El Adiós A Una Buena Madre. Una Investigación Desde El Vínculo, Lo Disruptivo Y El Duelo Mónica Vargas Polack

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Revista Psicoanálisis Nº 19, Lima 2017

EL ADIÓS A UNA BUENA MADRE.


UNA INVESTIGACIÓN DESDE EL VÍNCULO,
LO DISRUPTIVO Y EL DUELO1

Mónica Vargas Polack*

Algo se me fue contigo madre,


Las raíces de mi vida, en tu vientre se quedaron
En la tierra que tú abonas…
Algo mío te acompaña madre
(Canción –Rocío Jurado)

La muerte de mi madre ocurrida seis años atrás me dejó sumida en una pro-
funda tristeza y un estado de perplejidad. Decía Gibran que la perplejidad es
el comienzo del conocimiento, y pienso que efectivamente así fue: comenzó a
surgir en mí la idea de lo que después sería una investigación.
Yo entendía la tristeza más no la perplejidad. Fui presa de sentimientos
adolescentes y confusos. Sentía que al morir mi madre y no tener su mirada,
siempre aprobadora, mi autoestima se había ido con ella. Observé en la clínica
y en mi entorno social que este fenómeno se repetía. Encontré mujeres, adultas
como yo, que parecían atravesar la misma experiencia. La creencia popular
deja saber de manera tácita que cuando mueren siendo ancianos los padres y
las madres, los hijos deben agradecer que éstos hayan tenido larga vida, y no
hay así un espacio para elaborar el duelo.
Decidí entonces buscar bibliografía sobre el tema, es decir, investigaciones
que dieran cuenta de lo que sucede con las hijas adultas a la muerte de una ma-
dre con quien se ha tenido un vínculo saludable y estrecho. Para mi sorpresa,

1. Resumen de la Investigación para optar el doctorado en Psicología de la Universidad


del Salvador. Buenos Aires.
* Licenciada en Educación por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Psicotera-
peuta. Magister en Psicopedagogía por la Universidad Andrés Bello, Chile. PhD en
Psicología por la Universidad del Salvador, Buenos Aires. <mvargaszp@hotmail.com>
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en ese momento, no hallé nada escrito. Existían investigaciones acerca de lo


que sucede con la muerte de la madre en niños y adolescentes, donde una de las
consecuencias es la tendencia a la depresión en la vida adulta (Bolwby,1986;
Worden, 2010).
De la muerte de la madre de la mujer adulta encontré poemas, escritos
personales, cartas de pesar. Es cierto que más adelante tuve acceso a pocas
investigaciones sobre el tema, pero éstas no consideraban el tipo de vínculo
mantenido entre madre e hija; tema central en mi investigación.
Fue en esa época cuando se me presentó la oportunidad de cursar el doc-
torado y confluyó aquello que es necesario para una investigación: pasión y
posibilidad (Verónica Brasesco, comunicación personal). Debía entonces pre-
sentar un tema que no estuviera estudiado y plantear una pregunta de inves-
tigación que después de muchas revisiones quedó formulada de la siguiente
manera: ¿Cómo fue el vínculo que sostuvo la relación madre-hija (recordado
por las hijas como bueno) que determinó que la muerte de la madre se viva con
un alto potencial de disruptividad y desencadene duelos prolongados?
Pienso que este estudio fue una manera de elaborar mi duelo, de compren-
der que la función materna puede tener tantas variantes como madres hay en
el mundo y que en la relación madre-hija se ponen en juego muchas ambiva-
lencias. Puedo decir también que pese a todas las falencias y vicisitudes de una
relación tuve suerte de tener una madre que fue cómplice de muchas de mis
cosas, amiga e infatigable colaboradora en mis necesidades. A ella le dediqué
mi trabajo.
A continuación se plantean los puntos más resaltantes del marco teórico
que guió la investigación, los lineamientos de la metodología, un alcance
del análisis de los resultados y las conclusiones y propuestas que de ahí se
desprenden.
El desarrollo del marco teórico estuvo basado en tres ejes principales: el
concepto de vínculo, especialmente en la relación madre hija, el tema de lo
disruptivo y el duelo.

