La Adoracion Genuina
La Adoracion Genuina
La Adoracion Genuina
INTRODUCCION
El término adoración se aplica a veces a todo en la vida cristiana, y se dice correctamente que todo
en nuestra vida debe ser un acto de adoración, y que todo lo que hace la iglesia debe considerarse
adoración, porque todo lo que hacemos debe glorificar a Dios. Sin embargo, en este trabajo
monográfico no utilizaremos esa palabra en ese amplio sentido. Más bien se usará el término
adoración con un significado más específico para aludir a la música y las palabras que los
cristianos dirigen a Dios en alabanza, junto con las actitudes entrañables que acompañan esa
alabanza, especialmente cuando los cristianos se reúnen. Este trabajo se concentra en las
actividades de adoración de la iglesia reunida.
2. LA ADORACION GENUINA
2. 1. ADORAR EN ESPIRITU Y EN VERDAD
La adoración es una actividad espiritual y debe ser facultada por el Espíritu Santo que obra en
nosotros. Esto significa que debemos orar que el Espíritu Santo nos capacite para adorar
correctamente. “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores
rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo
adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. (Gn. 4:23-24).
Adorar «en espíritu y en verdad» se entiende que significa no «en el Espíritu Santo», sino más bien
«en el ámbito del espíritu, en el ámbito de la actividad espiritual». Esto significa que la verdadera
adoración involucra no solo nuestros cuerpos físicos sino también nuestros espíritus, el aspecto
inmaterial de nuestra existencia que actúa primariamente en el ámbito de lo invisible.
Debemos damos cuenta que Dios también busca continuamente a aquellos que lo adorarán en lo
espiritual y por lo tanto a aquellos cuyo espíritu así como cuerpo y mente adoran a Dios. Tal
adoración no es opcional pues aquellos que adoran a Dios «deben hacerlo en espíritu y en
verdad». A menos que nuestros espíritus adoren a Dios no estamos adorándolo verdaderamente.
2. 3. PREPARACION ESPIRITUAL
Se debe recordar que la adoración es una cuestión espiritual (Gn 4:21-24), y las soluciones
fundamentales serán por lo tanto espirituales. Se necesitará mucha oración en preparación para la
adoración, especialmente de parte del liderazgo, pidiendo que Dios bendiga los momentos de
adoración y se nos manifieste. También las congregaciones necesitarán instrucción sobre la
naturaleza espiritual de la adoración y la interpretación del Nuevo Testamento sobre adorar en la
presencia de Dios (Heb 12:22-24).
Además, los cristianos necesitan ser alentados a corregir cualesquiera relaciones interpersona1es
rotas. Pablo dice que los hombres deben levantar las manos «con pureza de corazón, sin enojos ni
contiendas» (1 Ti 2:8), y Jesús nos recuerda que primero debemos reconciliarnos con nuestro
hermano, y entonces venir ante el altar de Dios y presentar nuestra ofrenda (Mt 5:24). Juan dice
que cualquiera que diga: «Yo amo a Dios» pero odia a su hermano «es un mentiroso» (1 Jn 4:20).
La iglesia entera es responsable de vigilar que no brote ninguna «raíz de amargura» que cause
problemas, y que «por ella muchos sean contaminados» (Heb 12: 15), lo que es una indicación de
que el pecado y las relaciones rotas entre unos cuantos pueden extenderse a muchos e impedir
que las bendiciones de Dios lleguen a toda la congregación.
2. 4. UNA VIDA DE SANTIDAD
Por otra parte, si de verdad vamos a acercarnos a Dios en la adoración, debe haber un afán
personal de santidad en la vida. El autor de Hebreos le recuerda a los creyentes que sigan «la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb 12:14), y Jesús dice que son «los de corazón
limpio» quienes «verán a Dios» (Mt 5:8), una promesa que se cumple parcialmente en esta vida y
completamente en la era por venir. Juan dice específicamente en relación con la oración: «Si el
corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios» (l Jn 3:21), pero este principio
ciertamente se aplica también a la adoración, al atrevernos a venir ante la presencia de Dios a
ofrecerle alabanza. Santiago indica similar preocupación cuando, inmediatamente después de
decir: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes», añade: “¡Pecadores, límpiense las manos!
¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón!” (Stg 4:8).
2. 5. EL ESCENARIO FISICO
No obstante el escenario físico y la estructura de los servicios de adoración sí cuentan, pues hay
indicios de que Jesús pensó que la atmósfera de la adoración era muy importante. Él «entró en el
templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban
dinero y los puestos de los que vendían palomas». Al explicar estas acciones, Jesús insistió en que
el templo debía ser una casa de oración, pues dijo: «Escrito está: «Mi casa será llamada casa de
oración »; pero ustedes la están convirtiendo en «cueva de ladrones» (Mt 21:12-13).
También le dijo a los creyentes: “Cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora
a tu Padre, que está en secreto” (Mat 6:6), no solo porque en nuestros cuartos no nos verán los
hombres, y no oraremos para recibir gloria de los hombres, sino también porque saber que otros
nos observan en nuestras oraciones distrae con facilidad nuestra atención, de manera que
entonces en parte oramos para que nos escuchen los demás o por lo menos para no ofenderlos.
