La Inevitable Estigmatización de Las Personas Con Discapacidad
La Inevitable Estigmatización de Las Personas Con Discapacidad
La Inevitable Estigmatización de Las Personas Con Discapacidad
CON DISCAPACIDAD
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En la actualidad destinado en el Consejo General del Poder Judicial: jjgarcia@cgpj.es
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que esta perspectiva, junto a todas las demás, conforma una parte de la re-
alidad en la que viven las personas con discapacidad y sus familiares en
España. También confió en que cualquier potencial lector que considere exa-
gerado o totalmente falso este argumento dejará de leer esta pequeña re-
flexión y pasará a otros capítulos más saludables y, espero que más certe-
ros en su descripción de la realidad alcanzada en España por esa entidad
que podríamos denominar como imagen social de la discapacidad.
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secuencias que tuvo en Alemania la categoría judío, apunta dos tipos de re-
acciones posibles: “Movilidad social es la salida de un individuo de su gru-
po. Cambio social es la situación en la cual la extrema dificultad o imposi-
bilidad de la salida individual lleva, al menos algunas personas implicadas,
a desarrollar o tratar de desarrollar una voz común eficaz para su grupo”2.
EXTRAÑOS
Las personas con alguna discapacidad visible son arrancadas del mundo
social de la normalidad por el mismo hecho de tener una discapacidad es-
tigmatizante. Por supuesto, la mayoría de las discapacidades permiten par-
2
Tajfel, 1984. Grupos humanos..., pág. 340.
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ticipar con normalidad en los más importantes escenarios sociales como son
el laboral, el familiar, el vecinal, el ocio, la cultura, los estudios, etc. Sin em-
bargo, la discapacidad estigmatiza a priori a cualquier portador. La discapa-
cidad transforma a la persona con discapacidad en un extraño donde de fac-
to es uno más. Esa mutación no se produce en la persona por su
discapacidad, no. Se produce en el entorno social, en la forma en que su
entorno social la trata y la deja actuar. Un entorno social que trasciende a
los otros. No estamos ante un enfrentamiento entre un yo —y si se quiere
los míos— contra los otros, los enemigos, los que no comprenden. Ese en-
torno social no es aprehensible, es una estructura cognitiva que aúna un
sesgo perceptivo y una reacción, actitud, sobre las personas estigmatizadas
que abarca con enorme fuerza no solo a los otros, también a la persona
afectada por la discapacidad y los suyos3.
3
En este sentido Goffman afirma: “...se puede dar por sentado que el normal y el estigma-
tizado tienen las mismas características mentales y que esto es lo corriente en nuestra socie-
dad; el que puede desempeñar uno de estos roles tiene entonces lo que se requiere para des-
empeñar el otro...”, Goffman, 1970. Estigma... Op. Cit., pág. 153.
4
“Las instituciones [nuestros estereotipos entre ellas], por el hecho mismo de existir, también
controlan el comportamiento humano estableciendo pautas definidas de antemano que lo cana-
lizan en una dirección determinada, en oposición a las muchas otras que podrían darse teórica-
mente. Importa destacar que este carácter controlador es inherente a la institucionalización en
cuanto tal, previo o aislado de cualquier cualquier mecanismo de sanción establecido para el sos-
tén de una institución”, Berger y Luckman, 1986. La construcción..., Op. Cit., pág. 76.
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que conocemos, como la reacción que tendremos ante ello. De tal manera
que si tenemos el prejuicio de que las personas que provienen de Marrue-
cos son pendencieros tenderemos a huir de nuestro nuevo vecino y a inter-
pretar sus gestos como rasgos de una agresividad no probada. Y, ahora, es-
tamos ante lo que se ha denominado como sesgo de confirmación, esto es,
una vez que nos hemos decidido por una interpretación, por ejemplo, una
persona discapacitada tiene mal carácter, está limitada intelectualmente o
puede contagiarnos su discapacidad, tendemos a buscar información que
confirme esa primera suposición.
No hay que olvidar que los seres humanos tenemos la tendencia, proba-
da científicamente de ir más allá de la información que recibimos5, confor-
mando una imagen que mezcla la realidad percibida y nuestros instrumen-
tos de catalogación e interpretación de la realidad, estos son, los estereotipos
y prejuicios. Estamos ante lo que se ha catalogado como psicología inge-
nua: la estructura que genera el sistema de conocimiento que nos orienta
en la vida cotidiana, algo cercano, a lo que vulgarmente se entiende como
sentido común.
