Sentencia STC3565-2020
Sentencia STC3565-2020
Sentencia STC3565-2020
Nacional
Corporación, número de sentencia o radicación, fecha y magistrado ponente:
Corporación: Corte suprema de justicia
Número de sentencia o radicación: STC3565-2020
Fecha: 1 junio 2020
Magistrado Ponente: Octavio Augusto Tejeiro Duque
Tipo de sentencia: Tutela
Demandante: Luz Erika Cediel Rodriguez
Demandado: Tribunal de Manizales
Tema:
Efectos de la muerte presunta-) ¿cómo se cuenta la prescripción para demandar la disolución y
liquidación de la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes, cuando se declara la muerte
presunta de uno de ellos por desaparecimiento? ¿Desde la sentencia que la declara? ¿Desde la fecha
fijada por el juez como el día presuntivo de la muerte? O ¿Desde otro momento con incidencia en la
controversia?
Antecedentes:
La accionante acusó a esa corporación de violar sus derechos en el proceso de declaración de
existencia y disolución de unión marital y sociedad patrimonial entre compañeros permanentes
Para denegar dicho medio de defensa contó el año previsto en la Ley 54 de 1990 desde el 23 de mayo
de 2018, fecha de la sentencia que declaró la muerte presunta de O.M.E
Inconforme con lo dirimido frente a la «excepción de prescripción», apeló J.E.M., arguyendo que
dicho término debía contarse a partir de la «fecha presuntiva de la muerte», en mayo 12 de 2010, y no
desde la expedición de la «sentencia».
El Tribunal acogió la réplica pero con argumentos distintos a los esgrimidos en la «alzada». Dijo, (i)
que aunque en principio, el año empezaría a correr desde la «separación física y definitiva de los
compañeros», lo que en su criterio, aconteció cuando O.M. desapareció, en mayo de 2008, éste se
interrumpió en virtud de lo previsto en artículo 13 de la Ley 986 de 2005, por ser aquél víctima de
“desaparición forzada”, (ii) que la paralización se extiende, conforme al parágrafo del artículo 1 de la
Ley 1436 de 2011, «hasta cuando se produzca la libertad, se compruebe la muerte, o se declare la
muerte por desaparecimiento», (iii) que como en el caso ocurrió lo segundo, porque en los «fallos»
proferidos en la causa penal que se adelantó por el delito de desaparición forzada en la humanidad de
M.E. se «comprobó su fallecimiento», el «término de prescripción» debía contarse a partir de la
ejecutoria de dichas providencias, esto es, el 31 de mayo de 2013.
Para la gestora, tal postura desconoce que el hito temporal que demarca la disolución de la sociedad
patrimonial, conforme al artículo 5 de la Ley 54 de 1990, es la declaración de muerte presunta de su
compañero, y no, la «ejecutoria de los fallos penales», «toda vez que al no haber aparecido el cuerpo
de (…) O.M.E., no se está ante un homicidio, así dentro de estos procesos penales haya existido un
alto grado de probabilidad de su deceso»; amén que la Ley 1436 no podía aplicarse al caso, pues la
norma se refiere a los «servidores públicos víctimas de desaparición forzada», y O.M. no tenía esa
calidad.
Consideraciones de la Corte:
- Muerte real y presunta. Prueba.
Es posible que a raíz de la desaparición de una «persona» se desconozca si «vive o ha muerto»; para conjurar la
incertidumbre y sus efectos en las relaciones familiares y patrimoniales el legislador instituyó la figura de
la «presunción de muerte por desaparecimiento», por razón de la cual se supone que el deceso ocurrió en un
tiempo determinado
Para saber si ha ocurrido la una o la otra y poder desgajar las consecuencias legales pertinentes, es forzoso
acudir al Registro Civil, pues allí constan los «hechos, actos y providencias» que rigen el «estado civil de la
persona», tal como lo impone el artículo 106 del Decreto 1260 de 1970
[e]n el registro de defunciones se inscribirán: 1. Las que ocurran en el territorio del país. 2. Las defunciones
de colombianos por nacimiento o por adopción, y las de extranjeros residentes en el país, ocurridas fuera de
éste, cuando así lo solicite el interesado que acredite el hecho. El registro se cumplirá entonces en la primera
oficina encargada del registro en la capital de la República.3. Las sentencias judiciales ejecutoriadas que
declaren la presunción de muerte por desaparecimiento», así como el 76, cuandoquiera que «[l]a defunción se
acreditará ante el funcionario del registro del estado civil, mediante certificado médico, expedido bajo
las sentencias ejecutoriadas que declaren la muerte presunta por desaparecimiento se inscribirán en el folio de
registro de defunciones, con anotación de los datos que expresen, y de ellas se dejará copia en el archivo de la
oficina.
