HIDROITUANGO

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Información General

El Proyecto Hidroeléctrico Ituango se localiza sobre el río Cauca, en el llamado “Cañón


del Cauca”, tramo en el cual este río, que nace en el sur del país, corre a través de
profundos cañones y desciende unos 800 m.
El río Cauca es uno de los más importantes del país, con un recorrido de 1.350 km; su
cuenca de unos 37.800 km2 recorre más de 150 municipios de Colombia, con una
población de alrededor de 10 millones de personas; descarga sus aguas al río
Magdalena, que a su vez lo hace al mar Caribe, en el norte.
El proyecto está situado en el noroccidente del departamento de Antioquia, a unos 170
kilómetros de la ciudad de Medellín. Ocupa predios de los municipios de Ituango y
Briceño, en donde se localizan las obras principales, y de Santa Fe de Antioquia,
Buriticá, Peque, Liborina, Sabanalarga, Toledo, Olaya, San Andrés de Cuerquia,
Valdivia y Yarumal, que aportan predios para las diferentes obras del proyecto.
La presa estará localizada a unos 8 km aguas abajo del puente de Pescadero, sobre el río
Cauca, en la vía a Ituango, inmediatamente aguas arriba de la desembocadura del río
Ituango al río Cauca. En el sitio del proyecto, el río tiene un caudal medio de 1.010 m/s.
Acceso
El acceso a la zona del proyecto se logra a través de dos vías principales. La primera, se
desprende de la carretera troncal occidental, que conecta a Medellín con Cartagena, en
la costa atlántica, cruza por el municipio de San Andrés de Cuerquia y por el
corregimiento El Valle perteneciente al municipio de Toledo, cerca del puente de
Pescadero, desde donde se accede al sitio de las obras a través de una vía de 13 km. La
segunda vía, hace parte de las obras ejecutadas por el Proyecto y permite el acceso a
éste desde el corregimiento de Puerto Valdivia municipio de Valdivia, sobre la troncal
Occidental, con un trazado que se desarrolla por la margen izquierda del río Cauca, de
38 km de longitud, actualmente en construcción.

Misión
Diseñar y construir la central hidroeléctrica, garantizar su entrada en operación  y
comercializar su energía, todo ello con criterios de transparencia, calidad, eficiencia y
eficacia, con responsabilidad social y ambiental.

Vision
Hidroituango será la generadora más grande del país y una comercializadora de energía
altamente competitiva en el mercado nacional e internacional.

Características del proyecto


El Proyecto está conformado por una presa de 225 m de altura y 20 millones de m3 de
volumen, y una central subterránea de 2.400 MW de capacidad instalada y 13.930 GWh
de energía media anual.
El proyecto comprende, además, obras para la desviación temporal de río Cauca, en la
margen derecha, consistentes en dos túneles que se taponarán una vez construida la
presa; el vertedero para evacuación de crecientes, del tipo canal abierto, controlado por
cinco compuertas, y el túnel de descarga intermedia, para control del llenado del
embalse y garantizar, en cualquier evento, la descarga hacia aguas abajo de la presa, de
un caudal mínimo exigido por la autoridad ambiental, de 21 m3/s.
Las obras de la central, localizadas en el macizo rocoso de la margen derecha,
comprenden la caverna principal de la casa de máquinas, donde se alojan ocho unidades
de 300 MW de potencia nominal cada una, con turbinas tipo Francis; generadores
sincrónicos de eje vertical; equipos auxiliares electromecánicos y de control; sala de
control; sala de montaje, y edificios de oficinas. Aguas arriba de ella se localiza la
caverna de transformadores que aloja bancos de tres transformadores monofásicos por
grupo y, aguas abajo, dos cavernas de almenaras, una para cada cuatro unidades, que
mediante sendos túneles de descarga retornan el agua al río Cauca, unos 1 400 m aguas
abajo de las captaciones.
Cada unidad de generación es alimentada por un túnel de conducción, que se inicia en
una excavación sobre la margen derecha, en donde se ubica el conjunto de las ocho
captaciones. Los túneles están provistos de compuertas de cierre, instaladas en pozos
verticales cercanos a las captaciones.
En el exterior se tiene la subestación principal, de tipo encapsulada a 500 kV., a la cual
llegan los cables de potencia aislados a 500 kV mediante un pozo inclinado.
Complementan el proyecto otras obras asociadas, como el túnel de acceso a la casa de
máquinas, el túnel de ventilación y salida de emergencia, los pozos de aireación de las
almenaras y de extracción de humos, así como obras de infraestructura: vías de acceso,
campamentos, línea de transmisión y subestación de construcción.

