La Cándida Eréndira y Su Abuela Desalmada
La Cándida Eréndira y Su Abuela Desalmada
La Cándida Eréndira y Su Abuela Desalmada
y su abuela desalmada
Versión para teatro de César Morales
PRÓLOGO
Músico 1: Oye, Rafa. ¿Por qué no te cantas esa historia tan bonita del compa
Gabo?
Músico 2: ¿Para que te pongas a llorar otra vez? No, que va.
Músico 1: ¿Cuál?
Rafa: Todo en la vida tiene que ver con el amor. El amor es el poder más
grande que hay.
Canta
Serenata de Eréndira
Ulises: Arídnere.
Eréndira, la Abuela
ABUELA: Jueves.
ERÉNDIRA: Entonces debe ser una carta con malas noticias. Pero nunca va a
llegar.
ABUELA: Déjala así, esta noche la lavas. Largo (La vieja sigue bebiendo de su
copa y se echa en su sillón, empieza a quedarse dormida) Aprovecha mañana
pa'que laves la alfombra de la sala que no ha visto el sol desde los tiempos del
ruido…
ABUELA: Plancha toda la ropa antes de acostarte pa' que durmai con la
conciencia tranquila
ERÉNDIRA: Sí abuela…
ABUELA: Revisa bien los roperos, que en las noches de viento tienen más
hambre las polillas…
ERÉNDIRA: Sí abuela…
ABUELA: Con el tiempo que te sobre sacas las flores al patio para que
respiren…
ERÉNDIRA: Sí abuela…
ERÉNDIRA: Sí abuela…
ABUELA: Antes de acostarte revisa que todo quede en perfecto orden. Las
cosas sufren mucho cuando no se les pone a dormir en su puesto.
ECO 1: Lava la alfombra de la sala que no ha visto el sol desde los tiempos del
ruido.
ECO 2: Plancha la ropa antes de acostarte pa´ que durmai con la conciencia
tranquila
ECO 3: Con el tiempo que te sobre saca las flores al patio para que respiren
ECO 5: Revisa bien el ropero que en las noches de viento las polillas tienen
más hambre
ABUELA: ¡Eréndira!
ERÉNDIRA: ¡Abuela!
ABUELA: Adelántate, sal de ahí que parecei un animal asustado. (Al tendero)
Mire nada más lo que le traigo. (A Eréndira) Eréndira, saluda al señor.
El Tendero comprende casi de inmediato por qué están allí; sonríe con un
gesto pervertido. Empieza a escrutar a Eréndira como si fuera una pieza de
ganado.
TENDERO: Todavía está muy biche. Tiene teticas de perra. No vale más de
cien pesos.
ABUELA: ¡Cien pesos por una criatura totalmente nueva! No, hombre, eso es
mucho faltarle el respeto a la virtud.
TENDERO: Cien pesos… (la abuela niega con la cabeza) Hasta ciento treinta,
seño'...
TENDERO: (gratamente sorprendido) Esa niña vale lo que pesa en oro. Qué
mal negocio hizo, doña: yo le hubiera dado los quinientos.
Cielo roto
CLMF
Empieza a romper el cielo
Empieza a romper el cielo
Ya arrancó a llover
Los dolores en el alma
Los dolores en el alma
El agua hace correr
El que no tiene fortuna
Y el que no tiene fortuna
Mal hizo en nacer…
ERÉNDIRA: Catorce
ERÉNDIRA: Eréndira.
ABUELA: ¡Cómo que no, dígamelo a mí que estuve casada con uno! ¡Eréndira!
ABUELA: ¡Cuidado con lo que dices!; que son dos. Así que trátelos con el
debido respeto.
El camionero busca la mirada del carguero y éste hace una señal afirmativa, se
acerca a la Abuela y le habla con reverencia.
ABUELA: (Con cierta ironía) Pues vuelve cuando lo tengas, hijo; pero por ahora
vete, que si volvemos a sacar las cuentas me estás debiendo diez pesos.