Cuando se «declara la muerte presunta» de alguien, en la «sentencia» se establece que el deceso acaeció en un
día concreto[1] y, por ende, desde allí se entiende extinguida la personalidad, sin perjuicio, claro está, que se
demuestre que el «desaparecido murió verdaderamente», antes o después
Lo que realmente se busca con esa «presunción», es proteger al desaparecido y a los terceros mientras
su «situación» se define, de tal manera que, realizada la «declaración de muerte presunta», los actos que se
hubiesen celebrado antes de ella se consolidan
e]l que reclama un derecho para cuya existencia se suponga que el desaparecido ha muerto en la fecha de la
muerte presunta, no estará obligado a probar que el desaparecido ha muerto verdaderamente en esa fecha
as secuelas que se causan con su «deceso» solo pueden exigirse una vez se le haya «declarado la muerte
presunta», es decir, con la respectiva «sentencia», comoquiera que sin ella no existe legalmente el hecho
presumido de la muerte, del que se adquiere certeza solo cuando la decisión judicial lo ha reconocido y, por
tanto, declarado.
quien aspire derivar alguna facultad de la «muerte de una persona», deberá acreditar esa circunstancia, y
tratándose de la «presunta», lo deberá hacer con el «Registro Civil» donde figure que mediante «sentencia así se
declaró»
la sentencia es definitiva para el ejercicio de los derechos que surgen con la muerte, pues sin ella aún no tienen
forma de acreditarse.Ejemplo de ello son, entre otros, el cobro por los beneficiarios de un «seguro de vida» o de
la pensión de sobrevivientes de una persona cuya muerte es presunta. Ante el primer evento, el artículo 1145 del
Código de Comercio dispone que «la mera ausencia y desaparición de la persona cuya vida ha sido asegurada,
no concede derecho a la cantidad asegurada. Pero ésta podrá reclamarse si se produce la declaración de muerte
presunta por desaparecimiento, bajo caución de restituirla si el ausente reapareciere». Y frente al segundo, la S.
homóloga laboral ha dicho que solo es exigible con la «sentencia que declara la muerte presunta»
Eficacia de la declaración de muerte presunta por desaparecimiento frente a intervinientes en el proceso que
le da origen y los terceros: ejecutoria de la sentencia e inscripción en el Registro Civil y Publicación.
Las sentencias únicamente vierten sus efectos cuando han quedado ejecutoriadas, vivo ejemplo de lo cual es el
inciso primero del canon 305 del estatuto adjetivo, a cuyas voces «podrá exigirse la ejecución de las
providencias una vez ejecutoriadas o a partir del día siguiente al de la notificación del auto de obedecimiento a
lo resuelto por el superior, según fuere el caso, y cuando contra ellas se haya concedido apelación en el efecto
devolutivo»,
la Corte Constitucional, ha dicho que las sentencias proferidas en ejercicio del control abstracto de
constitucionalidad, tienen «efectos» desde la «adopción de la decisión»
En el segundo de los supuestos, se encuentran aquellas «sentencias» que por la materia sobre la que recaen,
tienen «efectos erga omnes», esto es, frente a todo el mundo, haya o no intervenido en el proceso. De suerte que,
aun cuando alguien no haya participado en el juicio de que se trate y, por ende, tenga la calidad de tercero
respecto de lo dictaminado, quedará sometido a lo resuelto, ante las cuales el legislador ha diseñado un
instrumento de publicidad en virtud del cual se entiende que quienes no comparecieron al juicio conocieron o
debieron conocer la providencia y, por ende, surte efectos en su contra
si la «sentencia» debe ser inscrita en un «registro público», en principio, a partir de esa inscripción producirá
efectos respecto de quienes no fueron convocados a la lid correspondiente (terceros)
cuando la norma mencionada determina, en los casos en que la sentencia debe ser inscrita en un registro público,
que el recurrente dispone de dos años contados a partir de la fecha de registro de la sentencia para
impugnarla, “…está partiendo de un conocimiento ficto, presunto, que se supone tiene toda persona de
una providencia por la sola circunstancia de la publicidad que el registro público implica. Pero, por
supuesto que ese conocimiento presunto debe ceder el paso, debe inclinarse ante el conocimiento
verdadero, material, que el interesado obtenga de la decisión judicial correspondiente.
