Parcial 1 - Pgía Comunitaria

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Año: 3°

Comisión: “A”

Profesoras:

De Fino, Rosa
Ana.

Picardi, Alba.

Integrantes:
PSICOLOGIA Biondo,
Carolina.

COMUNITARIA Ibarra, Lisana.

Jacob, Carlos.

Oteiza, Mayra.

Perez,
Guillermo.

Rodriguez,
Tiago.
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Primer Parcial

Consigna: En Argentina mueren 109 personas por día por consumo de tabaco, de
las cuales 16 no son fumadoras. El proyecto debe dirigirse a la prevención del
tabaquismo en adolescentes dentro de una escuela secundaria.

Introducción:

A pesar de que se conocen las consecuencias negativas del tabaquismo sobre la


salud, millones de personas continúan fumando. En efecto, el tabaquismo y la
exposición al humo del tabaco, como fumador pasivo, constituyen una de las
mayores causas prevenibles de morbimortalidad. Según diversos trabajos de
investigación la experimentación con el tabaco se inicia durante los primeros años
de la adolescencia, por tal motivo creemos necesaria la implementación de un
proyecto dirigido, desde los niveles de prevención primaria, encaminado a producir
un impacto en el número de casos de tabaquismo, que disminuya los riesgos en la
población adolescente, teniendo en cuenta los avatares a los que se enfrentan en
este período tan particular de la vida.

Tabaquismo:

Según la OMS el tabaquismo es una enfermedad adictiva, crónica que evoluciona


con recaídas. La nicotina es la sustancia responsable de la adicción, actuado a nivel
del sistema nervioso central. Es una de las drogas más adictivas aún más que la
cocaína y la heroína.
Según un informe epidemiológico sobre el consumo de tabaco en Argentina,
desarrollado por la secretaría de programación para la prevención de la
drogadicción y la lucha contra el narcotráfico, el tabaco es una de las principales
causas de cáncer, enfermedades respiratorias, cardiovasculares, diabetes,
enfermedades crónicas respiratorias y lesiones. Se estima que el consumo de

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tabaco y la exposición al humo causan cada año la muerte de 6 millones de


personas en el mundo.
En relación a la adolescencia se pueden agregar cinco complicaciones en la salud
por el hábito de fumar:
 Obstrucción de las vías respiratorias, que empeora la función de los
pulmones.
 Accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas.
 Trastornos del sueño.
 Empeoran los hábitos alimenticios y la dieta se ve alterada en la mayoría de
los casos.
 Por último, aumenta la frecuencia cardíaca por lo que disminuye la capacidad
física.
Cabe aclarar que los trabajos de investigación referentes al fumar en la
adolescencia destacan la frecuencia con que el cigarrillo se transforma en una
puerta de entrada a otras drogas más peligrosas.
En cuanto al estudio sobre los grupos de edad se observa que la intensidad de
consumo reportada aumenta con la edad, ya sea el promedio de cigarrillos fumados
por mes o por día. Estos resultados podrían estar sugiriendo el carácter adictivo que
produce el consumo de nicotina, ya que la exposición continua genera tolerancia,
disminuyendo el efecto después del uso prolongado o lo que es lo mismo, se
necesitan mayores dosis para obtener el mismo efecto.
El ministerio de salud de la provincia de Buenos Aires explica en un informe qué es
el tabaquismo pasivo, entendiendo al mismo como la exposición de los no
fumadores al humo ambiental de tabaco (HAT) emanado por los fumadores. Los
efectos inmediatos de la exposición al humo ambiental del tabaco incluyen irritación
de los ojos, la nariz, la garganta y los pulmones. Las personas expuestas pueden
presentar náuseas, vómitos y mareos.
A largo plazo la exposición al HAT se asocia con complicaciones respiratorias;
distintos tipos de cáncer, principalmente de pulmón y enfermedad cardiovascular.
También es causa de ciertas complicaciones en los niños expuestos, ya que éstos
respiran más rápido que los adultos y aspiran más productos químicos nocivos por
kilogramo de peso.

