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La leyenda cuenta la historia de una sirena que ayudaba a una familia de pescadores a encontrar grandes cantidades de pescado. La sirena les concedía este favor para que tuvieran éxito económico. Sin embargo, la envidia de otros pobladores llevó a que alguien disparara a la sirena, acabando con su magia y la abundante pesca en la región.
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La leyenda cuenta la historia de una sirena que ayudaba a una familia de pescadores a encontrar grandes cantidades de pescado. La sirena les concedía este favor para que tuvieran éxito económico. Sin embargo, la envidia de otros pobladores llevó a que alguien disparara a la sirena, acabando con su magia y la abundante pesca en la región.
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LEYENDA DE LA SIRENA

Se dice que hace muchos años, cuando en el pueblo todavía no se conocían los drenajes y llovía
poco; el arroyo conocido como “El Plantel”, que se encuentra por un camino cercano a “La Técnica”,
nombre con que se conoce la secundaria en la actualidad; se inundaba porque no había desagüe.

Nadie quería hacer sus parcelas por esos “rumbos”, por temor a perderlas, por lo tanto; los dueños
de esos terrenos se dedicaban en esa época del año a la pesca.

Ocurrió entonces que entre la población, se empezó a correr la voz de que allí podían encontrar
camarones, mojarras, reculadores y tortugas muy grandes, mismos que se encontraban en
abundantes cantidades; pero la corriente era tan fuerte, que los niños tenían que asistir
acompañados de sus papás; para evitar algún accidente.

Dicen los que vivieron en aquella época que “no cualquiera se animaba a ir, porque allí se
encontraba una sirena y que aparecía a medio día, por lo tanto; debían saber la hora en que no
aparecía, para llegar al lugar”.

Ocurrió un día; que una familia de pescadores; tuvo la idea de asistir por la tarde al arroyo, y para
sorpresa de todos los pobladores; regresaron al pueblo de noche, con un gran cargamento de
pescados de gran tamaño. A esa hora, se corrió la voz y algunas personas, fueron a comprar estos
productos, pese a que no había energía eléctrica.

Al día siguiente, todo transcurrió con normalidad. A los pocos días, volvió a suceder lo mismo, pero
ahora los pescadores llegaron con muchos costales de pescados, camarones, tortugas y tanta fue la
cantidad de “Frutos del Mar”; que sus ventas fueron buenas y jugosas.

Como siempre ocurre, los vecinos de los pescadores; se preguntaban, – “¿Cómo harán estos
pescadores?, ¿Porqué pescan tanto?”.

Corrió entonces el rumor de que estos pescadores, se habían enfrentado a la sirena, y en


recompensa este “Ser Fantástico”, los habría llevado al lugar donde se encontraban las mejores
especies de pescados y mariscos.

La Sirena, les habría concedido este favor, para que los pescadores tuvieran dinero suficiente para
las ferias del pueblo; que como se sabe; se celebran en el mes de mayo, con la aparición de San
Miguel Arcángel, conocido como la imagen pequeña y en el mes de septiembre, con la verdadera
feria de San Miguel, cuya imagen se resguarda en un nicho para protegerla.

Se trata, de una imagen tallada en madera fina; y también para que no les faltara el alimento a sus
hijos porque ellos; primero eran campesinos dedicados a sembrar maíz, y después de que hicieron
trato con la sirena; únicamente vivían de la pesca.

Fue tanto el fervor que despertó este fenómeno, que se llegó a comentar, que uno de los
pescadores, se convertía en algún animal salvaje, conocido como “Nahual” para proteger de otros
animales a los que se encontraban pescando.
Debido a que en aquella época, también se sabía de varias personas aprendices de “Magia Negra”,
hacían trato con el “Demonio” para tener poder.

El “Engendro”, como le llamaban algunas personas; les pedía que se identificaran con algún animal; y
como la familia de pescadores siempre tenía suerte con la pesca, empezaron a ser la discordia del
pueblo; pues la gente que se acercaba a pescar por esos lugares; no encontraba nada y regresaban
con las manos vacías.

Comentan las pocas personas, cuyos familiares tuvieron la fortuna de conocer a la Sirena, que era
como la conocemos en la actualidad, muy bonita, de cabello largo, de color como el oro y rizado, con
un solo pie, que no era otra cosa que la aleta y que para mala suerte de los pescadores; desapareció
por la envidia de mucha gente que no encontraba nada.

Presa de la envidia, un buen día; un señor del barrio “El Rincón”; alistó su rifle y se fue muy
temprano para vigilar en qué momento hacía acto de presencia, hasta que la imagen apareció y le
disparó.