5
En medio del período de oro de la psicología social, años sesenta, dentro de lo que se ha
etiquetado como “New look in perception” se demostraron este tipo de hipótesis, puede verse
por ejemplo el trabajo de: Bruner, J.S. 1957. “Going beyond information given”, en Golberg, H.
et. Al (Eds.). Contemporary approaches to cognition. Cambridge. Mass. Harvard University Press.
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Heider, F. 1958. The psycology of interpersonal relations, Nueva York, Willey.
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Esta minoración de su entidad como ser humano, alguien que le falta algo
para ser una persona corriente tiene dos escenarios de consecuencias. En
primer lugar, la coerción desde afuera hacia las personas con discapacidad
a través del control social disciplinario. Y, una segunda, que impacta a los
mismos discapacitados moldeando su propia identidad personal a través del
imprescindible juego de interacciones sociales en el que se configura la pro-
pia identidad social.
Erving Goffman explica muy bien como vive un estigmatizado sus relacio-
nes sociales: “La incertidumbre del estigmatizado surge no sólo porque ig-
nora en qué categoría será ubicado, sino también, si la ubicación lo favore-
ce, porque sabe que en su fuero interno los demás pueden definirlo en
función de su estigma” 8. Continúa su exposición Goffman transcribiendo el
relato en primera persona de un exconvicto, un discurso que salvando to-
das las distancias y son muchas y fundamentales, nos sirve, perfectamen-
te, para alumbrar en encarcelamiento social que vive cualquier persona es-
7
Se trata de la potencia que tienen los prejuicios para provocar lo que Thomas Pettigrew,
denominó como “error de la atribución definitiva”, las atribuciones coherentes con nuestros es-
tereotipos o prejuicios: Pettigrew, T. F. 1979. “The ultimate attribution error: Extending Allport´s
cognitive analysis of prejuice”, Personality and Social Psychology Bulletin, 5, 461-476.
8
Goffman, 1970. Internados, Op. Cit., pág. 25.
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Idem, pág. 25.
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Goffman, 1970. Estigma, op. cit., pág. 13.
11
Ídem, pág. 15.
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ticamente universal12. Así, todo recién nacido tiene reconocido unos de-
rechos que alcanza en su totalidad a la mayoría de edad, al menos for-
malmente. Como es obvio, este es un diseño de Derecho y no de hecho.
La práctica política, jurídica, económica y social genera diferentes zonas
de exclusión de esa Primera División de los Derechos, incluso en los paí-
ses más desarrollados en ese ámbito. Así, en algunos aspectos son ex-
cluidos: menores, jóvenes, ancianos, enfermos, mujeres, extranjeros “ile-
gales”, todos ellos afectados por la rebaja o supresión de derechos
políticos, económicos, laborales o sociales.
12
“Las teorías políticas del liberalismo, LOCKE y MONTESQUIEU, se esmeran en configu-
rar un Estado constitucional que conjure la arbitrariedad mediante la separación de poderes y
la garantía de la vida, de la libertad y de la propiedad. El constitucionalismo liberal en Inglate-
rra, en Estados Unidos y en Francia, consolidará las instituciones representativas que sirven
de base al Estado liberal de Derecho”. Lucas Verdú, P. 1981. Curso de Derecho Político, Ma-
drid, Tecnos, pág. 238.
13
El análisis de la situación política y económica tiene a su servicio diversas perspectivas.
En el ámbito político recomendamos consultar el último Informe del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) de Naciones Unidas titulado: Pro-
gresos alcanzados en la aplicación de las recomendaciones contenidas en el Estudio sobre los
Derechos Humanos y la Discapacidad, de 14 de enero de 2003. En lo económico, en lo labo-
ral, remitimos de nuevo al Informe del IESA-CSIC, 2003. Situación social y laboral de las per-
sonas con discapacidad, Instituto Andaluz de Servicios Sociales.
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FÓRMULAS-RECETA
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“Un lisiado suministra una afirmación semejante: “Si yo tuviera que elegir el conjunto de
experiencias que me convencieran finalmente de la importancia de este problema (el de la ima-
gen de sí mismo) y de que debía librar mis propias batallas de identificación, haría referencia
a los acontecimientos que me llevaron a comprender profundamente que a los lisiados se los
puede identificar con otras características que no coinciden con su desventaja física. Me di
cuenta que los lisiados podían ser, al igual que el resto de la gente, bien parecidos, encanta-
dores, perversos, amorosos, estúpidos y brillantes, y descubrí que podía odiarlos o amarlos a
pesar de su deficiencia” (Carling, F. 1962. And Yet We Are Human, Londres, Chatto & Windus,
pág. 21), Goffman, 1970. Estigma..., Op. Cit., pág. 54.
