Arquitectura Tradicional y Patrimonio
Etnológico Andaluz”. Demófilo. Revista de Cultura Tradicional de Andalucía,
31, 1999, pp. 13-31 y Arquitectura Vernácula en el Mundo Ibérico. Sevilla:
Pinelo, 2007. O el abarcativo trabajo colectivo AA. VV.: Proyecto Andalucía.
Antropologia. Sevilla: Publicaciones Comunitarias, Vol. 10, 2001.
Desde la ingeniería debe recordarse la figura del desaparecido Ignacio
González Tascón, experto en múltiples saberes de la historia de la ingeniería e,
incluso, de la arquitectura y la tecnología tradicionales, caso de la molinería.

• 59 •
Los poblados de colonización del siglo XX son una moderna
experiencia de interés en este sentido. Que incluyen positivos
factores de modernización y notables realizaciones arquitectó-
nicas, alguna reconocida patrimonialmente como el poblado
de Esquivel, frente a episodios de la memoria histórica como
la construcción con presos políticos del Canal del Bajo Gua-
dalquivir17. Debe recordarse en el plano técnico que en las
zonas regables andaluzas existen diversas tipologías de presas,
generando en ocasiones modelos mixtos, que participan de dos
o más opciones. En la zona regable la presa de derivación se
emplea para elevar el agua hasta la cota del canal de riego. Se
da también el embalse para el aprovechamiento hidroeléctrico,
el embalse para abastecimiento o aprovechamiento industrial,
el embalse regulador, y, según se ha indicado, se encontrarán Portada
embalses mixtos. Otros elementos de su rica cultura material
son los acueductos, canales, estaciones elevadoras, sifones, de-
pósitos, etc. Si bien hay canales especialmente relevantes –en
la organización territorial del escenario rural de la coloniza-
ción– que trascienden del ámbito de una sola zona, como el Índice
caso del canal del Bajo Guadalquivir, en una zona regable debe
considerarse especialmente el canal principal, junto a los cana-
les secundarios. Además, se incluyen las acequias principales.
También los desagües, al menos los principales. Los cultivos
y producción en general son consecuencia de la estructura del
riego y determinan fuertemente el color y la textura de las res-
pectivas unidades de paisaje.

17. Leandro del Moral Ituarte: El Canal de los Presos (1940-1962): Tra-
bajos Forzados: de la Represión Política a la explotación económica. Barcelona:
Crítica, 2004.

• 60 •
Otras redes hídricas que debemos mencionar son las que
conducen a las denominadas aguadas, o tomas de agua para el
abastecimiento de las embarcaciones, caso de Cádiz en el istmo
de Puerta Tierra, que secuencia con sus topónimos de las aguadas
tanto su vieja estructura defensiva como el crecimiento de la ciu-
dad a extramuros.

Para la elevación del agua y su distribución en el riego, se so-


lía tomar agua de los cauces fluviales, empleando azudes, presas,
norias, ruedas de achique y demás máquinas de elevación, como
las norias del Soto de la Albolafia en el Guadalquivir cordobés. El
aprovisionamiento de agua se basaba en el impulso de las aguas,
a diferencia de los pozos freáticos que requerían de norias y otros
dispositivos de elevación mediante bestias de tiro o a mano. Inte- Portada
resante es la construcción de Las Grúas de El Carpio, que se llevó
a cabo entre los años 1561 y 1568 por orden del primer marqués
de El Carpio, Diego López de Haro. Una presa, tres grandes no-
rias y un sistema de acequias y estanques para la canalización y el
almacenamiento forman parte de este establecimiento declarado Índice
Bien de Interés Cultural18.

Especialmente extensa es esta nómina de la arquitectura del


agua que constituye patrimonio etnológico e industrial y que
podemos vincular a los desarrollos pre e industriales. Agua e
industria son un binomio especialmente productivo. Ya se han

18. Las Grúas, Las Presas o Las Norias de El Carpio es un Monumento de-
clarado Bien de Interés Cultural el 29-I-2002. Puede acudirse a: Julián Hurtado
de Molina Delgado: “Las “grúas” de El Carpio: un moderno ingenio hidráulico
fluvial en el siglo XVI”. Arte, Arqueología e Historia, 13, 2006, pp. 216-221.

