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Lectura N.° f El objeto de la Ciencia Politica Georges Burdeau EXPERIENCIA PROFANA Y CONOCIMIENTO CIENTIFICO Sia primera vista la posibilidad de una ciencia politica suscita algiin escepti- cismo, no es porque la materia parezca faltarle, sino mas bien porque es demasiado abundante. Que se discuta acerca de los métodos de Ia ciencia; que se interrogue con respecto a los medios de conocimiento que debe emplear, es comprensible. Pero si que resulta inesperado inquirir acerca de su objeto. ¢No aparece acaso en todas partes a nuestro derredor imponiéndo- se mediante manifestaciones cuya exuberancia llega hasta a incomodarnos? Desbordando los recintos que le estén oficialmente reservados, la politica estd en la calle, en los diarios, én las propagandas que nos obsesionan, en‘las decisiones de los.gobernantes. Exteriorizadas por hechos o encarnadas en doctrinas, las preocupaciones politicas se combinan con el ambiente de nues- tra propia vida, asf como penetran en nuestros pensamientos. Es justamente esta ubicuidad de la materia politica lo que hace tan dif cil la definicién del objeto de la ciencia politica. En efecto, la caracteristica esencial de un conocimiento cientifico consiste en introducir una unidad en los fenémenos estudiados; pero la abundancia de los que el lenguaje corrien- te considera como politicos torna muy dificultoso encontrar el principio de esta unidad. Por otra parte, toda ciencia tiende a descubrir relaciones, cons- tantes y, si es posible, leyes. Pero la experiencia profana s6lo observa situa- ciones, actitudes, hechos dispersos. No vacilarfamos un segundo en decir que un escrito, una agrupaci6n, una regla, son politicos, pero en cuanto a infor- mar sobre la naturaleza, el origen, el alcance, de este cardcter comin que les atribuimos esponténeamente, solicitariamos que se nos permita reflexionar para finalmente escribir un libro, con el que, por lo demas, nunca estarfamos seguros de haber colmado nuestro cometido. seaneats con Caeserfe los fendmenos a oe di te a aquell e antes de referirse directamen' titica, el conoci- Por eso es qu sna coloraci6n. pol los cuales la experiencia profana atribuye Ortaca de [a n0Ci6 ae miento cientifico debe ante todo determinar la cot “rulor delimitar el objeto de la lo politico. He aqui el propésito de este pte ne } ciencia politica en funcidn de la naturaleza de lo politico. INCERTIDUMBRES DOCTRINALES Una ciencia en busca de su objeto seenea incertidum- Nada hace resaltar mejor la debilidad de la ciencia politica que la incertidu: bre que reina en la doctrina en cuanto a su objeto. —— Evidentemente son muchas las causas que originan esta vacilacion. Ademés de la dificultad propia de una definicién, hay algunas que se refieren al temperamento y a la formacién intelectual de los investigadores, y otras, al medio nacional en que trabajan y hasta a la utilidad prdctica que asignan a sus estudios. Pero creemos que el motivo esencial de las controversias que versan sobre el objeto de la ciencia politica debe encontrarse en las condicio- nes historicas que han presidido su aparici6n. Como ciencia auténoma, la ciencia politica es muy reciente, y la delimi- tacién de su dominio traduce su esfuerzo para liberarse de disciplinas con las cuales se hallaba confundida anteriormente. No debe sorprender, por tanto, que aquéllas hayan dejado rastros en su objeto. Si se la sittia tanto en el dominio de la filosofia como en el de la historia, del derecho o de la socio- logia, es porque los problemas de que trata la ciencia politica pertenecieron antes a sus respectivas jurisdicciones, de suerte que para ella la definicién de su objeto se confunde con la conquista de su autonomia. Y Ia incertidumbre en cuanto a la consistencia del campo de investigacién propio de la ciencia politica subsiste en la medida en que esta autonomia se halla todavia mal asegurada.! Es en Estados Unidos, por cierto, pais en que més han avanzado hasta ahora las investigaciones de ciencia politica, donde se puede observar mejor la confusién de los political scientists ante los problemas planteados por el objeto de su’ciencia pero, asimismo, el ardor y la fe de los investigadores convencidos de que lograran superar esas dificultades. Recientemente se ha 1 Vu: J. M. Driscoll y Ch. Hyneman, “Methodology for political scientist", en American Political ‘Science Review (marzo de 1955), p. 192 y ss.; Encyclopedia of Social Sciences, entrada “Poli- tical science”. scaneats con Carseathecho un balance de |: estadounidense, con s tendencias de la ciencia poltt ef patrocinio de la UNESCO, A él referimos al lector. VARIEDAD DI LOS OBJETOS ASIGNADOS A LA CIENCIA POLITICA Las perspectivas de conextén E's realmente imposible distinguir las diversas con pecto al objeto de la \cia politica mediante una simple comparaci6n de las mnaterias a que se refieren. Es verdad que algunas de ellas se centran en tal o cual categoria de problemas (forma. de las instituciones, mecénica politica, comportamientos, doctrinas, ete.); pero, en general, se producen interferen- cias que tornarian arbitraria una descripcién exclusivamente material de los dominios explorados. Mas fecundo es el método que consiste en distinguir las diferentes s de concebir el objeto de las ciencias politicas en funcién de una orientacién general del espiritu. Al respecto se pueden identificar varias pers- pectivas en que se centran las investigaciones: las perspectivas filoséficas, histéricas, juridicas, socioldgicas. Aceptiindolas ms 0 menos conscientemen- te, los éspecialistas en temas politicos acatan una sujeci6n tradicional. Pero también se advierte un esfuerzo por emanciparse de los cuadros antiguos y constituir una ciencia auténoma en torno de un objeto que Je per- tenezca exclusivamente. Con todo, aun alli se esbozan dos orientaciones dis- tintas; una que conduce a una ciencia politica descriptiva; otra cuyo objetivo emitica. epciones reinantes con res- serfa una clencia politica sis Sujecién a lo filosifico Es la que traduce més