Unidad 3
Unidad 3
DISCIPLINA POSITIVA
UNIDAD 3:
Identificación de situaciones que requieren abordaje desde la disciplina
positiva en entornos educativos (desde la prevención)
Índice
03. INTRODUCCIÓN
04. TEMA 1
Identificando situaciones complejas que requieren
abordaje en el aula bajo el enfoque de la Disciplina
06. TEMA 2
La importancia de la prevención en los episodios de
comportamiento complejo
08. GLOSARIO
09. BIBLIOGRAFÍA
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Introducción
Introducción
Existe una creencia instalada sobre el abordaje del comportamiento de los niños y las niñas, relacionada con
una forma reactiva de actuar frente a una conducta no deseada; sin embargo, la Disciplina Positiva orienta
al desarrollo de procesos que permitan anticiparse a sucesos de manera preventiva, a través de estrategias
que visualicen los requerimientos individuales y colectivos, para facilitar una convivencia armónica de los y
las estudiantes.
La Disciplina Positiva apunta, de manera concreta, a un trabajo colaborativo, entre profesionales y la familia.
El despliegue de estrategias y la intervención debe tener lineamientos para los diferentes escenarios en los
que los niños y las niñas se desenvuelven. Por lo tanto es frecuente evidenciar en entornos educativos un
mayor requerimiento de abordaje del comportamiento, dado que las exigencias entre pares y profesionales
demandan mayores conductas adaptativas; sin embargo, las estrategias deben tener coherencia con la
forma de crianza que se da en los hogares, para que sea esa consistencia la que permita incorporar en los
estudiantes una mejor respuesta.
Al ser una herramienta que se plantea con una mirada a largo plazo, cada acción e intervención debe
ser sostenible en el tiempo, para lograr una apropiada sistematización que permita dar mayor seguridad
a los niños y las niñas. La selección de las estrategias a utilizar debe estar sustentada en una acuciosa
identificación de requerimientos de abordaje del comportamiento, a través de una observación profunda y
caracterización detallada de la afectación que se tiene sobre los comportamientos inapropiados, se podrán
entregar los apoyos y actuar para otros eventos de manera cada vez más anticipada.
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Si bien la Disciplina Positiva puede ser utilizada en un amplio sentido, es necesario detenerse a
revisar algunos escenarios educativos que podrían ser de mayor riesgo o gatillantes de comportamientos
no deseados, presentándose situaciones en las que se requiera un abordaje más intensivo, por lo que
anticiparse y prepararse de manera apropiada debe ser considerado como un deber.
Lo anteriormente mencionado, debe ser considerado como parte de las estrategias a implementar
pues tiene directa relación con el desempeño de los procesos de aprendizaje, así como con el bienestar
del aula en su conjunto, puesto que la resolución de un conflicto de esta naturaleza implica un ajuste a
nivel de aula completa, porque afectan al estudiante que lo vive y de manera directa al ambiente del
aula.
Cuando el comportamiento complejo interfiere en el desempeño en otras áreas, tales como cognitiva,
social, emocional, entre otras, es momento de actuar de manera sistemática a través de estrategias
consistentes. Sin embargo, no se debe esperar a que los niños y las niñas den señales que evidencien el
impacto de los comportamientos complejos, puesto que ello podría ser demasiado tarde. Es probable
que se puedan identificar algunas alertas: niños o niñas más irritables, retraídos, que responden de
manera desbordada frente al “no”, y que cuando se les invite a participar, prefieran siempre realizar
sus actividades escolares de manera individual. En este sentido algunas funciones ejecutivas (atención,
concentración y memoria) podrían verse afectadas; cuando sucede un episodio de comportamiento
complejo, el o la estudiante ya no podrá seguir la clase con naturalidad, perderá información, estará más
ansioso y los procesos educativos tendrán una gran interferencia.
Es preciso identificar de manera oportuna cualquier señal de alerta que pueda ayudar a prevenir
hechos que vayan en una escalada cada vez mayor, es importante establecer algunos criterios junto
a la comunidad educativa, que sean consensuados acorde a las características particulares de cada
Unidad #3 5
establecimiento. En este sentido, se debe considerar que el solo hecho de convivir con la comunidad
educativa implica la comprensión de las diferencias individuales, que se expresan a través de una variedad
de experiencias sobre su propia crianza, que pueden ser tangencialmente distantes unas de otras. De
esta forma, al pasar de entornos de crianza en el hogar tan distantes de las demandas escolares, es
frecuente evidenciar problemáticas en sus comportamientos, al no existir consistencia y coordinación
en las formas de abordar la formación entre los adultos que intervienen en el proceso.