• 61 •
mentado presas, balsas, piletas… Hagamos el tránsito entre el
agua, entendida como fuente de energía paleotécnica y también
como moderna energía renovable. Molinos, aceñas, azudes, re-
presas, embalses, saltos de agua y centrales eléctricas son parte de
su riqueza tipológica.

Pero hay construcciones de gran significación patrimonial que


aprovechan la energía de los cursos fluviales, cuales son los moli-
nos harineros o aceñas. También hay que añadir los batanes para
fabricar paños. En Andalucía había además molinos serrineros
para la fabricación de serrín de corcho, para cortar mármoles y
piedra en general, para fabricar papel, para herrerías…

Aunque los molinos que empleaban como fuerza motriz la Portada


del agua solían estar en los cauces, generalmente medios, de los
ríos, también conservamos en nuestro legado molinos mareales.
Entre los primeros, se disponía tanto de aceñas con rueda verti-
cal como rodeznos horizontales y molinos de regolfo. Destacan
los del Guadalquivir, caso de las aceñas de Montoro; los molinos Índice
del Soto de la Albolafia, el Molino de Martos19; asimismo los
molinos de Alcolea. Los del Guadajoz en tierra cordobesa, tam-
bién han sido objeto de estudio por su interés. En el Guadaíra se
ha rescatado alguno de los numerosos molinos harineros que lo
poblaron. En el Guadalete debe recordarse el molino del Alga-
rrobo. Importante es el conjunto hídrico con sus correspondien-
tes molinos de Ronda, que constituye un paisaje especialmente

19. El molino cordobés de Martos, rehabilitado recientemente de forma


brillante por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg, fue aceña harinera y luego
molino de regolfo como batán para el textil.

• 62 •
Portada

Figura 9. Represas y azudes en el Tajo de Ronda.


(Fotografía del autor)
Índice
relevante. Entre los de marea, por mencionar algunos, citar el
del río Arillo entre Cádiz y San Fernando, el de Zaporito, el de
Caño Herrera, hasta alcanzar en su tiempo un total de diecinue-
ve en la Bahía de Cádiz desde El Puerto hasta Chiclana; o los
numerosos de Isla Cristina y Ayamonte, en las marismas vecinas
a la desembocadura del Guadiana.

El trabajo con la piel requirió de edificios próximos al agua


y generalmente con sistemas de piletas y desagües sofisticados.
Son las viejas tenerías y curtidurías. En Ronda se encontraron
recientemente piletas de una tenería asociadas al caño procedente

• 63 •
Portada

Índice

Figura 10. Acequia tallada en la margen izquierda del Tajo de Ronda.


(Fotografía del autor)

• 64 •
Portada

Figura 11. Molinos del Tajo de Ronda.


(Fotografía del autor)
Índice
de la Toma. Más abajo, los antiguos baños árabes junto al Gua-
dalevín, una vez perdido su uso en el siglo XVI también sirvieron
un tiempo para el curtido de pieles. Igualmente, tienen un claro
interés etnológico y arquitectónico los lavaderos de lana.

Otro tipo de piletas fue el propio de los lavaderos de mineral,


muy presentes en la franja pirítica (a recordar las minas de Río-
tinto y los antiguos lavados que mediante un curioso ecosistema
dan coloración y nombre al río Tinto, Tharsis, Aznalcóllar…)
que finalmente generaron importantes acumulaciones en las te-
mibles presas, represas y balsas de lodos (fosfoyesos en Huelva),

• 65 •
cuyos efectos conocemos en parte. El impacto medioambiental y
paisajístico y su repercusión en la ordenación territorial ha gene-
rado diversos estudios al respecto.

Una vertiente especialmente reconocida es la del agua como


moderna energía renovable, vinculada a la producción industrial
de electricidad en los saltos de agua. En el capítulo de las presas
se han citado las construidas por Mendoza y Fernández-Shaw,
de alto reconocimiento patrimonial, como el Salto de El Carpio
realizado en su día por la compañía Mengemor20.