claramente la influencia de las concepciones traclicio- nales, La ciencia politica: fue durante mucho tiempo un anexo de Ia filosofia, y como tal, estuvo impregnada de las preocupaciones dle los filésofos. Segtin ella, se trata de definir el bien del grupo politicamente organizado y enunciar las condiciones que permiten alcanzarlo. Esta concepcién, que puede invocar un padrinazgo ilustre, puesto que fue la de Aristételes, de Plat6n, de los teéricos politicos de la Edad Media, de Hobbes y de Rousseau, est un tanto desacreditada en la actualidad debido precisamente a la confusi6n que origina entre los problemas de la ética y los de una ciencia que debe ser, segtin se cree, resueltamente positiva. A decir 2D, Waldo, Political sclence in the U.S.A. (UNESCO, 1956), seaneats con Camscaner1s ee jn no es muy CO! de los hechos y #2 util mpre que ambos planoss it bra cientifica- we Een ia perspectiva de que se los political scientists rechacen la tenta- dos Unidos, sobre todo, es posible discriminar jon de criterios valora- para- nvincente, pues zac verdad, esta observaci nos se mantengan se| entre la observacion. objetiva tivos de cardcter normativo. Sie! dos, nada impide al filésofo pol Como quiera que sea, basta en pueda tener por fil6sofos para que los erén de dedicarse al estudio de los valores. Es en Estac0® so donde prevalece este prejuicio con respecto 2 la filosofia.? Pero So comprobar que al mismo tiempo que se inhiben de especular sobre la ética politica, un importante nuicleo de autores estadounidenses no vacila GA dar como fin de sus investigacionés los medios de reducir las tensiones socia les para que la vida colectiva pueda ordenarse conforme a una democracia concebida segiin los cénones del American way of life. Probablemente Se8 asi porque su excelencia se considera “objetiva”. Pero no se puede dejar de pen- sar que si consiente en silenciar su nombre, el ambito de la ciencia politica todavia puede deparar hermosos dias a la filosofia. En Francia, la orientacién racionalista del pensamiento politico le ha hecho seguir las huellas de los moralistas, que son la gloria de nuestra litera- tura, Desde La Boétie hasta Alain, pasando por De Retz, Vauban, Montes- guieu (en nuestra opinién, mucho mas moralista que soci6logo), © Tocquevi- parar la observaci6n de la lle, hay toda una tradicién que consiste en no se| vida politica de una reflexién sobre las aspiraciones y los trabajos del espfritu ctualidad la obra de B. De Jouvenel* da fe de la persistencia 5 humano. En la a de esta corriente. Sujecién a lo hist6rico Otra de las tendencias que otorga cierta unidad al objeto de la ciencia politica es la que consiste en-centrar la investigaciOn sobre situaciones hist6ricas que se someten a un anilisis profundo. Esta concepcién se impuso como conse- cuencia del esfuerzo de los filésofos alemanes por dar una interpretacién del ntido de la historia. Con Hegel y K. Marx, los fenémenos movimiento y del set bicados en el de la vida politica carecen de, toda significacin si no son reul proceso histérico del cual no son ms que un momento. En consecuencia, la a Vz D. Lemer y H. D. Lasswell, The policy, sciences: recent developments in sci method (Stanford University Press, 1951), p. 12 y ss. De la souveraineté; a la recherche du bien politique (1955). ’", en American Political Science jence and 4 Especialmente 5 VJ. R Pennock, “Political sclence and political philosophy’ Review (diciembre de 1951), p. 1081. Escaneats con Camscanerciencia politica no tendria ninguna posibilidad de llegar a un conocimiento total de su objeto, a menos que lo estudiara a la luz de la evoluci6n hist6rica La renovaci6n experimentada por los estudios hist6ricos, que sustituyen Ia historia de los hechos sociales a la historia-batalla, ha aportado la garantia de la ciencia positiva a lo que de otra forma no habria sido mas que una afir- maci6n de visionario. Desde luego, esta manera de comprender la ciencia politica no conduce a limitar su objeto al pasado; utilizando la historia tiende simplemente a inter- pretar los fenémenos actuales como el producto de una rivalidad o de una convergencia de factores permanentes. Las instituciones, la cultura, las jerar- quias sociales, la estructura de la relacién politica, podrian encontrar asi, en la perspectiva histérica, el esclarecimiento capaz de explicar sus correlaciones en la mecnica politica. En Estados Unidos, los trabajos de C.H. Beard® son los que han inaugu- rado este tipo de anilisis de los fenémenos politicos. Su influencia sigue sien- do muy importante en los estudios comparativos de las instituciones, pues ya no podria intentérselos sin una confrontaci6n preliminar de los factores hist6- ricos que motivan sus diferencias. En Francia, la sujeci6n hist6rica se advierte facilmente en los trabajos de la seccién VI de la Ecole des Hautes Etudes, La influencia de historiadores como M. Bloch, L. Fébvre o F. Braudel, se ha hecho notar fuertemente en las investigaciones de ciencia politica que alli se realizan. A titulo de ejemplo podemos citar La France bourgeoise (1946) de Ch. Morazé. Lo que se pide a la historia no son ciertamente lecciones sino antece- dentes: los que han’ creado [as situaciones que han dado origen a las mentali- dades. Asi, la conexién hist6rica no hace de ninguna forma de la ciencia poli- tica una ciencia de erudici6n, sino una clave del conocimiento del hombre. Esto explica que la orientaci6n hist6rica se presente en realidad como un rejuvenecimiento de la tradici6n filoséfica. Los grandes nombres que la ilus- tran lo testimonian: gquién podria demostrar que Spengler, Toynbee o M. Weber son més historiadores que filésofos 0, con respecto a este tiltimo, que socidlogo? Lo cierto es que para ellos el conocimiento politico se alza al nivel, de las civilizaciones y en este plano s6lo una filosofia puede dar cuenta de la variedad de los temas de evoluci6n.” 6 Aneconomic interpretation of the Constitution of the United States (1903); The economic ofi- _gin of Jeffersonian democracy (1915). 