ABUELA: ¿A dónde vas hijo? En nombre del señor, echa un vistazo dentro…
(La Abuela corre una cortina, acostada Eréndira viste un traje de encajes) ¿Te
gusta?
ABUELA: (refunfuñando) Está bien ¿Cuánto tienes? (El hombre saca un par de
billetes arrugados y unas cuantas monedas, la Abuela los coge de manera
rapaz) Te lo rebajo, pero con una condición: haces correr la voz de mi milagrito
por todas partes.
HOMBRE DEL CORREO: Hasta el otro lado del mundo, seño. Para eso sirvo.
(La Abuela le da la entrada a la tienda, cierra la cortina. Se ve en contra luz la
escena amorosa. Termina y sale.). Muchas gracias, seño'.
ABUELA: Es mi nieta. Pero no está disponible para ti. Así que mejor mira para
otro lado, guarichas es lo que sobran por estas tierras.
Rafael se acerca a Eréndira y la niña le toma la mano. Lo mira a los ojos y lee
el alma del poeta.
ERÉNDIRA: Alicia…
ABUELA: cinco vagos más en este mundo? Ustedes ya son casi una peste!
ABUELA: Trae, pues a tus vagos. Pero quiero que trabajen. No los quiero ver
emborrachándose mientras los clientes están por acá. Y mucho cuidado con la
niña.
RAFA: Seño…
ABUELA. El medio por cien; para entre todos. Y ponte a tocar que ya estás en
horario laboral.
FOTÓGRAFO: ¿Disculpe?
FOTÓGRAFO: (Se acerca a Eréndira) Pero si eres solo una niña, que estás
haciendo aquí
ABUELA: No hijo. Tú no entras ni por todo el oro del mundo. Eres pavoso.
ABUELA: Que contagias la mala sombra. No hay más que verte la cara.
***
Pasan un par de horas y hay una gran fila de soldados que se mueve frente al
negocio. En el bar, Ulises y el italiano (su padre) hacen cuentas.
***
AMADÍS: Amá, Amá, mírala. Ves sus ojos… no son lo de cualquier criatura,
tienen algo especial.
AMADÍS: Eréndira
ERÉNDIRA: Pues ahora tienes que esperarte hasta mañana. Estoy como si
me hubieran cogido a trancazos en los riñones.
ULISES: Estaba loco por verte. Todo el mundo dice que eres muy bella, y es
verdad.
ERÉNDIRA: Pero me voy a morir.
ULISES: Mi mamá dice que los que se mueren en el desierto no van al cielo
sino al mar.
ULISES: Ulises
ULISES: Las mías sí; cada una cuesta cincuenta mil pesos.
ERÉNDIRA: ¿Cincuenta mil pesos por una naranja? Estás mal de la cabeza
ERÉNDIRA: Ahora no puedo. (sacándolo de la tienda) Vuelve por mí. Jura que
vas a volver por mí. (lo besa)
Ulises sale.
ABUELA: Ven acá. Tienes buena cara, hija, y eso le gusta a los hombres. Ya
ves como no te ibas a morir.
MONJA:
“Pater noster, qui es in caelis
sanctificetur nomen tuum
adveniat regnum tuum
fiat voluntas tua
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidianum
da nobis hodie
et dimitte nobis debita nostra
sicut et nos dimittimus
debitoribus nostris
et ne nos inducas in tentationem
sed libera nos a malo.
Amen.”
MONJA: ¡El desierto es de Dios! Y estáis violando sus santas leyes con vuestro
tráfico inmundo.
MONJA: Tanto peor. ¡Ponedla bajo nuestra custodia por las buenas o vamos a
tener que recurrir a otros métodos! Ven acá niña
ABUELA: Está bien. Por ahora ganaste esperpento, pero tarde o temprano
volverá, ya lo verán. (Al fotógrafo) Y tú me las vas a pagar por entrometido.
EPISODIO 6: EL RESCATE, EL MATRIMONIO Y DE VUELTA CON LA
ABUELA
ALCALDE: Eche, pues para que haga llover. Lo que usted necesita es una
persona de mucho peso que responda por usted; alguien que pueda garantizar
su moralidad y sus buenas costumbres con una carta firmada. Alguien de
poder.
