El documento presenta un resumen de los argumentos de una demanda de nulidad presentada contra una resolución que determinó obligaciones tributarias impagadas. Los demandantes alegaron irregularidades como falta de especificación de obligaciones, retardo en la notificación, aplicación incorrecta de principios tributarios como igualdad y realidad, y la inexistencia de defraudación fiscal. El documento resume cada uno de los diez argumentos esgrimidos por los demandantes contra la resolución impugnada.
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El documento presenta un resumen de los argumentos de una demanda de nulidad presentada contra una resolución que determinó obligaciones tributarias impagadas. Los demandantes alegaron irregularidades como falta de especificación de obligaciones, retardo en la notificación, aplicación incorrecta de principios tributarios como igualdad y realidad, y la inexistencia de defraudación fiscal. El documento resume cada uno de los diez argumentos esgrimidos por los demandantes contra la resolución impugnada.
El documento presenta un resumen de los argumentos de una demanda de nulidad presentada contra una resolución que determinó obligaciones tributarias impagadas. Los demandantes alegaron irregularidades como falta de especificación de obligaciones, retardo en la notificación, aplicación incorrecta de principios tributarios como igualdad y realidad, y la inexistencia de defraudación fiscal. El documento resume cada uno de los diez argumentos esgrimidos por los demandantes contra la resolución impugnada.
El documento presenta un resumen de los argumentos de una demanda de nulidad presentada contra una resolución que determinó obligaciones tributarias impagadas. Los demandantes alegaron irregularidades como falta de especificación de obligaciones, retardo en la notificación, aplicación incorrecta de principios tributarios como igualdad y realidad, y la inexistencia de defraudación fiscal. El documento resume cada uno de los diez argumentos esgrimidos por los demandantes contra la resolución impugnada.
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DECRETERO DE SENTENCIAS
//tevideo, 4 de febrero de 2021.
No. 23 VISTOS: Para sentencia definitiva, estos autos caratulados: “CALACHI YACCK Y OTROS con ESTADO. MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS. Acción de Nulidad” (Ficha No. 147/2017). RESULTANDO: I) Los accionantes comparecieron y dedujeron pretensión anulatoria contra la Resolución Nº 1923/2016, de 13 de mayo de 2016, dictada por el Director General de Rentas, mediante la cual se dispuso: “1º) Declarar que ZONA FRANCA FLORIDA S.A. y MANSERV FLORIDA S.A., conforman una unidad económico - administrativa a todos los efectos tributarios. 2º) Aprobar la actuación inspectiva y declarar que, a la unidad declarada por la presente, le correspondió abonar las siguientes obligaciones tributarias: IMPUESTO PERIODO MONTO IRIC Saldo 05/2002, 05/2003, 05/2004, $ 14.124.178 05/2005, 05/2006 TOTAL $ 14.124.178
3º) Declarar que la citada unidad incurrió en mora por no haber
extinguido en plazo las obligaciones referidas en numeral precedente, imponiéndole por tal concepto una multa que asciende a $ 2.824.836, más los recargos que se generen hasta la efectiva cancelación de los impuestos adeudados. 4º) Declarar que ZONA FRANCA FLORIDA S.A., MANSERV FLORIDA S.A., CYM S.A., NEWFRANC S.A., incurrieron en la infracción fiscal de defraudación tributaria, imponiéndoles como sanción una multa que asciende a $ 126.990.920, la que es equivalente a diez veces el monto de los tributos defraudados (fojas 1548 y siguiente). 5º) Declarar a los Sres. Yacck Luis CALACHI CHEBI y Marcelo Fabián FREGENAL GOMEZ, responsables en forma solidaria e ilimitada por el IRIC liquidado y sus sanciones moratorias; y personalmente responsables por la multa por defraudación referida en el numeral anterior (…)” (fs. 1774 a 1775 vto., pieza 9, en carpeta verde de 1837 fojas, A.A.) (la negrilla coincide con el texto original). En necesaria síntesis, esgrimieron como fundamentos de su planteo: i) la presunción de ilegitimidad, derivada de la falta de pronunciamiento de la Administración sobre el recurso jerárquico; ii) el retardo de la notificación, en infracción a lo previsto por el artículo 92 del Decreto Nº 500/1991; iii) la falta de especificación de las obligaciones y períodos, en contravención a lo establecido por el artículo 67 ordinales 2) y 3) del Código Tributario; iv) irregularidades en la determinación por obligaciones a vencer; v) la determinación por amortización de bienes del activo fijo en violación al principio de igualdad ante las cargas públicas; vi) la aplicación del principio de la realidad; vii) irregularidades en la determinación relacionada con Manserv Florida S.A.; viii) inexactitudes en la determinación de Cym S.A.; ix) errores en la determinación de Newfranc S.A.; x) inexistencia de defraudación; xi) prescripción de los adeudos; y xii) falta de cumplimiento de las ordenanzas que rigen el proceder de los funcionarios. En primer lugar, invocaron la presunción de ilegitimidad del acto en virtud que a la fecha de interposición de la demanda la Administración no se había pronunciado aún sobre el recurso jerárquico, verificándose así lo establecido por el artículo 6º inciso segundo de la Ley No. 15.869, en la redacción dada por la Ley No. 17.292. En segundo término, indicaron que se produjo un retardo de la notificación, la que se verificó luego que venciera el plazo establecido por el artículo 92 del Decreto Nº 500/1991. El hecho que la norma carezca de sanción específica, no autoriza a sostener que el incumplimiento carezca de trascendencia. La finalidad del mandato apunta a que el acto que no se notifique dentro del plazo ordenado pierda su eficacia -y con ello- todo su efecto jurídico, lo cual configura una sanción apropiada. En tercer lugar, se agraviaron de la falta de especificación de las obligaciones y períodos. En el mismo acto se determinó el “IRIC Saldo” correspondiente a tres ejercicios fiscales, sin discriminar los importes correspondientes a cada uno de ellos. Además, tampoco se determinaron los anticipos del IRIC en los ejercicios en que ello correspondía. Tales faltas, tornan ilegítima la determinación por incumplir lo ordenado por el artículo 67 ordinales 2) y 3) del Código Tributario. En cuarto término, cuestionaron el criterio para la determinación de las obligaciones por vencer, señalando que se pretenden imputar a Zona Franca Florida S.A. rentas por dicho rubro, considerando que configura ganancia el precio cobrado por adelantado en contratos de arrendamiento cuya rescisión fue declarada en vía judicial. Este criterio está reñido con el alcance de las sentencias que efectuaron esa declaración, en las cuales se ordenaron las restituciones del caso, lo que concuerda con la no imposición de pena civil al arrendatario que dio motivo a la rescisión. Además, se dijo haber usado información dada por la contribuyente, sin especificar dónde se encuentra, lo cual impide el mínimo control. Si se hubiera corregido ese vicio y analizado la contabilidad, se habría advertido que en el ejercicio cerrado al 31 de mayo de 2006, no se registró ninguna operación y con ello la impertinencia de tal liquidación. En quinto lugar, controvirtieron la determinación por amortización de bienes de activo fijo, expresando que su agravio radica en la pretensión - recogida en el acto- que los caminos de tierra se amorticen en un plazo de cincuenta años, cuando el propio Poder Ejecutivo la ha rechazado, incluso en el caso de caminos más duraderos. Ante otra empresa, con la misma actividad, el MEF aceptó un criterio diverso al de la DGI sobre ese plazo, con lo cual se violó el principio de igualdad ante las cargas públicas. En sexto término, se refirieron a la aplicación del principio de la realidad, manifestando que la anulación total del primer acto de determinación volvió las cosas al estado inmediato anterior a él y -por ende- abrió nuevamente la controversia sobre todos los aspectos del acto atacado que se fundaron en la misma, reiterando in - extenso las argumentaciones expresadas en aquella causa. En tal sentido, recordaron que desde la evacuación de la vista previa al dictado del acto que luego se anuló, se dijo que el resto de la determinación del IRIC estaba fundada en una mala aplicación de los principios de igualdad y realidad. Y ello, porque la Ley de Zonas Francas concede una amplia exoneración tributaria a los usuarios, sin condicionarla a las personas que integren las sociedades usuarias o participen en sus ganancias. En consecuencia, afirmar que se aplicó el principio de la realidad cuando se atribuyeron rentas de esas sociedades a otra, con el pretexto de identidad o conexión entre las personas que las dirigen, configuró una violación del principio que se dijo aplicar. Los propios informantes reconocieron que los usuarios de zona franca pueden contratar los servicios que efectivamente dan Manserv Florida S.A. y Newfranc S.A dentro de la Zona Franca de Florida, que obviamente están comprendidos en la exoneración de los usuarios. Por ello, excluirlas de esa franquicia porque estén vinculadas al explotador viola groseramente el principio de que se trata y el de igualdad. En cuanto a la segunda determinación, en el informe del Departamento Jurídico Tributario, se reconoció sin reserva que Manserv Florida S.A. prestaba efectivamente los servicios descriptos en el primer informe. Por ello, todos los fundamentos expuestos contra la primera determinación son suficientes para anular la segunda en todos los aspectos que se fundan en la aplicación del principio de la realidad. En séptimo lugar, apuntaron a la determinación relacionada con Manserv Florida S.A., la que por el solo hecho de ser cuantitativamente idéntica a la que motivó la anulación del acto de determinación, es más elocuente que cualquier despliegue verbal. La afirmación según la cual se consignó que se procedía en base a lo resuelto por el TCA a realizar un balance consolidado entre los ingresos y gastos de Zona Franca Florida S.A. con los de Manserv Florida S.A. es falsa porque no se corrigieron los errores de ejecución de aquella etapa. En la segunda sociedad mencionada, existen elementos contables suficientes para descalificar todo intento de proceder en base a ficciones. Si se efectuara la consolidación de marras, quedaría reafirmado que la usuaria tuvo bienes y mano de obra propios, aptos para desarrollar su actividad y se habrían probado sus resultados reales. En octavo término, se centraron en la determinación de Cym S.A. y cuestionó que el nuevo análisis realizado por el Departamento de Fiscalización difiere poco en cuanto a la cuantía y en nada respecto al método seguido en la determinación que fue anulada, evidenciando que subsisten errores y omisiones en el tratamiento de: a) los alquileres y gastos comunes; b) el alquiler del predio con galpón; y c) el canon. En noveno lugar, se agraviaron contra la determinación relacionada con Newfranc S.A., destacando que en la acción de nulidad contra la primera determinación se