Esto no significa que la adoración y la oración en grupo están prohibidas (pues ambas son muy
notorias tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento), pero dice que debemos
escoger un sitio para la oración y la adoración que evite lo más posible las distracciones. Esto
concuerda con el hecho de que la adoración debe hacerse de forma ordenada, “pues Dios no es
Dios de confusión, sino de paz” (1 Co 14:33).
La atmósfera y el estado de ánimo de la adoración son importantes, porque debemos servir a Dios
“agradándole con temor y reverencia” (Heb 11 :28). Esto significa que es apropiado reunirse como
iglesia en un sitio que contribuye a la adoración, una adoración que de ordinario es privada y libre
de distracción, que da la oportunidad de centrar la atención en el Señor.
2. 6. EL CULTO CONGREGACIONAL
El canto es especialmente importante en la adoración tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. En nuestros días ha ocurrido un cambio notable tanto en el castellano estándar que la
gente habla como en las formas musicales con las que la gente está familiarizada, y las iglesias
necesitan hablar y planificar abierta y honestamente a fin de encontrar una mezcla de canciones
que puedan cantarse bien por toda la congregación, y con las que las personas puedan
identificarse genuinamente como un vehículo para expresar su alabanza a Dios. Canciones que se
dirijan a Dios directamente en segunda persona (esto es, hablarle a Dios como “tú”) en lugar de
hablarle como “él” serán a menudo especialmente efectivas como cánticos de adoración, aunque
los Salmos demuestran que ambos tipos de canciones agradan a Dios.
Además, es importante apartar suficiente tiempo para los varios aspectos de la adoración colectiva.
La oración genuina puede ciertamente tomar tiempo (Lc 6: 12; 22:39-46; Hch 12: 12; 13:2). Así
mismo, una sólida enseñanza bíblica puede a menudo requerir un tiempo prolongado (Mt 15:32;
Hch 20:7-11). Por otra parte, una adoración y alabanza genuinas y sentidas también requerirán
bastante tiempo para ser efectivas.
Esto es cierto en parte porque los diferentes aspectos de un culto de adoración requieren
diferentes actitudes y estados mentales. Escuchar una enseñanza bíblica requiere atención hacia
el texto y el maestro. La alabanza requiere gozo y concentrarse en el Señor y su grandeza. Las
oraciones en las que se hacen súplicas requieren centrarse en el sacrificio de nosotros mismos al
Señor así como en ofrendarle de nuestras posesiones y encomendarle que provea para nuestras
necesidades.
La Cena del Señor requiere un tiempo de reflexión, autoexamen, y quizá arrepentimiento, junto con
acción de gracias. Pero podemos tener todas estas actitudes de una vez, porque somos finitos. Se
requiere tiempo para lograr y sostener diferentes actitudes mentales. Por esa razón es imposible
cumplir todas las tareas necesarias para una congregación reunida simplemente en una hora el
domingo por la mañana, y es dañino hasta intentarlo. Aquellos que tratan de hacerlo todo en un
tiempo breve lo abarrotan demasiado y no hacen nada bien.
Si las congregaciones han de lograr los varios propósitos para los cuales Dios quiere que se
reúnan, y especialmente para tener momentos prolongados de adoración reverente,
probablemente necesitarán encontrar soluciones creativas que les permitan reunirse durante
períodos más largos de tiempo, y omitir o programar de nuevo algunas actividades que se han
convertido en habituales o tradicionales los domingos por la mañana pero que en realidad no son
necesarias.
CONCLUSIONES
La adoración es la actividad de glorificar a Dios con nuestras voces y corazones en su presencia.
En esta definición se dice que adoración es un acto de glorificar a Dios. Pese a que se supone que
todos los aspectos de nuestras vidas glorifiquen a Dios, esta definición especifica que la adoración
es algo que hacemos especialmente cuando venimos ante la presencia de Dios, cuando estamos
conscientes de que lo adoramos en nuestros corazones, y cuando lo alabamos con nuestras voces
y hablamos de él de manera que otros puedan oír.
Porque Dios es digno de adoración y busca ser adorado, todas las cosas en nuestros servicios de
adoración deben estar diseñadas y realizadas no para llamar la atención hacia nosotros mismos o
darnos gloria, sino para llamar la atención hacia Dios y hacer que las personas piensen sobre él.
La adoración es una actividad espiritual y debe ser facultada por el Espíritu Santo que obra en
nosotros. Esto significa que debemos orar que el Espíritu Santo nos capacite para adorar
correctamente. Una actitud de adoración se logra cuando comenzamos a ver a Dios como él es y
entonces respondemos a su presencia.
Si las congregaciones han de lograr los varios propósitos para los cuales Dios quiere que se
reúnan, y especialmente para tener momentos prolongados de adoración reverente,
probablemente necesitarán encontrar soluciones creativas que les permitan reunirse durante
períodos más largos de tiempo, y omitir o programar de nuevo algunas actividades que se han
convertido en habituales o tradicionales los domingos por la mañana pero que en realidad no son
necesarias.
Dios nos creó no solo para glorificarlo sino también para gozamos en él y deleitamos en su
excelencia. Probablemente experimentamos el deleite en Dios más plenamente en la adoración
que en ninguna otra actividad de esta vida. Ahora, bajo el nuevo pacto, los creyentes tienen el
asombroso privilegio de ser capaces de entrar directamente al Lugar Santísimo en el cielo cuando
adoran.
Aunque el propósito primario de la adoración es glorificar a Dios, las Escrituras enseñan que en la
adoración también nos ocurre algo: nosotros mismos somos construidos o edificados.