Portada

Índice

20. La presa y central eléctrica El Salto de El Carpio es un Monumento


declarado B.I.C. el 29-VII-2003.

• 66 •
12. ALGUNAS CONCLUSIONES

Nuestro territorio andaluz, en los aspectos generales de la cultura


del agua, se ha desenvuelto tradicionalmente con un sesgo marcado
según las grandes unidades territoriales. El agua en las poblaciones
serranas, donde teóricamente es abundante, se encuentra asociada a la
imagen patrimonial de tantas localidades, muchas de ellas conjunto
histórico, como Fuenteheridos o Galaroza (fuentes, lavaderos, abreva-
deros…), Villaluenga del Rosario (acueducto dieciochesco subterráneo
con aireadores y fuente monumental…), Ronda (acequias, molinos,
centrales eléctricas, curtidurías, baños árabes, fuentes monumentales,
la Mina y el célebre Tajo…). Hemos citado poblaciones que definen
ejemplarmente su imagen en razón del binomio agua natural y agua
conducida y utilizada por el hombre, constituyendo micropaisajes Portada
culturales del agua dentro de geografías incluso espectaculares. Es fre-
cuente encontrar, por razones de captación, lugares de montaña con
gran riqueza de pilares y fuentes adosadas, en toda Andalucía. Pero
también complejos hidroeléctricos de gran valor patrimonial como el
realizado por el ingeniero Rafael Benjumea Burín, el I conde de Gua- Índice
dalhorce, en torno al Pantano del Chorro en la provincia de Málaga.

El agua, en áreas casi desérticas almerienses, como en los Campos


de Níjar, cercanos a la citada presa decimonónica, ha dado lugar a
una cultura extremadamente cuidada que propició la inscripción
colectiva de numerosos molinos hidráulicos, norias y aljibes a prote-
ger, acompañando a aquellos que aprovechan de forma tradicional el
viento, todos inclusos en el Parque Natural de Cabo de Gata21.

21. AA.VV.: El Viento y el Agua en la Construcción de un Paisaje Cultural.


Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar y de las Comarca de los Vélez (Almería).

• 67 •
En las campiñas agrícolas, en los cotos, dentro de los espacios
despoblados, la imagen de pozos y abrevaderos tachona escenarios
abiertos, con un mayor protagonismo en el paisaje que sus equi-
valentes en las dehesas altas. El agua en el litoral ha propiciado el
aprovechamiento de las salinas y la geometrización de los esteros,
como un espacio de marisma antropizado, girando alrededor de
las casas salineras. Precisamente gozan de protección unas estruc-
turas constructivas en aguas marinas inspiradas en elementos na-
turales. Nos referimos a los corrales de pesca de Chipiona, Rota, y
Sanlúcar de Barrameda. Su contraimagen es el aprovechamiento
de antiguas salinas o modificaciones de áreas marismeñas en be-
neficio de la moderna acuicultura, con piscifactorías y centros de
recursos marinos de moderna arquitectura, como el PEMARES.
Tradicional es asimismo la arquitectura del agua en las comarcas Portada
mineras, con artilugios elevadores, presas, y las ya citadas y temi-
das balsas. Y de base sustancialmente modernas las arquitecturas
del agua urbana que disfrutamos, donde tratamiento de aguas,
depuración y emblemáticas sedes corporativas concilian la ima-
gen industrial con la presencia institucional. Índice

Sevilla: Consejería de Cultura, 2005. También: J.A. Muñoz Muñoz: “Cultura del
agua. Aprovechamiento hidráulico integral en un entorno tradicional de extrema
aridez. Campos de Níjar (Almeria)”. Narria, 89-90-91-92, Universidad Autóno-
ma de Madrid, 2001, pp. 12-21. Del mismo autor: Cultura y paisajes del agua.
Almería: Diputación de Almería, 2009. Un trabajo previo es el de P. Molina; F.
Checa; J.A. Muñoz Muñoz: “La cultura tradicional del agua. Tecnología hidráu-
lica y simbolismo en los Campos de Níjar”. Demófilo, 27, 1998, pp. 167-198.