Accionistas
 Accionista
Número de acciones suscritas
% de participación accionaria
 Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA)
30.539.584.791
50,741261%
 Empresas Públicas de Medellín E.S.P.
27.885.783.007
46,331992%
 Departamento de Antioquia
1.291.495.015
2,145808%
 Central Hidroeléctrica de Caldas S.A. E.S.P. (CHEC)
85.934.593
0,142780%
 La Nación
46.490.817
0,077244%
 Financiera Energética Nacional S.A. (FEN)
21.619.223
0,035920%
 Accionistas Minoritarios
315.978.185
0,524995%
 TOTAL
60.186.885.631
100,000000%

Hidroituango: el cañón de agua que le apunta al pueblo


11MAR2019
Impetuosas cascadas se mueven sobre las cadenas montañosas que rodean el segundo
río más importante de Colombia, toneladas de agua, cataratas color crema que se
abalanzan entre las cordilleras central y occidental de Los Andes. Es un torrente que
nace en la laguna del Buey, en el departamento del Cauca, y, agitado, desemboca en el
río Magdalena cerca de la población de Pinillos, en el departamento de Bolívar, tras
recorrer 1.350 km. Así es el río Cauca, un cordón de agua que extiende sus brazos para
conectar a cerca de 180 municipios y sobre el cual, desde 2010, avanza el proyecto
hidroeléctrico más ambicioso del país: Hidroituango, una obra hidráulica que tiene en
vilo a la nación ante una posible avalancha por sus delicadas fallas técnicas y humanas.

Esta megaobra comenzó en 1979, cuando Interconexión Eléctrica – ISA contrató a la


firma Integral S.A. para implementar estudios de factibilidad técnica del proyecto que se
alzaría entre el municipio de Ituango y el corregimiento de Puerto Valdivia, en
Antioquia, y se retomó en 2006, cuando la Sociedad Promotora Pescadero Ituango S.A.
trabajó junto a 50 firmas en el diseño final. Desde entonces, su propósito ha sido poner
en contacto sus ocho turbinas con el flujo del río Cauca, contenido por una presa de 225
metros de altura para generar 13.930 GWh de energía al año. Sin embargo, esto no se ha
cumplido debido a una serie de deslizamientos de tierra en la margen derecha de la
montaña donde están dos túneles de desviación del caudal, el mismo que a inicios del
2018 creció súbitamente poniendo en riesgo a cerca de 17 municipios de Córdoba,
Sucre y Bolívar; algunos de ellos son Briceño, Ituango, Valdivia, Cáceres, Tarazá,
Caucasia y Nechí.
La crisis empezó el 28 abril de 2018 cuando un talud de tierra taponó uno de los túneles
de desvío del río Cauca debido a las fuertes lluvias y a la inestabilidad del terreno, al
que le siguió un segundo deslizamiento que ocasionó la creciente del embalse y, en
consecuencia, la inundación del puente Pescadero que conecta a Medellín con Ituango y
el desplazamiento de las poblaciones de Orobajo (Sabanalarga) y Barbacoas (Peque).
Esta emergencia obligó a Empresas Públicas de Medellín (EPM), entidad responsable
de la construcción, operación y administración del proyecto, a inundar la casa de
máquinas para reducir el caudal del río.
Por si fuera poco, se presentó una serie de imprevistos naturales, técnicos y humanos en
la operación de Hidroituango en lo corrido del último año, lo cual ha suscitado una serie
de preguntas, debates, preocupaciones y, sobre todo, un exceso de veredictos vagamente
fundamentados en la opinión pública. Algunos de ellos son verdaderamente alarmantes,
como el número de víctimas que dejaría un posible rompimiento del embalse, las
especulaciones sobre la debilidad y fragilidad de la presa, las dudas sobre el material
con el cual está construida la represa, los cuestionamientos sobre los estudios
geotécnicos de las cadenas montañosas de la región y las conjeturas en torno a la
relación entre probables eventos sísmicos y la ruptura de los túneles de desviación.
Entonces, ¿quién tiene la razón? ¿Y qué opina la academia?

