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¿CÓMO VISTE UN MÚSICO DE DIOS?


Autor: Cesar y Marilú Garcia
RCCES de León, Guanajuato.

Actualmente en nuestros Ministerios de Canto y Música (MCM) existe mucho desconocimiento acerca de la
apariencia y vestimenta que debe llevar un músico de Dios (MD) al momento de brindar un servicio, ya sea
en la Eucaristía, en un retiro, asamblea de oración o simplemente o en su estilo cotidiano de vestir. La
infinidad de opiniones que existen acerca de esto, es lo que nos lleva a compartir algo sobre este tema. Para
ello hemos buscado compartirles, a la luz del Espíritu Santo, lo que el Señor nos ha mostrado, basándonos en
la Palabra de Dios.

Ya que de acuerdo a la carta de Pablo a los Hebreos 4,12 “la Palabra de Dios tiene vida y poder, es más
cortante que cualquier espada de dos filos, penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más
íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos e intenciones del corazón”.

En el antiguo testamento:
En el Antiguo Testamento podemos encontrar ciertas referencias acerca de la vestimenta que el pueblo de
Israel, pueblo de Dios, usaba para estar en su presencia:

“Los sacerdotes salieron del lugar santo. Todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Jedutún, junto con sus
siervos y demás parientes, ESTABAN DE PIE, al este del altar, VESTIDOS DE LINO. Tenían platillos,
salterios y arpas. Con ellos habia 120 sacerdotes que tocaban las trompetas. Entonces todos unidos se
pusieron a tocar las trompetas y a cantar a una voz para alabar y dar gracias al Señor, haciendo tocar las
trompetas, los platillos y otros instrumentos musicales mientras se cantaba: “Alaben al Señor, porque Él es
bueno, porque su amor es eterno”; en aquel momento, el templo se llenó de la nube de la Gloria de Yavé y los
sacerdotes no pudieron en su servicio a causa de la nube, porque la Gloria
de Yavé llenaba la Casa de Dios”. 2-Crónicas 5, 12-14.

Esta lectura nos hace referencia a la actitud que debían tener los levitas hacia el lugar santo, donde iba a
permanecer el Arca de la presencia de Dios; dice que estaban de pie al este del altar vestidos de lino, no solo
los levitas cantores sino todos los siervos y demás parientes.

El lino por aquellos tiempos sólo se encontraba en color blanco y no de distintos colores como ahora lo
podemos conseguir. Por ese motivo el lino, de color siempre blanco, era signo de pureza interior, de
purificación y de respeto al Señor.

Esta manera de vestir tan respetuosa de los levitas, no respondía a una costumbre o tradición del pueblo de
Israel. Es decir, no vestían de esa manera porque “era la moda”, sino que respondía a una profunda fe en un
Dios vivo y poderoso. Nadie quería estar en la presencia de Dios sin estar debidamente purificados. Y la ropa
blanca simbolizaba entonces, y aún ahora, la pureza.
Ahora bien, reflexionemos que en esta lectura de Crónicas encontramos que los levitas estaban vestidos de
esta forma porque estaban ofreciendo culto y sacrificio a Dios, cuando estaba siendo trasladada el arca de la
alianza junto con la tienda de las citas al lugar santísimo, al templo que el rey Salomón había construido para
que el Señor permaneciera en ese lugar. Dice también que cuando los levitas y los 120 sacerdotes se pusieron
a tocar y cantar a una voz alabando y dando gracias con platillos y demás instrumentos musicales, el templo
fue lleno por una nube, fue lleno por la Gloria del Señor por su presencia.
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Así mismo, reflexionamos que Pablo recuerda a los Corintios: “¿Acaso no saben que nuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo?” (1°Corintios 9,13), es templo de Dios, es donde el Señor ha decidido habitar,
donde permanece viva la alianza que Él hizo con su pueblo, y nosotros somos su pueblo.

Si verdaderamente comprendemos esto, podremos ver la importancia de que nuestro templo sea revestido
para celebrar la presencia de nuestro Dios poderoso en nuestro propio corazón.

Que importante es entonces elegir con cuidado la prenda que cubrirá nuestro cuerpo, templo del Espíritu. Qué
importante que la prenda sea digna, respetuosa, que no sea inspirada por una cultura o por una moda, sino que
pretenda ser agradable a Dios en todo y que dé gloria a su Nombre.

En el nuevo testamento

Si bien este texto del Antiguo Testamento nos habla sobre la vestimenta que utilizaba la Iglesia en tiempos del
rey Salomón, también Pablo, en el Nuevo Testamento nos comparte algunos principios acerca de esto en 1
Timoteo 2, 9-10:

“Y quiero que las mujeres se vistan decentemente, que se adornen con modestia y sencillez, no con peinados
exagerados, ni con oro, perlas o vestidos costosos. Que su adorno sean las buenas obras, como corresponde a
las mujeres que quieren honrar a Dios”.

Aparentemente algunas mujeres en el tiempo de Pablo y Timoteo, por seguir una corriente o moda, vestían de
forma inadecuada, o tal vez, el mandamiento fue dado simplemente con el fin de evitar que lo hicieran.

Es muy posible que a las mujeres de entonces, al igual que a las de hoy en día, les haya gustado vestir de
forma que pudieran lucir bien; quizá con la intención de llamar la atención del sexo opuesto, lo cual es
totalmente natural, pero muchas veces se corre el peligro de llegar al extremo de perder el sentido de respeto a
su propio cuerpo y por ende a Dios.

De la misma manera hoy en día, los integrantes de nuestros MCM corren el riesgo de vestir de manera
inapropiada. Nos ha tocado ver mujeres vistiendo pantalones y blusas entalladas, blusas y faldas cortas,
escotes pronunciados, modas lujosas o llamativas, etc.; así como a hombres en “short”, playeras con símbolos
de rock con mensajes satánicos (que generalmente ignoran), etc.

Una persona que se preocupa mucho por su apariencia exterior, que busca siempre llenar los patrones del
mundo, las modas, podría descuidar lo que es más importante: su vida interior, la piedad y la vida cristiana.

“… que las mujeres se vistan decentemente, que se adornen con modestia y sencillez…” (1 Timoteo 2,9-10)

Principios de la vestimenta de la mujer

En esta carta de Pablo, podemos encontrar tres principios que necesariamente debe contemplar al vestir la
mujer cristiana:

1.- Vestir decentemente.


Es decir, vestir de manera apropiada, ordenada, con pudor y buen gusto en conducta y apariencia.
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2.- Vestir con modestia.


Libre de orgullo, pretensión, vanidad o sensualidad.

3.- Vestir con sencillez.


No de manera ostentosa, sin lujos, dejando que Dios actúe en nosotros.

Aplicar estos principios es la manera más sencilla de no cometer un error y de no faltar el respeto a la Iglesia
y sobre todo a Dios. Aunque las modas, los estilos y la cultura pueden variar de un lugar a otro, los principios
de decencia, modestia y sencillez establecidos por Dios, permanecen para siempre y en todo lugar.

La mujer y el hombre que integran un MCM necesitan tener en cuenta el efecto que produce su manera de
vestir entre el pueblo; cuidar que su indumentaria no sea foco de atención a sus cuerpos. Hemos escuchado a
hermanos quejarse porque unos “jeans” ajustados fueron causa de distracción en momentos de oración.
Muchas veces una manera sensual de vestir puede terminar despertando pensamientos de tipo sexual,
originando pasiones que se convertirán en verdaderas batallas espirituales para aquellos que acuden a las
asambleas de oración.

Pablo en su carta a Timoteo continúa diciendo:

“… no con peinados exagerados, ni con oro, perlas o vestidos costosos”.

Pablo invita a la mujer a que su peinado sea discreto y sencillo, que no utilice tantos colguijes, pulseras, que
sus manos luzcan sencillas, sin tantas cosas que exageren su aspecto. El “piercing” es una moda que no entra
en la sencillez ni en la modestia; tampoco es sencillo ni modesto el maquillaje exagerado.

Así pues, la mujer recuerde que ella sólo debe dejarse mirar por Dios; ante los ojos de su Padre amoroso ella
es lo más bello que Él ha creado. Esto también puede aplicarse a los hombres pues hoy en día también los
vemos maquillados, con aretes, piercings, etc.

Recuerdo que hace un tiempo acudimos a una asamblea de oración donde el ministerio que animaba la
oración no cuidaba el aspecto de la vestimenta. Mi sorpresa fue observar que un miembro del ministerio
vestía una playera con la leyenda “Evil” (maligno en inglés), con el número 666 y un dibujo de un ser
diabólico; en un principio esto me desconcertó y me dio mucha tristeza, pero después de platicarlo con mi
esposa, ambos llegamos a la conclusión de que esto realmente lo hacen por ignorancia, porque
verdaderamente no tienen idea de la batalla espiritual que se libra en una asamblea de oración. Ellos
simplemente siguen una moda y caen de esta forma en el juego del enemigo.

“…que su adorno sean las buenas obras, como corresponde a las mujeres que quieren honrar a Dios”.

Sin embargo mis queridos hermanos, es importante agregar que de nada serviría vestirnos de acuerdo a estos
principios en el exterior, si nuestro interior está sucio, desordenado, manchado e inhóspito para Dios; es decir,
no sirve que en tu vida sigas siendo tú el centro de atención y no Cristo Jesús.

San Pedro nos habla de esto en 1 Pedro 3, 3-4


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“Que el adorno de ustedes no consista en cosas externas, como peinados exagerados, joyas de oro o vestidos
lujosos, sino en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave. Esta belleza vale
mucho delante de Dios”.

De este manera cubramos nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santos, con decencia, modestia y
sencillez; dignidad y respeto a aquel que lo merece todo, al que es digno de alabanza y adoración; cubrámoslo
de lino, de blanco, pues con el blanco recordamos su resurrección, y le recordamos también que queremos que
nos haga más blancos que la nieve en nuestro interior:

“Con respecto a la vida que antes llevaban, se le enseñó que deben quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la
cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente, y ponerse el ropaje de
la nueva naturaleza creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad” Efesios 4, 22-4

EL CORAZÓN DEL MÚSICO DE DIOS 


Autor: Rubén Parra
Coordinador diocesano de MCM
RCCES Torreón, Coah.

A Dios le agrada un corazón dispuesto y apartado para Él. Un verdadero músico


de Dios busca día con día a su creador, busca a aquel que es la fuente y
manantial de su vida, y es Dios quien capacita en la intimidad el corazón de su
músico, es Él quien en lo secreto (Mt 6,6), por su infinita misericordia reparte
dones a cada uno de sus músicos con tal de que ellos le rindan alabanza y estén
capacitados en distintas áreas. (Ef 1,6)
 
Estando en la presencia de Dios el corazón del músico es moldeado según el corazón  de Dios, igual
que el barro en manos del alfarero (Jer 18). Al ser separados y escogidos   para el ministerio, Dios
nos capacita  para las siguientes áreas:
 En la responsabilidad

 En la Obediencia
 Estar dispuesto
 Ordenado
 Disciplinado
 Diligente
 
Acerquémonos confiadamente a la presencia de Dios para ser adiestrados por el maestro (Heb
12).Cuando nos acercamos a Él con un corazón humilde y sencillo (Salmo 24), Él mira nuestro
interior y la pureza de nuestra intención (Sal 94,11), Él conoce cada una de nuestras intenciones y
ahí en lo secreto nos purifica, nos habla, nos hace reflexionar en cada una de nuestras áreas para que
actuemos conforme a su voluntad.
 
Yo pienso que los músicos de Dios estamos llamados a esto, a estar en la presencia de Dios,
quisiera hacerte una pregunta ¿qué tanto estas buscando la presencia de Dios en tu vida?, lo que te
puedo decir es que ya desde este momento se refleja en tu vida, se está reflejando ya desde ahora en
tu canto, en tu música, o quizá no se está notando la presencia de Dios en tu vida, vivimos en un
mundo que va muy de prisa y que no podemos darnos un tiempo de reflexión, tenemos muchas
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ocupaciones, infinidad de actividades, pero Dios me ha dejado muy en claro es que en estas áreas en
la responsabilidad, en la Obediencia, en un estar siempre dispuesto, el ser ordenado, disciplinado,
diligente se redondea a una sola razón, de que mi corazón es para Dios, de que si mi corazón es para
Dios, estas áreas no se nos dificultarán, ¿tu corazón está dispuesto para Dios?, ¿tu corazón esta
apartado para Él?, ¿es de Él?, cuestiónate en este momento si de verdad tu vida es de Dios, a
nuestro Señor le agrada un corazón dispuesto, no solo un corazón solo por un momento, mientras
encuentro otra cosa, o mientras está este o aquel compromiso, o aquel retiro o concierto o
presentación, a Dios le agrada un corazón para TODA LA VIDA, un verdadero corazón de un
músico de Dios, se entrega para TODA LA VIDA.
 
Entonces trataremos estas áreas: 

1. Responsabilidad:
Que tan responsable estoy siendo en mi relación con Dios, que tan responsable he sido en que Dios
me ha confiado un ministerio, me ha apartado, me ha elegido, me ha escogido y me ha invitado,
diciéndome VEN, quiero usar tus manos. Dios no necesita nuestras manos, lo que Él quiere es: usar
nuestras manos, usar nuestras manos para que su gloria y su reino sea manifiesto en las naciones, en
tu comunidad, en tu ministerio, en tu vida, hermano es necesario que los verdaderos músicos de
Dios nos afanemos en ser responsables en todas las áreas de nuestra vida para que podamos ser
testigos y dar testimonio de que Dios está vivo y reina por siempre.
 

