Trabajo Final Lit. Románica - Gabriela Agosta - 2022

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TRABAJO FINAL

LA FILOSOFÍA DE LA PASIÓN: EL LADO B DEL


AMOR

ALUMNA: GABRIELA AGOSTA

Centro de educación a distancia de Salta

LITERATURA ROMÁNICA
CURSO: 4° AÑO

Tutor: Pablo Cruz

2 de octubre de 2022

LA FILOSOFÍA DE LA PASIÓN: EL LADO B DEL AMOR


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“(…) Lo atroz de la pasión es cuando pasa


Cuando, al punto final de los finales
No le siguen dos puntos suspensivos (…)”

Joaquín Sabina

Por Gabriela Agosta

Resumen:
A lo largo de la historia de la humanidad, hombres y mujeres se han
preguntado por el amor, sus musas, sus significados, sus legitimaciones y su
particular forma de ser percibido y sentido por cada quién. En sentido filosófico,
siempre han circulado preguntas tales como ¿qué es el amor? ¿Cuándo es
amor? ¿Por qué daña el amor? ¿Pueden la pasión y el amor ir juntos a la par?
¿Existe el amor para toda la vida? ¿Puede, el hombre en su naturaleza,
guardar fidelidad en el amor?

Detrás de estas preguntas, la otra cara de la moneda: la pasión. Y detrás


de la pasión, la irracionalidad, y detrás de ella ¿un posible pasaje a la
inmoralidad y –ergo- el castigo divino? Entonces ¿es sinónimo de pecado la
pasión?

Como contrapartida conceptual en tanto dialéctica moral, psicológica y


religiosa, el presente trabajo intentará llevar a cabo un breve recorrido por el
mito que encierra el modus operandis del Don Juan de Molière, en el que quizá
las relaciones que puedan establecerse en torno a la pasión, no sean más que
aquellas que develen un modo de escapar al amor. Será acaso conveniente
apuntar a la antinomia en un intento por desidealizar los conceptos y observar
si no es por lo tanto, psicológicamente hablando, una lucha del propio ser por
alcanzar la plenitud y el sentido de su existencia. Quedará abierta la
oportunidad de seguir pensando en aquellos valores que se ponen en juego a
través de la sátira moralizante que nos legó este autor.

Palabras clave: amor, pasión, mito, rito, moral.


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Un Don Juan para todas las épocas


“Amar sin nadie, vaya cosa triste, sin nada que abrazar, ni Eva que nos
abrace. Amar con alguien, vaya, cosa buena”. Mario Benedetti para NTVG,
2006

