Beatriz Raso Esteban
Beatriz Raso Esteban
FACULTAD DE FARMACIA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Fecha: 22/07/2020
1 INTRODUCCIÓN................................................................................................................... 3
1.1 Antecedentes históricos ............................................................................................... 3
1.2 Definición y clasificación de los TCA.............................................................................. 3
1.2.1 Anorexia nerviosa ..................................................................................................... 4
1.2.2 Bulimia nerviosa ....................................................................................................... 5
1.3 Cuadro psicológico asociado a los TCA ......................................................................... 5
1.4 Etiopatogenia ............................................................................................................... 6
1.5 Epidemiología............................................................................................................... 6
2 OBJETIVOS........................................................................................................................... 7
3 MATERIAL Y MÉTODOS........................................................................................................ 7
4 RESULTADOS Y DISCUSIÓN.................................................................................................. 8
4.1 Tratamiento no farmacológico ................................................................................... 10
4.1.1 Normalización del peso y del estado nutricional.................................................. 10
4.1.2 Educación nutricional............................................................................................. 11
4.1.3 Establecimiento de líneas racionales de alimentación......................................... 12
4.1.4 Tratamiento de las complicaciones orgánicas asociadas ..................................... 12
4.1.5 Tratamiento psicológico......................................................................................... 13
4.2 Tratamiento farmacológico ........................................................................................ 14
4.2.1 Antidepresivos ........................................................................................................ 15
4.2.2 Antipsicóticos.......................................................................................................... 16
4.2.3 Antiepilépticos ........................................................................................................ 16
4.2.4 Benzodiazepinas ..................................................................................................... 17
4.2.5 Naltrexona............................................................................................................... 17
4.3 Resultados del tratamiento ........................................................................................ 17
5 CONCLUSIONES................................................................................................................. 18
6 BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................... 18
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RESUMEN / ABSTRACT
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por una alteración persistente
Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.
Eating disorders (ED) consist in a persistent disturbance of eating behaviour, which impacts
negatively in the patients’ health and in their psychosocial capabilities. The patients’ main goal
is to achieve and to maintain an ideal thinness. The most frequent diagnostic categories are
anorexia nervosa and bulimia nervosa. Although the aetiology is still unknown, it is assumed
to be multifactorial. Thus, the treatment must be multidisciplinary and must attend to the
personal traits of each patient. Even so, the basic pillars of the procedure are nutritional
approach, medical support, psychological treatment and familiar therapy. Pharmacologic
treatment is an adjuvant of psychological treatment. It is essential for the patient to regain
the appropriate weight to his stature and his age and to restore a normal nutritional status.
The patient must receive health education in order to remove dietary restrictions, binge
episodes and purgative behaviours, and to adopt healthier eating habits. Also, organic
disorders must be properly assessed and treated. Psychological and pharmacological
treatments are useful to approach the behavioural disturbances and the psychiatric
comorbidities associated to ED. Additional studies are needed to develop more reliable
diagnostic methods, more effective refeeding guidelines and more effective and accessible
psychological and pharmacological treatments to all patients suffering from ED.
Key words: “eating disorders“, “anorexia nervosa“, “dietary restriction”, “bulimia nervosa”, “binge
episode”, “purgative behaviours”, “treatment”.
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1 INTRODUCCIÓN
Durante siglos, el ayuno fue contemplado como una práctica mística de purificación del
cuerpo. En el año 1695, Richard Morton describió por primera vez un trastorno alimentario
que, a diferencia de otros estados de malnutrición, tenía su origen en una alteración del
sistema nervioso provocada por una gran tristeza y preocupación (3). En 1868, sir William Gull
acuñó el término “anorexia nervosa” para describir un cuadro patológico “de causa mental o
histérica” observado en mujeres jóvenes que se caracterizaba por una severa emaciación y
por un intenso miedo a comer (4). Simultáneamente, Charles Laségue observó la relación de
esta enfermedad con conflictos familiares en entornos de alta exigencia, frustraciones en la
transición de la adolescencia a la edad adulta o el bloqueo de las oportunidades educativas y
profesionales al que se enfrentaban especialmente las mujeres (5).
