Reseña Milagros de Nuestra Señora
Reseña Milagros de Nuestra Señora
Reseña Milagros de Nuestra Señora
INTRODUCCIÓN
Los Milagros de Nuestra Señora es una obra de Gonzalo de Berceo; primera cosa que
puede sorprender, ya que afirmar la autoría de una obra medieval es algo que rara vez se
ve. En cuanto a la datación, no tenemos una fecha concreta en la que encasillar los
Milagros, sin embargo, se puede aproximar teniendo en cuenta a las personas que
menciona Berceo durante toda la obra lo que nos lleva a una composición en un periodo
extenso de tiempo entre el 1246 y el 1252.
No es la única obra que nos ha llegado de Berceo, en total son doce las que nos llegan a
la actualidad:
Nuestra obra pertenece al mester de clerecía y está escrita en castellano antiguo. Algo
muy habitual en el mester de clerecía es poder identificar claramente la fuente latina
medieval de la que parten las obras, la principal fuente que utilizó Berceo en esta obra
fue el manuscrito de Thott1. Nuestro autor no hizo una traducción literal de su fuente
sino que realizó modificaciones perfectamente calculadas respecto al objetivo que
pretendía alcanzar, del cual hablaremos más adelante.
La literatura clerical está compuesta por una rigurosa forma métrica que llamamos
cuaderna vía, el verso de esta consta de 14 sílabas divididas en dos hemistiquios de
siete sílabas cada uno, y la estrofa constará siempre de 4 versos cuya rima será
consonante. Por tanto, vemos una gran diferencia entre la métrica del mester de clerecía
y el de juglaría; en el primero vamos a encontrar homogeneidad, mientras que en el
segundo premiaba la irregularidad.
1
Miracula Beate Marie Virginis: (ms. Thott 128 de Copenhague)
Amigos e vassallos de Dios omnipotent
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.
(Cuaderna 1)
Las primeras palabras del primer verso de la obra ya nos aluden y apelan directamente y
además hacen alusión a la oralidad propia del mester de juglaría. Esta contradicción
entre el origen escrito y culto y la oralidad propia de lo popular es la naturaleza del tono
poético de estas obras.
No solo se pretende enseñar sino que, se quiere crear un acercamiento al público que se
dirige. Esta poesía es muy consciente de su origen culto y también es consciente de que
pretende acercarlo a un público que no lo es y desconoce el latín; por tanto no solo
optan por la traducción sino que además se adaptan introduciendo giros populares con el
fin de llamar su atención y que así el adoctrinamiento sea mucho más eficaz y sencillo.
Es probable pensar, que el fin didáctico fuera compatible con las presentaciones orales
y es por ello por lo que encontraremos expresiones propias de los juglares. Hay una
cuaderna en concreto que ilustra a la perfección esta situación:
Por lo que concluimos que a pesar de la separación rotunda entre ambos mesteres,
seguimos encontrando partículas que se entremezclan entre uno y otro.
ESTRUCTURA EXTERNA
Este poema consta de dos partes diferenciadas. En primer lugar tenemos la
‘Introducción’ (cuaderna 1 – 46) y en segundo lugar los 25 milagros (cuaderna 47 –
911).
Una vez tenemos la idea general que se nos brinda en esta Introducción tan bien
pensada, vemos los milagros como una sucesión de ejemplificación de lo ya explicado
alegóricamente, con la diferencia de que en estos pequeños episodios se demostrará el
poder de María de manera personificada, a través de relatos con nudo y desenlace, que
sirven para remontarnos al objetivo principal, que no debemos olvidar: el
adoctrinamiento.
El hecho de narrar los milagros como historias humanizadas, acerca sin ninguna duda el
mensaje al público al que va dirigido, ya que las alegorías son mucho más complicadas
de percibir. A lo largo de toda la obra, ya sea en la parte alegórica o en la
ejemplificación de esta encontraremos la idea común que enlaza la obra: la caída y
posterior redención llevada a cabo a manos de Nuestra Señora, la Virgen María.
A lo largo de los veinticinco milagros encontramos historias de todo tipo, pero
coinciden los veinticinco en una cosa: tienen una moraleja final. Una vez leídos los
veinticinco “frutos” vemos que hay dos finales posibles:
PERSONAJES
Los milagros como ya hemos explicado presentan la unidad de resolver el Pecado
Original tanto el pecado representado en otras formas a través de María.
María, por tanto, es el único personaje principal que recorre los veinticinco milagros ya
que la intención del autor no fue centrarse en los problemas que los devotos presentan,
sino en el milagro, y ese es el núcleo central de cada episodio.
En primera instancia clasificamos los personajes en dos grandes ramas: por una parte
los personajes divinos y por otra parte los personajes humanos. Dentro de lo divino, sin
ninguna duda destacamos a María que está por encima de cualquier otro personaje que
pueda aparecer ya sea divino o no; pero es importante también la presencia de los
ángeles como ayudantes de la Virgen (y en algunas ocasiones la mención a su hijo
Cristo), y en contraposición encontramos el Diablo y los demonios como ayudantes. En
cuanto a los personajes humanos no todos presentan la misma relevancia; encontramos
personajes principales y secundarios, pero insisto en que siempre se encontrarán todos
por debajo del personaje principal que es la Virgen María.
Los personajes humanos principales son aquellos que se ven afectados directamente por
el milagro, por ejemplo en el milagro III sería el clérigo enterrado fuera del cementerio
o en el milagro XIII Jerónimo. Por otro lado, los secundarios se corresponden con los
testigos de los milagros o simplemente personajes que intervienen en segundo plano
pero sin verse afectados directamente; en correlación a los milagros anteriores
encontraríamos a los asesinos del clérigo y los monjes del convento en el milagro III y
el hombre católico y el pueblo de Pavía en el XIII.
VALORACIÓN PERSONAL
Es una obra muy interesante de leer ya que no solo cuenta con una introducción, nudo y
desenlace como por ejemplo ocurría en el Poema del Mío Cid, tenemos en esta obra una
parte creada a partir de un entramado de simbología y alegoría que has de descifrar en
cierta manera. A la vez que pienso que es lo que da vida a la obra, pienso que es lo que
peor planteó el autor.
Por tanto, encuentro que un libro con alegorías es una delicia ya que no te limita solo a
la lectura, sino a jugar un puzle; pero en el plano en el que nuestro autor pretendía
exponer el libro (de manera expositiva para la enseñanza) la alegoría, desde mi punto de
vista, no tiene espacio. Por un lado aproxima al lector, pero en toda la Introducción lo
aleja de él; es una contradicción.
Dicho eso, una vez leídos los milagros, creo poder decir que Gonzalo de Berceo
cumplió su objetivo de hacer entender el mensaje, quitada la dificultad del castellano
antiguo es un texto que se entiende fácilmente y que nos revoca a la vida real haciendo
su lectura mucho más amena. Además, la clasificación de los milagros por capítulos
separados entre sí con su título propio visualmente también ayuda a su lectura.