/ Philip charry y Daniela Vargas.

El cañón que apunta al pueblo


Luego de que EPM decidiera inundar la casa de máquinas, donde están los
transformadores y unidades de generación de energía para que el caudal del río Cauca
desembocara al otro lado de la presa, un destaponamiento natural prendió las alarmas en
el país. Se trató de un evento en el que la presión de las aguas del río, contenidas en el
embalse, abrió uno de los túneles de desviación y generó una creciente inesperada del
caudal, aguas abajo de la presa. Ante esta grave situación, EPM anunció una noticia aún
más delicada: la probabilidad de que el río siguiera aumentando y pusiera en riesgo a los
pobladores de Puerto Valdivia y los municipios de Tarazá y Caucasia.
“Desviar un medio como el río Cauca, con caudales que pueden llegar a unos 3.000
metros cúbicos por segundo sobre una zona que no está acondicionada geotécnicamente
para ello, puede abrir concavidades al interior de la roca por la presión que ejerce el
agua”, dice Germán Vargas Cuervo, geólogo de la Universidad Nacional y doctor en
Ciencias de la Tierra de la Universidad Pierre et Marie Curie de París, Francia, sobre
este delicado incidente. A ello, Jaime Iván Ordoñez, doctor en Ingeniería Civil con
especialización en Hidráulica del Transporte de Sedimentos en Ríos y Costas de la
Universidad de California, en EE.UU., también añade que el macizo rocoso, es decir,
los relieves montañosos de la zona, está debilitado y nunca ha debido estar colmado de
agua y sujeto a presión porque, en sus palabras, “si está saturado y lleno de agua, el
líquido tratará de implosionar en las cavidades; entonces, para que el agua pase por los
túneles, debería estar revestido y el macizo, inmune”.
Ordoñez fue uno de los invitados al foro ‘Entendiendo Hidroituango: realidades desde el
contexto socioecosistémico y técnico’, convocado por el Instituto Javeriano del Agua, el
grupo en Ciencia e Ingeniería del Agua y el Ambiente (CIAA) y la Maestría en
Hidrosistemas de la Pontificia Universidad Javeriana, con el fin de comprender cuáles
son las razones estructurales que motivan esta grave crisis. Este ingeniero civil destacó
algunas de las razones por las que, según él, la presa colapsaría ocasionando una terrible
avalancha sobre las poblaciones aguas abajo. Hidroituango, dijo, como la mayoría de las
presas en Colombia, no están hechas de concreto sino de enrocado; esto significa, rocas
sueltas acomodadas para recubrir un núcleo de arcilla impermeable; sin embargo, según
él, esto reduciría la probabilidad de contención del agua, llevando a que este dique “dure
lo que un cubo de azúcar en un pocillo de tinto”.

Jorge Alberto Escobar, doctor en Mecánica Computacional de Fluidos de la Universidad


de Cornell, en EE.UU., explica que “el problema radica en que, como es una presa de
tierra y sus partículas no están tan compactas entre sí como las del concreto, en el
momento en el que el agua suba y se empiece a desbordar, su capacidad de arrastre
podría movilizar el enrocado”, el cual caería directo como cañón de agua al pueblo. Las
presas de concreto están diseñadas para servir como rebosadero, mientras que las de
enrocado buscan  retener fluidos en diques con vertedero, tal y como sostiene el geólogo
Germán Vargas.
Distribución
Hidroituango cuenta con dos túneles
diseñados para la desviación temporal del
agua en la margen derecha del río Cauca que
se taponarán una vez entre a funcionar la
represa; un vertedero para evacuación de
crecientes en el embalse, controlado por cinco
compuertas, y un túnel de descarga intermedia
que administra el llenado del embalse y
garantiza la descarga hacia aguas abajo de la
presa.
Argelino Durán Ariza, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, agrega a
esta discusión que “para hacer una presa de concreto se necesitan rocas muy
competentes a sus lados ya que son el soporte de su cimentación, esto significa que la
pared termina apoyada en las montañas de ambos lados y, si estas no son competentes,
la presa no se podría hacer”. Por eso, en Colombia, la mayoría de los diques son hechos
a base de enrocado, teniendo en cuenta que muchos proyectos hidráulicos están
ubicados sobre fallas geológicas en las cordilleras nacionales que son relativamente
jóvenes.

