La Heroica Paysandu Carlos Gomez Gallo Uruguay 1988

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PRITER PREMrc EilSAYO

I988

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CARLOS GOMEZ GALLC

PRIMER PREMIO ENSAYO


19BB

La Heroica

Montevideo

t#, a+i ::*,

Asociación Escritores del lnterior


a nn[o,

a AL cENTRo PRoTECCToN Dr cHore-


RES EN LA PERSONA DE SU PRESIDEN.
TE SR. OHAMIES KOTOCIAN.

. A LOS FUNCIONARIOS.COMPAÑEROS
DE SU TALLER CRAFICO.

O A LA ASOCIACION DE ESCRITORES
DEL INTERIOR, POR SU PER,VIANENTE
APOYO Y ESTIMULO AL ESCRITOR NA-
CIONAL A LO LARCO DE SUS 25 AÑOS
DE EXISTENCIA.

-5-
a Cunt Lcwl.rrrr"

CARLOS COMEZ CALLO, escritor nacido en Monte-


video.
Libros publicados: Poemario de "POETAS DE AQUI Y
DE AHORA" editado en la Rep. Argentina en 1976.
Ensayo "ARTICAS-SAN MARTIN", editado en 1978 tam-
bién en la Rep. Argentina.
Colabora en forma cooperativa, junto a -15 escritores uru-
guayos en la edición de "URUGUAY NARRATIVA" (4.E.
D.l.) con el trabajo ensavístico "SEÑOR DE LA PAMPA:
NUESTRO CAUCHO ORIENTAL" (1986), que mereció el
''ler, Premio en su categoría en el Certamen Literario
de la referida Asociación.
Obtiene por 2da. vez consecutiva el 'ler. Premio en la
misma categoría (1988) con el presente trabajo "LA HE-
ROICA" en el certamen literario organizado por la mis-
ma Asociación.
En la actualidad comienza a incursionar en otros rubros
(cuento y poesía).
Fueron seleccionados 2 cuentos para ser publicados en
una edición auspiciada por el lnstituto del Libro, ya en
circulación.
Incursionará en "URUCUAY-POESIA 1989" con 7 poemas
de su nueva etapa literaria.
Entre Ios premios ya mencionados cabe agregar lvlención
de Honor por Ensayo titulado: "SANCRE DE UN MISMO
PUEBLO" en el Certamen Literario Círculo Correntino
Rep. Argentina (1977). -
Obtiene por 3? vez consecutiva (1989), el 1er. Premio en
Cat, Ensayo en Certamen organizado por AEDI.
Se hace acreedor al 2s Premio en Poesía en el Certamen
organizado por el grupo literario I.D.E.A.L. del Dpto. de
Maldonado.

-:6..-
a
a ro L ogc
La historia, con slr mutuo entend.imiento
en el destino del hombre, encuentra una de
sus mejores erpresiones, en el ensayo "LA
HEROICA".
Su autor, Carlos Gómee Gallo, nos con-
duce al pujante episodio, donde traspasa eL
pasado y al mismo tiempo, a las constantes
del poruenir. Los hechos se Dan desenaolaien-
do, con la fidelidad, de la acertada ambien-
tación, atento el autor, al lenouaje g a los
personajes, en ltna búsqueda REAL, enlazan
do las distinta.s alternatiaas con la conaicción
subyacente donde el quehacer histórico nun-
ca es VANO.
No hag una erclusión en eL sentido d,el
tnensaje, presentado con eleaada prestancía,
como si nada de lo sucedido se hubiera con-
sltmado, g toda la historia aolaiera a comen-
zar. EL sacrificio, unido a los altos ideales,
ett la mejor conxprensión de PATRIA.
Con un equilibrado andlisis ernocional,
aparecen los tintes dramdticos del hombre,
sus airtudes, sus fracasos. Nos compromete
su atmósfera; seguimos o esos hombres como
historia aiaa, lacerante g nuestra.
¿Cómo podrídrnos detenern'os?
Vamos conairtiéndonos en testigos.
Somos parte de La ciudad, donde sitiados
g sitiadores combaten, superando su d,rea geo-
grd,fica, pw'a penetrar en la aerdadera mística
del combate, y así como casi protagonistas
junto col?, s'u,s pobladores, recibimos las pri-
meras alboradas de la batalla.
Un rico medidor maneja Los acontecimien-
tos, eaadiéndose de la leyenda, se presentan,
con su airilidad, y coraje. Desde las descrip-
ciones, el wso de las imd,genes, y ajustado pa-
ralelistno, d,parece la raí¿ humanista que aflo-
?'o, en todo el relato.
En. torno de Leandro Gómez, La serenidad
del autor, le permite su oerdadera identidad.,
que le coruesponde en u,n retrato, mds alld
del clasicis¡no de las DIVISAS, en un mq,rco
atemparal, cualidad de héroe, eL sentido del
ser en, el tiempo esencial.
En todo el transcurrir del gran momento
Itistórieo, donde los pueblos por medio de sus
hontbres hablan, en el palpitar hur¿ano.
Este estimable aporte oaloriza al autor al
eaidenciar sus cualidades ensagísticas, en una
enxpresa literaria de empuje g lealtad.
Como culminación del mensaje, u,n senti-
do de conducción, en'uno, síntesis donde ubica
o,"LA HEROICA" en tlna historia que no se
detiene, sino continúa,
MIRTA BONILLA MONEGAL
-PROF.

-B-
{-n ll () .["[ ,ruLou
@ _l/
"go
El presente trabajo no ha sido escrito con
prctettsión de et'udiciótt ni de original inter-
pretación de los heclzos que en éL se relatan.
St¿ material de htformación procede de fuen-
tes éditas, alEunas muU, U otras mug poco o
ccsi nada conocidas.
Su propósito prioritario es dar a conocer
al público en general, algunos aspectos de la
santbría trama diplotn(tticd U política, en que
se urdió este luctuoso episodio de auasalla-
núento de nuestru soberanía nacional E su
denadada defensa, por un puñado de lúcidos
y auténticos patriotas.
El episodio posee notorias connotaciones
de actualidad, que no escapdrú.n al menos aai'
sado de los lectores. Sus causas g electos so?z
una constante de nuestra historia política y
ecanómica, toda ella signadl,, por una lucha
defenshsa contra los imperialismos tanto cer-
ca como lejanos de nuestras fronteras, si bien

-9-
en nuestra época, con u,na generalieada mio'
pía o complicidad con esos mismos imperia-
lismos.
La lucha sigue, igual o peor. Estas pd,ginas
desean serair de estímulo, esperanz,a e impul-
so, par& quienes en trances rnenos éruentos,
pero no rnenos graües que los aiaidos por Lean-
dro Gómez y los "Defensores de Paysandú"
continúan el combate contra los ene'inigos,
de fuera y de dentro, de nuestra soberanía
nacional.
C,G.G.

-10-
I

io-
ia-

UJ
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IS,
.t¿-
ti"
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tío
o S* *+"rc'Lc.cL
o APOYO PORTEÑO O MITRISTA

El episodio de la "Defensa de Paysandú" se


halla inse'rto en el curso de la revolución pro-
movida por el Cral. Venancio Flores, contra el
Pte. Bernardo P. Berro entre los años 1863 y
1865; y ésta tiene su más próximo antecedente
en los acontecimientos políticos ocurridos bajo
el gobierno inmediatamente anterior. El 19 de
marzo de 1856 había sido electo Pte. de la Re-
pública, Cabriel A. Pereira cuya candidatura sur-
giera de un pacto político celebrado cuatro me-
ses atrás entre los Crales. Venancio Flores y Ma-
nuel Oribe caudillos ambos de sus respectivos
partidos. La conducta posterior de Flores y Ori-
be habría de demostrar el grado de sinceridad
con que cada uno suscribiera aquel histórico
pacto, que parecería asegurar, tanto para el pre-
sente como para el futuro, la paz del país re-
clamada por la gran mayoría de la opinión pú-
blica. A las pocas semanas de ser elegido el
Pte. Pereira, el grupo de los "conservadores"
reinició sus actividades conspiradoras, lo que

f 1
- -
determinó el destierro a Buenos Aires de sus
cabecillas, entre los que se contaba el Cral. Cé-
sar Diaz en cuya casa celebraban sus reuniones
los conjurados. En tales circunstancias el Pte.
Pereira comprendió que se hallaba frente a dos
posibles soluciones: 19) dejar la marcha de Ia
política, librada a la influencia natural de los
partidos que buscaban su cauce 6 l9) presidir
con energía los acontecimientos e imponer la
política de "fusión" por decreto, conro un im-
perativo de su gobierno. Sus arraigadas ideas,
lo llevaron a seguir este canrino, y desde ese
momento Pereiia entró a dirigir con toda deci-
sión la política iniciada por el pacto de noviem-
bre/855, cuvos firmanies quedarían en conse-
cuencia desplazados. El propósito de éstos había
sido no inflr"rir en el gobierno; Oribe y Flores
aspiraban a apoyar su marcha. Pero no podían
despojarse del prestigio y de la influencia que
cada uno tenía en la opinión, la cual daba lugar
para que hacia ellos afluyese siempre una can-
tidad numerosa de ciudadanos.
Tanto Oribe en la Unión y Flores en cam-
paña, tenían su círculo que no era opositor al
gobierno, que le.ios de serlo Io apoyaba pero
que en lurgar de agruparse en su torno, lo hacía
alrededor de aquellas figuras. El Pte. Pereira tra-
tó entonces de desligarse de Ia tutela política
de ambos.
Casi todos los diarios de la época están con-
testes en que el mismo día de Ia elección, di-
rigió una carta polít¡ca a dichos Crales., pidién-

