Guia - Contenido - Informes - Periciales-Dra Carmen Vázquez PDF
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PRIMERA PARTE
1. Introducción.
2. De los expertos a las afirmaciones hechas por los expertos.
3. Algunos ejemplos de regulaciones sobre el contenido de los informes
periciales.
SEGUNDA PARTE
4. La propuesta.
5. El objeto del peritaje, la información relevante que sobre el caso se
da para su consecución y las hipótesis planteadas a partir de ello.
6. La identidad y expertise de quien rinde el dictamen y de todo aquel
que participó en su elaboración.
7. Sobre la premisa mayor del razonamiento pericial.
8. Sobre la premisa menor del razonamiento pericial.
9. Muy brevemente, sobre la conclusión del razonamiento pericial.
La presentación de informes periciales que no-informan es uno de los problemas
que sistemáticamente se ha observado en las pruebas periciales que se ofrecen en
diversos sistemas judiciales. Esto representa un serio obstáculo para satisfacer las
exigencias del debido proceso puesto que, por un lado, es difícil requerir a los jueces
una valoración racional de información deficiente o ausente que, además, pertenece
a ámbitos del conocimiento que no son el suyo; y, por otro lado, la situación choca
frontalmente con el respeto al derecho de defensa, pues las partes no pueden someter
la prueba a una genuina contradicción cuando desconocen qué hizo exactamente el
perito en el análisis de su caso o no cuentan con el tiempo suficiente para preparase
si solo pueden comprender un informe pericial hasta que se practica. Por ello, es
imprescindible que los peritos presenten informes periciales completos, es decir, que
contengan toda la información relevante que conforma el razonamiento pericial.
Este documento tiene como objetivo servir de guía sobre cuál es esa información
que debería estar presente en un informe pericial a efectos de respetar el derecho de
defensa, promoviendo un debate de calidad sobre el conocimiento experto relevante
para el caso y, desde luego, permitiendo una valoración racional de este elemento de
juicio por parte de los jueces.
PRIMERA
PARTE
1. Introducción
En el proceso judicial son las personas juzgadoras las que deben tomar la decisión
sobre la resolución de un caso. Es importante iniciar este documento con dicha afir-
mación dado que en el tema de la prueba pericial se han cernido varias dudas sobre
el rol de los expertos en esa toma de decisión. A veces esas dudas vienen de los
propios jueces preguntándose “quiénes son ellos para cuestionar a un experto”; otras
veces, en cambio, las dudas las externan otros operadores del sistema jurídico al
señalar que los jueces suelen deferir en los expertos, sobre todo en el perito oficial,
porque son legos e incapaces de valorar racionalmente el conocimiento experto.1
1Las dudas sobre la capacidad de las personas juzgadoras sobre los hechos han hecho surgir el llamado
“paternalismo epistémico”, que consiste en tomar ciertas medidas con el fin de evitar que tomen malas
decisiones resultantes de su incapacidad para valorar racionalmente el conocimiento experto. Ha habido
varios debates al respecto y también se han hecho algunos estudios para probar si los jueces son capaces
o no de valorar las pruebas periciales. Más allá de toda esa discusión, quizá lo primero que deberíamos
hacer es formar a todos los sujetos procesales en materia probatoria, que ha sido una materia inexistente
en la currícula jurídica, e incentivar reformas procesales que prevean herramientas que incentiven la
comprensión del conocimiento experto. Una vez hecho este cambio, podríamos entonces analizar si
en esas circunstancias mejores que las actuales tanto las personas que ejercen la defensa y la acusación
como las juzgadoras son capaces de usar conocimiento experto justificado en los procesos judiciales. En
un contexto en el que no nos hemos preocupado ni por la formación ni por un buen diseño procesal, no
podemos esperar las mejores prácticas posibles.
2En algunos países se ha optado por cierto tipo de tribunales expertos en materias complejas, es el caso,
por ejemplo, de Chile con el Tribunal de la Libre Competencia, el Tribunal de Propiedad Industrial o los
Tribunales Ambientales. Hay que advertir, no obstante, que son tribunales mixtos, conformados tanto
por expertos en la materia como por juristas. La idea de que tribunales conformados por especialistas
supondrían un mejor tratamiento del conocimiento experto es cuestionable si se analiza la experiencia
chilena, pues, por ejemplo, se pueden encontrar ciertas tensiones con el derecho de defensa por la in-
admisión de pruebas ofrecidas por las partes que los jueces expertos simplemente consideran que no
necesitan o porque “su conocimiento” empleado para resolver no es susceptible de contradicción por
las partes. Esto por no hablar sobre si su conocimiento experto es de tal magnitud que pudiera justificar
su expertise para todos y cada uno de los casos que se presentan o de las implicaciones que tiene para la
revisión de sus decisiones en segunda instancia, etc.
No obstante, vale la pena aclarar que los informes periciales solo pueden ser una
parte de la prueba pericial, pues la información ahí contenida tiene que ser obje-
to de debate bajo el principio de la contradicción. Ello es así porque en nuestros
estados constitucionales se prevé el derecho a un proceso con todas las garantías
para las partes, siendo el derecho de defensa un pilar fundamental. En esa lógi-
ca, la prueba pericial no es solo un informe realizado por un perito, también la
componen todas aquellas afirmaciones que se hacen en la dinámica dialógica
de las partes en la práctica bajo principios como la inmediación, la oralidad, la
publicidad y la ya mencionada contradicción.
Bajo el presupuesto de que la prueba pericial se conforma por esas dos partes,
se deberían hacer esfuerzos por mejorar tanto los mecanismos procesales que
tienen lugar en la práctica de la prueba5 como en la presentación de informes
periciales que genuinamente informen el razonamiento pericial. Si nos situamos
en esta segunda cuestión, hay que preguntarnos: ¿qué deben informar los exper-
tos que fungen como peritos?, es decir, ¿cuál debe ser el contenido de los informes
periciales acorde a los estándares del debido proceso?
Llegados a este punto, metodológicamente quizá valga la pena pensar a las pruebas
periciales como una inferencia compuesta por una premisa mayor, una premisa
3El derecho a un debido proceso o “el derecho de defensa procesal”, como lo llama la Corte Interamer-
icana de Derechos Humanos, es una garantía procesal de toda clase de procesos que comprende varios
derechos. Un esquema al respecto nos lo presenta, por ejemplo, Rodríguez Rescia en los términos sigui-
entes: a) El derecho de defensa en sí. i. El derecho del procesado a ser asistido por un traductor o intér-
prete. ii. El principio de intimación y de imputación. iii. Concesión del tiempo y medios adecuados para
la preparación de la defensa. iv. Defensa material y defensa técnica. v. El acceso irrestricto a las pruebas
de cargo y la posibilidad de combatirlas. vi. El derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo. vii.
El derecho a un proceso público. b) El Principio de legalidad y el de retroactividad de la ley penal. c) El
principio de juez regular. d) El principio de inocencia. e) El principio “in dubio pro reo”. f) Los derechos
al procedimiento. i. El principio de amplitud de la prueba. ii. El principio de legitimidad de la prueba. iii.
El principio de inmediación de la prueba. iv. El principio de identidad física del juzgador. v. El impulso
procesal de oficio. vi. El principio de valoración razonable de la prueba. g) El derecho a una sentencia
justa. i. Principio “pro sententia”. ii. Derecho a la congruencia de la sentencia. h) El principio de la doble
instancia. i) El principio de cosa juzgada. j) Derecho a la eficacia material de la sentencia.
Un trabajo sumamente interesante sobre el debido proceso en materia no penal es Lillo, 2022.
4Sería absurdo pensar que la mera presencia de un documento “convierte”, como por arte de magia, un
tipo de prueba en una prueba documental. En un sistema oral es posible una armoniosa convivencia
entre los documentos y la oralidad.
Conviene señalar que esta concepción no resulta incompatible con ninguno de los numerales, por ejem-
plo, del Código Nacional de Procedimientos Penales (CNPP) (272, 371 pfo. III, 376 o 386).
PM: El Bendectin causa efectos teratógenos en los niños cuando es tomado por
mujeres embarazadas durante el primer trimestre de gestación.
Pm: La madre de Jason Daubert tomó Bendectin en su primer trimestre de em-
barazo y él nació con efectos teratógenos.
C: El Bendectin causó los daños congénitos de Jason Daubert.
6En realidad, podríamos decir que en la mayoría de los casos el razonamiento es más complejo y opera
como un razonamiento en cadena, donde la conclusión de un argumento pasa a ocupar la posición de
las premisas del siguiente. Sin embargo, resulta útil para el análisis simplificar para observar el esqueleto
básico del razonamiento.
Imwinkelried (1988) hace una propuesta similar, planteando una estructura analítica en la que se dis-
tingue una premisa mayor y una premisa menor, con el objetivo de analizar y aplicar correctamente la
regulación sobre prueba pericial en los Estados Unidos. Su análisis, en mi opinión, tiene al menos dos
problemas: el primero es que defiende que el juzgador de los hechos debe adoptar una actitud deferen-
cialista respecto al contenido de la premisa mayor y, segundo, que, en su opinión, el experto no debería
formular ni la premisa menor ni conclusión alguna, pues estas le corresponderían exclusivamente al
juzgador de los hechos. Esta última cuestión es algo ingenua dado que aun cuando explícitamente el
perito no formule una conclusión, las implicaciones de sus afirmaciones pueden fácilmente derivar en
ello. Más problemática es la primera porque pacería suponer un acuerdo de los expertos sobre el conteni-
do de dicha premisa, lo que más bien parece uno de los problemas a enfrentar en las pruebas periciales.
