Mvdo 2010

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 17

IV ENCUENTRO-TALLER DE DOCENTES E INVESTIGADORES EN HISTORIA

DEL DISEÑO, LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD


Facultad de Arquitectura, Universidad de la República.

Ponencia

LA DIÁSPORA ARGENTINA Y LA (HISTORIA DE LA)


ARQUITECTURA MODERNA EN LOS SETENTAS

Silvio PLOTQUIN
UTDT, Buenos Aires splotquin@utdt.edu

Arquitecto UBA 1989. Actualmente ejerce la profesión en el estudio MSGSSS en Buenos Aires
Ha cursado la Maestría Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad, UTDT (2005-2008)
Docente de Historia de la Arquitectura Moderna I y Estética y Teoría de la Arquitectura en la carrera
de Arquitectura de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires (UTDT).
IV ENCUENTRO-TALLER DE DOCENTES E INVESTIGADORES EN HISTORIA DEL
DISEÑO, LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD

Facultad de Arquitectura, Universidad de la República.

Título de la Ponencia:
La diáspora argentina y la (Historia de la) Arquitectura Moderna en los setentas
Silvio PLOTQUIN
UTDT, Buenos Aires

Entre 1960 y 1980 un cierto número de arquitectos argentinos en el exterior constituyó parte
del núcleo de debates en torno a la cuestión moderna. Junto a Eisenman y al crítico Kenneth
Frampton en New York, Gandelsonas y Agrest, Ambasz, Machado y Silvetti, pensaron,
dibujaron y escribieron activamente. Descontando el vínculo entre el británico y Tomas
Maldonado, se propone de interés relevar el aporte crítico y proyectual de estos arquitectos
al estado de la cuestión.

Comenzando por el marco internacional, en este trabajo nos proponemos recomponer las
diferentes miradas que abordaron el tema de la continuidad del proyecto moderno o de su
proclamado fracaso y consecuente retorno a las formas del pasado premoderno.
Del lado de la apuesta de su continuidad se trabajará sobre el registro optimista que
manifiesta Frampton y los posibles efectos de esta influencia positiva en el grupo de la
Oppositions. Se pasará revista a la especificidad intensa que deviene de la búsqueda de
una nueva estructura teórica que superase la tensión superflua entre moderno o “post”-
moderno. Se analizarán nuevas sedes de producción de una arquitectura Moderna: los
Estados Unidos y la irradiación en el Sur de dichas producciones.
En el marco local, las múltiples relaciones que los arquitectos mencionados entablaron con
los pares argentinos debería a su vez manifestarse en los trabajos, las discusiones y las
propuestas en los ámbitos profesionales de Buenos Aires. Tal debería ser el caso de La
Escuelita entre 1976 y 1983 cuyos aportes serán puestos en relación a ese derrotero y al de
la notable producción historiográfica que el período inspiró en los últimos tiempos.

Se pretende vincular antecedentes y consecuencias: el fermento local y su implantación en


el medio meridional sin solución de continuidad. Se trabajará sobre ciertos artículos y a partir
de sus represiones, trazar el mapa de la “influencia” argentina en la escritura reciente de la
historia de la Arquitectura.
LA DIÁSPORA ARGENTINA Y LA (HISTORIA DE LA) ARQUITECTURA MODERNA EN
LOS SETENTAS.
Silvio PLOTQUIN, UTDT

GOLPE DE TIMÓN
En ocasión de la aparición de su trabajo –“Labour, Work and Architecture” (2002)1 Stan Allen
y Hal Foster publicaron en October2 una de las publicaciones del IAUS, en el número de la
primavera del año siguiente, un extenso reportaje a Kenneth Frampton. En los fragmentos
iniciales dedicados a la genealogía de las ideas del británico, el momento de su traslado a
los Estados Unidos, entre Princeton y Columbia queda retratado como un crisol crucial. Se
percibía ampliamente que el final de los 1960s representó un pico de actividad en los
Estados Unidos, en términos de expansión del debate de teoría arquitectónica.3

De su estadía inicial en Princeton hacia 1965, Frampton subraya la presencia de alto perfil
de Tomás Maldonado, dada la relevancia de su rol en Ulm. El vínculo entre ambos se había
manifestado en la fuerte influencia ideológica y literaria: Marcusse, Arendt. Otro Geddes,
Robert, entonces deán de Princeton, había invitado a Maldonado a instancia de Ambasz.
Joven e influyente sin lugar a dudas, a mediados de los sesentas Ambasz no ha superado
los treinta años. Sin embargo, no sólo era destacado ex alumno y actual profesor: a partir de
1968 será Fellow y luego curador asociado de la sección de Diseño del MoMA y cumplirá
allí, a su vez, una actividad de perfil altísimo. Frampton identifica en primer lugar a Ambasz
como estudiante “suyo” y como uno de los “discípulos de Amancio Williams”. Debe
vinculárselo allí al proyecto de un departamento de diseño. Los sesentas y los setentas
significaron una explosión de movimientos extremos que cuestionaban al diseño en relación
a un rango extenso de desarrollos sociales e ideológicos. Una exposición de diseño italiano
en el MoMA desplegó el trabajo de una generación de diseñadores italianos que, en las
palabras de Ambasz en la solapa del catálogo de esa muestra, "despairing of effecting social
change through design, regard their task as essentially a political one”.4
Con su traslado a Columbia y en ocasión de la creación del Institute of Architecture and
Urban Studies (IAUS) en 1967, Frampton señala allí a la camarilla sui generis en torno a la
figura carismática de Eisenman. Vinculado en sus comienzos a la cooperativa de Gropius,
TAC, su carrera neoyorquina comienza asociado a Michael Graves, para responder a un
encargo del MoMA, el Manhattan Waterfront, precisamente entre 1963 y 1967. Un año
antes, con la publicación bajo el sello impresor del New York Museum of Modern Art de
“Complejidad y Contradicción en la Arquitectura” de Robert Venturi (a la sazón profesor en
Pennsylvania desde 1957), Phillip Johnson había vuelto a encender y encausar el debate
teorético y crítico en torno a la arquitectura del Estilo Internacional y a la historia del
arquitectura en sede norteamericana. Según el espectro teorético de Venturi “…they were
interested in a more complex, historical and cultural architecture which was based on the
richness and ambiguity of modern experience”5

