CNCCC 1 2021 PEREZ ART 34.1 "Calderón Girón"

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CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 1


CCC 26055/2019/TO1/CNC2

Reg. n° 1990/2021

En la ciudad de Buenos Aires, a los 23 días del mes de diciembre del


año dos mil veintiuno, se reúne la Sala 1 de la Cámara Nacional de
Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal,
integrada por los jueces Gustavo A. Bruzzone, Jorge Luis Rimondi y
Mauro Divito, asistidos por el secretario actuante, a efectos de
resolver el recurso de casación interpuesto en la presente causa nº
26055/2019, caratulada “PÉREZ, Gonzalo Gabriel s/recurso de
casación”, de la que RESULTA:
I. Por decisión de fecha 26 de septiembre de 2019, el Tribunal Oral en
lo Criminal y Correccional n° 16 de esta ciudad, integrado
unipersonalmente por el juez González Ferrari resolvió, en lo que aquí
interesa:
“I.- CONDENAR a Gonzalo Gabriel Pérez […] por resultar autor
penalmente responsable del delito de robo simple en grado de
tentativa a la pena de TRES MESES de prisión y costas […].
II. REVOCAR LA CONDICIONALIDAD de la pena de nueve meses
de prisión en suspenso, impuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal
y Correccional 18 en las causas 4978/5018/5101/5120/5112, el 30 de
agosto de 2016.
III. IMPONER a Gonzalo Gabriel Pérez LA PENA ÚNICA DE UN
AÑO DE PRISIÓN, comprensiva de la recaída en el punto I de este
fallo y de la precitada del Tribunal 18, conforme la manda de los
artículos 27 y 58 del Código Penal”.
II. Contra esa decisión interpuso recurso de casación la asistencia
técnica particular del imputado, ejercida por el abogado Cristian
Néstor Pavón. Su recurso fue concedido (fs. 233/4) y, aunque no fue
mantenido en tiempo y forma por la parte, la Sala de Turno le otorgó
el trámite previsto en el art. 465 del CPPN (fs. 240).

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En lo sustancial, la crítica de la recurrente discurre en torno a la
arbitrariedad en la valoración de la prueba para tener por probada la
responsabilidad de su asistido en el hecho, como así también en
relación a la errónea aplicación de la ley sustantiva efectuada por el a
quo para decidir la revocación de la condicionalidad de la pena
impuesta al nombrado por el Tribunal Oral n° 18, e imponerle en
definitiva una pena única comprensiva de ambas sanciones.
III. Durante el término de oficina (art. 465, cuarto párrafo y 466,
CPPN) no hubo presentaciones. Superada la instancia prevista en los
arts. 465 y 468, CPPN, el tribunal deliberó en los términos del art. 469
del ritual (a través de medios electrónicos) y, conforme lo allí
decidido, se resolvió del siguiente modo.
El juez Bruzzone dijo:
1. - El recurso interpuesto por la defensa debe ser considerado
admisible, pues se dirige contra una sentencia definitiva (art. 457,
CPPN), fue interpuesto por quien se encuentra legitimado a hacerlo
(art. 459) y satisface los requisitos formales de procedencia y
admisibilidad (arts. 444 y 463).
Sus agravios, referidos tanto a la inobservancia de normas sustantivas
como procesales, han sido bien encauzados por vía de los dos
supuestos contemplados en el art. 456 del CPPN. Por lo demás, la
tacha de arbitrariedad en la valoración de la prueba determina que la
revisión del fallo deba llevarse a cabo de acuerdo con el estándar
delineado por la Corte Suprema de Justicia en el fallo “Casal” (Fallos
328:3399), en el sentido de agotar la capacidad de revisión de todo
aquello que sea “revisable” en esta instancia, donde el único límite lo
traza la percepción directa que los jueces obtienen de la prueba a
partir de la inmediación. En definitiva, se trata de eliminar todos los
errores que la sentencia pueda contener y legitimar, si corresponde, la
imposición de una pena.