Vínculo

La palabra vínculo viene de vinculum que significa atadura. Desde la definición


se entiende que el vínculo implica una cercanía intensa. Para la investigación
se tomó principalmente el concepto de Pichón Riviére (1985) quien señala
que el vínculo es una manera particular en que un sujeto se relaciona con otro,
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y el vínculo saludable es aquel donde el yo preserva los aspectos buenos de la


relación y controla los aspectos negativos. El autor afirma que el vínculo con-
lleva necesariamente conflictos y comprende el nivel de comunicación.

Vínculo madre-hija

La relación primaria con la madre es fundante en el aparato psíquico de la


niña y deja una huella indeleble en su identidad y subjetividad. El acceso a su
feminidad está estrechamente ligado a las primeras vivencias que ella tiene con
su madre, de la que por cierto tendrá que separarse, para después unirse cada
cierto tiempo, en su mente y en su memoria (Cardó, 2006).
Para Freud (1931) la construcción de lo femenino, como parte fundamen-
tal del psiquismo de la mujer, estuvo íntimamente ligado a lo materno.
Sin embargo, el vínculo madre-hija se encuentra lleno de vicisitudes y re-
cién en los últimos veinticinco años, se ha abordado con mayor profundidad
esta compleja relación. Freixas (1996) señala que a pesar de la importancia,
riqueza y universalidad de las relaciones entre madres e hijas, hasta hace unos
años atrás se ha escrito muy poco sobre el tema. La autora sostiene que las
aproximaciones a las relaciones entre madre e hijo (o entre padre e hija, o
hijo) abundan en la literatura, no siendo así en el caso de la relación entre
madre e hija, algo que recién ocurre cuando las mujeres asumen el derecho a
escribir.
Entre los diversos autores que se revisaron se encuentra Bleichmar (1997)
quien sostiene que la madre atiende a su pequeña hija con ternura y gran cui-
dado pero probablemente, también, con sentimientos ambivalentes para los
cuales no ha existido espacio legítimo de expresión, ni en lo social ni en lo
teórico. Estos sentimientos ambivalentes también se encuentran en la pequeña
hija y muchas veces son reprimidos por la cultura de manera diferente a la que
se reprimen los sentimientos hostiles de los varones. Una represión muy fuerte
de estos sentimientos de rabia lleva, en ocasiones, a evitar los conflictos que
son parte de los vínculos saludables.
Otras autoras, como Benjamin (1996), Ros (2002); Gilligan (1985), sostie-
nen que la relación de la niña con la madre enfatiza la fusión y la continuidad
en desmedro de la individualidad e independencia. Esto promueve en las niñas
una dificultad para diferenciarse como seres únicos y una vez adultas promueve
la posibilidad de ser sometidas.
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Lo disruptivo

El modelo de lo disruptivo fue postulado por Moty Benyakar en el año 2002, si


bien sus primeras reflexiones sobre el tema datan del año 1967 (M. Benyakar,
comunicación personal). Él define lo disruptivo como el impacto que tienen
los fenómenos fácticos, o situaciones, en el psiquismo (2015). Este impacto
disruptivo, puede provocar desestabilización, desregulación o desarticulación
en éste, o puede ser metabolizado y elaborado transformándose en saludable y
beneficioso para el mismo. Estas transformaciones psíquicas, si no son metabo-
lizadas y elaboradas, podrían volverse patológicas. Para Benyakar no existe la
“situación traumática” ya que el trauma ocurre en la psique, no en el hecho en
sí, por lo que habla de situaciones o fenómenos con mayor o menor potencial
de disruptividad, de acuerdo a cómo sean procesados en los tres espacios psí-
quicos. El autor refiere que el espacio psíquico es el espacio virtual que conjuga
fenómenos con los mismos postulados. Toma de Piera Aulagnier la definición
de los tres espacios psíquicos: originario, primario y secundario.
El espacio originario está caracterizado por el autoengendramiento, donde
todo lo que la psique representa ha sido originado por ella. En este espacio no
hay posibilidad de representar la separación entre el engendrante y lo engen-
drado. Para el bebé solo existe lo placentero y displacentero como una dupla
inherente al encuentro (Aulagnier, 2010). La representación es la figura y el
afecto, la sensación.
El espacio primario es aquel en el que se reconoce la presencia de otro
cuerpo, vale decir, de otro espacio separado del propio, y responde a la ley
de relación. Una vez reconocido un objeto primordial en el espacio primario,
ya no será posible concebir su presencia o ausencia como un efecto del azar
(Berenstein, 2004). La representación de este espacio es el contacto y el afecto,
la emoción.
El espacio secundario está instituido por el yo y es aquel donde el trabajo de
metabolización se realiza a través de la función del lenguaje, y responde a la ley
del sentido donde hay espacio y tiempo (Benyakar, 2015). La representación
es, entonces, la palabra o idea y el afecto, el sentimiento.
La transformación de lo somático y de los fenómenos fácticos en psíquicos
es lo que Benyakar ha denominado psiquisización, que es un proceso básica-
mente psíquico condicionado por las capacidades de procesamiento de cada
persona. Para él la psiquisización puede darse por la vía somato instintual o por
la percepción. Esta última vía —trabajada en mi tesis— utiliza la introyección,
la incorporación y la incrustación como formas de psiquisizar.
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En la introyección, el psiquismo logra tomar de manera activa lo fáctico


