Las Edades Planetarias y Los Septenios

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Edades y Septenios

LAS EDADES PLANETARIAS

La correspondencia entre los planetas y el rango de edad de los individuos, se


manifiesta en varias versiones de la Astrología clásica, en las llamadas edades
planetarias. En el modelo del Zigurat caldeo, cada planeta se asocia a un septenio
determinado.

Los zigurats fueron un tipo de templo común para


los sumerios, babilonios y asirios. Eran una representación simbólica del primitivo
terraplén del cual se creó el universo o como un puente entre el cielo y la Tierra.
Los sumerios los concibieron como un eje cósmico, un enlace vertical entre el
cielo y la tierra, y entre la tierra y el mundo subterráneo, así como un enlace
horizontal entre las diferentes tierras. Siete niveles representan los siete cielos o
planos de la existencia, los siete planetas y los siete metales, cada uno de ellos
asociado a su color correspondiente. En total se conocen 32 zigurats; cuatro de
ellos están en Irán y el resto principalmente en Irak.

Desde un enfoque holístico, consideramos que cada planeta representa una forma
física, una función psíquica y una vibración energética que opera por resonancia en
los diferentes niveles del Ser, como un fractal: el desarrollo biológico instintivo, el
mental racional y el espiritual intuitivo.

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El zigurat es una pirámide donde la base corresponde a la Luna y el nivel superior a


Saturno. Forma un triángulo que simboliza el potencial de la psique humana para
poder experimentar un ego coherente, funcional y maduro, a partir de la integración
de todos los niveles anteriores, comenzando con los fundamentos psíquicos más
instintivos. El esquema representa el potencial, no la concreción del mismo. No toda
psique humana llega exitosamente a integrar la pirámide, con un sentido de
identidad autónomo, lógico, realista y maduro. También puede darse que el sentido
de identidad quede perdido en algún recoveco del proceso, simbiotizado,
cristalizado, distorsionado o disfuncional.

De los 42 años a los 49 años


De los 35 años a los 42 años
De los 28 años a los 35 años
De los 21 años a los 28 años
De los 14 años a los 21 años
De los 7 años a los 14 años
De los 0 años a los 7 años

LOS SEPTENIOS

Un septenio no es simplemente un periodo entre edades. Es una compleja


combinación de energías posibilitando el despliegue del Ser. Lo que vamos a
explorar a continuación es el clima vibratorio que se activa en cada septenio a partir
de las fases en que se encuentra Saturno y Urano fundamentalmente, aunque
también observaremos a Júpiter, Neptuno, Quirón y Plutón.

La vuelta de la vida en 84 años


Cada etapa de 7 años es un ciclo en sí mismo, y una fase de un ciclo mayor. Los
septenios son ciclos de siete años cuyas diferentes cualidades se corresponden con
los cambios físicos, psíquicos y espirituales del ser humano. La creencia popular dice
que todas las células del cuerpo son reemplazadas por otras cada siete años,
aunque la ciencia no lo valida. Las células epiteliales que recubren la superficie del

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intestino tienen una vida de cinco días y se regeneran. Hay células que no se
regeneran nunca, como algunas neuronas de la corteza cerebral o los óvulos con
los que nacen las mujeres, que se van agotando mientras envejecen. El científico
Jonas Frisen, biólogo sueco especializado en células madre, calcula la edad
promedio de todas las células de un cuerpo adulto en unos siete a diez años. Es
llamativa la relación de este promedio, tanto en la creencia popular como en la
científica, con la duración de un septenio desde el punto de vista astrológico.
Los septenios han sido muy estudiados por Rudolph Steiner y por los antroposoficos.
Incluso su pedagogía, llamada Waldorf, se basa en la comprensión de la biología
humana de acuerdo a las diferentes etapas de siete años, siendo fundamental para
acompañar a niños y jóvenes a que desarrollen todo su potencial de forma integral.
Los ciclos fundamentales para el estudio del desarrollo de los septenios están
determinados en la dinámica entre Urano y Saturno, principalmente. Luego los de
Júpiter y Neptuno. La Luna, Mercurio, Venus y el Sol son demasiado rápidos como
para tenerlos en cuenta a los efectos de comprender los ciclos de desarrollo. Por
otro lado, Quirón y Plutón tienen una órbita que no es regular, por lo tanto solo
vamos a tener en cuenta eventos puntuales de esos planetas, que no se dan
exactamente a la misma edad de cada ser humano.