Ya en el siglo XX, tras la aparición de la psiquiatría como especialidad médica, Hilde Bruch
resaltó la influencia de las relaciones familiares, diferenciando los TCA de la esquizofrenia por
ese rasgo de rechazo al alimento como modo de adquirir autonomía y control del propio
cuerpo (6). Por el contrario, Arthur Crisp propuso que los TCA aparecían fundamentalmente
en la pubertad para evitar la maduración, la sexualidad y la expectativa de separación del
entorno familiar (7). Por su parte, Mara Selvini Pazzollini coincide con Bruch en cuanto a la
influencia familiar y con Crisp en que los cambios corporales para las pacientes son
abrumadores, denominando a estas dolencias paranoias intrapersonales y situándolas a
medio camino entre la esquizofrenia y la depresión (8).
-3-
Tabla 1: Clasificación de los TCA según los principales manuales de clasificación diagnóstica (9-11)
Por un lado, para el DSM-IV-TR (9), los criterios diagnósticos fundamentales de la anorexia
nerviosa (AN) son el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, el miedo intenso a
ganar peso, la alteración significativa de la percepción de la forma o el tamaño del cuerpo y,
en mujeres, la amenorrea. Por otro lado, en el DSM-V (10) se explica que las tres
características diagnósticas de la AN son la restricción persistente de la ingesta energética, el
miedo intenso a ganar peso o a engordar (o un comportamiento persistente que interfiere
con el aumento de peso) y la alteración de la forma de percibir el peso y la constitución
propios. Atendiendo al CIE-11, se puede decir que la AN es un "trastorno caracterizado por la
presencia de una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el mismo enfermo"
(11). La pérdida de peso inducida y mantenida por el paciente conduce a un estado de
malnutrición progresivo que puede llegar a poner en peligro su vida (12,13).
En resumen, la AN se caracteriza por la restricción excesiva de la ingesta de alimentos en
relación con los requerimientos nutricionales, lo que determina un peso corporal
significativamente bajo para la edad, la talla y el estado de salud del individuo (2).
Además, los pacientes presentan rasgos psicopatológicos peculiares: el rechazo a mantener el
peso corporal dentro del rango adecuado a la talla y la edad, la negación del peligro que
comporta el bajo peso corporal, la distorsión de la percepción de la imagen corporal, la
influencia excesiva del aspecto corporal en la autoevaluación, la falta de conciencia de
enfermedad y el temor extremo al aumento de peso (3,12,14).
Se han descrito dos subtipos de AN: restrictivo y purgativo (15). El tipo restrictivo se
caracteriza por la extrema restricción en el consumo de alimentos y, a menudo, el ejercicio
físico excesivo. En el tipo purgativo, los pacientes desarrollan conductas compensatorias
inapropiadas, como el vómito o el abuso de laxantes y diuréticos.
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Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.
Figura 1. Porcentaje de la población que padece TCA. Esta proporción se ha estandarizado por edad, asumiendo una estructura
de edad constante para comparar la prevalencia entre países y a través del tiempo. Las cifras intentan proporcionar una
estimación real (más allá del diagnóstico informado) de la prevalencia del trastorno alimentario basada en datos médicos,
epidemiológicos, encuestas y modelos de meta-regresión (16).
Para el DSM-IV-TR (9), los principales criterios diagnósticos de la bulimia nerviosa (BN) son
dos: los atracones y el empleo de métodos compensatorios inadecuados para evitar el
aumento de peso. Se define atracón como la ingesta excesiva de alimentos durante un corto
periodo de tiempo, al menos de 2 horas, en cantidad superior a la que la mayoría de las
personas ingerirían en un tiempo similar y en las mismas circunstancias, existiendo una
sensación de pérdida de control sobre la ingesta de alimentos (1,2). Sin embargo, el DSM-V
(10) establece que son tres las principales características diagnósticas: los episodios
recurrentes de atracones, los comportamientos compensatorios inapropiados para evitar el
aumento de peso y la autoevaluación que se ve influida indebidamente por el peso. Los
métodos compensatorios empleados por individuos que padecen BN se conocen como
comportamientos de purga o purgas. Dentro de esta denominación se encuentran métodos
como el vómito o el abuso de laxantes o diuréticos. Los episodios de atracones y conductas
compensatorias tienen lugar, como promedio, una vez por semana durante al menos 3 meses.
De acuerdo con el CIE-11 (11), la BN se refiere a la repetición de episodios caracterizados por
la ingesta excesiva de alimentos, a la que se añade una preocupación desmesurada por el
control del peso corporal.