15
“La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de accio-
nes habitualizadas por tipos de actores. Dicho de otra forma, toda tipificación de esa clase es
una institución.... Las tipificaciones de las acciones habitualizadas que constituyen las institu-
ciones, siempre se comparten, son accesibles a todos los integrantes de un determinado gru-
po social, y la institución misma tipifica tanto a los actores individuales como a las acciones in-
dividuales”, Berger y Luckman, 1986. La construcción..., Op. Cit., pág. 76.
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LOS PREJUICIOS
La actitud hostil o defensiva hacia un grupo puede ser útil para la super-
vivencia de los que la mantienen. Así, si cualquiera de nosotros adopta un
prejuicio sobre la ideología nazi como un proyecto agresivo, conflictivo, ra-
cista y antidemocrático. Estaríamos ante el típico estereotipo que puede lle-
varnos a la estigmatización social de cualquier sujeto que aparente serlo sin
pararnos a comprobar en qué medida es o no portador de esos atributos
16
Aronson, E. 2000. El animal social, Madrid, Alianza Editorial, 2000, pág. 283.
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que el estereotipo les atribuye. Por lo tanto, el prejuicio puede ser positivo
o negativo desde el punto de vista de los valores sociales compartidos y es-
tablecidos. En el tema de la discapacidad estaríamos ante el polo opuesto
al de los nazis, esto es, un perfil jurídicamente amparado y que cuando se
aplica perjudica al mismo tiempo al afectado y a los valores globalmente
consensuados en nuestras constituciones y tratados jurídicos internaciona-
les adoptados.
CÍRCULO VICIOSO
17
Puede verse una exposición detallada y clara en Berger y Luckman. 1986. La construc-
ción..., Op. Cit., págs. 216-223, epígrafe titulado “Teorías de la identidad”.
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mos tangibles en el contacto con otros, más concretamente en cómo los otros
nos tratan18. La persona se construye a través del reflejo de ella misma en
los otros. Así somos guapos, listos, mal humorados, ocurrentes, torpes, etc.,
en la medida que los otros nos otorgan esos atributos o defectos en su inter-
acción con nosotros19.
18
Ya hemos expuesto detalladamente en anteriores trabajos (García de la Cruz y Zarco,
2004, El espejo social..., Op. Cit. y 2007, La familia discapacitada, Op. Cit.) nuestro apoyo al
marco teórico interaccionista, interaccionismo simbólico, que enfatiza y subraya la importancia
de la intesubjetividad y la fuerza que tiene el entorno social, el otro generalizado, en la cons-
trucción de la persona, de la identidad social con la que funcionamos en nuestra vida cotidia-
na, véase, Mead, G. 1972. Espíritu, persona y sociedad, Buenos Aires, Paidós.
19
Para ver una explicación exhaustiva de este proceso véase Mead, 1972. Espíritu, per-
sona..., Op. Cit.
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Así, por ejemplo, al día de hoy, presentarse ante los españoles en silla
de ruedas conlleva muchos y variados prejuicios —falsos y sin soporte cien-
tífico alguno, pero universales— que minoran a la persona afectada en sus
interacciones sociales, que son percibidas y entendidas como una especie
de medio-persona que le falta algo para ser una persona.
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García de la Cruz y Zarco, 2007, La familia discapacitada, Op. Cit.
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La importancia de los secretos en la construcción de una entidad grupal diferenciada fue
subrayada magistralmente por Simmel, hace cien años, y es algo que todos hemos experimen-
tado desde los primeros grupos o parejas desde nuestra niñez, véase, Simmel, G. 1977 (1908):
Estudios sobre socialización, 1. Capítulo 5. El secreto y las sociedades secretas, págs. 357-
424, Madrid, Revista Occidente.
22
“En efecto, con base en esto que Schüzt llama “Erlebnisnähe” (la proximidad a partir de
la experiencia vivida), se constituye el grupo decisivo para nuestro análisis. Este grupo, según
su proximidad, será el “nosotros” fusional, la congregación a la cual uno se afilia por ideología
o por necesidad de protección...”, Maffesoli, 1993. Op. cit., pág. 174.
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El grupo familiar es una entidad social que se nos impone con mucha
fuerza. Es el primer e ineludible “nosotros” que todos nosotros asumimos23.
