Migracion Actual y Efectos Secundarios
Migracion Actual y Efectos Secundarios
Migracion Actual y Efectos Secundarios
En muchas comunidades de México, por ejemplo, es común que ante la partida del esposo a
Estados Unidos la mujer se vaya a vivir con la familia paterna, lo cual da origen a una nueva
composición al interior de la misma. En los casos en que la mujer del migrante permanece en casa
a cargo de los hijos, ella asume de facto la jefatura del hogar con todas las responsabilidades que
ello implica. Cuando ambos padres han migrado, los hijos se quedan a cargo de los abuelos
maternos o paternos, con tías o tíos, y hasta con sus hermanos o hermanas mayores, dando lugar
a una diversidad de arreglos residenciales. No está del todo claro, sin embargo, en qué medida los
cambios observados en el tamaño y composición de los hogares vinculados con la migración son
permanentes o transitorios. En algunos casos, puede tratarse de reacomodos temporales, ya sea
porque los miembros establezcan un proceso de reagrupación familiar en la sociedad de destino, o
bien porque el migrante retorna tras cumplir sus objetivos económicos. En otros casos, la
reagrupación jamás se completa y se mantiene la separación geográfi ca de los miembros durante
largos periodos. Asimismo, como consecuencia de la migración internacional, cada vez son más
frecuentes los hogares en que los miembros viven en al menos dos países distintos. Ello ha dado
origen a un nuevo tipo de arreglo denominado “familias transnacionales”. Se trata de unidades
familiares cuyos miembros viven una parte o la mayor parte del tiempo separados los unos de los
otros, siendo capaces de crear vínculos que permiten que sus miembros se sientan parte de una
unidad y perciban su bienestar desde una dimensión colectiva, a pesar de la distancia física. De ese
modo, las familias se conciben a partir de sus dinámicas de negociación y reconfi guración
constante, y de su capacidad de adaptación a través del tiempo y del espacio. Según datos del
último censo de población, cerca de dos por ciento de los hogares censales en México tenía al
menos un familiar residiendo en Estados Unidos. A manera de resumen, puede decirse que, tanto
por el sentido que dan al crecimiento de una población, como por su efecto en la estructura por
edad y por la recomposición de los hogares, las migraciones resultan un factor fundamental para
comprender la dinámica poblacional a cualquier escala: nacional, regional, estatal o local. Su
conocimiento es básico para establecer el aporte de esta variable al crecimiento y redistribución
espacial de la población, y resulta a su vez indispensable para la preparación de las proyecciones
de población y para la elaboración, ejecución y evaluación de los programas y proyectos de
desarrollo. Efectos económicos Remesas Desde la perspectiva optimista, se ha señalado que uno
de los benefi cios más directos de la migración internacional para los países de origen son las
remesas. Sus magnitudes absolutas y relativas pueden alcanzar dimensiones muy signifi cativas en
algunas economías nacionales. De acuerdo con un informe divulgado por el Fondo Multilateral de
Inversiones (FOMIN), organismo dependiente del BID, en 2010, México se ubicó como principal
receptor de remesas en América Latina y el Caribe, con 21 mil 271 millones de dólares, una cifra
ligeramente superior a los 21 mil 132 millones de dólares de 2009. De acuerdo con datos del
Banco de México, las remesas constituyen uno de los principales rubros en el renglón de las
transferencias corrientes de la Balanza de Pagos y fungen como una inyección de recursos a la
economía nacional. Actualmente, representan 2.1 por ciento del PIB nacional. Su monto supera los
ingresos provenientes del turismo e inversión extranjera directa y desde 2008 ocupan el segundo
lugar como fuente de divisas en el país, después de los ingresos generados por las exportaciones
de petróleo. Si bien las remesas constituyen un ingreso de considerable importancia para el país,
su impacto económico se expresa eminentemente en el plano regional, estatal y local. Las
estimaciones del Banco de México señalan que, en 2010, tres estados del centro-occidente, que
pertenecen a la región tradicionalmente expulsora de población a Estados Unidos, concentran
cerca del 30 por ciento del total de las remesas que entraron al país: Michoacán, Jalisco y
Guanajuato. Estas entidades recibieron montos cercanos a los dos mil millones de dólares cada
una. Cabe resaltar también que el fl ujo de remesas hacia algunas entidades del centro (Distrito