logró probar que los precios que se le pagaban por el servicio de vigilancia se adecuaban al mercado. De ahí la impertinencia no sólo de su desconocimiento, sino de su ajuste. En décimo término, afirmaron la inexistencia de defraudación, recalcando que en la anterior acción de nulidad se marcaron gruesos errores conceptuales que pusieron en evidencia la intención de atribuir dolo a toda a costa a quienes no se rindieron a las infundadas pretensiones de la inspección actuante. El único fundamento que se esgrimió como apto para tipificar el ilícito doloso que se imputó, es que las sociedades vinculadas carecen de existencia real, afirmación que está contradicha por el hecho que todas las empresas vinculadas a ZFFSA prestan efectivamente los servicios que facturan y toman también los servicios que le son facturados. No hubo engaño u ocultación, sino todo lo contrario. Por otra parte, la imposición de una multa equivalente a diez veces sirve para reafirmar el propósito ilegítimo de la tipificación de la infracción. Además, se aplicó la misma multa a todas las sociedades y personas físicas, sin tener en cuenta el origen del impuesto. En onceavo lugar, alegaron la existencia de prescripción de los adeudos tributarios. En la etapa administrativa, se dijo que el cómputo de los plazos corridos desde la fecha de nacimiento de cada una de las presuntas obligaciones determinadas por el acto atacado pone en evidencia que todas ellas -si se hubieran generado- se han extinguido por ese modo y así lo debería haber declarado la Administración Tributaria. En el informe de la Administración se sostuvieron las siguientes ilicitudes: a) se adjudicó efecto interruptor a un acta final con obligaciones distintas a las ahora determinadas; b) se extendió la prescripción decenal - sin fundamento- a todas las obligaciones determinadas por el acto; c) también hay que decir que el acta final de inspección previa a este acto carece de efecto interruptor, porque no estableció la cuantía de los anticipos del IRIC. En último término, plantearon la falta de cumplimiento a las ordenanzas, que rigen el proceder de los funcionarios, lo que afecta los derechos de los individuos. Han existido desvíos en el proceder que son reveladores de la nula convicción de los servicios que han intervenido en el proceso. En este sentido, mencionaron que: a) la primera vista se confirió en mayo de 2014, o sea, casi un año después de la sentencia de nulidad de la primera determinación; b) una vez evacuada la vista, el primer informe (del Departamento Jurídico Tributario) se produjo casi seis meses después; c) el siguiente informe (del Departamento de Fiscalización) tuvo lugar pasados cuatro meses; d) la vista de lo actuado se confirió el 3 de diciembre de 2015, diecinueve meses después de la primera; e) el primer informe sobre esta evacuación de vista se produjo pasados dos meses; f) el acto de determinación se dictó el 13 de mayo de 2016, pasados casi seis meses de evacuada esa vista y tres años de la sentencia que anuló su precedente; y g) interpuestos los recursos, el primer informe se elaboró dos meses y medio después. En definitiva, solicitaron el amparo de la demanda (fs. 6 a 28). II) Conferido el correspondiente traslado comparecieron -en representación de la Dirección General Impositiva- los Drs. Leonardo Bon y Fernanda San Martín, quienes identificaron el acto encausado, resumieron los agravios esgrimidos y contestaron la demanda oponiéndose al accionamiento. En primer lugar, señalaron como consideración previa, que varios de los agravios esgrimidos por la parte actora refieren a cuestiones ya planteadas en el proceso de nulidad anterior, las que fueron exhaustivamente examinadas por el Tribunal por sentencia No. 256/2013, la cual adquirió la calidad de cosa juzgada. Si bien es cierto que la anulación del acto de determinación volvió las cosas al estado inmediato anterior a él, no asiste razón a los accionantes en cuanto pretenden que “abrió nuevamente la controversia sobre todos los aspectos del acto atacado que se funden en esta aplicación”. No corresponde agraviarse sobre cuestiones sobre las cuales el Tribunal ya se pronunció. No es posible escindir la parte dispositiva de la resolutiva del fallo. En la sentencia se descartaron varios de los agravios y no cabe reiterarlos en esta instancia. Así ocurre con las siguientes cuestiones: a) la determinación por concepto de IRIC en virtud de las obligaciones a vencer, lo que fue analizado en los Considerando XVIII) y XIX) de la sentencia; b) el tratamiento fiscal respecto al plazo de amortización de bienes del activo fijo, específicamente en lo relativo a los caminos de tierra, temperamento que fue descartado en el Considerando XX); c) la aplicación del principio de realidad en lo que refiere a los vínculos existentes entre los actores, lo que fue tratado en los Considerandos XXI) a XXVII); d) la falta de configuración de los elementos subjetivo y objetivo de la defraudación tributaria (lo que fue desestimado en los Considerandos XXX) a XXXII). En cuanto a la presunción de ilegitimidad del acto, establecida por el artículo 6 de la Ley No. 15.869, es simple y como tal, admite prueba en contrario. En virtud de lo que surge de los antecedentes administrativos, los agravios deberán ser desestimados. Con respecto a la notificación del acto, fuera del plazo de cinco días previsto por el artículo 92 del Decreto Nº 500/1991, la Administración lo notificó a los nueve días de su dictado. Si bien, podría dudarse de la aplicación de dicha disposición al procedimiento administrativo tributario, surge a todas luces que el supuesto incumplimiento es absolutamente intrascendente. Por otra parte, el Código Tributario reguló en su artículo 51 cómo se harían las notificaciones a los administrados y no estableció un plazo específico, por lo que podría entenderse que no corresponde la aplicación de lo dispuesto por la norma invocada. En lo que tiene que ver con la no discriminación de las obligaciones adeudadas en cada período, incumpliendo lo dispuesto por el artículo 67, no es cierto lo alegado por la contraria. Del numeral 2) del acto atacado surge claramente el impuesto adeudado, los períodos correspondientes y el monto, cumpliendo con el artículo 67 numeral 2) del Código Tributario. A su vez, de los numerales 3) y 4) del acto surge la discriminación de los importes exigibles por las multas respecto de los tributos, tal como lo preceptúa el artículo 67 numeral 3) del Código Tributario. Acerca de las obligaciones a vencer, el criterio empleado por la Administración ya fue analizado por el Tribunal y el agravio deberá ser desestimado. Sin perjuicio de ello, cabe puntualizar que se extornaron los asientos contables en los que se registraron como pasivos los montos por concepto de arrendamientos, en tanto los mismos no habían sido rescindidos judicialmente, arrojando un IRIC de más. Dicho criterio fue compartido plenamente por el TCA. En lo que respecta a las “amortizaciones de bienes de activo fijo”, los actores se agravian en lo relativo al plazo de 50 años de los caminos de tierra, reiterando un agravio que ya fue desestimado por el Tribunal. Sobre la aplicación del principio de realidad, en los vínculos existentes, el Tribunal ya se pronunció y la sentencia adquirió la calidad de cosa juzgada, no correspondiendo su revisión. En cumplimiento de lo dispuesto por la sentencia, la DGI declaró la existencia de una unidad económica administrativa entre Zona Franca Florida S.A. y Manserv Florida S.A., y trató a Zona Franca Florida S.A., Cym S.A. y Newfranc S.A. como integrantes de un conjunto económico, conforme lo dispuesto en el artículo 6 inciso 2) del Código Tributario. Dicho proceder es irreprochable atento al cabal cumplimiento de la sentencia por parte de la Administración. Con relación a la segunda determinación, realizada por la Administración al recomponer su obrar, deben descartarse las conclusiones de los actores en cuanto aluden a que el Departamento Jurídico Tributario reconoció sin reservas que Manserv Florida S.A. prestaba efectivamente los servicios. Debe tenerse presente todo el informe y todos los que le precedieron y se emitieron con posterioridad, de los cuales resulta que Mansev Florida S.A. es un desdoblamiento artificial de la realidad, razón por la cual se declaró la existencia de una unidad económico - administrativa existente entre ZFF S.A. y Manserv Florida S.A. En lo que concierne a los cuestionamientos a la determinación relacionada con Manserv Florida S.A., surge demostrado de los antecedentes que se ajustó en un todo a Derecho. Se realizó un balance consolidado entre los integrantes de la declarada unidad y no hubo ninguna ficción. Se desconocieron las operaciones realizadas entre Zona Franca Florida S.A. y Manserv Florida S.A. por tratarse de una sola empresa. Al no existir pagos a considerar por Manserv Florida S.A., se atribuyó el resultado final en cabeza de Zona Franca Florida S.A., lo cual se reiteró en instancia de recomposición de las actuaciones administrativas en cumplimiento de lo dispuesto por el TCA. Con relación a la determinación de Cym S.A., surge de los antecedentes administrativos que los conceptos de alquileres, gastos comunes y cánones se mantuvieron atento a los criterios resueltos por el Tribunal, no correspondiendo en esta instancia su revisión. En cuanto a la determinación relacionada con Newfranc S.A., la Administración procedió a realizar un ajuste a valores del mercado del precio pagado por los servicios de seguridad y vigilancia prestados a Zona Franca Florida S.A., de conformidad con la referenciada sentencia. A dichos efectos, y en el marco de las facultades conferidas por el artículo 68 del Código Tributario, para proceder al referido ajuste se relevaron: a) datos de costos del valor hora por servicios de guardia de seguridad para los años 2002 a 2006; b) los valores abonados a un proveedor de otra de las zonas francas existentes en el país; c) datos de diferentes licitaciones públicas referidas a contrataciones del Estado de servicios de seguridad y vigilancia. Al respecto, los contadores actuantes informaron que el Tribunal entendió que las sociedades usuarias de zona franca Cym S.A. y Newfranc S.A. tenían un propósito de negocios y por ello no correspondía su desconocimiento, aunque sí era necesario ajustar las operaciones realizadas con Zona Franca Florida S.A. En relación con las operaciones entre Zona Franca Florida S.A. y las usuarias Cym S.A. y Newfranc S.A. el TCA entendió que la Administración se encontraba legitimada para reconstruir la realidad económica del negocio, ajustando los precios pactados entre las referidas empresas. Acerca de los agravios relacionados con la infracción de defraudación, ya fueron objeto de análisis en la sentencia del año 2013, por lo que no corresponde su revisión en esta instancia. Sobre la prescripción de los adeudos tributarios, la parte actora se limita a expresar que el acta final de inspección, no interrumpe el plazo de prescripción por no recoger los anticipos de IRIC y que la extensión del plazo decenal no opera para todas las