Educación

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Título: ROL DEL DOCENTE Y PADRES DE FAMILIA EN LA EDUCACIÓN

INCLUSIVA

Nombre del estudiante


MÓNICA CARVAJAL

programa académico y semestre


ESPECIALIZACION EN EDUCACION INCLUSIVA

cuenta de correo electrónico

fecha de entrega del documento

18 de noviembre de 2021
La inclusión educativa es una pieza del rompecabezas, un elemento de una sociedad
inclusiva, el éxito se obtendrá no solo por una educación de calidad para todos los alumnos,
sino también de establecer un puente crucial con la familia con el fin de crear actitudes y
estrategias que ayuden al cambio, crecimiento y desarrollo de una persona que requiere una
mirada objetiva y proactiva.

El concepto de inclusión ha evolucionado hacia la idea que niñas, niños y jóvenes tienen
derecho a la educación, lo que implica equivalentes oportunidades de aprendizaje en
diferentes tipos de escuelas, independientemente de las estrategias deberán tenerlas en
cuenta. En este sentido la política de educación inclusiva se propone atender a los niños,
niñas y jóvenes con discapacidades a lo largo de todo el ciclo educativo, desde la educación
inicial. La inclusión pretende que dichas poblaciones desarrollen sus competencias para la
vida en todos los niveles, alcancen los estándares y puedan aplicar las pruebas de
evaluación, con apoyos particulares.

Es de esa forma que el concepto de la educación inclusiva han cobrado importancia en los
últimos años no solo a nivel internacional, también nacional y regional, entendiéndose los
procesos de inclusión como un conjunto de acciones que apoyan y aceptan en buen grado la
diversidad de todos los educandos, con estrategias unificadas y claras que comprendan a
todos los educandos, es de esta forma que Colombia logrará cumplir los objetivos de la
Educación para Todos (EPT) de aquí al 2015, y ello tendrá también incidencias serias en la
consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

En la inclusión el elemento clave no es la individualización sino la diversificación de la


oferta educativa y la personalización de las experiencias comunes de aprendizaje con el fin
de lograr el mayor grado posible de participación de todos los alumnos, sin perder de vista
las necesidades de cada uno. Esto significa avanzar hacia diseños universales, en los que el
currículo y la enseñanza consideren de entrada la diversidad de necesidades de todos los
estudiantes, en lugar de planificar pensando en un “alumno promedio” y luego realizar
acciones individualizadas. (UNESCO, 2008, pp. 8).

Los objetivos de esta propuesta de trabajo con respecto a los roles de los padres y docentes
con los estudiantes de inclusión se plantean de la siguiente manera:

1. Explorar las diferentes estrategias pedagogías que se viene trabajando, revisando su


alcance, en el ejercicio del aprendizaje de los estudiantes con algún tipo de
discapacidad.
2. Desarrollar comunidades de aprendizaje con docentes y familia; donde predomine la
interacción y comunicación, para el fortalecimiento del avance de cada persona.
3. Brindar nuevos espacios de formación, que compartan estrategias novedosas para
los docentes, donde cada uno reciba información actualizada que permita el
crecimiento y un mayor desenvolvimiento social de cada estudiante.

El docente con la visión inclusiva toma en cuenta el hecho de que cada estudiante tiene
unas necesidades y unas capacidades particulares que de una u otra forma lo hacen ser
único. Según Cedeño (2011), la inclusión tiene unas características fundamentales: no
pretende que los estudiantes solamente inmersos en un espacio, sino que además compartan
responsabilidades y tareas conjuntas con otros compañeros, formando así parte de un todo;
donde se mira a cada uno en pro de las capacidades y fortalezas que lo hacen necesario,
valioso, importante e imprescindible para el grupo (el todo) y no de las debilidades y
obstáculos que lo alejan del mismo.

De igual forma, Leidy Tatiana Hurtado Lozano y María Alejandra Agudelo Martínez en su
artículo: Inclusión educativa de las personas con discapacidad en Colombia (2014),
presentan un análisis respecto a la educación inclusiva de las personas con discapacidad y
reflejar la importancia decisiva que juega en la actualidad la educación y por consiguiente
la igualdad de oportunidades para todos y todas. Se muestra según las estadísticas que el
porcentaje de personas con discapacidad que logran sus objetivos de aprendizaje es mínimo
con respecto al mismo número de personas que no tienen una discapacidad.
De igual manera se observa que los docentes deben tener mayor formación y desarrollo
profesional sobre la educación hacia las personas con discapacidad, pues la mayoría de
ellos no se sienten capacitados para educar a este grupo poblacional; por otra parte, se
describe el papel social que tiene la escuela además de su infraestructura, en el derecho de
igualdad y el manejo del concepto de diversidad; en última instancia, en este artículo se
referencia la legislación nacional de educación para personas con discapacidad.

