1 Vizer TEXTO FINAL Ontologia de La Comu
1 Vizer TEXTO FINAL Ontologia de La Comu
1 Vizer TEXTO FINAL Ontologia de La Comu
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Publicado en COMUNICACIÓN, CAMPO(S), TEORÍAS Y PROBLEMAS. UNA PERSPECTIVA
INTERNACIONAL. Comunicación Social, España 2016 ISBN 978-84-15544-57-9.
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sentido estricto, ni de manera explícita ni implícita, pero ya en los estudios sobre los
procesos de la mediatización social, o sea sobre las influencias de las tecnologías, los
medios de información y comunicación, la digitalización y las profundas implicancias sobre
las sociedades y las culturas humanas, ‘las cuestiones ontológica y la antropológica’ se
deben plantear con toda seriedad y profundidad. La comunicación mediatizada, si bien aún
puede ser entendida como propiedad de la ‘naturaleza humana’ en un sentido antropológico
tradicional, corresponde a un orden de escala y complejidad totalmente nuevo en el
desarrollo de los procesos civilizatorios. El signo y el significante de la palabra enunciada
por la boca humana o el papel escrito no han muerto en el mundo virtual o en las
‘escrituras’ de los lenguajes digitales, pero en tanto soportes de la comunicación humana se
han transfigurado en elementos o ‘recursos polisémicos’. Esto porque dentro de las nuevas
dinámicas ecológicas en que nos toca vivir (en especial en las ciudades y en los
conglomerados humanos urbanizados) nuestras diferentes ecologías - desde la física,
pasando por la social y la simbólica - son sustentadas en la física y la ingeniería de la
información.
Si el signo y el significante han sufrido una transfiguración radical como soportes básicos
de la comunicación, la construcción de ‘significados’ viene sufriendo traducciones,
muertes, resurrecciones y una búsqueda casi desesperada por nuevos signos y nuevos
valores capaces de poner cierto orden interpretativo en la confusión impuesta por los
procesos de mediatización, ya que éstos imponen transformaciones revolucionarias en
todos los órdenes de la vida humana. En la investigación académica, la ‘realidad
ontológica’ ha sido segmentada en pequeñas parcelas de estudio (o bien en su contrario,
grandes generalizaciones abstractas, poco fructíferas para el avance del campo). Y en
general la preocupación por cuestiones relevantes de la realidad ha ido cediendo espacios
para las inquietudes metodológicas (versión modesta de la epistemología). La búsqueda
ontológica de fundamentos para los procesos de comunicación viene así sufriendo por un
lado el embate del empirismo y por el otro la acusación de representar una mera forma de
filosofía pobre. Para analizar los procesos de información o de la comunicación, y entender
los procesos de mediatización de las sociedades humanas, se halla siempre - aunque sea de
manera implícita - una concepción paradigmática de base ontológica: sea el cuerpo, el
cerebro, el organismo viviente, sus transformaciones o el ‘intercambio de información’ en
la propia naturaleza. Así, deberíamos preguntarnos “que hay de comunicación en las
ciencias y en el amplio campo de cuestiones a las que llamamos comunicación?” De qué
clase de comunicación estamos hablando cuando teorizamos e investigamos sobre ella?
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“Podemos, a título de balizamento, considerar como partes integrantes de um paradigma: uma
ontologia, que indique o tipo de coisa fundamental que constitui a realidade; princípios teóricos
fundamentais, que especifiquem as leis gerais que regem o comportamento dessas coisas; princípios teóricos
auxiliares, que estabeleçam sua conexão com os fenômenos e as ligações com as teorias de domínios
conexos, regras metodológicas, padrões e valores que direcionem a articulação futura do paradigma;
exemplos concretos de aplicação da teoria; etc...Um paradigma fornece, pois, os fundamentos sobre os quais
a comunidade científica desenvolve suas atividades. Um paradigma representa como que um “mapa” a ser
usado pelos cientistas na exploração da Natureza. As pesquisas firmemente assentadas nas teorias, métodos
e exemplos de um paradigma são chamadas por Kuhn de ciência normal”. Chibeni, S., sobre A Estrutura
das Revoluções Científicas. www.unicamp.br/~chibeni.
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Hace unas décadas atrás estábamos muy preocupados por el objeto de las c. de la comunicación, hoy lo
estamos más por sus procesos (sobre todo a partir de Barbero y “De los medios a las mediaciones”).
Estábamos en la preocupación epistemológica de la búsqueda de un Santo Grial de la comunic., su “esencia
específica”. Una teoría de la comunicación como una ‘comunicación sobre la comunicación’, una ciencia
del sentido sobre los procesos de producción de sentido. Implicando una epistemología sobre los procesos
circulares, la recursividad y un metanivel de la comunicación. Un ‘metadiscurso o un modelo de 2º.orden’
como menciona Vidales en su libro Semiótica y Teoría de la Comunicación, en referencia a Robert Craig.
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Las ciencias de la comunicación parecen haber reflexionado bastante, pero sin avanzar
suficientemente respecto al primer punto (un acuerdo mínimo sobre un ámbito compartido
de hechos y procesos). Otro tanto respecto al punto b (temas y especificidades compartidas
y divergentes), y prácticamente saltearon una visión integral sobre los dos siguientes puntos
(c y d), a no ser sobre ciertos conjuntos de temas y cuestiones focales y limitadas (estudios
sobre los medios, la comunicación interpersonal, los efectos, etc.). Creemos que la historia
institucional y las demandas de diversos ‘mercados’ de la comunicación han promovido la
creación de un campo de prácticas sociales más que propiamente un ‘campo intelectual’.
