2.1-7 - Jesús Conoce A La Iglesia Carente de Amor

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Jesús Conoce a La Iglesia Carente de Amor

(Apocalipsis 2:1-7)

INTRODUCCION: Muchas iglesias tienen una historia más bien monótona. Por lo
menos, no hay mucha gente ansiosa de leer las actas de las reuniones
administrativas de los últimos veinte años.

La historia de la ciudad de Efeso y la iglesia en esa ciudad no es algo monótono. En los


tiempos del NT, la ciudad de Efeso tenía una población de cerca de un millón de habitantes.
Si miramos un mapa de la Turquía moderna, podemos localizar la ubicación de la antigua
ciudad de Efeso en la parte occidental del Asia Menor. Efeso estaba ubicada en el mar Egeo
directamente enfrentando a Grecia.

La historia de la fundación de la iglesia de Efeso aparece en Hechos 18-20. Pablo visitó ese
lugar en el año 55. Trabajó allí por unos tres años. Además escribió una importante carta a
la iglesia allí. También pasaron mucho tiempo en Efeso Timoteo, Apolos, Aquila, Priscila y
otros personajes menos conocidos del NT.

El apóstol Juan pasó unos treinta años de su vida en esa ciudad e iglesia. Cuando pensamos
en aquella ciudad de la antigüedad, entramos en contacto con un lugar que tiene una rica
herencia.

En Apocalipsis 2, aparece una breve carta que llegó directamente de Jesús a la iglesia de
Efeso. En el v.1 de este capítulo leemos que Jesús tiene o sostiene a sus pastores o ángeles,
o sea el pastor, en su mano derecha (Ver también 1:20)

La palabra ángel puede traducirse también como mensajero. El pasaje presenta a Cristo
caminando entre las lámparas doradas de las iglesias. Estas palabras describen cómo Cristo
da valor a Su pueblo. Somos Sus candeleros de oro. O sea, que Su pueblo no es un
candelero cualquiera, sino que es de oro, precioso.

Como esto es verdad, Jesús camina en medio de Su pueblo. Cuando nos reunimos para orar,
cantar, fraternizar, predicar e invitar a los demás a consagrar sus vidas a Cristo, El está
presente. El camina continuamente entre nosotros.

Además, este pasaje nos declara que Jesús nos conoce (v.2) La palabra usada es oida y no
ginosko. Esto indica una percepción o conocimiento especial de nosotros.

PROPOSICION: Quizá usted no me conozca a mí en todo el sentido de la palabra. Quizá


yo no lo conozco a usted. ¡Pero Jesús sí! El ve nuestras cualidades. El
Señor de la gloria también sabe de nuestros fracasos. Consideremos lo que Jesús dice sobre
la iglesia en Efeso y veamos cómo eso se aplica a nosotros.
1.- JESÚS SABE DE NUESTRA OBRA (v.2,3)

Cristo sabe sobre nuestra obra, nuestro trabajo, nuestros afanes. En este texto, la palabra
obras se refiere al trabajo que se hace en el servicio de Dios y que demanda toda nuestra
consagración y energía. Puede compararse al empeño y esfuerzo de un campesino, de un
trabajador petrolero, una ama de casa o alguna otra cosa así. Es el trabajo de un persona que
cumple fielmente con sus responsabilidades.

1.1.- Trabajamos para el Señor cuando testificamos

Eso es un verdadero trabajo. ¿Tú siempre tratas de testificar de Cristo? Basta con que te
propongas: Hoy voy a hablar sobre Jesús con tres o cuatro personas. Pon este principio en
práctica todas las semanas. Hazlo y conocerás todo lo que es un verdadero servicio
espiritual.

Un notable ejemplo de servicio se ve en la vida del apóstol Pablo. En Hechos 20:31 leemos
de cómo dio testimonio de Efeso: Por tres años, de noche y de día, no he cesado de
amonestar con lágrimas a cada uno. Pablo regó las calles de la ciudad con lágrimas de
compasión. Lloró por los perdidos.

