CNCCC 1 2021 PEREZ ART 34.1 "Calderón Girón"
CNCCC 1 2021 PEREZ ART 34.1 "Calderón Girón"
CNCCC 1 2021 PEREZ ART 34.1 "Calderón Girón"
Reg. n° 1990/2021
#33656151#313612373#20211227102156027
En lo sustancial, la crítica de la recurrente discurre en torno a la
arbitrariedad en la valoración de la prueba para tener por probada la
responsabilidad de su asistido en el hecho, como así también en
relación a la errónea aplicación de la ley sustantiva efectuada por el a
quo para decidir la revocación de la condicionalidad de la pena
impuesta al nombrado por el Tribunal Oral n° 18, e imponerle en
definitiva una pena única comprensiva de ambas sanciones.
III. Durante el término de oficina (art. 465, cuarto párrafo y 466,
CPPN) no hubo presentaciones. Superada la instancia prevista en los
arts. 465 y 468, CPPN, el tribunal deliberó en los términos del art. 469
del ritual (a través de medios electrónicos) y, conforme lo allí
decidido, se resolvió del siguiente modo.
El juez Bruzzone dijo:
1. - El recurso interpuesto por la defensa debe ser considerado
admisible, pues se dirige contra una sentencia definitiva (art. 457,
CPPN), fue interpuesto por quien se encuentra legitimado a hacerlo
(art. 459) y satisface los requisitos formales de procedencia y
admisibilidad (arts. 444 y 463).
Sus agravios, referidos tanto a la inobservancia de normas sustantivas
como procesales, han sido bien encauzados por vía de los dos
supuestos contemplados en el art. 456 del CPPN. Por lo demás, la
tacha de arbitrariedad en la valoración de la prueba determina que la
revisión del fallo deba llevarse a cabo de acuerdo con el estándar
delineado por la Corte Suprema de Justicia en el fallo “Casal” (Fallos
328:3399), en el sentido de agotar la capacidad de revisión de todo
aquello que sea “revisable” en esta instancia, donde el único límite lo
traza la percepción directa que los jueces obtienen de la prueba a
partir de la inmediación. En definitiva, se trata de eliminar todos los
errores que la sentencia pueda contener y legitimar, si corresponde, la
imposición de una pena.
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pública, y que tras una breve persecución logró detenerlo gracias a
que el sujeto trastabilló y cayó al piso, momento en que formalizó la
detención. Agregó que una vez controlada la situación, retornó al
lugar en donde se hallaba el vehículo, junto con el acusado
aprehendido y el objeto sustraído, para labrar las actas de rigor.
Los dichos del personal policial fueron concatenados con las
manifestaciones que volcó el damnificado Bonfante, propietario del
rodado siniestrado, quien ratificó los términos de la declaración de
Froy al señalar que efectivamente había dejado estacionado su auto
sobre la calle Castillo, que en un determinado momento escuchó el
sonido de su alarma y que al salir a ver lo que sucedía, observó la
ventana rota y el faltante de su equipo de audio. Añadió luego que
mientras retiraba los restos de vidrio de la cabina del auto, notó que
por la calle Castillo se aproximaba un oficial de policía con una
persona detenida y con el estéreo de su propiedad en la mano.
El referido cuadro probatorio fue armonizado, a su vez, con las
declaraciones de Pablo Ernesto Montes, agente policial que concurrió
en apoyo de Froy, y de Alan Ezequiel Prisco, testigo de actuación
convocado en la oportunidad; como así también con las actas de
detención y secuestro labradas en el lugar, que refrendan la labor
policial, y los informes médico legales elaborados respecto del
imputado que dieron cuenta de su “normal estado halopsíquico”.
A partir de estos elementos de prueba, el a quo tuvo por
probada la materialidad del suceso y la responsabilidad que le cupo a
Pérez, quien vale remarcar, no negó su participación en el hecho sino
que dijo no recordarlo debido al estado de intoxicación que cursaba.
Textualmente, señaló el acusado que “quizás si soy culpable, no le
puedo decir que soy culpable yo porque no me acuerdo lo que hice
ese día. Yo venía limpio, trabajando de motoquero, hasta que me
separé de mi mujer, me hizo muy mal, un día me encontré que empecé
a tomar alcohol y tomar alcohol, me acuerdo hasta que yo estaba en
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tener por acreditada la intervención de su asistido en el hecho, es de
señalar que la parte no desarrolla motivos, ni tampoco se advierten del
cotejo de las pruebas, para descreer de lo actuado y declarado por el
preventor Froy, cuya labor ha sido refrendada por el damnificado
Bonfante y por el testigo de procedimiento Prisco, y se encuentra
además prolijamente documentada en las respectivas actas de
detención y secuestro.
Aunque Bonfante y Prisco no hayan podido observar la
secuencia del robo, tal como pretende remarcar la defensa en su
recurso, el relato efectuado por el agente de las fuerzas de seguridad,
quien emprendió la persecución de Pérez tras haberlo visto con el
torso en el interior del rodado, y lo detuvo a escasos metros del lugar
sin perderlo de vista, es suficiente para atribuirle la autoría del hecho
al acusado más allá de toda duda razonable.