Ha predominado el desarrollo de teorías estrechamente asociadas a esas demandas, aunque
no siempre explicitadas como tales, y otras de alto vuelo teórico pero insuficiente
productividad científica. Sin embargo, la breve historia de la comunicación se caracteriza
por desarrollarse a través de bastante reflexión y trabajo investigativo empírico, con lo que
ha logrado la emergencia de un campo fuerte institucionalmente aunque intelectualmente
fragmentario y sin la solidez demostrada por otras ciencias. En otras palabras, se tiende a
construir objetos de estudio poco integrados (punto e) que no pueden llegar a ser
considerados subdisciplinas, ni un campo intelectual per se, sino un conjunto de prácticas
de investigación legitimadas en un orden institucional relativamente reconocido sobre todo
por las demandas del mercado de trabajo. Ya las teorías de la comunicación sustentarían un
grado algo mayor de legitimidad intelectual y epistemológica a pesar de haber seguido una
historia ondular, aportando un marco conceptual necesario para dar cierta base conceptual
asociada a prácticas investigativas circunscritas a aplicaciones en ámbitos empíricos, otras
veces para fundamentar análisis críticos de carácter sociológico o político, y otras para
realizar estudios sobre procesos y hechos puntuales de carácter micro social. En este
sentido, la historia de la comunicación no parece diferir mucho de la de los estudios
sociológicos, excepto por el hecho de que la sociología nunca pareció perder el carácter
aparentemente concreto de su objeto de estudio, mientras que la comunicación siempre se
debatió entre la concreción empírica de la técnica de los medios de comunicación, la
amplitud de los marcos culturales, los ámbitos colectivos y los ‘efectos’ sociales de
aplicación de los medios. Y por último, se recalcan las inquietudes metodológicas por
abordar los procesos lingüísticos, mentales y culturales que marcan su especificidad
epistemológica, especificidad que revela una naturaleza ontológica múltiple, al mismo
tiempo social, tecnológica, psicológica, simbólica y cultural (y porque no, de naturaleza
imaginaria también).
Para proseguir nuestras reflexiones, tomaré como una de las referencias posibles para
ejemplificar las complejidades del campo la propuesta de metodología cuadrangular de
Bruyne y colaboradores (1991) presentada en 1974 como una alternativa al positivismo y a
la dicotomía tradicional entre el método cuantitativo y el cualitativo en boga en ese tiempo.
Esa es una metodología adoptada y defendida por varios autores para la investigación en
ciencias sociales. Básicamente, se trata de una propuesta que considera cuatro polos que
deben formar parte de cualquier investigación: epistemológico, teórico, morfológico y
técnico. Las mayores dificultades en la investigación comunicacional se hallan en los dos
primeros pero con diferentes matices y cuestiones: mientras la dimensión epistemológica
encierra (o debería ocuparse) del núcleo fundamental de problemas sobre la especificidad y
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las tecnologías y ahora especialmente las TIC´s). Una estructura de vida humana
emergente, a la vez compleja y evanescente para la ciencia normal. Como abordar la
complejidad de esta nueva forma de vida civilizada sin hacer reduccionismo? Cuáles
pueden ser las nuevas ‘teorías de medio alcance’ que nos permitan contar con una brújula
teórica que nos permita avanzar en este bosque sin quedar limitados a la visión del árbol
que tenemos en frente?
Varias disciplinas nos han propuesto brújulas teóricas para alumbrar partes del bosque: la
sociología de los medios de comunicación; la psicología de la comunicación, los procesos
de recepción y la psicología de las masas; la semiología y la semiótica de los lenguajes; la
proxémica, y hasta la economía de la información y la comunicación 5, donde los medios
ocupan una posición intermedia entre la cultura y el poder económico y político. Todas
parecen alumbrar aspectos y cuestiones relevantes de lo que se ha convenido en denominar
comunicación. No será esta palabra un una etiqueta, o una convención lingüística para
referirnos a un proceso que reúne un conjunto de instancias y procesos ontológicamente
diferenciados entre sí? Si este fuera el caso, qué sentido tendría seguir hablando de una
disciplina de la comunicación, cuando deberíamos aceptar que el campo se constituye como
una multiplicidad de conocimientos y objetos teóricos diversos que tienden a entrecruzarse
entre sí solamente cuando nos enfrentamos a un problema concreto de investigación, o al
requerimiento formal de los organismos de financiación a la investigación? Las teorías de
la comunicación han operado generalmente como metáforas o alegorías sobre diferentes
miradas hacia los procesos y los posibles objetos de la comunicación.
Estas cuestiones nos llevan a pensar en el ejemplo que presentan las ‘ciencias de la vida’,
las que configuran un conjunto de disciplinas y saberes a los que se considera asociados al
estudio de los procesos en los sistemas vivientes, o sea los organismos vivos. Puede parecer
chocante a muchos la comparación que proponemos entre las ciencias de la vida y las de la
comunicación, pero realmente encontramos una gran equivalencia y puntos de interés en
común entre ambas. Las primeras reúnen un conjunto enorme y complejo de objetos de
estudio y al mismo tiempo proponen un universo filosófico común, además del interés
teórico y empírico por diferentes formas y estructuras vivientes. Qué condiciones
geológicas, físicas y químicas han sido necesarias para hacer posible el surgimiento de la
vida? Cuáles son las propiedades y condiciones del entorno y del propio sistema vivo que
hacen posible su supervivencia y crecimiento? Si reemplazamos ‘ciencias de la vida’ por
ciencias de la información o de la comunicación y nos preguntamos por las condiciones
históricas y los orígenes filogenéticos de la capacidad del cerebro animal y el humano para
procesar información, para generar lenguaje y desarrollar capacidad semiótica, estamos
explícitamente asociando ambos conjuntos de ciencias y llevándolas hacia posibles
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“There is little doubt that, as a sphere of cultural production, the media can prima facie be analysed as a
single field, or a collection of fields, (each) with a distinctive pattern of prestige and status, its own values.
Indeed, according to Bourdieu, the media’s intermediate position between the cultural and economic poles of
the wider cultural field gives it a particular interest as a field. This section notes the positive contribution of
field theory to media analysis, before identifying a key tension in its treatment of media power”. Nick
Couldry, Metacapital (2003’2004, p. 653).
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Hace varios años, pensé instigante y posiblemente fructífera una asociación entre los procesos de
construcción de sentido con las nociones de tiempo y espacio (comúnmente consideradas totalmente ajenas)
en la formación de procesos de información y la comunicación:
1). Se puede concebir la información como ‘creación’ de un espacio lógico y topológico entre 3 elementos o
vectores: a) el ‘texto’, o mensaje; b) la realidad u objeto que es ‘referido’ en el mensaje, y finalmente c) el
‘interpretante’ que construye sentido a partir de las relaciones entre las 3 entidades o elementos. Podemos
considerar que las relaciones lógicas entre los 3 generan un ‘espacio’, una ontología.