obligaciones determinadas, rechazando la explicación que se le brindó en el ámbito administrativo, pero sin referir concretamente a ella. Dada la carencia de explicitación del agravio, debería ser rechazado atento a que se desconoce qué período habría prescripto y por qué razón. Sin perjuicio de ello, cabe remitirse a los contenidos del informe del Departamento Jurídico Tributario, que advierte que se está en una hipótesis de ampliación del plazo de prescripción de diez años, en tanto la contribuyente y sus responsables incurrieron en defraudación tributaria, tal como lo dispone el artículo 38 del Código Tributario. A su vez, no caben dudas, que conforme lo dispuesto en el artículo 40 del Código Tributario, el plazo de prescripción se suspendió desde la interposición de los recursos (15 de agosto de 2008) hasta la denegatoria ficta (3 de setiembre de 2009); y se suspendieron nuevamente con la interposición de la demanda (11 de mayo de 2009) hasta la fecha en que quedó ejecutoriada la sentencia Nº 256/2016 (19 de julio de 2013). En cuanto a las causales de interrupción del plazo (artículo 39 del Código Tributario), aun cuando se sostuviera que el acta final de inspección notificada antes del dictado del acto anulado no interrumpe el plazo, sí lo interrumpió el acta final notificada en forma previa al dictado del encausado, el 5 de mayo de 2014, debiendo reiniciarse el cómputo de cero. En consecuencia, teniendo presente que la obligación tributaria más antigua que surge es de mayo de 2002, y comenzando el plazo a partir de la terminación del año civil, el 31 de diciembre de 2002, se produjeron causales de suspensión que determinaron que al momento de notificar el acta final de inspección previa al dictado del encausado, aún no habían transcurrido los diez años. En cuanto a la falta de cumplimiento a las ordenanzas, que rigen el proceder de los funcionarios, los actores se refieren al tracto procedimental luego de informado el dictado de la sentencia del TCA, sin esgrimir agravio alguno concreto. En definitiva, solicitaron el rechazo de la demanda y la confirmación del acto (fs. 34 a 77 vto.). III) Por decreto No. 3617/2017 (fs. 79) se dispuso la apertura a prueba, diligenciándose la que luce agregada y certificada a fs. 187. IV) Las partes alegaron por su orden (fs. 190-232 y fs. 235-260, respectivamente). V) El Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo se pronunció mediante dictamen No. 95/2020 y aconsejó el amparo parcial de la demanda (fs. 263 a 267). VI) Puestos los autos para sentencia, previo pase a estudio de los Señores Ministros en forma sucesiva se acordó en legal y oportuna forma (fs. 269). CONSIDERANDO: I) En el aspecto formal, se han cumplido las exigencias que, según la normativa vigente (Constitución artículos 317 y 319 y Ley No. 15.869 de 22 de junio de 1987, artículos 4, 8 y 9) habilitan el examen de la pretensión anulatoria. La Resolución Nº 1923/2016 se emitió el 13 de mayo de 2016 (fs. 1774 a 1775 vto., pieza 9, A.A.) y se notificó el 26 de mayo de 2016 (fs. 1777, pieza 9, A.A.). El 6 de junio de 2016, se interpusieron en tiempo y forma los recursos de revocación y jerárquico en subsidio (fs. 565, pieza 9, A.A.). El acto conclusivo de la vía administrativa se produjo mediante denegatoria ficta, a los doscientos días, sin que la Administración resolviera el recurso jerárquico, el 23 de diciembre de 2016. La demanda se interpuso el 29 de marzo de 2017, dentro del término legal (nota de cargo, fs. 29). II) A fin de efectuar un correcto abordaje de la situación planteada corresponde realizar una breve reseña de los antecedentes relevantes para la resolución de la causa. Conforme emerge de los antecedentes allegados al proceso, las actuaciones que dieron cima al dictado del acto encausado son consecuencia de una recomposición de la faz administrativa, ante la anulación por parte de este Tribunal de la Resolución Nº 1142/2008, de 25 de julio de 2008, emitida por el Director General de Rentas (fs. 1291 a 1292 vto., pieza 7, A.A.), mediante la cual “se determinaron obligaciones tributarias por concepto de Impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio (IRIC), Impuesto al Patrimonio (IPAT) e Impuesto de Control de las Sociedades Anónimas (ICOSA) en cabeza de la contribuyente ZONA FRANCA FLORIDA S.A. (Num. 1º); se tipificaron a su respecto las infracciones de mora, contravención y defraudación, con sus correspondientes sanciones (Num. 2º y 3º): se declaró que las empresas ZONA FRANCA FLORIDA S.A., C Y M S.A., NEWFRANC S.A. y MANSERV FLORIDA S.A. constituyen una unidad económico administrativa, por lo que las tres últimas nombradas son responsables de los adeudos determinados a la primera, sus sanciones moratorias, multas por contravención y defraudación indicadas (Num. 4º); se declaró a los Sres. Yacck Luis CALACHI CHEBI y Marcelo Fabián FREGENAL GÓMEZ solidaria e ilimitadamente responsables por los adeudos determinados en cabeza de ZONA FRANCA FLORIDA S.A. y por las sanciones moratorias relativas al IRIC, y personalmente responsables por las sanciones moratorias relativas a otros impuestos y por las multas por contravención y defraudación; se declaró que el Sr. Antonio DELLA VENTURA o Juan Antonio DELLA VENTURA GARAGORRI, deberá responder solidaria e ilimitadamente por el IRIC y sus sanciones moratorias, solidariamente pero hasta el límite de los bienes administrados por los restantes tributos determinados a ZONA FRANCA FLORIDA S.A., y personalmente por las sanciones moratorias relativas a los restantes tributos” (Resultando I), sentencia Nº 256/2013, de fs. 1405 a 1405 vto., A.A.). Por sentencia Nº 256, de 2 de mayo de 2013 (fs. 1405 a 1431 vto., pieza 7, A.A.), el Tribunal concluyó: “En definitiva, las ilicitudes marcadas a lo largo del extenso desarrollo argumental, relativas a la incorrecta liquidación en lo que respecta a la amortización de algunos bienes inmuebles, los defectos en la motivación del acto, la omisión de realizar un balance consolidado, y la desajustada cuantificación de la multa por defraudación, determinan que el acto impugnado deba ser anulado in totum, dada la imposibilidad de escindir los rubros incorrectamente determinados, sin perjuicio del poder deber de la Administración de recomponer su obrar del modo que se considera legítimo.” (fs. 1428 a 1428 vto., A.A.) (la negrilla no está en el original). El 22 de julio de 2013, se elaboró un informe en la órbita de la Sección Contencioso General de la DGI (fs. 1432 a 1433 vto., pieza 7, A.A.) en el cual se reseñaron los agravios planteados y se resumieron los motivos que llevaron al Tribunal a declarar la nulidad del acto impugnado, sin perjuicio del poder - deber de la Administración de recomponer las actuaciones. “En definitiva, el Tribunal anuló el acto administrativo impugnado, en mérito a la incorrecta liquidación en lo que respecta a la amortización de algunos bienes inmuebles, los defectos en la motivación del acto, la omisión de realizar un balance consolidado, y la desajustada cuantificación de la multa por defraudación” (fs. 1433, pieza 7, A.A.). Tras una serie de pases y actuaciones en el trámite (fs. 1436 a 1442, pieza 8, A.A.), el expediente pasó a informe del Departamento Jurídico Tributario de la División Grandes Contribuyentes (fs. 1442, pieza 8, A.A.), el que se expidió el 9 de octubre de 2013, aconsejando la remisión de los autos al Departamento de Fiscalización a los efectos de recomponer la reliquidación, de conformidad con lo resuelto en la sentencia Nº 256/2013 (fs. 1443 a 1449, pieza 8, A.A.). El 16 de octubre de 2013, la Directora de la División Grandes Contribuyentes envió las actuaciones al Departamento de Fiscalización (fs. 1451, pieza 8, A.A.) y el 5 de mayo de 2014, se procedió a notificar una nueva acta final de inspección (fs. 1452, pieza 8, A.A.) El 14 de julio de 2014, el Departamento Jurídico Tributario elaboró otro informe letrado (fs. 1557 a 1577, pieza 8, A.A.) en el que consignó que no obstante la nulidad resuelta por sentencia Nº 256/2013, “el TCA ha considerado que el proceder de la Administración ha sido legítimo en el tratamiento conferido a: las cuestiones formales, operaciones a vencer, aplicación del principio de realidad económica y respecto a la configuración de la infracción de defraudación. Y desajustado a derecho en cuanto a: la incorrecta liquidación y aplicación de los criterios de amortización de algunos bienes del activo fijo, la omisión de realizar un balance consolidado, defectos en la motivación del acto (declaración de un conjunto económico) y la desajustada base de cálculo de la multa por defraudación” (fs. 1557 a 1558, pieza 8, A.A.). Seguidamente, se procedió a realizar un pormenorizado análisis de las cuestiones sustanciales del procedimiento de recomposición y reliquidación practicada (fs. 1558 a 1576, pieza 8, A.A.), aconsejando la elevación de los autos al Director General de Rentas (fs. 1576 a 1577, pieza 8, A.A.). El 10 de setiembre de 2014, la Dirección General de Rentas dictó la Resolución Nº 3131/2014, mediante la cual se estimó la multa a imponer a los actores por la infracción de defraudación tributaria y se les otorgó vista (fs. 1587 a 1588, pieza 8, A.A.). El 17 de setiembre de 2014, se notificó a las partes (1589, pieza 8, A.A.), la que evacuaron la vista presentando escrito de descargos (fs. 1650 a 1660 vto., pieza 9, A.A.) y recaudos documentales que se incorporaron al expediente (fs. 1590 a 1649, piezas 8 a 9, A.A.). Asimismo, se solicitó el diligenciamiento de pruebas (fs. 1660 a 1660 vto., pieza 9, A.A.). El 6 de abril de 2015, dictaminó el Departamento Jurídico Tributario e informó favorablemente a las probanzas solicitadas (fs. 1666 a 1669, pieza 9, A.A.). El 27 de mayo de 2015, el Departamento Jurídico Tributario volvió a informar sobre las probanzas pendientes de diligenciamiento y aconsejó requerir informe al Departamento de Fiscalización para que se pronunciara específicamente sobre determinados aspectos de la liquidación practicada (fs. 1678 a 1679, pieza 9, A.A.). El 9 de setiembre de 2015, el equipo inspectivo G.C.3. confeccionó un pormenorizado informe de actuación, en el cual se explicitaron los criterios empleados en: i) la reliquidación de obligaciones a vencer; ii) la reliquidación de amortizaciones de bienes de activo fijo; iii) la reliquidación de alquileres; iv) la reliquidación del canon; y v) el ajuste de precios por los servicios de seguridad y vigilancia pagados por ZFF S.A. a Newfranc S.A., todo de acuerdo con las consideraciones vertidas en la sentencia Nº 256/2013 (1703 a 1710, pieza 9, A.A.). El 21 de octubre de 2015, se emitió otro informe letrado del Departamento Jurídico Tributario en el cual se reseñaron los antecedentes, los descargos y la prueba diligenciada, luego de lo cual se detallaron los distintos criterios empleados en la fase de recomposición y se refutaron los planteos defensivos planteados por los involucrados (fs. 1726 a 1736, pieza 9, A.A.). El 3 de noviembre de 2015, se notificó nuevamente a las partes (fs. 1742, pieza 9, A.A.), las que volvieron a formular descargos (fs. 1752 a 1756, pieza 9, A.A.). El 