Federal, Estado de México y Puebla) y del sur-sureste (Chiapas y Oaxaca) se ha incrementado
signifi cativamente en los últimos años, lo cual ha generado una redistribución del fl ujo total de
remesas hacia otras comunidades y regiones del país. Los estados de Baja California Sur,
Campeche y Quintana Roo son los que en menor medida se benefi cian con dichos recursos. Por
otra parte, la información proveniente de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares
(ENIGH) indica que el número de hogares receptores de remesas se incrementó en todos los
estados de la República Mexicana, al pasar de 1.3 millones de hogares en 2000 a 1.9 millones en
2006. En términos relativos, los hogares perceptores de remesas pasaron de representar 5.3 por
ciento del total de hogares en el país a 7 por ciento en el mismo periodo. No obstante, entre 2008
y 2010 se registró una reducción, tanto en el número como en la proporción de los hogares
receptores, disminuyendo de 1.6 millones en 200812 a 1.4 millones en 2010, que en términos
relativos representan 5.9 y 4.7 por ciento del total de hogares, respectivamente. Para tener una
idea de la importancia de las remesas en los hogares perceptores, conviene señalar que dichos
ingresos constituyen un recurso económico fundamental para el sostenimiento de sus miembros.
Muchos de estos hogares correrían el riesgo de caer en situación de pobreza si no contaran con
estos recursos, los cuales se destinan principalmente a la satisfacción de necesidades básicas
(alimentación, vestido, calzado, etc.) y otros tipos de consumo doméstico, incluyendo, en
ocasiones, aquellos gastos que en realidad son inversiones en capital humano (educación, salud,
etc.) e infraestructura (compra, mejora, ampliación o construcción de la vivienda). Según datos de
la ENIGH, en 2010, el ingreso promedio mensual por remesas en los hogares receptores fue de 2
235 pesos, cifra que representa alrededor del 35 por ciento del ingreso corriente monetario y 27
por ciento del ingreso corriente total de los hogares receptores. Las remesas son especialmente
importantes en los hogares rurales, ya que en muchos de ellos constituyen su única fuente de
ingresos. En este tipo de localidades el ingreso promedio mensual por remesas por hogar fue de
cerca de 2 mil pesos, mismos que representan alrededor de 40 por ciento del ingreso corriente
monetario y 30 por ciento del ingreso corriente total de los hogares al mes. En tanto que en los
hogares no rurales, dicho ingreso es cercano a 2 mil 500 pesos, situando la importancia relativa de
las remesas en 33 por ciento del ingreso corriente monetario y 25 por ciento del ingreso corriente
total de los hogares. Asimismo, algunos estudios realizados en comunidades de fuerte intensidad
migratoria internacional han mostrado que las remesas contribuyen a la formación de
microempresas e impulsan una amplia variedad de actividades productivas y, por ende, abonan al
desarrollo en los lugares de origen. 12 Véase Galindo, Carlos y Paula Leite (2011), Caleidoscopio de
las remesas en México y en el mundo, Consejo Nacional de Población, México, 195 pp. Dado lo
anterior, desde la sociedad civil e instancias gubernamentales se ha hecho énfasis en la necesidad
de generar políticas públicas y acciones que, a partir de las remesas, potencien el desarrollo
económico de las comunidades de origen. Tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales
han buscado acercarse cada vez más a la población mexicana residente en Estados Unidos, así
como a las asociaciones y/o clubes de migrantes para fomentar su participación en proyectos
productivos y de generación de infraestructura.13 Efectos sociales Pérdida de fuerza laboral La
migración de personas entre países provoca pérdida de mano de obra al país emisor y ganancias
de mano de obra al receptor. Desde esta óptica, la redistribución poblacional redundaría en
pérdidas de capital humano en las comunidades expulsoras, independientemente de si se trata de
mano de obra no califi cada o de trabajadores califi cados. Cuando la migración es muy signifi
cativa, la pérdida de población puede mermar el potencial productivo de las comunidades de
origen, ya que su salida, temporal o defi nitiva, genera escasez de fuerza de trabajo en ciertos
sectores o industrias específi cas y, por ende, tiende a desincentivar el crecimiento económico. A
este respecto, el problema radica en que generalmente las personas más jóvenes y capacitadas
son las que emigran en busca de mejores oportunidades laborales o una mejor remuneración.