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2. - En consonancia con el requerimiento de elevación a juicio


obrante a fs. 136/137, el tribunal a quo tuvo por probado el hecho
atribuido a Pérez, consistente en “haber intentado apoderarse de
forma ilegítima mediante la fuerza, de un estéreo marca Pioneer que
se encontraba en el interior del rodado marca VW, modelo Golf,
dominio (…), propiedad de Nicolás Emiliano Bonfante. Para lograr
su cometido rompió con una botella la ventanilla del lado del
conductor […]. El hecho tuvo lugar el día 14 de abril del corriente
[2019] a las 7.00 horas, aproximadamente, en la calle Castillo (…)
de esta ciudad, donde se hallaba estacionado el vehículo
mencionado […]. El oficial Froy de la comisaría comunal 15ª de la
Policía de la Ciudad se encontraba caminando por la calle Castillo
entre Humboldt y Fitz Roy cuando escuchó el sonido de una alarma
de vehículo, en razón de lo cual se acercó y notó que sobre la calle
Castillo entre Fitz Roy y Dr. Benjamín Canard se hallaba el vehículo
que emitía la alarma sonora. Allí vio a un hombre con el torso dentro
del rodado, por la ventana de la puerta del conductor que revolvía su
interior, el cual al notar la presencia policial intentó darse a la fuga
llevándose un estéreo, el que descartó durante la persecución a los
pocos metros y cayó golpeándose el rostro…”.
Para fundar su convicción acerca de la intervención culpable
del acusado en el hecho, el juez de grado meritó en primer término el
testimonio del agente policial Froy, quien dio cuenta de las
circunstancias modales y contextuales en las que se dio su
intervención en el suceso que culminó con la detención de Pérez.
En tal sentido, destacó lo expuesto por el agente en punto a que
el día en cuestión, mientras realizaba tareas de patrullaje por las calles
Humboldt y Fitz Roy, escuchó el sonido de alarma de un vehículo, y
al dirigirse hacia el lugar de donde provenía, sobre la calle Castillo,
observó la presencia de un sujeto con medio cuerpo introducido por la
ventana del rodado. Indicó que al advertir su presencia, el individuo
salió corriendo con el estéreo en la mano, que luego descartó en la vía

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pública, y que tras una breve persecución logró detenerlo gracias a
que el sujeto trastabilló y cayó al piso, momento en que formalizó la
detención. Agregó que una vez controlada la situación, retornó al
lugar en donde se hallaba el vehículo, junto con el acusado
aprehendido y el objeto sustraído, para labrar las actas de rigor.
Los dichos del personal policial fueron concatenados con las
manifestaciones que volcó el damnificado Bonfante, propietario del
rodado siniestrado, quien ratificó los términos de la declaración de
Froy al señalar que efectivamente había dejado estacionado su auto
sobre la calle Castillo, que en un determinado momento escuchó el
sonido de su alarma y que al salir a ver lo que sucedía, observó la
ventana rota y el faltante de su equipo de audio. Añadió luego que
mientras retiraba los restos de vidrio de la cabina del auto, notó que
por la calle Castillo se aproximaba un oficial de policía con una
persona detenida y con el estéreo de su propiedad en la mano.
El referido cuadro probatorio fue armonizado, a su vez, con las
declaraciones de Pablo Ernesto Montes, agente policial que concurrió
en apoyo de Froy, y de Alan Ezequiel Prisco, testigo de actuación
convocado en la oportunidad; como así también con las actas de
detención y secuestro labradas en el lugar, que refrendan la labor
policial, y los informes médico legales elaborados respecto del
imputado que dieron cuenta de su “normal estado halopsíquico”.
A partir de estos elementos de prueba, el a quo tuvo por
probada la materialidad del suceso y la responsabilidad que le cupo a
Pérez, quien vale remarcar, no negó su participación en el hecho sino
que dijo no recordarlo debido al estado de intoxicación que cursaba.
Textualmente, señaló el acusado que “quizás si soy culpable, no le
puedo decir que soy culpable yo porque no me acuerdo lo que hice
ese día. Yo venía limpio, trabajando de motoquero, hasta que me
separé de mi mujer, me hizo muy mal, un día me encontré que empecé
a tomar alcohol y tomar alcohol, me acuerdo hasta que yo estaba en

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la calle Vera y Fitz Roy y después recuerdo que estaba en la