Correa, Bedoya &Vélez (2008), desarrollaron el trabajo de investigación: Construyendo


Capacidad Institucional para la Atención a la Diversidad, mediante el cual se propone la
implementación del programa de formación educación inclusiva con calidad, el cual surge
en el 2006 como una iniciativa del Ministerio de Educación Nacional (MEN) para
desarrollar alternativas en las instituciones educativas, que permitan educar con calidad y
equidad al creciente número de estudiantes que presentan habilidades personales o
condiciones culturales diferentes al promedio de la población y en razón de las cuales están
excluidas del servicio educativo y por extensión lógica, de una participación activa en la
vida económica-social, política y cultural de sus comunidades.

La puesta en marcha de la educación inclusiva en el país propone una aproximación al


conocimiento de las características y particularidades de los diferentes grupos poblacionales
diversos y vulnerables, que son tendidos en las instituciones educativas. Es por ello que
tanto el educador (docente) y el tutor (padre de familia) deben retomar la función
primordial que les encarga la sociedad, siendo ésta la de formar, educar e instruir. La
tradición nos ha indicado que la formación generalizada está por encima de formación de
valores y del ser como es la enseñanza de la inteligencia emocional, espiritual, etc., que es
lo que verdaderamente propicia el desarrollo del individualismo e integridad personal.

La escuela y la familia son los espacios necesarios para el desarrollo de valores sociales
(democracia, respeto, solidaridad, tolerancia, entre otros) garantizando las relaciones
sociales en sus diferentes ámbitos. Bajo este concepto, la familia le corresponde transmitir
esta educación a las nuevas generaciones por medio del ejemplo y la instrucción a tiempo.
Muñoz, A (2011), de Usaquén Bogotá, en su escrito Inclusión educativa de personas con
discapacidad, describe la apertura y la preparación de los docentes para brindar una
atención adecuada a personas con discapacidad entre establecimientos educativos de
Bogotá de acuerdo con la normatividad existente. Las conclusiones arrojadas por este
estudio fueron que el tópico de la discapacidad es heterogéneo y esto se representa en la
apreciación diferencial de los docentes respecto a su preparación para atender diferentes
situaciones al tiempo. Hay pocos docentes preparados para atender la población con
discapacidad y ello incide en la calidad con la que se da la inclusión escolar. Aunque las
políticas públicas nacionales evidencian una evolución en la terminología sobre
discapacidad y aunque ellas muestran un apoyo al tema en los ámbitos nacional e
internacional, todavía existen vacíos para incluir a esta población.

Existe una ausencia de formación pedagógica y metodológica que permita responder


adecuadamente a las necesidades diversas de los estudiantes, el proceso de flexibilización
curricular, consistente en analizar el currículo para ajustarlo y crear condiciones en el aula,
se debilita o fracciona dando lugar a un proceso de integración más que de inclusión. En
esta medida es fundamental señalar que no se puede avanzar en este plano sin mejorar cada
uno de los elementos que constituyen una educación inclusiva.

Al integrar este trabajo con la responsabilidad del tutor o padre de familia, se observa una
interrupción en los procesos debido a la falta de información alineada a una sola visión en
conjunto, los avances se hacen cada vez mas lentos, cuando no existe una comunicación
fluida y una preparación de las partes en cuanto a contenidos curriculares, objetivos y metas
educativas con cada estudiante. En ocasiones los aprendizajes dados en casa se olvidan o se
cambian al llegar a la institución y viceversa, por la ausencia de un plan unificado de
trabajo, que lleve un mutuo esfuerzo.
La presencia de los padres en las decisiones educativas que tienen que ver con sus hijos
habitualmente está garantizada, pero se aprecia una falta real de participación (Comellas,
2009) al no estar claramente definido el papel que deben desempeñar. Es frecuente que los
padres sean solamente receptores de información y participen ocasional y puntalmente.
Existen variables que ayudan o dificultan la participación como son, entre otras: las
políticas, las creencias de las familias, las creencias del profesorado, la percepción del
profesorado (sobre las familias, la educación y la escuela), los programas, la cultura, el
liderazgo, el interés, factores sociales, barreras de comunicación o experiencias negativas.
Todas ellas se deben tener presentes en las propuestas de participación, colaboración e
implicación de los padres en la vida del centro. La participación puede ser individual,
principalmente asistiendo a reuniones y tutorías; y colectiva, a través de Asociaciones de
Padres, en Escuelas de Padres, en la formación de los profesores o en apoyo de diversos
entes que dan respuesta a algunas de las necesidades de las familias, tanto información,
como formación; son un nexo entre las familias y el centro educativo y participan también
en actividades extracurriculares, si bien esta participación de la familia tiene en ocasiones
poca repercusión.