Para una crítica muy interesante sobre este trabajo, véase Allen y Miller (1993: 1135-1140), que es un
texto clásico en los debates sobre el deferencialismo en materia de prueba pericial.
7El caso Daubert v. Merrell Dow Pharmaceuticals Inc. es un hito en la valoración judicial de la prueba
pericial, aunque el caso no fue resuelto por la Corte Suprema de los Estados Unidos, esta sí se pronunció
sobre los criterios que debían tomar en cuenta los jueces para valorar la calidad de ciertas afirmaciones
realizadas por los expertos. Esos criterios han marcado el debate desde hace muchos años en este tema.
Volveré sobre algunas cuestiones relevantes acerca de tales criterios más adelante. Para profundizar en el
tema, puede verse Vázquez (2016) y Haack (2020).
El control de ese razonamiento que hacen los expertos es en gran medida la tarea
que deben hacer los jueces al valorar la prueba pericial9 y, por supuesto, es parte
del trabajo argumentativo de los abogados poner sobre la mesa posibles debili-
dades de ese razonamiento realizado por un experto. Por ello, los peritos deben
ser conscientes de que la dinámica del proceso judicial implica que se les puede
cuestionar severamente. Precisamente al respecto, y a efectos de la preparación
de los expertos que acudirán a un proceso judicial, cobran relevancia las famosas
tres reglas de Weiner (1995):
8Es decir, primero debería haber pruebas que mostraran que el Bendectin era teratógeno para luego poder
mostrar que los daños congénitos de Daubert fueron causados por la ingesta materna del Bendectin.
Puede verse un interesantísimo trabajo al respecto en Haack (2020: 291 ss).
9Por cierto, para lograr una valoración racional de las pruebas periciales debemos preocuparnos tam-
bién por los mecanismos procesales que buscan incentivar la comprensión de la pericia por los jueces y
las partes. Así, por ejemplo, podríamos pensar en una deposición conjunta de los expertos que les per-
mitiera oírse mutuamente (Igartua, 2021: 188-189) y, con ello, poder debatir mejor sus argumentos; o,
en aquellos casos en que haya un desacuerdo entre los peritos, plantear un debate con ellos dirigido por
el juez, habiendo previamente identificado en qué exactamente desacuerdan y por qué.9
De hecho, ese debate de los expertos ante un desacuerdo ha sido un mecanismo procesal ha sido imple-
mentado en Australia y en el Reino Unido. Los datos que arrojan los estudios que se han realizado sobre
la experiencia de jueces y abogados es sumamente positiva, el 83% de los miembros de la judicatura
encuestados respondieron que el llamado hot-tubbing mejoraba la calidad de las pruebas periciales,
mientras que el 84% de los abogados respondió de la misma manera. Cfr. “Concurrent Expert Evidence
and ‘Hot-Tubbing’ in English Litigation since the ‘Jackson Reforms’. A Legal And Empirical Study”, de-
sarrollado por el Civil Justice Council, 25 de julio de 2016, pp. 58 y 59.
3. Ante cualquier cosa que escribas, imagina que será leído en voz
alta, de forma sarcástica, ante un tribunal.
Para ayudar a una parte de la tarea que deben hacer los peritos, este documento
tiene como objetivo desarrollar qué información mínima debe contener un in-
forme pericial y, por supuesto, ofrecer argumentos del porqué es relevante que se
expliciten unos u otros datos. Esto último puede ser particularmente importante
para los expertos cuyo ejercicio profesional dista de la dinámica pericial, pues en
ese ámbito podrían hacer las cosas de manera diferente, dado que los criterios
pertinentes en su práctica simplemente son otros.
Ahora bien, este documento no solo es para los peritos, está pensado para que las
personas juzgadoras y también las personas que ejercen la defensa y la acusación
sepan qué información debe contener un informe pericial y, en el mejor de los
escenarios, encuentren aquí argumentos sobre por qué se requieren ciertos
cambios en su práctica habitual. Puede verse, entonces, como una sugerencia de
buenas prácticas periciales, ante el silencio legislativo que sobre el contenido de
los informes periciales tienen nuestros códigos o, incluso, ante la mala legislación
al respecto.
No debemos olvidar que los detalles que debe contener cada peritaje pueden
ser muy diversos en función del área de conocimiento y del tipo de caso. Lo que
aquí se desarrollará es una suerte de carcasa sobre los distintos ítems que deben
ser informados10 y, precisamente por ello, tiene relevancia pensar a la prueba
pericial como una inferencia pues, a final de cuentas, toda prueba pericial es una
inferencia o cadena de inferencias.
10No entraré, entonces, sobre la forma del informe pericial que, algunos dicen debe ser breve y preciso,
libre de ambigüedades o expresiones vagas o que se debe evitar un exceso de tecnicismos y, por supuesto,
que se debe ser muy cauto respecto la redacción y ortografía. Por supuesto, se trata de cuestiones muy
elementales para la comprensión de lo que se está diciendo, no obstante, sí vale la pena enfatizar que el
lenguaje debe ser apto para los receptores del informe pericial.
Por ejemplo, el Código Deontológico del Psicólogo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, en su
artículo 48 nos dice “Los informes psicológicos habrán de ser claros, precisos, rigurosos e inteligibles
para su destinatario.”
Pero aun si contamos con los mejores expertos, no podemos dejar de observar la
posibilidad de que sufran de sesgos cognitivos.14 Los sesgos cognitivos son errores
sistemáticos en el razonamiento que tienen lugar cuando los seres humanos proce-
samos e interpretamos información, afectando así las decisiones que tomamos y las
conclusiones a las que llegamos. Se trata de errores sistemáticos relacionados con
las debilidades humanas de percepción, atención y, en definitiva, de razonamiento.
Los sesgos cognitivos podrían dar lugar a pericias parciales debido a errores en el ra-
zonamiento pericial y en los cuales pueden caer todos los expertos.15 Esto quiere decir
que la parcialidad cognitiva afecta también a los peritos oficiales o institucionales,
pudiendo ser también parciales, aunque no hayan sido nombrados por las partes.16
13Esta exigencia podría darse, además, en un escenario en el que ni siquiera se tiene toda la información
relevante para la atribución de expertise. Como sucede, por ejemplo, con los peritos que provienen de
las listas que se conforman anualmente luego de la convocatoria abierta a la que se presentan varios
expertos dispuestos a peritar. Las listas que se comunican a los jueces son más un directorio de expertos
que una lista informativa sobre el conocimiento que podrían tener las personas que las conforman.
14Los autores de referencia al respecto son Tversky y Kahneman, con su famoso trabajo “Judgment
under uncertainty: Heuristics and biases”, publicado en Science, quienes demostraron que las personas
confiamos de manera natural en los heurísticos y que, aunque muchas veces ello nos beneficia en nuestro
proceso de conocimiento, hay situaciones en las que producen errores sistemáticos en él. Un libro muy
popular al respecto es Pensar rápido, pensar despacio, de Kahneman.
15Los sesgos influyen de manera inconsciente y afectan también a personas expertas diligentes y hon-
estas. Precisamente por ello, según Dror y Cole (2010: 162), este tipo de errores cometidos por peritos
bien intencionados son más problemáticos y peligrosos, dado que incluso la persona experta cree que las
afirmaciones sesgadas son genuinamente verdaderas. El problema se enfatiza porque muchos peritos e
instituciones periciales son reacios y resistentes a aceptar que su razonamiento es susceptible de caer en
sesgos y, en consecuencia, no toman medidas que los protejan de ellos. De hecho, una reciente encuesta
mundial sobre 403 forenses experimentados de 21 países ha permitido corroborar que hay una reticencia
generalizada a aceptar estas dos cuestiones, la susceptibilidad a los sesgos y la necesidad de establecer
mecanismos para minimizarlos. Aún peor, la mayoría de los encuestados considera que sus conclusiones
son prácticamente infalibles, que pueden lidiar con los sesgos teniendo fuerza de voluntad y que, si hay
sesgos, están en áreas que no son las suyas o en personas expertas —con menos experiencia—, que no
son ellos. Cfr. V. Kukucka, et al. (2017).
16En Vázquez (2015) se puede ver la diferencia que trazo entre “im/parcialidad de origen”, “im/parciali-
dad cognitiva” e “im/parcialidad disposicional.
17En una encuesta realizada por el Consejo General del Poder Judicial español, respondida por 1,285
jueces y magistrados en activo (de los 5,390 existentes en España en el 2015) un 77% de los jueces, al
menos en la jurisdicción penal, consideraba muy necesario la creación de un cuerpo de expertos que
estuviera exclusivamente al servicio de los juzgados y tribunales, mientras un 22% mantuvo que era bas-
tante necesaria. Cfr. http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Estadistica-Judicial/Estadistica-por-te-
mas/Opinion-y-quejas-sobre-el--funcionamiento-de-la-justicia/Opinion-de-los-profesionales-y-usuari-
os-de-la-Administracion-de-Justicia-/Encuestas-a-la-Carrera-Judicial/
18Esta situación se da fundamentalmente con los peritos de lista, que es un sistema previsto en diversos
países, como España o México. En ambos países, el listado de expertos dispuestos a peritar que llega a
los jueces, más allá de la clasificación por especialidad, no contiene información que permita saber si se
está ante un genuino experto.