En 1969, Arthur Drexler había invitado a exhibir en el MoMA los trabajos de cinco de los
arquitectos participantes del CASE, (Conference of Architecture and Studies for Environment
fundado en 1964) entre ellos su artífice Eisenman, en la exposición bautizada ‘The New
York Five’. En 1972 da a entidad al grupo la edición del catálogo de la muestra. Esta edición
exitosa, incluirá una Presentación Kenneth Frampton, presentación; un prefacio del propio
Drexler; otra introducción de Colin Rowe, que había sido mentor de Eisenman y Philip
Johnson escribe allí una “postdata”a a la primera edición. En 1973 desde Pensilvania, la
Architectural Forum publica cinco ensayos críticos sobre los trabajos de este grupo bajo el
título “Five on Five” firmados por Stern, Moore, Giurgola y Alan Greenberg. En principio
arquitectos sesgados por las ideas de Venturi, quienes sin embargo habían estado
vinculados al IAUS. En una operación, en parte, alentada por los propios Eisenman y
Graves, su efecto supuestamente era intensificar la cristalización de la identidad del grupo
reciente. La consecuencia de esta respuesta fue la creación de uno de los periódicos del
IAUS, Oppositions congregando alrededor de Eisenman su editor, al propio Frampton, a
Vidler (discípulo de Eisenman) y a Gandelsonas, editorialistas del primer número. Como da
cuenta Frampton6, el discurso teorético en arquitectura languidecía detrás de otros
paradigmas hasta los últimos sesentas. Esta falta de teoría tanto como el perfil profesionista
de la educación contemporánea, determinó que la Arquitectura no fuera vista como la
disciplina cultural e intelectual tal cual quedará caracterizada en los debates de las
vanguardias de entreguerras. Este clima como ser verá en el testimonio de los argentinos7
era por demás generalizado. Con el propósito de revitalizar el diálogo, el conjunto de
operaciones editoriales descritas que determinan la concentración de discursos en torno a
Oppositions, resultó crucial y oportuno.
Gandelsonas y Agrest nucleados en el IAUS por Eisenman, habían participado de los
seminarios de Semiótica de Barthes. Era el ambiente político e intelectual montado en torno
al periódico de Tel Quel8 en el París precipitador de 1968. Este sesgo será fundamental para
el derrotero de las ideas de Eisenman, de Chomsky a Derrida –relación que la historiografía
de la Teoría de la estética y de la Arquitectura señala de manera especial y a la que el
norteamericano fue introducido por su relación con los argentinos9. Parte de la misma
historia, puede ser completada según el testimonio ocasional de Gandelsonas10. Entre 1973
y 1976, Agrest que se encuentra dando clases en Princeton, decide arriesgar y promover
una serie de conferencias magistrales organizada temáticamente “Practice, Theory and
Politics in Architecture” con ponencias del propio Gandelsonas, de Silvetti, de Koolhaas y del
mismo Tafuri, un desconocido para la audiencia norteamericana de iniciados. Su disertación
en italiano y prácticamente sin proyección de imágenes, denominada entonces “A Theory of
Criticism” y publicada en su versión definitiva como “L’Architecture Dans le Boudoir”, produjo
hechos significativos: la mención de la obra de Rossi y de Aymonino por primera vez en ese
claustro, el vínculo decisivo entre Tafuri, Frampton y Eisenman, y la publicación de la
conferencia en Oppositions. Es de destacar que la obra de Rossi, “L’Architettura de la Cittá”
apenas empezó a circular a partir del interés suscitado desde entonces, a pesar de ser
contemporánea de la de Venturi, de rápida difusión y la citada influencia. La lujosa edición
del MIT que incluye textos preliminares de Eisenman y una traducción al inglés por Diane
Ghirardo y Joan Ockman, es de 1984.

En una entrevista múltiple reciente publicada por Harvard realizada al grupo numeroso de
arquitectos jóvenes argentinos radicados en los Estados Unidos de Norteamérica en medio
del alborotado “boom” neoliberal del menemismo y facilitado por éste11, resulta de rigor
comparar este amerizaje con aquél de más de treinta años atrás, precisamente el de Agrest,
Gandelsonas, Machado y Silvetti. Entre las diferencias los entrevistados destacan el énfasis
teorético, polémico y político de aquél grupo. Es decir su “engagement”.

En éste y en otros muchos aspectos, en lugar de transformar este paper en la historia de las
historias y los historiadores en torno a la paradigmática publicación del IAUS, por otra parte
largamente historiada (Watson, Hays12, Mallgrave13, Nesbitt14) será su materia, la historia del
ala de argentinos en torno a las reafirmaciones teoréticas y críticas en New York entre
finales de 1960 y 1980. Ni es argumento de este paper la precocidad de sus talentos o de
sus capacidades para entreverarse en el sitio adecuado en la oportunidad correcta.
Como ha sostenido J.F. Liernur recientemente en ocasión de una ponencia sobre el
proyecto y realización del Banco de Londres y América del Sur en 196615, Buenos Aires
habría plasmado entonces un contexto de desarrollo cultural, técnológico y arquitectónico de
excelencia sin precedentes, de los cuales la excelencia de la obra de SEPRA-TESTA daban
cuenta. Excelencia pero no excepcionalidad técnica y humana que este escrito quiere
extender a sus protagonistas.

