Resumen Bloque 1
Resumen Bloque 1
Resumen Bloque 1
● Forma física de la península: Bloque poco recortado con amplio litoral y muy
macizo: altitud media→ +600m (enorme meseta central + grandes formaciones
montañosas de las que surgen tres vertientes hidrográficas diferentes (cantábrica,
atlántica y mediterránea), con pocos ríos navegables).
El Homo sapiens, que convivió con el Hombre de Neanderthal, hizo acto de presencia en la
península hace unos 40.000 años, pero los restos aparecidos en el País Vasco y la meseta
son muy fragmentarios. Este proceso de hominización coincidió en sus últimas etapas con
el Paleolítico en la Península Ibérica (1.500.000 aC – 6000 aC), cuyas características
principales son las siguientes:
• Hábitat: grupos nómadas en asentamientos al aire libre o en cuevas, cerca de las
terrazas de los ríos, donde hay pesca y vegetación y se encuentran las zonas de
paso de manadas de animales en busca de agua.
• Economía: se trata de una sociedad depredadora que vive de la caza, la pesca y
la recolección de moluscos, frutos silvestres, hierbas…
• Sociedad: los seres humanos se organizan en clanes basados en los vínculos de
sangre y no existe todavía ni la jerarquía social ni la división del trabajo.
• Técnica: utilizan utensilios de piedra o hueso tallados y enmangados con madera o
hueso. Podemos distinguir tres sub-periodos según las técnicas utilizadas.
- Paleolítico Inferior (1.300.000-60.000 aC): los utensilios son muy básicos y
se realizan con cantos rodados. En principio sólo se talla una de las caras;
después las dos (bifaces), hasta la aparición de utensilios sobre lascas.
- Paleolítico Medio (60.000-35.000 aC): ha habido una importante evolución.
Podemos ver que todos los utensilios se realizan sobre lascas y aparecen
varias tipologías diferentes, aunque los útiles más comunes son las raederas,
puntas, cuchillos y denticulados.
- Paleolítico Superior (35.000-6000 aC): aparecen los utensilios sobre
láminas muy pequeños, especializados y mucho más eficientes. Se
desarrolla la técnica del hueso y aparecen puntas de flecha, arpones y
bastones de mando en los que se une funcionalidad y decoración.
Uno de los hallazgos más importantes es el del arte rupestre realizado por el hombre en el
Paleolítico Superior en distintas zonas de la Península. El primer descubrimiento de arte
rupestre tuvo lugar en las Cuevas de Altamira (Cantabria). Las pinturas y grabados del
magdaleniense presentan un fuerte realismo, siendo algunas polícromas (se las conoce
como la “capilla sixtina del arte rupestre”), y otras negras, rojas y ocres, que representan
figuras aisladas de animales, formas humanas y abstractas.
A dicho descubrimiento siguieron otros en toda la costa cantábrica (“escuela
franco-cantábrica”), e incluso en el centro y sur de la Península, entre los que destaca la
Cueva de la Pileta (Málaga). No está clara cuál era la intención de los pintores paleolíticos,
pero está claro que tendría un fin mágico-religioso: rendir culto a fuerzas de la naturaleza o
facilitar la caza.
● Zona sur y mediterránea: la edad del hierro tiene un carácter peculiar debido a la
influencia de los pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses), que se
instalan en la península y entablan relaciones comerciales con los pueblos
autóctonos.
● Zona norte y centro: se desarrolla la cultura celtíbera como producto de la
influencia de los pueblos indoeuropeos que llegan a la península e introducen el uso
del hierro entre los pueblos guerreros del norte.
Griegos: Los griegos se asentaron poco después (VIII aC) en la zona del levante
peninsular, donde fundaron dos colonias muy importantes Roses y Ampuries, al
norte del Ebro. A ellos se debe la aparición de la moneda en la península, nuevas
modas en la cerámica y el culto a nuevos dioses de origen griego.
Cartagineses: Los últimos en llegar fueron los cartagineses, procedentes del norte
de África (Cartago). En la presencia cartaginesa pueden distinguirse claramente dos
etapas, una pacífica, en la que fue fundada Eybissos (Ibiza), y otra de conquista
violenta en la que fundan Cartago Nova (Cartagena), desde la que realizarán una
conquista sistemática de la zona costera mediterránea con la idea de extraer de ella
todo tipo de recursos que le permitieran salir victoriosos en las guerras púnicas, que
libraban contra Roma en el Mediterráneo. Los cartagineses introdujeron en la
Península el esclavismo y crearon una red de caminos del interior a la costa. Su
asentamiento en la Península acabó con la presencia de fenicios y griegos y
provocó, de paso, el fin de la civilización tartesia que entró en crisis al desaparecer
las relaciones comerciales con los otros pueblos colonizadores, mayor fuente de
riqueza de Tartessos.
Tartessos: Fenicios y griegos fundaron factorías desde las que comerciar con los
indígenas. Este contacto estimuló importantes cambios culturales entre pueblos, que
dieron lugar a un período orientalizante en las sociedades indígenas: primero
Tartessos y después los pueblos íberos, que surgen tras la desaparición de
Tartessos.