El resto de “nosotros” son más adquiridos que existenciales, incluso el gé-
nero, y por supuesto, los localismos, nacionalismos y demás, casi infinitos,
gozosos tribalismos que nos ofrece el mundo24.
23
Para argumentar estas afirmaciones véase Tönnies, 1979, Op. cit. Dice el autor, por ejem-
plo, hablando del germen de la comunidad: “Tan estrecha interrelación, en tanto que afirma-
ción directa y recíproca, está representada en su forma más intensa por tres tipos de relación:
a) relación entre la madre y el niño; b) relación entre el marido y mujer en el sentido biológico
natural o general; c) relación entre hermanos y hermanas, es decir, entre aquellos a menos
que se saben descendientes de la misma madre...”, Op. cit., pág. 33.
24
Nos referimos a la posibilidad de adscribirnos a los diferentes grupos ecologistas, aman-
tes de las cuatro ruedas, a los seguidores de un equipo de fútbol, etc. Pero, también, quere-
mos hacer alusión, a que esta oferta está restringuida a una parte de la humanidad, el resto,
apenas puede elegir, lucha por la supervivencia en su país o intentando entrar en cualquier
otro país que sea prospero. No parece este un escenario de libertad para elegir y disfrutar
nuestros grupos de pertenencia o referencia.
25
Nótese, que hemos dicho celebran “otros” nuestros triunfos. Nosotros, todos nosotros en ge-
neral, solemos celebrar los triunfos en sociedad, en foros abiertos como el trabajo, amigos, el ba-
rrio, los colegas y, algunos, en la radio, la televisión y la prensa escrita. ¿Pero quién celebra nues-
tros triunfos? Nos tememos que solamente algún miembro de nuestra familia y un par de amigos
¿no? Estamos ante la principal comunidad de satisfacción, donde lo bueno de uno (nosotros) es
reconfortante para los otros (la familia). Y, viceversa, lo malo, la enfermedad, el fracaso, el despi-
do de uno (nuestra hija, nuestra madre, nuestro padre o hermano), nos afecta a todos.
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Estamos ante un fenómeno social, eso que hemos denominado como fa-
milia discapacitada, en el que todos los miembros familiares tienen que re-
definir su actividad e incorporar mayor esfuerzo —material y afectivo— de
apoyo y ayuda al grupo familiar en la nueva situación.
De una u otra forma, el grupo familiar funciona como una pequeña or-
questa de cámara con una partitura —la institución social familiar tradicio-
nal— que reparte tareas (roles) entre los diversos miembros de la familia.
Pues bien, siguiendo con la metáfora musical, la presencia de una persona
dependiente en el ámbito familiar —un bebé, un anciano, un enfermo tem-
poral o crónico, un parado, un discapacitado— demanda una re-orquesta-
ción de toda la familia. Inicialmente una enfatización de el “nosotros” —fa-
miliar— de alto calado, y con unas exigencias de afinación muy exigentes
para todos los miembros de esa familia.
26
Sobre el concepto de comunidad y en concreto sobre la dicotomía entre lazos comunita-
rios y asociativos hemos seguido a Tönnies, F. 1979 [1887]. Comunidad y asociación. El co-
munismo y el socialismo como formas de vida social. Badalona, Ediciones Península.
27
El término brillo parece que denota algo bonito. El brillo de la grupalidad al que aludimos
se ha producido a través de comportamientos moralmente ejemplares pero también por medio
de conductas o actitudes moralmente inaceptables para los estándares generales de una so-
ciedad democrática como la española. Por lo tanto, es un brillo que alude en general a situa-
ciones paroxísticas (en su acepción como: “Exaltación extrema de los afectos y pasiones”
DRAE) que afectan a los familiares de estas mujeres.
28
Maffesolí, 1990, págs. 134 y ss.
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¿DÓNDE ESTAMOS?
Con esto, no estoy negando avances en el ámbito social, los hay y mu-
chos. Sin embargo, lo más desesperanzador es que la normalización de lo
no estandarizado o que los estigmas sigan siendo los mismo de hace cien
años, aunque, las personas que los usen sean menos, aunque, todavía de-
masiadas.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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La inevitable estigmatización de las personas con discapacidad
Schutz, A. 2003 (1951). La ejecución musical conjunta. Estudio sobre las re-
laciones sociales. En Estudios sobre teoría social, Escritos II, pp. 153-170,
Madrid, Amorrortu.
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