Biodiversidad Desarrollo Sustentabley Militarización
Biodiversidad Desarrollo Sustentabley Militarización
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net/publication/339545508
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20 82
1 author:
Gian Delgado
Universidad Nacional Autónoma de México
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Cities and Climate Change: Linking physical processes, mitigation and adaptation View project
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Colección
El Mundo Actual: Situación y Alternativas
COMITÉ EDITORIAL DEL CEIICH
SAMIR AMIN
GEORGE ASENIERO
NIRMAL KUMAR CHANDRA†
BERNARD FOUNOU
AKMAL HUSSAIN
KIVA MAIDANIK†
MAHMOOD MAMDANI
MILOS NIKOLIC
JOHN SAXE-FERNÁNDEZ
CARLOS M. VILAS
BIODIVERSIDAD, DESARROLLO SUSTENTABLE
Y MILITARIZACIÓN
Esquemas de saqueo en Mesoamérica
ISBN 978-607-02-7099-4
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Siglas y acrónimos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
7
Algunos proyectos particulares de la región
mesoamericana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Estudio de país . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
8
A los pueblos indígenas y campesinos de Latinoamérica
A las mujeres y los hombres que creen y luchan por un mundo mejor
TOSEPAN TITATANISKE (náhuatl, “unidos venceremos”)
Agradecimientos
11
Gracias a mi familia, amigos y amigas, todos y todas, razón
para contemplar un amanecer, disfrutar buena música, pasar
un buen rato o simplemente para sonreír.
Durante la investigación de campo por Oaxaca, México y
Centroamérica, agradezco el tiempo y las atenciones que tuvie-
ron las siguientes personas, ya sea para entrevistarse (entre-
vista abierta) o para facilitarme información:
En México: Tzinia Carranza (coordinadora del Proyecto
Coinbio); Gloria Tavera (WWF-Oaxaca); Francisco Chapela (ERA);
Marco Antonio González (GAIA, A.C.); Carolina Hoyos (FSC); Jorge
López Paniagua, Mario Bolaños Méndez y Álvaro González (Gru-
po Mesófilo); Cirenio Escamirosa Tinoco (Instituto Estatal de
Ecología-Oaxaca); Alejandro de Ávila Blomberg (Jardín Etnobo-
tánico-Oaxaca); Juan Manuel Barrera (Procymaf-Oaxaca). En
Guatemala: Enma Díaz (Enlace Técnico Nacional/CBM-Guatemala);
Julio Fernando Castro (Conap); Roberto Escobar Lechuga (Jar-
dín Botánico La Laguna); Raúl E. Maas Ibarra (FIPA); Marie-Claire
Paiz (Defensores de la Naturaleza); Gtz-Guatemala; Edna de Paiz
(Usaid-Guatemala); Luis Burlan Antonio Arriaga (Unidad de Co-
municación-Proarca); Klaus Dressel (Proselva); John Beavers
(TNC-Guatemala). En Belice: Óscar Lara López, Noel Jacobs (MBRS);
Laetitia Solis (Programme for Belize); James Azueta (Fisheries
Department Compound-Belize). En El Salvador: Jorge Ernesto
Quezada Díaz (Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Natu-
rales); Luis Antonio Ramos (Enlace Técnico del CMB-El Salvador);
Gandhi Montoya (Coordinador de Diálogo Ambiental y Comuni-
caciones-CCAD); Myrna Rodríguez Navas (Coordinadora Técnica-
Fiaes); Claudia Duarte de Rivera (SalvaNatura); Roberto Rodríguez
Rojas (Asesor SICA); Francisco Serrano (Bioproductores de El
Salvador, S.A. de C.V.); Germán Rosa, Nelson Cuéllar, Doribel
Herrador (Prisma). En Honduras: Ricardo Pinto Rivera (Comuni-
cación Institucional-Secretaría de Recursos Naturales y Ambien-
te); Sonia Suazo (Enlace Nacional CBM-Honduras); María Mercedes
Canales (Mayor); Juan Blas Zapata (coordinador de la AFH); Carlos
Paz y Vanesa Merlo (Dibio). En Nicaragua: Víctor Manuel Campos,
Julio Héctor Sánchez, Bianca Mangas y Anfer López (Centro
Humboldt); Alejandro A. Sevilla (Ministerio del Medio Ambien-
te y los Recursos Naturales); Yelis A.Villalobos (Dirección Ge-
neral de Biodiversidad y RR.NN.); María Fernanda Sánchez (Estra-
tegia Nacional de Biodiversidad); Rado Barzev (CBM); Fernando
Palacios (Comap); Jorge E. Mejía Peralta (asistente técnico-Oficina
12
Regional); Míriam González Navarro (secretaria técnica de Bo-
sawas-Marena). En Costa Rica: Miguel Gutiérrez Saxe (director
del Proyecto del Estado de la Nación); Miguel Fuentes Durán
(CR-USA); Rodia Romero (decano de la Facultad de Ciencias de la
Tierra y el Mar, UNA); Eduardo Mora, Rodolfo Meollo y Silvia
Rodríguez (UNA). En Panamá: Todd L. Capson (ICBG/Smithsonian);
Eduardo Ortega (Florida State University Panamá); Antonia Apa-
ricio (Fundación Natura).
Especiales agradecimientos para mis amigos centroameri-
canos Salvador Arias y familia, Marcia Morales, Eduardo Saxe-
Fernández, Victoria Saxe-Fernández y Juan Gómez Meza. No
puedo dejar de agradecer al lector que, como lo indiqué en La
amenaza biológica, es un actor principal en la interlocución de
esta lucha por la conciencia; juntos podemos en este camino,
el de los libros y muchos otros, contribuir a la construcción
de un mundo mejor, a partir de, parafraseando a Charles W. Mills,
“buscar un sentido a los hechos que conocemos o que podemos
encontrar, sin que la ausencia de pruebas contundentes signifi-
que que el razonar juntos no sea también parte muy eficaz del
camino para llegar a un estado superior de comprensión de la
realidad”.
13
Siglas y acrónimos
AL América Latina
14
Bits Gobierno de Suecia (Swedish Agency for International
Economic and Technical Cooperation)
CA Centroamérica
15
CEIICH Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Cien-
cias y Humanidades (parte de la UNAM)
16
Compinh Consejo de Médicas Parteras Indígenas de Honduras
Conabio Comisión Nacional para el Conocimiento y
Uso de la Biodiversidad (México)
CR Costa Rica
17
ETC Group Erosion Technology and Concentration Group
(Canadá)
18
GTZ Agencia de Cooperación Alemana (Deutsche Gesells-
chaft für Technische Zusammenarbeit)
19
INTA Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria
(recibe apoyo o trabaja con Cooperación japonesa,
NORAD, FAO, Catie, IICA, etcétera)
20
MPSG Medicinal Plant Specialist Group (del IUCN)
21
PRD Partido de la Revolución Democrática (México)
22
Setab Secretaría Técnica de Bosawas, parte del Marena
(Nicaragua)
23
UNICEF Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia Usac
Universidad de San Carlos, Guatemala
24
Presentación
1
Harvey, David. El nuevo imperialismo. Akal Ediciones. España, 2004.
2
Delgado Ramos, Gian Carlo. 2002. La amenaza biológica: mitos y falsas
promesas de la biotecnología. Plaza y Janes. México.
3
El arribo de la mencionada biología sintética ha posibilitado llevar al
extremo la industrialización de la naturaleza al posibilitar, incluso, el des-
plazamiento de fuentes botánicas de vainilla, pachuli, vetiver o azafrán
mediante la producción de versiones biosintéticas más rentables para las
grandes compañías de alimentos, aditivos alimenticios, fragancias y cosmé-
ticos.
25
comercial entre 1983 y 1994, 30 eran productos naturales nuevos
y 127 eran productos naturales modificados químicamente”.4
El potencial sigue siendo elevado, pues se sostiene que,
4
UNEP (s.f.). Guía de bolsillo sobre acceso y participación en los beneficios-
Bioprospección. Pp. 22.
5
UNEP (s.f.). Op. cit.: 24.
26
El proceso de usufructo de la biodiversidad, como se revisa
en el presente libro no está, por supuesto, libre de importantes
implicaciones y contradicciones socioambientales y de securi-
tización derivadas de los intentos de control de los territorios
por la vía del uso legítimo de la fuerza, así sea ése tan sólo en
términos de su presencia, la cual en ocasiones obedece o con-
tribuye, en un grado u otro, a la ingeniería de conflictos locales
socioambientales.6
La apropiación de la biodiversidad ha sido criticada desde
el concepto de biopiratería, el cual, en palabras de Pat Mooney
(1993), su proponente, alude a la utilización de los sistemas de
propiedad intelectual para legitimar la propiedad y el control
exclusivos de conocimientos y recursos biológicos sin
reconocimiento, recompensa o protección de las contribuciones
de las comunidades indígenas y campesinas.
En respuesta a tal lectura, se ha formalizando un marco
regulatorio que busca establecer de modo cada vez más amplio,
por un lado, el ejercicio de los derechos soberanos de los Es-
tados nación sobre sus recursos naturales (por tanto, único
actor que puede entonces otorgar permisos o certificados de
bioprospección), y, por el otro, mecanismos de algún tipo para
reconocer, recompensar y proteger las comunidades indígenas
y campesinas, una cuestión en la que sin duda se juegan len-
guajes de valoración diversos que muchas veces son incon-
mensurables.
Así, por ejemplo, mientras desde el Estado nación y los ac-
tores haciendo actividades de bioprospección se propone un
pago monetario o en especie compensatorio, las comunidades
indígenas de los Altos de Chiapas, México, por ejemplo, respon-
den que no pueden vender la naturaleza porque ellos no son
sus dueños y que el conocimiento asociado es conocimiento
“prestado” para el bien de la comunidad, así, es de todos y no
se puede transar.7
6
Para una revisión de la ingeniería de conflictos en torno a los intentos
de apropiación de agua y minerales en Zacualpan, Colima, léase: Delgado
Ramos, Gian Carlo. “Del extractivismo y la ingeniería de conflictos”. La Jor-
nada de Oriente. 6 de marzo, 2015. Puebla, Pue., México.
7
Strickland, Vanessa Jane. 2012. La biopiratería, el robo de los conoci-
mientos tradicionales y su valoración: los casos de Chiapas y Panamá. Tesis
de maestría en estudios latinoamericanos. FCPyS, UNAM. México.
27
Por antes dicho, y a diferencia de las nociones que adjudican
la categoría de biopiratería sólo a aquellas actividades de biopros-
pección que no cuenta con el permiso del Estado, en la presen-
te obra se considera que, con o sin permiso del Estado, las ac-
tividades de apropiación de la biodiversidad y su conocimiento
siguen siendo biopiratería cuando no existe un genuino consen-
timiento previo, informado y culturalmente adaptado, por parte
de las comunidades locales y, sobre todo, cuando el móvil que
las empuja es favorecer negocios privados y no el bien común
(es decir, cuando se instalan transacciones intrínsecamente
explotadoras).
Como se dijo, la biopiratería es entendida por las entidades
regulatorias, nacionales e internacionales, como aquellas acti-
vidades realizadas fuera del marco regulatorio vigente (casos
reconocidos son el de la maca en Brasil; el frijol Enola en Méxi-
co y el cactus Hoodia en Sudáfrica y Zimbabue.8
La Convención de Diversidad Biológica (CDB), el Tratado Inter-
nacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y
la Agricultura, y el Protocolo de Nagoya son tres pilares clave en
la regulación internacional, adoptada luego por los países signa-
tarios.9 Tal es el caso de México, donde las actividades de apro-
vechamiento privado de la biodiversidad y su conocimiento
asociado han adquirido un estatuto formal con el decreto pro-
mulgatorio del 10 de octubre de 2014 en el Diario Oficial de la
Federación, “Protocolo de Nagoya sobre Acceso a los Recursos
Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que
Deriven de su Utilización al Convenio sobre la Diversidad Bioló-
gica adoptado en Nagoya el 29 de Octubre de 2010”.10
8
UNEP (s.f.). Op. cit.
9
Más de un centenar de países han introducido algún tipo de regulación
para el acceso a la biodiversidad y el conocimiento asociado y la distribución de
beneficios. Filipinas (Decreto Ejecutivo 247), Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú
y Venezuela (Decisión 391 de la Comunidad Andina) fueron precursores en
la elaboración de legislación que considera, de manera explícita, la aprobación
previa de los pueblos indígenas y locales (ten Kate, Kerry y Laird, Sarah.
2004. “Los acuerdos de bioprospección y la distribución de beneficios a las
comunidades locales. Poor People’s Knowledge: promoting intelectual pro-
perty in developing countries. Banco Mundial. Pp- 133-158. Disponible en:
<http://elibrary.worldbank.org/doi/pdf/10.1596/0-8213-5487-6>.
10
Disponible en: <www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5363605
&fecha=10/10/2014>.
28
Se trata de un protocolo que otorga certeza jurídica a los
negocios enfocados en “añadir valor a los recursos genéticos”
(según establecen los artículos 16 y 19 del CDB). Para ello, con-
solida la bioprospección como mecanismo clave en la “conser-
vación de la diversidad biológica y en la utilización sostenible
de sus componentes”, supone que los mecanismos de compen-
sación (artículo 8j de la CDB) “contribuyen a la reducción de la
pobreza y la sostenibilidad ambiental, colaborando en alcanzar
los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, y sostiene que promue-
ve la “equidad y justicia en las negociaciones de las condiciones
mutuamente acordadas entre los proveedores y los usuarios de
recursos genéticos”. Ello no necesaria y usualmente supone un re-
parto equitativo de los beneficios derivados, sino condiciones
tácitamente equitativas de negociación y acuerdo, por ejemplo,
entre multinacionales farmacéuticas, comunidades locales y el
Estado; ello desde luego es y ha sido cuestionado.11 En tal sentido,
el propio Protocolo considera como beneficios negociables, la
tasa por muestra recolectada, pagos por adelantado fijos, pago
de regalías, “aportes” a la economía local, financiamiento a la in-
vestigación (usualmente en las partes menos avanzadas de la
innovación biotecnológica (como lo demuestra el caso de InBio
Merck descrito en el libro),12 entre otras medidas. No sobra de-
cir que el esquema detrás del Protocolo, en esencia, refuerza la
división internacional el trabajo entre países industrializados y
países extractivistas, ello aun cuando se precisa el interés de
fomentar la transferencia de tecnología. Y es que el control de la
propiedad intelectual en todos los campos de la innovación
11
Como he desarrollado extensamente en Delgado 2002 (Op. cit.), dada
la complejidad involucrada en la apropiación y uso de la biodiversidad y su
conocimiento asociado, para las comunidades locales y el público en general,
es muy difícil en la práctica, si no es que imposible, dar seguimiento a los
usos de las sustancias activas o de la información sobre la composición ge-
nética y bioquímica de los recursos genéticos. A tal situación se suman los
procesos de compra o fusión de diversos capitales. A lo dicho, debe también
considerarse que las negociaciones sobre los beneficios suelen hacerse sobre
las ganancias “netas”, es decir, después de recuperar los gastos de investi-
gación (por lo general elevados), impuestos, pérdidas, etcétera. En la prácti-
ca lo que se llega a pactar ronda cuando mucho en unos cuantos puntos
porcentuales sobre las ganancias netas.
12
También se puede consultar una descripción del acuerdo en: <www.
ciesin.org/docs/008-129/008-129.html>.
29
tecnológica de frontera, prácticamente sigue estando en manos
de los países industrializados.13
Además, no deja de ser preocupante la posibilidad de celebrar
acuerdos confidenciales entre las partes (artículo 17 del Proto-
colo), situación que bloquea cualquier intento de monitoreo
social, abierto y transparente, sobre las actividades de biopros-
pección/biopiratería.
En tal panorama, no extraña que las actividades de biopros-
pección/biopiratería, así como las de “biocomercio” (incluye
frutas, hortalizas, semillas y polinizadores) sigan en aumento.14
Desde la publicación de este libro en 2004, una serie de análisis
y casos nuevos han emergido, tanto en la región de estudio,
Mesoamérica, como en el resto del mundo.15 El libro sin duda
es un rico antecedente, con argumentaciones teóricas relevantes
y aún válidas, al tiempo que ofrece datos de investigación de
campo únicos para el caso de Mesoamérica, una región altamen-
te biodiversa que, insisto, no se ha librado de nuevos procesos
de bioprospección/biopiratería, incluyendo algunos esquemas
derivados de los de apropiación privada de tierras bajo argu-
mentos como la “conservación” y el “uso sustentable de la bio-
diversidad” (como forma para financiar la primera).
Tal apropiación de tierras y de los recursos genéticos que
contienen, se ha denominado también green grabbing16 y supone
13
Delgado-Ramos, Gian Carlo. 2011. Imperialismo tecnológico y el futuro de
América Latina. Ruth Casa Editorial. La Habana, Cuba; Delgado Ramos, Gian
Carlo. 2014. “Ciencia y tecnología, balance de su desarrollo civil desde América
Latina”. Visione LatinoAmericane. Universitá degli Studi di Trieste. No. 11: 81-101.
14
Claramente existe un traslape de actividades de bioprospección/bio-
piratería con las de biocomercio; no obstante, el segundo es un concepto
aglutinador que no se reduce a las actividades relacionadas con el estudio,
mejora o síntesis de material genético con técnicas derivadas de la biotec-
nología y la ingeniería sintética. En ese sentido, el biocomercio se ha defini-
do como “…aquellas actividades de recolección, producción, transformación
y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nati-
va, y son generados con criterios de sostenibilidad ambiental, social y eco-
nómica” (Naciones Unidas. 2009. Lineamientos metodológicos para el apoyo
a cadenas de valor de productos de biocomercio. Nueva York / Ginebra).
15
Una buena base de datos sobre la “gobernanza de la biodiversidad” en
México está disponible en <www.gobernanzabiodiversidad.mx>.
16
Fairhead, James., Leach, Melissa y Scoones, Ian. 2012. “Green grabbing: a
new appropiation of nature? The Journal of Peasant Studies. Vol. 39. No. 2. Abril:
237-261.
30
la conservación privada, de manera voluntaria, mediante el
establecimiento de áreas naturales (parque natural, área privada
de preservación, monumento o reserva natural, entre otras) o
de servidumbres ecológicas (convenio entre dos finqueros para
conservar y usar de manera sustentable los recursos naturales
de una o ambas fincas). Dichos actores pueden ser desde comu-
nidades locales hasta ONGs, empresas, asociaciones y fundacio-
nes. La figura más usual establecida es la asociación público-
privada, es decir, entre el gobierno y el actor privado. Tales
modalidades pueden usufructuar los territorios por lo menos
en dos rutas, el pago por servicios ambientales y, como se dijo,
por ganancias derivadas de la investigación científica sobre la
biodiversidad presente, de ahí que no en pocas ocasiones se
sospeche de actividades de conservación ligadas a intereses de
bioprospección/biopiratería. Desde tal lectura, denota entonces
que las áreas protegidas privadas que han sido certificadas en
México llegarán a 342 en el año 2013, sumando una superficie
de más de 378 mil hectáreas, cifra cercana al doble de la regis-
trada en 2009.17
Entre las actividades de bioprospección/biopiratería desta-
cadas en la actualidad están, por mencionar algunas, las reali-
zadas desde los Grupos de Cooperación Internacional de la
Biodiversidad (ICBG) con sede en Estados Unidos.18 Los proyectos
17
Guerrero, Eduardo. 2011. “México. El paraíso de los pinos, robles y
cáctus”, en: Elbers, Jörg (ed.). Las áreas protegidas de América Latina. Situación
actual y perspectivas para el futuro. UICN. Quito, Ecuador. Pp. 72. Asimismo:
<www.conanp.gob.mx/que_hacemos/areas_certi.php>. Cabe precisar que
uno de los mecanismos para la implementación de asociaciones público-
privadas para la conservación es el Fondo para Áreas Naturales Protegidas,
una iniciativa adoptada en 1997 por el Banco Mundial y el Fondo Mexicano
para la Conservación de la Naturaleza. Entre los actores acreedores de tales
territorios para su conservación están, entre otros: Pronatura (con apoyos
de múltiples empresas como Cemex, Walmart, Coca-Cola, Unilever, Nestlé,
o de fundaciones como la Packard y MacArthur), ENDESU (con apoyos de Pemex,
Ford, Shell, Halliburton, Coca Cola, Nestlé, MacArthur, etcétera), Profauna
(con apoyos de la iniciativa privada, Banco Mundial o WWF).
18
Casi en simultáneo a la aparición del presente libro, Hayden publicó
una revisión sobre el caso de las actividades del ICBG – Zonas Áridas en Mé-
xico (Hayden, Cori. 2003. When Nature Goes Public: The making and unmaking
of bioprospecting in Mexico. TPrinceton University Press, EUA. Entre otras
revisiones recientes, cabe señalar la de Strickland quien indagó compara-
tivamente, con un abundante trabajo de campo, los casos del ICBG-Maya
31
ICBG han mantenido o expandido sus actividades, además del
propio territorio estadounidense (incluyendo Hawai, Alaska y
Puerto Rico), a países como Panamá, Chile, Argentina, Brasil,
Laos, Myanmar, Mongolia, América Central, e incluso en oasis
del Sahara Central, en las Antillas y diversos biomas de la Ama-
zonia y el Ártico.
En el caso puntual de la región Mesoamérica como tal, en
2014 se aprobaron, por caso, dos financiamientos (awards
1354996 y 1354739) por un total de poco más de 580 mil dóla-
res para estudiar la biodiversidad de hormigas en el Corredor
Mesoamericano, mismo que en concreto se enfoca al estudio de
tales insectos para indagar los factores de influencia relativos a
la ecología contemporánea y la historia geológica involucrados
en la distribución de alta biodiversidad en las montañas tropi-
cales de Mesoamérica.19
Otros ejemplos en México son los proyectos de bioprospec-
ción de bacterias anaeróbicas resistentes a altas concentraciones
de pH y salinidad en el cráter del Rincón de Parangueo (munici-
pio de Valle de Santiago) por parte de la Universidad de Guana-
juato, así como las referentes a la actividad antimicótica de
extractos metanólicos de plantas xerófitas del noreste de Méxi-
co (Ariocarpus Kotschoubeyanus y Ariocarpus Retusus) llevadas
a cabo desde la Universidad Autónoma de Nuevo León.
A lo dicho han de sumarse los ejercicios de patentamiento
de variedades vegetales que han sido estimulados en México
por la Ley Federal de Variedades Vegetales. Y es que el creci-
miento de patentamiento de tales variedades fue del orden de
155% entre 1997 y 2001, momento en el que se registró una
mayor actividad y presencia de actores estadounidenses. Tam-
bién se verificó en ese mismo periodo un incremento en el núme-
ro de empresas privadas registradas en el Sistema Nacional de
Inspección y Certificación de Semillas, las cuales, al cierre del
periodo, concentraban el 61% de las solicitudes (las más rele-
vantes Asgrow Mexicana [de Monsanto], Bear-Creek Gardens,
Pioneer Hi-Bred International [de Dupont], Delta and Pine Land
y Meilland Star Rose).20
32
Biodiversidad, desarrollo sustentable y militarización ofrece
una mirada a los antecedentes de este proceso, dando cuenta
de los cruces o vínculos de la geopolítización (securitización o
militarización) de los territorios en Mesoamérica.
33
Introducción: biodiversidad y
nuevas tecnologías
1
De manera general, la biotecnología se concibe como la aplicación co-
mercial de las técnicas de la ingeniería genética, es decir, de la capacidad de
rediseñar —alterar— las estructuras genéticas de un organismo vivo.
2
Técnica que permite diseñar a escalas nanométricas (mil millonésimas
de metro) cualquier estructura, orgánica e inorgánica, desde su composición
atómica y de ahí molecular. Incluso permite diseñar sistemas orgánicoinor-
gánicos, una especialidad ahora conocida como nanobiotecnología.
3
A diferencia de la biotecnología, cuando se usa el término de “bio-tecno-
logías” me refiero al conjunto de tecnologías que hacen uso de la biodiversidad.
35
acceso, administración, conservación, uso y usufructo directo
e indirecto del mismo (Delgado, 2002: 103).
Desde la perspectiva de los capitales biotecnológicos y los
Estados Capitalistas Centrales (ECC) de los que son originarios y
que de igual modo la impulsan desde sus institutos y labora-
torios —sobre todo militares—, el recurso tan sólo es una parte
del proceso: también es fundamental la apropiación capitalis-
ta del conocimiento tradicional indígena y campesino (de origen
propiamente precapitalista), ya que además de que permite lo-
calizar rápidamente y de modo efectivo la biodiversidad con
potencial comercial; al mismo tiempo reduce el costo de esa
búsqueda. La apropiación del recurso como tal y lo que se de-
nomina como “conocimiento asociado”, se colocan bajo la mira
de los capitalistas involucrados en este nuevo patrón tecnológico
en gestión (Delgado, 2002: ibid). Las actividades de “bioprospec-
ción”, mejor denominadas como actos de biopiratería, son mo-
vimientos estratégicos dentro de la competencia intercapitalista
en el marco de los bionegocios. Es decir, entre los capitales
“contaminantes” que conforman el patrón tecnológico todavía
dominante —interesados en frenar y/o al mismo tiempo irse
reconvirtiendo y posicionándose en el nuevo patrón tecnológi-
co—, como de los que están en formación, relativamente “más
limpio” (Barreda, 1999). Así, como resultado de la dinámica de
expansión del capitalismo, tal confrontación permanente en la
apertura y en el posicionamiento hegemónico dentro de nuevos
espacios de rentabilidad, los obliga a competir por el saqueo de
las principales zonas biológica y culturalmente megadiversas
del planeta. Para ello, dado que “coinciden” en el mismo objeti-
vo, han venido impulsando un sistema mundial de biopiratería a
la par de un sistema mundial de propiedad intelectual (Delgado,
2002: 103-135, 179-191).
El término de “biopiratería” fue ideado en 1993 por Pat Mooney,
presidente de ETC Group (antes RAFI) y se refiere a
36
La biopiratería implica esos actos de robo que se hacen en
complicidad con el Estado nación u otros actores nacionales como
institutos de investigación del sur; y que se trata de contratos
para saquear este recurso a cambio de insignificantes sumas o
equipo para preanalizar muestras biológicas. Sin caer en el error
de cuantificar cuál sería el valor adecuado para un recurso que
es sustento de la vida, incluyendo el de las culturas indígenas
y campesinas que históricamente se han relacionado con su
entorno natural de modo orgánico, lo que se quiere señalar es
que tales contratos de saqueo literalmente están estableciendo
la “legalidad” del cambio de oro (verde) por espejos. En este
sentido, la biopiratería no sólo como una mera conceptualización
analítica, sino como una concepción política, únicamente se
puede entender como mecanismo de enriquecimiento capitalis-
ta, de acciones ecocidas y antítesis de la sustentabilidad (Del-
gado, 2001: 105). Los ECC y los biocapitales, por así categorizar-
los, se encuentran en gran disyuntiva: por un lado necesitan
“robarse” la biodiversidad y el conocimiento indígena; y, por
otro lado, tienen que lidiar con la creciente y cada vez más agu-
da crisis ecológica, así como con el proceso de exclusión y ex-
terminio de las culturas y comunidades indígenas del orbe, fenó-
meno que por donde se vea ya está resultando contradictorio
(Delgado, 2002: 106). La biopiratería, entonces, no solamente tiene
implicaciones geoeconómicas, sino también, claramente geopo-
líticas y sociales.
Los tejidos mediante los cuales esos ECC y las CMN bio-tec-
nológicas acceden a las muestras biológicas y su conocimiento
son marcada y crecientemente complejos. Si bien son de gran
importancia los bancos de germoplasma y los jardines botáni-
cos como fuentes de biodiversidad ex situ (o fuera de su lugar
de origen), la biodiversidad in situ que incluye, pero no se li-
mita a las áreas naturales protegidas (ANP) y sus variantes re-
sulta ser la de mayor importancia y disputa geoeconómica y
geopolítica. Estos últimos son espacios altamente estratégicos
por contener la biodiversidad y demás recursos naturales en
su estado nativo, lo que permite obtener información adicional
de su ciclo vital y su entorno —algo fundamental para deter-
minar en qué momento del año o de su vida tal o cual organis-
mo produce determinado compuesto bioquímico, útil comer-
cialmente, y bajo qué condiciones—, su centralidad radica en
37
que al mismo tiempo “contiene” el saber asociado de las cultu-
ras indígenas y campesinas.
4
Belice, Bolivia, Botswana, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados
Unidos, Fiji, Filipinas, Ghana, Guatemala, Guyana, Indonesia, Japón, Mada-
gascar, México, Nueva Caledonia, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Perú, Islas
Salomón y Surinam.
5
Para 1999 había recabado más de 83 millones de dólares (CI, 2000).
38
¿Qué es realmente la Usaid?
39
Dentro de este contexto, casualmente CI “revive”6 el concepto
de corredor biológico y se refiere a la integración de las distintas
áreas protegidas en una gran faja que concentre, en la mayor
medida posible, las regiones prioritarias de los distintos biomas
que integran el planeta, y que desde luego incluya activamente
los asentamientos indígenas y campesinos que se encuentran
dentro o que colindan con estas áreas protegidas.7 Ello a dife-
rencia del modelo popularizado de ANP copiado a EUA (Parque
Nacional de Yellowstone) y que consideraba, entre otras carac-
terísticas, la existencia y protección del área natural sin gente,
pero, sobre todo, sin la participación de las mismas.
Así, en un encadenamiento de áreas protegidas que se des-
pliega a lo largo y ancho de varios estados nacionales (en su
mayoría de la periferia), cada corredor incluye como corazón a
aquellas regiones de mayor peligro o de amenaza ecológica y las
de mayor endemismos.8 Asimismo, suma las regiones megadi-
versas que aún no son consideradas por los conservacionistas
como amenazadas.
Cada corredor implica una homogeneización de las políticas,
licencias y demás mecanismos para acceder y proteger la biodi-
versidad, e incluye a varios organizadores (conectados a los ENC
6
El término de “corredores” fue usado por primera vez con un sentido
estrictamente biológico por Simpson en 1936, en su estudio de dispersión entre
continentes. Ya en 1949 Leopold indicaba que muchos animales, por razones
desconocidas, no aparecen como poblaciones separadas, pero fue en 1962
cuando Preston recomendaba por primera vez “corredores biológicos entre
reservas” que aparece el concepto de “corredor biológico” más cercano al
concebido actualmente. Recientemente, algunos estudios realizados en EUA, en
gran parte llevados a cabo por CI y el Instituto Smithsoniano, aunque enfo-
cados principalmente al manejo del paisaje y no sobre problemas de mayor
magnitud (por así decirlo), han sentado las bases tanto de un precedente
legal como del supuesto entendimiento de “un enfoque más integral”, lo
que ha sido modelo para el diseño de los corredores biológicos a nivel mun-
dial de hoy. Esta nueva “idea” fue presentada públicamente por CI justo unos
cuantos meses antes de la firma del Corredor Biológico Mesoamericano (véa-
se más adelante).
7
Según un documento del BM referente al CBM, “...el concepto programá-
tico de corredor biológico se refiere a la vinculación de ecosistemas, indíge-
nas, pueblos y tierras cultivables a lo largo de ocho países, del sureste de
México a Panamá” (Banco Mundial, 2001).
8
Aquellas especies únicas a una región del mundo y que, por tanto, no
se pueden encontrar fuera de dicha zona.
40
y las CMN) que se encargan de enganchar los asentamientos in-
dígenas para “vincularlos” al proyecto, o en su defecto para
promover su expulsión, “reubicación-desalojo”. De igual modo,
reúne equipos de biólogos, etnobotánicos y demás especialistas
para realizar un estudio pormenorizado de la riqueza biológica
y su conocimiento, supuestamente para poder llevar a cabo el
proyecto de conservación.
Son nueve corredores biológicos que se están planteando a
nivel planetario. En América,9 el Corredor de la Sierra de Nevada
que se extiende a lo largo de las Rocallosas hasta Canadá, el
Corredor Mesoamericano y el de América del Sur. (Véase Mapa 1
al final del presente capítulo). En Europa, el corredor del Medi-
terráneo. En África el Corredor del Golfo de Guinea y el de Mo-
zambique. En Asia, el Corredor de Indonesia y el del Océano
Índico. Finalmente, distribuido a lo largo y ancho del Pacífico,
el Corredor de las Filipinas, Polinesia y Micronesia.
