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Apuntes de Anatomía Grado en Enfermería Primer Curso

TEMAS 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44 y 45: NEUROANATOMÍA
1. Introducción.
La neuroanatomía es la parte de la anatomía encargada del estudio morfológico del sistema nervioso.
La función del sistema nervioso es regular las actividades corporales mediante la recepción de estímulos
desde el medio interno y/o externo, con el posterior análisis e integración de esos estímulos para producir las
respuestas apropiadas y coordinadas en diversos órganos efectores.
El sistema nervioso está formado por una red intercomunicante de células nerviosas especializadas,
denominadas neuronas (especializadas en la conducción del impulso nervioso), y por un grupo de células que
les sirven de soporte, las células gliales o neuroglia (que sostienen, protegen y nutren a las neuronas). Las
neuronas constituyen la mayoría de los receptores sensitivos, las vías de conducción y las zonas de análisis e
integración.
Anatómicamente, el sistema nervioso se divide en dos partes:
 El sistema nervioso central (SNC): formado por la médula espinal y el encéfalo. En el encéfalo, a su vez,
se distingue cuatro partes: el tronco encefálico, el cerebelo, el diencéfalo y el cerebro.
 El sistema nervioso periférico (SNP), constituido por los nervios espinales o raquídeos, los pares craneales,
los ganglios neuronales y los receptores sensitivos (los ganglios son grupos de cuerpos neuronales que se
localizan fuera del SNC).
Desde el punto de vista funcional, el sistema nervioso se divide en sistema nervioso somático (SNS) y
sistema nervioso autónomo o vegetativo (SNA). El SNS es el que regula nuestra relación con el mundo que nos
rodea a través de la recepción de estímulos externos por parte de neuronas sensitivas somáticas (sensación de
tacto, dolor, temperatura y posición) y por los sentidos especiales (visión, audición, gusto y olfato) y, tras el
análisis e integración de esta información, la generación de respuestas motoras adecuadas en los músculos
esqueléticos. La acción del SNS es consciente y voluntaria. Por otro lado, el SNA controla determinadas
funciones de nuestro propio cuerpo de una forma involuntaria: recibe información sensitiva proveniente de
receptores sensitivos localizados principalmente en los órganos viscerales y elabora respuestas motoras en el
músculo liso (paredes de las vísceras y vasos sanguíneos), el músculo cardiaco y las glándulas. Estas respuestas
motoras del SNA no están normalmente bajo control consciente, por eso las acciones del SNA son
involuntarias. La parte motora del SNA está constituida a su vez por dos subsistemas que habitualmente
ejercen acciones contrarias: el sistema simpático y el sistema parasimpático.
Los sistemas nerviosos somático y autónomo no son partes independientes sino interrelacionadas, ya que
el sistema nervioso es una unidad tanto desde el punto de vista funcional como anatómico.
1.1. Neuronas.
A pesar de la gran variedad en tamaño y en forma de las diferentes partes del sistema nervioso, todas las
neuronas tienen la misma estructura básica. Las neuronas son células de forma variable (piramidal,
estrellada,…), en las que se distinguen el cuerpo o soma donde está el núcleo, una serie de prolongaciones más
o menos ramificadas en forma de árbol denominadas dendritas, y una única prolongación más larga
denominada axón (cilindroeje o neurita). Los axones se conocen en general como fibras nerviosas.
En el axón de muchas neuronas hay células auxiliares llamadas células de Schwann, cuya membrana
plasmática se enrolla alrededor del axón, constituyendo la vaina de mielina. Cada célula de Schwann sólo cubre
un segmento del axón. Entre las células de Schwann quedan cortos trayectos en los que el axón no está cubierto
por mielina; estos puntos se conocen como nódos o estrangulaciones de Ranvier. El conjunto de fibras
mielínicas forma la sustancia blanca de los centros nerviosos. Otros axones no tienen esta cobertura de mielina
y se denominan fibras amielínicas. Estas fibras amielínicas y los cuerpos celulares forman la sustancia gris.
La conducción de la corriente nerviosa está polarizada; entra por las dendritas, pasa por el cuerpo celular
y sale por el cilindroeje. La asociación de varias fibras nerviosas junto con la protección de tejido conjuntivo
es lo que se denomina nervio.
Desde el punto de vista morfológico las neuronas pueden ser:
 Multipolar: tiene múltiples dendritas y un cilindroeje (p.ej., neuronas integradoras, neuronas motoras).
 Bipolares: con una dendrita y axón que se originan en polos opuestos (receptores del sentido de la vista).
Seudounipolar: una sola dendrita y el axón se originan de un tronco común del cuerpo celular (la mayoría de
las neuronas sensitivas).

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Desde el punto de vista fisiológico se distinguen:


 Neuronas sensitivas o aferentes: conducen los impulsos nerviosos desde los órganos de los sentidos a los
centros nerviosos.
 Neuronas de asociación: intercaladas entre las sensitivas y las efectoras, contribuyen a redistribuir e
integrar los impulsos nerviosos.
 Neuronas motoras o eferentes: conducen los impulsos desde el sistema nervioso hacia los órganos motores
(músculos) o secretores (glándulas), produciendo los efectos correspondientes.
La unión entre las neuronas y entre ellas y los órganos efectores como los músculos se hace a través un
sistema de unión altamente especializado, denominado sinapsis, jugando un papel fundamental en la
transmisión del impulso nervioso a través de la liberación de los neurotransmisores (sinapsis químicas) o de la
transmisión directa de potenciales de acción o señales eléctricas (sinapsis eléctricas). La unión especializada
entre las neuronas y los músculos recibe el nombre de sinapsis neuromuscular o placa motora.
1.2. Células gliales.
La neuroglia (células gliales) comprende a todas las células no neuronales del sistema nervioso. Estas
células, muy ramificadas, forman casi la mitad de la masa total del SNC ocupando el espacio entre las neuronas,
de tal manera que el SNC contiene poco material extracelular. La neuroglia establece relaciones funcionales
íntimas y aparentemente esenciales con las neuronas a las que protegen, aíslan y alimentan.
En el SNC se distinguen cuatro tipos de células gliales:
 Astrocitos: células muy ramificadas que proporcionan sostén mecánico y metabólico a las neuronas.
Actúan en el intercambio metabólico entre los vasos sanguíneos y las neuronas.
 Microglia: son células que se les considera miembros del sistema de defensa. Son de pequeño tamaño, con
ramificaciones muy cortas, que le dan un aspecto espinoso. Fagocitan partículas extrañas o restos de células
muertas.
 Oligodendrocitos: son células con pocas prolongaciones y que sirven como sostén a las neuronas. Su
función principal es la de suministrar un soporte a los axones y la de producir la vaina de mielina que aísla
los axones (cumplen en el SNC la función de las células de Schwann).
 Células ependimarias: forman un epitelio cúbico simple ciliado que tapiza las cavidades del sistema
nervioso central (ventrículos cerebrales y conducto central de la médula espinal o canal ependimario). Parece
que juegan un papel en la absorción y secreción del líquido cefalorraquídeo.