• 68 •
13. DE LA PRESENCIA A LA AUSENCIA
EN EL TERRITORIO…

Después de tanta actividad productiva, nos queda insistir en el


recuerdo del agua para el ocio, no en la clave de la domus o la villa
romana, no en la de los palacios andalusíes, dentro de escenarios
domésticos. Veámosla ya en otra clave moderna. ¿Cuántas arqui-
tecturas perdidas pero que quedan registradas en nuestra memoria,
del tímido acercarse al agua tras los rigores invernales, en los pri-
meros calores primaverales y como refugio a los rigores estivales,
diseñan nuestra imagen patrimonial? Edificios balnearios, baños,
casetas, ejemplares perdidos pero recordado, elementos presentes

Portada

Índice

Figura 12. Lumbrera para aireación del acueducto de Villaluenga del Rosario.
(Fotografía del autor)

• 69 •
Portada

Figura 13. Pozo-abrevadero en Conil de la Frontera. La dignidad de sencillas


arquitecturas anónimas del agua. (Fotografía del autor)
Índice
en ciudades como Málaga (Baños del Carmen) o Cádiz (el cale-
tero Balneario de Nuestra Señora de la Palma y del Real), otros
presentes y ausentes en tantos otros lugares, y que desde finales
del siglo XIX prosperaron asumiendo las modas arquitectónicas
con total desenfado. Cuando buscamos el agua para toda la ple-
nitud física de nuestros cuerpos, en la moderna cultura balnearia
y deportiva nos topamos con las imágenes de arquitectura de ins-
piración naval, hallamos las perdidas imágenes de las modernas
piscinas (basta recordar las piscinas de agua salada de la playa de
la Victoria en Cádiz) y los modernos balnearios racionalistas.

• 70 •
Podrá verificarse que repasar los bienes culturales dedicados
al agua es una labor ímproba. Esta urgente aproximación nos
habla de su diseminación en las poblaciones andaluzas, en su
litoral, en las áreas de interior, en la alta montaña. Nos habla
de que tienen presencia en todas y cada una de las figuras pa-
trimoniales de protección: monumentos, jardines históricos,
conjuntos históricos, sitios históricos y, en Andalucía de las zo-
nas patrimoniales, de los lugares de interés etnológico y los de
interés industrial. De que llena no casualmente un importante
espacio de los patrimonios especiales (arqueológico, etnológico
e industrial), del patrimonio mueble, del patrimonio intangible
(actividades de interés etnológico…). Hablando de nuestras
instituciones del Patrimonio Histórico, el agua se encuentra
en nuestros archivos colmando el patrimonio documental, en Portada
nuestras bibliotecas con el patrimonio bibliográfico y se ha mu-
sealizado en numerosos museos y centros de interpretación, en
emergentes conjuntos y parques culturales22.

Pero sobre todo esta lectura es una invitación a aproximarse Índice


a esta imagen, a reforzar nuestra imagen de Andalucía, de los
frutos del ingenio, del trabajo y de la forma de vida de nuestros
antepasados, como punto de reflexión sobre nuestra condición
contemporánea. En otro trabajo previo concluimos con la profe-
sora María Teresa Pérez Cano que:

22. Un recuento de interés sobre la tipología de jardines históricos fue el


realizado en su momento por Antonio Tejedor Cabrera: Jardines históricos de
Andalucía: arquitectura y conservación de sus paisajes privados. Tesis doctoral.
Universidad de Sevilla: 1997. Sin olvidar los trabajos de Francisco Prieto-Mo-
reno o José Tito Rojo.