19El caso más reciente en el ámbito internacional en este tema es la condena a México por parte de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Digna Ochoa. La Corte ha dado un periodo de
dos años al Estado mexicano para que tome las medidas necesarias a efectos de garantizar la indepen-
dencia de sus instituciones periciales respecto de las fiscalías. Pero este tema, la independencia pericial
respecto de instituciones policiales es un tema de alcance internacional, pues hace tiempo que se exige
tal cuestión para las llamadas “policías científicas” (como la del FBI, por ejemplo).
20Como señalan Champod y Vuille (2011: 39), aludiendo a la conocida como trilogía Daubert, se puede
decir que en esas decisiones de la Corte estadounidense “implícitamente se enfatiza el escepticismo que
el juez debe mantener hacia el experto, que entonces deja de ser considerado como miembro de una élite
con autoridad y pasa a ser un agente social como cualquier otro, susceptible a presiones de orden político
y económico que pueden alterar su dictamen”.
22De hecho, uno de los errores cometidos en la interpretación del criterio Frye fue que bastaba con
preguntar a las comunidades expertas si consideraban fiable determinado método, sin exigir mayor jus-
tificación al respecto. Precisamente por ello se dice que el criterio Frye representó el paso de la deferencia
en expertos concretos a la deferencia a grupos de expertos.
23Daubert v. Merell Dow Pharms., Inc. (Daubert III), 509 U.S. 579 (1993).
Los criterios fueron: 1. Si la teoría o técnica puede ser (y ha sido) sometida a prueba, lo que constituiría
un criterio que comúnmente distinguiría a la ciencia de otro tipo de actividades humanas. 2. Si la teoría
o técnica empleada ha sido publicada o sujeta a la revisión por pares. 3. El rango de error conocido o
posible, si se trata de una técnica científica, así como la existencia de estándares de calidad y su cum-
plimiento durante su práctica. 4. Y, finalmente, si la teoría o técnica cuenta con una amplia aceptación
de la comunidad científica relevante.
24Los datos del Innocence Project, por ejemplo, muestran que el uso inadecuado de las pruebas pericia-
les es el segundo factor de mayor incidencia en los casos de condenas erróneas, estando presente en el
43% de las exoneraciones de personas condenadas en las que se acreditó luego su inocencia. Cfr. www.
innocenceproject.org.
Según Duce (2022: 145), “este medio constituye uno de los factores más relevantes entre aquellos
que aumentarían las probabilidades de generar decisiones erróneas en los sistemas de justicia penal,
incluyendo la condena de personas inocentes.”.
Claramente los tres desarrollos antes mencionados dan buena cuenta de por qué
y cómo debemos dejar de centrarnos en los aspectos subjetivos de un perito y
prestar mayor atención al fundamento de sus afirmaciones.
26Para comprender mejor esta cuestión, puede verse el ejemplo de la llamada Ouija del diablo que utilizó
el ejército mexicano para la identificación de drogas y explosivos en el cuerpo de una persona y el tipo
de investigación necesario para mostrar que no funcionaba como teóricamente decían que lo hacía. Cfr.
Vázquez, 2022a.
El Código General del Proceso colombiano, pese a ser una regulación reciente,
sigue la tradición, de modo que atiende mayoritariamente a quién es el sujeto que
hace el informe pericial. Así puede verse en el artículo 226,28 que hace un listado
de 10 aspectos que deberá contener el dictamen, 9 de los cuales hacen referencia a
la experiencia del perito o sus datos de contacto.
27Podría argumentarse que un criterio de admisión de una prueba pericial, precisamente, debería ser si
contiene o no la información relevante. Yo misma lo he argumentado en Vázquez (2020). No obstante,
cabría la posibilidad de prever no directamente la exclusión, sino la devolución al experto para que
complete el informe pericial que tendrá que volver a presentar.
También hay que atender la exigencia normativa que se hace al experto en Co-
lombia para que diga en qué otros casos ha participado como perito e, incluso,
si los exámenes, métodos, experimentos e investigaciones efectuados en aquellos
son diferentes al del caso actual. Por supuesto que el señalamiento de estas cues-
tiones será de utilidad si, y solo si, se puede tener acceso a lo hecho y dicho por el
experto en esos otros casos. Lo mismo sucedería con la información sobre si en
el ejercicio ordinario de su profesión usa los mismos métodos que empleó para
el análisis del caso o no.
5. La lista de casos en los que haya sido designado como perito o en los que haya participado en la
elaboración de un dictamen pericial en los últimos cuatro (4) años. Dicha lista deberá incluir el juzgado
o despacho en donde se presentó, el nombre de las partes, de los apoderados de las partes y la materia
sobre la cual versó el dictamen.
6. Si ha sido designado en procesos anteriores o en curso por la misma parte o por el mismo apoderado
de la parte, indicando el objeto del dictamen.
7. Si se encuentra incurso en las causales contenidas en el artículo 50, en lo pertinente.
8. Declarar si los exámenes, métodos, experimentos e investigaciones efectuados son diferentes respecto
de los que ha utilizado en peritajes rendidos en anteriores procesos que versen sobre las mismas mate-
rias. En caso de que sea diferente, deberá explicar la justificación de la variación.
9. Declarar si los exámenes, métodos, experimentos e investigaciones efectuados son diferentes respecto
de aquellos que utiliza en el ejercicio regular de su profesión u oficio. En caso de que sea diferente, de-
berá explicar la justificación de la variación.
10. Relacionar y adjuntar los documentos e información utilizados para la elaboración del dictamen.
29Por ejemplo, en una prueba pericial de ADN, en la obtención de la muestra se corre el peligro de
contaminación cruzada porque quien la toma no tiene las manos limpias o porque el hisopo entre en
contacto con cualquier cosa, etc. Por ello, si quien toma la muestra no está capacitado para ello, podríamos
encontrarnos con que la muestra sea inadecuada o con resultados erróneos de la prueba a causa de ello.
Los dos primeros puntos me parecen un gran acierto; sin embargo, el último
puede ser problemático debido al menos a (i) la cantidad de publicaciones
que pudieran identificarse y (ii) la posibilidad de conocer la calidad de tales
publicaciones.31 Es decir, dada la dinámica actual conocida como “publish or
perish” (o públicas o pereces), ha habido un aumento muy considerable del
material publicado en los últimos años; por ejemplo, se calcula que anualmente
se publican más de 20,000 ensayos clínicos solo en el ámbito médico, sin contar
otro cúmulo quizá más extenso de otros contenidos de muy diversas calidades.
Adicionalmente, una buena parte de esa información cambia constantemente a
una gran velocidad. Todo ello hace que estemos en un contexto en el que el primer
reto es identificar cuáles son las publicaciones adecuadas, las más actualizadas o
aquellas que muestran las debilidades de lo que otras publicaciones avalan. Por
lo que, en definitiva, el mero hecho de señalar que algo está publicado sirve de
poco o nada para avalar un procedimiento o técnica. Volveremos sobre el tipo de
publicaciones que avalarían un método, técnica o teoría, más adelante.
Por su parte, el Código de Processo Civil de Brasil tiene varias cuestiones interesantes
a analizar.32 Por un lado, exige que se justifique que el método empleado por el perito
es “predominantemente aceptado por los especialistas del área de conocimiento”.
Ello sugiere que la llamada “ciencia novel” no podría entrar al proceso judicial, pues
prácticamente por definición no ha logrado dicho nivel de aceptación; y, desde
luego, siguiendo ese criterio se enfrenta el problema sobre cómo se identifica a
una genuina comunidad de expertos. Aunque esta identificación podría resolverse,
la debilidad es que no se indica que hay que prestar atención a las razones de la
aceptación de la comunidad experta, no solo a la aceptación en sí misma, un tema
también sobre el que se profundizará más adelante.
En esta legislación brasileña hay que destacar también que se le pide al perito no
pasar ciertos límites, como no pronunciarse sobre aquello que no se le preguntó u
En primer lugar, se pide al perito que indique si una determinada cuestión, tema o
asunto queda fuera del ámbito de su competencia. Este punto no es baladí. En una
encuesta a expertos que han participado como peritos en los tribunales estadoun-
idenses, cuando se les preguntó sobre las razones por las cuales habían rechazado
participar como peritos en un proceso judicial determinado, el 49% respondió que
36De hecho, Seidman y Lempert (2018: 45) concluyen, a partir del dato arrojado por su encuesta, que la
frecuencia de la respuesta sugiere que “un sistema que ayude a los abogados y a los jueces a identificar a
reconocidos expertos con conocimiento específicamente relevante para el caso incrementaría la eficiencia
en la búsqueda de asesoramiento y podría promover la mejora de las pruebas periciales en el proceso
judicial”.
En la época actual, de tanta especialidad, tampoco es escandalosa la falta de tal habilidad. Por ejemplo,
nada más en el ámbito de las ingenierías y la arquitectura, podemos encontrar que este ciclo académico
2022-2023 se ofrecen 72 grados en las universidades catalanas: https://www.educaweb.cat/continguts/
educatius/estudis-universitaris/oferta-titulacions-universitaries-branca-coneixement/enginyeria-arqui-
tectura/
Como bien dice Vives i Espinal (2017: 425): “esta especialización tiene sus pros y contras, pero es obvio
que dificultan los jueces, abogados, secretarios judiciales y agentes judiciales la elección de la especialidad,
pues las competencias entre varios grados se solapan y, en muchas ocasiones, se desconocen las atribu-
ciones que, a cada profesional, corresponden en función de su formación”.