Ello así, fundamentalmente, porque más allá de los indicadores
de verosimilitud que presenta su relato, y que ponen a resguardo la
fiabilidad de su testimonio como elemento de prueba, cuando se trata
de un acto realizado por un funcionario público en ejercicio de sus
funciones, “existe respecto de lo actuado y declarado por éstos una
presunción de legitimidad que, si bien no es absoluta, sólo puede ser
rebatida mediante el aporte de elementos de prueba que, analizados
dentro de las particulares circunstancias del caso concreto, sean
eficaces para al menos sembrar una duda en torno a la legitimidad
del accionar policial”1. Tales elementos se encuentran ausentes en
este caso.
De esta manera, frente al contundente escenario probatorio del
asunto, las críticas de la defensa tendientes a poner en duda la
participación de Pérez en el suceso no pueden tener cabida, máxime si
se tiene en cuenta que el propio imputado, lejos de negar su
responsabilidad, se situó en el lugar de los acontecimientos y
1
CNCCC, Sala 1, “Ocampo”, Reg. 1326/2017, jueces Bruzzone, García y Garrigós de Rébori.
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precisamente señalan lo contrario a lo que sostiene en su recurso. En
efecto, a fs. 98/101 obra el examen realizado por la Dra. Santamaría
del Cuerpo Médico Forense, en el que se expuso que “teniendo en
cuenta el examen médico legal y las pericias químicas puede
concluirse que existió consumo de alcohol al cual podría haberse
sumado consumo de otras sustancias psicotóxicas, pero de la
conducta y el nivel de alcoholemia del imputado que se habría
encontrado por debajo del grado I de intoxicación alcohólica según
Litter se considera,…que la alcoholemia que presentara el imputado
al momento del hecho no habría afectado en principio su capacidad
judicativa en cuanto a la comprensión y dirección de sus acciones”.
En la misma sintonía, luego de la evaluación realizada a
partir del resultado positivo para marihuana y cocaína, y del dosaje de
alcohol en sangre detectado en el imputado, la médica forense Arias
concluyó en su informe de fs. 103/105 que “al momento de los
hechos que se le imputan, el causante se habría encontrado con
capacidad psíquica suficiente para comprender la criminalidad del
acto y dirigir sus acciones de acuerdo a dicha comprensión”.
No obstante ello, e independientemente de los resultados
que arrojaron las examinaciones médicas hasta aquí relevadas,
observo que es el modo de conducirse de Pérez durante el
acometimiento del hecho, a instancias de lo declarado por los testigos,
lo que llevó al juez de grado a descartar un estado de turbación de sus
facultades mentales con aptitud suficiente para impedirle comprender
la ilicitud del acto y/o ajustar su conducta conforme a derecho, y sobre
esta cuestión la defensa no ha esbozado ningún argumento para rebatir
las conclusiones del a quo, por lo que las críticas referidas a la errónea
valoración probatoria deben ser rechazadas.
4. - Sobre la aplicación de los arts. 27 y 58 del C.P.
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existencia de una sentencia judicial que así lo declare” (el destacado
me pertenece).
Como se puede observar, en este último caso no hice ninguna
referencia a la necesidad de firmeza del pronunciamiento que constata
la comisión del “nuevo delito”, pues entendí que la cuestión podía
presentar algunos aspectos diferenciadores respecto de lo que fue
considerado en “Giancarelli” (con relación al supuesto del art. 15 del
C.P. –libertad condicional) y “Gramajo”6 (con relación al supuesto
del art. 76 bis del CP –probation), que imponían apartarse de esa
exigencia.
Incluso, en el precedente “Díaz”7 de este tribunal, expuse una
postura distinta a la sostenida en aquellos dos precedentes, en ocasión
de abordar un planteo formulado en los mismos términos pero
respecto del instituto de la reincidencia. En esa oportunidad, consideré
que “en el caso de la reincidencia, la cuestión presenta algunos
matices distintos que imponen apartarse de la exigencia de una
sentencia judicial firme. En efecto, si a los fines de la declaración de
reincidencia, exigimos una sentencia judicial firme que declare que el
‘nuevo hecho’ cometido dentro del plazo del art. 50 CP es
constitutivo de delito, se daría la situación paradojal de que ningún
tribunal de juicio podría proceder a su declaración en la sentencia
condenatoria, hasta tanto ésta adquiera firmeza. Lo que ocurre es
que, una vez firme su condena, el tribunal hallaría agotada su
jurisdicción para expedirse en el caso, porque ella culmina con el
dictado de la sentencia, y de esa manera la previsión del art. 50 CP
se tornaría en letra muerta”.