7 VR Aron, Introduction é la philosophie de histoire (1948); H. Marrou, De Ja connaissance historique (1955). seaneats con Carseat 1920 ee ee Importancia de la historia de las ideas politicas Los especialistas en temas politicos que estudian las ideas poli jane pueden ser ubicados en el ambito de la historia. Antes la di a : 0 ie entre la ciencia politica y el conocimiento de las doctrinas de las i a oe Hi cas no se percibia claramente. Asi, la obra clasica de P. Janet, Histoire de la science politique (1872), es en realidad una exposicién cronolégica de las grandes doctrinas politicas. En la actualidad, la historia de las ideas politicas constituye un dominio de investigacién completamente distinto desde el Punto de vista teérico. En la practica, sin embargo, la linea de demarcaci6n no es tan clara, debido al gran influjo que todavia siguen ejerciendo las doc- trinas o sistemas intelectuales. Son numerosos los autores que estudian los hechos politicos en funcién de las teorias que exponen o critican. Ia interpretacién de los dos puntos de vista se explica facilmente, por lo dems, pues en el ambito Politico las doctrinas son hechos: tienen la obj tividad que caracteriza a éstos, y sin cuestionar su valor intrinseco es admisi- ble concebir la vida politica como una realizacién de su f6rmula. Por cierto que este método también hace que el especialista en temas politicos se aven- ture en la senda de la historia. En Francia, el profesor J.J. Chevallier? es el Tepresentante mas notable de esta tendencia. Si bien Ia historia de las ideas politicas no se confunde con la ciencia politica, no hay duda de que constituye una de sus bases mas s6lidas. No se puede, en efecto, comprender los fenémenos politicos sin saber lo que los hombres piensan o han pensado a su respecto, En ciencia politica las ideas sobre los hechos son més importantes que los hechos mismos. Las ideas de Montesquieu sobre la separacién de los Poderes han gravitado muchisimo mas en la evolucién politica que el régimen inglés que trataba de exponer. @Seria necesario recordar que de la misma forma un hecho cuya realidad es por lo menos hipotética, el contrato social, no debe su interés mas que a las reflexiones de Locke o de Rousseau? Para el conocimiento de las ideas conta- mos en Francia con obras notables, pero limitadas a un pensador o un perio- do. Es lamentable que no dispongamos de un equivalente de esos instru- mentos de trabajo que son, en la bibliograffa anglosajona, Por ejemplo, la History of mediaeval political theory in the west de R.W. Carlyle (continuaci6én 8 Les grandes oeuvres politiques de Machlavel a nos jours (1949); Histoire des institutions poll- tiques de la France de 1789 a nos jours (1952). 9 V. por ejemplo la importante obra de P. Mesnard, Lessor de la philosophie politique au XVle sicle (1954), 2.* ed. seaneate con Carseatde la obra de AJ. Carlyle, en 6 volimenes. Nueva York, 1953) 0 la History of political theory de G.HI. Sabine (1937), . Sujecion a lo juridico Es bastante equivoca, y, Por cierto, las personas que tendriamos que incluir en ella no aceptarian es a tutela de buen grado. De hecho, si aqui conviene evocar la influencia del derecho, no es en cuanto supone el espiritu juridico, sino en la medida en que se ocupa de las m: de su estudio. En otros términos: hay una concepcién de la ciencia politica que la instala en el mismo ambito del derecho, especialmente del derecho constitucional, pero introduciendo en él curiosidad y técnicas de investiga- cin diferentes. 1 ejercicio del aterias propias Sin duda, por el hecho mismo de que esas preocupaciones exceden a la del jurista, la ciencia politica asi comprendida amplia el campo de las investi- gaciones de éste. Pero por vastas que sean permanecen siempre centradas en las instituciones. Como nos parece que las relaciones entre derecho y ciencia politica son, en efecto, particularmente estrechas y que su andlisis preciso puede ser muy provechoso para el método de esta ultima, volveremos mas adelante sobre esta cuestién. Puesto que aqui nos limitamos a considerar en general diversas formas de delimitar el objeto de la ciencia politica, nos contentare- mos con indicar que la referida concepcién esta muy difundida. Ora se limita a identificar pura y simplemente la ciencia politica con la ciencia del Estado;1° ora, sin argumentar tedricamente en favor o en contra de la originalidad de la ciencia politica, se excede el punto de vista estricta- mente juridico y formal en el estudio de las instituciones constitucionales, Para tener en cuenta el juego de las fuerzas oficiosas que las animan. Este método, cuyas primeras aplicaciones en Estados Unidos se remontan hasta los libros de W. Willoughby"! y W. Wilson, ? ha sido seguido en la actuali- dad por la mayor parte de los constitucionalistas estadounidenses, que siguiendo el ejemplo de uno de sus principales expositores,!3 prolongan el 10 V.:]. Dabin, “Sur la science politique”, en Revue di Droit Public (1954), p. 26; M. Prélot, Cours de doctorat (Paris, 1956-1957); S. Rondek y G. Huzar, Introduction to political science (Nueva York, 1950); R. H. Soltan, An introduction to politics (Londres, 1951). : 11. The nature of the State (1896). 12. The State (1889); Political science and comparative constitutional law (1896). 