Según un estudio de la Universidad Valladolid de España, Don Juan se ha


convertido en “una figura atemporal tratada en diferentes momentos de la
historia desde variadas y opuestas perspectivas” (Alvarez Ramos. Párr. 1)
Las preguntas anteriores, entre tantas otras que podríamos hacernos, nos
llevan inevitablemente a pensar en cómo han sido y son los vínculos amorosos
en las distintas épocas, sin evadir el hecho además, de que hombres y mujeres
parecen concebir de modo ciertamente diferente las ideas en torno a estos
temas. Surge quizá, una primera distinción entre el amor y la pasión que suele
confundirse muchas veces con el primer concepto, aunque haya quienes
afirmen que: o van de la mano en pos de la plenitud de una unión, o bien
pueden vivirse despojados uno del otro. Surgen nuevas preguntas: una vez
acabada la pasión (si acaba, y eso parece demostrar la historia) ¿persiste el
amor? La pasión ¿implica amor? ¿El amor se construye mientras que la pasión
simplemente sucede irrefrenablemente? ¿Influye la madurez a la hora de
identificar el verdadero amor? ¿Sería la pasión desmedida al fin de cuentas, un
gran problema para el amor? En este sentido, pareciera que vivir la pasión es
un signo de inmadurez y pecado en el caso de que no pueda confluir en el
amor. Algo de esto es lo que se desprende del devenir del protagonista de la
obra en cuestión.
Puede que no lleguemos a respuestas acabadas y que tal como afirma la
Filosofía, sea necesario seguir haciéndonos preguntas. O bien podríamos
dedicarnos a sentir y vivir deliberadamente al igual que Don Juan, el
protagonista de una obra barroca del siglo XVII, cuyo autor –Molière- puso
sobre el tapete la posibilidad de reconocer desde una innovadora comedia
ácida, los sentimientos humanos incluso los más viles y toda una lógica
antimoral por llamarlo así, que, de alguna manera, forma parte de la base
sistemática del machismo hasta nuestros días.
¿Cómo se resignifica en nuestros tiempos la conjunción o la separación del
amor y la pasión si todavía el Don Juan tiene toda una estructura que lo avala
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en su proceder? aunque, no puede dejar de afirmarse que del otro lado existe
una mujer que ya no lo mira por detrás o que, incluso, se haga eco de la lógica
donjuanina. La explicación a esto puede simplemente resumirse al mito que
repite su lógica, al menos instalada en nuestro imaginario y que habla de la
sacralización del amor y la amoralidad de la pasión desde el punto de vista
sexual.
Entonces, si el problema tomado de la obra Don Juan nos posibilita
trasladarnos a un presente en que cabe preguntarnos de qué manera vivimos
las relaciones, las aceptamos, legitimamos o padecemos, la pregunta por el
amor y/o la pasión se vuelve una pregunta por los acuerdos de una pareja (en
pretendida igualdad de condiciones) para vincularse, entonces: ¿es la pasión
un lado B y despiadado del amor? ¿Por qué tiene cabida aún hoy la lógica del
Don Juan? ¿Hay, definitivamente, cierto placer en la transgresión que parece
implicar la pasión? ¿Y después?
Esta mirada interpeladora a través del interrogante sobre qué rol jugamos
en las relaciones, cómo actuamos en ellas y qué cosas somos capaces de
hacer, tolerar, e, incluso de invisibilizar, es quizá el efecto buscado por Molière,
un innovador que logró por medio del género dramático, liberarse del
formalismo, del drama y de la tragedia para hablar de lo que sucedía en su
época, traspasando fronteras y trascendiendo interpretaciones de todo tipo.
A partir de las intenciones del autor, resulta pertinente pensar si existió en
él cierto sesgo feminista plasmado a lo largo de los cinco actos de su obra Don
Juan, estrenada el 15 de enero de 1665, en pleno período barroco
renacentista; o si simplemente buscaba entretener dirigiendo una crítica a los
faltos de moral en medio de la tradición cristiana. Existe un estudio al respecto,
publicado por el Departamento de Filosofía de la Universidad complutense de
Madrid, titulado El feminismo ambiguo de Molière, el cual nos invita a pensar
–en términos ideológicos- si la obra intenta colocar a la mujer engañada en la
categoría cómica de las ridículas o más bien todo lo contrario: una invitación a
despertar de la inocencia. Sea como fuere, ubicándonos en las condiciones
contextuales de producción, podríamos sostener la siguiente explicación
aportada por el artículo: “¿Cómo se sitúa Molière en este conflicto?
Evidentemente, del lado de lo que hemos llamado el espíritu burgués
naturalista; y de ahí viene la ambigüedad (cuando no la perversión) de su
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feminismo. En efecto, su concepción naturalista de la mujer lo llevará a


defender la realización natural de ésta, es decir, su acceso a través del instinto
(el amor no se aprende, el amor no se impone, el amor nace espontáneamente
— y todos los personajes femeninos privilegiados por Molière dan testimonio de
ello), al espacio del amor libremente elegido. A la defensa de este espacio la
llamo feminismo primario. Pero su condición de naturalista, anclado en el
sentido común de la burguesía del momento, lo llevará a adoptar una postura
totalmente antifeminista, si consideramos la realidad, el derecho que tiene la
mujer a su realización total, intelectual, estética e imaginaria. A esta negación
de un derecho que los más progresistas del siglo ya le conceden a la mujer, la
llamo antifemi-nismo en segundo grado” (Del Prado Biezma, 2007).