-12-
' :: r je declararan que ellos ¡ro to¡rrarían in-
:,li
- ':-: a algLtna en la marcha Bubernativa, y es-
!E_
:- r: acuerdo también en que Oribe respon-
. :rncretamente que no intervendría y en que
t --:.
i¡¡ r¡ostró r,aEluedades en su contestación,
.:-- unos, o no contestó absolutatrnénte, según
--: il prinier empuión debía darse, pues, con-
'a):
:r r.'= ra. Pocas horas después de la toma de po-
' ta ,. in del mando dictó u¡r decreto deiando sin
1l- '-= las medidas militares adoptadas en di-
' -lo
:^lbre del año anterior ), entre ellas, la Co-
--: €
:.ri-
-.rdancia de Armas que desempeñaba Flores.
- Cía siguiente se quiso paliar la destitr-rción
i:ll-
::e-
- el argumento de que el propio Flores había
:,¡rl
:'esentado renuncia con anterioridad. El rom-
: -:iento político estaba producido. Quedaba en
l:e s
: e Oribe. Estaba resuelto y era sólo cuestión
:e tiempo. Fue en tales circunstancias que el
'r.f f
l'al. Flores se dirigió al Pte. Pereira para anun-
..- : arle su propósito de alejarse de la República
. . a la Asamblea, solicitando la venia corres-
rondiente, para hacerlo atg!.to. a. qye decía, sus
tm- enemigos esparcen Ia posibilidad de ser agente
responsable de conmociones políticas, las que
al
traerían inconvenientes inmensos y desgracias a
3ro
Ia Patria. El Pte. contestó, que no le faltarían
cia qarantías para vivir en el país, y que las medi-
ra-
das adoptadas, por extraordinarias que fueran
ica no le afectarían a él personalmente. No obstan-
te estas seguridades, el Gral. Flores alejóse del
,n-
país luego de obtenida la venia correspondien-
ci-
te, dirigiéndose a Ia Argentina. El choque con
el Cral. Oribe se produio a raiz de las eleccio-
n-

-13-
nes parciales de senadores y representantes en
noviembre/856, en que aquél prestó su apoyo
personal a candidatos diferentes de las lislas ofi-
ciales. El Pte. Pereira estaba resuelto a inrponer
sus propios candidatos, para lo cual hab,ía cons-
tituido en torno suyo ur-l centro de opinión in-
tegrado por figuras de ambos partidos tradicio-
nales, que habría de servir de base a un partido
fundado al año siguiente con el nornbre .de
"Club de la Unión". En la vispera de los co-
micios, el gobierno notificó al Cral. Oribe que
se le "hacía responsable de cualquier alteración
del sosiego público" al tiempo que adoptaba
diversas medidas administrativas que habían de
asegurar, como así ocurrió, el triunfo de Ios can-
didatos "del pueblo y del Pte. de la Repúbli-
ca". A partir de entonces Oribe se alejó de la
escena política, retirándose a su quinta de Mi-
guilete donde Ie sorprendió la muerte el 12 de
noviembre de 1857, en vísperas de nuevas elec-
ciones grales. de Senadores y Representantes a
que los ciudadanos aprestábanse a intervenir rea-
grupados en nuevos partidos políticos. El pri-
mero en organizarse fue e,l antes mencionado
"Club de la Unión" partidario de la política "na-
cional y fusionista" del Pte. Pereira constituido
entre otros por: de las Carreras, Vázquez Sa-
gastume, Medina, Antuña, Joanicó Berro, Ir,4aga-
riños, Palomeque, Hordeñana, etc. Frente a él
se constituyó el "CIub de Ia Defensa" a instan-
cias de la propaganda desarrollada por Juan Car-
los Cómez desde las columnas de "EI Nacional"
donde al tiempo que atacaba violentamente al

-14-
n gobierno, intentaba la resurrección de antiguos
o revolucionarios, contrarios a la política de fu-
i- sión del Pte. Pereira, aunque no levantaban can-
didatura alguna. La lucha electoral hizo crisis
i- el 31 de octubre de 1857. Para el día siguiente
-de los
estaba anunciada una reunión pública
)- revolucionarios en el teatro San Felipe, la cual,
fue precedida de una violenta propaganda anti-
C gubernista desde "El Nacional", que buscaba os-
tensiblemente pronrover la revoluci§n antes de
e llevarse a cabo las elecciones. El gobierno, por
n decreto de aquella fecha, suscrito por los Mi-
ra nistros Joaquín Requena, Lorenzo Batlle y Carlos
C San Vicente, resolvió prohibir no solamente
t- aquella reunión sino "toda otra en que se Ie-
i_ vantase la bandera de cualquiera de los antiguos
partidos". Horas más tarde era aprehendido y
. desterrado a Buenos Aires, Juan Carlos Cómez,
: junto con otros varios ciudadanos del grupo
.- "conservador". A ellos habría de unírsele pocas
a semanas después el Cral. César Díaz, quien vuel-
l- to a la patria luego de su destierro en marzo
del año anterior, habÍa reanudado sus activida-
des revolucionarias contra el gobierno de Pe-
reira, siendo objeto de nueva expatriación a
Buenos Aires, a mediados de diciembre/857 jun-
to a varios jefes y oficiales y redactores de dia-
rios de Ia oposición. Entre estos elementos,
constituyóse en la vecina orilla, un centro de
actividades revolucionarias contra el Pte. Perei-
ra, cuyos traba.ios en tal sentido, serían apoya-
dos por los adictos al nuevo Cobernador de
Buenos Aires don Valentín Alsina, organizados

-15-
en un partido llamado "liberal". A éste-partido
hallábase intimamente ligado Juan Carlos Có-
mez, quien desde las columnas de "La Tribuna''
bonaerense había sido pocos meses antes dc
su venida a Montevideo, factor fundamental del
triunfo del referido gobernador'. No extraña en-
tonces/ que el propio gobierno cle Buenos Air
rcs no se diera por entelrado de Ios traLrajos
revolucionarios de los exiliados orientales, cuyo
jefe militar e¡'a el Cral. Díaz 1, Juan Carlos Có-
mez su mentor intelectr-rai. Era tan pública y
notoria esta tolerancia de las autoridades bona-
erenses con dichos trabajos que pocos días an-
tes de partir de aquella ciudad la expedicióir
encabezada por César Díaz nuestra cancillería
había denunciado al Cónsul argentino en lr4on-
tevideo los preparativos rer¡olucionarios en to-
dos sus detalles. "lnvocanclo la notoriedad de
esa ayuda, expresa Acevedo, el gobierno de Pe-
reira cerró los puertos orientales a las proce-
dencias de Buenos Aires, y se dirigió a las Can-
cillerías de Brasil y de Ia Confederación Argen-
tina (presidida por Urquiza), para requerirles el
cumplimiento de los tratados de 1B2B y 1856,
obteniendo que ambos gobiernos, en
-decía no
su mensaie a la asamblea-, se apresuraran
solo a ofrecer, sino a poner en práctica e in-
mediatamente a su disposición/ numerosos ele-
mentos bélicos de toda especie, capaces de con-
currir en un momento dado y de una manera
eficaz al aniquilamiento de aquella rebelión van-
dálica, imprudentemente fomentada, organizada
v auxiliada, por elementos venidos de Buenos
,Aires. La Expedición de César Díaz epilogó trá-

16 *
-
o gicamente en el paso de Quinteros el 28 de
enero de 1B5B con sacrificio de las vidas de sus
jefes y oficiales luego de su derrota, conjunta-
mente con un centenar y medio de soldados.
Y fué precisamente Ia bandera levantada cinco
años más tarde por el Cral. Flores al iniciar, en
abril de 1863, su revolución contra el Presidente
S Berro: combatir a los que haLrían "aplaudido
) o continuado Ios escándalos originarios de Ia
bárbara hecatombe de Quinteros". ¿Y cual ha-
bía sido la actitud de Flores cuando ocurrieron
estos sucesos? Retirado en Entre Ríos, regresó
inopinadamente a Montevideo, al producirse la
mt¡erte de Oribe en noviembre de 1857. Se
hallaba al servicio del gobienro cle Buenos Aires
en su lucha contra la Confederación Argentina,
cuya presidencia ejercía el general Urquiza; en
tales circunstancias cúpole al guerrillero oriental
una principalísima actuación en las batallas de
Cepeda (23 de octubre de 1859) y de Pavón
fi7 de setiembre de 1861) junto al Cral. Mitre
de Cuerra primero, y gobernador des-
-ministro
pués, de la Provincia de Buenos Aires-, quien
mandaba las tropas de esta última en ambas
acciones. La victoria de Pavón obtenida por Mi-
tre sobre las fuerzas de Urquiza/ en la que Flores
tuvo decisiva participación, exaltó a aquél al go-
bierno nacional; y selló la estrecha colaboración
personal entre el mandatario argentino y el iefe
oriental, que habría de tener hondas repercu-
siones en la vida política de nuestro país en
los años inmediatos. Un año y medio después
del desenlace de la guerra civil argentina el Cral.
Flores invadía nuestro territorio,-el 19 de abril