El encanto de la sirena era tal, que el pobre hombre llegó a su casa muy asustado, porque nunca
encontró el cuerpo de este ser fantástico y nunca pudo ver en qué momento desapareció.

Más tarde, los pobladores fueron solo para confirmar la versión; toda vez que la sirena nunca volvió
para ayudar a la familia de pescadores, además de que nunca volvieron a escuchar sus hermosos
cantos.i

Finalmente, lo que pareció “La Maldición de la Sirena”; derivó en el hecho de que por aquellas
regiones se acabó la pesca y los trabajadores de la mar, fueron muriendo poco a poco, quizá de
tristeza, o como decía la gente, “con su muerte, también se fueron convirtiendo en sirenas las
mujeres de la familia”. Y “Jamás Nunca”, se volvió a saber de otro caso de sirenas en este pueblo.
LEYENDAS: EL SOLDADO DEL CABALLO BLANCO.

Sucedió, cuando un grupo de revolucionarios deseaban apoderarse del mando del pueblo de
Texistepec, y la única manera de hacerlo era a través de la fuerza.
El comandante quien dirigía este movimiento se apellidaba Huatla (Por ello de los Huatlistas ), en
este grupo también participaban personas que eran de la misma comunidad y su modo de operar en
los pueblos y sus alrededores era saqueando las tiendas, asesinando a la personas y violando a las
mujeres. Ya en otros pueblos vecinos habían hecho de las suyas.
Cuentan los abuelos que también en Texís, lograron ver a personas que acarreaban muertas y los
arrastraban por las calles con sus heridas y corría sangre.
La población temerosa de perder sus bienes (púes anteriormente recordemos había monedas de oro
amarillo) para protegerlas, los enterraba en vasijas de barro, con el temor de que se las robaran.
Fue durante esos días, una situación fea y preocupante.
En el pueblo se corría el rumor que las tropas huatlistas, al fin iban a entrar , por consiguiente la
tensión, la desesperación, creció a un más y más.
A raíz de este rumor, la gente hacia oraciones para pedir al patrón del pueblo, San Miguel Arcángel
que los protegiera.
A San Miguel se le celebra dos veces al año 7 y 8 de mayo en honor a su nacimiento; y 27, 28 y 29 de
septiembre en honor a su aparición.
Era tanta la devoción y fe de nuestra gente, hacía San Miguel Arcángel, que si los protegió.
¡Y es ahí, donde comienza la leyenda que ha sido contada a través de algunas generaciones!
Se encontraron uno de los jefes de los huatlista y la tropa, con un soldado que iba montado en un
caballo blanco, en donde actualmente se ubica el basurero municipal , y tuvieron la siguiente
conversación:
– ¿A donde vas? – Pregunta el soldado del caballo blanco
– Voy al pueblo de Texistepec, me manda el comandante Huatla, sólo nos falta este pueblo vamos a
atacar, – dijo el jefe de los huatlista.
-¡No, ya no vayas!, ya no hay nada en ese pueblo, ya pasaron otros y atacaron, es un pueblo
fantasma, además hay muchas enfermedades, se pueden contagiar – dijo el soldado del caballo
blanco.
– ¡Que bueno que nos encontramos! Que hubiera sido de nosotros tal vez nos hubiéramos muerto, ¡
gracias! compañero – dijo el jefe de los Huatlas,
Y en seguida se fueron cabalgando rápido y desviaron el camino los huatlista.
Cuenta la gente que el soldado de caballo blanco, era el mismísimo patrón del pueblo San Miguel
Arcángel, que protegió al pueblo de tantas maldades; es por eso que con mayor razón y devoción le
celebran sus fiestas y aumentó la fe de la gente.
Hay varias leyendas de este arcángel, y sus apariciones en el pueblo, se piensa que tal vez no la sean,
sino historias reales.
Esta es una de las leyendas que contaba mi bisabuelo a mi mamá.
La llorona

Desde hace mucho tiempo atrás, a lo largo y ancho de montañas, valles, ríos y paisajes de nuestro
país, se dice que hay una mujer fantasma deambulando de aquí para allá, le llaman La Llorona.
Quienes la han visto, cuentan que viste con un vestido de muchos colores que le tapa todo su cuerpo
hasta los pies descalzos.

Esta mujer tiene el cabello muy largo en una mezcla de colores negro, plateado y dorado. En su
cabeza se paran grillos, luciérnagas y mariposas. Causa mucha impresión, miedo y espanto ver a La
Llorona, pues su cara es como la de una calavera.

