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Beatriz Raso Esteban

Este documento presenta un trabajo de investigación sobre el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria. El trabajo tiene una finalidad docente y no implica responsabilidad por su contenido. Se incluye un índice y secciones sobre introducción, objetivos, materiales y métodos, resultados y discusión, conclusiones y bibliografía.
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Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

FACULTAD DE FARMACIA

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

TRABAJO FIN DE GRADO

TÍTULO: TRATAMIENTO DE LOS


TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
ALIMENTARIA

Autor: Beatriz Raso Esteban

Fecha: 22/07/2020

Tutor: José Antonio Guerra Guirao


ÍNDICE
RESUMEN / ABSTRACT ................................................................................................................ 2
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

1 INTRODUCCIÓN................................................................................................................... 3
1.1 Antecedentes históricos ............................................................................................... 3
1.2 Definición y clasificación de los TCA.............................................................................. 3
1.2.1 Anorexia nerviosa ..................................................................................................... 4
1.2.2 Bulimia nerviosa ....................................................................................................... 5
1.3 Cuadro psicológico asociado a los TCA ......................................................................... 5
1.4 Etiopatogenia ............................................................................................................... 6
1.5 Epidemiología............................................................................................................... 6
2 OBJETIVOS........................................................................................................................... 7
3 MATERIAL Y MÉTODOS........................................................................................................ 7
4 RESULTADOS Y DISCUSIÓN.................................................................................................. 8
4.1 Tratamiento no farmacológico ................................................................................... 10
4.1.1 Normalización del peso y del estado nutricional.................................................. 10
4.1.2 Educación nutricional............................................................................................. 11
4.1.3 Establecimiento de líneas racionales de alimentación......................................... 12
4.1.4 Tratamiento de las complicaciones orgánicas asociadas ..................................... 12
4.1.5 Tratamiento psicológico......................................................................................... 13
4.2 Tratamiento farmacológico ........................................................................................ 14
4.2.1 Antidepresivos ........................................................................................................ 15
4.2.2 Antipsicóticos.......................................................................................................... 16
4.2.3 Antiepilépticos ........................................................................................................ 16
4.2.4 Benzodiazepinas ..................................................................................................... 17
4.2.5 Naltrexona............................................................................................................... 17
4.3 Resultados del tratamiento ........................................................................................ 17
5 CONCLUSIONES................................................................................................................. 18
6 BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................... 18

-1-
RESUMEN / ABSTRACT

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por una alteración persistente
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

del comportamiento alimentario de un individuo que impacta negativamente sobre su salud


y sobre sus capacidades psicosociales, ya que los enfermos viven condicionados por el logro y
la persistencia de un estado ideal de delgadez. Las categorías diagnósticas más
frecuentemente descritas son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Aunque la etiología
se desconoce a día de hoy, se asume que es de carácter multifactorial. Así, el tratamiento ha
de ser multidisciplinar y tendrá que instaurarse atendiendo a las características personales del
individuo. No obstante, los pilares fundamentales del procedimiento son el abordaje
nutricional, el soporte médico, el tratamiento psicológico y la terapia familiar, siendo el
tratamiento farmacológico coadyuvante de la psicoterapia. Es fundamental que el paciente
recupere un peso corporal adecuado a su talla y edad y un estado nutricional normal. También
debe recibir educación nutricional para eliminar la restricción alimentaria, los atracones y los
comportamientos de purga, y para adoptar unos hábitos de alimentación más saludables. Si
existen complicaciones orgánicas, estas deben ser examinadas y tratadas correctamente. El
tratamiento psicológico, junto con el tratamiento farmacológico, se centrará en el abordaje
de las alteraciones conductuales y de las comorbilidades psiquiátricas asociadas a los TCA. Es
necesario continuar investigando y avanzando en el desarrollo de métodos de diagnóstico más
fiables, de métodos de realimentación más efectivos y de líneas de tratamiento psicológico y
farmacológico más eficaces y accesibles para la totalidad de los pacientes que padecen un
TCA.

Palabras clave: “trastornos de la conducta alimentaria”, “anorexia nerviosa”, “restricción alimentaria”,


“bulimia nerviosa”, “atracón”, “comportamientos de purga”, “tratamiento”.

Eating disorders (ED) consist in a persistent disturbance of eating behaviour, which impacts
negatively in the patients’ health and in their psychosocial capabilities. The patients’ main goal
is to achieve and to maintain an ideal thinness. The most frequent diagnostic categories are
anorexia nervosa and bulimia nervosa. Although the aetiology is still unknown, it is assumed
to be multifactorial. Thus, the treatment must be multidisciplinary and must attend to the
personal traits of each patient. Even so, the basic pillars of the procedure are nutritional
approach, medical support, psychological treatment and familiar therapy. Pharmacologic
treatment is an adjuvant of psychological treatment. It is essential for the patient to regain
the appropriate weight to his stature and his age and to restore a normal nutritional status.
The patient must receive health education in order to remove dietary restrictions, binge
episodes and purgative behaviours, and to adopt healthier eating habits. Also, organic
disorders must be properly assessed and treated. Psychological and pharmacological
treatments are useful to approach the behavioural disturbances and the psychiatric
comorbidities associated to ED. Additional studies are needed to develop more reliable
diagnostic methods, more effective refeeding guidelines and more effective and accessible
psychological and pharmacological treatments to all patients suffering from ED.

Key words: “eating disorders“, “anorexia nervosa“, “dietary restriction”, “bulimia nervosa”, “binge
episode”, “purgative behaviours”, “treatment”.

-2-
1 INTRODUCCIÓN

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por la alteración persistente


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del comportamiento alimentario de un individuo que impacta negativamente sobre su salud


y sobre sus capacidades psicosociales, ya que los enfermos viven condicionados por el logro y
la persistencia de un estado ideal de delgadez (1,2).

1.1 Antecedentes históricos

Durante siglos, el ayuno fue contemplado como una práctica mística de purificación del
cuerpo. En el año 1695, Richard Morton describió por primera vez un trastorno alimentario
que, a diferencia de otros estados de malnutrición, tenía su origen en una alteración del
sistema nervioso provocada por una gran tristeza y preocupación (3). En 1868, sir William Gull
acuñó el término “anorexia nervosa” para describir un cuadro patológico “de causa mental o
histérica” observado en mujeres jóvenes que se caracterizaba por una severa emaciación y
por un intenso miedo a comer (4). Simultáneamente, Charles Laségue observó la relación de
esta enfermedad con conflictos familiares en entornos de alta exigencia, frustraciones en la
transición de la adolescencia a la edad adulta o el bloqueo de las oportunidades educativas y
profesionales al que se enfrentaban especialmente las mujeres (5).
Ya en el siglo XX, tras la aparición de la psiquiatría como especialidad médica, Hilde Bruch
resaltó la influencia de las relaciones familiares, diferenciando los TCA de la esquizofrenia por
ese rasgo de rechazo al alimento como modo de adquirir autonomía y control del propio
cuerpo (6). Por el contrario, Arthur Crisp propuso que los TCA aparecían fundamentalmente
en la pubertad para evitar la maduración, la sexualidad y la expectativa de separación del
entorno familiar (7). Por su parte, Mara Selvini Pazzollini coincide con Bruch en cuanto a la
influencia familiar y con Crisp en que los cambios corporales para las pacientes son
abrumadores, denominando a estas dolencias paranoias intrapersonales y situándolas a
medio camino entre la esquizofrenia y la depresión (8).