-17-
de 1863, en arrrras contra el gobierno det Pte.
D. Bernardo P. Berro iniciando así Ia llamada
"Cruzada Libertadora". ¿Cual podía ser el pro-
grama de la invasión contra un gobierno que
respetaba todos los derechos, que impulsaba vi-
gorosamente el desarrollo de todas las fuentes
de la producción nacional, y que administraba
los caudales públicos con una escrupulosidad
jamás igualada En su proclama del 20 de abril
de 1863 formulaba así el Gral. Flores su único
capítulo de agravios contra el gobierno de Be-
rro: "Las puertas de la patria que os había ce-
" rrado la tiranía, se han abierto y vamos a li-
" be:'ar a r'!uestros compairiotas de los vejárnenes
" que sufren. Nos hemos armado en su suelo
" para combatir al gobierno de los déspotas que
" vencidos, siempre han aplaudido y continua-
" do los escánda-los originados en la hecatombe
" de Quinteros". Era pués, una revolución sin
programa político concreto, con predominante
acento partidario v revanchista. Esta guerra ci-
vil entre orientales, estaba destinada a conver-
tirse en un conflicto internacional por la con-
mixtión de intereses políticos de la Argentina
y del Brasil. Desde un principio contó con el
indisimulado apoyo moral y material del círculo
político y oficial del presidente argentino Cral.
Mitre, así corno de Ias autoridades brasileñas de
Río Grande, Io que promoviera no pocos graves
incidentes diplomáticos entre nuestro gobierno
y el de Ios países limítrofes. Finalmente Ia in-
tervención oficial armada del Imperio de Brasil
en nuestro territorio, sin declaración formal de

-18-
r,:::r,
:-.:,cralno
i-iizo sino confirmar el carácter inter.
q!-¡e tlrvo de un principio la lucha ar-
^-,..:la ei-l sueio oriental; dicha intervención vino
-. :i',.cirlii' ei triunfo de la revolució¡r florista/ se-
:-:¡clo Iuego el gobierno imperial con el jefe
-:,,clucionario un pacto de vencedores, Iesivo
, : nuestra. sotreranía y de nuestros intereses
^:ciona!es. Es.hoy cuestión admitirja sin mayo*
-:. ciscrepa.ncias, el apo\/o prestado a Ia revo-
.:ción de Flores por el círcuio po!ítico del Pte.
lerieral Bartolomé lvlit:"e su antiguo cama-
-aCa de armas en los campos - de Cepeda y de
:¿r'ón. No obstante la política de estricta neu-
.:alidad seguida por el presidente Berro frente
:.i desarrollo de la última guerra civil en la Ar-
¡entina epilogada en Ios carnpos de Pavón. De
aigún tiempo antes de la invasión de Flores, la
D:ensa de Bs. As. en su mayoría-
no cesaba de señala¡' -unitaria
la connrixtión de intereses
entre los partidos políticos de aquende y allerrde
el río. De lo expuesto se infiere que para la
prelrsa oficial bonaerense, u oficiosa de enton-
ces, la revolución de Flores era un episodio de
Ia historia argentina, mejor diríasros de las Pro-
vincias Unidas cuya reconstrucción se ha visto,
formaba parte de los sueños más o menos utó-
picos de Ia época, como fueran tamt:ién las am-
biciones más o menos desemb,ozadas del fede-
ralismo rosista veinte años atrás. Esc explica el
apoyo moral y materia-l prestado por autoridades
oficiales de Buenos Aires y del litoral argentino
a la revolución florista, denunciado en su mo-
mento por el gobierno o¡"iental y posteriormen-

-19*
te reconocido y 66¡lesado por algunos de los
más destacados actores de entonces pertenecien-
tes al círculo político y gubernamental del pre-
sidente Mitre. Pero, para quien conozca Ia lris-
toria de ambos países platenses en casi el trans-
curso del siglo pasado, el hecho no puede ser
motivo ni de asombro ni de recriminación: con
ligeras variantes se repite en casi todas las re-
voluciones orientales preparadas en suelo ar-
gentino, desde la promovida por Lavalleja en
1834 contra el presidente trlivera, hasta la del
Quebracho de 1886 contra el presidente S'antos.
Es, así bien se mira, el efecto continuado de
la empresa histórica que por espacio'de casi
medio siglo habían conrpartido argentinos y
orientales. Por obra de un encadenamiento na-
tural e ineluctable de los hechos, la revolución
florista, se vió sobrepujada a poco de su ini-
ciación por nuevas interferencias extranjeras que
habrían de desembocar, al cabo de dos años
en la más sangrienta lucha entre naciones arne-
ricanas habida hasta el presente: la "guerra del
Paraguay" (1865-1870). Un mes antes de la in-
vasión de FIores, tres respetables estancieros
brasileños de Salto, Francisco Modesto
-dony don Paulo Vicca-
Franco, don Ma¡ruel Vicca
se dirigieron al general Diego Lamas, coman-
dante nrilitar al norte del río Negro, y a la le-
gación imperial en lr4ontevideo denunciándoles
I=a existencia en Río Crande, sobre el lbicuí, de
grupos armados compuestos de orientales y bra-
sileños. Agregaban que según algunos de los
rumores circulantes, esos grupos se disponían

--20*
. emprender una "california" o robci general de
::lados, y según otros a reunirse con el Cral.
: ,f res¡ a quien esperaban por momentos. La can-
: ,lería oriental se apresuró a trasmitir la de-
^rnciá a la legación del Brasil, por ésta, luego
I
r: recabar informes del brigadier Canavarro (co-
^:andante brasileño de la frontera del Quara-
-im), declaró que no había tales reuniones en
a frontera. Quince días después se producía,
. n embargo, el denunciado avance de los gru-
:cs fronterizos y nuestra cancillería vclvía a di-
-,girse a Ia legación para adjuntarles las nuevas
:enuncias. No obstante las mismas, concretas,
ie los tres estancieros brasileños trasmitida a
a legación en su nota- la invasión se
c:odujo, y no-decía
solo a través de la parte despo-
clada de la frontera, sino, desde la misma plaza
cública de Uruguayana, donde los invasores se
reunían públicamente. Dándose la mano esos
grupos con los de Corrientes, provincia argen-
tina, salvaron el Uruguay para caer juntos sobre
el territorio oriental, se apoderaron violenta-
mente, a manera de salteadores/ de los pueblos
de Santa Rosa y San Eugenio. Ya al formular
su protesta/ llamó la atención el gobierno orien-
tal acerca del poco crédito que debían merecer
los informes del brigadier Canavarro, sino con-
nivente, al menos criminalmente tolerante. No
se trataba de un salteamiento aislado. También
en Santa Ana, dentro de la jurisdicción del bri-
gadier Canavarro, se organizaban por militares
brasileños, grupos invasores, sin que se hiciera

-21 -
sent¡r de parte de las autoridades, medidas efi-
caces de neutralidad.
Las fuerzas a las que se refería nuestra can-
cillería en sus notas eran las de los coroneles
Fauto Aguilar y Simón Martínez, procedentes de
Monte Caseros y Uruguayana, y las del sargento
mayor del ejército brasileño Pedro Píriz y ca-
pitán Elías Fernández, organizadas en Santa Ana
bajo Ia dependencia del coronel Coyo Suárez.
En julio de 1863, estando el país conflagrado,
invadió el coronel Fidelis. "Brasileños",-decía
en su proclama, "es tiempo de correr a las ar-
" mas y despertar del letargo en que vivís, a
" pesar de una serie no interrumpida de,hechos
" horrorosos cometidos por una horda de ase-
" sinos y perturbadores del orden del estado
" limítrofe, con manifiestos perjuicios de nues-
" tras propiedades e intereses. ¡Viva la religión
" católica! ¡Viva la constitución política del es-
" tado! ¡Vivan nuestras leyes e instituciones! ¡Vi-
" va el bravo general Iibertador!" Este último
¡Viva! iba dirigido al general Flores, quien ve-
nía a convertirse así, para los numerosos jefes
y soldados riograndenses que habrían de secun-
darlo en su empresa revolucionaria, en el de-
fensor de Ias propiedades e intereses brasileños
en nuestro territorio. Que existió el apoyo en
hombres.y armas a la revolución florista desde
sus comienzos por parte de jefes y caudillos
de Río Crande con la connivencia o tolerancia
de las autoridades de dicha región, fué reco-
nocido por el propio canciller del imperio, quien
en nota del 22 de diciembre de 1863 dirigida
al presidente de la provincia de San Pedro, así
_tr_
- :sialllecía. Cabe destacar aquí la distinta con-
: - :.a adoptada ante situaciones idénticas por
, :ancillería mitrista y la imperal. Frente a de-
- - - cias y reclamaciones serrre.iarltes de nuestro
.-rierno por el apoyo moral y material prestado
:,a revolución florista en el litoral argentino
en el mismo Buenos Aires, la cancillería bo-
^lerense negaba o decía desconocer los hechos
:-rblicos y notorios señalados por el gobierno
-:iental, y bajo las más solemnes protestas de
:eutralidad", no solamente nada hacía para re-
¡:inrirlos sino que por el contrario, entorpecía
.,:das las medidas adoptadas por nuestro gobier-
-ro para impedir el tráfico de hombres y de:
3rmas que a través del río Uruguay desde la
:osta argentina venían dirigidas a los revolucio-
-arios. En cambio, la cancillería imperial no solo
'econocía la "criminal y condenable conducta"
Ce "algunos brasileños irreflexivos" que pres-
;aban su apoyo y concurso a Ia revolución flo-
'ista, sino que les hacía el gravísimo cargo de
exponer al propio gobierno imperial a ser acu-
rado de desleal en sus declaraciones solemnes
de "neutralidad frente a la referida revolución".
Y al mismo tiempo ordenaba al presidente de
Rio Crande emplear todos los medios a su al-
cance para impedir que Ios súbditos brasileños
tomaran parte en la guerra civil oriental, y si
fuese menester, "castigar con todo el rigor de
la ley a los que, sordos a la voz de la razón
y del deber, persistieran en su insensato pro*
pósito". Podría asegurarse que el gobierno im-
perial brasileño era sinceramente "neutral" en