2. En la Obediencia:
Esta área es muy complicada para muchos de nosotros, ya que cuando nos toca obedecer, en verdad
batallamos, recordemos que somos muy atacados por el enemigo y en esta área somos muy débiles
y probados, ya que se nos dificulta acatar una orden de nuestros superiores, o coordinadores. A los
músicos se les toma como rebeldes, que no sabemos obedecer, que hacemos lo que se nos viene en
gana, pero en este tiempo no podemos ser así ya más, ya que el que está en Cristo es nueva creatura
y las cosas viejas ya pasaron, (2 Cor 5,17), o como dice su palabra, más entre ustedes no será así.
Necesitamos doblegar nuestro corazón y pedirle mucho a Dios en oración humildad para acatar las
órdenes de quienes nos coordinan, o no será que en realidad a quien no le obedecemos es a nuestro
Dios, que en cuanto nos pide que dejemos o hagamos alguna cosa o sacrificio no lo hacemos y
desfallecemos a la primera, en verdad el que es obediente de corazón a Dios acepta a quienes el
mismo nos puso como superiores (Fil 2,3) y así daremos testimonio de una verdadera comunión con
Dios y con los hermanos.
 

3. Estar dispuesto:
En esta área no solo me refiero a estar dispuesto al servicio sino más bien que a busquemos a Dios
en todo tiempo, (Sal 34,2 y Sal 62,9) cuando las cosas van mal o cuando las cosas pintan de
maravilla, busquemos a Dios y así escucharemos su voz y estaremos dispuestos a servirle en todo
tiempo. Estar dispuesto a reunirnos a orar a ensayar a leer su palabra, ser como   Timoteo en lo
dispuesto a dar testimonio (1 Tim 4, 11-14), compartiendo, enseñando, preparándonos, fíjate que
hoy en día se necesitan muchos músicos dispuestos a enseñar, compartir, preparar a los que apenas
comienzan o no saben, me ha tocado ver que en muchos lugares los hermanos que saben algún
instrumento o tienen una buena técnica para orar o estudiar la palabra, no la comparten con lo
pequeños, con aquellos que están más dispuestos que nosotros pero necesitan una guía, me ha
tocado ver como ministerios con músicos preparados no enseñan a los demás, todo por “falta de
tiempo”, yo más bien le digo falta de disposición, hermano si tu eres uno de estos músicos
preparados, recuerda que ese don maravilloso te lo ha dado Dios y él quiere que lo pongas en
práctica y a disposición de la comunidad, que tus talentos serán mayormente favorecidos cuando los
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pones a disposición de los hermanos y recuerda que los carismas o dones son para la comunidad y
no para servicio personal.
 

4. Ordenado:
Ser ordenado es una tarea bien difícil, más para aquellos que nunca lo han sido, tener un orden en
nuestra vida se compara como el buen orden en las asambleas (1 Cor 14), hacer todo en su tiempo
con dedicación y decoro, darle tiempo a cada cosa es estar en un buen orden, si es tiempo de orar,
oremos, de ensayar, ensayemos, de meditar, meditemos. Tener hasta una agenda no nos vendría mal
ya que tenemos múltiples compromisos, jaja, ser ordenados en nuestros tiempos de oración, tener
una hora fija para orar, para estar con Dios, para visitar a los hermanos, etc. Tener un orden como la
misma liturgia nos enseña, un orden como la misma eucaristía lo tiene, no ser desesperados y querer
hacer y deshacer todo a la primera, seamos pues ordenados en toda nuestra área, no se diga en
nuestra casa o en nuestro trabajo
 

5. Disciplinado:
Tener el valor suficiente para ser disciplinado en todas estas áreas, orar demasiado para que se nos
de este don en nuestra vida, arrebatemos a Dios este don para no fallar más y ser músicos
indisciplinados en nuestra vida.
 

6. Diligente:
El diccionario es muy claro en la definición de esta palabra y es: Diligente. (Del lat. dilĭgens, -
entis). adj.  Cuidadoso, exacto y activo. 2. Pronto, presto.

 Cuidadoso
 Exacto
 Activo
 Pronto
 Presto
 ligero en el obrar.
 
Estas pequeñas características nos pueden redondear y caracterizar como buenos músicos de Dios,
el ser cuidadosos en nuestra vida espiritual, en nuestra espiritualidad, el ser exactos en el obrar, el
ser activos y darle dinamismo a nuestro ministerio, ser prontos al servicio, prestos para ayudar al
hermano.
Hermanos músicos de Dios, el estar en su presencia es traer grandes beneficios a nuestra vida, solo
basta entrar confiadamente a su presencia y dejarnos bañar por sus infinitas bendiciones que el
mismo tiene para sus músicos.

EL MCM DE PIE ANTE SU DIOS


Autor: Rubén Parra
Coordinador diocesano de MCM;
RCCES de Torreón, Coah.

 En nuestro país son cada vez más los Ministerios de Canto y Música de la
RCCES que ofrecen su servicio a Dios en pie.
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Te has preguntado ¿por qué lo hacen? Tal vez podríamos decir que estar de pie es indicativo de
respeto, como cuando saludamos a algún personaje importante; por ejemplo, el director de una
empresa, el presidente de una nación. Estar de pie es una manera de estar al pendiente de algún
suceso, de permanecer alerta, de estar listos. Sin embargo, hay mucho más que decir sobre esta
actitud de los músicos de Dios.
Puedo compartirte que estar de pie en el servicio de música de la Renovación, en mi experiencia, ha
significado una actitud de entrega y una forma de estar listo para la batalla espiritual; una manera de
estar atento a las indicaciones del Maestro, Jesús.
La liturgia nos ha enseñado que existen muchísimos signos, símbolos y gestos litúrgicos, como el
estar de rodillas, sentados o permanecer en pie. Esta última postura es la que utilizamos en la
oración solemne. Por eso los fieles permanecen en pie durante la gran mayoría de las oraciones
solemnes de la Misa, así como en la lectura del Evangelio, expresando que desean hacer vida lo que
están escuchando, dispuestos a caminar hacia Cristo.
Estar de pie es también la actitud del que está dispuesto a obedecer enseguida. En las pinturas de las
catacumbas se comprueba que los primeros cristianos usaron esta actitud. Su permanencia en pie
nos habla de la libertad de los hijos de Dios, liberados del pecado.
No obstante, esta postura y la actitud que representa, en ocasiones no son entendidas e incluso son
cuestionadas. Al paso de los años nos hemos dado cuenta de que algunas veces esto logra
entenderse luego de un proceso, a veces largo, a veces corto. Tratar de comprenderlo, es como tratar
de comprender a quien acude a peregrinar cada año, caminando kilómetros y kilómetros para visitar
algún santuario de María. Sólo quien lo ha vivido, entiende por qué lo hace y lo vuelve a hacer año
tras año.
Estar de pie al servir en el Ministerio de Música es una expresión de fe que debe y necesita brotar
desde el corazón, sino, no tendría sentido. Es una postura que no podría ponerse como parte del
reglamento del Ministerio, pues sería tanto como dar un abrazo obligado a nuestros padres, o dar un
beso por obligación a una buena amiga. Estar de pie, es una actitud que
simplemente se da, podríamos decir que es parte de la madurez del
músico de Dios.
 

Estar de pie, caminando o marchando, es algo que vemos con


frecuencia en las Escrituras. No podría imaginar al ejército que
acompañaba a Josué clamando y tocando las trompetas, sentados mientras el muro de Jericó se
venía abajo.
“El pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo la voz de la trompeta,
prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo. La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí,
y se apoderaron de ella”. (Josué 6,20)
En esta lectura de la Palabra, podemos reflexionar y obtener una buena enseñanza.
Primero podemos observar que para que este prodigio pudiera llevarse a cabo, el pueblo debió ser
obediente, aún cuando ellos no entendían que marchar en alabanza alrededor de la ciudad podría
bastar para que se derrumbara la muralla que protegía la ciudad de Jericó.
Detengámonos a pensar que el pueblo comandado por Josué necesitó darle siete vueltas
(caminando) a la ciudad, para después -con gritos de guerra y con el poder del Señor- derribar las
murallas que protegían a Jericó.
A veces trato de imaginar ¿qué hubiera pasado si alguno de los comandantes del ejército hubiera
dudado de esta extraña petición y no hubiera obedecido a las ordenanzas de su Dios? Seguramente
se hubiera sentido fuera de lugar, total y absolutamente frustrado al no ser parte de tan gloriosa
batalla.
Hace ya varios años, cuando externamos por primera vez a los miembros de nuestro ministerio de
música esta idea de tocar y cantar de pie (con excepción del baterista), algunos no estuvieron de
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acuerdo, simplemente no le hallaban sentido, por más que tratábamos de explicarles. Pero todos
obedecieron. Poco a poco todos fueron entendiendo este sentido de permanecer de pie en medio de
la tremenda batalla espiritual que se lleva a cabo cuando los músicos de Dios están debidamente
preparados.

Poco a poco todos entendieron que estar de pie equivale a estar dispuestos para Dios, que tenemos
la certeza de que Él va a actuar en el momento indicado, que si nosotros obedecemos Él peleará por
nosotros. Que debemos estar listos “en pie de guerra” no solo espiritual sino también física. El
Señor también nos ha mostrado que al estar de pie podemos estar permanentemente alerta, abiertos
a sus mociones. (1 de Pedro 5,8)
La segunda, el sacrificio. Dime tu mi hermano si no es un sacrifico caminar durante “siete días” sin
parar. Para la mentalidad humana hoy en día es absurdo pensar que esto se puede hacer: caminar en
silencio, sin hacer nada más que vueltas a una ciudad. Si esto nos lo pidieran ahora, a lo mejor
hubiera dicho: “Cuando lleven unos 4 o 5 días me avisan y los alcanzo”. No hermano, en verdad
que hicieron un verdadero sacrificio, originado en la obediencia y aún más, confiados en la promesa
de que Dios les daría la victoria.
En nuestro ministerio de música hemos visto como permanecer de pie
dos o tres días de retiro, puede ser un verdadero sacrificio, cargando en
la espalda el peso de un bajo o una guitarra eléctrica. Sin embargo
podemos tener esta certeza, de que en este sacrificio, permaneciendo de
pie, podemos esperar su Victoria.
Esta es la tercer enseñanza que Dios me mostró: La victoria viene de
Dios, y esta bendición de su victoria alcanzará a su pueblo si nosotros
somos capaces de ser obedientes y de sacrificarnos para Dios. Nuestro Padre del Cielo nos da su
victoria cuando nosotros como soldados de cualquier milicia, vamos de pie a enfrentarnos a
nuestros adversarios espirituales.
Los Levitas entendían muy bien esto. Ellos cantaban y tocaban sus instrumentos de pie, alababan y
clamaban a Dios con todo su corazón, hasta que la poderosa presencia de Dios descendía en su
lugar de oración.
“Cuando los sacerdotes salieron del santuario, porque todos los sacerdotes que se hallaban presentes
se habían santificado, sin guardar orden de clases,
y todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Yedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino
fino, estaban de pie al oriente del altar, tocando címbalos, salterios y cítaras, y con ellos 120
sacerdotes que tocaban las trompetas; se hacían oír al mismo tiempo y al unísono los que tocaban
las trompetas y los cantores, alabando y celebrando a Yahveh; alzando la voz con las trompetas y
con los címbalos y otros instrumentos de música, alababan a Yahveh diciendo:
«Porque es bueno, porque es eterno su amor»; la Casa se llenó de una nube, la misma Casa de
Yahveh.
Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria de Yahveh
llenaba la Casa de Dios”. (2 Crónicas 5, 12-13)
Los levitas permanecieron de “pie” cantando, alabando con música ungida, y en ese momento, la
Gloria de Dios descendió sobre de ellos. El Señor me ha enseñado en esta bendita Renovación
Carismática que Dios desciende sobre su pueblo cuando le alabamos y adoramos de corazón. Tener
esta certeza, es tener victoria espiritual sobre cualquier potestad, porque en el momento en que Dios
desciende y lo llena todo con su poderosa presencia, nada puede contra Él.
También en 2 de Crónicas capítulo 20, podemos leer que en el momento en que comenzaron las
aclamaciones, el Señor dio la victoria a su pueblo.
“Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que, vestidos de ornamentos sagrados
y marchando al frente de los guerreros, cantasen en honor de Yahveh: «¡Alabad a Yahveh porque es
eterno su amor!»
Y en el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas, Yahveh puso emboscadas
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contra los ammonitas y moabitas y los del monte Seír, que habían venido contra Judá, y fueron
derrotados”. (2 Crónicas 20, 21-22)
Yo creo que no podría imaginar en un estadio, la aclamación a favor del equipo ganador justo en el
momento del gol, mientras los de la porra permanecen sentados. Pudiera calificar esto como una
celebración medida, reservada y hasta dudosa. También entiendo que cuando una obra de teatro ha
sido magnífica, no basta aplaudir sentados; ni puedo imaginar un concierto de una excelente banda
de rock, donde los músicos toquen sentados. Y todos estos, son simplemente ejemplos del mundo.
Pero nosotros cantamos y tocamos instrumentos para nuestro Dios Todopoderoso. ¿No se merece Él
más de lo que nosotros somos capaces de ofrecer al mundo?
En verdad pensemos que ninguna aclamación es suficiente para Él. Toda entrega nuestra sería
insuficiente. Él es “Nunca Bastante”, como decía San Francisco de Asís. ¿Cómo podríamos quedar
satisfechos ofreciendo nuestro servicio, en la batalla espiritual, alabándole, aclamándole desde una
silla?
Por último, reflexionemos que el canto celebra al Señor. Un MCM ayuda a crear un clima más
festivo.
“David y todo Israel bailaban delante de Dios con todas sus fuerzas, cantando y tocando cítaras,
salterios, adufes, címbalos y trompetas”. (1 Crónicas 13,8).
“Nada más festivo y más grato en las celebraciones sagradas, exprese su fe y su piedad por el
canto” (MS 16).
Una de las características de la Renovación Carismática, es el gozo, la alegría, la celebración al
Señor por todo lo que Él es, por todo lo que Él hace.
Cuando tú y yo vamos a una fiesta normalmente vamos con una actitud de celebración, ¿o no?
Encontrarte con aquel amigo, familiar, o simplemente el hecho de estar conviviendo con los tuyos,
te hace sentir feliz, amado, acompañado, ¿qué pasa cuando, a la fiesta del Señor vamos como
pueblo a celebrar nos encontramos con un MCM pasivamente “sentado”, transmitiéndonos con esto
la idea de que no tienen ánimo de celebrar? ¿Qué sucede en la comunidad cuando el MCM, entona
canticos de danza y ¡que sorpresa! el MCM no danza, no hace las mímicas junto con el pueblo?
Recordemos que los gestos corporales nos ayudan despojarnos de nuestras tensiones y problemas, y
a través de las mímicas y aplausos dirigidos a Dios, el pueblo se libera. ¿Cuál debería de ser nuestra
postura como MCM al momento del servicio? Si el MCM hace comunidad, es decir, como a veces
decimos, “para hacer click” con el pueblo que danza y alaba de pie, es necesario unirnos a esta
actitud de oración, en pie de guerra. No basta ser sólo un elemento de apoyo, es necesario brindar
servicio como una comunidad unida en la celebración a nuestro Dios. Animémonos a tomar
también las posturas corporales al servicio de la comunidad.
Definitivamente esta reflexión no debe considerarse como legalista o que así debe de ser y si no
estás mal, claro que no. Más que eso, esta reflexión es una invitación a crecer como servidor, como
adorador. Ser Músicos de Dios implica mucho sacrificio y si nuestro amor nos lleva a hacerlo así
para el Señor, creo que estaremos dando muchos pasos hacia adelante en la vida comunitaria, y en
el entendimiento de la Batalla espiritual. Seamos pues MCM de unidad, que junto con el pueblo, en
esa necesaria unidad, celebremos. Como dice la palabra de Dios, “prorrumpamos en alabanza con
alegría ante Dios nuestro Señor”. Músicos de Dios, que “el gozo del Señor sea nuestra fortaleza”
(Nehemías 8,10).
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EL MÚSICO DE DIOS QUE BUSCA A JESÚS 