Signados por el desplazamiento geográfico, habría que plantear a priori, los motivos de esa
diáspora y la constitución de esos motivos en el equipaje exportado y su asentamiento
entres dos metrópolis septentrionales, París y luego en la ciudad de New York. New York,
deberá consignarse, en aquél período signado, como recuerda Frampton, por la bancarrota
estatal, la profunda recesión económica, el largo divorcio entre la arquitectura de avanzada y
la verdadera industria de la construcción16. Es en este lapso que nos interesa que el MoMA
parece haber acuñado la expresión “paper architecture” para referirse a los ensayos gráficos
y escritos que se diversificaron, alentados por la situación y por los ámbitos de laboratorio
como los tres mencionados: el propio IAUS, Princeton y Columbia.

ARGENTINA SEMIÓTICA.
Deberá establecerse que el clima intelectual de Buenos Aires al cabo de los sesentas
vibraba en la tónica de las experiencias del pensamiento francés. No puede soslayarse que
los últimos cuatro años de esa década, J.C.Ongañía presidía de facto los destinos del país.
Años de vaciamiento, especialmente ensañados con la Universidad y la cultura. Años en
que la saña convivía y con la resistencia cultural. Conviene subrayar la expectativa que
suscitará el entorno de la publicación señera Tel Quel. En esos años, la publicación literaria
parisina, había virado ostensiblemente de su consuetudinaria posición apolìtica a una
militancia marxista revolucionaria sobre todo en un intento de manipular y canalizar las
expresiones anárquicas fermentadas con lo que se conoce como Mayo francés, en el 68.
En un libro de aparición reciente, Jorge Wolff17 da el panorama de lo que denomina
“telquelismo” es decir la influencia inmediata que los autores franceses agrupados en ese
periódico tienen al sur de América del Sur:
“…una capitalización oportunista de la insurrección estudiantil parisina por parte de
intelectuales “desbordados” cuyas teorías “monumentales” fueron sorprendidas por los
sucesos que no consiguieron anticipar, y que trataron de tomar en su propio provecho. El
texto empieza con una referencia al método del sociólogo Pierre Bourdieu, ilustre enemigo
de la “operación” y en particular de su guía, el escritor Philippe Sollers. La operación fue
inaugurada… con la publicación de la Teoría de Conjunto a fines del ’68, la antología-
manifiesto que mejor definió al “telquelismo” en una época en la cual empezó a ejercer gran
influencia intelectual, hasta la declinación de una cierta imagen del imperio maoísta a
mediados de los ‘70, basada en una supuesta práctica de “revolución cultural”. La antología
telqueliana era encabezada por Michel Foucault, Roland Barthes, Jacques Derrida y Julia
Kristeva, además de Sollers, su editor. “El de Tel Quel es tal vez el mejor ejemplo de un
grupo que fue catapultado a la fama por los acontecimientos de Mayo”…

A esta operación debe sumarse el furor que produjo la circulación de la obra temprana de
Saussure y de Pierce con la diseminación de sus teorías, ya Semiótica ya Semiología, y el
desplazamiento de la disciplina desde la sede crítica literaria hacia la arquitectura,
precisamente a partir de la vinculación de Oscar Masotta con César Janello. Barthes será de
enorme influencia en el grupo de arquitectos que se analiza; Kristeva es influyente sobre
todo en la biografía intelectual de Gandelsonas.18:
“Es en realidad desde afuera que se han provisto las herramientas y estrategias más
poderosas para la producción teorética dadas por el desplazamiento hacia la semiótica y los
trabajos de crítica literaria hacia la mitad de los sesentas y los primeros setentas –Roland
Barthes, Julia Kristeva, Jacques Derrida. Estos recursos han permitido la crítica tanto de una
arquitectura que tiende al formalismo y al fetichismo (a causa de la pérdida de la ciudad)
como de una arquitectura conservadora nostálgica del pasado (a causa de la pérdida de la
historia)”…

El grupo de arquitectos argentinos puede considerarse emigrados y asentados en la médula


de lo que familiarmente se conoce como las universidades del Ivy League. Rodolfo Machado
y Jorge Silvetti en la Harvard Graduate School of Design, Diana Agrest en la Cooper Union,
Mario Gandelsonas en Princeton. Debe mencionarse a Ambasz, Viñoly y Pelli en Yale entre
ellos. Todos egresaron de la Universidad de Buenos Aires en 1967 y muchos estudiaron
juntos, a su vez, en el Centre Recherche de Urbanisme a finales de los sesentas.
La inestabilidad de aquellos años en el país pudo haber determinado la decisión de una
estadía definitiva en el extranjero, pero no ha sido nunca su causa. La afinidad local con la
cultura y las ideas de la cultura francesa, el flamante golpe de timón norteamericano en el
campo de la especulación teorética permite hablar de una triangulación, caracterizada por el
flujo, el reflujo y el intercambio de personas e ideas. Fuertemente influidos por los teóricos
literarios franceses Lacan, Barthes y Bachelard esta termprana avanzada argentina puede
contarse entre los primeros en explorar las relaciones entre arquitectura y semiótica,
lingüística, estructuralismo y post-estructuralismo y han sido prolíficos autores y docentes.
Las biografías de Agrest y Gandelsonas publicadas en la edición de Vidler de 199519, dan
cuenta en ambos de la múltiple formación institucional de estos personajes: arte, música,
arquitectura y ciencias sociales.
Previo a su graduación, por ejemplo, Agrest había seguido estudios de teoría de la
información y de la comunicación en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de
Buenos Aires. Agrest se había acercado, entonces, junto a Gandelsonas, Doberti y Bonifacio
a César Janello y a su Centro de Altos Estudios de Superiores de Arte cofundado con
Masotta. En 1968, el año siguiente de su diploma, lo pasa en París, gracias a una pasantía
del Gobierno Francés realizando estudios en el Centre de Recherché Urbaine y en la misma
Ècole Pratique des Hautes Études en la que trabajara Saussure. En esa escuela, ese año y
el siguiente Agrest asiste al seminario de Roland Barthes que luego quedará plasmado en el
ejemplar S/Z.

