Untitled

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

LA MEDICINA GRIEGA, CONSIDERADA COMO PAIDEIA

La medicina griega del siglo V y IV a. c, no merece ser tenida en cuenta


solamente como antecedente de la filosofía socrática, Platónica y aristotélica
en la historia del espíritu, sino además porque por vez primera la ciencia
médica de entonces, traspasa los linderos de una simple profesión para
convertirse en una fuerza cultural en la vida del pueblo griego. El médico es el
mayor representante de una cultura metódica y de una ética profesional
ejemplar por la proyección del saber sobre un fin ético de carácter práctico. El
médico también se ubica al lado del gimnasta en tanto a la educación física, a
la educación espiritual y la filosofía, en estrecha relación con la paideia.

La posición de la medicina se debió en primer lugar, a haber encontrado


representantes de un horizonte espiritual universal que la colocaron en el nivel
que había de ocupar en todos los tiempos posteriores, en segundo lugar por su
fusión con la filosofía, gracias a la cual esclareció ésta su conciencia metódica
de sí misma. Y por último, contribuyó que la cultura griega se oriente tanto
hacia la formación del cuerpo como hacia la del espíritu.

La medicina abrió su campo científico mediante las indagaciones de los


primeros filósofos jónicos naturalistas que buscaban una explicación "natural"
de todos los fenómenos, descubriendo en la relación de causa a efecto la
existencia de un orden general, mediante la observación imparcial de las cosas
y del conocimiento racional.

Al estudiar a los sofistas y su teoría de la educación hubimos de reconocer la


importancia decisiva que para ellos tenía el concepto de la naturaleza humana
como base del proceso educativo. En Tucídides precisamente es donde la
medicina se halla influida a su vez por el concepto de la physis en conjunto, de
la naturaleza del universo. La conexión entre el pensamiento médico de
Hipócrates y el estudio de la naturaleza en su conjunto encuentra una
expresión grandiosa en sus obras escritas, junto a sus discípulos
pertenecientes a la escuela de Cos. Éstos médicos toman en parte de los
filósofos sus teorías físicas sistemáticas como base de sus propias doctrinas.

La filología ha demostrado que en la colección de obras, en algunos puntos se


contradicen entre sí y hasta se combaten, por lo que no pueden proceder del
mismo autor. Sin embargo, aquellas investigaciones sabias infunden respeto
ante su capacidad, ya que en la abundancia de escritos de Hipócrates no se
revela tan sólo un sistema docente, sino el proceso vivo de toda una ciencia.
Así mismo, el "juramento" hipocrático que debían prestar quienes deseasen
ingresar en el gremio contenía la obligación solemne de guardar el secreto de
la doctrina.

La literatura médica es algo perfectamente nuevo en la evolución espiritual del


helenismo en el sentido de que, a pesar de su carácter directamente docente,
no se dirige en una parte pequeña al hombre como tal, al modo como lo hacían
la filosofía y la poesía.

Afortunadamente, ambas clases de literatura, la profesional y la destinada al


gran público, han llegado a nosotros. A la primera pertenece la gran masa de
las obras médicas que se conservan. La segunda clase de obras, nos interesa
no sólo porque éstas responden a exigencias literarias más altas, sino porque
guardan una estrecha relación con la paideia. La actuación de los médicos
como oradores sofistas ambulantes representaba un intento de realzar la
importancia pública de esta profesión. La energía espiritual de quienes lo
afrontaron creó el "hombre culto en medicina".

La mejor ocasión que podría brindarse para iniciar al profano en los


pensamientos médicos era el tratamiento de los enfermos. Platón ve en esta
paideia médica el ideal de la terapéutica científica. "Esta techné debe estar a la
preocupación de hablar en términos inteligibles para los profanos", dice el autor
de la obra Sobre la medicina antigua.

Aristóteles entiende por la capacidad de discernimiento que atribuye al hombre


culto un cierto sentimiento en cuanto al modo adecuado de tratar un objeto y
que no necesita envolver forzosamente el conocimiento de la verdad. Éste sólo
lo posee el investigador científico. La aparición de esta esfera intermedia entre
la ciencia profesional pura y el campo del profano absoluto es un fenómeno
característico de la historia de la cultura griega del periodo postsofístico.