Autor: Rubén Parra
Coordinador diocesano de MCM “Ruah de Dios”  
RCCES Torreón, Coah.

El modelo perfecto que Dios nos ha dado para todos los servidores de la
renovación es el Señor Jesucristo. Él vino a enseñarnos con su ejemplo a
ser hijos obedientes, así como él lo fue. En la función del Músico de
Dios, una de las cosas más importantes que podemos aprender es
expresarnos como hijos, ante un Padre bueno y perfecto. Yo creo que
esa es la razón por la que el Señor Jesús indica que es el Padre el que
busca adoradores. (Músicos de Dios)
 
<<Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren>> (Juan 4:23)
 
Jesús glorificó al Padre no solo con sus cantos (Mr 14:26, Lc 10:21) sino también con sus obras
obedientes. Cuando dice en su palabra: <<Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que
me diste que hiciese>> (Juan 17:4), Jesús nos está enseñando que la adoración que el Padre busca
es la que se desprende desde un corazón sincero y enamorado incondicionalmente de Él en
sumisión y obediencia.
 
Creo que no hay mejor pasaje en las Escrituras del que podemos aprender a funcionar como
Músicos de Dios obedientes delante del Padre Celestial, que el que se encuentra en el Primer Libro
de Crónicas, capitulo 25. Los puntos más importantes que trataremos de este pasaje son:
 

1. El Músico de Dios que busca Jesús debe ser apartado.


<<…Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de
Hemán y de Jeduthún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos…>>(v.1)
 
La primera característica de todo Músico de Dios es que es apartado. Esto significa que ha
sido “puesto dentro de límites”. En otras palabras, ha aceptado restricciones que son impuestas
sobre su vida por aquellos que están en autoridad sobre él, con el fin de desarrollar un carácter
integro.
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David escogió a las familias de tres hombres para que fuesen apartados para el ministerio de la
música y el canto. Es interesante notar el carácter de los hombres que David escogió, revelado en
sus nombres.
 
Asaf significa “el que reúne”. Era un líder que influía a los que estaban a su alrededor y los reunía
con el propósito de adorar. Muchos músicos hoy en día atraen a la gente a causa de su gran talento,
pero los reúnen para su propio placer y no para el placer de Dios.
 
Hemán, cuyo significado es “Fiel”, había dado muestras de lealtad y de fidelidad, por lo que fue
puesto en una posición de autoridad.
 
Finalmente, Jeduthún, que significa “el que alaba”, era un hombre que vivía un estilo de vida de
constante adoración.
 

2. El Músico de Dios que busca Jesús debe estar bajo autoridad.


<<…De los hijos de Asaf:…bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey.
De los hijos de Jeduthún:…seis, bajo la dirección de su padre Jeduthún, el cual profetizaba con
arpa, para aclamar y alabar a Yahvé. De los hijos de Hemán:…Y todos estos estaban  bajo la
dirección de su padre en la música, en la casa de Yahvé, con címbalos, salterios y arpas, para el
ministerio del templo de Dios. Asaf, Jeduthún y Hemán estaban por disposición del rey>> (v.2-6)
 
Todo Músico de Dios debe aprender a ejercer autoridad al funcionar primero bajo autoridad. Este
principio es fundamental y es lo que determina si un Músico de Dios se convertirá o no en un
verdadero “director”, para guiar a otros hacia la presencia de Dios.
 
Los Músicos de Dios extraordinarios (Silvia Mertins, Miguel Horacio, Rafael Moreno, etc) tienen
una cosa en común: en algún momento aprendieron de sus coordinadores y aún siguen aprendiendo,
a los cuales se sujetaron en obediencia. No siempre fueron tiempos agradables, pero sin duda fueron
indispensables en la formación de su carácter. Proverbios 19,20 nos dice: <<Escucha el consejo,
acoge la corrección, para llegar, por fin, a ser sabio>> en el libro de Sabiduría 3,5 cita: << por
una corta corrección recibirán largos beneficios. Pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos
de sí;>> y en Hebreos 12,11 << Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino
penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia  a los ejercitados en ella>>
 
En el pasaje de Crónicas vemos claramente que todos servían como hijos, bajo la dirección de su
padre. Todo Músico de Dios tiene la necesidad de funcionar bajo un padre espiritual, que lo
instruya, lo pastoreé y lo forme. Es por eso que los Ministerios de Música deben tener una
visión “multigeneracional” e incluir a todas las edades y a todos los miembros de la familia.
 

3. El Músico de Dios que busca Jesús debe ser instruido.


<<Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para el Señor, todos los aptos,
fue doscientos ochenta y ocho>> (v.7)
 
Todo Músico de Dios sabe que la instrucción no es una opción. Sin la adecuada preparación
fracasaremos, pues Dios no bendice nuestras intenciones, sino nuestras acciones. La fe sin obras
está muerta. Santiago 2,14 << ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no
tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?>> y en el versículo 17 nos dice claramente: <<Así
también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta>>
 
P á g i n a | 12

Es claro que una instrucción total requiere madurez de parte de los instructores. Se requiere que
estos no solo sean buenos músicos o cantantes sino también padres en la fe. Donde no hay padres,
hay rebelión, pues el enfoque esta en las habilidades y no en el corazón. El ejemplo práctico, el
hacer la obra juntos, es muy necesario para instruir a los hijos para enseñarles los aspectos prácticos
del ministerio. El Salmo 71,17 nos enseña: << ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido,  y yo
he anunciado hasta hoy tus maravillas!>>
 
<<Pues aunque hayáis tenido 10.000 pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He
sido yo quien, por el  Evangelio, os engendré en Cristo Jesús. Os ruego, pues, que seáis mis
imitadores. >> 1 Cor 4:15-16
 
Medita estos tres puntos:

 Jesús te está buscando. ¿Estás dispuesto a ser apartado?, ¿a qué estás dispuesto a renunciar para
ser moldeado íntegramente por Cristo?
 Jesús desea gobernar tu vida. ¿Estás dispuesto a rendirle toda tu vida y caminar bajo su autoridad
y en obediencia a tus coordinadores?
 Jesús desea ser tu maestro. Reflexiona quien o que ha tomado el título de maestro en tu vida ¿a
quién le has permitido que instruya tu vida? ¿bajo qué criterios has basado tu vida? ¿has dejado que
el evangelio que es Jesús instruya tu vida? ¿lo has puesto en práctica?
 
Jesús:
Te reconozco como mi Mesías, Salvador y Señor de toda mi vida, te doy gracias porque me
llamas y deseas que te sirva, aquí estoy, tómame, moldéame cual barro en manos del
alfarero, acepto de todo corazón tu llamado, te pido que gobiernes mi vida, me instruyas y guíes
con tu luz mi camino.
Amén

HAY PODER LIBERADOR EN LA ALABANZA 


Artículo por: Silvia Mertins-Guatemala
 

Hace algunos años se acercó a mí una servidora del Señor para contarme
que tenía una hija que era muy rebelde y que no quería saber nada del
Señor. Se vestía solamente de negro, era depresiva, rebelde y creía que
estaba en drogas y que, además, escuchaba música heavy metal a todo
volumen. Su cuarto estaba todo desordenado, estaba lleno de posters de
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artistas de rock y figuras horrendas de demonios y además tenía un terrible mal olor. Aparte de esto,
la chica se había tratado de suicidar un par de veces y la habían tratado psicólogos y psiquiatras sin
conseguir sanarla. Yo ya había escuchado testimonios y experimentado el poder sanador y liberador
de la alabanza, así que le sugerí que cuando ella no estuviera en casa, dado que no quería saber nada
del Señor y mucho menos dejar que alguien orara por ella, pusiera música de alabanza sobre todo en
su cuarto y que, por supuesto, intercediera por ella. Al cabo de unos meses, me la volví a encontrar
y me contó que, milagrosamente, su hija había cambiado su actitud: ya no se vestía de negro, su
cuarto ya no olía mal, estaba de buen humor, ya no escuchaba esa música satánica que solía
escuchar y había recibido sanación de sus depresiones. El Señor sana y libera a través de la alabanza
porque “El habita en medio de la alabanza de su pueblo”.
Actualmente, satanás trata de introducir en las mentes de los creyentes, pensamientos negativos de
temor, de angustia, de depresión, de orgullo, de soberbia, egoísmo, lujuria, desconfianza y de
rebeldía contra Dios. Estos no son más que huestes espirituales que ha enviado para atacar al
hombre y hacerlo sucumbir. San Pablo en Ef. 6,12 dice: “NUESTRA LUCHA NO ES CONTRA
LA CARNE Y LA SANGRE, SINO CONTRA LOS PRINCIPADOS, CONTRA LAS
POTESTADES, CONTRA LOS DOMINADORES DE ESTE MUNDO TENEBROSO,
CONTRA LOS ESPIRITUS DEL MAL QUE ESTÁN EN LAS ALTURAS”. Se trata de una
verdadera guerra espiritual. El que permite que su mente admita esta clase de pensamientos y
espíritus, no tiene ningún deseo de alabar a Dios. Más bien, reclama a Dios, lo culpa de su triste
situación. Por eso está escaseando tanto la alabanza en nuestras comunidades y grupos de oración.
La gente no quiere alabar al Señor, el diablo tiene cerrada su boca para alabar y deja que la abran
más bien para quejarse, pedir y murmurar contra Dios por las situaciones difíciles de su vida, no se
dan cuenta de que, en realidad, se desencadena un gran poder liberador, cuando alabamos al Señor,
sobre todo en las circunstancias difíciles de la vida. Debemos comprender que un verdadero
cristiano, está siempre al frente de la batalla y que tiene que pelear contra muchos enemigos que
quieren robarle las bendiciones de Dios.
La alabanza, nació en Israel, en medio de la batalla. Cuando los guerreros estaban nerviosos, ya
formados para iniciar la batalla, comenzaban a gritar pregonando la grandeza de Dios, su poder, sus
maravillas. Esto les infundía coraje. Al mismo tiempo, tenía un efecto negativo en sus enemigos,
que se sentían amedrentados ante el optimismo del ejército que se venía contra ellos. La alabanza,
antes de iniciar la batalla, no era una súplica miedosa, sino un grito enardecido en la que se
proclamaba la poderosa presencia de Dios en medio de su pueblo. Era una oración de confianza
total en el Dios que no falla.
Estamos circundados de violencia, de guerras, de odios, de inmoralidad, de injusticias, de robos, de
asaltos, de maleficios, de intrigas. También nos acechan nuestros enemigos (demonios interiores):
nuestras obsesiones, rencores, miedos, traumas, tensiones, cobardías, frustraciones. La alabanza es
como un grito que brota de nuestro corazón para decirle a Dios que, a pesar de todo, seguimos
confiando plenamente en su bondad, en su sabiduría, en su poder.
A través de la batalla espiritual por medio de la alabanza, pretendemos derrotar al adversario,
impedirle que siga haciéndonos daño, impedirle que siga metiendo ideas erróneas y negativas en
nuestra mente, como la idea de querer ser “como dioses” como nuestros primeros padres. También
a través de la batalla espiritual luchamos por quitarle al enemigo algo que nos pertenecía y nos ha
quitado, por ejemplo, la paz, la salud mental, física, emocional y espiritual; también nuestra
prosperidad, nuestro hogar, etc. Impedirle que trate de trastornar los planes de Dios para que Jesús
reine en nuestros corazones como el Señor.
¿Qué te ha quitado a ti el enemigo? ¿Qué le ha quitado a tu país, a tu familia, a tu ministerio, a tu
comunidad? ¿Estás dispuesto a batallar por ello, a hacerlo que te lo devuelva? Ofrécele por ello al
Señor un sacrificio de alabanza y ya verás los resultados. Jesús te dice hoy “Si crees verás la gloria
de Dios”.
P á g i n a | 14

