Tema3 Cead
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AUTISTA (TEA)
1. INTRODUCCIÓN
En los años 40 se llevó a cabo una descripción de cuadros clínicos tanto de aquellos niños que presentaban
autismo clásico como de otros niños que no encajaban en autismo y presentaban otras patologías. Desde
entonces, la comprensión y la clasificación de estos trastornos ha ido variando según hallazgos científicos.
A partir de los años 70 se hablaba de trastornos del desarrollo de ciertas capacidades infantiles. Además,
en este momento se acuñó el término Trastornos Generalizados del Desarrollo. También a partir de este
tiempo se reconoció la presencia de cuadros parciales y se apreció la variabilidad de los síntomas con la
edad y el grado de afectación. Por último, se describió la asociación de esta patología con otros problemas
del desarrollo y se aceptó que se debían a problemas relacionados con un mal funcionamiento cerebral.
En los últimos años, a partir de la aportación de Wing y Gould, se ha incorporado el término Trastornos
del Espectro Autista (TEA). También se comenzó a resaltar la noción dimensional en el que se altera
cualitativamente un conjunto de capacidades en la interacción social, la comunicación y la imaginación.
En estos años también se comenzó a decir que no se trataba de una enfermedad mental y que era más
bien un trastorno del desarrollo, una alteración en la manera en los que los niños crecen en relación con
sus competencias para comprender el mundo social y emocional.
Teniendo en cuenta esta trayectoria, actualmente los trastornos del espectro autista (TEA) se definen
como alteraciones neuropsicológicas de características heterogéneas cuyos síntomas se manifiestan
sobre todo en tres áreas del desarrollo (cognitiva, lingüística y social) con una gravedad importante como
para impedir o limitar significativamente el desarrollo y la vida normal de cualquier individuo.
El DSM-5 define los trastornos del espectro autista como perturbaciones graves y generalizadas de varias
áreas del desarrollo. Las alteraciones cualitativas son claramente impropias del nivel de desarrollo del
niño o de su edad mental y suelen ponerse de manifiesto en los primeros años de vida. Asimismo,
acostumbran a asociarse con algún grado de discapacidad intelectual. No obstante, esto no es definitivo.
3. CARACTERÍSTICAS DE PERSONAS CON TEA
Las características que presentan las personas con Trastorno del Espectro Autista son:
• Déficit social. Dificultad para entender el mundo de los pensamientos, emociones, creencias y
deseos tanto ajenos y propios.
• Déficit en comprensión. Dificultad para entender y dar sentido a la propia actividad, abstraer,
representar y organizar su pensamiento, y entender el de los demás.
• Déficit conductual. Interés desmedido por determinadas conductas repetitivas con su propio
cuerpo o ciertos objetos, o una preocupación excesiva por mantener las rutinas y resistencia a
cambios en el ambiente.
Pueden ser conductas de aislamiento o conductas con algún interés vital hacia los demás pero con
dificultades de empatía y comprensión social
Desde la ausencia de motivación comunicativa, hasta el empleo de conductas comunicativas que sólo
buscan el cambio del mundo físico existiendo poca comunicación recíproca.
Desde las conductas estereotipadas, hasta la preocupación obsesiva por ciertos contenidos intelectuales.
Desde las conductas sin propósito, hasta logros complejos (escolaridad) que no se integran en la imagen
de un yo proyectando hacia el futuro.
4. DETECCIÓN Y EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
En el DSM se específica que los síntomas del TEA suelen presentarse alrededor de los 18 meses o antes,
pero que la edad promedio para el diagnóstico definitivo es alrededor de los 30 meses, momento en el
cual los síntomas son ya evidentes para la mayor parte de los casos.
La detección y la atención temprana de las personas con TEA es un procedimiento capaz de corregir y/o
compensar el desarrollo infantil pero también de prever alteraciones de desarrollo más profundas o
condiciones más severas. De este modo, se convierte en un foco principal para asegurar un mejor
pronóstico y calidad de vida a esas personas. No obstante, en la práctica esto resulta sumamente difícil
ya que a a muy pocos niños con sospecha de TEA se les deriva a servicios especializados antes de los 3
años. Como es normal, la familia es la primera en sospechar que hay un problema en torno a los 22 meses.