La medicina se basa desde aquel entonces en el conocimiento de las


relaciones, sujetas a leyes, del organismo frente a los efectos de las fuerzas en
que se basa todo el proceso de la naturaleza y también la existencia física del
hombre, tanto en estado normal como en sus enfermedades.

Con este giro renovado hacia el empirismo y hacia la minuciosa observación


de los requisitos de cada caso concreto, el campo de la medicina como un arte
independiente se deslinda definitivamente de la simple filosofía de la
naturaleza convirtiéndose en una ciencia médica, en una verdadera techné.

En el Gorgias de Platón la verdadera techné, consiste en conocer la naturaleza


del objeto destinado a servir al hombre y que sólo se realiza como tal saber en
su aplicación práctica. El médico es el hombre que sabe acerca de la
naturaleza del hombre sano conoce también el hombre enfermo, y sabe
encontrar los medios y los caminos para restituirlo a su estado normal. Ambas
ciencias tienen de común: sus enseñanzas del conocimiento objetivo de la
naturaleza misma; el médico de su conocimiento de la naturaleza del cuerpo,
el filósofo de su comprensión de la naturaleza del alma; ambos investigan el
campo de la naturaleza a la que se consagran con mira de descubrir en la
estructura natural del cuerpo o del alma el principio normativo que prescribe la
conducta de ambos, la del médico y la del filósofo y educador.
Hipócrates, nos dice: “enseña a preguntar siempre si la naturaleza del objeto
con respecto al cual deseamos adquirir un verdadero saber y una verdadera
capacidad es simple o multiforme. Si es simple a seguir investigando hasta qué
punto es capaz de influir sobre otro objeto determinado o de sufrir la influencia
de éste; si, por el contrario, presenta múltiples formas, a enumerar estas
formas o tipos y a comprobar respecto a cada una de ellas lo que
comprobaríamos si se tratase de un objeto simple, preguntándonos cómo
influye sobre otros o cómo es susceptible de ser influido por éstos”.

Estos conceptos metódicos, que los médicos empiezan desarrollando con


relación al cuerpo y a sus funciones, son trasplantados más tarde por Platón al
campo de problemas en que se concentraban sus investigaciones, al campo
de la ética y al de toda su ontología.

Uno de los mayores problemas de la ética aristotélica consiste en saber cómo


la norma, aun teniendo un carácter general, puede aplicarse a la vida del
individuo y al caso concreto que momentáneamente parece sustraerse a toda
reglamentación general. Esto tiene una importancia decisiva, en la educación.
De aquí que Aristóteles distinga entre la educación individual y la educación
colectiva, apoyándose para ello en el ejemplo de la medicina. Pero la medicina
ayuda también al filósofo a resolver el problema de cómo el individuo ha de
encontrar la verdadera pauta de su conducta, enseñándole a descubrir el
comportamiento ético adecuado como un justo medio entre el exceso y el
defecto, por analogía con una dieta física sana, términos y criterios tomados
directamente de la medicina y como modelo de la obra Sobre la medicina
antigua.

El concepto Platónico y aristotélico de la areté del hombre abarca tanto las


aretai del cuerpo como las del alma. De este modo, la medicina se encuadra
perfectamente dentro de la antropología filosófica de Platón. La ciencia médica
no sólo fomenta la comprensión de los problemas y del pensamiento de la
medicina en amplios círculos, sino que, concentrándose en una órbita parcial
de existencia humana, la del cuerpo, obtiene conocimientos de importancia
decisiva para la composición filosófica de una nueva imagen de la naturaleza
humana y, por tanto, para la más perfecta formación del hombre.

La medicina de los siglos V y IV trae al gran proceso espiritual de la formación


del hombre helénico una aportación directa cuya importancia sólo ha sido
reconocida y desarrollada por la ciencia médica moderna desde hace poco
tiempo: la doctrina referente a la conservación de la salud del hombre. Es éste
el verdadero hecho creador del espíritu hipocrático en materia educativa.
El verdadero médico aparece siempre como el hombre que nunca desliga la
parte del todo, sino que la enfoca siempre en sus relaciones de
interdependencia con el conjunto. En el Fedón, Platón censura a la antigua
filosofía de la naturaleza por no haber tenido en cuenta el factor de la
educación inmanente a un fin dentro del cosmos, factor que se halla
relacionado del modo más estrecho con el método orgánico de investigación.
Lo que echaba de menos en los filósofos de la naturaleza lo encontraba en la
ciencia médica.