22 de febrero de 2016, se expidió el Departamento Jurídico Tributario mediante un nuevo informe letrado en el cual se volvieron a analizar los descargos, los que se aconsejó desestimar por los fundamentos allí explicitados (fs. 1759 a 1758 vto., pieza 9, A.A.). Finalmente, el 13 de mayo de 2016, se dictó el acto encausado (fs. 1774 a 1775 vto., pieza 9, A.A.). III) El Tribunal, por unanimidad de sus integrantes, habrá de apartarse del temperamento anulatorio aconsejado por el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo (fs. 263 a 267) y desestimará la demanda, por las razones que se habrán de explicitar. En lo inicial, corresponde expedirse sobre la falta de pronunciamiento tempestivo de la Administración, según la hipótesis del artículo 6º de la Ley Nº 15.869, en la redacción dada por la Ley Nº 17.292, que genera una presunción simple de ilegitimidad del acto. Dicha disposición establece: “Vencido el plazo de ciento cincuenta días o el de doscientos, en su caso, se deberán franquear, automáticamente, los recursos subsidiariamente interpuestos, reputándose fictamente confirmado el acto impugnado. El vencimiento de los plazos a que refiere el inciso primero del presente artículo no exime al órgano competente para resolver el recurso de que se trate, de su obligación de dictar resolución sobre el mismo (artículo 318 de la Constitución de la República). Si ésta no se produjera dentro de los treinta días siguientes al vencimiento de los plazos previstos en el inciso primero, la omisión se tendrá como presunción simple a favor de la pretensión del actor, en el momento de dictarse sentencia por el Tribunal respecto de la acción de nulidad que aquél hubiere promovido.” Al respecto, cabe destacar que la Administración no resolvió el recurso jerárquico pasados los treinta días siguientes al vencimiento de los doscientos días de que se configurara la denegatoria ficta, extremo que ha sido reconocido por la propia demandada (véase el punto V) de la contestación de la demanda, de fs. 45 vto. a 46 vto., infolios). En virtud de lo expresado, se entiende que operó la presunción de ilegitimidad del acto, al cumplirse las condicionantes prevenidas en la norma. No obstante, dado su carácter de relativa o “iuris tantum”, admite prueba en contrario y puede resultar enervada o controvertida a partir de las actuaciones administrativas, las pruebas o los elementos de juicio incorporados a la causa (sentencias Nº 353/2012, 762/2012, 299/2013, 461/2014, 317/2015, 654/2018, 707/2018, 793/2019 y 339/2020, entre otras). Pues bien, en el presente, es menester consignar que la referida presunción ha sido desvirtuada por el cúmulo de elementos de juicio emergentes de las actuaciones administrativas, conforme se analizará a continuación. IV) En segundo término, cabe referirse al retardo de la notificación del acto enjuiciado en infracción al plazo previsto por el artículo 92 del Decreto Nº 500/1991, norma cuya finalidad apuntaría -en la tesis de los accionantes- a que este pierda su efecto jurídico. De acuerdo con la documentación que surge de los antecedentes, la Resolución encausada se notificó a las partes el 27 de mayo de 2016 (fs. 1777, pieza 9, A.A.), a escasos días de su dictado, el 13 de mayo de 2016 (fs. 1774 a 1775 vto., pieza 9, A.A.). El artículo 92 del Decreto Nº 500/1991, en sede de procedimiento administrativo común establece lo siguiente: “Las notificaciones se practicarán en el plazo máximo de cinco días, computados a partir del día siguiente al del acto objeto de notificación” (la negrilla y el subrayado no están en el original). Más allá que resulta discutible la aplicación de esta norma al procedimiento administrativo tributario, en virtud de las previsiones emergentes de los artículos 43 y 51 del Código Tributario, lo cierto es que en modo alguno puede pretenderse la severa consecuencia que señalan los accionantes, consistente en la pérdida de los efectos jurídicos del acto. Semejante resultado se da de bruces contra elementales principios que informan a la teoría de las nulidades (especificidad, finalismo y trascendencia) y al ordenamiento jurídico en general (validez, conservación de los actos y debido proceso). El Tribunal ya ha tenido oportunidad de expedirse ante casos análogos, en los que la normativa reglamentaria estableció plazos breves para realizar determinada actuación y no se previó ninguna sanción para el caso de incumplimiento. Así por ejemplo ocurrió con el dictado de la sentencia Nº 214/2012, en donde se consignó: “El cuarto agravio de índole formal invocado por la demandante, refirió al incumplimiento de los plazos previstos en el art. 59 del Decreto Nº 500/991, en lo que respecta a la producción de los dictámenes técnicos o de asesoría letrada. Y si bien emerge de obrados que tales plazos fueron efectivamente sobrepasados, no existe norma que prevea como consecuencia ante tal transgresión la nulidad del acto finalmente dictado. Por el contrario, estima la Sede que se trata de un vicio de leve entidad, absolutamente irrelevante en el curso del procedimiento, respecto del cual no se ha invocado, ni mucho menos probado, su trascendencia en relación a la resolución adoptada. Por lo cual, tratándose de un vicio ininfluyente, resulta inhábil para determinar la nulidad de lo posteriormente actuado.” (la negrilla y el subrayado no están en el original). En similar sentido, cabe recordar los reiterados pronunciamientos de la Sala respecto al vencimiento del plazo de sesenta días corridos para la instrucción de procedimientos disciplinarios previsto por el artículo 212 del Decreto Nº 500/1991, en donde no se estableció como consecuencia la nulidad del acto (sentencias N° 779/1996, 269/2003, 191/2008, 188/2017 y 394/2018). También en estos casos, la Corporación desestimó agravios basados en el mero incumplimiento de plazos, en virtud de la inexistencia de normas que establecieran la nulidad del acto (sentencias Nº 779/1996, 269/2003 y 191/2008), calificando además a dicha irregularidad como intrascendente (sentencias Nº 188/2017 y 394/2018). Más recientemente, el Colegiado analizó específicamente el plazo previsto por la disposición invocada por los demandantes, de la siguiente manera: “El artículo 92 del Decreto Nº 500/1991, dispone que “Las notificaciones se practicarán en el plazo máximo de cinco días, computados a partir del día siguiente al del acto objeto de notificación.”, sin establecer, en modo alguno la consecuencia pretendida por los comparecientes, la que resulta, a todas luces contraria a la solución adoptada por la reglamentación ante el incumplimiento de plazos relativamente breves (véase por ejemplo el artículo 213 del Decreto Nº 500/1991). Si se hubiera querido establecer, como consecuencia del incumplimiento la nulidad del acto, así se habría dispuesto, de conformidad con el principio general de especificidad, según el cual las nulidades deben estar establecidas a texto expreso (“pas de nullité sans texte”) (sentencia Nº 339/2020). En el presente, concurren similares circunstancias a las reseñadas ut supra, las que conducen al rechazo del agravio del retardo en la notificación, por incumplimiento del plazo reglamentario de cinco días hábiles establecido por el artículo 92 del Decreto Nº 500/1991, que no estableció como consecuencia la nulidad (o pérdida de los efectos jurídicos) del acto final (de conformidad con el principio de especificidad que se sintetiza bajo la máxima “pas de nullité sans texte”) y que tampoco reviste trascendencia para generar el resultado pretendido, al no haber generado indefensión a las partes (solución acorde con el principio de finalismo o trascendencia, que se resume en el adagio “pas de nullité sans grief”). V) En tercer lugar, los actores se agraviaron de la falta de especificación de las obligaciones y períodos, alegando que en el mismo acto se determinó el “IRIC Saldo” correspondiente a tres ejercicios fiscales, sin discriminar los importes correspondientes a cada uno de ellos. Además, tampoco se determinaron los anticipos del IRIC en los ejercicios en que ello correspondía, lo cual torna ilegítima la determinación, por incumplir lo ordenado por el artículo 67 ordinales 2) y 3) del Código Tributario. El Tribunal no comparte lo afirmado por los accionantes desde que en las actuaciones administrativas surge la información discriminada y determinada del IRIC correspondiente a cada año, lo cual concuerda con lo consignado en los numerales 2), 3) y 4) de la Resolución Nº 1923/2016. En efecto, en el informe de la División Grandes Contribuyentes – Departamento de Fiscalización de la DGI de fecha 22 de mayo de 2014, consta un cuadro suficientemente ilustrativo de los impuestos a pagar con sus períodos respectivos (fs. 1550, pieza 8, A.A.), el cual coincide plenamente con el cuadro luciente en el acto resistido, todo lo cual conduce a desestimar el agravio de mención. VI) En cuarto término, corresponde poner de manifiesto la existencia de una serie de agravios que se encuentran alcanzados por los efectos de la cosa juzgada emanada de la sentencia Nº 256/2013, lo que impide la reapertura de la controversia sobre todos los aspectos del acto anulado como lo pretenden los accionantes. Tal es el caso de los agravios relacionados con: a) las irregularidades en la determinación por obligaciones a vencer; b) la determinación por amortización de bienes del activo fijo en violación al principio de igualdad ante las cargas públicas; c) la aplicación del principio de realidad, en lo que refiere a los vínculos existentes entre los actores; y d) la inexistencia de defraudación. Sin perjuicio del análisis puntual que se habrá de realizar por su orden, conviene desde ya recordar que el Tribunal ha descartado la pertinencia de reeditar cuestiones que ya fueron oportunamente resueltas por sentencias que determinaron la anulación total de actos administrativos, en atención a la imposibilidad de escindirlos, habilitando a la recomposición de las actuaciones. Ante un planteo similar al que se formula en autos, el Colegiado señaló: “La anulación de la totalidad del acto primigenio fue como consecuencia de la imposibilidad de escindirlo, pero en modo alguno implica la posibilidad de volver a esgrimir los mismos agravios que fueron analizados en el pronunciamiento anulatorio, sin que estos se vean alcanzados por los efectos de la cosa juzgada. Se coincide con la demandada en cuanto pone de manifiesto que la sentencia, en tanto acto procesal del Tribunal que pone fin al proceso constituye una unidad lógica inescindible sin que puede desconocerse el efecto vinculante de los fundamentos en ella expresados. La parte expositiva resulta fundamental no sólo para conocer y comprender el proceso reflexivo llevado a cabo para alcanzar el fallo, sino que contiene las bases para el debido ejercicio de la recomposición del obrar de la Administración. En este sentido, la Corporación ha expresado: “Como señalaba CASSINELLI MUÑOZ, existe un deber de la Administración de respetar lo resuelto por las sentencias jurisdiccionales, textualmente indicaba que: “En un Estado de Derecho, la actividad administrativa