Incluso, la retórica más novedosa de CI alude a las “conce-
siones de conservación”, una modalidad particular de bio-saqueo
que complementa la lógica “conservacionista” de proyectos del
BM/Gef (Global Environmental Facility) en los ECP, y que al mismo
tiempo permite posicionar a las ONG conservacionistas como CI
y algunos country managers y ejecutores locales selectos (fun-
cionarios, ONG locales, etc.) como los actores por concretar el
usufructo directo de la biodiversidad periférica para ser entre-
gada a los verdaderos socios con sede en los ECC. Para CI se
trata de
9
Ya en 1999 Barreda señalaba que “...en la actualidad ya se han desarro-
llado tres propuestas científicas de ONG y de gobiernos para interconectar
corredores a lo largo de las Montañas Rocallosas, a lo largo de todo el itsmo
centroamericano y a lo largo de la cordillera de los Andes, en América del
Sur” (Barreda, 1999: 109). A tal denuncia hay que sumar los restantes seis
corredores planeados para el resto del mundo aquí presentados.
41
año. A estos precios, las organizaciones conservacionistas,
que desde hace tiempo han demostrado su voluntad de pa-
gar por la conservación de la biodiversidad, pueden darse el
lujo de ofrecer mayores montos que sus competidores por
alquilar tierras y compensar a los habitantes locales para que
así administren los ecosistemas aún intactos. Estos contra-
tos son iguales, tanto legal como económicamente, que los
acuerdos de tala o de cualquier otro acuerdo comercial que
otorgue el control sobre los recursos naturales a un grupo
en particular (Hardner y Rice, 2002: 83).
Es decir, CI, una de las principales ONG socias del BM, ha ve-
nido promoviendo que los ECP entreguen el acceso, gestión,
conservación y, sobre todo, usufructo de los recursos naturales
a los nuevos “capitales conservacionistas” bajo un “módico” pago
de un dólar por hectárea, o un poco más. Esta modalidad de
apropiación del espacio incluye todos los recursos contenidos
en ella, o por lo menos los bióticos. CI vende todo el paquete de
“concesiones de conservación” bajo la retórica de ser un exce-
lente mecanismo, que además de “otras bondades”, permite y
promueve el “uso sustentable de la biodiversidad” generando
un ingreso “más estable que el que obtendrían mediante los
volátiles mercados internacionales de madera y bienes agrícolas”.
Habría que puntualizar aquí que lo que CI y otros actores invo-
lucrados en una u otra forma y medida en los “bionegocios”
entienden por actividades de “uso sustentable de la biodiversi-
dad” no es otra cosa que el de su uso comercial particularmente
por parte de la industria biotecnológica y afines, por lo que ese
“código lingüístico” en boca de tales actores simplemente debe
entenderse como saqueo de la biodiversidad.
De entrada CI, desde su Centro de Ciencias Aplicadas a la
Biodiversidad, ha impulsado este tipo de “concesiones”, en 75
mil hectáreas de los dos millones que componen la Reserva de
la Biosfera Maya en Guatemala —con su socio local ProPetén—;
en 130 mil hectáreas de selva tropical peruana (Los Amigos) —con
la Amazon Conservation Association y asesorados por la So-
ciedad Peruana de Derecho Ambiental—; en Guyana, Bolivia,
Ecuador y otros países de Latinoamérica y el mundo (Hardner y
Rice, 2002: 84). Resalta el interés de CI por apropiarse la conce-
sión de las 67 millones de hectáreas de selvas peruanas que se
42
subastaron internacionalmente en el 2000 y cuyo destino aún
estaba por definirse a finales de 2002.
Otro actor del calibre de CI es World Wide Fund for Nature
(WWF) —EUA/Europa— íntimamente vinculada al The World Con-
servation Union (IUCN) —Suiza—, ambos financiados por el BM,
Gef, FAO, ONU, Comisión Europea; el Departamento de Estado de
EUA, la Usaid, Nacional Parks Service (EUA), Fish & Wildlife Servi-
ce (EUA); los gobiernos de Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia,
Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Japón, Holanda, Noruega
y España; ONG como CI, IUCN-Países Bajos, WRI, World Water Cou-
ncil; la Fundación MacArthur, Darwin, Avalon, Ford y la Heinrich
Böll, entre otros donadores.
La concepción de WWF sobre los espacios se basa en sus
“ecorregiones globales”. Ha identificado cerca de 900 ecorregio-
nes de las que 238 son de importancia mayor. Desde su People
& Conservartion Unit, en coalición con Terralingua (Partners for
Linguistic and Biological Diversity) y científicos del Connecticut
College, ambos de EUA, WWF ha lanzado, por ya algunos años, un
proyecto para mapear, cada vez con mayor detalle, el traslape
de diversidad biológica y cultural del orbe en referencia a la
identificación de grupos etnolingüísticos, uso y propiedad de
la tierra y evaluación de las implicaciones políticas y sociales
del proyecto (WWF, 2000: 1, 20). A pesar de asumir que dicho
mapeo atenta contra la soberanía de los Estados Nación, y aun-
que el objetivo de fondo es potenciar las actividades de biopi-
ratería, justificándose en la necesidad de “...impulsar la distri-
bución equitativa de beneficios resultantes de la utilización del
conocimiento, innovaciones y prácticas tradicionales”, WWF in-
dica que busca concretamente la
43
salida a la crisis ecológica, al menos en las áreas megadiversas,
por medio de un “portafolio de actividades” que incluye el “uso
sustentable de la biodiversidad”. Claramente consiste en un
dispositivo que contradice totalmente la dinámica históricamen-
te colectiva de las comunidades indígenas y campesinas, y que
insistentemente quiere concebirlas como actores con estatus
privado y, por tanto, con quienes se puede lucrar bajo la lógica
del mercado. WWF no es más que representante de la lógica ca-
pitalista, bajo su versión “conservacionista”, y cuando menos
parece no pretender otra cosa que facilitar las actividades de
biopiratería. No por casualidad su principal socio en este rubro
es Terralingua, institución que se autocalifica como un actor “…
preocupado por el futuro de la diversidad biológica, cultural y
lingüística”,10 entre cuyos principales socios están: la ONU, Smithso-
nian Institute, Field Museum of Natural History, National Geo-
graphic Society, WWF, Kew Garden, IUCN, World Intellectual Pro-
perty (nótese especialmente), Volkswagen Foundation, etc. Tal
“preocupación” al parecer se resuelve impulsando, junto con WWF,
proyectos “facilitadores” de actividades de biopiratería que se
fundamentan en
10
http://www.terralingua.org
11
http://www.terralingua.org
44
lugares” —como los denomina la ONG—, para su conservación.
Especial atención dedica en la creación de “organizaciones para
la protección de la tierra (land trusts), el establecimiento
de reservas privadas, la búsqueda de alianzas público-privadas
y la participación de la comunidad empresarial”, entre otras
“herramientas”. TNC “protege” 37 millones 246 mil 963.6 ha en 28
países del mundo que ha comprado, coadministra con los gobiernos
nacionales, locales o con ONG “socias”, o que “asiste” con “fideico-
misos de tierras”.
TNC promueve su retórica directamente con equipos de tra-
bajo que realizan actividades concretas en áreas megadiversas,
o indirectamente, a través de la formación de cuadros de estu-
diantes universitarios y especialistas vía educación a larga
distancia o “universidad virtual”. En AL y el Caribe se ejecuta por
medio del Tecnológico de Monterrey (ITESM), México (institución
educativa de empresarios, para empresarios) con ayuda del BM.*
En esta línea de acción, TNC representa los intereses de sus fi-
nanciadores, el grueso de ellos involucrados en los bionegocios,
tanto de un patrón tecnológico como del otro: 3M Corporation,
Coca-Cola Co., Dow Chemical Co., DuPont, General Electric Co.,
Home Depot, Internacional Paper, Johnson & Jonson, Lockheed
Martin Corporation, Monsanto Co., Procter & Gamble Co., Roc-
kwell Internacional, BP, Boeing Co., DaimlerChrysler Co., Exxon-
Mobil Co., Enron International, General Motors, y varias empre-
sas más.
Entre los socios más importantes de TNC se coloca la Usaid,
un organismo que por su nombre no dice mucho en relación con
los bionegocios; no obstante, su papel en la promoción de acti-
vidades de biopiratería en el mundo es de los más activos.
Esa ramificación del Estado Nacional estadounidense precisa
que
* www.ruv.itesm.mx/portal/promocion/ds/pgosc/alianzas/tnc.htm
45
identificar proyectos para financiamiento e investigación
privada; promover la participación de comunidades locales
en actividades de bioprospección dándoles entrenamiento
y formación para que participen como guías, recolectores de
especímenes, taxonomistas y analistas, así como en servicios
como transportación, alojamiento, entre otros; movilizar
fondos complementarios, provenientes de ONG, para el en-
trenamiento técnico y administrativo a nivel local; apoyar
el monitoreo independiente y certificación de la ejecución
de actividades de bioprospección en países miembros de la
Usaid… (en tal sentido)… la Usaid ha proveído fondos para
apoyar numerosos proyectos de bioprospección en alianza
con la National Science Foundation y los National Institutes
of Health. Varias firmas de EUA e institutos de investigación
también están participando en dichos proyectos (Usaid, 1996.
Cursivas mías).
12
Es importante señalar que la globalización de la biodiversidad requie-
re que también eso mismo suceda con la investigación científica (en este caso
sobre todo de la biotecnología), por lo que mundialmente ésta es cada vez
más influida por el sector privado.
46
fondos y/o personal de empresas que se dedican a comercializar
la biodiversidad. Ello significa que todo queda en sus manos y
buenas intenciones para su uso exclusivamente científico, cosa
que resulta nada creíble. En el segundo caso (de carácter comercial),
hasta hoy solamente se han registrado algunos pagos ridículos,
aunque sí se ha dado el soporte técnico necesario para extraer
la riqueza biológica de la periferia.
Lo anterior responde a un proceso particular: por un lado
resulta indispensable otorgar los medios técnicos para extraer
la riqueza biológica del planeta, convirtiendo a los propios ECP,
justamente los que son saqueados, en biomaquiladores13 al
servicio de los ECC. Por otro lado, y dado el intenso proceso de
fusiones entre las CMN y las empresas vinculadas al desarrollo
biotecnológico, resulta difícil seguir el camino de los recursos bio-
lógicos extraídos, ruta que es aún más enmarañada debido a la
dificultad para determinar qué productos están siendo usados,
debido al intrincado proceso bioindustrial.
En AL y en el mundo se ha venido conformando un sistema
de biopiratería, no sólo como mecanismo para acceder a las
zonas megadiversas bajo su dimensión de “Banco de Genes”,
sino también como impulsor del “rol” periférico, que en esta
dimensión, y como se indicó, es el de biomaquilador. Tal sistema
de biopiratería mundial es cada vez más complejo, ya que se
involucran crecientemente a más protagonistas, todos ellos fi-
nanciados por los grandes capitales del actual patrón tecnoló-
gico “contaminante” y del que se viene configurando.
Los primeros protagonistas van desde biopiratas indepen-
dientes a proyectos de conservación de diversa índole (base de
la pirámide). Después, nos topamos con universidades, institu-
tos de investigación y ONG, tanto de ECC como de los ECP, y que
pueden trabajar separadas, pero coordinadas con otros actores
o en conjunto bajo un mismo acuerdo —desde “arriba” de la
cadena hasta “abajo”, o sólo en “partes” de la misma—. En esta
13
Ya no sólo la periferia es maquiladora de bienes como ropa, automóvi-
les, microcomponentes, etc.; ahora también se está convirtiendo en “bioma-
quiladora” —en términos de ingeniería genética—. El término de
“biomaquila” lo introducen públicamente la asociación civil mexicana Casifop
y la ONG internacional RAFI. En un documento publicado en el 2000, señalan
que en este panorama: “...avanzan nuevas figuras de biomaquila, bioplanta-
ciones y sobre todo bioprivatizaciones de los recursos genéticos” (Casifop/
RAFI, 2000).
47
maraña de red también veremos, en algunos casos, a otros in-
termediarios como laboratorios privados y pequeñas empresas
biotecnológicas que obtienen las sustancias activas o estruc-
turas moleculares de las muestras biológicas entregadas por
algún otro intermediario antes mencionado. En otros, podemos
identificar a las CMN biotecnológicas y afines directamente invo-
lucradas, ya sea por iniciativa propia o desde los mencionados
proyectos de conservación impulsados por algún(os) “organismo(s)
internacional(es)” que, como mecanismos de proyección hege-
mónica, buscan favorecerlas. Al final de la cadena, los capitales
biotecnológicos reciben por uno u otro camino lo que “pagaron”
inicialmente para “conservar” el medio ambiente, pago concre-
tizado en los montos entregados a ONG, como es el caso espec-
tacular de CI, WWF y TNC por el número de empresas que las
apoyan. Estos capitales sólo dejan administrar sus recursos
“invertidos” a los “conocedores”.
Pero, dado que el proceso antes descrito no resulta difícil de
descifrar, mas sí sus reales dimensiones, los nuevos grupos del
capital ambientalista (Barreda, 1999) mantienen esta enmaraña-
da forma operativa, al tiempo que han venido promoviendo
fuertemente la idea de que la biodiversidad “autopague” su
conservación bajo un esquema “ganador-ganador” antes de que
“se pierda irreversiblemente”. Una reflexión al menos “descui-
dada”, en la que según su lógica, el saqueador y el saqueado se
benefician.
En tal escenario, es claro que AL, vista desde los ojos de EUA,
se perfila como la primera reserva terrestre de biodiversidad
“dentro de su espacio natural”. Una región en la que, siendo ese
país el principal impulsor de la biotecnología en el mundo14 —si
bien no el único—, se vuelve lugar de operaciones de las moda-
lidades más agresivas de saqueo por parte de ese intrincado
sistema mundial de biopiratería y en particular de parte de
aquellos actores estadounidenses, un escenario sólo posible
gracias al rol de las elites latinoamericanas como “country mana-
gers de EUA”.15 Además, considérese que EUA es la única potencia
14
EUA desarrolló para el año 2000 el 43% de la investigación y desarrollo
a nivel mundial (NSF, 2001, 1: 62-64. Delgado, 2002: 233-254).
15
El ex presidente tico Rodrigo Carazo se refirió al comportamiento de los
presidentes de AL como el de unos “country managers de EUA” (Saxe-Fernán-
dez y Delgado, 2003: 3). Retomando tan atinada descripción, se generaliza
48
que, para su ventaja, de frente a la competencia intercapitalista,
cuenta con una vasta proyección de fuerza militar sobre áreas
biodiversas relevantes como las del sur-sureste de México, Cen-
troamérica y la Amazonia colombiana y peruana, resultado de
un largo proceso de dominación militar de la región (Saxe-Fer-
nández, 1975) y que indudablemente se viene profundizando
radicalmente y en particular en la región amazónica brasileña
(véase Mapa 3 pág. 82). De ahí que EUA haya negociado el “…
acceso exclusivo a 62 mil hectáreas de la base militar de Alcán-
tara en Brasil, un recurso clave para el control de la Amazonia”
(Luz, 200216 Cockcroft, 2002).
Considerando lo anterior vale señalar los principales focos
de riqueza biológica y cultural mundial para reseñar desde ahí
el papel que juega AL y en particular Mesoamérica.
49
Mapa 1. Corredores biológicos y bancos genéticos en el Continente Americano
50
La diversidad biológica y cultural
de Latinoamérica
51
de endemismo es de 5 mil, 251, 210, 391, 307 y 1 159 (Mitter-
meier et al., 1999: 37).
Asimismo, si se añade la zona de los Andes Tropicales-
Amazonas, el “epicentro de biodiversidad mundial” (Myers, 1988;
Mittermeier et al., 1999) que se posiciona como la primera re-
serva terrestre de Latinoamérica (ibid.), así como la franja de-
sértica del hemisferio norte que cruza por el sur de EUA y el
norte de México y las zonas semiáridas del Cono Sur, se entien-
de por qué en Latinoamérica se pueden encontrar casi todos los
tipos de vegetación conocidos en la Tierra.
El Cono Sur presenta ecosistemas de gran relevancia. El
Chocó-Darién (260 595 km2 de extensión original) es uno de los
bosques tropicales más húmedos del mundo con un nivel de
endemismo elevado, particularmente en anfibios (210 de 350),
pero también de plantas (2 250 de 9 mil) y vertebrados —no
Región
Neártica Franja desértica
Trópico de Cáncer
Región
Neotropical
Ecuador
Trópico de Capricornio
52
peces— (418 de 1 625), y en general de pájaros (830 especies).
La zona de los Andes Tropicales (1 258 000 km2) y la Región
Boscosa del Atlántico (1 227 600 km2) son las más biodiversas
del orbe. En la primera, de 45 mil plantas vasculares alrededor de
20 mil son endémicas, y de 3 389 de vertebrados (no peces) 1 567
igualmente lo son. Súmese una sorprendente variedad de pája-
ros (1 666 de las cuales 677 especies son endémicas), mamíferos
(414-68), reptiles (479-218) y anfibios (830-604). La segunda
cuenta con una importante diversidad: plantas vasculares (20 mil-
6 mil), pájaros (620-73), mamíferos (261-160), reptiles (200-60),
anfibios (280-253) y vertebrados (1 361-546) (Mittermeier et al.,
1999: 33, 37).
En la misma región del Continente, la Selva Amazónica Tro-
pical conforma el reducto salvaje más extenso de ese tipo de
ecosistema. Tan sólo la parte que corresponde a Brasil significa
más de 30% del planeta. Cuenta con una diversidad biológica
impresionante: cerca de 40% de las plantas localizadas en sus
partes bajas sólo se encuentran ahí. El Pantanal (parte de Brasil-
Bolivia y Paraguay) es el humedal más extenso con peculiares
especies endémicas de peces, reptiles, insectos y roedores.
Chile Central (300 mil km2) se dibuja como el ecosistema medi-
terráneo-semiárido sumando a la imagen del Cono Sur una va-
riedad de especies de plantas y fauna inusual (CI, 2000. Mitter-
meier et al., 1999: 33).
Adicionalmente, la plataforma continental del centro-sur de
México y la del Atlántico de Belice, Guatemala y Honduras, al
estar ubicadas en el Trópico de Cáncer, coinciden con una fran-
ja de riqueza marina de arrecifes de coral, praderas marinas,
humedales y manglares, que incrementan todavía más la rique-
za biológica latinoamericana.
En el caso de México destaca la compleja irregularidad mor-
fológica que implica diferencias de altura y de clima, dificultades
para la movilidad de las especies, etc., que crean marcadas dife-
rencias incluso al interior de las regiones desérticas, templadas o
tropicales. Las montañas mexicanas levantan barreras que des-
conectan entre sí a las planicies costeras, a la gran franja desértica
del norte o al altiplano del centro, al tiempo que estas numerosas
sierras, y sus respectivas cañadas, cañones y valles, permiten
la proliferación de biota única, por lo que en determinadas
regiones entreveran bosques de pinos, bosques mesófilos y
selvas tropicales (Casifop/Rafi, 2000).
53
Esos laberintos geográficos, peculiaridades geológicas y la
gran disponibilidad de agua, entre otros atributos, de México,
Centro y Sudamérica —de por sí centros de origen y evolución
de diversas familias, géneros y especies—, han permitido la
evolución potencial de una diversidad biológica única en el
mundo o endémica, trátese de mamíferos, invertebrados, insec-
tos, plantas, hongos y microorganismos.
Causalmente, la amplia diversidad cultural es semejante a
la biológica. Se estima que en AL y el Caribe hay alrededor de
800 grupos culturales con una población de 43 millones. Cálcu-
los para la misma región consideran que al menos 80% de las
ANP están habitadas por indígenas. En México, por ejemplo, 12%
de la población corresponde a algún grupo indígena y cerca de
60% de las ANP en el centro y sur del país, recomendadas para
protegerse o que ya lo son, están habitadas por éstos (Toledo,
2000: 1181-2, 5, 11). Sobresalen países como Bolivia con 70% de
población indígena, Guatemala el 47% y Ecuador el 38%. También,
con base en el número de lenguajes endémicos, se pueden en-
listar a México (230), Brasil (185), Perú (75) y Colombia (47).
En Brasil hay al menos 216 grupos indígenas de los casi mil
que había en el siglo XVI (GEO, enero 2002: 81); de ésos, la mayor
parte se concentra en las zonas de bosque-selva tropical, mismos
que, junto con Indonesia y Zaire, suman 60% de la población que
habita esas regiones del orbe (Toledo, 2000: 1181-1186).
Tal riqueza cultural de AL, por dar una idea, en México, in-
cluye a los chichimecas, chontales, coras, huastecos, huicholes,
mixtecos, nahuas, otomíes, purépechas, zapotecos o zoques. En
Centroamérica, por los kekchíes, maya-itzáes, mopanes, pocom-
chíes, quichés o sololas (Guatemala); garifunas, lencas, pechs o
torrupanes (Honduras); los garifuna, miskita, rama o tawahka
(Nicaragua); los bribris, borucas, cabécares, chorotegas, guay-
mies, huetares, malekus o ngöbeguaymis (Costa Rica); los em-
bera, guayamis, kuna, naso-teribe, ngöbe-buglé, madungandi o
wuoonan (Panamá). y en sudamérica por los araucanos, guaranís,
macovíes o tobas (Argentina); catuquinas, flecheiros, ingarikos,
kaiuas, matis, terenas, tremembé o tsohom djapás (Brasil); los
aymarás, mapuches, rapa nuis o yaganes (Chile), amorúas, co-
conucos, dujos, guambianos, kamsás, piratapuyos, wayuú o
yaguas (Colombia); asuais, canares o shuar achuares (Ecuador);
aymarás, amahuacas, huambisas, incas, puquina, quechuas,
shuares, yines o yoras (Perú), etcétera.
54
Organismos internacionales: política y geopolítica de la
biodiversidad1
1
La discusión sobre el carácter de los “organismos internacionales” como
organismos de clase, funcionales a la proyección de poder, aquí retoma el
trabajo que realicé con mi colega John Saxe-Fernández, Banco Mundial y
desnacionalización integral en México, CEIICH, UNAM, 2003.
55
Washington calificó como “multilaterales” o “internacionales”
a estos organismos, cuando en realidad fueron concebidos fun-
damentalmente como parte de un esquema mayor de la “Pax
Americana” para ejercer formas específicas de “bilateralismo
selectivo”. La noción central fue crear una estructura de institu-
ciones “internacionales”, cuyo control estadounidense quedó
garantizado por medio del sistema interno de votación que
funcionó desde entonces bajo el principio de “un dólar, un voto”.
El caso del FMI es ilustrativo. Según el Artículo 3o. sobre
“Cuotas y suscripciones”, Sección 2, Inciso C: “…se requiere de
85% de los votos para la aprobación de cualquier iniciativa”,2
esquema en el que Washington cuenta, por el capital que “apor-
ta”, con 17.16% del poder de voto.3 Consecuentemente EUA pue-
de bloquear de forma inmediata cualquier programa o acción
que atente contra sus intereses, al mismo tiempo que, al apoyar
a sus cambiantes “aliados”, los somete de paso a un quid pro
quo que carga la balanza totalmente a su favor.
Más aún, ese “esquema mayor de la Pax Americana”, sinteti-
zado en los organismos nacidos de Bretton Woods, formaliza un
status que pretende colocarse por encima de cualquier marco
normativo legal y penal, nacional y aparentemente internacional,
que pueda regular su actuación. Según el Capítulo IX sobre “Es-
tatuto, Inmunidad y Privilegios”, Secciones 3 y 5, se indica, entre
otros puntos, que: “…las propiedades y bienes… (así como)…
directores ejecutivos, miembros de comités, representantes
consejeros, oficiales y demás trabajadores del FMI gozan de
2
http://www.imf.org/external/pubs/ft/aa/aa03.htm
3
Algo contrastante con la posición de China e lndia que suman cerca de
la tercera parte de la población mundial, pero que apenas cuentan con poco
menos de 5% del poder de voto (China: 2.95 / lndia: 1.93). Solamente países
europeos en conjunto, como: Reino Unido (4.97%), Alemania (6.02%), Francia
(4.97%), ltalia (3.27%) y España (1.42%), podrían, en su caso, sobrepasar lige-
ramente el poder de voto de EUA. Otros países con una participación consi-
derable son Japón (6.16%), Rusia (2.76%) y Arabia Saudita (3.24%). Fuera de
los países antes mencionados, Venezuela (1.24%), Suiza (1.61%), Suecia (1.12%),
México (1.20%), Brasil (1.41%), Bélgica (2.14%) y Australia (1.51%); el resto de
los 183 miembros del FMI ni siquiera alcanzan el punto porcentual de poder
de voto (Boron, 2001: 46. También consúltese: http://www.imf.org/external/
np/sec/memdir/members.htm)
56
inmunidad frente a cualquier proceso legal, a excepción de que
el Fondo señale lo contrario”.4
Fue, pues, un “nuevo orden internacional” en el que, como
nítidamente lo explicó Morgenthau, “…el comercio y la inversión
internacional pueden ser conducidos por los empresarios y bajo
principios empresariales” (Kolko y Kolko, 1972). Tales principios
se mantienen sin cambio alguno hasta la fecha. Según se lee en
la página web del FMI: “…su propósito se ha mantenido sin cam-
bio alguno, pero sus operaciones se han desarrollado para al-
canzar las necesidades cambiantes de sus miembros”.
Lo anterior ha llevado a la inducción de procesos de priva-
tización-descentralización, de los activos estratégicos naciona-
les desde la International Finance Corporation (IFC), incluyendo
los “activos naturales” (como biodiversidad y agua), que en esta
materia se realiza en vinculación con el Gef-BM:
4
http://www.imf.org/external/pubs/ft/aa/aa09.htm
5
Web del Gef: http://www.gefweb.org
6
The IFC “…promotes sustainable private sector development primarily
57
clusters o grupos de trabajo y éstos a su vez en uno o varios
niveles de subclusters. Al final de la cadena de clusters y subclusters
que se interconectan unos con otros, invariablemente están como
beneficiarias las principales CMN del ramo que se trate, particu-
larmente aquellas estadounidenses y europeas “seleccionadas”.7
8
Proyectos “verdes” del Banco Mundial
58
impulsó la firma de la Convención de Diversidad Biológica, al
tiempo que colocaba al Gef como un “el” organismo gestor de
“fondos” para la “conservación” de los Estados Nacionales, así
como “canalizador” de aquellos provenientes de la iniciativa
privada, ambos en su mayoría provenientes de los ECP.
La CBD establece, entre otros puntos, que: “…los Estados
tienen derechos soberanos sobre sus materiales biológicos, y
59
los funcionarios lo usan sin distinción alguna, se consideró
que el primero está más cargado a (sustentar) lo ambiental
y el segundo a (sostener) lo económico.
Cuando en la Cumbre de la Tierra se presenta el contrato
lnbio-Merck de Costa Rica, como un ejemplo por seguir de
lo que debería ser el “desarrollo sustentable” (claramente
desde la perspectiva capitalista y toda su tonalidad de “com-
plementariedad” de lo económico y lo ambiental); no sólo
se reforzó la confusión y el uso retórico del concepto (ya
sea sustentable o sostenible), sino que además se comenzó
a utilizar como comodín para adornar cualquier discurso
político, para justificar proyectos económicos, y sobre todo,
para potenciar el saqueo de los recursos naturales: un marco
ya acreditado por el discurso del “desarrollo sustentable” de
Río y su Convención de Diversidad Biológica.
El absurdo del término se vio claramente en la Cumbre
de Johannesburgo (2002) donde los diversos representantes
asumían un discurso pro “desarrollo sustentable” al tiempo
que no llegaban a ningún acuerdo operativo concreto. ln-
cluso, la delegación de EUA, a unos meses de nuevamente
rechazar el Protocolo de Kyoto sobre el calentamiento glo-
bal, llegaba a la Cumbre bañada de propósitos de desarrollo
sustentable. El secretario de Estado de EUA, Colin Powell,
dijo que “…EUA toma medidas tendientes a contrarrestar
los problemas ambientales, entre ellos el cambio climático
mundial… (ya que EUA)…tiene un compromiso permanente
con el desarrollo sustentable”. Jonathan Margolis, director
de la Oficina de Coordinación e lniciativas del OES (Océanos
y Asuntos Ambientales y Científicos lnternacionales) de EUA
agregaba que “…no hay duda alguna de que la estrategia de
Estados Unidos es favorecer el uso más limpio de los combus-
tibles existentes y la promoción y ampliación de la energía
renovable”. El resultado de Johannesburgo claramente fue
desastroso. Aunque públicamente esa evaluación no se haya
reconocido por parte de los funcionarios asistentes, ésta fue
evidente con las manifestaciones sociales fuera del evento
oficial y la contra-Cumbre.
El “desarrollo sustentable” que tanto promueve el BM
et al., ya desde principios del 2002, se venía impulsando
para respaldar la militarización de las zonas megadiversas
60
montañosas —como parte del “Año de la Montaña” de las
Naciones Unidas—. Según se indica, es una acción necesaria
para que pueda haber desarrollo sustentable en esas regiones,
ya que para ello, primero es necesario establecer la paz. La
militarización no se hizo esperar y los mandatarios, como
el presidente Fox de México, fueron a confirmar a Johannes-
burgo haber entendido su tarea por hacer. Fox, por supuesto,
en las montañas del sureste mexicano (véase más adelante).
Como puede deducirse, el término de sustentabilidad/
sostenibilidad, de uso cada vez más frecuente y extendido,
muestra un lado perverso cuando es usado por las elites de
poder: se presta para todo y para nada, siempre y cuando
sea a su favor. Pero, al mismo tiempo, tiene su lado positivo
ya que permite que actores sociales, que eran incapaces de
dialogar o que no tenían punto de conexión, ahora, mediante
el espacio de discusión sobre lo “sustentable”, lo hagan y
creen redes de discusión, de alianzas y consensos, sea a nivel
local, nacional, regional o mundial. Vale señalar que es un
campo en que los actores participantes conciben el desarrollo
sustentable de diversas maneras. Por ejemplo, algunas ONG
lo interpretan más apegadas a la filosofía de las Cumbres del
BM et al. (ya que de ahí reciben fondos); otras más hacia una
posición activista, pronaturaleza, pero sin cuestionar a fondo
las verdaderas causas de la crisis ambiental (muchas veces
son financiadas por las primeras); otras más cargadas a lo
ecosocial (relación armónica del hombre con la naturaleza,
más cercanas a los movimientos sociales de base); etc.; las
comunidades indígenas y campesinas bajo su cosmovisión
de la madre naturaleza y la colectividad de las comunidades;
los movimientos ciudadanos como la necesidad de hacer de las
urbes un espacio habitable; los movimientos de género se
concentran en el papel que juega la mujer en las cuestiones
ecológicas, tanto en el campo como en la ciudad; etcétera.
Considerando lo anterior, se puede decir que la crisis
ecológica es un factor más que une a las clases explotadas,
ya que éstas son las primeras que se ven afectadas. El “eco-
logismo de los pobres” —como se le suele denominar euro-
céntricamente—, tanto de aquellos actores del Norte como
del Sur, y con sus diversas características socioeconómicas,
componen el tejido social del verdadero ecologismo, ya
61
que lo que está en juego es la existencia misma de dichos
sujetos y la calidad de ésa; el “ecologismo de los ricos”, de
la clase capitalista explotadora y expoliadora, es solamente
demagogia. Por ello, el “desarrollo sustentable” debería ser
entendido desde su aspecto económico-biológico, como
un sistema abierto a la entrada de energía y materiales, y a
la salida de residuos y calor disipado (Ecología Ecológica);
mientras que por el lado social-biológico, como aquel de tipo
marxista-durkheimiano, que se entiende como la humanidad
que se piensa desde la perspectiva de la vida de todos y cada
uno de sus individuos en armonía con la naturaleza.
Delgado, 2002
62
“conservacionistas” del BID, BM-Gef, y también de la ONU —desde
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNU-
MA)—, al punto de penetrar el espacio de toma de decisiones,
incidiendo sobre la correlación de fuerzas dentro y fuera del
gobierno (Delgado, junio de 2002). Tal “penetración”, en México
y AL, se materializa —desde una oligarquía local que responde
a los intereses del Norte— gracias al crónico endeudamiento
externo y por medio de la manipulación de las legislaciones
nacionales —a partir de la CDB— referentes a los recursos natu-
rales y a través de proyectos “verdes” funcionales a la apropiación
de recursos bióticos e hídricos que benefician a las CMN de EUA,
Europa y Japón involucradas en el negocio del agua y las biotec-
nologías.
Tales proyectos “verdes” tienen su fundamento en uno de
los programas de biosaqueo más ambiciosos de BM et al. de fines
de los ochenta y principios de los noventa del siglo xx, pues
pretende cubrir espacialmente todo el hemisferio Americano.