La ciencia natural y la medicina del siglo XIX veían de otro modo la medicina
griega, la influencia de la filosofía había venido a empañar el pensamiento
médico. El médico es el llamado a restaurar la medida oculta, cuando viene a
alterar la enfermedad. En estado de salud es la propia naturaleza la que se
encarga de implantarla, o bien es ella misma la medida justa. El concepto de
"mezcla", representa en realidad una especie de equilibrio justo entre las
diversas fuerzas del organismo, se halla relacionado con el de la "medida" y el
de la "simetría". La naturaleza actúa a tono con esta norma plena de sentido y,
desde este punto de vista, se comprende que Platón hable de la fuerza, la
salud y la belleza, concretamente, como de las "virtudes" del cuerpo,
comparándolas con las virtudes éticas del alma. Para él la areté es
precisamente la simetría de las partes o de las fuerzas, que constituye en
términos médicos el estado normal.
La palabra areté en las obras que recogen el pensamiento médico antiguo,
refleja un punto de vista que responde precisamente a la concepción que tenía
de la naturaleza la medicina griega antigua. La adecuación a un fin en la
acción de la naturaleza se revela de un modo especial en las enfermedades.
La función del médico en el tratamiento de los enfermos no consiste en
intervenir en contra de la naturaleza. Los síntomas de la enfermedad y, sobre
todo, la fiebre representan ya de por sí el comienzo del proceso de
restauración del estado normal. Éste se encarga de encauzarlo el propio
organismo: el médico se limita a averiguar dónde puede intervenir para ayudar
al proceso natural encaminado a la curación. Tal es el axioma supremo de la
teoría médica hipocrática y al mismo tiempo la expresión de la fundamental
concepción teleológica de Hipócrates.
Dos generaciones más tarde, Aristóteles presupone que la naturaleza tiene una
estructura adecuada enteramente a un fin y ve en ella el prototipo del arte. En
la obra Sobre la dieta tropezamos con otra forma más mística de la concepción
teleológica: todas las artes son imitaciones de la naturaleza del hombre y
deben interpretarse partiendo de las analogías ocultas con ella. Esto no tiene
nada que ver con Aristóteles ni con Diógenes, pero demuestra cuan multiforme
era y cuan extendida se hallaba esta idea en la medicina de aquella época. "El
arte del médico consiste en eliminar lo que causa dolor y en sanar al hombre
alejando lo que le hace sufrir. La escuela hipocrática aconseja al médico que
sólo asuma un papel de auxiliar y complemento de la naturaleza. Así, leemos
en la obra Sobre las epidemias: "La naturaleza del paciente es el médico que
cura su enfermedad".

El autor acuña en relación con esto el concepto de una paideia inconsciente


por virtud de la cual la naturaleza se encarga de hacer lo que es necesario. Por
lo tanto, si la naturaleza hace por sí misma lo necesario sin haberlo aprendido
es porque encierra la capacidad genial de educarse a sí misma. La razón
inconsciente de la naturaleza se interpreta como algo análogo a la "cultura"
consciente del hombre.

A la luz de esta imagen de la naturaleza como una fuerza espontánea e


inconscientemente teleológica, podemos comprender la tesis del autor de la
obra Sobre la dieta: "La naturaleza se basta en todo y por todo." Pero del
mismo modo que el médico, con su arte, facilita la obra de la naturaleza
cuando se altera su equilibrio, esta misma concepción imbuye también a este
autor el deber de prevenir el peligro que amenaza y de velar por la
conservación del estado normal. En la Antigüedad los médicos eran médicos
de sanos más que de enfermos. Esta parte de la medicina se resume bajo el
nombre de higiene. Los cuidados de la higiene versan sobre la "dieta". Los
griegos entienden por "dieta" no sólo la reglamentación de los alimentos del
enfermo, sino todo el régimen de vida del hombre y especialmente el orden de
los alimentos y de los esfuerzos impuestos al organismo humano, debía
imponer el médico una gran misión educativa. En lo fundamental dependía del
nivel de cultura del individuo, de su grado de conciencia, de sus necesidades y
de sus medios. Y se hallaba relacionada desde el primer momento, como era
natural, con la gimnasia.