debe conformarse al deber ser jurídico, esto es a las normas constitucionales, legales y reglamentarias y también a las “normas individualizadas” cuya expresión más relevante está constituida por las sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada. (…) Considérese o no que el juez crea derecho en la sentencia, es indudable que la sentencia pone un deber ser jurídico, “una norma para el caso concreto” (que será la repetición de un mandato preexistente o un mandato nuevo según la doctrina que se acepte). La Administración está frente a la norma individualizada en la misma situación que está frente a las reglas abstractas: debe acatar su disposición, no infringiendo en el caso lo que aquella establece, y debe acatar su orientación, comportándose en el caso conforme a los criterios que informan la sentencia. (…) “…la Administración, obligada a acatar un fallo jurisdiccional, no cumple con evitar simplemente los actos o hechos que contradigan la disposición del fallo; debe además acatar su conducta en el caso que motivó la contienda jurisdiccionalmente resuelta, a los criterios orientadores que surjan de la sentencia. Si así no lo hiciere, su actitud estaría viciada por la desviación de poder, aun cuando formalmente se haya abstenido de contradecir el fallo.” (CASSINELLI MUÑOZ, Horacio: “El ajuste de la Administración a las sentencias jurisdiccionales”, en “Derecho Constitucional y Administrativo”, LA LEY URUGUAY, 1ª Edición, Montevideo, 2010, págs. 1212/1217). En la subespecie, la reclamante, pese a referir que la solicitud no cumple con los requisitos de novedad, actividad inventiva y aplicación industrial previstas por el art. 8 de la Ley 17.164, para interpretar tales conceptos y controvertir la decisión administrativa, únicamente consideró que el examen realizado por la Administración que condujo al otorgamiento de la patente, partió de una plataforma jurídica inadmisible (fs. 30 vta. del ppal.) (…) Sin embargo, tal cuestión fue resuelta por el Tribunal en el multicitado fallo que recondujo el obrar administrativo. (…) Acudiendo nuevamente a las enseñanzas del Prof. CASSINELLI MUÑOZ, corresponde anotar que la cosa juzgada liga a la Administración de forma más estricta que a los particulares; pero no porque exista una peculiaridad en la fuerza de la cosa juzgada contencioso-administrativa, sino porque la Administración está frente a la cosa juzgada como frente a la norma jurídica: encuadrada por su disposición (aspecto negativo) y orientada por su espíritu (aspecto positivo). (CASSINELLI MUÑOZ, Horacio: “El ajuste…”, cit., pág. 1217).” (sentencia Nº 945/2017) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Como puede apreciarse, los alcances de la cosa juzgada alcanzan a ambas partes, destacándose una mayor intensidad para la Administración, que es quien debe cumplir con la sentencia anulatoria ajustando su conducta a “los criterios orientadores que surjan de la sentencia”. De ahí que no puede desgajarse el fallo anulatorio de la motivación que le precedió porque ambas partes están ligadas por efecto de la cosa juzgada emanada de la sentencia anulatoria que recayó sobre la Resolución Nº 353/2006 que recompuso la encausada. Tal como lo pone de manifiesto Santiago Pérez Irureta, “(…) ante la recomposición, los vicios esgrimidos y desestimados, entrarían bajo el efecto de la cosa juzgada, lo que inhabilitaría al eventual accionante a efectuar su invocación posterior. Entonces en la segunda acción de nulidad, solamente se podrían plantear vicios sustantivos en los presupuestos y elementos, pero que no hayan sido objeto del juicio anulatorio anterior (…)” (Cf. Santiago Pérez Irureta, “Vicios formales del acto y recomposición administrativa”, en “Estudios sobre la Administración Uruguaya”, Instituto de Derecho Administrativo, Facultad de Derecho, Universidad de la República, Felipe Rotondo, Coordinador, tomo II, “Responsabilidad y Contencioso Administrativo: visión desde el Derecho Procesal, Financiero y Administrativo”, FCU, 1ª edición, noviembre de 2016, p. 255)” (sentencia Nº 83/2020) (la negrilla y el subrayado no coinciden con el original). VII) Continuando con el orden de exposición de los agravios, los demandantes cuestionaron el criterio para la determinación de las obligaciones por vencer, señalando que se pretenden imputar a Zona Franca Florida S.A. rentas por dicho rubro, considerando que configura ganancia el precio cobrado por adelantado en contratos de arrendamiento cuya rescisión fue declarada en vía judicial. Al respecto, debe tenerse en cuenta que en el Considerando XVIII) de la sentencia Nº 256/2013, se consignó: “La objeción realizada sobre este punto por la DGI se circunscribió exclusivamente a los contratos que no habían tenido sentencia judicial que declarara la rescisión de los contratos de arrendamiento celebrados con ZONA FRANCA FLORIDA S.A. En tal sentido, en el informe del Departamento Jurídico Tributario de la División Grandes Contribuyentes, se expresó: “En relación a estas operaciones a vencer no se tomaron en cuenta, como erróneamente afirman los sujetos pasivos, aquellos casos en que había sentencias que declarase (sic) la rescisión de los arrendamientos. No están, dichas operaciones contabilizadas para la reliquidación del impuesto a las Rentas de la Industria y Comercio (IRIC) (…) Solo se tomaron en cuenta aquellas operaciones que la empresa contabilizaba como pasivo y nunca habían sido objeto de reclamo alguno por parte de los arrendatarios”. El deslinde resulta necesario, puesto que, tanto en su memorial de agravios como en su alegato, la actora insistió en que se tomaron en cuenta sumas que respondían a arrendamientos cuya rescisión fue declarada judicialmente. Tal como se expresó, dicha observación no fue hecha por DGI, la cual no objetó el cómputo como pérdida en aquellos casos en que existían sentencias judiciales que declaraban la rescisión de los arrendamientos.” (fs. 1417 a 1417 vto., pieza 7, A.A.). Asimismo, en el Considerando XIX) de la referida sentencia se añadió que para los casos en que no había mediado sentencia judicial: “El criterio aplicado por la empresa resulta, sin lugar a dudas, contrario a la normativa tributaria, puesto que, a los efectos del IRIC, el cobro de arrendamientos por anticipado constituye una percepción de renta bruta, que debe ser contabilizada como tal, y que por ende no puede ser computada como pérdida (artículo 10 del Título 4 del TO 1996, en la redacción previa a la Ley Nº 18.083). (…) En definitiva, las observaciones realizadas sobre el punto por parte de la DGI resultan inobjetables; ante la constatación de que se habían contabilizado como pasivos rubros que no eran tales, se procedió a extornar dicho asiento de la columna “pasivos”, y se le dio de alta como renta bruta, en un proceder que resulta jurídicamente impecable, por ajustarse plenamente a la regla de Derecho (art. 8 del Título 4 del TO 1996)” (fs. 1417 vto. a 1418, pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). El Departamento de Fiscalización, en su informe de 9 de setiembre de 2015, aclaró que “se incluyen los arrendamientos que la explotadora cobraba por adelantado y que eran contabilizados como pasivos. En todos los casos se tratan de contratos que no habían tenido sentencia judicial que hubiera declarado la rescisión de los mismos.”, por un monto total de $ 376.145 (fs. 1703, pieza 9, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Dicho monto coincide con el determinado con anterioridad por informe de 18 de abril de 2007, para obligaciones a vencer (fs. 1102, pieza 6, A.A.), en temperamento que el Tribunal consideró inobjetable. Por lo tanto, al existir cosa juzgada sobre el punto, procede desestimar el agravio. VIII) El siguiente agravio apuntó a que la determinación por amortización de bienes del activo fijo se realizó en violación al principio de igualdad ante las cargas públicas. En concreto, los comparecientes se agravian contra el criterio según el cual los caminos de tierra se amortizan en un plazo de cincuenta años, lo que ha sido rechazado por el propio Poder Ejecutivo, incluso en el caso de caminos más duraderos. La cuestión ya fue objeto de estudio en el Considerando XX) de la sentencia Nº 256/2013, en la que se señaló: “Por su parte, respecto al porcentaje de amortización tomado en cuenta para los caminos de tierra, consideró la actora que la DGI fue inconsistente con lo sostenido en otros casos, en los que el M.E.F. admitió que caminos más duraderos, como los de asfalto u hormigón, puedan amortizarse en plazos menores. En este punto, no le asiste razón a la demandante. El art. 89 del Decreto Nº 840/988, reglamentario del IRIC, establece los criterios a considerar a la hora de liquidar dicho impuesto. En particular, en relación a los criterios a considerar para la amortización de los inmuebles integrantes del activo fijo, se prevé que la amortización de los inmuebles urbanos y suburbanos será del 2% anual, mientras que para los rurales tal porcentaje ascenderá al 3% anual; dicha disposición parte del supuesto que el plazo de vida útil de los inmuebles, en el caso que nos ocupa de los caminos, es de 50 años. En principio, los contribuyentes del IRIC deben contemplar el plazo de vida útil fijado reglamentariamente; no obstante, se prevé en la misma disposición una válvula de escape a la rigidez de la disposición normativa: la reglamentación admite que la DGI autorice otros porcentajes de amortización, a solicitud del contribuyente, y siempre que a su juicio las circunstancias lo justifiquen. Ahora bien, ZONA FRANCA FLORIDA S.A., en lugar de solicitar dicha declaración y probar ante la DGI que los caminos del exclave tienen un proceso de depreciación más acelerado, optó por sí y ante sí por emplear otro criterio distinto al establecido preceptivamente por la norma reglamentaria; proceder que fue objetado, de manera irreprochable, por parte de la DGI (ver fs. 1077 y 1078 Pieza 3 A.A.). Contrariamente a lo afirmado por la actora, el presente no resulta comparable con otro, que es mencionado en su alegato por la promotora, que diera lugar al dictado de la Resolución del M.E.F. de fecha 15/12/2003 (luciente en el expediente de este Tribunal incorporado como prueba e identificado con la ficha No. 161/2004). En ese caso, como surge de la propia resolución, la sociedad explotadora de otra zona franca presentó oportunamente la solicitud de autorización prevista en el art. 89 del Decreto Nº 840/988 para que se la autorizara a amortizar aceleradamente determinados bienes de su activo fijo, esto es, hizo justamente lo que ZONA FRANCA FLORIDA S.A. omitió hacer. Por lo tanto, no le asiste razón a la actora cuando insiste que los casos son sustancialmente idénticos. En definitiva, el contribuyente se apartó de los criterios fiscalmente admitidos para fijar los porcentajes de amortización de determinados bienes de su activo fijo, lo que vuelve inobjetable, en este punto, el proceder de la DGI.” (fs. 1419 vto. a 1420, pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). En consecuencia, corresponde el rechazo del agravio por encontrarse alcanzado por los