Temor o Fe
Temor o Fe
Temor o Fe
¿Alguna vez has pensado cuál es la relación entre nuestra lucha con el temor y la fe?
Todas nosotras tenemos temores. Algunos grandes y otros enormes, pero hay
diferentes formas en las que podemos responder al temor. Puedes intentar tomar
control de la situación que te está provocando temor, o puedes paralizarte y no hacer
nada al respecto. Por otro lado, puedes ver esa situación como una oportunidad para
confiar en Dios, y darle a Él el control y verle obrar. El temor que sentimos puede
tornarse en fe.
Mateo 5 habla sobre no estar ansiosas…y dice que Dios viste a los lirios. Después
vemos en Proverbios, que habla sobre el temor del hombre. Así que yo sé que la
ansiedad y el temor pueden ir casi de la mano.
Si estás ansiosa por algo, probablemente estás temerosa sobre algo. Existe una raíz
para esa ansiedad. Y aun en nuestros temores, existe una raíz para ese temor. ¿En
qué está fundamentado? Creo que sobre lo que he escrito últimamente, es sobre la
incredulidad.
hay más de 300 versículos en la Escritura sobre el temor. Creo que la Escritura habla
mucho sobre el estado real del temor, la ansiedad y la preocupación. Sin embargo, no
sé de otros libros para mujeres sobre el temor. No es algo que escucho que se hable en
conferencias para mujeres ni en estudios de mujeres.
El temor es uno de esos pecados aceptables. ¿Alguna vez has escuchado de pecados
aceptables? Creo que podemos pensar, oh, estoy ansiosa, estoy preocupada. Pero lo
voy a superar. O, estoy un poco ansiosa, pero voy a estar bien.
Y pienso que en cierta manera puede ser un pecado aceptable porque así
buscamos no enfrentar la verdad de nuestros corazones. No queremos enfrentar el
hecho de que, si estamos ansiosas por el dinero, por ejemplo, ¿qué es lo que está
reinando? Nuestro orgullo que no quiere que reconozcamos que en realidad batallamos
con ese pecado.
Aunque Dios también dice que, «si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). Podemos
confesar, y recibir gracia y misericordia.
Así que, pienso que hay pocas razones por las cuales probablemente no se hable
mucho de esto. Sí, es aceptado y es difícil de enfrentar. Y como preguntaste hace un
momento, ¿qué es el temor exactamente? ¿Qué es la ansiedad? Llegar a la raíz puede
ser difícil si no estamos dispuestas a hacer el trabajo de podar; si no estamos
dispuestas realmente a buscar en nuestras biblias y en nuestro corazón, y pedirle
a Dios que a través del Espíritu obre en nosotras y nos lo revele.
Creo que estas son unas de las razones por las que no se escucha mucho hablar sobre
el tema. Pero me emociona que lo estoy viendo más y más en las cosas que están
sucediendo en nuestro mundo. Las cosas parecen inciertas. Siempre son inciertas, pero
parece que este tema está siendo resaltado de alguna manera. Personas hablando
sobre la confianza, la fe y la soberanía de Dios se ven más en estos días de lo que
había visto antes.
Seguramente nosotras hemos tenido algunos efectos del temor como ansiedad y llegar
incluso a ataques de pánico pero seguramente no se lo diremos a nadie. Quizá hasta
hemos pensado que es normal.
¿Ves eso al ministrar a las mujeres? ¿Ves mujeres que están realmente paralizadas por
el temor y piensan que eso es normal?
ejemplos Cuando tu esposo viajaba, tenías miedo de que el avión se cayera y estallara
en llamas. Y mencionas temores sobre tus hijos, si estarían bien en el futuro. Y ese
temor sobre el futuro, está relacionado con la incredulidad. Y, ¿cuál es la raíz de la
incredulidad? ¿Qué es lo que no creemos que es verdad sobre Dios?
Que Él está en control, pero que Él es bueno también. Podríamos pensar que Dios
es soberano y está en control del universo. Él es creador, y Él es soberano. ¿Pero
realmente es bueno? Ese versículo en la Escritura: «Si Dios está por nosotros, ¿quién
estará contra nosotros?» ¿Tiene que ver conmigo?
Él no promete que vamos a vivir vidas fáciles. En realidad, la Palabra revela claramente
que vamos a sufrir y a luchar en esta vida. La caída ha marcado y estropeado todo, así
que Él no promete una vida fácil.
Pero sí promete que estará allí y que Él es bueno y que Él es nuestro Padre. «Las
cuerdas me cayeron en lugares agradables». Él va a caminar con nosotras. No
tenemos por qué ceder ante el temor. Tendemos a ser tentadas a olvidar a Dios.
Sí. Creo que muchas de las batallas contra el temor suceden en nuestra mente. No
decimos en voz alta, «tengo miedo de que el avión donde va mi esposo vaya a estallar
en llamas». Mucho de eso sucede en nuestra mente.
Hay una pasaje que dice: «El temor al hombre es un lazo» (Prov. 29:25). Y el temor al
hombre nos lleva a hacer cosas tontas. En el pasado, si yo enviaba algún correo
electrónico, asumía que las personas iban a pensar mal de mí. Así que, volvía a escribir
preguntando. «¿Está todo bien? ¿Qué está pasando?» ¡Ellos no estaban pensando en
mí! Y así, el temor al hombre es algo real y tangible que debemos evaluar.