La Llorona tiene las manos muy grandes, y en ellas carga un bebé muerto, su hijo, por quien llora
todo el tiempo desconsoladamente. La gente comenta que fue ella misma quien lo mató y por eso su
llanto interminable y el arrepentimiento que lleva. Esta mujer ataca sólo a las parteras, médicos y
enfermeras que ayudan a las mujeres embarazadas a acabar con la vida de sus bebés antes de nacer.

También ataca a los hombres que dejan embarazadas a mujeres jóvenes solteras y que luego las
abandonan cuando nace su bebé. Cuando La Llorona habla, sólo pide que se respete la vida,
sobretodo la de los que están por nacer…
EL CALLEJÓN DEL BESO

Carmen era hija única de un hombre autoritario y violento. Ella era cortejada por Luis, un minero
pobre de un pueblo cercano. Al descubrir su amorío, el padre de Carmen la encerró y la amenazó
con internarla en un convento; él quería que se casara en España con un viejo noble para hacerse
aún más rico.
Después de llorar durante varias noches, Carmen pidió a Brígida, su dama de compañía, que le
llevara una misiva a Luis con las malas noticias. Ante ese hecho él decidió mudarse a la casa que
estaba justo enfrente de la de su amada. Esta casa tenía un balcón que daba a un callejón tan
angosto que se podía tocar con la mano la pared de enfrente.
Un día se encontraban los enamorados platicando de balcón a balcón, cuando escucharon que dos
personas discutían. Eran el padre de Carmen y Brígida, quien buscaba impedir que el amo entrara a
la alcoba de su hija. Por fin, el padre pudo introducirse, y al presenciar la escena, clavó enfurecido
una daga en el pecho de ella.
Se dice que, aun cuando Carmen yacía muerta, Luis no dejó ir su mano, la cual besó tiernamente
durante horas.
La romántica y trágica leyenda ya es toda una tradición en la ciudad. Hoy día, los turistas visitan el
famoso callejón (el Callejón del Beso) y sellan su propio destino –uno muy diferente al de Carmen y
Luis– besándose en el tercer escalón.
LA MULATA DE CÓRDOBA