La neuroglia del SNP está formada por dos tipos de células:
 Células de Schwann: que rodean por completo a los axones. Una sola célula de Schwann puede rodear a
varios (20 o más) axones amielínicos, o puede envolver a un solo axón formando la vaina de mielina. Tiene
la misma función que los oligodendrocitos pero con la diferencia de que un solo oligodendrocito mieliniza a
varios axones, mientras que cada célula de Schwann mieliniza a un único axón.
 Células satélites: son células aplanadas que rodean a los cuerpos de las neuronas de los ganglios del SNP,
ofreciendo soporte estructural y metabólico.
En un corte macroscópico del encéfalo o de la médula espinal se aprecian zonas blancas o brillantes y otras
áreas de color grisáceo. La sustancia blanca está constituida principalmente por axones o fibras nerviosas
mielínicas (el color blanquecino es debido a la mielina). La sustancia gris está formada por los cuerpos celulares
de las neuronas, las fibras nerviosas amielínicas y la neuroglia.
2. Anatomía de la médula espinal.
La médula espinal es la región del sistema nervioso central que se halla alojada en el conducto raquídeo
(conducto formado por la superposición de los agujeros vertebrales). Estructuralmente la médula espinal es
una masa cilíndrica de tejido nervioso, en forma de cordón blanquecino con una longitud de 40 o 45 cm y de
1- 2 cm de diámetro que ocupa los 2/3 superiores del conducto raquídeo. En este cordón se aprecian dos
engrosamientos: uno superior denominado engrosamiento o intumescencia cervical (se extiende desde la
vértebra C4 hasta D1) debido a la formación de los nervios correspondientes al miembro superior, y otro
inferior llamado intumescencia lumbar (desde la vértebra D9 hasta D12) donde surgen los nervios de los
miembros inferiores.
Cada dos vértebras salen de ambos lados del conducto vertebral los nervios raquídeos o espinales. Por ello,
entre dos vértebras se encuentra un agujero intervertebral a cada lado. La delimitación del agujero
intervertebral o de conjunción es: por delante, el disco intervertebral y el cuerpo vertebral; por arriba, la
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escotadura inferior del pedículo de la vértebra superior; por debajo, la escotadura superior del pedículo de la
vértebra inferior; y por detrás, la articulación cigapofisaria entre ambas vértebras adyacentes. El agujero de
conjunción contiene el nervio espinal, es decir, sus dos raíces anterior y posterior, y vasos y tejido conjuntivo
y adiposo. El conocimiento anatómico de esta región tiene gran importancia por su relación con la patogenia
de las hernias de disco.
La médula espinal se extiende desde el agujero occipital hacia abajo a nivel de la L2, por lo tanto, no ocupa
toda la longitud del conducto vertebral, aunque las meninges, sin embargo, descienden hasta S2-S3. De este
modo, cuando es deseable obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo (LCR) puede introducirse una aguja
en el espacio subaracnoideo por debajo de la L2 sin peligro de punciones de la médula.
La médula espinal presenta una sección transversal ligeramente elíptica, con el diámetro mayor orientado
transversalmente. A lo largo de la línea medioventral presenta un profundo surco denominado fisura media
anterior, que contiene la arteria espinal anterior. Existe un surco posterior más pequeño que se introduce en el
interior de la médula formando un tabique intermedio posterior o surco medio posterior. Así pues, la médula
queda dividida en dos porciones laterales.
Por el interior la recorre un fino canal, el epéndimo o conducto ependimario, que contiene líquido
cefalorraquídeo.
La sección transversal de la médula espinal pone de manifiesto dos tipos de tejido nervioso:
 La porción central, más oscura y en forma de H o de mariposa con las alas extendidas, formada por la
sustancia gris (cuerpos de las células nerviosas). Los cuatro brazos que forman esta H de sustancia gris se
llaman astas o cuernos. Las astas anteriores son anchas y contienen los cuerpos de las neuronas motoras
somáticas que generan los impulsos nerviosos para la contracción de los músculos esqueléticos. Las astas
posteriores son más estrechas y alargadas y contienen los cuerpos de las neuronas sensitivas y del sistema
nervioso autónomo. A nivel torácico bajo, lumbar y sacro también se describen las astas laterales.
 La porción externa, más clara, está formada por la sustancia blanca constituida por fibras nerviosas
(haces de axones y dendritas). El color blanco se debe a las sustancias adiposas de las vainas de mielina. Esta
sustancia blanca está dividida en cuatro cordones o columnas: anterior, posterior y laterales. Cada cordón
contiene fascículos de axones que tienen un origen común o un destino común y que llevan información
similar, y se denominan haces o tractos. Unos haces constituyen las vías ascendentes o sensoriales que
conducen los impulsos en dirección al encéfalo (tractos ascendentes o sensoriales), y otros, las vías
descendentes o motoras que conducen los impulsos desde los centros motores del encéfalo hasta las células
motoras de las astas anteriores (tractos descendentes o motores).
La médula espinal se compone de 31 segmentos o mielómeros, cada una de las cuales lleva un par de nervios
raquídeos. Éstos se designan y numeran según la región y el nivel de la columna vertebral de donde emergen.
Así, existen 8 pares de nervios cervicales, 12 pares de nervios dorsales, 5 pares de nervios lumbares, 5 sacros y
1 coccígeo. El primer par cervical surge entre el atlas y el occipital (nervio suboccipital). Los nervios raquídeos
o espinales son las vías de comunicación entre la médula espinal y los nervios que inervan órganos y zonas
concretas del cuerpo. Forman parte del SNP y conectan el SNC con los receptores sensitivos, los músculos y
las glándulas de todo el organismo.
Cada nervio espinal consta de dos raíces: una posterior o dorsal y otra anterior o ventral. La raíz posterior
contiene sólo axones sensitivos (conducen impulsos desde los receptores localizados en la piel, músculos y
órganos internos hacia el SNC), presentando un engrosamiento (ganglio de la raíz posterior, ganglio sensitivo
o ganglio raquídeo), el cual contiene los cuerpos de las neuronas sensitivas. La raíz anterior contiene los axones
de las neuronas motoras, que conducen los impulsos nerviosos desde el SNC hacia los músculos y células
efectoras. Ambas raíces se unen después para formar el nervio raquídeo (nervio mixto: sensitivo y motor), el
cual saldrá por el agujero de conjunción.Durante el desarrollo embrionario de cada ser humano, en primer
lugar se desarrolla la médula espinal con sus nervios y después lo hace la columna vertebral alrededor de ésta,
de tal manera que un nervio espinal siempre va a situarse entre dos arcos vertebrales. En el período
inmediatamente posterior, la columna vertebral crece ligeramente más rápido que la médula espinal y, de esta
forma, la adelanta poco a poco. Mientras que en el período embrionario la médula espinal ocupa la totalidad
del conducto vertebral, en el adulto, en cambio, como ya hemos mencionado, la médula espinal termina a la
altura del borde superior de la segunda vértebra lumbar.