¿QUÉ TIPO DE BATALLA QUIERE EL SEÑOR QUE PRESENTEMOS PARA VENCER


LAS HUESTES DEL MAL?
Veamos el caso del Rey Josafat: El Rey Josafat se aterrorizó cuando vio que dos ejércitos, el de los
moabitas y el de los amonitas, se habían aliado para ir contra él. Acudió al Señor con mucho fervor.
El Señor le respondió por medio de una profecía: “No tengan miedo ni se asusten ante esa
muchedumbre…ustedes no tendrán necesidad de luchar. Deténganse y quédense tranquilos; la
victoria la da el Señor” (2 Cro. 20,15.17).Ciertamente a Josafat le habría parecido una locura
quedarse quieto mientras avanzaba ruidosamente el enemigo. Sin embargo obedeció. Puso a un
grupo de cantores a la vanguardia a entonar alabanzas al Señor. Inexplicablemente, los moabitas y
amonitas se confundieron, se atolondraron y terminaron matándose entre ellos. A los del ejército de
Josafat únicamente les tocó ir a recoger el botín del enemigo. ¡Qué difícil habría sido para Josafat
permanecer quieto, cuando la lógica militar le decía que tenia que presentar batalla inmediatamente!
La victoria es de los obedientes en la Palabra de Dios. Muchas de nuestras batallas espirituales son
ganadas de la misma manera. Pareciera que Josafat se quedó de brazos cruzados viendo que pasaba.
Sin embargo hizo algo: puso a los cantores a alabar a Dios y seguramente el pueblo se les unió. Usó
el arma poderosa de la alabanza. Muchas veces queremos vencer al demonio con gritos y
espavientos, cuando Dios nos quiere dar la victoria en medio de la alabanza. ¿Por qué? Porque dice
el Salmo 22,4 ¡Pero tú eres el Santo, entronizado en medio de la alabanza de Israel! Dios
habita en la alabanza de su pueblo, con toda su gloria y majestad. A través de la alabanza dejamos
de pensar en nosotros mismos y en nuestros problemas y enemigos, para pensar solamente en el
Señor. Entonces le damos la libertad de que actúe con poder en medio de nosotros y nos libere de
las acechanzas de nuestros enemigos. Allí es donde ocurren grandes liberaciones, sanaciones,
milagros y prodigios.
Cuando el Señor escucha la alabanza de su pueblo, entonces se pone de pie y entra en acción contra
el enemigo y, como dice el Sal. 68 “Cuando Dios entra en acción sus enemigos se dispersan”. La
alabanza es como una alarma que llega a la presencia del Señor y le dice que su pueblo está en
problemas. Entonces “El León de la tribu de Judá” entra en acción a defender a sus hijos. Y no lo
digo yo, lo dice la Palabra del Señor en el Libro de Num. 10,9 “Cuando un enemigo los ataque en
su propio territorio y ustedes tengan que salir a pelear, toquen las trompetas y lancen fuertes
gritos. Así yo, el Señor su Dios, me acordaré de ustedes y los salvaré de sus enemigos”.
Es difícil quedarse quieto y elevar una alabanza al Señor, en los momentos más difíciles de la vida:
cuando se está muriendo un ser querido, cuando hay una enfermedad terminal, un accidente que
quitó la vida de tu hijo, un bebé que nace con anormalidades, etc. Pero si enseñamos al pueblo de
Dios a abandonarse en la Providencia de Dios y a alabarlo en toda circunstancia, empezaremos a
ver milagros, liberaciones y prodigios.
Bibliografía:
La oración de Alabanza

1. Hugo Estrada s.d.b.


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LA ALABANZA Y LA SANACIÓN
Autor: Silvia Mertins
silvia_mertins@hotmail.com
www.silviamertins.com

El modelo perfecto que Dios nos ha dado para todos los servidores de la
renovación es el Señor Jesucristo. Él vino a enseñarnos con su ejemplo a ser
hijos obedientes, así como él lo fue. En la función del Músico de Dios, una
de las cosas más importantes que podemos aprender es expresarnos como
hijos, ante un Padre bueno y perfecto. Yo creo que esa es la razón por la que
el Señor Jesús indica que es el Padre el que busca adoradores. (Músicos de
Dios)
 
<<Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu
y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren>> (Juan 4:23)
 
Jesús glorificó al Padre no solo con sus cantos (Mr 14:26, Lc 10:21) sino también con sus obras
obedientes. Cuando dice en su palabra: <<Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que
me diste que hiciese>> (Juan 17:4), Jesús nos está enseñando que la adoración que el Padre busca
es la que se desprende desde un corazón sincero y enamorado incondicionalmente de Él en
sumisión y obediencia.
 
Creo que no hay mejor pasaje en las Escrituras del que podemos aprender a funcionar como
Músicos de Dios obedientes delante del Padre Celestial, que el que se encuentra en el Primer Libro
de Crónicas, capitulo 25. Los puntos más importantes que trataremos de este pasaje son:
 

1. El Músico de Dios que busca Jesús debe ser apartado.


<<…Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de
Hemán y de Jeduthún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos…>>(v.1)
 
La primera característica de todo Músico de Dios es que es apartado. Esto significa que ha
sido “puesto dentro de límites”. En otras palabras, ha aceptado restricciones que son impuestas
sobre su vida por aquellos que están en autoridad sobre él, con el fin de desarrollar un carácter
integro.
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David escogió a las familias de tres hombres para que fuesen apartados para el ministerio de la
música y el canto. Es interesante notar el carácter de los hombres que David escogió, revelado en
sus nombres.
 
Asaf significa “el que reúne”. Era un líder que influía a los que estaban a su alrededor y los reunía
con el propósito de adorar. Muchos músicos hoy en día atraen a la gente a causa de su gran talento,
pero los reúnen para su propio placer y no para el placer de Dios.
 
Hemán, cuyo significado es “Fiel”, había dado muestras de lealtad y de fidelidad, por lo que fue
puesto en una posición de autoridad.
 
Finalmente, Jeduthún, que significa “el que alaba”, era un hombre que vivía un estilo de vida de
constante adoración.
 

2. El Músico de Dios que busca Jesús debe estar bajo autoridad.


<<…De los hijos de Asaf:…bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey.
De los hijos de Jeduthún:…seis, bajo la dirección de su padre Jeduthún, el cual profetizaba con
arpa, para aclamar y alabar a Yahvé. De los hijos de Hemán:…Y todos estos estaban  bajo la
dirección de su padre en la música, en la casa de Yahvé, con címbalos, salterios y arpas, para el
ministerio del templo de Dios. Asaf, Jeduthún y Hemán estaban por disposición del rey>> (v.2-6)
 
Todo Músico de Dios debe aprender a ejercer autoridad al funcionar primero bajo autoridad. Este
principio es fundamental y es lo que determina si un Músico de Dios se convertirá o no en un
verdadero “director”, para guiar a otros hacia la presencia de Dios.
 
Los Músicos de Dios extraordinarios (Silvia Mertins, Miguel Horacio, Rafael Moreno, etc) tienen
una cosa en común: en algún momento aprendieron de sus coordinadores y aún siguen aprendiendo,
a los cuales se sujetaron en obediencia. No siempre fueron tiempos agradables, pero sin duda fueron
indispensables en la formación de su carácter. Proverbios 19,20 nos dice: <<Escucha el consejo,
acoge la corrección, para llegar, por fin, a ser sabio>> en el libro de Sabiduría 3,5 cita: << por
una corta corrección recibirán largos beneficios. Pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos
de sí;>> y en Hebreos 12,11 << Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino
penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia  a los ejercitados en ella>>
 
En el pasaje de Crónicas vemos claramente que todos servían como hijos, bajo la dirección de su
padre. Todo Músico de Dios tiene la necesidad de funcionar bajo un padre espiritual, que lo
instruya, lo pastoreé y lo forme. Es por eso que los Ministerios de Música deben tener una
visión “multigeneracional” e incluir a todas las edades y a todos los miembros de la familia.
 

3. El Músico de Dios que busca Jesús debe ser instruido.


<<Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para el Señor, todos los aptos,
fue doscientos ochenta y ocho>> (v.7)
 
Todo Músico de Dios sabe que la instrucción no es una opción. Sin la adecuada preparación
fracasaremos, pues Dios no bendice nuestras intenciones, sino nuestras acciones. La fe sin obras
está muerta. Santiago 2,14 << ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no
tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?>> y en el versículo 17 nos dice claramente: <<Así
también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta>>
 
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Es claro que una instrucción total requiere madurez de parte de los instructores. Se requiere que
estos no solo sean buenos músicos o cantantes sino también padres en la fe. Donde no hay padres,
hay rebelión, pues el enfoque esta en las habilidades y no en el corazón. El ejemplo práctico, el
hacer la obra juntos, es muy necesario para instruir a los hijos para enseñarles los aspectos prácticos
del ministerio. El Salmo 71,17 nos enseña: << ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido,  y yo
he anunciado hasta hoy tus maravillas!>>
 
<<Pues aunque hayáis tenido 10.000 pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He
sido yo quien, por el  Evangelio, os engendré en Cristo Jesús. Os ruego, pues, que seáis mis
imitadores. >> 1 Cor 4:15-16
 
Medita estos tres puntos:

 Jesús te está buscando. ¿Estás dispuesto a ser apartado?, ¿a qué estás dispuesto a renunciar para
ser moldeado íntegramente por Cristo?
 Jesús desea gobernar tu vida. ¿Estás dispuesto a rendirle toda tu vida y caminar bajo su autoridad
y en obediencia a tus coordinadores?
 Jesús desea ser tu maestro. Reflexiona quien o que ha tomado el título de maestro en tu vida ¿a
quién le has permitido que instruya tu vida? ¿bajo qué criterios has basado tu vida? ¿has dejado que
el evangelio que es Jesús instruya tu vida? ¿lo has puesto en práctica?
 
Jesús:
Te reconozco como mi Mesías, Salvador y Señor de toda mi vida, te doy gracias porque me
llamas y deseas que te sirva, aquí estoy, tómame, moldéame cual barro en manos del
alfarero, acepto de todo corazón tu llamado, te pido que gobiernes mi vida, me instruyas y guíes
con tu luz mi camino.
Amén

LA ESPIRITUALIDAD DEL MÚSICO CATÓLICO


Autor: Erik Cuevas
Coordinador diocesano de MCM
RCCES Puebla, Pue.

“En la Sagrada Escritura encontramos varios pasajes muy hermosos


que nos muestran la forma de acercarnos a Dios a través del canto y la
música, transformados en ofrenda, en holocausto agradable a nuestro
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Señor, abandonándonos en sus benditas manos y reconociendo su fidelidad y amor para con
nosotros.
 

1. El Arca de la Alianza
 
En el segundo libro de Crónicas (Cap. 3), Salomón, hijo del Rey David, construye un templo para
guardar el Arca de la Alianza. El Arca representaba a Dios unido en alianza con su pueblo y
contenía los 10 mandamientos escritos en las tablas de la Ley en el Horeb. Estos mandatos fueron
entregados a Moisés después de que Yahvé los liberó de su esclavitud en Egipto.
 
En la Escritura podemos ver que el Arca de la Alianza siempre fue símbolo vivo de la presencia
misma de Dios en medio de su pueblo. El Arca era llevada a las grandes batallas como lo narra el
libro de Josué en el capítulo 6, cuando se derrumbaron las murallas en Jericó, o cuando Moisés y el
pueblo de Israel se cobijaban bajo el amparo del Arca que iba al frente de todos ellos (Números 10,
35).
 
Por ello es que también a María la llamamos Arca de la Alianza, ya que es la “Theotokos” (Madre
de Dios). Es la portadora de la presencia viva del Señor; aquella que se une a la Iglesia en la batalla
contra el Dragón (Apocalipsis 12).
 
Dada la importancia del Arca de la Alianza, Salomón, mandó a construir un templo majestuoso que
pudiera resguardar Al mismo Yavhé de una manera digna y propia de un Dios todopoderoso.
Cuando terminaron de construir el templo, empezó una odisea de alabanza y bendición al trasladar
el Arca de la Alianza desde Sion -la ciudad de David- hasta la nueva morada del Señor: la “Casa de
Dios”, en latín “Templum, Beth Elohim” (2 Cr 5, 7).
 
La Biblia narra que al trasladar el Arca los levitas eran los designados para celebrar, glorificar y
alabar a Yahvé, el Dios de Israel, (1Cr 25, 1-5; 2Cr 5,12). Iban acompañando al Señor hacia el lugar
que estaba preparado para albergar su presencia. El hecho que más nos llama la atención es que
mientras el Arca de la Alianza iba hacia su lugar, los encargados de la alabanza -los levitas-
encabezados por Asaf, Emán y Yedutum, iban entonando cánticos de gozo y alegría por la
presencia de Dios que camina entre ellos.
 