Existen numerosos trabajos literarios como el anterior que intentan


desandar el problema identificado en Don Juan, pero uno de los más
interesantes, publicado en el portal Dialnet, tiene que ver con el análisis del
mito y el rito que se ponen en tensión a partir de la obra; su autor, acerca una
explicación posible para entender el funcionamiento de ambos conceptos
dentro de los cuáles pareciera operar una lógica similar al embeleso, cual
hechizo de cierta procedencia mística:

“Un mito no es otra cosa que una serie de palabras asociadas al rito (Raglan,
1956: 126). Si la historia de don Juan es el mito, entonces el rito es el de la
fertilización divina por un dios disfrazado o, en cualquier caso, por un hombre
que representa al dios. La función habitual de un mito es la de santificar y
normalizar el ritual. La peculiaridad del mito de don Juan es que se le dio por
vez primera su forma moderna en un tiempo en el que el ritual al que se refería
estaba oficialmente condenado y sólo era observado en los ceremoniales
secretos del culto de las brujas o en la vida sexual clandestina de mujeres que
preferían los abrazos de don Juan a los de sus maridos. Las mujeres de don
Juan, escribe Pérez de Ayala, se enamoran de él «no lentamente como en un
proceso estendaliano de cristalización, sino por un coup de foudre, como si la
gracia hubiese descendido de golpe sobre ellas. Ésta, sin embargo, no es la
gracia del Espíritu Santo; es la gracia de Satán. Don Juan es un agente
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diabólico: así como el Diablo es el mayor seductor metafísico, don Juan es el


mayor seductor físico»” (Dallas, 2005)

Por otra parte ¿actúa Don Juan acaso para sobrevivir al amor? Visto así
hasta cabría pensar en la figura de un antihéroe que, en defensa de la vivencia
de las pasiones, se salvaría del sufrimiento que puede conllevar el amor. En
ese sentido, Alvarez Ramos se hace las siguientes preguntas disparadoras:

“¿Es realmente don Juan el mito del conquistador, o es él, el propio


conquistado? ¿Por qué el elemento religioso va íntimamente unido a la figura
de don Juan, con independencia del momento histórico en el que fue escrito?
¿Es don Juan un héroe o un antihéroe?, y ¿el castigo? ¿Por qué siempre
recibe un castigo? ¿Por qué siempre puede encontrar la salvación a través del
amor?”
A partir de los aportes teóricos podemos ya concluir en que lo que importa aquí
no es el fin sino los medios; “Don Juan es un conquistador incansable a quien
nada sacia ni detiene, ni siquiera una ley sagrada”. Es decir que lo que se pone
en tensión es la norma social, los límites entre el bien y el mal en detrimento de
otro ser, en este caso las mujeres. De allí, la idea del castigo divino que en este
caso terminaría recayendo en el sufrimiento por amor. Ya lo afirma una vieja
maldición de tradición gitana: “ojalá te enamores”.

Centrándonos en episodios de la obra, el fiel pero crítico criado de Don


Juan, Sganarelle, parece justificar a su amo y a la vez advertirlo en vistas de su
inmadurez e infidelidad a su esposa Elvira; leemos pasajes tales como “es
joven todavía y no tiene valor” o “hubiese hecho más por pasión” aceptando
con pena la personalidad de Don Juan, entendiendo desde su perspectiva
moral (imaginario social) que el libertinaje no conduce a buen puerto. Pero,
basados en lo ya desandado, la obra parece apuntar a cuestiones más íntimas,
incluso dando cuenta de una época de fractura teocentrista en la que el hombre
se reconoce protagonista de su devenir y, como la historia ha demostrado, su
ambición e intereses, suelen conducirlo a destinos poco felices.
Don Juan, en su camino de cacería y engaños de seductor, es inmoral,
burlón irrespetuoso, libertino y atrevido; no valora los sentimientos de su
esposa, de su padre ni de otras mujeres a quienes desea poseer tales como
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Carlota y Maturita a quienes promete matrimonio sólo para tener su atención;


hacia el final de la obra, el joven logra incluso seducir a una estatua que se
personifica, la cual, en los momentos culminantes, le extiende la mano,
provocándole así la muerte instantánea, interpretada como castigo divino por
todo el daño perpetrado.