Los nervios no se pueden desenchufar de un agujero intervertebral como si de un enchufe eléctrico se
tratara y volver a enchufarlos en un agujero más arriba. Los nervios espinales deben permanecer en el agujero
intervertebral en el que se situaron al principio del desarrollo. El ascenso de la médula espinal provoca, por
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ello, que las raíces espinales tengan que descender dentro del conducto vertebral desde el mielómero hasta el
segmento vertebral que les corresponda. Por ello, en las regiones lumbar, sacra y coccígea los nervios salen de
la médula a una altura mayor de la que les corresponde. La médula espinal termina entre la primera y segunda
vértebra lumbar en forma de cono (cono medular), a partir del cual se origina el filum terminale (filamento
terminal) que es una prolongación de la piamadre que se extiende caudalmente y fija la médula espinal al coxis.
Las raíces de los nervios raquídeos de la región terminal tienen una disposición a modo de mechones de cabello,
de ahí que se denomine a estos nervios como cola de caballo.
Los nervios espinales, una vez que han atravesado el agujero de conjunción, se dividen en varias ramas:
 Rama posterior o dorsal, para inervar a los músculos profundos de la espalda y a la piel de la superficie
dorsal del tronco.
 Rama anterior o ventral, que inerva los músculos y estructuras de las extremidades superior e inferior y
a los músculos y piel de la superficie ventral del tronco.
 Ramo meníngeo, pequeña rama que ingresa nuevamente por el agujero de conjunción para inervar a las
vértebras, ligamentos vertebrales, vasos sanguíneos de la médula espinal y menínges.
 Ramos comunicantes, componentes del sistema nervioso autónomo.
Los axones de las ramas anteriores de los nervios espinales, con excepción de D2-D12, forman redes de
axones provenientes de las ramas anteriores de nervios adyacentes, constituyendo lo que se conoce como plexos
nerviosos. Los plexos principales son el cervical, braquial, lumbar y sacro. De los plexos surgen nervios que
reciben el nombre de las regiones a las cuales inervan. Por ejemplo, el nervio ciático está formado por ramos
anteriores de los nervios espinales L4- S3. De esta manera, una determinada estructura anatómica puede estar
inervada por axones de varios nervios espinales.
Las ramas anteriores de los nervios espinales D2-D12 no forman plexos. Se denominan nervios intercostales
o torácicos e inervan a las estructuras correspondientes en su espacio intercostal.
De igual manera, los nervios espinales recogen impulsos nerviosos sensitivos de un segmento específico de
la piel, que se conocen como dermatomas.
La médula espinal tiene dos funciones principales:
 Servir como centro reflejo. Para desarrollar este reflejo se necesitan solamente dos componentes: una
neurona aferente y otra eferente. Un ejemplo es el reflejo rotuliano, así cuando se golpea el tendón rotuliano,
la pierna se extiende de forma involuntaria o refleja. La vía que sigue los impulsos nerviosos se llama arco
reflejo.
 Servir de vía de conducción de los impulsos nerviosos a partir de zonas más altas del neuroeje, tanto en
sentido ascendente (sensitivo) como descendente (motor).
2.1. Menínges espinales.
La médula espinal, al igual que el encéfalo, está rodeada por tres capas de tejido conectivo que reciben el
nombre de meninges. La capa meníngea más superficial o externa se denomina duramadre, compuesta por
tejido conectivo fibroso denso. Forma un saco desde el agujero occipital (donde se comunica con la duramadre
del encéfalo) hasta la segunda vértebra sacra. La médula espinal también se halla protegida por una capa de
grasa y tejido conectivo que se localiza en el espacio o cavidad epidural, comprendido entre la duramadre y la
pared ósea del conducto vertebral.
La meninge media es una membrana con aspecto de tela de araña, por lo que recibe el nombre de
aracnoides. Es una delicada membrana avascular formada por una red de finas fibras de colágeno y algunas
fibras de elastina. Se sitúa por dentro de la duramadre y se continúa con la aracnoides del cerebro. El espacio
entre la duramadre y la aracnoides se llama espacio subdural, aunque para algunos autores no existe como tal
espacio sino como una interfase formada por una débil capa celular que, en determinadas circunstancias
patológicas como en los hematomas subdurales, se constituiría como un auténtico espacio.
La capa más interna de las meninges se denomina piamadre. Es una fina capa de tejido conectivo, muy
rica en vasos sanguíneos, que está adherida a la superficie de la médula espinal y del encéfalo. Entre la
aracnoides y la piamadre se encuentra el espacio subaracnoideo, por donde circula el líquido cefalorraquídeo.
El espacio subaracnoideo caudal al cono medular se denomina cisterna lumbar, que contiene LCR y la cola de
caballo. Este espacio se utiliza para realizar punciones lumbares (extracción de LCR o administración de
anestésicos u otras sustancias). La piamadre emite unas prolongaciones membranosas triangulares, los
ligamentos dentados, que se fijan a la superficie interna de la duramadre entre las raíces anteriores y posteriores

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de los nervios raquídeos de cada lado, fijando de esta manera a la médula espinal y protegiéndola de posibles
daños por desplazamientos laterales.
2.2. Vascularización de la médula espinal.
La médula espinal tiene una vascularización compleja y de múltiples orígenes.
Así, reciben sangre mediante ramas de las arterias vertebrales, cervicales ascendentes y profundas (ramas
de las arterias subclavias), intercostales, lumbares y sacras (ramas de la aorta).
La vascularización de la médula espinal se lleva a cabo a través de:
 Tres arterias que recorren longitudinalmente la médula espinal (desde el tronco del encéfalo hasta el cono
medular): la arteria espinal anterior y dos arterias espinales posteriores. Son ramas de las arterias vertebrales
y bajan desde el interior del cráneo para irrigar principalmente la parte superior de la médula. Estas arterias
se conectan entre sí y con las restantes arterias por redes transversales (anastomosis).
 Arterias radiculares anteriores y posteriores. Derivan de las arterias cervicales ascendentes, cervicales
profundas, intercostales, lumbares y sacras. Con una distribución metamérica penetran en el conducto
vertebral a través de los agujeros de conjunción, jugando un papel muy importante en la vascularización de
la médula espinal.
El retorno venoso se lleva a cabo por 3 venas espinales anteriores y 3 venas espinales posteriores que se
disponen longitudinalmente y que se comunican con venas radiculares anteriores y posteriores. Superiormente
desaguan en los senos venosos de la duramadre y en las venas vertebrales. Por otro lado, estas venas están en
relación con los extensos plexos venosos que acompañan a la columna vertebral (plexos venosos vertebrales
externos anterior y posterior, y plexos venosos vertebrales internos anterior y posterior), por lo que también
acaban drenando en las venas segmentarias del tronco y desaguan en la vena ácigos, la vena hemiácigos y
venas lumbares.