externo y comienza así el proceso de transformación en los otros espacios. Esto
no ocurre de manera secuencial sino simultánea.
En la incorporación, el psiquismo también se mantiene activo pero lo que
era fáctico se psiquisiza de tal manera que no puede elaborarse adecuadamente,
pues generalmente fallan los procesos metabolizadores. En la incorporación, el
fenómeno fáctico externo queda como si tuviera vida propia y se vuelve parte
del psiquismo.
En la incrustración el psiquismo permanece pasivo y no puede elaborar
aquello que ha percibido. Lo percibido se queda como eterno presente y se
denomina introducto.
Otro concepto importante que toma Benyakar (2015) para su modelo, es
el de “violencia secundaria”, concepto de Piera Aulagnier. Esta autora señala
que la violencia secundaria se da cuando se desea imponer a la psique del otro
un procesamiento que no es propio, un exceso por lo general perjudicial y nunca
necesario para el funcionamiento del Yo (Aulagnier, 2010 p. 156); exceso que
atenta contra él.

Duelo

El concepto de duelo tiene un fuerte arraigo psicoanalítico. Desde Freud en


su trabajo Duelo y Melancolía (1917), pasando luego por autores como Lacan,
hasta el psicoanálisis contemporáneo, el fenómeno del duelo se sigue revisando
por su importancia para la teoría y práctica psicoanalítica y psicológica en ge-
neral. Algo importante de señalar es que a pesar de la variedad de teorías sobre
el duelo, hoy en día se tiene cierto consenso respecto a que éste es un proceso
y no un estado (Parkes, 1986).
Los estudiosos del duelo como Bowlby (1986), Parkes (1986), Neimeyer
(2007), Gómez Sancho (2007), Worden (2010), entre otros, sostienen que
el proceso de duelo atraviesa cuatro etapas que se entrecruzan entre sí. La
primera, la fase de embotamiento, dura habitualmente entre algunas horas
o semanas y puede ser interrumpida por descargas de aflicción o de ansiedad
extremadamente intensas. Luego viene la fase de anhelo o búsqueda de la
figura perdida, donde se alterna la rabia con la pena y dura varios meses o,
con frecuencia, años. Procede luego la fase de desorganización y desespera-
ción, y se finaliza con una fase en la que se logra un mayor o menor grado de
reorganización y la aceptación de la pérdida. Después de un tiempo se espera
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que el duelo sea superado para que el malestar de la pérdida no devenga en


patológico.
Worden (2010) ha señalado distintos tipos de duelo. El duelo prolongado
es aquel que no llega a una conclusión satisfactoria y el doliente es consciente
de lo que le sucede. Detrás de este tipo de duelo hay un conflicto de separación.
En este caso una terapia emocional es de mucha ayuda. Este autor menciona
el duelo retrasado, en el que se actualizan duelos no elaborados a raíz de una
nueva pérdida, y la respuesta a ésta parece ser exagerada. Este tipo de duelo
puede ocurrir porque en el momento de la primera pérdida no hubo apoyo so-
cial adecuado ni un soporte que ayude a la elaboración. También está el duelo
exagerado, que se refiere al hecho de que la persona que ha sufrido una pérdida
se siente desbordada y presenta conductas desadaptativas. Finalmente el autor
menciona el duelo enmascarado. Este se da cuando la persona no tiene un yo
fuerte para elaborar el duelo y usa mecanismos de defensa que devienen en
síntomas físicos.
En la actualidad, los estudiosos del duelo hablan también de una línea de
continuación del vínculo con el fallecido donde el deudo recuerda a sus seres
queridos ya muertos y sigue, de manera consciente, algunos de sus legados.