Duración de los ciclos planetarios principales en el estudio de los septenios

Planeta Tiempo por signo Ciclo completo


Júpiter Un año 12 años
Saturno Dos años y medio 29 años
Urano 7 años 84 años
Neptuno 14 años 168 años

Actualmente la extensión promedio de una vida humana se sincroniza con el ciclo


uraniano de 84 años. Es decir que la singularidad creativa y específica de cada Ser
necesita un proceso de 84 años para florecer completamente. Lo que al fin florece
no es algo que le sirva al anciano, sino que sirve a algo que está más allá de él, sea
su familia, su grupo, su patria o a la humanidad en su conjunto; una vida que sirve a
la Vida. Este hecho da cuenta de la esencia transpersonal de la existencia. El ciclo

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uraniano de singularidad creativa necesita de tres ciclos de estructuración; son los


tres retornos de Saturno, a los 28, 56 y 84 años aproximadamente.
El primer ciclo de Saturno está enfocado en el desarrollo del cuerpo físico y en la
primera estructura de la personalidad. El segundo ciclo posibilita el desarrollo del
individuo como un ser independiente y autosostenido. El tercero tiene el potencial
de construir el legado creativo y espiritual que la persona habrá de dejar al mundo.
Cada uno de estos retornos de Saturno indica la compleción de un tipo de vehículo
físico, emocional, mental y espiritual. Los 28 años dejan atrás la primera juventud y
nos instalan en la primera crisis de la adultez. Los 56 dejan atrás los intereses del
adulto maduro y nos ponen en la senda de una vitalidad que cada vez tiene menos
que ver con lo físico y más con lo trascendente y espiritual. Los 84 nos proponen un
nacimiento a otro plano de la existencia. A esta edad el individuo tiene además a
Neptuno en fase siete, que nos permite ver el alma de frente por primera vez.
El Ser esta invitado a reconocerse enteramente en el marco de una vida ya casi
vivida por completo.
A su vez, una singularidad creativa y libre de condicionamientos, necesita siete
momentos de resignificación profunda de la conciencia. Son los siete retornos de
Júpiter que se dan en el lapso de 84 años, siete momentos en que se nos invita a
una renovación del sentido de la vida, y a cuestionarnos las creencias instaladas.

El número siete
El número siete tiene simbolismo tanto esotérico como en la cultura popular,
empezando por los siete días de la semana, los siete planetas de la astrología
tradicional, las siete vidas de los gatos, las siete notas musicales, los siete pecados
capitales, los siete sacramentos de la Iglesia, los siete enanos de Blancanieves, los
siete chakras, las siete plagas de Egipto, y hasta siete reinos en la saga Juego de
Tronos.
Hay datos astronómicos relacionados con el número siete, como las fases lunares
que se dan cada siete días, o el calendario solar que está organizado en semanas de
siete días.
En el plano astrológico, cada siete años Urano cambia de signo, Saturno hace
aspecto tenso a su posición natal (conjunción, cuadratura u oposición), y Neptuno

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cambia de signo o se posiciona en el medio del signo, en forma alternativa. Además


en 84 años, Júpiter hace 7 ciclos completos.

La estructura de cada septenio


Cada septenio se define por un periodo de edades sincronizadas con la activación
de ciertas energías planetarias. Se conforma así un complejo arquetípico que
describe el potencial evolutivo que el individuo puede desplegar en cada lapso de
siete años.
Un septenio está formado por una combinación específica de planetas en diferentes
fases, e incluye también energías planetarias que se manifiestan durante varias de
estas fases. Por ejemplo, Júpiter suele avanzar siete fases completas por cada
septenio; Saturno tres; Urano una fase entera; y Neptuno, media.
La riqueza de esta información está en la posibilidad de ver cada septenio como el
avance de un reloj, en el cual Urano seria la aguja que da la hora y Saturno, el
minutero. El reloj señala la cualidad simbólica del acontecer, en una dinámica
compleja entre el tiempo Cronos y el del tiempo Kairós.

En un lapso de 84 años:
Júpiter da siete vueltas completas al Zodiaco.
Saturno da tres vueltas completas al Zodiaco.
Urano da una vuelta completa al Zodiaco.
Neptuno da media vuelta al Zodiaco.

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Primer septenio. El inicio define todo


Edad. Del nacimiento a los 7 años.
En el nacimiento todo está en estado potencial. Es el disparo de la largada de la vida,
y los planetas están en sus ubicaciones iniciales en la carta natal. Comienza una
nueva etapa en el desarrollo de la forma física y psíquica. A los efectos astrológicos
este es el origen de todos los ciclos, aunque la vida haya comenzado antes en el
útero materno.
Se desarrolla la primera estructura física que le permite al ser humano movilizarse
por sus propios medios. A partir de un esqueleto muy flexible en el nacimiento,
luego los huesos van teniendo el tamaño y la dureza necesarios para sostener el
cuerpo erguido, y la dentadura es lo suficientemente fuerte como para ingerir todo
tipo de alimentos. Se desarrolla la motricidad fina para escribir y dibujar. En el plano
emocional, es fundamental atender a las necesidades del niño para una
conformación sana de su personalidad. En el plano mental, el niño de siete años ya
cuenta con capacidades lógicas, sabe leer y escribir, lo que le ofrece más
posibilidades de aprendizaje y de crecimiento.
Las manifestaciones uranianas de individualidad y de expresión del Ser, se
entremezclan con las respuestas saturninas del entorno. Si el niño es libre de
expresar sus deseos y necesidades y se siente sostenido por sus padres, se va
construyendo una estructura que permite conservar la inocencia y el dinamismo. Si
se siente frustrado porque al expresar lo que quiere recibe reprimendas, limites
rígidos y hasta castigos dolorosos, comienza a responder con frustración y con
mecanismos de control. Estos son los casos de familia disfuncionales donde no es
posible ser niño en las primeras etapas de la vida. El despliegue uraniano en fase
uno (primera manifestación de creatividad, expresión y libertad) que aparece
entremezclado con Saturno (sostén, límites, autoridad, frustración), es esencial para
la conformación de la personalidad.

