Los Trabajadores en El Sector Cafetero - Charles Bergquist

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Gonzalo Sanchez VATE Err ry (Compiladores) CREO MN rst cs CF; joy pests dela violencia en Colombia comping "Gomi Sincher Gy Riera Petarnds see Coord HuradoO.”Mdell a Cara Bay Ee Universidad Nacional, 2007 . {B2p.Inmupen 105024 cm Incloe bg 1SBN958.98022-9-8 1. Violenca- Historia - Colombia - Siglo XX 2. Conficto armado - Historia - Colombia Siglo XX 1. Sénchez Gomes, Gonzalo, 1945- comp. Il. Pefarands, Ricardo, comp. I, Hurtado O, César, ed. IV. Serie. 303.64 21 ed. ALDH CCEP-Bancode la Repiblcs-Bibioteca Luis Angel Arango ~ (La Careta histérica) ISBN: 958.98022.9.8 ‘© 2007 Gonzalo Sénchez y Ricardo Pefiaranda (compiladores). © 2007 Instituto de Estudios Politicos y Relaciones Internacionales, IEPRI (© 2007 La Carreta Editores E.U. La Carreta Editores E.U. Editor: César A. Hurtado Orozco E-mail: lacarreta@une.net.co Teléfono: 25006 84. Medellin, Colombia. Primera edicién: 1986 Segunda edicisn: 1991 “Tercera edicién: 2007 Caritula de Alvaro Vélez. Impreso y hecho en Colombia /Printed and |made in Colombia Por Editorial Lealon, Medellin. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacign escrita de los titulares del copyright bjs Sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por teen pxeslmento, comprendidas las ecturas universtaras, la reprografa ye ratamient0 in {adistribuciin de ejemplares de ella mediante alquiler piblico. A la memoria de Germén Guzman Campos Contenido Presentacion a la tercera edicion Prefacio a la segunda edicién .. Presentacin de la primera edicidn ... 1. Historiografia de la violencia Los estudios sobre la violencia: balance y perspectivas ..ccccunnsnuunewnvee 7 Gonzalo Sanchez G. La guerra en el papel. Balance de la produccién sobre la violencia durante los afios noventa ... Ricardo Pefaranda Reflexién critica sobre el libro La Violencia en Colombia ....... 7 eae 47 German Guzman C. Historiografia del bandolerismo. Eric J. Hobsbawm Il. Antecedentes de la violencia Politica y partidos en el siglo xix. Algunos antecedentes historicos.... David Bushnell Algunos interrogantes sobre la relacién guerras civiles y violencia .... Malcolm Deas La Guerra de los Mil Dias: Aspectos Estructurales de la organizacin guerrillera. 87 Carlos Eduardo Jaramillo Los antecedentes agrarios de la violencia: El conflicto social en la frontera colombiana, 1850-1936... Catherine LeGrand Los trabajadores del sector cafetero y la suerte del movimiento obrero en Co lombia 1920-1940... Charles Bergquist Modernizacién y desarrollo desigual de la intervencion estatal 1914-1946 ........- 185 Bemardo Tovar Zambrano TIL La Violencia 1946-1965 Los mundos del 9 de Abril, o la historia vista desde la culata ... Herbert Braun De las violencias a la Violencia .... Daniel Pécaut “La Violencia” y los negocios. Quindio aios 50 y 60..... Carlos Miguel Ortiz Sarmiento La resistencia campesina en el sur del tolima . Medéfilo Medina El Ejército colombiano analiza la violencia . Pierre Gilhodés IV. Conflicto armado y crisis politica del Frente Nacional a los afios 90 La insurgencia armada: raices y Perspectivas Eduardo Pizarro Leongomez Hipotesis sobre la violencia reciente en el Magdalena Medio... Iban de Rementeria Paramilitares en colombia: contexto, aliados y consecuencias .... Alejandro Reyes Posada Cinco tesis para una sociologia politica del narcotrafico y la violencia en colombia ., 363 Alvaro Camacho Guizado Momento y contexto de la Violencia en Colombi: Savil Franco A. Paramilitares, narcotrafico y contrainsurgencia: una experiencia para no repetir... 407 Mauricio Romero Los trabajadores del sector cafetero y la suerte del Movimiento obrero en Colombia 1920-1940" Charles Bergquist Contrariamente a lo que afirman muchos €xpertos en la materia, la debili movimiento obrero colombiano No se deriva de la escasa inmigraci6n petaiey me fata de un liderazgo de izquierda’. La historia del movimiento obrero en Colon su tardia gestaci6n, su explosiva y efimera fuerza a finales de los afios 20 y principios de los 30, su institucionalizaci6én y desradi icalizacién lograda por los gobiernos liberal entre 1930 y 1945, y su represién y cooptacién durante los afios de la Violencia 7 posterioridad a 1945— obedece a una dinmica arr: ‘aigada en las profundidades de |; estructura de la economfa cafetera colombiana. E: p les de la c Nr - este ensayo centraremos nuestra atencién en la primera parte de esta historia, periodo durante el cual se definio la trayectoria moderna del movimiento laboral colombiano en muchos sentidos y se de- cidié la naturaleza de su influencia posterior sobre la vida politica nacional. De vital importancia dentro de esta interpretacién que Propongo es la creencia de que durante este periodo se produjo el crecimiento de los pequefios Propietarios cafe- teros, quienes lograron consolidar su posicién dentro del sector mas importante de la economia colombiana. Ya que este aspecto es el nticleo mismo del mito de una civili- zacién colombiana de pequefios propietarios, y del debate sobre la influencia politica y econémica de éstos en lo que se refiere al rumbo del desarrollo nacional, una acla- racién de todo lo que representa resulta de vital importancia para comprender la historia moderna de Colombia. Sin embargo, en vista de que este aspecto siempre ha sido relegado deliberadamente por la clase gobernante y a menudo ha sido errénea- mente interpretado por los académicos de izquierda, la labor de esclarecimiento no es sencilla. Debe comenzar con el anilisis critico de la principal fuente de los historiado- tes, a saber, los debatidos censos cafeteros de mediados del siglo xx. ——__ * Este trabajo forma parte de un ensayo mucho méslargo sobre lahistora de Colombia en loss x Y)0,nclido en una obra trulada Workers in Modem Latin Amercn History Capa: Development and Labor Movement Formation in Chile, Argentina. presen la historia “* Histotiador. Autor de Café y conflito en Colombia 1886-1910 y Tr tome ‘Antica Latina, coeditor de Vilence in Colombia. Profesor de a Universidad de Washing p-29, destaca el 1-2. "Marco Palacios en El populismo en Colombia, l Tigre de Pape, Medelin, 1971.2 eta ue ment de que la falta de unainmigracion europea fel causa de lacarencia de wna onmenoet na auitonomia politica en el seno del movimiento de los trabajadores c tribuy6en buena parte la falta a clase obrera adquirir independencia organizativa ideol6gica..- ro gr: qoe habran sporcado una Lari Mtes migratoras similares alas experimentadas en los palses del Cono Sus au halon ee ‘olaboracin progresista Y tal vez capaz de adquirirideolbgicamente su spot ot ia influencia tica”. Dentro de una perspective comparative resulta evden °/5 00 Tg fue mov 7 Por los inmi movimientos 5 uno de wn aay ie ec tapeltesasnome 139 El primero de estos sistematicos censos cafeteros, publicado en 1932 de an ; : » demosp, N apariencia que la estructura de la tendencia de los medios de Produccién caf aba n Colombia era altamente difusa y dispersa (véase cuadro 1). Ese censo demog que de las 149.348 fincas cafeteras tabuladas, el 87%, que contenjan cerca & _ nitad de todos los arbustos, eran pequefias y tenfan menos de 5.000 arbustos, Al ‘le incas de tamafio un poco mayor y que contenjan entre 5.000 y 20.000 arbustos, i sentaban un 11% adicional de todas las fincas y una cuarta parte del total de atbusty, sembrados. Por tiltimo, las grandes fincas cafeteras, con més de 20.000 arbustos (una, antos centenares de las cuales albergaban mas de 100.000 arbustos) Tepresentaban slo el 2% de todas las fincas pero contenjan la otra cuarta parte de todos los arbustos, Quienes realizaron el censo optaron por tabular el ntmero de fincas y Prefirieron no estudiar la naturaleza de la tenencia o propiedad de la tierra. Al evaluar el censo, los funcionarios de la Federacién Nacional de Cafeteros se mostraron gratamente sorprendidos por el grado de divisién de la propiedad que pretendian observar a partir de las estadisticas. ‘Todos estos datos interesantes y verdaderamente sorprendentes demuestran que la industria cafetera es no solamente el factor fundamental y decisivo de nuestra economia nacional: sino que, a la vez, constituye un elemento admirable de equilibrio social ya que, debido a la naturale misma de su organizaci6n y las circunstancias excepcionalmente favorables para brindar trabajo adecuado y casi permanente a mujeres y nifios, est4 haciendo realidad, en forma autométicaysin necesidad de ninguna ley de expropiacién, el fendmeno de la divisién de la propiedad’. En realidad, cualquiera de las fincas enumeradas en el censo hubiese podido set explotada por su propio duefio, administrada por un propietario ausente, arrendadao entregada a los aparceros. Ademés, esa misma persona, familia o compafi‘a hubies podido tener la propiedad de varias de las fincas individuales. débiles movimientos de izquierda del continente se desarrollé en Argentina, donde fue abrumadora a inbeet de las ideologias de la clase trabajadora de Europa y de los activistas anarquistas, socialistas y comunists Viejo Continente fue importante para el desarrollo del movimiento obrero. Sin embargo, dicha influenciaft mediada por una estructura de exportacién. Palacios més adelante destaca correctamente lai ia de identificaci6n de los trabajadores con los dos partidos politicos tradicionales en lo que se refiere al frusa® desarrollo de los partidos de izquierda. La explicaci6n de este fendmeno de identificacién en términos mal y de clase es la tarea que le espera a los analistas del movimiento obrero en Colombia. La perspectiva comparativa puede servir también para corregir el voluntarismo excesivo, divisive yer tructivo del andlisis marxista llevado demasiado lejos. Contrariamente alas afirmaciones que aparecen e™8 ‘altiples citas marxistasincluidas en este ensayo, el fracaso hist6rico de la iquierda colombiana nose deb* principio a un liderazgo inadecuado. Como veremos, serfa dificil demostrar que los marxistas Colombian més concretamente, los miembros del partido comunista colombiano, fueron mAs culpables que sus contrast de otros paises en lo que se refiere a su incapacidad para implantar un efectivo liderazgo. No obstante rb Precisamente el argumento planteado en la historia oficial del partido comunista, Treiwa aris de hcha del RP Comunista de Colombia, Bogota, 1960, y desarrollado en la popular, y por demas aguda, historia del movir™ 'aboral colombiano escrita por el autor comunista Edgar Caicedo, Historia de las luchas sindicales oe 3ted., Bogoté, 1977, pp. 57-61. Los iaquierdistas como Caicedo con frecuencia hacen alusion ala ne de la pequefia propiedad en Colombia. También reconocen el poder ejercido por la ideologta liberal sobre 8, trabajadora colombiana. Sin embargo, no explican por qué estos obstaculos a la influencia de la ixquie™2 1, sido tan extrafiamente grandes en Colombia. Tampoco ahondan en el significado de estos dos factores ™ historia dela iquierda y su estrategia futura. 