Lineamientos de la metodología

La metodología utilizada fue cualitativa, aquella que identifica la naturaleza


profunda de la realidad desde la perspectiva del sujeto (Martínez-Salgado C.,
20082) y el interés de la investigación estuvo centrado en entender el signifi-
cado que cada persona entrevistada dio a la relación con su madre, al impacto
disruptivo que vivió y a su experiencia de duelo por la muerte de ésta. Estos tres
temas se plasmaron en los siguientes objetivos específicos de la investigación:

1. Explorar la historia de la relación materno-filial a través del discurso


con el que las mujeres entrevistadas relatan sus recuerdos.

2. Analizar el impacto disruptivo que tuvo en las hijas la enfermedad y


muerte de la madre.

2. Epidemiología e investigación cualitativa: tres posturas sobre las posibilidades de su en-


lace. III congreso iberoamericano de investigación cualitativa en salud. Mayo 2008. San
Juan, Puerto Rico.
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3. Analizar las percepciones de las hijas sobre las características del pro-
ceso de duelo que vivieron a la muerte de su madre y las explicaciones
que realizan en torno a la dificultad que tuvieron para transitar dicho
duelo.

La muestra fue intencional a los objetivos del estudio y estuvo conformada


por nueve mujeres de clase media, exogámicas y activas laboralmente, que per-
dieron a su madre, por muerte, cuando ellas tenían entre cuarenta y cincuenta
y cinco años. Estas mujeres manifestaron haber tenido un buen vínculo mater-
no-filial y haber hecho un duelo difícil, inconcluso, que les dejó una sensación
de vacío: el duelo prolongado, en palabras de Worden. Por sus relatos se com-
prende que la muerte de sus madres tuvo un alto potencial de disruptividad.
La técnica de recolección de datos fue una entrevista semi-estructurada en
profundidad, que se permite ser usada solo como una guía somera, dando am-
plio margen de expresión a los entrevistados (Mella, 1988) Los lineamientos
de la entrevista semi-estructurada se hicieron en base a los objetivos propues-
tos y a una exhaustiva revisión de los temas trabajados en el marco teórico. Por
lo específico del tema, se decidió que fueran solo nueve casos. Luego de haber
entrevistado a varias mujeres, nueve fueron las que reunían las características
para responder a la idea directriz de la investigación, decidiendo que fuera un
estudio de casos en profundidad.
El análisis de los resultados se hizo luego de varias escuchas atentas a cada
entrevista que luego fueron transcritas y leídas para contrastarlas con el marco
teórico, reflexiones propias y de los diferentes asesores de la investigación. A
partir de ello se plantearon tres categorías de análisis que guardaban relación
directa con los objetivos propuestos: Vínculo, lo disruptivo y el duelo. Breve-
mente se define lo más resaltante del análisis de cada categoría y se pone los
verbatims más significativos de las entrevistadas.

Vínculo

En la categoría “vínculo” se analizaron tres sub-categorías: presencia, estilo de


relación y comunicación.
La presencia de la madre que todas las entrevistadas reportan fue muy cer-
cana y se hizo aún más intensa cuando no estaba el padre:
Su presencia la tuve en todas las etapas de mi vida. No en un lugar invasor.
Era la distancia perfecta que yo necesitaba.
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Se observa la idealización de la figura materna que describe Pearce (2011),


así como la madre suficientemente buena que señala Winnicott (1981).
En el estilo de relación que mantuvieron con sus madres, las entrevistadas
señalan que recibieron apoyo incondicional de ellas y se sintieron las “elegidas”
entre sus hermanos/as. Ros (2002) diría que estas madres dan alas a sus hijas para
seguir creciendo. Asimismo las entrevistadas dicen que sus madres promovían
su autoestima, las animaban a realizar proyectos personales, disfrutaban sus
logros como propios y daban su mirada aprobadora:

Mi madre, ya cuando yo estaba casada, me pagó mi carrera de fotógrafa y me


apoyó en cada una de mis muestras.