Agrest dirá que después de su graduación se encontró a sí misma dentro del campo de la
teoría sin transiciones y sin proponérselo. Confrontar los modelos disponibles, el
metabolismo japonés, las experiencias del Archigram y Team X, exigiría de sí misma
encontrar respuestas propias. Summa publica en 1969 un artículo co-escrito con
Gandelsonas y Juan C.Indart lo que indica tanto su inclinación hacia la semiótica como a la
teoría del psicoanálisis, sobre todo de sesgo lacaniano. Indart había estado vinculado a
Masotta, Traversa, Steimberg y Verón con quienes funda la revista LENGUAjes, revista de
lingüística y semiología, pionera de la disciplina en América Latina. Indart fue profesor de
"Metodología de la Ciencia y la Investigación Social" y de "Semiótica arquitectónica", en
la Universidad de Buenos Aires y director del Centro de Comunicación Masiva, Arte y
Tecnología de la Municipalidad de Buenos Aires. Fue, además, presidente de la Escuela de
Orientación Lacaniana y de la Fundación del Campo Freudiano en Argentina.
En 1971 se encuentra Agrest ya en New York, gracias a la obtención de un Fondo de la
Universidad de Buenos Aires, para investigar la epistemología de los modelos de
planificación urbana. Queda vinculada a Princeton y al IAUS. En el primer número del
periódico Oppositions (1974), publica con Gandelsonas “Semiotics and Architecture:
ideological consumption or Theoretical work”.
En 1974, Agrest organiza el programa de conferencias “Practice, Theory and Politics” en
Princeton y da pie a los primeros contactos entre Tafuri y el IAUS. De ese mismo año es su
proverbial ponencia “Design vs. Non-Design”, con que describe el desarrollo de sus “lecturas
de la ciudad”, un modo de acercamiento a la producción formal que permitía eludir la brecha
entre teorìa y práctica. “En esta lectura se lleva a cabo una critica radical al sujeto
arquitectónico cambiando su posición y creando las condiciones para una articulación
distinta entre sujeto e historia. Arrancando de la ciudad como constante producción y
transformación de la forma, como forma abierta, como relación intertextual compleja por
fuera de los libros de arquitectura, la cuestión del estilo que encierra el discurso
arquitectónico para su sencilla consumación queda evitado desde el comienzo”
La firma Agrest-Gandelsonas se funda recién seis años después. Es notable que casi todos
los participantes del IAUS que se desarrollarán luego como “practitioners” no lo harán antes
de 1980

Mario Gandelsonas, había estado vinculado a OAM entre 1959 y 1961, sociedad de
arquitectos entre quienes se contó oportunamente el mismo Maldonado y a Bonet y que
tendió lazos importantes con referentes extranjeros como Max Bill. A su modo entre 1940 y
1950 la Argentina también pudo aportar en forma contemporánea al debate estético
internacional, como fue la pronta identificación con la vanguardia concretista. Los pasos de
Gandelsonas son idénticos a los de Agrest. A su regreso, entre 1969 y 1970 es adjunto en la
cátedra de Semiología en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires.
En 1970 Eisenman lo propone como Visiting Fellow del IAUS, instituto del que es miembro a
partir del año siguiente. En 1973 Gandelsonas le propondrá a Eisenman la fundación de
Oppositions junto a Frampton, en cuyo primer número editorializa y publica el artículo co-
escrito con Agrest, ya mencionado.

CRISOL NEOYORQUINO
La pregunta de este texto no es sin embargo aquella con la que Marina Waisman introduce
a estos cuatro arquitectos en Summarios 1320. Tampoco es pertinente aquí su intento de
responderla en esa publicación, todavía, en términos de cierta biunivocidad entre centralidad
y vanguardia. Se trata de descifrar el aporte de la presencia de ellos en ese contexto
precipitador que fue el IAUS en New York a finales de los años sesenta y durante toda la
década siguiente.
Para ello hay que empezar por recordar la operación iniciada en 1932 en MoMA y con el
bautismo de Philip Johnson, por la cual el debate de la arquitectura contemporánea migra
forzosamente hacia la metrópolis norteamericana en virtud del montaje del Estilo
Internacional21. Esta maniobra, finalmente recibiría la extremaunción del propio Johnson. Al
auspiciar con el sello editor del mismo MoMA la publicación en 1966, del libro de Venturi ya
mencionado22. Se habla de un período de escasas tres décadas que tienen la intensidad de
un ciclo entero que asiste a fenómenos sociales sin precedentes. Otra guerra mundial, una
consecuente Guerra “Fría”, dos guerras regionales, Corea y Vietnam ,y la malograda
alineación del globo en bloques coyunturales. Como ya se dijo, esta segunda movida
permite precipitar y revitalizar el debate teorético otra vez en sede norteamericana y no a
pesar de la plena declinación de la oferta laboral para la matrícula hacia el final de la era
Carter, sino, acaso, a causa de ello.

