Jesucristo Descendio A Los Infiernos

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JESUCRISTO DESCENDIO A LOS INFIERNOS,

AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS"


"Jesús bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que
subió" (Ef 4, 9-10). El Símbolo de los Apóstoles confiesa en un mismo artículo de
fe el descenso de Cristo a los infiernos y su Resurrección de los muertos al tercer
día, porque es en su Pascua donde, desde el fondo de la muerte, él hace brotar la
vida:

CRISTO DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS

Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
"resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen
que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los muertos (cf. Hb 13,
20). Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a
los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con
ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador
proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos (cf. 1 P
3,18-19).

La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4,
9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los
que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-
13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos,
malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere decir que
su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro
recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16, 22-26).
1. "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en
el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los
infiernos" (Catech. R. 1, 6, 3).
2. Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para
destruir el infierno de la condenación sino para liberar a los justos que le
habían precedido (Mt 27, 52-53).

"Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva ..." (1 P 4,6).

El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la


salvación. Es la última fase de la humillación y misión mesiánica de Jesús, fase
condensada en el tiempo, pero inmensamente amplia en su significado real de
extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de
todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la
Redención.
 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10,
7; Ef 4, 9) para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la
oigan vivan" (Jn 5, 25).
 Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15) aniquiló "mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al Diablo y libertó a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud "(Hb 2, 14-15).
 En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades"
(Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra
y en los abismos" (Flp 2, 10).

Va a buscar a Adán, nuestro primer Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a


todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para
liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él.

Resumen
En la expresión "Jesús descendió a los infiernos", el símbolo confiesa que Jesús
murió realmente, y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y
al Diablo "Señor de la muerte" (Hb 2, 14).

Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los


muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.

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