efectos de la cosa juzgada. IX) En cuanto a la aplicación del principio de realidad, no puede compartirse que la anulación total del primer acto de determinación implique que se haya abierto nuevamente la controversia sobre todos los aspectos del acto atacado en que se fundó la misma, por los fundamentos expresados en el Considerando VI) ut supra de la presente. Al respecto, es menester poner de manifiesto que la sentencia Nº 256/2013, consideró que “Emerge con claridad y contundencia de los antecedentes administrativos que, en la especie, se emplearon formas jurídicas manifiestamente inapropiadas; por ende, la recalificación de los hechos que hizo la DGI al amparo de lo previsto en el art. 6 inc. 2º C.T. fue, en términos generales, correcta, puesto que se fundó en el hecho probado de que ZONA FRANCA FLORIDA S.A. y MANSERV FLORIDA S.A. eran en realidad una única empresa, la segunda de las cuales constituía un mero desdoblamiento artificial de la primera, realizado con el único propósito de defraudar tributos” (Considerando XXII), fs. 1420 vto., pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Por otro lado, también se entendió que “las sociedades usuarias de zona franca CYM S.A. y NEWFRANC S.A., si bien tenían un propósito de negocio autónomo, eran controladas por la “sociedad madre” y se empleaban para beneficiar a ZONA FRANCA FLORIDA S.A., en fraude a la ley tributaria.” (Considerando XXII), fs. 1420 vto., pieza 7, A.A.) (la negrilla no está en el original). En la primera hipótesis, se adoptaron “formas jurídicas ficticias” (Considerando XXIII), fs. 1420 vto. a 1421, pieza 7, A.A.), mientras que en la segunda, se produjo un fenómeno de “fraude a la ley”, en donde “Lo que hacía ZONA FRANCA FLORIDA S.A. con CYM S.A. y con NEWFRANC S.A. era acordar contratos que realmente existían y que se cumplían en la práctica.”, pero “las prestaciones se distorsionaban totalmente en relación a las normales del mercado, para permitir de ese modo desviar utilidades gravadas a entidades cuyas rentas están exentas, como son las usuarias de zona franca” (Considerando XIV), fs. 1421 a 1422, pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Ahora bien, los accionantes cuestionan que la Ley de Zonas Francas concede una amplia exoneración tributaria a los usuarios, sin condicionarla a las personas que integren las sociedades usuarias o participen en sus ganancias. Así, argumentan que la atribución de rentas de unas sociedades a otra con el pretexto de identidad o conexión de las personas que las dirigen configuró una violación del principio de realidad que se dijo aplicar. Y agregan que los propios informantes reconocieron que los usuarios de zona franca pueden contratar los servicios que efectivamente dan Manserv Florida S.A. y Newfranc S.A dentro de la Zona Franca de Florida, que obviamente están comprendidos en la exoneración de los usuarios. Por ello, excluirlas de esa franquicia porque estén vinculadas al explotador viola groseramente el principio de que se trata y el de igualdad. Además, cuestionan que en la segunda determinación el Departamento Jurídico Tributario reconoció sin reservas que Manserv Florida S.A. prestaba efectivamente los servicios descriptos en el primer informe. El Tribunal considera que no les asiste razón en su planteo. En primer lugar, cabe recordar que en la sentencia Nº 256/2013 se consideró a Manserv Florida Florida S.A. como “un mero desdoblamiento artificial de la primera, realizado con el único propósito de defraudar tributos”, por lo que resulta correcto que los resultados de su operativa se imputen en cabeza de Zona Franca Florida, desde que se entendió que entre ambas empresas existía una “unidad económico - administrativa” (Considerando XXII), fs. 1420 vto., pieza 7, A.A.) (la negrilla no está en el original). En segundo término, respecto a Cym S.A. y Newfranc S.A la sentencia Nº 256/2013 expresó: “Por su parte, el caso de las usuarias CYM S.A. y NEWFRANC S.A es conceptualmente es distinto al anterior, puesto que, porque como se señala en el informe letrado del Departamento Jurídico Tributario de la División Grandes Contribuyentes, aquellas tienen efectivamente un propósito de negocio (“business purpose”), por lo cual se les reconoce su propia individualidad (fs. 1112 A.A.). En este caso, no se trata de una “inadecuación de la forma jurídica adoptada”, ya que la misma coincide con la realidad, sino del fenómeno que la dogmática llama “fraude a la ley”. (…) Lo que hacía ZONA FRANCA FLORIDA S.A. con CYM S.A. y con NEWFRANC S.A. era acordar contratos que realmente existían y que se cumplían en la práctica. Empero, las prestaciones se distorsionaban totalmente en relación a las normales del mercado, para permitir de ese modo desviar utilidades gravadas a entidades cuyas rentas están exentas, como son las usuarias de zona franca. (…) En conclusión, la Administración se encontraba legitimada para reconstruir la realidad económica del negocio, ajustando los precios por los que se contabilizaron las operaciones entre ZONA FRANCA FLORIDA S.A. y las usuarias CYM S.A y NEWFRANC S.A.” (Considerando XXIV), fs. 1421 a 1422, pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). De esta manera, la DGI actuó para ajustar a valores de mercado los precios de los alquileres de los predios con y sin construcción entre las empresas involucradas y la parte actora no dedujo prueba alguna para desvirtuar las conclusiones a las que se arribó. X) Seguidamente, los demandantes se agraviaron contra la determinación relacionada con Manserv Florida S.A., la que por el solo hecho de ser cuantitativamente idéntica a la que motivó la anulación el acto de determinación, es más elocuente que cualquier despliegue verbal. Así, señalaron que la afirmación según la cual se consignó que se procedía en base a lo resuelto por el TCA a realizar un balance consolidado entre los ingresos y gastos de Zona Franca Florida S.A. con los de Manserv Florida S.A. es falsa, porque no se corrigieron los errores de ejecución de aquella etapa. En la segunda sociedad mencionada, existen elementos contables suficientes para descalificar todo intento de proceder en base a ficciones. Si se efectuara la consolidación de marras, quedaría reafirmado que la usuaria tuvo bienes y mano de obra propios, aptos para desarrollar su actividad y se habrían probado sus resultados reales. No se comparte tal temperamento. En el informe de División Grandes Contribuyentes - Departamento Fiscalización, de 22 de mayo de 2014 (especialmente a fs. 1548, pieza 8, A.A.), se precisó que respecto de las operaciones entre Zona Franca Florida y Manserv S.A., ésta última no tenía libros comerciales y su Director declaró desconocer su margen de ganancia. Además, se agregó que en virtud de que el Tribunal entendió que entre ambas empresas había una unidad económico-administrativa, a efectos de consolidar ambos balances, se sumaron los ingresos y egresos de ambas empresas y se desconocieron las operaciones realizadas entre ambas y posteriormente se imputa el resultado en cabeza de Zona Franca Florida. Dado que el Tribunal entendió que entre ambas empresas existía una unidad económico- administrativa (Considerando XXII) de la sentencia aludida), es razonable que, a efectos de consolidar ambos balances, se sumen los ingresos y egresos de ambas empresas y se desconozcan las operaciones comerciales realizadas entre ellas, para posteriormente imputar el resultado en cabeza de Zona Franca Florida S.A. En cuanto al procedimiento llevado a cabo para la consolidación de balances, se realizó eligiendo aleatoriamente dos meses de cada año, sumándose las ventas y restándose las compras. El resultado neto se dividió entre el ingreso del mes analizado, con lo cual se obtuvo el margen neto. Ese margen se promedió entre los meses tomados para la muestra con lo que obtuvo un margen neto promedio por año. Y dicho coeficiente se aplicó mensualmente a cada año y luego se calculó el importe de IRIC a pagar en función de la tasa vigente a fecha de cada balance (fs. 1095 a 1096, pieza 6, A.A.). Al respecto, se coincide con el dictamen del Señor Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, en cuanto considera que el criterio empleado resulta razonable y agrega que “La actora no prueba que con la utilización de información contable adicional se hubiera obtenido un resultado que desvirtuara el cálculo estimativo efectuado” (fs. 264 vto., infolios) (la negrilla no está en el original). En definitiva, los criterios adoptados por la accionada lucen como legítimos y, por otro lado, el agravio de los comparecientes no pasó de ser una mera alegación, sin prueba que lo sustente. XI) En lo que respecta a la determinación de Cym S.A., los reclamantes señalaron que el análisis realizado por el Departamento de Fiscalización difirió poco en cuanto a la cuantía y en nada respecto al método seguido en la determinación que fue anulada, evidenciando que subsisten errores y omisiones en el tratamiento de: a) los alquileres y gastos comunes; b) el alquiler del predio con galpón; y c) el canon. En cuanto al precio del alquiler del predio sin construcción, surge del informe del Departamento de Fiscalización de 22 de mayo de 2014, que se actualizaron los valores por metro cuadrado pagados a una serie de empresas (Larking S.A, Donerco S.A., Mercom S.A., Torrecampo S.A., Fortaleza S.A., Ediplan S.A. Logistics S.U. S.A. y Unibarco S.A.) a la tasa de cinco por ciento determinando su promedio. A su vez, se promedió el valor pagado por Cym S.A. en los últimos diez años. Seguidamente, se calculó la diferencia por metro cuadrado en dólares. Y posteriormente, se calculó la diferencia año a año, al tipo de cambio promedio, sumándose la diferencia de los últimos cinco años, determinando el importe correspondiente. (véase el informe de mención, a fs. 1544 vto., pieza 8, A.A., así como las aclaraciones formuladas en nuevo informe de 9 de setiembre de 2015, de fs. 1706 a 1707, pieza 9, A.A.). Con relación al precio del alquiler del predio con construcciones, el Departamento de Fiscalización indicó en su informe de 22 de mayo de 2014, que se tomó en cuenta el contrato con la empresa Dlakera S.A., del año 2006, promediándose el valor pagado por Cym S.A. por concepto de arrendamiento de los últimos 10 años. A continuación, se calculó la diferencia por metro cuadrado en dólares. Y también aquí, se calculó la diferencia año a año al tipo de cambio promedio, sumándose la diferencia de los últimos cinco años, determinando el importe correspondiente (véase el informe de 22 de mayo de 2014, fs. 1545, pieza 8, A.A.). Esta información debe ser complementada por la consignada en el informe del Departamento de Fiscalización de 9 de setiembre de 2015, en donde precisaron: “Posteriormente se agregaron a la muestra original nuevos contratos con usuarias los cuales no tenían construcciones en los predios arrendados. De los distintos precios por mes y metro cuadrado calculados, se actualizaron los valores a la tasa del 5 % (tasa de financiación estipulada en los contratos), lo que dio origen a un precio menor por metro cuadrado que el calculado en la