13 V.:R Melver, Modern state (1946), 4." ed.; Web of government (1947), seaneats con Camscaneruna investigaci6n sociolégica. Partiendo asimis- ho constitucional, pero estu- ‘0 de la oportunidad y de la de su justificaci6n con refe- aniilisis juridico por medio de mo de los problemas planteados por el derech diindolos tanto desde el punto de vista practic eficacia de las soluciones cuanto desde cl tedrico rencia a un cierto ideal democritico, HJ. Laski concibié las obras que han tenido tanta repercusién en Inglaterra.!4 En Europa, el contingente mas numeroso de especialist: ol ticos proviene a la ciencia politica de los constitucionalistas. Es la orientaci6n que prevalece en Alemania, donde la doctrina se libera mas bien lentamente de los cuadros trazados por esos grandes tedricos del derecho constitucional que fueron P. Laband y G. Jellinek. No hay duda de que después de la expe- riencia de Weimar y més tarde de la hitlerista, los espiritus se vieron precisa- dos a abocarse a un andlisis mas pragmitico de las instituciones. Pero son siempre los problemas planteados por los juristas los que siguen ocupando el centro de las preocupaciones.!5 Sucede lo mismo en Suiza, en donde los tra- tados fundamentales, si bien no dejan de lado Ia realidad de las instituciones, siguen siendo obras de derecho constitucional.16 Una idéntica observaci6n es valedera para Italia, en donde, a pesar de la acogida dispensada a las ciencias sociales,17 la mayor parte de las obras que se ocupan de cuestiones politicas emanan de autores que “provienen” del derecho constitucional. Hay otras que son producto de historiadores o filésofos, pero de ninguna manera resul- ta facil discernir la autonomfa de una ciencia politica especifica. En Francia, la carencia hasta 1954 de una ensefianza oficial de la ciencia politica tuvo por efecto que las investigaciones de ciencia politica se desarro- llaran al: abrigo de las ensefianzas juridicas, de las que era, por decirlo asi, una prolongacién. Sin duda el aporte de la Ecole des Sciences Politiques (que después de Ia liberacién se trasformé en Institut d’Etudes Politiques) no es as en temas poli- 14 V.: The grammar of polltical (1925; trad. francesa, 1929); Authority in the modem State (1927). Pero en otras obras aparece como historiador, por ejemplo, en The rise of European liberalism (1937; trad. francesa, 1950) 0 como filésofo: The State in theory and practice (1936). . 15 V.: los autores citados por'L. Adamovitch en La science politique contemporaine (1950), p. 29yss.:y en Th. Maunz, Deutsches Staatsrecht (1952), 2.* ed.; W. Eckard, Allgemeine Staats- lehret (1951); H. von Mangoldt, Das Bonner Grundgesetz (1953); y en cuanto a la orientacién general de las Investigaciones, v. Archiv fir offentliches Recht, Schriften des Instituts fir Poli- tische Wissenschalt, Archiv flr Rechts und Sozialphilosophie. . Fleiner, Schweitz Bundestaatsrecht (1923), revisado por L. Glacometti. Especialmente en los trabajos de V. Pareto, Sociologia generale (1923), 2* ed.; G. Mosca, Ele- menti di scienza politica (1923), 2' ed., y B. Croce, Elementi di politica (1925); Filosofia della pratica (1923), 3.2 ed.; Etica e politica (1931). 17 scaneats con Carseat7 despreciable, pero el caracter voluntariamente pragmiatico de su ensefianza y la diversidad de formacién intelectual cle sus profesores, que también ha sido deliberada, no es lo més indicado para dat a este aporte la naturaleza sis- tematica, que es inseparable de una ciencia politica. El espiritu de sistema ~y ante todo su legitimidad- deberia provenir de las facultades de derecho, las que naturalmente no dejarian de influenciarlo.!8 La vinculacién de la ciencia politica con el 4mbito que tradicionalmente perteneci6 al derecho constitucional no impide, segtin los autores, que con- duzca a investigaciones de lo ms variadas. Hay quienes se ocupan del fun- cionamiento concreto de las instituciones; quienes se elevan hasta una refle- xion sobre la naturaleza de los regimenes politicos encarada en funcién de los postulados fundamentales dela democracia contempordnea: sentido de la libertad, derechos individuales, fundamento de la autoridad, fuentes de inspi- raciOn legislativa, etc. Resulta asi una abundante bibliograffa en la que las consideraciones de filosofia politica se codean con las observaciones técni- cas. Va del ensayo meritorio al panfleto de circunstancias. Sin embargo, las diferencias en la calidad de las obras no impide advertir su parentesco, que consiste en que todas ellas se refieren a las instituciones. En la coleccién de articulos publicada en 1950 por la UNESCO bajo el titulo de La science politique contemporaine podra encontrarse una mencién de las obras mas importantes. Recomendamos muy especialmente las contri- buciones de W.A. Robson con respecto a Inglaterra, y las de T.I. Cook, B. E. Lippincolt y Ch. Merriam, para Estados Unidos. Sujecién alo sociolégico Es la que congrega a la gran mayoria de los political scientists estadouniden- ses. Reconociendo que los fenémenos politicos son hechos sociales, los auto- res los examinan en sus manifestaciones concretas y tratan sobre todo de definir los factores que los condicionan. De esta forma, no tratan de estudiar tanto el hecho politico en sf mismo cuanto el medio que lo produce. Su aten- ci6n se concentra sobre todo en los comportamientos. Y como los comporta- mientos estén condicionados por los datos de la estructura social, ésta’llega a convertirse integralmente en objeto de la investigacién. Asi, la ciencia politica, a la zaga de la sociologia, se ve compelida a seguir a ésta en las miltiples direcciones que imprime a sus investigaciones: — 18 Mencionaremos a titulo de ejemplo nuestro Traité de science politique (1949-1957), cuyos ccrticos han hecho notar en él, y con razén, un progresivo alejamiento de la perspectiva juridi- ca. Pero en los comienzos, la sujecién al derecho constitucional fue decisiva. seaneats con Carseat 23. ; fa, etc. Esta orientaci6n se ve psicologia colectiva, morfologia social, aan a ensefianza en Estados favorecida, por otra parte, por la organizacion: ; lerech Unis, porque en los programas de estudio de las facutades de eeresho de ese pais no figuran las ciencias politicas. Constituyen mas dio de las clen- mento de los institutos o establecimientos consagrados al estudio cias sociales. . = Resulta imposible establecer una lista, siquiera sucinta, de los autores que siguen esta orientacién. Habria que citar varios millares, y la misma mag- nitud de esta cifra pone de manifiesto una dispersion de las investigaciones. En realidad, éste es un resultado directo de la influencia sociolégica. Como la sociologia no ha llegado atin a delimhitar su objeto, no debe sorprender que la ciencia politica, al ligar su suerte, a la de aquélla, se vea obligada a explorar igualmente un dominio sin frontera. Sin