Una Amorosa Advertencia
Una Amorosa Advertencia
Una Amorosa Advertencia
Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán
cuenta de ella en el día del juicio. Mt 12:36
Introducción
Mientras meditaba en el tema a impartir me preguntaba, ¿Qué es lo que un
maestro de una Institución que proclama la Gloria de Dios debe de conocer o
recordar?
Inmediatamente pensé en el ejercicio profesional loable que hacen. Es por es,
que el texto que deseo compartir el día de hoy para reflexionar es Mateo 12:36.
La reflexión es: Una amorosa advertencia.
“Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán
cuenta de ella en el día del juicio. Mt 12:36”
Yo quiero que usted observe, medite y reflexione que las palabras del Señor
Jesucristo son una advertencia amorosa para tu corazón. Estas palabras se están
pronunciando el día de hoy para ti. No pienses que tu nombre no es considerado
en este texto porque no se encuentra de manera explícita, mucho menos pienses
que por decir hombre en el texto excluye a las mujeres, ni tampoco porque no
eres la audiencia que recibió estas palabras.
Desarrollo
Entonces, lo primero que deseo darte a conocer es que esto es una advertencia
amorosa porque te alerta de aquello por lo cuál darás cuenta.
En mi experiencia como profesor, algunos años atrás, tuve el privilegio de lidiar
con los corazones de mis alumnos, especialmente cuando tocaba tiempo de
exámenes. Algunos, respetuosamente solicitaban un temario o alguna guía de lo
que le esperaba en el examen. Cuando se lo proporcionaba, siempre fue grato
para ellos saber que temas estarían siendo evaluados.
Aquí tenemos algo similar, en medio de una discusión en la que nuestro Señor
Jesucristo golpea la hipocresía, el ego y la vanagloria de los fariseos nos
pronuncia un evento que se cumplirá, el juicio. Pero también da un tema a
evaluar en el día del juicio, toda vana palabra.
Así es como inicia el texto “Pero Yo les digo que de toda palabra vana que
hablen los hombres”
No hay ni una sola vana palabra que no se tomará en cuenta. Sino que toda vana
palabra estará siendo juzgada por Dios en el día del juicio. Y cuando Jesucristo
se está refiriendo a las vanas palabras está considerando aquellas palabras que
incluso llegan a ser desapercibida por los hombres. No habrá delante de Él la
frase “yo no dije eso” porque todo saldrá a la luz.
Estas vanas palabras, palabras ociosas y sin valor son aquellas que no tuvieron
en consideración la Gloria del Señor, es decir, no tuvieron la sabiduría de Dios
en el momento de ser impartidas.
Déjame ponerte en contexto esto: Cuando un maestro de la Escuela Genesaret
decide impartir sus clases sin el fin de glorificar a Dios por medio del contenido
trasmitido, esto llega a ser vano delante del Señor porque no tiene el fin por el
cuál fueron creadas todas las cosas. Glorificar a Dios en todo lo que pensamos,
hacemos y decimos.
Por ende, darás cuenta de todo aquello que has hablado que no procede de un
corazón que apunta a vivir para la Gloria de Dios.
Reflexiones en esto, ¿cuántas palabras han salido de nuestros labios que no han
tenían el fin de amar a Dios y a nuestro prójimo? ¿cuántas palabras? ¿cuántas
clases que impartiste no te esforzaste por glorificar a Dios?, ¿cuántos
comentarios vanos llevamos para el día del juicio?
Por esto es una advertencia amorosa, porque me advierte de aquello en lo que
seré juzgado.
Pero también quiero que medites en esto. Estas palabras son una advertencia
amorosa porque nos mantiene presente en nuestra mente el juicio en el cuál
estaremos.
Dios ha acercado con este versículo el juicio de los hombres a sus palabras.
¿Cuándo fue la última vez que pensaste que este día puede ser el último y luego
tendrás que rendir cuentas a Dios? ¿fue hoy?
Por lo general recordamos que tendremos que rendir cuentas a Dios cuando
vemos a alguien partir de esta vida, cuando escuchamos de que las
enfermedades están matando a muchas personas, pero pensar que el juicio está
tan cerca de nosotros con el simple hecho de pronunciar una palabra es una
advertencia amorosa porque nos lleva a vivir pensando en las cosas de Dios.
Querido maestro, no puedes vivir en esta vida como si no tendrás que rendir
cuentas delante de Dios. No podemos hablar por hablar sin considerar que
estaremos muy pronto delante del Señor rindiendo cuentas.
La razón por la que nos advierte nuestro Señor del juicio venidero a través de
las palabras que pronunciamos es para vivir sabiamente en este mundo.
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón
sabiduría. Salmos 90:12
Pero también la razón por la que pone el juicio en nuestros labios es para
recordarnos que somos unos pecadores. La razón por la que impartes un temario
a tus alumnos es porque le están recordando que vendrá un día en la que tendrás
que rendir exámenes para probar si realmente han aprendido. En esa misma
forma, la razón por la que el juicio está tan cerca es porque hemos pecado
contra Dios y debemos ser juzgados por esto.
No solo nuestro Señor Jesucristo dice esta advertencia por las palabras que
decimos, ni solamente por el juicio que vendrá par tu vida, sino que nos hace
una advertencia amorosa porque nos invita a confiar en Él. La razón por la
que demuestra que los hombres rendirán cuentas por sus vanas palabras es para
que tus ojos sean puestos en Él.
Piensa conmigo en la necesidad que un alumno tiene antes de rendir un examen.
Ya tiene la fecha de su examen y el temario, ¿qué más le toca hacer al alumno?
¡¡¡Prepararse!!!
La única manera de prepararnos para estar delante de Dios con todas las vanas
palabras que hemos pronunciado es pararnos confiados en la justicia de
Jesucristo. La misma persona de la trinidad que nos dice que seremos juzgados
nos invita a confiar en él.
Qué hermoso. Hay forma de presentarnos delante de Dios preparados para el
juicio venidero cuando nos arrepentimos y creemos en Él.