3. Tronco encefálico.
La médula espinal, cuando penetra a través del agujero occipital, se continúa con el tronco del encéfalo.
Éste está formado por tres partes: bulbo raquídeo (porción más inferior, continuación de la médula espinal;
también denominada médula oblongada), protuberancia o puente (porción intermedia) y mesencéfalo (porción
más alta del tronco encefálico). La cara anterior del tronco encefálico se aloja en el clivus. Unido a la porción
posterior de la protuberancia se encuentra el cerebelo el cual, junto con el tronco encefálico, ocupará la fosa
craneal posterior de la base del cráneo.
La estructura anatomofuncional del tronco encefálico es más compleja que la de la médula espinal. Se
hallan vías ascendentes con información sensorial procedente de la médula hacia niveles superiores del SNC,
así como vías descendentes motoras desde niveles encefálicos superiores hacia la médula espinal. Además, en
el tronco del encéfalo existe grupos especiales de neuronas encargadas del control de ciertas actividades vitales
muy importantes, tales como el control de las funciones cardiaca y respiratoria, regulación del ciclo vigilia-
sueño, o el control de la información dolorosa; también se encuentran otros núcleos neuronales con funciones
motoras inconscientes (p.ej. reflejos oculares y auditivos) y de coordinación con centros superiores. Estos
grupos de neuronas reciben diversos nombres, destacando la sustancia negra, los núcleos rojos y la formación
reticular del tronco del encéfalo. Por ello, una lesión (AVC, tumor,…) a nivel del tronco del encéfalo puede
implicar un gran riesgo vital.
Así como de la médula espinal salen los nervios periféricos raquídeos, también el tronco del encéfalo
presenta nervios periféricos que reciben el nombre de pares craneales. En total existen doce pares de nervios
craneales que se enumeran con números romanos. De ellos, los pares craneales III al XII surgen del tronco del
encéfalo, por lo que se denominan pares craneales troncoencefálicos (se describirán en otro apartado).
4. Cerebelo.
Es un órgano encefálico situado en la fosa cerebral posterior, por debajo de la tienda del cerebelo (estructura
horizontal de la duramadre que lo separa de los lóbulos occipitales del cerebro). Está formado por dos
hemisferios cerebelosos unidos por una estrecha porción intermedia denominada vermis. El cerebelo está unido
al tronco del encéfalo mediante los pedúnculos cerebelosos, dejando en medio un espacio que aloja LCR, el IV
ventrículo.
La superficie externa del cerebelo presenta numerosos pliegues muy finos (láminas o folia) separados por
estrechas depresiones, algunas más marcadas (fisuras) que delimitan los lóbulos cerebelosos. La morfología
interna del cerebelo se caracteriza por una estrecha capa externa de sustancia gris (corteza cerebelosa) y la
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sustancia blanca en el interior donde se observan algunos acúmulos de sustancia gris (núcleos profundos del
cerebelo).
Es un órgano con una función principalmente motora con conexiones importantes con la corteza cerebral
y el tronco encefálico. Recibe información sobre la posición de la cabeza, estado de la musculatura y de las
articulaciones del cuerpo, y contribuye al mantenimiento del equilibrio y la postura del cuerpo, a la
coordinación de los movimientos finos y movimientos aprendidos (automatismo muscular). Las lesiones del
cerebelo producen movimientos torpes, toscos e incoordinados (ataxia cerebelosa).
5. Pares craneales.
Los pares craneales son los nervios periféricos del encéfalo que salen a través de orificios de la base del
cráneo, por tanto forman parte del SNP. Llevan información sensitiva hacia el encéfalo y transmiten órdenes
motoras hacia la musculatura periférica de la cabeza y cuello, además de la participación de algunos de ellos
en el SNA.
A diferencia de los nervios raquídeos que todos ellos llevan fibras sensitivas y motoras, algunos pares
craneales sólo están constituidos por un componente sensitivo o un componente motor, aunque la mayoría son
mixtos.
En la siguiente tabla se resumen los detalles anatómicos y funcionales más importantes de cada par craneal.
Par Nombre del
Tipo Orificio craneal Funciones
craneal nervio
Olfatorio
I Sensitivo Lámina cribosa Sentido del olfato.
II Óptico Sensitivo Agujero óptico Sentido de la vista.
Movimiento del párpado superior
y del globo ocular.
Acomodación del cristalino para
Motor ocular Motor Fisura orbitaria
III visión cercana y constricción de la
común (principalmente) superior
pupila.
Sensibilidad propioceptiva de los
músculos oculares.
Motor ocular Sensibilidad propioceptiva e
Motor Fisura orbitaria
IV troclear o inervación motora del músculo
(principalmente) superior
patético oblicuo superior del ojo.
N. oftálmico (s). Fisura orbitaria Sensibilidad táctil, dolorosa y
superior térmica de la cabeza.
V Trigémino N. maxilar (s). Agujero redondo Sensibilidad propioceptiva e
mayor inervación motora de los músculos
N. mandibulares Agujero oval de la masticación.
Motor ocular Sensibilidad propioceptiva e
Motor Fisura orbitaria
VI externo o inervación motora del músculo
(principalmente) superior
abducens recto lateral del ojo.
Sentido del gusto (n.
Endocraneal:
intermediario de Wrisberg).
conducto auditivo
Sensibilidad propioceptiva e
interno (recorrido
VII Facial Mixto inervación motora de los músculos
intrapetroso).
de cara, cuero cabelludo y cuello.
Exocraneal: agujero
Inervación parasimpática de
estilomastoideo
glándulas salivares y lagrimales.
Endocraneal: Ramo vestibular: sensibilidad
Vestibulococlear
VIII Sensitivo conducto auditivo relacionada con el equilibrio.
o auditivo
interno Ramo coclear: sentido del oído.
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Par Nombre del


Tipo Orificio craneal Funciones
craneal nervio
Sensibilidad de la faringe y 1/3
posterior de la lengua (gusto).
Foramen yugular o Inervación motora de músculos
IX Glosofaríngeo Mixto agujero rasgado de la deglución.
posterior Sensibilidad de
quimiorreceptores del cuerpo
carotídeo.
Sensibilidad de la epiglotis,
faringe y laringe, de
barorreceptores y
quimiorreceptores aórticos y de
órganos torácicos y
Foramen yugular o
Vago o abdominales.
X Mixto agujero rasgado
neumogástrico Inervación motora de faringe,
posterior
laringe y velo del paladar
(deglución, tos y fonación).
Función parasimpática sobre
pulmones, corazón y tracto
digestivo.
Inervación de los m.
esternocleidomastoideo y
trapecio. (Surge de raíces
Espinal o nerviosas cervicales C1-C6 que
XI Motor Foramen yugular
accesorio ascienden hacia el interior del
cráneo por el agujero occipital
para salir nuevamente por el
foramen yugular).