embargo, a pesar de esta grave insuficiencia, la ciencia politica de inspiracién sociolégica ha logrado numerosos adeptos en Europa —debido al gran prestigio de que gozan las técnicas estadounidenses-. Su influencia es sensible en la Fondation Nationale des Sciences Politiques creada en Francia Por un decreto del 9 de octubre de 1945 con el objeto de favorecer el progre- so y la difusi6n de las ciencias politicas, econémicas y sociales. Sujecion a lo tecnocrdtico Sin rechazar el aporte de la filosofia, de la historia, del derecho o de la socio- logfa, pero liberandose de su tutela, todavia existe otra concepcién de la ciencia politica que tiende a reconocerle un dominio material delimitado. Es la que la concibe como la ciencia de los supuestos de la actividad politica y, de manera més precisa, de la decisién politica. Aunque en la practica no siempre se respeta la distinci6n, esta concep- ci6n, comprende en realidad dos tipos de conocimientos: el conocimiento de los resortes de la accién politica y el conocimiento necesario para la accién politica. Ambos se caracterizan, sin embargo, por el prurito de realismo que los anima: *' Hacer de la ciencia politica una técnica de explicacién de los mecanis- mos de la vida politica es ciertamente un laudable propésito. Sélo que cuando se trata de pasar a la aplicaci6n, la complejidad de los hechos de la actividad politica obliga a una racionalizacién del conocimiento que lo aleja inevitablemente de la preocupacién por el realismo que lo estimulaba en un comienzo. Entonces, una de dos: o bien la inves- tigacién se encamina hacia la ciencia politica sistematica de la cual hablaremos enseguida, o bien, si no se admiten las abstracciones que seaneats con Camscanneree tones de los hombres de gobiemo con los partidos, el peso de la Covuntura internacional o de la situacién econémica sobre la sustan. cia de las decisiones politicas, etc., pero no seri posible establecer Batre est08 sectores del conocimiento una vista de conjunto que ase- Bie su Correlacién. En suma, desde esta perspectiva, la ciencia polit NO sera més que un titulo genérico para designar la yuxtaposicién de las ciencias politicas. Como suma de los conocimientos necesarios para la accién politica, la ciencia politica retoma cierta especificidad. Los estadounidenses Confirman esta especificidad mediante la terminologta: agrupan, asi, bajo el nombre de policy sciences los conocimientos relativos a la decision politica, mientras confieren al término political sciences Ia acepci6n tradicional que engloba todo lo que mediata o inmediata- mente concierne al gobierno de las sociedades. El objeto de esta ciencia politica, en su sentido mis estricto, es reunir todos aquellos elementos de informacién que en una situa. cin y un momento dados permitan, adoptar la mejor decisiGn, $i el erudito no indica por sf mismo Ia decisién, al menos retine los ante- cedentes, de tal manera que la autoridad politica tomara sus respon- sabilidades con conocimiento de causa. Segiin el punto de vista estadounidense, esta concepcién conduce a hacer de la ciencia poli- tica una técnica de las selecciones politicas, y de gran a ella verdaderos expertos.19 quienes se consa- Caracteres ¢ insuficiencias de esta concepcién Concebida como ciencia de la politica, la ciencia Politica se caracteriza por tres rasgos principales: es analitica, Pragmatica y se halla en estrecha depen- dencia de la actualidad. ee 19 Sobre las policy sciences, ver la recopilacién de estudios Les sciences de fa politique aux £Etats-Linis, publicado por la Fondation Nationale des Sciences Politiques bajo la direccién de Hi D. Lasswell y D, Lemer (1951); T. S. Harding, “The place of science in democratic govem- ment » en American Sociological Review (diciembre de 1947), p. 621 y ss: C. E. Merriam, New aspects of polls (1931), 2. ed.: Systematic polities (1948); Keaskemeti, “The ‘policy selences', aspiration and outlook", en World Politics (1952), p, 520, scaneats con Carseatau 0 su objeto consiste esencialmn: i R IH a) Es una ciencia analitica, por cuanl en aislar los elementos determi c sig, Sus métodos pueden, Por a compleja. Sus métodos P Se i eaten las disciplinas de las ciencias social ne bal dal esd cionen datos utilizables en la coyuatura que i i Para la ciencia de la politica, las otras ciencias sociales constiuuyen un fichero de referencia. Es el sistema S.V.P. llevado al rango de dis ciplina cientifica. El espiritu de sintesis estA ausente. b) Y de ello surge también, en efecto, el carfcter prag ciencia de la politica. Ciertamente, no esta vedado a una Siencla que sirva para algo, pefo en nuestra opiniéa es un mal comienzo que disponga sus métodos en funcién de una utilizacién inmedia- ta. El pragmatismo impide el retroceso indispensable para la refle- xién y acentiia de esta forma la separacién de los dominios del matico de la conocimiento. ©) Concebida en fin como conjunto de los conocimientos requeridos por la accién, la ciencia politica se halla dependiendo estrechamente de la actualidad. En sus extremos, llega a confinar con el periodis- mo; penetra en lo que se ha dado en llamar “los entretelones de la politica’, aun cuando no esti del todo claro que en eso consista su papel principal.”