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Para el investigador canadiense R. Logan, este proceso complejo se puede resumir en una
ecuación que propone la siguiente formulación para la articulación entre el lenguaje, la
cultura y el cerebro:
2). Y la comunicación como un proceso de generación de tiempo. O como una emergencia resultante del
proceso de entrecruzamiento entre los 3 elementos del ‘espacio-información’. Esta emergencia, este proceso
de relacionamiento permanente y dinámico entre los 3 elementos del espacio-información genera distinciones
que proporcionan la experiencia y la vivencia del tiempo, más allá del proceso de interpretación en sí mismo.
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“Considerando que el lenguaje es un artefacto cultural, tiene sentido pensar que otros
artefactos y procesos culturales también contribuirían para la forma como la mente
humana es construida” (Logan, 2012, p. 101).
Tal vez uno de los mayores aportes de Jesús Barbero (1997) a los estudios de la
comunicación sea el ‘giro epistemológico’ emprendido en los años ochenta en su libro
liminar: ‘De los medios a las mediaciones’. Ayudó a tomar conciencia de la endeblez de las
teorías centradas en un objetivismo reduccionista, reducido a abordar los medios como el
único objeto central del conocimiento comunicacional, abriendo las mentes a los procesos
simbólicos y culturales, y a la definición del campo como el universo de las mediaciones
sociales, a su vez construidas a través de dispositivos mediáticos pero que no se reducen a
ellos. Mediaciones a la vez físicas y semióticas que las nuevas tecnologías de comunicación
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Es interesante notar que donde se han hallado algunas de las experiencias más fructíferas en la investigación
de la comunicación es precisamente en áreas de ‘frontera’ entre disciplinas diferentes, como la psicología, la
sociología, la política o la economía.
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Para Saussure (2008) cien años atrás el sistema de la lengua constituyó una nueva ciencia
del lenguaje, así como unas décadas antes la filosofía y la lógica habían constituido las
bases epistemológicas del conocimiento sobre los procesos de la semiosis para Peirce
(1999). Mientras Saussure – o los alumnos que reunieron sus trabajos - dio origen a una
nueva disciplina del lenguaje que lo concebía bajo dos perspectivas: la disciplinaria del
‘sistema de la lengua’ la lange, y otra asociada a sus prácticas, a una inabordable e incierta
ciencia de la parole, la palabra hablada, Peirce y sus herederos intelectuales siguieron otro
camino. La semiótica y la teoría de los signos no debían renunciar a sus orígenes filosóficos
ni a la amplitud y riqueza de un abordaje más próximo a una reflexión lógica sobre la
ontología de la semiosis. Para la escuela francesa y continental, el modelo ideal de
conocimiento sobre el lenguaje constituyó el paradigma de la disciplina científica, en
cambio para la norteamericana, una ciencia de los signos debía conservar su asociación
histórica con la filosofía, la lógica y la pragmática. Para Peirce el signo no es una ‘entidad’,
un objeto monolítico, sino un complejo de relaciones triádicas con poder de
autogeneración, como un proceso en continuidad temporal, como devenir. La semiosis es
una relación de momentos dentro de un proceso recursivo e ininterrumpido, lo que guarda
en relación a la semiología de Saussure cierta asociación con la noción de parole, más que
con la del sistema de la lange, precisamente la que el estudioso suizo consideraba un objeto
de estudio científico poco viable, y no sujeto a reglas. Esta postura epistemológica
originalmente confinó la semiología histórica continental al estudio de las reglas y las
estructuras y no a los procesos y las conversaciones en la realidad social, lo que sí hizo la
Escuela de Chicago desde su comienzo, donde la pragmática de la comunicación cobró un
lugar central, precisamente al revés de lo que implícitamente rechazaba Saussure por
considerarlo inabordable científicamente.
Tal vez las discusiones han surgido sobre todo por una sensación de minusvalía frente a
otras ciencias (muchas veces más nuevas que la de la comunicación). La confusión puede
ser madre de inquietudes y búsquedas a veces fructíferas, pero la incertidumbre también
tiende a paralizar, a cerrar prematuramente la búsqueda de esclarecimiento conceptual.
Aunque también surge una búsqueda por los orígenes, la revisión incesante de modelos, de
conceptos y teorías que caracteriza al campo desde hace muchas décadas. Tal vez no ha
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Las innovaciones técnicas por ejemplo, no surgen y son apropiadas solamente como actos de inspiración
individual sino a partir de cambios y transformaciones en las topologías (u ontologías) sociosimbólicas y
materiales en las que se integra a la nueva tecnología o al nuevo modo de acción sociotécnica sobre procesos
y organizaciones complejas, donde los ‘actantes’ (en términos de la Teoría-Actor-Red de B. Latour, 2005)
conforman un sistema multidimensional a la vez material y simbólico, humano y no humano, un complejo de
actantes reales, tanto de orden físico material y social como simbólico y cultural. El método de Socioanálisis,
que he desarrollado para el estudio de procesos organizacionales y comunidades, plantea precisamente la
posibilidad de analizar los impactos, las condiciones y los efectos sistémicos que se producen con la inclusión
de nuevos dispositivos y tecnologías en comunidades e instituciones como fábricas, hospitales, comunidades
rurales, escuelas y todo tipo de organizaciones.