La Luna como edad planetaria


En este periodo resulta fundamental atender a las necesidades básicas de nutrición y
afecto, a través de la madre o de una figura materna. Todo lo que suceda en el
núcleo intimo condiciona la personalidad en forma inconsciente, aunque en el juego
y el aprendizaje esta Mercurio, y es en este septenio donde comienza a jugar, hablar,

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leer y escribir. Es fundamental lograr una base emocional adecuada para que la
función de Mercurio se despliegue correctamente.

Segundo septenio. Hora de aprender.


Edad: de 7 a 14 años
El foco está puesto en la socialización, el niño selecciona con quienes jugar y
compartir su tiempo, y se forman amistades. El niño ya se puede valer por sí mismo
en algunas prácticas de autocuidado que antes hacían sus padres (asearse, vestirse,
comer y pedir lo que necesita). Esto le da una nueva confianza en sí mismo.
La comunicación oral y escrita le permite expresarse de forma más compleja.
Conoce las normas y las necesidades de respetarlas, pero a veces entra en conflicto
con ellas. Comienza la búsqueda de libertad y diferenciación con los adultos. A
veces lo logra desafiando las normas, cuestionando las reglas o revelándose contra
los límites impuestos. Toma responsabilidades en el autocuidado, en la escuela, en
las tareas de estudio y en otras actividades, y así el niño se va convirtiendo en un
adolescente que busca y valora la libertad. En su incipiente autonomía, empieza a
salir de la simbiosis familiar primaria. Al terminar los estudios primarios surgen
nuevas responsabilidades y la vivencia más concreta de dejar atrás la infancia.
Por esa salida al mundo, que está más allá de papá y mamá, se prueba una primera
forma psíquica y aparecen nuevos límites, pero la personita expresa ya cierto grado
de libertad especifica de su Ser. En la pubertad, el cuerpo del niño empieza a
cambiar. Esto produce una crisis de crecimiento (se es niño con cuerpo de adulto en
desarrollo). Emocionalmente puede ser un periodo crítico, se manifiestan los
conflictos propios de esta edad que, a veces pueden provenir del sistema familiar.

Mercurio como edad planetaria


Este periodo esta simbolizado por Mercurio. Si bien el individuo sigue desarrollando
su mundo emocional, la mente y el intelecto cobran enorme protagonismo. En el
ámbito escolar se estimula el aprendizaje, la comunicación y el pensamiento
abstracto. Interactuar con hermanos y amigos va moldeando la personalidad y la
conciencia empieza a despegarse de los simbióticos vínculos familiares.

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Tercer septenio. Tormenta de hormonas.


Edad: de 14 a 21 años
Este es un septenio de cambios profundos. La búsqueda de la autoridad interna se
enfrenta a la forma de la autoridad externa (padres, profesores). Mientras el joven
busca su libertad probando límites con los padres, maestros y otras autoridades,
trata de salir de lo ya conocido. Los grupos de amigos ayudan a que el joven pueda
experimentar esto con menor riesgo personal.
Físicamente se completa la dentición de adulto y comienzan a darse los cambios
corporales de la pubertad a nivel físico y sexual. Este momento tiene impacto en el
mundo psíquico. Aumentan considerablemente el peso y la talla, se desarrollan los
órganos sexuales, y se toma conciencia de que se está dejando de ser un niño. El
desarrollo sexual produce una especie de iniciación (sabiamente ritualizada en las
sociedades primitivas e ignoradas por las postmodernas). Siendo un momento de
posibilidad de exploración uraniana y de fuerte presión saturnina, el proto-adulto
puede tender a sobreadaptarse por exceso de cumplimiento de las normas y de los
límites. Psicológicamente es un momento de posible inestabilidad emocional.
El joven de 18 años termina el colegio secundario y se prepara para la elección de
lo que hará como adulto a nivel vocacional y profesional. Entre los 18 y los 19 años
se da un evento astrológico importante que es el retorno de los nodos lunares a su
ubicación original en la carta natal. Si el eje nodal marca una dirección evolutiva –
que va del nodo sur al nodo norte- este es un momento oportuno para acercar la
voluntad del ego aun en formación con la búsqueda de plenitud del alma. Aunque
puede ser prematuro, esto puede hacerse evidente en lo que respecta a la elección
vocacional que se hace durante estos años.