Inervación motora de los m. de
Conducto del
XII Hipogloso Motor la lengua (estilogloso, hiogloso y
hipogloso
geniogloso).
6. Diencéfalo.
El diencéfalo es la parte del encéfalo situado a continuación y por encima y delante del mesencéfalo. Se
encuentra entre el tronco del encéfalo y el cerebro rodeando al III ventrículo. En el diencéfalo se distinguen
varias porciones: tálamo, hipotálamo, epitálamo y subtálamo.
6.1. El tálamo.
El tálamo es la porción superior y de mayor tamaño del diencéfalo. Está formado por dos masas de
sustancia gris, derecha e izquierda, de forma ovalada, unidas por un puente de sustancia gris, la comisura gris
intertalámica o adhesio intertalámica (presente en aproximadamente un 70% de los individuos). Estas masas
están constituidas por numerosos grupos de núcleos talámicos que reciben informaciones sensitivas (tacto,
dolor, presión, temperatura, gusto, oído) procedentes de la médula espinal y tronco del encéfalo, además de la
información visual procedente del nervio óptico (II par craneal). Posteriormente, esta información es enviada
a la corteza cerebral. Por otro lado, el tálamo cumple funciones motoras transmitiendo información procedente
del cerebelo y ganglios basales al área motora de la corteza cerebral. También interviene en la distribución de
impulsos nerviosos entre diferentes áreas del encéfalo, con un papel muy importante en la regulación del
sistema nervioso autónomo y en el mantenimiento de la conciencia. El tálamo está rodeado lateralmente por
la cápsula interna (banda de sustancia blanca de los hemisferios cerebrales), la cual es atravesada por las fibras
nerviosas que conectan al tálamo con la corteza cerebral.
Las paredes mediales o internas de las dos masas izquierda y derecha del tálamo forman la mayor parte de
las paredes laterales del III ventrículo.

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6.2. El hipotálamo.
El hipotálamo es la porción del diencéfalo situado por debajo y delante del tálamo, constituyendo la pared
inferior o suelo del III ventrículo. Está formado por diversos núcleos agrupados en cuatro áreas (mamilar,
tuberal, supraóptica y preóptica). Es un importante centro integrador y regulador de muchas funciones
orgánicas necesarias para mantener constante nuestro medio interno (homeostasis). Así, controla e integra las
actividades del sistema nervioso autónomo o vegetativo y de la glándula hipófisis; regula los patrones de
comportamiento y emocionales (junto con el sistema límbico); regula los ritmos circadianos; controla la
temperatura corporal y regula la ingesta de alimentos y líquidos; recibe impulsos sensitivos somáticos y
viscerales, información visual, gustativa y olfatoria; controla la presión osmótica, la concentración de glucosa,
la sensación de sed; ayuda a mantener el estado de vigilia y establece los patrones normales de sueño.
Además, el hipotálamo guarda una estrecha relación con el sistema endocrino. En primer lugar, las
neuronas de los núcleos paraventricular y supraóptico (ambos en la región supraóptica) producen las hormonas
oxitocina y vasopresina (ADH u hormona antidiurética), que son transportadas por sus axones a través del
infundíbulo hasta el lóbulo posterior de la glándula hipófisis. Y en segundo lugar, el hipotálamo produce una
serie de hormonas hipotalámicas que son liberadas a la red capilar sanguínea próxima a la hipófisis (sistema
porta hipofisario), actuando como factores reguladores (estimulantes o inhibidores) de la secreción de
hormonas hipofisarias.
6.3. El epitálamo.
Es una pequeña porción del diencéfalo situada en la parte posterior y superior del mismo. Se distinguen
dos elementos anatómicos: la glándula pineal y los núcleos habenulares. La glándula pineal o epífisis es un
pequeño tubérculo que sobresale de la línea media posterior del III ventrículo, encargada de segregar
melatonina. Esta hormona actúa sobre el control de varias funciones corporales en relación con el ciclo
diurno/nocturno (funciones reproductora, metabólicas, inmunológicas, ritmo vigilia-sueño,…). Actuaría como
un reloj biológico y parece que tiene un efecto sedante e hipnótico (por ello se utiliza como somnífero o
regulador de los trastornos derivados de los viajes transoceánicos). Los núcleos habenulares, situados por
encima de la epífisis, se relacionan con el olfato, con las respuestas emocionales frente a los olores.
6.4. El subtálamo.
El subtálamo está localizado por debajo del tálamo y a ambos lados del hipotálamo. Está formado por
pequeños núcleos neuronales relacionados con la función motora.
6.5. Órganos circunventriculares.
Como órganos circunventriculares se denominan a ciertas zonas del diencéfalo localizadas en las paredes de
los ventrículos III y IV que se caracterizan porque carecen de barrera hematoencefálica (importante concepto
anatomofisiológico que se explicará posteriormente). Corresponden a parte del hipotálamo, la glándula pineal,
los plexos coroideos y otras estructuras cercanas. Estas regiones participan en la regulación de la presión
arterial, el equilibrio hídrico, etc.
6.6. La hipófisis.
La hipófisis o glándula pituitaria es la principal glándula endocrina, reguladora de la secreción hormonal
de la mayoría de las otras glándulas endocrinas. Guarda una estrecha relación anatómica y fisiológica con el
hipotálamo de tal manera que podríamos decir que son las estructuras anatómicas donde se ponen en contacto
los dos sistemas coordinadores del organismo, el sistema nervioso y el sistema endocrino. La hipófisis se
encuentra alojada en la silla turca y está unida al hipotálamo mediante un tallo, el infundíbulo, situado justo
detrás del quiasma óptico. Tanto desde el punto de vista anatómico como funcional, en la hipófisis se
distinguen dos lóbulos: anterior y posterior.
El lóbulo anterior o adenohipófisis (aprox. 2/3 de su tamaño) que sintetiza y segrega diferentes hormonas,
la mayoría de ellas hormonas trópicas, es decir, que influyen sobre la secreción de otras glándulas endocrinas
(p.ej.: prolactina, hormona del crecimiento, TSH u hormona estimulante del tiroides, LH u hormona
luteinizante, FSH u hormona foliculoestimulante). La liberación de las hormonas de la adenohipófisis está
influida por hormonas estimuladoras e inhibidoras segregadas por el hipotálamo. Estos factores hipotalámicos
llegan a la hipófisis a través de un sistema de capilares sanguíneos especial, el sistema porta hipofisario.
El lóbulo posterior o neurohipófisis está formado por células especiales (pituicitos) que no sintetizan
hormonas, sino que almacenan y liberan dos hormonas que les llegan a través de terminales axónicos de células

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neurosecretoras del hipotálamo (en el núcleo paraventricular se sintetiza la oxitocina; en el núcleo supraóptico,
la hormona antidiurética o ADH).