Desde el punto de vista económico, el costo de pérdida de mano de obra se manifi esta, tanto en
la pérdida de producción que la misma podría generar en el mercado de trabajo nacional, como en
la ausencia de recuperación de la inversión pública que representó la formación del migrante, a
nivel educativo, de salud, etc. De ahí que algunos organismos internacionales hayan hecho
recomendaciones en torno a la necesidad de incentivar la inversión productiva en las comunidades
expulsoras,
con la fi nalidad de reducir el volumen de mano de obra redundante que los mercados de trabajo
regionales no pueden absorber. Las diferencias en oportunidades laborales y las enormes brechas
salariales entre los países emisores y receptores constituyen algunas de las principales causas de la
migración, pero especialmente de la califi cada. La expedición de becas para cursar estudios en el
extranjero también actúa como imán para la emigración. De hecho, se sabe que muchos de los
estudiantes una vez que terminan sus estudios no retornan a sus lugares de origen. La migración
de mano de obra califi cada tiene un alto costo para el desarrollo de los países emisores y su
pérdida repercute en sus sociedades de origen. Para que estos países puedan aprovechar su
potencial e incorporar esta mano de obra califi cada a las tareas del desarrollo nacional y regional,
es necesario reconocer la existencia de una emigración compuesta cada vez más de población con
elevados niveles de escolaridad y con entrenamiento especial, e impulsar políticas públicas tanto
para retenerla, como para estimular su retorno y aprovecharla en el mercado nacional. En el caso
de México, si bien es cierto que las personas que participan en los fl ujos migratorios que se
dirigen a Estados Unidos presentan bajos niveles educativos, sobre todo cuando se les compara
con los registrados por los inmigrantes residentes en ese país, también es cierto que éstos
registran un promedio de escolaridad superior a la población mexicana no migrante. Además,
debe considerarse que muchos de ellos logran concluir una carrera profesional en el país vecino,
sobre todo aquellos que migran durante la infancia o adolescencia. Un estudio realizado por el
CONAPO revela que la población migrante mexicana con escolaridad profesional y posgrado casi
cuadruplicó su volumen, al pasar de poco más de 114 mil en 1990 a cerca de 443 mil personas en
2005, registrando una tasa de crecimiento anual de 9.4 por ciento en dicho periodo.14 En la
actualidad, según datos de la CPS de 2010, la población califi cada mexicana residente en Estados
Unidos concentra casi uno por ciento de la población califi cada total (alrededor de 700 mil
personas) y poco más de siete por ciento de la población inmigrante califi cada en ese país. Sin
duda la emigración de profesionales mexicanos al país vecino del norte es un tema que debe ser
posicionado en la agenda académica y política de México. 14 Véase CONAPO, “La migración califi
cada de mexicanos a Estados Unidos”, en Boletín sobre migración internacional, año X, Núm. 22,
2007, pp. 1-20. Efectos de la migración internacional en los lugares de destino Los efectos de la
migración internacional en los países de destino dependen de una amplia variedad de factores,
entre los que destacan la magnitud de los fl ujos migratorios, sus modalidades y las características
sociodemográfi cas y económicas de las personas que los conforman, la duración de la estancia, y
su integración a la sociedad de llegada, entre otros. Efectos demográfi cos Efectos en la estructura
por edad y sexo de la población Anteriormente se señalaron algunos de los posibles efectos, tanto
positivos como negativos, de la migración en el crecimiento demográfi co, intensifi cándolo, no
sólo con la llegada de los propios inmigrantes, sino también indirectamente, mediante sus
repercusiones en otros de los componentes del cambio demográfi co, como la fecundidad. Como
factor demográfi co, la migración también tiene un efecto en la estructura por edad y sexo de la
población, dependiendo de si se trata de efectos a corto, mediano o largo plazo. A corto y
mediano plazo, la inmigración tiene un efecto rejuvenecedor y permite que la tasa de
envejecimiento descienda, pero a largo plazo los efectos son más moderados, debido a que los
inmigrantes también envejecen y el efecto rejuvenecedor dependerá de la llegada de inmigrantes
jóvenes, y de la fecundidad de los mismos.