Durante tres meses predicó en la sinagoga judía. Entonces, cuando los líderes judíos
endurecieron su corazón contra Pablo, encontró un cuarto para alquilarlo en la escuela de
un tal Tirano, donde siguió predicando y dando testimonio durante otros dos años. Nos
hubiera agradado mucho ver y oír la predicación de Pablo, ferviente y ungida por Dios en
aquellos años de trabajo en Efeso.

Henry Ward Beecher fue un famoso pastor en una iglesia congregacional de los Estados
Unidos en el siglo pasado. Necesitaba un caballo para cabalgar y para arar. Un miembro de
su iglesia fue a verlo con un buen animal. Le dijo: Pastor, tengo precisamente el caballo
que usted necesita. Este animal trabajará en el campo, tirará de un arado y también usted
podrá montarlo. El pastor interrumpió la publicidad del creyente. Se puso delante del
animal y le dijo: Yo quisiera que fueras un miembro de mi iglesia.

Necesitamos tener una buena hoja de servicios para el Señor. El conoce nuestro trabajo.

1.2.- Servimos al Señor cuando cuidamos de otros

La gente tiene problemas. Tiene necesidades espirituales, físicas y financieras. Necesitamos


estar alerta ante la desesperada condición de los demás.

Uno de sus discípulos nos dejó una emotiva historia sobre Juan. Cuenta que uno de los que
se habían convertido por su ministerio, había sido colocado al cuidado de un amigo.
Durante una de las ausencias del apóstol, el nuevo creyente volvió al mundo, se unió a una
banda de ladrones. Cuando Juan volvió y supo que su joven amigo ya no estaba en la
comunión de los creyentes, pidió prestado un caballo y cabalgó hasta que lo encontró y lo
recuperó.

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Nuestra gente tiene cuidado de los demás. Estamos junto a los que enfrentan la muerte y la
enfermedad. Nos gozamos con otros en sus victorias. Damos la bienvenida a cualquiera en
nuestra fraternidad. Los fortalecemos espiritualmente. Tratamos de cuidar de todas las
necesidades de los que están en nuestro medio, al mismo tiempo que tratamos de llegar a
todos los que precisan de nuestro apoyo. Nos agrada que Jesús sepa de nuestro servicio,
nuestro trabajo, nuestro empeño, para El.

2.- JESÚS CONOCE NUESTRA PERSEVERANCIA (v.2,3)

Aquí se usa dos veces la palabra paciencia. Bien podría traducirse como perseverancia. Se
refiere a la capacidad para soportar el peso y la carga de la responsabilidad sin doblar las
rodillas. La gente de Efeso sabía cómo soportar.

2.1.- Debemos estar firmes cuando el mundo rechaza el mensaje

En la ciudad de Efeso, se había construido un templo de 140 metros de largo por 75 de


ancho en honor de la diosa Diana. Supuestamente, era la diosa de la fertilidad. Los orfebres
hacían innumerables ídolos de Diana y los vendían. Libros y pergaminos de magia se
vendían en todos los negocios del ramo. Cuando Pablo y sus compañeros predicaron a
Jesucristo y la gente se convertía, dejaron de comprar los ídolos y libros de magia. De
hecho, los convertidos llevaron en una ocasión sus libros paganos por un valor que se
calculó en cincuenta mil piezas de plata a una plaza pública y los quemaron (Hechos 19:19)

Toda la ciudad se llenó de confusión por el gran cambio que se presentó por la interrupción
de los negocios de la ciudad (Hechos 19:29) Hubo muchos que no aplaudieron el
evangelio, ni los mensajeros del Señor escaparon de pruebas y tribulaciones. Pero aun así.
Jesús recomienda a Sus siervos que sean perseverantes y soporten los ataques del mundo.

2.2.- Debemos estar firmes cuando alguien distorsiona el mensaje

En los v.2,6, leemos de los falsos apóstoles y los nicolaítas que se metían en el camino de la
fraternidad de los creyentes. Los nicolaítas eran un grupo o secta religiosa que trataba de
alejar a la iglesia de una fe puramente bíblica. Este grupo herético tenían cierta relación con
los seguidores de Balaam en sus enseñanzas inmorales e idólatras. El ángel de la iglesia y
sus miembros no se cansaban ni abandonaban la defensa de la verdad. Ellos estaban firmes
contra todas las invasiones de los que torcían y distorsionaban la verdad del evangelio.

