Tema Nro 10.
Tema Nro 10.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el suicidio como “el acto deliberado
de quitarse la vida”. La conducta suicida se puede expresar como un continuo que va
desde la ideación, planeación y tentativa hasta el suicidio consumado.
1. Epidemiología
Desde 1970 la OMS identificó el acto suicida como un problema de salud pública, y en
el 2013 realizó un estudio epidemiológico encontrando que en el mundo 9.000 personas
intentan suicidarse diariamente y cada año se cometen alrededor de un millón de
suicidios; esto significa una muerte cada 40 segundos, ubicando al suicidio entre las tres
primeras causas de muerte en personas de 15 a 44 años.
2. Factores de riesgo.
En las personas en riesgo puede haber algunos factores predisponentes, como haber
sufrido sucesos traumáticos en la infancia, tener una historia previa de intento suicida o
de suicidio en la familia, mostrar un nivel alto de impulsividad/ inestabilidad emocional
o carecer de recursos de afrontamiento adecuados. Esta predisposición puede
interactuar con ciertos factores precipitantes, como la fase aguda de un trastorno mental,
los pensamientos suicidas, el fácil acceso a métodos letales, el acoso o algún
acontecimiento vital adverso reciente, sobre todo si genera humillación profunda. La
vulnerabilidad psicológica se acentúa si se suman ciertas circunstancias psicosociales,
como estar separado o sin pareja o verse obligado a hacer frente a situaciones vitales
estresantes intensas o duraderas, como una enfermedad crónica, el abandono de sus
seres queridos o la pérdida de estatus social. En concreto, el aislamiento social es
especialmente relevante en ancianos y adolescentes. Algunos de estos factores son
modificables (trastornos mentales, situación de estrés, estrategias de afrontamiento o
aislamiento social), pero otros, sin embargo, resultan inmodificables (sexo, edad, historia
familiar, conducta suicida previa o salud física). El nivel de riesgo aumenta
proporcionalmente al número de factores presentes, si bien algunos tienen un peso
específico mayor que otros en función de las circunstancias individuales de cada persona.
Suicidio y edad.
Por último, el suicidio es más frecuente en personas ancianas, más si están solas,
deprimidas (lo que no siempre se diagnostica adecuadamente, al confundirse con el
deterioro cognitivo) y con enfermedades incapacitantes. Los ancianos pueden no dar
señales ni haber cometido tentativas previas de suicidio. Entre las motivaciones de los
ancianos figuran la soledad, en el caso de la pérdida de pareja o de abandono de los hijos,
la sensación de ser una carga para los demás y las enfermedades crónicas graves, sobre
todo cuando generan depresión, malestar, incapacidad funcional y aislamiento social. Los
ancianos realizan menos intentos autolíticos que los jóvenes, pero utilizan métodos más
efectivos al intentarlo, lo que lleva a una mayor letalidad.
Suicidio y sexo.
La incidencia del suicidio entre las mujeres es tres o cuatro veces menor que entre los
hombres porque su habilidad letal o, lo que es más importante, su determinación para
provocarse la muerte resultan inferiores. Las mujeres realizan tres veces más tentativas
de suicidio que los hombres, pero éstos consiguen consumar el suicidio tres veces más
que las mujeres.
los suicidios consumados se dan más en hombres de cierta edad, con una premeditación
clara y con métodos expeditivos (ahorcamiento, precipitación o armas de fuego), mientras
que las tentativas de suicidio aparecen más en mujeres jóvenes que recurren de forma
impulsiva a la ingestión de fármacos y que revelan con esta conducta extrema, a modo de
mecanismo de huida, la existencia de un problema emocional que les genera un gran
malestar y que desborda sus recursos de afrontamiento (están afectadas por problemas
interpersonales graves (violencia de pareja, abuso sexual, infidelidades reiteradas,
etcétera).
Las personas con trastornos mentales constituyen una población con alto grado de
afectaciones, entre ellas el suicidio. Los trastornos mentales son un importante factor de
riesgo, ya que cerca del 90% de personas que cometen suicidio presentan un diagnóstico
psiquiátrico y cuando éstos se agravan suele presentarse mayor mortalidad por suicidio,
según reportan autopsias psicológicas.
Los trastornos psicóticos están también muy asociados al suicidio. En general, el 25%-
50% de los pacientes con esquizofrenia, condicionados por alucinaciones o ideas
delirantes, pueden intentar suicidarse alguna vez en su vida con métodos más cruentos o
atípicos, como el suicidio con un hacha o el autoapuñalamiento múltiple con un cuchillo
de cocina o con unas tijeras, y no avisan con antelación de sus intenciones. En ellos se da
el suicidio impulsivo, que surge de forma espontánea, imprevista y sin deliberación previa.
El riesgo es mayor en los jóvenes varones durante la primera etapa de la enfermedad, en
los pacientes con recaídas crónicas y en los primeros meses después de un alta
hospitalaria, así como en los psicóticos que padecen además síntomas depresivos. Debido
a que este trastorno es poco frecuente en la población general (1%), no contribuye de
forma importante a la tasa de suicidio global.
Criterios propuestos.
Especificar si:
Actual: No han transcurrido más de 12 meses desde el último intento.
En remisión inicial: Han transcurrido 12-24 meses desde el último intento.
Especificadores
5. Características diagnósticas.
Para que se cumplan los criterios, el individuo debe haber realizado, al menos, un
intento de suicidio. Los intentos de suicidio pueden implicar comportamientos en los que,
tras iniciarse el intento de suicidio, el sujeto cambió de opinión o intervino otra persona .
Por ejemplo, un individuo puede pretender ingerir una determinada cantidad de
medicamentos o de veneno, pero se detiene o le detienen antes de ingerir la cantidad
completa. Si otra persona disuade al individuo o éste cambia de idea antes de iniciar el
comportamiento, no se debería realizar el diagnóstico. El acto no debe cumplir los
criterios para la autolesión no suicida.
6. Autolesión no suicida.