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sido el viés epistemológico establecido en la segunda mitad del siglo XX el más acertado
para abordar las incertidumbres de la comunicación. Tal vez recibió mucha más atención
cierta endeblez teórica y epistemológica de los estudios de comunicación, y no se ha dado
la debida atención a un abordaje de orden más ‘ontológico’. Por ej. analizar en una
dimensión histórica y antropológica - y no solo psicológica o sociológica - a los procesos
dialógicos de la vida social, o las relaciones entre los productos de los medios (programas
de radio, películas, géneros televisivos, etc.) con el contexto sociocultural en el que surgen
desde comienzos del siglo XX, o sea un mayor interés en perspectivas de análisis de orden
diacrónico, más que meramente sincrónicos. La sociología proyectaba su modo de pensar
macro social al análisis de los públicos de los medios, sus ‘efectos’ en el consumo y en el
poder de manipulación simbólica de palabras e imágenes, pero no tanto en los cambios que
implicaban sobre la percepción (salvo el ejemplo audaz de las intuiciones ecológicas de
McLuhan). Los estudios sobre la construcción de la identidad y los nuevos modos de
relacionamiento social, las representaciones y los imaginarios sociales aparecen algo
tardíamente y tal vez es precisamente en esos órdenes donde se estaban gestando los
grandes cambios culturales y mentales. El centro de análisis se hallaba en los medios, en su
poder bastante magnificado de control social y en los procesos de emisión, pero los
cambios menos visibles a la vista se hallaban en otro lado. Podemos decir que si los
estudios de los dispositivos de emisión y la organización de los medios tienen un
andamiaje conceptual y ofrecen un interés de carácter sociológico y político, los estudios de
la recepción han requerido en mayor grado de la psicología, de la percepción y el orden
cultural. Pareciera que se hubiera producido un cisma entre estas perspectivas y que se
estuviera hablando de objetos y realidades totalmente diferentes - y posiblemente sea así -.
Al fin y al cabo, cuando se habla de los medios se está pensando en (sub)sistemas
sociotécnicos operando como mediadores dentro de los sistemas sociales, y cuando se habla
de los efectos de la recepción sobre los individuos y los grupos, se está hablando del
hombre (o de los seres humanos) como sistemas biopsíquicos.
4. La transversalidad de la comunicación.
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“Deleuze & Guattari, 1997, colocam a transversalidade como um meio de escapar às visões verticalizadas
e hierarquizadas de organização dos saberes; e/ou às visões horizontalizadas de massificação e grupamento
genérico dos atores e agentes da cena de produção de saberes. Assim, podemos dizer que no atual cenário
epistemológico do campo da Comunicação a questão digital em seus diferentes aspectos pode assumir um
caráter transversal de forma a perpassar os dois sentidos classicamente estruturados: horizontalmente a
todos os sub-campos e/ou especialidades e verticalmente em cada processo, suporte e práxis. A visão
transversal pode levar a horizontalidade a uma perspectiva de amplitude temática e a verticalidade a uma
perspectiva de profundidade em cada tema”. Del Congreso Internacional de IBERCOM, São Paulo 2015
Centrality, transversality and resiliency: thoughts on three digital contemporary conditions and
Communication epistemology, cit. por Elizabeth Saad Corrêa.
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Es en este sentido que pienso interesante la búsqueda dialógica entre teorías de orígenes diferentes, para
construir un abordaje topológico ontológico para los estudios de comunicación. Las TIC precisamente han
construido una nueva ecología de la comunicación, y posiblemente la construcción de metáforas sea una
estrategia útil para pensarlas como procesos ‘situados’, tanto material como cultural y antropológicamente.
Asimismo, la noción de referenciación alude al poder de la semiosis humana para crear – o ‘exteriorizar’ – en
objetos externos procesos psíquicos internos.
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Tanto las nociones de lenguaje como la de sentido presentan una centralidad absolutamente
fundamental para la problemática de la comunicación. Nos remiten directamente a las
preguntas sobre las interrelaciones tanto ontológicas como epistemológicas entre la
infinidad de prácticas, tecnologías y soportes de la información y la comunicación social en
un sentido ‘horizontal’, así como verticalmente a las cuestiones de la especificidad de cada
construcción teórica sobre las prácticas de comunicación. Como contracara de cada
especificidad de los lenguajes y las prácticas y en directa relación epistemológica, se
encuentran las preguntas sobre los rasgos y procesos compartidos entre estas
especificidades. Este es el proceso a través del cual las diferentes ciencias construyen un
campo disciplinario común: una especie de zigzag entre las especificidades que guardan
relación lógica y ontológica entre sí, y la horizontalidad de diferentes campos, prácticas y
tecnologías. La construcción y el desarrollo de un campo de conocimiento, una disciplina o
una ciencia, no pueden proseguir y crecer sino mediante el entrecruzamiento de su
verticalidad con su horizontalidad.
En síntesis, podemos decir que la ‘verticalidad’ del campo queda subsumida en la velocidad
y la multiplicación de sus procesos de horizontalidad. Y en relación a esta metáfora
agreguemos que la construcción teórica de un campo de la comunicación en tanto
construcción epistemológica, se ve obligada a redefinirse ontológicamente de manera
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“Las TIC realmente están en todos lados, no solo nos rodean, sino que además penetran nuestra intimidad:
pueden ver, oír y registrar casi todo, sino todo, y parecen querer reemplazar la omnipresencia divina por la
magia negra de la tecnología”. (Vizer & Carvalho, 2014, p. 285).
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estrictamente semiótico, derivando sus inquietudes hacia preguntas sobre los orígenes y
condicionantes de las transformaciones sociales, culturales, semióticas y antropológicas.
Luego, (2011, p.66) afirma que “el objeto de la comunicación no puede ser aprehendido en
tanto ‘cosas’, ni ‘temas’ sino como un cierto tipo de procesos epistémicamente
caracterizados por una perspectiva comunicacional - nuestro esfuerzo es el de percibir
procesos sociales en general bajo la óptica que busca en ellos la distinción del fenómeno
(comunicacional)-”. Lo relevante para este autor sería que nuestras conjeturas sean testadas
por su capacidad para “explicitar procesos que se pretenden caracterizar como un
‘fenómeno comunicacional”. E.Yamamoto (2013) propone un cuadro esquemático de la
comunicación de acuerdo a Braga.
