Lectura 5. Teología de La Secularización

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Licenciatura en Teología Módulo: Teologías contemporáneas

Teología de la secularización

Fuente: http://www.ntslibrary.com/PDF%20Books/TEOLOGIA%20CONTEMPORANEA.pdf

Una de las grandes tendencias intelectuales en el Occidente en el siglo XX es la


secularización de la sociedad. Sobre todo en los últimos diez años, esa tendencia
ha comenzado a influir abiertamente en la teología misma. Hasta hace poco, los
secularistas habían conservado alguna forma moderada de religión inofensiva.
Como lo ha expresado un evangélico: “han tenido miedo de oponerse al amor y
culto de Dios, aun cuando han estado convencidos de que la idea misma de Dios
es obsoleta”.

Sin embargo, incluso este espíritu de concesión está cambiando rápidamente.


Ante su más reciente posición radical, un comentarista ha predicho que “para
finales de siglo, los cristianos consagrados serán en el occidente una minoría
consciente, rodeados de un paganismo agresivo y arrogante, que es el desarrollo
lógico de nuestra tendencia secularista”.

Una de las manifestaciones nuevas más abiertas de ese “desertar secularista de


Dios” que caracteriza al apóstata se encuentra en lo que muchos han venido a
llamar “teología de la secularización”; siendo un movimiento con muchas
posiciones extremas, resiste toda definición, aunque exige atención. El bien
conocido “movimiento de la muerte de Dios” se puede decir que ha muerto como
moda teológica. Pero, como rama de la teología secularista, puede seguir
influyendo en la iglesia aparte de sus enseñanzas esotéricas. Otro defensor de
esta nueva dirección teológica es John Robinson, cuyo “best-seller” Honest to God
ayudó a revivir el nuevo radicalismo. La obra de Robinson comienza con el
convencimiento de que la idea de un Dios “allá arriba” (ya sea física, metafísica o
metafóricamente) es anticuada, sin sentido y errónea. La teología del siglo XX
debe tener una nueva “imagen de Dios” y una reinterpretación radical de la
doctrina cristiana. Dios, dice Robinson, es “el Fundamento de nuestro ser mismo”
y la iglesia de Dios nunca debió ser una organización para hombres religiosos. El
lema de los creyentes en el nuevo cristianismo debe ser: “Ama a Dios y haz lo que
quieras”. Debe suprimirse la división entre iglesia y mundo, dice. Se perciben
estas mismas exigencias de una teología secular en el libro de Harvey Cox, The
Secular City (1965, La ciudad secular). El libro de Cox trató de mostrar que la
secularización no era la enemiga del evangelio, sino el fruto del mismo. Por
secularización, Cox entiende el proceso histórico por el cual las sociedades se
liberan del control de la iglesia y de sistemas metafísicos cerrados. El centro de
interés en la secularización de Cox es el mundo, no la iglesia ni alguna esfera
sobrenatural. En la misma línea, Cox insiste en que debemos redefinir al Dios de
la Biblia como el Dios de este mundo, no un Dios en alguna esfera religiosa
aislada.

Estas exigencias de parte de hombres como Cox y Robinson ya no son


simplemente indicio trágico de la capitulación occidental ante un mundo secular.

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La capitulación es general, es parte verdadera de nuestra iglesia local-global. Así


por ejemplo, C. H. Hwang, director del Taiwan Theological College (presbiteriano)
en Taiwan, repudia las pautas educativas teológicas importadas por las misiones
como “orientadas hacia la iglesia” y dice que “debemos encontrar nuevas pautas
apropiadas y adecuadas para una comunidad misionera orientada hacia el
mundo”. El profesor Mesao Takenaka de la Universidad Doshisha, en las
conferencias John Mott ante la Conferencia Cristiana de Asia Oriental (Noviembre,
1961), puede hablar de “un nuevo estilo de vida cristiana en el Asia actual” en
función del nuevo hombre en Cristo “abierto a un compromiso secular”. El Dr.
Harold Hong, presidente del Seminario Teológico Metodista de Seúl, Corea, nos
puede decir que ya se ha superado el problema de hablar o no de “la
secularización del cristianismo”. “Ahora el único problema que subsiste es cómo
dar testimonio de Cristo en este secularismo. Para el cristiano de hoy, esta es una
tarea apremiante, inmediata y grave. Como en Corea hoy, el plan de acción de la
iglesia mundial ha dado prioridad básica a la teología de la secularización”.