ABUELA: Hasta que sea mayor de edad o hasta que se case. Vamos a ver
quién se cansa primero, si esas monjitas o yo.
ABUELA: No tanto como tú crees, desmerecido. Mira nada más… te dije que
tarde o temprano iba a encontrar la forma de sacarla de ese monasterio.
ABUELA: (al fotógrafo que la esta mirando con desconfianza) ¿Tú no te ibas a
largar?
FOTÓGRAFO: Peor para usted, “el desierto no es de nadie” usté misma lo dijo,
recuerda.
INDIO: ¡Ah!
ABUELA: ¡Ah! Pero no pa´ que hagas la primera comunión, no. Sino pa´ que te
cases.
***
A decenas o cientos de kilómetros, Ulises se encuentra escondido bajo un
naranjo. Mientras nadie lo observa, se roba dos naranjas del contrabando y las
esconde en su mochila.
***
ERÉNDIRA: Me quiero ir. (El indio sonríe mostrando sus dientes podridos) Pero
no con él (señala al Indio). Sino con mi abuela.
ABUELA: Ya la oyó…
MONJA: ¿No creéis que vais a estar mejor con vuestro esposo?
ULISES: Nada.
GUAJIRA: (lo mira con sospecha. Luego sigue con sus actividades):
Alcánzame la medicina. La de las cuatro. (Ulises va a la mesa contigua, que
tiene un frasco, un vaso y una jarra con agua. Agarra la jarra y el vaso que se
vuelven azules. Ulises se asusta, su madre se sorprende).
ULISES: Desde que vinimos del desierto. Pero es sólo con las cosas de vidrio.
ULISES: Nada.
ULISES: No es nadie.
GUAJIRA: ¡Mentira! Es porque estás mal de amor, y los que están mal de amor
no pueden comer el pan. Más vale que me digas quién es, o te doy a la fuerza
unos baños de purificación.
ABUELA: Pues que el viento te lleve y no te devuelva. (Al indio): Acércate indio.
Aquí tienes tu pago. Veinte pesos la semana. (Pone los billetes sobre la mesa y
empieza a descontar) ¡Ah! Menos ocho de la comida, menos tres del agua,
menos cincuenta centavos a buena cuenta de las camisas nuevas, son ocho
con cincuenta. Cuéntalos bien. (Pagando al músico) Esta es la parte que me
toca. Lo demás cóbraselo al fotógrafo ese.
ABUELA: Qué sabrá ese bastardo del corazón ajeno. Vamos pa´dentro.
(Abuela y nieta entran en la carpa. Eréndira la ayuda a instalarse en la cama.)
Tienes que madrugar, hija, para que me hiervas la infusión del baño antes de
que llegue la gente.
ABUELA: Con el tiempo que te sobre, lava la muda sucia de los indios, y así
tendremos algo más que descontarles la semana entrante.
ULISES: Tenemos que irnos ya. Mi papá me esta buscando por todo el
desierto, hay un montón de hombres detrás de mí.
FOTÓGRAFO: Tomen, esto les puede servir (les entrega un fajo de billetes)
Pase lo que pase no vayan a regresar. Ya cumplí con mi misión, ya puedo
descansar tranquilo.
ABUELA: ¡Malnacido!
***
En la casa del Alcalde. El padre de Ulises se encuentra ahí.
ALCALDE (al Italiano): Lo que usted necesita es una carta del senador
Onésimo Sánchez.
ABUELA: (cayendo en cuenta del nombre) ¡Ulises! ¡Ese fue el ángel que se la
llevó!
ALCALDE: Que alisten los carros y los perros. ¡Por petición del senador
Onésimo Sánchez, los vamos a encontrar!
El Alcalde intercambia unas palabras con el padre de Ulises, que parece atar
cabos. Descuelga su rifle y empieza a gritar órdenes a los soldados. Empiezan
la persecución en el desierto. La abuela ve al fotógrafo a lo lejos. Y más
adelante a Eréndira y a Ulises
ABUELA: ¡Oye, tú! ¡Detente! Ahí está, ése, ése fue el cómplice. Malnacido.