Las situaciones complejas de comportamiento suelen convertirse en un tira y afloja constante, tensionan
las relaciones entre pares y profesionales, afectando el bienestar de la comunidad educativa.
Tal como lo señala la Política Nacional de Convivencia Escolar del Ecuador (2021), existen conflictos que
se manifiestan a través de problemáticas de comportamiento que se dan al interior de las aulas, que se
espera resolver a través de nuevas estrategias de manera preventiva y con la debida anticipación.
Algunas de las señales de alerta que pueden ser ampliamente identificadas por los miembros de la
comunidad educativa, y particularmente por aquellos profesionales que se relacionan de manera
directa con los estudiantes, pueden ser la desmotivación por participar en las actividades escolares
y la resistencia a cumplir con las normas establecidas, generalmente estas imposiciones suelen ser
diferentes a las que se presentan en los hogares, por lo tanto resulta natural para los y las estudiantes
tener un comportamiento inapropiado, pues no conocen otra forma de hacerlo.
El proceso de autorregulación emocional implica una madurez importante y el desarrollo de una serie
de estrategias que hayan apuntado a ello, desde el inicio de la formación de los niños y las niñas; es
por esta razón que al observar a los y las estudiantes con escasas herramientas para lograr el bienestar
emocional se debe actuar de manera efectiva y oportuna, con una serie de apoyos significativos para
acceder a una mayor regulación de las emociones.
Tal como lo señala la Política Nacional de Convivencia Escolar del Ecuador (2021), existen conflictos que
se manifiestan a través de problemáticas de comportamiento que se dan al interior de las aulas, que se
espera resolver a través de nuevas estrategias de manera preventiva y con la debida anticipación.
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Algunas de las señales de alerta que pueden ser ampliamente identificadas por los miembros de la
comunidad educativa, y particularmente por aquellos profesionales que se relacionan de manera
directa con los estudiantes, pueden ser la desmotivación por participar en las actividades escolares
y la resistencia a cumplir con las normas establecidas, generalmente estas imposiciones suelen ser
diferentes a las que se presentan en los hogares, por lo tanto resulta natural para los y las estudiantes
tener un comportamiento inapropiado, pues no conocen otra forma de hacerlo.
El proceso de autorregulación emocional implica una madurez importante y el desarrollo de una serie
de estrategias que hayan apuntado a ello, desde el inicio de la formación de los niños y las niñas; es
por esta razón que al observar a los y las estudiantes con escasas herramientas para lograr el bienestar
emocional se debe actuar de manera efectiva y oportuna, con una serie de apoyos significativos para
acceder a una mayor regulación de las emociones.
Otro de los procesos sobre los cuales se debe tener una especial atención, para identificar los desafíos
sobre el comportamiento entre pares, es cuando se observan comportamientos de tipo solitario,
tendencias a alejarse del grupo, evidenciar que por diferentes motivos ciertos niños o niñas, no son
elegidos por sus pares para los juegos. Todas estas situaciones ameritan incorporar de manera prioritaria
los principios de la Disciplina Positiva, evitando normalizar situaciones que en primera instancia pueden
parecer sencillas de abordar, pero que a la larga pueden constituirse como más complejas.
En este sentido existen poblaciones de estudiantes que podrían requerir, en su trayecto educativo,
algunos ajustes para evitar que lleguen a experimentar situaciones complejas en sus comportamientos.
A continuación se detallan algunos desafíos que pueden ser observados y que necesitarán de la
activación oportuna de un abordaje del comportamiento:
El comportamiento debe ser visto como una forma de expresión, Miles (2005), hay quienes
experimentan barreras para comunicarse, muchas veces no les es posible encontrar la forma más
apropiada para relacionarse y acuden al llanto, gritos o golpes; lo que claramente inciden de manera
negativa en el propio estudiante y en su entorno. Sin embargo, se debe hacer énfasis en que estas
manifestaciones requieren de un abordaje principalmente por su forma y no por el fondo, que atiende
a la posibilidad de expresión sobre sus necesidades.
Las situaciones antes descritas pueden corresponder, o no, a estudiantes que presentan una
discapacidad, pues los desafíos en la comunicación podrían estar dados por requerimientos de tipo
transitorio o permanente; por esta razón se recomienda que se visualicen acciones de manera preventiva
considerando que parte de esta población, en algún momento de su trayecto educativo, podría precisar
apoyos más o menos intensivos.