Por lo que hace al Code of Conduct australiano, vale la pena destacar particu-
larmente la exigencia de que el perito identifique en qué medida alguna de sus
afirmaciones implican la aceptación de las consideraciones de otra persona y
cualquier salvedad sobre una opinión expresada en el informe sin la cual sería
incompleto o inexacto. Previsiones como esta dan cuenta de una regulación que
exige a todas las partes poner las cartas sobre la mesa para un genuino debate
sobre la cuestión y, por supuesto, para garantizar su derecho de defenderse ante
afirmaciones que puedan ser determinantes para la resolución de su caso.
En la Practice Direction, por otro lado, destaca la fuerte exigencia al experto para
que identifique claramente si alguna de sus afirmaciones es controversial o ma-
teria de desacuerdos, teniendo que motivar su opinión, además de dar cuenta
de la diversidad de opiniones. Más allá de la exigencia, esta previsión muestra
al menos una cultura jurídica distinta a la nuestra, en la que los desacuerdos
entre expertos son vistos como algo importante que debe reflejarse en la opinión
brindada por un perito; a diferencia de nuestros sistemas jurídicos, en donde los
desacuerdos son vistos como un vicio que supuestamente indica la parcialidad
de alguno de los expertos. No obstante, la realidad es otra, los desacuerdos entre
los expertos son incluso parte del avance científico37 y el hecho de que se pueda
tener puntos de vista diversos podría enriquecer el debate en la resolución de un
caso.38 Las regulaciones sobre la prueba pericial no deben continuar ignorando
estas cuestiones.
El análisis hasta aquí hecho sobre las diversas legislaciones, antes que profun-
dizar en ellas y en su potencial desarrollo jurisprudencial, se ha centrado básica-
37Sobre los desacuerdos entre expertos, puede verse Vázquez, 2022a, capítulo III.
38En ese sentido, no resulta prometedora la figura del perito único que podría presentar solo una parte
de un debate en una comunidad experta o una escuela de pensamiento en un área en donde haya varias,
etc.; sino que, además, podría también incentivar que las personas juzgadoras tendieran a asumir sus
afirmaciones sin la actitud crítica que es exigible.
Por cierto, hay que enfatizar una diferencia bien relevante sobre
el uso de fuentes bibliográficas en un informe pericial. Una cosa
es exigir que el perito explicite las publicaciones que avalen que
los métodos o técnicas o procedimientos que empleó realmente
funcionan; y otra, muy diferente, es la práctica habitual de
acompañar al peritaje con un listado de meras citas bibliográficas en
el área respectiva. Una buena parte de esa bibliografía que se suele
encontrar en los informes periciales solo reitera como supuesta
o teóricamente funciona un procedimiento o técnica, lo que no
demuestra que realmente funciona como dicen que lo hace. En
algunas ocasiones la bibliografía empleada solo es utilizada como
una suerte de argumento de autoridad, no como evidencia de la
validez y fiabilidad de ciertas cuestiones de un área de conocimiento.
Pues bien, una vez analizadas someramente las regulaciones anteriores, corre-
sponde ahora desarrollar cuál debería ser el contenido mínimo de un informe
pericial para que sea compatible con el debido proceso, fundamentalmente para
garantizar un adecuado ejercicio del derecho de defensa y una valoración racion-
al del razonamiento pericial. Para ello, como veremos, precisamente la propuesta
se plantea atendiendo a las distintas premisas que compondrían el razonamiento
que un experto que está fungiendo como perito realiza en su análisis de un caso
concreto.
A partir de todo lo señalado en las páginas precedentes, se puede decir que un in-
forme pericial sobre el que se puedan fundar decisiones judiciales compatibles con
el debido proceso debe contener al menos:
39Vale la pena señalar que la propuesta señalada de ninguna manera supone que la información deba
establecerse en el orden planteado, simplemente es aquella información que debe contener un informe
pericial.
En lo que sigue, se explicarán las razones de cada una de las exigencias anteriores.
5. El objeto del peritaje, la información relevante que sobre el caso se da para su conse-
cución y las hipótesis planteadas a partir de ello
El objeto del peritaje debe especificar qué es lo que se pretende demostrar medi-
ante el conocimiento experto relevante. Así, por ejemplo: “si la muestra dubitada
corresponde o no con el ADN del sospechoso”; “si una persona murió por asfixia o
por otra causa X”; “si el comportamiento de una persona se debe a que sufre de X
síndrome o no”;41 etc.
La identificación clara y concisa del objeto del peritaje permitirá decidir si tal prueba
pericial es relevante e, incluso, si es necesaria para poder decidir sobre los hechos
planteados en el caso. Esto último es importante considerarlo dado que la prueba
pericial encarece los procesos judiciales y, en ocasiones, lo ralentiza, no siempre siendo
necesario conocimiento experto para conocer ciertos hechos. Por ejemplo, imaginemos
que se solicita una prueba pericial con el único objetivo de saber si determinada arma
de fuego cabe o no dentro del compartimento de un coche incautado. En ese caso, ¿no
podría comprobarse por cualquier policía o, si fuera indispensable, incluso mediante
una inspección judicial? O imaginemos que para contar cuánto dinero hay en un
conjunto de fajos de billetes se solicita una prueba pericial realizada por un economista
o un contador público, pudiendo hacer tal tarea cualquier policía, fiscal o personal del
juzgado que obviamente sabrá contar, que es el único conocimiento que se requeriría
(si no se plantea, por ejemplo, la hipótesis de la falsedad de billetes, por ejemplo).
40Podría ser relevante, además, considerar explícitamente que se deberán tomar las medidas pertinentes
para proteger datos personales o información sensible que pudiera estar contenida en esos documentos y
que sea irrelevante para las operaciones periciales.
41En muchos casos se encuentran peritajes psicológicos que dicen tener como objetivo determinar si
cierto comportamiento es compatible con determinado síntoma o no; o, en el peor de los casos, aunque
el objetivo sea otro, se concluye dicha compatibilidad. El problema aquí es que solo analizar que algo
es “compatible” con X resulta claramente insuficiente si no se indica, además, con qué otras cosas es
compatible y, sobre todo, si no se realiza la tarea necesaria para descartar esas otras compatibilidades.
En efecto, una prueba pericial que se base en un método, técnica o teoría inválida
de ninguna manera puede aumentar o disminuir la probabilidad de hipótesis alguna
sobre los hechos. Así, por ejemplo, imaginemos que se presenta una prueba pericial
que tiene como objetivo “determinar si un niño presenta o no los síntomas de la
alienación parental”; pues bien, dado que ahora es ampliamente conocido que la
llamada alienación parental no es un síndrome y, por tanto, no puede ser identificada
mediante un conjunto de síntomas, una prueba pericial que implique esto debería ser
excluida por irrelevante.43 O, por poner otro ejemplo, supongamos que se presenta
una prueba pericial psicológica que tiene por objetivo determinar si un individuo será
peligroso en el futuro o no; de igual manera, hoy en día el consenso de las comunidades
expertas relevantes es que la psicología no tiene herramientas válidas para hacer un
análisis al respecto, por lo que tal prueba no debería ser admitida al proceso.44 Sin
embargo, no siempre será posible excluir la prueba pericial por irrelevante atendiendo
únicamente al objeto planteado, algunas veces será indispensable analizar más el
contenido del informe pericial, fundamentalmente lo relacionado con la premisa
mayor del razonamiento del experto.
Entonces, hasta aquí hemos dicho que la identificación del objeto del peritaje per-
mitirá valorar su admisibilidad, delineará el marco para determinar la expertise que se
43El Comité de expertas responsable del análisis y evaluación del proceso de implementación de
la Convención de Belém do Pará, recientemente se pronunció en contra del uso del “síndrome de
alienación parental” como prueba en los procesos judiciales. Cfr. https://belemdopara.org/wp-
content/uploads/2022/08/Comunicado-Alienacion-parental.pdf Explícitamente dice: “A pesar de su
popularización y pretendido carácter científico, el llamado síndrome de alienación parental no cuenta
con el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, ni de la Asociación Americana de
Psicología y ha sido incluso rechazado por algunas legislaciones”.
En España, a título meramente informativo, puede verse https://elpais.com/sociedad/2021-03-29/el-
falso-sindrome-contra-las-mujeres-que-llego-a-los-juzgados.html
44Puede verse, por ejemplo, el Amicus Brief presentado por la American Psychological Association en el
caso de Billie Wayne Coble: https://www.apa.org/about/offices/ogc/amicus/coble
Es una obviedad decir que el objetivo que tiene quien ha ofrecido o mandado un
peritaje será determinante para la tarea que hagan los expertos, que deben responder
a tal cuestión. Ahora, en un informe pericial es dable distinguir ese objetivo por
el que fueron nombrados o contratados los peritos y las hipótesis que sobre dicho
objetivo se pueden plantear. Para aclarar esta cuestión, vale la pena usar un ejemplo
que nos brindan Vázquez-Mezquita y Catalán (2008: 17) en materia de psicología:
Podemos imaginar que el objetivo planteado, supongamos, por un juez que ordena
esta prueba pericial es saber si el imputado sufrió amnesia de los hechos alegados o
no. Según los autores, a partir de su conocimiento respecto determinada información
Pues bien, que un perito se plantee más de una hipótesis plausible sobre el objeto del
peritaje es sustancial como medida para evitar un tipo de sesgos cognitivos que puede
sufrir, i.e. el sesgo de confirmación. Este sesgo consiste en la tendencia a intentar probar
una hipótesis buscando pruebas que la confirmen en lugar de pruebas potencialmente
conflictivas. Para evitar caer en él es importante que los expertos busquen y analicen
información a la luz de más de una hipótesis sobre el caso.