Tres proyectos regionales componen este blueprint: 1) el Pro-
yecto Paseo Pantera (PP) —ejecutado desde la Caribbean Conser-
vation Corporation y la Wildlife Conservation Society—; 2) el
Parks in Peril (de The Nature Conservancy y CARE Internacional);
y 3) el Wildlands Project —integración de corredores biológicos
en Norteamérica— (Delgado, junio de 2002).
Según un documento evaluatorio del PP, se contempla la
integración espacial-administrativa de Norteamérica (Wildlands
Project), con el ya denominado, en aquel entonces, Corredor
Biológico Mesoaméricano (CBM) y con un Corredor similar en el
Cono Sur. De esta manera, el PP
63
torno de la administración y uso de recursos estratégicos natu-
rales por parte de los principales financiadores del mismo: el BM
y las multinacionales/ONG ambientalistas vinculadas al primero9
(Delgado, junio de 2002).
Desde 1994, el PP aparentemente se “reconvierte” como parte
de esa desarticulación y prepara la ejecución del CBM, que más tarde
fue complementado en su versión marina con el Corredor Biológico
Coralino Mesoamericano/Mesoamerican Barrier Reef System10 y
el Proarcas/Costas11 (Centroamérica —excepto El Salvador—). A
9
En el documento base del PP se indica la importancia de la participación,
por mencionar algunos, del Gef, Fundación MacArthur, Ford, Rockefeller Brothers,
The Conservation and Research y la Packard; la Rainforest Alliance; los gobier-
nos de Suecia (Asdi, Bits y Sarec) España, Japón, Holanda, Alemania (Gtz y KfW),
Finlandia (Finnida), Dinamarca (Danida), Canadá (Cida), Noruega (NORAD), Austria
e lnglaterra; el BID; la Environmental Protection Agency, el Forest Service y el
Nacional Park Service, estos últimos de EUA. ONG como Caribbean Conservation
Corporation, Wildlife Conservation Society, World Wide Land Conservation Trust,
The Nature Conservancy, lnternational Council for Bird Preservation, WWF, Mas-
sachusetts Audoubon Society, LUCN, National Fish and Wildlife Foundation, CL,
el Smithsonian lnstitution, justo todos los actores que ahora están involucrados
en los proyectos “verdes” del BM et al. (Boza, 1994: 66-77).
10
El Corredor Biológico Coralino Mesoamericano (Mesoamerican Barrier Ref.
System / GE-P053349) es un proyecto del BM/Gef que cuenta con fondos adicio-
nales del WWF, la Oak Foundation y la Universidad de Miami. Asimismo participan
actores como la Comisión Centroamericana para el Medio Ambiente y el Desa-
rrollo y la Wildlife Conservation Society, entre otros. Opera en México, Guate-
mala, Belice y Honduras. lncluye el segundo arrecife de coral más largo en el
mundo. Entre las actividades que tiene delineadas están el mapeo de ecosistemas
costeros, monitoreo de especies, establecimiento de bases de datos regionales
sobre recursos y su diseminación… estimulación de la participación de las co-
munidades locales y grupos étnicos en asuntos relacionados con el manejo de
los recursos del CBCM, entre otras (BM, 2000: 4). A las anteriores, se suman acti-
vidades programadas específicamente para cada país, por ejemplo, desarrollo
de un inventario de actividades biofísicas y socioeconómicas, designación de
nuevas áreas marinas protegidas (AMP) —incluyen zonas costeras, especialmen-
te manglares—; creación de instrumentos legales para facilitar la coadministra-
ción de las AMP; creación de un marco legal e institucional para asegurar el
manejo sustentable de los recursos pesqueros y el turismo, incluyendo meca-
nismos para reforzar las leyes existentes; implementación de las convenciones
internacionales referentes a la biodiversidad y el uso sustentable de los recursos
naturales, por mencionar algunas (lbidem).
11
El proyecto opera en Nicaragua (Costa Miskita), Costa Rica (área Cahui-
ta), Panamá (Río Cañas), Belice, Guatemala y Honduras (Golfo de Honduras).
Formalmente es parte de las actividades de la Comisión Centroamericana de
64
esos proyectos regionales, se suman otros de carácter nacional/
local como los sistemas nacionales de áreas protegidas, colum-
na vertebral de los programas locales, como el de Tres EcoRe-
giones Prioritarias12 y el Coinbio13 (México), el Bioitzá y Cuencas
65
Usaid Secretarías, ministerios y
BM et al. Gobierno de EUA
otras figuras responsables
Gobierno periférico
del medio ambiente en los ECP
66
Analizar el caso de México es buen ejemplo para mostrar la
dinámica con la que opera EUA desde el BM et al. (Gef, PNUD,
PNUMA, etc.) respecto a los recursos biológicos, considerando
que su actuación en Centroamérica y en el resto de AL es simi-
lar. Es fundamental tener presente el siguiente cuadro ya que
muestra la figura operativa con que procede en cada ECP de
América Latina.
67
la Conservación de la Naturaleza, Naturalia, Profauna, Espacios
Naturales y Desarrollo Sustentable, A.C., CI y Fondo Mundial para
la Naturaleza (WWF). También participaron la empresa Condumex
y Comercializadora Veracruzana, el Gobierno de Alemania, el
Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, el Ins-
tituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca, S.C., Ecosta 5,
Yum Balam, A.C., y los Talleres de Solares, S.C., etcétera.
Esencialmente el Sinap II busca penetrar en los espacios de
decisión del Estado, específicamente en cuanto al acceso, uso y
conservación de los recursos naturales, promoviendo una refor-
mulación de la política nacional y su funcionamiento (algo que
también pretende el Global Environmental Citizenship,14 otro
proyecto del BM-Gef que tiene como meta específica la delineación
de los procedimientos generales y los actores necesarios para
llevar a cabo tal penetración en siete países de AL —incluyendo
México—, no sólo en lo político, sino también en lo social).
En ese sentido, el Sinap II, al igual que su primera versión,
busca “…la protección de los ecosistemas biodiversos, el uso
14
El Global Environmental Citizenship (ECs) es un proyecto del BM a
través del PNUMA. Está destinado para Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba,
Ecuador, México y Perú. Busca impactar los distintos niveles de toma de
decisiones en cuestiones medioambientales en esos países. Por ejemplo,
mediante la promoción de legislaciones nacionales, la descentralización del
manejo ambiental, el diseño de áreas naturales y de estrategias de conser-
vación local —tanto de las mencionadas áreas naturales como de los cuerpos
de agua dulce—, entre otras iniciativas (PNUMA/Gef, 2002, Anexo 2: 15). En
tal sentido, según el documento del proyecto, el ECs de entrada establece
que tales países, para ser potencialmente un candidato del proyecto, deben
ratificar la CDB, seguido de varias indicaciones para “promover el poder de
decisión respecto a la política, oportunidades de inversión, manejo de recur-
sos y opciones tecnológicas bajo los lineamientos de los Programas Opera-
tivos del Gef” (ibid: 2, 11). Ha abrazado a ONG como el Parlantino
(Parlamento Latinoamericano), consumidores internacionales, Unión lnter-
nacional de Autoridades Locales (LULA), Comisión en Educación y Comunica-
ción de la LUCN, la Asociación Mundial de Comunidades Radiofónicas (AMARC),
y el Consejo Latinoamericano de lglesias (CLAL). Cada una filtra en los diver-
sos niveles en los que operan, los “perfiles” del Gef en cuanto a acceso, ma-
nejo, uso y conservación del medio ambiente. Desde un marco de referencia
particular del Gef, “…una meta clave es internalizar las cuestiones globales
medioambientales en los programas de las redes de manera que se manten-
gan los esfuerzos de conciencia-financiamiento” (ibid., 17).
68
sustentable de la biodiversidad y el mejoramiento del conoci-
miento de la biodiversidad” (BM, enero de 2002: 6) Para ello,
puntualiza,
69
puntos nodales de la discusión actual sobre el acceso, uso y
derechos de los recursos genéticos y su conocimiento en el
mundo. El mismo BM suscribe que “…se reconocen la diversidad
étnica y cultural del país y los derechos de los indígenas” (BM,
enero de 2002: 86) (nótese: indigenous peoples rights, no dere-
chos de los pueblos indígenas). Asimismo, señala: “…el Gobierno
de México ha suscrito el acuerdo 169 de la Organización Inter-
nacional del Trabajo relacionada con los acuerdos de los indí-
genas… (indigenous peoples rights)… y en 1992 firmó el Acuerdo
sobre Biodiversidad… (y)… la recién aprobada Ley Indígena
mejora el marco legal que se espera resulte en un acercamiento
más comprensivo de los derechos de los indígenas” (WB, enero
de 2002: ibidem). Lo anterior significa que el BM y sus beneficia-
rios entienden los derechos indígenas, que han sido histórica-
mente colectivos, como derechos privados con los que se puede
hacer negocio. Esto deja a las comunidades defensivamente
débiles y aisladas frente al “mercado”, que de antemano presu-
pone la cancelación de la colectividad, permitiéndole a las CMN
insertar a las comunidades en esa lógica a través de contratos
individuales leoninos, absolutamente ventajosos a favor de las
primeras.
Resulta claro el papel angular del Sinap, lo que es reafirmado
una vez más en el documento de ese proyecto (BM, enero de
2002: 18-19), ya que es de los contados que abiertamente reco-
noce su vinculación con el resto de proyectos que componen el
“portafolio de actividades” del BM en el país, así como los de
“otras agencias de desarrollo”, proyectos que se complementan
bajo una sola lógica que los tecnócratas del BM llaman la “estra-
tegia nacional”.15 Así, el Sinap se coloca como centro articulador
del resto de proyectos, ya que está encargado del manejo, en
todos los sentidos, de las ANP del país, mismas que son objeto
espacial y operativo de proyectos como el CBM, CBCM, Coinbio,
tres Ecorregiones Prioritarias, etc. Como se reconoce en el docu-
mento del Sinap II, “…el proyecto propuesto encaja perfectamen-
te en los préstamos del Banco Mundial” (BM, enero de 2002: 18).
15
En general, el resto de documentos no hacen alusión a otros paralelos,
y en el caso de hacerlo, aparecen de manera “descuidada” y superficial, como
si se tratase de actividades que existen, pero que no tienen mayor relevancia
para el proyecto que se está tratando (BM, enero de 2002: 18-19).
70
Implementado por primera vez en 1997, después de haber
recibido un préstamo de 25 mdd para la conservación de 10 ANP
prioritarias, resultado del interés del BM de “asistir” al Gobierno
de México en sus “objetivos ambientalistas” ya desde 1990, el
Sinap I, a sugerencia de las ONG “invitadas” para el diseño del
proyecto (Pronatura y The Nature Conservancy), los fondos
fueron transferidos a una organización privada supuestamente
para asegurar la eficiencia en el uso de los recursos y que según
lineamientos del Sinap II, bajo instrucciones del BM, ésta se co-
locará como el actor privado encargado de realizar tal actividad
a nivel nacional: se trata del Fondo Mexicano para la Conserva-
ción de la Naturaleza (FMCN), una organización en la que figuran
en su Consejo Directivo personalidades empresariales y funcio-
narios públicos en materia ambiental. El FMCN, coadministrado-
ra del Sinap II (BM, enero de 2002: 30), tuvo a su cargo, en 1996,
el manejo y disposición de 20 millones de dólares provenientes
de la Usaid, parte y parcela de los organismos que componen la
laberíntica comunidad de inteligencia de esa potencia e íntima-
mente involucrada en la explotación comercial de los recursos
bióticos del orbe (ibid., 4). Actualmente, el FMCN sigue recibien-
do financiamiento de esa agencia. La Usaid es miembro y finan-
ciador inicial del Internacional Cooperation Biodiversity Group
(ICBG). Éste opera en casi todas las zonas biológicamente estra-
tégicas de Mesoamérica (México, Costa Rica, Panamá), pero
también en otras de Sudamérica (Argentina, Chile y Perú). Re-
presenta fuertes intereses de la industria biotecnológica (espe-
cíficamente en aplicaciones biomédicas), ya que está conforma-
do por el Instituto Nacional de Salud de EUA (NIH), el Instituto
Nacional del Cáncer (NCI), el Instituto Nacional de Alergias y
Enfermedades Infecciosas (NIAID), Instituto Nacional de la Salud
Mental (NIMH), Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA),
el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre (NHLBI), la
Fundación para la Ciencia y la Fundación Fogarty (brazo derecho
del NIH). Según la filosofía del ICBG,
71
de plantas y animales han sido examinadas por tener actividad
biológica en 13 áreas terapéuticas distintas.16
16
http://www.nih.gov/fic/programs/icbg.html
17
El ICBG-Zonas Áridas involucra a American Cyanamid, filial de American
Home Products, así como las universidades de Arizona, Luisiana (G.W.
Hansen’s Disease Center) y Perdue, el Natural Heritage lnstitute, y la Facultad
de Química y el Jardín Botánico de la UNAM. Según los informes del proyecto,
ese conjunto de contratos se formalizaron en 1992, con la CDB impulsada por
el BM y el PNUMA y patrocinada por el Gef. El proyecto incluye además de los
copartícipes mexicanos, a los de Argentina y Chile: el lnstituto Nacional de
Tecnología Agrícola de Argentina, la Universidad de Patagonia (Argentina) y
la Universidad Pontificia Católica de Chile. El proyecto, para la fracción de
México, al mando del doctor Robert Bye —parte del cuerpo administrativo y
docente de la UNAM—, está recolectando muestras de cactus, xerófitas y otras
plantas de los desiertos de los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Du-
rango, San Luis Potosí, Puebla, Nuevo León, Oaxaca y Chiapas. Obtuvo de
1993 a 1997 alrededor de 3 mil 500 extractos, renovándose el contrato
hasta el 2003 (Delgado, julio de 2001: 82, y Delgado, 2002: 170-172).
18
El proyecto entre el ICBG-Maya, el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur),
la Universidad de Georgia y la empresa inglesa Molecular Natural Limited,
firmado en 1998, buscaba sustancias activas (especialmente para la industria
farmacéutica), pero se centraba en el Estado de Chiapas. Lo crítico radica en
72
recientemente cancelado, pero sucedido por un mecanismo al-
terno financiado por la Usaid en vinculación, más que probable,
con el ICBG, supervisado por CI y operado por la FMCN.19 Además,
el FMCN recibe financiamiento de las Fundaciones MacArthur,
Packard, Ford, Summit, National Fish and Wildlife y la Richard
& Rhoda Goldman (todas de EUA), del Gef/BM, la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales —Semarnat— (México),
WWF, The Nature Conservancy, entre otros (BM, enero de 2002:
23-25).
73
Una de las características de los proyectos financiados por
el BM en los últimos años consiste en que el BM directamente o
en sus distintas presentaciones (Gef, PNUD-PNUMA) aportan poco
más de la mitad de los fondos necesarios, mientras que la mayor
parte del remanente es financiado por los gobiernos locales,
aunque hay excepciones. En lo que no hay excepción es que en
todos los proyectos el BM es el que diseña, coordina, modifica,
evalúa, aprueba o veta, permitiéndole subordinar espacios bio-
geográficos estratégicos. En tal contexto, el Sinap I es ahora
considerado a nivel mundial como el paradigma por seguir en
el diseño de financiamientos gubernamentales locales, por lo
que su segunda versión continúa dicha tendencia.
Mientras la Semarnat, al igual que el resto de Ministerios
centroamericanos afines, alega que, por falta de recursos es
necesario transferir la administración y conservación de las ANP
a los Estados y a su vez a “prestadores de servicios ambientales”,
que no son otra cosa que entidades empresariales y ONG financia-
das por el BM y la propia iniciativa privada, el BM festeja que el
gobierno de México cada vez esté más dispuesto a “compartir”
el financiamiento de los mencionados proyectos; incluso, seña-
la el documento del Sinap II que, “…por primera vez, las ANP son
prioridad nacional, y han recibido diez veces más presupuesto
durante la administración de Zedillo, lo que ha sido respetado
por la administración de Fox” (BM, enero de 2002: 21).
Todo apunta a que la mayor parte de ese incremento se ha
invertido en programas del BM y en la burocracia de la Semarnat
y secretarías relacionadas.
Si bien el Sinap II es un proyecto de “conservación” eje del
resto que financian el BM et al., eso no significa que deje de lado
su interés explícito por los recursos genéticos del país. El anexo
15 del documento oficial (BM, enero de 2002: 127-129) da cuenta
de que todos los actores vinculados al proyecto tendrán acceso
a la diversidad biológica del país y su conocimiento, contexto
en que muchos de ellos están directamente involucrados con el
desarrollo de tecnologías de punta, como la biotecnología, mis-
mas que hacen uso de este estratégico y singular recurso, o que
en su defecto tienen acuerdos con otros actores que sí están
comprometidos a tal avance tecnológico. En el mencionado
anexo, entre las actividades en las que se interesa el Sinap II y
que en este sentido vale la pena mencionar son: producción de
plantas nativas forestales, reintroducción de especies animales
74
nativas, estudios e inventarios de especies clave de los hábitat,
monitoreo de la población animal, inventarios y dinámica de la
población de especies florales útiles, inventarios y estudios de
especies florales en peligro, identificación y establecimiento
de bancos de germoplasma, monitoreo de especies florales deter-
minadas, inventarios y estudios de población de especies de los
humedales, inventarios de especies exóticas, definición de
especies de plantas y cantidad de su extracción, identificación
de plantas de interés y utilidad para las comunidades locales
(aplicaciones medicinales y otras), estudios de la calidad, con-
taminación y cantidad de agua dulce, control de las especies
exóticas de agua dulce y construcción de conexiones hidráulicas
(ibidem), todo un bonus en un contexto en el que el agua dulce
se vuelve cada vez más un recurso estratégico por controlar.
En el mismo sentido, y como “brazo derecho” de los distintos
Sinaps, se encuentra la Estrategia Nacional de Biodiversidad (ENB)
para cada uno de los países miembros de la Convención de Di-
versidad Biológica (CDB) y que, para ser sujeto a préstamos en
materia ambiental, el BM et al., requieren que éstos sean signa-
tarios de la CDB. Financiada por el Gef/PNUMA-PNUD, la ENB se en-
foca en la preparación “adecuada” de “estrategias” de acceso,
gestión y conservación de la biodiversidad, incluyendo algunas
de carácter legal. Ello significa que esos actores “internacionales”,
a partir de la esencia y la sinergia de sus proyectos, se van co-
locando como aquellos que “jalan los hilos” y, por tanto, se ad-
judican, en concreto, el usufructo de esa riqueza natural.
20
Varias de las áreas focales que incluye de base el proyecto del CBM
75
una región de enorme impacto geoeconómico y geopolítico que,
como lo suscribe el proyecto Paseo Pantera (PP), “…los fondos
para asegurar su conservación deben provenir, mayormente, del
Gef, por cuanto este último es el mecanismo financiero del Con-
venio sobre Diversidad Biológica” (Boza, 1994: 50), asegurándo-
se así el control del acceso a los recursos, por parte de las CMN
y ONG de EUA —estas últimas financiadas por las primeras.
Como indica el documento del CBM (BM, 2000), el Gef acordó
hacerse cargo de 66.99 mdd de los 90.05 mdd que comprendía
el presupuesto inicial.21 En 2001, un documento del BM-BID refe-
rente a la “perspectiva del financiamiento internacional” en el CBM
puntualizaba que “…los montos de las inversiones financiadas por
ambas instituciones que están directamente relacionadas, as-
cienden a 888 millones de dólares y las indirectamente asociadas
a 4,541 millones, es decir, 5,429 millones en total”.22
Por lo anterior, es ingenuo asumir que este tipo de programas se
restringe explícitamente a conservar el medio ambiente. Más
allá de un análisis de su potencial efectivo para la conservación,
lo cierto es que el eje articulador e impulsor de éstos es el interés
y necesidad de los capitales biotecnológicos de la inmensa di-
versidad biológica y cultural de la región. En efecto, el PP señala,
al igual que el resto de los documentos de los proyectos de
conservación del BM et al., que
76
En tal contexto, México y Costa Rica se jactan de ser los más
avanzados en la ejecución del CBM (Díaz, comunicación personal,
2002). Una operación de escenarios de apropiación y privatiza-
ción de la naturaleza, tanto de parte del BM et al., como de las
CMN, y sus ONG, que ha partido de una justificación banal, argu-
mentando que se trata de un escenario “ganador-ganador” que
“…hermana la conservación con el desarrollo, es decir, la con-
servación es vista como uno de los instrumentos más importan-
tes para lograr el desarrollo socioeconómico de Mesoamérica”
(Boza, 1994: 52).
Esta retórica se ha popularizado, sobre todo entre los nuevos
“partners para la conservación”, al grado que se considera, orwe-
llianamente, que “…el mejor modelo para valorar y proteger la
biodiversidad es mediante la bioprospección, o sea, la explora-
ción de la biodiversidad para encontrar recursos comercialmen-
te valiosos para la genética y la bioquímica” (Boza, 1994: 57).
De este modo, se nos notifica, la conservación desde la “bio-
prospección” ejecutada por actores de los ECC en los ECP podría
llevarnos al desarrollo, discurso contrastante con la realidad de
la subordinación tecnológica del Sur con el Norte, condición
que el BM está asegurando al desmantelar la capacidad endógena
de investigación y desarrollo, por medio de sus programas de
“modernización educativa” en los ECP (BM, 1998), brecha que deja
el gran negocio de la “bioprospección” en manos de CMN metro-
politanas.
Para funcionar ecológicamente, el CBM supone una conexión
geográfica que permite la libre movilidad de las especies, lo que
de entrada es rigurosamente imposible debido a la infraestructu-
ra que fragmenta ese espacio geográfico (carreteras transítsmica
y secundarias, ferrocarriles, o el Canal de Panamá, etc.). Al mis-
mo tiempo, el BID promueve la destrucción de ecosistemas úni-
cos en la región por medio del financiamiento de una vasta in-
fraestructura de comunicaciones y generación de electricidad/
hidroelectricidad necesaria para la implementación del Plan
Puebla Panamá (Véase Anexo sobre el PPP): la carretera que
pretende cruzar por los manglares de Tabasco; las vías que di-
vidirían en fracciones una de las Reservas más importantes del
CBM, la Biosfera Maya (Tikal-Calakmul o El Naranjo y El Ceibo);
o el canal seco de Nicaragua que atravesaría las reservas de la
zona de Monkey Point y Bluefields; por mencionar sólo unos
ejemplos.
77
Diseñados desde Washington, el CBM, así como el PPP —que
promueve Fox como propio—, son ambiciosos proyectos geoes-
tratégicos y empresariales que están lejos de buscar el “desa-
rrollo sustentable” mediante supuestas metas “conservacionis-
tas”. Su implementación estaría fundada en una transformación
normativa —Constitución, Leyes, etc.— requiriendo de la intensa
injerencia desde las instituciones involucradas en su promoción,
sobre el proceso de toma de decisiones a nivel local, nacional y
regional. Para poner en marcha “adecuadamente” el CBM, consig-
na el Parks in Peril,
78
Silvestres Prioritarias en América Central (Boza, 1994: 88), todas
diseñadas por el BM et al.
Lo anterior evidencia que la esencia de esos argumentos se
centra en el interés de los capitales biotecnológicos y afines para
controlar, saquear y comercializar esta singular riqueza y conoci-
miento. Ello resulta perturbador si se considera, como se men-
cionó, que tales acuerdos internacionales, generalmente nego-
ciados por el Ejecutivo y luego ratificados por el Legislativo, son
integrados a las Leyes nacionales en un contexto de un fuerte
vacío en las constituciones nacionales específicamente en cuan-
to a la biodiversidad como recurso estratégico. Llamo la atención
al lector sobre, sin duda alguna, aquellos artículos sobre la te-
nencia de la tierra y la gestión de los recursos naturales conte-
nidos en las constituciones nacionales, resultado de las revolu-
ciones indígenas y campesinas de la región, que han sido y son
una gran incomodidad para los interesados en nuestra biodiver-
sidad, por lo que éstos figuran como puntos de partida, en el
espacio legislativo, para la lucha por la defensa de nuestra ri-
queza natural y cultural.
Resultado de este fenómeno, es el caso “pionero” de Costa
Rica. La Ley de Biodiversidad acordada y aprobada en abril de
1998 es fiel reflejo de los lineamientos de la CDB. Aunque al
principio agresivamente impulsada por actores involucrados en
los bionegocios y después frenada para su revisión por sectores
de la sociedad nacional —algo que efectivamente fue un paso
ganado— (Red por la Biodiversidad —indígenas, campesinos,
ambientalistas, Universidad Nacional, etc.), la correlación de
fuerzas en el proceso de su discusión, redacción y aprobación,
desde la subcomisión legislativa, fue inmediatamente cargada
a favor de las CMN y sus country managers ticos, haciendo de la
lucha social un aval en desacuerdo con una ley que no represen-
ta sus intereses. Desde luego que en el proceso algunos actores
sociales dejaron ver sus verdaderas intenciones, mientras que
otros, convenientemente fueron cambiando de “equipo”. Otra
muestra por el estilo es la del decreto MP-2052 en Brasil. Impul-
sado por Novartis y Bioamazonia determinó dejar en manos de
un “consejo ministerial” el acceso y uso de los recursos del país:
nada más y nada menos que la región considerada como el epicen-
tro de biodiversidad terrestre del planeta, lo que no deja ser un
palpable “descuido” por parte de la elite local en momentos en que
EUA insiste en concebir al Amazonas como área bajo jurisdicción
79
internacional; ello así se está definiendo en los mapas utilizados
en los libros de texto de la potencia norteña. Igualmente se suma
la nueva Ley de Equilibrio Ecológico de México, para la transfe-
rencia de la administración y conservación de las áreas natura-
les protegidas a los estados, aprobada en diciembre de 2001;
las iniciativas de Ley estatales de transferencia de esas áreas a
“prestadores de servicios ambientales” (ONG y capitales privados);
las reformas a las Leyes estatales de Salud, específicamente en
materia de medicina tradicional, y sobre todo, la iniciativa de
Ley para el Acceso y Aprovechamiento de los Recursos Biológi-
cos y Genéticos de México. El caso de CA es el mismo. Desde la
Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) del
Sistema de Integración Centroamericano (SICA), los Estados cen-
troamericanos están avalando una iniciativa de ley idéntica a la
aprobada por México: el Acuerdo Centroamericano de Acceso a
los Recursos Genéticos y Bioquímicos y al Conocimiento Tradi-
cional Asociado. Procesos legislativos en sudamérica son simi-
lares como las reformas nacionales que se desprenden de la
Estrategia Regional de Biodiversidad para los Países del Trópico
Andino (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela).
Complemento del fenómeno anterior, la visualización del BM
sobre el espacio lo ha llevado a enfocarse a la promoción de la
relación directa entre Washington —por medio del BM—, los te-
rritorios y su población, marginando al gobierno (federal) de la
jugada y permitiendo establecer acuerdos ventajosos para sus
CMN, ya que ahora tratan directamente con los gobiernos estata-
les e incluso con “prestadores de servicios ambientales” (ONG).
Las implicaciones que esto conlleva para la integridad territorial
de los países mesoamericanos son graves en el contexto de la
dialéctica entre microrregionalización y macrorregionalización.
En México ello se aplica —la valcanización— tanto a la del su-
reste como de la región norteña del país (Saxe-Fernández et al.,
2001: 305-342).
Si se considera que el CBM opera en el mismo espacio terri-
torial que el PPP, es claro que el primero se perfila como la versión
“verde” del segundo, cuya finalidad, muy alejada de la conser-
vación del medio ambiente, es la del saqueo acordado e incluso
parcialmente financiado y llevado a cabo por la elite mesoame-
ricana23 (Delgado, junio de 2002). Eso explica la incompatibilidad
23
Por ello, el informe del BM señala que, entre las actividades de “uso
80
intrínseca entre dos proyectos operados por organismos íntima-
mente vinculados como el BM-BID. Mientras que el PPP promueve
la construcción de una vasta red infraestructural de comunica-
ciones que cruzaría por áreas protegidas de la región, el texto
base ambiental de ese mismo Plan puntualiza que “…el PPP
funciona como el concepto rector del conjunto de políticas, líneas
de acción y proyectos… como marco envolvente que se sustenta
por la visión de iniciativas como el CBM” (BID, junio 2001: 1).
El BM et al., mediante proyectos tipo CBM, está dando los
primeros pasos para la construcción de un sistema de biopira-
tería continental subordinado a los intereses empresariales de
EUA y sus aliados europeos (Delgado, junio de 2002). Bajo el im-
pulso de esas fuerzas, la siguiente zona por como indica el Parks
in Peril, es el epicentro biológico terrestre del planeta: el Corre-
dor de América del Sur, que comprende la zona amazónica, ahí,
las actividades del Critical Ecosystem Partnership Fund lo revelan,
pero en esta ocasión y seguramente para evitar críticas como
las experimentadas con el CBM, en Sudamérica se están ejecu-
tando múltiples proyectos de corredores locales nacionales y
binacionales. Entre esos “mini corredores” (por así diferenciarlos)
están, en la zona andina, el corredor Vilcabamba-Ambiró (Andes
tropicales); el corredor Cóndor (Andes tropicales); y el corredor
Sureste Chocó (Chocó-Darien/Este de Ecuador). Es un proceso
en el que ya vienen trabajando la Usaid, Wildlife Conservation
Society Foundation, el Smithsoniano CARE, WWF, TNC, entre otros
actores que seguramente operarían con mayor facilidad a partir
de la formalización de las amplias concesiones a favor de la
inversión extranjera directa estipuladas en el capítulo V del ALCA,
así como de la codificación de la virtual entrega de derechos de
propiedad intelectual a las CMN.
81
Mapa 3. Proyectos “verdes” del BM et al. y bases militares de EUA
82
A. Proyectos en México: – Nicaragua: Proyecto Forestal. bm/Ruta.
– Nicaragua: Proyecto Protierra. bm/bid
– 3 Ecorregiones Prioritarias (MEX/00/G31/A/IG) Gef/pnud – Panamá: Apoyo a la Estrategia Visión Darién e iniciativas
– Coinbio (21150-ME) bm/Gef. similares. bm/bid/Pnud/Ruta
– Conservación de la Biodiversidad (P066674) bm/Gef – Panamá: Área Protegida San Lorenzo. bm/Ruta
– Conservación de la Biodiversidad en la Reserva de la – Panamá: Conservación de la Biodiversidad. (P045937) bm/Gef
Biosfera Sierra Gorda. (MEX/00/G32) Gef/pnud. – Panamá: Proyecto de Administración de la Tierra. (Pronat/
– Coordinación Institucional para el Desarrollo Sustentable P050595) bm/Ruta.
Regional (EW- P669435). bm – Panamá: Pobreza Rural y Recursos Naturales. (P007847)
– Manejo Medioambiental y Descentralización (PE-P036005) bm/Mida/Ruta
bm. –
– Mecanismos de Conservación de la Tierra (GM-65923) bm. C. Proyectos en Sudamérica:
– Perfil Indígena del País. (EW-P60278). bm. – Argentina: Áreas Indígenas Protegidas (ARPE57473) bm.
– Programa de Áreas Protegidas (GE-P52209) bm. – Argentina: Bosques Nativos y Áreas Protegidas. (132) bm/Gef
– Proyecto de Conservación y Manejo Sustentable de Recur- – Argentina: Conservación de la Biodiversidad. (P039787) bm/Gef
sos Forestales (Procymaf) (4137-ME) bm. – Argentina: Prevención de Contaminación Costera y Adminis-
– Proyecto de Comunidades Forestales (MXPA7700) bm. tración Marítima. (34188) bm.
– Programa para el Desarrollo Sustentable (Proders). bm. – Bolivia: Desarrollo de Comunidades Indígenas (BOPE57416) bm.
– Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap II/P065988) – Bolivia: Desarrollo de Comunidades Rurales (BOPA6202) bm.
bm/Gef – Bolivia: Proyecto de Administración Nacional de la Tierra.
Usaid
B. Proyectos en Centroamérica y Caribe: – Bolivia: Sistema Nacional de Áreas Protegidas y Conserva-
– Belice: Centro Regional de Investigación en Bio-ciencias y ción de la Biodiversidad (GE-P060474) bm/Gef.
Alimentos. Ruta – Bolivia: Sustentabilidad del Sistema Nacional de Áreas
– Belice: Asistencia Técnica Ambiental y Social. (999/OC-BL) bid. Protegidas. (719) bm/Gef.
– Costa Rica: Conservación de la biodiversidad y producción – Brasil: 2do. Proyecto Nacional de Medio Ambiente. bm.
de cacao. – Brasil: Administración de los Recursos Naturales y Reducción
– bm/Ruta. de la Pobreza Rural. (P043869) bm.
– Costa Rica: Desarrollo de Recursos Bióticos. (P039876) bm/Gef – Brasil: Biodiversidad de Paraná. (P070552) bm/Gef.