Nos narra la escritura que el Arca de la Alianza llegó al templo, a su casa, donde se encontraban los
sacerdotes, todos ellos debidamente purificados (2 Cr 5, 11). El texto nos subraya esta aclaración:
explica que todos, sin distinción de clases, absolutamente todos estaban purificados. Además, los
levitas, los cantores, Asaf, Emán y Yedutum, junto con sus hermanos y sus hijos, estaban vestidos
de lino fino, tocando toda clase de instrumentos, alabando y celebrando a Yahvé en comunión con
120 sacerdotes más. Cabe mencionar que el lino era una tela que simbolizaba pureza y distinción,
que vestía a ciertas personas sólo en ocasiones especiales.
 
¡Qué bendición! Todos aclamando el nombre del Señor y repitiendo: “Porque es bueno, porque es
eterno su amor”; reconociendo las grandezas de Dios en sus vidas y sin acordarse de sus pruebas o
problemas, sólo cantando, tocando, agradeciendo, alabando, y glorificando el dulce nombre, su
hermoso nombre, ¡Yahvé!
De repente un suceso imprescindible, algo que no estaba dentro de los planes de nadie: Dios, el
mismo que hizo su alianza con ellos; aquel que dijo: “ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”; el
mismo que los acompaño en todas sus batallas, que los libero de los Egipcios, que les dio una nube
para cubrirse del sol, y una columna de fuego para las noches de frio, que envió el maná y las
codornices, que hizo brotar agua de la roca, que abrió el Mar Rojo, el mismo Dios que siempre y
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desde la eternidad los ha amado, que nunca los ha abandonado aun en la infidelidad, ese mismo
Dios, Yahvé se manifiesto, se hizo presente rodeado de su gloria en aquel lugar (2 Cr 5, 13).
 

2. La nube de Dios
 
Una densa nube cayó sobre la casa de Dios; dice la Palabra: “la Gloria del Señor llenaba la casa de
Yahvé”, y seguramente llenaba también los corazones de quienes estaban preparados para recibirlo
y abrieron su corazón ante su presencia. El gozo de aquellos que alababan y glorificaban a Dios fue
contagiado al mismo Señor que decidió llegar a ellos y gozarse junto con su pueblo mostrando la
hermosura de su gloria. Como aquellas ocasiones, antes de la caída de nuestros primeros padres,
Adán y Eva, cuando Dios mismo caminaba en el Edén, en esta ocasión la casa terrena, el Templo de
Salomón, se convirtió en una sola casa porque Dios decidió hacer morada ahí. Es como si el cielo se
hubiera juntado con la tierra, como si el aire de Dios, su atmosfera, hubiera inundado aquel lugar,
como si el Edén se hubiera instaurado ahí mismo.
 
Bien dice el dicho popular que “Amor con amor se paga”, y esto que sucedía no era otra cosa que
ellos, nuestros colegas levitas junto a sus hermanos israelitas, amando a Yavhé a través de sus
cantos, su música, su alabanza, correspondiendo el amor y misericordia de Dios.
 
Es importante descifrar el contenido de este texto bíblico, ya que no nos podemos quedar en la
superficialidad de simples letras, sino ir mas allá de lo que nuestros sentidos limitados pueden
captar. Aquí nos narran como Dios quiere estar en su casa, y Él se goza cuando esa casa esta limpia,
cuando ya ha sido adornada y preparada para recibirlo; es decir, cuando nosotros, su pueblo,
tenemos por entendido que Él merece el mejor lugar, lo mejor de cada uno, y eso se lo podemos
entregar mediante la purificación de nuestras vidas. Recordemos que como dice el apóstol San
Pablo, nosotros somos el Templo de Dios, el templo del Espíritu Santo, quien vive en nosotros.
 
Por eso, si queremos ver la gloria de Dios cuando le alabamos y bendecimos a través de nuestros
cantos, necesitamos estar preparados para tener un corazón limpio, sincero, agradecido, lleno de
amor y pasión por aquel que ha dado todo por nosotros.
 

3. Transfigurados por su presencia


 
También necesitamos “vestir nuestro interior”, nuestra vida, de “lo mejor de lo mejor”; es decir,
poner manos a la obra en nuestra realidad y transfigurar en nosotros el rostro mismo de Jesús
(Romanos 13,14); reconocer también que somos imagen y semejanza de Él (Génesis 1,26), y que
esto nos lleva a tener sus mismos sentimientos, a entregar el mismo amor a los demás y asumir la
dignidad como verdaderos Hijos de Dios en quien El se complace. Así mismo, asumiendo la
responsabilidad de ser testimonio vivo de que ya no somos nosotros, sino Él quien vive en nuestros
corazones (Gálatas 2,20).
 
Qué difícil tarea; nosotros libres por la voluntad de Dios, imperfectos pero a la misma vez
perfectibles; capaces de realizar cada vez mejor las cosas y luchando por alcanzar la Gloria eterna.
Pero tenemos esta hermosa oportunidad de vivir momentos de comunión con la Santísima Trinidad,
porque “el Reino de los cielos ya está aquí”, dice el Señor (Mateo 4,17).
 
Recuerdo las palabras del Salmo 8, “quienes somos Señor para que te acuerdes de nosotros”, que
aún con nuestras miserias e infidelidades nos regalas hermosos momentos impregnados de tu
presencia. Amados hermanos, en la alabanza a través de la música, encontramos un momento
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trascendental en el servicio al Señor; como dice Cantar de los Cantares (2,11): “Las lluvias ya
pasaron, es el tiempo de las canciones nuevas”; pero es algo que tenemos que asumir de manera
responsable para que Dios manifieste su gracia en cada una de las comunidades, lugares y
momentos donde servimos.
 
Primeramente necesitamos purificarnos, estar preparados para cuando Dios quiera manifestar su
gloria. No podemos conformarnos con cantar y tocar, sino más bien prepararnos para que Dios
habite totalmente en su casa, en nuestro corazón, y así pueda manifestar su maravillosa presencia en
todo nuestro entorno. De nada serviría prepararse musicalmente si no sabemos la trascendencia que
tiene la alabanza, el poder que emana de ella cuando estamos testificando lo que sale de nuestros
labios y se proyecta en cada parte de nuestro cuerpo cuando tocamos algún instrumento. Un músico
Católico debe estar purificado, consagrado a Dios, un hombre o mujer que busque con sed los
sacramentos, de profunda oración, ayuno, dispuesto al sacrificio.
 
Necesitamos estar conscientes de que en la medida que dejemos las peticiones y las transformemos
en alabanza que nazca de nuestros corazones, podremos darnos cuenta del poder y bendición que se
desata por la misericordia de Dios. Una vez purificados, debemos arroparnos en la fe, esperanza y
caridad para poder darnos y dar al Señor a los demás, sin esperar nada a cambio; solamente con la
intención de ser canales de bendición y reconocer a Dios como la fuente de donde brota el Agua
Viva.
 
No nos debe caber la duda de que cuando estemos decididos a vivir conforme al Señor lo quiere, la
gloria de Dios se manifestara al instante en cada nota que brote de nuestro instrumento, de nuestra
voz, cada vez que el Señor por su infinita misericordia permita que nosotros, sus ciervos sedientos,
sus siervos amados, podamos poner al servicio de la comunidad los dones que Él mismo nos ha
regalado para edificar su Iglesia, su Cuerpo Místico, del cual Él es cabeza.
 
Nosotros, como Iglesia que fundó Cristo, contamos con absolutamente todos los medios de
salvación, solo hay que despertar; somos el gigante que ha permanecido dormido durante mucho
tiempo, es momento de levantarse e ir al encuentro del Señor, traerlo verdaderamente a su morada,
donde Él quiere estar, para que se posesione de lo que es suyo y haga de ello lo que siempre ha
querido: “verdaderos adoradores, en espíritu y en verdad” (Juan 4,23)
 
Amados cantores, instrumentistas, Ministerios de Canto y Música: ¡este es el momento! ¡No hay
porque esperar más! Y que Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que en conjunto reciben la
misma gloria, habiten de tal manera en nuestros corazones que no podamos ni un solo instante dejar
de pensar y actuar conforme a lo que Él quiere; y que nuestra vida sea una continua alabanza junto
con María Santísima, que nos lleve siempre a tener una experiencia personal con Aquel que nos ha
amado, nos ama y nos amara.
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MÚSICOS, LEVITAS, GUERREROS PARA EL SEÑOR 


Autor: Rubén Parra
Coordinador diocesano de MCM
RCCES Torreón, Coah.

“David estableció a los levitas que habían de hacer el servicio delante


del arca de Yahvé, celebrando, glorificando y alabando a Yahvé, el
Dios de Israel.”
 
¿Quiénes eran los levitas?

 Haciendo una pequeña remembranza acerca de quiénes eran los levitas,


 Estos eran una tribu que fueron designados para estar al servicio en el templo,
 Cuidaban los utensilios sagrados, los tesoros de la Casa de Dios,
 Ellos se encargaban
mantenimiento a todo lo referente de la Casa de Dios,
 Entre ellos había sacerdotes, cantores y cantoras por supuesto y porteros, (Núm. 1,50 y sig.) ,
 Solo tenemos un motivo de servir y nuestra recompensa es la mejor y la mayor, nuestra
recompensa es la presencia perpetua de Dios en nuestras vidas.
 
Aquí encontramos un pasaje bíblico en el que podemos ver claramente cuál es la función de un
ministerio de música al momento de estar sirviendo.
 
El mismo Señor ha destinado para los Músicos de Dios solo una recompensa y esa recompensa es el
mismo Señor, él mismo dijo “los levitas son para mí” Ellos no tenían tierras como las demás tribus,
no tenían tierras como herencia como los demás, su única herencia era el Señor (Num 3,12). Es así
pues que tú y yo como músicos de Dios, solo tenemos un motivo de servir y nuestra recompensa es
la mejor y la mayor, nuestra recompensa es la presencia perpetua de Dios en nuestras vidas. Te das
cuenta que tenemos el tesoro más grande que pueda o que pudiera existir, el mismo Señor es nuestra
heredad, en agradecimiento a su presencia debemos servirle siempre con el mayor gozo, ya que
hemos sido destinados a servirle por siempre, no solo por unos cuantos años, El nos llamo a servirle
por siempre (1 Cro 15,2).
 
En Crónicas 16 vemos como debe de ser nuestro servicio como músicos de Dios al momento de
estar al frente del pueblo, vemos tres características principales las cuales nos darán luz para nuestro
servicio en la alabanza.  1 Cro 16,4 “David estableció los levitas que habían de hacer el servicio
delante del arca de Yahvé, celebrando, glorificando y alabando a Yahvé, el Dios de Israel.”
 
Dice que David estableció a los levitas para el servicio delante del arca de Yahvé, es decir, delante
de Dios:

 Celebrando
 Glorificando
 Alabando
 
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Estas tres características deben reflejar nuestro servicio; es el momento de levantarnos como
músicos de Dios y pedir estos tres carismas o dones a Dios, el carisma de celebrarle, el carisma de
glorificarle y el carisma de alabarle para así servirle como El mismo ha establecido nuestro servicio
a través del Rey David.
 
Somos llamados a Celebrarle.
 

1. Celebrar significa:
Hacer fiesta, conmemorar, festejar un acontecimiento, alabar, aplaudir, reverenciar, venerar.
 
Nuestro servicio necesita estar lleno de celebración contante a Dios, es necesario que volvamos al
amor y deseo de servirle a Dios como en el principio, en donde todo era Dios, todo estaba en
segundo plano y Dios ocupaba el primer lugar.
 
Celebrar a Dios es hacer fiesta, es celebrarle con cantos y música que reflejen el gozo que hay en
nuestro corazón, festejar el mejor acontecimiento que es el hecho de que Jesús nos salvó y nos
regala su presencia a tal grado que el pueblo se contagie de ese gozo y unidos le celebremos en un
ambiente de fiesta, de tal manera que esa celebración sea un gozo poderoso y se convierta en una
fuerza espiritual ya que el gozo del Señor es nuestra fuerza (Ne 8:10), bien dice la palabra que es
“bendito el pueblo que sabe celebrar a Dios” (Sal 89,15).
 
Que nuestros momentos de oración este lleno de celebración para así darle la gloria a Dios.
 

2. Glorificar significa: Reconocer y ensalzar a quien es glorioso tributándole alabanzas.


 
Cuando tú y yo glorificamos el nombre de Dios, estamos reconociendo y ensalzando a aquel que es
glorioso y digno de recibir la gloria. Es hacerlo el centro de nuestra vida, es reconocerlo y
declararlo el centro de nuestra vida, es tributarle alabanzas. Recordemos que el enemigo no soporta
que el pueblo glorifique a Dios, cuando lo hacemos definitivamente el reino de las tinieblas se
estremece y es cuando los demonios huyen.
 
Glorifiquemos a Dios poderosamente tributándole alabanzas.
 