3. Editorial, “El censo cafetero” en Boletin de Estadistica 1:15, febrero, 1933, p. 117. “UT F€€6T “995 'S" 1 PomypoIEg op WysqOg ‘oxB PTH CHUA ‘wR, we Iss Lg7 LO ve 6L8y sOUNGIE WH % 170 ZO 6rT eel SsLgos smuy Ip % Sre6rl 1z€ ze 977 17691 9SS°671 SaTvVLOL 6€v 01 6r or 96 9b0'T 976 Ssoqusureyredag s0nQ 690°07 v € iL vIST LLy'sT ‘ATE TLL 09 7 69€ OL9'% o196 euROL SvO'e €9 Is €0€ Str o0s'T Jopuryars CLOL se se ts€ ove sz7rs WPUEIUES BP szI0N, ZI EL 16 89 Lsz 6 Lett woreureurpun) LLy71 _ — — €87 v6T7T tone oL Ob s & 097 , Ive SLY'9E sep) 685°87 Iv so sis Te€s€ ver oT wmbonuy sepepardoid ap 000'001 000°00T 000°09 00007 soysnqre owureyedsq TR10} ox2UMN AP SEW 100'09 °a ® 10002 °a ® 100s 9a 000's 9p sousur uoo seoury =p oloumN, —_———— TE6T ‘WIENOTOO Nd AAV Ad SAUOLINAOUd SOLNINVLUVAIA ‘SH TVaIONTd SOT NA SOLSNEUV Fd OWAWAN AOd SVAVOIISV TO SVAALIAV SVIONANAL Towavna 141 Este hecho, de no haber investigado el €nso parcial de 1939, ha sido interpret: Mos aiios. Estos observadores han sostet mucho més concentrada de lo que pare Posteriores; que los miles de de 5.000 arbustos, eran c aspecto de Is ‘ado con cini nido que la tenencia en k cfan indicar el censo de trabajadores que cultivaban una o dos Ampesinos que vivfan en la pobreza y trabajar la mayor parte del tiempo en las grandes fincas ve que las fon Precapitalistas de tenencia de la tierra y el servicio laboral eran la regla de la prod cin cafetera durante los primeros decenios del siglo. * A medida que el cultivo de café crecfa en Colombia durante los afios 30, de fincas cafeteras pequefias se multiplicé. Por lo menos esa es la Conclusién a la que * Puede llegar a partir de una comparaci6n entre el censo de 1932 y el de 1939, tealizady tomando solamente dos de los Principales departamentos cafeteros, Cundinamarca y Tolima (véase cuadro 2). A juzgar por el aumento en el ntimero de arbustos Cultivadgy en estos departamentos durante ese lapso de siete afios, el aumento en la Produccién fue probablemente de 75%. Sin embargo, durante ese mismo periodo se duplicé el néimery de fincas cafeteras en estos dos departamentos. El cuadro 2 permite apreciar un aumen. to en el ntimero de fincas cafeteras de todos los tamafios a excepcién de las més grandes es decir, aquellas de 60.000 arbustos y las que tenfan mas de 100.000. En Cundinamarca, la tasa de més rapido aumento fue en la categoria de 5.000 a 20.000 arbustos. En Tolima, las fincas pequefias (menos de 5.000 arbustos) fueron las que presentaron el més répido crecimiento. El censo de 1939, al igual que el censo anterior efectuado por la Federa- cién Nacional de Cafeteros, no proporciona una indicaci6n directa acerca de la nature elc Glti head Y los Nectéreas y vefan obliga Mer el mime (CUADRO 2 CAFETER. Ss AS CLASIFICADAS POR NUMERO DE ARBUSTO! TENENCIAS EN CUNDINAMARCA Y TOLIMA, 1932 Y 1939 Numero de ne ‘ae Niimero "S00 de total de 5.000 De $.001 De 20.000 De 60.001 Mis mbustos §=220.000 260.000 2 100.000 100.000 fincas “ 812 on932 12.474 922-257 68 a ee 1939 25.826 3.847 406 16 ‘ 2.771 Tolga 9.610 2.670 369 62 es saat 1939 22.555 5.021 sul 68 Puen Toll, Cundinamarca ¥ Tabla 1 y Conso Cafetero de los Departamentos de "Bolen de Emadlerce No. 24, bel do 1943:02. 142 |eza de la propiedad de estos miles de igual que el censo de 1932, arroja un Daa tomado en 1955 bajo | a Latina y la Organizaci6: 10s auspicios de la Comisi fp Alimentacion, se basé en una acon de las Naciones Unidas para le ap smemica en Colombia. Al igual que los censos ant grande y representativa de fincas cafe re tro que la produccién de café en Colombin vee nse CePAVFAO de 1955 dene Segiin el censo, el ntimero de finca mbia seguia siendo una actividad mi peng 20.204 fincas nuevas adici s cafeteras del pais eee s adicionales con arbust Pais se calculaba en 214.270, mé habfan entrado en producci6n. Esto repre os (de menos de tes afos) que ain p ductoras con respecto al numero de ee sentaba un aumento de 65.122 fincas ro. nal de 1932. El censo demostr6 que el pea cafeteras que aparecian en el censo na ee en todos los Seen nae acta har cafeteras en produccién habi entre 1932 y 1955. Sin embar; lombia durante ese period 5 aot i periodo comprendi- ra Central, de los principales departamente mies ganancias no provenian dela Coal: y Valle y en donde, segiin los observadores Sa como eran Caldas, Antioquia més comunes. Las grandes ganancias rovent as fincas Pe a epee torment mentos cafeteros importantes, Cun rc cambio, de los otros dos departa- concentra én de ‘des fincas eee iets en i cuales existia la mayor tos dos departamentos f eluates epee eee ae aa hb suments respetios de 13.808 y 13.749 de fincas productoras de cae entre 1952 y 1955. Ansonia con un aumento de 1732 fincas productoras, Caldas con 4.021 y Valle con 1.420, representaron conju de 12 tan slo un 11% de ese aumento global een revi aco = entos . . iento restante provino de otros artamé in ee importantes en términos de la produccién de café, los cuales, oe 5 yuyeron. solamente con el 15% de la produccién total en 1955)°. : in embargo, de mucha mayor importancia fue el hecho de que, por primera vez, ea Cepal/AO arrojé luz sobre los patrones de distribucién de la propiedad den- re econom{a cafetera colombiana. Estos datos aparecen resumidos en los cua- 3y 4. En vista de que para este censo se empleé una medida diferente para el ie nafio de las fincas con respecto a la medida utilizada en los censos anteriores, es cit, hectéreas ‘a cambio de némero de arbustos, he escrito entre paréntesis una medida equivalente en numero de arbustos. EI promedio de arbustos de café, calcula- do por hectérea, segiin el censo fue de 2.500°. , fincas cafeteras Pequefias, velo sobre la cuestién de In venereal la tenencia. 4 Abwalén Machado, Elcafé. De la aparcerta al captalsmo, Bogor, 1977, cuadto ? PP 90.93. Alli Deen gue comparacin con lt ras menos formales sobre el tamatio de las fincas cafeteras recogidas por Monsalve en 1925, revela que el répido crecimiento de las fincas cafeteras mas pequefias en estos data por lo menos de ls afios 20. Durante ese periodo, sin embargo, también aumenté el niimero 7 feces ‘cafeteras de mayor tamafio aunque a un ritmo més lento. las Naci ‘Adaptado del cuadro 12, p. 26 dela ‘Comisién Econémica para América Latina yla Organzacién de tiidod et Unidas para la Agricultura y la Alimentacion, El Café en América Latina, Problemas dela produc- 9 Debocn a Calonb y El Salvador, México, 1958. (En adelante citade corte Copal, Elcafé) Corer 22h EL af, evn 17.291 trio kde los arbusts de café, tpicamente mayor en la Gaza caf, ead pocedimientoeempes rcanenecoel inde compara econ eensos y para usrar as vendencis generales 143 CUADRO 3 NUMERO Y PRODUCCION DE LAS FINCAS CAFETERAS EN DE ACUERDO CON EL TAMANO, 1955 COLOMEI, Numero de fincas Pro, ~ duccién ~~Toneladas Numero i Métricaz x Hasta | hectérea (menos de 2.500 arbustos) 77.245 36.3 19.129, 53 De 1.1 hasta 10 . hectéreas (2.500 a 25,000 arbustos) 123.719 58.1 207.639 579 10,1 a SO hectéreas (25.000 a 125.000 arbustos) 11.429 54 108.637 303 50.1 a 100 hectéreas (125.000 a 250.000 arbustos) 447 0.2 13.734 3.9 100.1 a 200 hectéreas (250.000 a 500.000 arbustos) 79 -- 4.426 1.2 Més de 200 hectéreas (més de 500.000 arbustos) 51 -- 4.996 14 TOTALES 212.970 100.0 338,561 100.0 BO Fuente: Cae piemomica para Artic Latina a Organzacion dels Naiones Unidas pal A tura y la Alimentacién, El Café en América Latina. Problemas de la productvidad y perspectvs Colombia y El Salvador, México, 1958, cuadro 18, pag. 30. Esta informaci6n crucial acerca de la tenencia, sepultada en una pequefia table ¢ el censo de 1955, revela que, a mediados del siglo, eran los pequefios y medianes ductores quienes posefan la tierra dentro de la economia cafetera de Colombia. de bién establece, con la ayuda de cierta informacion adicional, la importancia a fincas que pertenecfan a una familia y eran manejadas por ella. Segiin los cficw ‘a0 tamafio de las fincas viables, de propiedad de una familia, oscila entre 5.000 ¥ ‘eu! arbustos, 6 2 y 8 hectéreas’. Claro est4 que el tamafio de la finca es solamen’ , criterio. La viabilidad dependia del tamafio de la familia y su estructura etaria, 0 1. Losmejores andlisis sobre el tema, en mi opiniGn, aparecen en Richard Loxley Smith, ves Social and Economic in a Colombian Coffee Municipio”, inédito, disertacion de stu Universidad de Oregén, 1974, pp. 88-92, y en Nicolis Buenaventura, “Proletariado agricola”, ¢ Estudios marxistas 1, abril-junio, 1969; pp. 1-85 144 lidad de la tierra, la edad de los arbustos, e| rado de i cantidad de tierra que ‘Ro estaba destinada a asia cafe oP se familia, ta de otros productos bésicos, etc. Sin embargo, en vance feet del ca d 7 ‘ones Optinnas "80, en las fincas de menos de t incluso con pms a ee i las familias cafeteras que podfan s0 7 pot ie eee lembros debfan salir de su finca para trabajar on enc ee ea . le tamafio entre 1 de bas cuales 4 oe las cultivaban, eran orobablemevie feasancay 18% manejadas per s oe luefios. El cuado 4 Parece indicar que el ntimero de fi ss de ese tipo en estaba alrededor de las decenas de miles. me racién Nacional de Cafeteros habfan dado a entender. Demostré que la tenencia de la tierra estaba muy dispersa en lo que se refer(a a la produccién de café, y que las pequefias fincas de propiedad de una familia componfan la unidad més numerosa y preponderante de la produccién cafetera colombiana. Parece asimismo que durante todo el periodo comprendido entre 1932 y 1955 la propiedad dentro de la economia cafetera estuvo en manos de muchos y que gran ntimero de fincas eran de explotacién familiar. Todo parece indicar entonces que la trayectoria hist6rica de la produccién cafetera durante estos decenios condujo a este resultado en 1955. Negar esta caracte- tistica fundamental de la produccié6n cafetera en Colombia serfa pasar por alto los mis ‘CUADRO4 CENT! FINCAS PRODUCTORAS DE CAFE EN COLOMBIA DE ACUERDO CON EL ro DE ADMINISTRACION Y EL TAMANO, 1955 Ss Hasta 1 hectérea 50 Mésée 50 de 1.1210 10.18 (my'500 (2.5008 (25.000 a (nit ont 25.000) 125.000) 12 arbustos) 143 Propietario 19 sd administrador is a 172 ny ° f ‘Administrecion 07 4 ae ‘Por contrato 39 Feente: Igual ale Table 3, cusdro 23, pis: 3? 45 importantes hechos hist6ricos implicitos en los censos de los afios 30 y config, el censo de 1955. La propiedad de los medios de produccién dentro di cafetera era nacional y, si bien su distribuci6n era desigual, tam dispersa. Cada una de estas caracteristicas, como veremos mis profunda influencia sobre la moderna historia laboral y politica de la nae Entre 1920 y 1950 muchos trabajadores y pequefios productores log cedores en la batalla contra la opresién de los sistemas laborales prec quirir el control sobre los medios de producciGn cafetera. Persisticton en si lucky. largo de tres decenios en los cuales alternaron la bonanza econdmica, la depresigg auge cafetero, mientras en el gobierno alternaban los conservadores y libetales pequerios partidos progresistas de inclinacién izquierdista progresaban solamente ya, luego caer vencidos. Los cambios politicos y econémicos obligaron a los trsbajadan del sector cafetero a adaptar sus técticas a fin de maximizar su posicién de venty durante el transcurso de la lucha, Sin embargo, y a medida que se acercaban a sa objetivos, fueron inexorablemente abandonando las estrategias colectivas que ls yer mitieron alcanzar sus victorias iniciales. La lucha colectiva de los trabajadores dd | sector cafetero degener6 en una actividad privada e individual apoyada por la pola tradicional, en detrimento tanto de ellos como de su sociedad. La transformacién de la lucha inevitablemente condujo a un enfrentamiento entre los propios trabajadore Después de mediados del siglo dejé a los opresores de su clase en libertad para forjr un nuevo consenso ideolégico y politico y para consolidar con éxito un orden capita lista periférico tendiente a la industrializacién. Al ganar la batalla por la tierra, los trabajadores del sector cafetero perdieron & la lucha por transformar la sociedad capitalista explotadora en la cual trabajaban. A cambio, contribuyeron a modernizar esa sociedad y a fortalecer los valores e institv ciones liberales que la sustentaban. En la medida en que alcanzaban sus victor individuales, ayudaban a destruir el poder de un movimiento obrero organizado det tro del cual constitufan la parte potencialmente més importante. En la medida en | sus propias organizaciones colectivas desaparecfan, los sindicatos de sus primeros a” | dos de los enclaves de exportacién de propiedad extranjera y de la industria del tat porte y la manufactura quedaron expuestos a los designios corporativistas y repres™” del Estado. Al gravitar hacia la tradicional érbita clientelista de los partidos liber ' conservador, sus aliados de la izquierda politica, que habfan sido los campeon organizadores de sus primeras luchas colectivas, abandonaron el campo de bat unieron su destino al de los reformistas corporativistas del Partido Liberal. oft Por diltimo, al ganar la lucha por la tierra, los trabajadores y los pequefios Ph", tores de café no hicieron nada por modificar la estructura comercial y crediticia economfa cafetera. Los capitalistas nacionales gradualmente pasaron de un lio sobre los medios de produccién a un monopolio sobre los medios de inter cafeteto. Los trabajadores lograron un mayor control sobre el proceso del erat medios de produccién, tan s6lo para caer victimas de una explotacién ™ aun eficiente a través del control capitalista del comercio cafetero. La profunda hs Pirrica victoria de los trabajadores cafeteros, ya muy avanzada a mediados seo dejé un legado conservador, ideol6gico, politico e institucional que adn 2° hort perado por la clase trabajavo a ra y los partidos de izquierda. Solamente hast yer, On, OM salir yp, pitaliotay 146 después de tres décadas de un impresionante desarrollo js zacion capitalista de la produccién industrial agricola (incl y de una Teorgani- iaquierda ene a entrever la forma le eee susie fel cafe), est la por dicho legado. 