Primer Ensayo de Freire

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F-4012 

SEMINARIO PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE PAULO FREIRE

Estudiante: Mirella Espinoza Lama

Carné: B42412

Profesor: Helio Gallardo

PRIMER ENSAYO

Tema: El carácter político del pensamiento pedagógico de Freire

Pensar en la política de Latinoamérica podría ser equivalente a alquiler películas


de terror, en algunos casos, de comedia en otros, drama o suspenso, todas de bajos
recursos, dependiendo de los periodos históricos y los países. Cuando Freire propone ver
en la educación una herramienta política, de repente es como si se fuera la luz, ya no hay
posibilidad de ver películas, pero entonces las personas prenden una vela y se cuentan
historias entre sí. Los dos escenarios hipotéticos tienen presencia de discursos, pero con
formas y canales diferentes e incluso con dinámicas interpersonales diferentes.

La propuesta de Paulo Freire es recuperar lo humano que los diferentes sistemas


(educativos, sociales, económicos, entre otros) han mermado en las personas a punta de
repetición y producción en masa. En el siguiente texto se comenta la noción de política
que atraviesa la teoría de Freire, tanto en su concepción como en su aplicación se
apuesta a incentivar el deseo de tomar entre las manos el poder político que le
corresponde a los oprimidos para su entendimiento del mundo, inserción y finalmente
lograr la liberación.

De igual manera, para lograr esta discusión se establece un análisis del cambio en
el cuadro de actores sociales, en donde se integra sus experiencias como punto de
partida para educar libremente. Lo cual, a su vez, nos lleva a plantear que lo político en
Freire es altamente participativo porque apuesta por despertar de la pasividad y retomar
el derecho a la palabra en todos los ámbitos.

El aporte de Paulo Freire resulta valioso en Latinoamérica, principalmente por


romper con la reproducción del paradigma europeo en ámbitos como el educativo, en
donde la educación se convierte en un sistema plagado de autoridad y prestigio, que
hacía que siempre cuando se pensaba en “civilización y avance” se mirara al viejo
continente. Así lo pone como ejemplo en su obra “La educación como práctica de la
libertad” cuando menciona que el intelectual sufre porque Brasil no es Europa. La
pedagogía de Freire enseña que es posible, primero hacer filosofía desde Latinoamérica
y, segundo, educar de acuerdo a la realidad y contexto de Latinoamérica, acogiendo las
condiciones de cada una de las personas.

Para el filósofo y pensador brasileño, el concepto de política se ha modificado a lo


largo del tiempo, convirtiéndose en un equivalente a institución y a la representación
política del país por medio de un grupo reducido de personas, lo cual hace que el resto de
los ciudadanos caigan en una especie de asistencialismo, falsa representatividad, falsa
ayuda, más bien limosna que el núcleo de los poderosos dan a los desfavorecidos. En
una realidad nacional como esta, que es la de muchos países latinoamericanos, las
decisiones que guían el curso de muchos, están en las manos de unos pocos, por lo que
Freire hace un llamado a la participación política activa.

La singularidad de la Freire en su problematización de la política es que habla de


la democracia, el poder del pueblo, no solo como una forma de política, sino de vida.
Apela a que los seres humanos se involucren cotidianamente en los actos políticos de sus
vidas y contextos. Es decir, que partiendo de los actos políticos del día a día, como
involucrarse en los temas de la comunidad, del barrio, de la escuela, de la casa, de
cooperación entre vecinos, de crear espacios de diálogos, encuentros e intercambios de
saberes o de opinión, son acciones que tienen un impacto en cómo la gente ejerce su
poder. Y así, en escala, el ejercicio de la práctica diaria puede llegar a generar una actitud
de participación e incidencia en las instituciones públicas que regulan el bienestar social.

De esta manera, también se pretende que las instituciones se conviertan en


lugares abiertos para las personas en general, deben ser espacios inclusivos, en donde
todos puedan ejercer su derecho a la responsabilidad política, social, a través de la
participación de toma de decisiones. Al día de hoy, todavía existen comentarios como
“que decidan los que saben de economía, los que saben de leyes”, precisamente esto es
en contra de lo que está Freire: personas no que no se sienten capaces de opinar sobre
los aparatos políticos que regulan sus vidas. Eso es lo que se denominaría democracia
ingenua, en donde se cree o se dice que tal país vive en democracia solo porque hay
elecciones presidenciales, pero no suceden otras acciones democráticas más allá. Ejercer
la democracia implica una educación crítica, en donde la gente se cuestione, pregunte,
formule propuestas, donde no haya miedo, sino valor de pronunciarse.
Los círculos de diálogo de Freire fueron exactamente eso, espacios donde las
personas del pueblo podían encontrarse a hablar de lo que les preocupaba, donde podían
tener la oportunidad de hablar y de ser escuchados, validados. La sociabilidad humana
contrarresta la individualidad porque se empieza a entender que el problema de alguien
más, también es mi problema, por projimidad, en términos de Freire.