• 71 •
“Las ciudades andaluzas han ido generando a lo largo de su his-
toria infraestructuras hidráulicas que se han convertido en parte de
ellas mismas. Las capitales litorales, Almería (que ha transformado su
rambla en paseo peatonal), Cádiz y Málaga, han creado una fachada
marítima en la que se ubican numerosas playas, puertos, dársenas,
pantalanes y puentes, mientras que la ciudad de Huelva, de similares
condiciones, ha optado por localizar en esta franja litoral su polo in-
dustrial (muelles, dársenas, astilleros, balsas y salinas). Las ciudades de
interior, Córdoba, Granada y Sevilla, apuestan por el aprovechamiento
fluvial generando molinos, puentes, torres, diques y esclusas, frente a la
ciudad de Jaén que carece de cauce propio en su ámbito.

La mayoría de nuestros conjuntos históricos poseen declaraciones


con delimitaciones que no recogen la presencia del agua como factor de
identidad urbana. Es pues una necesidad asumir estos planteamientos Portada
para que los nuevos crecimientos urbanos en el futuro no nieguen en sus
planes urbanísticos este hecho territorial diferenciador, con la merma
de dimensión patrimonial que supondría” 23.

Índice

23. Estos pronunciamientos forman parte del trabajo de la profesora


María Teresa Pérez Cano aportado al proyecto de investigación realizado por
miembros del Grupo de investigación HUM-700, bajo su dirección: El agua
como factor de identidad patrimonial en Andalucía. Sevilla: Centro de Estudios
Andaluces, 2007.

• 72 •
14. … Y LAS PREGUNTAS FINALES

¿Qué tiene de particularidad la cultura del agua?, ¿qué papel


cumple en la definición aquilatada, rica y extensa de la cultura
patrimonial de Andalucía?

¿Qué tienen de común todas estas cuestiones tratadas?

Básicamente que el agua aglutina, estructura. Que nuestra re-


lación con este líquido nos caracteriza para definir nuestra cultura
y su imagen patrimonial. No olvidemos que en nuestro pasado
romano ya se cumplía lo dictaminado por Richard Sennet: “cuer-
po, casa, foro, ciudad, imperio: todos se basaban en una imaginería
lineal”24. Hoy cabe preguntarse hacia donde vamos cuando han Portada
proliferado los campos de golf, se han ocupado inmensas super-
ficies de regadío que agotan acuíferos, se prolonga el mal mante-
nimiento de las redes hidráulicas y las balsas contaminantes, que
son cada vez más extensas...
Índice
Si cupiera resumir, diríamos que no olvidemos que todo
aquello que está declarado Patrimonio de la Humanidad en
Andalucía está muy vinculado al agua, posee notables registros
como imagen del agua.

Haciendo parcial hincapié, debemos indicar que Doñana, cuya


problemática con el agua es bien sabida por razones medioam-
bientales, pero que esconde un copioso muestrario de arquitectura

24. Richard Sennet: Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización


occidental. Madrid: Alianza, 1997, p. 131.

• 73 •
Portada

Figura 14. El territorio desantropizado. La imagen muestra la anilla al descubierto del


pozo del antiguo cuartel del Inglesillo en el Parque Nacional de Doñana.
(Fotografía del autor)
Índice
de interés etnológico relacionada con el agua, Pero también allí la
ausencia del hombre, por razones estratégicas, por ejemplo el aban-
dono de un cuartel de la guardia civil hace más de cuatro décadas,
marca la falta de funcionalidad de la arquitectura del agua, y el he-
cho de ceder ante el embate de la Naturaleza, lo que nos proporcio-
na imágenes insólitas, que relativizan la secuencia antropizadora.

Haremos asimismo abstracción, en este repaso de nuestro de-


clarado Patrimonio de la Humanidad en Andalucía, de las mani-
festaciones de arte rupestre de nuestra cuenca mediterránea sobre
las que ya hemos hecho alguna formulación genérica.