Venus como edad planetaria


Este septenio, como edad planetaria, esta simbolizado por Venus. Sobre la capa
mental mercuriana del septenio anterior, se instala fuertemente la necesidad de
generar vínculos amorosos. Se experimenta la sexualidad, biológicamente ya
madura. Toma importancia la estética y la imagen corporal, la seducción, la belleza,
la sensibilidad a las expresiones artísticas, y a la música.

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Cuarto septenio. Un lugar en el mundo


Edad. 21 a 28 años.
Es una etapa de orientación en relación a la salida a mundo, a la búsqueda del
autosostén y de libertad personal. El joven se va encaminando tanto en lo
profesional como en lo laboral. Si no lo hizo, puede que el sentido de
responsabilidad este proyectado en los adultos que lo presionan para que decida un
camino responsable.
Mientras tanto el individuo tiene una estructura más madura, se ve motivado a
actuar en el mundo, pero aún carece de solidez necesaria para hacer efectiva su
verdadera libertad, ya que los mandatos y condicionamientos están fuertemente
instalados. El individuo se identifica además con causas que tengan sentido y busca
realizarse en el plano social. Lo que haga en este momento tiene la semilla del
futuro.
Su futuro está más allá del de su familia de origen y comienza a ocuparse de lo que
será su vida adulta. Puede que esto lo haga consciente o inconscientemente.
Mientras tanto está ocupado en su profesión, en su trabajo, o de la falta de trabajo
si de eso se tratara. Si aún vive con sus padres, puede que comience a tener
necesidad de independizarse, trabajando el desapego con su familia de origen y
experimentando mayores niveles de libertad.
La tensión entre la toma de responsabilidades y la necesidad de libertad, motiva la
búsqueda de logros y de impacto en lo social y en lo profesional, rebelándose
contra aquellos mandatos y leyes que siente que no tiene por qué cumplir
(generalmente compartido con algún otro grupo de pertenencia). La primera forma
uraniana (la singularidad esencial de la persona), se enfrenta a las pretensiones
saturninas de la sociedad y al deseo de los padres. Por esto suele acontecer una
sobreadaptación a los modelos que posponen la pura experimentación y libertad.

El Sol como edad planetaria


La Astrología clásica asocia este septenio al Sol. Se empieza a establecer una imagen
de uno mismo más firme, se toman decisiones y se planifica el futuro, para que la
vocación o la profesión puedan ser integradas en la realidad cotidiana. El ego se
fortalece y se valora el hecho de ser uno mismo, irradiando al mundo lo que
consideramos que es nuestro propio estilo.

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Quinto septenio. El retorno de Saturno


Edad: 28 a 35 años
Si bien todos los septenios son importantes, este es especial porque se inicia con el
famoso retorno de Saturno, también llamado esotéricamente “primer nacimiento
cósmico”. Por primera vez en la vida Saturno ha recorrido completamente toda la
carta, cimentando cada rinconcito del mandala natal, del Ser que somos en potencia.
Es como si por primera vez hubiéramos reconocido cada aspecto que nos
constituye, haciendo un inventario de aquello con lo que contamos como propio,
para desplegarlo conscientemente de aquí en adelante.
Esta nueva estructura comienza en la casa donde esta Saturno, aunque el impacto
se da en la vida de la persona en general. Será de vital importancia también
considerar la casa opuesta a la que se tiene a Saturno emplazado. En este momento
el individuo ha tomado una nueva responsabilidad en su propia vida, o en caso de
que no la haya hecho, experimentará fuertemente a Saturno a través de límites que
se sienten como un freno en el proceso de su vida tal como viene siendo. Es
momento de tomar responsabilidades y de empezar a vivir con menos dependencia
de los otros, y también de experimentar situaciones nuevas. Con una estructura
interna más sólida, se puede permitir recorrer caminos diferentes al que recorrieron
sus padres.
Si el proceso de individuación uraniano consiste en, al menos, tres pulsos saturninos
de 28 años cada uno, comienza ahora un pulso fundamental en este proceso, ya
que la vida adquiere una contundencia inusual debido a una crisis de adultez. Todo
el organismo se encuentra listo para responder a este convite a ser un adulto
responsable, que ya no depende económicamente de nadie y que deja
definitivamente atrás la infancia y la adolescencia. Esta crisis puede sincronizar con
diferentes experiencia vitales, como casarse o establecer convivencia, tener hijos,
recibirse, iniciar estudios o abandonarlos, o bien separarse.
Estos hechos traen significados que permiten consolidar los cimientos de una nueva
vida, más allá de los deseos o de los mandatos de la familia de origen. Al estar
Urano por primera vez en trígono consigo mismo, es una buena oportunidad para
expresar algo propio y singular, manifestando algún tipo de rebeldía y de
creatividad. Es momento de irradiar, abrir, ensanchar, desplegar, y de salir a un
nuevo mundo

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Justamente en el momento en que -gracias a Saturno- sentimos que una primera


estructura de la personalidad ha sido realizada.