A diferencia de la AN, la BN no implica necesariamente cambios en el peso corporal. Los
pacientes pueden presentar bajo peso, normopeso o sobrepeso. Además, los atracones se
suelen producir en secreto y, por vergüenza y/o culpabilidad, los pacientes no buscan ayuda
hasta que la enfermedad está muy avanzada. Todo ello provoca que la BN sea un trastorno
difícil de detectar (13).
El cuadro psicológico asociado a los TCA se caracteriza por ansiedad, trastornos obsesivos,
distorsión cognitiva, depresión, baja autoestima y falta de autocontrol (17).
-5-
Los trastornos de ansiedad constituyen la comorbilidad psiquiátrica más frecuente
asociada a los TCA (18) y suelen preceder a la aparición del trastorno, por lo que se han
considerado un factor que predispone su desarrollo (14,18). En la AN, la ansiedad
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aumenta en el momento en el que el paciente tiene que enfrentarse a las comidas (17),
mientras que la restricción alimentaria y la disminución de la ingesta calórica diaria la
reducen (14). En la BN, el estado de ansiedad se manifiesta con mayor intensidad justo
antes del atracón. En cualquier caso, la frustración de no conseguir un “cuerpo perfecto”
potencia esta comorbilidad, que puede llegar a ser incapacitante (17).
Los pacientes con TCA manifiestan una obsesión excesiva con la comida, el peso y la
imagen corporal, que puede llegar a alcanzar niveles irracionales en la AN (13).
La percepción distorsionada de la imagen corporal se manifiesta en ambas patologías,
aunque con más frecuencia en la AN, agravándose conforme disminuye el peso (17).
El cuadro depresivo cursa con tristeza y cambios en el carácter del paciente. En los casos
más graves, culmina con intentos de autolisis, particularmente frecuentes en la BN (17).
Los pacientes tienen muy baja autoestima. Su objetivo principal es asemejarse a los
modelos que aparecen en los anuncios publicitarios, ya que piensan que van a ser más
aceptados por la sociedad y más amados si tienen un cuerpo perfecto, que es lo que
pretenden conseguir con la pérdida de peso (19).
La falta de autocontrol se manifiesta en la BN con los episodios de atracones, aunque
también se asocia a una conducta impulsiva que puede conducir a cleptomanía, consumo
de tóxicos, promiscuidad, ludopatía, etcétera (20).
1.4 Etiopatogenia
Aunque la etiología de los TCA no se conoce bien a día de hoy, se asume que es de carácter
multifactorial, con participación de factores genéticos, psicológicos, biológicos, familiares y
socioculturales (2). En la actualidad, la incidencia de las diferentes causas aún no está
determinada con claridad en la literatura científica, cuestión que dificulta su tratamiento (21).
Algunos antecedentes de riesgo comunes en los pacientes con TCA son la obesidad en la
infancia-adolescencia, la inseguridad, la preocupación excesiva por el peso, la obsesión por un
cuerpo delgado, la realización previa de una dieta, el temor a la marginación social,
experiencias de exclusión social, antecedentes familiares de TCA, trastornos emocionales, la
ansiedad social, el distrés sociofamiliar y abusos sexuales en la infancia (2,3).
1.5 Epidemiología
En las últimas décadas, estas patologías han adquirido una gran relevancia sociosanitaria
debido a sus altas tasas de morbi-mortalidad (21), siendo la AN el trastorno psiquiátrico con
la mayor tasa de mortalidad (22), y a su elevada prevalencia entre jóvenes y adolescentes en
los países desarrollados (21).
Son más frecuentes en mujeres jóvenes y suelen iniciarse durante la adolescencia, en torno a
los 15 años (2). Los TCA se encuentran entre las tres enfermedades psiquiátricas más
frecuentes en mujeres jóvenes y constituyen la tercera enfermedad crónica en las
adolescentes tras la obesidad y el asma (2,13).