Casi cuatro meses después de esta sospecha, se realiza la primera consulta (26 meses) y es a los 52 meses
cuando se obtiene un primer diagnóstico específico. Muchas veces se tarda más de un año en obtener un
primer diagnóstico y alrededor de dos años y medio para un diagnóstico final.
DETECCIÓN ESPECÍFICA Equipo de Valoración y Orientación de los Centros Base (Servicios Sociales)
Equipos de Atención temprana (Educación)
Es importante vigilar el desarrollo infantil de forma rutinaria. Este nivel de intervención se debe aplicar a
todos los niños para asegurar un desarrollo normal.
Los aspectos a tener en cuenta a la hora de vigilar el desarrollo del niño son:
Normalmente cuando los familiares se preocupan por el menor, tienen razón. No obstante, que esta
preocupación no se presente no quiere decir que haya una ausencia de problemas. Por tanto, debe
realizarse un control de los menores en determinados momentos de su vida (12 meses; 2 años; 4/5 años).
El Libro Blanco de la Atención Temprana recomienda aplicar de forma rutinaria escalas de desarrollo
durante los primeros años de infancia. Por ejemplo, la tabla de Haizea-Llevant.
4.1.2.5. VALORAR LA PRESENCIA DE SEÑALES DE ALERTA
• Ni balbucear ni hacer gestos para señalar (por ejemplo, decir adiós con la mano) a los 12 meses.
• No decir palabras sencillas a los 18 meses.
• No decir frases espontáneas de dos palabras (no ecolalias) a los 24 meses.
• Cualquier pérdida en lenguaje o habilidad social.
Cuando hay sospecha de que el niño no sigue un desarrollo normal, se comprueban las señales de alerta.
o Indicadores comportamentales
A esta edad se puede pasar el CIRTEA; una escala de desarrollo prospectiva que usa como referencia los
parámetros de desarrollo típicos del menor sin alteraciones para identificar aspectos evolutivos que
pudieran estar relacionados con el TEA a la edad de 12 meses. Este cuestionario presenta 23 ítems
dicotómicos organizados por trimestres y por áreas de desarrollo referentes a lo sensorial, social y a la
comunicación.
o Indicadores biológicos
Los biomarcadores pueden indicar de diferentes maneras la susceptibilidad para tener TEA.
Ninguna herramienta de cribado suple, por el momento, la importante tarea de vigilar el desarrollo del
niño en los primeros tres años de vida.
**En el M-CHAT-R/F pueden influir valores y expectativas de la cultura.
Puesto que la detección es frecuentemente tardía, la presencia de alteraciones en las siguientes áreas
justifica la derivación a una evaluación diagnóstica. Estas son:
- Lenguaje
- Relación social
- Contacto visual, señalización y otros gestos
- Ficción e imaginación
De este modo, si un niño con TEA presenta un desarrollo cognitivo adecuado a su edad cronológica y en
el lenguaje tiene una adquisición al menos de los aspectos gramaticales y sintácticos, la detección precoz
es aún más compleja.
4.1.4. DIAGNÓSTICO
La heterogeneidad en el caso de los síntomas de los TEA dificulta enormemente determinar la existencia
de un patrón predefinido en el desarrollo de este que favorezca su detección y diagnóstico.
A la hora de diagnosticar un Trastorno del Espectro Autista, este va unido a una serie de condicionantes:
A la hora del diagnóstico, las familias juegan un papel relevante y estas presentan un cóctel emocional
realmente complicado. Una de sus mayores preocupaciones es que sus hijos se muestren altamente
afectados. No obstante, es muy positivo que estén presentes durante la evaluación.
4.1.4.1. PROCESO DIAGNÓSTICO
1. Entrevista familiar
Permite una evaluación profunda y exhaustiva al centrarse en la detección y discriminación de posibles
conductas características que se dan en el diagnóstico de autismo y que raramente aparecerían en niños
no afectados.
En esta se recoge información sobre el desarrollo neurobiológico, los hitos evolutivos comunicativos,
sociales y motrices, y sobre la aparición de los primeros síntomas autísticos. También se recoge
información sobre el entorno del niño, su estilo de relación, los patrones de comportamiento, sus
interacciones con iguales y con adultos, el nivel de participación en dinámicas grupales estructuradas y su
adaptación en el contexto escolar.