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Bahía Blanca:

En la ciudad de Bahía Blanca se sancionó la ordenanza 14.254, Ambientes libres de


Humo de Tabaco, surgida del trabajo conjunto de las comisiones de Salud y de
Control y Preservación del Medio Ambiente más organizaciones que aportaron
trabajos relacionados con esta temática. Fue votada el 15 de marzo del 2007 por
unanimidad.

Niveles de prevención:

Tal como lo plantea Gerald Caplan (1996) existen tres niveles de prevención en el
ámbito de la salud:

La prevención primaria: es un concepto comunitario que implica la disminución de


la proporción de casos nuevos de trastornos mentales en una población durante
cierto período, contrarrestando las circunstancias perniciosas antes de que tengan
ocasiones de producir enfermedad. No trata de evitar que se enferme un individuo
en especial, sino de reducir el riesgo de toda una población, de manera que, aunque
algunos puedan enfermarse, su número sea reducido.

La prevención debe atender los tres componentes del problema: el agente (tabaco),
el huésped (consumidor) y el entorno. Hay varios tipos de estrategias que pueden
realizarse: unas actúan sobre la protección de la salud, se aplican en el medio
ambiente (disminuir la oferta y la disponibilidad para el consumo) y son
responsabilidad de los gobiernos; se llevan a cabo mediante la adopción de
medidas legislativas que limiten la accesibilidad económica (precio, impuestos) y la
física (prohibición de la venta a menores, consumo en lugares públicos, control de
las normativas vigentes, etc.). Otras estrategias consisten en la disminución de la
demanda de tabaco, están orientadas a la promoción de la salud y la prevención de
la enfermedad, y se llevan a cabo sobre las propias personas mediante la
información general de la sustancia consumida; ambas se hacen efectivas mediante
la "educación sanitaria o la educación para la salud". En este sentido, los agentes

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de educación sanitaria son todas las personas de la comunidad que contribuyen a


que los individuos y los grupos adopten conductas positivas de salud. Dentro de
ellos, hay que destacar los profesionales de la salud, de la enseñanza y de los
medios de comunicación. El "hogar" y la "escuela" son los espacios ideales para
detectar posibles factores de riesgo, y los "padres" y el "profesorado", los agentes
preventivos indispensables; por tanto, se deben incorporar los programas antitabaco
a los contenidos educativos, al diseño curricular de una forma transversal y
estructurada. Numerosos estudios demuestran que la rentabilidad de este tipo de
intervenciones es incluso superior a la obtenida en los programas dirigidos a
adultos, y la clave de este éxito se halla en la implicación de padres, profesores y
alumnos; por lo que es muy importante la adaptación a las necesidades y
características de cada población, prolongarla a lo largo de todo el proceso
educativo, y centrarse más en habilidades para resistir la presión a la que se ven
sometidos los jóvenes (publicidad, presión del grupo de iguales, etc.) que en la
posible afección que puede provocar el tabaquismo a largo plazo. Lantz (Investing in
youth tobacco control: a review of smoking prevention and control strategies. Tob
Contro, 9 (2000), pp. 47-63) afirma que las principales estrategias para prevenir el
consumo de tabaco en los jóvenes deben incluir la actuación tanto en la escuela
como en la comunidad donde está insertada, utilizar los medios de comunicación de
masas, eliminar la publicidad que incite o favorezca el consumo, restringir el acceso
de los menores al tabaco y aumentar su precio. Para impulsar, asesorar y conseguir
una mayor implantación de estos programas es preciso que los profesionales
sanitarios colaboren desde los consejos de salud y escolares, así como con el
contacto continuo con los profesores, educadores y monitores de tiempo libre.

Objetivo: disminuir la incorporación de nuevos fumadores y, por tanto, disminuir su


incidencia; los jóvenes y adolescentes son la población diana a la que van
destinadas estas medidas preventivas.

La prevención secundaria:

Es el nombre que se da a los programas tendientes a reducir la incapacidad debida


a un trastorno, disminuyendo el dominio del trastorno mismo. El “dominio” es la

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proporción de casos probados del trastorno entre la población en riesgo, en cierto


momento o período de tiempo. Son “casos poblados” tanto los nuevos como los ya
existentes. La “población en riesgo” incluye a todos los miembros de la comunidad
que podrían sufrir el trastorno.
La reducción del dominio puede tener lugar de dos maneras: 1) haciendo descender
la proporción de casos nuevos mediante la modificación de los factores que llevan al
trastorno, y 2) haciendo descender la proporción de los casos declarados al acortar
su duración mediante el diagnóstico precoz y el tratamiento efectivo.