Una nueva alerta movilizó a cerca de 9.000 personas el 17 de mayo de 2018. Esta vez se
trató de un deslizamiento de tierra que obstruyó el flujo del agua a través de la casa de
máquinas e hizo que el líquido saliera a través de las galerías de tránsito o túneles para
la movilidad de los trabajadores. El resultado fueron cuatro personas heridas y la
evacuación masiva de las comunidades aguas abajo de la presa. La tragedia continuaba.

Un riesgo de carácter ambiental


Con el paso de los días, las noticias para los habitantes del Cauca mejoraban. De hecho,
para el viernes 18 de mayo de 2018, el caudal ya había descendido cerca de un 20% al
tiempo que 1.500 personas trabajaban a toda máquina para alcanzar los 410 metros de la
cota, o pared de la presa, mientras evacuaban el agua por el vertedero lateral; pero una
nueva emergencia sacudió a la población una semana después cuando un
deslizamiento en la parte alta de la montaña obligó de nuevo a la evacuación de la
población y la declaración de alerta roja.
Al mes siguiente, la Sociedad Colombiana de Ingenieros dio su parte sobre esta
situación, asegurando que el proyecto es altamente riesgoso y ponía en peligro a las
poblaciones aguas abajo de la presa. Esta información fue poco novedosa dado que el
impacto social ya había sido anunciado el 30 de enero de 2009 en la licencia ambiental
(Resolución No. 0155) entregada por el Ministerio del Medio Ambiente. Tal y como lo
consigna el documento, los impactos de carácter social son:
“…afectación sobre los yacimientos arqueológicos, transformación de los sistemas
culturales de la población, desplazamiento involuntario de los habitantes, afectación de
sus condiciones de vida, alteración de la economía regional y generación de conflictos
motivados por la presencia del proyecto”, solo por destacar algunos.

Sobre este tema, Juan Diego Giraldo-Osorio, profesor del Departamento de Ingeniería


Civil de la Javeriana y líder del grupo en Ciencia e Ingeniería del Agua y el Ambiente
(CIAA), argumenta que “los impactos sociales y ambientales de estas megaobras son
pobremente valorados por la necesidad de obtener licencias ambientales”; además,
enuncia la pérdida de la conectividad del río y la disminución de la carga de sedimentos
y nutrientes como consecuencia del proyecto Hidroituango.
No en vano, Neyla Castillo Espitia, antropóloga de la Universidad Nacional de
Colombia y magister en Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de Santiago
de Compostela, en España, abordó, durante el foro javeriano, la relación que hay entre
los cañoneros —habitantes de las partes bajas de las montañas— y montañeros —
pobladores de las partes altas de las laderas del río Cauca— con las modificaciones en
el ecosistema. Así reconoció que la reducción del caudal por la construcción de la presa
no solo ha afectado las actividades económicas y alimentarias de los pobladores, porque
al no tener subienda de peces, sus prácticas de intercambio de productos de pancoger
(maíz, fríjol, yuca y plátano) se han disminuido; también aseguró que la actividad de
barequeo, con la cual recolectan el oro para sus comunidades, ya no es como antes.

Responsabilidad como país


Una nueva contingencia advirtió Colombia el 11 de enero de 2019. Se decretó la alerta
naranja al hallar un socavón de 18 metros de profundidad cerca a la casa de máquinas,
al interior de la montaña. EPM respondió a esta situación con el cierre de una de las
compuertas que dirige el agua desde el embalse a la descarga de máquinas,
disminuyendo así el caudal aguas abajo de la presa y dejando cerca de 148 peces
muertos; sin embargo, esta cifra no se aproxima a la masiva mortandad de especies y el
grave daño ecológico que ocasionó del cierre de la segunda compuerta a inicios de
febrero.
Además, mucho se ha hablado sobre los recientes eventos sísmicos que ha tenido el país
durante los últimos días, inclusive, se especuló sobre la relación entre estos
movimientos como el de Zapatoca, Santander, con magnitud de 5,4 en la escala Richter;
en Planadas, Tolima, de 4,7, o el del pasado 19 de febrero en Chocó, de 4 grados según
el Servicio Geológico Colombiano, y el desequilibrio de la presa. Sobre esto, el
ingeniero Ordoñez, asegura que un temblor de estas magnitudes en la zona de Ituango
podría ocasionar un derrumbe, en consecuencia, generar una onda y acabar con el
proyecto.