si el interesado llega a tener conocimiento de una sentencia de las sometidas a registro antes de que este se
efectúe, los dos años para recurrir en revisión correrán, no desde la fecha del registro, como podría creerse tras
una lectura apresurada o superficial de la norma, sino a partir de ese conocimiento real y efectivo de la
providencia; y es esta la interpretación racional de la disposición estudiada, pues lo pretendido por la ley es que
la revisión se intente dentro de los dos años siguientes al conocimiento que el presunto agraviado tenga de la
decisión que le perjudica
En suma, las decisiones judiciales enfunden sus efectos jurídicos, prima facie, a partir de su ejecutoria; empero,
existen casos excepcionales en que los surten desde el momento del registro que la ley exija o desde cuando se
producen ellas o desde que se genera algún tipo de especial publicidad en protección de terceros.
La sentencia que declara la muerte presunta por desaparecimiento es proferida en un proceso de jurisdicción
voluntaria, pero con efectos «erga omnes», porque al crear una nueva situación jurídica en el estado civil de la
persona que es objeto de la declaración, se extienden a los que nada tuvieron que ver con la lid, es decir, a los
denominados «terceros».
Siendo así, el momento en que surte efectos dicha resolución no es uniforme para todos; débese distinguir entre
aquél que promovió el juicio y las personas que eventualmente intervinieron en él y, por tanto, conocieron la
providencia luego de notificada, y aquellas ajenas al proceso, en cuyo primer supuesto, como los interesados al
intervenir en la lid conocieron la «sentencia que declaró la muerte presunta», la declaración surtirá efectos para
ellos a partir de su ejecutoria. Mientras que frente a los «terceros», foráneos a la cuestión, no interesa el
momento en que aquella es susceptible de ser cumplida, sino el de su inscripción en el Registro Civil de la
persona a la que se declaró presuntamente muerta y el de la publicación de la decisión en uno de los periódicos
de mayor circulación en la capital de la República, en otro de amplia circulación en el último domicilio conocido
del desaparecido y en una radiodifusora con sintonía con ese lugar.
Significa entonces, que para los «terceros», la sentencia de muerte presunta tendrá efectos luego que sucedan
estos dos actos: Inscripción en el Registro Civil de la persona a quien se le tuvo por fallecida, y su publicación,
salvo, claro está, que el conocimiento se haya producido con anterioridad, pues en tal caso, los efectos están
llamados a generarse desde ese instante.
Sin embargo, los términos para el ejercicio de la acción sucesoral o la liquidatoria de la sociedad conyugal solo
pueden correr a partir de la respectiva publicación, siempre que antes se haya realizado la inscripción en el
registro, como lo ratifica el numeral 4 del artículo 584, al señalar que «efectuada la publicación de la
sentencia, podrá promoverse por separado el proceso de sucesión del causante y la liquidación de la sociedad
conyugal», pues nótese cómo dicho precepto supedita la ejecución de los actos destinados a liquidar el
patrimonio del causante, declarado muerto, a que se «publique» la decisión, lo cual supone que para ese
momento se haya «inscrito» la misma, ya que para poder iniciar alguno de esos trámites, tendrá que demostrarse
la «muerte de la persona» con su Registro Civil.
La publicación de la sentencia que declara una muerte presunta, entonces, pretende i) que el conocimiento de la
decisión, por parte de todos, impida la consolidación de los efectos patrimoniales de una declaración
fraudulenta, ii) alertar al ausente, a sus posibles legitimarios y a su cónyuge respecto de la declaratoria y de una
eventual liquidación patrimonial, y iii) prevenir a adjudicatarios y a terceros sobre la posible rescisión del acto
de partición y adjudicación de los bienes del desaparecido, y de las negociaciones que los involucren, durante el
lapso previsto en la ley.
En tanto no se publique el mandato proferido en la sentencia, el registro civil que prueba la muerte presunta no
puede extenderse, ni el proceso que liquida el patrimonio del causante iniciarse, porque la inscripción en el
registro civil y el proceso de sucesión afectan, necesariamente, todas las situaciones jurídicas relacionadas con el
desaparecido. De modo que los afectados tienen derecho a contradecir la declaratoria, o a prevenir sus efectos.