108 limites impuestos La debilidad del trabajo organiz, 8. Los demés estudios de imy iportancia acerca de la historia relaci6n entre el trabajo y el Estado laboral en Colombia giran alrededor de la Para explicar a trayectoria liberal del movimiento obrerocolombiens Ee otras} atribuyen en mayor o menor ‘grado la cooptacién de la izquierda 'y la exitosa institucionalizacin liberal del trabajo no al fracaso de los dirigentes de iaquierda, sino al exitoso liderazgo de la clase gobernante colombiana. Por ejemplo, en Development of the Colombian Labor , New Haven, 1969, Miguel Urrutia hace una inteligente defensa de las instituciones liberales corporativistas que gobiernan las relaciones laborales colombianas en la actualidad, y también exalta los pasos que dio la clase ‘obrera para renunciar asus tendencias polfticas radicales y ganarse el apoyo del Estado, gracias alos esfuerzos del partido liberal que legé al oder durante los aios 30y 40, Estos esfuerzos fueron consecuencia de ladebilidad politica de cis aber i . Los liberales progresistas otorgaron concesiones alos trabajadoresy ala inquien liberales frente a la derecha. progres ic y con la finalidad de mantenerse en el poder y cumplir con su misi6n reformist, Resstamés paul ene ue i i icién conser ee Precisamente a su alianza con el movimient : x eee ispuestos a tomar en su calidad de miembros progresistas de una clase dominant amenazada porlasevacin fal descrita mas adelante. El cienfco-poltco francés Daniel Pécau, ny obra Folica ydalona Colombia, Bogotd, La Carreta, 1973, sostiene que la “I6gica liberal eis eee Toe pba ingida incorporacién de los trabajadore * ee fomo resultado de la gradual y restringi i imiento obrero colombiano que est liberales de los afios 30 y 40. Uno de los pocos analistas del movimi Ras eae hizora dentro de una perspectva compart a cai joserialzacin” yl “debiidad de las clases popula- “permanent fe iy ita a jue es eee ee dene fancion del entra de Iacono ae cs ade me Pero no explica dic a ja en una econom 7 Tras atencin ala ons cans dels incor dla ean CEPAL, Por el contrario, se oie njora de la cual excluye a su més importante components ators i6n pasiva de una clase trabaj Femando Rojas, quienes esriben dele Pe to - Por éltimo, Victor Manuel Moor Iimbia, Bogots, La Carreta, Ui ereecmiears bajo los marxista en Luchas obreras y politica laboral. de Ia legislacién corpor ebeero como una victima de los ms ns aera: ; ue no hacen referencia ala raz, {Boman liberales yconservadores por igual. Su osha rer Pemba, nes queda laimgresisn de contribucién a los estudios sobre rivamente tan extoso en Colombia, nee duet te Por la cual el corporativisma liberal fue comparaivamenis Ste ge i aganizado y elcambio ue a clase gobernante colombiana fue sencillamenss ferea de la relaci6n nes el hn = sO adores cokoianot ‘xtudios contribuye a aclarar ae cosirguno de ellos considera la ul mimo Politico e institucional de la nacién. Pero liza la trayec' ora en una ee linguno ani de una clase doe! motor principal de dichos cambios. Ninguno ane et Te rativa | colombiano deade la prspectiva comparativa de Perlticadstinea de las otras existentes en el hems 47 La produccién cafetera, tal como evolucioné en Colombia a finales del Principios del xx, dependfa de una sorprendente variedad de sistemas labor? MK tenencia de tierra que, no obstante, compartfan una caracteristica fundamen “ dian a crear una confusién en la clara dicotomfa capitalista de la propieda trabajo libre remunerado. El resultado cultural e ideol6gico de los muy partic! patrones de propiedad y trabajo de la produccién cafetera colombiana fue bw cin de una clase trabajadora campesina atrapada entre las aspiracionesindividee™ de los capitalistas mezquinos y los valores democréticos colectivos forjados en lat” por un cambio social progresivo. La mayoria de las veces, y en la mayoriade la tes, prevalectan las aspiraciones capitalistas individuales’. im Las relaciones sociales menos modernas de la produccién cafetera eran las existfan en las mas antiguas zonas cafeteras que se habfan desarrollado en la Condi, ra Oriental en el siglo xix. Sabemos mucho de estas relaciones en el Area situada hag, el sudeste de Bogoté, donde las enormes haciendas cafeteras fundadas a finales 4 siglo xix se convirtieron en el foco de las protestas laborales a gran escala durante ly afios 20 y principios de los 30. Los trabajadores permanentes, llamados arrendatariog estancieros, por lo general recibfan el derecho a explotar una pequefia porcion de tierra o parcela. En la parcela, el arrendatario y su familia podfan sembrar maiz, pli. no, yuca y cafia de azticar para su sustento, y también criar aves y animales, y constuir una casa que por lo general era muy modesta, hecha de guadua y paja. A cambio de ese derecho de utilizar la tierra, el arrendatario tenia la obligacién de trabajar dura te un cierto némero de dias en las tierras de la hacienda, generalmente en las plants ciones de café. La obligacién del arrendatario podfa consistir en unos cuantos dias de trabajo a mes 0 en trabajo durante la casi totalidad de los dias del mes, de acuerdo con ¢ tamafio de la parcela, su ubicaci6n, la calidad del suelo y las practicas establecidas es la hacienda. Ya en los afios 20, el trabajo obligatorio de los arrendatarios en la hacit da era remunerado, por lo general a una tarifa inferior al salario normal pagado pt trabajo libre en la regién. Los arrendatarios gozaban también de acceso a los bose de la hacienda, y muchos tenfan derecho a llevar uno o dos animales a pastar ent tierras de la hacienda. . Ademés de estos trabajadores permanentes, cuyo ntimero llegaba a ser de Gad nares de familias en las fincas mAs grandes, las haciendas debian también cont trabajadores que laboraban por dfa y se llamaban jornaleros o (més gréficame”, voluntarios, quienes vendfan su trabajo libremente a los grandes capitalistas del Estos trabajadores eran contratados por temporadas durante los periodos 4 M, demanda de mano de obra. Muchos eran pequefios campesinos empobrecid vivian en las montafias densamente pobladas de Cundinamarca y Boyacé. Engi dos por los encargados de contratar trabajadores para las grandes fincas, est05 ° sinos se desplazaban a la templada zona cafetera durante unas cuantas sem! ° lace 9. El mejor y més sistemAtico andlisis sobre las relaciones sociales de la producctny ee vor cafetera colombiana durante las primeras décadas del siglo xx aparece en Absalén Machad> Canto también el completo material descubierto por Marco Palacios, Coffee in Colombia. 1850-197° Inglaterra, 1980. 148 fan a estos trabajadores temporales para ayudar « cosechar a rataban jomaleros para el trabajo de desyerbe de los Surcos, pS ralmente dos veces al afio, y también para Podar los arbustos, umentaba la productividad de la Plantaci6n y, ademés, facilitab: dl menor tamafio de los arbustos, Por dltimo, los propietarios de los grandes nfan telaciones con otro tipo de trabajadores, e: expansion de los cultvos de café. Eran ellee lor cones quienes acordaban abrir eaevas tierras para el cultivo del café mediante contratos celebrados con los propieta- a de las grandes haciendas. Por lo general, un colono aceptaba limpiar los bosques y sembrar y cultivar café durante un néimero concreto de afios, usualmente tres 0 cua- hasta que los arbustos llegaban a la etapa de produccion. Durante ese tiempo, él you familia podfan cultivar otros productos intercalados con las plantas de café. Con- Udo | periodo acordado, el colono vendia los arbustos, por lo general a un Precio eee especificado, todas las mejoras adicionales como los platana- is oe dar sombra al café— los sembrados de cafia de azticar y yuca, y su casa, Pee ho sobre la tierra. Esta renuncia, debia ademds renunciar expresamente a todo derecho sobre peepee a en los contratos de venta de los nuevos arbustos de café, era de vi por tancia 10 | are i demés sitios del pafs, a me- Las grandes haciendas cafeteras de oni ae aaa tudo se basaban en unos titulos de Ee eco Ios terrenos pablicos 0 Su tamafio era enorme debido a que se extendfan « arincipion del xx, eran adj. lo XIX y a pl baldios. Las tierras baldfas, durante todo el siglo u Te cartificados expedidos por cadas a individuos privados principalmente sobre la ae oa fin de saldar sus obliga- ‘os gobiernos cuando se encontraban en aprietos financi ia es dores Estos cert. iones con los soldados, los contratistas de obras pablicas y xr comerciantes y grandes ‘2 menudo eran ‘Comprados a un precio muy oe alal ela tetrateni tienes los utilizaban para asegurar un sobre la tierra también con- nao le de tierra publica. Las leyes Soe ecole bajo garantias raid i le » templaban la adjudicacién de estos lotes A or ee gobiernos liberales So a Con les. Estas leyes, dictadas Principalmente dureé aldfas 0 pequetios replete we de 1870, Prevefan la adjudicaci6n de te vio nacional. (uienes pod aa Paban y cultivaban la tierra en el territo ‘erro nimero de a ed habian pado jizado la tierra durante cier muy superior idatoe LC a son d tierras de un tamafio LeGrand en un amplio oa Pa el tal cor mole ha demostrado Catherine tealidad, tal com: od Bergquist, Cafe ~~ n lizan €1 ‘durante los dba de 1890 9 a nniges en Caklas Conse. Algunos ejemplos de Cc ta cae fe ae to 36, aatham, NG, aed PP sds edici6n, Bogots, 1978, P- el café. También se el cual se efectuaba ya que esta practica a la cosecha gracias Predios cafeteros de Cundinamarca specialmente durante los periodos de 49 oN estudio sobre la enajenacién de la tierra baldia en Colombia, la mayor parte g tierra distribuida de esta manera, la cual estaba en su mayoria en las laderas cafe eh no reclamadas, era adjudicada a los grandes terratenientes en la forma de en, era extensiones. Ademés, los beneficiarios de estas mal definidas concesiones de tien,” menudo procedian, ilegalmente pero con éxito, a ampliar sus tenencias més all an limites de las concesiones originales. Este proceso a menudo ocasionaba conflctos <* los invasores, quienes exigian derechos sobre los terrenos piblicos en calidad de Col. nos. Pero los costos legales, los requisitos de agrimensura y las demoras burocré inherentes al proceso de adjudicacién, ademés del control ejercido por los grandes t. rratenientes sobre las autoridades politicas y de policfa y su inclinaci6n hacia la violen, cia, por lo general significaban la derrota de los pequefios colonos y su eventual incorp. racién en la fuerza laboral dependiente de la produccién cafetera"'. El control de hecho sobre la tierra no cultivada en las zonas cafeteras se convertiaen un control de derecho a través de los contratos con los colonos antes mencionados. Al renunciar a todo derecho sobre las tierras baldias, los colonos se vefan obligados a entre. gar a los grandes hacendados un doble beneficio. Renunciaban a sus cultivos de café en el preciso momento en que, con la primera cosecha, comenzaba a dar fruto el ardw) trabajo de la limpieza de bosques y la siembra. Y les suministraban a los grandes terrate- nientes la base legal, es decir, la tierra cultivada, para adquirir derechos sobre enorme: extensiones adicionales de tierras publicas. La magnitud de esta doble injusticia, que constitufa la negaci6n del espiritu mismo de la legislaci6n agraria y privaba a los tebe jadores del sector cafetero de la posibilidad de convertirse en productores independien- tes, no fue aceptada con facilidad por los colonos de ambos tipos. Los invasores de lis tierras baldfas accedian solamente después de ardua lucha. Muchos se negaban a slit de la tierra y a menudo entablaban pleitos legales invariablemente prolongados que & la mayorfa de los casos terminaban en una decisién en su contra. Quienes firmaban contratos con los grandes terratenientes para abrir nuevas tierras para el cultivo del cié y eran obligados a renunciar a cualquier derecho sobre la tierra, habfan llegado a conclusién de que era intitil tratar de circunvenir las intenciones de los hacendados luchar contra su control sobre las autoridades politicas, judiciales y de policfa. Com? veremos, la cuestién de los titulos imperfectos sobre la tierra y el suefio de adquii propiedad a través de la posesiGn y utilizacién efectiva de las tierras del dominio pablie se convirtié en parte de la memoria colectiva de los trabajadores dependientes de grandes propiedades cafeteras de Cundinamarca y Tolima. Cuando el equilibrio & poder entre las clases del sector cafetero cambié durante los afios 20 y 30, los trabajat” tes se valieron de todos estos aspectos para montar la més grande movilizacin de rab jadores campesinos que haya habido en la historia de Colombia. los _ En las zonas cafeteras més recientemente desarrolladas de la Cordillera Centish sistemas de trabajo y tenencia de la tierra eran més modernos, y a menudo més ie Para los trabajadores. No solamente eran més comunes las fincas familiares Y Pequefias (descritas m4s adelante), sino que en las grandes haciendas ©! a Por lo general prevalecta el sistema de aparceros y arrendatarios. A fin de !o8" 11. Catherine LeGrand, “ suc Colombia, 1870-1936", "From Public Lands Into Private Properties: Landholding and Rural 0 disertaci6n de doctorado, Stanford University, 1980. 