Comisaría con un doctor que me estaba atendiendo con la cara
rota…”.
En función de este descargo, la defensa pretendió plantear una
situación de inculpabilidad en los términos del art. 34, inc. 1° del CP,
que el juez de juicio descartó tras relevar que “de las constancias de
la causa surge que fue hallado introduciendo la mitad de su cuerpo
dentro del vehículo de lo que se sucede que, antes de ello, tuvo que
hacer maniobras para poder romper la ventanilla, que arrancó el
estéreo, que advirtió la presencia policial y salió huyendo a la
carrera, que se descartó de un elemento que evidentemente lo
incriminaba, que luego, una vez detenido pudo dirigirse a pie hasta el
lugar del hecho, contestar preguntas y aportar sus datos personales,
todo lo cual da cuenta de una motricidad gruesa y fina suficiente y de
una capacidad comprensiva en situación de espacio y tiempo, lo que
me permite decir que su olvido es selectivo y que se vale de un
recurso para tratar de desincriminarse. Es decir, que lo percibido
por los testigos aquí escuchados en cuanto a que aparentaba, más
allá de alguna circunstancial situación de nervios, razonable por
cierto, estar lo suficientemente bien y que, las conclusiones médicas
forenses son adecuadas a las circunstancias de hecho descriptas en el
proceso. En consecuencia, no advierto en modo alguno que se
encuentren satisfechos los extremos del artículo 34 inciso 1° del
CP…”.
3. - De adverso a lo sostenido por la parte recurrente, observo
que el magistrado de juicio ha arribado a una conclusión fundada y
razonable sobre la intervención culpable de Pérez en el ilícito, como
consecuencia de una valoración probatoria respetuosa de las reglas de
la sana crítica (art. 398, CPPN) y del principio constitucional de
inocencia y su corolario, el in dubio pro reo.
En efecto, frente a lo alegado por la defensa en torno a la
insuficiencia de la prueba testimonial producida en el debate para

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tener por acreditada la intervención de su asistido en el hecho, es de
señalar que la parte no desarrolla motivos, ni tampoco se advierten del
cotejo de las pruebas, para descreer de lo actuado y declarado por el
preventor Froy, cuya labor ha sido refrendada por el damnificado
Bonfante y por el testigo de procedimiento Prisco, y se encuentra
además prolijamente documentada en las respectivas actas de
detención y secuestro.
Aunque Bonfante y Prisco no hayan podido observar la
secuencia del robo, tal como pretende remarcar la defensa en su
recurso, el relato efectuado por el agente de las fuerzas de seguridad,
quien emprendió la persecución de Pérez tras haberlo visto con el
torso en el interior del rodado, y lo detuvo a escasos metros del lugar
sin perderlo de vista, es suficiente para atribuirle la autoría del hecho
al acusado más allá de toda duda razonable.
Ello así, fundamentalmente, porque más allá de los indicadores
de verosimilitud que presenta su relato, y que ponen a resguardo la
fiabilidad de su testimonio como elemento de prueba, cuando se trata
de un acto realizado por un funcionario público en ejercicio de sus
funciones, “existe respecto de lo actuado y declarado por éstos una
presunción de legitimidad que, si bien no es absoluta, sólo puede ser
rebatida mediante el aporte de elementos de prueba que, analizados
dentro de las particulares circunstancias del caso concreto, sean
eficaces para al menos sembrar una duda en torno a la legitimidad
del accionar policial”1. Tales elementos se encuentran ausentes en
este caso.
De esta manera, frente al contundente escenario probatorio del
asunto, las críticas de la defensa tendientes a poner en duda la
participación de Pérez en el suceso no pueden tener cabida, máxime si
se tiene en cuenta que el propio imputado, lejos de negar su
responsabilidad, se situó en el lugar de los acontecimientos y

1
CNCCC, Sala 1, “Ocampo”, Reg. 1326/2017, jueces Bruzzone, García y Garrigós de Rébori.

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reconoció la posibilidad de haber protagonizado el ilícito, aunque dijo