1.2 Definición y clasificación de los TCA

En general, los TCA se caracterizan por alteraciones en la conducta alimentaria con


importantes consecuencias psicobiosociales para el individuo que los padece. Se consideran
enfermedades psicopatológicas con una gran variabilidad en su presentación y gravedad (2).
La clasificación de los TCA se lleva a cabo fundamentalmente por criterios diagnósticos.
Existen dos clasificaciones de trastornos mentales usadas por los clínicos a nivel mundial. La
primera de ellas es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Cuarta
Edición Revisada (DSM-IV-TR) (9) y su última actualización el DSM-5 (10); y la segunda es la
Clasificación Internacional de Enfermedades, Undécima Versión (CIE-11) (11).
El DSM (9,10) reconoce tres categorías principales: la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y
el TCA no especificado (Tabla 1).
En este trabajo nos centraremos en la anorexia nerviosa y en la bulimia nerviosa como
patologías más prevalentes.

-3-
Tabla 1: Clasificación de los TCA según los principales manuales de clasificación diagnóstica (9-11)

DSM-IV-TR: Trastornos de la DSM-V: Trastornos de la CIE-11: Trastornos mentales, del


Conducta Alimentaria Conducta Alimentaria y de la comportamiento y del
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Ingesta de Alimentos neurodesarrollo; Trastornos del


comportamiento alimentario
Anorexia nerviosa Anorexia nerviosa Anorexia nerviosa
Bulimia nerviosa Bulimia nerviosa Bulimia nerviosa
Trastorno de la conducta Pica Trastorno por atracón
alimentaria no especificado Trastorno de rumiación Trastorno evitativo o restrictivo
de la ingesta alimentaria
Trastorno por evitación/ Síndrome de pica
restricción de la ingesta de
alimentos
Trastorno de atracones Trastorno por rumiación o
regurgitación
Trastorno de la conducta Otros trastornos especificados
alimentaria y de la ingesta del comportamiento alimentario
alimentaria no especificado
Otro trastorno de la conducta Trastornos del comportamiento
alimentaria y de la ingesta de alimentario, sin especificación
alimentos especificado

1.2.1 Anorexia nerviosa

Por un lado, para el DSM-IV-TR (9), los criterios diagnósticos fundamentales de la anorexia
nerviosa (AN) son el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, el miedo intenso a
ganar peso, la alteración significativa de la percepción de la forma o el tamaño del cuerpo y,
en mujeres, la amenorrea. Por otro lado, en el DSM-V (10) se explica que las tres
características diagnósticas de la AN son la restricción persistente de la ingesta energética, el
miedo intenso a ganar peso o a engordar (o un comportamiento persistente que interfiere
con el aumento de peso) y la alteración de la forma de percibir el peso y la constitución
propios. Atendiendo al CIE-11, se puede decir que la AN es un "trastorno caracterizado por la
presencia de una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el mismo enfermo"
(11). La pérdida de peso inducida y mantenida por el paciente conduce a un estado de
malnutrición progresivo que puede llegar a poner en peligro su vida (12,13).
En resumen, la AN se caracteriza por la restricción excesiva de la ingesta de alimentos en
relación con los requerimientos nutricionales, lo que determina un peso corporal
significativamente bajo para la edad, la talla y el estado de salud del individuo (2).
Además, los pacientes presentan rasgos psicopatológicos peculiares: el rechazo a mantener el
peso corporal dentro del rango adecuado a la talla y la edad, la negación del peligro que
comporta el bajo peso corporal, la distorsión de la percepción de la imagen corporal, la
influencia excesiva del aspecto corporal en la autoevaluación, la falta de conciencia de
enfermedad y el temor extremo al aumento de peso (3,12,14).
Se han descrito dos subtipos de AN: restrictivo y purgativo (15). El tipo restrictivo se
caracteriza por la extrema restricción en el consumo de alimentos y, a menudo, el ejercicio
físico excesivo. En el tipo purgativo, los pacientes desarrollan conductas compensatorias
inapropiadas, como el vómito o el abuso de laxantes y diuréticos.
-4-
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Figura 1. Porcentaje de la población que padece TCA. Esta proporción se ha estandarizado por edad, asumiendo una estructura
de edad constante para comparar la prevalencia entre países y a través del tiempo. Las cifras intentan proporcionar una
estimación real (más allá del diagnóstico informado) de la prevalencia del trastorno alimentario basada en datos médicos,
epidemiológicos, encuestas y modelos de meta-regresión (16).

1.2.2 Bulimia nerviosa

Para el DSM-IV-TR (9), los principales criterios diagnósticos de la bulimia nerviosa (BN) son
dos: los atracones y el empleo de métodos compensatorios inadecuados para evitar el
aumento de peso. Se define atracón como la ingesta excesiva de alimentos durante un corto
periodo de tiempo, al menos de 2 horas, en cantidad superior a la que la mayoría de las
personas ingerirían en un tiempo similar y en las mismas circunstancias, existiendo una
sensación de pérdida de control sobre la ingesta de alimentos (1,2). Sin embargo, el DSM-V
(10) establece que son tres las principales características diagnósticas: los episodios
recurrentes de atracones, los comportamientos compensatorios inapropiados para evitar el
aumento de peso y la autoevaluación que se ve influida indebidamente por el peso. Los
métodos compensatorios empleados por individuos que padecen BN se conocen como
comportamientos de purga o purgas. Dentro de esta denominación se encuentran métodos
como el vómito o el abuso de laxantes o diuréticos. Los episodios de atracones y conductas
compensatorias tienen lugar, como promedio, una vez por semana durante al menos 3 meses.
De acuerdo con el CIE-11 (11), la BN se refiere a la repetición de episodios caracterizados por
la ingesta excesiva de alimentos, a la que se añade una preocupación desmesurada por el
control del peso corporal.
A diferencia de la AN, la BN no implica necesariamente cambios en el peso corporal. Los
pacientes pueden presentar bajo peso, normopeso o sobrepeso. Además, los atracones se
suelen producir en secreto y, por vergüenza y/o culpabilidad, los pacientes no buscan ayuda
hasta que la enfermedad está muy avanzada. Todo ello provoca que la BN sea un trastorno
difícil de detectar (13).

1.3 Cuadro psicológico asociado a los TCA

El cuadro psicológico asociado a los TCA se caracteriza por ansiedad, trastornos obsesivos,
distorsión cognitiva, depresión, baja autoestima y falta de autocontrol (17).