150 Jote de tierra para sembrar Cultivos de subsistenci . a de trabaj I h a Meni ado Mako). Los aparceros que vivian en esas tierras en 00 atbustos a bse , generalmente la mitad, a cambio del Cultivo y la cosecha Saban bajo st responsabilidad, y del Procesamiento del cafe ‘ y secaban su café recibjan ). En algunos sitios, tenfan ademés la obligacién de tr. ait dase & ba = de dias en las tierras de la hacienda, Y €ran remunerados de acuerdo precios vigentes en la Tegion. En otras localidades debian compartir una parte daly we ae Parte) con el propieta- eran muchos y muy variados los acuerdos entre aparcer: arendaie yee ee ‘Os arrendatarios y los propieta- tos de las haciendas de las cordilleras Central y Oriental, algunos de ios pais mds onetosos para aparceros y arrendatarios que otros. Estos sistemas o acuerdos de trabajo, por lo general verbales antes de los afios 40, no han podido ser totalmente dilucidados por los historiadores. Los habia relacionados especificamente con el proce- samiento del café, el acceso a los pastos y a los cultivos de subsistencia de la hacienda, los anticipos en forma de crédito, y demds. Todos se basaban en el principio de que a cambio del acceso a la tierra, el aparcero o arrendatario debia ceder parte de! producto ée su trabajo al duefio de la tierra. Sélo en muy raros casos contribuian los aparceros con pate del capital requerido para la produccién del café”. | Enla Cordillera Central, y también en la Oriental, a medida que avanzaba el aa 1%, las fincas familiares medianas y pequefias constituian la mayor parte de las eet ks productivas. Iban desde diminutos lotes en los que era imposible producir el sus- tento para los miembros de la familia, hasta empresas bastante on ee depes oe ela mano de obra contratada durante las épocas de cosecha, y de a par paraiina anendatarios para el cultivo de una parte de la tierra familiar. Sine vaben el mayor os casos eran los pequefios propietarios y sus familias quienes apo 7 jichas fincas. {Clumen de mano de obra para la produccién de alimentos y oe esas rm mo ya hemos visto, durante la primera mitad del siglo >, pra rer fnitiares explotadas por las familias mismas se convirtieron en 1s roductoras de ia. siaes es permanente- Brain de vide y Se wabajo en estas pequefias fincas fam produc Pasado por alto en los escritos acerca de las relacions i, mayor parte de b Tall tctor cafetero colombiano. Inspirada en la teorfa roductores “campesinos” €n tna uw Presupone una constante clasficacién oles Ese pr ot ane: italis ‘tari a cna ant ma or en Se 310-311, pass en IL Garcta, oP: CH. PE antes citado, €8 un DO n yee ¢l sucinto andlisis sobre Caldas en eat salon Ly ate rai de la “oo Fem de ¢, “MUdio, por lo demés admirable € aoverado est eP Seria unos sistemas COP" "tor cafe Beneralizadas tendencias. Tan interes de trabajo hae Atetero ya evolucién de los sistemas precapicalistas 5 uel diados del siglo. Pero antes de 1950, la més notable caracteristicg \ cafeteraen Colombia fue el desarrollo la persistencia dela pequens «St Py, familiar La naturaleza de la vida y el trabajo en las Pequefias fincas cafes’ Puy debe ser objeto de nuestro detallado andlisis. En la experiencia col ductores colombianos, numerosos e importantes, radica la fuente d les y de una cierta conciencia politica que influyé profundamente sobre el d movimiento obrero colombiano, y de la historia moderna de la nacién en geno La viabildad de ls fincas pequefas de propiedad de una familia y expen miembros, y el secreto de su creciente predominio en el sector cafetero durante be mitad del siglo xx, radicaban en la naturaleza del proceso de Produccién cafeteta gue” desarrollé en Colombia a finales del siglo xxx y principios del xx. Para logtar poke” éxito un café de muy buena calidad, en Colombia no se requerian granles inversons capital y tampoco una tecnologfa sofisticada. Sin embargo, sf se Tequerfa una gran cay, dad de mano de obra durante todas las fases del cultivo y el procesamiento del h desde la década de 1890, los grandes productores de café habfan mejorado la eficiencia 4 sus operaciones mediante la inversi6n en despulpadoras y secadoras de gran scar at das a vapor y que empleaban como combustible productos importados de petrdleo, Fe estas inversiones reducfan los costos de mano de obra solamente en forma marginal, y 6 Tepresentaban en todos los casos més de las tres cuartas partes del costo de la producciin cafetera en Colombia hasta mediados del siglo xx". Los pequefios agricultors dea Tecurrir a herramientas y mAquinas rudimentarias, al uso ingenioso de los recursos natus- les y las fuentes de energfa, y al empleo de la totalidad de los miembros de la familial de poder competir con éxito al lado de los grandes productores. Desde hace ya un siglo los pequefios caficultores colombianos han venido deper diendo de un reducido ntimero de herramientas de hierro y acero para cumplir conbs miltiples labores vitales para su supervivencia'’. Desde un comienzo, las técnicas 0 Caleteras fant lectiva de cunt los valores el #F anterioridad a 1950, que olvida destacar el hecho més importante derivado de los censos cafeeos sue analiza: el crecimiento y la persistente viabilidad de los pequefios productores de productos primaros. Eth ‘cuestionamiento de la posicién marxista ortodoxa es el de Carol Smith, “Does a Commodty Foor the Few While Ruining the Masses?” trabajo inédito, Centro para el Estudio Avanzado en las Comportamiento, Stanford, California, 1981. oo 14. Inclusoen 1955 el centocafetero de a Cepal todavia establecta que la manode obra, ins del 75% del costo de I producciéncafetea en Colombia, cuadro 74, pag. 81. Ese era un POM {eda las fincas La mayerfa de estos costs estabanrepresentados nel cultivoy no ene processes Las fincas de gran tamafio (mds de 50 hectéreas) gastaban menos que las pequefias (1 a 10 hee! Procesamiento, 3% contra 9.4%, pero més en el cultivo, 76% contra 68.4%. eral? 15. A excepcién de aquellas partes en que se hace referencia concreta a una nota, ee Péginas siguientes se basa en mi experiencia personal. Mi contacto con la cultura y la historia aw Caficultores colombianos comenzé en 1963 cuando ful aslgnado como voluntario de los Cuerre no Pequetio pueblo cafetero del noreste de Cundinamarca, Encargado de promover las técnicas ai (xo tuve la oportunidad de participar en la difusién de plaguicidas comoel Aldrin (ahora prohibi al Unidos por sus propiedades cancerfgenas) y de semillas hfbridas como las del mate, ses tura colombiana en granjas experimentalesfinanciadas por la Fundacién Rockefeller La sabidu a eal del mundo en desarrollo con respecto al uso de sustancias quimicas en la agricultura y la promes es ise “Revolucion verde” ha sido objeto de una critica efectiva. Los pequerios caficultores siempre brut tuna educacién bastante completa acerca del uso adecuado y efectivo de los recursos agr(cola dispuestos a escuchar. 152 pdas pra impiat los densos Fel ws primitive del hacha Poses de las laderas d lego. 's de reras todavia se realiza _ con azi pe else y eh 5 lo cual ers secha del is hombres y los nifios aoe eee ee una 1 desyerbar los sur le mayor edad reali los los miemby gran demanda di fiaban un papel i cos. Las mujeres peoteaaa el trabajo p de la fai Los aan exta labor era sien damn aes nifos peque ajo pesado de lim asda eae peat de ambos enn la cosecha se realizaba pre dispendiosa y prc café se recogia a medida des. eee eee el curso de una prolonged, aun ota a medida qu tai iteyo se avaban y depositsten'en wna cuantas semanas de trabajo interove fas que se disolvia 4 lepositaban en un tr iquinas manuales de ae intensivo. granos quedaban lis a pelicula de moco ronco hueco donde fabricacién nacio- ea de llavi i para secar, y este pres rodeaba el grano. eee fermentar rcidos ias que por | Sasa rennds maitre lavados, | esparcidos sobre grandes plan ha general acompatiaba aes varios dfs durante prieaibeeeht ard pogeanapeensiy ieee 2a cosecha Los grancs ean Hips wali rn ca di ses fc niffos realizaban esta in luego sometidc erdoso debajo de sus case cae eee rocco ce ene raabioscafter Bl produc dno nae vs de fique y cargado a | eros. El producto a ose vena suas (que a meno er de mula ode ball pra ser eae Sete on eran inutilizadas pr a lava) has Fae Pe eet be ae papas nal °, a medidas a los comerciantes, a los re] ee Pe eee de Ss que at tl siglo i i Aides de las compafifas ieee . Hasta los afios 40, los més in sionarios de la Federacién Nacio- se as elon importantes pueblos cafeteros contaban beans potas pevetas plan ena ae retrada ln cara a ras aa vos hoe Caficultores y por la mayorta de los grandes Proce para la cual se granos eran totalmente secados y sometidos a un: dil eee lg i todas ls fincas afteas intensivo de la mano de obra. a tama Pequefias, era a Sie familiares, el café era s6lo uno de muchos cultivos. En ultivo secundario”. La prioridad del pequefio caficultor era nos descascarakes 16. fea Gomes dl siglo algunos Webco, Alllegar la décata de de estos grandes productores com mali tea sla c ecr degre cg an m6 la centralizacin del procesamiento elas grandes divgyy Ea Vetiticad, el Capit funcionamient0- ada atl del censo cafetero defo Spal apaece un complet). andi sobe la naturales to ae qcuergoconel ama Vea ees luccién agricola te Los c pcan iene 1533 NN alimentar a su familia. Los plétanos, y una variedad de bananos, la yucq ae (otra rafa de la familia de la mandioca), el mate y el frijl, eran la base dt tea, cidn de la mayoria de los trabajadores de las zonas cafeteras. El maiz que een siempre que eta posible, a menudo mediante téenicas de limpieza y gu itty terras marginales adyacente alas tierascafeteras arendadas con ese gh mido en sopas, 0 en forma de pan (especialmente la atepa blanca sin sa} "® ty apetecido en forma de mazorca, poco antes de madurar. El maiz servia poy alin a las gallinas, los patos, los pavos y los cerdos, los cuales constitu‘an la Principal fy” de protefna animal en estas fincas cafeteras. Estas aves y animales Por lo generac sactifcados solamente en ciertas ocasiones especiales 0 en los las dedicates fiestas religiosas. Los demds dias, las sopas y coladas eran aderezadas con Peque Porciones de came slada que ls campesinos compraban una ver por senate’ Pueblos de la zona. Solamente las més grandes y présperas familias productona pode darse el lujo de criar ganado de carne o de leche. Ademés, la mayoria de lox agg, tores no cultivaba vegetales. Algunos quizés sembraban ajf, pero los pocos Vegetal que consumian como tomate, cebolla, ajo, cilantro y papa, lo mismo que lassaet mentos tales como la sal y el comino, eran comprados en el pueblo. Muchos cafesl, Sembraban citricos y arboles de mango, y complementaban su dieta, en especial en, zonas cafeteras m4s nuevas, con una gran variedad de frutas y vegetales silvestre, animales, aves y peces. Las plantas silvestres también formaban parte de la rica tai, ci6n de remedios caseros de los cuales dependfan las familias cafeteras para custo aliviar sus heridas y enfermedades. Tas condiciones sanitarias y de salud que prevalecen en la mayoria de las fins familiares son deplorables y han cambiado muy poco en cien