En el ejemplo planteado sobre la amnesia, además, pueden tener cabida los sesgos
contextuales, que son otro tipo de sesgos cognitivos que pueden afectar a los peritos
cuando están expuestos a información contextual que, siendo relevante para el caso,
es irrelevante para sus operaciones periciales. Al respecto, vale la pena subrayar lo
que en su momento dijo la ya extinta National Commission on Forensic Science de
Estados Unidos: una información es irrelevante para las operaciones periciales si
no es necesaria para sacar conclusiones sobre las proposiciones en cuestión, si solo
ayuda a sacar conclusiones a partir de algo distinto de las pruebas físicas designadas
para el examen o si solo ayuda a sacar conclusiones por algún medio distinto de un
método analítico apropiado. Entre esa información se encuentran: detalles sobre los
antecedentes delictivos del sospechoso, información sobre la confesión del delito por
parte del sospechoso, información sobre la implicación del sospechoso derivada de
otras pruebas encontradas en la escena del delito, etc.
En todas las pruebas periciales los expertos pueden sufrir sesgos de confirmación
y contextuales, por lo cual es importante que tomen medidas de precaución para
evitarlos. Un buen ejemplo al respecto nos lo brinda el PCAST (2016: 302) al analizar
la identificación por huella y descubrir que “los analistas alteran con frecuencia las
En esos casos quizá las medidas que se deban considerar para intentar evitar los
sesgos deban ser de carácter institucional y no dependientes de un perito concreto,
como el nombramiento de un oficial judicial para que analice qué información sobre
el caso es indispensable que se le dé o cuál sería la secuencia en que se dé a los expertos
la información que se considera relevante.45
Y, como regla general, no se debe dar al perito acceso irrestricto a todo el expediente
judicial, pues debemos tomar con mayor cuidado qué información sobre el caso es
relevante exclusivamente para sus operaciones periciales.
En definitiva, no solo hay que identificar cuál va a ser el objeto del peritaje, sino la in-
formación que sobre el caso se le va a dar al experto para que cumpla con ese objetivo
y pueda plantearse las hipótesis que guiarán su trabajo.
En primer lugar, valdría la pena distinguir entre ser experto y ser perito. “Ser perito”
es un nombramiento judicial y, por eso, no todos los expertos son peritos, pero todos
los peritos deben ser expertos. Ahora bien, ser experto es una cuestión relacional,
es decir, una persona es experta en X especialidad, técnica, área, etc.; y, por ello,
no pueden aceptarse afirmaciones del tipo “es experto” o “soy experto”, sin la
especificación respecto de qué materia o técnica o método lo es. Dicho esto, volvamos
sobre la acreditación de esa expertise.
46Ser experto es una propiedad disposicional. El conocimiento experto de un sujeto, entonces, no solo se
articula en un cúmulo de proposiciones, sino también de habilidades o capacidades no necesariamente
explícitas en principios o teorías. He desarrollado más estas cuestiones en Vázquez (2015).
Así pues, tenemos al menos dos maneras de argumentar que una persona es experta
en el área relevante para el objetivo de una prueba pericial y, por ello, que puede
ser designado como perito: sus titulaciones específicas o su past record. Ninguna
de ellas carece de problemas, sobre todo en determinados ámbitos. Por ejemplo,
en las ciencias forenses (incluso la criminalística o criminología), se ha observado
un problema importante en la obtención de las titulaciones correspondientes pues
algunas veces la titulación proviene de un curso de tres meses que no exige ninguna
formación científica previa; otras veces, en cambio, se trata de títulos universitarios
cuyo programa de estudios sugiere que estamos ante “expertos todo terreno” o “ex-
pertos en todo”, lo que es una contradicción en los términos. Pero ¿podemos exigir
al juez que para el nombramiento de un perito tenga que analizar, por ejemplo, la
malla de asignaturas que rindió en sus estudios?
47Hay alguna experiencia en el ámbito jurídico comparado al respecto, se trata de la Defensoría Pública de
Chile que recopila información sobre cómo los peritos han realizado su función y decide mantenerlos en
la lista de expertos dispuestos a peritar solo si su past record es positivo. Puede verse una propuesta más
detallada sobre esta posibilidad en Vázquez (2015: 211 ss).
Entiéndase bien, el NRGD hace una evaluación sustantiva sobre la expertise de una
persona que podrá, por eso, ser nombrada perita; no se trata de un mero directorio
de expertos, como sucede en México con los listados que hacen diversos Poderes
Judiciales, incluido el Poder Judicial Federal, que solo supone el cumplimiento en
tiempo y forma de ciertos requisitos. Si no hay un mecanismo previsto por los siste-
mas jurídicos para la evaluación sustantiva de la expertise, corresponderá entonces
a los jueces hacerla a efectos de un caso concreto. Y, para ello, los expertos deben
ofrecer la información suficiente que permita a una persona juzgadora considerar
que se tiene el conocimiento experto relevante para fungir como perito: titulaciones
concretas o un past record informativo de su calidad.
Como se ha visto en algunas de las legislaciones que se analizaron porque han regu-
lado el contenido de los informes periciales, a veces se pide al perito que indique qué
publicaciones tiene relacionadas con ámbito experto específico para el caso. Si bien
la publicación de un trabajo nos puede sugerir que el autor es experto en ese tema
concreto, faltaría más información sobre la revista o la editorial donde su publicó o,
incluso, sobre si el trabajo ha sido sometido a revisión por pares o no. Además, no
hay que pasar por alto posibles conflictos de interés o potenciales sesgos que pudiera
generar la publicación en sí misma para su autor. No es difícil imaginar que para el
autor de una publicación podría ser difícil aceptar otros puntos de vista incompati-
bles con aquella o posibles debilidades que le pudieran comprometer más allá de un
proceso judicial concreto.
48Véase: https://english.nrgd.nl/about-the-nrgd/faq
Ahora bien, habría que evitar que se llame a juicio oral a todos los ex-
pertos que participaron de las operaciones periciales, salvo que haya
un cuestionamiento de su trabajo que no pueda ser respondido por
el perito.
Una vez atendidas estas cuestiones sobre el objeto del peritaje y el perito, correspon-
de pasar ahora a la información sobre la inferencia pericial.
Es un deber de los expertos explicitar qué método o técnica o teoría están emple-
ando, no qué tipo de razonamiento están haciendo. Así pues, no es necesario ni in-
formativo que el perito diga que ha empleado la deducción, la inducción, el método
analítico o la observación, sino qué concreto método o técnica o teoría reconocido
en su área de conocimiento ha usado. De la misma manera, los peritos no tienen que
49Piénsese, por ejemplo, en una prueba toxicológica: podría ser que la persona que toma una muestra
no tenga la formación requerida para asegurar su calidad, v.gr. si no es médico o enfermero o químico.
Una descripción tan llana como la anterior permitiría, tanto a los abogados como a
los jueces, activar cuestionamientos fundamentales sobre cómo el experto realizó sus
operaciones periciales. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo sería el suficiente para la tarea
desarrollada en un grupo o comunidad concreta?, ¿dicha “observación” supone que
todo depende de los ojos del propio experto?, ¿qué quiere decir que la observación
es “activa”? Todas estas son preguntas que podrían formularse durante el juicio oral
para lograr la comprensión de qué es exactamente lo que el experto realizó.
Aquí vale la pena prestar atención a si estamos frente a métodos más o menos obje-
tivos o subjetivos. Nótese que la diferencia se plantea como una suerte de continuo
en el que no hay una línea de demarcación que nos permita distinguir de manera
clara y tajante entre un método objetivo y uno subjetivo. Un método será más sub-
jetivo cuánto más dependa del juicio humano, de la percepción, interpretación y
razonamiento de una persona. Y, como se afirma en el PCAST (2016: 295), “los
métodos subjetivos requieren un escrutinio particularmente cuidadoso porque su
fuerte dependencia de los juicios humanos conlleva que sean especialmente vulnera-
bles a los errores humanos, a inconsistencias entre analistas50 y a sesgos cognitivos.”
Una vez identificado el método o técnica o teoría, los peritos también deben explici-
tar cómo sabemos que funciona en las condiciones en las que se afirma que lo hace,
por lo que no se trata solo de mencionar o nombrar un método o el conjunto de
pasos que supone, hay que decir también en qué condiciones se está considerando
que funciona. Así, por ejemplo, si nos referimos a la tristemente célebre “autopsia
psicológica” o “necropsia psicológica”, un perito podría emplear alguna de las sigui-
entes generalizaciones sobre las condiciones de funcionamiento:
50La inconsistencia es una cuestión clave aquí porque nos permite ir adentrándonos en la experimentación
a la que podrían someterse ciertas teorías o métodos para demostrar su funcionamiento. Se supone que
un método debe ser reproducible, es decir, producir idénticos resultados (o muy similares, dentro de un
pequeño margen de tolerancia) cuando (i) se repite en las mismas condiciones y (ii) siguiendo los mismos
pasos descritos.