– Costa Rica: Ecomercados. bm/Gef (CRPE52009) – Brasil: Conservación de la Biodiversidad y Uso Sustentable
– Costa Rica: Fondo Nacional de Financiamiento Forestal. bm/Gef de los bosques del noroeste del Mato Grosso (BRA/00/
– Costa Rica: Perfil de los Pueblos Indígenas. bm/Ruta. G31/A/1G/99) Gef/Pnud.
– El Salvador: Proyecto Café y Biodiversidad. (P056914) bm/Gef – Brasil: Conservación de la Biodiversidad (P006210). bm/Gef.
– El Salvador: Perfil Indígena. bm/Ruta. – Brasil: Manejo de la Tierra III (BRPA6474) bm.
– Guatemala: Apoyo al MIRNA para el Manejo Integrado de – Brasil: Manejo de Recursos Naturales y Alivio de la Pobreza
Recursos Naturales. bm/Ruta en Río Grande do Sul. (BRPA43868) bm.
– Guatemala: Fondo para la Tierra. (GTPE54462) bm. – Brasil: Proyecto de Reservas Indígenas. y Programa Piloto
– Guatemala: Fortalecimiento de la Gestión Ambiental (ATN/ para conservar la Selva Lluviosa Brasileña. (PP-G7/P006567)
SF-4129-GU). bm/Gtz
– Bid/Conama – Chile: Conservación de la Biodiversidad en la Zona Boscosa
– Guatemala: Proyecto Bio-Itza . bm/Ruta de Valdivia. (P058299) bm/Gef
– Guatemala: Proyecto Cuencas Altas. bid/Ruta – Colombia Estado de Sta. Catarina: Conservación y Uso
– Haití: Proyecto de Bosques y Parques. bm Sustentable de la Biodiversidad en la Región de los Andes.
– Honduras: Administración de Recursos Naturales y Tierra. (CO-GE-63317). bm/Gef.
(HNPA7398) bm. – Colombia: Desarrollo Sustentable de la Sierra Nevada.
– Honduras: Aprendizaje Interactivo Ambiental y Ciencia. (P057326) bm/Ida.
(P057350) bm/Ida. – Ecuador: Control de especies invasoras en el Archipiélago
– Honduras: Biodiversidad en Áreas Prioritarias (P044343) bm/ de los Galápagos. (ECU/00/G31/A/1G/99) Gef/pnud.
Gef/Pnud – Ecuador: Desarrollo de Comunidades Indígenas y Afro-
– Honduras: Conservación de la Biodiversidad en las Áreas ecuatorianas. (P040086) bm/Ida.
Protegidas Prioritarias del cbm – Ecuador: Prioridades para la Conservación de Humedales. Gef
– (HON/96/G41) Gef/pnud. – Ecuador: Proyecto de Manejo Ambiental. (96/50/LAC) bm.
– Honduras: Conservación de Biodiversidad (Étnias Tawahkas – Guyana: Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
y Garifunas). (GYGE37003) bm/Gef.
– Gef/pnud. – Paraguay: Administración de Recursos Naturales.
– Honduras: Manejo y Utilización Sostenida de Bosques de (PYPA7918) bm.
Confieras (Mafor) bm/Finnida – Perú: Conservación in-situ de plantas nativas cultivadas y
– Honduras: Mitigación de Desastres Naturales. Usaid sus parientes. (PER/98/G33/A/1G/99) Gef/pnud/IIAP
– Honduras: Perfil de Desarrollo de los Pueblos Indígenas. bm/ – Perú: Desarrollo de Comunidades Indígenas y Afro-peruanas.
Ruta. (P060499) bm/Ida
– Honduras: Proyecto Piloto de Acceso a la Tierra. (P0559) bm/ – Perú: Manejo Indígena de Áreas Protegidas en el Amazonas.
Usaid. (P065200) bm/Gef/wwf
– Honduras: Proyecto Política Forestal (anteproyecto de Ley – Perú: Proyecto de Conservación de la Biodiversidad.
Forestal). bm/Ruta (P060765) bm/Gef.
– Honduras: Sistema Nacional de Áreas de Conservación – Perú: Recursos Naturales de la Sierra del Perú. (P042442) bm
(Sinac). bm. – Venezuela: Conservación de la Diversidad Biológica de la
– Nicaragua: Perfil Indígena. bm/Ruta. Reserva de la Biosfera del Delta y cuenca baja del Orinoco.
– Nicaragua: Promoción a la Inversión en Agroforestería (VEN/99/G31/A/1G/99) Gef/pnud
Sostenible. (52080) bm/fao
83
– Venezuela: Proyecto de Manejo Ambiental y Cartografía. – Centroamérica: Proyecto Proarca/Costas (Manejo integrado
(98/1542/LAC) bm. y recursos costeros de áreas protegidas) Usaid/ccad/tnc/
wwf/tide
D. Proyectos Regionales: – Centroamérica: Proyecto Regional Indígena de Conservación
y Manejo de Ecosistemas. bm/Ruta.
– Global: Environmental Citizenship. (Argentina, Chile, Costa – Centroamérica: Revisión del Portafolio de Proyectos del
Rica, Cuba, Ecuador, México y Perú). bm/pnuma Banco Mundial en Centroamérica sobre desarrollo indígena
– Global: Desarrollo Nacional de Marcos Legales de Biosegu- (7 proyectos del bm sobre Manejo de Recursos Naturales y
ridad. Gef/pnuma. Tierras en Centroamérica). Ruta.
– Corredor Biológico Mesoamericano-cbm-(México y Centro – Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay: Protección Ambiental y
América/P060980) bm/Gef/pnud. Manejo Sustentable del Acuífero Guaraní. (P068121) bm/Gef.
– Corredor Biológico Coralino Mesoamericano -Mesoamerican – Argentina Bolivia: Programa de Acción para la Administración
Barrier Ref. System- (México, Guatemala, Belice Honduras/ del Río Bermejo. (GF/8400-00-) bm/pnuma
P053349). bm/Gef/Ruta. – Costa Rica, Nicaragua: Administración Integrada y Desarro-
– Centroamérica y México: Atlas Etnoecológico (parte de una llo Sustentable de la cuenca del Río San Juan. (GF-8400-
base de datos para un SIG). bm/Ruta. 00-) Gef/pnuma..
– Centroamérica: Conservación de los Recursos Filogenéticos. – Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana:
bm/Gef/Ruta Conservación de la Biodiversidad e Integración del Conoci-
– Centroamérica: Cuantificación y valoración de los servicios miento Tradicional en Plantas Medicinales en la Política de
ambientales para el medio rural. bm/Ruta Salud Básica. Gef/pnud
– Centroamérica: Gestión de Perfiles sobre los Pueblos Indí- – Nicaragua, Panamá. Corredor Biológico del Atlántico.-parte
genas de Centroamérica. bm/Ruta. del cbm-(NI-GE-41790 y PA-GE-45937) bm/Gef/Ruta.
84
Anexo. Los “atributos” del
Plan Puebla Panamá
24
Fazio, 19 de marzo de 2001.
85
“aliados” europeos y japoneses en los múltiples negocios que se
tienen contemplados (véase más adelante). Es en este sentido
que la Red Mexicana Contra el Libre Comercio ha venido seña-
lando que la función destinada a Fox es la de “enganchador”,
cometido al que se suman —siguiendo oportunamente la invi-
tación del presidente mexicano— los gobiernos de los países
centroamericanos y sus numerosas instituciones, tanto nacio-
nales como regionales.
Los diseñadores e impulsores del PPP indican que se trata de
un proyecto que “…centra su atención en un conjunto de accio-
nes… cambios institucionales y regulatorios, y políticas de Es-
tado que promuevan, incentiven y faciliten las inversiones pro-
ductivas privadas”.25
Sin embargo, ese “conjunto de acciones” tienen fundamento
en megaproyectos geoestratégicos rancios de EUA. En 1850, la
Railroad Company de Nueva Orleáns consideró la construcción
de una vía que comunicara los extremos del Istmo de Tehuan-
tepec en el sureste de México. El presidente Buchanan de EUA lo
gestionó en 1859 con su homólogo mexicano Benito Juárez. El
“arreglo” también incluía el derecho a perpetuidad de las vías
Guaymas-Nogales y Matamoros-Mazatlán.26 La guerra civil de EUA
no permitió consolidar tal proyecto, pero lo dejó en activo. Con
la apertura del Canal de Panamá, la urgencia del de Tehuantepec
menguó; no obstante, dadas las crecientes necesidades de EUA,
así como por el vencimiento de la entrega del Canal, Washington
retomó su vieja estrategia territorial, esta vez pretendiendo
“organizar” toda la complejidad del espacio territorial de México,
Centroamérica y, al menos, la zona andina en Sudamérica. El
diseño, desde luego, ha sido reconfigurado a las necesidades
actuales de acumulación del capital estadounidense. El primer
paso se consolida en 1994 con el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), escenario del que después “reapare-
cería” el PPP como Caballo de Troya para la implementación del
Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).27 Para 1996, el ex
presidente de México, Ernesto Zedillo, presentó su Plan Nacional
de Desarrollo Urbano 1995-200028 en el que proponía lo que de
25
Presidencia de la República, marzo de 2001: 5. Las cursivas son mías.
26
Véase Brasseur, 1981: 10-14. Saxe-Fernández, 2002.
27
Fazio, op cit.
28
Poder Ejecutivo Federal, marzo de 1996.
86
fondo es la versión del PPP para México y que incluye, entre otros,
el añejo corredor Guaymas-Nogales. Finalmente, en el 2000
aparece El sur también existe,29 un texto que se considera la base
de construcción del discurso oficial del PPP,30 al que luego se le
sumarían proyectos locales como el fallido Proyecto Milenium
de la región del estado de Puebla o el Proyecto Regional de Gran
Visión (estados de Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Veracruz).31
El PPP opera formalmente en los estados mexicanos de Cam-
peche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabas-
co, Veracruz y Yucatán, así como en los siete países de Centro-
américa. A pesar de la oposición de una buena parte de los
mesoamericanos, entre los planes del PPP se incluyen: carreteras,
puertos marítimos, tendidos eléctricos y de comunicaciones
(incluyendo los de fibra óptica), plantas generadoras de electri-
cidad (tanto termoeléctricas como hidroeléctricas), oleoductos
y gasoductos, ferrocarriles, aeropuertos, canales secos y de agua
(que den salida a las mercancías hacia la Cuenca del Pacífico, y
en particular al mercado de China, nuevo socio de la OMC),32 así
como varios corredores industriales-maquiladores (algunos in-
teroceánicos) a los que también se integran las actividades de
la maquila para exportación de la producción de la agroindustria
(particularmente de hortalizas y frutas tropicales33). Tal infraes-
29
Levy, Santiago. Dávila Enrique y Kessel Georgina, 2000.
30
Presidencia de la República, op. cit.
31
Para ambos casos, véase www.sct.puebla.gob.mx/sct/index.htm
32
Barreda hace una indagación puntual de la ubicación espacial de la
industria de EUA, misma que se emplaza en el este de ese país, en torno del
río Mississippi y los Grandes Lagos. Como indica Barreda, EUA está dividido
en dos por una cordillera montañosa que le dificulta conectar el este con el
oeste. Dado que el gran mercado mundial se ubica en la Cuenca del Pacífico,
EUA comenzó a desarrollar la economía californiana. El PPP busca, entre otros
factores, aumentar la proyección de EUA hacia el Pacífico, ello a través de
múltiples “corredores de integración urbano-regional” a lo largo y ancho
de la región, que además son estratégicos para el abastecimiento de energía
y fuerza de trabajo baratos. Entre los corredores interoceánicos de sistema
intermodal, se nombran siete para México (de Guaymas a Nogales, de Man-
zanillo a Nuevo Laredo, Matamoros a Villahermosa, Acapulco a Veracruz,
Tapachula a Manzanillo, Salina Cruz a Coatzacoalcos y Villahermosa a Cancún)
y tres para Centroamérica (Golfo de Fonseca, Nicaragua y el Canal de Panamá)
(Barreda, 1999).
33
Justo corresponde al “fuerte” de la CMN mexicana Pulsar/Savia, además
de la bioprospección y las plantaciones agroforestales que ejecuta en el sur/
87
tructura, necesaria para la implementación del PPP, apunta a la
destrucción de ecosistemas únicos; sin embargo, aun así es
promovida, entre otros actores, por el BM. Además de la infraes-
tructura vial, de comunicaciones y presas antes indicados,
también se contemplan proyectos turísticos o “ecoturísticos” de
inspiración multinacional, muchos justo en zonas de manglar y
arrecife de coral.
Dado que el PPP no es un convenio o tratado de libre comer-
cio (como sí lo es el TLCAN y el ALCA), sino más un plan de desa-
rrollo, la necesidad de privatizar y dejar que operen las “bonda-
des” del “libre mercado” resulta ser uno de los argumentos
centrales. En tal sentido, los procesos de privatización e inver-
sión extranjera directa de tipo “neoliberal” no se han hecho es-
perar. La función del ALCA entonces será que, una vez consoli-
dado el proceso de compra-venta34 de AL, ése sea protegido
operativa y “legalmente” (en Sudamérica consolidado por el
proyecto de “Integración de la Infraestructura Regional de Sud-
américa” (IIRSA) y sus doce “ejes de integración”, y protegido
mediante el Plan Colombia, el Plan Andino Amazónico y simila-
res, o bien, a través de mecanismos para devastar las economías
de esos países, como el caso de Argentina que permitan instalar
regímenes o políticas pro EUA). De ahí que Florencio Salazar (ex
director del PPP, ya que ahora el Plan está a cargo de la Secreta-
ría de Relaciones Exteriores de México) señalara en marzo de
2002 que
88
representa 445 millones de dólares, mientras que en campos
como el desarrollo sustentable y el turismo tendrán parti-
das menores… De los cuatro mil 17 millones de dólares…
mil 512 serán aportados por México y el resto procederá de
financiación de organismos internacionales como el Banco
Interamericano de Desarrollo, el Banco Centroamericano de
Integración Económica y el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo.35
35
La Prensa Gráfica, 15 de marzo de 2002: 64.
89
septiembre de 2000). Entre los convenios del Plan Colombia,
puntualiza el Departamento de Estado de EUA (DdE), está el que
“…contribuye a la financiación de programas de alternativas
viables a los cultivos ilícitos, al mismo tiempo que destina
fondos para la construcción de infraestructura rural y a la
promoción de una mejor administración de los recursos na-
turales” (DdE, “Colombia y Estados Unidos firman convenios
Plan Colombia”, 26 de septiembre de 2000). Además de la
compra de armamento a EUA (o lo que se ha calificado como
“intercambio de droga por armas”), entre las actividades más
importantes del Plan están, sin lugar a dudas, las que giran
en torno del petróleo. De ahí que sea crucial para EUA, por
ejemplo, la toma de posesión del oleoducto de Caño Limón
que recorre 780 kilómetros desde los campos petroleros en el
departamento colombiano de Arauca, cerca de la frontera con
Venezuela, hasta el puerto de Coveñas en la costa atlántica
(DdE, “La destrucción de los oleoductos”, http://usinfo.state.
gov/espanol/andes/ homepage.htm). La excusa de EUA para
tomar posición del oleoducto se sostiene en que éste ha sido
atacado constantemente por la guerrilla, por lo que ahora es
EUA quien debe asegurarlo. Lo que de fondo se juega es que se
está atentando contra los intereses de EUA, y particularmente
los de “su” CMN Occidental Petroleum que opera, junto con
Ecopetrol (Colombia) dicho oleoducto. Asimismo, se incluye,
entre otras actividades de “administración de los recursos
naturales”, la plantación industrial de palma africana, palmi-
to, colorantes, etc.; para surtir a las empresas de EUA y sus
“socios” europeos y japoneses. Este último tipo de proyectos
se insertan bajo la denominación de “cultivos alternos” con
una inversión de alrededor de 1 300 mdd. (Véase http://asac.
net/noticias/). Realmente son este tipo de “asuntos” los que
conforman la agenda de fondo del Plan Colombia. Consúltese
Departamento de Estado de EUA. Programas de lnformación
lnternacional. Plan Colombia. 1999. http://usinfo.state.gov/
espanol/colombia/plan.htm
90
No es casual que el grueso de las CMN involucradas sean
originarias de EUA y tampoco que varias correspondan al sector
energético. La implementación del PPP se sostiene en los proyec-
tos de dicho sector ya que permiten “moverlo”. Es decir, posibi-
litan el funcionamiento de la maquila, la transportación de
mercancías y de la fuerza de trabajo, etcétera.
En México, los intentos por privatizar el sector energético
son muy antiguos. La privatización de modo totalmente abierto,
hasta el momento de redacción de este texto, no se ha concre-
tizado; sin embargo, la privatización de facto de los sectores
91
de la ATPA… expande los beneficios para los textiles andinos
fabricados con hilados de Estados Unidos y ropa andina hecha
con hilados regionales, sujetos a un límite máximo. También
extiende los beneficios a nuevos productos como petróleo y
sus derivados, atún, zapatos y otros artículos de cuero (DdE, 2
de agosto de 2002, op. cit. Cursivas mías). Para una indagación
respecto a la lniciativa Regional Andina, consúltese: http://
usinfo.state.gov/espanol/ari/
36
Véase Saxe-Fernández, 2002, op. cit.
92
y de manera continua en el espacio, no se diga en otros aspectos
—incluyendo el saqueo de recursos bióticos, tanto de Mesoamé-
rica como de Colombia. Los beneficiarios de tal maniobra sin
duda alguna son EUA y su elite empresarial, aunque no resulta
despreciable el negocio que pueden hacer otros “socios” de se-
gundo nivel,37 siempre y cuando no atenten contra los intereses
de EUA (momento en que perderían esa posición de “alianza”).
Las ramificaciones político-sociales y militares del PPP, como
puede deducirse, son de orden mayor. La región, de cerca de
dos millones de hectáreas y 74 millones de habitantes, se carac-
teriza por ser extremadamente rica en recursos naturales (ade-
más de las amplias reservas de biodiversidad y de agua, también
cuenta con importantes yacimientos de minerales —como el
uranio—, de petróleo y gas, etcétera).
Al mismo tiempo, dado el saqueo histórico de la región, y
que se pretende potenciar con el PPP, el 60% de la población está
considerada como pobre (vive con un dólar o menos por día), el
40% trabaja en la agricultura (considérese que será desplazada
por la agroindustria y con ello se perderá lo poco que queda de
soberanía alimentaría), y el 18% es indígena. Esa diversidad
cultural de comunidades indígenas y campesinas milenarias que
conforma las tierras mesoamericanas pretende ser “moderniza-
da” para que sea más rentable a la acumulación de capital. Ese
37
En la búsqueda por mejores posiciones en el mercado de la energía, el
gas y el agua, las CMN españolas (que siempre pueden ser objeto de fusión
con las de EUA) tienen un papel (como “socios” de segundo nivel de EUA) muy
activo en el marco del PPP. Endesa, la primera CMN de electricidad española
(con 20 millones 164 mil clientes), que a su vez también es un importante
actor en el mercado del gas (del que hoy es segundo operador en España por
número de clientes, y que pretende, junto con lberdrola, la segunda CMN de
electricidad de ese país ibérico, arrebatar el liderazgo a Repsol en España),
actualmente tiene en sus manos la concesión del Sistema de lntegración
eléctrica para Centroamérica del PPP. Durante la presentación formal del PPP
en Madrid, según una nota de El País, se puntualizó que “…el lnstituto de
Crédito Oficial (LCO) y el de Comercio Exterior (LCEX) españoles expresaron su
apoyo y colaboración con el plan. Con éste se pretende desarrollar económi-
camente la zona con la construcción de 8 977 kilómetros de carreteras y una
red eléctrica y de telecomunicaciones regional y dar un primer gran paso a
la integración regional. El plan intenta atraer la inversión española y en in-
terés de sus compañías en la licitación de los proyectos. Endesa, por ejemplo,
ya se comprometió con 45 millones de dólares para financiar una parte de
la red eléctrica regional” (Gualdoni, 12 de noviembre de 2002: 54).
93
Mapa 4. Extensión y proyección de Gasoductos en Mesoamérica
94
Biopiratería, política y geopolítica
de la biodiversidad mesoamericana
95
Considerando lo anterior y como antesala al sondeo de los
perfiles nacionales de la región, considero conveniente pre-
sentar un par de casos clave a nivel regional.
Uno es el proyecto Conservación de la Biodiversidad e
Integración del Conocimiento Tradicional en Plantas Medicinales
en el Sistema de Salud Básico en América Central y el Caribe
—UNEP/CBD/COP/4/27— (BICTPM) del BM/Gef-PNUD, aprobado en
noviembre de 2000. Es ejecutado desde el TRAMIL Programme del
IUCN, este último financiado por el BM, Gef, FAO, ONU, Usaid, CI,
Fundación MacArthur y Ford, entre otros donadores antes men-
cionados.
En el TRAMIL “colaboran” la Universidad de Caén, Stras-
bourg, Metz, Poitiers y Toulouse de Francia, la Universidad de
Illinois, el Jardín Botánico de Missouri, la Universidad de Up-
sala (Suecia) y de Sevilla (España), el Museo Nacional de Historia
Natural —Laboratorio de Etnobiología— de Francia, el Tropical
Royal Institute (Holanda), el MaxPlanck Institute, el Instituto
Mexicano del Seguro Social (México), etcétera.
Igualmente, recibe el “apoyo de especialistas” del In-
ternational Development Research Centre (IDRC) de Canadá y la
Medicinal Plant Specialist Group (MPSG) —fundado por IUCN en
1994—, desde sus programas para “Centros de Diversidad de
Plantas Medicinales”. El trabajo en conjunto, tanto del TRAMIL,
el IDRC y el MPSG, es evidente; incluso el Gef suscribe que, “…
muchos miembros del TRAMIL también lo son del MPSG” (Gef,
2000: 16). Más aún, indica que el proyecto “…ha desarrollado
conjuntamente actividades de investigación y conciencia pú-
blica desde la iniciativa ‘Planeación y Desarrollo del Corredor
Biológico Mesoamericano’” (Gef, 2000: 25).
Opera formalmente en Panamá desde la Autoridad Nacional
del Ambiente en la comarca Ngöbe Buglé y en la selva tropical
Embera Darién donde operan IUCN y CI; se vincula con el Mi-
nisterio de Salud —sección de medicina tradicional, creada en
1999— y el Ciflorpan de la Universidad Nacional de Panamá;
en Honduras en vinculación con el Laboratorio de Histología
Vegetal y Etnobotánica del Departamento de Biología de la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras, enfocándose en
la Reserva Río Plátano; En Nicaragua con el Ministerio de Am-
biente y de los Recursos Naturales, en particular en la reserva de
Bosawas y las Segovias; enlaza a la Red Nacional por las Plantas
Medicinales (Red Plamotanic) y al Herbario de la Universidad
96
Nacional de Nicaragua campus León. Recibe “asistencia” de The
Nature Conservancy y del Centro de Antropología Medioam-
biental de la Idaho State University; y en la República Domini-
cana con la Onaplan, con énfasis en el Parque Nacional del Este
y Zambrana Coutí; liga al Jardín Botánico Nacional de Santo
Domingo, al Herbario Nacional y al Enda-Caribe. Otros programas
similares que ha cooptado son el de Pronatura y aquellos fi-
nanciados por el World Forum on Environmental Protection (Gef,
2000: 57, 16, 22-23).
A los actores anteriores se suman directamente a la “causa”
el BM, Usaid, Gtz, Panif, IUCN, la Secretaría de la CDB, el Center
for Health y el Global Environment con su programa “La biodi-
versidad es importante para la salud humana” y la Escuela de
Medicina de Harvard bajo el auspicio de la Organización Mundial
de la Salud y el PNUMA (Gef, 2000: 17, 33).
Dado que en CA y el Caribe aproximadamente se han repor-
tado más de mil especies con actividad ethno-farmacológica (Gef,
2000:29), el proyecto busca, entre otros puntos,
97
geográficas que existen entre los recursos naturales y los
pueblos indígenas que habitan la región de Mesoamérica…
esto implicó la búsqueda, captura y sistematización de todos
aquellos estudios dirigidos a revelar los conocimientos, cos-
movisiones y prácticas de manejo de los recursos naturales
(Toledo et al., 2001: 9. Cursivas mías).
1
http://www.asf.alaska.edu
98
Los propósitos del Programa Ccad/Nasa son:
Estudio de país
2
El Programa Landsat es el sistema más grande de adquisición de imá-
genes de la tierra desde el espacio. El primer satélite Landsat fue lanzado en
1972 y el más reciente, el Landsat 7, fue puesto en órbita en 1999. Las mi-
llones de imágenes son archivadas en EUA y en estaciones Landsat alrededor
del mundo. Son utilizadas por cuestiones y para aplicaciones clasificadas
bajo el rubro de “seguridad nacional”, pero también en la planeación regional,
educación, actividades agrícolas, geológicas y medioambientales. El Progra-
ma Landsat es administrado por la Earth Science Enterprise y la Goddard
Space Flight Center de la Nasa y el EROS Data Center del US Geological Survey
(http:// geo.arc.nasa.gov/sge/landsat/landsat.html).
99
islas en ambos litorales y continentalmente con una serie de
alineaciones montañosas de origen volcánico que se extienden
por la parte central del país delimitando llanuras litorales,
tanto en el Caribe como en el Pacífico. En el occidente, se en-
cuentra la serranía del Tabasará —continuación de la Cordillera
Central Americana—; en el oriente, se emplazan las serranías de
San Blas y de Darién, conocidas como Arco de Darién. La unión
entre los Andes Colombianos y los panameños tiene lugar en los
Altos de Aspavé y de Quía en el oriente darienita.
La red hidrográfica se distribuye en 51 cuencas con alrededor
de 500 ríos que drenan el territorio nacional y en el que predo-
mina el clima tropical húmedo (Anam, 2000: 1,3).
El país concentra la mayor biodiversidad de la América
meridional (Anam, 2000: xi). El 44.7% de la superficie total de
Panamá se clasifica como boscosa, siendo las provincias más
importantes las de Darién, Bocas del Toro, Panamá y Veraguas. Sus
manglares se extienden en un espacio de 170 687 ha, los pantanos
de aguas dulces del Darién en 23 769 ha y las zonas inundables de
Bocas del Toro en 30 mil ha, todas altamente biodiversas (Anam,
2000: 24). Otra región notable es la provincia del Chocó, ubi-
cada en el dominio amazónico; se caracteriza por su alto grado
de endemismo y ha sido considerada como posible centro de
origen de muchos elementos de la selva húmeda que invadió
Centroamérica en relación estrecha con la flora amazónica; ello
explica por qué se registran en Panamá el mayor número de
especies de Mesoamérica de origen amazónico (Anam, 2000:
13,14).
Costa
Rica
Corredor
Biológico
PANAMÁ
Colombia
100
Una fracción representativa de esa gama de biotas está
protegida en 43 ANP a cargo de la Autoridad Nacional del Ambien-
te —Anam— (hasta mediados de 1998, Instituto Nacional de
Recursos Naturales Renovables), acumulando 1 902 254 ha —poco
más de la cuarta parte del territorio nacional— (Anam, 2000:
xv). El 56% de las ANP incluyen tierras privadas, el 42% recibe
“asistencia” técnica y/o económica extranjera y nueve tienen
programas de investigación —Soberanía, Darién, Parque Natu-
ral Metropolitano, Coiba, Barro Colorado, Isla Iguana, Isla de
Cañas y la Comarca Indígena Narganá— (Aman, 2000: 93). De éstas,
una parte importante es habitada por indígenas. En la región del
Darién, por los kunas (24.4% del total de población nativa); en
el Darién, en el alto Bayano e Ipetí y en algunas regiones de la
cuenca del río Alajuela, por los emberás (7.6%) y wounaans
(1.3%); en la región montañosa del occidente, Chiriquí, Bocas
del Toro, Veraguas, y en las serranías del Tabasará, por los ngöbe-
buglés (63.6%); en el oriente de Bocas del Toro y noroeste de
Veraguas, por los bokotas (2%); en Bocas del Toro por los teribes
(1.1%); y en la frontera ticopanameña por los bribris (Anam,
2000: 111).
Los datos de la riqueza biológica nacional identifican 725
especies de algas marinas y 573 de agua dulce; 678 de peces
marinos, unas 190 de peces dulceacuícolas, 170 de anfibios,
228 de reptiles, 930 de aves y alrededor de 230 especies de ma-
míferos (Anam, 2000: xii-xiv). Destacan las nueve mil especies
de plantas florales que posicionan a Panamá en el lugar 19 de
entre los 25 países con mayor riqueza de tales especies. De ésas,
cerca de mil son endémicas y se sabe que 194 —nativas— tienen
propiedades medicinales; sin embargo, puntualiza la Anam, “…
el 44% no tienen evaluaciones farmacológicas” (Anam, 2000:
37). En tal sentido, la Universidad de Panamá —explicita la
Anam— inició en 1975 un programa de investigación sobre las
propiedades de la flora panameña, conformándose el Centro de
Investigaciones Farmacognósticas de la Flora de Panamá (Ciflor-
pan), “parte fundamental del ICBG-Panamá”, que cuenta con el
apoyo financiero de la OEA, la Usaid y otros actores (Anam, 2000:
ibidem). Al parecer, el tipo de investigaciones del Ciflorpan ope-
ra simultánea y coordinadamente en Colombia y Bolivia (La
Prensa, 16 de diciembre de 2000). Según Pablo Solís, un inves-
tigador del Ciflropan entrevistado por el periódico nacional La
Prensa,
101
…el Ciflorpan divide el terreno selvático en una serie de
parcelas de biodiversidad, cada una con una extensión de una
hectárea cuadrada. Cada planta localizada dentro de estas
parcelas es recogida e identificada taxonómicamente. Si se
encuentra alguna especie que no haya sido estudiada con an-
terioridad, se procede a realizar ‘‘bioensayos’’ para determi-
nar su potencial medicinal… el Ciflorpan busca compuestos
químicos con potencial farmacológico… una sustancia que
sea efectiva contra las enfermedades y que al mismo tiempo
no sea tóxica para el organismo… algunos de los extractos
identificados por el Ciflorpan ya han sido analizados por el
Instituto Nacional del Cáncer de EUA (ibidem).
102
yano-Majé del BID; la zona de la Cuenca del Canal de Panamá de
la Usaid, su contratista clásico; el International Resources
Group, Ltd. (Washington, D.C.), y el Smithsoniano; el del Parque
Internacional La Amistad de PNUD/CI/Ancon; el de Bosques
Nativos del Este de Panamá del IUCN ; el Programa Ambiental
Regional para Centroamérica/Proarca de WWF, Ccad, Usaid y
TNC, ejecutado en el país por la ONG Ancon (financiada por
USAID, TNC, WWF, IUCN , etc.) en el Parque Nacional Marino Isla Bas-
timentos y en el Corredor Altitudinal Guanaca; el Catalyzing
Conservation Action in Latin America que opera en Panamá,
Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú (ejecutado en el país
por el BM-PNUD, TNC, el Smithsoniano, Ancon y la Anam); el Fidei-
comiso Ecológico de Panamá (Fideco) para el Manejo y Desarro-
llo de Áreas Silvestres Protegidas implementado por la Fundación
Natura-Panamá (parte de la Red de Fondos Ambientales de Lati-
noamérica y el Caribe) —apoyada por el PNUD, Usaid, TNC, WWF, CI,
IUCN , Fundación MacArthur, Basf, Knoll, Pfizer, DuPont Colombia,
etc.— y capitalizado por la Usaid, TNC, Smithsoniano y Ancon, etc.
(Anam, 2000: 90, 137, 142).
Sobresale, por sus particularidades, el programa para
mapear ecosistemas y tipos de vegetación de Panamá, un
“componente” del Corredor Biológico del Atlántico. Para su
ejecución, la Anam contrató a la Louis Berger Group, Inc. (EUA)
“para identificar, bosquejar y clasificar ecosistemas primarios en
todo el país”; y ha indicado que sus actividades son “apoyadas”
por el Herbario de la Universidad de Panamá y el Ciflorpan.
Louis Berger Group ejecuta proyectos para la privatización/
divestiture3 de activos públicos en casi toda AL en áreas que
van desde agua y biodiversidad hasta infraestructura, comuni-
caciones viales, etcétera.
Por otro lado, destaca el ICBG-Panamá (de la Usaid, el Na-
tional Science Foundation y los institutos de salud, todos de EUA)
3
Definición textual: “A divestiture refers to a transaction in which a
company of the corporate group sells all or part of its investment in anoth-
er company of the group to an investor outside the subgroup or even outside
the corporate group. lf the investment in a company is sold to another com-
pany of the same subgroup, this is referred to as a transfer. An investment
sold to another company outside the subgroup but within the corporate
group would be regarded as a divestiture by the subgroup but as a transfer
by the corporate group” (www.sapinfo.net/public/en/glossary.php4/list-
dict/138_Cat/C/A/9944).
