Familia en El Derecho Mexica, Azteca o Tenochca
Familia en El Derecho Mexica, Azteca o Tenochca
Familia en El Derecho Mexica, Azteca o Tenochca
La pérdida de varones por las continuas guerras hizo necesario el matrimonio polígamo para
mantener el equilibrio social, si bien no estaba autorizado a todo el pueblo, pues únicamente
aquellos que se destacaban en el campo de batalla podían ejercerlo.En los matrimonios
polígamos se distinguía a la legítima, es decir, aquella con la que se habían casado siguiendo
las formalidades necesarias para el matrimonio; ésta recibía el nombre de cihuatlantli. A las
otras se les denominaba cihuapilli y de ellas había dos clases: aquellas que habían sido dadas
en matrimonio por sus padres previa solicitud del ahora marido, llamadas cihuanemactli, y
las que simplemente habían sido robadas por el guerrero y que recibían el nombre de
tlacihuaantin.
Los hombres se casaban entre los 20 y los 22 años y las mujeres entre los 10 y 18. Aunque
Kohler afirma que por lo general lo hacían a los 15. Vaillant menciona que se casaban a los
16. Se consideraba un deber social casarse en la edad adecuada.
La ceremonia del matrimonio se iniciaba con la solicitud que hacían a la familia de la novia
las cihuatlanque o matronas, enviadas con regalos por la familia del novio. En el caso de que
la novia fuera la hija de un monarca, la petición se hacía por medio de una embajada a la que
le era entregada la novia. La primera vez se rechazaba la solicitud, sin que el consentimiento
familiar se otorgara antes de una segunda petición acompañada de mejores regalos y de la
fijación exacta de una dote adecuada a la fortuna de la mujer.
Una vez celebrado el matrimonio, los novios ayunaban durante cuatro días: en ese lapso la
pareja no se lavaba ni cohabitaba y los familiares permanecían en la casa. En el cuarto día,
por la noche y una vez bendecido el lecho y después de arañarse la lengua y una oreja con
espinas de maguey como sacrificio, tenía lugar el acto conyugal. Al día siguiente los novios
eran bañados y se llevaba la sábana al templo como testimonio de virginidad.
Había una serie de impedimentos comunes a las tres relaciones. Quedaba prohibido el
matrimonio entre parientes en línea recta, colateral igual, colateral desigual hasta el tercer
grado y entre parientes por afinidad entre el padrastro y entenados. También se prohibía el
de la concubina del padre con el hijo.
Asimismo, las viudas no podían contraer matrimonio sino hasta el momento en que habían
terminado la lactancia de su último hijo, que duraba cuatro años aproximadamente. Sin
embargo, se permitía el matrimonio entre cuñados, por la conveniencia de que el hermano
del difunto educara a sus sobrinos, siempre que el segundo esposo no fuera inferior en rango
al primero. Según Vaillant, la viuda tenía que casarse con su cuñado o bien con un miembro
de su calpulli. Se permitía también el matrimonio con la hija del hermano materno.
En cuanto al divorcio, aunque estaba permitido no era bien visto por la sociedad. Los casados
comparecían ante la autoridad, que después de escuchar la queja del cónyuge afectado o de
ambos, los separaba y multaba si eran concubinos o después de amonestarlos con severidad
si eran casados, los divorciaba tácitamente, pues se negaba a participar de manera expresa
en la conducta antisocial que significaba la disolución del vínculo matrimonial.
Para los aztecas la familia era una institución básica y siempre mostraron gran respeto por
ella. De alguna manera era obligatorio para los varones casarse entre los 20 y 25 años de
edad. En Tlaxcala, a quienes llegaban a los 30 años sin casarse se les quemaba públicamente
el cabello.
La familia era patrilineal. El matrimonio solía ser monogámico, pero los nobles podían tener
varias esposas, si bien una de ellas, no necesariamente la primera, tenía la preferencia en
derechos y sus hijos eran preferidos en la herencia del padre. Esta costumbre de los pillis o
nobles fue motivo de muchos disgustos con los frailes misioneros del siglo XVI cuando
pretendían regularizar las uniones paganas por medio del ritual cristiano del matrimonio,
pues los indígenas querían casarse, sí, pero con todas sus mujeres.