La obra Sobre un régimen de vida sano se propone servir de guía a los


profanos sobre la dieta diaria que debe observarse. La reglamentación de la
dieta para las personas sanas abarca la alimentación y los esfuerzos físicos
indicados para las diferentes épocas del año y para las distintas comarcas,
constituciones, edades y sexos, pero todo en términos muy generales. El
origen de las enfermedades se debe, al hecho de que el organismo no está
formado solamente por un elemento, sino por varios, y a que la proporción
adecuada entre éstos puede alterarse fácilmente al aumentar en exceso una
de las cuatro cualidades: el calor, el frío, la humedad y la sequedad.

El autor de la obra Sobre la medicina antigua y Sobre la dieta señala que lo


fundamental en medicina es lo individual, la exactitud. Galeno adopta ya
conscientemente una actitud situada más allá de la antigua polémica de
principios entre la medicina filosófica y la medicina empírica y aspira a conciliar
ambas tendencias.
La escuela hipocrática dice que el médico debe tener en cuenta la constitución
total del hombre, su medio ambiente climático y local y el cambio del acontecer
cósmico, incluye irremisiblemente la necesidad de ocuparse teóricamente de la
naturaleza toda. La diagnosis es inseparable de la gnosis, del conocimiento de
la naturaleza en su conjunto. Concede en todo caso que el médico podría
aproximarse a su meta ideal si constantemente tuviese ante sus ojos al
individuo, como lo tiene el gimnasta.

Hipócrates no habla del alma solamente en relación con la ciencia de la


naturaleza, sino que alude también a ella en la parte dietética de su obra y,
además, dedica todo un libro, a los reflejos psíquicos de los procesos físicos
en los sueños. La teoría Platónica del alma fue la raíz de la que brotó la
preocupación filosófica de la Academia por la vida de los sueños del alma y
por su significado de realidad. Es posible que el autor de la obra Sobre la
dieta, se halle influido también por la Academia en sus manifestaciones acerca
de los sueños.

Y da a este dogma el giro, peculiar de la medicina, de que el alma, durante el


sueño, refleja también con la mayor pureza el estado físico del hombre, sin la
influencia perturbadora de ninguna acción del exterior. Aristóteles, reconoce
también en los sueños los efectos de la vida real y de las sensaciones reales,
sin llegar a creer por ello en una verdadera profecía. Tampoco nuestro autor
médico recoge directamente la mántica de los sueños, sino que intenta
traducirla del campo de lo profético al campo de lo simplemente pronóstico.

Hemos observado primero la influencia de la antigua filosofía de la naturaleza


sobre la medicina del siglo V y luego la repercusión de la nueva medicina
empírica sobre la filosofía de Platón y Aristóteles.

La exposición de la dieta bajo la forma del curso típico de un día está


manifiestamente influida por el pensamiento Platónico y aristotélico que enfoca
siempre el bíos humano como un todo e inculca al hombre como norma la
imagen ideal de una vida adecuada. El concepto de lo "adecuado" domina por
igual la ética y la estética del siglo IV. La dietética de Diocles transfiere este
modo de pensar a la vida física. La justa medida, un modo de pensar acerca a
Diocles a la ética aristotélica.

Platón combina las tres virtudes físicas de la salud, la fuerza y la belleza con
las virtudes del alma, la piedad, la valentía, la moderación y la justicia, en una
unidad armónica. Y como la igualdad y la armonía forman la esencia de la
salud y de toda perfección física en general, el concepto de lo "sano" se
extiende hasta formar un concepto normativo universal aplicable al mundo y a
cuanto vive en él. Si la medicina pudo conquistar una posición tan
representativa dentro del conjunto de la cultura griega, fue porque supo
proclamar en el campo más próximo a la experiencia inmediata del hombre la
vigencia inviolable de esta idea fundamental del alma griega. En este sentido
elevado, podemos decir que el ideal helénico de la cultura humana era el ideal
del hombre sano.

También podría gustarte