Es muy significativo en esta categoría que las entrevistadas manifestien no


haber tenido conflictos con sus madres:

Nunca ha habido una pelea, absolutamente no.

Como afirman diversos autores, el conflicto forma parte de un vínculo sa-


ludable. Esta ausencia de conflictos puede entenderse como un temor a la se-
paración con la madre, como señala Bleichmar, o una dificultad para lograr la
propia individualidad.
Otro aspecto importante en el estilo de relación que mantuvieron se revela
en el hecho de que las entrevistadas señalan que fueron cuidadoras de sus ma-
dres en la adultez, lo que se entiende en la cultura y el estilo de crianza como
un acto de reciprocidad. Sin embargo, cinco de ellas tuvieron que cuidar a sus
madres, en diferentes aspectos, desde pequeñas.

Yo tenía once o doce años y sacaba a mi hermanito de la cuna, le cambiaba el


pañal y lo acostaba… lo hacía porque quería ayudar a mi mamá. Sentía que
tenía que hacerlo.

Siguiendo a Gilligan (1985), podemos sostener que en las niñas se desarro-


lla una identificación con la madre. Benjamin (1996) añadiría, en relación al
tema del cuidado, que en las mujercitas se enfatiza el cuidado al otro.
Respecto a la comunicación, todas las entrevistadas coinciden en que ésta
fue muy fluida. Algunas manifiestan que lo contaban todo a sus madres, otras
dicen que eran las confidentes de sus madres:
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–No había nada que no le contara.


–Yo le decía “mami no me cuentes eso”, pero ella lo hacía, decía que lo tenía
que saber.

La pregunta que surge es dónde quedaba la intimidad de cada una. Se ob-


serva una cierta fusión de sus individualidades. Al mismo tiempo se observa que
la comunicación cumplía un papel afectivo positivo y cumplía con la función
de transmitir información. También se percibe cierto aglutinamiento en la
relación como afirma Minuchin (1988), y, en ciertos casos, la violencia secun-
daria de la que habla Aulagnier (2010).

Lo disruptivo

En la categoría de “lo disruptivo” se analizó la enfermedad, la muerte y el ve-


lorio de la madre.
La enfermedad de la madre, como hecho fáctico, tuvo un nivel de disrupti-
vidad alto que se elevó cuando hubo tratamientos penosos, negligencia médica
o falta de recursos económicos. Sin embargo, se observó que ocho de las nue-
ve entrevistadas pudieron psiquisizarlo en el espacio secundario del psiquismo
donde existe la dimensión de tiempo y espacio, y fue en el lenguaje donde se
apoyó la metabolización. Una de ellas, que no estuvo en el país durante la
enfermedad de su madre, recuerda solo sensaciones vagas, afecto característico
del espacio originario del psiquismo.
La muerte de la madre también tuvo un nivel de disruptividad alto que se
elevó cuando las hijas no pudieron acompañar a sus madres en el momento de
la muerte y cuando hubo negligencia médica. Si bien, con el paso del tiempo
todas las entrevistadas lograron psiquisizar la muerte de la madre en el espacio
secundario del psiquismo, en el momento mismo de la muerte, seis de ellas
reportan sensaciones propias del espacio originario.

–Me encontré en un estado de shock. No recuerdo nada de nada.


–Sentí un millón de alfileres que se clavaban en mi cuerpo.
–Comencé a bambolearme como si fuera una autista.
–Fue como si me hubiese caído un camión que me aplastaba.
–Cuando muere mi madre, siento que me hundo, me hundo, me hundo.
–No me acuerdo nada.
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Como señala Benyakar (2015) en el espacio originario se registran sensa-


ciones que no se pueden elaborar.
En el velorio de sus madres las entrevistadas recuerdan haber sentido el
cariño de la gente que las acompañó, pero sus palabras no tenían sentido. Eran
vividas como palabras vacías, sin el contenido afectivo de los tres espacios
psíquicos (Benyakar, 2015). Se observa así la violencia secundaria de la que
habla Aulagnier.