7. Cerebro.
El cerebro o telencéfalo es la parte más voluminosa y más noble del encéfalo: a él llegan todas las
informaciones sensitivas y sensoriales conscientes, y se elaboran las órdenes motoras voluntarias que se
transmitirán a los músculos esqueléticos; es el lugar donde se llevan a cabo los procesos cognitivos e
intelectuales (leer, escribir, recordar el pasado, calcular, imaginar y crear, abstraerse,…).
El cerebro está formado por los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, situados a ambos lados del
diencéfalo (al cual envuelven y ocultan debido a su gran tamaño), y unidos al mesencéfalo a través de los
pedúnculos cerebrales. Los hemisferios están separados por su cara superior por un surco profundo, la fisura o
cisura longitudinal del cerebro o interhemisférica. Cada hemisferio posee en su interior una cavidad (ventrículos
laterales) que comunica con la cavidad del diencéfalo o III ventrículo. Los hemisferios están constituidos por
una capa externa de sustancia gris (corteza cerebral) y una región interna de sustancia blanca con núcleos
grises en su base.
7.1. Lóbulos del cerebro.
En la superficie externa de los hemisferios se observan unos plegamientos de la corteza (giros o
circunvoluciones) separados por una serie de grietas o depresiones de diferente profundidad (cisuras o surcos).
Estos surcos delimitan los lóbulos del cerebro: frontal, parietal, temporal y occipital. Además se describe un
quinto lóbulo, el lóbulo de la ínsula, que no es visible en la superficie del encéfalo, sino que sólo se aprecia al
desplazar hacia arriba el surco cerebral lateral, al estar en la profundidad de los lóbulos frontal, parietal y
temporal. El surco central o cisura de Rolando separa el lóbulo frontal del lóbulo parietal. Justo por delante
de esta cisura se encuentra la circunvolución precentral o prerrolándica que contiene el área motora primaria
de la corteza cerebral. La circunvolución poscentral o posrolándica es aquella situada inmediatamente por
detrás del surco central, y en ella se localiza el área somatosensitiva primaria de la corteza cerebral. Los lóbulos
parietal y temporal están separados por el surco cerebral lateral o cisura de Silvio. Los lóbulos parietal y
occipital están delimitados por el surco parietooccipital.
En determinadas regiones de la corteza cerebral se procesan informaciones sensitivas, motoras y de
asociación, pudiéndose establecer un mapa de las áreas funcionales del cerebro. Además de las áreas sensitiva
y motora primarias ya citadas, existen áreas sensitivas y motoras secundarias adyacentes y, sobre todo,
grandes áreas de asociación localizadas en la superficie lateral de los lóbulos parietal, temporal y occipital y en
el lóbulo frontal por delante de las áreas motoras. Estas zonas se relacionan con funciones de integración de
las informaciones sensoriales y motoras y con otras más complejas, como la memoria, la voluntad, el
razonamiento, la inteligencia, etc. Son las que ocupan mayor superficie de la corteza cerebral.
7.2. Sustancia blanca cerebral.
La sustancia blanca está formada por axones mielínicos y amielínicos que llevan y traen información desde
porciones inferiores al encéfalo, entre ambos hemisferios o entre distintas zonas de la corteza cerebral de un
mismo hemisferio. Así, estas fibras nerviosas se agrupan en tres clases de tractos:
 Tractos o fibras de asociación: contienen axones que transmiten impulsos entre las circunvoluciones de
un mismo hemisferio.
 Tractos comisurales: están integrados por axones que comunican circunvoluciones de un hemisferio con
las correspondientes circunvoluciones del hemisferio opuesto, para lo cual tiene que traspasar la línea media.
Entre ellos destacan el cuerpo calloso (es el más importante), el trígono o fórnix, y las comisuras anterior y
posterior. Estos tractos comisurales permiten la coordinación entre áreas homónimas de ambos hemisferios,
para que cada hemisferio reciba información en cada momento de lo que está ocurriendo en el otro. Esto es
necesario ya que las informaciones sensoriales y motoras de un hemisferio corresponde a una mitad del cuerpo
(generalmente la contralateral).
 Tractos de proyección: corresponden a fibras nerviosas que conducen impulsos desde el cerebro hacia
porciones más inferiores del SNC (tálamo, tronco encefálico, médula espinal) o que llevan información desde
estos niveles inferiores al cerebro. Entre estos tractos destaca la cápsula interna, que es una banda ancha de
sustancia blanca situada entre el tálamo y los núcleos grises de la base, en cada hemisferio.

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7.3. Núcleos grises de la base.


Los ganglios o núcleos grises de la base son grupos de cuerpos neuronales que se encuentran en la
profundidad de cada hemisferio, localizándose por fuera del tálamo. Los más importantes son el globo pálido,
el putamen (ambos conforman el núcleo lenticular) y el núcleo caudado. Estos tres núcleos, en conjunto, reciben
el nombre de cuerpo estriado (por el aspecto que presenta la cápsula interna al pasar entre ellos). Otros núcleos
de la base son el núcleo amigdalino y el claustro.
Los ganglios basales reciben impulsos de la corteza cerebral y envían información a las áreas motoras de la
corteza a través de conexiones con los núcleos talámicos. Además, mantienen interconexiones amplias entre
ellos y con estructuras del mesencéfalo (p.ej. la sustancia negra), formando en conjunto el denominado sistema
motor extrapiramidal. Principalmente participan en el control de los movimientos corporales, del tono
muscular y de los movimientos inconscientes (p.ej. el balanceo de los brazos al caminar). También intervienen
en ciertos procesos cognitivos (atención, memoria, etc.) y conductas emocionales. La lesión de los ganglios
basales se caracteriza por producir movimientos involuntarios, temblor, y rigidez muscular o espasticidad
(p.ej. enfermedad de Parkinson). Sistema límbico.
Recibe este nombre una serie de estructuras que rodean a la parte superior del tronco del encéfalo y del
cuerpo calloso. Desempeñan un papel importante en las reacciones emocionales (dolor, placer, docilidad,
afecto, ira, agresividad,…), en la olfacción y en la memoria. Entre estas estructuras se encuentran el lóbulo
límbico, los bulbos olfatorios, el hipocampo, las amígdalas, los tubérculos mamilares del hipotálamo, etc.
7.4. Ventrículos cerebrales. Circulación del LCR.
El SNC presenta en su interior una serie de cavidades y conductos intercomunicados por los que circula el
líquido cefalorraquídeo (LCR). Así, la médula espinal posee un finísimo conducto longitudinal que la recorre
de arriba abajo, el conducto ependimario o epéndimo. Éste se comunica en sentido ascendente con una cavidad
que queda delimitada por delante por la protuberancia y el bulbo raquídeo y por detrás por el cerebelo, el IV
ventrículo. Esta cavidad se continua hacia arriba por un conducto estrecho situado en el mesencéfalo, el
acueducto de Silvio, el cual se abre en otra cavidad ubicada en medio del diencéfalo, entre ambos tálamos, el
III ventrículo. Finalmente, esta cavidad se comunica a través de los agujeros de Monro con los ventrículos
laterales I y II (izquierdo y derecho), situados cada uno de ellos en el espesor del correspondiente hemisferio.