Un modelo de entrevista utilizado es el de la Entrevista para el Diagnóstico de Autismo (ADI-R) para niños
mayores de 2 años.
Existen observaciones guiadas a través de protocolos, uno puede ser el ADOS-2 para niños con una edad
mental mayor de 2 años.
Estos aspectos permiten crear un perfil de capacidad que engloba los puntos fuertes y aquellos débiles.
• Técnicas. Las diversas formas de aparición de los TEA no permiten establecer un patrón único de
emergencia del trastorno. No se puede prever un diagnóstico o no hasta que pasa el momento
evolutivo de su adquisición. Además, existen diferencias en cuanto a definición y clasificación.
• Socio-comunitarias. Desconocimiento del trastorno por parte de los profesionales.
• Familiares. El rechazo familiar a la confirmación de la sospecha, el desconocimiento de un
desarrollo normal y su posible alteración retrasa el hecho de acudir a los servicios de diagnóstico.
• Detección y diagnóstico en niñas con Trastorno del Espectro Autista. Las niñas reciben el
diagnóstico más tarde que los niños y, además, son identificadas en una menor proporción
debido a diagnósticos erróneos. De este modo, existe un mayor riesgo de que el diagnóstico no
se considere o se descarte directamente como alternativa en la valoración diagnóstica, y por eso
no se exploren sus características. En caso de que el diagnóstico sea este, tampoco reciben
adaptaciones ni apoyos que necesitan. Teniendo en cuenta esto, existe una mayor vulnerabilidad
y riesgo de rechazo. Además, las manifestaciones clínicas son diferentes, existe poca sensibilidad
de instrumentos y también se observa un sesgo de género de profesionales sanitarios.
5. INTERVENCIÓN
La atención temprana en el TEA presenta aspectos diferenciadores con respecto a la intervención en otros
trastornos en edades tempranas. En esta intervención, como en muchas otras, deben tenerse en cuenta
tanto la situación familiar como las características intrínsecas del niño.
Los programas de AT sistemáticos y estructurados demuestran que son la intervención más eficaz desde
la primera infancia para mejorar el pronóstico de los niños con TEA. No obstante, la atención temprana
no es tan precoz como ocurre en otros trastornos del desarrollo y eso se debe a que todavía resulta
complicado detectarlo antes de los 2 años.
Así pues, la heterogeneidad tanto inter como intraindividual junto con la respuesta variable a los
tratamientos provoca que haya una investigación lenta sobre los procesos de intervención y esto causa
un panorama confuso y poco claro. Esto provoca confusión tanto en los padres como en los allegados y
cierto conflicto en los profesionales, gestores y políticos que deben participar en la toma de decisiones
respecto al tratamiento.
Los principios metodológicos generales que deben guiar cualquier programa de actuación terapéutica y
educativa son:
• Los objetivos deben estar escritos, accesibles todas aquellas personas que intervengan con el niño.
• Se reflejan tanto los objetivos, como el método, los plazos y los criterios de evaluación.
o La familia y el centro educativo participan en la determinación de estos objetivos.
o Se realizan revisiones periódicas.
• El desarrollo cognitivo y de las habilidades de las personas con TEA puede ser irregular y difícil de
prever. Así pues, el seguimiento debe estar abierto a progresos, estancamientos y/o modificaciones.
• Favorecer la adaptación del niño con TEA desde el respeto a su autonomía, individualidad y dignidad.
• Procurar a la familia la atención que requiera para que mejore sus conocimientos y estrategias para
ayudar al niño y para que no se desestabilice el sistema familiar.
Para esto hay que tener en cuenta los ámbitos generales del desarrollo y los específicos del autismo pero
también los síntomas nucleares y propios del diagnóstico que a su vez son precursores de
comportamientos sociales y comunicativos más avanzados.
El tratamiento gira en torno a tres pilares fundamentales que, a modo de triángulo, coordinan el proceso:
el niño, la familia y el centro educativo.
La intervención planificada desde el ámbito de la atención temprana debe contemplar la globalidad del
niño con TEA, atendiendo a todas las áreas del desarrollo. Así pues, en el programa de intervención se
deben establecer como prioridades de actuación la mejora de las habilidades sociales, de la comunicación
y el lenguaje, del juego y de las habilidades de adaptación y comportamiento.