–Las palabras que me decían no tenían ningún significado y me daban rabia,


por ejemplo me decían: da gracias a Dios porque tu mamá ya descansó.

El duelo

En el análisis de la categoría “duelo” se analizaron dos sub-categorías: el proce-


so elaborativo y los sueños.
En el proceso elaborativo se observó que los factores co-metabolizadores
para la elaboración del duelo fueron la familia, el trabajo y las amistades. Asi-
mismo, las creencias religiosas, en caso las hubiera, ayudaron en esta línea. Todas
las entrevistadas continuaron por el camino de la continuación del vínculo
con el fallecido.
Cinco de las nueve entrevistadas acudieron a terapia y cuatro de ellas con-
cluyeron el proceso de duelo:
Gracias a la terapia pude completar mi proceso de duelo

Dos entrevistadas se encuentran marcadas por la fase de tristeza y búsqueda:


No es que me quiera morir, tengo una hija… pero son tantas las ganas de
verla a pesar que han pasado muchos años de su muerte, que me provoca que
llegue el momento.

Dos entrevistadas presentan trastornos alimentarios y psicosomáticos y una


de ellas parece estar marcada por una etapa de desorganización:
Vivo proponiéndome imposibles… es decir, si el día tiene veinticuatro horas yo
necesito veintiocho.

Respecto a los sueños, siete de las nueve entrevistadas recuerdan haber


soñado con su madre, y es muy interesante ver cómo cinco de ellas relatan
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sueños muy similares donde ven a sus madres felices, que les dicen que no se
preocupen por ellas, que están muy bien, pero que las hijas tienen que seguir
en la vida. Este aspecto del sueño, desde la investigación se entiende como un
permiso que se da cada una para terminar su duelo. Sin embargo, algunas de las
entrevistadas les dan un carácter religioso.

–En mi sueño veo a mi madre vestida de blanco, alegre como una campana.
Ese día me tocó la vara de la resignación. Acepté que mi madre estaba muerta
y estaba bien.
–… es como una elaboración de la muerte, acercarme a eso que duele pero
aceptarlo.

Dos de las entrevistadas, que aún transitan el duelo prolongado, recuerdan


anécdotas conflictivas y confusas con sus madres. Todos los sueños denotan un
deseo de ver a la madre.
Antes de plantear las conclusiones es importante puntualizar que la fun-
ción materna es, como dice Bleichmar (comunicación personal), casi una mi-
sión imposible. En estos vínculos saludables —trabajados a lo largo de la tesis,
aquellos que rescatan los aspectos buenos de la relación (Pichón Riviére, 1985)—,
existen aún ciertas aristas que valdría la pena revisar. No se busca aumentar el
superyo maternal, suficientemente agrandado por el miedo que sienten las ma-
dres a cometer una falla en la función materna (Bleichmar, comunicación per-
sonal), pues ya está bastante estimulado en el medio y puede ser muy punitivo.
Por el contrario, con el propósito de remarcar que no hay vínculos perfectos,
debe considerarse que todo ser humano se enfrenta con un profundo vacío en
su existencia; el vacío intrínseco de la condición humana, la soledad.
Los relatos de las entrevistadas se presentan así como abanicos de diferentes
colores unidos en un solo hilo conductor: un vínculo saludable con sus madres.
Los colores hablan de los matices de cada relación; relación que es única, como
únicas son las personas. Sus historias, diferentes pero similares, han dado lugar
al análisis de sus relatos y a las conclusiones que se presentan a continuación.

Conclusiones

En el vínculo madre-hija —analizado en los relatos de las mujeres entrevista-


das— se observa una presencia incondicional de la madre a lo largo de toda
su vida, que determinó una relación muy estrecha entre ambas. Es necesario
destacar que no ocurrió con la misma intensidad ni duración en todos los casos.
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Es característico de la especie humana, a diferencia de otras especies, que