Estos ventrículos laterales son las cavidades de mayor tamaño y tienen forma de “C”, estando separados por
delante por el septum pellucidum.
En el interior de los ventrículos existen unas formaciones vasculares denominadas plexos coroideos, las
cuales están recubiertas de células ependimarias y se encargan de la formación del LCR (unos 400-500 mL/día).
Este líquido circula en condiciones normales en sentido descendente, es decir, desde los ventrículos laterales al
III ventrículo y desde éste al IV ventrículo y conducto ependimario. A nivel de la pared posterior del IV
ventrículo existen tres aberturas (orificio medio o agujero de Magendie y orificios laterales o agujeros de
Luschka) por las que el LCR sale hacia el espacio subaracnoideo para circular alrededor del encéfalo y la
médula espinal.
En el espacio subaracnoideo existen zonas, sobre todo en la base del encéfalo, donde las meninges media e
interna se separan creando espacios que permite que se acumule mayor cantidad de LCR. Estos espacios se
denominan cisternas subaracnoideas. Las más importantes son: la cisterna magna o cerebelobulbar posterior
(la mayor de ellas, localizada entre el cerebelo y el bulbo raquídeo; recibe el LCR desde los orificios del IV
ventrículo), la cisterna pontina (espacio anterior a la protuberancia), la cisterna interpeduncular o basal
(localizada entre los pedúnculos cerebrales del mesencéfalo), la cisterna quiasmática (inferior y anterior al
quiasma óptico) y la cisterna cuadrigémina (situada entre la porción posterior del cuerpo calloso y la cara
superior del cerebelo).
Desde el espacio subaracnoideo el LCR fluye alrededor de la médula espinal y el encéfalo. Su reabsorción
se produce en el sistema venoso del encéfalo, especialmente en el seno venoso longitudinal superior y otros
senos venosos de la duramadre, a través de las granulaciones aracnoideas de Pacchioni. Éstas son protusiones
de las vellosidades aracnoideas en el interior de las paredes de los senos venosos de la duramadre (a veces, es
posible ver sus huellas en la tabla interna de los huesos de la bóveda craneal, formando las denominadas fositas
aracnoideas de Pacchioni).
El LCR cumple una función fundamentalmente de protección (amortiguador líquido) y también de
nutrición. Además, el LCR se encarga de mantener una presión intracraneal adecuada. Para ello, el LCR está
sometido a un proceso continuo de secreción y reabsorción. En el caso de que este proceso de formación-

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reabsorción se viera alterado (exceso de producción, obstrucción en la circulación, dificultad en la reabsorción),


aparecerían patologías graves como la hidrocefalia o la hipertensión endocraneal que podrían conducir a
lesiones irreversibles o a la muerte por compresión de estructuras nerviosas.
7.5. Meninges encefálicas.
Al igual que la médula espinal, y sin solución de continuidad, el encéfalo también está envuelto por unas
capas protectoras denominadas meninges encefálicas.
La piamadre es la capa más interna, una delgada membrana ricamente vascularizada que se adhiere a la
superficie externa del encéfalo adaptándose a sus contornos.
Sobre la piamadre se acopla la segunda capa meníngea o aracnoides, dejando entre ambas un espacio
(espacio subaracnoideo) que contiene el LCR y por donde circula las principales arterias cerebrales.
Por fuera de la aracnoides se dispone la duramadre, una capa fibrosa que se adhiere a la superficie interna
del cráneo. Esta duramadre encefálica se continúa a través del agujero occipital con la duramadre espinal. Los
pares craneales generalmente están rodeados por una vaina de duramadre cuando abandonan el cráneo a través
de los orificios de la base; esta vaina de duramadre se continúa con el tejido conectivo del epineuro. Otra
característica importante es que la duramadre proyecta unos pliegues o tabiques que dividen a la cavidad
craneal en compartimentos, los cuales sostienen porciones del encéfalo. Los repliegues de la duramadre más
significativos son la hoz del cerebro y la tienda del cerebelo (tentorio del cerebelo).
La hoz del cerebro es un tabique vertical en forma de hoz que ocupa la cisura longitudinal separando ambos
hemisferios cerebrales. Por delante la hoz del cerebro se adhiere a la cresta frontal y a la apófisis crista galli, y
por detrás acaba fijándose en la protuberancia occipital interna, continuándose con el tentorio del cerebelo. El
borde convexo superior de adhesión a la bóveda craneal de la hoz del cerebro se ensancha para alojar el seno
venoso sagital superior.
La tienda del cerebelo es un tabique horizontal en forma de media luna que separa los lóbulos occipitales
del cerebelo. Está adherido anteriormente a las apófisis clinoides posteriores del esfenoides, lateralmente a la
porción petrosa del temporal y posterolateralmente a la superficie interna del occipital y parte de los huesos
parietales. El borde anteromedial de la tienda del cerebelo es libre y presenta una hendidura cóncava (incisura
del tentorio) por donde el tronco del encéfalo se extiende desde la fosa craneal posterior hasta la fosa craneal
media. El tentorio del cerebelo divide la cavidad craneal en compartimentos supratentorial e infratentorial.
Entre las diferentes capas meníngeas se describen los espacios meníngeos, algunos de los cuales son
virtuales, es decir, sólo se ponen de manifiesto en situaciones patológicas. Entre el hueso craneal y la duramadre
se establece el espacio extradural o epidural que, si bien es evidente a nivel de la médula espinal en el conducto
raquídeo, no existe como tal espacio en el cráneo, ya que la duramadre está adherida a la tabla interna del
hueso; sólo se convierte en un espacio real cuando existe una patología (p.ej.: hemorragia epidural o acúmulo
de sangre por rotura de vasos meníngeos que separan el periostio de la duramadre). Lo mismo ocurre con el
espacio subdural, entre la duramadre y la aracnoides, que sólo aparece en situaciones patológicas (p.ej.:
hematoma subdural). Entre la aracnoides y la piamadre se encuentra el espacio subaracnoideo, espacio real
que contiene LCR y por el que circulan vasos sanguíneos.
8. Vascularización del encéfalo.
La sangre llega al encéfalo principalmente a través de dos sistemas arteriales, las arterias carótidas internas
y las arterias vertebrales, y retorna la sangre a través de la venas yugulares internas hacia el corazón. El
sistema nervioso central carece de vasos linfáticos.
El encéfalo de un adulto corresponde aproximadamente al 2% del peso corporal total. Sin embargo, recibe
casi una sexta parte del gasto cardiaco, con un consumo alrededor del 20% del oxígeno y de la glucosa que se
gasta incluso en reposo. Un aumento de la actividad neuronal en una zona determinada del encéfalo conlleva
un incremento del flujo sanguíneo en esa área. Las neuronas son muy sensibles a la disminución del flujo
sanguíneo y a la falta de oxígeno, alterando gravemente la función del territorio cerebral afectado (p.ej.:
accidentes vasculares cerebrales o AVC).