• 74 •
Entonces cabe recordar que la ciudad histórica de Córdoba, en
su imagen, está estrechamente vinculada con el cauce del Gudal-
quivir. Con obras antiguas y medievales de arquitectura del agua:
su viejo puente, molinos y azudes, noria, baños, acueductos, im-
portantes fuentes, magníficos interiores domésticos donde el patio
requiere del agua. Incluso la pieza maestra de la mezquita-catedral
alberga un notable sistema hídrico en su Patio de los Naranjos, y
además en su exterior tiene adosada una hermosa caja del agua del
siglo XVIII. El caso de Granada con la Alhambra, el Generalife y
Albayzín declarados Patrimonio de la Humanidad tiene mucho
que ver con lo ya comentado. Y no debemos reiterar el aparato
arquitectónico que acompaña a un despliegue hidráulico que en la
Alhambra y el Generalife concilia las tradiciones andalusíes de raíz
islámica, la clasicista moderna, la intemporal de base etnológica Portada
de la Acequia Real y del sector conocido como Los Albercones,
con las ordenaciones contemporáneas desde la jardinería de Prie-
to-Moreno al caso de los aparcamientos25. Sin olvidar en dicha
declaración de la UNESCO el particular urbanismo albaicinero y
el papel del agua en sus cármenes. Sevilla, con la catedral (fuentes y Índice
otros elementos hídricos en el patio de los Naranjos, y la imagen de
la Giralda como referente de los navegantes por el Guadalquivir,
como signo en el territorio de los elementos básicos), se suma tam-
bién con el Alcázar que es otro paradigma de arquitectura del agua
en tantos espacios (Patio de las Doncellas, baños de Doña María de
Padilla, Galería del Grutesco y jardines manieristas…) y el Archi-
vo de Indias, que con su patrimonio documental es memoria del

25. Pedro Salmerón Escobar ha intervenido en estos elementos. Puede


leerse de este arquitecto y restaurador: La Alhambra: Arquitectura y Paisaje,
Tinta Blanca Edt., Jaén, 2006.

• 75 •
agua (no solo de la navegación transoceánica). Nuestro recorrido
termina con Úbeda y Baeza enriquecidas en su día con fuentes y
otros dispositivos del agua renacentistas y posteriores, plenos de
simbología e historia. Se configuran en su conjunto como un resu-
men de los tiempos, de las técnicas, de los valores y sentido que el
agua, a través de su tratamiento arquitectónico ha significado para
la constitución de nuestra imagen patrimonial.

Cuidar de nuestro patrimonio es finalmente estudiar el agua,


observarla, interesarnos por esas formas cultas de aprovechar el
agua desde tiempo inmemorial, que constituyen una faceta cuali-
ficada de nuestra imagen, que forman parte de nosotros, que son
un componente ineludible, una obligación y hay que educarse en
ello. Un colofón se puede ejemplificar con el desafío que el diseño Portada
estructural y formal se impuso como muestra de la búsqueda del
arrojo y la precisión en la educación y el deporte, al realizar los
arquitectos de OTAISA las plataformas de saltos de la Universi-
dad Laboral hace ya más de medio siglo. Sería todo un emblema
de esos conceptos, de una naturaleza redirigida donde el agua nos Índice
impone nuevas metas, nos obliga a controlar el salto en el vacío.

Con todo ello hemos querido resaltar qué aspectos distintivos


se le pueden atribuir, qué cuestiones confieren una personalidad
especial a Andalucía, máxime si miramos respecto al levante, al
vecino portugués algarví y alentejano, al sur extremeño y man-
chego, al norte magrebí, es decir a aquellos espacios vecinos, tan-
to geográfica como culturalmente, donde la cultura del agua se
nos acerca más. Creemos que en Andalucía se presenta una sabia
combinación de posibilidades, una pluralidad especialmente rica

• 76 •
Portada

Índice

Figura 15. Plataformas de salto de la piscina de la antigua Universidad Laboral de


Sevilla. Arquitectos: Luis Gómez Estern, Felipe y Rodrigo Medina y Alfonso Toro.
(Colección particular del autor)

• 77 •
y amplia, que desborda la de nuestras áreas culturales próximas,
con las que indudablemente compartimos factores comunes,
pero siempre parcialmente. Basta haber repasado lo visto. Pues la
riqueza de la imagen patrimonial de Andalucía es propia de un
mosaico, que en este texto hemos intentado aproximar, una tarea
apenas esbozada pues excede a cualquier capacidad, es labor de
toda una comunidad.