no recordarlo por el estado de embriaguez cursado en la oportunidad.
Sobre esto último, es de señalar que el argumento intentado por
la defensa, tendiente a demostrar la existencia de una causal de
inculpabilidad (art. 34, inc. 1° del C.P.), tampoco habrá de prosperar.
Al respecto, llevo dicho desde mi intervención en el caso
“Calderón Girón”2, que “el derecho vigente adopta una fórmula
mixta, conforme a la cual la imputabilidad está estructurada en dos
peldaños, mencionando en el primero tres estados psicopatológicos:
a) insuficiencia de facultades; b) alteraciones morbosas de ellas; y c)
estado de inconsciencia. Recién luego de haber constatado la
ocurrencia de alguno/s de estos estados se abre el camino para poner
pie en el segundo escalón (al que no se puede llegar sin la
constatación de lo primero). En esta oportunidad corresponde
analizar si a causa de alguno de los tres diagnósticos mencionados el
sujeto no pudo en el momento del hecho ‘comprender la criminalidad
del acto o dirigir sus acciones’ (art. 34, inc. 1°, CP)”3.
Sentado ello, el argumento de la defensa se limita a
sostener que el fallo no tuvo en cuenta los resultados de los informes
médicos practicados respecto del imputado, los que dan cuenta de la
presencia de un porcentaje de alcohol en sangre de 0.7 gr/l, más una
cantidad no especificada de marihuana y cocaína, elementos que
según el defensor, resultarían demostrativos de que “al momento del
hecho el porcentaje de alcohol era mucho más elevado sumado a las
otras sustancias toxicológicas que tenía en su cuerpo, las que
evidentemente lo alejan de cualquier racionalidad para dirigir sus
actos” (sic).
Más allá del carácter dogmático de sus afirmaciones, el
recurrente parece haber pasado por alto las consideraciones médico­
legales efectuadas en cada uno de los informes que reclama, las que
2
CNCCC, Sala 1, causa n° 45026/2011, Reg. n° 351/18, rta. 14/08/2018.
3
Con cita de Righi, Esteban, “La culpabilidad en materia penal”, Adhoc, 1a ed., Buenos Aires
(2003), pág. 118.

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precisamente señalan lo contrario a lo que sostiene en su recurso. En
efecto, a fs. 98/101 obra el examen realizado por la Dra. Santamaría
del Cuerpo Médico Forense, en el que se expuso que “teniendo en
cuenta el examen médico legal y las pericias químicas puede
concluirse que existió consumo de alcohol al cual podría haberse
sumado consumo de otras sustancias psicotóxicas, pero de la
conducta y el nivel de alcoholemia del imputado que se habría
encontrado por debajo del grado I de intoxicación alcohólica según
Litter se considera,…que la alcoholemia que presentara el imputado
al momento del hecho no habría afectado en principio su capacidad
judicativa en cuanto a la comprensión y dirección de sus acciones”.
En la misma sintonía, luego de la evaluación realizada a
partir del resultado positivo para marihuana y cocaína, y del dosaje de
alcohol en sangre detectado en el imputado, la médica forense Arias
concluyó en su informe de fs. 103/105 que “al momento de los
hechos que se le imputan, el causante se habría encontrado con
capacidad psíquica suficiente para comprender la criminalidad del
acto y dirigir sus acciones de acuerdo a dicha comprensión”.
No obstante ello, e independientemente de los resultados
que arrojaron las examinaciones médicas hasta aquí relevadas,
observo que es el modo de conducirse de Pérez durante el
acometimiento del hecho, a instancias de lo declarado por los testigos,
lo que llevó al juez de grado a descartar un estado de turbación de sus
facultades mentales con aptitud suficiente para impedirle comprender
la ilicitud del acto y/o ajustar su conducta conforme a derecho, y sobre
esta cuestión la defensa no ha esbozado ningún argumento para rebatir
las conclusiones del a quo, por lo que las críticas referidas a la errónea
valoración probatoria deben ser rechazadas.
4. - Sobre la aplicación de los arts. 27 y 58 del C.P.

Conforme surge de la sentencia recurrida, Gonzalo


Gabriel Pérez registra un antecedente condenatorio que data del 30 de

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agosto de 2016, ocasión en que el Tribunal Oral en lo Criminal n° 18