Marte como edad planetaria


Según la mirada de la Astrología tradicional, este septenio como edad planetaria
esta simbolizado por Marte. Se empieza a evidenciar independencia en cuanto a
creencias instaladas, familiares o sociales, y una nueva capacidad para tomar
acciones conscientemente direccionadas. La energía esta puesta en alcanzar logros
que son la culminación de deseos largamente anhelados. Es una etapa para asumir
valientemente lo que ansía el guerrero interior, y eso puede generar momentos
críticos.

Sexto septenio. El tirón del alma


Edad: 35 a 42 años.
Lo que comenzó en el primer retorno de Saturno empieza a tomar una forma, pero
se refuerza la tensión entre la comodidad del camino elegido por mandato y la
necesidad de seguir el propio deseo como búsqueda de la propia realización. El
deseo propio empieza a ser tanto o más fuerte que la comodidad que ofrece lo
hecho hasta ahora con el sostén de la familia (como una profesión elegida en base a
las posibilidades de éxito material o como continuación del mandato familiar).
La tensión obliga a incrementar la energía puesta en el deseo personal y en el
camino propio, por eso hacia los 37-39 años, la persona siente expansión de su
nuevo camino, lo que trae entusiasmo y confianza. La vida parece acompañar la
elección de lo nuevo presentando oportunidades.
El contacto con el deseo y la posibilidad de seguir el llamado personal que ofrece
individualidad y creatividad, produce también sensación de inadecuación al lugar
que ocupa en el sistema. La persona se siente extraña en su círculo, aparecen
nuevos intereses y no puede compartirlos con su núcleo íntimo. Puede sentir
incomodidad en los lugares de pertenencia, lugar de trabajo, o relaciones habituales.
Este septenio se suele llamar “el tirón del alma” porque surge una nueva forma que
proviene del interior, que parece comenzará a tomar protagonismo como guía de
las decisiones. El mandato empieza a perder fuerza y el alma quiere desplegar su

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esencia. La persona comienza a preguntarse realmente ¿Qué es la libertad? Y así se


va armando la figura del buscador.

Júpiter como edad planetaria


Aunque la persona todavía es relativamente joven, comienzan a brotar preguntas
existenciales acerca del sentido de la vida, o sobre la dirección evolutiva que va
tomando la vida personal. Aparece la conciencia del paso del tiempo. Se empieza a
valorar el mundo del inconsciente y a aquellos símbolos ligados a la trascendencia, y
se busca una expansión hacia nuevos horizontes.

Séptimo septenio. La crisis de la mitad de la vida


Edad: 42 a 49 años
Este es uno de los momentos más importantes de la vida en lo que respecta al
despliegue del potencial del Ser. Es un tiempo de crisis existencial, que viene
acompañado de máxima tensión entre lo vivido hasta el momento y lo que ha
quedado en la sombra (lo no vivido). El conflicto se profundiza cuando, por un lado,
se desea sostener lo construido (familia, trabajo, estudios y logros) y por el otro, se
requiere vivir una vida más genuina y alineada con la propia esencia. Es el momento
del despertar espiritual sostenido por el desarrollo del cuerpo y la estructura
emocional que ahora está listo para la apertura a otra dimensión de la vida.

Tensión de opuestos e integración de la polaridad


Fundamentalmente, la mitad de la vida es una etapa en la que es menester
profundizar en las polaridades. Siendo este un septenio en el que se manifiesta las
oposiciones de Saturno, Urano y Júpiter en relación a sus posiciones natales, somos
convocados a integrar los opuestos complementarios.
Por una parte, es importante tomar nota de las casas en que están los planetas en la
carta natal, pues las experiencias que ocurran en este septenio traen un insight
acerca del significado profundo de estas posiciones natales. También es importante
el tránsito de estos planetas por las casas opuestas a las de su posición original, ya
que indican los ámbitos de experiencia que se necesitan desarrollar y comprender
en profundidad para alcanzar la integridad en esta etapa.

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El trabajo en este septenio es el de moverse en una dinámica entre opuestos


complementarios que habilitan nuevos niveles creativos. Lo que pasa por una casa y
signo, impacta directamente en lo que ocurre en sus opuestos. En este caso, lo que
está en tránsito impacta notablemente en las posiciones natales, ofreciendo a la
conciencia una posibilidad de integración de Júpiter, Saturno y Urano natal.

Saturno como edad planetaria


La Astrología clásica vincula este septenio a Saturno. Es una etapa en la que la
vivencia del tiempo es trastocada fuertemente. Se toma conciencia de que la muerte
está mucho más cerca y se cae en la cuenta de lo importante que es el compromiso
y la responsabilidad con uno mismo en lo que nos queda por vivir. La toma de
conciencia de las limitaciones físicas y mentales que se revelan, permite considerar
de forma más realista la propia vida.