Cuidar de nuestro Patrimonio, insistimos finalmente, com-


porta una obligada aproximación a la cuestión del agua, a cuidar-
la también mejor a ella.

Portada

Índice

• 78 •
ÍNDICE

1. Introducción ............................................................... 9

2. Agua, Cultura, Arquitectura ........................................ 11

3. El agua como presencia ................................................ 15

4. El modelado natural del soporte territorial andaluz ....... 19

5. El modelado humano: captación, conducción, Portada


almacenamiento y distribución .................................... 21

6. Desarrollo técnico y uso del agua .................................. 25

7. Defensa y control ......................................................... 35 BiografÍa

8. El agua, vehículo de comunicación y barrera física......... 37

9. La forma del agua y la dimensión de lo privado. La vieja


urbanidad .................................................................. 41 colección

10. Los ritos y el agua: de lo privado a lo público ................. 53

11. Agua y producción. Entre lo etnográfico y la Ingeniería ... 59

12. Algunas conclusiones .................................................... 67

13. De la presencia a la ausencia en el territorio… .............. 69

14. … Y las preguntas finales ............................................. 73


EDUARDO MOSQUERA ADELL

Eduardo Mosquera Adell estudió en la Escuela Técnica Superior de


Arquitectura de la Universidad de Sevilla, doctorándose con Premio Portada
Extraordinario. Profesor adscrito al Departamento de Historia, Teoría
y Composición Arquitectónicas, es catedrático de Universidad desde
1999. Coordina el Máster en Arquitectura y Patrimonio Histórico y
diversos Programas de Doctorado de la Universidad de Sevilla, uno de
ellos impartido en Chile. En el Aula de la Experiencia coordina una Índice
asignatura de tercer curso.
Miembro del Grupo de Investigación HUM- 700, investiga sobre
Arquitectura contemporánea y Patrimonio Histórico. Es coautor del
Plan Director de Usos de La Cartuja de Sevilla, el Plan Especial de
Protección del Sitio Histórico de El Rocío o el del Conjunto Histórico colección
de Ronda. Autor de numerosos libros y artículos. Entre los más recientes
destaca el libro El Palacio de San Telmo recuperado.
LECCIONES INAUGURALES DEL AULA DE LA EXPERIENCIA.
UNIVERSIDAD DE SEVILLA

La experiencia de la Universidad Quinientos años de historia


Curso Académico 2013-2014 de la Universidad de Sevilla
Joaquín Luque Rodríguez Curso Académico 2005-2006
La Constitución de Cádiz. Historia de una utopía Juan Antonio Carrillo Salcedo
Curso Académico 2012-2013
Manuel Moreno Alonso El canto de Ulises
Curso Académico 2004-2005
La cultura del agua
Carlos Antonio Colón Perales
en la imagen patrimonial de Andalucía
Curso Académico 2011-2012 Sevilla y los orígenes del arte hispanoamericano
Eduardo Mosquera Adell Curso Académico 2003-2004
Portada
Ser mujer hoy: la nueva imagen de una constante Emilio Gómez Piñol
presencia (mi visión del feminismo)
Curso Académico 2010-2011 Bases biológicas de la felicidad
Felicidad Loscertales Abril Curso Académico 2002-2003
Rosario Pásaro Dionisio
Mujeres en clausura:
macroconventos peruanos en el barroco Verdad, Derecho, Juicio, Proceso
Curso Académico 2009-2010
Índice
Curso Académico 2001-2002
Ramón María Serrera
Ángel Manuel López y López
Las tres etapas de la enseñanza en Sevilla
a finales del siglo XV y comienzos del XVI Cincuentenario de mis vivencias neurocientíficas
Curso Académico 2007-2008 Curso Académico 1997-1998
José Sánchez Herrero Juan Jiménez-Castellanos y Calvo-Rubio
BiografÍa
Reflexiones sobre los programas universitarios
de mayores. Una visión desde la práctica
en el Aula de la Experiencia
de la Universidad de Sevilla Catálogo completo de nuestras publicaciones
Curso Académico 2006-2007 en la página web
Manuel Velázquez Clavijo <http://www.editorial.us.es>

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