afios. La vivienda misma, Pese a ser rudimentaria, no genera mayores problemas de salud. Las paredes de gual Partida de la mayoria de las viviendas permiten la circulacién del aire. Los pisos de terra se barren con facilidad con las escobas de fabricacién casera. Los alimentos cocinan por lo general sobre fogones colocados encima del fuego abierto. En alguns fincas hay hornos de adobe para hornear. El lavado de la ropa, otra de las princi labores domésticas que realizan las mujeres, se hace a mano, con frecuencia a la ol de los rios y quebradas. Sin embargo, en la mayorfa de las pequefias fincas cafeterss cafetal en su amplitud sirve de vasta letrina al aire libre. Esta costumbre sirve P2 teponer la fertilidad del suelo, pero a la vez contribuye a contaminar las fuente’ agua en las zonas cafeteras densamente pobladas, constituyéndose en amenaza ia los trabajadores que a menudo caminan descalzos y pueden caer victimas de pars! como la uncinaria y otros microorganismos intestinales transmitidos por el agu® ‘nb la insidiosa ameba. Practicamente todos los habitantes de la zona cafetera sufren actualidad de Pardsitos intestinales. Un médico que estudié una muestra dela mv cién del municipio cafetero de La Mesa, Cundinamarca, en 1920, determin’ ve nemia tropical o uncinariasis. Antonio Care a!l una valiosa fuente de estadisticas de sai? encontré una incidencia semejante de la enfe re rilla eran enfermedad - En algunas zonas cafeteras el paludismo y la ie mel bien pe lades endémicas hasta hace unas cuantas décadas, cual nerve inacién con las Naciones Unidas, adelanté programas de st 154 icar las poblaciones del i para erradicar 16 F s del mosquito transmisor. ey patalidad ¥ morealidad han sido mayores que en otras pol general los ind én, aunque bit ast . hen i" mejor salud'®, lel pats donde la oblacio hace rela e poco, la mayoria , navel a un médico. Las parteras trafan i aes del sector cafetero unt masajes Para aliviar las torceduras y reducir las fracturas, i lat eobunders han el encargo de preparar pociones y recitar cAnticos y rez0s para ah leras reci- espiritus considerados culpables de la diarrea crénica en los nif wie i we avanzaba el siglo xx, los trabajadores campesinos empezaron a pcomiene a remedios caseros con los medicamentos modernos que compraban en la ‘botica del pao. Pero aun hoy son escasos los médicos, las instalaciones de salud y los suminis tros médicos en las zonas cafeteras, y la mayorfa de los trabajadores pobres todavia de sus propios recursos y de la medicina popular para tratar sus dolencias. Los trabajadores de las zonas cafeteras siempre han buscado un alivio a sus enfer- y dolores en la religién. La mayorfa de las mujeres atin asiste a misa los dias de mercado, y los ritos cat6licos del bautismo, la confirmacién y los servicios fiinebres marcan la vida de la mayor parte de los individuos. Aunque la mayoria de los hombres abriga cinicas ideas acerca del destino de los diezmos que cobra la Iglesia (ya que por Jo general cobra por sus servicios y con frecuencia solicita también contribuciones especiales), y también dudas acerca de la moralidad sexual de muchos sacerdotes, en una fe en lo sobrena- muchos de ellos, tanto liberales como conservadores, compart poderes de los muertos), tural (no solamente en un Dios cristiano sino también en los la Iglesia. La mayorfa le teme a las yun vago compromiso para con los dogmas de |: consecuencias de la muerte de un nifio que no ha sido bautizado, por ejemplo, y rratan de recibir el sacramento de la confesion ‘cuando estén mortalmente enfermos. ‘Aunque el ncleo familiar santificado por el vinculo del matrimonio cat6lico era mis coméin en las zonas cafeteras que en otras reas del campo colombiano, muchas parejas, especialmente las pertenecientes 2 as familias campesinas mis pobre fe estaban formalmente casadas. La ma} formal en * de quienes viven. una u! ie itulidad alega que son demasiado pobres para sufragar el costo Sea comida decente, acontecimiento qué tradicionalmente i comp fa que eu y una fiesta que se prolong durante mas de un Precios 6 durante los afios 20 encontré una estrec! del café y la mayor frecuencia de matrimonios en el depen arde "3 zonas cafeteras prosperas Y de reciente desarro oe eco omni antes y trabajadores temporeros provenientes de otras eo las are rns a nc we 1: pueblos 5 la notoria incidencia de la prostituct es as efeeda GUE Y ciudades de la zona”. El vinculo ma! — Jos indices denacalidad pp. 210-218. gs de todas ret 18, anal Ymonaidat *¢hado, op. cit, p 51; Garay ci, sobre la ncinatioss PP. aye Shera chad pk 5 Cart a Csr ae 06 PT onl Tp Mtely 10heceéreas tenfan ens cafe mente nS gb fe dela familiar Pocono. ae proporciona un ali ee amon Y edad 00 1 96 de log pega amendenees, Sobre 18 FECUEPS fg durante Tov afos 30 v0 155 Nomes cay caficultores, especialmente los m4s prosperos, engendraran hijos ilepiti, Tan telaciones m4s o menos abiertamente con otras mujeres, Unos Htimos y S0sty, dividfan su tiempo y recursos entre mas de una familia. La complejidad a boning nes sexuales y los lazos formales e informales entre las Parejas a meas las te 7 conflictos entre dichas parejas y sus parientes, especialmente en lo que aban par hijos ilegitimos y a la herencia. La seducci6n de las mujeres, y el abuse Tefetia a, hacfan los hombres que no cumplfan con sus familias, a menudo desea de a, serias escenas de violencia entre los parientes varones de las mujeres arava supuestos ofensores. Estos conflictos son tan solo algunos aspectos de las as 38 Y ay tensiones interpersonales subyacentes que tradicionalmente han caracterinade a te social en las zonas cafeteras, especialmente en aquellas donde abundan |; ae pequefias®, 8 Fin En la rafz de estas tensiones estaba la lucha constante por el control sobre la tie La posesién absoluta de un terreno, cuanto m4s grande mejor, era el objetivo de ee los trabajadores. Esa aspiracién a menudo se descarta en los escritos marxistas y iy, tales por considerdrsela un impulso anacrénico e irracional heredado (junto con ot valores culturales tradicionales) por los campesinos de unas formaciones socials precapitalistas’!. Es cierto que en su calidad de pequefios productores, estos caficultors colombianos nadaban en contra de la corriente de la historia. Pero ignorar la dinini- ca de su exitosa lucha por el control de la tierra durante las décadas que antecedie. ton a los afios 50 equivale a ignorar el més significativo factor determinante de lu tendencias histéricas de la nacién durante el siglo xx. También equivale a desconoce que su lucha no fue otra cosa que la expresién concreta de los objetivos compart por todos los trabajadores en todas las sociedades: el deseo de controlar su prop destino, de decidir cémo y cudndo trabajar, y de asignar un pleno valor a su prop trabajo. Aunque las implicaciones de la tenencia de la tierra estaban sometidas a un relaciones de crédito e intercambio dentro de la economia colombiana de expat cién, el poseer una finca familiar viable era un objetivo que estaba al alcance muchos trabajadores del sector cafetero antes de mediados del siglo. Los trabojados persiguieron implacablemente ese objetivo a medida que avanzaba el siglo, princ a mente recurtiendo a sus propios medios, pero también a través de la organiza! colectiva. Los esfuerzos colectivos fallidos, propiciados por las condiciones as les excepcionales de finales de los afios 20 y principios de los 30, han atrafdo la i cién de muchos estudiosos de la historia laboral colombiana. Sus estrategis ’ duales, ignoradas en el trabajo de la mayoria de los expertos, eran més prosaic —— sruiiny ere sobre el porcentaje de hombres solteros entre los trabajadores ylaincidencia de la prostitui6n 86° pu en Caldas, véase pp. 209 y 223-225. La relacién entre los precios del café y los matrimonios aP : Monsalve, Colombia cafetera, Barcelona, 1927. Jencia potion 20. " El mejor trabajo publicado sobre las fuentes de conflicto interpersonal yla viol, Bu municipio cafetero de Colombia es el desafiante estudio de Jaime Arocha, La Violencia en : 1979. zacion ite 21. Esta posicién, fundamental dentro del pensamiento de los teéricos de la moderit ani Jos marxistas estructurales, revela la brillante investigacién y el andlisis de las scritude wen campesinos en la Colombia contemporénea, desarrollado bajo el liderazgo de Nicolés ‘Temporeros”, Estudios Marxistas 9, 1975, pp. 3-32. 156 fro mente estas estrat en las relaciones sociales ain individuales las i S esi una mayor influencia Produccion cafe ue produje, sobre el patron erg de meade ist Mediados del a oe bajadores di Los trabajadores desposefdi his los y d ; ‘oria del terreno franco de muchas manei ependientes Poe litica y labora $2 y as. Podian colonizar iquirir, aum: Duev; lentar ¥ sost fener un dores a un titulo de propi obligar a los Se de los procedimi aS tie tierra errateni rocedi erras y dismbuci6n eee Esta dime ae oles Peis ie esl i ra Central, favorecia a i. baldios en as era la miso ees O polinn ‘in observador Muy ees terratenien zona cafetera, ¢ ae La politica d Shado oficial, pe aoa a lo largo rape enla Condille, A los af ” ee los profesionales. ganada por los ae del hacha emer celacion de 4 indes terrateni milece | colectiva de los elena grandes fincas cafer atenientes cultos, " Ee cadee einer ae dependientes, dliscud, como consecuenc: tantes regiones de ‘Cundinamon Cuantos miles d la més adelante, afé eee posie’ser{la/ausa/de)] amarca y Tolima. Si 7 a y sus familias numero- zonas cafeteras revel: la fragmentacion ge: embargo, ninguno di en impor lecien ada por los d: generalizada d ied en td bn tes en los afi los datos del le 1a propied Paes aos 50. censo y las estadisticas obs lad en todas las n de . re tenenc Vi es ee propiedad implicaba cia preva- aio y una buena medida de s lucha de toda una aoe a ee see consistia en lograr culti le suerte eran los fé n ta cual el ingenio, el desde La See aine con éxito una amplia gama d ieee one os rae simpatia de fates y los padrinos para los ie pes impatia s pariente: i 1 , hasta la capacidad locales y funcionari Ss, amigos, comerciant ing s f ios gubernal tes, terratenientes, jefes Liti- novildad social tens mentales. Los miemb familias ae ideo cal el costo de los Se aa ce nana va de ahorrar a elt de las personas estratégicas, call aie a , con a - cane hn de secre Ee le en on cee sl constitufa en motivo de preocupacion para todos sus ‘mbros ‘ yen especit : ial para el jefe de la familia durante el resto de sus vidas. Todos los alizar las mil- tes de mtegran la famili 2 abors ae raeeenl cooperar y trabajar arduamentt para re Stora operacién de : lomésticas, artesanales Y de construccion i finca. Una familia sana, endecida con hijos ¥ que arrendara tierra apta para la producci6n cS trabajar baj Y luego ope? oe el sistema de aparceria en un? 80 observate cémo la que los precios eta Snacionales det cafe feseh reducidos, Wucha Produccién, cémo los precios subfan mientras las nuevas plantas entraban en apa gurl Podfa gozar de condiciones ‘excelentes para Un éxito seguro en 18 ity Parc’ capital y adquirir la tier". familias qUe sufrfan la pérdida © la del cage CD UN ial de uno o los dos progenitoret y que, % més, no renfan bio o eer cstaban dened inoportuno del cic'o impredecible de los precios wn a 7 stinadas a fracasar en SU Tucha por una tere, ca. Una fal de los principales partidos politicos et 157 iera a una de las fracciones municipio donde era mayorfa el otro partido o la fraccién rival, podia y, : fain i da por los vecinos, los comerciantes y los funcionarios locales durante una cS iy tica, para luego beneficiarse de un giro total de la situacién cuando su roan bing o fraciGn loraba el control dela politica nacional y de los asuntos peo Pa, En su lucha por sobrevivir y controlar suficiente tierra para asegutar i dencia, las familias cafeteras se vefan permanentemente mezcladas en una ne cia constante y a menudo violenta con sus vecinos grandes y pequeiios ps hd Esto se debfa en parte a la estructura de la produccién en la zona cafetera Mucha las familias que cultivaban un lote pequefio dependian del acceso al agua, los te ches, los pasts, los bosques y la tierra marginal que eran de propiedad de op," terratenientes més grandes dependian a su vez del trabajo de quienes no tenfan tierra franca familiar viable. El incumplimiento de una obligacién o