Fuentes gubernamentales han expresado su preocupación por la estabilidad del terreno y


las dos fallas geológicas sobre las cuales se ubica Hidroituango: Mellizo y Tocayo. Al
respecto, el geólogo Germán Vargas sugiere que “como las condiciones del macizo
rocoso han sido afectadas por la presencia de deslizamientos y hundimientos, entonces,
la ocurrencia probable de un sismo en la zona afectaría las laderas del cañón del
Cauca”; en oposición, Durán Ariza indica que “en el caso de Hidroituango, la presa
tiene en su base cerca de un kilómetro de ancho y unos taludes estables; no es un monte
pequeño, es una montaña. Por eso, este tipo de obras son muy estables, incluso desde el
punto de vista sísmico se comportan muy bien”.
El Brendunco, como llamaban los aborígenes del siglo XVI al río Cauca, es feroz,
profundo y, en sí mismo, misterioso. Es el punto de encuentro de más de 100 ríos que
desembocan en él; el hogar de especies como el ave payador canela, el bagre rayado y la
pacarana, un roedor, y el proveedor de 2.720 millones de metros cúbicos de agua para
abastecer a Hidroituango.
Colombia tiene sus ojos puestos sobre este proyecto, y la academia, sus aulas para
formación. “Teniendo en cuenta esta problemática, buscamos con nuestro programa que
los estudiantes entiendan no solamente la practicidad de los sistemas hidráulicos sino
también que tengan herramientas para hacer propuestas novedosas y concretas sobre
posibles formas de manejar los inconvenientes propios de un proyecto hidroeléctrico
como Hidroituango”, asegura Jorge Alberto Escobar, quien también es director de la
Maestría en Hidrosistemas de la Javeriana.

Datos de interés
La semana pasada, el 27 de febrero, la Procuraduría General y la Contraloría General de
la Nación se reunieron en la Universidad de Antioquia, junto a 40 representantes de
comunidades e instituciones públicas y privadas para buscarle una solución a la
problemática ambiental y social del proyecto. Un día después, EPM presentó su
controversial participación en la subasta convocada por la Comisión de Regulación de
Energía y Gas (CREG), donde, según Jorge Londoño de la Cuesta, su gerente,
Hidroituango aportará al país una potencia de 1.200 gigavatios en 2022. Respecto a este
tema, el presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros sosiente que “una
posibilidad muy buena para que no entremos a un racionamiento de energía es que el
proyecto Hidroituango salga adelante. EPM es bastante optimista, yo ahora solo soy
optimista y creo que el proyecto puede funcionar”.
Finalmente, el pasado viernes, el país presenció la entrega del estudio causa-raíz que la
firma Skava Consulting hizo sobre el grave evento geológico que obstruyó el túnel de
desviación del río Cauca el 29 de abril de 2018; según su análisis, esta emergencia
ocurrió por la erosión progresiva de las rocas en el piso del túnel auxiliar de desviación
con el flujo a presión del caudal; sin embargo, el estudio sugiere que el error se debió a
“una deficiencia en el diseño durante la etapa de asesoría, el cual estuvo a cargo del
Consorcio Generación Ituango (Integral – Solingral), a quien le corresponderá dar las
explicaciones técnicas pertinentes”, tal y como cita EPM en su más reciente
comunicado.
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Efectos de hidroeléctricas: urge una visión integral


23MAY2018
Como el aleteo de la mariposa que puede tener repercusiones en el otro lado del mundo,
las hidroeléctricas no solo impactan en el sitio donde se construyen, también sus efectos
se sienten a cientos y miles de kilómetros aguas arriba o aguas abajo del río que se
represa.
En la cuenca del río Magdalena, las 33 hidroeléctricas operando y dos en construcción
de tamaño grande y mediano están alterando la salud del afluente como un todo y de las
planicies inundables de la Depresión Momposina, al norte de Colombia, en los
departamentos de Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre. La evaluación para
construir otras 99 posibles iniciativas y cumplir las metas de capacidad de generación de
electricidad a 2050 tendrá que estar sustentada en un enfoque integral, para que los
estudios de impacto ambiental no se limiten a analizar el ecosistema puntual donde se
planean ubicar sino tengan en cuenta los efectos que su construcción puede generar en
toda la cuenca.