Por qué hallarse en los Estados Unidos a fines de los sesentas, lo describe Jorge Silvetti de
manera escueta pero conmovedora en su artículo Introducción de 197723

“…haber llegado a comprender gracias a los estudios iniciados por Machado en


París en 1967 y, más adelante, a nuestras incursiones teóricas de varias clases en Berkeley,
que tal tipo de trabajo (la reflexión y concientización teorética a través del texto icónico del
dibujo arquitectónico y la práctica del diseño) era posible, hizo que retomáramos con
fe…una práctica necesaria que había sido abandonada en Buenos Aires en la década del
60, como lo hicieron tantos otros de nuestra generación que erróneamente pensaban en la
imposibilidad de desarrollar ideas de utilidad cultural a través del diseño de arquitectura.”24

El mismo programa analítico “destructivo” en sus propias palabras, se había fijado Diana
Agrest25. De forma notable, esta paradoja de reflexión teorética mediante la práctica del
diseño queda expuesta de una manera superadora, heredera del sustento lingüístico y
semiológico de su discurso. Para Agrest la distinción de la definición en términos Vitruvianos
por la cual Teoría es toda la arquitectura menos su Construcción, caduca. Frente a su nueva
posición, la Teoría, el diseño y la construcción del objeto arquitectónico constituyen juntos
la Práctica de la Arquitectura. La práctica es significante y el contexto dentro del cual la
formalización y construcción del objeto arquitectónico cobran sentido. Tres son los
paradigmas o verdades que Agrest entiende deben desmontarse. La verdad de la
estructura, que desvaloriza el trabajo del arquitecto sobre la forma y tiende a presentar a la
forma como simple resultado tecnológico. La verdad de la función, que desvaloriza el trabajo
sobre los aspectos simbólicos de la forma arquitectónica y tiende a identificar a la forma
como inherente a la función. Por último la verdad expresiva estilística y proyectual que
desvaloriza el aspecto significante de la forma y quiere entender a la forma como inherente
a la expresividad subjetiva del “artista”.
Para Agrest la forma no sería antigua ni moderna sino que está fuera de esa contradicción
sostenida por el sistema en relación al progreso. Por último el proceso de diseño y
materialización del objeto arquitectónico consisten una lectura y transformación de la
construcción en un proceso histórico contra la posición antihistórica original de las
vanguardias de entreguerras, que argumentaron la posibilidad de un comienzo, de un nuevo
arranque.
Gandelsonas permite ubicar estas posiciones precedentes en el contexto de las discusiones
organizadas tal cual tuvieron lugar a partir del 1966 entre Pensilvania y New York.
En primera persona “Neofuncionalismo”26 da cuenta directa de las dos posiciones que
identifica como neorracionalismo y neorrealismo. Con el primer rótulo circunscribe las
prácticas de cierta arquitectura autónoma en tanto trans o metahistórica. En el segundo
caso, las prácticas que acentúan los aspectos característicos del presente y los fenómenos
históricos que ocurren en tiempo actual, son inherentes a él y lo representan. Ambas
posiciones (y por eso el sufijo “neo”) arrancan de fundamentos que ya se encontraban
presentes de los dos postulados del funcionalismo que enarbolaron las vanguardias de
entreguerras: realismo y racionalismo. La crítica al funcionalismo de Gandelsonas radica en
la negación por parte de esta arquitectura del significado y del aspecto simbólico de las
formas arquitectónicas. Existe una necesidad de reintegrar las prácticas arquitectónicas de
1920 y de 1960 involucrando el desarrollo de la dimensión simbólica de la forma y la
introducción de la cuestión de significado en el proceso de producción del objeto de diseño.
En definitiva una tercera posición, puesto que -como bien lo plantea Frampton en su
entrevista27- de lo que se trataba era de encontrar una salida al dilema del descarte o de la
necia continuidad de la arquitectura del Estilo Internacional.

Kate Nesbitt en el prefacio de su “Theorizing A New Agenda For Architecture: An Anthology


Of Architectural Theory 1965 – 1995”28 resume de manera apropiada los nuevos paradigmas
de la discusión arquitectónica. La búsqueda de la especificidad arquitectónica teorética y
práctica, fue permeable sin embargo a la influencia de paradigmas extra-disciplinarios de la
crítica lingüística francesa, la semiótica y el estructuralismo, las teorías de la comunicación y
la fenomenología, el marxismo italiano y la Escuela de Frankfurt. La rápida operación
mediática que el IAUS había producido el consiguiente asentamiento del debate teórico en
el este norteamericano. La misión del conjunto de ediciones periódicas del Institute: Skyline,
Oppositions, October fue en parte la introducción de teóricos europeos con cuyas
instituciones, como el Instituto Universitario de Architettura Veneciano, no tenían conexión
oficial, pero infinitos puntos en común. En parte a su vez, la misión de IAUS fue la definición
del perfil de un arquitecto editor, docente, profesionista, políticamente comprometido y
activo.
Cierto es que hasta 1973 cuando prosperan estas iniciativas los encargos reales escasean y
se había estancado o sencillamente desaparecido el interés político y privado por la reforma
implícita en la arquitectura funcionalista y los modelos de la arquitectura del Estilo
internacional. Las críticas encaradas desde Pensilvania y New York, intentaron reemplazar
el positivismo científico y reductor de la arquitectura moderna. Robert Venturi, Michael
Graves y Charles Jencks, suprimían la experiencia moderna y fomentaban el uso libre de las
formas de la historia de la arquitectura, del barroco italiano y del Beaux Arts, en lo que por
fin, volverán a llamar “eclecticismo”29. El acercamiento de los estudios de arquitectura a los
nuevos capitales corporativos en el marco de una economía neoconservadora, requirió y
alentó el uso de este repertorio. El mayor achaque a las vanguardias era, precisamente, la
ausencia de “carácter” o decoro de las obras modernas. Significado que sólo las
significativas formas de la historia podrían devolver a la Arquitectura30. La traducción al
inglés de la temprana obra de Saussure y Pierce en 1959, determinó en parte el sesgo de
las críticas a la arquitectura moderna desde los paradigmas de las teorías del consumo, de
la comunicación y del lenguaje, desde las teorías de producción del significado y de las
formas.