° Por otra parte, es inevitable la tendencia que con- duce al experto a querer dirigir. El caso de los hermanos Alsop o de W. Lippmann en Estados Unidos es muy significativo. Se es political scientist para afirmar la propia autoridad, y periodista, para conducir a la opinién. Si se equiparan todas las circunstancias, seria facil encontrar en Francia situaciones igualmente equivocas. d) Entiéndase bien que no pretendemos discutir la legitimidad de la actividad periodistica para el especialista de ciencia politica. La prensa necesita colaboradores competentes, pues s6lo mediante ellos puede cumplir Ia funciéa que le compete. Lo que es mas inad- misible es la confusién de géneros. Una cosa es hacer referencia en un articulo a los resultados de una ciencia adquirida, y otra bien dis- tinta asignar por finalidad a Ia ciencia lo que es objeto del periodis- mo. En esta confusién corre el riesgo de caer la ciencia de la politi- ca y de perder su cardacter cientifico. “No hay ciencia de las cosas que pasan”, decia Aristételes. —__———_——_ 20 Cf. L. Bodin y J. Touchard. Revue Frangaise de Science Politique (1957), N- 2, p. 275. “Liélection partielie de la 1ére. Circonscription de la Seine”, en scaneats con CarseatQue por otra parte un cierto . Para quienes pretenden dir; Pero, como lo hace fijar el contenido de nicin de lo politico. se la encontrara. El ex; situacién contingente vicisitudes de | conocimiento sea imprescindlible igit la cosa publica es incontestable: notar B. De Jouvenel,?! la primera cuestién es ese saber indispensable. Esto supone una defi- ¥ no es precisamente en la actualidad donde Perto que se limita a analizar los datos de una y efimera encadena la ciencia politica a las fa politica menuda. La rebaja al rango de una recopila- Gin de recetas. La inquietante cocina que a veces llega a inspirar Conduce a pensar que aun sobre el plano realista en que querria mantenerse, la ciencia politica no ha colmado las esperanzas que se habfan puesto en ella, En definitiva, el reproche esencial que puede hacerse a esta Concepcién es que asigna a la ciencia politica un contenido mévil; de fronteras equivocas y que oscila entre teorfas sistematicas, pero limitadas en cuanto a su objeto y preocupaciones de utilidad pricti- a. Lo politico no se aborda mas que en sus encarnaciones tempora- | Jes, nunca en su esencia. Es el accidente lo que lo define. A titulo de ejemplo se puede citar la forma en que los political scientists han abordado los problemas que plantea la energia atémica.22 EL DOBLE OBJETO DE LA CIENCIA POLITICA Se deduce de estas observaciones que el objeto de la ciencia politica resulta ser, a la vez, conocer los fenémenos politicos y comprender las relaciones que existen entre ellos, y que a-pesar de su aparente heterogeneidad los inte- gran en un universo tinico. Conocer y comprender no son pretensiones que puedan conferir a la ciencia politica una cierta originalidad. Constituye el objeto de toda ciencia, Sin embargo, este objeto presenta para nosotros una dificultad peculiar, debi- do a que lo que trata de conocer no es un dato evidente por si mismo. No siempre es posible identificar el fenémeno politico de primera intencién. 21 “Qu'est-ce que la science politique?”, en Fédération (junioe 1951), p. 248. 22 E. Merriam, “Physics and politics", en The American Political Science Review (1946), p. 445 y ss.; F. L. Schuman et al., The politic of atomic energy, publicado por la Fundacion W. Wilson (1946); H: D. Lasswell, “The political science of science”, en The American Political Science Review (1956), p. 961 y ss. Eseaneats con Carseat ty NIiento ¥ comprensi6n no se escalonan en oN factible un proceso intelectual la compilacién de los hechos, luego su is cién a teorfa sistematica. No hay interpretacién y finalmente su integraci6n en oe peter aa lugar para una distincién entre el trabajo de gabinete ¥ -aci conceptual-, Lo cierto es que la comprensién —la estructuraci6n del ee " i a a su vez, provoca la revision de las teorias conocil De aqui se sigue que i .s sucesivas. No es dos planos de investigacione: que permita situar cronolégicamente orienta el conocimiento y éste, lizadas como hipdtesis de investigacién. ; Entre la observacién empirica que desemboca en respuestas sin pregun- tas y Ia teoria filoséfica que acumula las preguntas sin respuestas, la ciencia istemética escoge una tercera actitud sin renunciar a relacionar las respuestas con preguntas, conserva a las preguntas una flexibilidad suficiente como para que su férmula pueda ser cambiada o renovada segiin el conteni- do de las respuestas. En vano, pues, intentarlamos enumerar las materias de la ciencia polfti- ca; lo que esti dividido en sectores es el conocimiento de los fenémenos. Pero, en cuanto a la comprensi6n, ésta los retine en un sistema conceptual unitario, Ciertamente, el sistema atin tiene vacios y algunas de sus partes son conjeturables. Pero su utilidad consiste precisamente en hacer resaltar esas deficiencias y hacer que el conocimiento las remedie reuniendo todos los supuestos a los que se aplica (0 se aplicar4 luego de un andlisis mas profun- do) el cardcter politico. El dominio de la ciencia politica, intelectualmente definido por la nocién de politica, se constituye concretamente en funcién del desarrollo de la ciencia-misma. Es preciso, pues, descartar la idea de una cierta competencia entre el anilisis descriptivo y la interpretacién racional.?3 Son dos vias de acceso paralelas y que deben seguirse simultineamente porque los resultados que ambas permiten obtener se aclaran en forma reciproca. politica si Ejemplo Por consiguiente, no se puede subordinar la construccién a que finalice la descripcién (admitiendo que en esta materia sea concebible poner término al anilisis), puesto que sin una hipétesis de construccién el observador no sabria lo que describe. 23 V.: A. Lelserson, “Problems of methodology in political research”, en Political Science Quar- terly (1953), p. 558 y ss. scaneats con Carseatee ee Asi, observamos y describimos ¢ de electores, la adhesién de los lectore: opiniones emitidas por diver: determinada. He aq | comportamiento de cierto niimero ‘sun diario, la concordancia de las ‘SS personas a propdsito de una cuestién . Julun conjunto de fenémenos que s6lo tendran sentido si los hacemos convergir hacia la nocién de Juerza politica, construida pre- cisamente para hacer inteligibles las correlaciones exis fenémenos dispersos, Partidos, pren elementos de un Conjunto de fuerzas que se estructuran en la dindmica Politica. Pero una vez desprendido el concepto de fuerza politica volvere- mos a la observacién para describir los comportamientos observados en funcién de la hip6tesis de que concurren a la constituci6n de una fuerza. Encarada desde este ngulo, la descripcién se tornara més fructuosa, pues contaremos con curiosidades mas precisas; buscaremos el