PADRE: (En italiano, muy enojado) Aspetta! Ulisse, ma sei matto? Quella lí
t'ammazza, lo sai? É una puttana Ulisse, una puttana!!
ITALIANO: Andiamo!
MUJER MARCHITA,
Otto Serge
Cuando va a comenzar la noche comienza tu día
Maquillada con mil colores para lucir más
Contame donde esta lo alegre de tu triste vida
Vendiendo puñados de amores pa´ ganar el pan
Las palmas de tu manos son como tierras baldías;
Un mapa que nunca condujo pa´ ningún lugar
Cicatrizaron en tu cara todas tus heridas
Pero la que lleva tu alma nunca sanara
Desde niña, te marchaste de tu casa
Convencida, de que habrías de regresar
Y hoy la vida, te ha mostrado sus espaldas
Tu partida, sigue su recta final.
PROSTITUTA 2: ¡Ahí está! Ya no tienen que pagar por verla, ahora es gratis.
ABUELA: Ven acá mi niña. Lo que te tienen es envidia. Ya no llores más. (la
entra para la tienda y le lava la cara) ¿Te gusta el mar?
ABUELA: No te puedes quejar. Tienes ropas de reina, una cama de lujo, una
banda de música propia, y catorce indios a tu servicio. ¿No te parece
espléndido?
ABUELA: Báñame. Dile a los indios que traigan el agua. Cuando yo te falte no
quedarás a merced de los hombres, porque vas a tener tu casa propia en una
ciudad importante. Serás libre y feliz. Serás una dama señorial. Una mujer de
alcurnia, complacida y honrada por las más altas autoridades. Los capitanes de
los buques te mandarán postales desde todos los puertos del mundo. Tu casa
será más importante que la casa presidencial, porque en ella se discutirán los
asuntos del gobierno y se arreglará el destino de la nación.
(A lo largo del monólogo de la abuela Eréndira empieza a sentir un odio
profundo y siente la tentación de asesinarla. En el último momento se
arrepiente).
ABUELA: Tuve una visión; soñé con un pavorreal en una hamaca blanca.
Estaba enredado en sus propias alas, daba y daba vueltas en la hamaca.
Padre e hijo se abrazan. El padre saca una naranja de uno de sus bultos y la
mete en la mochila de su hijo . Ulises sale. La madre entra.
Eréndira está de pie, detrás de la silla de la abuela, mientras ella duerme. Está
abstraída. Se sobresalta con la entrada de Ulises.
ULISES: Eréndira.
ULISES: Sí. Las siembra mi papá. Con tres de estas le damos la vuelta al
mundo.
ABUELA: (Hablando dormida) Eso fue por los tiempos en que llegó el barco
griego. Era una tripulación de locos que hacían felices a las mujeres y no les
pagaban con dinero sino con esponjas, unas esponjas vivas que después
andaban caminando por dentro de las casas, gimiendo como enfermos de
hospital y haciendo llorar a los niños para beberse las lágrimas. (Se incorpora).
Entonces fue cuando llegó él, ¡Dios mío! Más fuerte, más grande y mucho más
hombre que Amadís.
ERÉNDIRA: Tate sosiego , siempre que llega a esa parte se sienta, dormida
con los ojos abiertos y se pone como loca.
ULISES (midiendo a la Abuela con la mirada y muy decidido) Por ti soy capaz
de todo.
ERÉNDIRA: Ten cuidado que ya tuvo un aviso de la muerte. Soñó con el
pavorreal.
ABUELA: ¡Ah! ¡Hijo de puta! ¡Tienes cara de ángel… de ángel traidor! (Con la
otra mano le agarra la cara a Ulises, este le da otra puñalada de la cual sale un
chorro de sangre verde y oleosa. Eréndira se suelta y queda estática viendo la
lucha. Ulises apuñala una y otra vez a la vieja que le cae encima) ¡Eréndira!
Oscuro.