-6-
En general, las estimaciones sobre la incidencia y la prevalencia de los TCA varían según la
población estudiada (edad y sexo) y las herramientas de evaluación (23,24). Además, la
mayoría de estudios cuentan con serias dificultades metodológicas que pueden infravalorar
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su prevalencia real (24), de ahí que sea necesario realizar una revisión sistemática que valore
no solo la situación actual, sino también la heterogeneidad y la calidad de los estudios
publicados hasta la fecha. En España, los estudios realizados estiman una prevalencia del 0,14
al 0,9 % para la AN, del 0,41 al 2,9 % para la BN y del 2,76 al 5,3 % para los TCANE, pero la
heterogeneidad de los resultados y la diversidad de herramientas usadas para su evaluación
sugieren que debemos interpretar los datos con cautela (24,26,27).
Los TCA son enfermedades infradiagnosticadas por varias razones: la falta de tiempo en
atención primaria para realizar una evaluación exhaustiva de los pacientes para la detección
precoz del trastorno, el reducido número de profesionales especializados en su diagnóstico y
tratamiento, las escasas medidas de prevención primaria dirigidas a reducir la exposición de
los grupos de población más vulnerables a los factores de riesgo socioculturales, la baja
asistencia de los adolescentes al centro de salud, la falta de conciencia de enfermedad y la
infravaloración de las complicaciones que puede provocar (13).
Así, el diagnóstico tardío de los TCA conduce a un mayor grado de morbilidad y a un pronóstico
más grave (13). Además, sin el tratamiento adecuado, pueden adquirir un curso clínico de
carácter crónico e incapacitante (2), con devastadoras y, a veces, irreversibles consecuencias
médicas, conductuales y emocionales (28).
2 OBJETIVOS
3 MATERIAL Y MÉTODOS
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En las intervenciones sucesivas y en función de la gravedad del paciente, se efectuarán
valoraciones periódicas de las complicaciones médicas asociadas y el seguimiento de la
comorbilidades psiquiátricas (3,18).
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Los criterios habituales de ingreso en HDTCA suelen ser (2,13):
Transición hacia el abordaje ambulatorio tras el ingreso hospitalario.
Fracaso del tratamiento ambulatorio.
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Al inicio del tratamiento, profesionales especializados en el abordaje de los TCA tienen que
tratar con el paciente con el objetivo de concienciarle de su enfermedad, de que colabore en
su recuperación (13) y de que se responsabilice de su peso y de su alimentación (19).
Existen particularidades en el plan nutricional según el TCA y la situación clínica del paciente
(2).
En pacientes con bajo peso, se debe promover la recuperación de un peso y un estado
nutricional adecuados, siempre bajo estrecha supervisión médica y con corrección de
electrolitos para evitar la aparición del síndrome de realimentación en pacientes
severamente desnutridos (2).
Si existen alteraciones electrolíticas como consecuencia de los vómitos y del abuso de
laxantes y diuréticos, la eliminación de dichas conductas purgativas generalmente es
suficiente para recuperar el equilibrio electrolítico. En un pequeño número de casos, será
necesaria la administración oral de los electrolitos deficitarios para recuperar unos niveles
plasmáticos normales (13).
Si los pacientes presentan excesivo peso, se debe fomentar un cambio saludable de los
hábitos alimentarios y del estilo de vida. La cirugía bariátrica está contraindicada en el
tratamiento de la BN (2).
Habitualmente, durante el ingreso hospitalario, el tipo de alimentación será oral y,
excepcionalmente, se utilizará la nutrición artificial (NA). La NA engloba aquellas modalidades
de nutrición (oral, enteral y parenteral) cuyo objetivo es cubrir las necesidades del organismo
cuando no es posible o se hace de forma insuficiente a través de alimentos de consumo
ordinario (2). Antes de iniciar la NA, hay que tratar de convencer al paciente de los beneficios
de la alimentación normal por vía oral (13).
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El empleo de la NA debe estar acompañado de un tratamiento psicoterapéutico y nutricional
completo y la duración debe ser aclarada y pactada con el paciente previamente (2).
La NA se debe indicar de forma escalonada, comenzando con los suplementos nutricionales
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El plan nutricional debe contemplar no solo el consejo dietético individualizado que garantice
un adecuado estado nutricional, sino que debe buscar educar al paciente. Para ello, hay que
proporcionar la información nutricional necesaria que le permita adoptar voluntariamente
hábitos alimentarios que fomenten la salud y el bienestar, el cese de la restricción alimentaria,
los atracones y los comportamientos de purga, y la práctica de ejercicio físico saludable (2).