-5-
 Los trastornos de ansiedad constituyen la comorbilidad psiquiátrica más frecuente
asociada a los TCA (18) y suelen preceder a la aparición del trastorno, por lo que se han
considerado un factor que predispone su desarrollo (14,18). En la AN, la ansiedad
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aumenta en el momento en el que el paciente tiene que enfrentarse a las comidas (17),
mientras que la restricción alimentaria y la disminución de la ingesta calórica diaria la
reducen (14). En la BN, el estado de ansiedad se manifiesta con mayor intensidad justo
antes del atracón. En cualquier caso, la frustración de no conseguir un “cuerpo perfecto”
potencia esta comorbilidad, que puede llegar a ser incapacitante (17).
 Los pacientes con TCA manifiestan una obsesión excesiva con la comida, el peso y la
imagen corporal, que puede llegar a alcanzar niveles irracionales en la AN (13).
 La percepción distorsionada de la imagen corporal se manifiesta en ambas patologías,
aunque con más frecuencia en la AN, agravándose conforme disminuye el peso (17).
 El cuadro depresivo cursa con tristeza y cambios en el carácter del paciente. En los casos
más graves, culmina con intentos de autolisis, particularmente frecuentes en la BN (17).
 Los pacientes tienen muy baja autoestima. Su objetivo principal es asemejarse a los
modelos que aparecen en los anuncios publicitarios, ya que piensan que van a ser más
aceptados por la sociedad y más amados si tienen un cuerpo perfecto, que es lo que
pretenden conseguir con la pérdida de peso (19).
 La falta de autocontrol se manifiesta en la BN con los episodios de atracones, aunque
también se asocia a una conducta impulsiva que puede conducir a cleptomanía, consumo
de tóxicos, promiscuidad, ludopatía, etcétera (20).

1.4 Etiopatogenia

Aunque la etiología de los TCA no se conoce bien a día de hoy, se asume que es de carácter
multifactorial, con participación de factores genéticos, psicológicos, biológicos, familiares y
socioculturales (2). En la actualidad, la incidencia de las diferentes causas aún no está
determinada con claridad en la literatura científica, cuestión que dificulta su tratamiento (21).
Algunos antecedentes de riesgo comunes en los pacientes con TCA son la obesidad en la
infancia-adolescencia, la inseguridad, la preocupación excesiva por el peso, la obsesión por un
cuerpo delgado, la realización previa de una dieta, el temor a la marginación social,
experiencias de exclusión social, antecedentes familiares de TCA, trastornos emocionales, la
ansiedad social, el distrés sociofamiliar y abusos sexuales en la infancia (2,3).

1.5 Epidemiología

En las últimas décadas, estas patologías han adquirido una gran relevancia sociosanitaria
debido a sus altas tasas de morbi-mortalidad (21), siendo la AN el trastorno psiquiátrico con
la mayor tasa de mortalidad (22), y a su elevada prevalencia entre jóvenes y adolescentes en
los países desarrollados (21).
Son más frecuentes en mujeres jóvenes y suelen iniciarse durante la adolescencia, en torno a
los 15 años (2). Los TCA se encuentran entre las tres enfermedades psiquiátricas más
frecuentes en mujeres jóvenes y constituyen la tercera enfermedad crónica en las
adolescentes tras la obesidad y el asma (2,13).

-6-
En general, las estimaciones sobre la incidencia y la prevalencia de los TCA varían según la
población estudiada (edad y sexo) y las herramientas de evaluación (23,24). Además, la
mayoría de estudios cuentan con serias dificultades metodológicas que pueden infravalorar
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su prevalencia real (24), de ahí que sea necesario realizar una revisión sistemática que valore
no solo la situación actual, sino también la heterogeneidad y la calidad de los estudios
publicados hasta la fecha. En España, los estudios realizados estiman una prevalencia del 0,14
al 0,9 % para la AN, del 0,41 al 2,9 % para la BN y del 2,76 al 5,3 % para los TCANE, pero la
heterogeneidad de los resultados y la diversidad de herramientas usadas para su evaluación
sugieren que debemos interpretar los datos con cautela (24,26,27).
Los TCA son enfermedades infradiagnosticadas por varias razones: la falta de tiempo en
atención primaria para realizar una evaluación exhaustiva de los pacientes para la detección
precoz del trastorno, el reducido número de profesionales especializados en su diagnóstico y
tratamiento, las escasas medidas de prevención primaria dirigidas a reducir la exposición de
los grupos de población más vulnerables a los factores de riesgo socioculturales, la baja
asistencia de los adolescentes al centro de salud, la falta de conciencia de enfermedad y la
infravaloración de las complicaciones que puede provocar (13).
Así, el diagnóstico tardío de los TCA conduce a un mayor grado de morbilidad y a un pronóstico
más grave (13). Además, sin el tratamiento adecuado, pueden adquirir un curso clínico de
carácter crónico e incapacitante (2), con devastadoras y, a veces, irreversibles consecuencias
médicas, conductuales y emocionales (28).

2 OBJETIVOS

La presente revisión bibliográfica tiene como objetivo examinar y concretar el tratamiento de


los trastornos de la conducta alimentaria, especialmente de la anorexia nerviosa y de la
bulimia nerviosa, analizando todos los niveles de actuación que se tienen que abordar:
normalización del peso corporal y recuperación del estado nutricional, educación sanitaria,
tratamiento de las complicaciones orgánicas y tratamiento psicofarmacológico.

3 MATERIAL Y MÉTODOS

Se ha realizado una intensa búsqueda bibliográfica en bases de datos científicas como


Pubmed, Elsevier, Dialnet o Cochrane, así como en libros y artículos de la biblioteca virtual de
la Universidad Complutense de Madrid o Google Académico. En la estrategia de búsqueda
bibliográfica, se han utilizado los términos “anorexia nervosa”, “bulimia nervosa”, “eating
disorders”, “eating disordered behaviour”, así como sus correspondientes traducciones al
castellano.
Los artículos se seleccionaron atendiendo a su año de publicación (considerando solo los
estudios publicados desde el año 2000 hasta la actualidad), su idioma (inglés o español) y su
índice de impacto. Otros criterios de inclusión fueron revisiones sistemáticas, meta-análisis,
ensayos experimentales in vitro, ensayos clínicos en pacientes adultos con cáncer y estudios
que valoren la mortalidad, morbilidad o la calidad de vida en términos de supervivencia,
recurrencias y toxicidad tras el tratamiento con fármacos.
Todo este proceso se completó mediante una búsqueda de informes de sociedades científicas
y organizaciones oficiales como la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo, la
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios o la Organización Mundial de la
Salud.
-7-
4 RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los TCA muestran una gran variabilidad en su presentación y en su gravedad, lo que va a