La constitución de dos costados del debate y de los intereses que enmascaran, queda
expuesta en forma lúcida en el extenso artículo de Mary McLeod31:
“What both the activists of the 1960s and the first postmodern critics of the early
1970s were reacting to was, in fact, the evolution of modernism in the postwar decades into
a routinized corporate modernism that seemed headed in two equally unpromising directions:
the expressionistic excesses of a Stone or a Saarinen, on the one hand, and the "scientific"
determinism epitomized by the researches of Christopher Alexander or the technological
fantasies of Archigram, on the other…”
“Numerous International Style skyscrapers were built in the 1950s and 1960s, when
the economy was booming and, not coincidentally, when modernism had its first real
opportunity to manifest itself in the United States (the Depression and World War II had
severely limited private construction)”
“The dismal economy not only permitted theoretical speculation, but also further
fueled perceptions of the architect's diminished social role. The result, all too familiar today,
was a return to the concept of architecture as art. Architecture's value no longer lay in its
redemptive social power, its transformation of productive processes, but rather in its
communicative power as a cultural object.”
“To critics of the traditional Left, most notably Tomas Maldonado, Kenneth Frampton,
and Martin Pawley, the rejection of social engagement represented an abdication of the
architect's responsibility. They criticized the split between form and social institutions as
invalid and argued that a rigorous structural rationalism and functionalism were still essential
to answering the mass's needs in an age of late capital.”

Es decir que el “compromise” de la arquitectura moderna de entreguerras no solo no estaba


cumplido sino que debería ser reforzado si el caso fuera poder ser cumplido. En este sentido
la continuidad de un proyecto moderno sensible a las demandas de las masas y dispuestos
a responder a esa demanda, constituía la trinchera de esto que los norteamericanos llaman
en ingles “lefties”. Para los críticos de la arquitectura moderna, era precisamente la
imposibilidad de ser cumplido tanto como la insistencia en su cumplimiento lo que había
convertido a tal cultura arquitectónica en fracaso y alienación.

Para Hal Foster32, ya en la cultura neoconservadora posterior a la crisis del 73, la


modernidad es vista como estéril, infantil y destructora de valores “verdaderos”. En los
Estados Unidos una primera actitud superadora de esta crisis de modernidad es recuperar
los valores “históricos” tanto de las culturas sociales en general como de la cultura
arquitectónica en particular. La posición es terapéutica en sus intenciones pero cosmética en
sus soluciones. La adopción de formas y clisés historicistas en el fondo niegan la
experiencia no solo moderna sino premoderna, en parte porque estos mismos períodos
negaron toda conexión con la “historia”:
“This again is a reactive reading of modernism: its ruptures were posed against
historicism, not history in order to transform the past in the present, not to foreclose it. But
the disruptions of the modern are real enough, and indeed the rhetorical urgency of
contextualism owes much to the catastrophe of modern architectural utopias.”33