primera liquidación de adeudos. De esta manera el precio de U$S 0,24 baja a U$S 0,20 por metro cuadrado y por mes. Para los alquileres de predios con construcciones se mantuvo la liquidación original (…) no realizándose en ningún caso un promedio de un promedio” (fs. 1706, pieza 9, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Dichos criterios se revelan como razonables y suficientes con referencias adecuadas a los efectos de los cálculos que se realizaron en uno y en otro caso, no encontrando elementos que determinen la anulación del acto. Con referencia al precio por concepto de gastos comunes, el Departamento de Fiscalización constató que “los gastos comunes facturados por ZFF no guardan relación con los gastos asociados a los mismos, en cambio sí guardan relación con los metros utilizados y en los mismos se incluye un margen de ganancia. Por ende, se procedió a estimar el ajuste de precio por este concepto. El cálculo se realizó teniendo en cuenta los metros ocupados por CYM S.A. (17.078) metros cuadrados, no considerando las áreas comunes) en el total de metros ocupados por ZFF, representando dicho porcentaje un 8%. Posteriormente, se dividió los gastos comunes facturados por ZFF menos los gastos facturados por CYM S.A. entre el 92% (100%-8%), obteniéndose así el importe que debió facturar ZFF por dicho concepto. A dicho valor se le aplicó el coeficiente del 8% correspondiente a CYM S.A. y se comparó con lo efectivamente facturado, realizándose el ajuste en función de dicha diferencia. El procedimiento descrito se aplicó a todos los ejercicios, con excepción del 2002 por no tener información. Para dicho período se utilizó el importe del ejercicio 2003, ajustado por los ingresos declarados en cada período.” (fs. 1545 vto. a 1546, pieza 8, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). En este caso, tampoco se observa la existencia de irregularidades que irroguen de nulidad al encausado. En lo que tiene que ver con el precio por concepto de canon, el informe del Departamento de Fiscalización de 22 de mayo de 2014, da cuenta que se tomó una muestra representativa de contratos de los que surge que el canon cobrado por la explotadora también era de U$S 1.000. Debido a la operativa empleada, Zona Franca Florida S.A. pagaba por los U$S 100 recibidos y la usuaria declaraba por los U$S 900 restantes que se encontraban exentos. Por lo expuesto, los criterios empleados por la Administración aquí también se revelan como legítimos. En último término, se coincide con lo dictaminado por el Señor Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo al consignar que: “En cuanto a lo alegado por los actores que se omitió tener en cuenta lo efectivamente cobrado por CYM S.A., a fs. 493 (rectius, 1707, pieza 9, A.A.), se explica que el ajuste realizado consistió en un alta a la renta bruta de ZFF por los U$S 900 que quedaban en cabeza de CYM S.A.” (fs. 265, infolios) (la negrilla no está en el original). De todo cuanto viene de señalarse, el Tribunal considera que no procede el acogimiento de los agravios contra la determinación de Cym S.A. XII) Siguiendo el orden del planteo de los actores, corresponde referirse a los errores en la determinación de Newfranc S.A., los cuales destacaron que en la acción de nulidad contra la primera determinación se logró probar que los precios que se le pagaban por el servicio de vigilancia se adecuaban al mercado, razón que demuestra la impertinencia, no sólo de su desconocimiento, sino de su ajuste. En primer lugar, cabe remitirse brevitatis causae a lo expresado en el Considerando IX) ut supra de la presente, en cuanto pone de relieve que en la sentencia Nº 265/2013, se concluyó en la existencia de distorsiones en las prestaciones existentes entre Zona Franca Florida S.A., Cym S.A. y Newfranc S.A., las que se encontraban distorsionadas con relación a las normales del mercado, razón por la cual se consideró que la Administración estaba legitimada para ajustar los precio,s por los que se contabilizaron las operaciones entre dichas empresas (véase el Considerando XXIV) de la referida sentencia, de fs. 1421 a 1422, en pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). En segundo término, es menester señalar que en el informe del Departamento de Fiscalización de 9 de setiembre de 2015, se agrega un cuadro comparativo del que surge que el valor por servicios de seguridad tomado como referencia por la DGI para aceptarlo como gasto admitido -en base a datos proporcionados por Prosegur Uruguay- es significativamente superior al declarado por Newfranc S.A. S.A. en la planilla del MTSS y pagos al BPS (fs. 1709, pieza 9, A.A.). Por lo tanto, se entiende adecuado y razonable el ajuste realizado en el proceso de recomposición. XIII) Llegados a este punto, procede analizar el agravio vinculado a la inexistencia de defraudación. Una vez más, corresponde resaltar que se trata de una cuestión que ya fue objeto del pronunciamiento jurisdiccional recaído mediante el dictado de la sentencia Nº 256/2013, por lo que se encuentra alcanzada por los efectos de la cosa juzgada, tal como fuera explicitado -con carácter general- en el Considerando VI) ut supra de la presente. Al respecto, expresó la Corporación: “(…) estima la Sala que la conducta de la actora efectivamente dio cima al tipo infraccional, en tanto la maniobra urdida por la misma no supuso una mera elección de formas jurídicas para eludir tributos o para colocarse en la situación fiscal más beneficiosa, sino que implicó el montaje de una ingeniería societaria y contable desarrollada con el innegable propósito de defraudar tributos. El fraude o engaño calificado, elemento objetivo de la infracción, resulta evidente en el desdoblamiento artificial que se hizo de ZONA FRANCA FLORIDA S.A. mediante la interposición ficticia de la usuaria MANSERV FLORIDA S.A., pero también se constata en la operativa desarrollada por las empresas CYM S.A. y NEWFRANC S.A. Al respecto, se señala en el multicitado informe del Departamento Jurídico Tributario de la División Grandes Contribuyentes: “En este caso la maniobra fraudulenta es de tal envergadura que consistió en montar toda una operativa de empresas vinculadas con personas jurídicas inexistentes, incrementando precios para bajar ingresos. Se suscribieron contratos ficticios y que por eso resultan inoponibles, se interpusieron personas, para simular la existencia de una S.A., que en los hechos nunca existió (caso de MANSERV S.A.). A través de CYM S.A., se abatieron los ingresos para pagar menos renta. Por medio de NEWFRANC S.A., se incrementaron los gastos. Ambas empresas vinculadas respondían directamente a las órdenes del Señor Calachi, director de ZFF. La maniobra se desplegó en toda una verdadera artillería de documentación que no condice con la realidad (constitución de una S.A., suscripción de contratos aparentes). Se agregaron al expediente (p. 949- 1029) aproximadamente 80 facturas en las que aparece MANSERV (persona jurídica inexistente) haciendo compras o enajenando a ZFF. Las empresas vinculadas y la inexistente no llevaban libros comerciales lo que dificultó las tareas de investigación de esta Administración Fiscal. Toda esta documentación ficticia, no perseguía otra finalidad que la de inducir a los funcionarios de la Administración Fiscal a reclamar o aceptar importes menores a los que corresponden, en perjuicio del Derecho del Estado a percibir tributos (Art. 96 del C.T.)” (fs. 1121 y 1122 A.A.).” (Considerando XXX), fs, 1425 a 1425 vto., pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no coinciden con el original). Y más adelante, al referirse al elemento subjetivo de la defraudación, consignó: “En cuanto a la intención de defraudar, aspecto subjetivo de la infracción, la ley presume su existencia en los casos como éste, en los que se emplean formas jurídicas manifiestamente inapropiadas a la realidad de los hechos gravados, se excluyen bienes a efectos de disminuir la materia imponible, y se dan informaciones inexactas que disminuyen el importe del crédito fiscal (literales G, C y D del art. 96 C.T.). Tales presunciones, en la especie, facilitan la prueba de este elemento a la DGI, y la prueba de descargo de la actora no permite tenerlas por desvirtuadas. En definitiva, concluye la Sala que ha sido acreditada en autos la comisión de la infracción de defraudación tributaria” (Considerando XXXII), fs. 1427 a 1428, pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no coinciden con el original). En cuanto a la graduación de la multa –que había sido objeto de anulación en el fallo referido por ser ilegítima la base de cálculo sobre la que se estimó y no discriminarse cuales tributos estaban relacionados con la maniobra fraudulenta y cuales no-, ahora nada cabe objetar a la Administración tributaria al recomponer correctamente las actuaciones y realizar un balance consolidado de la unidad económica administrativa declarada, determinar el IRIC defraudado y motivar adecuadamente la elección de la reprimenda (de diez veces el monto de lo defraudado), dentro de los parámetros legales, de acuerdo a lo previsto en los artículos 96 y 100 del Código Tributario. Se comparten en el punto las consideraciones vertidas en el informe del Departamento Jurídico Tributario de 21 de octubre de 2015, en el que al pronunciarse sobre los descargos de los accionantes se destacó que: “(…) devienen aplicables las agravantes dispuestas por el artículo 100 del C.T. numerales 2, 5, 6 y 7. Los citados numerales refieren en lo medular a la continuidad, grado de cultura del infractor y posibilidad de asesoramiento a su alcance, la importancia del perjuicio fiscal y las características de la infracción y la conducta asumida por la contribuyente en el esclarecimiento de los hechos respectivamente. En cuanto a la concurrencia de atenuantes (…), no se verifica ninguno (…)” (fs. 1734 a 1735, pieza 9, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). XIV) El agravio que sigue en la secuencia del memorial de agravios se centró en sustentar que operó la prescripción de los adeudos tributarios. Así, se señaló que, en la etapa administrativa, se dijo que el cómputo de los plazos corridos desde la fecha de nacimiento de cada una de las presuntas obligaciones determinadas por el acto atacado pone en evidencia que todas ellas -si se hubieran generado- se han extinguido por ese modo y así debió ser haber declarado. A lo que se agregó que en el informe de la Administración se sostuvieron las siguientes ilicitudes: a) se adjudicó efecto interruptor a un acta final con obligaciones distintas a las ahora determinadas; b) se extendió la prescripción decenal -sin fundamento- a todas las obligaciones determinadas por el acto; c) también hay que decir que el acta final de inspección previa a este acto carece de efecto interruptor porque no estableció la cuantía de los anticipos del IRIC. El Tribunal coincide con la Administración en cuanto a que los accionantes han incumplido con la carga de afirmar o argumentar suficientemente las razones por las cuales consideran que se extinguieron los adeudos tributarios que se determinaron, circunstancia