Uno de los factores que puede incidir, de manera importante en el desborde de ciertos comportamientos,
corresponde a una población de estudiantes que puede presentar dificultades al momento de regularse
sensorialmente, sin que necesariamente esto se convierta en una alteración permanente o esté
asociada a una discapacidad. Es frecuente encontrar, en las etapas iniciales del desarrollo, que ciertos
niños o niñas presenten desafíos para enfrentar las demandas del ambiente de manera apropiada,
lo que podría incidir en respuestas que no sean las esperadas, por ejemplo, algún niño o niña podría
percibir las sensaciones de manera más intensa que el resto de sus compañeros, lo que generará que su
despliegue sea en coherencia a ello, no logrando entregar una respuesta más adaptativa; sin embargo,
para su entorno puede llegar a interpretarse como un problema del comportamiento, que se puede
abordar de manera equívoca pensando incluso en que el estudiante se expresa de manera agresiva,
cuando la situación está bastante lejos de aquello.
En este sentido la Disciplina Positiva alienta a fortalecer el comportamiento apropiado respecto de sí mis-
mo; por lo tanto, los avances de un niño no son comparables con los del resto. Por ello es necesario estar
atentos para identificar, tempranamente, el acompañamiento que se requiere y evitar a futuro un proble-
ma de comportamiento.
La participación de los y las estudiantes en todos los procesos educativos, tanto dentro como fuera del aula,
resultan fundamentales. Cualquier interferencia o desafío que implique una dificultad para establecer re-
laciones propias del desarrollo (actividades en grupos, trabajo en equipo para resolver problemas, un ac-
tuar regular y típico en espacios de esparcimiento como el recreo o los descansos) podría estar siendo un
llamado de atención para los equipos educativos que, rápidamente, deben identificar lo que puede estar
Unidad #3 8
Glosario
sucediendo para que uno o varios estudiantes mermen su participación en actividades propias del desem-
peño educativo.
El espacio educativo es el principal escenario para poner en práctica los principios de la disciplina positiva
fortaleciendo, a través de estrategias que se sustenten en el respeto mútuo, intervenciones y el comporta-
miento apropiado de los y las estudiantes.
El sistema educativo debe propender a otorgar a los y las estudiantes, desde la Disciplina Positiva,
oportunidades de asumir la responsabilidad de su propio comportamiento y las consecuencias que se
desprenden de ello. Siempre apuntando a la toma de conciencia de lo que provoca su comportamiento
en cada persona y en los otros. Para el caso de que los niños y las niñas requieran apoyos específicos, para
reconocer lo expuesto anteriormente, se debe brindar principalmente apoyos comunicativos, fichas y re-
fuerzos que contribuyan a la comprensión de cada una de las situaciones de abordaje del comportamiento;
lo mismo para el proceso de acompañamiento de regulación sensorial, en el cual es relevante hacer una
lectura sobre las respuestas al entorno, que se evidencian a través del comportamiento.
Es necesario intervenir, de manera preventiva, en el momento en el que se detecta que el alumnado re-
quiere de un ordenamiento externo y su comportamiento está supeditado a las indicaciones, reglas, nor-
mas y acompañamientos, que han sido determinados -por otros- para mejorar las relaciones sociales entre
pares y profesionales. La Disciplina Positiva busca totalmente lo contrario, siempre está orientada a propo-
ner estrategias tendientes a la autorregulación.
Para la Disciplina Positiva el respeto, el diálogo y la reflexión resultan fundamentales para una apropiada
aplicación de sus principios, por lo que si solamente se pone el foco en la acción y la reacción, que surgen
después de un episodio complejo de comportamiento, no se deja espacio para el proceso de reflexión pro-
funda que se debe realizar con los y las estudiantes, para hablar de su comportamiento y del impacto que
podría tener en sus pares.
Glosario
Regulación o Modulación Sensorial
Es la habilidad de una persona para regular y procesar los estímulos que recibe constante-
mente del entorno y de su propio cuerpo, los que son manifestados a través de comporta-
mientos que pudieran ser disruptivos para su entorno.
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Bibliografía
Bibliografía
Durrant, J., (2016) Disciplina Positiva en crianza cotidiana. Cuarta Edición. Save the Children.
Ministerio Ecuador (2021) Política Nacional de Convivencia Escolar.
Miles, B., (2005) Desarrollo de conceptos con niños sordociegos. DB - LINK.
Pinheiro, S. (2006) ONU. Informe Mundial sobre la Violencia contra los Niños y las Niñas.
EMBAJADA
DE ESPAÑA
EN ECUADOR