En lo que respecta a la AN, la educación nutricional persigue mejorar la actitud y el
comportamiento en relación con la comida, alcanzar una mejora en el patrón alimentario,
aclarar mitos y favorecer con todos estos cambios la recuperación del estado nutricional (2).
En la BN, el primer paso será conseguir una razonable organización de las comidas,
centrándose en marcar tiempos y horarios, evitando en todo caso periodos largos de ayuno
(2).
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En muchos casos, la educación nutricional debe hacerse extensiva a las familias, ya que mejora
la eficacia de las intervenciones educativas al facilitar la aplicación práctica y la adhesión de
todos los miembros a los nuevos modelos conductuales propuestos (2).
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Tanto a nivel ambulatorio como a nivel hospitalario, se realizarán las comidas programadas
por el dietista según la situación clínica del paciente y siempre siguiendo una dieta variada y
equilibrada (12,20). Además, se pondrá especial atención en evitar que los pacientes se salten
alguna toma (20) y en minimizar y eliminar la restricción alimentaria, los atracones y los
comportamientos de purga (2). El paciente tiene que participar activamente y
responsabilizarse de su tratamiento, no ser un espectador pasivo (19).
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A nivel hematológico, los pacientes con AN pueden padecer diferentes citopenias, siendo
las más frecuentes la anemia y la leucopenia (hasta en el 50% de los pacientes con AN)
(2).
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vez de seguir un plan establecido por el terapeuta, participan activamente en el tratamiento
de su familiar, toman conciencia de lo que supone la enfermedad y son capaces de manejar
la ambivalencia y los sentimientos de culpa del adolescente (18,32). También se motivará a
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4.2.1 Antidepresivos
4.2.2 Antipsicóticos
Ante la inanición, puede producirse una autofagia de proteínas musculares que conduce a una
hiperproducción de neurotransmisores, como la dopamina, que contribuyen a la agitación. Al
bloquear los receptores dopaminérgicos, los antipsicóticos favorecen el restablecimiento del
equilibrio de la neurotransmisión cerebral y la normalización de la ingesta (12).
El uso de fármacos antipsicóticos, asociados habitualmente a ISRS y en régimen hospitalario,
se justifica en los cuadros de AN que cursen con hiperactividad, agitación, ansiedad o con
ideas delirantes (12,20).
Considerando el perfil de efectos secundarios de los antipsicóticos clásicos –haloperidol,
pimozida, sulpirida y clorpromazina– y las escasas pruebas de su eficacia, se ha desestimado
su uso rutinario en este tipo de pacientes (22).
Respecto a la administración de los antipsicóticos atípicos, se han publicado datos
contradictorios en cuanto a que produzca un aumento significativo del IMC frente a placebo
(30,38), por lo que es necesario un estudio más exhaustivo en el futuro (39). En cualquier caso,
la combinación de olanzapina + ISRS sí ha demostrado una mejora significativa del cuadro
depresivo (30,39), mientras que la combinación de aripiprazol + ISRS ha demostrado una
mejora significativa de la sintomatología obsesivo-compulsiva (39), comparando ambos casos
con el tratamiento con ISRS en monoterapia.
Además, los antipsicóticos atípicos tienen un perfil de efectos secundarios mucho más
favorable que los antipsicóticos clásicos, entre ellos la estimulación del apetito (15), por lo que
se presentan como fármacos útiles en el tratamiento de la AN (12,22).
A pesar de ello, no se consideran un tratamiento de elección de la AN porque algunos de sus
efectos adversos, como los efectos extrapiramidales, el síndrome neuroléptico maligno o la
prolongación del intervalo QT, pueden ser peligrosos para individuos tan frágiles como son los
pacientes anoréxicos debido a la malnutrición, al bajo peso y a las alteraciones electrolíticas
(34).
4.2.3 Antiepilépticos
Los fármacos antiepilépticos han demostrado ser útiles en el tratamiento de varias de las
comorbilidades psiquiátricas asociadas a los TCA, como el trastorno bipolar, la ansiedad,
desórdenes de la personalidad y el abuso de sustancias. Además, muchos fármacos con acción
antiepiléptica interaccionan con diferentes sistemas neuronales implicados en la regulación
del apetito y del peso corporal, como los sistemas glutamatérgico, GABAérgico,
serotoninérgico, dopaminérgico y el neuropéptido Y (34).