y a todo actor en espectador, ‘the show never stops, it always goes on, the show is yourself’
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Este autor, al referirse a los procesos de mediatización social creciente, sostiene que existen
dos tradiciones de investigación, la institucionalista y la socioconstructivista, la primera
orientada hacia los medios masivos con una influencia signada por la ‘lógica de los
medios’, y la segunda enfocada hacia las prácticas de comunicación cotidianas
“especialmente aquellas relacionadas a los medios digitales y a la comunicación
personal” (p.47). Los medios masivos en el siglo XX se desarrollaron según el modelo de
la empresa (privada o estatal), se instituyeron como organizaciones productivas centradas
en lógicas de producción y en el desarrollo de estrategias de difusión de sus productos para
mercados de consumo de cine, radio y televisión. Sus lógicas de producción, difusión y
consumo implicaban el desarrollo de capacidad para crear un producto espectáculo, un
producto mediático a ser consumido en locales físicos debidamente acondicionados para el
acto de consumo masivo. El producto mediático debía ser producido por especialistas que
respondían a una división física del trabajo con modalidades organizativas especializadas
(camarógrafos, escritores, directores, etc.). El acto de consumo requirió también de una
ambientación física: lugares, salas de proyección, horarios, espacios organizados, etc. La
era de los medios masivos requería productos, ambientes físicos de distribución y consumo,
agentes capacitados para cumplir funciones y labores específicas, la creación de
ambientaciones para consumo social masivo en la modalidad de espectáculos, horarios,
costos de producción, distribución y consumo, etc. Todo este complejo proceso de
organización constituyó una topología físico material diferenciada durante el siglo XX. Este
proceso social y económico de producción y consumo de espectáculos masivos surge
porque la modernidad ha ido generando paralelamente a la técnica del mundo social
material, nuevas formas de subjetividad, o lo que llamaremos nuevas topologías de la
subjetividad. Una nueva ontología de los mundos de la vida en la (pos)modernidad donde
las TIC instalan nuevas prácticas que reconfiguran el rol (antes pasivo) de los individuos y
las comunidades, contribuyendo al mismo tiempo a generar la emergencia de una
individualidad y una subjetividad activa, expresiva, conectada, a la vez material y virtual,
individualista y comunitaria.
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El show nunca se detiene, siempre prosigue, el show es usted mismo.
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objetos del mundo virtual. Luego en un nivel de secundidad observamos que se conforma
una acción por contigüidad entre signos y señales y con otros objetos relacionados entre sí
por indicialidad (forzando un poco las comparaciones podemos relacionar este nivel con
los procesos denominados de metonimia, de percepción de una secuencia y una dinámica,
tomando como ej. los movimientos del gatito). Y terceridad sería el mundo simbólico que
emerge del proceso de interpretación, donde ésta se hace posible merced a relaciones
simbólicas y cognitivas de un nivel de abstracción que sobrepasa a la percepción
propiamente dicha, ya que emerge de las interrelaciones con el mundo de la experiencia (la
que se ha construido a lo largo de la vida en el contacto con otros gatitos, o en el caso de la
Gioconda con el mundo de la pintura, los museos, la historia de la pintura, la sutileza de los
gestos humanos en la sonrisa apenas insinuada de la Gioconda, y aún la propia amplitud de
conocimientos de un espectador intérprete).
Puede parecer bastante obvio este análisis, sin embargo sirve para mostrar algunas
complejidades de las mudanzas objetivas (y subjetivas) que las tecnologías digitales de la
virtualidad están operando no solamente sobre los seres humanos y sus relaciones con el
mundo real sino para la cultura, las instituciones y la propia transformación de nuestras
sociedades. Tiempo y espacio mediatizados han replanteado la propia naturaleza de
nuestros entornos físicos y culturales, divorciándolos de las percepciones intuitivas,
tradicionales e históricas sobre el espacio y el tiempo, siempre considerados unívocos para
la realidad del mundo cotidiano. Los ejemplos del gatito y de la Gioconda son exponentes
ejemplares de nuestras nuevas ontologías digitales, de los diferentes niveles de
interpretación y complejidad que nos presenta la cultura digital (ahora ya pós) posmoderna
que ha mediatizado las relaciones con lo real hasta el punto de traducirlo y reconstruirlo en
lenguajes artificiales más allá del lenguaje humano natural. Los nuevos espacios
ontológicos y sus dimensiones temporales y espaciales clásicas han sido recreados o
‘traducidos’ en soportes y dispositivos técnicos que a su vez replantean la construcción, la
representación y la interpretación de nuevos lenguajes. Desde un nivel de análisis
semiótico, son éstos los grandes cambios que la mediatización ha impuesto no solo sobre
los medios y sus lenguajes, y sobre la comunicación de la gente en la vida cotidiana, sino
sobre las instituciones sociales, las acciones de los hombres y las manifestaciones
culturales.
Posiblemente uno de los cambios revolucionarios en las relaciones entre la realidad y sus
representaciones históricas y prehistóricas en la pintura, la escultura, y desde el siglo XIX
en la fotografía y luego el cine y la televisión, consiste en que las tecnologías virtuales y la
digitalización se fundan en procesos de indicialidad y contigüidad, de copresencia
ontológica e interdependiente entre lo representado y el observador, redefiniendo no solo
sus relaciones mutuas sino la propia naturaleza del observador. Éste ya no puede ser ni
pasivo ni neutro y ni aún menos lo representado (el objeto), porque ontológicamente las
nuevas tecnologías han hecho emerger un nuevo tipo de relación y de copresencia espacial
y temporal entre ambos. Se ha hecho totalmente tenue la separación entre realidad y
ficción, así como las definiciones claras que las separaban en la modernidad. Podemos
decir que la posmodernidad revela como una de sus características precisamente una
ineludible necesidad de redefinición entre ambas y las implicancias que esto conlleva, a
nivel macro para múltiples dinámicas institucionales (de la noción de representación a la
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Para los teóricos e investigadores de la comunicación las implicancias para las teorías de la
comunicación han sido hasta la actualidad más bien preocupaciones de un orden
epistemológico, ya que la pretensión de construir una ciencia en el sentido más estricto del
término precisaba de conceptos y términos objetivamente establecidos y reconocidos,
precisaba de ‘metáforas fuertes’ (emisor-mensaje-receptor; fuente y destino; públicos;
medios; lenguaje y cultura de masas, etc.). La política, la sociología y la semiótica
sausurreana proveían muchas de estas metáforas teóricas que brindaban una aparente
solidez teórica a las construcciones conceptuales sobre los procesos de comunicación. Pero
las TIC, la digitalización y la virtualización requieren dar mayor preeminencia a los
soportes físicos y tecnológicos de la comunicación. A los procesos de la metonimia sobre la
metáfora, a la dinámica, las transformaciones y a una auténtica redefinición ecológica del
universo de los signos. Ha cambiado la ontología de la comunicación, y con ella una
creciente obsolescencia de los conceptos teóricos que pretendieron dar cuenta de su
dinámica y sus procesos de construcción de sentido. Podríamos sintetizar la actualidad del
desafío teórico en una fórmula algo simple como la siguiente ecuación: como iremos de las
metáforas de la representación teórica, a la metonimia de la indicialidad y la contigüidad?