el dese”? sobre el valor de las mejoras (por lo general la siembra de nuevos culties) real en las tierras de arrendatarios 0 aparceros, podia generar conflictos permanent, pleitos prolongados entre vecinos. Los pequefios caficultores, precisamente debido que el margen entre el éxito y el fracaso de su lucha era tan estrecho, Constantement, denunciaban a sus vecinos por supuestas violaciones de los contratos verbales Y por dafios supuestamente causados a los cultivos por los cerdos, las mulas 0 el ganado, Dada la estructura de su situacién, los caficultores a menudo se sentian tentadas utilizar todo su ingenio para aprovecharse de sus rivales en todo momento, Alguno: optaban por robarles a los demés, si crefan que su accién no iba a ser descubierta Ly mayoria trataba de engafiar a los terratenientes en lo referente a su Participacién en los contratos de aparcerfa. Otros trataban de cambiar los linderos de la tierra, ya qu ello no resultaba dificil en vista de que dichos linderos nunca estaban bien definiks y en las escrituras solamente se hacfan referencias imprecisas a marcas tales como Arboles y piedras 0 el lecho de una quebrada. Para salir airoso de esta lucha constant, el pequefio caficultor dependia en gran medida de su hombrfa y su habilidad. En ls sitios muy apartados y donde no Ilegaba el control de las autoridades civiles y ecesé ticas, quienes lograban intimidar a sus compafieros 0 ganarse su respeto, quienes P” dan molestar a sus vecinos o impresionarlos haciendo gala de ecuanimidad y valet tfa, podfan estar casi seguros de sobrevivir y llegar a viejos y de poder adquirir, ex** der y mantener un terreno de su absoluta propiedad. . De esta forma, quienes trabajaban en la produccién del café vefan cémo los mit . * us centrales de las ideologias capitalista y cristiana alternaban en fntima unién wt ojos durante el transcurso de sus vidas. Si tenfan éxito, atribufan su buena Gale trabajo, la inteligencia, la fru nt galidad y las virtudes m de su familia. Si f ban se culpaban a s{ mismos o atribufan su mala suerte desire, En su calidad * fae caficultores, se identificaban con los valores capitalistas y cristianos ia hacia lord toe ulgados por los Partidos liberal y conservador. Sin embargo 8Y “iy caeaees ideo tradicionales no era simplemente el resultado de la CO, a a de la clase gobernante y una visi6n de la sociedad prom" y su experiencia cotidiana. La i ido y !* Gn . La estructu i i rtido Yat competitiva entre los ira clientelista de la politica de pa dal : adil. los pequefios propi Partidos por el control sobre los asuntos locales ev@ # elacio™ Propietarios en su esfuerzo Por crear un campo social de ™ 158 ales de tipo jer4rquico favorable a s one fracciones, le permita a ls aus inereses, La Adela a uno w to pe posiciones estratégicas en la lucha por atesorar caj ae un sinnimero de alia. {ose Pe echo de que esa misma afiacién los Ubicaes a stole una parte de bb an rivales y contrincantes de una filiacién politica ime yen Sinn waa su inclinacion partidista. En una estructura local del poder no debilitaba para ve a mer ed de la politica partidista, una persona estaba er que estaba comple- mye partidaria de uno de los posibles vencedores de la ie eee pod estat si adoptaba una posicién neutral expuesta a.un eee de lo que ingét aliado politico. La victoria del partido o la fraccién a la cual aes rsona podian significar para ella desde la exencién del servicio milter pare us rs iescente, hasta una proteccién efectiva de la policfa contra un i ne vel un hijo incluso la inclinacion de la justicia a su favor en los tribunales. at ane «neo adinerado, podia significa el acceso a puestos del gobierno oa i ees “on avanzada para sus hijos, una decisi6n favorable sobre la localizacién de roa no rural, 0 cualquiera de muchos otros favores politicos o legales”* umean Por lo tanto, si un pequefio caficultor deseaba tener éxito, tenfa que convertirse en una especie de hombre colombiano del Renacimiento dotado de un espiritu ma- viavélico para interpretar la politica y la naturaleza humana. Aunque por lo general este caficultor era analfabeto, tenfa que conocer el arte de la agricultura, la cria de animales, la construccién y la mec4nica simple. Aunque carecfa de una educacién formal, tenfa que ser juez astuto y conocedor de la psicologia humana. Pero, a diferen- cia de esos tipos ideales urbanos de las primeras sociedades capitalistas mediterréneas modernas, era ante todo un trabajador que dependia no del control sobre los medios de intercambio sino del control sobre los medios de produccién y del proceso del trabajo en su lucha por sobrevivir y acumular el capital. En la medida en que podia movilizarse totalmente y coordinar la inteligencia y la fuerza muscular de una familia numerosa, y mantener controlados a sus rivales; en la medida en que le resultaban favorables las fuerzas naturales, econémicas y politicas més alls de su control, podia alcanzar su objetivo de adquirir y mantener una tierra propia. Dentro del marco de la produccién cafetera colombiana antes de mediados del siglo, ni las inversiones de capital ni el control sobre una tecnologia avanzada eran suficientes para compensar el Uso inefectivo y la falta de control de los recursos humanos © las grandes haciendas. fan tierra y que trabajaban bajo sistemas de Por consiguiente, las familias que no poset: arendamiento o aparceria, podtan mejorar su posicién a de los grandes enientes. Pero los propietarios de pequefias fincas cafeteras (al igual que los gare des antes de mediados del siglo) no tenfan la capacidad para revolucionat los i = : dela produccién cafetera. Su éxito dependia de su capacidad superior para TE laboral de su familia. De allf que sea un@ jronia el que el éxito de usa = Sn movilidad social fuera precisamente el factor que contributa oe Asis Para perpetuar dicho éxito durante su siguiente ciclo de vida dentr anna 2, lombia sobre i in municipio a ica del tradicional: clientelismo| politico en unc cet timemr cme i Gn me ado, Columbia University, 1972- . 1 duccién cafetera. Al igual que Sfsifo, la familia que lograba acumular ung porcién de tierra durante la vida de un jefe de hogar, veia cémo, al mort gst pequefia riqueza quedaba fraccionada entre los herederos y la lucha comenzaht? eerie euatde eala uno de los hijos buscaba ampliar su pequefia heredad pm vertirla en una unidad familiar viable e independiente. 3 Con. Algunos observadores han visto tan solo la corrupcién de los miticos val antioqueios en este patrén de vida y trabajo del pequefo propietario colombiana, srovela La cosecha, que se desarrolla en Libano, Tolima, en medio de la depres tl intelectual reaccionario y anticomunista J. A. Osorio Lizarazo, plasm6 una si, dlescripeién de la miseria materia, el deterioro fisico, la estupides y la decadena moral de los pequetios caficultores y sus familias. La novela tiene la virtud de enmen. dar ese romanticismo rosa presente en la visién que la clase dominante tiene de vida en el coraz6n de la zona cafetera. Pero Osorio degrad6 y deshumaniz6 a los trate jadores y su lucha por el control sobre la tierra. En un pasaje Meno de cinismo y tipico Gel tono y la condescendencia moral que predominan en la obra, Osorio hace alusin a varias caracteristicas de las relaciones interpersonales y de los valores culturales promovidos por la estructura de produccién de los pequefios propietarios. Si bien exa- pera y solamente analiza un lado de estas relaciones y valores, no deja de captura algo de su unidad y de sus vinculos con las fuerzas materiales presentes en la sociedad cafetera de las pequefias fincas. Eltrabajoy el cultivo dela tierra eran los factores que establecfan un sentimiento de propiedad, ye ese sentimiento el que destruyé la errante masculinidad de los primeros colonos y las ancestaes tendencias némadas que los impulsaron a la conquista (de la tierra). La nueva generacion se habia embrutecido a causa del predominio absoluto de los instintos més elementales, se habfa dedicados reproducirse a un ritmo asombroso como los &rboles del bosque, y habfa dejado languidece iniciativa. Los hombres vegetaban, completamente ligados a la tierra, hacfan transacciones ens (que trataban de engafiarse unos a oos, pacticaban la hospitalidad a gran escala, se embriagaban domingos, y pomposamente cultivaban la salvaje supremacia del sexo. La uniformidad de la lucha establecié una solidaridad esponténea, rota no obstante por el egofsmo propiciado por lait del esfuerzo. Los nifios eran un pretexto para inventar lazos artificiales de familia disefiados Pt obtener lucro y en esa forma trataban de engafiarse mutuamente con pequefias ‘transacciones inclufan machetes o bueyes, y asf empezaron a traficar con propiedades” . Contrariamente a lo que plantea Osorio Lizarazo, la mayorfa de los pequetios PX pietarios ni estaba fisicamente destruida, ni se habfa deshumanizado en su lucha el control sobre la tierra dentro del marco de la produccién cafetera. Sobrevivs como clase y surgieron parcialmente victoriosos en esa lucha, precisamente orgs Pese a enormes obstéculos, lograron desarrollar plenamente sus facultades y $4 Fi, Gil humano, Si bien los érminos de la lucha contribuyeron a fortalecer su ind lismo, su receptividad ante el mensaje ideol6gico de Ia clase gobernante y 8 fn midad con la politica clientelista de los partidos tradicionales, y si bien los resistentes a la organizacién colectiva y a la ideologfa izquierdista y los em! inexorablemente al conflicto fratricida, ello no se debié a que su expetien i ‘a lucha los hubiera deshumanizado. Se debi6 a que su inteligencia y su enorme fueron canalizadas, por los imperativos estructurales de su existencia, hacia una jaro" ray is 23. La cosecha, Manizales, 1935, p. 66. 160 sista y destructiva que estaba més allé des a ndidualquetios caficultores el que mares su destine conn Fue precisamente bi las eras socials y polieas populares en Calembin ance eee cocasioné la castracién de un movimiento laboral i fe ome a isquierda politica y terminé en la violencia de sees enue @ a oe ia de la movilizaci6n de los trabajadores colombianes, see webs del sector cafetero, a finales de los afios veinte y eet reals ena y otra ver con més detalles por los historiadores colombianos deravac 2 ies ect Antes de la Primera Guerra Munda, la organizacién del taba fe Colombia 5 limitaba a unas cuantas sociedades de ayuda mutua, principalmente en- re bs artesanos de las grandes ciudades. Aunque hubo diferentes ocasiones durante alsigo xx y principios del xx en que los artesanos se levantaron en poderosas protestas ‘cas y violentas demostraciones callejeras en defensa de su subsistencia y su ho- tar, fue solo después de la Primera Guerra Mundial cuando desarrollaron organiza- — 14. Entre losestudios generales que tratan de ubicar estos acontecimientos laborales dentro dl contexto dsanglo de a historia del movimiento obrero colombiano, los més importantes son los ya citados de Urrutia {eau Una buena historia narrativa de la protesta popular en Colombia, escrta por un activista comunista (et deempefié un papel destacado en las luchas laborales de los afios 20 y 30, esa de Ignacio Torres Cialdo, nnconformes, 5 volimenes, Bogot, 1978. Entre las contribuciones recientes ala literatura sobre la gran hur de las bananeras en 1928 estén las siguientes: Fernando Botero y Alvaro Gurmén Barney, “El enclave sgftlenla zona bananera de Santa Marta”, Cuademos Colombianos 11, 1977, pp- 309-389; Judith White, tsa dena inominia: La United Fruit Co. en Colombia, Bogots, 1978; y Catherine LeGrand, “Colombian ‘Tuslomations: Peasants and Wage Laborers in the Santa Marta Banana Zone, 1900-1935", trabajo pesents- doduame la Reunion de la AsociaciGn de Estudios Latinoamericanos en Washingron, D.C., 1982, Sobre la area dele trabajadorescafteros véase especialmente el abajo pionero de Hermes Tova, Elmovinin- ‘tcanpesino en Colombia, Bogot, 1975; los libros de Absalén Machado y Marco! Palacios citados anteriormen- tc bra de Pere Ghenés’ Las lucha agearias en Colombia, Bogos, La Carrera, 1974; Cloris Cal Climb La ce por lanes ela decada del rua, Bagot, 1916; Dario Fajardo, Voli) vere {34.17 y Gonzalo SénchesC., Las gas campesinat en Colombia, Soar 197 cleat a 65 an in Colombia”, en el libro de Albert Hirschman, Joumeys Towa ica eenbenictY . , por latierraen apriiento agrario de