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condicionar diferentes consideraciones terapéuticas y la individualización del tratamiento. Por


ello, se hace indispensable un enfoque multidisciplinar y altamente especializado (2), siendo
los pilares fundamentales el abordaje nutricional, el soporte médico, el tratamiento
psicológico y la terapia familiar (12).
La coordinación de las unidades de TCA corre generalmente a cargo del psiquiatra, que suele
ser el responsable de establecer las líneas generales del tratamiento y coordina al resto del
equipo. El médico de familia, además de participar en los programas de prevención primaria
y de intentar realizar un diagnóstico precoz, participará, siempre que haya sido entrenado, en
el programa de prevención de recaídas (2).
El paciente ha de estar bajo la supervisión del médico nutriólogo, encargado de valorar su
estado nutricional y las posibles complicaciones somáticas asociadas. El dietista es la persona
más indicada para llevar a cabo la educación nutricional, aunque el personal de enfermería
con un alto nivel de entrenamiento y experiencia en esta materia también puede ser capaz de
realizar esta función (2).
Los objetivos generales del tratamiento de los TCA deben ser individualizados, realistas y
adaptados al contexto y a la situación clínica del paciente (2), y consisten en (2,13):
 Normalización del peso corporal y del estado nutricional.
 Educación nutricional para que los pacientes adquieran hábitos alimentarios saludables.
 Establecimiento de líneas racionales de alimentación (incluido el cese de las
restricciones y de las conductas purgativas).
 Tratamiento de las complicaciones orgánicas asociadas al correspondiente TCA.
 Tratamiento psicofarmacológico de las alteraciones conductuales y las comorbilidades
psiquiátricas.
El tratamiento puede realizarse en distintos niveles asistenciales: en régimen ambulatorio, en
hospital de día o en régimen de hospitalización (12).
El nivel asistencial ambulatorio es el marco de tratamiento más habitual y más prolongado en
los TCA (2). Es en el centro de Atención Primaria donde existe la posibilidad de identificar a los
individuos susceptibles de desarrollar un TCA (13). El diagnóstico final lo deberá establecer un
psicólogo o un psiquiatra del Centro de Salud Mental (CSM) de referencia del paciente (29).
Para diagnosticar un TCA, debe hacerse una entrevista psiquiátrica en la que se realice la
valoración de la patología alimentaria (18) y se exploren en profundidad las alteraciones
conductuales propias del trastorno (distorsión de la imagen corporal, cogniciones anoréxicas,
conductas purgantes, etcétera) y las comorbilidades psiquiátricas asociadas (depresión,
ansiedad, trastornos obsesivos, de la personalidad o del control de impulsos) (19).
Además, se efectuarán una valoración nutricional estructurada y una evaluación clínica
completa. Han de contemplarse aspectos referentes a salud bucodental, constantes vitales,
crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes, ciclo ovárico en mujeres en edad fértil y
síntomas de hipogonadismo en varones (2). También se realizará una exploración física para
medir los parámetros antropométricos (peso, talla, IMC, perímetro braquial) y una valoración
analítica (18).

-8-
En las intervenciones sucesivas y en función de la gravedad del paciente, se efectuarán
valoraciones periódicas de las complicaciones médicas asociadas y el seguimiento de la
comorbilidades psiquiátricas (3,18).
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Si se diagnostica AN, se exigirá al paciente el registro diario de la ingesta, la hiperactividad y


el uso de laxantes y diuréticos. Se le prohibirá pesarse y se procederá al registro semanal del
peso en la consulta (sin que el paciente pueda acceder al mismo). En caso de BN, se registrará
la pérdida de control con atracones y vómitos, el consumo de tóxicos, la cleptomanía y la
promiscuidad (12,20).
Hay que tener en cuenta que la estabilidad diagnóstica de los TCA a medio y largo plazo es
baja (3). Mientras que un pequeño subgrupo se mantiene en el cuadro inicial de debut, la gran
mayoría de los pacientes migran entre las diferentes categorías diagnósticas (18).
Si desde el punto de vista psiquiátrico, médico, individual, familiar o social, se considera que
el paciente precisa ingreso, el tratamiento se realizará en régimen de internamiento
hospitalario (12). El ingreso hospitalario en los TCA puede ser voluntario o involuntario (2).
Los criterios de ingreso hospitalario aceptados por la mayoría de los autores son (2,20):
 Fracaso del tratamiento ambulatorio.
 Cronicidad del trastorno.
 Estado físico grave: desnutrición severa (pérdida del 30% del peso previo), graves
desequilibrios electrolíticos, complicaciones médicas agudas, repetidos vómitos auto-
inducidos, etcétera.
 Necesidad de aislamiento por pérdida del control de la situación en el entorno familiar y
social del paciente, lo que podría complicar el cuadro.
 Necesidad de medios asistenciales adecuados para garantizar el cumplimiento
terapéutico y la aplicación de terapias conductistas, si la gravedad del cuadro lo requiere.
 Presencia de situaciones psiquiátricas agudas, intento de autolisis o necesidad de
tratamiento integral de la comorbilidad psiquiátrica.
El conjunto de criterios que se tienen que cumplir para recibir el alta hospitalaria serán (2,13):
 Recuperación del peso corporal adecuado a la talla y la edad del paciente.
 Resolución de las complicaciones agudas, tanto médicas como psiquiátricas, que
condujeron al ingreso hospitalario.
 Control significativo de las alteraciones conductuales, asegurando el cumplimiento y
seguimiento de los objetivos terapéuticos tras el alta hospitalaria.
 Mejora de la situación familiar.
 Cese de los intentos autolíticos.
El hospital de día para TCA (HDTCA) surge como una alternativa a medio camino entre el
tratamiento ambulatorio y la hospitalización completa. Los pacientes reciben tratamiento
médico, terapia nutricional (comidas acompañadas y vigiladas), educación nutricional,
atención psiquiátrica y psicológica, terapia ocupacional y apoyo social, siempre con un
enfoque multidisciplinar e intensivo (2).
Algunos modelos de HDTCA se orientan a tratamientos de corta duración (semanas) para el
control de los síntomas del trastorno y la estabilización ponderal; y otras veces se intenta el
tratamiento integral del paciente con un objetivo de recuperación del estado nutricional más
gradual (varios meses) (2).

-9-
Los criterios habituales de ingreso en HDTCA suelen ser (2,13):
 Transición hacia el abordaje ambulatorio tras el ingreso hospitalario.
 Fracaso del tratamiento ambulatorio.
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 Problemas en el entorno familiar que no se pueden resolver a nivel ambulatorio.


 Ausencia de un peso de riesgo o de complicaciones graves que aconsejen hospitalización
completa.
 Desmotivación e incumplimiento del tratamiento ambulatorio.
El conjunto de criterios que se tienen que cumplir para recibir el alta del HDTCA son (2,13):
 Conseguir y mantener el objetivo ponderal establecido.
 Corregir los comportamientos alimentarios inadecuados y los pensamientos irracionales.
 Asegurar un soporte sociofamiliar adecuado para el pertinente seguimiento ambulatorio.
 Asegurar el cumplimiento y el seguimiento de los objetivos marcados en el HDTCA acerca
del régimen de comidas, la restricción de la actividad física, etcétera, tras el alta.
Si en algún momento se constata que no se está siguiendo correctamente lo establecido en el
programa del HDTCA o que surgen complicaciones, el paciente debería ser transferido a otra
modalidad terapéutica más apropiada a su caso (2).