La prevención secundaria pretende establecer el diagnóstico temprano y la


inmediata interrupción de la progresión y/o su cese temprano; está destinada a las
personas que están en contacto con el tabaco, los fumadores experimentadores o
los activos diarios, pero que todavía no han desarrollado una enfermedad asociada.
Este tipo de prevención se lleva a cabo mediante los llamados "filtrados"
(screenings), y dentro de éstos con la búsqueda activa de casos en la población con
mayor número de factores de riesgo, realizados durante cualquier actividad sanitaria
mediante la realización de prescripción facultativa o consejo médico, en un intento
de modificar el patrón de consumo. Este consejo debe ser personalizado e incluir, al
menos, información, asesoramiento, oferta de ayuda y seguimiento. Cualquier
personal sanitario de las consultas a demanda de atención primaria (incluidas las de
pediatría ambulatoria, odontología y pruebas complementarias), los servicios de
medicina laboral o prevención de riesgos laborales, e incluso los servicios de
farmacia y los farmacéuticos son el marco idóneo, pero no exclusivo para este tipo
de prevención, porque proporciona acceso directo a toda la población, permite la
integración de las actividades preventivas con las curativas y favorece el
seguimiento del problema hasta su completa solución. Además, la incorporación de
las actividades de prevención dentro de las tareas cotidianas en la consulta del
médico posibilita el conocimiento de los patrones de consumo, y con ello la
identificación de los fumadores de riesgo.

La prevención primaria reúne las condiciones idóneas --accesibilidad; continuidad


que favorece la receptividad y el tipo de relación entre el paciente y su médico--
para plantear acciones preventivas frente a las enfermedades evitables y las

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defunciones prematuras, como las causadas por el tabaquismo, y posibilita el


seguimiento en el tiempo.

Objetivos: evitar el inicio y la persistencia de la abstinencia; colaborar en el cese del


consumo una vez iniciado-experimentado; cambio de fase en el proceso de cese.
Con ello, se pretende disminuir la prevalencia de consumo de tabaco.
Lugar de aplicación: consultas de atención primaria a demanda, aunque, en general,
lo debería realizar cualquier profesional sanitario debidamente informado y formado.

La prevención terciaria:

Procura reducir en la comunidad la proporción de funcionamiento defectuoso debido


a diferentes trastornos. Incluye a los dos niveles anteriores de prevención. Este nivel
actúa mediante la rehabilitación en gran escala de los pacientes para devolverles su
máxima capacidad productiva tan pronto como sea posible.

La prevención terciaria, cuya misión es frenar la evolución natural del consumo de


tabaco, disminuye la morbimortalidad derivada de ésta, y es el objetivo de todo
fumador con una enfermedad relacionada con el tabaquismo. Consiste en el
tratamiento de la enfermedad, e incluye la desintoxicación y el abordaje de los
trastornos asociados con el tabaco (liberar al fumador de la dependencia física y
psicológica, informarle de la naturaleza de su proceso y motivarle para que inicie y
participe activamente en el tratamiento), la deshabituación de la dependencia
tabáquica (terapia psicológica intensiva y/o farmacológica) y la rehabilitación-
reinserción (cuya finalidad es el aprendizaje de las formas de convivencia social,
laboral y familiar normales, y la incorporación a su vida cotidiana, es decir, vivir sin
tabaco). La responsabilidad en este nivel preventivo, inicialmente, debe ser
compartida entre el primer nivel de atención sanitaria (atención primaria) y el
segundo nivel (especialista en el tema), para finalmente, si el caso lo precisa, ser
remitido a las unidades especializadas dirigidas por personal altamente cualificado.
Al igual que sucede con cualquier afección, la implicación del fumador en el
tratamiento de su propia enfermedad resulta de capital importancia para conseguir
un control óptimo de la misma.

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La aplicación de la deshabituación tabáquica en la prevención terciaria se puede


realizar en dos niveles: uno inicial, que a su vez se puede subdividir en las consultas
de atención primaria programadas-específicas o en las consultas de especialidad
monográficas, y otro llevado a cabo por las unidades especializadas en tabaquismo.