de esta ciudad le impuso, en el marco de las causas acumuladas nro.
4978/5018/5101/5120/5112, la pena de nueve meses de prisión en
suspenso, por haber sido hallado autor penalmente responsable de los
delitos de robo en grado de tentativa y resistencia a la autoridad.
En función de ello, al momento de dictar esta pena, el a
quo revocó la condicionalidad de aquella anterior sanción, por
considerar que se encontraba vigente el plazo de cuatro años previsto
en el art. 27 del C.P. y, conforme la manda del art. 58, procedió a
unificar ambas penas, imponiendo en definitiva una sanción única de
un año de prisión.
En el recurso, la defensa se agravia por considerar que la
revocatoria de la condicionalidad de la pena anterior y la consecuente
acumulación de penas, sólo es procedente cuando la comisión del
“nuevo delito” al que alude el art. 27 del C.P. se encuentra acreditada
mediante una sentencia judicial firme que declare su realización. En
este sentido, la parte trae a colación el precedente “Giancarelli”4, en
el que se analizó esta misma cuestión pero respecto de lo dispuesto en
el art. 15 del C.P., y extrapolando la doctrina del fallo “Reggi” de la
CSJN, se estableció que “la revocación de la libertad condicional a
la que se refiere el art. 15, CP sólo procede cuando mediare
sentencia condenatoria firme que declare la culpabilidad del
acusado en orden al segundo delito…”.
Aunque la cita jurisprudencial es pertinente, corresponde hacer
notar que la interpretación de la noción de “nuevo delito” contenida en
el art. 27 del C.P., que es lo que aquí constituye el punto de
controversia, fue abordada expresamente en el precedente “Martínez
Sandoval”5 de esta Sala. En esa oportunidad, frente a un planteo de
similares características al presente, sostuve que “…la noción de
‘nuevo delito’ a la que refiere el art. 27 CP, es inseparable de la
4
CNCCC, Sala 2, Reg. n° 709/2015, rta. 1/12/2015.
5
CNCCC, Sala 1, Reg. n° 1215/2018, rta. 28/09/2018.

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existencia de una sentencia judicial que así lo declare” (el destacado
me pertenece).
Como se puede observar, en este último caso no hice ninguna
referencia a la necesidad de firmeza del pronunciamiento que constata
la comisión del “nuevo delito”, pues entendí que la cuestión podía
presentar algunos aspectos diferenciadores respecto de lo que fue
considerado en “Giancarelli” (con relación al supuesto del art. 15 del
C.P. –libertad condicional­) y “Gramajo”6 (con relación al supuesto
del art. 76 bis del CP –probation­), que imponían apartarse de esa
exigencia.
Incluso, en el precedente “Díaz”7 de este tribunal, expuse una
postura distinta a la sostenida en aquellos dos precedentes, en ocasión
de abordar un planteo formulado en los mismos términos pero
respecto del instituto de la reincidencia. En esa oportunidad, consideré
que “en el caso de la reincidencia, la cuestión presenta algunos
matices distintos que imponen apartarse de la exigencia de una
sentencia judicial firme. En efecto, si a los fines de la declaración de
reincidencia, exigimos una sentencia judicial firme que declare que el
‘nuevo hecho’ cometido dentro del plazo del art. 50 CP es
constitutivo de delito, se daría la situación paradojal de que ningún
tribunal de juicio podría proceder a su declaración en la sentencia
condenatoria, hasta tanto ésta adquiera firmeza. Lo que ocurre es
que, una vez firme su condena, el tribunal hallaría agotada su
jurisdicción para expedirse en el caso, porque ella culmina con el
dictado de la sentencia, y de esa manera la previsión del art. 50 CP
se tornaría en letra muerta”.
En lo que al art. 27 del C.P. respecta, la norma es clara en
cuanto señala que “la condenación [condicional] se tendrá como no
pronunciada si dentro del término de cuatro años, contados a partir
de la fecha de la sentencia firme, el condenado no cometiere un
6
CNCCC, Sala 2, Reg. n° 61/2015, rta. 07/05/2015.
7
CNCCC, Sala 1, Reg. n° 1211/2018, rta. 27/09/2018.

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nuevo delito. Si cometiere un nuevo delito, sufrirá la pena impuesta