Esta es una de las conclusiones del artículo científico publicado a comienzos de mayo
en Hydrology Earth Systems Sciences por investigadores colombianos, estadounidenses
y holandeses, titulado Basin-scale impacts of hydropower development on the Mompós
Depression wetlands, Colombia.
El artículo, resultado de investigaciones desarrolladas por más de cuatro años, envía un
mensaje clave a los tomadores de decisión: “Es necesario hacer la planificación
teniendo en cuenta el impacto acumulado de todos los proyectos en toda la cuenca, y no
proyecto por proyecto”, explica uno de sus autores, Héctor Angarita, investigador del
Instituto de Ambiente de Estocolmo. “Dejemos de ver esto a escala de los proyectos
individuales, que es lo que generalmente hacemos en el contexto institucional actual de
Colombia”, dice y sugiere tener en cuenta consideraciones ambientales y sociales del
sistema hidrológico integral porque “en la actualidad, hay lugares que están muy
afectados”.

Un impacto que es evidente y evalúa el artículo es la afectación sobre las especies de


peces migratorios, por encontrar barreras cuando nadan aguas arriba para cumplir parte
de sus ciclos de vida: “Los peces perciben las señales que la dinámica natural de los
periodos de aguas bajas, aguas altas y sus transiciones les envían, para iniciar los
procesos de migración desde las partes bajas del río hacia aguas arriba y, de esta forma,
llegar a sus áreas de desove. Sin embargo, resulta que esas rutas ya prácticamente están
colapsando por el bloqueo que significa los muros de las hidroeléctricas”, dice el
ecólogo Javier Maldonado, de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad
Javeriana.

Maldonado no solo está preocupado porque, como estudia los peces y es un experto en
ellos, los quiere vivos; es que allí, en la Depresión Momposina, se desarrolla una de las
principales pesquerías de la cuenca del Magdalena, basada principalmente en especies
migratorias, y especies emblemáticas como el bocachico –Prochilodus magdalenae– o
el bagre rayado –Pseudoplatystoma magdaleniatum–, sufren las consecuencias de la
perturbación al caudal natural de los ríos. La fragmentación incluso puede aumentar el
riesgo de extinción de esas especies, como fue demostrado en otro estudio publicado en
2017 por Maldonado y colaboradores. Este es el mejor ejemplo de que aquello que
sucede en las zonas bajas depende de eventos que ocurren aguas arriba, a muchos
kilómetros de distancia.
Los autores usaron un software para proyectar los efectos potenciales de la expansión de
hidroeléctricas en la Depresión Momposina a 2050, que no solamente tiene en cuenta
los aspectos ingenieriles sino también factores socioeconómicos y agrícolas. “Habíamos
construido un modelo para toda la macrocuenca del Magdalena en la herramienta
WEAP (Water Evaluation and Planning System). Lo que hacía falta para representar
correctamente los procesos que determinan el movimiento del agua dentro de la cuenca
era entender las planicies inundables”, explica Angarita, ingeniero civil con maestría en
hidrosistemas y candidato a PhD. Eso significa todo lo que puede alterarse porque el río
no solamente depende de la conexión longitudinal de su canal principal, es decir, desde
donde nace hasta donde desemboca. “También existe una conectividad lateral”, agrega
Maldonado, refiriéndose a todo lo que lo rodea. “E s muy importante porque es la que
determina, por ejemplo, la persistencia en el tiempo de todos los sistemas cenagosos,
base de la pesca de la cuenca del Magdalena, así como de muchas actividades agrícolas
de la cuenca que se desarrollan en las zonas de planicie”.
Si se perturba esa dinámica del agua, es decir, la interdependencia entre el río y sus
planicies inundables, el sistema colapsa y su naturaleza muere. “Diseñar las nuevas
capacidades de esta herramienta para modelar este componente de intercambio de aguas
entre los ríos y las planicies inundables fue una de nuestras innovaciones en esta
investigación”, afirma Angarita.

Así, el estudio concluye que en las condiciones actuales ya se han alterado


significativamente la macrocuenca y los humedales de la Depresión Momposina: “En
particular, la pérdida de conectividad longitudinal de los hábitats de desove de los peces
migratorios (-54%) y la disminución del transporte de sedimentos (-39%), mientras el
régimen y la variabilidad hidrológica de los humedales se mantienen cerca de las
condiciones naturales a una escala temporal mensual”.