Para alcanzar una educación de calidad y formar a ciudadanos comprometidos del siglo
XXI, es necesaria la participación de profesorado, alumnado, familias y comunidad. La
legislación a nivel internacional y nacional sostiene que atender las necesidades educativas
especiales de aquellos alumnos que las presentan, desde el prisma de la educación
inclusiva, es obligación de toda la comunidad educativa, siendo la participación de los
padres esencial a lo largo de todo el proceso de detección, identificación, evaluación y
respuesta educativa a este alumnado.

En las leyes educativas se observa un incremento de la presencia de las familias, lo que


comporta una mayor participación, reconociéndose este derecho, aunque se ha observado
que la participación sigue siendo todavía baja. Les corresponde a las familias participar en
la elaboración y revisión del Proyecto Educativo, documento clave en los centros
educativos fundamentado en el principio de no discriminación e inclusión, que recoge: las
características del entorno cultural y social del centro, los valores, los objetivos y las
prioridades de actuación y la respuesta educativa de calidad para todos.

En conclusión, existen trabajos que establecen que cuando concurre una relación padres
escuela y existe una participación de la familia en la vida escolar, ambos hechos son
fundamentales en: la mejora del rendimiento académico del alumnado; una mayor
autoestima en los niños; se desarrollan actitudes y comportamientos positivos y se mejora
también la calidad de las relaciones interpersonales padres-hijos; se generan actitudes
positivas hacia la escuela; y el centro mejora su calidad educativa (Verdugo y Rodríguez-
Aguilella, 2009). Redding (2000) subraya que cuando las familias se relacionan entre sí, el
capital social se incrementa y los niños reciben la atención de un número mayor de adultos
y los padres comparten pautas, normas y experiencias educativas.

En las Comunidades de Aprendizaje todos participan para que se cumpla el sueño, lo que
hace que cada vez más las familias y la comunidad dialoguen más y mejor con la escuela.
La comunicación escuela-familia se ha basado en actos comunicativos de poder. Sin
embargo, todos deben participar de forma espontánea. En el proceso se ha observado que
es necesaria y muy importante la formación en las Comunidades de Aprendizaje, pues
surge de las necesidades de las familias y miembros de la comunidad que participan en el
crecimiento de sus hijos, dando como resultado mayor implicación y compromiso de todos.
(Calvo & Verdugo, 2016)

Tanto a nivel nacional como internacional, la participación de los padres es considerada


como un aspecto clave en la calidad educativa. Se debe definir y poner en marcha los
mecanismos que favorezcan la participación no sólo de los padres sino de todos los agentes
implicados en el proceso de inclusión. (Calvo & Verdugo, 2016)
REFERENCIAS

Cedeño, F. (2006). Congreso Internacional de Discapacidad Medellín. Consultado el


24/04/14 en: http://. www.mineducacion.gov.co

Calvo & Verdugo (2016). La participación es un requisito para una escuela inclusiva.
Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 2016, 10(1), 99-113

Comellas, M. J. (2009). Familia y escuela: compartir la educación. Barcelona: Grao.

Gómez Hurtado, I. (2012). Dirección escolar y atención a la diversidad: rutas para el desarrollo de
una escuela para todos. Tesis doctoral. Universidad de Huelva, España. En:
http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/5435/
Direccion_escolar_y_atencion_a_la_diversidad.pdf?sequence=2 (Recuperado el 12 de agosto de
2014)

Serrano, C. y Camargo, D. (2010). Políticas de inclusión educativa del discapacitado.


Barreras y facilitadores para su implementación: Bucaramanga. Rev. Fac. Nac. Salud
Pública 2011; 29(3), 289-298.

Unesco. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del Futuro. Madrid:
Santillana.

Verdugo, M. A. y Rodríguez-Aguilella, A. (2011). Guía F. Guía de intervención y apoyo a


las familias de personas con discapacidad. Sevilla: Junta de Andalucía.

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