Viots”, Estudios Marxisias 9, 1975, pp- 105-116; elandlis dea aor pain ‘ 18S en mucho més acerca de la ruraleza de la movilizacion campesina “tinal doertaion de Michel mene: qu exten prepare Univer arena fet Lahinoia de estas prorestas merece un estudio ms etallado. Histone Tr aga cerada del pac ettnt importantes nla elaivamentepopulst colombiana yen a lees a prevcotar se ejsran aun patrén, habiendd sues SOOTY Te sroracionet to ‘eto lat barerasalcomerio exter o cuando AST og Comune del siglo Phy duane Suposcién. El papel de lo artesris durante laeVOUCIOTES en conoc es os acontecimieritoe politicos de principios ela décade eens montaron unarevucln ETT investigado por los histori6grafos co ela Si dendatode To enna epocrentague dl pleno efecto Sore tube sonmka, Rosemarie 91h rpc ie decisi de comprar a0 Neal pear que een scenes ‘durante [a onan ces conve como el Mandal definiivamente coneibuyé ala gran suble"9 es Ciones colectivas permanentes destinadas a mejorar sus condiciones lal tiales. El desarrollo tardio del movimiento laboral fue el reflejo de la nr ¥ sy tringida de los lazos histéricos de Colombia con la economia mundial. ‘aleng Sin embargo, a la sombra del impetu de la creciente produccién cafetera a florecer el movimiento laboral colombiano. Al terminar la guerra mundial, contexto de la efervescencia de los movimientos obreros, comenzaron a explo’ protestas de los trabajadores en los principales puertos colombianos sobre ately Una huelga general organizada por sindicalistas anarquista Sy Tespaldada por ne bajadores del transporte fluvial y ferroviario y por los artesanos urbai be P nos Nos sacudis Barranquilla a comienzos del mes de enero de 1918. La actividad huelguistica extendié luego hasta los puertos de Cartagena y Santa Marta. Las huelgas agit opinion pablica en toda Colombia, obligaron a la imposicién del estado e siti ey toda la region de la costa Caribe, y su resultado fue la expedicién de un decreto ofc que reglamentaba la actividad huelguistica y que sent6 el precedente para mas legislaciones laborales subsiguientes. El decreto sirvié también par: ‘a estimular a ly, trabajadores del gigantesco complejo de la United Fruit cerca a Santa Marta a pre. sentar su primera peticion para lograr mejores condiciones laborales y salariales, Dy rante 1919, el permanente conflicto laboral de la zona costera, las pequefias huelgs de los artesanos en las principales ciudades, y las huelgas coordinadas a gran escala de los trabajadores ferroviarios en Cundinamar ca, centro nervioso y econémico del pais, se combinaron para fomentar la expedicién de una importante legislacién para rege mentar el conflicto laboral. Estas leyes, expedidas en 1919 y 1920, fueron disefiads Para restringir la actividad huelguistica y convertir las protestas en una simple acti dad pacifica, y también establecian la deportacién de los extranjeros que fomentasea © Participasen en los desérdenes, establecfan mecanismos para la conciliacin y¢ arbitraje de los conflictos industriales, y prohibian las huelgas (y exigian un arbitaj Obligatorio) en los casos de conflictos laborales en el sector de los servicios pablo? el transporte. Mediante esta legislacién y el establecimiento de una Oficina del Te bajo en 1923, la clase gobernante colombiana trat6 de diluir y regular la nueva oe de huelgas que azoté a la sociedad colombiana durante el periodo inmediatament Posterior a la guerra’®. Las leyes fueron aparentemente efectivas durante el cotto iodo de depresin de la postguerra. Pero dentro del contexto de la asombrosa oe sion basada en el café y que tuvo lugar a mediados y finales de los afios 20, las ls . Permitieron alcanzar el objetivo para el cual habfan sido creadas. Con postefio! 1923, un movimiento laboral insurgente aprovech6 las- condiciones favorables Pt organizaci6n y las protestas de los trabajadores. Huelgas masivas se desencadet, Primero en los enclaves exportadores de Propiedad extranjera y luego se dil amenazadoras hasta llegar al coraz6n del propio sector exportador de café. —————_ vad en abril de 1948. El mejor anslisis sobre esta cuestién a a ot parece en Gonzalo Sénchez, Los “Bolche pee, Bogors 1976. Algunos detalles sobre lon aconteciniangen de 1893 en Bogota se pueden ee Conflict in Colombia, 1886-1904", disertacin inédita de dectorado, Santo easy, L, capitulo 5. Lake ita, en su contenido de clase, en MoncayoY 162 La més importante de estas condiciones fue una demanda de mano de obra nunca expansion del empleo en la misma produccié6n cafetera fue obviamente el elemento més significativo de este proceso. Ya en 1906, cuando las exportaciones de café equivalian solamente a medio mill6n de sacos al afio, la Revista Nacional de Agri- calculaba que habfa 12.000 trabajadores permanentes y 100.000 trabajadores de temporada en el sector cafetero. En 1914, cuando la produccién cafetera habla ‘a un poco més del doble, esa misma fuente calculaba el ndmero de trabajado- 80.000 permanentes y 240.000 temporales’’. No se cuenta con estimativos seme- sobre la fuerza laboral disponible en el sector cafetero durante los afios 20. Muy lemente, la tendencia (ya evidente en los estimativos de 1914) era hacia una mayor utilizaci6n de los trabajadores permanentes (aparceros, estancieros y pequefios propietarios), quienes dedicaban parte de su tiempo a la produccién de café durante el afio y aportaban la mayor parte de la mano de obra durante la época de la cosecha. Si mos el estimativo (quizds exagerado) de 1914 a la €poca de finales de los afos 20, cuando las exportaciones de café casi se habfan triplicado, el resultado serfa un ndmero cercano al millén de trabajadores —practicamente una octava parte de toda la poblacién colombiana— dedicados total o parcialmente a la produccién de café. Un estimativo m4s conservador de la fuerza laboral cafetera se puede obtener calculando el ntmero de trabajadores adultos (0 el equivalente en adultos de los trabajadores mAs jvenes) requerido para cosechar los casi 500 millones de arbustos que estaban en produccién en todo el pafs a finales de los afios 20. De acuerdo con los contratos comunes en esa época en Caldas, a cada trabajador adulto perteneciente a una familia que debia dedicar parte de su tiempo a sus cultivos de subsistencia y suministrar toda la mano de obra llegado el momento de la cosecha, se le asignaban el clculo obtenido es de aproxima- cerca de 1.000 arbustos. Con este procedimiento, damente 500.000 trabajadores dedicados casi por entero a la produccién cafetera a finales de los afios 20. No obstante, este estimativo puede ser todavia muy alto dada la menor productividad de los arbustos por fuera del departamento de Caldas y especial- mente en las fincas de la Cordillera Oriental. Sea cual fuere el ndimero absoluto, de todas maneras est claro que era muy grande la fuerza laboral dedicada a la producci6n cafetera y que su crecimiento fue acelerado durante toda la década de los afios 20. También hubo un répido aumento en el ndmero de trabajadores de otros sectores de la economfa colombiana, en especial después de 1925, cuando empezaron a sentir- se os efectos plenos del flujo de capital foréneo. Durante los afios 20, fueron miles los pablicas y privadas que trabajadores que Ilegaron a trabajar en las construcciones igfan un uso intensivo de mano de obra, en el transporte, en las compafifas petrole- tas y bananeras extranjeras, y en la industria manufacturera y artesanal. Hugo Lépez calcula que core 1925 1928 solamente, a fuerza laboral crecié en 140.000 trabaja- - Calcula también que de estos nuevos empleos, mas del 42% era en agricultura, 11% en la industria manufacturera, 12% en construcci6n, 8% en minerfa, y cerca de en el gobierno, el comercio y el transporte”. vista. La resen jances —___ 2. Citado f en Jests A. Bejarano, "seus Uy 25, pp. 292-293. Lopes, La inflacion, p. 95, passim. “Fin de la economia exportadora”, Cuadernos Colombianos 6, 7 y 8; 163 La mayorfa de estos trabajadores abandonaba la agricultura atrafd condiciones de trabajo y remuneracién para la mano de obra no cap Meio ocasiones era el doble de lo que recibian los jornaleros en el campo. cat cada, Gee grandes caficultores lograron sostener su posicién dentro de esta creciene hy cia por mano de obra hasta 1927 aproximadamente. Pero a medida ue aa mundiales y sus utilidades empezaron a disminuir a partir de ese af, Ih : ambiente de quejas acerca de la “escasez” de mano de obra, y revelaron plana d perados y a menudo extrafios para aumentar su suministro de mano de obra b des dependiente. Entre estos planes estaban el trabajo forzado de los j6venes delinye de las ciudades en las plantaciones de café, proyectos para traer trabajadores ee, desde Asia, y llamados para el uso de maquinaria pesada en los Proyectos piblicon construccién. Sin embargo, fue la agricultura tradicional la que sufrié el més i golpe a causa de lo que los grandes terratenientes insistfan en llamar escaser brazos”, con lo cual se referian a su incapacidad para atraer y retener a los trabajse tes en las condiciones de trabajo y remuneraci6n que habfan oftecido en el pasadp Las grandes fincas productoras de alimentos perdieron muchos trabajadores que pe. ferfan trabajar en la produccién de café, en la construccién y en el sector del transpex. te. Los pequefios productores agricolas abandonaron la tierra en busca de mej: salarios en el mercado laboral del pais. En consecuencia, a medida que aumentaba ly demanda de alimentos por parte de una clase trabajadora més pudiente, la produc ci6n de alimentos para el consumo interno disminufa 0 se estancaba. La reduccién en la produccién de alimentos se intensificé también en la medida en que muchos caficultores, grandes y pequefios por igual, respondieron ante el extraordinario nivel de los precios del café y destinaron una mayor parte de su tierra y su mano de obraa este cultivo, olvidando la produccién interna de alimentos. El resultado de todas estas tendencias fue la inflacién de los precios. Pese a que las importaciones de alimentos # sextuplicaron entre 1922 y 1928, y pese a la expedicién de una ley de emergencia part eliminar las barreras arancelarias para muchas importaciones de alimentos, los precios de éstos y el costo de vida aumentaron a un ritmo acelerado”. cat Estas dos condiciones, la demanda extraordinaria de mano de obra y el costo % vez mayor de los alimentos y de otros productos bésicos, proporcionaron a los oe dores colombianos la fuerza y la determinacién para desplegar un gran esfuerz0 nc dual y colectivo encaminado a cambiar sus condiciones de vida. Como consecut"), de sus esfuerzos individuales en primer lugar —la presién ejercida sobre el cori través de miles de decisiones individuales para exigit mejores condiciones de con la amenaza de abandonar el empleo y buscar esas mejores condiciones y U" fi salario en otra parte-, los salarios reales aumentaron durante todo el decenio, condiciones de trabajo mejoraron en muchas 4reas. Los esfuerzos colective’ t b trabajadores tuvieron menos éxito en el corto plazo. Pero las huelgas mast 1 cut creacién de organizaciones colectivas tuvieron una influencia decisiva c de la historia colombiana durante las décadas posteriores a 1930. Estas hue! iit 29. _ En Bejarano, op. cit, pp. Lp, Lanai p. 100, aparece a informaién h seein tse et ete eee imero en los enclaves petroleros y bananeros, q rier ilares. Alf, las condiciones de vida y de trabajo se enn fueron asimismo més : nensiones culturales, étnicas y Nacionalistas de las em, ol Con las explo. crear el clima favorable Para el establecimiento 4 Nias Capitalistas ex vas bajo un liderazgo marxista. Primero los trabajadores de las conpciones co. 1 Y minaron en la infame matanza de qui mags Senda ners y sus familias en cercanfas de Santa Marta en diciembre masacre de trabajadores en la historia laboral colombiana” weet cafetero tuvieron que enfrentar obstéculos mucho mayor organtatse. Sin embargo, después de 1925 Y especialmente en las grandes hacien- das del sudeste de Cundinamarca y el *" norte y oriente del Tolima, paulatinamente montaron el més grande desaffo colectivo sostenido que hubiese tenido que enfrentar fa clase gobernante colombiana. Con el tiempo, las grandes huelgas en los enclaves extranjeros, y la permanente combatividad de los trabajadores colombianos en la produccién de banano y petréleo, probablemente influyeron