4.1 Tratamiento no farmacológico

4.1.1 Normalización del peso corporal y del estado nutricional

Al inicio del tratamiento, profesionales especializados en el abordaje de los TCA tienen que
tratar con el paciente con el objetivo de concienciarle de su enfermedad, de que colabore en
su recuperación (13) y de que se responsabilice de su peso y de su alimentación (19).
Existen particularidades en el plan nutricional según el TCA y la situación clínica del paciente
(2).
 En pacientes con bajo peso, se debe promover la recuperación de un peso y un estado
nutricional adecuados, siempre bajo estrecha supervisión médica y con corrección de
electrolitos para evitar la aparición del síndrome de realimentación en pacientes
severamente desnutridos (2).
 Si existen alteraciones electrolíticas como consecuencia de los vómitos y del abuso de
laxantes y diuréticos, la eliminación de dichas conductas purgativas generalmente es
suficiente para recuperar el equilibrio electrolítico. En un pequeño número de casos, será
necesaria la administración oral de los electrolitos deficitarios para recuperar unos niveles
plasmáticos normales (13).
 Si los pacientes presentan excesivo peso, se debe fomentar un cambio saludable de los
hábitos alimentarios y del estilo de vida. La cirugía bariátrica está contraindicada en el
tratamiento de la BN (2).
Habitualmente, durante el ingreso hospitalario, el tipo de alimentación será oral y,
excepcionalmente, se utilizará la nutrición artificial (NA). La NA engloba aquellas modalidades
de nutrición (oral, enteral y parenteral) cuyo objetivo es cubrir las necesidades del organismo
cuando no es posible o se hace de forma insuficiente a través de alimentos de consumo
ordinario (2). Antes de iniciar la NA, hay que tratar de convencer al paciente de los beneficios
de la alimentación normal por vía oral (13).

- 10 -
El empleo de la NA debe estar acompañado de un tratamiento psicoterapéutico y nutricional
completo y la duración debe ser aclarada y pactada con el paciente previamente (2).
La NA se debe indicar de forma escalonada, comenzando con los suplementos nutricionales
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orales, posteriormente con la nutrición enteral y, excepcionalmente, con la nutrición


parenteral (2).
En pacientes con TCA y bajo peso que se encuentran hospitalizados, se administran
suplementos nutricionales orales tras las comidas, lo que permite una ganancia de peso más
rápida y, en algunos casos, se acorta el tiempo de tratamiento y la estancia hospitalaria.
También son necesarios en mujeres con TCA embarazadas con desnutrición o en riesgo (2).
La nutrición enteral por sonda nasogástrica se emplea casi de forma exclusiva en pacientes
ingresados, cuando la gravedad (malnutrición severa, inanición extrema) o la falta de
colaboración hacen preciso su empleo. Excepcionalmente, si existe disfunción gastrointestinal
o si la vía enteral está contraindicada por una enfermedad intercurrente, puede recurrirse a
la nutrición parenteral (2,13).
Si la AN cursa con desnutrición severa o con rechazo a la alimentación normal, se procederá a
la reposición electrolítica y vitamínica y se instaurará nutrición enteral por sonda nasogástrica
con dietas de 1000-1500 calorías. El objetivo es ganar 200-400 gramos al día. En 10-12 días,
los pacientes deben ingerir una dieta ya preparada por vía oral de 3000-4000 calorías bajo
estrecha vigilancia para evitar los vómitos auto-inducidos. Realizarán reposo posprandial de
una hora, bajo contención mecánica si es necesario, y se limitará la hiperactividad (20).
En caso de obesidad creciente en pacientes bulímicos hospitalizados, se impondrá una dieta
hipocalórica (1000-1700 calorías) (20).
En el ámbito ambulatorio, los suplementos nutricionales orales pueden estar indicados tras la
retirada de la nutrición enteral para continuar el proceso de recuperación del peso corporal y
del estado nutricional, con el fin de evitar una nueva pérdida de peso tras el alta hospitalaria.
También son útiles en pacientes ambulatorios desnutridos como alternativa al ingreso
hospitalario, siempre que no exista riesgo vital (2). En el HDTCA, estos suplementos se
administran durante las horas que tiene que pasar el paciente en el centro para asegurarse de
que no se salta la toma (13).

4.1.2 Educación nutricional

El plan nutricional debe contemplar no solo el consejo dietético individualizado que garantice
un adecuado estado nutricional, sino que debe buscar educar al paciente. Para ello, hay que
proporcionar la información nutricional necesaria que le permita adoptar voluntariamente
hábitos alimentarios que fomenten la salud y el bienestar, el cese de la restricción alimentaria,
los atracones y los comportamientos de purga, y la práctica de ejercicio físico saludable (2).
En lo que respecta a la AN, la educación nutricional persigue mejorar la actitud y el
comportamiento en relación con la comida, alcanzar una mejora en el patrón alimentario,
aclarar mitos y favorecer con todos estos cambios la recuperación del estado nutricional (2).
En la BN, el primer paso será conseguir una razonable organización de las comidas,
centrándose en marcar tiempos y horarios, evitando en todo caso periodos largos de ayuno
(2).

- 11 -
En muchos casos, la educación nutricional debe hacerse extensiva a las familias, ya que mejora
la eficacia de las intervenciones educativas al facilitar la aplicación práctica y la adhesión de
todos los miembros a los nuevos modelos conductuales propuestos (2).
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

4.1.3 Establecimiento de líneas racionales de alimentación

Tanto a nivel ambulatorio como a nivel hospitalario, se realizarán las comidas programadas
por el dietista según la situación clínica del paciente y siempre siguiendo una dieta variada y
equilibrada (12,20). Además, se pondrá especial atención en evitar que los pacientes se salten
alguna toma (20) y en minimizar y eliminar la restricción alimentaria, los atracones y los
comportamientos de purga (2). El paciente tiene que participar activamente y
responsabilizarse de su tratamiento, no ser un espectador pasivo (19).