Tenemos un evangelio de pura gracia, el cual exige una entrega a Cristo y una vida de
santidad y justicia de parte del pueblo de Dios. Necesitamos ser pacientes y perseverantes,
manteniéndonos firmemente aferrados a la Palabra inspirada. Es interesante que Jesús dice
que aborrece la obras de los nicolaítas, pero no que los odie a ellos. El Señor dio su vida
por el hombre pecador y nosotros debemos amarlos también. Cualquiera que sea nuestro
trato con quienes integran o no la comunión cristiana, debemos soportar con paciencia a los
demás y amarlos, aun cuando sus hechos puedan estar en contra del evangelio del Hijo de
Dios.

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3.- JESÚS SABE CUANDO DEJAMOS DE AMARLE (v.4)

Este pasaje suena como una sirena de incendio en medio de lo que podía ser una noche
pacífica. Una recomendación después de un cumplido es lo que se ha dicho hasta ahora a la
iglesia. De repente aparece la desagradable palabra pero. Jesús dice a Su pueblo en esta
porción bíblica: Pero tengo contra ti. El Señor simplemente dice en forma abrupta: Tienes
un gran pecado en tu vida y estoy contra tí por ello.

En 2 Reyes 5, el autor dice palabras elogiosas sobre Naamán. Este hombre servía como
capitán de las fuerzas armadas del rey de Siria. Había ganado batallas para su rey y su
patria. Era un hombre de coraje, muy amado por todos. ¿Qué más podía esperarse de un
hombre? Entonces aparecen las chocantes palabras: Pero era leproso.

¡Eso lo echaba todo a perder! Una persona puede ser muy valiente. Sus ojos pueden estar
en la mejor condición, con una vista perfecta. No ha sido necesario que dentista alguno le
extraiga una muela. Pero si el médico dice: Tiene cáncer, de repente uno se olvida de todo
lo demás de bueno.

Hay muchos que tratan el tema del amor al Señor con liviandad. Debemos recordar que el
primer mandamiento grabado en piedra dice que debemos amar a Dios con todo nuestro
ser. Violar ese mandamiento es vivir contrariamente a todo lo básico en nuestra relación
con el Señor. Cuando violamos este mandamiento de amar, la gente cae en la perdición.

Nuestro amor puede caer o aun morir. Puede estancarse. Si estamos perdiendo o hemos
perdido nuestro primer amor, necesitamos escuchar a Jesús decirnos: ¡Estoy contra ti!

Debemos saber por qué falla nuestro amor. Algunos dejan de amar a Cristo por la atmósfera
que hay en la iglesia. Las controversias y las disputas enfrían el amor de mucha gente. De
hecho algunos se echan atrás y dejan de asistir o de ofrendar a la iglesia cuando surgen
discusiones. La fraternidad de una iglesia u otro cuerpo cristiano a menudo se torna algo
frío y distante porque han surgido disputas.

La iglesia de Efeso reprendía a los nicolaítas y a los falsos apóstoles. Era necesario detener
a ambos. Sin embargo, en medio de su lucha contra la herejía y los apóstoles
autodesignados, la gente había sacado sus ojos de Jesús. Entonces dejaron de amarle.

Este descuido en el amor ocurre fácilmente cuando entramos en una controversia. Puede
ocurrir en la vida familiar así como en las relaciones nacionales o internacionales.
Entonces el amor comienza a declinar. Quizá no le demos mucha importancia a esto, pero
el Señor sí se la da.

Algunos dejan de amar a Cristo por simple descuido. La mayor parte de la gente no planea
enfriar su relación con El, sólo que no mantiene el fuego ardiendo con la oración, la unión
fiel al pueblo de Dios, el descuido de Su Palabra o la falta de descubrir el pecado de no
amar a Cristo. El descuido puede deshacer nuestro amor al Salvador y negar de hecho lo
bueno que podamos estar haciendo.