que habilita per se el rechazo del agravio (artículo 59, numerales 5) y 6) del Decreto - Ley 15.524). Sin perjuicio de ello, corresponde señalar que con respecto al acta final de inspección previa al acto anulado y al pretendido efecto interruptor de aquella, que contenía obligaciones distintas a las ahora determinadas, la propia demandada puso de manifiesto que “aún para el caso de sostener que el acta final de inspección notificada anterior al dictado del acto anulado no interrumpe el plazo, no caben dudas que el acta final de inspección notificada previo al dictado del acto encausado en estos autos sí interrumpe el plazo” (fs. 76 vto., infolios) (la negrilla y el subrayado no están en el original). A lo que luego agregó: “Para el caso eventual e hipotético, que desde ya descartamos, que el Tribunal entiende que la referida acta de inspección notificada no interrumpe el referido plazo de prescripción, deberá tenerse presente que con fecha 17 de setiembre de 2014 se otorgó la vista de precepto (en cuya instancia los actores accedieron a la totalidad de las actuaciones administrativas), por lo que aun con ese criterio las obligaciones no se extinguieron por prescripción” (fs. 76 vto., infolios) (la negrilla no está en el original). Ante casos en los cuales el acta de inspección se encuentra indisolublemente ligada al acto final, y que este resultó anulado en su totalidad, el Tribunal ha sostenido que carecen de eficacia interruptiva. Ello en virtud de la supresión de los efectos del acto anulado, que se producen con retroactividad al momento de su perfeccionamiento (sentencias Nº 630/2015, 1014/2017, 1042/2017 y 41/2018, entre otras). Ahora bien, en el presente operaron causales de suspensión y de interrupción del plazo, que, tomadas en su conjunto, determinan que no se haya verificado la prescripción de las obligaciones tributarias. En primer lugar, corresponde señalar que el plazo de prescripción es de diez años, de acuerdo con lo establecido por el artículo 38 numeral 2) del Código Tributario. Dicha disposición establece: “El término de prescripción se ampliará a diez años cuando el contribuyente o responsable haya incurrido en defraudación, no cumpla con las obligaciones de inscribirse, de denunciar el acaecimiento del hecho generador, de presentar las declaraciones, y, en los casos en que el tributo se determina por el organismo recaudador, cuando éste no tuvo conocimiento del hecho.” (la negrilla y el subrayado no están en el original). En virtud del acaecimiento de la infracción de defraudación, el plazo prescripcional se amplía a diez años sobre el conjunto de operaciones relativas a la determinación del IRIC, cuyas obligaciones más antiguas datan de mayo del 2002 (véanse los períodos reclamados en el Resuelve 2º) del acto, a fs. 1775 vto., pieza 9, A.A.). De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 38 numeral 1), el plazo de prescripción comienza a correr “a partir de la terminación del año civil en que se produjo el hecho gravado”, o sea, el 31 de diciembre de 2002. Así, el referido plazo prescripcional se verificaría el 1º de enero de 2013. Sin embargo, con anterioridad a ello se produjeron causales de suspensión, aspecto sobre el cual la Corporación entiende que el artículo 40 del Código Tributario establece que en todos los casos la interposición de recursos administrativos y de acciones jurisdiccionales suspenden el curso de la prescripción (sentencias Nº 224/2013, 630/2015, 1014/2017, 1042/2017, 41/2018, 18/2020 y 421/2020, entre otras). En el sub - examine, dichas causales se produjeron de la siguiente manera: i) Desde la interposición de los recursos administrativos (15 de agosto de 2008) hasta la denegatoria ficta (3 de marzo de 2009) (véanse los antecedentes, a fs. 1315 y 1410, respectivamente, pieza 7, A.A.); y ii) Desde la presentación de la demanda (11 de mayo de 2009) hasta la fecha en que quedó ejecutoriada la sentencia Nº 256, de 2 de mayo de 2013 (19 de julio de 2013) (véanse los antecedentes, a fs. 1410 y 1401, respectivamente, pieza 9, A.A.). De manera que se produjo una primera suspensión, de doscientos días, más otra de cuatro años, dos meses y ochos días, con lo cual el plazo que hubiera expirado el 1º de enero de 2013, sufrió un corrimiento significativo al no computarse estos extensos períodos que se vienen de mencionar. Así las cosas, cuando operó la primera causal de interrupción de la prescripción, mediante la notificación de la nueva acta final de inspección, el 5 de mayo de 2014 (fs. 1452, pieza 8, A.A.), el plazo prescripcional estaba lejos de expirar, reiniciándose a partir de allí su cómputo. Del mismo modo, es claro que, para los hechos generadores de mayo del 2003, 2004, 2005 y 2006 tampoco operó la prescripción alegada, todo lo cual conduce al rechazo del agravio en cuestión. XV) En último término, resta por analizar el agravio relacionado con la falta de cumplimiento de las ordenanzas que rigen el proceder de los funcionarios, lo que afecta los derechos de los individuos. Al respecto, los comparecientes expresan que han existido desvíos en el proceder que son reveladores de la nula convicción de los servicios que han intervenido en el proceso. Seguidamente, aluden a una serie de pasos de la secuencia cronológica del trámite, argumentando que: a) la primera vista se confirió en mayo de 2014, o sea, casi un año después de la sentencia de nulidad de la primera determinación; b) una vez evacuada la vista, el primer informe (del Departamento Jurídico Tributario) se produjo casi seis meses después; c) el siguiente informe (del Departamento de Fiscalización) tuvo lugar pasados cuatro meses; d) la vista de lo actuado se confirió el 3 de diciembre de 2015, diecinueve meses después de la primera; e) el primer informe sobre esta evacuación de vista se produjo pasados dos meses; f) el acto de determinación se dictó el 13 de mayo de 2016, pasados casi seis meses de evacuada esa vista y tres años de la sentencia que anuló su precedente; y g) interpuestos los recursos, el primer informe se elaboró dos meses y medio después. Otra vez, los accionantes incumplen aquí con la carga de argumentación o de afirmación que permita determinar cuál sería el agravio, lesión o perjuicio específico que invocan, y sin siquiera especificar siquiera cuáles serían las disposiciones de las ordenanzas que habrían sido infringidas, limitándose a una mera referencia genérica a “los derechos de los individuos, ínsitos en nuestro régimen republicano liberal y reconocidos en el Decreto 500/91” (fs. 27 vto. a 28, infolios). Lo expresado, constituiría de por sí, razón suficiente para el rechazo de estos agravios, según lo establecido por la normativa aplicable (artículo 59, numerales 5) y 6) del Decreto - Ley 15.524). Ahora bien, más allá de ello, el Tribunal considera pertinente poner de manifiesto que la secuencia cronológica del trámite de recomposición que resaltan los accionantes, tampoco resulta reveladora de una eventual falta de duración razonable del procedimiento, en atención a las resultancias específicas del trámite, en donde fue necesario el diligenciamiento de probanzas, así como la determinación de los criterios adecuados para la recomposición, debiendo oír además a las partes y refutar sus elaboradas argumentaciones. Cabe replicar aquí los razonamientos vertidos en el Considerando XIV) de la sentencia Nº 256/2013, por resultar enteramente trasladables al presente. En este sentido, señaló la Corporación: “Respecto de las supuestas demoras, cabe recordar que en nuestro ordenamiento jurídico, a diferencia de lo que sucede en otros sistemas en Derecho Comparado, no existe un plazo para la finalización del procedimiento administrativo tributario, ni para el dictado del acto de determinación; si bien la ausencia de un plazo legal y las gravosas consecuencias son encendidamente criticadas por la dogmática especializada, se reconoce que, en el Derecho uruguayo vigente, no hay un plazo para el dictado del acto de accertamento (Cfme. VARELA RELLÁN, Alberto y GUTIÉRREZ PRIETO, Gianni. El contribuyente frente a la inspección fiscal. Amalio Fernández. Montevideo. 2007. Pág. 268). Parte de la doctrina ha sostenido que los supuestos de duración injustificada del procedimiento deben tener por consecuencia la responsabilidad patrimonial del Estado (Cfme. ARCIA, Sebastián. “El debido equilibrio entre las facultades del fisco y los derechos del sujeto pasivo”, en Revista Tributaria. Tomo XXXIV. Nº 201. Pág. 756); no obstante, por obvias razones de competencia, la determinación de la legitimidad de una actuación para imponer una condena reparatoria no es competencia de este Tribunal. Sin perjuicio de ello, no se vislumbra en el caso la existencia de una paralización del expediente, o de una demora injustificada del procedimiento, que sea imputable a una actitud omisa de la Administración. Como se sostuviera recientemente en un pronunciamiento de este Tribunal: “A juicio de la Sede, el tiempo que insumió el desarrollo del procedimiento administrativo objeto de análisis, no excedió los márgenes de razonabilidad, ni supuso una actuación excesiva de parte de la Administración. Por el contrario, se estima que el plazo de duración del procedimiento fue el estrictamente necesario para satisfacer el cumplimiento de determinados principios generales del procedimiento administrativo. En tal sentido, emerge del exhaustivo detalle de los antecedentes administrativos efectuado en los numerales anteriores, la existencia de numerosas actuaciones tendientes a procurar la verdad material, consistentes en diversas comparecencias del interesado y en el diligenciamiento de variados medios probatorios, todo lo cual tuvo por fin llegar al conocimiento real de los hechos, tal como lo ordena el Decreto Nº 500/991” (Cfme. Sentencia Nº 831/2012) Luego de analizar detalladamente el presente expediente administrativo, estima el Tribunal que no se ha verificado en el caso una demora excesiva, irracional e injustificada del procedimiento administrativo previo a la emisión del acto encausado; se han conferido a la administrada las más amplias garantías, en estricto respeto de su derecho de defensa, y se han instrumentado los procedimientos técnicos necesarios para llegar a la verdad material, por lo cual, no se ha vulnerado en la especie el parámetro de razonabilidad en la duración del proceso.” (fs. 1414 a 1415 vto., pieza 7, A.A.) (la negrilla y el subrayado no están en el original). Por las razones expuestas, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo en atención a lo dispuesto por los artículos 309 y 310 de la Constitución, por unanimidad de sus integrantes FALLA: Desestímase la demanda anulatoria entablada y, en su mérito, confírmase el acto administrativo impugnado. Sin sanción procesal específica. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios del abogado de la parte actora en la cantidad de $39.000 (pesos uruguayos treinta y nueve mil). Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese. Dra. Salvo, Dr. Gómez Tedeschi, Dr. Vázquez Cruz (r.), Dr. Corujo, Dra. Klett. Dr. Marquisio. (Sec. Letrado).