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La ciencia natural y la medicina del siglo XIX veían de otro modo la medicina
griega, la influencia de la filosofía había venido a empañar el pensamiento
médico. El médico es el llamado a restaurar la medida oculta, cuando viene a
alterar la enfermedad. En estado de salud es la propia naturaleza la que se
encarga de implantarla, o bien es ella misma la medida justa. El concepto de
"mezcla", representa en realidad una especie de equilibrio justo entre las
diversas fuerzas del organismo, se halla relacionado con el de la "medida" y el
de la "simetría". La naturaleza actúa a tono con esta norma plena de sentido y,
desde este punto de vista, se comprende que Platón hable de la fuerza, la
salud y la belleza, concretamente, como de las "virtudes" del cuerpo,
comparándolas con las virtudes éticas del alma. Para él la areté es
precisamente la simetría de las partes o de las fuerzas, que constituye en
términos médicos el estado normal.
La palabra areté en las obras que recogen el pensamiento médico antiguo,
refleja un punto de vista que responde precisamente a la concepción que tenía
de la naturaleza la medicina griega antigua. La adecuación a un fin en la
acción de la naturaleza se revela de un modo especial en las enfermedades.
La función del médico en el tratamiento de los enfermos no consiste en
intervenir en contra de la naturaleza. Los síntomas de la enfermedad y, sobre
todo, la fiebre representan ya de por sí el comienzo del proceso de
restauración del estado normal. Éste se encarga de encauzarlo el propio
organismo: el médico se limita a averiguar dónde puede intervenir para ayudar
al proceso natural encaminado a la curación. Tal es el axioma supremo de la
teoría médica hipocrática y al mismo tiempo la expresión de la fundamental
concepción teleológica de Hipócrates.
Dos generaciones más tarde, Aristóteles presupone que la naturaleza tiene una
estructura adecuada enteramente a un fin y ve en ella el prototipo del arte. En
la obra Sobre la dieta tropezamos con otra forma más mística de la concepción
teleológica: todas las artes son imitaciones de la naturaleza del hombre y
deben interpretarse partiendo de las analogías ocultas con ella. Esto no tiene
nada que ver con Aristóteles ni con Diógenes, pero demuestra cuan multiforme
era y cuan extendida se hallaba esta idea en la medicina de aquella época. "El
arte del médico consiste en eliminar lo que causa dolor y en sanar al hombre
alejando lo que le hace sufrir. La escuela hipocrática aconseja al médico que
sólo asuma un papel de auxiliar y complemento de la naturaleza. Así, leemos
en la obra Sobre las epidemias: "La naturaleza del paciente es el médico que
cura su enfermedad".
Platón combina las tres virtudes físicas de la salud, la fuerza y la belleza con
las virtudes del alma, la piedad, la valentía, la moderación y la justicia, en una
unidad armónica. Y como la igualdad y la armonía forman la esencia de la
salud y de toda perfección física en general, el concepto de lo "sano" se
extiende hasta formar un concepto normativo universal aplicable al mundo y a
cuanto vive en él. Si la medicina pudo conquistar una posición tan
representativa dentro del conjunto de la cultura griega, fue porque supo
proclamar en el campo más próximo a la experiencia inmediata del hombre la
vigencia inviolable de esta idea fundamental del alma griega. En este sentido
elevado, podemos decir que el ideal helénico de la cultura humana era el ideal
del hombre sano.