para que la Standard Oil de Nueva Jersey y la United Fruit restringieran sus operaciones en Colombia y buscaran su expansién en otros lugares*!. de 1928, Fue ésta » Los trabajadores es en sus esfuerzos ddemasiada importan- . ndes huelgas, especialmente la huelga de las bananeras en 1928, cobran crt Per fsied faabert de Colombia yen la iconografta de fa nquierda colombians,yenexa decrpin lshersadoimportancia dliberadamente. La huelg de lasbananeras fue inmoralzaa en ajo dl gan rwvelista colombiano Gabriel Garcfa Marquez, Cien arios de sala Peeler snr sce ‘impacto cultural de la vida en la zona bananera para los ree nos eee wabupge gan fue tan excepcional en la experiencia de la clase trabajadora col PS tla maria soilizado enelcoraz6n de a zona bananeracolombianae a aden etna tata. Véase Charles Bergquist, “Gabriel Garcfa Marquez: A Colombian Anomaly", Aulantic Quarta ‘rina sparc ‘ bia continuamente se 31. Lascompatias petroleras de los Estados Unidos que funciona Co ae peels el Suejaban de que la complejidad de las leyes petroleras, la indecisa ae 2 estan su expnsin La emo, y ls pretensiones de los trabajadores colombianos eran obstéculos qué Te onaios da deca dine coraideraciOnesrevelada ecetamente en 0s come i ala stan eee s Petroleum en 1948. Hi acta de ae tivo de la Texat : ea Departamento de Estado por un ejecu ; vn yen pert ‘deerminacin de ‘rotane dela empresa ante la actitud de los trabajadorescolombianos ve" POT any, ude Facipar en la administracién de la compafita”. Dijo que la comes Unidos suspenders Gaenbia antes de someterse ‘esa voluntad”. Inst6 al gobierno’ poner freno alosexcetos dean nba os {8266 Colombia sel gobierno no actuaba con Sees “fee Unidos, septiem ne 13 antaones et testtingido, Departamento de Estado de los Estar te aye afer oraes continvaron e” QL ue las ent Me os aborale rth 5049-1348, Por su parte, la United Fruit aleg6 a ferro loe di ae re foenbia a a ina Centroamérica. Per IOs 954 ee lenng 2 bligaban a extender su producci women decency Ineamatsclombinay tuveron mucho: a ce afi El gobierno i bra etl ste ane Sevenig jen conae: 8 términos rehua eoncede ao tabadore® 8 print ey det aL bare Adee et anced otros sustanciales beneficios ela eos table ere gare riclones i ista sobre los si ). Las export "bien, debilitar el control comuni pata. Las Pe 4/34, paginas 13 25-1929; 20% € Pad uyetOn a aisar ala gerencia de la compan 174/34 pABits 1925-1908, 0 & "2/11/34 pdginas ly 3, elconvenio aparece 9 col ntaban el portaciones Cano re I Jor de todas las €X! 3 de ban i939 Peers ian 1935-19891 Las xpi gzonarc Hn 'mismos petiodos, respectivamente: McGreevey) bla 26, p 207- 165 Sea cual haya sido la funcién exacta de la produccién Petrolera en Colombia tuvo una expansion muy len Prog, dlespugs de 1930, y las exportaciones de heave disminuyeron de 10 mina Track inales de fos aos 20, ala mitad de ese nivel er la deen den! convened ats leaner esos nivees anteriores a 1930; ee ug Convertido en un gran exportador de petréleo o huhicg continua h, rion de la produccisn bananera, quizts hubiese sido ot of a p ¥a la histotia laboral a Los comunistas activistas de los dos enclaves —junto con Sus aliados de log i fluviales y marftimos- fueton los componentes més beligerantes de! Movimien To organizado durante toda la década de los 7 los trabajadores militantes dentro afios 403 impulsando la economia colombiana después de los afios 20. Y fue trabajadores del sector cafetero la que deci lombiano. Los trabajadores cafeteros de las grandes haciendas del sud iniciaron movimientos de agitacién en busca de mejores condi § embargo, fue sdlo hacia finales de los afios 20 cuando, con la demanda de mano de ate, a su favor, emprendieron esa lucha gradual y escalonada para liberarse de los sistena Precapitalistas bajo los cuales trabajaban y para adquirir el control sobre la tier Ex exitosa lucha colectiva, que se Prolongé hasta mediados de los afios 30 ¥ después, ote decié a una dindmica diferente a la que rigid sobre la movilizacién de los trabajakre asalariados en los enclaves extranjeros y en los sectores del transporte y las manufactura de la economfa colombiana. Aunque, al igual que esas luchas, comenz6 con unos este: 20s colectivos para mejorar las condiciones de trabajo y aumentar el rendimiento econ mico de ese trabajo, fue desde un Principio m4s compleja y m4s amenazadora pan iv intereses de la clase gobernante colombiana que esas luchas més simples que = lugar dentro de la conocida estructura de las telaciones industriales oer que los esfuerzos colectivos de los trabajadores asalariados fueron répidament ie dos por el descenso en los precios del café a Partir de 1928 y el advenimiento ie depresién —circunstancias que trajeron Consigo la interrupcién de los rath ‘*h nos, los grandes recortes en el gasto y en las obras publicas, y una precipit: is ve hot actividad econémica en general- fueron precisamente estas ea . ron que la lucha de los trabajadores de las grandes haciendas cafeteras intensa, m4s radical y mds violenta. wee Esto fue asf por varias razones, La bonanza cafetera de mediados de Ls an “hua demanda nacional de mano de obra a la que dio lugar, les permitieron a lo obvi 32. _Los funcionarios de los Estados Unidos que proporcionaban informes sobve wees Colombia a menudo hactan énfasisen este hecho y algunas veces lo teaconabn co ute ee |a beligerancia relativa de los trabajadores colombianos. Elednsul de koe Estades Unidos en cen informe sobre el Sexto Congreso de Trabajadores de Colombia, realizado en dic eter eh petrolero en diciembre de 1943, anotaba que a pesar de la ostensible mayorta ber eee nae Comunista de a ton banancra, Carlos Arias, habia sido elegido presidente del Congress Feet mente grande de delegadon y participantes de color, especialmente de la reguin de Macon inne 1cton del Congreso, ervlrefleyo de la concen social de este grup tac uly de mfuersa HO de los trabajadores colombianos. ). Brook Havron al Departamento de Estaxk, diciet 821.50/ 142. 166 opietarios de los grandes fetudos cof gar a los PF es feudos cat a 13 ops cuales laboraban los trabajadores depencicsn 9 alia as contig S. a dispuestos a hacer estas concesiones a fin de ai sa pens Caficultores 6 . mpliar s : sicién para U pro en pos hacerlo debido al extraordinario nivel oe or 8 Precios del ole ye el elevado precio del café y 4 los arrendatarios se sintieron Me ean mucho mAs tiempo al Sia piaat alimenticios bisicos por deni S parcelas y también a |; sacaié y de sus excedentes en el mercado. Los hacendados exfesnriet 32 venta de dos a tolerar estas actividades y la reduccién de hecho enel tiempo i oa a cpa bsadores le teas de la hacienda, pg encase no an a : Esta dindmica debe ser analizada a fondo. Fue estudiada elocuentemente en lo: ae 5 (Sree de las eigencian clean arcane nes inc # ai 7 F vas, Por los trabajadores de unos cuantos latifundios, y que fueron recogidas en los anales Publicos. Por ejemplo, gracias altrabajo de Hermes Tovar, Absalén Machado y otros, sabemos que las personas que tabajaban en las tierras cafeteras de Quipile, Cundinamarca, presentaron peticiones yaen 1925, donde solicitaban una mejor alimentacion y vivienda, y una jornada més corta para los trabajadores contratados libremente; la reduccién del trabajo que for- maba parte del pago de la renta por las tierras de los arrendatarios; la eliminacion del trabajo no compensado que realizaban los arrendatarios para efectuar labores no in- dluidas en sus contratos de trabajo agricola; y la eliminacién de la préctica de lanzar alos arrendatarios de sus parcelas sin una compensacién justa por concepto de las mejoras*, En 1927, las exigencias de los arrendatarios que trabajaban en la gigantesca finca cafetera de “El Chocho” en Fusagasug4, Cundinamarca, fueron mucho mayores. los arrendatarios exigian libertad para vender su café y otros productos cultivados = sus parcelas por fuera de la hacienda; el pago de la renta solamente en ines cl imiento de un precio de arriendo de la tierra solamente cada Siar La supervision de los inspectores oficiales del trabajo; la estipulacién de ‘de la ‘ 1 legalmente desposetdos de segiin los cuales los arrendatarios podian ser leg: ia compensacién por que ocupaban; el establecimiento de pautas legales para sta violacién de las ncepto de mejoras; y la eliminacién de las multas por aed ido que trabajarfan Ohligaciones contractuales. Exigian también que quedare ie las tierras de la ha- ceananente, a los salarios vigentesF para el dre ecias por el gobierno para los 5 que las horas de trabajo serfan las mismas ‘ciones deberfan set de obras publicas; que quienes trabajasen en esas condi 33. enlacircular de 1929, en Boletin de a Lica ie: Por ejemplo, e sorprendentementeclaroandliss AF enero de 1294 — rg I 7 snda de mano de ot raat ePaper ene reams Obras ye? El pp. 1-11, agosto, 1929. escase?! ‘datarios han vent Cee ee as nance FN acne Sees Beet "jar @2¥2da con exiguo arrendamiento ya veces 34, "ibacinda a precio comtin de la regi6n’s P-5 Op. cit., pp. 247-248. 167 J Hoyos Becerros, jefe de 4 amparados por las leyes nacionales conce trabajadores deberian recibir el vestuario necesario pare trabajar baja fiuignes no tenian madera en sus parcelas deberian tener secci P8i° lata hacienda para suplir sus necesidades de construccidn, Ys BOT cin bP do deberta expedir a cada uno de los arrendatarios una copia fim QUE el hh y acuerdos de arrendamiento. Ademés, los arrendatarios notificaren ie cr de la hacienda que al comunicar estas exigencias no estaban rere 3 osm “a de los derechos y prerrogativas que pudiesen ser adicionadas a Sus "den ®tingg, iadores” por leyes expedidas en el futuro. La peticion concluta coy oo dt todas sus exigencias. Les notificaban a los propietarios que, en caso denn Steg der a esas exigencias, debian elaborar un plan para que los arrendsreet 2 entrar en propiedad de los lotes de tierra que tenian en arriende st’ Pe mediante el recurso acostumbrado a los bancos,hipotecas y amortacce cu Ninguna de estas peticiones surtié éxito inmediatamente, y los trabajadore estas haciendas tuvieron que presionar durante mucho tiempo antes de poder od cer la ima de sus exigencias. No obstant, éstas revelan tna dingmics we entre las clases de las grandes haciendas cafeteras, la cual, durante el monet minante del auge cafetero, decididamente favorecié a los trabajadores, A partir de 1928, a medida que los precios del café bajaban y se reducta la dene da de mano de obra en la economia colombiana, los hacendados tomaron la ofeniv en contra de sus trabajadores. Sin embargo, debido a la naturaleza especial dele Produccién cafetera en las grandes fincas, la depresién econémica no les ayud6 re mente a voltear la lucha a su favor. Por el contrario, esos esfuerzos desesperadas px Conservar su posicién de clase contribuyeron a fortalecer aun més la voluntad de bs trabajadores, y obligaron a estos tiltimos a ampliar su organizaci6n colectivay# radicalizar sus exigencias. EI descenso en los precios del café puso en peligro la viabilidad econémica dels grandes haciendas cafeteras y la existencia misma de los hacendados como i Estaban abrumados por hipotecas y deudas en las que habfan incurrido dura proceso de expansién” y, por si fuera poco, debian también enfrentar la cred competencia de los pequefios caficultores més eficientes que trabajaban con sis lias dentro de sus propias tierras y los altos salarios que los trabajadores cont esperaban recibir. Trataron de solucionar su dificil situacién a través del a a que tenfan a su alcance. Emprendieron el ataque en contra de la auronont aig) fuerza laboral dependiente. Con la prohibicién de cultivar café en las a ba prohibicién de vender los productos agrfcolas por fuera de las haciendas Vj miento de los recaleitrantes arrendatarios, los hacendados esperaban elim’ jy solo golpe a sus competidores y crear de nuevo una abundante oferta de ™ dependiente y barata en sus tierras. Sin embargo, al poner en prdctica su estrategia, los hacendados tados con unos obstculos que nunca se les presentan a los capitalist Estos Gltimos por lo general reaccionan ante las tendencias descenden' Tnientes a los accidentes de \, I g indo ade b® res © 35. ‘Tovar, op. cit, pp. 76-80. . 36, Este es.un tema que aparece en toda la literatura. Véase especialmente Palacios, CoB 168

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