-12.-
aquel momento, y siguió siéndolo hasta comien-
zos de 1864, vale áecir hasta el término del
mandato constitucional del presidente Berro.
Pero la actitud de neutralidad del gabinete im-
pei'ial brasileño no podría durar mucho tiempo;
tactores internos y" externos lo impulsarían a
abandonar poco a poco aquella posición expec-
tante, para intervenir decididamente en el pleito
oue se dilucidaba en nuestro territorio; hacién-
dolo primero por la vía diplomática y finalmente
por lá fuerza armada puesta al lado de la revo-
i¡-¡ción contra el gobierno legal de Ia república.
El pretexto de la intervención del imperio bra-
siléño en Ia guerra civil oriental de 1863 a 1865
fué oficia!mdnte formulado por intermedio de
la misión encomendada en abril de 1864 al con-
sejero don José Antonio de Saraiva como en-
viádo extraordinario y ministro plenipotenciario
ante nuestro gobierno' Este era entonces de-
sempeñado poi el pte. del senado, don Atansio
'er-rcargado
C. Aguirre, del P. Ejecutivo, desde
el lide marzo de dicilo año por terminación
del rnandato legal del presidente Berro, y no
poderse realizar élecciones generales.a causa del
'estaclo
de guerra en que se hallaba el país.
La llegada del consejero Saraiva a nuestra ca-
pital él 6 de mayo de 1864, coincidió con la
bntrada al Río dé la plata de una fuerte divi-
sión naval brasiieña al mando del vicealnrirante
ba.rón de Tamanda;"é y, con grandes preparativos
militares en Río Crande y sobre nuestra fron-
tera a cargo del nuevo comandante de dicha
región, ma?iscal de campo Menna Barreto; una

-24-
aquel momento, y siguió siéndolo hasta comien-
zos de 1864, vale decir hasta el término del
mandato constitucional del presidente Berro.
Pero la actitud de neutralidad del gabinete im-
perial brasileño no podría durar mucho tiempo;
factores internos y externos lo impulsarían a
abandonar poco a poco aquella posición expec-
tante, para intervenir decididamente en el pleito
que se dilucidaba en nuestro territorio; hacién-
dolo primero por la vía diplomática y finalmente
por la 'fuerza armada puesta al lado de la revo-
lución contra el gobierno legal de la república.
El pretexto cle la intervención del imperio bra-
sileño en la guerra civil oriental de 1863 a 1865
fué oficialmente formulado por intermedio de
la misión encomendada en abril de 1864 al con-
sejero don José Antonio de Saraiva como en-
viado extraordinario y ministro plenipotenciario
ante nuestro gobierno. Este era entonces de-
sempeñado por el pte. del senado, don Atansio
C. Aguirre, errcargado del P. Ejecutivo, desde
el 19 de !'narzo de dicho año por terminación
del mandatc legal del presidente Berro, y no
poderse realízar elecciones generales a causa del
estacto de guerna en que se hallaba el país.
La llegada del consejero Saraiva a nuestra ca-
pital el 6 de mayo de 1864, coincidió con la
entrada al Río de la Plata de una fuerte divi-
sión ¡¡aval brasileña al rnando del vicealmirante
ba.rón de Tamandaré y, con grandes preparativos
militares en Río Crande y sobre nuestra fron-
tera a cargo del nuevo comandante de dicha
región, mariscal de campo Menna Barreto; una

-24-
T

t- v otra medida estaban destinadas ostensible-


:l mente a apoyar las reclamaciones de que era
l. portador el emisario brasileño ante ¡ruestro go-
bierno.
)" ¿A que debiose este cambio tan radical del
mperio, que abandonando súbitamente su pri-
rrera posición de neutralidad, adoptaba ahora
) esta actitud amenazante que ponía al gobierno
t- criental en la terrible disyuntiva de transigir bajo
el apremio de la fuerza armada, o reclamar con-
t- tra aquellos medios coactivos que lesionaban
l. abiertamente nuestra soberania? La respuesta
t- cuede hallarse en los términos de la nota pre-
l sentada por el emisario Saraiva a nuestra can-
e cillería el día 1B de mayo de 1864; en ella
't- .e hace hincapié en la no satísfacción por parte
i_ Jel gobierno oriental a las numerosas reclama-
o ciones entabladas por el gobierno imperial con
:- motivo de violencias contra súbditos brasileños
o 'esidentes en nuestra campaña cometidas tanto
e :or particulares, cuanto por los propios agentes
:l administrativos y policiales; y para testimoniar
c :sa de nuestro gobierno se acompañaba la re-
'erida nota con una extensa relación de las re-
clamaciones pendientes iniciadas por la legación
mperial en Montevideo, que incluía 63 casos
a
,lcurridos desde 1852 hasta el año 1864. La nota
crasileña pretendía justificar en esa presunta
_t
rmisión por parte del gobierno oriental, la con-
q ducta de los súbditos residentes en el interior
:le nuestro país, que en número aproximado a
l os dos mil se incorporaron a las filas de la
:evolución florista "tan solamente en defensa de

-25-
su vida, honor y propiedades". Sin embargo y hal
como es de suponer, las caursas reales eran muy ci
otras que las enunciadas en Ia nota del emisario JI
Saraiva: lel territorio meridional de Ia provincia Ce
brasileña de Río Grande do Sul y los departa- or
mentos septentrionales del Uruguay, constituyen, n
aún hoy, una de las mejores zonas de pastoreo de
de Sud América. En la región situada dentro t r-i
de la frontera uruguaya, se habían radicado unos 'e
50.000 brasileños, comprando tierras y estable-
ciendo estancias. Se inició un gran comercio con
el Brasil y paralelamente surgieron diferencias
forzosas con las autoridades uruguayas que in-
tentaban controlar la exportación de ganado. El
cuatrerism<¡ fué la respuesta de los brasileños
a las tentativas del gobierno oriental de vigilar
y gravar este lucrativo tráfico. Los cuatreros na-
turalmente chocaban con las autoridades locales,
produciéndose frecuentes colisiones armadas y
los brasileños con todas sus desazones, busca-
ban la protección de los que se inclinaban a
creer como "su propio gobierno". En vez de
aceptar lealmente la jurisdicción del país en que
estaban radicados, y donde habían invertido su
dinero, se convirtieron con el tiempo en un
elemento perturbador, que constantemente cla-
maba por la protección del Brasil, su patria le-
gal. Es innecesario establecer que el imperio no
se mostraba desafectado a explotar un motivo
de intervención tan altamente moral. Las dos
naciones eran herederas de los odios históricos
entre españoles y portugueses, rivalidades mor-
tales que se habían convertido en tradición y

-26-
rrgo hallaban su perpetuación indefinida, en las rea-
-l
l¡dades de la pugna económica del momento.
r isa De este modo el imperio, al cabo de un año
rvin de expectante neutralidad ante la guerra civil
oriental, contribuía a aumentar las dificultades
tuye jnternas y externas a que veíase enfrentado des-
sto de entonces nuestro gobierno, con la cual con-
le trlbuía también primero, di-
)un -indirectamente
recta y abiertamente después- al triunfo de la
;tabl revolución florista.l
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-27 -
.

a
O LA INTERVENCION MITITAR
DEL IMPERIO

R.ecién a mediados de octubre de 1864 se


:-otocolizó oficialmente, la alianza de Flores con
. imperio mediante dos notas reversales por
.:uél y el barón de Tamandaré, respectivamen-
-: j no por su actitud revolucionaria
-'ecuente en la historia del país hasta la-hecho
segun-
:a mitad del siglo pasado-- sino por sus vin-
-;laciones con el unitarismo bonaerense, y lue-
:c por la alianza formalizada con el imperio del
:-'rasil, la conducta de Flores debió parecer a
.quel gran artiguista que fué Leandro Cómez
-na tremenda abjuración de nuestro pasado his-
órico; conducta que estigmatizó con los más
:uros epítetos y dicterios contra el jefe revo-
ucionario y sus aliados en las encendidas pro-
:lamas dirigidas a sus soldados. De ahí también
¡u frecuente invocación a Artigas y a Ios "Trein-
:a y Tres", con quienes sentíase consustanciado
en aquella lucha que hacía revivir en su espíritu
la "empeñosa lid" del Jefe de los Orientales
entre los años 'lB'16 y 1820 contra el centralismo
bonaerense, y contra la invasión portuguesa pre-

-29-
parada en la corte de Río de Janeiro, y Ia gesta
iibertadora de los vencedores del Rincón, Sa-
randí e ltuzaingó. En setiembre de 1864, al dar
cuenta de un triunfo obtenido contra los revo-
lucionarios, escribía Leandro Gómez; "El coman-
" dante militar del departamento siente el vivo
" placer en comunicar a las tropas de su man-
" do tan importante acontecimiento, que unido
" a los ya ocurridos al frente de esta heroica
" ciudad, hacen esperar que los que han puesto
" en peligro la independencia sucumbirán para
" siempre, y esa misma independencia y las ins-
" tituciones de la república han de salvarse mer-
" ced al valor heroico, al valor sublime de los
" hijos del inmortal Artigas, fundador de la na-
" cionalidad oriental". Así considerada, adquiere
su real significado y toda su grandeza épica la
heroica decisión que condujo a Leandro Cómez
y los valientes "Defensores de Paysandú" a la
inmolación y a la gloria. El día anterior, Cómez,
había emitido esta vibrante proclama: "¡Solda-
" dos del norte del río Negro! ¡Defensores de
" la independencia Nacional! ¡Ya lo estaís vien-
" do. Las aguas del río Uruguay en este puerto
" y en el de Paysandú se encuentran en estos
" momentos turbias por la presencia de las ca-
" ñoneras del imperio brasileño. EIlas pretenden
" imponer el bloqueo en los puertos de Pay-
" sandú y Salto, como un medio destructor de
" la riqueza nacional y como un elemento de
" vasalla.ie y de conquista, conque pretende el
" imperio dominar a la patria del inmortal Ar-
" tigas; a la patria de esos héroes que Ia his'