en la primera condenación y la que le correspondiere por el
segundo delito, conforme con lo dispuesto sobre acumulación de
penas” (el destacado me pertenece).
Precisamente, es la remisión ineludible a la regla del art. 58 del
CP lo que fija un criterio diferenciador entre el supuesto del art. 27 y
los restantes institutos analizados bajo este prisma (suspensión de
juicio a prueba y revocación de libertad condicional).
En efecto, el art. 58 del C.P. regula distintas hipótesis en las
cuáles procede la unificación de sanciones de acuerdo a las reglas del
concurso de delitos. La primera, cuando “después de una condena
pronunciada por sentencia firme se deba juzgar a la misma persona
que esté cumpliendo pena por otro hecho distinto”; y la segunda,
cuando “se hubieren dictado dos o más sentencias firmes con
violación a dichas reglas”.
La primera hipótesis reconoce, a su vez, otros dos supuestos
distintos: el primero, cuando se debe juzgar a una persona que ya
registra una sentencia firme en su contra, por un hecho cometido con
posterioridad a esa primera condena (unificación de penas); y el
segundo, cuando se debe juzgar a una persona que ya registra una
sentencia firme, pero por un hecho cometido con anterioridad al
dictado de esa primera condena (unificación de condenas).
Esta distinción no es menor, porque la aplicación de lo
dispuesto en el art. 27 del C.P. dependerá justamente del momento de
comisión del nuevo hecho que se juzga: la regla del art. 27 presupone
que ese nuevo hecho es posterior a la primera condena firme, lo que
nos ubica en el plano de la primera hipótesis del primer párrafo del
art. 58, referido a la unificación de penas.
En tales supuestos, al establecer que “las reglas precedentes
[las del concurso] se aplicarán…”, el art. 58 no deja margen y obliga
al juez que juzga del “nuevo delito” a aplicar las reglas del concurso

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de delitos mediante el dictado de una sentencia única. Cuando la pena
anterior es de ejecución condicional, esa condenación única, de
carácter imperativo, sólo puede tener lugar previa revocación de
aquella condicionalidad, la que de acuerdo al texto del art. 27,
procederá siempre que el hecho que motiva la segunda condenación
haya sido cometido dentro del plazo de cuatro años, contados a partir
de la fecha de la primera condena firme.
No se me escapa que, en oportunidad de fallar en el ya citado
precedente “Díaz”, expuse que los problemas derivados de la
exigencia de una sentencia firme para la declaración de reincidencia
no se daban respecto de los restantes institutos analizados, “porque en
aquellos lo que dispone es la revocación de un beneficio acordado en
otro proceso, de manera que, frente a la constatación de la comisión
del ‘nuevo delito’, mediante sentencia judicial firme, existe la
posibilidad de efectuar la comunicación correspondiente –si ese otro
proceso tramita ante un tribunal distinto­ para que sea en el marco
de aquél asunto donde se proceda a la revocación mencionada, ya
sea de la suspensión de juicio a prueba, de la libertad condicional, o
de la condicionalidad de la pena”.
En este punto, sin embargo, corresponde hacer una aclaración:
en realidad, el único supuesto en el cual es posible efectuar la
comunicación del fallo, para que sea otro tribunal el que proceda a la
revocación de la condicionalidad de la pena y a la unificación de
sanciones, es aquél en el cual se verifica la coexistencia de dos o más
sentencias firmes en violación a las reglas del concurso real (segunda
hipótesis del art. 58, CP), pues en tales casos “corresponderá al juez
que haya aplicado la pena mayor dictar, a pedido de parte, su única
sentencia…”, pero no en aquellas situaciones contempladas en la
primera hipótesis del art. 58, donde la unificación es imperativa para
el juez que juzga en el segundo proceso, conforme lo explicitado
anteriormente.

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En definitiva, para proceder a la revocación de la


condicionalidad de una pena anterior, y a la consecuente unificación
de penas (art. 58, primera hipótesis del C.P.), es ineludible que el
nuevo hecho delictivo sea cometido dentro del plazo de cuatro años
previsto en el art. 27 del C.P., y que la sentencia de condena que
constata su realización también sea dictada dentro de ese mismo
plazo, aunque sin el requisito de firmeza exigido para otros institutos
regulados en el Código Penal.
Allí radica la sustancial diferencia con el caso “Martínez
Sandoval”, donde se dejó sin efecto la revocación dispuesta en la
instancia, pues en aquél asunto la sentencia del tribunal de juicio que
constató la materialidad del “nuevo delito” fue dictada por fuera del
término estipulado en la norma en cuestión.
En este caso, en cambio, la condena anterior de Pérez es del 30
de agosto de 2016, y la sentencia que constató la comisión del nuevo
hecho delictivo ­ocurrido el 14 de abril de 2019­ fue dictada el 26 de
septiembre de 2019, cuando el plazo de cuatro años se encontraba
todavía vigente. Por ello, entiendo que tanto la revocatoria como la
unificación de penas dispuesta en el fallo recurrido, obedecen a una
correcta interpretación de las normas sustantivas en juego, por lo que
las críticas de la defensa sobre el punto deben ser rechazadas.
Por último, también debe descartarse el agravio traído por la
defensa en torno a la mensuración de pena efectuada por el a quo.
Ello así pues, la única crítica esbozada por el recurrente sobre este
aspecto del fallo, se encuentra elaborada en base a una errónea
interpretación del derecho vigente, a partir de la cual sostiene que nos
encontramos ante un caso de unificación de condenas, donde
corresponde proceder de acuerdo al método composicional, cuando
claramente estamos ante un supuesto de unificación de penas,
conforme lo desarrollado en párrafos anteriores.