Octavo septenio. La crisis de los cincuenta


Edad: 49 a 56 años
En este septenio entra en crisis la importancia que hasta ahora puede haber sido
una búsqueda principal de la vida: como generar recursos, alcanzar logros y trabajar
para construir formas. Se empieza a sentir el dolor de haber perdido el contacto con
la parte más esencial del Ser. Esta crisis lleva a reorientar el rumbo de la energía
creativa para reutilizarla en recapitular todas las experiencias vividas y ofrecerlas al
mundo en forma de enseñanza. La persona ha pasado muchas experiencias, felices
y dolorosas, y ahora está en condiciones de trasmitir lo que ha aprendido. Urano en
fase ocho es pura potencia creadora proveniente del contacto con la muerte
simbólica del septenio anterior. Es una edad en que el individuo tiene la posibilidad
de liberarse de creencias y condicionamientos sociales que tenía inconscientemente
instalados, y así empezar a involucrarse en causas grupales coherentes a lo que
piensa y siente.
Los conflictos entre fuerzas opuestas que aparecieron en el septenio anterior han
quedado atrás. La persona que ha podido contactar con el sentido de la experiencia,
se da cuenta de la importancia de los aprendizajes. Si en cambio no pudo hacerse
cargo de sí misma y de sus deseos más profundos, ha sostenido las formas de su
vida sin entregarse a los cambios o se encuentra en un lugar de victima frente a la

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vida, durante este septenio se verán las consecuencias. Aquí se produce el límite
saturnino más fuerte. Si la persona lo ha introyectado, la etapa saturnina llega a su
máximo. Si aún se responsabiliza a los demás, aún queda tocar el límite más fuerte
de la frustración del ego caprichoso. Aquí Urano en fase ocho puede revelar
encierro y rigidez si no se ha podido contactar con la eléctrica fuerza vital que
recorre todo el Ser.
La potencia de la energía kundalini en el septenio anterior pudo haber revitalizado el
erotismo, pero en esta etapa – tanto en el varón como en la mujer- suelen aparecer
cambios hormonales propios de la edad. Acompañar los cambios y actualizar la
esfera sexo-afectiva es un desafío en esta etapa de la vida.

El retorno de Quirón
Si el retorno de Saturno sincroniza con la crisis de los 30 y la oposición de Urano a
Urano natal con la crisis de los 40, ahora estamos en el retorno de Quirón,
momento que se puede relacionar con la crisis de los 50. Quirón simboliza la herida
de la separación al nacer. En un plano concreto, de la madre al salir del útero
materno. En un plano simbólico, es la salida del paraíso; la encarnación en un
cuerpo separado del espíritu único.
El retorno de Quirón a su lugar natal es como la reapertura de esa herida, que abre
una sensibilidad particular al contacto con la vida y con la muerte. El cuerpo nos
muestra indudablemente el paso del tiempo ¡50 años! Llega la menopausia, la
andropausia y la lenta pero creciente sensación de que pronto dejaremos de existir.
Es probable que nuestros padres entren en la ancianidad, y que el acompañamiento
en su muerte y disolución final también aporten a un estado de ansiedad, tristeza,
desilusión e irritabilidad. Quirón como portal a la dimensión transpersonal nos hace
más consientes acerca de la vulnerabilidad y fragilidad de lo humano, y aporta un
significado aún más profundo de la vida, conectando acaso por primera vez con la
real presencia del alma, y de ahí, a la posibilidad de sanación del Ser. Quirón es
misterioso y bello como una cicatriz, pues una herida cicatrizada muestra dos cosas:
aquí dolió y aquí sanó.
El retorno de Quirón es el momento del hartazgo por el dominio de la herida. La
persona ha atravesado por numerosas situaciones, ha sorteado obstáculos y sabe
que lo vivido tuvo sentido. Sin embargo parece no poder disfrutar de la vida porque

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hay una herida que parece incurable. Es momento de darse cuenta de que el ego
caprichoso se sale siempre con la suya y por ello la persona no puede vivir en paz.
Es el momento de decir “basta”; y que muestra la oportunidad de cortar esa
identificación con el ego, que confirma el lugar de sufrimiento y de victima (de las
acciones de los demás).
La otra cara de la moneda es la culpa que carga el que se cree “heridor”, es decir,
generador del sufrimiento de los otros. Es también tiempo de reconocer aquello que
le genera culpa y dolor. Trabajando con Quirón según su posición en la carta natal,
puede ser posible profundizar y descubrir tanto aquello que está siempre
generando dolor propio y de los demás. Puede ser muy interesante observar
también a Quirón en la casa opuesta a la que se encuentra Quirón natal, para que
desde el opuesto complementario, se puede acercar aún más la integración.