En efecto, cada persona está cargada de un conjunto de experiencias personales,


creencias y sensaciones, pero también de experiencias colectivas y sociales, estas
últimas moldean a cada momento a los seres humanos, en otras palabras: la sociedad
produce personas con determinadas características y, luego esas personas aceptan
indirectamente y perpetúan las estructuras y dinámicas sociales, en un ciclo infinito y
constante de repeticiones (Delgado, 2011). Por lo que resulta lógico que, si nos
detenemos a pensar en la gran máquina que nos produce, y tomamos conciencia de ella
para cambiarla, cambiando primero nosotros, se generará un cambio colectivo.

Para llegar a este punto de reflexión, Freire hace un cambio teórico y práctico al
concebir el aula como algo que traspasa las paredes de la escuela convencional, sino que
extiende el concepto del aula a toda la sociedad. Es decir, que políticamente nos
educamos todo el tiempo, en todo lugar, porque las relaciones interpersonales, como
parte de la convivencia en la sociedad, son educadoras. En esta misma analogía del aula,
lo segundo que establece en su pedagogía, que marca un cambio, es que la relación
estudiante-profesor que suele ser unidireccional, se transforma en una educación mutua
en la que el educador es educando y el educando es a la vez educador, así pues, el
aprendizaje se plantea como un bienestar colectivo que se debe alcanzar y construir entre
todos, porque nadie se concibe como un ente vacío, sino que, desde las experiencias
personales, creencias, sensaciones, opiniones, cada quien enseña a los otros y viceversa.

Especialmente, cuando Freire trabaja con el sector campesino en Chile, aquellos


que son considerados por la sociedad como analfabetos, pobres y por lo tanto inferiores,
convencidos de que no son portadores del conocimiento como otros; frente a esto hace
hincapié en destruir el estereotipo del campesino como recipiente vacío. Por esa misma
razón, plantea que el trabajo de alfabetización debe pasar por lo que ellos saben, de lo
que hacen cotidianamente y sobre lo que hablan. Es decir, la inserción de los marginados,
los excluidos, los oprimidos, quienes encuentran una opción política en la pedagogía de
Freire.
Son actantes, por lo tanto, y no solo personas que reciben o que proceden de
forma automática. Así mismo, la pedagogía de los oprimidos encuentra que el camino
hacia la educación liberadora es sumamente transformativo, de personas reconociéndose,
reconociendo su capacidad de pensar, a las que se les enseña a pensar el pensamiento
de manera crítica, algo como las enseñanzas cristianas de “no dar el pescado, sino
enseñar a pescar”. Transformativa también en su propuesta de acoger en el proceso de
educación a los opresores inclusive, para Freire la liberación sucede cuando oprimidos y
opresores pueden salvarse, es decir cuando las estructuras han cambiado tanto para que
no suceda que el oprimido se convierta en opresor, sino que no haya opresores de ningún
tipo.

Finalmente, se podría concluir con la consigna de que en la pedagogía de Freire


“lo personal es político”, porque parte del ser humano cuya individualidad ha sido
producida socialmente, por lo que para que haya un cambio en el tejido social hay que
gestionar procesos y lugares de encuentro donde sucedan simultáneamente el despertar
de la conciencia, la confianza y validez en la palabra de cada uno y el deseo de salvarse
colectivamente. Que lo político suceda a través de la praxis, que los seres humanos
aprendan de política y democracia en la vivencia de la misma.

BIBLIOGRAFÍA

Delgado, A. (2011). Ética y política en la concepción de la educación popular de Paulo


Freire. Universidades, (50), 19-32. Recuperado de: Ética y política en la concepción de la
educación popular de Paulo Freire (redalyc.org)

Freire, P. (1965). La educación como práctica de la libertad.

Freire, P. (1968). Pedagogía de los oprimidos.

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