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No podemos culpar de nuestra vergonzosa condición a los atletas profesionales, los bajos
niveles morales de los líderes o la prosperidad. Es nuestra falta de amor a Cristo.

Hace algunos años una revista publicó la historia de la invasión de Napoleón a Rusia a
principios del siglo XIX. Cuando las fuerzas francesas llegaron a la meta, se encontraron
para su desilusión que Moscú había sido quemada y la gente había huido. Durante el duro
invierno, los franceses hicieron su retirada hacia su país. Mientras marchaban por aquellos
cientos de kilómetros de bosques helados y cargados de nieve, con pocos caminos y
provisiones, miles de soldados murieron de frío. Al llegar la noche reunían cualquier leña
que encontraban y hacían fogatas para sobrevivir otra frígida velada invernal.

Al amanecer muchos de los que estaban en las partes del círculo más alejadas, se habían
congelado hasta morir. No habían estado suficientemente cerca del calor como para
sobrevivir al tremendo frío de las noches invernales. Enfrentamos el peligro de sufrir de
congelamiento espiritual.

Perdemos nuestro primer amor cuando nos alejamos descuidadamente de los fuegos
espirituales que pueden calentar nuestros corazones y hacer que amemos al Salvador. Jesús
sabe cuándo se enfrían.

4.- JESÚS SABE CUÁL ES LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA DE PECADO

Nos manda la receta del Gran Médico de modo que podamos leerla y comprenderla. La
mayor parte de las veces que vamos al médico y nos da una receta, no podemos leer lo que
él ha escrito o no entendemos lo que significan las palabras.

Cristo hace que sus palabras sean sencillas. La primera expresión que es dada al que ha
dejado su primer amor es la de que se acuerde. El mismo Señor dice: Recuerda, por tanto,
de dónde has caído (v.5)

No es el personaje de algún cuento que tuvo un resbalón, sino que millones de personas del
pueblo de Dios necesitan recordar y seguir recordando la cruz de Cristo y el gran precio que
ha sido pagado por nuestros pecados.

Necesitamos mantener en mente lo gigantesco del amor de Cristo por nosotros. Cuando
nuestros corazones comienzan a enfriarse, debemos recordar las profundidades de
vergüenza y degradación a las que Cristo se sometió por nosotros.

Un domingo por la mañana cuando todo el resto de la familia se había ido a la iglesia, la
joven Charlotte Elliot se quedó, debido a una enfermedad. Se sentía muy mal por lo poco
que podía hacer por Cristo debido a su mal estado de salud que la afligía continuamente. Se
preguntaba si alguna vez podría hacer algo para servir al Señor como lo hacían los otros.

Entonces, esa mañana se sentó y escribió las palabras del himno:

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Tal como soy, sin más decir
que a otro yo no puedo ir,
y tú me invitas a venir
bendito Cristo, heme aquí.

Cuando tu amor se enfría, ¡acuérdate de Jesús!

Una segunda palabra que nos ayuda a resolver el problema de nuestro pecado de dejar el
primer amor es la de arrepentimiento, por mucho que parezca anticuada.

Significa cambiar la propia opinión, actitud o hechos. Hay que cambiar la forma de vivir.
El arrepentimiento reclama una acción drástica e inmediata. ¿Podemos imaginamos lo que
podría pasar si tuviéramos una epidemia de aquel arrepentimiento de Nínive, con el modelo
de los viejos tiempos? Los hospitales mandarían a casa muchos enfermos. Los psiquiatras
tendrían mucho menos clientes pidiendo citas. Los farmacéuticos no venderían ni la mitad
de las medicinas. No necesitaríamos famosos evangelistas o cantantes que ayuden a salvar
las iglesias de su crítica situación. Estallaría un avivamiento en casas, negocios, iglesias y
por todo el mundo.

El llamado al arrepentimiento no es cosa nueva. Jesús se colocó ante la iglesia en Efeso y le


dijo que pusieran sus corazones en orden con Dios. Su mensaje suena hoy para todos los
que reciban su palabra. Una nueva dirección, una nueva actitud, un nuevo tipo de vida es lo
que se hace necesario. ¿Qué vamos a hacer delante de este claro llamado al
arrepentimiento?

Se nos da una tercera palabra. Es una advertencia de las que comienzan con un si no. Jesús
dice que debemos recordar y arrepentimos o si no. El quitará nuestro candelero. Cristo dice:
Soplaré y tu lámpara se apagará y se acabará tu testimonio. El ministerio de algunas
iglesias ha muerto hace mucho, aun cuando aparezcan carteles con el horario de sus
servicios a las 11:00 a.m. cada domingo.

De acuerdo a la historia, parecería que la iglesia de Efeso realmente no recordó ni se


arrepintió y su candelero fue removido. Aun la misma ciudad cayó en el olvido. Cristo
quiere usar a su pueblo como portadores de la luz. No quiere reemplazarlos ni removerlos.

La palabra de Dios ha de ser la luz del evangelio de Cristo. Dios nos ordena que demos Su
mensaje a la gente en todas partes. Sólo podemos hacerlo si volvemos a nuestro primer
amor.

5.- JESÚS SABE CUÁLES BENDICIONES ESPERAN A SU PUEBLO

Como Cristo nos ama con un amor que no flaquea. El quiere damos bendiciones imposibles
de ser medidas. Una bendición es la entrega del Espíritu Santo a cada uno de nosotros. Si
tenemos oídos para oír, podemos escucharle cuando habla. El v.7 declara: El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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Este es un llamamiento individual. Si tenemos oídos que están en sintonía con la voz de
Dios, el Espíritu Santo nos hablará.

En el año 1431, Juana de Arco fue quemada en la hoguera en Francia a causa de su fe. Las
autoridades de la iglesia mataron a aquella muchacha de 19 años. Varios le preguntaron por
qué había hecho todo lo que hizo. Contestó: Porque oí voces que me hablaban. Sus críticos
respondieron: Si tú oyes voces, ¿por qué no las oímos nosotros? Juana de Arco reiteró: Yo
oigo una voz, aunque ustedes no la escuchen.

Jesús dice que el Espíritu Santo refuerza Su mensaje. Sí, el Espíritu de Dios nos habla a
través de Su Palabra. Seremos bendecidos si escuchamos lo que nos dice el Espíritu.

El creyente tiene la bendición espiritual de la vida eterna. En el v.7 se dice que Cristo nos
hará comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios. Este versículo nos
hace volver en la Biblia a los primeros capítulos del Génesis. En aquel tiempo el primer
hombre caminaba en el Edén, el paraíso de Dios en la tierra. Podía comer del árbol de la
vida del bien y del mal y vivir.

Debido al pecado, el hombre, fue echado del paraíso. Ahora éste se encuentra en la
presencia de Dios en el cielo. El árbol de la vida está allí. Los vencedores comerán de ese
árbol de vida y vivirán para siempre. En 1 Juan 5:4 dice: porque todo lo que es nacido de
Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Si tenemos fe en Cristo y tenemos una unión vital con El, somos vencedores. Tendremos la
bendición de participar de esa comida espiritual que nos sostendrá para siempre. Jesús dio
este mensaje por medio de Juan a Su pueblo, Sus iglesias. Nos conoce y también podemos
conocerlo. Esa relación personal e íntima del Salvador es nuestro pasaporte al paraíso.
Jesús nos da la vida que nunca terminará.

El Dr. Deán Stanley, reconocido predicador y teólogo inglés, estuvo una vez con un niño
que le preguntó cuántos años tenía, y él le contestó que sesenta. Entonces el niño replicó:
¡Vaya, entonces su vida casi se ha acabado! ¿Verdad? El gran hombre de Dios contestó:
No, todavía falta lo mejor.

Jesucristo nos dice que todavía ha de llegar lo mejor de nuestra vida. El cristiano descubrirá
una vida llena de gloria cuando vuelva a su primer amor. El que no ha sido salvo puede
comenzar lo mejor de su vida cuando ponga su fe y confianza en Jesucristo. El conoce
todas nuestras necesidades. ¿Permitiremos todos nosotros que el Salvador las llene todas?

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