 

3. Alabar significa: Elogiar, celebrar con palabras.


 
En pocas palabras las dos anteriores son un sinónimo de esta última, alabar a Dios es reconocer a
Dios por lo que él es, aún mas allá de lo que él ha hecho, dice el Papa Juan Pablo segundo: “de
modo especial seguir amando y haciendo amar la plegaria de la alabanza, forma de oración que
responde inmediatamente que Dios es Dios, le canta por El mismo, le da la gloria por lo que El
es, más que por lo que El hace” (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2639)
 
Imaginémonos que tan poderosa era la forma de celebrar a Dios, la forma en que lo glorificaban y la
manera de alabarlo que arrebataban la presencia de Dios y El mismo con todo su esplendor y gloria
descendía ante el pueblo. Que tan poderosa era esa alabanza que hasta los oídos de Dios llegaban y
Dios mismo se deleitaba con la alabanza de su pueblo y les regalaba su presencia. Todo esto lo
hacían repitiendo constantemente una frase muy poderosa: «Porque es bueno, porque es eterno su
amor» así lo narra el segundo libro de Crónicas:
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“y todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Jeduthún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino
fino, estaban de pie al oriente del altar, tocando címbalos, salterios y cítaras, y con ellos 120
sacerdotes que tocaban las trompetas; se hacían oír al mismo tiempo y al unísono los que tocaban
las trompetas y los cantores, alabando y celebrando a Yahvé; alzando la voz con las trompetas y
con los címbalos y otros instrumentos de música, alababan a Yahvé diciendo: «Porque es bueno,
porque es eterno su amor»; la Casa se llenó de una nube, la misma Casa de Yahvé”. 2 Cro 5,12-13
 
Pidamos a Dios el don de alabarle de esta forma, no solo en el servicio sino en toda nuestra vida,
que toda nuestra vida sea capaz de arrebatar su presencia y así nuestro servicio sea pleno y lleno de
la presencia de Dios.
 
Hoy en día la renovación necesita de ministerios de música con este estilo de vida y esta forma de
servir a Dios. La iglesia necesita hoy en día músicos de Dios revestidos de la gracia de Dios,
ministerios de música bien preparados en todos los ámbitos, espiritual, musical, social, ministerios
que vivan una vida en el espíritu bien pura y santa, que reflejemos a Cristo en toda nuestra vida, la
renovación necesita de ministerios entregados, que amen a sus comunidades, a la Iglesia,
necesitamos ministerios de música valientes en salir a anunciar la buena nueva de Dios, a ser
misioneros no solo en nuestra parroquia sino afuera en donde la batalla se esta peleando
fuertemente.
 
Roguemos a Dios para que los ministerios de música de la renovación seamos punta de lanza en la
evangelización en México y seamos también instrumentos poderosos para que en cada momento de
oración seamos capaces de suscitar la presencia de Dios.

UN SUEÑO A LA MEDIDA DE DIOS


Autor: Lina Isabel González de Reyes
Coordinadora Nacional
RCCES México.

“Empieza por hacer lo necesario, luego lo posible y pronto te


encontrarás haciendo lo imposible”
San Francisco de Asís
 
Los Ministerios de Música juegan un papel muy importante en las
comunidades de la Renovación Carismática. Por ese motivo es
importante y urgente que contemos con Ministerios de Música
preparados espiritual y musicalmente. No obstante, muy a menudo
encontramos situaciones que ahogan la espiritualidad de estos grupos, y
sus integrantes se estancan sin un crecimiento espiritual ni musical.
 
Si esta es la situación que vive tu ministerio de música, si sientes que antes que vivir un diario
crecimiento, el grupo está más bien estancado, es necesario que tú y tus hermanos de comunidad
recuperen la confianza en el enorme Plan de amor que Dios tiene para ustedes y se animen a dar
pasos hacia delante en la fe. Lo primero que hay que hacer es sinceramente identificar el punto en el
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que se encuentra su Ministerio de Música. ¿Realmente ha crecido espiritual y musicalmente en los


últimos años?, ¿en los últimos meses?, ¿en los últimos días?
 
Para responder estas preguntas puede ayudarte una mirada hacia el interior de tu persona. Te
invitamos a realizar un recorrido desde ¿quién y cómo eras tú, justo antes de comenzar a servir al
Señor a través del canto?, ¿quién eres ahora?, ¿qué cambios ha habido en ti desde entonces en tu
relación con tu familia, con tus hermanos en el trabajo, escuela, vecinos, hermanos de comunidad,
en tu relación con Dios?, ¿muchos, pocos o ninguno?, ¿crees que habrá algún cambio en ti en los
próximos meses? En otras palabras, es importante definir: dónde estabas espiritualmente, dónde
estás y hacia dónde vas junto con tu equipo.
 
Esto puede darte una idea del nivel de espiritualidad que se vive y se ha vivido en tu ministerio.
Muchas veces, es difícil advertir que estamos ciclados, estacionados en un grupo que no crece, que
no va hacia ningún lado. Atravesamos los mismos problemas una y otra vez como si fueran ciclos
repetitivos que toreamos cada vez con mayor destreza, pero sin crecimiento espiritual.
 
Por ejemplo, a veces enfrentamos una y otra vez problemas con los llamados “cometas” (miembros
del grupo que vienen y se van como vinieron); otras veces, la falta de entrega (que algunos llaman
falta de compromiso), la falta de ensayos, la ausencia de un crecimiento espiritual, las rivalidades,
la falta de oración, la falta de talento o capacidad, la ausencia de buenos elementos, el
desconocimiento de bases litúrgicas, catequéticas y incluso de la Palabra de Dios, etcétera.
 
En estos casos, lo que necesita nuestro ministerio es replantearse a sí mismo; considerar un cambio;
dirigir la mirada al cielo y atreverse a soñar con un mejor servicio, un mejor equipo, mejor coro …
mejor ministerio.
 
 
En cierta ocasión, hablando sobre esto a un grupo de ministerios de música, preguntábamos mi
esposo y yo a sus integrantes, cuáles serían los sueños de cambio para sus ministerios o equipos de
canto y música; y a esto ellos nos dieron respuestas como: “nos gustaría tener un guitarrista”, “nos
gustaría que alguien de nuestro grupo aprendiera a tocar teclado”; “nos gustaría que hubiera mayor
compromiso”,”unidad entre los integrantes delministerio de música”, etc.
 
Esos y otros similares fueron los pequeños sueños que nos presentaron en una diócesis que como
cualquier otra, presenta urgentes necesidades de ministerios que busquen la santidad, que busquen
ser instrumentos de poder del Señor. Sin embargo, pareciera que tenemos miedo a soñar en grande.
 
Muchas veces, los problemas que enfrentan nuestros ministerios los vemos tan grandes, que no nos
dejan ver la posibilidad, la esperanza de que cambien, de que crezcan, de que se transformen en un
ministerio a la medida de Dios. Pero el Señor que sí desea vernos caminando hacia la santidad,
quiere transformar nuestra mirada. Él desea que tú puedas ver en tu ministerio, el potencial que Él
ve.
 
Una de las técnicas más usadas por el enemigo, es precisamente lograr que perdamos la esperanza.
Si no hay esperanza, no hay lucha, no hay visión, no hay sueño, no hay transformación ni camino a
la santidad. Por eso, es necesario que le pidas al Señor la capacidad de ver con ojos de esperanza, el
potencial que a veces no alcanzamos a ver en nuestros ministerios; y pedirle además la capacidad de
verte a ti y a tu grupo, tal como Él los ve, dejando al desnudo tanto las miserias como los aciertos.
 
“Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran
muchedumbre, el hijo de Timoteo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al
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enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de
mí!» Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten
compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo,
levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús,
dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús
le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino .” Mc
10,46-52
 
Este día el Señor te invita a mirarte como el hombre o la mujer que eres, como un hijo de Dios,
dignificado por su sangre preciosa; te invita a ver tu servicio, tu ministerio, pero no como lo hacía
Bartimeo, es decir, no con esa mirada de mendigo pobre, que además era incapaz de ver; sino con
una mirada de hijo, digno, amado. Él te invita en su Palabra diciéndote: “¡Ánimo, levántate! Te
estoy llamando”. No escuches las voces que te increpan diciendo que tu ministerio no tiene
remedio, que es imposible que con los elementos que hay salga adelante. Es el momento de que,
como Bartimeo, arrojes tu “manto”, que dejes a un lado tus límites de pecador, tu desconfianza, tu
desesperanza, tus miedos, y que des un decidido brinco hasta Jesús, para decirle: “Maestro, ¡que
vea!”. “Dime Señor, ¿por dónde comienzo?, ¿cuáles son mis debilidades, mis errores?, ¿hacia
dónde quieres que camine?, ¿hacia dónde quieres que caminemos?” Necesitas creer con tu corazón
que sólo después de recobrar la vista podrás seguir a Jesús por el camino a la santidad. Es decir, en
el momento que Jesús te permita ver dónde estás, será posible saber a dónde vas, y dirigir tus pasos
a la mejor dirección: hacia Jesús.
 
Una vez que has sido capaz de ver los errores, pecados, pobrezas espirituales en tu servicio y en tu
persona; una vez que tus ojos estén abiertos a la esperanza, es el momento de atreverse a soñar sin
límites. Dios es inmenso; es decir, sin medida, y aunque se escuche desagradable, nosotros a
diferencia de Él, somos medibles, “mensos”, y por eso tenemos problemas para comprender su
voluntad. Pero con la luz del Señor en nuestra mirada, podremos ver sin límites un sueño al cual
quedar sujetos. Un sueño inmenso inspirado por el mismo Dios, que nos jale llevándonos a ser cada
vez más santos, de la misma manera que un barco es atraído por un faro en una noche sin luna,
llevándonos cada vez más cerca de la perfecta voluntad del Padre, cada vez más dóciles a su
llamado. El ilimitado sueño de un ministerio perfecto, que sólo podría ser soñado por Dios para
nosotros, conduciéndonos a la perfección.
 
“Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” Mt 5, 48.
 
Un sueño a la medida de Dios
 
En realidad, un sueño a la medida de Dios no podría existir como tal, no podría medirse; es decir,
un sueño de acuerdo a su voluntad será tan ilimitado e inmenso, como Dios lo es. Un Sueño a su
medida – sin medida -, sería algo a nuestros ojos, inalcanzable; imposible para nosotros, pero
posible para Él. Viéndolo de esta forma ¿cuáles serían algunas cualidades que pudiéramos
atrevernos a señalar, las cuales soñaríamos para nuestro ministerio de música perfecto? Lo que
presento a continuación es un gran sueño, pero recordemos que para el Señor no hay límites.
 
Un ministerio de oración.- Que todos y cada uno de los miembros del ministerio sean mujeres y
hombres de oración; que sean discípulos dispuestos a vivir a los pies de Jesús y que escuchen su
voz; que por esta oración y comunicación con Dios, todos caminen de acuerdo a las mociones del
Espíritu Santo, en un mismo espíritu, sin rivalidades, en un caminar fraternal, unidos, amándose
profundamente unos a otros. Que todos estén conectados por el Espíritu Santo de tal manera que no
existan las dudas que surgen cuando no se sabe por dónde guiar una oración, qué cantos entonar, a
quién darle la razón al momento de discernir. Que los oídos de cada uno sean capaces de escuchar
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lo que Dios desea a través de un canto; que escuchen y sientan en el corazón cuál canto es el que el
Señor desea que la comunidad entone con nosotros, que sientan con Jesús el dolor del pueblo y sean
capaces de sentir junto con Él compasión; que por su oración, sean canales abiertos del amor, la
paz, la fortaleza y de cada uno de los dones del Espíritu Santo.
 
“Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres,
de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” Hch 1,14.
“Así dice Yahvé, hacedor de la tierra, que la formó para hacerla subsistir, Yahvé es su Nombre:
Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías.” Jer 33,2-3
 
Que sus integrantes tengan vida en el Espíritu.– Y que esto haga efervecer sus comunidades. Es
decir, que su testimonio se contagie, y que por su entrega y amor haya conversiones en su familia,
en su escuela, trabajo, vecindario. Que se les note en sus rostros, acciones, actitudes, el amor de
Jesús,
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros
manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. 2Co 2,14.
 
Un ejército preparado para el servicio de Dios.- Que como en cada ejército, exista la adhesión y
obediencia a la cabeza; un ejército que no se maneja solo, insertado en una comunidad, a la vez
insertada en su Movimiento, y a toda la Iglesia. Además, que todos los integrantes cumplan con los
sacramentos de bautismo, confirmación, reconciliación, comunión y de matrimonio, si es el caso.
Que acudan diariamente a la eucaristía, que recen el rosario todos los días, que tengan al menos una
hora de oración personal diaria ante el santísimo o en un lugar de recogimiento; que se preparen
constantemente leyendo la Palabra de Dios, practiquen el ayuno, estén al tanto de documentos
pontificios, conciliares y otras lecturas de crecimiento espiritual. Que sean capaces de sacrificar
apegos, ofreciéndose libres a Dios. En pocas palabras, que tengan una verdadera vida en el Espíritu;
que sean verdaderos testigos del poder de Dios en sus vidas. Que bien armados con todos estos
menesteres, salgan a la batalla en el nombre del Señor.
“…preparados para la batalla, provistos de todas las armas de guerra, audaces en la lucha, con
corazón entero”. 1Cro 12,34
“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las
oraciones”. Hch 2,42.
 
Que sean instrumento a través del cual Jesús, sane, libere, restaure.- Tener la certeza de que en el
momento en que comiencen a tocarse las cuerdas de la guitarra, en el momento que se inicien los
cantos, por gracia de Dios los sordos oirán, los ciegos verán, los oprimidos serán liberados, los
enfermos sanarán.
“Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les
escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel
se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de
todos”. Hch 16, 25-26.
 
Que cuando los integrantes del ministerio de música canten, se vean libres los que son presos del
rencor, de los vicios, del pecado.
“Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que, vestidos de ornamentos
sagrados y marchando al frente de los guerreros, cantasen en honor a Yahvé: «¡Alabad a Yahvé
porque es eterno su amor!»Y en el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas,
Yahvé puso emboscadas contra los amonitas y moabitas y los del monte Seir, que habían venido
contra Judá, y fueron derrotados” 2Cro 20, 21-22.
 