origen de las energias desplegadas, intentaremos valorar su intensidad, su orientacién, etc. Pero al mismo tiempo, comprometida por los hechos, la descripcién nos obligar4 a ser prudentes en la'elaboracién del concepto de fuerza polt- tica: no podremos introducir en él mas que los elementos comprobados por la realidad. ¢Cémo habria podido verificarlos, si antes no hubiese emitido la hipétesis de que podfan encontrarse en ella? entes entre esos , opinién se nos aparecerin como 1A NOGION DE POLITICA Definicién El cardcter politico es inherente a todo acto, hecho o situacién que ponga de manifiesto la existencia, en un grupo humano, de relaciones de autoridad y de obediencia establecidas con el propésito de alcanzar un fin comtin. Esta definicién exige tres observaciones: 1) _ Las relaciones de autoridad sobre las cuales se funda pueden ser objeto de toda una serie de grados que se escalonan desde la coerci6n brutal hasta la adhesién libremente consentida. En esta ultima hipétesis, la relacién de obediencia no desaparece; reviste solamente el cardcter de una coacci6n interior a la que el individuo se somete, no por el temor de una sancién, sino por el fin que permite alcanzar. Por consiguiente, aun en la democracia ideal, en que se llegara a una identificacién per- fecta de gobemados y gobernantes, no por eso dejaria de haber relacio- nes de autoridad. En lugar de exteriorizarse en la oposicién de dos categorfas de hombres: los que mandan’y los que obedecen, resultarfan de un desdoblamiento del individuo segtin que participe en el estableci- miento de la regla o se someta a ella. seaneats con Camscanerable de una consideracion de finatidad, jas relaciones de autoridad y obedien. uando estén provistas de un fin min, pero de aqui no se 2) La nocién de politica es insepar Es preciso entender por esto que % cia no revisten caricter politico sino ¢ que las justifica, Se presume que este fin £5 <0 Oe aa ae sigue que la presuncién esté fundada objetivamente, p' nes lo establecen son los que ejercen autoridad. A su ice finali- dad la politica debe todas las implicaciones morales y sociales que a menudo llegan a alterar su especificidad. . 3) Finalmente, este aspecto de la existencia de relaciones de autoridad debe entenderse en su acepcién més amplia, que comprende tanto las relaciones ya inscritas en la estructura del grupo, como aquellas que se trata de imponer 0 modificar. Lo politico y la politica Utilizado como masculino,4 el término politico lleva impreso algo de solem- ne. Trae a la memoria las glosas escolésticas. En femenino, se envilece hasta revestir en los ofdos de algunos cierto caracter netamente peyorativo. Estas intuiciones, por exactas que sean, corresponden a diferencias que no es facil expresar de manera clara. Entre lo politico y /a politica no existe, en efecto, oposicién concreta. La eleccién del género depende de la forma en que se considera el mismo conjunto de fenémenos. 1 Por lo politico se entiende la estructura que las relaciones de autoridad confieren a la sociedad, y como siempre es necesario una estructura semejante en las colectividades humanas, cualquiera sea su estilo, lo Politico deberd asociarse a la idea de un imperativo trascendente, a la idea de un orden indispensable y, por esto mismo, impuesto a las voluntades humanas. En esta perspectiva, lo politico se desprende del mundo de los fenémenos hasta llegar a integrar, en el universo metafisi- co, la familia de las esencias. Esta manera de entender /o politico, aun- que personalmente nos parece justificada, nos obligaria a realizar un andlisis demasiado largo para este lugar. Por eso, sin abordar esas altas especulaciones, nos proponemos' emplear el término politico -en mas- culino— cuando consideremos los fenédmenos politicos en su aspecto estatico. 24 La traduccién al castellano hace que en adelante se use la categorizacion neutra, mas que la masculina. Pero se ha preferido mantener la traduccién literal en el texto para ast seguir mas fielmente al traducido. (N. del T.) seaneats con CamscannerNo esti ex
una ciencia poltti- ca, una sociologia de la politica, que pretenda hacerse pasar por sustitutivo de una disciplina juridica, como si el Derecho no existiera © fuera un simple epifenémeno 0 reflejo de otros factores, ellos si reales. No puede olvidarse que, en tltimo término, la organizacién de la comunidad es la funci6n del Derecho. Bien est4 que existan otras ramas del saber (ciencia de la politica, sociologia de la politica, policy sciences, etc.), que colaboren a dar una visi6n concreta del fendmeno politico. Pero, nuevamente, con Gonzdlez Casanova, podemos afirmar que la dimensién juridica de la comunidad politica tiene su disciplina propia, que atiende a toda la realidad juridico- politica. 2. EL DERECHO CONSTITUCIONAL COMO DISCIPLINA AJENA A LA CIENCIA POLITICA En las antipodas de la postura anterior, nos encontramos con. aquella otra que entiende que el Derecho constitucional es ajeno por entero a la Ciencia politica. Como nos recordara Eisenmann?’ la contraposici6n antitética entre ciencia politica y derecho constitucional, configuraba a éste como “una scien- politica’, tras lo cual entenderd la “cultura politica” como una parte diferenciada de la cultura, pues se trata fundamentalmente de un conjunto de orientaciones explicitas 0 implicitas hacia la actividad politica. Cit. por Miguel Angel Asensio Soto: “Ciencia politica y cultura politica”, op. cit, p. 113. Anéloga sera la posici6n de Samuel H. Beer (en “The four variables of the political system”, en Samuel H. Beer y A. Ulam (eds.), Pattems of Govemments, Nueva York, 1958, p. 32 y'ss.), quien considera la “aultura politica” como una de las cuatro variables que condicionan la vida de todo sistema politico. 25 José Antonio Gonzélez Casanova: Comunicacién humana y comunidad politica. Una aproxi- macién al Derecho politico, p. 207. 26 Ibidem, p. 207. 