-30-
,ta :oria gloriosamente denomina ya con el dic-
a- :ado de los «Treinta y Tres» y cuyos hijos so-
ar mos nosotros; nosotros en cuyas venas circula
o- ,a sangre altanera de nuestros antepasados, y
n- 3n cuyas frentes hemos escrito con esa mis-
!o 'r1a sangre ¡INDEPENDENCIA O MUERTE!"
n- -:andro Cómez vió con toda claridad el sesgo
Jo --: e tomaba la lucha en suelo oriental, así como
Ld . movimiento de fuerzas militares ry navales
:o -asileñas sobre nuestro territorio de que fue-
lfd
" :'r
- acompañadas/ no debieron dejarle dudas
'I
S-
,:erca de las ulteriores providencias que habría
I r- -: adoptar el imperio. A partir del 2O/10/864
, rrienza la colaboración efectiva de las fuer-
:.; navales y terrestres brasileñas con las fuer-
,;; .; revolucionarias orientales. Las mismas ascen-
la :n aproximadamente, a 2.500 hombres en su
e7
-:),or parte de caballería, aumentando gradual-
la --:nte y Ilegando a constituir un ejército de
.'ra de 4.500 hombres de infantería, 2.500 de
:^
, d- ::balleria y 12 baterías de campaña que, al man-
de " del mariscal Menna Barreto, penetró por Ia
n- "rntera noroeste del territorio a fines de no-
to =rrbre de 1864; a las que debe añadirse 12
CS - aves de guerra brasileñas que operaban en
a- ' :stras aguas jurisdiccionales a órdenes del ba-
-=n
. de Tamandaré. Las fuerzas patriotas hallá-
,^se distribuidas por distintos puntos del in-
-13
,- or del país. La más nurnerosa, el Ejército de
ie :..erva al mando del Cral. argentino Juan Saa
ei . Lanza Seca, de 1.000 hombres de caballería
100 de infantería operaba al sur del río Ne-
5 '-, : la guarnición de Montevideo, compuesta de

-31 -
2.500 hombres, las guarniciones de Salto y P
sandú, que sumaban u¡rtas 1.000 hombres ap
ximadamen te bajo mando clel coronel
rnez nonrbradc, coma¡'r dante militar al norte ia
río Negro; y las guarniciornes de los
pueblos, que no alcanzaba n a un centenar !
lrombres cada una de ellas. Las hostil idades
ron irricia.das el 7/9/864 contra el buq ued
gLrer-i"a oriental "Villa del Salto" por parte
ias cañ oneras brasileñas resp ondiendo a órd
nes del barón de Taman daré, quien a partir
ese rnomento asu¡Te el mando supremo de
fuerzas imperiales que operaban en nuestro
rritorio. Todos estos actos provocaron no sola a

nrente Ia decidida ¡'eacción del coronel C


sino también la del gobierno y pueblo de Mon
tevideo. A partir de aquel instante, la atenci
de uno y otro bando en lucha se
en torno a Paysandú, hacia donde
las fuerzas floristas auxiliadas por u na divis t;\t
brasileña al mando del gral. Netto
uno de Ios más activos promotores -que de la i
vención armada imperial- y por seis cañ
ras de la escuadra del barón de Tamandaré .a
bloqueaban el puerto. l(
La villa de Paysandú contaba entonces j

una población de alrededor de 17000 person i_

En su no muy Iarga historia había soportad l(


dos mernorables sitios: en -181'f por las
portuguesas del Brasil que habían penetrado -t
nLiestro te¡"ritorio en auxilio de Ias autoridad ll
españolas de Montevideo, sitiadas a su vez l

las fuerzas orientales. La segunda vez había s

_?r_
Y Pay- 1B años atrás, en diciembre del 46 durante el
r apro- 'anscu.rso de la "Cuerra Grande", c'.lando Fruc-
:.i Có- uoso Rivera, gral. en jefe del "Gobierno de
-le del a Defensa" marchó sobre Paysandú defendida
:Ia tiies :or el comandante Felipe Argentó adicto al jefe
r rr" de .'tiador de Montevideo, gral. Oribe. Al cabo de
:'¡ f,-re- .:es días de cruento combate en que los defen-
-'o de .ores hicieron frente a las fuerzas de Rivera,
'ic de :uxiliadas por una cuadrilla francesa que bom-
l-rr-de- lardeó la villa desde el río Uruguay, la plaza
tir de 'ué tomada por los sitiadores. Cuando la guar-
iir las -'¡ición sanducera, diezmada y sin municiones,
"o te- .e rendía a discreción del adrrersario, el coman-
- scla- :ante Argentó fué hecho también prisionero; al
Cómez redirle un oficial su espada la hizo pedazos
, \1on- :ontra un poste y luego la entregó diciendo:
: nción ;La espada del fefe de estos valientes se en-
r:entró trega como ellos han entregado sus armas!"
. erqian
: isión
in su parte al gobierno decía entonces el gral.
' 3ivera: "Yo no encuentro expresiones para des-
: Íurera 'cribir este acto y en mi carrera de 34 años
irrter- de combate debo confesar que me ha sor-
: icne- prendido y admirado". De este temple eran
-e ciue
:ambién los jefes y soldados de la guarnición
Je Paysandú que al mando del coronel Leandro
:: COn Cómez habrían. de inmortalizar en 1865 el epi-
-: Ona.S. .odio sin par de la defensa de la villa "heroica"
:itado Dor antonomasia. Eran entre otros: el sargento
-] C:ZAS Tayor Carlos Larravide, encargado del estado
:lo en 'l1ayor, argentino, emigrado a nuestro país des-
':iades :ués de la batalla de Pavón; el comandante de
:z ?af Cuardias Nacionales, Pedro Rivero había
:. sido -quedel va-
crotagonizado poco antes el episodio

-33--
por "Villa del Salto" contra las cañoneras bra-
sileñas-, era entonces jefe político y de policía
del departamento, cargo en que había sucedido
al activo y progresista .coronel Basilio Pinilla
muerto hacía pocas seinanas; el capitán Federi-
co Fernández, jefe de artillería de la plaza com-
puesta de cinco piezas de corto alcance más
dos carronadas bajadas del "Villa del Salto"; el
teniente §oronel Belisario Estomba
carnal del soldado oriental, héroe de la-Sobrino
indepen-
dencia americana, coronel Belisario Estomba-
era jefe del batallón de "Defensores de Infan-
tería; el comandante Federico Aberastury era era
jefe del batallón de infantería de "Cuardias Na-
cionales" y el Cnel. Emilio Raña lo era del escua-
drón de caballería del mismo cuerpo; el ab-
negado y filántropo Dr. Vicente Mongrell era el
médico cirujano de Ia guarnición. En los pri-
meros días de noviembre de 1864 habiéndose
incorporado el comandante Juan María Braga
con parte de la guarnición de Mercedes evacua-
da al caer ésta en poder de los floristas; y a fi-
nes de ese mismo mes lo había hecho el Cnel.
Lucas Piriz natural de Concepción del Uruguay,
con unos 300 hombres pertenecientes a la guar-
nición de Salto; .a sus órdenes venía el Cnel.
Tristán Azambuya, natural de Bagé, ex-comba-
tiente "farrapo" , acendrado republicano y, por
tanto, animado por un profundo odio al régi-
men imperial existente en su patria. Con todos
estos efectivos, Ia guarnición de Paysandú as-
cendía a unos 1000 hombres aproximadamente,
entre jefes, oficiales y soldados de tropa, al co-

*34-
-:-rar el primer sitio impuesto a la Villa el 2
:, : ciembre de 1864 por las fuerzas floristas
:'asileñas. Las defensas de la plaza eran de-
- :'rtes. Consistían en pareder de barro, dota-
-., Ce troneras, que cerraban las bocacalles en
- - :erímetro de doce manzanas desde el puerto
-,.:a la plaza inclusive, teniendo por medio la
. e Real (hoy 18 de Julio); delante de ellas a
--: djstancia de dos varas aproximadamente, ha-
: : de trecho en trecho unos parapetos de ta-
: as clavadas sobre postes de madera, a menor
::ira para no obstaculizar el fuego desde las
r:neras; detrás de estos parapetos estaban las
- ncheras cavadas apresuradamente en el suelo,
. por la parte exterior un foso de dos varas de
^: .:cho, quedando los centros de las manzanas
. n más defensa que los tapiales y los muros de
as casas. En el ángulo sudeste de Ia plaza, dis-
-:= :ante seis cuadras del puerto, habíase construi-
Co una batería en forma de torreón, de paredes
,- de cal y canto de vara y media de espesor, con
I- una explanada en forma de caracol para subir
-^1
Et- las piezas; esta batería fue denominada "Ba-
luarte de Ia ley" y su mando fue confiado al co-
at - mandante Braga. En el centro de la plaza se al-
.^t
:ct. zaba el primer monumento a la libertad erigi-
1¡- do en el país siendo jefe político del departa-
)or mento el cnel. Pinilla a quien la población de-
bíale algunas de sus más notables construccio-
OS nes, tales como el hospital, el mercado público,
ls- la iglesia aún sin concluir al comenzar el sitio, y
la hermosa jefatura de estilo toscano (estos dos
o- últimos considerados hoy monumentos históri-