El topiramato podría considerarse en el tratamiento de la BN, ya que reduce la frecuencia de
los episodios de atracones y conductas purgantes, y promueve la pérdida de peso corporal
(19). Los efectos adversos más frecuentes del topiramato son confusión, parestesias, fatiga y
falta de concentración (22,34).
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4.2.4 Benzodiazepinas
Se puede administrar de forma puntual clorazepato (50-100 mg/día), diazepam (30 mg/día) o
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alprazolam (dosis según peso y estado clínico) para tratar la sintomatología ansiosa y como
hipnóticos en ambas patologías (12,19,20).
4.2.5 Naltrexona
Desde que en la década de los setenta se descubrieron los péptidos opioides endógenos y
algunos de sus receptores, este sistema de modulación del sistema nervioso central se ha
implicado en la patogénesis de diversas enfermedades psiquiátricas, ente ellas los TCA (1).
Por ello, se ha planteado la consideración de los TCA como una variedad de trastorno adictivo.
En este caso, no se trataría de una adicción a la sustancia (alimento), sino de una “adicción
comportamental”, entendida como un trastorno de dependencia a actividades humanas no
relacionadas con la ingesta de sustancias. Los elementos comunes del atracón en la BN y de
la restricción alimentaria en la AN con las conductas adictivas serían a) malestar cuando no
puede realizarse, b) “incapacidad” para reducir o controlar su realización, c) dedicación de
mucho tiempo a la fase de planificación, d) frecuente interferencia con otras actividades
(psicológicas, académicas, laborales y sociales) y e) mantenimiento de dichas conductas a
pesar de que el individuo conoce e, incluso, teme sus consecuencias negativas (3).
Los receptores opioides mu (µ) están implicados en el mecanismo del control del apetito,
particularmente en la experiencia placentera asociada al consumo de comida. En modelos
animales de atracón, los antagonistas selectivos del receptor mu suprimen el consumo de
comida. En humanos, los antagonistas no selectivos de los receptores opioides reducen la
ingesta, particularmente de comidas suculentas y provocan pérdida de peso a corto plazo (40).
La naltrexona es un antagonista opiáceo cuya administración ha demostrado una reducción
significativa de los episodios atracón-purgación en pacientes bulímicos en dosis de 100 mg/día
durante 6 semanas (12,20) y de las conductas purgativas en pacientes anoréxicos en dosis
altas (200-300 mg/día) (1,22), aunque la administración de dosis tan elevadas puede producir
hepatotoxicidad (12).
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económico de los TCA y sus comorbilidades, así como su repercusión en el entorno familiar y
en la calidad de vida son muy elevados (2).
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5 CONCLUSIONES
Los TCA son enfermedades psicopatológicas que cursan con comorbilidades físicas y
psiquiátricas graves. Por ello, su tratamiento requiere la participación de numerosos
profesionales de diferentes disciplinas: Psiquiatría, Psicología, Medicina, Nutrición,
Enfermería, Farmacia, etcétera.
Es necesario continuar investigando y trabajando en el desarrollo de métodos de diagnóstico
más fiables, de métodos de realimentación más efectivos y de líneas de tratamiento
psicológico más eficaces y accesibles para la totalidad de los pacientes que padecen un TCA.
En el ámbito farmacológico, el avance de los estudios probablemente permitirá disponer de
más opciones para el tratamiento de los TCA y minimizar los efectos secundarios de los
fármacos que se utilizan actualmente.
Todavía son muy escasos los datos disponibles sobre el tratamiento de los TCA, lo que en gran
parte es debido a que los pacientes no aceptan que padecen una enfermedad y no acceden a
someterse a un tratamiento que les haga ganar peso.
Respecto a la AN, no se han publicado resultados concluyentes que avalen el uso de un
tratamiento específico, ni psicológico, ni farmacológico. Por el contrario, el tratamiento más
eficaz de la BN combina la psicoterapia y el tratamiento farmacológico con ISRS.
A pesar de que la fluoxetina es el único fármaco que ha sido autorizado para el tratamiento
de los TCA, la farmacoterapia sí es efectiva en el tratamiento de las comorbilidades
psiquiátricas asociadas a los TCA.
6 BIBLIOGRAFÍA
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Este trabajo tiene una finalidad docente. La Facultad de Farmacia y el/la Tutor/a no se hacen responsables de la información contenida en el mismo.
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