La repetibilidad o replicabilidad es la propiedad de obtener resultados consistentes al replicar o repetir
un método, pero partiendo de un conjunto distinto de datos de los empleados originalmente, aunque
coherentes con estos últimos, siguiendo la misma metodología experimental.
Claramente las generalizaciones anteriores son bien diversas, explicitar cuál se está
usando permitiría tanto a las partes como a los jueces contextualizar de forma precisa
no solo aquello que se está afirmando, también aquello cuya validez y fiabilidad debe
mostrarse y, por supuesto, si tal método o teoría es aplicable al caso. Por ejemplo,
podríamos cuestionar si un método empleado para conocer el “riesgo suicida” sería
aplicable para determinar si alguien de hecho se suicidó o si una mujer que ha sufrido
violencia de género, es decir, que ha vivido en unas condiciones particulares, se ha
suicidado y no ha sido asesinada.51
51Vale la pena enfatizar que cuándo se pregunta en qué consistiría la necropsia psicológica que nos
permitiría conocer si alguien se suicidó se nos dice: “Cada profesional tiene su metodología concreta
para la realización de autopsias psicológicas, aunque existen técnicas y herramientas comunes que son
conocidas por todos.” Cfr. https://peritojudicial.com/autopsia-psicologica/
53Como afirma Mnookin, et al.: “las siguientes preguntas son primordiales: ¿Qué sabemos? ¿Cómo lo
sabemos? ¿Qué seguridad tenemos de ello?... [U]na cultura en la que estas preguntas se responden con
datos, estudios publicados y materiales accesibles al público, en lugar de referirse principalmente a la
experiencia o el conocimiento artesanal, o donde simplemente se asumen como verdades porque hace
tiempo que tratan como si fueran verdaderas”.
La segunda aclaración tiene que ver con cierta ambigüedad del término “dis-
ponible” en la frase “la mejor evidencia disponible”, pues podría interpretarse como
disponible para el perito o disponible en el área de conocimiento del perito. Por ello,
los expertos deberán aclarar en cuál de los sentidos se debería interpretar la eviden-
cia que presentan y, en todo caso, a las partes corresponderá cuestionar cuán sólida
resulta esa mejor evidencia que se presenta como disponible.
54Un interesantísimo libro sobre la aplicación forense de la epidemiología es Freeman y Zeegers (2016).
55Cuéllar (2022), hablando sobre la obvia dificultad del análisis de personas, nos dice: “el sujeto de la
investigación es el ser humano, considerado tanto individual como colectivamente, lo que implica la
condición de persona pensante (que es consciente de su intervención en un estudio), emocional (que
responde a partir de estados mentales o de actitudes), moral (que se rige por principios que supeditan su
comportamiento personal) y social (que es consciente y partícipe de su relación con otras personas y col-
ectivos). Todo ello, entre otros factores, multiplica la incertidumbre de las respuestas y obliga a extremar
las exigencias metodológicas y éticas del científico responsable del estudio clínico.
Por ello, para saber si un método, técnica o teoría funciona, hay que exigir la cor-
roboración de otros expertos, que es además uno de los estándares más básicos de la
calidad de las áreas de conocimiento. En la misma línea, por ejemplo, están tres de
las preguntas ilustrativas que sugiere Marina Gascón (2022: 74) como parte de un
“Esbozo de un Test General de Fiabilidad” cuando se presenta prueba forense, con-
cretamente en lo relacionado con la “validez de los fundamentos de la técnica usada”:
56Es dable decir que si E es evidencia para una hipótesis H, entonces E hace más probable que H sea ver-
dadera: en tales circunstancias, E confirma H. Por otro lado, si E es evidencia en contra de H, entonces
E hace menos probable que H sea verdadera: E refuta a H.
57La crítica de Pierce (5.402n2) se dirige al cartesianismo como una doctrina que afirma que el último
test de certeza debe ser encontrado en la consciencia individual.
Aunque como ya hemos visto en otros apartados, se suele poner énfasis en las
publicaciones, es importante aquí atender más bien al contenido de las publicaciones.
Así, si queremos entender mínimamente la corroboración de carácter social del
conocimiento experto, podríamos usar dos grandes categorías, aun a riesgo de
sobresimplificar los problemas que cada de una de ella pudiera tener:
Las publicaciones que deberían interesarnos en este contexto son aquellas que aluden
a algún tipo de esta evidencia, no cualquier publicación que solo repite lo que otros
autores simplemente afirman sin mayor corroboración empírica. Así, una evidencia
más sólida sobre el funcionamiento de un método o técnica o teoría serían aquellos
datos que provienen de estudios o experimentos, pues, como bien afirma el premio
Nobel de Física Richard Feynman: “el experimento es el único juez de la verdad
científica”. ¿Por qué? Pues básicamente porque ello supone, en primer lugar, que se ha
hecho investigación sólida por un conjunto de expertos para corroborar determinada
cuestión.58 No obstante, uno de los grandes problemas actualmente en este contexto,
como dice otro premio Nobel (en medicina), Sidney Brenner, es que “nos estamos
ahogando en un mar de datos y estamos hambrientos de conocimiento”.59 Y ello
es así porque estamos en una época en donde no paramos de ver “estudios” como
fundamentos de las afirmaciones que se hacen incluso hasta en revistas del corazón;60
58En esta línea, es preocupante la ausencia de una cultura de la investigación de las ciencias forenses. Tal
como afirman Mnookin, et al. (2011): “las ciencias forenses tradicionales en general, y las disciplinas
de identificación de patrones, como las pruebas de identificación de huellas dactilares, armas de fuego,
marcas de herramientas y escritura a mano, actualmente no poseen, y sin lugar a duda deben desarrollar,
una base científica bien establecida. Esto solo puede lograrse a través del desarrollo de una cultura de
investigación que impregne todo el campo de la ciencia forense. Argumentamos que una cultura de
investigación debe basarse en los valores del empirismo, la transparencia y el compromiso con una
perspectiva crítica permanente. Las disciplinas de la ciencia forense necesitan aumentar sustancialmente
su compromiso con la evidencia de la investigación empírica como base para sus conclusiones.”
No es este el espacio para profundizar en temas tan complejos, pero sí vale la pena
identificar algunos aspectos básicos que nos permitan hacernos una idea sobre la
distinta calidad de estudios que podemos encontrar. Así, vale la pena atender a tres
variables informadoras: la hipótesis que se pretende probar determina el tipo de
estudio que se debe hacer para corroborarla; cuál y cuánta es la población de referencia
permite saber cuán informativos son los resultados; y, por último, nos interesa si la
aplicación de los resultados al ámbito forense es directa o no.
Para poder saber qué tipo de estudios se deberían hacer, primero hay que tener en
mente una clasificación básica y, para ello, acudamos a Manterola, et al. (2019: 37, 38):
60Por ejemplo: “Si tu novio es mucho mayor, te está robando la juventud, afirma un estudio”; “un estudio
confirma que oler las flatulencias de tu pareja puede ser bueno para tu salud”
En términos muy generales, podríamos decir que hay una relación entre la fortaleza
o debilidad de la evidencia y el nivel de generalidad de las hipótesis que se pretenden
probar. Si se pretende probar una ley universal, una gran fortaleza de la evidencia es
imprescindible; y, en cambio, para una hipótesis cuya generalidad es más limitada
podría bastar evidencia que para otras hipótesis resultaría muy débil. Así, por
ejemplo, si se debe probar la existencia de una relación causal, los estudios deben
ser experimentales y, en cambio, si lo que se busca es establecer solo una correlación
estadística, entonces los estudios observacionales podrían ser suficientes. Por ello,
para mínimamente saber qué tipo de estudios serían relevantes, hay que prestar
atención a las generalizaciones que están en juego en el caso.
61Y pone un ejemplo que puede ayudar aquí a la clarificación: “En 2001, por ejemplo, dos investigadores
daneses reanalizaron pruebas sobre el “efecto placebo”, cuya existencia se daba por sentada desde 1955,
cuando Henry Beecher reportó que los placebos ayudaban a alrededor de 35% de sus pacientes. Ahora
algunos médicos usan placebos como tratamiento y algunos investigadores en medicina dedican su
tiempo a tratar de averiguar cómo es posible que los placebos funcionen. Pero los doctores Hróbjartsson
y Gøtzsche sugieren que en gran medida el supuesto efecto es mítico. De 727 pruebas potencialmente
elegibles, reanalizaron 114 estudios (que incluían en conjunto alrededor de 7,500 pacientes con 40
condiciones diferentes) que consideraron “bien diseñados”; dividieron a los pacientes en 1) quienes
recibían tratamiento médico real, 2) quienes recibían placebo y 3) quienes no recibían nada en absoluto.
Excepto por un pequeño efecto en la reducción del dolor, concluyeron, hay pocas pruebas de que los
placebos tengan efectos clínicos significativos” (Haack, 2021: 23).