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Que en la batalla espiritual, el ministerio de música vaya al frente cantando y alabando a Dios,
dispuestos a dar todo por el servicio al Señor, y sabedores de que la batalla ya está ganada porque el
Señor es bueno, porque es eterno su amor.
“Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba, Saúl, encontraba
calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él.” 1 S 16, 23
Músicos de Dios capaces de transmitir la paz y el amor que nunca dará el mundo.
 
“Yahveh dijo a Josué: «Mira, yo pongo en tus manos a Jericó y a su rey. Vosotros, valientes
guerreros, todos los hombres de guerra, rodearéis la ciudad, (dando una vuelta alrededor. Así
harás durante seis días. Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero delante
del arca. El séptimo día daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes tocarán las
trompetas). Cuando el cuerno de carnero suene (cuando oigáis la voz de la trompeta), todo el
pueblo prorrumpirá en un gran clamoreo y el muro de la ciudad se vendrá abajo. Y el pueblo se
lanzará al asalto cada uno por frente a sí.»
 
El pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo la voz de la trompeta,
prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo. La gente escaló la ciudad, cada uno frente a
sí, y se apoderaron de ella”. Jos 6,2-5;20
 
Músicos de Dios obedientes al llamado de guerra del Señor, creyentes con una fe inquebrantable,
dispuestos a sostenerse en la batalla hasta que los muros del pecado sean derribados.
 
Un equipo de canto y música artísticamente preparado.– Dicen que soñar no cuesta, así que
soñemos también que cada uno de los miembros sepa tocar dos o más instrumentos musicales, de
preferencia por nota; que sepan cantar, modular su voz, cuidarla. Que sean capaces y dispuestos a
buscar la perfección en sus interpretaciones musicales. Que tanto sus instrumentos como sus
talentos sean consagrados completamente al Señor; es decir, separados para Él y que no sean
utilizados en ninguna otra parte.
 
“Estos hombres ejecutaban los trabajos honradamente. Estaban bajo la vigilancia de Yájat y
Abdías, levitas de los hijos de Merarí, y de Zacarías y Mesúllam, de los hijos de Quehat, que les
dirigían, y de otros levitas; todos ellos maestros en tañer instrumentos músicos.” 2 Cro 34,12
“Ciertamente, nos alegramos cuando somos nosotros débiles y vosotros fuertes. Lo que pedimos es
vuestro perfeccionamiento.” 2 Co 13,9
“¡Dad gracias a Yahvé con la cítara, salmodiad para Él al arpa de diez cuerdas; cantadle un
cantar nuevo, tocad la mejor música en la aclamación!” Sal 33,2-3.
 
Estas serían algunas de las cualidades que podría soñar un ministerio de música y alabanza que
busca darle el mejor servicio a Dios y que muchos podrían considerar inalcanzables. Éste gran
sueño podría ser un apoyo para enfocar y dirigir nuestros pasos hacia la santidad, hacia la
perfección en el amor … hacia Jesús.
 
Dios puede lograr lo imposible
Construir un gran sueño y caminar sobre su estela de la mano de Jesús, deberá ser para todos
nosotros, los que deseamos ser músicos de Dios, un incansable e interminable recorrido; una
constante trasformación y conversión; una renovación continua, cimentada en el amor, la esperanza
y la fe.
 
Un amor a Dios y a los hermanos que nos haga crecer en santidad, una sólida esperanza que no nos
permita dudar del gran plan que Dios tiene para nosotros, y la fe inquebrantable de que Dios nos
usará como instrumentos para la liberación de su pueblo. Esta última virtud, debe acompañarse de
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una preparación y del conocimiento necesario para saber cómo puede ocurrir esto, como es que
Jesús usa a sus músicos, cómo podemos serle más útiles a Él.
 
“Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que a los que esperan
en Yahvé, Él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y
andarán sin cansarse.” Is 40,30-31
 
Es necesario entonces que el amor, la esperanza, la fe, nos lleve a vernos a nosotros mismos en un
futuro no muy lejano, formando parte de un ministerio de música a través del cual Dios actúa con
poder para la sanación y liberación de su pueblo. Si ésta visión es la voluntad de Dios, y nosotros
damos nuestro 100 por ciento, es seguro que tarde o temprano sucederá.
 
“Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la
realidad de cosas que no vemos”. Heb 11,1.
“En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará
mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.” Jn 14,12-14
 
Lo primero que tenemos que hacer, es creer en las promesas del Señor. Creer que somos sus hijos
amados, y por lo tanto, por ese gran amor que Él nos tiene, no recibiremos piedras cuando le
pidamos Espíritu Santo.
 
“¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un
pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!”  Mt
7,9-11.
 
Ahora bien, si nuestro problema es que tenemos dudas de que el Señor tenga interés en nosotros, en
nuestro ministerio, pensemos que no somos los únicos que hemos dudado de esta manera; no somos
los únicos que nos sentimos indignos. Es decir, de la misma forma en que nosotros dudamos que
Dios quiera hacer en nosotros algo realmente grande, los profetas dudaron. No se pensaron dignos y
se preguntaron si de veras Yahvé habría pensado en ellos para realizar su obra. Este es el caso de
Isaías:
                 “¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde
las entrañas de mi madre recordó mi nombre. Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de
su mano me escondió; hízome como saeta aguda, en su carcaj me guardó.  
Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré.»  Pues yo decía: «Por poco me he
fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y
mi Dios de mi trabajo?» 
Ahora, pues, dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno para siervo suyo, para hacer
que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios
era mi fuerza”.  Is 49,1-5
 
Éste es también el caso de Moisés:
“Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto.»
Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?»
Respondió: «Yo estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado
al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte.»” Ex 3,10-12
 
Y éste es también nuestro caso:
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“Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo
débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios;
lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de
Dios.” 1 Co 1,27-29
 
Necesitamos no sólo creer en Dios, sino creerle a Dios, creer en sus palabras, en sus promesas, en
su amor que no puede ser pasivo, sino activo, transformante, renovador, creador. Basta con
decidirnos a intentarlo, a hacer la prueba.
“Hagan la prueba y verán qué bueno es el Señor, ¡dichoso aquel que busca en Él asilo!” Sal 34,9
 
Comenzar por hacer lo necesario
En este momento tú puedes ya tomar una decisión y decir: “Está bien, en el nombre de Jesús estoy
listo para comenzar a caminar junto con mi equipo, listo para dar pasos con fe y en la dirección que
el Señor nos muestre, a fin de convertirnos en un instrumento para su gloria”.  Si es así … ¡Gloria al
Señor!
 
En ese caso, tú y tu equipo deben comenzar por lo básico. Lo primero es hacer “lo necesario”.  Si
deseamos comenzar a caminar y no sabemos por dónde, basta con hacer lo necesario. Primero, lo
necesario en mi propia persona, y después lo necesario en el resto del grupo. Esto es muy
importante, ya que nadie hará por ti lo que tú no hagas por ti mismo. De la misma manera, tú no
puedes obligar a nadie a cambiar, si esa persona no tiene interés en cambiar.
 
Eso es real, pero también es real que la transformación de todo un ministerio de música puede
iniciar por la transformación de una sola persona, independientemente del poco o nulo interés que
en un principio muestre el resto del grupo; independientemente de que el primero que empiece a
cambiar realmente, sea el coordinador, o el encargado de cargar los instrumentos. Esto es posible
porque el amor de Dios es algo que se contagia. Si por una parte entendemos que nosotros no
podemos hacer que las personas cambien, no debemos olvidar que Dios si puede, y nuestro
testimonio ayuda mucho. Así que nosotros nos limitaremos a hacer lo necesario, a trabajar hacia
dentro de nuestra propia persona, sin quitar nuestra mirada en el sueño de transformar nuestro
ministerio en un mejor instrumento para el Señor.
 
Ana María Rabatté nos comparte una hermosa y profunda reflexión: “Si yo cambiara, cambiaría al
mundo”. Y ¿Cómo funciona esto? Primero, nuestra conversión hará que nuestro vaso vacío quede
cada vez más lleno de Dios. De hecho, la palabra entusiasmo viene del griego “en theos”: lleno de
Dios. Cualquier persona llena de Dios, contagia su entusiasmo a los demás. Y esto es porque
conversar con alguien que destila presencia de Dios en cada palabra, nos invita a la oración. Lo
escuchamos hablar humildemente de cómo se goza en el contacto con Dios en su oración, y
deseamos vivenciar en nuestra propia persona esa experiencia de amor. De esta manera sucede …
todo puede empezar a partir de la conversión de una sola persona; puede empezar a través de tu
propia conversión.
 
Y ¿qué es lo necesario que debes empezar a hacer? … Musicalmente puedes comenzar a tomar
clases de canto, guitarra, piano, solfeo, etc.; claro que esto no deberá hacerte sentir más que los
demás, aunque comiences a ver más claramente los defectos en la música. Ante todo el amor debe
llevarnos a actuar con mucha humildad, paciencia, condescendencia, tolerancia.
 
En el aspecto espiritual, desde luego es necesario comenzar con la oración personal (dedicar una
hora cada día, por ejemplo; recuerda que es un sueño grande y no podrás alcanzarlo solo, necesitas
que Dios lo haga por ti), trabajar en tu conversión, en tu crecimiento espiritual. Ana María Rabatté
también dice: “A cada paso que das es necesario morir un poco”. Así que si estás decidido a
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comenzar tu camino a la santidad, recuerda que tendrás que morir un poco a cada paso, tendrás que
renunciar a apegos, dejarás a un lado placeres, trabajarás más, serás más tolerante, comprensivo,
caritativo, experimentarás sacrificios que bien valdrán la pena pues el Señor recompensa al ciento
por uno.
   “ Hijo, si te has decidido a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.  Endereza tu
corazón, mantente firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad. 
    Adhiérete a él, no te separes,  para que seas exaltado en tus postrimerías. Todo lo que te
sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente. Porque en el fuego se purifica
el oro, y los aceptos a Dios en el horno de la humillación. Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará,
endereza tus caminos y espera en él. 
    Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia,  y no os desviéis, para no caer. Los que
teméis al Señor, confiaos a él,  y no os faltará la recompensa.  Los que teméis al Señor, esperad
bienes, contento eterno y misericordia.”  Si 2,1-9
 
Es muy importante que en esta gran empresa que es trabajar para que tu ministerio de música sea un
verdadero instrumento de Dios, te mantengas firme y te apoyes en la Palabra de Dios, que te
sostengas con valor; que no permitas que nada te desanime o te haga “tirar la toalla”.
“Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir toda la Ley que te dio mi siervo
Moisés. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera
que vayas. No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás
obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas. ¿No te
he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes, porque Yahvé  tu Dios
estará contigo  dondequiera que vayas.» “ Jos 1,7-9
 
Debes estar dispuesto a hacer lo que el Señor te pida, aún cuando creas que lo que tienes que hacer,
lo que Dios te pide que hagas, es ridículo. Así le pasó a los apóstoles. Escucharon cómo el Señor les
pedía que con cinco panes y dos peces alimentaran a una multitud; escucharon a Jesús decir que
reconstruiría el templo en tres días, y entre otras cosas escucharon peticiones a su pensar imposibles
y hasta ridículas como esta:
“Cuando Jesús y sus discípulos fueron a Cafarnaúm, los que cobraban el impuesto para el templo
fueron a ver a Pedro, y le preguntaron: -¿Tu maestro paga el impuesto para el Templo? – Sí, lo
paga – contestó Pedro. Luego, al entrar Pedro en la casa, Jesús le habló primero, diciendo: -¿Tú
qué opinas, Simón? ¿A quiénes cobran impuestos y contribuciones los reyes de este mundo: a sus
propios súbditos o a los extranjeros?
Pedro le contestó: -A los extranjeros. Jesús añadió: -Así pues, los propios súbditos no tienen que
pagar nada. Pero, para no servir de tropiezo a nadie, vete al lago, echa el anzuelo y saca el primer
pez que pique. En su boca encontrarás una moneda, que será suficiente para pagar mi impuesto y
el tuyo; llévala y págalos.” Mt 17, 24-27.
 
Así que no te extrañe; en un momento dado tendrás que “pescar un pez para sacarle la moneda de su
boca”. Escuchar la voz de Dios y cumplir su voluntad, es todo un reto. Elegir su llamado y desoír
las voces del mundo que nos cuestionan, es una difícil tarea; pero cumplir la voluntad del Señor nos
llena de inimaginables bendiciones.
 
Mi hermano de comunidad en Torreón, Rubén, es testigo de esto. Cuando  el Señor le llamó al
ministerio de música, tenía tan sólo 17 años y no sabía nada de música. A Rubén lo invitamos
teniendo tan sólo un año de renovado, porque nos hacían falta integrantes y él se veía un muchacho
lleno de ganas de servir a Dios.
 
Por otro lado, Rubén era jugador de béisbol, y de los buenos; de hecho, a pesar de su corta edad
estaba a punto de colarse a las ligas mayores.  Así que allí estaba mi hermano Rubén. Por un lado
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un gran jugador de béisbol, con un futuro prometedor, tremendo orgullo de su padre, y por el otro,
miembro de nuestro ministerio de música, donde la mayor gracia que tenía era la de cargar
instrumentos, ya que para cantar era desafinado y no sabía tocar ningún instrumento.
 