4.1.4 Tratamiento de las complicaciones orgánicas asociadas

Los TCA se asocian a numerosas complicaciones médicas, cuya gravedad depende de la


intensidad del trastorno, la duración del mismo y el predominio del patrón alimentario
restrictivo, compulsivo y/o purgativo (2).
En los pacientes que presentan desnutrición, se origina una atrofia de numerosos órganos y
sistemas que viene condicionada por el grado de pérdida de peso y la cronicidad de la
enfermedad. Por su parte, la obesidad condiciona un mayor riesgo de patologías metabólicas
como diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipemia, enfermedad cardiovascular,
etcétera, y una mayor incidencia de algunos tipos de tumores (2).
Las conductas compensatorias purgativas pueden dar lugar a complicaciones locales
–erosión del esmalte dental, caries, gingivitis, enfermedad periodontal, sialoadenosis, signo
de Russell, reflujo laringofaríngeo, broncoaspiración, reflujo gastroesofágico, esofagitis,
síndrome de Mallory-Weiss, síndrome de Boerhaave, colon catártico, prolapso rectal y
hemorroides– y sistémicas –deshidratación, alteraciones hidroeléctricas y del equilibrio ácido-
base, y manifestaciones neurológicas, cardiacas o renales– (2).
 Dentro de los trastornos hormonales, el que tiene mayor trascendencia clínica en las
mujeres es el hipoestrogenismo, que produce amenorrea, efectos deletéreos sobre la
densidad mineral ósea (osteopenia y osteoporosis) e, incluso, infertilidad (2,20,22).
 A nivel metabólico, pueden aparecer hipoglucemia e hipercolesterolemia (2).
 A nivel cardiovascular, los pacientes con AN suelen presentar bradicardia, hipotensión y,
con menor frecuencia, anomalías cardiacas (30). Tanto los pacientes con AN como con BN
suelen presentar alteraciones electrolíticas, como hipopotasemia, que, en los casos más
severos, pueden desencadenar arritmias cardiacas por la prolongación del intervalo QT
(20).
 A nivel gastrointestinal, es común el enlentecimiento del vaciamiento gástrico, el
estreñimiento y la alteración del perfil de enzimas hepáticas.
 A nivel renal, los pacientes desnutridos presentan una reducción del filtrado glomerular
y alteraciones en la capacidad de concentración de la orina.
 Los trastornos pulmonares ocurren principalmente en los pacientes que, como conducta
purgativa, se autoinducen el vómito. La debilidad de la musculatura respiratoria y
diafragmática conlleva una disminución de la capacidad funcional e incrementa el riesgo
de neumotórax espontáneo, de neumomediastino y de neumonía por broncoaspiración.

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 A nivel hematológico, los pacientes con AN pueden padecer diferentes citopenias, siendo
las más frecuentes la anemia y la leucopenia (hasta en el 50% de los pacientes con AN)
(2).
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

 A nivel neurológico, como consecuencia de la restricción alimentaria, de los atracones y


de los comportamientos de purga, los pacientes pueden experimentar cambios en la
estructura del cerebro (31), deterioro cognitivo y disfunciones neuropsicológicas que
afectan fundamentalmente a la atención, a la memoria, a las funciones ejecutivas y, en
menor medida, al procesamiento visual y a las aptitudes verbales. El déficit de
micronutrientes puede condicionar neuropatías (2).

4.1.5 Tratamiento psicológico

Los objetivos terapéuticos en el área psicológica son la orientación educativa, la modificación


conductual y cognitiva, la adquisición de estrategias y habilidades de afrontamiento y de toma
de decisiones, y la prevención de recaídas (17).
Aunque un estudio reciente apunta que no existe un tipo específico de psicoterapia que
presente más ventajas que otros tipos (29), la terapia psicológica es fundamental en el
tratamiento de los TCA y se tiene que proporcionar en todos los niveles asistenciales (20). Las
diferentes terapias pueden ser individuales o colectivas (19).
Dentro de las individuales, una de las más utilizadas es la terapia cognitivo-conductual. En ella
se abordan los pensamientos erróneos (la distorsión de la imagen corporal, la baja autoestima,
etcétera) que conducen a la alteración de la conducta alimentaria. Los profesionales
proporcionarán los recursos necesarios para que el paciente identifique por sí mismo estas
creencias erróneas, de forma que pueda cambiarlas y, secundariamente, modificar sus
conductas (19,20).
La evidencia reciente sugiere que la terapia cognitivo-conductual mejora la adherencia al
tratamiento y minimiza el abandono entre los pacientes con AN. También se relaciona con la
mejora de los resultados clave (IMC, sintomatología propia de la AN, psicopatología), pero no
en mayor medida que otros tratamientos como el asesoramiento dietético, el manejo de
apoyo no específico, la terapia interpersonal o la terapia familiar conductual. Respecto a la
BN, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado efectividad para la reducción de la
frecuencia de los episodios de atracones, pero menos para la pérdida de peso (30).
También son útiles las técnicas de relajación en los momentos de tensión y en la sobremesa
para aliviar la angustia y la ansiedad (19).
Las terapias de grupo son adecuadas porque alivian la soledad y el aislamiento, ayudan a
compartir experiencias y tienen un efecto dinamizador. Sin embargo, también son el lugar
donde aprender conductas anómalas de otros pacientes y, si no se vigila la evolución, pueden
convertirse en lugares de discusión sobre las calorías y las comidas (19).
La terapia familiar resulta muy efectiva en el tratamiento de los pacientes adolescentes a nivel
ambulatorio, sobre todo en la AN. Con ella no se pretende identificar el origen de la
enfermedad, ya que se asume de etiología multifactorial (32), y ello permite descargar de
culpa tanto al paciente como a los padres (19).
La terapia familiar consiste en informar y orientar a los padres con el fin de que identifiquen
por sí mismos cómo pueden intervenir en el proceso terapéutico para que la recuperación del
adolescente, tanto nutricional como psicológica, sea lo más rápida posible. De esta forma, en

- 13 -
vez de seguir un plan establecido por el terapeuta, participan activamente en el tratamiento
de su familiar, toman conciencia de lo que supone la enfermedad y son capaces de manejar
la ambivalencia y los sentimientos de culpa del adolescente (18,32). También se motivará a
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

introducir cambios en el ámbito familiar si se detectan dinámicas patológicas dentro del


núcleo familiar, como los celos fraternales, la simbiosis con uno de los progenitores o los
chantajes y manipulaciones del paciente (18,19). Con todo ello, se logrará un mejor soporte
en el abordaje de los TCA (18).
La terapia familiar también puede extrapolarse a niveles asistenciales superiores, como el
HDTCA o el régimen hospitalario (32).
Respecto a la optimización de la psicoterapia, los tratamientos centrados en la reducción y la
eliminación de las conductas patológicas no resultan eficaces. El fracaso terapéutico se debe
a que el énfasis de la recuperación se pone en factores externos (terapeuta que todo lo sabe
y al que se obedece) y no en factores internos (personales y familiares) que impliquen
aprendizaje y existencia propia. De esta manera, se logran cambios impuestos, sin significado
personal, sin comprensión del trastorno ni preparación para el cambio y, por ello, son
inestables y se abandonan ante cualquier dificultad. Así pues, la posibilidad de seguir actuando
únicamente con un modelo de control se hace imposible (33).
Se ha desarrollado actualmente un nuevo modelo de actuación y tratamiento de la AN cuyo
objetivo primordial es conseguir que, a través de las decisiones informadas, el paciente vaya
realizando un tránsito desde el control externo de sus cuidados hasta el despliegue de sus
capacidades de autocuidado personal (a nivel médico, nutricional, psíquico y relacional). El
promedio de duración suele ser de 12-18 meses, ya que se deben salvar los obstáculos de la
motivación, la normalización del peso e, incluso, los ingresos hospitalarios en algún momento
del tratamiento. El punto de inflexión hacia la mejoría se produce cuando el paciente decide
por sí mismo que quiere salir del trastorno. Este hecho suele acontecer entre 9 y 12 meses
después del inicio del tratamiento. Los pasos que den hacia su recuperación les deben
producir seguridad y, por tanto, los incrementos en la ingesta de comida, la incorporación de
una mayor variedad de alimentos, el establecimiento de unos horarios, etcétera, tienen que
ser pequeños y estables (33).