Conclusiones
Luego de lo relacionado y analizado, podríamos pensar en primer lugar
que, tal como afirma Gabriel Rolón en su libro “Encuentros, el lado B del amor”
no es cierto que el amor y el deseo van de la mano. En segundo lugar, es
posible aventurar que Don Juan no tuvo la fortuna de conocer el amor,
entendido como un sentimiento noble al que toda persona podría aspirar,
dispuesta a ceñirse a las convenciones y acuerdos que ello pueda implicar.
Tercero, es posible asumir que existan personas que no deseen enamorarse
pero sí vivir los efectos de sentirse amadas tal como puede observarse en el
caso de nuestro protagonista. Cuarto, aún en nuestros tiempos, tiene mucho
peso la idea de que “el que mal anda, mal acaba”, lo cual puede hacernos
pensar en que no hay nada de malo en vivir la pasión despojada del amor o
con él, siempre y cuando el engaño y la maldad no sean los artificios. Quinto,
hay cierta perversión y narcisismo en la conquista del Don Juan, lo cual incluso
se extiende al género femenino; este aspecto del orden psicológico es uno de
los más inquietantes. Sexto, es posible dar rienda suelta a nuestras emociones
y pasiones desde el punto de vista de la libertad humana; sin embargo,
hombres y mujeres deberemos recordar un cliché: todos nuestros actos tienen
algún tipo de consecuencia. De esta manera en cierta forma el mito se
reestablece, quedando por lo demás, ver de qué manera transformar el rito, sin
“cacería”
En conclusión, si interpretamos que la pasión puede llegar a ser pasajera o
incluso parte de una etapa en la que el sujeto no logra ir más allá, restaría
pensar en cómo quedaríamos ubicados los hombres sin el amor y, en todo
caso, analizar por qué muchas veces éste no alcanza o no logra sostener la
pasión que le serviría de sostén en el tiempo. Preguntas que, como se dijo al
comienzo, invitan a seguir preguntándose. Preguntas que deberían
posicionarnos más en la otredad; preguntas qué no excluyan saber que, a
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pesar de las pasiones, como reafirma Rolón, el amor es el gran motor de


nuestra existencia.
Cabría, para finalizar, desacralizar los conceptos (en tanto el bien y el mal)
y lanzarse a la búsqueda de la plenitud de forma tal que, en lo posible,
podamos convertirnos en versiones que, sin más, no dañen a nadie.

Referencias
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 Dallas, P. (2005). El mito de Don Juan. Revista de estudios taurinos. N°


19. Dialnet. Recuperado de file:///C:/Users/usuario/Downloads/Dialnet-
ElMitoDeDonJuan-5130509.pdf
 Del Prado Biezma, J. (2007, 15 de febrero). El feminismo ambiguo de
Molière. Revista complutense de estudios franceses. Dialnet.
Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2738741
 Molière (2017). Don Juan. EPubLibre. Recuperado de
https://epublibre.xyz/ebook/40200/don-juan
 Ramos Alvarez, E. (2006). Hacia una nueva (re)visión del mito de Don
Juan: análisis y valoraciones. Congreso 125 años del nacimiento de
Picasso en Málaga. Universidad de Valladolid. Asociación Europea de
Profesores de Español (AEPE). España. Recuperado de
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_41
/congreso_41_34.pdf
 Rolón, G. (2012). Encuentros, el lado B del amor. Editorial Planeta.
Argentina

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