Niveles de atención:

La atención primaria de salud es la asistencia sanitaria esencial accesible a todos


los individuos y familias de la comunidad a través de medios aceptables para ellos,
con su plena participación y a un costo asequible para la comunidad y el país.
Es el núcleo del sistema de salud del país y forma parte integral del desarrollo
socioeconómico general de la comunidad.

Salud y enfermedad en la problemática del tabaquismo:

Como todo producto cultural, la salud y la enfermedad no son conceptos que se


mantengan idénticos a sí mismo a lo largo de la historia, tal es así que, en un
principio, una medicina denominada pre técnica/sacerdotal, caracterizada por su
carácter mágico y/o religioso, realizaba acciones que tenían como objetivo eliminar
la influencia de los factores sobrenaturales que generaban la enfermedad. Más
adelante en el tiempo podemos ubicar la medicina de la antigüedad clásica (siglo V
a.c), de la Edad Media (siglo IV), del Renacimiento (siglo XV), del siglo XIX, y
finalmente la medicina actual (post primera guerra mundial). Cada momento
histórico tomó una postura distinta sobre la salud y la enfermedad.
El concepto de salud no puede apartarse del de enfermedad y viceversa. Tampoco
es unívoco, sino que depende de la percepción que cada persona, cada grupo o
cada comunidad tiene en función de una determinada concepción o ideal de salud
La OMS en 1999, definió a la salud como “el completo estado de bienestar físico,
mental, social y espiritual y no solamente la ausencia de enfermedad o invalidez”.
Esta definición nos llevaría a pensar que un sujeto que fuma tabaco está afectando
a su bienestar físico, debido a que esto genera problemas cardiovasculares, cáncer,
problemas pulmonares, etc. La nicotina genera adicción, por ende, una dependencia

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acompañada de abstinencia, afectando de este modo la conducta de la persona, por


lo tanto, también afectaría el bienestar mental, y en cierto punto podría afectar a
todas las áreas, porque el organismo es un sistema donde un problema en una de
las áreas termina afectando a las demás.
Es importante aclarar, que la definición presentada apunta a un estado que podría
considerarse estático o utópico, por eso es importante tener en cuenta otras
definiciones que den cuenta que la salud o la enfermedad no son estados ni
permanentes ni inmodificables.
Ferrara, Acebal y Paganini en 1976, proponen una visión más dinámica de la salud
definiéndola como un “estado de óptima vitalidad física, mental, y social que surge
del accionar del hombre frente a los conflictos y a su solución.”. El dinamismo de
esta definición permite pensar al fumador como alguien que puede resolver el
conflicto (fumar) y así mejorar su salud. Se puede relacionar este concepto con los
niveles de prevención:
La prevención primaria sería útil para solucionar el/los conflicto/s que conllevan a
empezar a probar el cigarrillo. En la prevención secundaria nos encontramos con
personas que no han logrado solucionar el/los conflicto/s y comienza a fumar de
manera reiterada, generando una adicción, pero aún está a tiempo de poder
solucionarlos y mejorar su salud de forma considerable, que es a lo que se apuntará
como agentes de salud. Por último, en el nivel terciario, el fumador ya no podrá
darle una solución tan óptima al problema como quizá podría haber hecho con
anterioridad, debido al deterioro al que lo ha llevado el consumo de tabaco, pero sí
podrán buscarse opciones que apunten a mejorar lo máximo posible su salud, es
decir, intentar solucionar los problemas que devendrán a partir de ahora.
En las dos anteriores posturas sobre salud y enfermedad se tiene en cuenta sólo al
sujeto individual, Sin embargo, también se ha pensado el concepto de salud y
enfermedad como producto social, definiéndola de la siguiente manera: “La salud y
la enfermedad, individual y colectiva, es el resultado de la relación dinámica y de las
complejas interacciones entre los procesos biológicos, ecológicos, culturales y
económico-sociales que se dan en la sociedad como producto del accionar del
hombre frente a los conflictos que le genera su entorno natural y social.” Aquí ya se
comienza a ver de forma más integral la salud de la persona que en nuestro caso
sería el fumador, teniéndose en cuenta el medio que lo rodea, influenciando de
manera recíproca. Por lo tanto, se debe trabajar con la comunidad desde los 3 ejes

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de prevención, para lograr un cambio social que reduzca el número de fumadores y


la tasa de morbimortalidad debido a este fenómeno. Tomando esta postura, se debe
aceptar que cuando una problemática se expande en una población, las causas son
multifactoriales y no reducibles al accionar de la persona afectada y el sistema de
salud. Es por esto, que para generar un cambio y mejorar la salud del fumador,
también se necesita el compromiso social.

