La Leyenda Del Oso Frontino

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LA LEYENDA DEL OSO FRONTINO

Un día una cría de oso con el cuerpo malherido. Venía del cerro de
Huayrapunca, que los indígenas llamaban La Puerta del Viento. Había
recorrido una larga distancia, huyendo de no sabe qué cosa y se desconocía
cómo había podido llegar con vida, débil y cansado, se acomodó como pudo
en un lecho de hojas secas, sin dejar de quejarse del dolor que sentía.  

Un joven indígena de una aldea cercana había salido a pescar, y oyó los
lamentos del animalito herido. Buscando entre la maleza lo halló. Lo tomó
entre sus brazos y llevó a su casa para curarlo y criarlo.  Le desinfectó sus
heridas usando hierbas medicinales y lo alimentó con frutos de la selva. El
osito creció jugando con los niños de aldea. Se había vuelto una gran
montaña peluda que medía unos dos metros, pero era inofensivo y  querido
por todos. A veces desaparecía de la aldea y volvía, al otro día,  con algún
animal del monte. Parecía que esa era la manera de retribuir el afecto que
había recibido de la gente de la aldea. 

Hasta que un día el oso desapareció misteriosamente de la aldea. Lo 


buscaron durante un tiempo sin  ningún resultado. El oso probablemente
habría regresado al lugar de donde había venido.

La vida continuaba en la aldea. De vez en cuando, alguien recordaba al oso. El


indígena que lo había salvado también había crecido, y  estaba enamorando
de una joven de una aldea cercana, a la que visitaba con frecuencia. Pero un
día se distrajo conversando y se le hizo tarde. Regresó a su casa, pero
atemorizado por el ruido incesante y de la selva oscura.  En el  camino a su
aldea  se le apareció, de improviso, un gran jaguar, del que no tenía
escapatoria. Paralizado de miedo, cerró sus ojos, sintiendo próxima su
muerte,  y recordó los mejores episodios de su vida; su familia, el río y sus
amigos,  su amada, el oso que salvó y con el cual se había encariñado. Oyó el
furioso rugir del jaguar que se acercaba y, de pronto, se produjo un fuerte
ruido de ramas que se quebraban con fuerza, y el estrépito de una cruenta
batalla: era el oso y el jaguar que se enfrentaban. De la pelea salió victorioso,
aunque herido, el oso que él había salvado cuando era apenas un osito.
Regresaron ambos a la aldea. El oso sanó de sus heridas, y desde entonces
se convirtió de protegido en protector de la comunidad. Pasaron varios años,
hasta que el oso, sintiéndose viejo y enfermo, regresó a La Puerta del Viento,
el lejano lugar de donde había venido.   

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