Para reclamar ciertos derechos, el ordenamiento jurídico ha establecido unos plazos, cuya inobservancia genera
su extinción, por el fenómeno de la «prescripción»
i lo que la ley sanciona es la indiferencia del titular para exigir su derecho, claramente parte del supuesto de que
aquél tiene acción para ejercerlo. De allí, ese principio, conforme al cual, «la prescripción no corre para el que
no puede ejercitar la acción» . En otras palabras: no hay prescripción sin acción.
Bajo estos lineamientos, tratándose de los «derechos derivados de la muerte de una persona», cuando ésta
es «presunta», es claro, que el tiempo que la ley haya consagrado para demandarlos solo puede empezar a
contarse en el instante en que la «sentencia que la declara» produce efectos, pues es desde ese momento, que
surge la posibilidad de hacerlos valer.
De ahí que, para esclarecer si el fenómeno extintivo se consolida, resulta imprescindible determinar la época en
que la «declaración» irradió sus efectos frente a quien pretenda reclamar una prerrogativa a raíz de la
presunción de muerte de alguien, lo que, dependerá, como quedó descrito líneas atrás, de si participó en el
consabido proceso o si es un tercero a quien se extienden las consecuencias de la «sentencia».
Por lo que, en armonía con esas directrices, es dable inferir, que el plazo de prescripción de la acción para
reclamar los derechos que nacen de la muerte de una persona, cuando ésta se presume por desaparecimiento, se
contará desde la ejecutoria de la sentencia que así lo declara, si su titular participó en el proceso respectivo; y
luego de la inscripción de la sentencia en el Registro Civil, desde su posterior publicación, si no intervino en él.
La prescripción de la acción para disolver y liquidar la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes
cuando la causal es la muerte de uno de ellos.
as acciones para obtener la disolución y liquidación de la sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes, prescriben en un año, a partir de la separación física y definitiva de los compañeros, del
matrimonio con terceros o de la muerte de uno o ambos compañeros
el cómputo del año para demandar iniciará desde la «ejecutoria de la providencia», si participó en el
procedimiento, y si no lo hizo, a partir del «registro y su publicación». En otros términos, la anualidad no
arranca sino desde cuando ha germinado para los legitimados la posibilidad de incoar la acción.
a partir de la data en que se presumió la muerte, se entiende que la «sociedad patrimonial» terminó y, por ende,
será esa la fecha que servirá como referente para «liquidarla». En otras palabras, el régimen de bienes de la
sociedad se regirá por ese instante, de modo que, para esos precisos fines, se da por sentado que desde la «fecha
presuntiva de la muerte» no hay «sociedad patrimonial». Lo que, por demás, guarda armonía con los fines de
la «presunción de la muerte», que se repite, consiste en blindar las «situaciones» que se hubiesen concretado
mientras el «declarado muerto» tenía el estatus de «desaparecido».
Y cuando se trata del «derecho a pedir la disolución y liquidación de la sociedad patrimonial», se está en un
terreno distinto, en el de la exigibilidad de los «derechos que nacen de la muerte», que surge con
la «declaración de la muerte presunta».
El caso concreto.
El Tribunal de Manizales computó el año a partir de la «ejecutoria de los fallos que declararon la
responsabilidad penal por el delito de desaparición forzada en la persona de O.M.E., arguyendo allí se
«comprobó su muerte»
Las «sentencias penales» no podían ser tenidas en cuenta a efectos de contabilizar la prescripción, ya que
ninguna de las partes exigió derechos de la «muerte» verdadera de O.M.; ambos extremos del litigio partieron de
la «presunción de muerte» del causante
O.M.E. se le «declaró la muerte presunta», en sentencia cuyos efectos no le eran oponibles a la gestora sino
desde su «inscripción y publicación», por no haber intervenido en el proceso de muerte por desaparecimiento
que se adelantó ante el Juzgado Promiscuo de Familia de la Dorada, el Tribunal se equivocó al calcular la
prescripción de los efectos patrimoniales de la unión marital de hecho suplicada desde la ejecutoria de los
referidos fallos penales
Decisión:
a Corte Suprema de Justicia, en S. de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la
República y por mandato de la Constitución, resuelve CONCEDER el ruego implorado por
L.E.C.R..
En consecuencia, se ORDENA a la S. Civil Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Manizales, que en el término de cuarenta y ocho (48) horas siguientes a que se le notifique esta
providencia y reciba el expediente 2018-00310-01, deje sin valor la sentencia de 9 de agosto de 2019
y dentro de los veinte (20) días posteriores desate nuevamente la apelación de acuerdo a los
lineamientos consignados en la parte motiva de esta resolución.