El rol de Psicólogo:

En cuanto al rol del psicólogo comunitario, en primer lugar, y siguiendo a la autora


Maritza Montero, podemos establecer que debe cumplir ciertas condiciones como
sensibilidad y sentido de justicia social, respeto por el otro, aceptación de su
diversidad, no ocultar ni omitir información que pueda ser de utilidad para las
personas y poner su conocimiento al servicio de las transformaciones necesitadas y
deseadas por las personas con las cuales se va a trabajar. En este sentido,
apuntando a la problemática específica del tabaquismo en adolescencia podemos
decir que el rol del psicólogo comunitario debería apuntar a realizar un examen
preliminar de la comunidad a la cual va a asistir, y como se despliega la
problemática en dicha comunidad. En segundo lugar, realizar un diagnóstico
comunitario que permita estudiar la distribución del trastorno y las condiciones en
que se desarrolla, así como también un plan de acciones o programa que permita
lograr un máximo de impacto con un mínimo de costo. A su vez el profesional podrá
destacarse en la implementación del programa, ubicando la estrategia más
apropiada para poner en práctica, procurando que la población a la que está dirigida
sea receptiva y participe activamente. Por otro lado, el psicólogo comunitario debe
tener en cuenta los recursos con que cuenta, humanos y materiales, para llevar a
cabo su accionar. Ya que el proyecto estará enfocado en la prevención primaria del
tabaquismo en adolescentes dentro de una escuela secundaria no debe dejar de
mencionarse que el profesional apunta a la educación de dicha comunidad sobre
esta problemática, así como los métodos de prevención y de lucha
correspondientes. Los profesionales de la salud pueden entonces funcionar como
agentes de prevención, organizando espacios educativos y de contención donde se
utilicen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación trabajando de

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modo interdisciplinar (en este caso podrían convocarse también a médicos), en


busca de mejorar la calidad de vida y las opciones que diferentes organismos
ofrecen para abordarlos y prevenirlos. Participar junto con determinado sector de la
comunidad acerca de las posibles estrategias educativas y terapéuticas sobre temas
de promoción y prevención de la salud permite preparar a los individuos en el
incremento de su autonomía, su capacidad para cuestionarse y cuestionar la
realidad que los rodea.

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Bibliografía:

❏ Bertolote J.M. Planificación y administración de acciones en salud mental.

❏ Caplan, G. (1996) Principios de psiquiatría preventiva. Paidós Ibérica,


Barcelona.

❏ Ferrara, F. Acebal, E. Paganini, J. M. (1976) “Medicina de la comunidad”. El


Ateneo. Bs.As. Cap. Salud.

❏ Levav I. (1992) Temas de Salud Mental en la Comunidad. Serie Paltex para


ejecutores de Programas de Salud N°9 - O.P.S/O.M.S. Washington D.C. Cap
III.

❏ Montero M. (2004) Introducción a la Psicología Comunitaria. Editorial Paidos.


Buenos Aires. Cap I, II, VI.

❏ Pracilio, H. (2001). La salud como producto social. Modulo I, Tema I, Catedra


de Salud, Medicina y Sociedad. Facultad de Ciencias Médicas UNLP. Cap.
Evolucion de las ideas de salud y enfermedad.

❏ http://www.archbronconeumol.org/es-abordaje-prevencin-el-tratamiento-del-
articulo-13077842

❏ https://drive.google.com/file/d/
0B3i25qwvazKlMTJMX1V4Y0MwVlNuLW1LaVdGQzAzdHVmdk1N/view?us

❏ http://www.scielo.br/pdf/%0D/jped/v79n5/v79n5a15.pdf

❏ https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=s0718-
22362005000200002&script=sci_arttext

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