Hay que situarse en las habilidades y competencias que el niño tiene, para continuar por las conductas
que comienzan a emerger y dirigirse hacia aquéllas que, desde el punto de vista evolutivo, se deben ir
adquiriendo. Los profesionales han de hacer una intrusión deliberada en las actividades solitarias del niño,
de manera que se le vaya implicando con otras personas para realizar sus actividades preferidas. Esta
labor debe llevarse a cabo de modo que la interacción social resulte agradable para el niño. Se trata de
estructurar las interacciones para que sean recíprocas y sociales en lugar de aisladas y solitarias. De modo
específico, los aspectos nucleares del programa de atención temprana son:
• Enriquecimiento perceptivo
La percepción y la atención conjunta desempeñan un papel fundamental para captar e interiorizar la
realidad circundante, por lo que el trabajo sobre estas habilidades se ha de realizar desde el primer
momento de la intervención.
• Entrenamiento cognitivo
La mejora de las capacidades cognitivas mediante la imitación de acciones, pautas de aprendizaje
observacional y vicario, y la interiorización de conceptos culturales, son aspectos centrales.
Hay que mejorar el conocimiento que el niño tiene de la realidad en la que vive mediante experiencias
significativas que le acerquen a esa realidad que debe conocer.
• Comunicación y lenguaje
La habilitación de la comunicación y del lenguaje es un aspecto sustancial que mejorará sus competencias
para la representación simbólica y para la interacción con los otros. Si no se puede desarrollar la oralidad,
los sistemas aumentativos o alternativos de comunicación pueden contribuir a paliar esta limitación.
• Habilidades sociales e intersubjetividad
Se ha de procurar que el niño mejore sus capacidades para comprender y asimilar las interacciones con
los demás y sea capaz de mejorar también las relaciones intersubjetivas, la corregulación y el
comportamiento social.
Para fomentar todas estas capacidades y llevar a cabo el programa de atención temprana, se ha de crear
un clima de trabajo que ofrezca seguridad al niño en el que se establezcan vínculos emocionales y se
potencie la empatía, plantear un programa de intervención individualizado que parta de los dominios y
habilidades que posee el niño para avanzar sistemáticamente en su zona de desarrollo potencial y llevar
a cabo las actividades de modo lúdico y funcional, tomando como modelo de trabajo el aprendizaje
significativo e incorporando elementos cotidianos del contexto vital del niño. Además, debe respetarse el
ritmo de trabajo del niño, utilizar ayudas que permitan habilitar el lenguaje del niño y potenciar la
simulación y adaptación a las situaciones sociales. También es necesario facilitar al niño las ayudas
necesarias, favorecer la disminución y eliminación de rituales, estereotipias o rutinas mediante estrategias
de extinción, seguir criterios de globalidad, de individualización y proporcionar entornos estructurados.
Teniendo en cuenta todo esto, hay que procurar que la familia asuma los conocimientos y las estrategias
necesarias para que participe en el programa de atención temprana.
Se debe tener consideración con la modalidad sensorial puesto que algunos niños presentan
peculiaridades a nivel del Sistema Nervioso Central, en el procesamiento de la información que le llega a
través de los sentidos. No es tanto un déficit en el funcionamiento de los sistemas sensoriales, como en
la integración, catalogación y selección que posteriormente se realiza a nivel central de esta información.
Es preciso tener en cuenta que estímulos sensoriales insignificantes para la mayoría, pueden ser
tremendamente atractivos para estos niños, por ejemplo: luces, reflejos, sonidos. En cambio, otros de gran
relevancia para los demás, pueden ser insignificantes para ellos o terriblemente desagradables e incluso
dolorosos ya sea por intensidad, tono o tipo.
La modalidad sensorial a la que son más receptivos o que les provoca mayor aversión, varía de un niño a
otro y por ello es importante conocer sus preferencias sensoriales y si es hipersensible o hiposensible.
En la intervención se realizan actividades de dieta sensorial para promover una estimulación sensorial
apropiada de acuerdo a las necesidades de cada niño, con el objetivo de conseguir que el sistema nervioso
procese la entrada sensorial de una manera normal.