Las diferencias principales entre estos pueblos radican en sus formas políticas, que
van desde la república hasta la monarquía, y en los alfabetos, pero comparten las
mismas formas económicas (muy desarrolladas y basadas en la existencia de
agricultura, ganadería y metalurgia), sociales y culturales (el mismo panteón de
dioses de origen griego y fenicio), el desarrollo de santuarios naturales y exvotos, la
existencia de escritura, misma tipología arquitectónica, y enorme desarrollo de la
escultura. Aunque no fueron tan pacíficos como los tartesios sí sabemos que
siguieron manteniendo contacto comercial con los pueblos colonizadores, aunque en
menor medida que sus antecesores.
• Crisis económica que se extendió por todo el Imperio. Sus causas se deben al
empobrecimiento del Estado, provocado por la disminución de los impuestos que
sobrevino tras la extensión de la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio
(caída en la recaudación de impuestos), al fn de las conquistas (escasez de mano
de obra esclava y de los recursos obtenidos con ellas) y la llegada de invasiones
bárbaras. Los resultados de esta situación fueron: el descenso de rentabilidad de la
agricultura, la crisis del comercio y la artesanía (paralizados por las invasiones y la
falta de compradores), el despoblamiento de las ciudades, el estallido de revueltas
urbanas y saqueos y la práctica desaparición de la moneda. La economía y la vida
urbana se hundieron, y ello fue especialmente visible en Hispania, donde se volvió
prácticamente al trueque y la economía de autosuficiencia. Las villas se convirtieron
en islotes de población, de actividades agrarias y de protección donde se refugiaban
los habitantes del Imperio buscando la protección económica y personal que el
Estado ya no le proporcionaba.
• La crisis militar, debida a la continua presión de los pueblos bárbaros sobre las
fronteras del Imperio. Finalmente, hubo que llegar a acuerdos con los pueblos
bárbaros más adelantados, a los que se les permitió el asentamiento en el Imperio a
cambio de ayuda militar contra otros bárbaros, lo que nos demuestra la debilidad de
un Imperio demasiado grande y casi imposible de controlar.
En la primera mitad del siglo V, suevos, vándalos y alanos habían llegado a las puertas de la
Península Ibérica. Para combatirlos, el Imperio romano pidió ayuda a los visigodos (también
de origen germano, pero bastante más romanizados). Su cometido era mantener a raya a
los invasores e impedir que estorbaran el abastecimiento de Roma por las rutas que
recorrían el Mediterráneo. Los visigodos llegaron en el 418 después de firmar un foedus
(tratado) con los romanos. Parte de ellos se situó en la zona que va desde Guadalajara
hasta el Mediterráneo, mientras que el resto permaneció en la Gallia (actual Francia).
Finalmente, consiguieron arrinconar a los suevos en Gallaecia y expulsar a los vándalos, los
más violentos de todos los bárbaros, al norte de África, mientras que los alanos se
asimilaban con rapidez al resto de la población peninsular. Pero, una vez dentro, los
visigodos se plantearon la siguiente cuestión: ¿por qué habrían de entregar Hispania a un
imperio moribundo, más aún, encontrándose ellos dentro de la Península? Poco después,
en 476, la situación de Roma se hará insostenible, produciéndose así la caída definitiva del
Imperio Romano de Occidente.
Sin embargo, el reino visigodo tuvo desde el primer momento serias dificultades para
mantener el orden y subsistir debido a las continuas luchas internas por el poder, que daban
una gran inestabilidad al Estado. Para evitar su derrumbe, los principales monarcas
visigodos (Leovigildo, Recaredo y Recesvinto) iniciaron un proceso de unificación territorial,
política, religiosa y jurídica.
Para conseguir la unidad territorial, los visigodos sometieron a cántabros, vascones y
astures, expulsaron definitivamente a los suevos del noroeste y a los bizantinos del sureste,
convirtiendo así la península en un reino plenamente visigodo.
Para solventar la cuestión política, estructuraron una monarquía que pasó de ser electiva a
hereditaria.
La unifcación religiosa se logró con la conversión de Recaredo al cristianismo (589), religión
mayoritaria entre los hispanorromanos, lo que provocó una intolerancia creciente contra los
judíos.
Finalmente, a mediados del VII, Recesvinto promovió la creación del Líber Iudiciorum como
ley única para conseguir la unificación jurídica.
Tras la muerte el rey visigodo Witiza, sube al trono Don Rodrigo, cosa que no gusta en
absoluto a los hijos de aquel, iniciándose de nuevo una lucha por el poder. A esta crisis
política hay que sumarle las continuas revueltas que en el norte protagonizaban cántabros,
astures y vascones y el enorme descontento de ciertos estratos sociales maltratados por el
Estado.
Así, cuando en el año 710 los musulmanes se asoman a las puertas de la península desde
África, se encuentran con un ejército visigodo dividido y grupos de fieles de uno y otro
señor, incapaces de actuar de forma coordinada.
La derrota fue rápida y fulminante. En el año 711 los musulmanes se harán con casi la
totalidad de la Península, inaugurando así un nuevo estado, conocido como Al-Andalus,
bajo el poder del Imperio Islámico.