103
como el nodo desde el que operan los principales actores biopi-
ratas del país, como el Ciflorpan y el Corredor Biológico del
Atlántico/Louis Berger Group —parte del CBM—, y el Programa
Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (Cyted),
a través del Programa Química Fina Farmacéutica que busca com-
puestos activos de plantas medicinales, capitalizado por el BID,
CEPAL, Organización de Estados Americanos (OEA, con base en
Washington, EUA) y cooperación internacional.
Formalmente, el ICBG-Panamá sólo lo suscriben el Smith-
soniano, la Universidad de Panamá, Instituto Conmemorativo
Gorgas de Estudios de la Salud, la Anam y la Fundación Natura
(La Prensa, 20 de abril de 2000: 6A). Aunque buena parte de
la información la ha venido recolectando el Smithsoniano des-
de hace varias décadas como resultado de investigaciones de
las áreas cercanas al Canal de Panamá durante su construcción,
ahora el ICBG se centra en lugares como Barro Colorado y el Par-
que Nacional Altos de Campana. De ahí que parte de las inves-
tigaciones se realicen en las instalaciones del Smithsoniano de
Barro Colorado, en donde se han recolectado casi 60% de las
1 500 especies de plantas ahí reportadas para someterlas a
pruebas. Una vez tomadas las muestras biológicas, la Univer-
sidad de Panamá, el Instituto Conmemorativo Gorgas/la Uni-
versidad de Florida-Panamá hacen las pruebas preeliminares
(fluorescentes) de actividad contra enfermedades como la mala-
ria, chagas y leishmaniasis. Por la Universidad de Panamá parti-
cipan las facultades de Farmacia parte del Ciflorpan/Cyped, que
llevan a cabo bioensayos para detectar actividad contra el cáncer;
la de Medicina, que busca actividad contra el sida; y la de Cien-
cias Naturales, que realiza análisis fotoquímicos de especies
nativas panameñas.
En el caso de tener algún potencial comercial se transfieren
al Smithsoniano para que realice las pruebas de resonancia
magnética nuclear, tecnología que solamente tiene ese insti-
tuto. Esa tecnología permite al Smithsoniano corroborar la ac-
tividad de la muestra biológica a partir de la obtención de su
estructura química detallada, información que por sí sola
puede ser vendida a CMN como Diversa (EUA) que se identifican
en ofrecer a un costo determinado una biblioteca de estructu-
ras químicas, moleculares, etc. En el caso de que se descu-
briera algún compuesto para su aplicación comercial, indicaban
en 1999 los científicos locales que trabajan para el ICBG-Panamá,
104
…La nueva estrategia implementada por el ICGB permite que
gran parte del trabajo previo al descubrimiento y el regis-
tro de una nueva droga se realice en nuestro país, ya que
anteriormente todo el análisis de laboratorio era efectuado
en el extranjero… no es lo mismo ofrecerle a una empresa
farmacéutica hojas que un compuesto puro… (pero)… antes
de pensar siquiera en cualquier publicación, es importante
llegar a un acuerdo con las compañías farmacéuticas ex-
tranjeras, de tal forma que nos aseguremos de que Panamá
reciba algún tipo de beneficio con la divulgación de esta
información (La Prensa, 16 de diciembre de 2000).
105
del uso del conocimiento tradicional. Así, de surgir cualquier
problemática, basta puntualizar que a las CMN solamente se les
vendió el derecho de la patente por cierto número de años o
incluso la patente misma, por lo que los conflictos relativos a
ésta tienen que ser resueltos por los que la patentaron. Tal ar-
gumento justificador es lo que se puede traducir del señala-
miento de Capson, por lo que debe ponerse gran atención al
impulso que el ICBG en otros países dará para que los investi-
gadores locales patenten los compuestos antes de ser transfe-
ridos a las CMN. La privatización de las investigaciones nacio-
nales en manos de actores que previamente ya las negociaron
es un mecanismo que puede ser codificado lingüísticamente
como un avance en la protección de la investigación nacional y
el conocimiento tradicional utilizado, y que de fondo solamen-
te es el perfeccionamiento de la formalización del remate de
los recursos y su conocimiento por actores que de una u otra
manera y nivel buscan beneficiarse en la esfera de los bionego-
cios. Incluso el patentamiento tanto de los recursos naturales
como de su conocimiento por parte de los ECP tendría los mismos
efectos, a menos que, como en Cuba, se cuente con una industria
verdaderamente nacional que concretice esas investigaciones
en productos, a los que nacionalistamente puedan acceder, al
menos, todos los miembros de su población; pero mejor aún,
rompiendo totalmente con la lógica del mercado deberían llegar
a toda la humanidad que los requiera, algo que Cuba, con sus
limitaciones materiales y dentro de la lógica del mercado,
intenta hacer mediante intercambios de servicios, por ejemplo,
con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, con el que se
acordaron servicios médicos y deportivos por petróleo.4 Am-
bos esquemas se contraponen al negocio privado que hacen
las CMN extranjeras a costa de la biodiversidad y su conocimien-
to e incluso de las investigaciones propias de los países
periféricos.
En el caso del ICBG-Panamá, se ha acordado que las mo-
ronas del pastel —el pago por derechos de patente o el porcen-
taje de regalías previamente negociadas— serían distribuidas
de la siguiente manera: “…un 30% iría a la Fundación Natura,
un 20% a la Anam para la protección de ANP y 50% se dividiría en
4
http://www.ain.cubaweb.cu/fidelviajes/galeriavenezuela/ago11cmcro-
nologia. http://www.mail-archive.com/latina@alexn.itb.it/msg00495.html
106
partes iguales entre las instituciones de investigación partici-
pantes” (La Prensa, 20 de abril de 2000: 6A).
El pastel completo se lo queda claramente el ICBG y sus CMN,
que tanto en el caso del Ciflorpan como en el del Instituto Conme-
morativo Gorgas/Universidad de Florida-Panamá, la CMN con la que
ya se está negociando es la gigante Novartis (Suiza), y desde luego,
es de esperarse que también se esté haciendo con las estadouni-
denses ligadas a los institutos de salud de EUA como Merck, Pfizer,
Bristol-Myers, Pharmacia y/o American Home Products.
En cuanto a espacios de biodiversidad ex situ en Panamá, el
único jardín botánico es el Summitt establecido por EUA. Al-
berga más de 60 mil muestras. Respecto a los herbarios existen-
tes, uno corresponde a la Universidad de Panamá que, como
se apuntó, está íntimamente vinculado al ICBG; el resto, otros
dos ubicados en la Isla de Barro y en la Ciudad de Panamá, son
del Smithsoniano, el primero con 2 300 y el segundo con 12 mil
ejemplares (Anam, 2000: 100). Es decir que todos los espacios
de biodiversidad ex situ del país están en manos de EUA.
Costa Rica. Con 51 mil km2 de superficie terrestre (0.03% de
la mundial) y 589 mil km2 de mar territorial, Costa Rica es con-
siderada como el país que por unidad territorial contiene la
mayor diversidad de especies, albergando alrededor de 4% de
la biodiversidad mundial (Minae, 2000: 25). Cuatro áreas de en-
demismo que comprenden cerca de 20% del territorio nacional:
la región del Golfo Dulce (de la Península Osa hasta Punta Buri-
ca), de las tierras altas de la Cordillera Volcánica Central, la de
Corredor biológico
Costa Rica
107
Salamanca y la de la Isla de Coco. Súmese la región del Pací-
fico Central, que desde el punto de vista florístico es alta-
mente endémica.
En cifras conservadoras, aproximadamente 10% de las
plantas son endémicas. En cuanto a vertebrados, se estima que
no existen especies endémicas de mamíferos sólo de CR, pero
sí del área de Salamanca-Chiriquí (CR-Panamá). La flora medici-
nal de CR se calcula en más de 500 plantas y se aprovechan
alrededor de 406 especies.
La ciencia occidental conoce la existencia de 67 mil especies
de artrópodos, pero se espera que existan 366 mil; igualmente
se sabe de 10 353 especies de plantas, pero se estiman 13 200.
En la misma relación se pueden listar las 1 630 especies de
peces de 1 650; las 1 465 de vertebrados de 1 530; las 1 050 de mo-
luscos de 3 mil; 825 de hongos de 65 mil, las 503 de algas de 5 350,
las 213 de bacterias y otros microorganismos de 26 350 (García,
2000: 30).
CR protege un millón 282 641 hectáreas de superficie terres-
tre (25.1% del territorio nacional), de las cuales el 56% es de
propiedad estatal y el restante de propiedad privada (Sinac, oc-
tubre 1999: 2). Igualmente protege 328 256 ha de superficie
marina de las que sobresalen las del área que compone el centro de
distribución de especies de la región indopacífica. El total de la
cubierta de bosque asciende a los 2 millones 148 359 ha, de las
cuales 539 391 ha (10.5% del territorio nacional) corresponden a
bosque tropical húmedo y 372 742 ha (7.25%) a bosque húmedo
premontano; 180 572 ha (3.51 %) son humedales y 78 300 ha (1.52%)
son manglares (Minerem/Inbio, 1992: 53).
Son 11 áreas de conservación las que componen el sistema
tico: La Amistad Caribe, La Amistad Pacífico, Osa, Pacífico Central,
Tempisque, Guanacaste, Arenal Tilarán, Arenal Huetar Norte,
Cordillera Volcánica Central, Tortuguero e Isla del Coco. Todas
incluyen una de las 105 áreas protegidas bajo alguna categoría.
Llama la atención que 47 de ellas se conformaron de 1991 a
1995 (García, 2000: 17), justo en el inicio del “boom” de las ac-
tividades de biopiratería en el país. De ahí que en ese mismo
periodo se consolidaran una serie de leyes ambientales que
abrieron las puertas al saqueo de la biodiversidad y demás
recursos naturales de manera “legal”. Entre más de 20 leyes y
regulaciones que “determinan el marco legal de la propiedad
sobre la biodiversidad” están: la Ley Forestal 4465 (1969) y
108
su versión reciente, la 7174 (1990), la del Servicio Nacional de
Parques 4465 (1969), la Ley de Creación del Ministerio de Recur-
sos Naturales y Energía/Minae 7152 (1990), la de Conservación
de la Vida Salvaje 7317 (1992), la de Protección de Propiedad
Intelectual 6867 (1983), la de Promoción de la Ciencia y la Tec-
nología 7169 (1990); y desde luego, las últimas y más destacadas
pinceladas, la Ley de Biodiversidad 7788 (1998) que integra los
lineamientos de la CDB, y la Ley de Conservación de la Vida Sil-
vestre 7317, que permite la transferencia de fondos resultado
de actividades de “bioprospección” en ANP. También se pone en
marcha, desde el BM, el Sistema Nacional de Áreas de Conserva-
ción y se formaliza una Oficina de Biodiversidad con el apoyo de
la Fundación MacArthur; así se negocia el canje de deuda exter-
na por “protección de la naturaleza”, entre otras acciones.
Además de las áreas protegidas antes mencionadas, prolife-
raron las de carácter privado: 75 reservas establecidas con
fines de ecoturismo e investigación científica (biopiratería). Am-
bas, nacionales y privadas, juegan desde entonces un papel
central en las negociaciones de la Oficina Costarricense de Im-
plementación Conjunta que busca “identificar socios internacio-
nales interesados en aportar recursos” en conservación y/o
bonos de carbono, algo que emana de la concepción de “servi-
cios ambientales” de la legislación tica que, como se puede
leer en la Ley Forestal de 1996, son:
109
de investigación extranjeros como el Instituto Smithsoniano, el
Museo de Historia Natural de Londres; la Universidad de Penn-
sylvania, Washington, Cornell, Massachusetts, Laussane, Dussel-
dorf, Strathclyde, Minnesota, Michigan, A&M de Florida; univer-
sidades nacionales como la de Costa Rica y la Nacional; otros
entre los que cabe mencionar el Jardín Botánico de Missouri y de
Wilson, el Field Museum de Chicago, diversas CMN —ver más
adelante—, etcétera.
La mayoría de los actores se canalizan a través del Instituto
Nacional de Biodiversidad (Inbio), siendo éste el actor nacional
central que negocia los recursos bióticos del país.
Resultado de las negociaciones de 1992, entre el Estado
tico desde el Minae y el Inbio, el acuerdo que se renueva
cada cinco años, especifica que el segundo puede acceder a
las áreas nacionales de conservación “a cambio de 10% de los
fondos de cada una de las investigaciones industriales y de
50% de cualquier beneficio financiero realizado”, fondos que
deberán ser entregados a la Fundación de Parques Nacionales,
una entidad autónoma creada exclusivamente para “canalizar
esos fondos” a la conservación de tales espacios. De este modo,
110
del Inbio fueron en su mayoría ex funcionarios del gobierno
tico o bien de algún “organismo internacional”. El presidente del
Inbio, Rodrigo Gámez Lobo, fue asesor presidencial en recursos
naturales del Mirenem; Jorge León Arguedas (vicepresidente)
fue miembro de la FAO, IICA y CATIE; Álvaro Sancho Castro (tesore-
ro) es presidente de Grupo SAMA, S.A., y del Banco de San José.
Además están otros miembros del Inbio, como la ex ministra de
Educación y ex funcionaria de la UNESCO, María Eugenia Dengo,
y el ex presidente ejecutivo del Banco Central de Costa Rica y
miembro de Consejeros Económicos y Financieros, S.A., Eduardo
Lizano (Zeledón, 2000: 45 y 48).
La función de esas personalidades, sin duda alguna, ha sido
la de avaladores del saqueo de la biodiversidad tica respon-
diendo a los intereses de las CMN. A ellos habría que sumarse
la junta asesora internacional del Inbio en la que destacan
Arturo Gómez, de la Universidad de California, Thomas Lo-
vejoy del Smithsoniano, Meter Raven del Jardín Botánico de
Missouri, Thomas Eisner de la Universidad de Cornell y José
Sarukhán de la UNAM (México). No es casual, entonces, que el
Inbio sea financiado por los grandes capitales “conservacionistas”
o aquellos involucrados en los bionegocios, como Clairbone &
Ortenberg, Conservation Food & Health Foundation, Fundación
Neotrópica, Fundación Parques Nacionales, Fundación MacAr-
thur, Moriah, Noyes y Wege; la National Science Foundation
(NSF), Nacional Fish & Wildlife Foundation, Agencia Sueca para
el Desarrollo (Asdi), Usaid, World Widelife Fund, The Nature
Conservancy, Departamento de Agricultura de EUA, Word Re-
sources Institute, Pew Charitable Trust, entre otros (Zeledón,
2000: 72).
Con sus oficinas y laboratorios centrales y sus 28 estaciones
biológicas (Zeledón, 2000: 53), entre los acuerdos de biopiratería
que ha convenido y que son de conocimiento público, están: 1)
Estudio Nacional de Biodiversidad (1992) a cargo del Minere-
nem/Inbio, el PNUMA y el Gobierno de Canadá (ACDI), 2) Formación
de Parataxónomos financiado por la Usaid y en particular de
parataxónomas con fondos de la Fundación Liz Clairborne & Art
Ortengerg, de la National Fish & Wildlife Foundation, el Fondo
Moriah, entre otros; 3) Centro de Datos para la Conservación
con “apoyo” de The Nature Conservancy y The Natural Heritage
Foundation; 4) Desarrollo de un sistema informático para el
Área de Conservación Osa y el Área Amistad-Pacífico financiado
111
por el Gef y el PNUD; 5) Proyecto sobre artrópodos de la finca La
Selva (ALAS) financiado por la NSF, Usaid, y la OET; 6) Proyecto de
biología de la conservación en alianza con la Universidad de Stan-
ford; 7) Elaboración del Manual de la flora costarricense que
lleva a cabo el Jardín Botánico de Missouri; 8) Prospección quí-
mica: una iniciativa costarricense de beneficio a largo plazo para
la conservación, en acuerdo con la Fundación John D. and Cathe-
rine S. MacArthur, la Universidad de Cornell y la de Strathclyde
de Escocia; 9) Estudios taxonómicos en CR de la NSF; 10) Biodiver-
sidad y desarrollo socioeconómico del Gobierno Canadiense
(ACDI); 11) Proyecto para el desarrollo de un programa de manejo
de información sobre biodiversidad en convenio con la Corpora-
ción Intergraph (EUA); 12) Búsqueda de actividad antiviral contra
leucemia e inmunodeficiencia bovina —aplicable al caso del
sida— y de herpes tipo 1 y 2 en extractos químicos ticos, del Ins-
tituto Nacional del Cáncer enlazando a la Universidad de Costa
Rica (UCR); 13) Convenio Inbio-Merck enlazando a la UCR para
la búsqueda de actividad antibacteriana, dado a conocer en la
Cumbre de Río por Albert Gore ex vicepresidente de EUA; 14) Con-
venio Inbio-British Technology Group de Inglaterra (1992); 15)
Prospección química en un área de conservación (Guanacaste,
1993), parte de los proyectos biopiratas del ICBG con financiamien-
to del NIH, Usaid y la NSF y en coordinación con la Universidad de
Cornell-UCR y en beneficio de Bristol-Myers Squibb. Algunas
de las muestras fueron enviadas al Walter Reed Army Research
Institute y al Instituto Nacional del Cáncer, ambos de EUA; 16)
Convenio EcoScience (compañía de EUA) para el aislamiento y
evaluación de microorganismos del suelo; 17) Convenio con Re-
combinant BioCatalysis, parte de Diversa Corporation (1995)
para el estudio de organismos que viven en condiciones extre-
mas; 18) Convenio para la búsqueda de insecticidas con la
Universidad de Massachusetts, con financiamiento del NIH;
19) Convenio ChagaSpace (Argentina, Brasil, Costa Rica, Panamá,
EUA, México y Uruguay) para purificar sustancias, tanto de enzimas
del parásito como sus posibles inhibidores, en coordinación
con la Nasa; 20) Convenio Indea (Italia, 1996) que busca actividad
antimicrobiana y antiviral en plantas utilizadas en la medicina
tradicional tica; 21) Convenio con el Instituto de Investigaciones
Farmacéuticas de la Universidad de Strathclyde de Japón; 22)
Convenio con la empresa Phytera para la búsqueda de compuestos
bioactivos de plantas ticas; 23) Convenio Fundación CREUA para
112
la “transferencia” de un equipo de resonancia magnética para la
identificación de actividad bioquímica de muestras biológicas;
24) Convenio Inbio-Givaudan Roure para la búsqueda de fragan-
cias y aromas con potencial comercial a favor de la CMN; etc.
(Zeledón, 2000: 9199).
Queda, pues, claro que se trata de “todo” un Instituto “sin fines
de lucro”; conformado, regido, financiado y que se desenvuelve
“bajo principios de interés público para el interés público”.
Además del Inbio, el Instituto Costarricense de Investigacio-
nes Clínicas (ICIC) hace ensayos de muestras ticas que recolecta
por su parte o en alianza o transferencia con el Inbio. Tiene
“estrechas relaciones con instituciones como la Clínica Mayo y la
Universidad de Harvard, cuyos trabajos y ensayos clínicos son
auditados por la Food and Drug Administration de EUA. Ello in-
dica el potencial de negociar-transferir muestras biológicas hu-
manas, en especial aquellas provenientes de las comunidades
indígenas y campesinas menos mezcladas con la raza mestiza. La
ICIC ha tenido relación con 30 compañías farmacéuticas, entre
las que están Merc Sharp & Dohme, SmithKline Beecham, Pfizer,
Eli Lilly, Bristol-Myers Squibb, Glaxo Wellcome, Schering AG
y otras” (Zeledón, 2000: 146 y 147).
Nicaragua. Cuenta con una extensión de 138 709 km2, es
decir, tan sólo 0.13% de la superficie terrestre (Marena, 2001b:
23). Es la tierra más joven —recién formada— del istmo centro
americano. A pesar de que comparte muchos tipos de ecosistemas
con el resto de países mesoamericanos, tiene algunos que se han
desarrollado de forma particular: las coladas de lava con vege-
tación adaptada a subdesiertos; las lagunas cratéricas con
importante grado de endemismos en ictiofauna de cíclidos;
dos lagos tectónicos únicos con peces endémicos; el ecosistema
de Ometepe, la única “isla oceánica” dentro de un lago con en-
samblaje excepcional de especies; o el bosque de bambú ame-
ricano del sector Atlántico (Marena, 2001a: 3). Asimismo, cuen-
ta con un área boscosa de más de dos millones de ha.
Registra 6 500 especies de plantas vasculares y es centro
de origen de especies antiguas y/o silvestres de maíz, frijol,
cacao, chayote y vainilla, entre otras (Marena, 1999: 239; 2001c:
1112). Posee un inventario de 1 880 especies de vertebrados y
14 mil de invertebrados —251 de mamíferos; 676 de aves; 172 de
reptiles; 62 de anfibios; 643 de peces; 3 716 de moluscos y 143
de insectos— (ibid., 14,17). Se calcula la existencia de muchas
113
Corredor biológico
Nicaragua
más especies; sólo de insectos puede haber entre 100 mil y 200
mil (Setab, 2001: 5).
Entre las ANP más importantes que conforman parte de ese
universo biológico nica, la Reserva de Biosfera Bosawas requie-
re una mención particular. Comprende 14% del territorio nacio-
nal y, gracias a la Resolución Ministerial 12001, es coadminis-
trada por la Usaid junto con otras siete ANP: el Volcán Bombacho,
la Isla Juan Venado, Chocoyero, El Brujo, Salto Estanzuela, Este-
ro Padre Ramos, Volcán Maderas y Cerro Musún.5 Se conecta
con dos importantes ANP adyacentes de Honduras: la Reserva
Tawahka y el Parque Patuca. Ambas a su vez colindan con la
Reserva Biosfera Río Plátano, también en Honduras. Su extraor-
dinaria variedad de ecosistemas se aprecia en sus bosques
mesófilos, de montaña alta y fluvial tropical de tierras bajas.
En la reserva viven unos 14 mil bosawas y 6 500 mayanganas
distribuidos en seis comunidades emplazadas en los principa-
les caudales de la zona (Río Coco, Waspuk, Bocay y Ulí). La di-
versidad biológica y cultural ahí concentrada no puede pasar
inadvertida, por lo que no extraña que sus administradores
estatales puntualicen que “…siendo la más extensa e ininte-
rrumpida área virgen de bosque tropical de CA con presencia
de muchas especies endémicas y semiendémicas”, se constituye
5
http://usembassy.state.gov/managua/wwwhdc14.html
114
como una zona de “…incalculable potencial para investigaciones
científicas y de bioprospección” (Setab, 2001: 1).
Otro caso destacable son las instalaciones de la Estación
Biológica Cocibolca, destinadas a la investigación científica,
parcialmente financiadas por el gobierno inglés. El embajador
de ese país europeo Roy Osborne, al referirse a este caso du-
rante la celebración del aporte financiero de su país, indicó que
“…le satisface mucho conocer que entidades como el BID sigan
asignando una alta prioridad en sus programas de cooperación
para Centroamérica, a la conservación y la calidad ambiental”
(El Nuevo Diario, 7 de septiembre de 2000).
Como puede deducirse, en Nicaragua son numerosas las
actividades de investigación científica caracterizadas por pre-
sentarse como aquellas de “uso sustentable de la biodiversidad” o
de “rescate del conocimiento indígena”. Si se revisa a fondo, se
puede notar que esas investigaciones son fuertemente finan-
ciadas por actores extranjeros involucrados de una forma u otra
en los bionegocios, por lo que es moderado considerar que el
grueso de ellas tiene por objeto la biopiratería. Los partícipes
están bien enrocados al operar desde y bajo el nombre de espa-
cios de investigación como institutos y universidades del país.
El Ministerio de Ambiente y de los Recursos Naturales puntuali-
za al respecto que este tipo de actividad científica …generalmen-
te es financiada con recursos económicos externos… las insti-
tuciones involucradas en esta actividad son el INTA, Magfor,
Marena y universidades públicas (Universidad Nacional Agraria,
Universidad Nacional de Ingeniería, UNAN-León, Universidad
Centroamericana)… recientemente se han incorporado univer-
sidades privadas… (Marena, 2001c: 26).
Ese “uso sustentable de la biodiversidad”, fundamentado
en la investigación científica de fines comerciales biotec-
nológicos, no puede calificarse más que como un claro slogan
fuertemente promovido desde el Norte para el Sur. No es sorpresa
que las elites periféricas, y en este caso las de Nicaragua, compor-
tándose como country managers de países ricos en ese recurso y
su conocimiento, indiquen oportunamente, aprovechando la si-
tuación y en consonancia con sus intereses personales, que:
115
los ecosistemas y usando información más completa; con
participación de los Herbarios y con la información, tropical
o de la flora de Nicaragua del Missouri Botanical Garden…
los futuros estudios florísticos y vegetacionales necesitan
combinarse con la más detallada información etnobotánica,
de usos y de la importancia ecológica de las especies… con
fines mucho más allá de los estudios mismos, promocionan-
do colecciones y propagando dichos materiales… (como)…
un recurso económico (Marena, 2001a: 8, 24).
116
Society y CCAD; o el dirigido al Apoyo a la Biodiversidad y a las
Áreas Protegidas del PANIF Finlandia y Pasma-Dinamarca, IUCN y
WCMC; etcétera.
El cuadro de saqueo biótico hasta ahora presentado no
contempla otros canales alternativos que, por lo menos poten-
cialmente, pueden ser utilizados por países como EUA. Me refiero
a instancias de ayuda internacional como Médicos sin Fronteras
EUA con asequible acceso al conocimiento de la medicina tradi-
cional local, los Sea Bees —marines de ese país— que realizan
actividades de “ayuda humanitaria”, en especial en la periferia;
o The Peace Corps, el cual tiene un “programa avanzado sobre
medio ambiente” que coloca especialistas estadounidenses en
proyectos que promueve en áreas como forestería y agrofo-
restería, conservación de la biodiversidad cerca de parques u
otras formas de preservación, entrenamiento de administradores
y técnicos de ANP, etcétera.6
Conjuntamente a los espacios de biodiversidad in situ, los de
biodiversidad ex situ juegan un papel fundamental, por lo que
ya son objeto de interés de los capitales biotecnológicos/con-
servacionistas extranjeros, como los que representa el proyecto
Flora Mesoamericana del Missouri Botanical Garden y el Natural
History Museum de Londres en coordinación con la Universidad
Nacional Autónoma de México. Es financiado por la National
Science Foundation de EUA, Monsanto Co. (gigante biotecnológi-
ca de EUA), Jessie Smith Noyes Foundation, National Geographic
Society, secretarías o ministerios afines, incluyendo los consejos
nacionales de ciencia y tecnología de la región, fuertemente
financiados por el BM, entre otros. En Nicaragua, bajo el proyecto
Flora de Nicaragua, impulsado por el Marena, ha venido traba-
jando con varias instituciones del país entre las que se encuen-
tran: a) el ya mencionado CNMPT; b) el Herbario Nacional de la
Universidad Centroamericana (UCA) que funciona en vinculación
sistemática con el Missouri Botanical Garden y ha colectado unas
60 mil muestras de plantas y descrito unas 8 550 especies; c) los
Centros Experimentales del Instituto Nicaragüense de Tecnología
Agropecuaria “apoyados” por el BM, cooperación internacional de
Noruega y Suiza y el Programa Mundial de Alimentos, entre otros;7
6
http://www.peacecorps.gov/assignments/env_advanced.cf
7
http://www.elnuevodiario.com.ni/archivo/2001/diciembre/13-diciem-
bre-2001/departamentos/departamentos9.html
117
d) las colecciones del Museo Entomológico de León, institución
que ha trabajado con la National Science Foundation de EUA y
la Usaid, por mencionar unos; e) la de la Fundación nicaragüense
para el Desarrollo Agrícola; y f) las de la Universidad Nacional
Programa Regen y Universidad Nacional Autónoma de Nicara-
gua. Tan sólo la cantidad de muestras que estas últimas conser-
van, junto con las de la UCA, llega a las 79 mil, de cuando menos
unas nueve mil especies (Marena, 1999: 304).
Al escenario anterior adiciónese el espectacular saqueo de
forestas. El 63% del territorio nacional es de vocación forestal.
Desde el Programa Forestal para Centroamérica (Procafor), apo-
yándose en el Proyecto Forestal Nacional (Profor) operan los
institutos nacionales, forestal y técnico forestal. Los dos, figuras
del Gobierno de Nicaragua. La zona clave del Procafor es el De-
partamento de Nueva Segovia, que colinda con Honduras, de
unas 180 mil ha de bosque; pero se suman otros como Jino-
tega, Matagalpa, Río San Juan, Madriz y Estelí. Se autode-
nomina como un proyecto “…del manejo forestal sostenible en
la región centroamericana” (Procafor, 2000). Para tal finalidad
“conservacionista”, en Nicaragua, según se lee en una nota del
periódico nacional La Prensa, se ha conformado
118
menos “olvida” uno de sus objetivos eje: el “manejo forestal
sostenible” que tanto “inspira” al BM et al.
Honduras. Abarca 112 492 km2 de intrincado relieve
montañoso que se divide en dos grandes sistemas orográficos
—occidental y oriental—, ambos separados por una depresión
transversal que corre de norte a sur, desde el Golfo de Hondu-
ras hasta el Golfo de Fonseca, una complejidad que resulta en
climas similares y que se potencian por la localización del país:
justo entre dos masas de agua tibia y en la ruta de los vientos
alisios que soplan predominantemente del noreste al sureste
—dirección este/oeste hacia la que están orientadas sus princi-
pales cordilleras—. Ese emplazamiento dentro del trópico, lo
suficientemente al norte del Ecuador como para ser afectado por
los frentes fríos procedentes de la zona templada, y al mismo
tiempo parte de las calmas tropicales que le afectan en la esta-
ción de lluvia y que se corren hacia el sur en la de seca, a la
par de una gran masa natural de agua en al menos 40 cuencas de
importancia mayor, indudablemente han sido factores centrales en
la evolución de una peculiar biodiversidad adaptada a condiciones
cambiantes de zonas extremadamente calientes y húmedas, frías
y pluviales, o muy secas y cálidas (Serna, 2001a: 1,45,7).
Se registran para la costa del caribe 47 géneros y 81 especies
de algas marinas, diversidad poco llamativa en contraste con la de
plantas vasculares del país que representan 2.5% de la flora
mundial (más de 300 mil especies). Exploraciones en La Mos-
quitia (zona de los tawhakas) han reportado hasta 700 especies
por cada 6 km2 de bosque latifoliado y se han encontrado 30
especies no registradas, lo que indica que existía 1.5% de plantas
Corredor biológico
Honduras
119
bajo esta denominación. Al menos 244 especies de plantas son
endémicas (Serna, 2001a: 9495). La investigación sobre inverte-
brados y en particular de insectos no ha avanzado mucho en
relación con la variedad existente. De estos últimos tan sólo se
han registrado 2 500 especies de las entre 30 mil y 50 mil que
se estima que hay. Considérense también, como parte de esa
diversidad biológica, las 88 especies de peces dulceacuícolas
y las 484 marinas; las 111 de anfibios (al menos 36 endémicas)
la mayoría provenientes de bosques nublados mesófilos; las 211
de reptiles (15 endémicas); las 717 de aves y las 228 de mamí-
feros (58 endémicas) (Serna, 2001a: 96101).
Esa riqueza biológica acompañada de la cultural (13.18% de
la población es indígena y negra) han sido de gran interés para
actores involucrados en los bionegocios. La zona de la Reserva
del Hombre y La Biosfera del Río Plátano, el ANP más grande e
importante de Honduras, de unas 800 mil hectáreas, incluye un
alto nivel de biodiversidad, reservas de agua y diversidad cul-
tural. Históricamente se localizan ahí las comunidades indíge-
nas de mikitos, pechs y towahkas, las que representan 93%
de la población de la zona núcleo (Afe Cohdefor/Gtz, 2000:
2736). Como lo indica su Plan de Manejo, “es parte del CBM y
su filosofía”, por lo que entre sus “programas” se encuentran
actividades de
120
Tear Fund UK, The Native Land, Cospe, etc. (Afe Cohdefor/Gtz,
2000: 4648).
