Rubén Darío
Rubén Darío
Rubén Darío
América Latina
El poeta nicaragüense Rubén Darío fue declarado "héroe nacional" por la Asamblea Nacional
de Nicaragua el pasado 05 de febrero de 2016. | Foto: El Universal
Publicado 18 enero 2017
Su influencia en la poesía del siglo XX le mereció el título del Príncipe de las letras
castellanas.
Nació en Metapa, hoy Ciudad Darío, en Matagalpa, Nicaragua el 18 de enero de 1867. Hijo
de una pareja separada vivió la mayor parte de su infancia en la ciudad de León, criado
por sus tíos abuelos Félix y Bernarda a quienes llegó a considerar sus verdaderos padres.
Un prodigio
Según relata en su autobiografía, Rubén Darío apenas tenía tres años de edad cuando
aprendió a leer. Su tía abuela lo introdujo al mundo de las letras sentándolo en su regazo
y haciéndolo llevar su dedo índice sobre las letras del abecedario.
Desde muy pequeño recibió la influencia de los clásicos de la literatura, "El Quijote", "Las
mil y una noches", la Biblia, "Los Oficios de Cicerón", figuran entre las primeras obras que
inspiraron el genio creador y su sentido poético.
Siendo un adolescente publicó sus primeros poemas "La Fé", "Una Lágrima" y "El
Desengaño", influenciado por los poetas franceses, con 13 años de edad su producción
literaria se hizo pública.
Periodista y diplomático
El periodismo fue su principal fuente de ingresos económicos. Escribió para diversos
diarios y revistas, en su autobiografía relata su primer encuentro con el mundo
periodístico:
A los 16 años ya tenía un juicio claro sobre lo que se puede decir fue su segunda vocación:
la diplomacia.
Revolucionario de la literatura
Su obra maestra “Azul” (1888) es considerada la primera obra del Modernismo
hispanoamericano. Se compone de relatos breves y algunos poemas. Esta obra estuvo
cargada de sensualidad, erotismo y musicalidad.
Rubén Darío inició el Movimiento Modernista en América Latina influenciado por la poesía
francesa. Su poesía Modernista se compuso de los aportes de los estilos
romántico, parnasiano y del simbolismo.
El mismo autor definió al Modernismo de esta forma "... no es otra cosa que el verso y la
prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa francesas".