Algunos ejemplos de actividades son:
Es importante evaluar los estilos de aprendizaje puesto que hay niños con preferencias peculiares en
cuanto al procesamiento de información y que están determinadas por sus mayores habilidades en ese
campo. De este modo, el estilo de aprendizaje de un niño con TEA puede ser:
• Memorístico. Se desenvuelven bien y prefieren los listados de datos, aunque carezcan de sentido
para los demás.
• Aprendizaje tipo gestáltico. Ven la situación como un todo y no ven los detalles relevantes de una
situación.
• Aprendizaje visual. Este tipo de aprendizaje es infrecuente.
Es muy importante dar sentido a la actividad ya que, además de problemas en la imaginación, socialización
y comunicación, se dan otras alteraciones como:
• Trastorno del Sentido de la Acción. No encuentran sentido a sus acciones ni a las de los demás.
• Déficit en Funciones Ejecutivas. Se generan dificultades para:
o Planificar los pasos de una tarea con un objetivo concreto.
o Prestar atención a las respuestas adecuadas e inhibir las inadecuadas.
o Adaptarse a situaciones diferentes.
Estas alteraciones plantean la necesidad de aportarles estrategias para hacerlos más competentes y
autónomos, y ayudarles a predecir lo que va a ocurrir. Algunas actividades que se llevan a cabo son:
Debido a que muchos niños preservan las habilidades visoespaciales y las usan para contrarrestar las
dificultades de comprensión verbal, se usará información visual para organizar su entorno, sus rutinas y
sus actividades:
• Diseñando el entorno físico para darles información por adelantado de lo que va a ocurrir.
• Acompañando nuestras peticiones con imágenes y gestos adaptados a su nivel.
Se trata de adaptar su entorno próximo (escuela, hogar, unidad de desarrollo infantil, escuela infantil) con
claves visuales concretas, fácilmente perceptibles, simples y permanentes. Esto se conoce como Método
Teaccch.
Se debe permitir que sean los niños los que tomen la iniciativa en el tipo de juego, objeto, incluso en la
acción sobre el material. Una vez que permita nuestra intromisión, debemos ir poco a poco modificando
la acción hacia un uso funcional del mismo. También hay que ayudarles a diversificar los tipos y temas de
juego, partiendo siempre de sus intereses e introduciendo poco a poco variaciones. Dotar paulatinamente
al juego de estructuras argumentales y de una cierta consistencia narrativa, apoyándonos en los distintos
tipos de estrategias como: instrucciones, ayudas visuales, etc. Desarrollar formas de juego socio-
dramático, primero muy simples, y cada vez más complejas en la medida de lo posible, haciendo uso
igualmente de los diferentes apoyos individualizados. Transferir de forma explícita a destrezas de
narración, interpretación de secuencias narrativas, etc., las destrezas desarrolladas en los contextos
lúdicos.
• Hablar menos
• Enfatizar las palabras clave
• Enlentecer el ritmo
• Mostrar lo que se dice
• Dar instrucciones especificas
• Usar la reconstrucción (construir la frase completa a partir de una palabra), y el desguace
(descomponer la frase hasta dejarla en la palabra clave).
• Aprovechar sus preferencias
• Usar estrategias basadas en su estilo de aprendizaje y en su modalidad sensorial preferente.
Dada la gran variabilidad que existe entre unos niños y otros, podemos agruparlos en dos polos de un
continuo según su déficit en habilidades comunicativas:
• Niños con competencia lingüística en crecimiento a medida que aumenta su edad de desarrollo:
o Ecolalia: Puede ser ecolalia funcional (usada como medio de comunicación) o
únicamente con carácter de auto estimulación.
o Inversión pronominal: dificultad para usar los pronombres personales de forma
adecuada.
o Algunos niños tienen una adecuada morfosintaxis, pero con dificultades para entablar
conversaciones, obsesivos en los temas, alteraciones en la inflexión de la voz y
literalidad.