HACIENDO ESCUELA: LA ESCUELITA DE BUENOS AIRES


Fundada en 1976 y activa hasta 1983, La Escuelita de Buenos Aires queda traslapada a
prácticamente los últimos seis años de vida del IAUS, cerrado entones en 1984. Suele
entenderse a La Escuelita como un episodio excepcional y original. Podría pensárselo
dentro de la irradiación de los eventos y el pensamiento de IAUS, una institución montado y
diseñado parar irradiarse. El magnetismo invertido según el cual Diana Agrest tiende los
arcos de fuerza entre Tafuri y Princeton influye de modo que acerca para siempre a la
institución neoyorkina con el Instituto Universitario di Architettura di Venezia.
La Escuelita concebida por Tony Díaz y Rafael Viñoly en 1976 era una suerte de programa
de estudios para graduados o posgraduados. Sus creadores aspiraron en sus comienzos al
patronazgo de la UIA pretendiendo incluso alojarse en las instalaciones de la torre que el
estudio MPSGSSV construyera en la zona de Retiro. Es notable la iniciativa de vincular la
flamante formación con el ámbito industrial y no el académico. Una segunda iniciativa
vincula a La Escuelita con las instalaciones del CAYC, centro dedicado a la cura y difusión
de arte, arquitectura y diseño actual argentino e internacional. La Escuelita congregó a
arquitectos y arquitectos historiadores, el mismo perfil de profesionales que su matriz
norteamericana, el IAUS. También se comparan el espíritu experimental e improvisacional
de ambas instituciones. Solsona describe a La Escuelita como un repliegue que ponía a la
distancia a la vida diaria en días difíciles. La meta básica fundamental de los cursos de
arquitectura de La Escuelita, fuela investigación proyectual, tarea en la que resuena también
aquello que sostenía Agrest, teoría y construcción constituyen la práctica de la arquitectura.
La forma de entender a la arquitectura como significada por su proceso de producción, la
ambivalente discusión entre arquitectura autónoma y producto cultural, la anteposición del
realismo al funcionalismo o al racionalismo, pretenden orientar la discusión local hacia el
sesgo del debate teorético contemporáneo tal cual se venía plasmando en New York y en
Venecia.
Una mirada al volante de inscripción a los cursos previstos para 197734, despliega los puntos
de partida y las metas propuestas. Analizar el conjunto de ideas sobre la arquitectura que
estructura el modo de producirla; cuestionar de modo orgánico los argumentos de la
arquitectura post-funcionalista; comprender los límites y el corpus de ideas subyacentes
para reconocerlos y proponer distintas nuevas estrategias de producción de la forma
arquitectónica; profundizar la dimensión significativa, autónoma de la práctica arquitectónica;
enseñar la arquitectura como técnica pasible de instrumentos y mecánicas aprehensibles y
no como una naturaleza adquirida.
Los trabajos que proponía Ernesto Katzenstein ese año, a partir de la obra plástica de Le
Corbusier, remedan a su manera el interés de los New York por los aspectos compositivos
del cubismo. Una serie de seminarios preveía la visita de Agrest para trabajar sobre su
“Design Vs Non Design” ya mencionado, presentada en 1974 en Milán en el contexto del
Primer Congreso Internacional de Semiología; Gandelsonas desarrollaría un seminario
crítica sobre las tendencias “post-racionalistas” contemporáneas.
Una de las rápidas operaciones de La Escuelita fue establecer lazos con el ascendente Aldo
Rossi cuya obra “La Arquitecutra de la Ciudad” ya era leìda y discutida en nuestro medio,
casi al mismo tiempo en que los hacía el IAUS. Algunas imágenes de las obras de Rossi
publicadas en los Estados Unidos hacia 1971 habían logrado llamar la atención de los
arquitectos de ese medio. Fue Tafuri al dedicarles en 1974 a Rossi y Aymonino su ponencia
en el marco del ciclo creado por Agrest ya mencionado, quien definitivamente logra insertar
las ideas del milanés.
La primera visita de Rossi a Buenos Aires es en 1977, dos años antes de su consagración
norteamericana definitiva en la exposición del IAUS, Aldo Rossi in America 1976-1979, cuyo
catálogo incluía una ensayo homónimo por Peter Eisenman. Rossi había manifestado el
interés por ambos países. Su interés particular por las metrópolis suramericanas de cuño
fundacional hispano-jesuítico y las metrópolis norteamericanas contra las que sus críticos
europeos disminuían los alcances vertidos en “L’Architettura de la Cittá”. En ambos medios
está inserción definitiva fue a la par de una inmediata mala interpretación y banalización de
esas ideas.
Sin embargo la manera personal en la que Rossi llamaba la atención sobre ciertas
personalidades modernas de la arquitectura como Adolf Loos, reverberan en la operación de
La Escuelita en torno a la persona de Alejandro Bustillo nucleada alrededor de su casa
moderna para Victoria Ocampo. El trasfondo de este montaje era la reflexión y la
investigación proyectual seria sobre la arquitectura moderna en la Argentina, meollo local del
debate norteamericano entre los Grays y los Whites sobre la cuestión del Movimiento
Moderno. Liernur y Katzenstein escribieron largamente en los ochentas sobre el interés
suscitado por la arquitectura de los treintas. Shmidt subraya la figura de autoridad que
investía Bustillo. Dos aspectos interesaría demostrar oportunamente a la línea de ideas que
se escriben aquí. La idea de rescate de una figura ausente de toda crítica e historiografía
excepto la voz propia entre 1930 y 1980. Es decir, de rescatar a una figura inmersa en el
pensamiento de la arquitectura académica del siglo XIX aún bien extendido en el siglo XX.
Esta posición refleja el optimismo continuista para estos arquitectos tardos o
postfuncionalistas respecto de la gran tradición versátil y moderna del siglo XIX con las
vanguardias de la entreguerra del siglo siguiente. Punto de vista en parte explícito en la
conferencia que dictara Tomás Maldonado en La Escuelita en agosto de 1981.

A MODO DE (IN)CONCLUSIÓN
Cabe preguntarse por qué, entonces, Marina Waisman no supo o no quiso ver en el episodio
de La Escuelita, un efluente local del debate contemporáneo por el que plañideramente
clamaba, en su proverbial número 13 de Summarios35. ¿Cómo no entender al medio
arquitectónico de Buenos Aires aportando a la cruzada del IAUS, compartiendo y contando
con sus protagonistas? ¿Cómo no entender que por esta vez, la perspectiva dependentista
de la centralidad o la periferia no cuajaba en el intento más completo de La Escuelita de
trabajar en tiempo y forma con la teoría de la arquitectura contemporánea? ¿Cómo no,
cuando, los protagonistas de uno y otro Institutos aportaban al ejemplar de noviembre de
1977 sus escritos, sus obras, sus críticas y sus ideas? ¿Cómo no, sobre todo porque entre
los cursos de 1977 La Escuelita anunciaba el seminario historiográfico de la propia
Waisman. Cómo no cuando la misma Waisman le puso su voz a la disidencia local contra
Rossi, en el debate que registra Crispiani? Claudia Shmidt, comentando amablemente este
escrito agregó: “la inserción en el mundo, la modernidad “tout-court” implicaba (y aún hoy es
lo que sucede) ver que el intento de invención de una "arquitectura latinoamericana", es
decir, el montaje discutido en el marco de las teorías “dependentistas” que saturaban el
panorama académico institucional o informal local del final de los setentas, se estrellaría
contra la inevitablemente fuerte triangulación de iniciativas como La Escuelita con pares de
USA y Europa.
La fértil y desarrollista Universidad de Buenos Aires, entre 1958 y 1966 había movilizado a
egresados como Katzenstein y Solsona; había incubado las personalidades profesionales e
intelectuales de egresados tales como Agrest, Gandelsonas, Machado y Silvetti. También a
Díaz, a Viñoly. Es indudable que el desmantelamiento de esta cantera durante el ongañiato
forzó una diáspora que favoreció el acoplamiento de estos arquitectos a los institutos
universitarios franceses y norteamericanos, en una amalgama que promovió uno de los
torcimientos del pensamiento arquitectónico más críticos y trascendentales de la segunda
mitad del siglo XX y que aquí se ha tratado de esbozar. Sólo al clamor de un lustro de terror
y violencia en ciernes, La Escuelita de Buenos Aires logró reunirlos a ellos y a los
diseñadores argentinos para reflexionar sobre pasado y presente a la par de las escuelas
del norte. Intentó –y acaso sin proponérselo- entrever la posibilidad de esos resultados.
Hacia la primera mitad de los ochentas ambos instituciones quedarían disueltas. La
Escuelita, por lapso breve alentó universalizar la experiencia –por otra parte ya bastardeada
e imitada- en casi todos los talleres de la Facultad de Arquitectura.