-35*
cos nacionales). El primer sitio de la plaza co-
menzó el 2 de diciembre, haciéndolo por tie-
rra las fuerzas de Flores auxiliadas por las im-
periales al mando del gral. Netto, y por el río
Ias cañoneras del barón de Tamandaré. El día
siguiente el gral. Flores envió un parlamento a
la plaza intimando su rendimiento, cuyo oficío
devolvió el coronel Cómez con la siguiente no-
ta al pie, firmada de su puño y letra: "Cuando
sr¡cumba".
El día 6, antes de la salida del sol, el gral.
Flores rompió el fuego, y como a las B dó la
mañana sintióse una fuerte detonación hacia el
lado del puerto. El cnel. Cómez que en aquel
instante observaba con su anteojo los movi-
mientos del ejército sitiador, preguntó a su ayu-
dante: ¿Qué es eso? a lo que contestó el ma-
yor Larravide que llegaba en esos momentos:
;'Son los brasileños, mi gral., que recién nos
dan los buenos días". Durante ese primer día
se arrojaron 2.500 bombas y balas de 60 libras
sobre la villa desde las cañoneras imperiales.
Un proyectil de éstas, disparado a las dos de
Ia tarde, hizo saltar en pedazos el monumento
a fa libertad; el cnel. Cómez exclamó de in-
mediato: "Levantaremos nuevamente su estatua,
sobre una pirámide hecha con las balas ene-
migas" y a renglón seguido ordenó a los co-
mandantes de los cantones que pasado el fuego
se recogieran con ese objeto todas las balas
que encontraran. El bombardeo siguió durante
tres días continuos. En los días siguientes se
cambiaron algunos tiros entre avanzadas revo-

:36*
lucionarias y las de la plaza; el 20 de diciem-
bre el gral. Flores se había replegado con su
ejército sobre el arroyo San Francisco, a cinco
leguas de Paysandú. La ciudad había quedado
Sravemente dañada; las casas agujereadas por
los proyectiles, las rejas de las ventanas hechas
pedazos, el piso de las calles lleno de hoyos
y grietas producidos por el rebote de las balas
de cañón y la explosión de las bombas y gra-
nadas. A partir de entonces el cnel. Cómez re-
dactará sus oficios y proclamas con el siguiente
encabezamiento: "Ruinas de Paysandú". . . El
rechazo de este primer ataque llevado a cabo
sobre Paysandú, tuvo la virtud de ena,rdecer aún
más los ánimos de sus bravos defensores, aun-
que ¡sus bajas fueran numerosas: 500 hombres
entre muertos y heridos; la mitad aproximada-
mente, de la guarnición de la villa! El gobierno
resolvió entonces premiar el heroico compor-
tamiento de los jefes y soldados de dicha guar-
nición, expidiendo el 11 de diciembre de 1864
el siguiente decreto que entre otras cosas es-
tablecía: ". . .Vista la heroica resolución de que
" han dado ya prueba los denodados defenso-
" res de Paysandú, resistiendo con gloria a la
" conquista brasileña en combinación con los
" imperialistas traidores a la nación. El presiden-
" te de la República acuerda y decreta: Art. 1s)
" Decláranse beneméritos de la patria a los de-
" fensores de Paysandú. Art. 29) Acuérdase el
" grado de coronel mayor de los ejércitos de
",, la república al jefe de aquella guarnición, co-
ronel don Leandro Gómez. Art. 39) Expídanse

-37 -
" en oportunidad los decretos relativos a los
" honores y premios que deben acordarse a los
" jefes, oficiales y tropa que con tanta gloria
" defienden en Paysandú la independencia y
" dignidad de la nación." Dos días después, se
expide otro decreto conteniendo entre otros:
"El presidente de Ia República en uso de sus
" facultades extraordinarias, en Consejo de Mi-
" nistros ha acordado y decreta: Art. 1a) Declá-
" ranse rotos, nulos y cancelados los tratados a
" de 12 de octubre de 1851 y sus modificacio-
" nes de 15 de mayo de 1852, arrancados vio- gr
" lentamente a la répública por el imperio del
" Brasil." Y luego otro: "Deseando el P.oder Yc
" Ejecutivo que se dé cumplimiento de la ma- EI

" nera más solemne y pública, a lo dispuesto de


" en decreto anterior, reunido en Consejo de tir
tr¿,
" Ministros ha acordado y decreta' Art. 19) Pro- dc
" cédase a Ia extinción, por medio del fuego ha
,, de los referidos tratados. Art. 2A) Desígnase
pl,
" para este acto el día 1B del cte. debiendo te- sal
" ner lugar en la plaza de Ia lndependencia." el
El domingo 1B de diciembre de 1864, al medio-
bri
día, se llevó a 'cabo en el lugar señalado Ia ne
ceremonia de la destrucción por el fuego de 'r
los referidos tratados con la presencia de todos dij
los integrantes del Poder Ejecutivo, miembros de rtí
la Junta Económico-Administrativa de rla capital, ,l
empleados de la administración pública y un nu- .F
meroso público que colmaba la plaza a los acor- 3rr
des del Himno Nacional, ejecutado por las ban- -n¿
das militares entre vivas al gobierno, a Leandro
Cómez y a los heroicos defensores de Paysandú. 'r 1c

:- 38 ---
. LA TOMA DE PAYSANDU

El día de navidad de 1864 el ejército del


; gral. Flores volvió a aproximarse a Paysandú cu-
r
yo sitio inicióse formalmente al día siguiente.
El 27 el vigía apostado en lo alto de la torre
o
de la iglesia da aviso de que a lo lejos se dis-
e
t¡ngue un ejército. El gral. Cómez cree que se
t-
trata, del esperado ejército de reserva, al man-
o
do del gral. Saa, que desde hace varias semanas
había salido de Montevideo en auxilio de la
e
plaza bloqueada; en su honor ordena hacer una
salva de 21 cañonazos. Pocos instantes después
el vigía distingue sus banderas: es el ejército
brasileño desplegado en tres columnas que vie-
a
ne a incorporar a las fuerzas de Flores. "Pelea-
" remos contra los brasileños y contra Flores",
S
dijo el gral. no bien divisó las banderas ene-
migas. "Y si nos toca morir, aquí moriremos por
" la independencia de la patria. Cada cual a su
" puesto." Las fuerzas referidas las constituía el
grueso del ejército imperial a las órdenes de
mariscal Juan Propicio Menna Barreto, cuya van-
l guardia al mando del gral. Netto habíase reu-
nido a Flores desde semanas atrás. El día 28,

-39-
por Ia tarde el jefe de Detall, mayor Carlos La'
iravide, calcula las fuerzas de tierra brasileñas
más de 6.000 hombres, que unidos a los 3.000
con que contaba Flores hacían más de 9.000
hombres en total, con 40 cañones incluyendo
varios rayados. A éstas fuerzas hay que añadir
las dotaciones de las cañoneras "'Recife" t ilBel'
monte", "Paranaiba", "Araguai" e "lvaí", com-
puestas de 500 hombres, con varias piezas de
fuego de grueso calibre. La guarnición de Pay-
sandú había quedado reducida a poco más de
600 hombres luego del sitio impuesto en la pla-
za en la prirnera quincena de diciembre de 1864,
y la artillería con que contaba eran dos piezas
de hierro de 12 y una de bronce de B, pues
la de 6, desfogonada, sólo podía hacer uno que
otro tiro a intervalos. El asalto a la plaza co-
menzó el 31 de diciembre de 1864 y terminó
el 2 de enero siguiente con la toma de la mis-
ma. Algunos de los hechos más notables de este
episodio sin par de nuestra historia, han que-
dado consignados en diversos relatos escritos por
testigos o actores que sobrevivieron a aquella
hor.rible hecatombre. Acaso el más notable de
todos ellos, por su fluidez y objetividad
la medida que pueda exigirse a quien tomó-en par-
te activa en la defensa-, es el "Diario" redac-
tado por el capitán Hermógenes Masante que
fué jefe de escolta del gral. Leandro Cómez en
aquella memorable jornada. En la anotación co-
rrespondiente al 31 de diciembre expresa: "En
" la madrugada de este día, aún faltarían 2 horas
" para amanecer, el Detall,, inició el toque, de

-40--
r ana que repitieron los cuerpos de la guar-
ts ^lción. Ya quiere aclarear. Los sitiadores echan
)0 :iana. En este momento el jefe del Detall le
)0 :ice al tte. Juan J. Diaz: «Ahora tte., junto
lo :on esa diana rompa el fuego». Hace Díaz el
lir ¡rimer disparo y se le contesta con el fuego
rl- :e treinta y tantos cañones de todo calibre,
n- -nos situados en Bella Vista y los otros en la
le :uchilla frente a la plaza. Nuestras piezas de
v- cronce también hacen fuego. Las del enemigo
Je -.on dirigidos únicamente al «Baluarte de la
a- Ley» y a la iglesia así es que en la plaza cae
'4, un verdadero diluvio de balas. A pesar de la
AS Cesproporción entre ambas partes, los caño-
ES nes de la guarnición siguen respondiendo al
UC fuego y nos envían cincuenta y de mayor ca-
o- iibre por cada uno de los nuestros." "Puede
nó decirse que los enemigos nos están fusiliando
is- a cañonazos/ porque treinta y tantas bocas de
;te f uego vomitan sus proyectiles contra noso-

e- tros." "El cañoneo sigue sin interrupción. A


or las diez de la mañana es derrumbada la torre
lla al lado norte de Ia iglesia, causando algunas
le víctimas con sus escombros." "En algunas pun-
]n tos de la línea los sitiadores llegan hasta la
'misma pared que nos resguarda pero son re-
lr-
c- chazados con grandes pérdidas dejando los
JC cadáveres al pié de nuestros débiles muros.
)n
'De tiempo en tiempo resuena una diana to-
o-
'cada por un clarín o tambor; es que hemos
:n 'triunfado en alguna acometida parcial del ene-
AS
'migo." "A las 4 de Ia tarde el fuego es general
le 'y se pelea sin descanso en las líneas de la