Noveno septenio. El segundo retorno de Saturno


Edad: 56 a 63 años
Estamos otra vez en un momento decisivo, un septenio que incluye el segundo
retorno de Saturno (fase uno), Urano en un segundo trígono con respecto a si
mismo (fase nueve) y Neptuno en un primer trígono respecto a su posición natal
(fase cinco). Son todas fases de fuego, es decir, es un clima de emprendimientos, de
energía que late y fluye. La incógnita es cómo la persona va resignificar esta fluidez
y revitalización de la energía, teniendo en cuenta que no solo ya no es joven sino
que comienza el último tramo de la vida.
A partir de los 56 años las experiencias son más bien para ser comprendidas. Todo
lo que queda por vivir se experimenta desde una conciencia más calma y madura.
Ahora “el personaje” que somos está de vuelta, listo para dejar a los demás alguna
enseñanza, por más humilde que sea. Es una etapa que pide una actualización del
significado que le damos y le hemos dado a los hechos.
La posibilidad de observar que todo tuvo sentido, no importa como haya sido la
vida, ofrece a la persona una nueva oportunidad de estructurarse. Con conciencia
del proceso, lo que había sido frustración, sensación de error y equivocación, ahora
se ve como “gracias a todo lo que pasé, soy la persona que soy”. También está la
posibilidad de que, en caso de no haber ido a fondo en los dos septenios anteriores,
esta etapa se ponga muy dura fundamentalmente en las relaciones de pareja que

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llevan años en crisis no trabajada, o profesiones que ya no tienen el foco en el alma.


Esta dureza es un reflejo de lo que el individuo es cuando no ha podido renovarse,
actualizarse o ser sincero con uno mismo.
Creatividad y sabiduría van de la mano. La integración personal de ambas permite
guiar a otros. Si la persona conecta con el aspecto positivo de Urano en fase nueve,
puede encauzar con alegría el momento de la vida que está viviendo, con un nuevo
sentido y dirección.
Esta es una época en que los hijos suelen experimentar también su propio retorno
de Saturno, y es probable que ya hayan dejado o estén por dejar la casa de los
padres. Es lo que en psicología se denomina “síndrome del nido vacío”. Es común
que aparezca una sensación de soledad, tristeza y hasta depresión. Esta situación
puede ser un disparador para buscar nuevas actividades, potenciar la creatividad,
fortalecer las amistades, cultivar las aficiones y profundizar en la relación de pareja.
A su vez, se puede apoyar a los hijos desde otro lugar más maduro y singular,
inclusive alejándose de los arquetipos que crean relaciones mecánicas entre padres
e hijos, siendo que ahora son todas personas adultas que se relacionan de una
nueva manera.

Decimo septenio. El pico de creatividad


Edad: 63 a 70 años
En este periodo se tiene la oportunidad de dar una forma estable a lo que se había
comenzado en el septenio anterior. El cuerpo que sido sostén de la vida hasta el
momento, empieza a mostrar claros signos de envejecimiento. Sin embargo, se
vislumbra una nueva forma de vida relacionada a la dimensión espiritual: aquello
que está más allá de la propia existencia.
Llegando a los 70, la forma de participar del sistema es diferente. Tanto a nivel
familiar como social, el individuo comienza a depender un poco más de los otros
(de sus hijos, del estado) que otros de él. Este es el momento en que es necesario
encontrar el lugar nuevo dentro de los sistemas, y de desplegar la creatividad que
quedará luego como legado. Es momento de plasmar lo construido en la vida, en
una nueva forma.
El fruto de la propia creatividad está fuertemente condicionado por la síntesis que se
encuentra con la función uraniana en la fase nueve, a partir del momento alquímico

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de la fase ocho. Por supuesto, no hay garantía de éxito. ¿Es el individuo un viajo
amargado conservador que proyecta Urano en un mundo que ve como loco e
irreconocible? ¿O es un viejo loco quejoso, transgresor y que parece haber perdido
la cordura?
Urano en fase diez hace una cuadratura menguante con su posición natal y es la
máxima forma a la que puede llegar la capacidad creativa, tiene que ver con la
oportunidad de plasmar en el mundo esa singularidad. Si la persona no tiene formas
de otorgar a la sociedad su sello original, algo que provenga desde su individualidad,
la sensación de cristalización y rigidez pueden ahondar la falta de vitalidad. El
potencial de esta etapa es mostrar los frutos más originales de un ser humano único
e irrepetible. El individuo puede recibir reconocimientos por el trabajo de toda una
vida, y según las condiciones sociales, se tendría la posibilidad de experimentar la
libertad que da la jubilación, y el disfrute de los hijos y nietos.
Dependiendo de cómo se halla cuidado el vehículo físico material, cambia la forma
de transitar por esta etapa previa a la vejez. La persona puede empezar a
despedirse y a sustraerse del mundo o, por el contrario, puede encontrar un camino
misterioso, y acaso espiritual, que lo lleve maravillado por los últimos septenios de la
vida.