Buenos Aires, Noviembre 2010


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1
Frampton, K. “Work, Labour and Architecture” London 2002, Phaidon
2
Allen S., Foster H. “A conversation with Kenneth Frampton” October 106 Fall 2003 pp 35-58
3
Watson, N. “The Whites vs the Grays: re-examining the 1970s avant-garde”. F A B R I C A T I O N S Vol
15, No 1, July 2005
4
Ambasz, Emilio “Italy: The New Domestic Landscape, achievements and Problems of Italian Design”.
New York: Museum of Modern Art. 1972, citado por Mazé y Redström “DIFFICULT FORMS: CRITICAL
PRACTICES OF DESIGN AND RESEARCH” Interactive Institute, Kistagången 16 / Box 1197, 164 26 Kista,
Sweden ramia.maze / johan.redstrom @tii.se
5
Robert Venturi, Complexity and Contradiction in Architecture, New York:Museum of Modern Art, 1966, p 16.
6
Allen S., Foster H. op.cit. Watson, N. The Whites vs the Grays: re-examining the 1970s avant-garde
FABRICATiONS Vol 15, No 1, July 2005
7
Machado R., Silvetti J. “Introducción. Boston 1977” Colección Summarios Nº13 Ediciones Summa Noviembre
1977, p.9
8
Tel Quel. Revista francesa de vanguardia literaria publicada entre 1960 y 1982 por Editions du Seuil y editada
por Philippe Sollers. Influida por el surrealismo, publicó trabajos de James Joyce y Foucault. Se dedicó a los
exponentes de la Nouveau roman como Alain Robbe-Grillet y Nathalie Sarraute.
9
Allen S., Foster H. op.cit
10
K. Michael Hays, Stan Allen, Beatriz Colomina “Assembly 2”. Assemblage, No. 27, Tulane Papers: The
Politics of Contemporary ArchitecturalDiscourse (Aug., 1995), pp. 67-73 MIT
11
Guest M. “The argentinean new wave” ReVista Harvard Review of Latin America Spring-Summer 2010
Volume IX Nº2 David Rockefeller Center for Latin America pp 58-64
12
Hays K. Michael, Architecture Theory 1968, ed. (MIT Press, 1998) y Hays K. Michael OppositionsReader:
Selected Essays 1973-1984, ed. Princeton Architectural Press
13
Mallgrave, H.F. “Architectural Theory” Volume II An anthology from 1871-2005 Massachusets 2008
Blackwell publishing
14
Nesbitt. K. “Theorizing a New Agenda for architectural Theory. An anthology of architectural Theory 1965-
1995 Princeton Architectural Press New York 1996.
15
“Repensando los años sesenta: el Banco de Londres en Buenos Aires” Seminario a cargo de Wilfried Wang,
Manuel Cuadra y Jorge Liernur. Universidad Torcuato Di Tella. Octubre 2010
16
Allen S., Foster H. op.cit.
17
Wolff, J “Telquelismos latinoamericanos” Editorial Grumo, Buenos Aires, 2008
18
Hays, K.Michael op.cit.
19
Vidler, A. “Refiguring the place of Architecture” en “Agrest-Gandelsonas. Works” Princeton Architectural
Press, 1995 New York. Pp 6-19
20
Colección Summarios Nº13, noviembre 1977 Ediciones Summa Buenos Aires, 1977, p.2
21
Hitchock, H.R; Johnson, P “The International Style: Architecture since 1922” W.W.Norton, 1932
22
Venturi, R. “Complexity and Contradiction in Architecture”. The Museum of Modern Art, New York. 1966
23
Machado R., Silvetti J, op.cit.
24
Ib.id.
25
Agrest, D. Gandelsonas, M. “architecture-Architecture” Summarios Nº13 op.cit pp.3-6
26
Gandelsonas, M “Neofuncionalismo” Summarios Nº13 op.cit. pp.31-32
27
Allen S., Foster H. op.cit
28
Nesbitt, K. op.cit
29
“The presence of the Past. First International Exhibition of Architecture. La Biennale” Electa, Milan 1980.
30
Mc.Leod, M. “Architecture and Politics in the Reagan Era: From Postmodenism to Desconstructivism”
Assembalge Nº8 The MIT Press Febrero 1989 y Hays, K.Michael “Prolegomenon for a Study Linking the
Advanced Architecture of the Present to That of the 1970s through Ideology of Media, the Experience of Cities
in Transition, an the Ongoing Effects of Reification” Perspecta, Vol.32, Resurfacing Modernism The MIT Press
2001, pp. 100-107
31
Mc.Leod, M. Op.cit.
32
Foster, H. (Post) Modern Polemics Perspecta, Vol. 21 (1984), pp. 145-153
33
Foster, H. Op.cit
34
Crispiani A. y Solsona J. “Justo Solsona. Entrevistas. Apuntes para una autobiografía” Ediciones Infinito 1997
Buenos Aires
35
Colección Summarios Nº13 Op.cit.

También podría gustarte