Y finalmente: como transformaremos el conocimiento adquirido en un nuevo orden
conceptual, y en un discurso ‘científicamente fructífero’ y con pretensiones de validez
reconocible que supere las limitaciones de la inferencia teórica?
7. Líneas teóricas para el abordaje de la mediatización. Cómo y porqué han logrado los
medios ejercer tanto poder de transformación social y cultural en el espacio de pocas
décadas?
Antes de ocuparnos de las líneas teóricas, prefiero adelantar brevemente una hipótesis
respecto a la segunda pregunta. Si las primeras preocupaciones teóricas con la aparición del
cine, la radio y la televisión se centraban sobre todo en el poder de la emisión y sus efectos
sobre la recepción en los públicos, con el surgimiento avasallador de las TIC y el
crecimiento de la circulación de mensajes en las redes y a través de múltiples plataformas,
la circulación se transforma en un factor predominante para entender las transformaciones
actuales que la mediatización universal produce en todas las escalas: en los órdenes social,
cultural, el político y el económico. El crecimiento exponencial del poder técnico para
producir y hacer circular y replicar mensajes a través de las clases, las comunidades y los
países, corroe y transforma todas las prácticas existentes sentando las bases para
transformaciones de orden civilizatorio. Parafraseando y traduciendo a Jenkins (2014,
p.366) “La propagación de textos de los medios nos ayuda a expresar quien somos, a
reforzar nuestros relacionamientos personales y profesionales, a fortalecer nuestras
relaciones unos con otros, a construir una comunidad y a concientizar más personas sobre
los asuntos con los cuales nos preocupamos”. Los procesos de circulación de mensajes,
sentidos y valores, bastante relegados en los análisis clásicos, cobran así una importancia
estratégica para abordar cuestiones de teoría de la comunicación, incluyendo las
implicancias físicas y ecológicas en las que se materializan los procesos de comunicación.
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Vamos a comentar ahora sobre tres líneas teóricas que presentan en la actualidad las teorías
más reconocidas sobre la mediatización. Por un lado tenemos una línea de investigación
que pone el foco de análisis sobre los procesos de institucionalización (desde la perspectiva
de la interacción social) y desarrollando las líneas de análisis que los estudios de los medios
siguieron durante el siglo XX para abordar el desarrollo de la radio, el cine y la televisión.
Tenemos como exponente de esta línea al dinamarqués Stig Hjarvard (2014), asumiendo la
influencia de la teoría de la estructuración de Giddens y entendiendo la “mediatización
como un proceso recíproco entre los medios y otros dominios o campos sociales”, y su
objetivo central es desarrollar un “cuadro teórico emergente de lógicas institucionales”
(2014, 25). Por el otro está Andreas Hepp que contrapone la tradición institucionalista a la
socioconstructivista (2014) Sostiene que “ambas concuerdan que la mediatización es el
concepto que capta la interrelación entre las mudanzas de los medios y de la
comunicación, y de la cultura y la sociedad” (2014, p. 45). Finalmente tenemos la postura
de Verón, que propone una perspectiva semioantropológica de larga duración sobre la
mediatización, y sostiene que “los procesos mediáticos son una característica universal de
todas las sociedades humanas” (2014, 13). Analiza las consecuencias del fenómeno
mediático de exteriorización de los procesos mentales y sus relaciones con los procesos de
aceleración del tiempo histórico así como las rupturas entre el espacio y el tiempo
producidos por los dispositivos técnicos. Verón centra en estas rupturas (antropológicas e
históricas) los problemas fundamentales de las modificaciones introducidas por los
procesos de mediatización para abordar las cuestiones sociales y culturales que se presentan
en la actualidad, condicionada como nunca antes por una cultura tecnológica omnipresente.
Los medios, al ‘mediar’ entre actores sociales, por un lado quiebran la naturalidad de
tiempo y espacio, y por el otro abren la posibilidad de investigaciones tanto de carácter
institucional como socioconstructivo en el sentido mencionado por Hepp. Hay que señalar
además la necesidad de tomar en cuenta la existencia e incidencia de las diferentes
dimensiones y topologías que operan no solamente a nivel físico de los sentidos humanos,
sino también sobre las configuraciones cognoscitivas (lenguajes, lógicas y procesos de
interpretación), así como a nivel de los imaginarios colectivos. Debemos subrayar
especialmente la importancia de estos tres ‘niveles’ (el sensible, el cognitivo y el simbólico
imaginario) operando dentro de la mediación entre actores sociales y entre procesos
institucionales y culturales, en tanto topologías que deben tenerse en cuenta al estudiar los
procesos de construcción de sentido, tanto desde una perspectiva epistemológica como
ontológica. La construcción de sentido es comúnmente vista como un proceso de naturaleza
abstracta y subjetiva, en que tiende a disminuir relativamente la incidencia fundamental de
los sustratos físicos y biológicos en que se realiza el proceso de construcción de sentido (a
nivel fisiológico, corporal y nervioso), sustratos que forman parte fundamental e ineludible
del proceso. A nivel de los sentidos y la percepción, tenemos por un lado la ‘(a)percepción’
de los estímulos externos y por el otro los que tienen origen en el propio cuerpo. A nivel
cognitivo se considera el proceso de formación de sentido como puramente abstracto y
racional, siendo abordado sobre todo bajo la perspectiva semiótica lingüística o bien a la
luz de metáforas informacionales como la teoría del procesamiento de información o las
perspectivas cognitivas.
como personales. Para una gran mayoría de los estudiosos de la comunicación, las ciencias
cognitivas aún representan un campo extraño y misterioso. Quiero volver a remarcar la
necesidad de tomar en cuenta la multiplicidad de instancias que juegan en el proceso de
formación del sentido. Y creo de interés recordar la proposición que desde su interpretación
del Psicoanálisis realiza Jacques Lacan sobre tres ‘registros de lo real’: simbólico,
imaginario y real. Efectivamente, hoy sabemos que nunca percibimos objetivamente lo
‘real’ sin que se realice un procesamiento y una interpretación a partir de múltiples registros
y estímulos, a la vez externos e internos. Lo que estamos discutiendo aquí es la vieja
cuestión del lenguaje, de la construcción de sentido y de la ‘construcción de la propia
realidad’. En relación a estos puntos más adelante me referiré a la relación de los lenguajes
con objetos reales o virtuales como procesos de referenciación (una objetivación del
sentido) y la tesis de la ‘construcción de la realidad’. Quiero mencionar a esta altura una
cita de Nick Couldry “Para algunos filósofos, pero no todos, esta relación está mediada
por una entidad psicológica, imagen mental de una persona, o un concepto sobre el objeto
que es referido” (83). La importancia de los niveles simbólico, psicológico e imaginario en
los procesos de construcción de sentido es reforzada, recalcando la complejidad y la
interdisciplinariedad requerida para el desarrollo de un conocimiento no reduccionista sobre
éstos procesos.