-41 -
" defensa Norte y Oeste." "Todo el armamento
" de la plaza consiste en fusiles de pistón y
" nos quedan pocos fulminantes. A fin de con-
" servarlos para un caso de más apremiante se
" ensaya hacer fuego con fósforos de Roche co-
" Iocando el mixto sobre el oído del fusil des-
" pués de cargado. El ensayo dá un resultado
" inagnífico. Ef gral. mandó distribuir cajas de
" fósfbros con la órden de no gastar un solo
" fulminante sino en circunstancias de tener que
" hacer fuego apresurado, o durante la noche
" que es más difícil colocar la cabeza del fós-
" foro sobre el oído del fusil." "La guarnición
" disminuye hora por hora, pero los que sobre-
" viven no desfallecen. La imágen de la patria
" los alienta y el ejemplo del valor y la tena-
" cidad de Artigas anda de labio en labio." "A
" las cinco de la tarde es herido mortalmente
" el gral. Lucas Píriz. Se le conduce a la casa
" de la flia. Menetiel para ser asistido. Este de-
" nodado jefe deja un inmenso vacío en la de-
" fensa; pero ni aún por eso desmayan los si-
" tiadores. El gral. Cómez está presente en to-
" das partes proclamando la guarnición y ex-
" hortación a vencer o morir. La bandera orien-
" tal que tremola en su mano derecha, es sa-
" ludada con hurras por los defensores." "Cierra
" Ia noche y los sitiadores reciben órden de res-
" ponder con un fuego lento al incesante y nu-
" trido de los sitiadores para no desperdiciar las
" municiones y asimismo para que puedan des-
" cansar un poco. ¡Descansar!" "Descansar de
" hacer fuego, pero no dormir, porque hay que

-42-
nto :;:ar a pié firme y con el fusil al hombro pués
1y = enemigo que se encuentra calle por medio,
on- - rede traer un nuevo asalto cuando menos se
,se : ense. Distribúyese a la guarnición como úni-
co- --. alimento en todo el día, galleta y café con
I es- .zúcar. El fuego continúa toda la noche sin
ado -:errupción." En su anotación del día siguien-
de , 1a de enero de 1865, expresa el capitán Ma-
iolo .-te: "Durante la noche los brasileños han le-
que . :ntado trincheras con bolsas de lana y otros

che ¡ateriales. En todas las casas que ocupan han


íós- :ado la bandera del imperio." "La guarnición
:ión :e la plaza está sumamente reducida apenas
3re- 2-,canza a cubrir los puntos más peligrosos de
itria as trincheras; Ia mayor parte son escombros.
lna- \demás se encuentra agotada de tantas fati-
_tas, y sin comer ni dormir." "A la una de
,,4
-.nte a tarde es muerto de un balazo de fusil el
CA SA ,lnel. Tristán Azambuya. Así, sin disminuir la
de- :elea, viene la noche. La mitad de la guarni-
de- :ión ha quedado fuera de combate y por falta
si- !e gente no nos es posible enterrar nuestros
to- rruertos queridos. Duerman en paz al pié de
ex- cs débiles y arruinados muros que con tanta
en- i alentía defendieron." A las nueve de la no-
sa- ,.e el gral. Gómez reúne en la Comandancia
Srra : Ia mayor parte de sus jefes. Luego de un
res- -
-olongado cambio de ideas, se resuelve enviar
nu-
'.a misma noche una nota al gral. Flores so-
las citándole una tregua de B horas para recoger
les- . los heridos y enterrar a los muertos. La nota
de ,;scrita por el gral. Cómez en la que se for-
que :ulaba dicha solicitud sería remitida por inter-

-43-
-:r - .el cnel. Atanasildo S. Saldaña, jefe adic-
: os sitiaCores que había sido tomado prisio-
-.-:osemanas atrás. En la madrugada del día 2 de
srero salía el comisionado fuera de trinchera
er iirección al campame¡rto sitiador. Con esta
clébii espeíanza terminó aquel trágico día de
AñO NUEVO de 1865. Y así llegamos al desen-
lace dei drama: Paysandú enero 2 cle 1865. En
esta fecha ar':ota e! capitán lvlasante en su "Dia-
rio"i "ll sol viene saliendo. Media hora después
" mLrere de un balazo el comandante Pedro Ri-
" vero. El cnel. Píriz ha fallecido ya. Son las 7
" de la mañana, poco más o menos. Un segun-
" do después ei grai. ordena que. sea arriada
" de la torre la bandera punzó, señal de com-
" bate, y que se ponga una bandera blanca,
" mientras el cnel. Saldaña no regrese con la
" contestación. Pero Ia orden del gral. no se
" puede cunrplir, pués las balas enemigas han
" cortado ias drizas o cuerdas del asta que están
" volalrdo a merced del viento. Entonces manda
" que se ponga bandera blanca en los cantones
" y que se suspenda el fuego, añadiendo de
" viva voz que si los enemigos se aproximan,
" se les intime Ia retirada, y que si no obede-
" cen que se les haga fuego. De esta orden mal
" interpretada, podrían aprovecharse los sitiado-
" res, como así ocurrió." Los lrechos inmediata-
mente posteriores ocurrieron efectivamente así.
Luego de izadas las banderas btancas de parla-
mento y hecho alto ei fuego por los defensores
de la plaza mientras se aguardaba el resultado
de ia gestión ante el gral. Flores, regresó el
*44-
-. , Saldaña del campamento sitiador con Ia
'ruesta. Esta se hallaba concebida en los si-
. :ntes términos: "Paysandú, enero 2 de 1865.
: señor gral. Leandro Cómez: Luego de la
. :stinada resistencia hecha por la guarnición
:: su mando, sin esperanza alguna de salva-
- ón, no puede hacerse lugar a la tregua que
l):-
S'. solicita en su nota de ayer que acaba-
-os de rec¡bir, no obstante los derechos de
l:'-1 U eS
a guerra que invoca . . ." La respuesta venía
'3 Ri- -.crita por el Gral. Flores, como jefe del Ejér-
:g! n-
3: /
: Libertador, vicealmirante barón de Taman-
:'é y el mariscal de campo Menna Barreto co-
'-,ada - r comandante en jefe del ejército imperial.
co rn-
lanca,
, s tres actuaban como comando unificado de
.. fuerzas sitiadoras de Paysandú. Los jefes bra-
cn la eños no lo hacían, pués, como simples aliados
:o se , -xiliadores a las órdenes del gral. Flores, sino
i han , ;gual título y con la misma autoridad del jefe
están -iental imponiendo condiciones de rendición
^ anda -condicional. El capitán Masante en su "Dia-
tones ' :" expresa: "La verdad es que se ignora como
ode entraron, creyéndose que se aprovecharon de
tntan, Ja orden de no hacerles fuego, empleando
tede- también paiabras de conciliación y fraternidad
'r mal
entre los orientales. Cierto es que como se
.ado- ha dicho, no todos los puntos de la línea es-
I ata- ¡
taban últimamente bien guardados por falta
3 ASí.
de defensores. En algunos solo había un cen-
) arla- tinela al cual pudieron darle muerte o hacerlo
OTES
S
prisionero. El resultado es que los sitiadores
,tado ' penetraron por una manzana/ y cuando el gral.
óel Cómez lo supo, ya se hallaban dentro de trin-

_45_
" cheras y en la calle Real. Desde este momen-
" to todo se vuelve confusión, en la plaza por
" haber sido cortados algunos piquetes nuesttos;
" El gral. dispone que nuestras fuerzas se re-
" plieguen a la plaza; pero por el motivo ex-
" presado la orden no alcanza a darse a todos
" los puntos de la línea." Otros testimonios con'
temporáneos, aparte de aquellos emanados de
las filas de los defensores de la plaza, son con-
testes en la aseveración de que la entrada de
las fuerzas sitiadoras en Paysandú se produjo a
favor de la confusión creada con motivo de la
suspensión del fuego ordenada por el Gral. C
mez; ésta hizo creer a muchos de los sitiado
en un cese definitivo de las hostilidades lo
expli caria esas efusiones de conciliación v
terni dad ocurridas entre orientales de uno v
bando. "Cuando el gral. Cómez leyó I a
"de FI ores y Tamandaré, mandó apresurad
" mente al comandante Estomba a que orde
" a los jefes de trinclreras que no dejaran
¿'a ningún enemigo; pero ya doscientos de
f'tos, estaban en Ia plaza dándose con nu
" tros soldados el abrazo fraternal en medio
" vivas entusiastas a los valientes de la gu
" ción y al gral. Cómez." Lo que ocurrió lu,
es fácil de comprender: ésta segunda órden
gral. Cómez, nunca pudo llegar a tiempo a
jefes de trincheras pués el comando
dispuesto por aquél desde el primer día del
tio había quedado totalmente dislocado con
muerte del cnel. Lucas Píriz segundo jefe de
defensa de la plaza, ocurrida en la mad