Muchos niños, debido a sus dificultades para entender las exigencias de su entorno y comunicarse,
pueden presentar conductas desafiantes, es decir, aquellas que causan daño a sí mismos o a los demás,
que dificultan la convivencia familiar o que impiden el acceso a tratamiento educativo. Algunos ejemplos
de conductas desafiantes que pueden darse de forma individual o combinada son:
• Autoagresiones
• Agresiones a terceros
• Conductas inapropiadas
• Falta de atención o ensimismamiento
• Conductas inflexibles o negativistas
La intervención pasa por identificar la función que desempeña la conducta, y dar una alternativa más
aceptable para sí mismo o los demás. La conducta desafiante no es el problema, es la consecuencia a las
carencias adaptativas de la persona, motivadas por los déficits propios del trastorno.
Los profesionales deben mantener su posición a la vez que ayudan a las familias; estas son las
responsables, los que deciden y los que siempre estarán con el niño.
Las necesidades que suelen presentar las familias con niños que presentan TEA son:
• Emocionales
• De información
• Económicas
• En la vida diaria
• Educativas
• De planificación de futuro
Teniendo en cuenta las necesidades que la familia presenta, hay que contemplar a esta como aliada y
como objeto de intervención a la hora de desarrollar el programa de intervención con el niño.
El principal objetivo de la intervención familiar es ayudar a los padres a superar las distintas fases del
proceso de su nueva realidad y atender a sus demandas y necesidades de información y formación. La
información debe referirse al TEA en general y a la situación del niño en particular, y ofrecerse de forma
gradual por parte de los profesionales para que la familia pueda ir asimilándola e integrándola
adecuadamente. Es muy importante lograr el ajuste de las expectativas de los padres a las posibilidades
reales del niño y de la intervención. Por otro lado, la formación da seguridad a los padres en su papel de
crianza y mejora sus habilidades para contribuir al desarrollo y evolución del niño.
Conviene estructurar el entorno del niño para que este le resulte más predecible y así se eviten ambientes
complejos o muy estimulantes. El ambiente, además de predecible, debe ser lúdico y de seguridad por
parte de los padres. Hay que utilizar gestos evidentes y emplear un lenguaje sencillo para facilitar la
comprensión y favorecer su desarrollo emocional. Todo esto debe realizarse teniendo en cuenta que la
familia debe de ser paciente y tener estrategias para establecer límites a las alteraciones conductuales y
los comportamientos estereotipados o rituales.
Desde los centros de atención temprana también se han de procurar a las familias los apoyos que precisen
para mejorar el funcionamiento del sistema familiar.
Para desarrollar este tipo de intervención es conveniente utilizar algún canal de comunicación no
presencial con el centro educativo, como una libreta que la familia traiga al terapeuta y luego lleve al
colegio. En ella se anotan los cambios en objetivos o estrategias de intervención, entrenamiento de
nuevos signos, fechas de reuniones, problemas de conducta.
El objetivo es facilitar el proceso de integración y el máximo desarrollo del niño, procurarle un contexto
lo más normalizado posible y adoptar aquellas medidas que favorezcan la incorporación del niño a las
dinámicas habituales de actividad, adaptando el currículum a las necesidades y posibilidades del niño.
Para ello, mantener cierto contacto con el colegio o escuela infantil va a permitir:
Es muy importante que desde pequeños conozcan el entorno físico y social en el que viven como medio
para incorporarse a la vida social que les corresponde por su edad. Desde los equipos de atención
temprana se ha de incidir en la participación de los elementos y agentes del contexto vital del niño y en
la adecuación del entorno a las características individuales del niño con TEA.
Se debe encontrar coordinación con la neuropediatría, los servicios sociales y los centros de salud mental.
6. CONCLUSIONES
Resulta difícil de entender las reacciones, conductas y debilidades de las personas con TEA debido al
deterioro en las áreas superiores del desarrollo y a la alteración heterogénea con habilidades preservadas.
El TEA se trata probablemente del trastorno del desarrollo que más investigaciones atrae y el que más
recursos ha desarrollado para que los profesionales y padres doten a estos niños de habilidades para
desenvolverse mejor en su entorno. Se debe ayudar al niño con TEA a integrar su mundo sin sentido.
6.1. DEBILIDADES EN ATENCIÓN TEMPRANA HACIA LOS NIÑOS CON AUTISMO EN ESPAÑA
Los procedimientos de Atención Temprana a largo plazo logran diferentes objetivos como: