Una Ojeada A La Materia
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I. ESTADOS DE LA MATERIA
HIELO, agua, vapor... tan distintos en apariencia e idénticos en lo esencial. El hielo, frío y
que mantiene su forma; el agua, líquida y que adopta la forma de su recipiente; el vapor de
agua, caliente, que tiende a llenar todo el espacio que lo contiene. Sin embargo, éstas son tan
sólo tres formas distintas -fases, las llaman los físicos- de la misma sustancia, el agua.
Cambiando su temperatura, el agua puede pasar de una fase a otra. Y esto no sólo se da en
ella sino que ocurre con todas las sustancias. Con el paso de las diversas civilizaciones, el
hombre ha inventado y descubierto procesos y máquinas que le permiten dar a una sustancia
la fase deseada: sólida, líquida o gaseosa. Los hornos de las fundiciones son capaces de
derretir metales como el hierro, plomo y otros; hay fábricas que producen hielo seco, que no
es otra cosa que el bióxido de carbono solidificado. Y tenemos máquinas que licuan el aire,
refrigeradores que solidifican el agua y calderas que la vaporizan.
Estas máquinas alteran no sólo la temperatura de la sustancia, sino que también cambian su
presión o su volumen. La relación entre estos tres factores, temperatura, presión y volumen,
depende de la fase en que se encuentre la sustancia. Esta relación, que resume un enorme
conjunto de observaciones experimentales, era conocida, en muchos casos, desde hace
bastante tiempo. Así, desde el siglo XVII se conocían las leyes de los gases, formuladas por
Boyle, Mariotte, Charles y Gay Lussac, y que se pueden resumir diciendo que el producto de
la presión por el volumen es proporcional a la temperatura del gas.
Esta relación es válida para todas las sustancias gaseosas a muy baja presión; en el caso
opuesto, cuando la presión es muy alta, como la que se produce después de una explosión,
también es posible encontrar relaciones entre la presión, el volumen y la temperatura, que son
de carácter muy general. Para valores intermedios de la presión, las cosas se complican y ya
no es posible hallar relaciones simples. Los físicos y los químicos han recurrido entonces a
los diagramas PVT, que les permiten observar las condiciones en que se dan cada una de las
fases, y el tipo de proceso que puede llevar de una a otra.
Entre las condiciones de presión y temperatura, existe una, la llamada condición normal,
porque es muy parecida a la que soportamos en la vida cotidiana. La condición normal se da a
una temperatura de 20°C y a una presión de una atmósfera. En condiciones normales, el agua
es líquida, el oro y la plata son sólidos, y el hidrógeno, el oxígeno y el hielo se presentan en
su fase gaseosa. ¿Por qué ocurre esto?
Resolver este porqué, y muchos otros que luego veremos, constituye un reto al que se da el
nombre de física. Narrar un poco de su historia y de la situación en que se encuentra hasta
nuestros días, forman el relato que ahora emprenderemos.
XXVIII. LA SUPERCONDUCTIVIDAD
DESDE los tiempos de Romé de l'Isle hasta la era actual, que bien podría llamarse la de la
microelectrónica, han transcurrido tan sólo dos siglos. Creemos ahora entender qué es un
sólido y cómo modificar muchas de sus propiedades. En particular, hemos visto que es
posible controlar la conductividad de muchos materiales y la consecuencia tecnológica tan
impresionante que ello ha tenido. En nuestra discusión, el papel central lo han desempeñado
los electrones, sin que aparentemente intervengan, salvo en forma incidental, los iones.
Aunque de la estructura cristalina y del tipo de átomo surgen las características de las bandas,
nunca hemos aquí considerado que los iones puedan también moverse.
Sin embargo, es claro que los iones también se mueven, aunque lo hacen con menor celeridad
que los electrones, ya que son miles de veces más pesados. Por otro lado, mientras el sólido
permanezca como tal, los iones no podrán deambular por el cristal. Nuestra idea misma de un
sólido, a diferencia de un líquido o de un gas, implica que los iones se encuentren limitados a
la vecindad de su posición de equilibrio. Los iones, pues, sólo podrán oscilar con respecto a
esos puntos de equilibrio. Y cuando la amplitud de la oscilación sea muy grande, comparable
a la distancia interatómica en la red, el cristal empezará a fundirse.
Pensemos entonces en un modelo para las vibraciones de la red: los átomos se acoplan a sus
vecinos próximos con algún tipo de resorte. Este es un modelo razonable, ya que los iones
sólo vibran. Entre todos los posibles movimientos de los iones existen unos, llamados modos
normales, en que todas las partículas oscilan con la misma frecuencia. A los cuantos de
energía de estos osciladores normales se les conoce técnicamente con el nombre de fonones.
Los fonones se parecen mucho a unas partículas microscópicas reales: tienen una velocidad y
energías bien definidas; son del tipo bosón. Por otro lado, no pueden existir sin la malla, es
decir, fuera del cristal. (Recuérdese que tal vez éste sea el caso de las partículas más
fundamentales, los quarks.) Además, comunicando al sólido más energía, los átomos pueden
vibrar más, creándose más excitación, o sea más fonones. Por otro lado, enfriando el cristal se
logra que haya menos fonones. Por lo tanto, estas excitaciones de la malla se pueden crear y
destruir.
Los fonones son responsables de muchos fenómenos en los sólidos. En particular de la
resistividad eléctrica, pues interfieren con los electrones. Como ya vimos, al bajar la
temperatura los átomos se aquietan y desaparecen los fonones. Cuando bajamos mucho la
temperatura, ya muy cerca del cero absoluto, puede darse que a través de los iones un
electrón atraiga a otro, venciendo la repulsión eléctrica entre las cargas negativas. Con esto,
los dos electrones corren juntos y forman una pareja que, por estar formada de dos fermiones,
se comporta como un bosón, que puede moverse sin resistencia a través del cristal. ¡Estamos
ahora frente a un superconductor!
Esta explicación de la superconductividad se dio apenas hace veinticinco años, aunque la
observación de este fenómeno de bajas temperaturas data de principios de siglo. El estado
superconductor es muy diferente al estado normal de los metales. Presenta una resistencia
muy baja, no permite que un campo magnético penetre a su interior, en fin, representa toda
una fase diferente. Dadas sus posibles aplicaciones: líneas de transmisión sin pérdida,
electroimanes que pudieran generar campos magnéticos enormes, una gran cantidad de
trabajo teórico y experimental se ha hecho en las últimas décadas para entender a los
superconductores. Especial atención se ha puesto en buscar materiales que sean
superconductores a la temperatura más alta posible, incluso a la temperatura ambiente.
Aunque esto no se ha logrado todavía, si algún día ello fuera accesible, la superconductividad
se convertiría sin duda en una de las principales tecnologías al alcance del hombre.