Fecha de firma: 23/12/2021


Alta en sistema: 27/12/2021
Firmado por: MAURO A. DIVITO, Juez de Cámara
Firmado(ante mi) por: SANTIAGO ALBERTO LOPEZ, Secretario de Cámara

#33656151#313612373#20211227102156027
Mas allá de esta referencia, desprovista de todo fundamento, el
recurso no contiene ninguna otra crítica razonada a los argumentos
volcados por el a quo para establecer la sanción única en un año de
prisión, por lo que este agravio tampoco habrá de prosperar.
En función de lo expuesto, y no habiendo otros agravios por
tratar, propongo al Acuerdo que se rechace el recurso de casación
interpuesto por la defensa, en todo cuanto ha sido objeto de recurso,
con costas. Tal es mi voto.­
El juez Rimondi dijo:
Voy a acompañar la propuesta del colega Bruzzone por
compartir, en lo sustancial, sus fundamentos a los que me remito en
honor a la brevedad. Si bien en el precedente “Daldini”8 compartí la
posición de la jueza Llerena en el caso “Martínez Sandoval”9 (en
cuanto no debe extrapolarse la doctrina de “Reggi” por ser la condena
condicional un instituto diametralmente opuesto al de la prescripción
de la acción), el agravio aquí expuesto ha sido debidamente desechado
por quien encabeza este acuerdo, con cita de los artículos 27 y 58,
primer supuesto, del CP. En consecuencia, emito mi voto por rechazar
el recurso de casación interpuesto por la defensa, en todo cuanto ha
sido objeto de recurso, con costas.
El juez Divito dijo:
Atento a que los jueces Bruzzone y Rimondi han coincidido con
los argumentos y la solución propuesta para el caso, he de abstenerme
de emitir mi voto, conforme lo autoriza el art. 23, CPPN.
En virtud del acuerdo que antecede, la Sala 1 de la Cámara Nacional
de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal,
RESUELVE:
RECHAZAR el recurso de casación interpuesto por la defensa de
Gonzalo Gabriel Pérez, y CONFIRMAR la sentencia recurrida, en

8
CNCCC, Sala 1, reg. nro. 1570/18, rta. 03/12/18, jueces Llerena, Bruzzone y Rimondi
9
CNCCC, Sala 1, reg. nro. 1215/18, rta. 28/09/18, jueces Llerena, Bruzzone y Niño.

Fecha de firma: 23/12/2021


Alta en sistema: 27/12/2021
Firmado por: MAURO A. DIVITO, Juez de Cámara
Firmado(ante mi) por: SANTIAGO ALBERTO LOPEZ, Secretario de Cámara

#33656151#313612373#20211227102156027
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 1
CCC 26055/2019/TO1/CNC2

todo cuanto ha sido objeto de recurso, con costas (arts. 456, 465, 468,
470 y 471, a contrario sensu, 530 y 531, CPPN).­
Los jueces Bruzzone y Rimondi emitieron su voto en el sentido
indicado, pero no suscriben la presente en virtud de lo dispuesto en la
Acordada 4/2020 de la CSJN, y Acordadas 1, 2 y 3/2020 de esta
Cámara.
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese (Acordada 15/13
C.S.J.N.; Lex 100) y remítase al tribunal de procedencia tan pronto
sea posible, el que deberá notificar personalmente al imputado,
sirviendo la presente de atenta nota de envío.­

MAURO A. DIVITO
ANTE MÍ:

Fecha de firma: 23/12/2021


Alta en sistema: 27/12/2021
Firmado por: MAURO A. DIVITO, Juez de Cámara
Firmado(ante mi) por: SANTIAGO ALBERTO LOPEZ, Secretario de Cámara

#33656151#313612373#20211227102156027

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