Si los estudios sobre los primeros medios en el siglo XX requerían ésta multiplicidad de
abordajes se hace obvia la dificultad señalada anteriormente respecto a la transversalidad:
decíamos que “Si la perspectiva transversal puede llevar a la ‘visión horizontal’ hacia una
amplitud temática de múltiples cuestiones, problemas y objetos de estudio, la
‘verticalidad’ deberá aportar a una perspectiva de profundización ... Paulatinamente,
podría ir configurándose una convergencia de temas, de objetos y de abordajes
compartidos hacia un núcleo de cuestiones interrelacionadas definitorias de una
problemática común”. Y la noción de configuración cognoscitiva no solo es útil para
trabajar sobre una epistemología de los estudios de comunicación, sino sobre la influencia
de los medios operando sobre la configuración cognoscitiva de las mentes de los individuos
en el campo real de tramas, actores, instituciones y lógicas compartidas de los hechos
mediáticos. Un conjunto de procesos sistémicos que operan en tanto topologías (o una
incipiente ontología) de la esfera de la comunicación entre los medios, las instituciones,
las mentes de los individuos y la cultura. Fuentes Navarro menciona que “la formulación
de Vizer puede servir como descripción inicial del carácter cognoscitivo del estudio de la
comunicación:
23
Por último podemos decir que este escenario nos requiere teórica, crítica y
epistemológicamente discutir y argumentar con las teorías de la complejidad (Morin y
14
En Investigar la comunicación, propuestas iberoamericanas, México 1994.
24
otros), con Von Foerster y la Teoría de Sistemas y otras. También nos acerca al McLuhan
de la visión ecológica de las tecnologías de los medios y demanda a Bruno Latour y la
teoría del Actor-red. La Hipermediatización universal nos sumerge en semióticas y
entornos icónico-indiciales (icónicos como el cine, indiciales como la televisión). Y aquí es
donde nos reencontramos curiosamente con Jacques Lacan y su propuesta de los 3 registros
de realidad: imaginario, simbólico y ‘real’. Estos 3 registros pueden ser planteados también
como registros de la comunicación y de los procesos de construcción de sentido. El sentido
no puede operar o al menos hacerse inteligible sin la articulación entre los 3 registros y las
‘interfases’ que se establecen entre ellos haciendo posible la interpretación. Esta es a la vez
real (la materialidad de un discurso), simbólica (los códigos del lenguaje), e imaginaria (la
memoria, las metáforas, las imágenes que despierta un mensaje). Si entendemos la realidad
cotidiana en el sentido de estos tres registros, la comunicación se presenta prácticamente
como un proceso fundamental del que formamos parte activamente desde el propio
nacimiento. Un proceso complejo y multidimensional en el que participamos desde antes de
comenzar a hablar en la infancia, y dentro y a través del cual se forma y desarrolla la
personalidad humana. Una verdadera ecología de la vida humana en comunidad. Una
teoría de la comunicación no reduccionista se presenta como una perspectiva teórica
comunicacional sobre estas ecologías humanas.15
Como toda producción humana, los medios de comunicación existen y se mantienen porque
su propia lógica de funcionamiento busca y desarrolla todas las posibilidades y soportes,
todos los canales y registros que les permita captar la atención de usuarios presentes o
futuros, reales o imaginarios. En los cursos de comunicación acostumbro recalcar la
importancia de la noción de ‘referencia’ 16, como una relación entre el lenguaje y un objeto
externo al mismo. En segundo lugar creo válido sostener que los mayores avances en
comunicación se consiguen al establecer hipótesis de trabajo bi-disciplinarias, reforzando el
argumento del refuerzo entre disciplinas que ayuden a relacionar procesos de comunicación
con actividades y proposiciones de otras disciplinas, ya que los procesos semióticos de
referenciación tienden a ser precisamente efectos o emergentes de actividades, contextos,
situaciones o procesos muchas veces ajenos al ámbito semiótico, ámbitos que precisan del
proceso semiótico para realimentarse de información imprescindible para realizar su propia
dinámica, desde organismos simples hasta los seres humanos.
15
Tenemos un ejemplo de aplicación en la metodología de análisis de comunidades y organizaciones que
hemos denominado Socioanálisis Comunicacional.
16
Nick Couldry: “Reference' for a philosopher, or for a linguist, is a relation between an element in a
language, like the word John and something in the world (its ‘referent'), such as the flesh-and-blood person
John. One half of the relation is a bit of language; the other half of the relation is not. (For some
philosophers, but not all, this relation is mediated by a psychological entity, a person's mental image, or
concept, of the thing referred to.)” (2003-2004, p.83)
Trad. Referencia para un filósofo, o para un lingüista, es una relación entre un elemento en un lenguaje, como
la palabra ‘John’ y algo en el mundo (su ‘referente’) como la persona John de carne y sangre. La mitad de la
relación es un poco de la lengua; la otra mitad de la relación no. (Para algunos filósofos, pero no todos, esta
relación está mediada por una entidad psicológica, imagen mental de una persona, o un concepto sobre el
objeto que es referido).