Existía la costumbre de casarse la viuda con el hermano del marido fallecido, costumbre que
se llama levirato, tomando en cuenta algo similar ocurrido en el Derecho hebreo. El
consentimiento de los padres era necesario para contraer matrimonio.
Cuando estaban embarazadas, si había un eclipse o al finalizar el ciclo o siglo de 52 años del
calendario azteca, eran encerradas en grandes tinajas o en el temascal y se les tapaba la cara
con una máscara para evitar que el niño naciera como un monstruo. Si morían de parto, eran
deificadas y se les llamaba mocihuaquetzis o mujeres valientes.
Según la mitología, los hijos eran concebidos en un lugar privilegiado del cielo directamente
criados por Omnetecutli y Omecíhuatl, la pareja divina original y luego enviados los niños a
sus padres terrenos, por lo que eran vistos con gran regocijo y cariño, como un don del cielo
o regalo de los dioses.
La mujer preñada debía esperar a sus hijos con tranquilidad y sosiego; no debía llorar, ni
sufrir, tener penas, ni enojos, ni sustos para no abortar. No debía bañarse con agua muy
caliente para no quemar a su hijo, ni comer tierra o tiza para que no se enfermaran ella y el
niño, ni mascar tziclli (chicle) porque a la criatura se le endurecía el paladar. No debía hacer
esfuerzos, ni mirar algo rojo para que el niño no naciera "de lado".
El nombre que se les daba a los niños constaba del día de su nacimiento, por ejemplo, Ce
Acatl (uno caña); el designado por sus padres, por ejemplo, Citlalcohua ("el que adquiere
estrellas"); el de la familia de su padre, por ejemplo, Popoca ("humo"), y un cuarto nombre
mágico que sólo debía ser conocido por el atonalli (sacerdote agorero), los padres del niño y,
claro, éste mismo, porque tenía poderes mágicos y era seleccionado por ese sacerdote
consultando los buenos o malos augurios del nacimiento de la criatura. Por ejemplo, Titil
(escogido) quedaría así: Ce Ácall Citlacohua Popoca Titil. Lo más seguro es que fuera
conocido simplemente como Citlacohua.
Los misioneros se asombraron del amor que los padres aztecas profesaban a sus hijos; de
ellos decían que es la gente que más ama a sus hijos en el mundo. A diferencia de lo que
sucedía en otras culturas, y sobre todo en España, los padres preferían tener hijas porque las
sentían más vinculadas a la familia y más amorosas.
Se cuidaba la dieta de los menores para evitarles enfermedades. Niños y niñas debían comer
media tortilla de los tres a los cinco años; una de los seis a los 12, de esta edad a los 14 una y
media y de los 14 años en adelante dos tortillas. No eran partidarios de dormir mucho, por lo
que a los niños y niñas los despertaban de madrugada para que ayudaran en las tareas del
hogar.
Al respecto dice el Códice Mendocino: "mira que no seas dormidora. despierta y levántate a
la medianoche... que de noche te levantes y veles echa de ti presto la ropa, lavate la cara,
lávate las manos, lávate la boca.
Se hacía siempre, en el hogar, la distinción entre hombres y mujeres. Así, las mujeres
solteras no podían sentarse a la mesa con sus hermanos. con ningún hombre hasta que se
casaran.
Los aztecas eran sumamente limpios. Toda casa, por humilde que fuera, tenía su temascal o
pequeña cavidad de tabiques y piedras que calentaban con leña, como verdadero sauna,
frotándose el cuerpo con fibra de maguey. Al salir de ese baño de vapor se metían a tinajas de
agua fría que según Cortés, " parece muy dañino", pero que en realidad los mantenía sanos y
frescos. El baño era diario para todo tipo de edades y se consideraba causal de divorcio que la
mujer, con frecuencia, no tuviera preparado el temascal y la comida al regresar su marido del
trabajo cotidiano, así como también la halitosis o mal aliento de cualquiera que lo padeciera;
por eso mascaban yerbas olorosas. Su ropa, aun entre los macehuallis, siempre estaba
impecable, ya no se diga en el caso de los altos nobles; se sabe que Moctezuma Xocoyotzin se
bañaba tres veces al día, sin repetir vestimenta. Había incluso una deidad de los baños
llamada Yoalticial.
Los niños eran castigados con severidad por sus faltas, a veces se les colocaba de bruces
sobre un brasero con humo de chile o se les atravesaba el cuerpo con espinas de maguey.