En lo que al art. 27 del C.P. respecta, la norma es clara en
cuanto señala que “la condenación [condicional] se tendrá como no
pronunciada si dentro del término de cuatro años, contados a partir
de la fecha de la sentencia firme, el condenado no cometiere un
6
CNCCC, Sala 2, Reg. n° 61/2015, rta. 07/05/2015.
7
CNCCC, Sala 1, Reg. n° 1211/2018, rta. 27/09/2018.
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de delitos mediante el dictado de una sentencia única. Cuando la pena
anterior es de ejecución condicional, esa condenación única, de
carácter imperativo, sólo puede tener lugar previa revocación de
aquella condicionalidad, la que de acuerdo al texto del art. 27,
procederá siempre que el hecho que motiva la segunda condenación
haya sido cometido dentro del plazo de cuatro años, contados a partir
de la fecha de la primera condena firme.
No se me escapa que, en oportunidad de fallar en el ya citado
precedente “Díaz”, expuse que los problemas derivados de la
exigencia de una sentencia firme para la declaración de reincidencia
no se daban respecto de los restantes institutos analizados, “porque en
aquellos lo que dispone es la revocación de un beneficio acordado en
otro proceso, de manera que, frente a la constatación de la comisión
del ‘nuevo delito’, mediante sentencia judicial firme, existe la
posibilidad de efectuar la comunicación correspondiente –si ese otro
proceso tramita ante un tribunal distinto para que sea en el marco
de aquél asunto donde se proceda a la revocación mencionada, ya
sea de la suspensión de juicio a prueba, de la libertad condicional, o
de la condicionalidad de la pena”.
En este punto, sin embargo, corresponde hacer una aclaración:
en realidad, el único supuesto en el cual es posible efectuar la
comunicación del fallo, para que sea otro tribunal el que proceda a la
revocación de la condicionalidad de la pena y a la unificación de
sanciones, es aquél en el cual se verifica la coexistencia de dos o más
sentencias firmes en violación a las reglas del concurso real (segunda
hipótesis del art. 58, CP), pues en tales casos “corresponderá al juez
que haya aplicado la pena mayor dictar, a pedido de parte, su única
sentencia…”, pero no en aquellas situaciones contempladas en la
primera hipótesis del art. 58, donde la unificación es imperativa para
el juez que juzga en el segundo proceso, conforme lo explicitado
anteriormente.
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Mas allá de esta referencia, desprovista de todo fundamento, el
recurso no contiene ninguna otra crítica razonada a los argumentos
volcados por el a quo para establecer la sanción única en un año de
prisión, por lo que este agravio tampoco habrá de prosperar.
En función de lo expuesto, y no habiendo otros agravios por
tratar, propongo al Acuerdo que se rechace el recurso de casación
interpuesto por la defensa, en todo cuanto ha sido objeto de recurso,
con costas. Tal es mi voto.
El juez Rimondi dijo:
Voy a acompañar la propuesta del colega Bruzzone por
compartir, en lo sustancial, sus fundamentos a los que me remito en
honor a la brevedad. Si bien en el precedente “Daldini”8 compartí la
posición de la jueza Llerena en el caso “Martínez Sandoval”9 (en
cuanto no debe extrapolarse la doctrina de “Reggi” por ser la condena
condicional un instituto diametralmente opuesto al de la prescripción
de la acción), el agravio aquí expuesto ha sido debidamente desechado
por quien encabeza este acuerdo, con cita de los artículos 27 y 58,
primer supuesto, del CP. En consecuencia, emito mi voto por rechazar
el recurso de casación interpuesto por la defensa, en todo cuanto ha
sido objeto de recurso, con costas.
El juez Divito dijo:
Atento a que los jueces Bruzzone y Rimondi han coincidido con
los argumentos y la solución propuesta para el caso, he de abstenerme
de emitir mi voto, conforme lo autoriza el art. 23, CPPN.
En virtud del acuerdo que antecede, la Sala 1 de la Cámara Nacional
de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal,
RESUELVE:
RECHAZAR el recurso de casación interpuesto por la defensa de
Gonzalo Gabriel Pérez, y CONFIRMAR la sentencia recurrida, en
8
CNCCC, Sala 1, reg. nro. 1570/18, rta. 03/12/18, jueces Llerena, Bruzzone y Rimondi
9
CNCCC, Sala 1, reg. nro. 1215/18, rta. 28/09/18, jueces Llerena, Bruzzone y Niño.
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todo cuanto ha sido objeto de recurso, con costas (arts. 456, 465, 468,
470 y 471, a contrario sensu, 530 y 531, CPPN).
Los jueces Bruzzone y Rimondi emitieron su voto en el sentido
indicado, pero no suscriben la presente en virtud de lo dispuesto en la
Acordada 4/2020 de la CSJN, y Acordadas 1, 2 y 3/2020 de esta
Cámara.
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese (Acordada 15/13
C.S.J.N.; Lex 100) y remítase al tribunal de procedencia tan pronto
sea posible, el que deberá notificar personalmente al imputado,
sirviendo la presente de atenta nota de envío.
MAURO A. DIVITO
ANTE MÍ:
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