25
There is little doubt that, as a sphere of cultural production, the media can
prima facie be analysed as a single field, or a collection of fields, (each)
with a distinctive pattern of prestige and status, its own values. Indeed,
according to Bourdieu, the media’s intermediate position between the
cultural and economic poles of the wider cultural field gives it a
particular interest as a field. This section notes the positive contribution
of field theory to media analysis. (2003/2004p.677) 17
17
“Hay pocas dudas de que como una esfera de producción cultural, los medios pueden prima facie ser
analizados como un único campo, o una colección de campos, cada uno con un patrón distintivo de prestigio,
status y valores propios. Más aún, de acuerdo a Bourdieu, la posición intermedia de los medios entre los
polos cultural y el económico en un campo cultural mayor, le otorga un interés particular como campo. Se
observa la contribución positiva de la teoría del campo al análisis de los media”. N. Couldry, Metacapital:
The Incompleteness of the Media Field. En Media meta-capital: extending the range of Bourdieu’s field
theory 2003/2004
26
Estas tres dimensiones requieren concentrar nuestra atención: a) en una práctica topológica
de referenciación, una exteriorización o la producción objetiva de objetos de sentido o
contextos (a través de un texto, una conducta, una charla, una imagen, un evento
organizado o un acontecimiento, hasta llegar finalmente a una construcción cultural
organizada en la forma de institución, etc). En otras palabras, una especie de topología o
bien una economía semiótica de producción de signos y significados (una expresión de la
“construcción social de la realidad”).
b) Una práctica de construcción de una topología de redes y relaciones entre seres humanos
a fin de conseguir y mantener el establecimiento de lazos sociales. Las redes sociales (como
interreferenciación social) representan un ejemplo relevante, por un lado como modalidad
de prácticas concretas (o bien virtuales) de creación de vínculos, y por el otro como un
ejemplo concreto de topología emergente, - como en el caso generalmente conflictivo de la
política, ya sea instituida y organizada formalmente (como organismos de Estado) o bien
‘instituyente’ como en los movimientos de protesta o de masas -. Estas relaciones
interreferenciales también se manifiestan empíricamente como un espacio de prácticas
sociotécnicas (como en la economía, los modos y prácticas de producción y las
tecnologías). Estos procesos sociales y técnicos en red son ampliamente investigados con
metodologías sumamente precisas elaboradas originalmente en la Segunda Guerra Mundial
por los matemáticos húngaros Erdos y Rényi y que han dado origen a nuevas técnicas de
estudio de redes sociales.
c) Por último, la actividad comunicativa que todo sujeto o actor social realiza de manera
implícita o explícita, en principio para afirmar la propia identidad o bien ‘llamar la
atención sobre la persona’, desde individuos a empresas, clubes de fútbol o agencias de
gobierno hasta entidades internacionales. Las prácticas autoreferenciales contribuyen al
reconocimiento social, a la afirmación de la identidad y al ejercicio de la expresión
personal. Todos necesarios para conseguir la atención del ‘Otro’ sobre uno mismo, sobre la
propia ‘identidad’ (ya sea que se trate de un individuo, de una institución, una etnia, una
comunidad o un país, a través del ‘trabajo’ que realiza el actor social a fin de generar un
‘capital propio’ por medio del aumento de la atención de los otros sobre sí, planteado así
en términos de Bourdieu-Couldry). Creo que las tres funciones o dimensiones de la
comunicación permiten hallar un nexo fuerte por un lado entre los procesos semióticos
como procesos ‘mentales’ y por el otro con la acción corporal y social, con las prácticas de
la vida cotidiana. Y así también se establecen relaciones con los ambientes topológicos en
27
que se desarrolla la vida que llamamos ‘social’: el ambiente físico, el social y el simbólico
cultural. Esta perspectiva permite quebrar la separación entre lo ‘mental’ y lo físico como
entidades totalmente dicotómicas e irreductibles entre sí, permitiendo abordar los procesos
de comunicación como conjuntos de una ontología a un mismo tiempo semiótica y físico
material (en buena medida, creo que la teoría del Actor - Red persigue un objetivo similar).
Así, no creo que se exagere cuando se habla de que nos hallamos ante la emergencia de
nuevas modalidades civilizatorias. Una emergencia que no permite hablar - al menos en el
presente - de ‘evolución’. En primer lugar porque la noción de evolución se refiere a largos
períodos de tiempo, y luego porque habría que definir qué se entiende por el término. Creo
más adecuado pensar en términos de emergencia: de nuevas y más complejas formas de
organización social, nuevas modalidades de establecimiento de lazos institucionales y
sociales a través de la tecnificación tanto de la economía productiva como de la política, la
gobernabilidad y el control social. También podemos referirnos a la emergencia y el
crecimiento del acervo de conocimientos y experiencias registradas por las comunidades
humanas, o sea el aumento del ‘stock’ de reservas de información y conocimiento,
paralelamente al crecimiento de la capacidad para procesar enormes masas de información
gracias a los propios medios infocomunicacionales (un crecimiento de la capacidad de
referenciación). Con respecto a nuestra tercera dimensión, o sea la autoreferenciación, se
han venido planteando argumentos tanto optimistas (crecimiento de la autonomía y la
autorealización del individuo y de comunidades enteras a través de la ampliación de las
posibilidades de desarrollo personal), así como también argumentos más pesimistas sobre la
dependencia creciente de las máquinas para realizar tareas tanto físicas como mentales.
Cuando se lee o se escribe sobre los procesos de mediatización social, se hace referencia
implícita - a veces explícita - al cambio tecnológico. Cuando éste es asimilado por la
sociedad y es ‘institucionalizado’ estableciendo nuevos patrones de producción, podemos
comenzar a considerar que nos hallamos frente a una ‘emergencia’, o hasta una ‘evolución’
respecto de formas anteriores. En este sentido la sociedad industrial ha dado origen a los
modos de producción actuales en la forma de una emergencia social de nuevas formas de
producción sociotécnica, en las cuales la producción inmaterial se alimenta sobre todo a
través de operaciones semióticas que realimentan los procesos de producción y circulación
de valores y objetos información. Por último, debemos mencionar que el capital cultural de
información y conocimiento (podemos llamarlo Metacapital en términos de Couldry) tiende
a crecer y circular indefinidamente, y es cada vez mas incorporado a las prácticas
económicas, sociales y culturales, dando origen a lo que hace unos años atrás
denominábamos en las publicaciones especializadas como ‘Sociedad Mediatizada’,
diferenciándola así del rótulo ya clásico de Sociedad de la Información, o de la
29
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