Paralelamente a la modalidad anterior, en la que de fondo
operan verdaderos esquemas de saqueo de recursos bióticos
y naturales en general, el Laboratorio de Histología Vegetal y
Etnobotánica de la Universidad Nacional Autónoma de Hondu-
ras (UNAH), parte del proyecto ICTPM-TRAMIL del Gef/PNUMA y
vinculado a la Usaid, Cooperación Canadien se, el New York Bo-
tanical Garden, IUCN, entre otros actores, ha realizado estudios
sobre plantas medicinales y útiles desde 1987 en más de 300 co-
munidades y 17 departamentos del país (Serna, 2001a: 95). Según
un estudio oficial, el uso de plantas nativas se puede acentuar
entre las etnias que habitan regiones donde existen bosques pri-
marios; el pueblo tawahka identifica 107 especies de plantas
medicinales (Serna, 2001a: 96).
La Dirección General de Biodiversidad (DGB), una figura gu-
bernamental que entra en funciones en 1999 como consecuen-
cia de los “compromisos adquiridos” en la CDB, igualmente ha
realizado estudios etnobiológicos entre nueve grupos pech y
garífunas. En las comunidades pech de la zona de Olancho
se identificó el uso de 143 especies de flora y 29 de fauna,
mientras que en las garífuna de la región Tela se obtuvieron 100
especies útiles dentro de categorías como medicinal, comestible
y cosméticos (Serna, 2001a: 104).
Desde luego, sin limitarse a esas actividades, según el Infor-
me del Componente de Biodiversidad, resultado del proyecto
de Conservación de la Biodiversidad en Honduras del Gef y del
proyecto HON/96/G41 del PNUD,
121
…fortalecer el… desarrollo del diseño e implementación del
Sistema Nacional de Información Ambiental… garantizar los
derechos de propiedad intelectual a los generadores y pro-
pietarios… creación de nuevos instrumentos jurídicos y
administrativos que regulen el acceso a los recursos genéticos
y bioquímicos que garanticen la generación y distribución
equitativa de los beneficios derivados… creación y promo-
ción del Programa Nacional de Bioprospección… (a la par
de)… la creación de una red nacional e internacional para
el intercambio de información relacionada con los recursos
genéticos (Serna, 2001b:45, 4849).
122
convenio entre la Usaid y el gobierno de Honduras. Acoge a
funcionarios y empresarios locales vinculados a extranjeros. d)
Jardín clonal del Centro Universitario Regional del Litoral Atlán-
tico de la UNAH (Serna, 2001b: 9).
Cabe señalar que, además del saqueo de la biodiversidad
para su uso en las biotecnologías, uno de los grandes negocios
en el país y en toda AL ha sido la explotación de los recursos
forestales. El caso centroamericano llega al punto de conformar
el Programa Regional Forestal (Procafor), antes mencionado, fi-
nanciado por los gobiernos de Finlandia y Centroamérica e im-
plementado por el Helsinki Consulting Group y los servicios
forestales de la región. Es un marco operativo en el que se inser-
ta a nivel nacional la “cooperación internacional” como la del
BM, la FAO o la Usaid. En el caso de Guatemala, “…una de las
condiciones de estos acuerdos es que la contraparte de Usaid
(las comunidades), debe tener una figura de organización con
la cual se pueda negociar y acordar, todo en un contexto media-
do por una ONG” (Paiz, Glenda, Usaid-Guatemala; comunicación
personal, 2002).
El Procafor se vincula muy bien con el Proyecto de Conser-
vación y Manejo Sustentable de Recursos Forestales (Pro-
cymaf) de México, financiado por el BM y evaluado por la Univer-
sidad de Pittsburg. Este proyecto es buen marco explicativo del
modus operandi de otros de tipo “sustentable” y de “certifica-
ción”. El Procymaf, a diferencia de su programa hermano, también
del BM, sobre Desarrollo Forestal (Prodefor) y que “…apoya a los
productores forestales sociales y privados ubicados en cualquier
ecosistema”, éste “…solamente apoya a comunidades y ejidos
forestales que tengan bosques templados de pino y pinoencino,
con excepción del componente que apoya a proyectos made-
rables no tradicionales y no maderables (resinas, fibras, hule,
etc.) (Semarnat-Oaxaca, 2000: 8284). Ello implícitamente “ava-
la” un proyecto de saqueo de la variedad de recursos forestales
bajo la máscara de “sustentable”, todo sobre la promesa de
aliviar la asfixiante pobreza de esas comunidades que, antes
de resolver la problemática ambiental de su medio, forzosa-
mente tienen que comer.
Habría que aclarar entonces que tanto el Procafor y el
Prodefor Procymaf son programas de saqueo forestal, es-
tructurados para beneficiar a las certificadoras estadounidenses
y europeas aliadas, como la Smart Wood/Rain Alliance y el Forest
123
Stwardship Council, entre cuyos socios se ubican las CMN pape-
leras y afines, muchas de EUA. Los socios minoritarios son las ONG
que enganchan a los ejidatarios y comunidades forestales, en
un marco de actores privados locales que negocian los recursos
nacionales con el supuesto “aval” de los primeros y, desde
luego, con el de los funcionarios nacionales. Los grandes socios
son las CMN que se favorecen de la intensificación de la venta
de madera “certificada”, todo con el impulso de la “cooperación
internacional” con claros y muy definidos intereses y beneficia-
rios.
Algo que aún no entienden estos saqueadores y rematado-
res de recursos es que esta dinámica tan rentable para unos
tiene sus límites, tanto naturales como sociales. La relación
histórica y concreta de esas comunidades forestales indígenas
y campesinas es muy distinta y responde a necesidades y fines
opuestos. Las comunidades saben que cuando se termina el
bosque, ellas también. No por nada los movimientos auténticos
de conservación los han iniciado estos grupos sociales. La lucha
por los recursos naturales ha propiciado su “desplazamiento
reubicación”, encarcelamiento o asesinato, como los casos
mexicanos de Montes Azules en Chiapas, de Agua Fría en Oa-
xaca, o de la controversial zona de los Chimalapas (Oaxaca-
Veracruz-Chiapas), tan sólo por indicar algunos casos.
Llaman la atención los mecanismos que se usan para pose-
sionarse y apropiarse de estos recursos, entre los cuales están:
la “siembra” de plagas exóticas que justifican la tala certifi-
cada de árboles jóvenes; la propagación no natural de incendios
en “zonas blanco” por desalojar proteger que corresponden a
pasos de carreteras; así como la formación de cuadros paramili-
tares que “estimulen” confrontaciones entre las comunidades
que habitan esas “zonas blanco”, permitiendo consolidar acciones
violentas selectivas o incluso el uso del ejército “para manejar
una situación fuera de control”.
Aunque el resultado del Procafor claramente ha sido el
saqueo masivo de las forestas centroamericanas, el caso par-
ticular de Honduras es resaltante por la forma tan abierta con
que la operan los saqueadores y por la extensión de tierra que
se explota a nivel nacional para ese fin: cerca de 68% (Serna,
2001b: 71). Ejecutado por la Administración Forestal del Estado
(Cohdefor) desde su programa Manejo y Utilización de Coní-
feras (Mafor), los supuestos beneficios “sustentables” y de
124
“certificación” hablan por sí solos. Según el periódico El Heral-
do de ese país,
125
Corredor biológico
El Salvador
126
porque, como indican algunos expertos en la temática, se
puede exportar biodiversidad en peligro de extinción, pero
poco identificable, biodiversidad endémica y/o desconocida por
la ciencia, toda bajo permisos de exportación de especies “co-
munes y corrientes”.
En este panorama, considérense los cálculos del Marn sobre
la existencia de 100 mil especies de insectos y al menos unas
75 mil de hongos, de los cuales más de 90% son microscópicos
y ni siquiera 5% ha sido inventariado. Justo el tipo de microor-
ganismos que la CMN Novartis saqueó en la sierra norte de Juárez,
Oaxaca (México), algo por demás aparatoso, ya que, según la
Estrategia Nacional de Biodiversidad es de
8
Desde luego, hay diferencias de matiz en cada uno de los países. Por
ejemplo, en el caso de la industria espacial, los brasileños, aunque subordi-
nados tecnológicamente, están formando cuadros de técnicos para la futura
construcción de satélites a partir de estudiar los adquiridos en el exterior.
127
se trata de un proceso de modernización que llevará al take off,
o en otras palabras, que nos encontramos en “vías de desarro-
llo”. Consecuentemente, las elites latinoamericanas han venido
sustituyendo el desarrollo científico tecnológico periférico por
la transferencia tecnológica metropolitana, que no es otra cosa
que la subordinación tecnológica con los ECC. El sistema de in-
vestigación y desarrollo en biotecnología de Cuba rompe tal
tendencia que, independientemente de la necesidad de una
revisión puntual de ese caso, es claro que resulta buen ejem-
plo para otros Estados nacionales de América Latina.
Entre los actores que han aprovechado el tan vendido eslogan
del “uso sustentable de la biodiversidad” involucrándose en
actividades de biopiratería-biomaquila en El Salvador están la
Usaid, Gtz, OEA, SalvaNatura, Biotec, Fupad, la Fundación Salva-
doreña de Desarrollo Empresarial, el Centro Nacional de Tecno-
logía Agropecuaria, La Universidad de El Salvador, etcétera.
SalvaNatura es claro reflejo de las actividades de biopiratería
que llevan a cabo actores locales de El Salvador al servicio de
intereses externos. Recibe fondos del BM/Gef desde el proyec-
to Procafe; el BID, la Usaid a través de CAREEL Salvador, la AECI, la
Nacional Fish and Wildlife Foundation, Esso Standard Oil, Texa-
co Caribean Inc., Telecom, Philip Morris El Salvador, por men-
cionar algunos. Tiene vínculos con la UICN, TNC Wings of The
Americas, WWF y el WRI. También es financiada por el Fondo de
la Iniciativa para las Américas de El Salvador (FIAES), un mecanis-
mo de cambio de deuda externa por “conservación” que opera
en varios países de AL. El pago por servicio de la deuda y la deu-
da misma no son pagados a EUA, sino que se destinan a ciertos
proyectos que el FIAES determina desde un consejo interno coor-
dinado por un representante del gobierno de EUA. Entre las
actividades que busca promover están las
128
SalvaNatura coadministra varias ANP en las que realiza in-
vestigación y monitoreo de la biodiversidad —El Imposible, Los
Volcanes, Parque Nacional Montecristo y el Jocotal— (Salva-
Natura, sin fecha: 7); de ahí que dentro de sus publicaciones
esté El Imposible, mi gran Farmacia. En 1997-1999 realizó varios
proyectos de investigación científica con financiamiento de la
National Fish and Wildlife Foundation (ibid., 9). Investigó las aves
del Parque Nacional Montecristo con financiamiento de la Usaid
y ejecutado por el Museo de Historia Natural de la Universidad
de Kansas; personal de la Universidad de Nebraska indaga
la biodiversidad de insectos coleópteros asociados con Salva
Natura en El Salvador y con “El Zamorano” en Nicaragua; etcé-
tera. Dicha “experiencia” la ha llevado a colocar esa actividad
como la segunda prioridad dentro del marco de su estrategia del
2005, después de la de manejo de ANP. Para ello está consolidan-
do un programa científico permanente dentro de su estructura
formal y operativa (ibid., 910).
Además de todo lo anterior, la búsqueda de nuevos extractos
y compuestos activos, químicos y bioquímicos, también ha sido
estimulada directamente por las CMN farmacéuticas y de cosmé-
ticos, químicas, agroquímicas, etc. En este sentido, no es casual
que el Centre for the Promotion of Imports from Developing
Countries (CBI, por sus siglas en inglés) de Holanda venga impul-
sando, en CA y desde El Salvador, un mecanismo que enlaza a
determinados productores de extractos y compuestos naturales
para su uso en cosméticos, fármacos y fitofármacos, con sus
compradores europeos —CMN—.9 En El Salvador se localiza la
estructura burocrática que gestiona los recursos naturales de
Centroamérica: la CCAD y Sica. De ahí que se haya encargado
de hacerles llegar sus publicaciones Natural Ingredients for
Cosmetics y Natural Ingredients for Pharmaceuticals, anexando
ejemplares a las secretarías y otros funcionarios relacionados
con la temática, incluyendo los “enlaces nacionales” del CBM. Ello
implica que busca promover, desde las elites locales a cargo de
9
Véase www.cbi.nl: “Exports of natural ingredients for cosmetics in the
EU”,“Exports of natural ingredients for pharmaceuticals in the EU”, “Opportu-
nities for exporters of natural ingredients for cosmetics in the EU”, “Opportuni-
ties for exporters of natural ingredients for pharmaceuticals in the EU”,
“Trade partner identification for natural ingredients for pharmaceuticals in
the EU”, entre otras publicaciones.
129
Los intercambios de deuda-naturaleza
(debtfornature swaps)
130
los recursos, la formación de actores empresariales que se dedi-
quen a la “exportación” y entonces al saqueo de la biodiversidad
de los países origen, con el aval legal correspondiente, una ac-
tividad en la que tanto funcionarios como empresarios pueden
ser las mismas personalidades.
El CBI opera, además de Centroamérica —aparentemente
exceptuando Belice y Panamá—, en Bolivia, Colombia, Ecuador y
Perú. Junto con otros actores similares como la International
Food Ingredients, Bio Fach America, Salone Internazionale
dell´Alimentazione Naturale, Nürnberg Global Fairs, In Cos-
metics, CPhI/United Business Media International, VitaFoods
Internacional, representa los intereses de las CMN de la región
mundial en la que opera, que, según sea el caso, puede tratarse
de Procter & Gamble, BASF Chemicals, Dow Chemical, Euro
Ingredients, Loréal, Europe Vegetable Oils, Japan Natural Pro-
ducts, Mitsubishi-Kagaku Foods Co., Merck KGaA, Ondeo Nalco
Co., Provital France, Quest International, Roche, 3M, CocaCola o
Nestlé.
Belice. Tiene una extensión terrestre de tan sólo 22 963 km2
incluyendo los 689 km2 que conforman las islas de su plata-
forma continental. En total, junto con su zona marítima suma
46 620 km2 (Gef/Ministry of Natural Resources of Belize, MNRB,
1998: 8). Tierra adentro, la ma-
yor parte está conformada por
Corredor biológico
bosque tropical (70% del terri- Belice
torio nacional), mientras que el
sistema costero de 280 km, por
biomas variados de humedales
y manglares (3.4% del territorio
nacional) que se conectan con
un corredor coralino que baja
desde la península de Yucatán
(México) y que en Belice corre
220 km paralelamente a lo lar-
go de su plataforma continen-
tal, hasta llegar a Honduras, un
corredor coralino que se coloca
como el segundo más grande del
mundo (ibid., 89).
Se han registrado 571 especies de pájaros, 162 de mamíferos,
121 de reptiles, 43 de peces dulceacuícolas, 157 de moluscos y
131
crustáceos, 43 de anfibios, entre otras especies de animales (Gef/
MNRB, 1998: 4). La biodiversidad de plantas es de las más impor-
tantes, con al menos cuatro mil especies de plantas vasculares
endémicas y 740 especies nativas de árboles (ibid., 8).
Las zonas megadiversas de Belice han sido blanco de privati-
zación abierta. Parte importante de las 55 ANP de ecosistemas
terrestres y costeromarinos a nivel nacional son de carácter
privado y otras son coadministradas con el Estado Nacional por
ONG como Belize Audubon Society (BAS) y Programme for Be-
lize (pfB), por lo que es de esperarse que las 29 ANP que se tienen
diseñadas (Gef/MRNB, 1998: 9) vayan a ser concretadas, en su caso,
bajo la compra de tierras por parte de capitales privados extran-
jeros y/o nacionales y gestionadas por tales ONG. Entre los casos
de ANP privadas están la Shipstern Nature Reserve de la Interna-
tional Tropical Conservation Foundation de Suiza, a su vez finan-
ciada por el gobierno holandés; o el Community Baboon Sanctuary
de propiedad comunal privada y “asistida” por la BAS.
La muestra más resaltante de privatización de espacios
geográficos estratégicos es el de los 195 mil acres (78 914 ha)
que se apropió Coca Cola Foods de Houston, Texas (EUA). La
tierra y toda su riqueza natural la compró, para 1985, al gobierno
de Belice y a la empresa local Produce Co. Ltd para poner en
marcha una mega plantación de cítricos que serían procesados
inicialmente en Florida, para luego construir una planta en el
lugar. Después de presiones por parte de la BAS y la sociedad
civil, el giro del asunto fue sólo en apariencia, ya que la propie-
dad de la tierra siguió en manos privadas, y es más, extranjeras.
Si bien ya no se ejecutó ese agronegocio ambientalmente
agresivo de la Coca Cola, las 78 914 ha que “cedió” para su
conservación y una extensión de 60 mil más conformaron la
Rio Bravo Conservation and Management Area que se conecta
naturalmente a la Reserva de la Biosfera Maya a través del Parque
Nacional Río Azul y que a su vez se enlaza a la Reserva de la
Biosfera de Calakmul en México. Este espacio estratégico aho-
ra es propiedad del socio de la BAS: el Programme for Belize,
que nace “…del deseo de un número de amigos de Belice de
EUA” (Audubon, 1999: 184).
Pero, ¿qué es realmente la BAS y el PfB? De 1969 a 1984 la
BAS fue la única ONG ambientalista del país, lo que la colocó
como el actor articulador en ese rubro. Fue fundada por la
Florida Audubon Society como una “sucursal local” y adquirió
132
su estatuto “independiente” en 1973 bajo su nombre actual.
Desde sus inicios ha sido financiada por su casa matriz de
Florida. En 1984 la Massachussets Audubon Society (MAS) optó por
sumar “esfuerzos” en su financiamiento, con la intención de
conformar otro actor eje en el país. En 1989, la MAS anunciaba la
nueva creación bajo el nombre de PfB, “…un esfuerzo ‘sombri-
lla’ para ayudar a cooptar la mayor cantidad posible de asis-
tencia financiera y técnica para el variado trabajo en conser-
vación y desarrollo en Belice” (Audubon, 1999: 185).
Desde entonces ambas ONG operan como los verdaderos
gestionadores de los recursos, con representantes del Estado
Nación que avalan los intereses que filtran las primeras —in-
cluso algunos miembros de la junta directiva del PfB son funcio-
narios del gobierno de Belice—. Dichos intereses no han sido otros
que los de sus financiadores, en particular estadounidenses e
ingleses, como el BM, PNUD, Gef, Usaid, US Fish and Wildlife Ser-
vice, University of Montana, The British High Comission,
British Executive Service Overseas, Fundación MacArthur y
Weeden, el New York Zoological Society, Wild Wings Foundation,
WWF, IUCN, TNC, Wildlife Conservation Society, Zoological Society
of Milwaukee County, Lincoln Park Zoo, Fundación InterAmerica-
na, Audubon Alliance, Canada Fund, Comission of the European
Union, Coca Cola, Esso Stan dard Oil Ltd., Shell Belize Ltd.,
Texaco Belize Ltd., Bank of Nova Scotia, Cisco Construction,
Belice Sugar Industries Ltd., etcétera.
El asunto incluso llevó a que la BAS fuera reconocida en la
legislación nacional (Actas 1981 y 1987) como socio del go-
bierno en el comanejo de ANP públicas, en el de otras de propie-
dad privada y en el asesoramiento en legislación ambiental y afín
(Audubon, 1999: 3334). En paralelo, PfB trabaja íntimamente
vinculada a la BAS. ¡Todo un dueto!
Resultado de la reciente independencia de Belice como
colonia inglesa en 1981, el país ha sido sujeto de una penetración
inmediata y abierta de actores estadounidenses en constante
confrontación con los intereses ingleses, no siendo la excepción,
tal y como se puntualizó, el rubro de sus activos naturales.
Escenario de una serie de acciones enfocadas a la desnacionali-
zación de los activos naturales estratégicos, para 1996 se de-
sarrolló el CBM Belice del BM/Gef, adicionando a éste, en 1997,
un corredor más en el norte. Ese mismo año, como resultado
de la CDB y con “asistencia del Gef-PNUD, se preparó, al igual
133
que en todos los países firmantes de la Convención, la “estrate-
gia nacional de biodiversidad” que no es otra cosa que el infor-
me del stock biótico disponible para los “interesados” en saquear
“legalmente” ese recurso. En 1998 se formalizó en el Parlamen-
to la Autoridad para el Manejo de la Zona Costera (CZMA) como
consecuencia de un proyecto del Gef-PNUD con el Departamen-
to de Pesca de Belice (ibid., 9, 16, 47). En el 2000 se inicia,
junto con el BM/Gef, la preparación del Corredor Biológico Co-
ralino Mesoamericano, el cual entró en operación el siguiente
año. En este último participan ONG como BAS/PFB y Taste (que
opera en el distrito de Toledo, remanente de bosque tropical
primario del sur de Belice). También Trigo (Agrupación Trinacio-
nal del Golfo de Honduras), Green Reef —coadministra dos o
tres parques marinos y Bemacor (Bahías de Chetumal, Belice/
México). A su vez integra otras ONG y organizaciones locales.
Entre otras acciones impulsadas por el BM/Gef, el país tam-
bién se integró a la Alianza Regional para el Desarrollo Susten-
table y a la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo
—fuertemente penetrada por los intereses de tales organismos
internacionales e incluso financiada por los mismos, entre
otros actores socios como la Usaid, IUCN, WRI, Fundación Ford,
etc.—. Nótese que es una estructura muy funcional, en la que
desde la CDB hasta los órganos regionales, nacionales y locales
están presentes los mismos actores, en su mayoría estadouni-
denses.
Los objetivos inmediatos han sido el monitoreo de la
biodiversidad para su “uso sustentable”. Para ello se desarrolla
un Herbario Nacional y la constitución del Centro de Informa-
ción de la Tierra, que ejecuta un Sistema de Información Geográ-
fica Nacional desde el que se planea la reconversión del uso de
la tierra “para su conservación”, todo con el “apoyo” del PNUD
y la Usaid y que es prioridad desde 1999 (Audubon, 1999: 89).
Resalta el caso particular del proyecto Marmap en el que participa
la Usaid y el WWF (Audubon, 1999: 191) y que es considerado por
el MRNB como “…la base para delinear los planes de manejo de las
ANP” (Gef/MRNB, 1998: 47).
Otros actores “conservacionistas” que están monitoreando la
biodiversidad, indica el MRNB, son la BAS-PfB, World Conser-
vation, el Smithsonian Research Institute, el Glovers Reef
Marine Research Centre de la Wildlife Conservation Society
(WCS), la University College of Belice (UCB), entre otros.
134
Más aún, puntualiza el MRNB respecto a actividades de
“bioprospección”, o como suelen calificarlas, del “uso sustentable
de la biodiversidad”:
10
http://geography.berkeley.edu/ProjectsResources/BRP/SurveyM-R.html
135
La selva maya
ANP
Cobertura de bosque
136
medicinal, etc.). En relación directa, la diversidad cultural ascien-
de a 66% de la población nacional, la que corresponde al grupo
Xinca o alguno de los 21 grupos mayas que habitan en el país
desde hace cinco mil años —achi´, akateko, awakateko, chalchi-
teco, ch´orti´, cluj, itzá, ixil, popti´, kaqchikel, k´iche´, mam,
mopan, poqomam, poqomchi, q´anjob´al, q´eqchi´, sakapulte-
ko, sipakapense, tektiteko, tz´utujil y uspanteko— (Conama,
1999: 112).
Vale denotar que, si bien esa rica gama biológica es par-
cialmente conservada en 17.87% del territorio guatemalteco
(1 946 056 ha), tan sólo la zona del Petén —parte central de la
selva maya— significa 16% de la superficie del país. De dicho
territorio protegido, el 77% aún está bajo la tutela del gobierno,
el 8.8% por el de la ONG Defensores de la Naturaleza fuertemen-
te financiada por CI; el 5.9% del Instituto de Antropología e Histo-
ria (Idaeh) —que ha trabajado con la Usaid—; y 4% del Centro
de Estudios Conservacionistas (Cecon-Usac) de la Facultad de
Ciencias Químicas y Farmacia de la Universidad de San Carlos
en alianza con TNC (Conama, 1999: 107108). Según se leen los
datos anteriores, se puede ver claramente una tendencia a rele-
gar o concesionar esos espacios megadiversos a “coadministra-
dores” privados, escenario en el que resalta el hecho de que
Guatemala, al igual que los estados del sureste mexicano, se
coloca como uno de los países con mayor concentración de la
tierra agrícola en pocos propietarios,11 por lo que no extrañaría
que igualmente sucediera en el rubro de tierras “protegidas”,
un proceso de privatización de las áreas megadiversas que ha
sido legalizado en la Ley de Áreas Protegidas y su reglamento
(Decreto 489). Según su Artículo 14,
11
El 2.6% de las unidades agrícolas abarcan dos terceras partes de la
superficie ocupada bajo esa actividad (Conama, 1999: 113).
137
Guatemala, no sólo son las que suman 17.87% del territorio
nacional ya protegido, sino una ampliación de 973 744 ha
(8.94% más). Asimismo, se añaden 7 841 km2 de “uniones”
entre ANP (Ccad/Ccap-b, 1996: I). Del total de esa extensión,
como se denotó, la mayoría corresponde a uno de los espacios
megadiversos de mayor relevancia de Mesoamérica: la selva
maya.
El Plan Maestro de la Reserva de la Biosfera Maya 2001-2006
y CI en su Mapa de Vegetación de la Selva Maya puntualizan que
se trata de un solo ecosistema que se extiende desde Chiapas
(México), a través del Petén (Guatemala), hasta Campeche y
Quintana Roo (México) y Belice (CI, 2001. Conap, junio de 2001:
18). Fundamentalmente incluye, en Chiapas (México), las ANP
—o denominaciones similares— de Montes Azules, LacanTún,
Bonampak, ChanKin, Yaxchilán, Cojolita, Nahá, Metzabok y Mon-
tebello, las que se conectan a Guatemala principalmente con el
Parque Nacional Sierra Lacandona y Laguna del Tigre. En Cam-
peche (México), la Reserva de la Biosfera de Calakmul, que se
extiende a Guatemala en dirección sureste abarcando toda la
región norteña de ese país, en particular la zona del Petén (Re-
serva de la Biosfera Maya, de 2 112 940 ha, y las ANP de Zotz,
Tikal, YaxháNakúmNaranjo, Río Azul, Nachtun dos Lagunas, El
Mirador, Cerro Cahuí, El Pilar) y otras ANP tales como Xutilhá,
Machaquilá, San Román, Petexbatún, El Pucté, El Rosario, etc.
Al este de Guatemala continúa hacia Belice, cubriendo la mayor
parte de su territorio, destacando ANP como Aguas Turbias y
Río Bravo, a las que se suman Vaca Forest, Chiquibul, Cock-
scomb, Maya Mountain, Colombia River, Sitte River, Sibún, Five
Blue Lakes, Monkey Bay, Blue Hole, Baboon Sanctuary, etc. Al
norte de Belice corre la cobertura selvática tropical hasta el
sureste de Quintana Roo (México), especialmente a la zona de las
ANP de Sian Ka´an y Uaymil.
Su importancia radica en la abundante combinación de
recursos naturales y culturales, antes denotados para el caso
de Belice y al principio de este apartado para Guatemala, pero que
son fiel reflejo del caso de México —cada país, desde luego, con
sus peculiaridades y particularidades.
México contiene entre 8 y 12% de la biodiversidad mundial,
colocándose entre el cuarto y quinto lugar a nivel global. Concentra
gran diversidad cultural distribuida a lo largo y ancho del terri-
torio nacional (sexto lugar del mundo), desde las vastas zonas
138
áridas del noroeste hasta los bosques tropicales húmedos del
sureste (Delgado, 2002: 161). El número total de especies regis-
tradas en México es de 64 878, pero se calcula que el país podría
contar con aproximadamente 212 932 especies. Se han identi-
ficado 26 500 de plantas, 282 de anfibios, 707 de reptiles y 439
de mamíferos. El 14% de los dos mil géneros de plantas endé-
micas del mundo corresponden al país, reconociéndose más de
1 200 especies de fanerógamas endémicas. Se distinguen por
su porcentaje de endemismo, las cactáceas con 79%, las aga-
váceas con 67% y las nolináceas con 65%. Alberga más de 900
especies endémicas de vertebrados que corresponden 60% a
anfibios, 52% a reptiles, 11% a aves y 29% a mamíferos. Las bac-
terias, protozoarios, algas y hongos microscópicos de México
son poco conocidos. El total de especies listadas es de 633 de
protozoarios (41 endémicas), y seis mil de hongos —9% del
total mundial con estimaciones a incrementarse a 120 mil es-
pecies— (Conabio, 1998: 82, 8485). Asimismo, se considera que
más de 25% de las plantas superiores mexicanas poseen algún
uso por parte de los 56 grupos indígenas, que se encuentran
dispersos en los aproximadamente dos millones de kilómetros
cuadrados del territorio nacional, con una población de nueve
millones, de acuerdo con el Conteo de población y vivienda de
1995 (INI/BM et al., sin fecha: introducción). Ello explica por qué
la herbolaria medicinal del país es una de las dos o tres más
ricas del orbe, con más de cuatro mil especies con atributos me-
dicinales (Conabio, 1998: 127). Solamente en Chiapas —junto
con Oaxaca, los estados más biodiversos del país— se encuen-
tra, del total nacional, el 40% de las variedades de plantas,
el 36% de los mamíferos, el 34% de los anfibios y reptiles, el
66% de las aves, el 20% de los peces de agua dulce y el 80% de las
mariposas. Pero la mayor riqueza de la entidad son los poco
más de 3.5 millones de chiapanecos que comprenden los 300 mil
indígenas tzeltales, 300 mil tzotziles, 120 mil choles, 90 mil zoques
y 70 mil tojolabales. De esa población, dos terceras partes viven y
mueren en el medio rural (Subcomandante Marcos, 1994: 2).
Por lo anterior, CI señala que la selva maya despliega una
riqueza de ecosistemas, con centros de biodiversidad dentro
del bosque húmedo en la Selva Lacandona y en las Montañas
Mayas de Belice, la cual representaba un refugio en el periodo
Pleistoceno y aún guarda inmensa diversidad de plantas y ani-
males (CI, 2001). Por ejemplo, según datos de Toledo, “…en la
139
Selva Lacandona, una sola hectárea de selva primaria contiene
más de 250 especies de plantas (incluyendo árboles, arbustos
y hierbas) y entre 1 500 y 2 000 árboles que corresponden
a entre 100 y 150 especies diferentes (dependiendo del tama-
ño que se tome como referencia)” (Toledo, sin fecha: capítulo
5), así como “…50 variedades de orquídeas, 40 de aves, 20 de
mamíferos, 300 de mariposas diurnas y aproximadamente
cinco mil más de otros invertebrados” (Sierra Madre, 1992).12
El documento del CBM señala que la zona aledaña de la
selva maya adicionaría al Corredor el bosque húmedo de
Tehuantepec y Yucatán, los bosques secos de Yucatán y los
humedales de Quintana Roo (BM, 2000: 3). Sin duda alguna, ¡se
trata del corazón del CBM! De ahí que, ya desde 1998, CI Chiapas/
Usaid y WWF junto con National Geographic y CMN petroleras,
mineras y madereras, solicitaran formalmente, dadas las
condiciones sociales tan explosivas de la zona, el desalojo de
la Reserva de Montes Azules. En 1999, la propuesta fue “corregi-
da” incrementando el área a la zona de transición de la reserva,
y recientemente, en respuesta a la similitud de la condición
sociopolítica que comparten el sureste de México y Guatemala,
ambos históricamente con altos índices de militarización, y se
ha propuesto que cubra cuando menos las “zonas de conflicto”
de la selva maya.
Es tal el carácter estratégico de la selva maya, no sólo por su
diversidad biológica y cultural, sino también por sus abundantes
recursos hídricos, mineros y petroleros (véase cuadro corres-
pondiente al final del apartado) —los que han sido saquea-
dos desde la Colonia— que, dentro del redimensionamiento
de los recursos bióticos como consecuencia del desarrollo de
las biotecnologías, entre los actores involucrados en su “deta-
llado mapeo” están, además de la Usaid: en la región del Petén,
el Laboratorio de Análisis de Imágenes de la Universidad de
Maine, el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), el Pro-
grama para la Conservación de la Selva Tropical Proselva (de la
Kfw/Gobierno Alemán y Apesa), Defensores de la Naturaleza
(financiados por Usaid y TNC fundamentalmente), CI-Guatemala,
etc. En la Selva Lacandona (México), El Colegio de la Frontera
Sur (Ecosur) que opera con énfasis en Montes Azules y la Selva
12
Fragmento tomado de Barreda, 1999: 83-84.
