El Silencio de Una Princesa
El Silencio de Una Princesa
El Silencio de Una Princesa
Había una vez una princesa de nombre Lizz quién era preparado duramente para gobernar
Asturias, un reino lejano del mundo estruendoso de las ciudades, su madre la reina
Lizz deseaba que llegará noche ya que con tantas preparaciones y clases se sentía
agotada, anhelaba de todo corazón tener a una persona capaz de hacerle olvidar todo lo
que por dentro ocultaba, al finalizar el día se quedaba mirando las centellas unas plantas
Al amanecer su madre entraba con miles de ayudantes para vestirla e informarle sobre las
tareas que debía realizar, una de ellas era visitar el pueblo y hablar con los habitantes,
está tarea le encantaba a Lizz ya que para ella era un placer , después de terminar decidió
pasear un poco de manera incógnita, al llegar al bosque se encontró con un joven quién
vio de manera muy tibio a la joven princesa, Lizz decidió hablar con el sin decirle que ella
era la princesa ya que por la expresión del joven noto que no la conocía y probablemente
Lizz: Hola
torbellino
Edward: Ve y refúgiate.
Lizz: Gracias
La joven princesa estuvo todo el día deseando saber más sobre el chico con el que
Al día siguiente se escabullo del castillo, intentado buscar de alguna forma a Edward, de
repente alguien la sujeto del brazo, pensando que era algún guardia intento escapar, pero
al oír la voz de Edward, se sintió un poco apenada, Edward extrañado pregunto: ¿Estás
Lizz: Gracias
Lizz y Edward pasaron toda la tarde recorriendo el pueblo, a la joven princesa se le había
olvidado hasta la existencia de su madre, la mujer que había hecho de su vida una soledad
persistente, sin embargo, claro que el amor y respeto hacia su madre eran muy grandes.
Lizz decidió contarle la verdad a Edward de que ella pertenecía a la realeza, pero él
simplemente querías alejarte de los temas sobre la coronación y demás. Con alivio Lizz
agradeció la comprensión.
reina.
Lizz: Sí y de inmediato
Reina: De ser así te felicito, has aprendido el verdadero valor de ser una princesa, mi
valiente, sincera, y preciosa princesa. Se que soy dura contigo, tal vez porque con esa
misma o mayor seriedad fui tratada de joven, pero ahora veo que eres toda una reina lista
para gobernar.
Lizz con una felicidad infinita como si estuviera en la cumbre de una montaña, se abrazó
con su madre.
problemas por delante para esta joven, pero madura princesa y pronto reina.