Cuenta la leyenda que había una mujer con la piel morena y el pelo rizado que volvía loco a cualquier
hombre que la veía, nadie sabía de dónde venía ni quienes eran sus padres.
Aunque muy hermosa, Soledad tuvo la desgracia de nacer mulata, una mezcla entre indios y negros:
dos razas que no tenían derechos y eran mal vistas por la sociedad. Esto provocó que Soledad se
volviera solitaria y huraña. No obstante, nunca pasó desapercibida entre los vecinos, a quienes les
gustaba murmurar extravagancias sobre su persona.
Los hombres juraban que la mulata Soledad era buenísima para sanar enfermedades incurables. Las
mujeres casaderas aseguraban que ella tenía el poder de hacer que sus novios les propusieran
matrimonio. Las mujeres casadas, celosas por las pasiones que la mulata despertaba en sus maridos,
solían correr el rumor de que ella sabía de embrujos, magia y encantamientos.
Por las noches, se decía que si pasabas por la casa de Soledad, podías observar extrañas luces en su
casa como si estuviera celebrando algún ritual. Pronto se corrió el rumor, incluso entre las personas
más respetables, que la mulata Soledad había hecho un pacto con el diablo, y que en las noches le
gustaba volar sobre los tejados aunque en realidad nunca nadie la vio. Sin embargo, no quisieron
acusar a la mulata con la Iglesia, pues de alguna forma u otra, todos se veían beneficiados con su
presencia; pero sobre todo, con sus dones.
Un día, cuando la mulata asistió a misa por la mañana, Don Martín de Ocaña, que era el alcalde de
Córdoba, quedó prendidamente enamorado de la mulata. Ya había oído rumores sobre ella y sobre
sus extraños poderes, incluso sobre el supuesto pacto que había hecho con el diablo; pero creía que
sólo se trataban de supersticiones de pueblo.
Trató de hacerle la corte y le dedicó sus más bellas palabras, pero a Soledad no le interesaban los
romances; y mucho menos con un señor tan entrado en años. El alcalde, poco acostumbrado a los
desaires y a ser despreciado por mujeres, y sobre todo, por una de tan poco valor como lo era una
mulata, sintió que su orgullo había sido burlado y despreciado.
Para vengarse, Don Martín de Ocaña utilizó a su favor los constantes rumores que el pueblo
pregonaba en contra de Soledad. Así que acudió con las autoridades del Santo Oficio y la acusó de
haberle dado una bebida para hacerle perder la razón.
La Iglesia, que también ya había escuchado rumores sobre Soledad, no dudó en apresarla de
inmediato. Fue llevada presa sobre una carreta descubierta, la cual era custodiada por la mismísima
Santa Inquisición hasta las mazmorras del castillo de San Juan de Ulúa. Se le acusó de practicar la
magia negra, así como de invocar a los poderes de las tinieblas, de tener comercio carnal con
Satanás y de burlarse de la religión.Es verdad que muchas personas del pueblo le debían favores a la
mulata, pues muchos fueron los beneficiados de su bondad y su talento para la medicina y la
hechicería. No obstante, también es verdad que nadie le tenía cariño ni favoritismo. Bien se dice que
por instinto, el ser humano rechaza todo lo diferente y extraño, y acoge en cambio aquello que le es
familiar. En este caso, lo normal era siempre estar a favor de la Iglesia.
Así que si cuando la Iglesia les pidió a las vecinas de la mulata que testificaran en su contra, ellas lo
hicieron sin rechistar. Contaron todas aquellas aventuras que habían escuchado sobre ella, los
rumores que se corrían en el pueblo y alguna que otra historia improvisada en el momento.
Los sacerdotes de la Santa Inquisición escucharon con total atención cada uno de estos relatos.
Escandalizados, condenaron a la pobre mulata culpable de brujería y fue condenada a ser ejecutada
en la plaza pública en leña verde. El pueblo estaba encantado con la noticia, no tanto por ver morir a
la mulata, sino por presenciar otra excelente historia de aquella mujer que daba tanto de qué hablar
y entretenía a los pueblerinos con sus increíbles hazañas.
La mayoría de los presos solían aprovechar las noches para rezar las oraciones pertinentes que
demostraran su arrepentimiento; pero la mulata de Córdoba no era cualquier preso. Ella prefirió
pasar el tiempo dibujando un barco en la pared del calabozo con un trozo de carbón, que de pura
casualidad encontró.
Los carceleros estaban impactados ante esta obra de arte. Constantemente se turnaban para poder
bajar al calabozo, y observar los nuevos detalles del dibujo. Conforme avanzaba el tiempo, el boceto
de barco con el que inició, se iba formando en un dibujo tan realista, que daba la impresión que en
cualquier momento el barco saldría disparado a navegar.
Un día, cayó un terrible aguacero en la ciudad de Córdoba. El carcelero de turno no dejaba de
observar a la mulata y a su hermoso barco. Imaginaba que ella entraba en su dibujo y salía volando
por la ventana, como si fuera una especie de barco mágico.
Cuando terminó de llover, las calles estaban inundadas y el calabozo empapado por tanta gotera. De
pronto, Soledad comenzó a sentirse inquieta, pues sabía que el momento había llegado; mientras
tanto, el celador dormitaba muy a gusto en su esquina. La mulata lo despertó:
– ¡Hey, tú! ¡Carcelero! ¿Quiero hacerte una pregunta? –dijo Soledad.
–¡Eh! ¿Quién? ¡Ah, eres tú! –Contestó el celador medio dormido–. ¿Qué se te ofrece?
–¿Qué crees que le hace falta a mi barco?
–Pues, yo creo que… –dijo el celador pensativo–. No, nada, lo único que le hace falta es andar.
–Entonces mira cómo anda.
La mulata, como por arte de magia, subió las escaleras del barco y se mezcló con el dibujo de la
pared. Ahora ya sólo había un dibujo con un tripulante a bordo. El celador no lo podía creer. Se talló
los ojos y volvió a observar, ya no había rastro de Soledad.
El agua que se colaba por la ventana, por las goteras y por algunas paredes, alcanzó de pronto el
dibujo y comenzó a borrarlo. Lo más sorprendente de todo, fue que el dibujo del pequeño tripulante
en el barco, muy parecido a la mulata por cierto, le decía adiós con la mano al celador, mientras el
dibujo se iba borrando.
Nunca supo el celador si lo había soñado, o si en verdad la mulata se había metido al barco para
escapar del calabozo. Pero el pueblo murmuraba que algunos habitantes habían presenciado un
pequeño barco que navegaba entre la lluvia y se alejaba hasta perderse de vista.
Leyenda del Callejón del Diamante