la función materna se extienda muchos años y pueda durar toda la vida, como
parece haber sucedido en estos casos.
Las madres de las mujeres entrevistadas parecen haber sido incorporadas al
psiquismo de las hijas como si tuvieran vida propia, pasando a ser parte activa
de dicho psiquismo (Benyakar, 2015). Las madres no fueron introyectadas,
por lo que su presencia ocupaba el lugar de la falta a la que se debe enfrentar
todo ser humano. Esto parece haber originado la fantasía de una completud, la
ilusión de sentir que no existe el vacío.
La ausencia de conflictos que las entrevistadas manifiestan haber vivido
en sus relaciones materno-filiales guarda relación con esta fantasía de la madre
cuasi perfecta. Es necesario considerar que las hijas aceptan el lugar de “elegi-
das”, y algo de ellas se juega en la relación. Un vínculo se construye con más
de uno.
Presencia, cercanía, promoción de la autoestima y buena comunicación
brindó a las hijas una sensación de completud y empoderamiento. Podría de-
cirse que las madres actuaron a manera de prótesis en su función materna, lo
que es necesario cuando el sujeto es un bebé. La entrada en la acción de la psique
requiere como condición que al trabajo de la psique del infans se le añada la función
de prótesis de la psique de la madre, dirá Piera Aulagnier (2010, p. 37).
Sin embargo, no es esperable ni deseable durante el desarrollo posterior del
ser humano, pues dificulta la individuación. La función protésica de la madre
debe abandonarse al crecer los hijos, ya que es aquella que obtura el enfrenta-
miento con la falta, es decir, cubre la sensación dolorosa y conflictiva del vacío
de la existencia (Benyakar, comunicación personal).
Las madres de los relatos sumergen a sus hijas en un mundo de autoesti-
ma, compañerismo, buena comunicación, desarrollo personal, pero dejan —a
modo del mito de Aquiles— un espacio de vulnerabilidad que se activa cuando
ellas mueren (Sonia Abadi, comunicación personal). La diosa Tetis, con todo
su amor, quiso proteger a su hijo Aquiles de la mortalidad y lo sumergió en las
aguas de la laguna Estigia, que conducía al Averno, para hacerlo inmortal. Al
sumergirlo lo tomó del talón, que quedó fuera del agua, y lo hizo mortal. Estas
madres parecen haber querido proteger a sus hijas, y tal vez a ellas mismas, de
la vulnerabilidad que nos enfrenta al vacío. Pero a su muerte, las hijas quedan
vulnerables, como ese talón descubierto que devela la soledad característica
de nuestra condición humana. Se termina la sensación de completud y se en-
frentan, en esa diferenciación, a vivir por ellas mismas. Es por ello que estas
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madres pueden ser definidas como “Madres Aquiléicas con Función Protésica”.
Estamos planteando este concepto para poder ser profundizado en futuras in-
vestigaciones.
Si bien la muerte de un ser querido es siempre un evento disruptivo, en los
casos convocados el nivel de disruptividad fue alto y originó una desregulación
transitoria en el psiquismo de las hijas que, al perder a sus madres, perdieron una
parte de ellas mismas. Perdieron un lugar psíquico que antes llenaba la madre
física. La desregulación transitoria en el psiquismo significa que en la vivencia
de la muerte de la madre, las hijas articularon el afecto con su representación.
En este caso, el dolor con la palabra. Pero se dio una desproporción entre éstos,
con un mayor afecto y una menor representación (Benyakar, 2015). Las hijas
se enfrentaron, desconcertadas, con soledad y un profundo vacío.
Sin embargo, lo saludable interiorizado les permitió seguir avanzando y cre-
ciendo, cada una a su ritmo y con sus recursos. Se puede observar que el impe-
rativo biográfico (Walter, 1996; citado en Pearce, 2011) donde se rememora a
la persona ausente y se conservan historias de ella, fue un elemento importante
para que las hijas lograran la continuación de su desarrollo. Asimismo, estas
mujeres continúan el vínculo con su madre más allá de su muerte a pesar de
que no les ha sido fácil encontrar un sentido a la pérdida.
Es interesante destacar que la figura del padre —cuando vivía al momento
de la muerte de la madre— no tuvo un impacto significativo en la elaboración
de los duelos, con excepción de un caso.
La pregunta que surge desde el análisis de los relatos sobre la elaboración de
la muerte de la madre, es cómo enfrentarse a la ausencia física y a la ausencia
psíquica (la función que cumplía la madre en el psiquismo que se pierde con su
muerte). Es una tarea difícil que se traduce en los duelos prolongados que estas
mujeres hicieron, cada una con sus particularidades.
Se instaló en este proceso la presencia de una ausencia. La ausencia de la
madre se lleva una función que cumplía con la hija, y que le permitía transitar
por la vida con mayor tranquilidad (Benyakar, 2015). Raffaele-Leff (citada por
Zelaya, C. et al. 2006) propone el mismo término “presencia de la ausencia”
como una tercera forma de duelo, donde lo que es incorporado no es el objeto
perdido sino la pérdida misma.
Lo que se plantea desde la investigación es que estas mujeres tuvieron que
elaborar un doble duelo, el de la muerte real de la madre y el de la pérdida de
la ilusión de completud que la madre proporcionaba.
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Como ya se mencionó, uno de los aspectos a considerar en el procesamien-