Undécimo septenio. La distribución de lo creativo


Edad: 70 a 77 años
Cuanto más se retira la energía vital del cuerpo físico, más se acentúa la importancia
del mundo no físico. Neptuno en fase seis sugiere una interiorización de la energía
sutil, por eso es más importante que nunca ser cuidadosos con la salud, con el ya
veterano sistema orgánico que hace que continúe latiendo el corazón, que los
pulmones sigan con el intercambio gaseoso con la sangre, que los riñones sigan
filtrando, los intestinos absorbiendo alimento , las neuronas conectándose.
Llega el momento donde es fundamental meditar acerca de la muerte, pues eso
hará que el individuo ya septuagenario pueda sentir más intensamente la vida.
Saturno por última vez enfrente de sí mismo invita a una claridad de conciencia
como nunca antes. La persona ya no tiene nada que temer con respecto a compartir
ideas u opiniones, y se siente libre para repartir su herencia creativa a quienes
quieran recibirla. En caso de no atreverse a ello, la persona será directa e

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inconscientemente llevada a la oscuridad y a la disolución, pues es casi la última


oportunidad de liberarse de los condicionamientos que aun restringen al Ser. Se
puede entrar en una etapa depresiva, teniendo en cuenta que empieza a
evidenciarse la declinación física y cognitiva, sobre todo cuando no se ha cuidado la
salud.
Los seres queridos son fundamentales en esta y en las próximas etapas, pues si bien
todavía el individuo puede dar mucho a la red, también es verdad que se necesita
mucho de los otros, emocional, material y mentalmente. Pueden aparecer aun
nuevos proyectos que entusiasmen (pues otro retorno de Júpiter se da cerca de los
72), aunque se sepa que es probable que no pueda ver los frutos concretos de lo
que se está emprendiendo; de ahí cierta belleza melancolía que tiene esta etapa.

Duodécimo septenio. El legado


Edad: 77 a 84 años
Se llega a la última etapa arquetípica del sendero vital. Urano en fase doce termina
un gran ciclo hacia los 84 años. Lo más peculiar, único y especifico del Ser se
completa en este septenio.
Como una gota que se evapora antes de volver al océano, así se van evaporando
las pretensiones de reconocimiento y de éxito social o personal; y si permanece algo
del individuo, quedará resonando en forma de reminiscencias energéticas en la gran
red de la conciencia, en vidas, recuerdos, registros y memorias de otros.
En lo más concreto la persona se siente acompañada día tras día por la presencia de
una muerte próxima, seguramente está preocupada por el debilitamiento de su
cuerpo físico, en un estado de interiorización necesario para hacer el balance de lo
que fue y es la vida, en una etapa donde resulta fundamental perdonar, comprender
y soltar. Si eso no se puede realizar en estos momentos, es difícil que se pueda
hacer en otro.
En caso de no haberlo hecho antes, es importante que la persona deje explicito los
detalles que tienen que ver con su herencia y las directivas acerca de lo que
pretende en cuanto a cuidados médicos o de otro tipo, cuando se vea privado de
decidir por su voluntad. Urano se entrega a la red de la que forma parte mientras se
va alejando de su identidad.

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Ahora que casi toda la humanidad es más joven, este septenio ofrece la
oportunidad de mostrar una genuina autoridad merced a su experiencia; es alguien
a quien se puede consultar en caso de necesidad. Más cerca que nunca del misterio
de la vida y de la muerte, todo el cuerpo físico, psíquico y emocional llevan a
atender a los planos más sutiles y espirituales.

Un nuevo nacimiento (84 y más allá)


A los 84 años se produce el tercer retorno de Saturno, el primer retorno de Urano y
el séptimo de Júpiter. Es un nuevo nacimiento pero ¿en qué dimensión de la
existencia?
Neptuno en fase siete sugiere que la persona, ya octogenaria, tiene la posibilidad de
ver por primera vez y de frente, el alma; ¿Cuántas muertes y renacimientos han
sucedido dentro del Ser a lo largo de los años? ¿De qué manera se ha manifestado
el alma inconsciente en la vida del individuo? ¿Qué ha podido realizar la vida misma
a través de él? Es momento de ir cerrando el círculo, la gota ya siente la humedad
infinita del océano. Entramos ahora en una etapa misteriosa donde la conciencia se
encuentra en el umbral entre la vivencia del “ahora” y la de eternidad.
El tema más importante a partir de esta edad es la meditación acerca de la propia
muerte. Ram Dass, un maestro espiritual, decía que estar presentes en el
acompañamiento de la muerte (de uno mismo o de otro ser) es una parte
fundamental del desarrollo espiritual, y tanto quien muere como quien lo acompaña
son aprendices, pues el que muere tan solo está un poquito más cerca del momento
final. Es así, hasta el último segundo de la vida es posible seguir aprendiendo.

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