Si se aplican las proyecciones a 2050, el escenario puede empeorar. La construcción y


operación de hidroeléctricas podría descompensar el ciclo natural de las aguas dulces
que recorren nuestro territorio. Abrir las compuertas para que el agua fluya de manera
artificial hará que todos los procesos ecológicos naturales que dependían de la dinámica
natural de la cuenca se pierdan totalmente, y eso implica pérdida de productividad en
especies de interés económico y cultural.

El flujo natural del agua en la cuenca es importante pero también lo es la sedimentación


natural de los ríos, que es la que transporta los nutrientes. Esa también se está
perdiendo. “Los muros de las represas de las hidroeléctricas no solo tienen efectos en
contención del flujo de agua, sino que también atrapan y acumulan los sedimentos que
deberían llegar aguas abajo para aportar nutrientes al río y a las planicies de
inundación”, explica Maldonado. En consecuencia, disminuyen los peces… y la pesca.
Entre otros impactos que genera la ausencia de sedimentos en los ecosistemas aguas
abajo, se incluye la transformación del paisaje y hábitats de los ríos a lo largo del
tiempo.
Paisaje desde la Hidroeléctrica El Quimbo, en el departamento del Huila.

Los científicos proponen


“Los ríos son estructuras jerárquicas y anidadas que están conectados y sobre esa
característica particular son muy sensibles a intervenciones puntuales”, explica
Angarita. Un solo embalse en el lugar equivocado puede destruir completamente los
procesos ecológicos de la cuenca; si se pone en otro lugar, es posible tener el mismo
beneficio sin afectar todo el sistema. “La propuesta es que, en la identificación de
nuevos proyectos, los impactos a escala de toda la cuenca sean considerados y se
evalúen las medidas apropiadas para evitar o minimizar efectivamente sus
consecuencias negativas y riesgos sociales y ambientales, a la vez que se obtienen los
beneficios de estas obras”.

La bióloga javeriana Juliana Delgado, investigadora de The Nature Conservancy y


coautora de la publicación, remató: “Lo que hemos podido analizar con las herramientas
y el marco metodológico que TNC ha venido implementando en la cuenca del
Magdalena-Cauca con autoridades ambientales nacionales y regionales y otros actores,
es que tenemos un rango amplio de oportunidades para tomar mejores decisiones si
consideramos los riesgos ambientales y sociales en etapas tempranas de la planificación
de proyectos hidroeléctricos. El análisis, con una visión integral y a una escala
adecuada, es indispensable para evitar o disminuir riesgos ambientales y sociales en la
expansión del sector hidroeléctrico, que de otra forma no son considerados o son
subestimados”.

Con lo sucedido recientemente en la represa de Hidroituango, el proyecto hidroeléctrico


más grande del país construido en el río Cauca, principal tributario de la cuenca del río
Magdalena, “en este momento cobra más importancia demostrar el potencial de este
tipo de análisis”, afirma Delgado.

En los escenarios contemplados por los investigadores está Hidroituango porque,


continúa, “es parte del ‘estado actual’ de la cuenca, en términos de impactos
acumulativos por fragmentación de la red fluvial, con la pérdida del 28,8% de la
conectividad original de la red principal de la macrocuenca, la alteración hidrológica del
río Cauca y el atrapamiento de sedimentos del 79,2% en este mismo río”.

“Sin embargo”, concluye, “en las evaluaciones que hemos hecho excluyendo este
proyecto de la línea base, el rango de opciones para evitar y disminuir impactos
acumulativos en la cuenca es mucho mayor”.

En conclusión, no se trata de satanizar las hidroeléctricas sino de reconocer y minimizar


los impactos con alternativas viables. Es claro el interés del país en aprovechar los
privilegios de su geografía con fines hidroenergéticos, pero también lo es que a nivel
mundial existe la tendencia a moverse hacia otras formas de producción de energía
menos impactantes, tanto ambiental como socialmente. Tanto así que, por ejemplo,
en Europa existe toda una iniciativa de remoción de sus hidroeléctricas. ¿Cuál será el
camino que Colombia tomará al respecto?

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