4.2 Tratamiento farmacológico

La farmacoterapia no se considera tratamiento de elección en los TCA, sino adyuvante de la


terapia psicológica (22). Además de remitir los principales síntomas que se desarrollan
durante la fase aguda del trastorno, está orientada al tratamiento de las alteraciones
conductuales y de las comorbilidades psiquiátricas (2), y a la prevención de recaídas e, incluso,
del suicidio (1,34).
Los neurotransmisores que promueven la ingesta de comida son la serotonina, la dopamina y
las prostaglandinas. Por el contrario, el neuropéptido Y, la noradrenalina, el GABA y los
péptidos opioides la inhiben (29). El tratamiento farmacológico se justifica porque existe una
desregulación en la homeostasis de estos neurotransmisores en los TCA (14,15,35).
Existe evidencia de que tanto las características de personalidad (ansiedad, perfeccionismo,
conductas obsesivas) como las alteraciones en los sistemas serotoninérgico y dopaminérgico
se mantienen después de que los pacientes se hayan recuperado, lo que sugiere que son
independientes del estado de la enfermedad (35) y que probablemente sean factores de
riesgo causales de los TCA (29).
- 14 -
Sin embargo, es difícil establecer cuál es la causa y cuál el efecto, por lo que aún se desconoce
si las alteraciones en la neurotransmisión y las comorbilidades psiquiátricas son consecuencia
de los patrones anormales de la conducta alimentaria (29) o constituyen un factor
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

predisponente para desarrollar los TCA (15,35).

4.2.1 Antidepresivos

La utilización de antidepresivos se justifica si coexisten trastornos afectivos, obsesivos,


depresivos o predominio de ansiedad, así como por su efecto sobre el apetito (12,22). Es
importante considerar la alta incidencia de efectos secundarios que, especialmente en
pacientes de bajo peso, pueden potenciar alteraciones metabólicas, de ritmo cardiaco
(prolongación del intervalo QT y otras arritmias) o de tensión arterial, intolerancia digestiva,
etcétera (12).
Entre los antidepresivos tricíclicos, se han utilizado clomipramina, amitriptilina e imipramina,
especialmente en la AN con o sin síntomas afectivos (12) debido a que, como efecto
secundario, inducen el aumento de peso (15). Sin embargo, no se observa un aumento de
peso significativo comparado con placebo (34), por lo que se concluye que no existe evidencia
clara que avale el uso rutinario de antidepresivos tricíclicos en pacientes con AN (22).
El uso de fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) –fluoxetina,
paroxetina, sertralina, fluvoxamina o citalopram– se justifica por la implicación de la
neurotransmisión serotoninérgica en el control del apetito y la saciedad posprandial, así como
en la psicopatología obsesiva y depresiva, en la ansiedad y en los trastornos del control de los
impulsos que se asocian a los TCA (12,22).
En la AN, el beneficio de los agentes serotoninérgicos redunda en el tratamiento de la
depresión, la ansiedad y los aspectos obsesivos (12). Sin embargo, no se ha demostrado que
favorezcan la ganancia de peso (22,34).
Se ha sugerido que las alteraciones neuroquímicas producidas como consecuencia del ayuno
y del estado de desnutrición pueden explicar parcialmente la ausencia de respuesta clínica a
los ISRS en la fase aguda de la AN. Por ello, se considera más adecuado el empleo de estos
fármacos una vez que se hayan controlado las alteraciones electrolíticas, se haya normalizado
el estado nutricional y se haya recuperado el peso corporal. En dicha etapa, los fármacos
podrían utilizarse para tratar los síntomas depresivos y obsesivo-compulsivos y para prevenir
recaídas (15).
Sin embargo, los ISRS no han demostrado una mejora significativa de la sintomatología
depresiva en la AN frente a placebo (35,36) y su eficacia en el tratamiento de la comorbilidad
depresiva ha sido recientemente cuestionada (37).
En la BN, el perfil psicológico de los pacientes candidatos a tener una buena respuesta a los
ISRS incluye a los pacientes colaboradores y responsables con patología obsesiva o depresiva
manifiesta (20). Generalmente, la dosis efectiva de ISRS en el tratamiento de la BN es mayor
que las dosis que se emplean en el tratamiento de la depresión (22,34). Los agentes
serotoninérgicos mejoran la sintomatología depresiva y disminuyen el apetito, el número de
vómitos y atracones, y la pérdida del control de los impulsos en otras esferas (cleptomanía,
consumo de tóxicos, promiscuidad, ludopatía) (12). Por tanto, los ISRS son los agentes de
primera línea en el tratamiento de la BN (15), destacando la fluoxetina, considerada el mejor
fármaco en términos de aceptabilidad y de tolerancia (2), y con el que se ha observado una
significativa disminución de los atracones, de las conductas purgantes (12) y de las recaídas
- 15 -
(34), y una mejora de la sintomatología depresiva y del control de los impulsos (29). Por todo
ello, la fluoxetina administrada a dosis de 60 mg/día es el único fármaco que ha sido aprobado
por la FDA para el tratamiento de la BN (34).
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