-46*
I n-ten- de ese mismo día, herido de gravedad en Ia
:a por víspera; seguida de la del cnel. Tristán Azam-
3 St rOS: buya, jefe de la línea Sur de cantones, herido
:e re- también el día anterior; de la mortal herida del
o ex- Cnel. Emilio Raña, jefe de la línea del Este, de
'todos cuyas resultas vino a fallecer al día siguiente
) COn- de la toma de la plaza, el 3 de enero; y de la
os de muerte del comandante Pedro Ribero, jefe de
r con- Ia línea Oeste, ocurrida pocas horas más tarde
da de de la del cnel. Azambuya a quien había susti-
Jujo a tuído en el mando de su línea defensiva de
de la cantones. A excepción del gral. Gómez, del co-
i. Gó- mandante Aberasturi y del comendante José Ma.
idores Braga, todo el cuadro superior de jefes de la
o que guarnición de Paysandú, reducida a poco más
v fra- de 200 hombres, había perecido en la desigual
t otro lucha. No es de extrañar, por consiguiente, que
r nota a favor de la confusión provocada entre los de-
': rada. fensores de la plaza por causa de todos estos
Jenara factores, los sitiadores/ que habían denegado la
pasar tregua y continuado su fuego, hayan podido in-
ie és- troducir más fuerzas dentro de la villa que aplas-
n ues- taron todo ¡ntento de desesperada resistencia
iio de por parte de aquellos. Los hechos ocurrieron
ir arn i- así: el Cral. Cómez se encontraba dictando la
uego, nota-respuesta a los jefes sitiadores, cuando se
,n del presentó un comandante de las fuerzas brasi-
a los leñas, rodeado de algunos oficiales, quien lo
rnsivo intimó a que se entregase prisionero. Este ob-
iel si- jetó que estaba contestando la nota del gral.
on la Flores y almirante Tamandaré por la cual pedía
de la condiciones para la entrega de la plaza. El co-
rqada mandante le contestó: "General Cómez, ya no

-47-
" hay tiempo para eso; yo le intimo se entregue
" prisionero dándole garantías para su vida y la
" de todos los oficiales y iefes que lo acom-
" pañan." El gral. Cómez dijo entonces: "Bien
" señor oficial, me entrego prisionero y solo pi-
" do garantías para los valientes que me han
" acompañado, en la defensa de la integridad
" de la patria. Para mí no pido nada; quedo su-
" jeto a las leyes de guerra." Salió de allí el
gral. Cómez con un grupo de jefes y oficiales,
custodiados por fuerzas brasileñas al mando del
mencionado comandante que tuvo prelación en
este heclro. lban en marcha cuando se presentó
el comandarrte Belén, pidiendo Ia er"rtrega de
los prisioneros, invocando órdenes del Cral. FIo-
res y cnel. Cregorio Suárez. El Jefe brasileño
se resistió al pedido, alegando que eran sus
prisioneros de guerra. Estando en estas discu-
siones sobre
'el mejor derecho, uno y otro jefe
se dirigieron al gral. Cómez, preguntándole de
guienes prefería ser prisionero: si de los brasi-
leños o de los orientales. El gral. Cómez impul-
sado sin duda por uno de sus tantos rasgos de
patriotismo, contestó más o menos: f"Prefiero
ser prisionero de mis conciudadanos, antes que
" de extranjeros." A raíz de esta declaración, las
huestes que acompañaban al comandante Belén
se hicieron cargo de aquel grupo de valientes
que iban a ser sacrificados, horas después.l La
toma de la plaza fué seguida del saqueo de
comercios y casas particulares, y del asesinato
de prisioneros y hasta de heridos yacentes en
el hospital, apuñalados, degollados y hasta mu-

-48-
.-.Cos por los vencedores. Un Iredactor del pe-
I. ,¡lico entrerriano "el Uruguay', que entró'en
)m- . desolada villa al día siguiente de su caída,
iien ,¡cribía en dicha publicaciórr con fecha 5 de
ci- =^ero de 1865: "He recorrido Ia ciudad. Es real-
han Tente un montón de ruinas y de cadáveres.
Jad ll cuadro de desolación que ofrece es indes-
(tl- criptible.]" Los sucesos acaecidos en Paysan-
el :j causaron en las provincias argentinas próxi-
1^-
rt]:, -:as la más apasionada indignación. El 'senti-
del -¡iento de Entre Ríos se sublevó contra brasi-
en :!os,. y Urquiza tropezó con las más grandes
ntó :;ificultades para impedir un le.¡antamieñto ge-
de ^eral en favor de la vecina república. El espéc-
:lo- áculo de Leandro Gómez con un puñado de
:ño -iefensores teniendo a raya a 10.000 sitiadores
SUS a la flota brasileña, levantó el espíritu de los
CU- gauchos" como un toque de clarín.
efe La vieja 'antipatía nacional hacia el Brasil;
de os estrechos lazos políticos y económicos entre
asi- as tierras de una y otra banda del río Uruguay;
rul- ia profunda desconfianza que inspiraban las mi-
de :as del Brasil acerca de la independencia de su
ero pequeña vecina; Ia sospecha idealista y repu-
clicana hacía la monarquía brasileña y su "ins-
¡^^
Id5 titución peculiar" de la esclavitud negra/ que
lÁ^ hallaba eco en las volcánicas polémicas del gran
tes Alberdi; todos esos factores contribuyeron a
La aunar la opinión argentina como en un haz, en
de apoyo del Uruguay, y el sentimiento crecía con
1to cada día que se prolongaba la resistencia de
en Leandro Cómez, Ilegando a su culminación con
tu- la noticia de su atroz asesinato, La conducta del

-49-
imperio fué denunciada por aquellos pocos que
pociían hacerlo desde las páginas de algún dia-
rio bonaerense no adicto a la situación, que lo
eran en su casi totalidad. Tal es el caso de Car-
los Cuido y Spano, quien en momentos en que
las fuerzas imperiales avanzan sobre Paysandú
había escrito col-i tono profético: "Hijo humilde
" del pueblo, quiero dar mi voto, formular mi
" protesta, señalar mi esperanza. Yo sé que en
" estos momentos soy el eco de muchas almas
" rectas, de nruchos argentinos patriotas. Esto se
" anima y me sostiene; si mi voz se pierde en
" el desierto, otras más poderosas resonarán
'luego
en
" la falange de los hombres libres." Y de
caída Paysandú, la ciudad heroica, publicaba es-
ta otra bella página: "Consumatum est. ¡Pay-
" sandú ha caído! ¡Sus más nobles defensores
" perecieron! No: Paysandú se ha eternizado;
" esos héroes viven y vivirán perpetuamente en
" el corazón de los hombres libres. ¡Ay! ¡Lágri-
" mas de fuego brotan del alma de los argen-
" tinos, al ver la ignominia de su patria, con-
" templando el sacrificio con las armas en pa-
" bellón y en una inercia cobarde! Llegan a
" nuestros oídos los últimos gritos de los cam-
" peones denodados que caen al pié de su ban-
" dera vitoreando a la patria; escuchamos desde
" aqui el alarido salvaje de los traidores y de
" los esclavos festejando el triunfo sangriento so-
" bre un puñado de valientes; Ilegan hasta no-
" sotros los lamentos de las mujeres que lloran
" la desolación de sus hogares. ¡Y como mu-
" jeres nos lamentamos en el oprobio y la im-

-50-
" potencia! Maldición contra los que enfrenan
" Ios nobles ímpetus del pueblo argentino. Trai-
" dores de todas Ias raleas tienen enlutada la
" bandera de la república. Ellos responderán de
" su conducta a Dios, a la patria y a la historia.
" Las páginas de oro se abren entretanto para
" recibiros a vosotros, ¡ho dignos republicanos
" que supisteis dar a la muerte el más sublime
" prestigio de gloria! LEANDRO COMEZ, PlRlZ,
" . . .La tierra regada por vuestra sangre gene-
" rosa, es un altar. Postrémonos ante ella. Pi-
" damos nobles inspiraciones a vuestra memoria
" venerable. Ejemplo a vuestra vida. Ejemplo a
" vuesti'a muerte." La defensa de Pafsandú no
es un galardón de partido; es una gloria orien-
tal. Así ha sido considerada por hombres repre-
sentativos de partidos políticos nacionales tan
pronto como cedieron las pasicnes enconadas
de Ia lucha, dando paso al juicio sereno anima-
do por el sentimiento patriótico.
Leandro Gómez y sus compañeros de epo-
peya aparecieron entonces no solamente como
paradigmas del valor oriental, sino como caba-
les defenso¡'es de la soberanía nacional ultra-
jada y Ia independencia de la república amena-
zada por viejas ambiciones imperialistas que se
remontan a los orígenes mismos de nuestra na-
ciona!idad. Leandro Gómez venía a resultar así
un héroe redivivo de los tiempos de la "Patria
Vieja" en cuyas tradiciones abrevó su acendra-
do patriotismo; constantemente inspirado en el
ejemplo de Artigas y en el de los "Treinta y

-- .)¡
-
T-¿- -,, ¡¡ecios dc contínuo en sus escritos pú-
ci c¡¡ ', cri'.ados para tonificar aquella desigual
3ci a lndependencia o Muerte", Nadie podrá
remon:ar Ia corriente de nuestra historia contem-
poránea sin sentirse profundamente subyugado
ante este ejemplo de virtud cívica, porque nun-
ca se confió a más esforzado prócer el honor
de la república, ni a brazo más robusto el ástil
de su bandera.

-52-
t
Todos los derechos reservados
Depósito Leqal 247.035/90
Jmpreso en Montevideo
C. P. CH. Abril de l99O
Edición del Autor.
18 de Julio 2247 / 1103
MONTEVIDEO URUGUAY
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