to de estos duelos es que la sociedad no da un espacio para su elaboración. El
discurso de conjunto señala que la persona debe agradecer que su madre haya
tenido larga vida, y debe estar contenta porque “ya descansa”. Las palabras que
se escucharon en los velorios como “da gracias que tu madre ya está con Dios”
o “debes estar contenta porque ahora descansa” se reportan como vacías al no
tener el contenido afectivo de los tres espacios psíquicos: sensación, emoción
y sentimiento (Benyakar, 2015).
Freud, después de la muerte de su padre, en el segundo prefacio (1908) de
La interpretación de los sueños (1900), dice:

Para mí, este libro tiene, en efecto, una segunda importancia subjetiva que
solo alcancé a comprender cuando lo hube concluido,… que representaba mi
reacción frente a la muerte de mi padre, es decir, frente al más significativo
suceso, a la más tajante pérdida en la vida de un hombre (p. 345).

Se podría agregar que la muerte de una buena madre es, tal vez, una de las
pérdidas más desgarradoras que vive la mujer, o “la más tajante pérdida” en la
vida de ella, porque representa la pérdida de su origen, de sus recuerdos más
tempranos, de su vida en el vientre materno, ahí donde es real la ilusión de la
completud.

Referencias bibliográficas

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88 MÓNICA VARGAS POLACK

Resumen

El presente artículo da cuenta de una investigación sobre el impacto disruptivo que


tuvo la muerte de la madre en mujeres adultas que manifestaron haber tenido un buen
vínculo materno-filial. Se enmarca dentro del modelo de lo disruptivo, donde aquello
que es fáctico impacta de determinada manera en el psiquismo de una persona. Vínculo
y duelo son conceptos que se analizan en los relatos de las entrevistadas. Es una inves-
tigación cualitativa que toma una muestra intencional de nueve mujeres adultas de
clase media a quienes se les hace una entrevista semi-estructurada. Los resultados de la
investigación encuentran un tipo diferente de función materna que se ha denominado
“madre Aquiléica con función protésica”. A partir de ello se propone el desarrollo
de una nueva función materna que, además de incluir el sostén y la contención de la
madre al bebé, contemple una preparación paulatina para que los hijos e hijas puedan
manejar y afrontar el lugar de la soledad y el vacío propios de la condición del ser
humano. De otro lado se encuentra que las mujeres entrevistadas realizaron un doble
duelo, la pérdida de la madre real y la pérdida de la ilusión de completud.

Palabras clave: disruptivo, duelo, vínculo, función materna

Abstract

This paper summarizes an investigation about the disruptive impact of the death of
the mother in adult women who reported having had a good mother-daughter bond.
It is part of the disruptive model, where what is factual impacts in a certain way
in the psyche of a person. Bond and grieve are concepts analyzed in the stories of
the interviewed women. It’s a qualitative research which takes a purposive sample
of nine middle-class adult women who were asked a semi-structured interview. The
results of the research find a different kind of maternal role which has been named
“Achilleic Mother with Prosthetic Function”. From this function it is proposed that
the development of a new maternal role, including the support and containment of a
mother to her baby, consider a gradual preparation so that the children can handle and
face the place of solitude and own emptiness of the human condition. It also shows
that the interviewed women performed a double grief, the loss of the real mother and
the loss of the illusion of wholeness.

Key words: disruptive, grief, bond, mother function

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