62Nuevamente el PCAST (2016: 306) nos brinda un ejemplo al analizar la identificación mediante
las características microscópicas del cabello para determinar si una persona en particular puede ser
el origen del cabello cuestionado, pues encontró solo un estudio que, a su vez, toma en cuenta otras
referencias de los años 70s y 80s.
En este punto vale la pena citar como ejemplo lo que nos dice Torres (2017) sobre los
“test proyectivos” que los psicólogos usan en casos de abuso sexual infantil:
La situación de los test proyectivos parece ser que hay un método sistematizado, pero
cuyo funcionamiento está seriamente cuestionado por la investigación empírica, que
ha sido lo suficientemente amplia como para generar ya metaanálisis. Es decir, no se
trata de un estudio aislado, sino de un conjunto de estudios que llevan a cuestionar su
funcionamiento. No nos encontraríamos aquí con otro panorama que es denunciado
en la teoría y la investigación sobre el apego infantil, que es relevante sobre todo en
casos familiares, donde se nos dice que “la recopilación e interpretación de evidencia
científica han resultado difíciles en este contexto. Aunque las guías de buenas prácticas
han reclamado métodos y procedimientos con base empírica, muchos instrumentos
carecen de suficiente validez” (Forslund, et al., 2022: 117). En un caso se nos informa
que hay evidencia de que los test proyectivos no funcionan; en el segundo caso, se
nos informa de que no hay evidencia de que ciertos métodos y procedimientos en el
ámbito del apego funcionen.
Por último, habría que ver si los resultados de los estudios tienen directa o
indirectamente una aplicación forense. Como nos advierten Forslund, et al. (2022:
117), “otro importante reto en relación con los datos científicos deriva de las muy
diferentes necesidades de la ciencia y la administración de justicia: mientras que la
ciencia generaliza (normalmente de los casos individuales a los principios generales),
la administración de justicia particulariza (a veces de los principios generales a los
casos individuales). Por lo tanto, un problema típico en la práctica judicial tiene
que ver con el riesgo de inferencias no válidas para casos individuales a partir de
las tendencias y promedios de la investigación sobre grupos.” La valoración del daño
psíquico en supuestos de abuso sexual infantil sirve aquí de buen ejemplo, pues se han
SEGUNDA PARTE Premisa mayor del razonamiento 47
psíquico en supuestos de abuso sexual infantil sirve aquí de buen ejemplo, pues se han
identificado “serias limitaciones para detectar ASI en la utilización de indicadores
clínicos que han surgido del contexto sanitario y asistencial” (Scott, et. al., 2014: 57);
pero también podría suceder al revés, que “determinados conceptos jurídicos, como
el trastorno mental transitorio, no tienen traslación directa a los sistemas diagnósticos
utilizados en la clínica” (Fernández-Ballesteros, 2005).
63Quizá en contraposición a una comunidad experta más o menos delimitada e identificable, está “la
práctica” de los expertos que se dedican a una actividad. Es posible pensar como ejemplo la afirmación
de Negre (2017: 409) respecto la prueba pericial de arquitectura, cuando afirma que el perito debe
analizar los aspectos técnicos siempre dentro del marco normativo vigente o, en su defecto, las “prácticas
utilizadas en el sector de la construcción en el emplazamiento del edificio” (no sus propios criterios de
lo que sería una buena construcción).
64Por ejemplo, si acudimos a The International Association of Forensic Toxicologists (TIAFT), podemos
encontrar en su página que tiene como objetivo “promotes cooperation, coordination of efforts and
research in forensic toxicology”; que es una asociación internacional y que su acceso es claramente
restringido; que sus miembros tienen perfiles de primer nivel, etc. Cfr. https://www.tiaft.org/tiaft-
executive-board.html
Antes de pasar al siguiente apartado, vale la pena insistir en que no hay que confundir
“el conocimiento experto” con “el conocimiento de un experto”. Cuando se trata de
la premisa mayor del razonamiento pericial, en términos amplísimos, deberíamos
estar ante “conocimiento experto”, es decir, afirmaciones que han pasado por cierto
control de calidad mediante otros expertos y que, en el mejor de los casos, permiten
ir acumulando y sistematizando lo que entre todos saben. En cambio, cuando
pasamos a la premisa menor de la inferencia pericial, sí estamos fundamentalmente
ante el conocimiento y habilidades de un experto, el perito.
66Más recientemente ha aparecido el caso de Kathleen Folbigg en Australia, condenada por matar a
sus cuatro hijos y ahora la investigación científica cuestiona fuertemente esas condenas. Véase, https://
www.lavanguardia.com/vida/20221115/8606886/mato-kathleen-folbigg-cuatro-bebes-ciencia-cree-no.
html?utm term=botones sociales
Por lo anterior, un informe pericial debe identificar de la manera más detallada posible
todos los datos e informaciones sobre el caso que fueron tomados en consideración
por el perito para elaborar el dictamen, así como la explicitación de los razonamien-
tos efectuados durante su análisis. En esta tarea se incluye la información referente a
muestras, entrevistas, modelos, bases de datos, fotografías, planos, información clíni-
ca y toda herramienta empleada para conocer más sobre el caso.
No es posible desarrollar a detalle cada uno de los diversos ejemplos que pudieran
darse sobre el conjunto de datos respecto del caso concreto, que varían en función
del tipo de prueba pericial y, obviamente, de los hechos que se han de analizar. No
obstante, en lo que sigue, se darán algunos ejemplos para intentar mostrar la impor-
tancia que tiene su explicitación en los informes periciales.
Cuando hay de por medio el análisis de una muestra hay al menos dos cuestiones
clave que se deberían argumentar: por un lado, que es adecuada para realizar el estu-
dio67 y, por supuesto, si se ha respetado la cadena de custodia.
Para varios tipos de pruebas periciales (ADN, huellas dactilares, informática, etc.) se
trata de la primera etapa, en donde la recogida y custodia de material es determinante
para las subsiguientes operaciones que los peritos deberán realizar. El objetivo, en
primer lugar, es garantizar la autenticidad del material que se encontró en determina-
do lugar (por ejemplo, la escena de un delito) o se extrajo de, o fue aportado por, una
persona (v.gr. del supuesto padre) o un objeto (como un móvil o un ordenador). En
otras palabras, que es el mismo (i.e., no fue alterado) desde su recogida hasta la toma
67Por ejemplo, si hay la suficiente cantidad del material a analizar. El artículo 274 del Código Nacional
de Procedimientos Penales mexicano prevé, por ejemplo, el peritaje irreproducible, es decir, aquel que
se realiza sobre objetos que se consumen al ser analizados y, por tanto, impide que con posterioridad se
practique un peritaje independiente. Con muy buen tino, este Código prevé que el perito de la defensa
sea llamado para que presencie la realización del peritaje o, en su caso, se practique de manera conjunta
con el perito de la fiscalía.
Dada la importancia de todas estas actividades descritas, debería ser básico poder
demostrar de forma documentada la cadena de custodia de las muestras para que
pueda ser siquiera admisible cierto tipo de pruebas periciales.70 A final de cuentas,
la cadena de custodia supone un registro y sin dicho registro será muchas veces im-
posible demostrar el trabajo de protección que se exige.
68Cfr. Merkel, 2022: 71 ss. En el ámbito español puede verse Richard, 2013.
69La mayoría de los países se han preocupado únicamente por la conservación hasta el análisis del
experto o la terminación del proceso judicial y mucho menos por la conservación post-análisis en
función del tipo de muestra y del análisis concreto realizado. No obstante, dicha conservación se ha
mostrado fundamental en los Innocence Project: porque se conservaron adecuadamente las muestras es
que se pudieron revisar los casos muchos años después. Y esto es especialmente interesante en el ámbito
de la prueba pericial dado que los avances que pudiera tener un área de conocimiento podrían permitir
“nuevas pruebas” sobre un caso. Tal como sucedió con los desarrollos de la genética forense.
70Una cuestión distinta es qué efectos probatorios tendría alguna irregularidad en la cadena de custodia.
Al respecto, por ejemplo, el TS se ha pronunciado diciendo que “no se pueden confundir los dos planos:
irregularidad en los protocolos establecidos como garantía para la cadena de custodia no equivale a
nulidad. Habrá que valorar si esa irregularidad (no mención de alguno de los datos que es obligado
consignar; ausencia de documentación exacta de alguno de los pasos...) es idónea para despertar
dudas sobre la autenticidad o indemnidad de la fuente de prueba. No es una cuestión de nulidad o
inutilizabilidad, sino de fiabilidad”. Cfr. STS 5087/2015.
Los acuerdos entre grupos de expertos o, incluso, solo entre expertos, desde luego,
podrían delimitar el análisis que sobre el caso hace el experto. Por ejemplo, en materia
genética, cuando se lleva a cabo la comparación o confronta de los perfiles genéticos
obtenidos y los perfiles de referencia, la cantidad de marcadores empleada puede vari-
ar. Las recomendaciones internacionales señalan entre los 13 y los 20 marcadores para
hacer una identificación; no obstante, esos números pueden variar en función de la
política del propio laboratorio. Este tipo de decisiones previas, se deben especificar en
el informe para saber cuán detallado ha sido el análisis.