Creo que esas son solamente algunas maneras tangibles que pueden llevar a
discusiones. Pueden llevar a reacciones extrañas. Incluso el temor al futuro o el temor a
la tragedia…pensar que mi esposo no va a regresar de un viaje. Recuerdo que una vez
lloré. Y él me preguntó, «¿por qué estás llorando?» Él está vivo, ¡por favor!
Sin embargo, eso simplemente es algo que te puede dominar. Hay ocasiones en que se
ha manifestado de manera visible, y yo digo todo el tiempo que eso no está bien.
Cuando estoy sobreprotegiendo a mis hijos. Por ejemplo, yo me columpiaba de cabeza
cuando era niña. ¡No me pasó nada! Probablemente, ellos van a estar bien. Van a
sobrevivir en el columpio.
Primero comienzas con el temor al hombre. Proverbios 29:25, dice: «El temor al hombre
es un lazo». Pero podemos algunas veces hacer del temor al hombre, de esa frase, un
cliché, y comienza a perderse un poco el significado. Me pregunto si puedes desmentir
este mito y ayudarme a entender qué significa «temor al hombre».
Y, ¿qué sucede unos pocos capítulos después? Jesús es llevado y Pedro lo sigue a
cierta distancia. Inmediatamente, se aleja de Jesús. Cuando se le pregunta tres veces:
«¿Eres un discípulo? ¿No es este un discípulo? ¿No estaba él con Jesús?»
Él dice: «¡No! ¡No es así! ¡No!» Él negó a Jesús tres veces. Ese es un ejemplo real y
tangible del temor al hombre. De tener miedo a lo que las personas piensen. Él no
quería morir. Él no quería ser asociado con Jesús. Así que, lo negó.
La semana pasada terminamos viendo como Pedro producto del temor había negado a
Cristo, sin embargo, terminó siendo uno de los grandes predicadores del evangelio de
Jesucristo.
Sabemos que Dios es fiel y es bueno. Pedro termina en Hechos siendo un increíble
proclamador de la Palabra de Dios porque ese es nuestro Dios. Él redime esas cosas.
Y así, por la gracia de Dios, no somos abandonadas en nuestro pecado. Pero nuestra
tentación es temer a lo que otras mujeres piensen.
TEMOR O FE día 2.
Cuando el apóstol Pablo le escribió al joven pastor Timoteo, (2 Timoteo 1:7) le dijo que
actuara conforme a los dones que Dios le había dado. Él le dijo que Dios no nos ha
dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
El miedo generalmente nos paraliza y dejamos de hacer lo que Dios nos ha llamado
hacer. Ese es el mayor peligro del temor.
También vimos que el temor es falta de confianza en Dios, es no creerle, por lo tanto el
antídoto para el temor, es la confianza en Dios y sus promesas.
Ahora, es fácil decirle a otra persona, «no temas», pero la verdad es que nuestro
mundo es un lugar donde enfrentamos muchas circunstancias que nos causan temor. Y
podemos escuchar acerca de estas en las noticias.
No debemos temer al hombre, sino temer al Señor y no hacer su voluntad ni las tareas
que dejó.
(Heb 13:6, Sal 118:6, Sal 56:4, 11) El temor al hombre puede obstaculizarnos a dar un
paso de fe. Dios podría estar llamándonos a iniciar un estudio bíblico, y tal vez ha sido
confirmado por otras personas. Así que, está confirmado que tienes un don, pero no lo
haces porque tienes miedo de que nadie se motive y empiece a asistir; tienes miedo del
fracaso, tienes miedo de hacerlo mal. Esto podría obstaculizar el ministerio.
Hay un temor bien especial que nos puede atacar especialmente a las mujeres; puede
ser que tengas temor a que las personas no te acepten y te juzguen mientras hablas.
Miedo a otras mujeres, podemos pensar que, por ser jóvenes, por no tener experiencia
o por estar frente a una mujer que tiene de fama de ser muy espiritual o enojona dentro
del grupo, o también cuando nos comparamos con otras mujeres, podemos dejar de
cumplir el ministerio que tenemos en Tito 2
Dios desea que temamos, pero no al hombre, sino a El. Ese es el temor más saludable
que podemos tener, un temor que nos lleva ha buscar y hacer la voluntad de Dios para
nuestras vidas, usar los dones y talentos que nos ha dado y cumplir con el rol que nos
ha dado para cada etapa de nuestra vida.
Una de esas tareas es alentarnos unas a otros como lo dice 1 Tes 5:11, Por lo cual,
animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. Esto es lo que
necesitamos ver más, mujeres que se animen mutuamente, practicando el amor
fraternal que nos dice Hebreos 13:1 o Romanos 12:10.
Animar a alguien nos hace llevar a esa persona hacia el Señor, apuntar su mirada hacia
Él. Esto nos estimulará el ánimo y edificará nuestra fe ya que para poder entregar una
palabra debemos ser animadas nosotras en primer lugar.
El animar a otros nos hace tener la vista fuera de nosotras mismas. Así que pienso
que esto nos ayudará a combatir el miedo y el temor a los hombres.
El temor que nos paraliza, que nos detiene en la obra de Dios, es un temor no
saludable, es un temor que nos ata y nos inmoviliza.
Por otro lado el temor saludable es el temor a Dios… ¿Qué es el temor a Dios, y cómo
las mujeres podemos crecer en esto?