140
Lacandona; CI-México (Programa Chiapas)13 y Pulsar interna-
cional (de Alfonso Romo, quien ha trabajado como asesor del
BM y es miembro de la junta directiva de CI). En Calakmul (Mé-
xico), el Centro para la Conservación Biológica de Stanford
University en colaboración con el Herbario Nacional de la UNAM
y WWF México; y el Proyecto para el Análisis de la Cobertura de
Vegetación y Cambios en el Uso de la Tierra (LCLUC-SYPR) del
George Perkins Marsh Institute y Clark University, ambas junto
a la Nasa (Land-Cover and Land-Use-Change —LCLUC—, programa
NAG56406), Harvard University y Ecosur. En Belice desde la ONG
Programme for Belize y el Centro de Información de Tierras del
Ministerio de Recursos Naturales y del Ambiente e Industria de
Belice (CI, 2001).
Otros actores con participación activa, al menos en el
“facilitamiento” de las actividades de biopirartería en la selva
maya son: el BM, Gef, UNESCO-PNUD-PNUMA (desde el CBM), el BID,
FAO, OEA, Comisión Europea, TNC, CARE, Smithsonian, IUCN, Na-
tional Fish and Wildlife Foundation (EUA), Nasa, Fundación Ford,
McCormick, Starbucks, Fondo Chiapas (Grupo Mexicano de
Desarrollo, Grupo Modelo, Grupo Escorpión, Pulsar, Protexa,
Minsa, Maseca, Nestlé, Herdez, Grupo Financiero Serfin, Bancre-
cer y Nacional Financiera), Fondo Social Banamex (Citybank),
Universidad de Florida, Coalición de la Selva Maya (Instituto de
Ecología, Semarnat, Ecosur, Conap, ProPetén —con alianzas a
Usaid, CI, Nasa, etc.— y Audubon Society-Belize), Conacyt (Mé-
xico), Conabio (México), UNAM, ITESM Tuxtla, UAM, Pronatura
13
En 1990 se formó una sección mexicana de CI, la cual en 1991 se con-
solidó en Chiapas a través de un canje de deuda por naturaleza con el apoyo
del BM y un valor de 2.6 millones de dólares. En 1995 CI-México recibió un
financiamiento de 246 mil dólares de la Usaid, pero la cantidad más grande
fue una donación, en 1996, de 10 millones de dólares por parte del Grupo
Pulsar. Ese dinero fue destinado a “…financiar programas de conservación
internacional que enseñan a los campesinos de la Selva Lacandona a soste-
nerse con medidas que apoyen la conservación. Los campesinos aprenderán
a trabajar la tierra en una zona de amortiguamiento alrededor de la selva,
con un enfoque particular en la producción de hule, palma africana y plantas
ornamentales”, justo unos de los negocios de Pulsar (Harvey, 2002: 17). Más
adelante, CI recibió un monto no determinado del FMCN —financiado a su vez
y para ese propósito por la Usaid— para impulsar el programa Conservación
de la Biodiversidad en la Selva Maya, un proyecto que he calificado como “el
otro ICBG maya” (Véase Delgado, 26 de enero de 2002).
141
(miembro de IUCN y Conabio, financiada por WWF, TNC, CI, Cemex,
Grupo Alfa, etc.), Ambio, Fondo Mexicano para la Conservación
de la Naturaleza —FMCN— (encargado de gestionar los fondos del
Sinap II), Unidos para la Conservación/Sierra Madre (de Patricio
Robles Gil, con vínculos a Usaid, CI, Smithsonian, National Fish
and Wildlife Foundation, Kimberly Clark, Cemex —Lorenzo
Zambrano—, FMCN, etc.), Ccad, etcétera.
En este escenario cabe explicitar el US Man and the Bios-
phere Program de la UNESCO en alianza con CI y la participación
de Ecosur y Mayafor (con vinculación a Usaid, TNC, CI, etc.) Ope-
ra directamente en la selva maya —con énfasis en Chiapas—
y canaliza fondos para proyectos secundarios como el de Mo-
nitoreo Biológico en la Selva Maya de la Wildlife Conservation
Society, CI, Stanford University, Smithsonian Institute, Tropi-
cal Ecosystem Directorate, Mesoamerican Society for Conser-
vation Biology, Ecosur (Chiapas y Quintana Roo), Centro de
Estudios Conservacionistas (de TNC) y la Facultad de Ciencias
Químicas y Farmacia, ambos de la Universidad de San Carlos, y
Programa Chiapas (de CI). Otro proyecto que vale mencionar es
el Programa de Fondos para la Preservación de la Selva Maya,
junto con la participación del Instituto de Ecología de la UNAM,
Defensores de la Naturaleza, Wildlife Conservation Society y
el Zoológico de Belice, entre otros más. También considéren-
se, en segundo plano, pero no por ello de importancia menor,
las actividades botánicas y etnobotánicas de actores que mane-
jan la biodiversidad ex situ de la región como el Jardín Botánico
de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el Banco de se-
millas forestales (Bansefor-Guatemala), los laboratorios de culti-
vo de tejidos del Instituto de Ciencias y Tecnología Agrícola
(ICTA-Guatemala), o los jardines botánicos de México como los
del Instituto de Biología UNAM, ENCB-IPN, IE, Facultad de Ciencias
UNAM, INIFAP, CP, INDRE, Ecosur, Uady, MHNCM, AMO, UAAN. Éstos
albergan cerca de 90% de los ejemplares del total de
biodiversidad ex situ del país (Conabio, 1998: 129, 272).
El potencial de la selva maya que los biopiratas acechan es
de orden mayor, de ahí los numerosos casos no documentados de
robo de biodiversidad y su conocimiento. Se sabe que operan
clandestinamente en la región actores estadounidenses, ingleses,
suizos, japoneses e israelíes, a los que se unen los “esfuerzos
legales” de actividades de “colecta e investigación científica” por
parte de nacionales y extranjeros para los que, en 1995, sólo en
142
México, los permisos expedidos a nivel nacional ascendían a
132. Datos más recientes no están a disposición del público.
En la selva maya, llamativos resultan aquellos casos que por
sus dimensiones y operadores no han podido ser encubiertos
del todo. Me refiero al ya mencionado programa del ICBG deno-
minado de Investigación Farmacéutica y Uso Sustentable del
Conocimiento Etnobotánico y la Biodiversidad en la región Maya
de los Altos de Chiapas (ICBG-Maya) en el que participaban jun-
to con la Usaid y los Institutos de Salud de EUA, la Universidad
de Georgia, la empresa inglesa Molecular Natural Limited y
el Ecosur (Delgado, 2002: 170 172). Aunque cancelado definiti-
vamente, como se puntualizó, hay que sumar las actividades que
ahora realiza la Usaid desde su programa Conservación de la
Biodiversidad en la Selva Maya que implementa CI Chiapas (Del-
gado, 26 de enero de 2002).
Igualmente se ha denunciado el caso del Biolead Project de
la CMN Sandoz, ahora Novartis/Syngenta junto con la ONG ERA y la
organización Uzachi. La CMN se llevó para 1999 más de ocho mil
muestras de hongos macro y microscópicos de la Sierra Norte
de Juárez, Oaxaca (Delgado, 2002: 166167). Otro es el ICBG-Zonas
Áridas también antes citado de la Usaid, los institutos de salud
de EUA, la CMN estadounidense American Cynamid/American
Home Products, las universidades de Arizona, Louisiana y
Purdue, y la Facultad de Química y el Jardín Botánico, ambos
de la UNAM. Busca la biodiversidad de las regiones áridas, semiá-
ridas y desérticas de México, Argentina y Chile. De esos países
obtuvo 3 500 extractos de 1993 a1997, más los que corres-
ponden al periodo 1997-2003. En México, el proyecto ha “so-
brepasado las expectativas que se tenían para los tres países en
su conjunto” (ibid., 167169).
Otro evento que se adiciona a la lista de actividades
biopiratas es el del proyecto denominado de Acceso a la Biodi-
versidad Molecular Microbiana de la empresa Diversa (EUA) y el
Instituto de Biotecnología de la UNAM. Fue aprobado por Jorge
Soberón Mainero y avalado por la Semarnap y el INE. A cambio
de equipo para realizar las actividades de biomaquila del pro-
yecto, el Instituto de Biotecnología de la UNAM acordó entregar-
le a la empresa muestras a 50 dólares cada una, cediendo todos
los derechos de patente por entre el 0.3 y 0.5% de las regalías
sobre las ventas netas si se llegara a desarrollar algún producto
a partir de las mismas (ibid., 172175). Consiste en un proyecto
143
que fue avalado no por cualquier personalidad: Soberón, direc-
tor de la Conabio —una de las entidades encargadas de aprobar
las actividades de “bioprospección”—, representa al actor guber-
namental consolidado para entregar los recursos de México al
mejor comprador; al menos eso es lo que se asume en países
como EUA. Al doctor Meter Raven, director del Jardín Botánico
de Missouri (EUA):
14
http://www.idrc.ca/books/reports/1996/30-03e.html
144
Farmaya, A.C. es parte del Centro Mesoamericano de Estudios
sobre Tecnología Apropiada (Cemat), tal y como lo indica la
química-farmacóloga cofundadora de la empresa, Lidia Girón,
“…nuestra organización es hija del Cemat”.15 El Centro es finan-
ciado o tiene vínculos con la Organización Mundial de la Salud,
UNICEF, Gtz, Procafor/Finnida, Alindes, IUCN, CI, Defensores de la
Naturaleza, etc. También es miembro del ya antes descrito Tra-
mil/International Development Research Centre (Canadá), un
programa de IUCN financiado por el BM, Gef, FAO, ONU, Usaid, CI,
Fundación MacArthur y Ford, entre otros. Es un esquema a
partir del cual fomentó, desde Farmaya, A.C., la creación de una
Comisión Nacional para el Aprovechamiento de las Plantas Me-
dicinales de Guatemala (Conaplamed) misma que incluye perso-
nalidades de ONG, la iniciativa privada, gobierno y universidades;
y que según el Informe Nacional para la Conferencia Técnica
Internacional de la FAO sobre los Recursos Filogenéticos, “…ha
ejecutado algunos proyectos, con financiamiento externo para
el estudio de las plantas medicinales” (Martínez, 1995: 15). Far-
maya, A.C. y Conaplamed son colaboradores del International
Centre for Sciences & Technology (ICS) de la United Nations In-
dustrial Development Organization, financiado por el BM, Usaid,
Gobierno de Italia, el European Bank for Reconstruction and
Development, entre otros; y con vínculos de trabajo con CMN
farmacéuticas como Glaxo-Wellcome, Novartis, Tecnogen, Pfizer,
etc. Desde sus actividades de “medicinas del mañana”, subpro-
gramas de “plantas medicinales y aromáticas” y “control de ca-
lidad y estandarización de yerbas medicinales”, contribuyen la
producción y evaluación de calidad de las mismas, todo como
parte de un grupo del ICS de diversos países como Etiopía
(Universidad de Addis Abeba), India (Punjab), Tailandia (R&D
Institute), Hungría (Institute for Medicinal Plants), o México
(Universidad Autónoma de Nuevo León) (ICS, 2002: 4, 7, 50).
Cemat además es miembro de la Red Iberoamericana de Pro-
ductos Fitofarmacéuticos (Riprofito), misma que se autodefine
como un ente cuyo objetivo es “…propiciar la cooperación in-
ternacional entre los sectores empresariales, académico y de
gobierno para estimular la industrialización de las plantas
medicinales”.16 Se sabe que Riprofito está involucrada en actividades
15
http://asac.net/noticias/planplante.htm#ing
16
http://www.geocities.com/florbach/red2.htm
145
de biopiratería de plantas medicinales en comunidades rurales
y con yerberas de los mercados de Tlaxcala y Puebla en México.17
De lo anterior claramente se desprende una compleja red
biopirata. De ahí que Farmaya, A.C. sea fuertemente criticada por
sus actividades de esa naturaleza, al tiempo que se olvida al
Cemat, ya que se presenta como centro de investigación sin “fines
de lucro”. Lidia Girón, sin embargo, ha respondido a las críticas
puntualizando que “no hay medicina de la gente pobre; la me-
dicina pertenece a toda la humanidad”.18 Claro está que, mien-
tras Girón hace tal aseveración, Farmaya, A.C. contradictoria-
mente hace uso de la propiedad privada sobre “sus productos”
para hacer negocio del conocimiento indígena guatemalteco que
robó bajo intereses, fines y beneficio propio.
En este interesante actuar de Farmaya, A.C., llama la atención,
la relación de ésta con la CMN ASAC Pharma Internacional, un
grupo integrado por varias compañías españolas bajo una ad-
ministración única: Laboratorios Atache y Smaller, Alacan
Industrias Quimico-Farmacéuticas, International Pharmaceu-
tical Inmunology, Centrum Especialidades Farmacéuticas, Eu-
rodiagnósticos, Deshidrafarm y Farmaya Fitobioextractos.
Posee sedes filiales en Argentina, Brasil, Guatemala, Marrue-
cos, México y Portugal. Su característica es “la integración
vertical de sus actividades, de su investigación y control sobre
su cadena de valor”. Entre sus especialidades están los fitofár-
macos, tratamientos para enfermedades neurodegenerativas del
sistema nervioso central como la esclerosis múltiple y Alzheimer,
la dermatología, psoriasis, arteriosclerosis, cáncer y diagnósticos
de un solo paso. Tiene como objetivo “…el desarrollo de pro-
17
Entre las “experiencias” de trabajo de Riprofito está el proyecto de
Plantas Medicinales de Tlaxcala-Puebla y Mercados Verdes Herbolarios-FANCA
a cargo de los maestros Miguel Ángel Gutiérrez Domínguez y Yolanda Betan-
court Aguilar, respectivamente, en las que participan el Jardín Botánico
Universitario de la UAT, la asociación civil Ecología y Desarrollo de Tlaxcala y
Puebla y la Red Mexicana de Productores Ecológicos de Plantas Medicinales. El
proyecto ha contemplado como objetivos principales “…promover el comercio…
de plantas medicinales y productos… propiciar una adecuada vinculación de
las empresas fitofarmacéuticas con los centros de investigación científica;…
(y)… apoyar la creación de… una Fundación para la lnvestigación Científica y
la transferencia tecnológica de fitomedicamentos” (http://www.geocities.
com/florbach/red2.htm).
18
http://www.idrc.ca/books/reports/1996/30-03e.html
146
ductos de investigación propia, con base en el conocimiento de
la medicina tradicional de los pueblos indígenas para la creación
de fármacos y productos de una alta utilidad terapéutica” (www.
farmaya.com).
La CMN española ha llevado a cabo dos proyectos dentro del
marco del subprograma de Química Fina Farmacéutica (1989)
del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el
Desarrollo —Cyted— (La Prensa, 30 de abril de 2002). Desde
ahí, ASAC Pharma se ha vinculado no solamente a Riprofito y
al programa Tramil, sino también a Farmaya, A.C.: la división
de fitofármacos del Cemat —miembro desde luego del Tramil y
Riprofito, entre otros—. Con logos similares, Farmaya, A.C.
lleva el mismo nombre que los Laboratorios Farmaya de Ali-
cante, España, parte de ASAC Pharma. Esta curiosa similitud apa-
rentemente superflua, nos lleva forzosamente a indagar si Farma-
ya, A.C. es una pantalla muy bien cuidada de ASAC Pharma para
operar en la zona de la selva maya, desde Guatemala. En tal línea,
resulta esclarecedor el acuerdo firmado el 2 de marzo de 2001
por ASAC Pharma para la producción, transformación y comer-
cialización de plantas medicinales y otros productos naturales
con el Fondo de Inversiones para la Paz en Colombia del gobier-
no colombiano, que integra recursos del Plan Colombia y la
cooperación internacional (BM, BID, Usaid, etc.); con el Convenio
Andrés Bello de España (Bolivia, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador,
Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela); y por supuesto, con el
esquema del que es parte el Cemat: el Cyted/Riprofito (http://
asac.net/ noticias/).
Se trata de una intrincada línea de operación muy funcional,
pero que, como el acuerdo lo indica, no se limita a la selva maya.
En el pacto se explicita la creación de una empresa con junta
(joint venture) en Colombia para la investigación y desarrollo de
especies medicinales, la implementación de cultivos alternati-
vos en suelo colombiano de la materia prima Polipodium Aurem y
su exclusivo suministro a ASAC Pharma,19 el desarrollo de productos
19
La investigación de los principios activos de las plantas y, en especial,
la posibilidad de lograr un fármaco para la esclerosis múltiple que se en-
cuentra en fase de investigación avanzada ha llevado a ASAC Pharma a comprar
plantaciones de Polipodium Aurem (ANAPSOS) en Guatemala, Costa Rica y,
recientemente, en Colombia, “para no quedarse desabastecido” (http://
www.5dias.com/ especiales/suplementos/pymes/20020220/04perfil.htm).
147
medicinales y alimentarios (nutraceuticals), especialmente co-
lorantes naturales alimentarios —el negocio de Farmaya, A.C.—.
Este acuerdo ha sido posible, en Colombia, gracias al Plan Colom-
bia de EUA, mismo que recoge 68.5 mdd para “cultivos alternativos”
de un total programado en el Plan Maestro, de más de 1 300 mdd
(ibid.).
De lo anterior se puede entender, entonces, que ASAC
Pharma se perfila como un socio menor de EUA para saquear la
biodiversidad de la región, ya que forma parte, en Colombia, de
un esquema totalmente de ese país (el Plan Colombia). En Meso-
américa la situación es parecida. El acuerdo entre ASAC Pharma
y el Cyted, y la simbiosis entre el segundo y el Ciflorpan, se fun-
damentan en que ambos casos son parte del ICBG de la Usaid y
los institutos de salud de EUA. Mientras el Ciflorpan se coloca
como parte del ICBG-Panamá, el Cyted se une desde el Subpro-
grama X de Química Fina Farmacéutica. Mahabir P. Gupta, coor-
dinador internacional del Subprograma desde 1995, puntua-
liza que “…el programa está relacionado con los proyectos de
investigación cooperativos (ICBG)” (La Prensa, 30 de abril de 2002).
Este tipo de alianza entre EUA y capitales españoles no es la
única: la empresa española Farmamar, filial del grupo Zeltia
y especializada en el desarrollo de anticancerígenos de ori-
gen marino, también participa en el Subprograma X del Cyted
(ibid.). Así, pues, mientras se colocan a la cabeza las CMN de EUA
desde el ICBG y se suman aliados, como los capitales españoles,
la idea que se vende a la continuamente saqueada Latinoamé-
rica es exactamente la “aspiración” de Gupta: “…que alguno de
los descubrimientos de los integrantes de Cyted logre desarrollar
con el apoyo de las empresas farmacéuticas un medicamento,
ya que esas regalías podrían ayudar a realizar nuevas investiga-
ciones” (ibidem).
A contracorriente de las inclinaciones de Gupta, habría que
decir que la riqueza biológica está en nuestros territorios, la
capacidad científica también, y la tecnología la podemos de-
sarrollar, tal y como hizo México para dar con la fórmula de la
gasolina poco después de haber nacionalizado el petróleo. Cuba,
con todo su avance en biotecnología, tiene mucho que enseñar
al respecto, tanto de experiencia como en gestión de la investi-
gación y derechos de propiedad en manos del Estado nación.
No se trata de no hacer uso de nuestra diversidad biológica, sino
148
de quién y para qué intereses y fines se hace, con qué cuidado
y precauciones, etc. Los Estados-nación latinoamericanos tienen
las respuestas a tales interrogantes y, para la sorpresa ya de
pocos, en ese proyecto de nación sólo están incluidos en el
grupo de beneficiarios todos aquellos que no son latinoamerica-
nos, claro está, a excepción de la cúpula de poder nacional que
se beneficia con las “moronas” del saqueo y explotación de
nuestros países.
149
Honduras (Guatemala-Honduras); Río Choluteca y Río Negro
(Honduras-Nicaragua); Río Xixaloa y Río Changuinola (Costa
Rica-Panamá). Dada esta opulencia hídrica de la región, figú-
rese la capacidad hidroeléctrica de la misma en el contexto
del PPP y la conexión eléctrica centroamericana y de ésta con
México, ambas promovidas por el BM/BLD. Es un panorama
que calza perfectamente frente a las crecientes necesidades
capitalistas de electricidad y agua de EUA, y desde luego,
de las que implican la operatividad del PPP. En cuanto a la
energía electrica, es de esperarse un incremento de transfe-
rencia de esa energía desde México hacia el país norteño. En
relación con el agua, íntimamente vinculada a la generación
de electricidad, se intensifica la posibilidad de construir un
abanico de presas, como las cinco que se tienen pensadas
en la cuenca del Usumacinta (México-Guatemala), la de El
Chalillo en Belice, la de El Tigre en el Río Lempa (Honduras),
los proyectos hidroeléctricos de la Comisión Federal de
Electricidad (México) y la empresa española HidroCopalar
en Nicaragua, la del río Los Valles (Panamá), por mencionar
algunos ejemplos. Al mismo tiempo, no se descarta la opción
de conectar las presas del sureste de México, Guatemala y
Belice para coordinarse con la construcción de un sistema
de bombeo de agua hacia el norte de México, y que lo “de
menos” sería conectar ese sistema al estadounidense. Una
especulación que, si bien suena aparatosa, ya ronda en los
círculos académicos de ese país metropolitano (Delgado,
agosto de 2002).
Petróleo. Conocida es la abundancia petrolera del sureste
de México. Solamente en Chiapas hay 86 instalaciones de
PEMEX clavadas en los municipios de Estación Juárez, Re-
forma, Ostuacán, Pichucalco y Ocosingo. Cada día succionan
92 mil barriles de petróleo y 516.7 mil millones de pies cúbicos
de gas (Subcomadante Marcos, 1994: 1). En indagaciones de
Barreda (1999), según un reporte de 1974 de la revista Oil
and Gas que cita, los prospectos de búsqueda de más fuen-
tes de petróleo en el sureste de México no están limitados
al área Chiapas-Tabasco. Según la Dirección de Exploración de
la zona sureste de PEMEX, han circulado reportes de que “…
habríamos encontrado una provincia gigante que va desde
Chiapas hasta Guatemala, pero las evidencias geológicas
150
que tenemos muestran claramente que lo que tenemos son
dos provincias diferentes. Las estructuras Chiapas-Tabasco
son definitivamente anticlinales, mientras que aquellas de
Guatemala son domos salinos”. Más aún, en la investigación
de Barreda se puntualiza que, según lo delinean los geólogos,
el gigantesco arrecife, tipo atolón, se extiende desde cerca
de 200 millas al oeste de Reforma (Cuenca del Papaloapan)
hasta el mar abierto del Golfo de Campeche y rodea la actual
Península de Yucatán. Luego penetra en Belice y Guatemala
y avanza hacia el oeste dentro del territorio mexicano, y
cierra el círculo dentro de la porción sureste en la Cuenca
del Papaloapan. Ahí PEMEX ya ha encontrado una importante
producción de hidrocarburos del Cretácico. Súmense los
yacimientos marinos de Honduras Nicaragua.
Minerales. Asociados a los hidrocarburos del sureste de
México están la sal y el azufre. lmportantes yacimientos
se localizan en la antigua cuenca del lstmo en el estado
de Veracruz (México), cuya prolongación al mar se localiza
en la porción sur del Golfo de México y en la plataforma
continental del Banco de Campeche. La sal también está
presente aún más allá, en el centro del Golfo, en una re-
gión conocida como Zona de Domos Salinos de Sigsbee.
También se sabe de la existencia de depósitos de óxidos de
manganeso en forma de nódulos, que se encuentran sobre
las porciones norte y oriental de la plataforma de Yucatán,
por lo que es probable que estén presentes otros mine-
rales, tales como fosforitas y glauconitas. En la planicie
costera de Veracruz y en la plataforma marina adyacente a
la misma hay depósitos de cuarzo que se están explotando
por su importancia como abrasivos y para la industria del
vidrio. En sitios específicos se conocen depósitos de minera-
les de óxidos y sulfuros; por ejemplo, en San Andrés Tuxtla,
Veracruz; en la planicie costera del estado de Tabasco; o
en las desembocaduras de los ríos Usumacinta, Grijalva y
San Pedro (México-Guatemala). En la provincia geológica del
Caribe (la tercera a nivel nacional), que incluye la porción
nororiental de la Península de Yucatán, se han acumulado
rocas de carbonato de calcio y evaporitas compuestas por
cloruros y sulfatos (http://lectura.ilce.edu.mx:3000/sites/
ciencia/volumen3/ciencia3/141/ htm/sec_10.htm). Desde
151
la parte central del lstmo de Tehuantepec, México (Sierra
Mixe, Chimalapas y parte de Uxpanapa), y en dirección
sureste, la topografía se comprime por la presión de las pla-
cas continentales del Golfo de México y, sobre todo, el Golfo
de Tehuantepec, presentándose la formación de abruptas
sierras, cubiertas de extensos bosques y selvas con aflora-
mientos rocosos y con presencia de yacimientos de hierro y
regiones con potencial no metálico en barito, fluorespato,
grafito, cuarzo, calcita, dolo mita, puzol, toba, mármol, yeso,
amatista, caliza, granito y titanio, así como cobalto, níquel,
cromo, potasio, mica, tungsteno, calhidra y fosforita. En
Centroamérica se pueden encontrar yacimientos de oro
en Nicaragua y Costa Rica, y en menor medida en Honduras
y Panamá, de plata en Honduras, de cobre en Honduras y
Panamá: afloramientos no metálicos como azufre, asbes-
to, granito, cemento, etc., se concentran en Guatemala, El
Salvador y en menor medida en Honduras (LUCN, 1999: 25).
Corredores de recursos naturales. Si se revisa espacialmen-
te la localización de biodiversidad, petróleo y minerales
en Mesoamérica, se pueden visualizar una serie de corre-
dores relativamente continuos de dichos recursos, e incluso
algunos de ellos se traslapan (Delgado, 4 de julio de 2002).
Según indica un estudio de la LUCN, “…las regiones del tró-
pico combinan su alta incidencia de biodiversidad con
las altas concentraciones de minerales. Juntas …(a nivel
mundial)… representan importantes centros de producción
de minerales con 17.4% de hierro, 14.2 del cobre, 2.2% del
oro y el 50.4% de bauxita” (LUCN , 1999: 26). Esas mismas
zonas megadiversas atraen las lluvias y la humedad atmosfé-
rica, factores que contribuyen a incrementar sus importantes
reservas de agua dulce. Por ejemplo, el emplazamiento de co-
rredores de recursos naturales en Mesoamérica se puede
denotar en los puntos de traslape. En el biodiverso estado de
Chiapas (México) hay importantes yacimientos de petróleo,
uranio y otros minerales, y cuantiosas reservas de agua. En
Centroamérica se traslapa biodiversidad y abundancia de ríos
y lagos del Petén y los yacimientos petroleros del noroeste
guatemalteco (región de la Laguna del Tigre), en Nicaragua
los yacimientos de oro y los bosques del Atlántico, así como
la cuenca petrolera marina del Atlántico justo en el límite
152
marítimo con Honduras, donde se encuentran las zonas
megadiversas de La Mosquitia (Honduras) y los Misquitos
(Nicaragua); los yacimientos de cobre de Honduras se dis-
persan en la zona boscosa de pino del oeste y parte de las
montañas de Comayagua; las minas de cobre (Cerro Colorado)
se empalman con la alucinante riqueza biótica e hídrica de la
Comarca Ngobe Bügle en Panamá (Delgado, 2002).
153
Corredor biológico indígena y
campesino del CBM
1
http://www.iadb.org/ppp/project/projectDetails.asp?project_id=89
155
En relación con el perfil “pro social” del CBM, según Mauricio
Castro Salazar, Director General de Sica y Secretario Ejecutivo
de la Ccad,
156
con los proveedores, en este caso las comunidades, donde
negocien las partes (ibid., 45).
157
“certificado” de las forestas de la región, se suman otros como la
producción de vainilla por parte de las comunidades de la selva
maya para McCormick (EUA). Claro queda que los escenarios an-
teriores son justo lo que los capitalistas, funcionarios y ONG
ambientalistas del tipo CI conciben y entienden por CBM y su tan
desgastada frase de “desarrollo sustentable” que quieren vender.
Sin duda alguna, el CBM no es otra cosa que la “versión verde” del
Plan Puebla Panamá, que mientras explota a la población y saquea
los recursos mesoamericanos, busca colocar a los actores extran-
jeros en el negocio, un esquema en que la clase capitalista meso-
americana ni siquiera busca hacer ese negocio con nuestros re-
cursos humanos y naturales, conformándose, en el mejor de los
casos, con un papel menor de coparticipación en la explotación
y saqueo del país que se trate. El “negocio” mejor lo deja en manos
de extranjeros, como Starbucks o McCormick (siguiendo los ejem-
plos anteriores). Es una actitud similar a la de la elite latinoame-
ricana de la Colonia, siempre subordinada y dependiente del país
colonizador; o en otras palabras, es un actuar de “sucursal” por
parte de la elite de la región, donde la matriz no está aquí, sino
en el Norte. Los capitalistas colombianos y mesoamericanos al
menos deberían ser los negociantes de un mercado que les per-
tenece. Son los “Starbucks” colombianos y mesoamericanos los
que deberían estar en EUA y Europa, no los capitales de EUA —y
Europa— haciendo el gran negocio con nuestros recursos natu-
rales y humanos en esos países y en los nuestros. Una tendencia
de la clase capitalista mesoamericana que, en la lógica de la
competencia capitalista, cuando menos resulta mediocre; con-
trastante es que, mientras en México 70% de las franquicias son
extranjeras, en Brasil, aún, el 90% son brasileñas (lo que no quie-
re decir que la situación en Brasil sea “maravillosa”).
Asimismo, dentro de las “oportunidades” que ofrece el CBM,
“enriquecido” con su “perfil pro social” —que se maneja de un
modo frente a las comunidades indígenas y campesinas, y de
otro ante los empresarios —, ahora está la de la apropiación del
conocimiento sobre la biodiversidad que han desarrollado y
preservado las comunidades indígenas y campesinas. Los fun-
cionarios encargados del CBM, ajustándose a las necesidades de
las CMN extranjeras involucradas en los bionegocios, entienden
al corredor biológico indígena y campesino como un esquema
que se puede “ajustar” para facilitar el trabajo de “recuperación
y sistematización” de tal conocimiento. Así, el documento que
158
aborda la propuesta del corredor biológico indígena y campesi-
no de la Ccad/Cicafoc puntualiza que
159
respeta… la confluencia de la globalización y el neolibera-
lismo, en tanto que aspira en absoluto a dominar mejor las
fuerzas naturales para el mayor bienestar de las minorías
privilegiadas, para adjudicarse la hegemonía intelectual de
la sociedad y para signarle a la razón la exclusividad, por
sobre la vasta gama de la experiencia que corre por otras
vías, lamentablemente no admite discusión, diálogo y debate
político… Si bien el desarrollo integral que concebimos desde
nuestras experiencias difiere del modelo moderno, esto no
significa que rechacemos las ventajas que ofrecen la ciencia
y la tecnología como conquistas de la humanidad; antes
bien, advertimos que la técnica debe de cesar su utilización
a favor de la opresión y la explotación y ponerse al servicio
de la dignificación del hombre y de la preservación y reno-
vación de la naturaleza. Técnica moderna y conocimientos
indígenas son complementarios. Nuestro planteamiento no
lleva la intención de rechazar el “desarrollo moderno” en
bloque; la industrialización y la urbanización se pueden
aceptar, pero a condición de mantenerse el equilibrio social
y de la naturaleza; no hay incompatibilidad insuperable en-
tre nuestras culturas indígenas y la tecnología moderna, pero
nuestra escala de valores es diferente y estamos dispuestos a
incorporar aquellos elementos que nos parezcan útiles y que no
alteren el ritmo de nuestras vidas.
Es preocupante ver cómo, de la noche a la mañana,
con el pretexto de la conservación del medioambiente y la
biodiversidad, los organismos internacionales y los grupos
económicos controlan nuestras áreas protegidas, excluyen-
do la participación de las comunidades y en muchos casos
creando desalojos silenciosos de las comunidades indígenas
(Ccad/Cicafoc et al., 2001: 39-43).
160
Entretanto, la directiva de Ccad-Sica considera que el traba-
jo con las comunidades indígenas, en el marco del corredor
biológico indígena y campesino para considerar sus “opiniones”,
“…es un primer sobrevuelo, pero todavía falta aterrizar, para
ver si este mapa responde a la realidad, y cómo se ve el río y el
árbol que tiene para ustedes tan profundos contenidos míticos,
y cómo se ve en el CBM” (ibid., 55).
Más aún, aclara la Ccad-Sica respecto al CBM: “…la información
financiera debe ser del manejo de ustedes… (las comunidades
indígenas)”. Sin embargo, engañosa y convenientemente se sus-
cribe que, en lugar de tratarse de un proyecto —como ya se
señaló— de más de 800 mdd provenientes del BM-BID y de 4 541
mdd de inversiones indirectamente asociadas, más bien consis-
te en un proyecto que: “…tiene un presupuesto general de 10
millones de dólares para seis años y para desarrollar acciones
en ocho países, entonces no se trata en realidad de un gran
proyecto” (ibid. 55).