4.2.2 Antipsicóticos

Ante la inanición, puede producirse una autofagia de proteínas musculares que conduce a una
hiperproducción de neurotransmisores, como la dopamina, que contribuyen a la agitación. Al
bloquear los receptores dopaminérgicos, los antipsicóticos favorecen el restablecimiento del
equilibrio de la neurotransmisión cerebral y la normalización de la ingesta (12).
El uso de fármacos antipsicóticos, asociados habitualmente a ISRS y en régimen hospitalario,
se justifica en los cuadros de AN que cursen con hiperactividad, agitación, ansiedad o con
ideas delirantes (12,20).
Considerando el perfil de efectos secundarios de los antipsicóticos clásicos –haloperidol,
pimozida, sulpirida y clorpromazina– y las escasas pruebas de su eficacia, se ha desestimado
su uso rutinario en este tipo de pacientes (22).
Respecto a la administración de los antipsicóticos atípicos, se han publicado datos
contradictorios en cuanto a que produzca un aumento significativo del IMC frente a placebo
(30,38), por lo que es necesario un estudio más exhaustivo en el futuro (39). En cualquier caso,
la combinación de olanzapina + ISRS sí ha demostrado una mejora significativa del cuadro
depresivo (30,39), mientras que la combinación de aripiprazol + ISRS ha demostrado una
mejora significativa de la sintomatología obsesivo-compulsiva (39), comparando ambos casos
con el tratamiento con ISRS en monoterapia.
Además, los antipsicóticos atípicos tienen un perfil de efectos secundarios mucho más
favorable que los antipsicóticos clásicos, entre ellos la estimulación del apetito (15), por lo que
se presentan como fármacos útiles en el tratamiento de la AN (12,22).
A pesar de ello, no se consideran un tratamiento de elección de la AN porque algunos de sus
efectos adversos, como los efectos extrapiramidales, el síndrome neuroléptico maligno o la
prolongación del intervalo QT, pueden ser peligrosos para individuos tan frágiles como son los
pacientes anoréxicos debido a la malnutrición, al bajo peso y a las alteraciones electrolíticas
(34).

4.2.3 Antiepilépticos

Los fármacos antiepilépticos han demostrado ser útiles en el tratamiento de varias de las
comorbilidades psiquiátricas asociadas a los TCA, como el trastorno bipolar, la ansiedad,
desórdenes de la personalidad y el abuso de sustancias. Además, muchos fármacos con acción
antiepiléptica interaccionan con diferentes sistemas neuronales implicados en la regulación
del apetito y del peso corporal, como los sistemas glutamatérgico, GABAérgico,
serotoninérgico, dopaminérgico y el neuropéptido Y (34).
El topiramato podría considerarse en el tratamiento de la BN, ya que reduce la frecuencia de
los episodios de atracones y conductas purgantes, y promueve la pérdida de peso corporal
(19). Los efectos adversos más frecuentes del topiramato son confusión, parestesias, fatiga y
falta de concentración (22,34).

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4.2.4 Benzodiazepinas

Se puede administrar de forma puntual clorazepato (50-100 mg/día), diazepam (30 mg/día) o
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

alprazolam (dosis según peso y estado clínico) para tratar la sintomatología ansiosa y como
hipnóticos en ambas patologías (12,19,20).

4.2.5 Naltrexona

Desde que en la década de los setenta se descubrieron los péptidos opioides endógenos y
algunos de sus receptores, este sistema de modulación del sistema nervioso central se ha
implicado en la patogénesis de diversas enfermedades psiquiátricas, ente ellas los TCA (1).
Por ello, se ha planteado la consideración de los TCA como una variedad de trastorno adictivo.
En este caso, no se trataría de una adicción a la sustancia (alimento), sino de una “adicción
comportamental”, entendida como un trastorno de dependencia a actividades humanas no
relacionadas con la ingesta de sustancias. Los elementos comunes del atracón en la BN y de
la restricción alimentaria en la AN con las conductas adictivas serían a) malestar cuando no
puede realizarse, b) “incapacidad” para reducir o controlar su realización, c) dedicación de
mucho tiempo a la fase de planificación, d) frecuente interferencia con otras actividades
(psicológicas, académicas, laborales y sociales) y e) mantenimiento de dichas conductas a
pesar de que el individuo conoce e, incluso, teme sus consecuencias negativas (3).
Los receptores opioides mu (µ) están implicados en el mecanismo del control del apetito,
particularmente en la experiencia placentera asociada al consumo de comida. En modelos
animales de atracón, los antagonistas selectivos del receptor mu suprimen el consumo de
comida. En humanos, los antagonistas no selectivos de los receptores opioides reducen la
ingesta, particularmente de comidas suculentas y provocan pérdida de peso a corto plazo (40).
La naltrexona es un antagonista opiáceo cuya administración ha demostrado una reducción
significativa de los episodios atracón-purgación en pacientes bulímicos en dosis de 100 mg/día
durante 6 semanas (12,20) y de las conductas purgativas en pacientes anoréxicos en dosis
altas (200-300 mg/día) (1,22), aunque la administración de dosis tan elevadas puede producir
hepatotoxicidad (12).

4.3 Resultados del tratamiento

Según recientes meta-análisis, con la instauración del tratamiento solo el 30 % de los


pacientes con BN presentan una disminución de los síntomas conductuales. En la AN, la
remisión total de los síntomas solo ocurre en un tercio de los pacientes adolescentes al final
del tratamiento, otro tercio presenta remisión de los síntomas a largo plazo y requiere
seguimiento y en el otro tercio, la enfermedad se cronifica. En cuanto a los pacientes adultos
con AN, la tasa de remisión oscila entre el 0 y el 25 %. Por tanto, se concluye que la mayoría
de los individuos que padecen un TCA no se recupera completamente a pesar de recibir
tratamiento, por lo que es necesario seguir trabajando en optimizar la terapia para mejorar
estos resultados (41).
Así, las tasas de curación completa de un TCA no superan el 50-60 %, observándose una
tendencia a la cronificación en el 20-30% de los casos. Además, los pacientes con TCA tienen
mayor riesgo de morbi-mortalidad. Las tasas de mortalidad son 10-12 veces más elevadas que
las de la población general y aumentan durante el transcurso de la enfermedad. El impacto

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económico de los TCA y sus comorbilidades, así como su repercusión en el entorno familiar y
en la calidad de vida son muy elevados (2).
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.

5 CONCLUSIONES

Los TCA son enfermedades psicopatológicas que cursan con comorbilidades físicas y
psiquiátricas graves. Por ello, su tratamiento requiere la participación de numerosos
profesionales de diferentes disciplinas: Psiquiatría, Psicología, Medicina, Nutrición,
Enfermería, Farmacia, etcétera.
Es necesario continuar investigando y trabajando en el desarrollo de métodos de diagnóstico
más fiables, de métodos de realimentación más efectivos y de líneas de tratamiento
psicológico más eficaces y accesibles para la totalidad de los pacientes que padecen un TCA.
En el ámbito farmacológico, el avance de los estudios probablemente permitirá disponer de
más opciones para el tratamiento de los TCA y minimizar los efectos secundarios de los
fármacos que se utilizan actualmente.
Todavía son muy escasos los datos disponibles sobre el tratamiento de los TCA, lo que en gran
parte es debido a que los pacientes no aceptan que padecen una enfermedad y no acceden a
someterse a un tratamiento que les haga ganar peso.
Respecto a la AN, no se han publicado resultados concluyentes que avalen el uso de un
tratamiento específico, ni psicológico, ni farmacológico. Por el contrario, el tratamiento más
eficaz de la BN combina la psicoterapia y el tratamiento farmacológico con ISRS.
A pesar de que la fluoxetina es el único fármaco que ha sido autorizado para el tratamiento
de los TCA, la farmacoterapia sí es efectiva en el tratamiento de las comorbilidades
psiquiátricas asociadas a los TCA.

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