Si bien reconocemos, pues, la profunda, desunión que se da dentro de este


espíritu general (¿lo podemos llamar movimiento?), con todo podemos reconocer
varios estribillos comunes en los que cantan esta música teológica “rock”.

1. Los teólogos seculares están de acuerdo en que los problemas de este mundo
deberían ser la preocupación primordial del cristiano. Deploran las muchas formas
en que la iglesia ha racionalizado sus fallas en no enfrentarse con los males
sociales y políticos. En relación con esto, la voz más elocuente en pro de esta
participación procede de Dietrich Bonhoeffer, el pastor alemán ejecutado por los
nazis durante la Segunda Guerra Mundial por participar en un complot contra la
vida de Hitler. El espíritu activista de Bonhoeffer es el espíritu de primera teología
secular. Quizá sea ésta una de las razones de por qué ha llegado casi a ser su
santo patrono. Muchas de las consignas del movimiento proceden del diario y
cartas de Bonhoeffer, escritas en la cárcel poco antes de ser ejecutado.

Bonhoeffer clamaba por un “cristianismo sin religión”, por una vida delante de Dios
como si Dios no existiera. Su afán no iba dirigido contra la oración o el culto o la
iglesia. Era básicamente un ataque contra la idea de que haya esferas en la vida
que no pertenezcan a Cristo. “No se puede encerrar a Cristo en la sociedad
sagrada de la Iglesia”.

2. Los teólogos seculares están generalmente de acuerdo en que incluso nuestra


teología debe expresar este espíritu de secularización. Harvey Cox dice que
debemos dejar de hablar de la anticuada ontología (ideas de esencia y sustancia)
para comenzar a hablar de funciones, de activismo dinámico. En palabras del
Obispo Robinson, la pregunta, “¿Cómo puedo encontrar a un Dios benigno?” debe
sustituirse por la pregunta, “¿Cómo puedo hallar a un prójimo benigno?”. Según el
más radical de los teólogos seculares, Paul Van Buren, hay que excluir a Dios

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mismo. El cristianismo, dice, ha de reconstruirse sin Dios. Jesús ha de presentarse


como el paradigma de la existencia humana.

3. Los teólogos seculares exigen que se supriman las distinciones entre la iglesia y
el mundo. De acuerdo con este espíritu, el tema de la Segunda Asamblea del
Consejo Mundial de Iglesias (1954) cambió de “Cristo la Esperanza de la Iglesia y
del Mundo”, a “Cristo la Esperanza del Mundo”. Por la misma razón, la Asamblea
de Nueva Delhi del C.M.I. (1961) suprimió la palabra “nuestro” de la frase, “nuestro
Señor Jesucristo” en la Base Constitucional, “Nuestro” puede parecer restrictivo,
que separa a la iglesia del mundo”. La iglesia debe participar en forma activa en
política, en la revolución. Porque se dice que ahí es donde está actuando Dios
hoy. Y, de acuerdo con este deseo, se le da un nuevo significado al evangelismo.
Ya no es invitar a los hombres a arrepentirse por sus pecados y a la fe en Cristo.
El nuevo evangelismo es actividad política, obra social entre los pobres”.

4. Existe en la teología secular un esfuerzo por minimizar el sobrenaturalismo. Ha


sido revivida la anticuada idea liberal de Jesús como el hombre perfecto que vivió
cerca de Dios. Robinson describe a Cristo como “ventana hacia Dios en acción”.
La expiación entonces se convierte simplemente en “la entrega completa de Jesús
a otros en amor”, en la cual “pone al descubierto y hace patente que el
Fundamento del ser del hombre es el Amor”. Así también, los teólogos seculares
rechazan todo reino sobrenatural que fuera a aparecer en la segunda venida de
Cristo. El único mundo que conoce es el mundo de aquí y ahora. La idea del cielo
es llamada por muchos “escotilla de escape”.