Por otra parte, la Guidance for Experts on Disclosure, Unused Material and Case
Management (que se encuentra dentro del Code for Crown Prosecutors del Reino
Unido) particularmente el art. 4.9.3, al regular lo que el experto debe registrar y que
luego se ha de descubrir a las partes, sirve de ejemplo claro sobre el tipo de información
adicional que debería adjuntarse:
71Un ejemplo en esta línea puede ser el famoso caso Asunta, la niña de 12 años por cuyo asesinato han
condenado a sus padres. En la camiseta de Asunta se encontró el semen de un hombre que estaba siendo
investigado en un delito de violación y, según el juez de instrucción, esto se debió a una contaminación
en el laboratorio: “el semen se había transferido a la tela de algodón por medio de unas tijeras que
se habían empleado para recortar ambas pruebas en días diferentes”. Se descartó, por ejemplo, que la
contaminación hubiese tenido lugar en la cámara frigorífica, puesto que “las pruebas relacionadas con
cada una de las investigaciones se conservaron ‘separadas por una distancia de tres metros en horizontal’,
por lo que desecha la opción de que el condón ‘gotease’ sobre la ropa”. No obstante, los guardias civiles
que trabajan en el laboratorio de biología de Criminalística afirmaron durante el juicio oral que “a la
hora de manipular los objetos aplicaron con rigor el exhaustivo protocolo de desinfección al que están
obligados”. Cfr. https://elpais.com/politica/2015/10/16/actualidad/1444999967_591791.html
Nuevamente toda la información antes detallada servirá para conocer qué exacta-
mente ha hecho un perito en el análisis que se le ha solicitado y, por ello, no se trata
de información personal sin relevancia para el proceso judicial. Por el contrario, las
notas de los peritos y toda la información que, girando en torno al caso, ha tenido
algún efecto en su razonamiento pueden ser relevantes para demostrar la calidad de
las inferencias periciales.
Pero más que el tiempo, influyen las condiciones ambientales a las que
ha estado sometida a una muestra biológica. Como norma general,
una muestra líquida se conserva peor que una muestra en forma de
mancha. Las muestras líquidas conservadas en congelación pueden
perdurar mucho tiempo, pero también las manchas conservadas a
temperatura ambiente pueden durar años y el ambiente seco y oscuro.
El tipo de material biológico también influye en la conservación; así,
el material óseo o dental, o las uñas, pero duran mucho más tiempo
que, por ejemplo, órganos como el bazo o el hígado. Pero en general, es
posible obtener perfiles genéticos de cualquier tejido o fluido biológico
si está bien conservado.
Si dejamos de lado las muestras y nos vamos al tipo de pruebas que conllevan al
menos en parte el uso de preguntas, cuestionarios o entrevistas, es importante señalar
que, como regla general, deberán anexarse completas, a efectos de que se puedan
identificar interpretaciones incorrectas por el uso descontextualizado de respuestas a
una pregunta que incluso se desconoce. Una situación así puede resultar claramente
en un mero sesgo de confirmación por parte del experto cuando, por ejemplo, copia
y pega solo parte de una respuesta que es compatible con el argumento que quiere
desarrollar. Desde luego, sería imposible identificar este sesgo si no se tiene acceso a
toda la información relevante.
En todo caso, como señalan Echeburúa et al. (2011: 142), hay que tener en cuenta cier-
tas dificultades específicas que se pueden encontrar los expertos, en el ámbito jurídico
procesal, cuando usan entrevistas o cuestionarios, y es que:
Así pues, sería muy adecuado que los expertos informarán cuál fue la actitud de los
sujetos ante la prueba (predisposición, resistencia, desconfianza) y las circunstancias
en la aplicación de los cuestionarios. En el ámbito psicológico o psiquiátrico, además,
podría ser relevante que se registrara si la exploración se llevó a cabo en una fecha
cercana a la comisión de los hechos o no pues el estado mental de una persona puede
variar considerablemente en el iter temporal que va de los hechos a la exploración.
Cuando se trate, en cambio, del uso de antecedentes clínicos o médicos, hay que
plantearse la relevancia de su incorporación como anexo de un peritaje, si es que no
son ya parte del expediente judicial. Su relevancia será clara cuando solo a partir de
ellos se puedan controlar las inferencias que un perito ha realizado. Por ejemplo, en
el caso de una prueba pericial psicológica que tenga que analizar si una persona al
cometer un delito sufría de algún trastorno mental, en donde parece imprescindible
conocer el contexto previo: antecedentes toxicológicos, recetas médicas, antecedentes
psicopatológicos previos, otros informes médico-forenses anteriores, etc.73.
74No puede dejar de mencionarse que el acceso a antecedentes clínicos conlleva el peligro de sufrir
sesgos contextuales o confirmatorios y, por lo tanto, habría que buscar mecanismos para protegerse.
Sobre tales mecanismos, puede verse Vázquez (2022a: 83).
75Para un análisis más detallado sobre estos casos, véase Vázquez (2022a).
El problema radica, a veces, en que no se tienen esas bases para realizar compara-
ciones representativas77 o, incluso, que no se han realizado estudios para establecer
la unicidad, o la rareza o habitualidad de la frecuencia relativa de las marcas o car-
acterísticas particulares examinadas (como lo denuncia el PCAST para algunas
ciencias forenses).
Una vez analizados algunos ejemplos de los datos que debe contener un informe peri-
cial sobre la premisa menor del razonamiento efectuado el perito, vale la pena traer
nuevamente a colación un par de preguntas que nos plantea Marina Gascón (2022:
75) sobre la validez en la aplicación de la técnica: “¿Son suficientes, en cantidad y cal-
idad, los datos, materiales, muestras, etc., sobre los que se ha realizado el análisis?” y
“¿Han sido tomados en consideración todos los datos relevantes para realizar el análi-
sis y llegar a los resultados?” Aunque ella lo plantea dentro de su “Esbozo de un Test
General de Fiabilidad” a efectos de la valoración judicial, cobra aquí importancia para
76Un ejemplo del uso de bases poco confiables se produjo recientemente en Perú, donde para identificar
si unas semillas analizadas eran de amapola, el perito comparó sus características con aquellas señaladas
en Wikipedia. Véase Casación 1636-2019, Ica.
77No es lo mismo llegar a una conclusión sobre si una huella corresponde a una persona comparando
solo dos muestras, que comparándola con millones. Esto último es lo que hacen, por ejemplo, el AFIS
(Automated Fingerprint Identification System) o el SAIS (Sistema Automático de Identificación Dactilar),
que son sistemas que permiten almacenar y comparar los parámetros de las impresiones digitales a través
de datos alfanuméricos que los clasifican en función de crestas, surcos y puntos característicos. En USA,
que se utiliza el AFIS, una vez que se envía una solicitud electrónica de huellas, la respuesta se recibe en
dos horas para asuntos penales, o en 24 horas en asuntos civiles, pues además de recogerse las huellas de
sospechosos y condenados, también se ocupa de una base de datos de huellas a efectos civiles. La base
de datos penal contiene la información de más de 55 millones de sujetos y se nutre de huellas e historial
relacionado enviados voluntariamente por los estados y las fuerzas de seguridad locales y federales. Cfr.
Soleto (2009).
En la exigencia de todos estos datos sobre el análisis de un caso concreto, hay que
tener presente que podría haber cierto nivel de subjetividad en su interpretación y, por
ello, quizá la única forma de controlar estas cuestiones es conociéndolos a detalle. Se
trata, en definitiva, de información que tanto las partes como las personas juzgadoras
deben poder controlar sobre la actividad pericial en un caso concreto.
La conclusión pericial en todos los casos solo podrá ofrecer probabilidades, quizá
altas o altísimas, pero jamás certezas racionales. Esto supone que siempre habrá
algún espacio para el error, debido a la falibilidad del conocimiento experto y de
los juicios humanos implicados. Por ello, sería aconsejable que los peritos hicieran
mención sobre posibles debilidades o fortalezas de sus conclusiones, por ejemplo:
Y hay que cerrar diciendo que la regla de oro de todo buen informe pericial es su
contrastabilidad, es decir, que a partir de la información en él contenida, cualquier
otro experto del área relevante pueda reproducir el razonamiento aun cuando
llegue a conclusiones distintas. Esa contrastabilidad del informe pericial es lo que
permitirá debatir adecuadamente el informe pericial en su conjunto y, desde luego,
en los diferentes elementos que lo conforman.
78Por ejemplo, según nos informa el PCAST (2016: 397), en la identificación de huellas dactilares la tasa
de falsos positivos pudiera llegar a ser tan alta como de 1 error cada 306 casos, de acuerdo con el estudio
del FBI, y de 1 error cada 18 casos, según un estudio realizado por otro laboratorio de criminalística.
79En este punto siempre juega “lo que no sabemos que no sabemos”. Como el ahora famoso caso de la
australiana Kathleen Folbigg, acusada de matar en distintos momentos a sus cuatro hijos y en prisión
desde hace 19 años. Pues bien, ahora, después de experimentación, se sabe que una mutación genética
en una proteína explicaría la muerte súbita de al menos dos de sus hijos, teniendo entonces información
exculpatoria.
No hay que obviar una de las afirmaciones del pediatra británico Roy Meadow en este caso australiano:
“Una muerte súbita es una tragedia; dos resulta sospechoso, y tres es asesinato”. Claramente, esa
afirmación no es conocimiento que forme parte de la expertise de Meadow, tampoco se trata de
conocimiento experto at all, se trata solo de una suerte de suposición hecha por un experto en medicina.
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