Con la excepción de los órganos circunventriculares anteriormente señalados, los vasos sanguíneos que
irrigan el sistema nervioso central presentan una estructura histológica especial con importantes implicaciones
funcionales, que recibe el nombre de barrera hematoencefálica (BHE). Esta morfología peculiar de los capilares
sanguíneos impide el paso de determinadas sustancias desde la sangre al parénquima cerebral. Se comportan
como un todo continuo celular en el que los solutos liposolubles atraviesan fácilmente las membranas de las
células endoteliales de los capilares, mientras que los solutos no electrolíticos y no liposolubles (hidrosolubles)
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no pasan, o bien entran en el cerebro de una forma mucho más lenta que en otros tejidos del organismo (p. ej.:
la glucosa y los aminoácidos disponen de un transportador activo). De esta manera protege a las neuronas de
sustancias tóxicas y microorganismos pero, al mismo tiempo, imposibilita el paso de ciertos fármacos que
pueden ser necesarios para el tratamiento de ciertas enfermedades. En determinadas situaciones patológicas
(traumatismos, toxinas, inflamación,…) la BHE puede verse alterada perdiendo su papel protector.
8.1. Arterias.
La vascularización arterial del encéfalo se lleva a cabo mediante la arteria carótida interna y la arteria
vertebral. Ambos sistemas arteriales se anastomosan en la cara inferior del cerebro formando el denominado
polígono de Willis, un sistema de intercomunicación muy importante para garantizar el flujo sanguíneo en
ciertas situaciones patológicas.
La arteria carótida interna es rama de la arteria carótida común. Penetra en la base del cráneo a través del
conducto carotídeo del hueso temporal. Tras un doble acodamiento y un recorrido intrapetroso (sifón de la
carótida), emerge en la cavidad craneal por encima del agujero rasgado anterior, colocándose sobre la cara
lateral del cuerpo del esfenoides (dejando como huella el surco carotídeo). Inferior a la apófisis clinoides
anterior, la arteria carótida realiza un giro de 180º para unirse al polígono de Willis. Sus principales ramas son
la arteria oftálmica (irriga fundamentalmente el globo ocular y otras estructuras orbitarias; hace anastomosis
con la carótida externa a través de arteriolas a nivel orbitonasal), la arteria cerebral anterior (vasculariza la
mayor parte de las superficies medial y superior y polo frontal de los hemisferios cerebrales, excepto los lóbulos
occipitales), la arteria coroidea anterior (lleva sangre a ciertas áreas de la cápsula interna), la arteria
comunicante posterior (pone en contacto los sistemas carotídeo y vertebral en el polígono de Willis) y la arteria
cerebral media (rama más gruesa y continuación natural de la carótida interna, que vasculariza la superficie
lateral y polo temporal de los hemisferios cerebrales).
La arteria vertebral es rama de la arteria subclavia. Asciende por los agujeros transversos de las seis
primeras vértebras cervicales y, tras perforar la duramadre y la aracnoides, penetra en el cráneo a través del
agujero occipital. Las arterias vertebrales izquierda y derecha se unen en el límite inferior de la cara anterior
de la protuberancia para formar la arteria basilar. Antes de esta unión, las arterias vertebrales dan algunas
ramas arteriales para la médula espinal, menínges y bulbo raquídeo (p.ej.: las arterias espinales anterior y
posteriores). La arteria basilar aporta diversas ramas para el tronco del encéfalo y el cerebelo (arterias
pontinas, arterias cerebelosas), y acaba bifurcándose en las arterias cerebrales posteriores (vascularizan
principalmente la superficie inferolateral del lóbulo temporal y las superficies medial y lateral del lóbulo
occipital).
El círculo arterial cerebral o polígono de Willis es un sistema de anastomosis que pone en contacto al
sistema vertebral con el sistema carotídeo. En concreto comunica las arterias cerebrales posteriores con las
arterias carótidas internas homolaterales a través de las arterias comunicantes posteriores. Además, comunica
el sistema carotídeo derecho con el izquierdo mediante la unión de la arteria cerebral anterior izquierda con
su homóloga derecha a través de la arteria comunicante anterior. Se puede comparar al polígono de Willis con
un heptágono: dos lados posteriores correspondientes a las arterias cerebrales posteriores; dos lados laterales
formados por las arterias comunicantes posteriores; dos lados anteriores representados por las arterias
cerebrales anteriores; y un solo lado que completaría el poliedro por delante, correspondiente a la arteria
comunicante anterior, que uniría a ambas arterias cerebrales anteriores. Esta es la estructura más común del
círculo arterial cerebral, pero son frecuentes las variaciones en el origen y tamaño de los vasos que forman el
polígono de Willis.
También es importante mencionar la vascularización de las menínges encefálicas que corre a cargo de
varios vasos arteriales, de los cuales el más importante es la arteria meníngea media, rama de la arteria maxilar
(la cual procede de la arteria carótida externa).
8.2. Venas.
Las venas cerebrales drenan en los senos venosos de la duramadre los cuales acaban desaguando en las
venas yugulares internas, derecha e izquierda, que atraviesan la base del cráneo a nivel de los agujeros rasgados
posteriores (o foramen yugular). Los senos venosos son conductos venosos recubiertos de endotelio que se
encuentran entre las capas de la duramadre craneal.
El seno sagital superior (seno venoso longitudinal superior) comienza en el hueso frontal, donde recibe
venas nasales, y se dirige hacia el hueso occipital, recogiendo en su trayecto sangre de las venas cerebrales de
la superficie superolateral del cerebro, menínges y huesos craneales, para terminar cerca de la protuberancia
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occipital interna en la confluencia de los senos (prensa de Herófilo). Con un trayecto similar, en el borde inferior
libre de la hoz del cerebro, discurre el seno sagital inferior, de menor tamaño y calibre, que acaba en la unión
con la vena cerebral magna formando el seno recto. Este seno sigue una trayectoria inferoposterior a lo largo
de la línea de unión de la hoz del cerebro con la tienda del cerebelo para desaguar en la confluencia de los senos.
También desaguan en este punto los senos occipitales, que se sitúan a ambos lados de la cresta occipital interna
con dirección ascendente.
La sangre procedente de los senos sagital superior, recto y occipitales, cuando confluyen en la prensa de
Herófilo, se evacua hacia los lados a través de los senos transversos, que discurren lateralmente por el hueso
occipital convirtiéndose en los senos sigmoideos cerca del hueso temporal. Cada seno sigmoideo se continúa
como vena yugular interna tras atravesar el foramen yugular.
Los senos cavernosos se localizan a ambos lados de la silla turca, drenando a los senos petrosos, los cuales
a su vez acaban desaguando en los senos transversos.
Esta es la estructura general del retorno venoso del encéfalo a la que debemos añadir la existencia de
múltiples anastomosis y variantes entre los senos venosos citados, sobre todo a nivel de la base del cráneo.

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