Cuenta la leyenda que en una de sus casonas vivía un matrimonio: ella, una criolla hermosa, esbelta,
blanca, garbosa y joven, de cabellera como el azabache, labios rojos y mejillas sonrosadas.
Sobresalían dos esmeraldas entre las largas pestañas y unas cejas gruesas y pobladas, pues en la
época de Xalapa de la Feria, aún no se depilaban las jóvenes. Moralmente era un modelo de virtud y
ejemplo de esposa enamorada de su marido. Éste era un caballero español, físicamente bien
formado, que amaba a su dulce compañera con toda el alma. A esto hay que agregar que gozaban
de una desahogada posición económica.
Cuando la pareja se prometió, él dio a su futura esposa un anillo con un hermoso diamante negro.
Éste era de lo más extraño y en el blanquisimo anular derecho de la dama parecía un ojo diabólico.
Esta piedra según cierta superstición, «tiene la rara virtud de aumentar el amor del matrimonio y
descubrir la infidelidad de la esposa».
Cuando la dama recibió la joya juró a su galán jamás separarse de ella… pero los juramentos
femeninos no siempre son muy firmes y durables.
El recio ibero tenía un amigo, a quien consideraba como hermano. Un día que el esposo salió de
viaje ella fue a visitar al amigo y… sucedió lo inevitable. Por razones que se ignoran, ella se quitó el
anillo y lo dejó en el buró, junto al lecho. Por motivos también desconocidos, el apresuramiento, la
zozobra, la dama olvidó la alhaja. A su regresó a Xalapa el esposo no se dirigió a su casa, sino fue
primero a la del amigo. Entró y lo encontró en su alcoba durmiendo la siesta y, ¡oh sorpresa!, lo
primero que vio en la mesilla de noche fue el diamante negro de su esposa. Disimuladamente se
apoderó de la joya y se dirigió a su casa.
Llamó a su bella compañera y al besarle la mano, comprobó que no lucía el anillo. Como el destello
del relámpago salió a lucir la daga de empuñadura de oro, incrustada de rubíes, que se clavó en el
pecho de la infiel. El caballero dejó sobre el cadáver de la esposa el anillo del diamante negro y
desapareció para siempre.
La gente de los alrededores, exclamaba: ¡Vamos a ver «el cadáver del diamante»! Poco a poco la
expresión cambió y solo decían ¡Vamos al Callejón del Diamante! Nombre que la tradición ha
mantenido a través del tiempo.
LEYENDA DEL POPOCATÉPETL

Cuenta la leyenda que dos de los volcanes más importes de México, el Popocatépetl y el
Iztaccíhuatl, nacieron de una historia de amor tan imposible como trágica. Estas ardientes montañas
eran veneradas como dioses en la mitología azteca y su importancia (natural y social) es tanta que
incluso hoy, a los pies de estos dos colosos enfrentados, los visitantes todavía sienten cierta hermosa
impotencia al enfrentarse a su verdadero tamaño y al saber todo el relato sagrado que se desprende
de este lugar.
Y es que los volcanes nos obligan también a ser humildes porque se encuentran en medio de varias
decenas de hectáreas de valles del Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl, una de las áreas
protegidas más antiguas de México. Ubicado en los estados de México, Puebla y Morelos, este lugar
forma parte de la Sierra Nevada también conocida como Reserva de la Biosfera. Y son la segunda y
tercera cumbres más altas de México.
La leyenda de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl
La leyenda de los volcanes, Popocatépetl e Iztaccíhuatl narra la historia de dos amantes. Se dice que
hace miles de años en medio de una de las tantas peleas entre los aztecas y los tlaxcaltecas, uno de
los guerreros más valientes de Tlaxcala, Popocatépetl se enamoró perdidamente de Iztaccíhuatl, la
hermosa hija del gran monarca. Cuando el joven pidió la mano a su padre, el gobernante, no muy
entusiasmado, aceptó el matrimonio con la condición de que fuera a luchar contra sus enemigos y
volviera victorioso. Conseguir esto parecía casi imposible ya que a esas alturas la guerra había
durando demasiado.
Dispuesto a todo, Popocatépetl partió para cumplir su destino y volver a encontrar a su amada.
Durante su ausencia, el falso rumor de su muerte llegó a la princesa que, desesperada por el dolor,
se quitó la vida. Sin estar al tanto de esto, el joven volvió con la misión cumplida y se enteró de la
terrible noticia. El guerrero veló el cuerpo de su amada hasta que él mismo se rindió a su tristeza
para siempre. Los dioses cubrieron sus cuerpos para que permanecieran cara a cara, juntos por la
eternidad y entonces se convirtieron en montañas.
Fue así como estos dos volcanes se volvieron tan vitales para explicar la historia del centro de
México.: también nacieron sus nombres en náhuatl. Iztaccíhuatl significa “la mujer dormida” y
Popocatépetl, “la montaña humeante

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