Frente a lo anterior y a las acciones que se suman para “…
beneficiar a grupos de poder económico con el apoyo de las
instituciones financieras internacionales y multilaterales y que
se vinculan altamente con… el Plan Puebla Panamá, Plan Colom-
bia, tratados comerciales y el Área de Libre Comercio de las
Américas”,2 el Congreso General Kuna (Panamá) responde a la
Ccad/BM et al., que “…los proyectos deben respetarnos… usted,
si quiere entrar en mi casa, yo digo, ¿qué traes, qué tienes en
tus manos, para qué me visitas?” (ibid., 57).
Militarización sustentable*
2
Declaración del Foro Mesoamericano por la Vida celebrado en marzo de
2002 (http://www.biodiversidadla.org/documentos1/documentos221.htm).
* Una versión corta de este apartado fue publicada en la revista mexica-
na Memoria, con base en la cual se han actualizado algunas secciones aquí
presentes. (Véase, Delgado Ramos, Gian Carlo. “Geopolítica imperial y Recur-
sos Naturales” Memoria No. 171, mayo, 2003, México).
161
comunidades indígenas y campesinas que se oponen, entre otras
cuestiones, al saqueo y desnacionalización de los recursos na-
turales y su conocimiento. La opción se centra entonces en el
recrudecimiento de la postura militar de carácter contrainsur-
gente y paramilitar por parte de los ECP, en coordinación con los
aparatos de seguridad de EUA y su brazo —desde la CIA— “diplo-
mático/civil”: la Usaid.
La dimensión del escenario hemisférico toma mejor forma
si se revisa el posicionamiento castrense de EUA. En el Mapa 3
(antes presentado), podemos observar que Mesoamérica se en-
cuentra plagada de emplazamientos castrenses de EUA. Un sis-
tema de vigilancia para México, Centroamérica y el Caribe
opera con una red compleja de fuentes. Si nos movemos de
Norte a Sur, nos topamos con el radar Rothr de Corpus Christi,
en Texas, las bases-radares de Soto Cano en Honduras, la de
Guantánamo en Cuba, y la de Puerto Rico (la estación naval
Roosevelt Rose, aparte del fuerte Buchanan). Encima se anexa el
sistema de espionaje satelital (tipo AVHRR, de radiómetro de gran
resolución) y los continuos sobrevuelos de aviones espías. Otras
bases militares son la de Comalapa en El Salvador (además del
Centro Regional de Drogas y la embajada tipo “bunker” más
grande de Centroamérica que mantiene EUA en ese diminuto
país); la programada en la zona de Liberia en Costa Rica; las
antiguas bases del Canal de Panamá que se pretende “recuperar”
(Howard, Isla Galeta, Rodman, Sherman, Balboa, Pina y Clayton);
y otros emplazamientos como el aeropuerto militar estadouni-
dense de la ciudad de Panamá. Igualmente se encuentran lo que
EUA denomina como “locaciones de operaciones de avanzada”
(FOL) y “sitios de operaciones de avanzada” (FOS), entre los que
están los de Costa Rica, Belice, Honduras, Islas Caimán y Panamá;
o el FOL de Aruba-Curaçao.
De igual forma se unen los “esfuerzos” del Comando Sur
(Ussouthcom).3 En el Darién, zona de selva tropical con alta
concentración de endemismos (especies únicas en el mundo),
advirtió el general James Hill, jefe del Comando: “…Es posible
una invasión de narcoterroristas… [por lo que]… Panamá y EUA
3
Se trata de uno de los nueve comandos que operan a nivel mundial para
asegurar los intereses de EUA. Cubre 32 países (19 en Centro y Sudamérica y
12 en el Caribe), lo que representa cerca de una sexta parte de la masa te-
rrestre. Véase mapa en: http://www.southcom.mil/pa/idxfacts.htm
162
están explorando nuevos mecanismos de apoyo”.4 Esos “meca-
nismos” contemplan la recuperación de posiciones militares
(como la antigua base Howard) y el “entrenamiento” de policía
militarizada, ello mediante una segunda fase del Plan Nuevos
Horizontes, un operativo estadounidense que comprende “una
serie de actividades de asistencia humanitaria y entrenamiento
militar en América Latina y el Caribe”, y que en Mesoamérica ha
irrumpido intensamente en Guatemala. De la mano del Us-
southcom con sede en Florida y subsede en Puerto Rico, en
México y Centroamérica hay un equipamiento de los ejércitos
domésticos y un adiestramiento de los altos mandos y grupos
elite, por parte de EUA, llegando, en algunos casos como los de
Guatemala y Panamá, a la directa injerencia en las fuerzas ar-
madas nacionales.
Sudamérica, el epicentro de biodiversidad del planeta y con
las mayores reservas de agua dulce (tan sólo Brasil tiene el 20%
a nivel mundial), sin mencionar los importantes yacimientos de
minerales y petróleo, es una región similarmente invadida
de presencia militar estadounidense. En algunas regiones —como
la andina amazónica—, la situación es más notoria. Podemos
mencionar la base-radar de Manta en Ecuador; las de Caquetá,
Leticia y el Putumayo en Colombia; los FOS y FOL en Iquitos; la
base de Santa Lucía y el Putumayo peruano; la de Chapare y una
unidad “antiterrorista” en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia; las
de Salta, Chubul, Río Negro y las operaciones Cabañas-Ilegales
y de Marines en el Delta, todas en Argentina. Bases de entrena-
miento de boinas verdes en Paraguay; la base-radar de Venezue-
la; la recién negociada ampliación de la base de Alcántara en
Brasil, la de Tolhuin en Tierra del Fuego y las múltiples bases-
radar en el Atlántico Sur y la Antártida.
Todo ese escenario antes puntualizado es justificado en re-
pentinos y supuestos aumentos dramáticos de las actividades
delictivas en las zonas megadiversas, especialmente del narco-
tráfico, en y desde la retórica facilona del “desarrollo sustenta-
ble”, que se presta como comodín a cualquier acción de las elites
capitalistas y que “obliga” la actuación de las fuerzas militares
para garantizar la “conservación” de las mismas, así como en la
más reciente versión de concebir las zonas megadiversas: en los
4
Reyes Núñez, Álvaro, “El general Hill propone segunda fase de Nuevos
Horizontes en Darien” (La Prensa, Panamá, 11 de marzo de 2003).
163
ECP, y según las formulaciones hechas desde los ECC y los orga-
nismos “internacionales”, bajo el rubro del patrimonio de la
humanidad y entonces retóricamente para el beneficio de todos
los seres humanos. De ahí que Fox puntualizara la necesidad de
impulsar “…el uso para toda la humanidad de estos bienes que
a todo mundo corresponden; los recursos de la tierra son recur-
sos que pertenecen a la humanidad entera; su preservación es
ahora un asunto concerniente a la paz y a la seguridad mundia-
les” (Cumbre de Monterrey, preparatoria de facto a Johannesbur-
go, 22 de marzo 2002). Y en los ECC, casualmente y de modo
opuesto, como cuestión de seguridad nacional. De ahí que EUA
indique la importancia de la gestión y usufructo nacional de sus
áreas relevantes, mientras que “amablemente” ofrece su ayuda
para proteger las zonas periféricas megadiversas, todo bajo el
desgastado eslogan de “por el bien de la humanidad”.5
Esa guerra de baja intensidad encubierta, pero crecientemen-
te de acción descubierta por parte de militares y paramilitares,
pretende “extinguir” el accionar autogestivo de las comunidades
que dan aire a la asfixie social y que animan los movimientos
sociales en todos los rincones de Mesoamérica, Latinoamérica
y el mundo. Al mismo tiempo, también busca abrir las puertas
—cumpliendo con el periodo “acordado” con el Norte—, para
ejecutar libremente los diversos programas de saqueo/apropia-
ción, privatización/desnacionalización y explotación de los
activos estratégicos, tanto materiales como naturales y humanos,
que componen la rica diversidad del complejo espacio geográ-
fico mesoamericano. Trátese tanto de la privatización y desna-
cionalización de la infraestructura estratégica existente; la
5
Aunque en algunos casos las oligarquías latinoamericanas usan el tér-
mino de “seguridad nacional”, éstas se refieren de fondo a la de los ECC, de
ahí que siempre incluyan aseveraciones de la importancia de los recursos
naturales para el “beneficio de la humanidad y en particular el de la población
local”, misma que se vería “favorecida” por la explotación de los recursos por
parte de las CMN de los ECC. Contrastantemente, los ECC conciben las zonas
megadiversas nacionales realmente como cuestión de seguridad nacional,
por lo que se obligan a defenderlas incluso militarmente ante cualquier in-
tento de su desnacionalización, pero no sólo imperialmente: EUA (y detrás
sus CMN involucradas en los bionegocios) ha indicado que más allá de sus
límites nacionales, las zonas biológica y culturalmente ricas son de tal im-
portancia que ayudaría a los ECP a garantizar su “seguridad nacional” y con-
servación. ¡Vaya ayuda!
164
construcción de otra nueva, necesaria para ejecutar el PPP —como
supercarreteras, líneas férreas de alta velocidad, canales de agua,
instalación de un sistema moderno de fibra óptica, etc.; o acti-
vidades de saqueo y desnacionalización de los recursos natura-
les y su conocimiento.
Consiste en reprimir, de entrada, los movimientos indígenas
y campesinos que se “disgustan” con los programas del PPP y en
general con el sistema capitalista que históricamente los ha
explotado, y de manera cada vez más radical, en las últimas
décadas. Pero de igual manera, ese mismo aparato represor está
crecientemente siendo utilizado para sofocar los movimientos
sociales urbanos que, con el PPP, se intensificarían dramática-
mente a causa de la industrialización maquiladora de la región,
resultando en una profundización de la explotación laboral,
precarios salarios, aumento de la prostitución y narcotráfico,
etcétera.
Como indica la Cooperativa de Estudios y Análisis Regiona-
les para la Resistencia (CEARR),
165
son retóricamente de la humanidad entera y el Presidente
Fox es el Presidente de los Países Megadiversos y paladín
de los derechos humanos… Como quiera, ahí estará pronto,
en el 2004, la Policía Civil Internacional biosférica en Costa
Rica; a ver si de ésa sí se desmarca nuestro gobierno o, aca-
so para entonces, el nuevo paisito hidrofitoalpinogenético,
(CEARR, 2002: 3-5).
166
La invención del Grupo de los Países
Megadiversos Afines
167
poder de negociación frente los países desarrollados… (por
ello)… las autoridades… deberán desarrollar mecanismos
que aseguren la concesión de patentes y otros títulos de
propiedad intelectual relacionados con material biológico y
genético” (ibid. Cursivas y negritas mías). Es decir, seguir el
esquema detrás del proyecto del ICBG-Panamá antes indicado.
Con clara postura subordinada con los ECC, el GPMA en
búsqueda de asegurarse no la “tajada”, sino las “moronas” del
pastel, se ha pronunciado respecto al conocimiento indígena
y tradicional relacionado de la siguiente manera y en boca
de la Semarnat (México): nuestros países “...no sólo poseen
una gran diversidad de especies y ecosistemas, sino que
también tienen un rico patrimonio cultural, lo que representa
una gran responsabilidad para su conservación. Todos estos
recursos también tienen un potencial valor económico muy
importante si se utiliza de manera sustentable” (La Jorna-
da, 13 de febrero de 2002). Al respecto habría que recordar
la vasta experiencia de Costa Rica —también miembro del
GPM— respecto a lo que significa el “uso sustentable de la
biodiversidad y su conocimiento” y que presentaría como
“el” modelo de este tipo de experiencias en Río y que luego
se repetiría abiertamente en varios países del mundo.
Más aún, Ezequiel Ezcurra, jefe de la delegación mexi-
cana participante en la Reunión Ministerial de Paí-
ses Megadiversos Afines, celebrada en Cancún (México)
en febrero de 2002, señaló respecto al “conocimiento
tradicional, aprovecho y reparto de beneficios” que “...
el desafío es que el conocimiento tradicional es difícil
de definir dentro de las reglas de juego del sistema de
patentes industriales, pensado para registrar productos
e ideas desarrolladas por la industria, mientras el conoci-
miento tradicional es difuso y colectivo. Algunos países
plantean la necesidad de trabajar de manera más intensa,
lo cual implicaría participar en la Organización Mundial
de la Propiedad Intelectual” (La Jornada, 18 de febrero de
2002: 41). En otras palabras, a lo que Ezcurra alude es al
problema de cómo lidiar con el rasgo de colectividad del
conocimiento indígena, por un lado, y el fundamento pri-
vado de los sistemas de patentes, por el otro, y que desde
la Organización Mundial de la Propiedad intelectual se
168
buscan homogenizar para favorecer a los ECC y sus CMN
de modo que una patente presentada, por ejemplo, en la
Oficina de Patentes de EUA o la Unión Europea sea válida
simultáneamente en todo el mundo (Delgado, 2001).
Sin embargo, muy ilusionados los delegados del GPMA,
suscriben que el camino para resolver la problemática de
la colectividad del conocimiento indígena es desde la
“...consulta en todo el proceso de discusión y elaboración
de las propuestas nacionales para la instrumentación del
Convenio de Diversidad Biológica” (La Jornada, 19 de fe-
brero de 2002: 37. Cursivas mías), un proceso que ya fue,
para los gobiernos, “rebasado” desde hace mucho y que
en torno del simulacro de mecanismos de consulta en
México ha quedado muy claro, tanto por la instrumen-
tación del Convenio de Diversidad Biológica como por la
Ley de Derechos Indígenas rechazada y desconocida por
las comunidades del país mucho antes de su aprobación.
Así, pues, el GPMA agrega puntualmente la necesidad de
“...reconocer y proteger los derechos de los pueblos
indígenas y campesinos sobre el uso y la innovación del
conocimiento y tecnologías tradicionales” (La Jornada,
19 de febrero de 2002: 37). Desde luego, dentro del
marco de una legislación sobre derechos indígenas que
se contrapone al contenido “positivo” retórico que podría
tener, en el mejor de los casos, tal frase. Un contexto muy
claro en el caso de México constituido en la Ley de los
No-Derechos Indígenas (véase más adelante). (Delgado,
2002).
169
de la salud biotech, sharing profit, pues tanto el Banco
Mundial apalancado con el delegado del INI chiapaneco,
Margarito Ruiz, como los conservacionistas fondeados por
las empresas y gobierno estadounidense (ni qué hablar de la
Semarnat) han buscado su disposición mercantil como la op-
ción sustentable local más rentable para los Pueblos Indios
como por su parte el Secretario Lichtinguer dejó en claro
en Johannesburgo que los bosques y selvas del mundo por
conservar son reservas megadiversas de la salud mundial,
cuyo aprovechamiento en la tecnología moderna será la
fuente eje de la distribución de beneficios para que estas
poblaciones ahí asentadas salgan de la pobreza y resguar-
den esos recursos (CEARR, 2002: 7).
6
Véase Delgado Ramos, Gian Carlo, Atlas Hidroeléctrico de Mesoamérica
(www.ecoportal.net/articulos/atlas.htm)
170
lograda o sin ella, sobre las poblaciones o sobre ciertas po-
blaciones, liberando territorios (CEARR, 2002: 8).
171
delimitaciones —comunal/ejidal y federal—; por la necesidad de
desalojar la zona dados los supuestos impactos ecológicos que
generan las comunidades locales, quienes, según las instancias
gubernamentales, son responsables de la propagación de incen-
dios (algo que, se ha demostrado, como en el caso de Montes
Azules, ha sido fabricado por actores que se verían beneficiados
con el desalojo de esas regiones) hasta la pugna por la urgente
necesidad de constituir la Reserva de la Biosfera de los Chimala-
pas y que fuertemente vienen impulsando la Semarnat y WWF
(Semarnat/WWF, 2001).
Montes Azules, otra joya de la Corona y de central importan-
cia, llama la atención. Nuevamente están involucradas ONG am-
bientalistas que, como se ha demostrado, operan desde un ECC
y en respuesta a los intereses empresariales que las financian.
Si bien esta vez WWF no encabeza la lista, sí lo hacen CI y Natio-
nal Geographic que están involucradas en la “solicitud” de
desalojo de la reserva, al tiempo que la primera lleva operacio-
nes de saqueo de la biodiversidad y su conocimiento en esa
zona. En dicho sentido, Bellinghausen escribe que
7
En el marco del Foro Nacional en Defensa de la Medicina Tradicional,
celebrado en septiembre de 2002, “…parteras tradicionales de Chiapas, Mi-
choacán y Oaxaca denunciaron prácticas de esterilización forzada por mé-
dicos del sector salud, y que la prueba del Papanicolau que exige a las
indígenas el programa Progresa-Oportunidades, se ha convertido ‘en una
tortura física y psicológica a cambio de unos pesos’, con la amenaza de re-
tirarlas del Progresa si no permiten que se les practique. Igualmente se de-
nunció como ‘genocidio’ la práctica de esterilizaciones forzadas, colocación
de dispositivos intrauterinos (DIU) sin consentimiento de las afectadas, y la
172
Más aún, señala Bellinghausen,
173
se trata de “una operación de guerra” (Bellinghausen, 25 de
marzo de 2002: 9).
174
del país” y a “la gran riqueza hídrica del sur”, “sugiriendo”, a
modo de elefante en una vidriería, que ahora “habría que tras-
ladar las maquilas al sureste, donde sí está ese recurso”; claro
está, le faltó completar, como parte del PPP. ¡Vaya lógica de la
política ambiental del gobierno foxista!
Al señalar al doctor Székely que su discurso sobre la nueva
modalidad de “militarización sustentable”, aunado a su afirma-
ción de una ausencia de cualquier intención de desplazar a las
comunidades indígenas de Montes Azules, era cuando menos
una falta de respeto a los más de 10 millones de indígenas del
país en lucha por sus derechos totalmente legítimos, indicó ante
los legisladores ambientales de 17 estados de la República: “…
no quiero entrar en diálogo; todo lo que estás diciendo no es
verdad; por favor infórmate”. Clara es entonces la cerrazón del
señor Székely y demás funcionarios por dialogar, pero más gra-
ve aún en el caso de aquellos que supuestamente son especia-
listas en la temática ambiental, de ahí su cargo, y que insisten en
hacerse de la vista gorda ante hechos evidentes y centrales en la
vida nacional e internacional.
Tomando en cuenta lo anterior, no extraña, pero sí preocupa,
la rígida postura de los tres poderes del Estado nacional acerca
de los derechos indígenas concretizados en los Acuerdos de San
Andrés. La última conexión existente con el Poder Judicial re-
presentado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), se
cerró cuando declaró improcedentes por paquete 322 de 330
controversias constitucionales presentadas por municipios de
estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Michoacán,
Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz, todas en contra del
procedimiento seguido por el Congreso al aprobar las reformas
constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas
aprobadas en el 2001 (La Jornada A., 7 de septiembre de 2002: 2).
El hecho no es cualquier cosa. Como indica Luis Javier Garri-
do, “…el fallo de la SCJN en materia indígena es no sólo monumen-
tal, sino una equivocación histórica que tendrá graves consecuen-
cias para el país” (Garrido, 13 de septiembre de 2002: 18).
Los antecedentes son bien sintetizados por una editorial de
La Jornada:
175
indígena. Surgió así una legislación impugnada y rechazada
por los grupos étnicos del país, que motivó que el EZLN sus-
pendiera el diálogo con el gobierno de Fox. Pese a las críticas
que comenzaron poco después de que el Senado aprobara
el dictamen de reformas constitucionales que pasaron por
encima de la iniciativa de la Cocopa y de los acuerdos de
San Andrés, tres días después, el 29 de abril, se aprobó. La
reforma indígena quedó consumada en menos de tres me-
ses, sin importar los cuestionamientos a una ley “que nació
muerta”, como lo calificó el Consejo Nacional Indígena. Una
reforma por la que se creó un capitulado especial para los
derechos de los indígenas, pero que dejó fuera del marco
constitucional las garantías más sentidas de las etnias, entre
ellas considerarlas como entidades de derecho público —lo
que habría significado dotarlas de personalidad jurídica—; no
reconoció sus territorios ni el uso y disfrute de sus recursos
naturales. Tampoco posibilitó la asociación de comunidades
y municipios nativos, puntos torales de la iniciativa de la
Cocopa y de los Acuerdos de San Andrés. Aunque los sena-
dores perredistas votaron la noche del 25 de abril contra
esos puntos, la avalaron en lo general y posibilitaron que la
reforma se aprobara por unanimidad. El EZLN se los reprochó
severamente en su comunicado del primero de mayo de 2001.
Jesús Ortega reconocería luego que fue un error (La Jornada
B, 7 de septiembre de 2002: 10).
176
efectos de origen: no tomar la opinión de los pueblos indígenas,
tal y como lo establece el Convenio 169 de la OTI, y no incluir a
cabalidad las premisas contenidas en la iniciativa formulada por
la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) y, por tanto,
en los Acuerdos de San Andrés (La Jornada A, 7 de septiembre
de 2002: 2).
Para Kimberly Stanton, directora adjunta de la Oficina para
América Latina (WOLA), la resolución de la SCJN deja
177
moso fallo sobre el anatocismo en 2000” (Garrido, 13 de sep-
tiembre de 2002: 18).8
El trasfondo del asunto es por demás evidente: no entorpecer
el avance del PPP con derechos colectivos de las ya “incómodas”
comunidades indígenas que contradicen y se contraponen al
saqueo privado de las riquezas de Mesoamérica —y en particu-
lar estadounidense—. De ahí que apresuradamente se haya
aprobado una ley de los no-derechos indígenas. Sin embargo, a
pesar de ésta y gracias a la creciente lucha de dichas “incómodas”
comunidades indígenas/campesinas (así vistas desde las cúpu-
las de poder), el camino no está tan alfombrado como quisieran
los saqueadores. Los múltiples proyectos del PPP sólo van a
operar donde las comunidades no se organicen y luchen; claro
está, como parte de la pelea de la sociedad en general. A sabien-
das de eso, las autoridades insisten en que ahora “…los Estados
tienen la gran responsabilidad de avanzar en sus ordenamientos
locales, en la búsqueda de las condiciones legales que se adap-
ten más a las condiciones de los pueblos indígenas en cada una
de las comunidades” (La Jornada, 9 de septiembre de 2002: 3);
o dicho en otras palabras, como lo puntualizó el presidente del
Senado, Enrique Jackson Ramírez, “…se requiere hacer las refor-
mas complementarias a 17 leyes. Cuando se hayan hecho esas
reformas… ya estará garantizado el apoyo del Estado mexicano
a las necesidades de las comunidades indígenas” (El Financiero,
10 de septiembre de 2002: 42).
Así, operando bajo la idea de “divide y vencerás”, acompa-
ñada de una militarización sustentable de la región, el gobierno
al parecer espera fortalecer la relación, por un lado del BM et al./
CMN/ONG tipo CI y WWF con, por el otro lado, los territorios en su
mínima expresión: las comunidades aisladas. Lo anterior va de
la mano de una reformulación del Instituto Nacional Indigenis-
ta y su estructura operativa. Por ello, la funcionaria a la cabeza
de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas —in-
vención del presidente Fox para “resolver la problemática indí-
gena del país”—, Xóchitl Gálvez, indicó que, “…estamos anali-
zando… reformar el instituto (INI), crear una ley de derechos
lingüísticos, mejorar la ley de radio y televisión, y tener
8
En 1999 sí tuvo facultades para revisar vía controversia constitucional
un proceso de reforma a la Carta Magna para que Manuel Camacho Solís
pudiera contender por la jefatura del gobierno capitalino.
178
apertura para analizar los temas de la ley indígena que quedaron
inconclusos” (La Jornada, 12 de septiembre de 2002: 10).
Considerando lo anterior, se puede entender por qué los
country managers de EUA en México (representados por una
“espectacular” figura que sabe cómo operar una sucursal de la
Coca-Cola), se niegan rotundamente a reconocer los derechos de
los indígenas expresos en los Acuerdos de San Andrés, ya sea
desde el Poder Ejecutivo, Legislativo o de los “oscuros licencia-
dos-empleaditos del gobierno”, como los califica Garrido, del
Poder Judicial. Horacio Labastida, al hacer memoria de la actua-
ción entreguista de la Suprema Corte respecto al petróleo mexi-
cano que era saqueado por CMN estadounidenses antes de su
nacionalización por el General Lázaro Cárdenas, lo ha puesto en
las siguientes palabras:
…No hay duda de que los proyectos del llamado Plan Puebla
Panamá propician la entrega de buena parte de Mesoamérica
a los barones del dinero multinacional, y es evidente que
estos planes repugnan con los derechos de las comunidades
indígenas a tomar para su desarrollo las hartas vetas acau-
dalantes; en consecuencia, las elites mueven ya sus enormes
poderes de disuasión con el fin de negarles la libertad de
usufructarlas en su beneficio material y cultural. En verdad,
esta es la connotación de la señalada ley del 14 de agosto
(2001) reclamada por las comunidades indígenas ante la
Suprema Corte… en el fondo del escenario… la reciente re-
solución de la mayoría de los magistrados en el pleno de la
Corte… abre las puertas a las corporaciones depredadoras
que alienta el Plan Puebla Panamá en el suroeste de la Repú-
blica… (Labastida, 13 de septiembre de 2002: 19).
179
la práctica cotidiana sus derechos como pueblos, como la libre
asociación, autonomía, autogestión, defensa de sus usos y cos-
tumbres, y de sus recursos naturales y conocimiento, ya que
como bien lo han indicado, “…seguiremos construyendo la
multiculturalidad desde la perspectiva de los pueblos indios, ya
que las leyes no sirven” (La Jornada E, 7 septiembre de 2002: 5).
Así, “…ante la falta de reconocimiento legal de los Acuerdos de
San Andrés, la opción es ejecutarlos desde las comunidades,
fortaleciendo relaciones y redes a nivel comunitario, regional,
municipal, estatal, nacional y en el espacio internacional” (Be-
llinghausen, 4 de mayo de 2002: 8).
Dicha lucha, de los pueblos indígenas y campesinos, de
obreros y de la sociedad en general que se contrapone al pro-
yecto del PPP resulta, como se indicó, para las oligarquías del
país y Centroamérica, pero sobre todo para la de EUA y sus paí-
ses “socios” en el PPP, un estorbo en su ejecución; por ello la
cerrazón de los ECP mesoamericanos a la par de una agudización
de la militarización tanto de zonas rurales como urbanas, ya sea
con el Ejército y paramilitares, o desde grupos elite militarizados
como la Policía Federal Preventiva (PFP) de México. Tal proceso
de intensificación del uso de la fuerza para reprimir los movi-
mientos sociales, en momentos en que “urge” consolidar el PPP
y el ALCA, debe ser visto por aquellos que aún no lo asumen así
como la otra fase del CBM, el PPP y el ALCA, forzosamente necesaria
para explotar a fondo a Mesoamérica, sus recursos y su gente.
No por nada, las autoridades autónomas de Chiapas identi-
fican certeramente, escribe Bellinghausen, que
180
la tranquilidad a los intereses políticos y económicos (Be-
llinghausen, 27 de marzo de 2002: 11).
181
privada y la explotación de la mayoría por unos cuantos, es
decir, porque pone en peligro su propia existencia. Más aún, las
contradicciones internas del capitalismo resultan una debilidad
de orden mayor ante la colectividad, ya que en esta última los
intereses se sintetizan en cada uno de los sujetos sociales, algo
que sin duda alguna implica no sólo legitimidad, sino solidez
en el actuar social-colectivo hasta las últimas consecuencias. De
ahí que el derecho de las diversas culturas —incluyendo, desde
luego, las indígenas de Mesoamérica y el mundo— para vivir
como tales, esté fuera de toda duda.
182
Reflexión final
183
por esas políticas (indígenas, campesinos y obreros) y de los
que ya comienzan a percibir que sigue su turno (clases medias)
expresándose en numerosos movimientos sociales de protesta,
tanto civiles como armados, literalmente en todos los países
latinoamericanos.
La lucha y las alternativas respecto a la gestión de los recur-
sos naturales se ha propuesto por diversos actores, pero sobre
todo por aquellos que están viviendo en carne propia el saqueo
de los recursos que las rodean y del conocimiento que colecti-
vamente comparten: las comunidades indígenas y campesinas.
Los acuerdos de San Andrés son el primer paso, en México, para
asumir los recursos naturales y la relación con la naturaleza de
un modo armónico. El reconocimiento de los derechos indígenas
sobre la gestión de sus recursos, en México como en el mundo,
debe ser concebido como un derecho histórico que no se sostie-
ne en la propiedad privada sobre esos, sino al contrario. Los
Acuerdos de San Andrés demandan el usufructo colectivo de
los recursos, en una relación activa no por encima de la natura-
leza, sino como parte de ella. Para el sistema capitalista de
producción y para quienes se “benefician” y se aferran al mismo
resulta imposible la concepción de lo colectivo, ya que la esen-
cia de la relación capitalista del hombre con el hombre y del
hombre con la naturaleza9 es la propiedad privada que permite
la explotación de ambos. En este contexto, no hay que perder
de vista que los movimientos indígenas y campesinos tienen sus
límites, y que la responsabilidad de luchar por la conciencia
social no les corresponde únicamente a ellos; de ahí que, aunque
la pelea inicia en los núcleos indígenas y campesinos, por ser
éstos los más asfixiados (por ejemplo, el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional), ésta se ha venido vinculando creciente y
necesariamente con diversos grupos sociales (como el Frente
Zapatista de Liberación Nacional). La pelea debe ser, pues, una
lucha de clases, y de dejar a las comunidades indígenas y cam-
pesinas solas en la defensa y cuidado de los recursos naturales
que todos consumimos y disfrutamos, de entrada, sufrirán
equivocaciones innecesarias en la búsqueda de alternativas
9
Marx usa el término de “hombre” de manera equivalente a “género
humano” (rensch en alemán). La connotación más adecuada sería “seres hu-
manos”, pero mantengo el término siguiendo la tradición marxista de su uso
en castellano.
184
viables, pero más aún, seguramente perderán. Vale puntualizar
que tal construcción social de alternativas —que ya viene ges-
tionando el pueblo— necesariamente tendrá que tomar even-
tualmente los instrumentos de Estado que le posibilite diseñar
un proyecto alternativo de largo plazo y alcance, socialmente
positivo (entendido como aquel que se piensa, se contruye y
opera desde la perspectiva de cada uno de los sujetos sociales).
De no integrarnos y comprometernos a esta lucha de inmediato,
desde nuestro espacio y según nuestras capacidades y condi-
ciones, para consolidar la participación de todas las clases so-
ciales afectadas (o a lo que Marx se refiere por proletariado), y
desde ahí construir una conciencia social que permita la toma
de contramedidas que reviertan la situación actual que vive
Latinoamérica y en general los ECP y las clases explotadas de los
ECC, la posibilidad de una salida pacífica se reduce.
El panorama resulta más que un llamado para aquellas ONG
y actores vinculados a la gestión de los recursos naturales y su
conocimiento en el sentido de definir su posición, ya que no se
puede estar a favor de las comunidades indígenas-campesinas
y al mismo tiempo en proyectos del BM et al., así como tampoco
se puede recibir directa o indirectamente fondos de CMN que
poco les preocupa la crisis ecológica que han generado, al tiem-
po que se pretende “conservar” el medio ambiente para “el bien
de la humanidad”.
Considerando todo lo anterior, el texto espera estimular y
contribuir en el urgente debate público, legislativo, judicial y por
parte de los partidos y asociaciones políticas sobre los mecanis-
mos que deben establecerse para lograr la rendición de cuentas
tanto de las instancias y actores nacionales como externos in-
volucrados en el saqueo de los recursos naturales y su conoci-
miento. De ahí que, ante los límites del presente volumen para
abordar en detalle la situación nacional de cada país, se espere
alentar el interés para estudiar esta temática y la situación na-
cional por parte de nuestros hermanos latinoamericanos, siem-
pre en búsqueda de un enriquecimiento mutuo y teniendo en
cuenta que la libertad de acceso a la información resulta crucial
para la formación de una conciencia de clase que la movilice, que
presione la discusión acerca del rumbo que debe tomar la región,
las naciones y su pueblo, entendido como el interés público
nacional y no de las clases que se enriquecen con políticas, cuyo
endoso a los intereses empresariales y geoestratégicos de EUA y
185
sus “aliados”, solamente pueden calificarse como “colonialistas”,
fundamento de esquemas como el TLCAN, el Plan Colombia, el
Plan Puebla Panamá y su versión “verde”, el proyecto de Integra-
ción de la Infraestructura Regional de Sudamérica y el Acuerdo
de Libre Comercio de las Américas.
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