¿Cómo reacciona el calvinista ante las exigencias de la “secularización del


cristianismo?”. Ciertamente, reconocemos que estos hombres han captado el
espíritu de nuestro tiempo (también reconocemos que el espíritu de nuestro
tiempo se ha apoderado de ellos). Y, con humildad, debemos confesar que la
iglesia no siempre ha sido “la luz del mundo” y “la sal de la tierra” (Mt. 5:13-14).
Jesús exigió que nos preocupáramos por los males de nuestro mundo y
tratáramos de corregirlos (Mt. 25:31-46). Pero no sentimos que las respuestas de
la “teología secular” proporcionen “la forma bíblica” de ser “la sal de la tierra”.

1. Los teólogos seculares se niegan totalmente a examinar a fondo el testimonio


bíblico respecto a Dios, al mundo y al hombre. Las ideas de Robinson, por
ejemplo, son una caricatura de la doctrina bíblica de Dios. El libro de Cox, S The
Secular City, se dedica a ejercicios sumamente dudosos de exégesis bíblica.

2. Los teólogos seculares, en mayor o menor grado, tienen una admiración


incondicional por los logros de la tecnología moderna y por la mentalidad del
hombre secular. El retrato que dibujó Pablo del hombre secular en Romanos 1-3
no cabe en su análisis. La teología secular, en su negligencia por la realidad del
pecado en el mundo del hombre de hoy, neglige también el terrible retorcimiento
en este mundo que libera el poder del átomo para luego utilizar ese conocimiento
a fines de crear una bomba, que domina las técnicas de la comunicación masiva

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para luego utilizar esta habilidad para desarrollar formas eficaces de asesinar a
millones de judíos en las cámaras de gas nazis.

3. Los teólogos seculares, en su antagonismo post-kantiano contra la metafísica y


la ontología, suprimen las “señales” distintivas de la iglesia. La iglesia ya no es el
pueblo de Dios, elegido en Cristo, llamado a segregarse del mundo (II Co. 6:14-
18). Se redefine en términos barthianos como exclusivamente una función-servicio
en el mundo, servicio para el mundo. Prescinde del hecho de que Dios elige a su
pueblo a una posición tanto como a un ministerio, a un status tanto como a un
servicio (Ex. 15:13,16; Dt. 32:9). El amor de Dios elige a su hijo, no sólo a su
siervo.

4. Los teólogos seculares, en su reinterpretación del cristianismo, repudian


siempre cualquier idea de escatología bíblica basada en un reino venidero. El
único reino verdadero que reconocen es el que está presente ahora. Y, aunque los
calvinistas también creen que en Cristo el reino está presente ahora (Mt. 12:28;
Le. 17:21), “su significado final es futuro, y su centro es siempre Dios, no el
hombre”. El reino de los cielos venidero se realizará en forma perfecta hasta que
se dé la división entre el bien y el mal en la consumación de la era actual (Mat.
13:47-50).

5. Detrás de todos estos cambios y reinterpretaciones hay un enfoque del Nuevo


Testamento básicamente centrado en el hombre, fuertemente dependiente del
mismo esquema mental de la Ilustración que constituye el fundamento de la
estructura de hombres como Barth, Bultmann y Cullmann. Es un esquema mental
que, por su misma naturaleza, no puede, en consecuencia, hacer justicia un
énfasis teocéntrico y cristocéntrico de la Biblia. La teología secular habla de un
reino centrado en la obra y en el futuro de un hombre autónomo. El único reino
que la Biblia conoce está centrado en la persona y obra de Cristo, nunca en el
hombre (Mt. 11:11 ss.; 12:22 ss.). Así también, la única labor que se realiza en el
reino, según la Biblia, no la hace el hombre sino Dios (Me. 4:26-29).

La teología secular por lo menos indica lo que alguien ha llamado “hambre por una
reformulación del cristianismo en términos que sean aceptables al pensamiento
moderno y que puedan traducirse en términos que sean pertinentes para el siglo
veinte.” Sólo hay una respuesta para esta hambre-una nueva reformulación de las
doctrinas de la gracia soberana para un mundo que se ama a sí mismo.

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