                 Para Rubén, el día que había soñado por años llegó cuando se enteró de que había tres
equipos interesados en él: los Acereros de Monclova, los Pericos de Puebla y los Algodoneros del
Unión Laguna. Esto representaba la oportunidad de alcanzar uno de los más grandes sueños en toda
su vida: jugar en las grandes ligas. Pero esta oportunidad se presentó en el momento que él abría su
corazón al Señor. Lo que decidió Rubén fue poner esta gran oportunidad a los pies de Jesús,
confiando en que al final de cuentas, Dios le daría lo que realmente deseaba su corazón:
                 “Ten tus delicias en Yahvé, y te dará lo que pida tu corazón” Sal 37,4
 
En aquél tiempo nuestro ministerio de música cantaba los miércoles en la asamblea de oración de la
comunidad, y fue precisamente un miércoles cuando los Acereros de Monclova le llamaron para
que firmara el contrato con ellos. Rubén nos comparte que ese día representó un “parte aguas” en su
vida, ya que se vio en la necesidad de tomar una decisión. Él sabía que no podría tener ambas cosas.
Elegir el béisbol significaba abandonar su recién comenzado caminar hacia Jesús. Por un lado, tenía
todo el talento y juventud para triunfar en el béisbol profesional, y por el otro lado, era sólo un
miembro más de un ministerio de alabanza, sin talento para la música, que tenía como labor
principal cargar los instrumentos y las bocinas todos los miércoles de asamblea.
 
Ese miércoles, la voz del Señor fue muy clara para él. Él simplemente no se presentó a firmar el
contrato, y eligió ir a cargar los instrumentos y las bocinas como cada miércoles. Él decidió dejarse
llevar por aquella voz que en su corazón le decía con fuerza: “Yo te he escogido para que me sirvas
en la música”; lo cual resultaba irónico, ya que no contaba con talentos musicales. Ese mismo día,
cuando él de pronto dudaba por la gran decisión que había tomado, y se lamentaba de no haber
firmado el contrato, el Señor le dio esta Palabra:
 “«Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la
barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento,
le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo
la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»” Mt 14,28-31
 
Por unos momentos Rubén dudó, pero la poderosa Palabra de Dios le llevó a no dudar y confirmó
su decisión de seguirlo a Él. En ese momento su vida dio un giro de 180 grados. Rubén comenzó a
aprender a tocar guitarra y otros instrumentos musicales. Aprendió y sigue aprendiendo mucho
sobre la música; actualmente toca guitarra y teclado, y conoce las bases del bajo y la batería. Ha
aprendido música por nota, canta muy afinado, compone hermosos cantos al Señor y para gloria de
Dios, después de 16 años de haber comenzado en el ministerio de música, ahora es responsable en
Torreón de una Escuela de Música para ministerios de alabanza, donde comparte con ellos todo este
amor que Dios le ha dado.
 
Lo único que hizo Rubén fue tener amor a Dios y a su servicio, y confiar en que Dios haría su obra,
y el Señor se encargó de lo demás. Comenzó por hacer lo necesario, luego lo posible, y Dios se ha
encargado de hacer cada día en su vida, lo que antes hubiera pensado imposible. De esto
aprendemos que Dios puede hacer de ti, de mí, de cualquiera, un instrumento poderoso para su
gloria. No vale decir “no tengo talento, no sé tocar, ni cantar”. Dios puede hacer lo imposible en ti,
sólo ábrele tu corazón y empieza por ser fiel en lo poco y Él te confiará cada vez más.
 
Si bien es verdad que lo más deseable al formar un ministerio de música es elegir e invitar personas
con talento y conocimiento musical básico, la realidad es que en nuestro país existen muchos
ministerios de música que cuentan con integrantes como Rubén, con muchas ganas de servirle al
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Señor, pero sin talentos para la música. Si por alguna razón este es tu caso, el estar a la escucha de
Dios a cada momento, puede abrirte una de dos puertas: la primera, la puerta del talento; es decir, Él
mismo te ayudará a que aprendas a cantar y a tocar para Él. O la segunda, la puerta de la alternativa;
en ésta, Él mismo te abrirá los ojos si en un momento dado la música no es tu ministerio; te ayudará
a aceptar con paz tu verdadero camino, y te dará luz para indicarte qué es lo que Él quiere de ti, en
qué lugar quiere que te conviertas en su instrumento.
 
Es muy importante que consideres esto, ya que si bien hemos sido testigos de muchos casos en que
el Señor regaló talentos musicales a quienes no los tenían, también hemos visto personas que
insistieron permanecer en un ministerio que no era el suyo (independientemente de su talento),
perdiendo de esta manera toda posibilidad de dar frutos por tener cerrados sus oídos a la voz del
Señor.
 
Por otra parte, no podemos negar que es muy conveniente contar con elementos que tengan
conocimientos musicales, que tengan talento para este servicio desde un principio. Que se hagan
pruebas de canto a los nuevos integrantes, ayuda mucho, permaneciendo siempre abiertos a la voz
del Señor. Nuestro Padre del cielo siempre tendrá la última palabra sobre quien debe o no ser
miembro del ministerio. ¿Cómo se sabe esto?… Orando … simplemente, orando. Así es que no lo
olvides; antes que nada: ¡abre bien tus oídos a la voz del Señor!
 
Los de adelante corren mucho…y los de atrás se quedarán.
                 Cuando hablamos de hacer lo necesario, quisiéramos imaginar que con sólo decidirnos
bastará para que una revolución de cambio inicie en nuestro ministerio. Pero no es tan fácil. Es
necesario avanzar con pasos importantes; es necesario morir a cada paso, para poder resucitar con
Cristo.
                 Yo recuerdo aquél miércoles de asamblea, cuando escuché de labios de Rubén que había
decidido ir a cargar instrumentos y a cantarle al Señor (lo cual tal vez no era considerado por
nosotros como una gran ventaja, al menos no de manera práctica) en lugar de ir a firmar su contrato
con los Acereros de Monclova. Desde luego, a mí me dio un gusto enorme que se hubiera decidido
por el ministerio de música, aún cuando eso significaba que renunciaba a su carrera de beisbolista
profesional. Pero cuando me detuve a reflexionar sobre eso, pensé: “Cuánto amor por el Señor debe
estar latiendo en el corazón de Rubén para que Él haya dado un paso tan grande; cuánta muerte a
sus apegos, a sus gustos, a sus sueños, impulsando ese gran paso”. Lo que yo advertí de esa
vivencia fue el gran valor del servicio a Dios. Era como si por esa enorme decisión, la “plusvalía”
de nuestro Ministerio de música aumentara magníficamente a los ojos de todos los integrantes del
ministerio. Creo que casi podríamos gritar: ¡hey, a todos!, ¡vean cómo nuestro pequeño ministerio
de música y el servicio real a Dios que en él damos, es más valioso que los famosos Acereros de
Monclova!
 
                 Lo que allí había sucedido era un paso hacia la santidad, una muerte a los sueños del
mundo y, por el entusiasmo de Rubén, una contagiosa entrega. Inevitablemente, al oír el testimonio
de Rubén, todos deseábamos ver nuestro interior y preguntarnos: ¿qué estamos entregando nosotros
al Señor?, ¿qué pasos hacia Jesús estamos dando?
 
                 Esta es una hermosa manera de “jalar” un ministerio; es una manera de invitarlo a
caminar, a correr. No es suficiente decir: “hermanos, vamos a proponernos a orar más”; es necesario
orar más, morir más.
                 Cuando esta carrera comienza, cuando poco a poco empiezan a desenmohecerse los
engranes de la maquinaria –primero unos, luego otros-, comenzamos a advertir un movimiento, un
cambio en el ministerio. Muchos van a ser los obstáculos que quieran detenernos, pero el Señor nos
recuerda: Valor y firmeza.
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                 No faltarán una o dos personas que insistan en detener el paso de este tren que empieza a
moverse. En ese caso, lo importante es no detenerse en el amor. Ante quien ama menos, amar más.
Ante quien critica: abrirse a escuchar y orar. Ante quien se burla: paciencia. Ante quien se resiste y
contradice: tolerancia, caridad. Ante quien quiere rivalizar: humildad y mucho amor. Pero ante
todo, no detener el paso y confiar en que Dios cernirá ese ministerio, y confiar que en el grupo sólo
permanecerán los que sientan ese fuerte llamado a la santidad y que sean capaces de seguir el paso.
 
                 Al paso de los años Rubén y yo recordamos que cuando nos animábamos a buscar este
ritmo de cambio y renovación en nuestro ministerio y se venían los obstáculos, citábamos el canto
de “la víbora de la mar”, cuando dice: “… los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán”.
Así que pedíamos al Señor fuerza para no detener este ritmo de cambio, de renovación espiritual y
musical, y en un ambiente de amor, buscando ser verdaderos testigos del Señor, invitábamos a todos
por igual a este crecimiento. Quienes no estaban dispuestos al cambio, quienes hubieran deseado
que las cosas permanecieran como estaban, solos y en paz se retiraban. Nadie los corría, nadie los
presionaba con reglamentos inflexibles. Ellos mismos se apenaban por no sentirse capaces de
responder a las continuas exhortaciones que en un ambiente de amor se les hacían, y preferían
buscar un servicio diferente. Los que quedaban – a veces muy pocos – se ajustaban al nuevo ritmo
de conversión continua, de entrega espiritual.
 
Uno ciento, otro sesenta, otro treinta
Otro obstáculo que nos encontramos cuando buscamos un ministerio entregado al Señor; es que
siempre existen uno o dos integrantes que desean con todo su corazón servir, pero por su trabajo o
su situación familiar no pueden estar al cien por ciento. Y nos preguntamos: ¿esto significa que este
no es su ministerio o su servicio? Después de orar sobre esta situación, descubrimos algo en la
Palabra, que nos abrió los ojos:
“Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da
fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»”   Mt 13,23
 
En la parábola encontramos esta importante enseñanza. La semilla cae en buena tierra; el hermano
está abierto a escuchar la Palabra del Señor y está dispuesto a su servicio; pero no significa que dará
el cien por ciento de los frutos que esperamos de él. Quizá dé el sesenta, quizá dé el treinta. Pero
esto no significa que no dé fruto. Lo dará en menor cantidad, pero podrá ser pieza importante en el
ministerio. Por su presencia en el ministerio, algún hermano se convertirá. Y aunque lo ideal seria
que todos fueran capaces de dar el cien, cabe la posibilidad de que algún miembro dé en menor
cantidad. En ese caso, tocará al ministerio buscar el mejor lugar para ese integrante. Tal vez no
como músico base, pero puede ocupar un lugar en el equipo.
 
Hacer lo posible
                 Hacer “lo necesario” es decidirse a iniciar un camino a la santidad con valor y firmeza.
Hacer lo posible, es comenzar a trabajar en todos aquellos aspectos que conforman, transforman y
enriquecen tu persona, y por ende, tu ministerio. Eso lo iremos trabajando en posteriores artículos
de SHALOM. Por ahora tengamos presente en nuestro corazón esta frase de San Francisco de Asís:
  “Empieza por hacer lo necesario, luego lo posible y pronto te encontrarás haciendo lo imposible”
 
Sabemos que el sueño de un ministerio a la medida de Dios que a nuestros ojos luce inalcanzable,
imposible, será posible por el poder de Dios. Cuando hayamos iniciado haciendo lo necesario,
cuando nos hayamos sostenido entregando nuestro corazón para lograr lo humanamente posible,
entonces vendrá Dios con su diestra de poder a lograr lo imposible. Tu limitada entrega del 100 por
ciento, la transformará el Señor en eternidad, milagro, victoria, sanidad, amor.
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MÚSICOS DE DIOS MOVIDOS POR LA MISERICORDIA DE DIOS


Autor: Rubén Parra
Coordinador diocesano de MCM
RCCES Torreón, Coah.

En este año promulgado por el Papa Francisco como el año de la


misericordia, los músicos de Dios  y animadores de asamblea
necesitamos ser movidos en la misma sintonía.
 
En estos tiempos en donde nuestra sociedad necesita más que
nunca volverse a Dios, en estos tiempos en donde se necesita una
sociedad reconciliada y reconciliadora, nosotros somos parte
fundamental para dicho cambio.
 
Son tiempos en donde necesitamos vivir y fomentar la “Metanoia” en nuestras vidas y en nuestros
ministerios, solo así partiendo desde nosotros mismos el cambio y la conversión genuina dará frutos
abundantes.
 
El Papa Francisco hace resonar su voz diciéndonos y exhortándonos en la Bula “Misericordiae
Vultus”  que “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”, nos invita a que contemplando
el rostro de Cristo, él nos mueva a vivir y practicar la misericordia de Dios que es  “fuente de
alegría, de serenidad y de paz”.
 
Son tiempos en donde necesitamos madurar como músicos y animadores de Dios, teniendo “los
mismos sentimientos de Cristo” (Fil 2,5), que nos llevarán a “vendar las heridas” (Sal 147,3) de
los afligidos como lo hace nuestro Dios, a través de un servicio de entrega amorosa, sin condiciones
y siempre buscando “para la mayor gloria de Dios” (Lema de San Ignacio de Loyola, Ad maiorem
Dei gloriam) que otros se encuentren con Él Padre amoroso y “rico
en misericordia” (Ef. 2,4)
Movidos por la misericordia de Dios se verá reflejada cuando cada
uno de nosotros estemos dispuestos a dejarnos quebrantar por el
Señor, a ya no buscar nuestras satisfacciones personales sino más
bien, buscar “menguar par que Él crezca” (Jn 3,30), movidos a una
entrega inmediata a “vivir como hijos de la luz” (Ef. 5,8), siendo
portadores de unidad, (Sal 133) fomentando la reconciliación entre
los miembros de nuestros ministerios y de nuestra comunidad, sanándonos y perdonándonos
mutuamente es cuando ven a un ministerio ungido, unido y reconciliado, la comunidad ve en
nosotros lo mismo que veía en la iglesia primitiva (Hch. 2,44-47)
 
Seamos pues ministerios movidos por el poder de la misericordia de Dios y así verán que el camino,
la verdad y la vida es nuestro Señor (Jn 14,6)

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