27 Charles Eisenmann, “Droit constitutionnel et science politique”, en Revue intemationale d'His- toire politique et constitutionnelle, 1957, p. 72 y ss.; en concreto, p. 74. seaneats con Carseatce de normes, de régles, una science normative”, identificando a aquélla como “une science de faits, une science positive”. + Sin embargo, el propio Eisenmann, desmintiendo con ello en parte su ubicacién como el estudioso francés més fiel seguidor del pensamiento kelse- niano,”8 mostraba explicitamente sus dudas acerca de que la antitesis expues- ta se ajustara a la practica cotidiana de la labor investigadora, negando que el derecho constitucional pudiese definirse como una ciencia “de textes et de syllogismes, absolutement indifférente aux faits”.?? Seré en la dogmatica alemana donde encontraremos las més nitidas manifestaciones de la antitesis a que venimos refiriéndonos, que alcanza su culmen con la Escuela de Viena. Kelsen, “el jurista del siglo XX”, como le ha considerado uno de sus bié- grafos, Métail3° representa con fidelidad esta orientaci6n.31 Kelsen parte del dualismo entre el mundo del ser y el mundo del deber ‘ser. El uno comprende toda la esfera del ser real; incluye tanto los fenéme- nos fisicos como los sociales; se explica a través de dos categorias precisas: la causalidad y Ia finalidad. El otro comprende Ia esfera de lo normativo; su Ambito no es el de lo que sucede, sino el de lo que se debe hacer; su expli- cacién debe operarse y lograrse mediante un sistema l6gico propio.>* A este mundo de lo normativo pertenece el Derecho: el Derecho es un “sollen”; no es un “sein” 33 Todo ello implicaré que la ciencia juridica deba construirse como una disciplina aut6noma; deba apoyarse sobre esquemas puramente normativos; 28 M. Hauriou (en su Précis de Droit Constitutionnel, p. Xl) considera a Eisenmann discfpulo de Kelsen, lo que se revela de modo significativo en su obra La justice constitutionelle et la Haute-Cour d’Autriche. Esta obra, editada en 1928, ha sido reeditada por Economica y Pres- ses Universitaires d' Aix-Marseille (Paris-Aix-en-Provence) en 1986. 29 Charles Eisenmann, Droit..., op. cit., p. 76. 30 Rudolf Aladar Métal, Hans Kelsen. Vida y obra, México, 1976, p. V. 31. La influencia de Kelsen sobre nuestros constitucionalistas ha sido escasa, dira Legaz y Lacam- bra: aquéllos, en general, no han mostrado demasiada simpatia hacia la doctrina de Kelsen. ft. al efecto, Luis Legaz y Lacambra: “La influencia de la doctrina de Kelsen en la clencia jurt- dica espafiola’, en Revista de Estudios Pollticos, N.° 96, 1957, p. 29 y ss.; en concreto, p. 37. Asimismo, José Luis Cascajo: “Kelsen y la Constitucién Espafiola de 1931", en Revista de Estudios Politicos, N.° 1, (nueva €poca), 1978, p. 243 y ss. 32, Joaquin Tomas Villarroya, “La direcci6n dogmitica en el Derecho politico”, op. cit., pp. 74-75. 33. “La afirmacién de que un individuo ‘debe’ comportarse de cierta manera no implica ni que ‘otro ‘quiera’ o ‘mande’ tal cosa, ni que el que debe comportarse en cierta forma realmente lo haga. La norma —diré Kelsen— es la expresi6n de la idea de que algo debe ocurrir, especial- mente la de que un individuo debe conducirse de clerto modo”. seaneats con Camscanner56 deba mantenerse apartada de todos los objetos y explicaciones que pertenez: can al mundo del ser4 A esta ciencia le interesaran s6lo las normas en cuan- to tales; porque lo que el Derecho tiene de normativo no es su contenido, sino su forma normativa. De ahi, como subraya Tomds Villarroya,> que en la perspectiva kelse- niana, la tarea fundamental de la ciencia del Derecho deba ser la de depurar- se de todos los elementos heterogéneos; la de liberarse de todas las contami- naciones del mundo de lo real; la de desprenderse especialmente de toda adherencia ética y sociolégica.36 En la época de Weimar, periodo de fuerte dinamismo social y politico, se comprobé, como advierte Sontheimer,” que el positivismo apenas podia afirmarse en una atmésfera de inseguridad estatal e inestabilidad politico- social. En la medida en que permanecié fallido el reconocimiento general de la constitucién como marco natural para el orden politico, crecié esponténea- mente también la necesidad de satisfacer la realidad politica dominante mediante un modo de ver que trascendiera las normas positivas. Carl Schmitt y sus seguidores de la escuela antipositivista reemplaza- ron el positivismo juridico y el formalismo por un poder de relaciones poli- tico-sociales y un positivismo sociolégico determinado con sentido de futu- ro subyacente.38 Con la norma nada se dice acerca de la conducta real del destinatario. La afirmacién de que un Individuo ‘debe’ conducitse de clerta manera significa que este comportamiento esta pres- crito por una norma. Ya se trate de una norma moral, de una norma juridica o de cualquier otra, El ‘deber ser’ simplemente expresa el sentido especifico en el cual la conducta humana se encuentra determinada por una norma. Hans Kelsen, Teorfa general del Derecho y de! Estado, México, 1949, p. 37. 34 Quiz por esta misma pretensién de considerar sus objetivos como fenémenos o criaturas juridicas, eliminando cuanto, con las propensiones dicotémicas del positivismo, significara Préctica frente-a teoria, dinamica frente a estética, realidad frente a idea, organismo frente a funcién, la Clencla politica, como avanza Ollero, viniera a constituirse como ciencia del Estado ‘en su préctica, en su dindmica, en su realidad, en su efectivo funcionamiento. Carlos Ollero, “Ciencia politica y Sociologia”, en Revista de Estudios Politicos, N.° 77, 1954, p. 39 y ss.; en concreto, p. 43. 35 Tomés Villarroya, “La direcci6n dogmitica...”, op. cit., p: 75. 36 “El Derecho —afirmaré Kelsen— no constituye sino un medio especifico, un aparato coactivo que en si mismo considerado carece de todo valor ético y politico, porque su valor depende del fin trascendente al Derecho". Hans Kelsen, La teorfa pura del Derecho, Madrid, 1933, p. 28. 37 Kurt Sontheimer, Ciencia politica y teorfa jurfdica del Estado, Buenos Aires, 1971, pp. 27-28, 38 Konrad Hesse, Die normative Kraft der Verfassung, Tubingen, 1959, p. 7. seaneats con Camscanner
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